TESIS
TESIS
TESIS
Y ARTES DE CHIAPAS
FACULTAD DE CIENCIAS HUMANAS Y SOCIALES
LICENCIATURA EN PSICOLOGÍA
MODALIDAD DE TESIS:
REPRESENTACIONES SOCIALES DEL
GÉNERO EN VARONES Y MUJERES
ESTUDIANTES DE PSICOLOGÍA DE LA
UNICACH
QUE PARA OBTENER EL TÍTULO DE
LICENCIADA EN PSICOLOGÍA
PRESENTAN
MARÍA CELESTE LÓPEZ MARTÍNEZ
BRENDA DEL CARMEN MUNDO GONZÁLEZ
DIRECTOR DE TESIS
DR. MARTÍN CABRERA MÉNDEZ
Esta tesis ha sido una bendición en todo sentido y no cesan mis ganas de elevar mi agradecimiento a
mi Dios que por su infinita misericordia me permitió sentir, estar y vivir en compañía de mis seres
amados la presente investigación y todo lo que hay atrás de ella.
La vida es preciosa y, una de las principales características de esta preciosura es que la podemos
compartir y disfrutar con nuestros seres amados, podemos servir a las personas si ellas lo permiten,
pero también podemos ser ayudados y guiados durante nuestra vida; por esto mismo, mediante estos
agradecimientos de tesis quiero exaltar la importante labor de mis padres: Sandra Luz Martínez
Hernández y Béder López Velázquez, de mi hermano: Ramón López Martínez, de mi familia, de mi
amiga, hermana y también compañera de tesis Brenda del Carmen Mundo González, mi director de
tesis: Dr. Martín Cabrera Méndez, de mis amigos y a quienes ya no están, pero, en su momento
formaron parte de mi historia. Agradezco que, pese a sus múltiples ocupaciones, me obsequiaron su
amor, su tiempo, su atención, su apoyo, sus conocimientos, con base en sus particulares herramientas
y en conjunción con el amor, el disfrute, el esfuerzo, la perseverancia que le deposité a esto, la
construcción de este documento recepcional fue posible.
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AGRADECIMIENTOS
Hay muchas personas a quien quisiera agradecer el haber culminado este trabajo de investigación,
primordialmente están mis padres quienes estuvieron conmigo apoyándome para alcanzar mis objetivos
y me ofrecieron todo su amor.
A mi hermano quien me motivo a seguir adelante con el proceso de titulación. Gracias por
darme apoyo moral, y nunca dudar de mí.
A mi compañera Celeste, fiel acompañante de trabajo que, pese a no compartir años juntas
dentro de la universidad, nos encontramos con el mismo deseo de trabajar y de construir cosas bellas,
quién fue mi sustento para no caer y que en este camino fuimos cimentando una hermosa amistad.
A mi asesor de tesis el Dr. Martín a quien admiro mucho. Gracias por su tiempo, su paciencia
y su acompañamiento en este proceso.
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ÍNDICE
AGRADECIMIENTOS
ÍNDICE
INTRODUCCIÓN
JUSTIFICACIÓN
OBJETIVOS
GENERAL
ESPECÍFICOS
Página
CAPÍTULO I. REFERENTES
GNOSEOLÓGICOS: CONSTRUCCIONISMO SOCIAL Y
REPRESENTACIONES SOCIALES
I.1 CONSTRUCCIONISMO SOCIAL 17
I.2 REPRESENTACIONES SOCIALES 19
II.2 MASCULINIDAD 26
II.2.1 CABALLEROSIDAD 28
II.3 FEMINIDAD 29
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CAPÍTULO III. REFERENTE CONTEXTUAL Y METODOLÓGICO
III.1 CONTEXTUALIZACIÓN DEL ÁREA DE ESTUDIO 33
III.2.2.1 ENTREVISTA 39
III.2.3 INFORMANTES 40
5
V.1.2 “CREERNOS FUERTES NO ES EL PROBLEMA; SÍ LO ES LA FORMA EN LA
QUE LO ESTAMOS USANDO” 57
V.1.3“ME VISTO COMO HOMBRE PARA PARECER HOMBRE” 61
V.2. VALIENTES, NO LIBRES 62
V.2.1“NINGUNA MUJER DE VERDAD DEBERÍA ASPIRAR” 65
V.2.2 ¿PARA QUIÉN ME VISTO? 70
CONCLUSIONES 91
REFERENCIAS
ANEXOS
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INTRODUCCIÓN
Las representaciones sociales son modalidades específicas de conocimiento del sentido común que se
construyen en los intercambios de la vida cotidiana dándole forma a la cultura común; éstas son tomadas
en cuenta para tomar decisiones y comunicarse fluidamente.
La representación social es una teoría natural que integra conceptos cognitivos distintos como
la actitud, la opinión, la imagen, el estereotipo, la creencia, de forma que no sea una mera suma de partes
o aglomeración acrítica de conceptos. Definidas las representaciones sociales como una forma de
conocimiento de sentido común, estructural y funcionalmente se distinguen de otras nociones
cognitivas. En este sentido, la mencionada teoría puede ser vista también desde lo genérico. El término
género asociado a la igualdad entre mujeres y hombres, es una noción sobre la que hoy en día se debate
de forma abierta en numerosos medios de la sociedad. Más allá del revuelo mediático del que siempre
es acompañado, para determinados sectores, aún sigue siendo una incógnita su contenido, origen y la
base de sus reivindicaciones.
Se entiende por cultura de género aquellos elementos que determinan la manera de interpretar
la dualidad masculino-femenino. En este marco, las teorías que empezaron a surgir en torno a este
novedoso e innovador análisis de las relaciones entre mujeres y hombres, propician la creación de un
constructo social llamado “género”, que desde sus inicios es considerado como una categoría de análisis
que cuestiona el androcentrismo que tradicionalmente ha caracterizado al pensamiento hegemónico en
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la historia. El concepto de género, por tanto, cuestiona la sociedad tal y como está conformada, desde
una visión masculina, ha invisibilizado a las mujeres y los aportes que éstas han realizado en todas las
esferas de la vida social, relegándolas a la esfera de lo privado y del hogar. Se interpreta que las personas
van elaborando y manifestando la manera de comprender la cultura de género en función de estos dos
planos; en cada uno de ellos identificándose determinados recursos culturales, que son los que van
configurando una “construcción personal” de la cultura de género: Cómo aceptar las tradiciones que se
han heredado en las generaciones anteriores, cómo se caracterizan los valores, cómo se construyen
discursos y cómo se construye la identidad.
La escasa claridad conceptual del mismo y la confusión que llega a originar con otros vocablos
como ser hombre o ser mujer, lleva a realizar una breve revisión histórica en la que se presenta las
diversas concepciones y construcciones teóricas que se han ocupado de definirlo, así como las
controversias en las que se ve inmerso. Depurar las múltiples connotaciones que lo caracterizan pasa
por desmembrar los significados y significantes del que es sin lugar a duda su cometido, concienciar y
sensibilizar sobre la desigualdad de las mujeres con respecto a los hombres, en determinadas esferas de
la vida social, económica, política y cultural, partiendo de la premisa, de que esta desigualdad es la base
de las diferencias biológicas entre hombres y mujeres.
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PLANTEAMIENTO DEL PROBLEMA
La masculinidad y feminidad constituye hoy en día un tema de interés social, principalmente, debido a
las re-significaciones de los roles de género y los desajustes que se producen dentro de los papeles
sexuales tradicionales con respecto a las nuevas formas, más igualitarias, de organización y relación entre
hombres y mujeres. “Ser hombre”, como “ser mujer”, equivale a un proceso de construcción social en
el que a lo masculino y femenino le corresponden una serie de rasgos, comportamientos, símbolos y
valores, definidos por la sociedad en cuestión, que interactúan junto con otros elementos como la etnia,
la clase, la sexualidad o la edad y que se manifiestan en un amplio sistema de relaciones con el otro y
que estas limitaciones en la práctica social operan bajo una compleja interacción entre poderes. Es por
ello que, en la actualidad, el tema de la masculinidad y feminidad concierne a todos y a todas.
Hernández (2006), citando a Lamas (2004), explica que el género es: “[…] Una construcción
simbólica e imaginaria que soporta los atributos asignados a las personas a partir de la interpretación
cultural de su sexo: distinciones biológicas, físicas, económicas, sociales, psicológicas, eróticas, afectivas,
jurídicas políticas y culturales impuestas.” (p. 3). Esto conlleva a revisar el planteamiento de una
masculinidad y feminidad hegemónica, no negando su existencia, sino más bien, replanteando y
agregando que, históricamente, se partió de la generalización, sin considerar factores como la edad,
condición económica, etnia, religión, entre otras condiciones socio-culturales que cambian la forma en
cómo se identifican genéricamente hombres y mujeres.
De esta forma, aunque la cultura general o específica de una sociedad define a unos patrones
particulares de conductas masculinas y a otras femeninas, varones y mujeres desarrollan su historia de
vida en interacciones y prácticas que delimitan sus identidades individuales en el marco de sus relaciones.
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Esta diferenciación ha marcado la historia y ha dado curso a un trato desigual entre hombres y mujeres.
La distinción superior/inferior entre los géneros ha promovido en la cultura una percepción, desde el
patriarcado, orientada a establecer una relación de dominio, donde él manda y ella le sirve.
En México la dureza, exigencia, fuerza, vigor, libertad, superioridad, valentía, sin necesidad de
afecto, competitividad, agresividad, rivalidad e imposición han sido las características que se han
reproducido en serie y han definido la masculinidad antes dicha, lamentablemente ser caballeroso como
igualitario de la masculinidad. En la cultura de la casa, donde predomina la noción de hombría o poder,
el icono viene a ser el mismo: “El hombre manda”. Los varones, son socializados en un ambiente
fuertemente restrictivo y prohibitivo, donde parece ser que la espontaneidad, autenticidad y alegría están
deterioradas. En el caso de las mujeres, comparten como género la misma condición histórica, lo que
las hace distintas es la particularidad donde se relacionan, y su concepción del entorno, así como los
sistemas de opresión. El concepto de lo femenino se ha ido formando a través del tiempo, desde la
concepción de la Iglesia, la elaboración de valores y normas de conductas específicas para las mujeres,
resaltando la virginidad, la castidad como la mayor cualidad de la mujer, reprimiendo los placeres
sexuales donde se generó la figura ideal de “mujer” relacionándolo netamente al buen funcionamiento
de esposa y madre. En el caso de las mujeres mexicanas, el concepto de feminidad puede ser fluctuante
ante la cultura que se desarrolla. Desde el discurso social, la mujer femenina se desenvuelve a través de
actos como la belleza estética, delicadeza, paciencia, cuidado a la pareja y a los hijos. Una mujer vista
desde lo materno.
La teoría feminista ha sido una gran precursora para eliminar los estereotipos de género, sin
embargo, según Lagarde (1990):
Los cambios ocurridos en la feminidad han generado miedo. Son miedos colectivos e
individuales a que los cambios en las mujeres y la feminidad y la presión para que cambien los
hombres y la masculinidad, signifiquen la pérdida de la feminidad y de la masculinidad. El mito
sobre el origen y la definición naturales de los géneros traduce estos cambios como muerte
genérica y no permite imaginar que la diversidad en libertad, enriquece las experiencias y la
Historia. (p. 5).
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Ello es el resultado de una preocupación teórica y política de algunos sectores académicos y de
las organizaciones civiles por identificar la forma en que los varones y mujeres viven no sólo el mundo
de lo público sino también en sus relaciones personales y su existencia cotidiana.
Por otro lado, para Clifford (1994), (citado por Flores, 2008):
Rodríguez (2007):
Explica su interrelación con otras dimensiones teóricas como el imaginario social, la cultura, la
memoria social, la identidad social y las prácticas sociales; pone de relieve que dichas
dimensiones conforman un conjunto de ideas entrelazadas que bien pueden ser aplicadas al
estudio de fenómenos sociales. (p. 356).
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Es por ello que resulta de interés conocer la perspectiva de los informantes ante los roles de
género visto desde la propia experiencia.
Para Peralta & Vergara (2010): “El género puede constituir una representación social en la
medida en que obedece a una construcción que dependiendo del contexto se va a ver más arraigada, ya
que depende mucho de la interacción con otros medios.” (p. 19). Este contexto funcional posee una
estructura muy específica en cada grupo humano, donde cada persona, incluso la más poderosa, es sólo
una parte de ese armazón, representante de una función que se forma y se mantiene únicamente en
relación con otras funciones y que sólo puede entenderse a partir de la estructura específica y del
contexto global.
Desde esta perspectiva, la construcción de lo femenino y lo masculino implica que las personas
reciben de la cultura una serie de significados acerca de qué es <<ser hombre>> y qué <<ser
mujer>> a través de los agentes socializadores como la familia, la escuela, la iglesia, los medios
de comunicación., y que a través del discurso contribuyen a la ubicación de las personas en un
orden simbólico -entendiéndolo como los significados de comportamiento humano-; en otras
palabras, proporcionan que las personas vayan tomando su lugar con respecto a la nacionalidad,
la raza y el género. (p. 55).
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En síntesis, podemos afirmar que pensar la masculinidad y feminidad como una posición social
nos permite comprender la articulación entre el género y otros ejes de desigualdad social, como la clase,
la etnia o la edad. También permite identificar tanto los intereses compartidos de los varones y mujeres
con base en la posición que ocupan, como las contradicciones existentes entre distintos grupos de
hombres. Además, hace posible pensar en las prácticas sociales como producto de las condiciones
objetivas, pero también de las coyunturas que se abren a partir de las distintas posibilidades de acción
individual.
Finalmente, ser hombre y ser mujer como posición social facilita concebir a las personas con
identidades políticas diversas. Así, mientras algunos agentes comprometen su acción en prácticas
sociales orientadas a preservar sus posiciones de poder y privilegio, otros pueden utilizar esas posiciones
para modificar las relaciones sociales en las que se encuentran insertos y transformar la estructura de la
que forman parte. En este sentido, es de vital importancia para quienes trabajan con los temas de género
y para quienes están interesados/as en el trabajo con varones y mujeres, pensar en una perspectiva
teórica más amplia para acometer sus esfuerzos de investigación. A partir de la reflexión sobre algunos
elementos de la subjetividad genérica nos surge la siguiente interrogante: ¿Cuáles son las
representaciones sociales del género en varones y mujeres, estudiantes de psicología de la UNICACH?
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JUSTIFICACIÓN
Una primera idea que consideramos fundamental, que ha sido base de la perspectiva de género, es que
no se nace masculino o femenino. En el caso de los hombres y mujeres, tema que nos ocupa
centralmente, forman su género a través de los procesos de socialización y de construcción de ideas. La
masculinidad tiene una certeza de que los hombres son poseedores privilegiados que les concede la
supremacía sobre las mujeres. La influencia social es poderosa y las normas sociales tienden a
perpetuarse en el tiempo. Sus implicaciones se ven manifiestas en el criterio propio, opiniones, actitudes
o comportamientos al encontrarse expuesto ante el poder inminente que le concedemos a la palabra del
otro.
Por este motivo, se busca conocer las representaciones sociales sobre lo masculino y lo
femenino desde la posición de varón y mujer puesto que la masculinidad tradicional, hegemónica o
dominante, como quiera llamársele, es represiva y nociva tanto para los hombres como para las mujeres.
La masculinidad no ha sido “pensada” como lo es a menudo la feminidad y esto es así porque el hombre
ha sido siempre lo “neutro” de la humanidad. En cambio, a las mujeres se nos ha asignado ese espacio
de excepción, reflexión e intervención.
El papel de género que desempeñan los varones y mujeres, tiene que ver con el mundo exterior
y también con el mundo interno, como sujetos individuales y como sujetos colectivos. Por tal razón,
trabajar con el género masculino y femenino requiere del acceso a ese mundo interno, el que
precisamente guardan con mucho celo, así como discernir el “ser hombre” y “ser mujer”.
Las personas se ven a sí mismas aparentemente ajenas e independientes. Cada una está ligada a
otras por un cúmulo de cadenas invisibles impuestas por el trabajo, por las propiedades o por los
afectos, cadenas que, si bien no son visibles ni palpables, no por ello son menos reales ni firmes. En la
cultura dominante, aunque no de forma generalizable, existen formas alternativas que resisten,
transgreden y buscan nuevas percepciones y manifestaciones de lo “masculino” y “femenino”.
Es por ello que el fin de esta investigación es contribuir a la acertada comprensión de lo que
representa vivir bajo los lineamientos del género y los efectos que éste puede llegar a tener en las
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diferentes etapas del desarrollo. En este sentido, se considera que los estudiantes de psicología tienen
un perfil idóneo para esta investigación debido al interés por las problemáticas y funcionamientos de la
conducta humana, a la habilidad de escuchar al otro, así como establecer relaciones interpersonales
donde su capacidad de abstracción da paso a pensamientos críticos y analíticos. A partir de ello, los y
las jóvenes estudiantes de psicología de la UNICACH, han comenzado a construir otras formas alternas
de representaciones y prácticas de la masculinidad y feminidad en el contexto específico de Tuxtla
Gutiérrez, capital del estado de Chiapas.
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OBJETIVOS
OBJETIVO GENERAL
Analizar las representaciones sociales del género en varones y mujeres, estudiantes de psicología de la
UNICACH.
OBJETIVOS ESPECÍFICOS
❖ Develar el significado de ser hombre y ser mujer en varones y mujeres, estudiantes de psicología
de la UNICACH.
❖ Conocer las continuidades de los pensamientos, comportamientos e imagen sobre el género en
varones y mujeres, estudiantes de psicología de la UNICACH.
❖ Comprender los cambios en la re-significación del ser hombre y ser mujer en varones y mujeres,
estudiantes de psicología de la UNICACH.
La construcción social enfatiza que la realidad se edifica socialmente y los elementos con los
que se construye son lingüísticos. La observación y el estudio, desde esta perspectiva, permite al sujeto
analizar los distintos movimientos, posiciones y re-significaciones que ocurre en sus diferentes
escenarios. El lenguaje y el conocimiento son entidades dinámicas, en constante construcción y re-
interpretación. Para Echeverría (1994), el lenguaje es esencial para comprender los fenómenos humanos
debido a que este sistema de comunicación particular, de dominio primario y el más importante es
propio de los seres humanos, ya que a través de él las personas le atribuyen sentido a la existencia. A
partir de este primer principio, podemos comprender por qué se dice que al modificar el lenguaje
podemos tener el poder de modificar el mundo; sólo debemos tener presente la coherencia y la
capacidad de cumplir con los compromisos que hacemos cada vez que discursamos, porque cada vez
que emitimos un acto lingüístico estamos haciéndonos responsables de lo que decimos, de lo contrario,
no somos capaces de crear la realidad que ofrecemos.
17
Anderson, 2010; Epston, 1997; Gergen, 1985; Grandesso, 2002, 2008; Hoffman, 1993, 2001;
White y Epston, 1993 (citados por Marra, 2014) refieren que:
[...] No existe conocimiento definitivo y útil que se pueda generalizar, ni tampoco situaciones
que definen la esencia última de la persona. El foco está en el lenguaje que construye esos
mundos sociales. La vida de las personas se organiza por el significado construido acerca de sus
experiencias y se atribuye a esas conexiones. De este modo, el significado de cualquier vivencia
dependerá del contexto, y los recursos para esa significación no siempre se hallarán en la persona
misma, sino en sus relaciones. Dichos recursos son metáforas, significados, discursos y
representaciones que constituyen tanto conocimientos como experiencias que son consideradas
y legitimadas en los contextos de conversación. (p. 222).
En este sentido, da cabida a una construcción mutua entre los involucrados en el acto, en donde
resulta más significativo el sentido que se le brinda a tal hecho y la importancia de las formas especiales
introducidas en los diálogos. Para brindarle sentido a la realidad se considera la familia, la educación, la
sociedad, la cultura, las tradiciones, el contexto donde la persona se desarrolla. Estas fungen un papel
importante para la re-significación de la propia realidad.
De esta forma, se construyen no solo los cambios, sino también el individuo y su contexto, así
como un discurso de potencialidades y de construcción de realidades futuras.
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nunca se revela en su totalidad. Por lo tanto, es necesario que se problematice el fenómeno
revelado para que sea mejor comprendido. (p. 225).
Desde un punto de vista contextual, cultural e histórico, y bajo la mirada guiada por el
construccionismo no hay nada absoluto; ningún saber es verdadero y definitivo. Las distintas
concepciones del mundo son dependientes de su contexto cultural e histórico. De esta manera, toda
forma de conocimiento es peculiar y singular.
Es precisamente por esta cualidad que el ser humano se atribuye esta corriente sociocultural
dado que posee la capacidad de actuar intencionalmente y, por lo tanto, lograr propósitos o metas
guiados por la razón. Así mismo, se adjunta la idoneidad de pensar y plantear que los y las jóvenes
estudiantes de psicología de la UNICACH, han comenzado a construir otras formas alternas de
representaciones y prácticas de la masculinidad y feminidad en el contexto específico de Tuxtla
Gutiérrez, capital del estado de Chiapas. Cabe destacar que el constructivismo permite explicar y
entender que las representaciones sociales y las prácticas sociales son procesos factibles de ser
cuestionados, tal es el caso de la masculinidad hegemónica y la feminidad, pensado como inapelable;
sin embargo, las personas sociales tienen la capacidad de criticar lo obvio e instaurar nuevas formas de
relaciones genéricas que contribuyan a un mejor desempeño y desarrollo como hombres y mujeres.
Concretizando, entendemos que el contexto sociocultural en que se desarrollan las personas y las
experiencias concretas de la vida cotidiana y la forma en que se percibe la realidad social influyen en la
forma de ser hombres y ser mujeres, así como sus identidades. Además, el énfasis en lo colectivo y en
la comprensión de la realidad social, a partir de su singular construcción social, son elementos centrales
para entender las relaciones de género.
La representación social es una modalidad particular del conocimiento, cuya función es la elaboración
de comportamientos y la comunicación entre los individuos. La representación es un corpus organizado
de conocimientos y una de las actividades psíquicas gracias a las cuales los hombres hacen inteligible la
realidad física y social, se integran en un grupo o en una relación cotidiana de intercambios liberando
los poderes de su imaginación.
19
Para Banchs (1984), (citado por Materán, 2008):
Es decir, las representaciones sociales son conocimientos de sentido común que se originan en
el intercambio de comunicaciones entre los sujetos que conforman el grupo social y tienen como
principal objetivo comunicar, expresar y sentirse parte del ambiente social.
El concepto de representación social fue acuñado por Moscovici (1961) a mediados del siglo
pasado por lo que se considera un término relativamente nuevo, pero, sin duda, de mucho peso en las
investigaciones referentes a las Ciencias Sociales.
Por la forma en que la representación social aporta a la comprensión de un tópico, así como a
la transmisión del mismo mediante la comunicación, es que ha logrado quebrantar las barreras de la
Psicología social, pues permite que dicha comprensión se extienda a un campo multidisciplinario
ampliando el significado de un fenómeno, como señala Cabrera (2015):
Uno de quienes más ha estudiado la teoría de Moscovici y que ha indagado acerca de sus
antecedentes teóricos es Robert Farr (1984), quien ofrece su versión de la noción de representaciones
sociales señalando que, desde su perspectiva esquemática, aparecen las representaciones sociales cuando
los individuos debaten temas de interés mutuo o cuando existe el eco de los acontecimientos
20
seleccionados como significativos o dignos de interés por quienes tienen el control de los medios de
comunicación. Agrega además que las representaciones tienen una doble función: “hacer que lo extraño
resulte familiar y lo invisible perceptible”, ya que lo insólito o lo desconocido son amenazantes cuando
no tiene una categoría para clasificarlos. Según Abric (1994), (citado por Araya, 2002): “El abordaje de
las RS posibilita, por tanto, entender la dinámica de las interacciones sociales y aclarar los determinantes
de las prácticas sociales, pues la representación, el discurso y la práctica se generan mutuamente.” (p.
12). Parafraseando a Martín-Baró (1996) una sociedad mantiene su unidad debido a la existencia de una
conciencia colectiva la cual consiste en un saber normativos, común a los miembros de una sociedad e
irreductible a la conciencia de los individuos, ya que constituye un hecho social. Y es que el concepto
de representación social es una intersección entre la dimensión subjetiva con la objetiva, al relacionar el
mundo de las ideas de los sujetos con su forma de incidir en la realidad. Reproduciendo a Serge
Moscovici (2000), quien utiliza por primera vez este término, se refiere a las representaciones sociales
como una organización de imágenes y lenguajes cuyo papel es dar forma a lo que proviene del exterior.
Así, las representaciones son procesos siempre en construcción de significación, que se construyen a
partir de las experiencias y relaciones sociales, por lo que son entidades que están enmarcadas en
nosotros, que son subjetivas, pero no individuales. Dicho en término llanos, a través de estas imágenes,
conceptos e informaciones significamos la realidad y actuamos en ella.
Los individuos y los grupos despliegan una actividad mental constante para posicionarse en
relación con eventos, situaciones, objetos y con procesos comunicacionales que les interesan o
les afectan. Esta actividad, sin embargo, no es un proceso individual. Lo social interviene de
diferentes maneras; entre otras, mediante el contexto concreto en que actúan personas y grupos;
por intermedio de los esquemas comunicacionales y cognoscitivos proporcionados por la
cultura, así como de los sistemas de valores e ideologías relacionados con determinadas
posiciones sociales. (p. 440).
21
sentido y significado al objeto o referente que es representado. Es decir, las representaciones sociales
están compuestas por ideas, creencias, valores, opiniones, estereotipos, imágenes y actitudes.
Las imágenes que condensan un conjunto de significados; sistemas de referencia que nos
permiten interpretar lo que nos sucede, e incluso, dar un sentido a lo inesperado; categorías que
sirven para clasificar las circunstancias, los fenómenos y a los individuos con quienes tenemos
algo que ver; teorías que permiten establecer hechos sobre ellos. (p. 440).
Moscovici (1986), (citando por Peralta & Vergara, 2010) entiende las representaciones sociales
como:
[…] La manera en que los sujetos sociales aprehenden los acontecimientos de la vida diaria, las
características de su medio ambiente, las informaciones que en él circulan, cuyos contenidos
serían manifestados mediante la operación de procesos generativos y funcionales socialmente
caracterizados. (p. 13).
De acuerdo con León (2002), (citado por Materán, 2008: 245), las representaciones sociales
cumplen diferentes funciones que se hacen evidentes cuando comprendemos su naturaleza social.
Basada en investigaciones explica algunas de estas funciones, entre ellas:
22
Según Moscovici (1961), (citado por Materán, 2008: 245-246):
Las representaciones sociales nacen determinadas por las condiciones en que son pensadas y
constituidas, teniendo como principal factor el hecho de surgir en momentos de crisis y de
conflictos. Basado en las comprobaciones hechas en su investigación deduce tres condiciones
de emergencia: la dispersión de la información, la focalización del sujeto individual y colectivo
y la presión a la inferencia del objeto socialmente definido.
Dispersión de la información: La información que se tiene nunca es suficiente y generalmente
está desorganizada: los datos de que disponen la mayor parte de las personas para responder a
una pregunta, para formar una idea o propósito de un objeto preciso, son generalmente
limitados y muchas veces abundantes (Moscovici, Ob. Cit.).
Focalización: Una persona o una colectividad –dice Moscovici– se focalizan porque están
involucradas en la interacción social como hechos que alteran las ideas y opiniones. En palabras
de otros investigadores como Banchs (1984) y Herzlich (1979), la focalización es señalada, en
términos de implicación o atractivo social de acuerdo a los intereses particulares que se mueven
dentro del individuo perteneciente a los grupos sociales. La focalización será diversa.
Presión a la inferencia: Socialmente se da una presión que reclama opiniones, posturas y
acciones acerca de los hechos que están focalizados por el interés público. En la vida cotidiana,
las circunstancias y las relaciones sociales exigen del grupo social o de los miembros que lo
integran, que sean capaces, en todo momento, que estén en situación de responder (Moscovici,
Ob. Cit.).
23
II.1 SEXO Y GÉNERO
Para la investigación, es importante definir ciertos conceptos que permitirá abordar con mayor facilidad
el discurso de los sujetos, así como su análisis.
Para empezar a hablar del género es importante delimitar qué es el sexo. El sexo corresponde a
lo biológico, es decir, el sexo con el que se nace, determinado por cromosomas, genitales, hormonas y
gónadas. Puede ser mujer (cromosomas XX, ovarios, genitales de mujer), hombre (cromosomas XY,
testículos, genitales de hombre), o intersexual (mezcla de cromosomas, genitales o similares). Toda esta
carga genética es lo que diferencia a hombres y mujeres; sin embargo, el género va más allá de una
selección natural. El género es, para muchos autores, una construcción psicosocial del sexo biológico.
Según Marta Lamas, aun cuando ya en el año 1949 aparece como explicación en el segundo
sexo de Simone de Beauvoir, el término género sólo comienza a circular en las ciencias sociales y en el
discurso feminista con un significado propio y como una acepción específica (distinta de la
caracterización tradicional del vocablo que hacía referencia a tipo o especie). A finales de los ochenta y
comienzos de los noventa el concepto adquiere consistencia y comienza a tener impacto en América
Latina. Entonces, las intelectuales feministas logran instalar en la academia y las políticas públicas la
denominada “perspectiva de género”.
Para Bock (1991):
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Las relaciones de género son tan importantes como el resto de las relaciones humanas, están en
el origen de todas ellas y las influyen, y a la inversa, todas las demás relaciones humanas
contribuyen y actúan en las relaciones de género. (p. 62).
Scott (2008), (citado por Peralta & Vergara, 2010) dice que:
El interés de género como categoría analítica no se manifestó como tal hasta finales del siglo
XX, y está ausente en la mayoría de documentos que tienen alguna relación con la teoría social,
desde el siglo XVIII hasta principios del siglo XX. A decir verdad, algunas de estas teorías
construyeron su lógica sobre analogías de la oposición hombre/mujer, otras reconocieron la
existencia de la cuestión de la mujer, y otras aun mencionaron la formación de la identidad
sexual subjetiva, pero nunca apareció el género como una forma de hablar de los sistemas de
relaciones sociales o sexuales. (p. 20).
El género produce un imaginario social. Dicho término se atribuye a características exclusivas a uno y
otro sexo desde una clasificación cultural, que da como resultado un ejercicio de poder en los aspectos
morales, psicológicos y afectivos. La cultura marca a los sexos con el género y el género marca la
percepción de todo lo demás: lo social, lo político, lo religioso y lo cotidiano. Como señala Cirillo (2005):
“El género no es un concepto estático, sino dinámico.” (p.135). La desigualdad de género es
históricamente cambiante, sin embargo, la construcción de dicho vocablo es una de las construcciones
humanas básicas para mantener el orden desde un sistema patriarcal, en este mismo sistema, lo
masculino y lo femenino son los únicos estándares que están normalizados. Para que este sistema
funcione, se determina estructuras de dominación y subordinación.
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tiene múltiples variaciones donde predominan las experiencias vividas de cada uno o una tomando en
cuenta las condiciones socioeconómicas, condición étnica, etaria, salud, lingüística y política, entre otras.
II. 2 MASCULINIDAD
Es de suma importancia mencionar el vocablo de masculinidad, debido a que existe una diversidad de
características que definen dicho término. Por lo tanto, la influencia de la cultura interviene como
mediador ante los comportamientos y las actitudes que definen a las personas como masculinas.
Todas las sociedades cuentan con registros culturales de género, no todas tienen el concepto
masculinidad. En su uso moderno el término asume que la propia conducta es resultado del
tipo de persona que se es. Es decir, una persona no-masculina se comportaría diferentemente:
sería pacífica en lugar de violenta, conciliatoria en lugar de dominante, casi incapaz de dar un
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puntapié a una pelota de fútbol, indiferente en la conquista sexual, y así sucesivamente. Esta
concepción presupone una creencia en las diferencias individuales y en la acción personal. (p.
1).
Aunque no existe un concepto general, muchos autores coinciden con que la masculinidad es a
fin a la heterosexualidad. Para Menéndez (2007):
La masculinidad hegemónica está asociada a la heterosexualidad y al control del poder por los
hombres; a la renuncia a lo femenino; a la validación de la homosocialidad −es decir, la relación
con sus pares− como la realmente importante y el canon de comparación; a la aprobación de la
homofobia, y al sostenimiento del (hetero)sexismo. (p. 342).
En la cultura mexicana, existe aún esta visión estereotipada donde la heterosexualidad es tomada
como ecuánime con la masculinidad, donde se rechaza a todo aquello que tenga relación con lo
femenino, donde la misma sociedad es partícipe de palabras discriminatorias a quien no cumple con
estos parámetros masculinos, nombrándolos como jotos, putos, maricas, a quien se muestre ante el otro
como un ser débil ya que el varón debe manifestar acciones que se suponen responden a su “naturaleza”.
Dentro de la cultura mexicana, debe demostrar ser un macho. Para Paz (2000): “El macho es un
ser hermético, encerrado en sí mismo, capaz de guardarse y guardar lo que se le confía”. (p. 34). La
pasividad, fragilidad, no van acorde a este concepto, por lo tanto, hace que el varón tenga dificultades
para conseguir la aprobación y la reafirmación de dichas capacidades biológicas. En este proceso de
construcción de una masculinidad hegemónica se dejan de lado muchos de los sentimientos y la
intensidad de sus relaciones con los otros.
El “verdadero” hombre debe mantener constantemente una imagen defensiva para preservar
un honor entendido como masculinidad, y que le sirve para reafirmarse ante las mujeres, pero,
fundamentalmente, ante los otros hombres. En este esfuerzo, hasta es posible que un varón,
por preservar su imagen de “verdadero hombre” ponga en riesgo su integridad física realizando
27
actividades que revistan cierto peligro (pelear, conducir arriesgadamente, participar de diversos
“ritos de iniciación”, etc.). (p.24).
El machismo o patriarcado son conceptos que surgen al hablar de dicha masculinidad. Es así
como Bourdieu (2000), (citado por Prieto & Blasco, 2008) comenta que: “Desde la óptica antropológica
y feminista, “machismo” es una palabra convertida en yunque para determinados comportamientos
estereotipados de supremacía masculina, de dominio, de control.” (p. 230). El hombre es asumido como
ser que ejerce poder sobre el otro, en este caso hacia la mujer, poniéndola en un estatus jerárquico
menor al suyo. También es oprimido ya que constantemente tiene que demostrar que cuenta con las
características necesarias para considerarse un hombre verdaderamente masculino, renunciando a una
individualización.
II.2.1 CABALLEROSIDAD
El caballero, a diferencia del canalla y del gamberro, no se aprovecha de quienes son más débiles,
en especial las mujeres. [...] El caballero, sin embargo, es un bochorno para la sociedad basada
en la neutralidad de género. Un caballero, pensamos hoy, aspira a mantener la desigualdad lo
mismo que un acosador, y como lleva esta infección en su cuerpo, podría dominarlo en alguna
ocasión futura. (p. 8).
Estas actitudes pueden ser consideradas de forma positiva, tomándolo como hombres muy
educados, amables y suelen ser muy aceptadas dentro del comportamiento social.
Para Santos (2016):
28
Como se sabe, la fuerza física es un atributo correspondiente al modelo hegemónico; sin
embargo, al relacionarlo con la caballerosidad o el respeto, se obtiene ese toque distintivo,
debido a que estas nociones se pueden interpretar como el trato amable y atento, lo cual pone
en jaque la representación social de una sola masculinidad. (p. 288).
Lo que lleva a estudiar a la caballerosidad desde el sexismo, ya que estos guiones culturales se
han vuelto un paradigma casi nunca cuestionado, que sigue generando prejuicios del que hacer del
hombre hacia la mujer, y de la mujer como expectativas del que hacer de un hombre.
II.3 FEMINIDAD
La feminidad es un constructo social que está dirigido a las personas biológicamente mujeres. Dicho
concepto está enmarcado desde las creencias e ideologías, el estado, la naturalización que se le da desde
una vinculación con la maternidad y el cuidado de los hijos y la familia.
30
Ustedes no pueden seguir hablando del complejo de Edipo o del nombre del padre, en una
sociedad donde las mujeres son objeto de femicidios; donde las víctimas de la violencia
patriarcal se expresan por denunciar a sus padres, maridos, jefes, novios; donde las mujeres
denuncian la política institucionalizada de violación; o donde millones de cuerpos bajan a las
calles para denunciar agresiones homofóbicas, y las muertes, casi cotidianas, de mujeres trans,
así, como de las formas institucionalizadas de racismo. (p. 9).
Es significativo mencionar el término feminismo dentro de esta investigación debido a que este
movimiento cuestiona todos los estereotipos derivados al género. México ha sido considerado por
mucho uno de los países con mayor índice de machismo en América Latina. Este movimiento se ha
visto en la necesidad de crecer dentro del país para hacer valer sus derechos. El feminismo revoluciona
e intenta crear una transformación.
Este pensamiento se ha venido trabajando a lo largo de muchos años dentro del mundo y ahora,
en México, donde la libertad de expresión y el empoderamiento femenino tomada cada vez más fuerza,
se sabe bien que cambiar códigos culturales e ideologías ya insertadas dentro de la sociedad no es una
cosa sencilla, si tomamos en cuenta de que se está regido por un sistema patriarcal.
31
CAPÍTULO III: REFERENTE CONTEXTUAL Y
METODOLÓGICO
32
III.1 CONTEXTUALIZACIÓN DEL ÁREA DE ESTUDIO
En este este rubro se describen los primordiales acaecimientos históricos de la Universidad de Ciencias
y Artes de Chiapas, la Facultad de Ciencias Humanas y Sociales y la infraestructura que permiten
entender la transformación y el dinamismo académico actual de la máxima casa de estudios.
A partir del siglo XVI, la Iglesia fundó su seminario y tres siglos después de este acontecimiento dio
inicio la educación laica. A mediados del siglo XIX se fundó la primera Escuela de Derecho ubicada en
Ciudad Real. En el año 1926 la Institución se transformó en la Escuela Normal Mixta y Preparatoria
del Estado. La raíz de nuestro centro de estudios es decimonónica, pues sus principios radican en la
Escuela Industrial de Chiapas, concebido en el año de 1893 por el abogado Emilio Rabasa Estebanell,
gobernador de Chiapas de 1891 a 1894, quien poco antes había llevado los poderes gubernamentales a
Tuxtla Gutiérrez.
Para el año de 1897 la Escuela Industrial de Chiapas se reformó en el Instituto de Artes y Oficios
del Estado y redirecciona su vocación al formar la Escuela Industrial Militar en el año de 1900. La
construcción fue llevada a cabo en la propiedad donde, actualmente, radica el Centro Cultural Jaime
Sabines del CONECULTA. Históricamente, la UNICACH cuenta con setenta y cinco años de vigencia
en la educación superior y media superior en el estado de Chiapas.
En el año de 1945 el gobernador Juan María Esponda promulgó el decreto de creación del
Instituto de Ciencias y Artes de Chiapas, ICACH siendo parte de este la enseñanza preparatoria y
normal especializadas en normal rural, normal superior y postgraduados. En 1951, el ICACH fue órgano
importante al instituir ANUIES, Asociación Nacional de Universidades e Instituciones de Educación
Superior. Actualmente, la ICACH es la sede de la escuela secundaria ubicada en la segunda avenida sur
de la capital chiapaneca. Para el año de 1981 el gobernador Juan Sabines Gutiérrez, le otorga el
reconocimiento de instituto de educación superior.
33
Para Ramos (2015):
El gobernador Patrocinio González Garrido, en 1989, consolidó el área de artes del instituto, al
sumar las escuelas de música, danza, artes plásticas y artes escénicas, creadas por el gobierno del
general Francisco J. Grajales. Cada una de ellas aportó los bagajes obtenidos en su vida previa.
El 31 de enero de 1995, el gobernador Eduardo Robledo Rincón mediante el decreto número
136, aprobado por el Congreso del Estado, transformó el anterior instituto en la Universidad
de Ciencias y Artes de Chiapas. En 1995 la infraestructura artística del antiguo Instituto
Chiapaneco de Cultura se convirtió en la Dirección de Extensión Cultural de la UNICACH.
Posteriormente, en el mismo año, el antiguo Palacio de la Cultura se convirtió en la sede de la
34
rectoría. Una de las primeras tareas académicas como institución universitaria fue crear el Centro
de Estudios Superiores de México y Centroamérica, CESMECA, cuya vocación es la
investigación y la enseñanza de postgrado. Y en 1996 se instalaron la licenciatura en música y la
maestría en psicología social. El Centro Universitario de Información y Documentación, CUID,
fue instalado en 1998. El 24 de marzo del año 2000 se obtuvo la Autonomía Universitaria, se
modificó su ley orgánica y su marco jurídico y se creó la licenciatura de historia y comercio
exterior y la carrera de técnico superior universitario. (párr. 8).
35
Cantidad: Infraestructura:
1 Centro Universitario de Información y Documentación (CUID).
1 Emisora radiofónica.
1 Teatro Universitario “Juan Sabines Gutiérrez”.
1 Centro de Lenguas.
4 Centros de Investigación.
El proyecto de Cafetería Universitaria surge en octubre del año 2011 a partir de la necesidad de
contar con un espacio confortable en donde la comunidad de Ciudad Universitaria (C.U.),
encuentre opciones sanas y nutritivas para una buena alimentación, así como un nuevo concepto
de servicio de menús preestablecidos junto con servicio a la carta, en el cual podrá elegir el menú
de su preferencia. (p. 9).
36
Esta Facultad se sitúa dentro de las instalaciones de la Universidad de Ciencias y Artes de Chiapas,
ubicada en Tuxtla Gutiérrez, Chiapas. Está construida en lo que podría llamarse los espacios comunes
de la localidad, que describimos anteriormente.
Su estructura física la conforman siete espacios distribuidos en dos edificios de dos plantas cada
uno: las aulas para las prácticas docentes, la clínica para el servicio de escucha, los audiovisuales, la
cámara Gesell, el centro de investigación, la dirección para las prácticas administrativas, el aula para
reuniones de docentes y los sanitarios. Los espacios de la instalación están construidos con paredes de
ladrillos y techo de concreto, el piso está forrado con losetas. Sus ventanales son amplios, protegidos
por barras de acero y cristales transparentes. Cuenta con catorce aulas, para atender a los diversos grupos
de alumnos correspondientes a cada semestre. Las paredes interiores de los salones de enseñanza están
pintadas de un color beige; el pizarrón se ubica en la parte norte de los salones y, junto a él, un escritorio
y una silla. El mobiliario para los estudiantes lo conforman 35 sillas con paletas que se distribuyen en
toda el área del salón. En la parte de abajo de la pared se observan manchas de tierra, al parecer los
zapatos de los jóvenes con mucha frecuencia se posan sobre ella. Las paredes del exterior de los espacios
presentan un pintado de color verde, se observan machones de tierra por descuido.
Las paredes internas de la clínica para servicio de escucha están pintadas de color blanco; está
dividida en diversos cubículos adecuadas a las áreas de intervención e investigación distribuidas al fondo
y cuenta con una sala de espera situada en la entrada.
Los audiovisuales están construidos con ladrillos y techo de concreto; el pizarrón se ubica en la
parte norte de los salones; el mobiliario está constituido por múltiples mesas con sillas y un cañón.
La cámara Gesell está conformada por dos ambientes separados por un vidrio de visión
unilateral, los cuales cuentan con equipos de audio y de video para la grabación de las diferentes
intervenciones y enseñanzas que ahí se gestan.
Los sanitarios están construidos con block y techo de concreto. Están divididos para los varones
y para las mujeres. Ambos tienen tres secciones individuales con su respectivo inodoro blanco que
funcionan, un espejo y dos lavamanos para cada baño.
37
III.2 CURSO METODOLÓGICO
III.2.1 ENFOQUE Y MÉTODO
Este proyecto está basado en un enfoque de investigación cualitativa, que se refiere al análisis de los
estudios realizados desde un punto de vista de las personas que participan. Según Taylor y Bogdan
(1984):
Las características básicas de los estudios cualitativos se pueden resumir en que son
investigaciones centradas en los sujetos, que adoptan la perspectiva emico del interior del
fenómeno a estudiar de manera integral o completa. El proceso de indagación es inductivo y el
investigador interactúa con los participantes y con los datos, busca respuestas a preguntas que
se centran en la experiencia social, cómo se crea y cómo da significado a la vida humana. (p. 1).
Pretende comprender en un nivel personal los motivos y creencias que están detrás de las
acciones. Según expresa Jack Douglas, las fuerzas que mueven a los seres humanos como seres
humanos y no simplemente como cuerpos humanos... son “materia significativa” (ideas,
motivos internos y sentimientos) [...] En sentido amplio, puede definirse la metodología
cualitativa como la investigación que produce datos descriptivos: las propias palabras de las
personas, habladas o escritas, y la conducta observable. (p.7).
El método que utilizaremos por esta investigación es de base hermenéutica que para Arráez y
Calles (2006) tiene como objetivo:
38
Comprender entendido como el carácter óntico de la vida humana, con esta visión se analiza
concretamente un texto, con su autor, con su propia historia de vida, sus contenidos y sus
significados en el contexto del mundo histórico del que procede, en donde el intérprete establece
un diálogo con el texto que involucra multiplicidad de significados, puntos de vista,
concepciones dadas por su momento circundante diferente al del texto y al del autor mismo”.
(p. 171).
La técnica empleada para la obtención de la información fue la entrevista de tipo semiestructurada para
causar un conocimiento previo y contextualizado de la problemática de estudio, a su vez como
información base para la realización del análisis. A continuación, se presenta descrita la técnica aplicada.
III.2.2.1 ENTREVISTA
Para proseguir en nuestro estudio se tuvo la necesidad de utilizar un medio para recopilar
información, siendo la técnica quien cumple dicha función. Herrera (2008) nos menciona que: “Las
técnicas de investigación son un conjunto de reglas aptas para dirigir eficazmente una actividad
cualquiera y la destreza necesaria para realizarla.” (p.71). La técnica que hemos decidido es la
entrevista siendo esta para Bravo, García, Hernández, & Ruiz, (2013):
39
Una técnica de gran utilidad en la investigación cualitativa para recabar datos; se define como una
conversación que se propone un fin determinado distinto al simple hecho de conversar. Es un
instrumento técnico que adopta la forma de un diálogo coloquial. (p. 164).
La entrevista que emplearemos será el de preguntas de tipo abiertas: “Las preguntas abiertas no
ofrecen ninguna categoría para elegir. Solo contienen la pregunta y no ofrecen ningún tipo de respuesta,
dejando ésta a la consideración del sujeto que completa el cuestionario.” (García, 2003, p.4). En palabras
de García al no ofrecer estas preguntas una respuesta inmediata, la población tendrá la posibilidad de
expresarse libremente.
III.2.3 INFORMANTES
Esta investigación tiene una base netamente cualitativa, por lo consiguiente se interesa totalmente
analizar el discurso de cada uno de nuestros informantes. Centramos esta exploración en la etapa del
inicio de la edad adulta o más conocida como juventud, algunas teorías de la psicología del desarrollo,
consideran que la edad adulta o juventud se encuentran entre las edades de 18 a 24 años de edad, en
esta etapa de juventud se comienzan a realizar acciones de vida mucho más independiente, comienzan
a realizarse más ideas hacia un futuro y por ende esta etapa es también de descubrimientos,
establecimiento y reforzamiento de la identidad de género y preferencias sexuales.
Por ello, se consideró lo más conveniente trabajar con personas que se mantienen en este rango
de edades, para analizar su perspectiva con mayor profundidad, tomando en cuenta su posición como
joven y como estudiante.
40
Requerimos la participación de cuatro personas, dos personas del sexo femenino y dos del sexo
masculino, pertenecientes a la Facultad de Ciencias Humanas y Sociales de la Universidad de Ciencias
y Artes de Chiapas (UNICACH). Nuestro primer informante es una persona del sexo masculino de
nombre Rafael Enrique Espinosa Cortez de 21 años de edad, perteneciente al quinto semestre de
psicología del turno vespertino, este primer informante compartió de manera un poco más amplia su
perspectiva debido a que participó con anterioridad en una investigación cercana a esta, por lo tanto, a
esta persona se le realizaron siete entrevistas a diferencia de los demás participantes.
Nuestros participantes fueron seleccionados con base al sexo y que se encontraran dentro de
un rango de edad de 20 a 25 años. Nuestro informante de nombre Ángel Guillermo Rueda Moreno de
21 años de edad, perteneciente al 5to semestre de psicología en el turno matutino.
Las otras dos personas del sexo femenino de igual manera son estudiantes de la carrera de
psicología. La primera de ellas de nombre Rossy Margareth Altuzar Escobar de 20 años de edad, quien
cursa el cuarto semestre en el turno vespertino, y el último informante de nombre Victoria Guzmán
López, con 23 años de edad cursando el tercer semestre en el turno de dicha carrera.
Para realizar las entrevistas se acordó dividirnos las entrevistas por lo tanto a cada uno de los
investigadores nos correspondió entrevistar a un hombre y a una mujer. Para este proceso hicimos
contacto con las personas que cumplieran con las características mencionadas, cerciorándonos de ello,
dimos paso a fijar fecha y lugar para establecer las entrevistas.
41
informantes iban expresando, no sin antes tener completamente su autorización para realizar esta
acción.
La información fue categorizada mediante la técnica análisis de la información propuesta por Álvarez-
Gayou (2003) la cual consiste en que: “Debe ser sistemático, seguir una secuencia y un orden.” (p.187),
facilitando así el manejo y el análisis. Así mismo, abstrayendo las generalizaciones más significativas
extraídas a partir de los temas presentes en el texto.
42
Análisis ascendente
A priori al análisis se realizó la transcripción de la información obtenida en las entrevistas.
Otro momento dentro del análisis de la información de este trabajo, estuvo marcado por la
construcción de categorías que permitieran obtener indicios de las singularidades y hallazgos de esta
investigación. Para ello la estrategia implementada fue re-estructurar la información previamente
categorizada considerando la información flotante brindándole espacio para ser aprovechada. El
resultado de este ejercicio permitió tener dos ganancias. Por una parte, la codificación descendente
permitía tener un panorama general del significado de ser hombre y ser mujer. Sin embargo, dentro de
este análisis la información resultó muy amplia por lo que la cantidad de información hacía el análisis
arduo. Otra ganancia de este ejercicio, al realizar la codificación ascendente, se establecieron relaciones
entre las categorías, lo que permitió trascender del análisis aislado que se tuvo primeramente a un análisis
estructurado en sí mismo dando como resultado: Representaciones sociales del género en varones y
mujeres jóvenes.
Las categorías y subcategorías obtenidas conforman el análisis descrito de los capítulos IV, V y
VI del presente documento.
43
CAPÍTULO IV. SIGNIFICADO DE SER HOMBRE Y SER
MUJER
Una de las representaciones que resultan significativas en los varones y mujeres de este estudio es la
conceptuación del ser hombre y ser mujer como un proceso de adquisición de conocimientos a través
de la experiencia.La significación que cada uno tiene acerca del género está manipulada por un
constructo social. Si bien es cierto que nacemos con un sexo biológico, podemos definir a una persona
si es hombre o mujer debido a la diferencia genética que en esta existe. Sin embargo, lo que hace definir
a un hombre socialmente hablando, es todas las conductas, actitudes, pensamientos, y sentimientos que,
dependiendo de la cultura, la familia, y sus relaciones, esto repercutirá dentro de la representación de
ser hombre y de ser mujer.
El ser hombre para nuestro informante Rafael radica en las experiencias placenteras, en el
respeto a sí mismo y al otro. También reside en un acto de respeto hacia sus acciones como hombre,
aquel hombre que no quiere ser señalado como “fracasado” porque un verdadero hombre, no fracasa,
no tiene errores. El hombre que exististe a partir del nombramiento y reconocimiento del otro, un
hombre que se representa empoderado ante la sociedad para reconocerse como macho.
Un hombre quiere poder, quiere conocer, quiere placer y lo que no quiere es el displacer, es
decir, todo lo contrario, al placer, no quiere sentirse mal, quiere sentirse amado, quiere sentirse
respetado, quiere que la mayoría de las personas lo reconozcan por sus logros y no le agrada
que las personas le recuerden sus fracasos. Al menos, así es como concibo al hombre
actualmente. (Entrevista 1, Rafael).
Viviendo en una sociedad de lo inmediato, es así como se viene construyendo el hombre actual,
desde lo permisivo y una ética hedonista. Para Rojas (1994): “La mayor aspiración es divertirse por
encima de todo, evadirse de uno mismo y sumergirse en un amplio abanico de sensaciones, cada vez
más sofisticados y narcisista. La vida se concibe, pues como un goce ilimitado.” (p.16). Una cultura del
placer, la que hace posicionar al hombre moderno, siempre buscando un profundo bienestar, ¿el
hombre radialmente siempre busca ser feliz? Esto hace cuestionar las consecuencias, en este caso el
fracaso, un hombre que evade completamente el sufrimiento, y busca constantemente reconocimiento
44
del otro, para su posición como “hombre” puede verse afectada, si esta no alcanza sus objetivos,
generando un sentimiento de incomodidad, y pérdida de identidad.
Para algunos tener una postura del ser hombre es un tema de nombramiento y, desde lo
personal, casi siempre suele ser complejo definirse. El nombramiento suele ser un limitante y existe la
inquietud de tener una restricción para utilizar solo un término para definirse como persona. Sin
embargo, a pesar de lo difícil que suele describirse, en una palabra, nuestro informante tiene algo muy
claro, él no es un “macho” pero no solo eso, él no es un “macho tradicional”.
(...) no lo pienso desde ser hombre sino desde persona, ser hombre es ser alguien bueno, o sea
lo pienso así y es complicado lo que está detrás, y no puedo ponerlo en palabras. Bueno, puedo
ponerlo así el hombre no necesariamente es ser macho, el macho ya, el macho encierra ser
hombre tradicional. entonces... el ser hombre no es necesariamente y lo pienso en mí y digo
¿cómo yo soy hombre? No sé, simplemente es una etiqueta que cargo, no sabría describirla.
(Entrevista 1, Ángel).
En la cultura mexicana implícitamente naces con el deber de ser un “verdadero hombre” durante
la propia existencia. En muchas ocasiones este nombramiento no es cuestionado debido a que es
impuesto por la misma sociedad consuetudinaria que no está dispuesta a revolucionar este mismo
sentido porque de generación en generación se ha ido enseñando y aprendiendo. Sin embargo, para
Ángel este deber ser se contrapone a lo establecido generando en él conflicto al momento de nombrar lo
que el ser hombre representa en sí mismo. Este modelo hegemónico dificulta la realización de diversidad
y el derecho de elegir formas únicas de vivir. Esta posición que te adjudican al nacer varón nos hace
preguntarnos ¿qué se hace con ello? Ser macho es una de las tantas opciones.
Pese a las diferencias biológicas que existe entre hombres y mujeres, para el entrevistado,
también hay similitudes que complementan y generalizan la concepción del ser hombre y ser mujer. En
este sentido, Rafael es consciente de ello y se reconoce como hombre.
Mi presencia física, mi voz y todo lo que me compone, pues, me hace ser un hombre, pero no,
no creo que una mujer y un hombre sean absolutamente diferentes porque, creo que, dentro de
45
uno hay parte del otro y viceversa y, pues, creo que, eso es lo que compone al ser humano y,
pues, en resumen, pues, sí soy un hombre. (Entrevista 1, Rafael).
Autores como Clancy (2007) mencionan esta diferencia de sexos desde la característica
biológica. Por tanto:
En este sentido, se podría concretar que el sexo, como característica biológica, favorece la
división de las personas en dos grupos; hombres y mujeres. De esta manera, se teoriza sobre
cómo los niños y niñas van adquiriendo desde que nacen hasta que se hacen adultos, por un
lado, una identidad sexual, en función de sus peculiaridades biológicas, y por otro, una identidad
de género, de acuerdo con unas pautas fundamentalmente sociales, que variarán en función de
las características de la sociedad en cuestión. (p.8).
Rafael toma esta posición designada según su sexo biológico, fundamentada por un constructo
social. Así mismo, Victoria toma una posición similar apuntando a una apreciación de imparcialidad
sobre el ser hombre. De igual forma los percibe como seres humanos pertenecientes al engranaje social.
En este sentido, asume al hombre como protector. En este discurso podemos notar una de las
características principales de la masculinidad consuetudinaria.
(...) simplemente son parte de la sociedad. Son una figura que de alguna manera también brindan
protección. Este… y pues, realmente, no te podría decir a ciencia cierta qué opino de un hombre
porque, pues, como te digo, no tengo ni una mala, ni una buena, simplemente, es como que
neutro, ¿no? (Entrevista 1, Victoria).
A pesar de la neutralidad que Victoria toma hacia la diferencia entre hombres y mujeres, toma
la protección como una de las características principales del que hacer del hombre, lo que hace repensar
esta “responsabilidad” que se tiene de proveer protección, relacionándolo con un estereotipo de
masculinidad.
46
Tanto para Ángel, como para Victoria la masculinidad es simbolismo de protección y provisión: “Ya de
entrada me suena a los estereotipos. Pues, ser masculino es como, no sé, ser rudo, ser fuerte. Aguantar
los chingadazos. Ser masculino nos enseña a ser protector, ser el que da.” (Entrevista 1, Ángel).
La representación que se le da al varón, al ser masculino, son conceptos que tienen que ver con
una representación cultural y social, donde se les asigna roles desde su concepción biológica.
Bourdieu (2007), (citado por Delgado, 2011) refiere que:
El hombre como ser biológico, representado como fuerte, viril, se le asigna el rol de protector,
un ser que resiste ante las adversidades y como hemos venido desarrollando a partir de otros discursos,
es alguien quien no puede desbaratarse, pues él se encarga de proteger al otro, en este caso al sexo
contrario, un sexo visto como débil, el sexo femenino.
Desde la posición de varón, la concepción de sí mismo está influenciada por la percepción que el
otro. A partir de ello, construimos una identidad, en este caso, la masculina. Para Rafael, la masculinidad
está constituida por un cúmulo de características determinadas por la sociedad. La característica principal
viene siendo la vestimenta.
(...) creo que, tengo la mayoría de las características que determinan a alguien como masculino,
pues, dentro de lo que cabe que me visto como quiero, pues, siempre suelo usar ropa, pues,
digamos nada femenina, difícilmente uso algo que parezca femenino, pues, creo que, eso tiene
mucho que ver con el otro te conciba como masculino, incluyéndome. (Entrevista 1, Rafael).
47
Nannini, 2016) habla por cuanto se trata de una práctica de imposición indirecta y no física que se ejerce
entre dominadores y dominados. Para el caso, los primeros establecen qué debe usarse y qué se
considera buen gusto y los segundos aceptan esas categorías de una manera inconsciente, usando la
ropa que el mercado dicta. Con base en lo anterior, para Rafael la vestimenta es una característica
importante en la formación de la identidad.
La perspectiva que se tiene, como el hecho de ser masculino o no, es vista desde un punto derivado
de la subjetividad, la concepción que el otro tiene sobre uno mismo claramente repercute en una
construcción como personas, y hablando de masculinidad el nombramiento de este.
Figueroa (2010) dice que: “La pertenencia del sujeto a una comunidad no agota su identidad, ya
que esta identidad es compleja y singular y cada persona no puede identificarse con un único dato.”
(párr.20).
Su construcción pasa a partir de lo que hace, de que sus acciones sean fruto de una satisfacción
personal, que lo hagan sentirse bien como persona, relacionado a sus valores. Da entender que, a pesar de
la construcción social, hay un punto en la vida de él donde su criterio propio determina quién es y qué
hace, ya no con un fin de buscar un nombramiento sino un goce personal.
La masculinidad tiene una serie de actos, entre ellos la caballerosidad. La caballerosidad implica ser algo
característico para el ser hombre. Las representaciones que nos dan y nos inculcan ya sea la familia,
sociedad, es lo que termina para llenar el nombramiento de la masculinidad. Ángel nos menciona que:
“Podría decir eso, que me han inculcado mucho que ser caballeroso es ser hombre”. (Entrevista 1, Ángel).
48
Este concepto tiene sentido para Ángel, la familia, los amigos, y la sociedad en general toman
estas actitudes que son consideradas dentro del contexto de la masculinidad, que incluso es imposible
no estar inmersos en estos actos. La caballerosidad en sí misma, hoy en día está ligada netamente a la
reafirmación del ser hombre y por ende a una masculinidad hegemónica. Para Hardy y Jiménez (2001):
La masculinidad posee un elemento clave que es el poder; ser hombre significa tener y ejercer
poder. El poder asociado a la masculinidad exige poseer algunas características, tales como
ganar, ordenar, lograr objetivos y ser duro. Por otra parte, las características genéricas atribuidas
al hombre, tales como objetividad y racionalidad, le otorgan un dominio sobre la mujer.
Aplicado en un sentido amplio, poder también significa controlar sentimientos, emociones y
necesidades afectivas, para evitar la pérdida de dominio y el control sobre los otros, y también
por el temor de que le atribuye características femeninas, que son absolutamente rechazadas. (p.
27).
Si bien es cierto que la masculinidad es un precursor del uso del poder hacia el otro, es también
un <<hacer>> de un “caballero”. Las características que son socialmente aceptadas como son el ser
servicial, amable, respetuoso, cortés. En muchas ocasiones el hombre utiliza estas cualidades,
principalmente dirigido hacia las mujeres, con un interés personal de por medio; por ejemplo la
aprobación fémina para la formalización de parejas.
Ángel considera a la caballerosidad como toda una actividad que gira en torno al sexo contrario,
refiriéndose así al hombre como un ser varonil, cortés y protector e implícitamente posicionando a la
mujer como un ser vulnerable. A partir de esta vulnerabilidad con la que es representada la mujer, su vida
sexual se ve involucrada dentro de esta, por lo tanto, ser caballeroso es no ser partícipe que la mujer sea
señalada como poca mujer a través de la divulgación de su vida sexual. Donde el hombre “respeta” a una
mujer. Sin embargo, también implica un acto desde un ángulo misógino.
Implica acciones. Más que nada, abrirle la puerta, que pase ella primero, servirle primero a ella.
Ahorita que lo pienso implica más acciones, pero, eso no es un ser, es un hacer. <<Hacer
caballeroso>> pues, en eso pienso en abrirle la puerta… ¿Qué otra cosa?... cederle el asiento,
porque, no sé, “ella es delicada, mejor que se siente”, “ella es débil, mejor yo le abro la puerta”.
Pero, sí. Más que nada, es un hacer. No se me ocurre algo más allá de ese tipo de ejemplos.
49
Pero, no sé hasta donde más alcance el supuesto ser caballeroso. Implica también cosas
misóginas también. Incluso recuerdo una frase como: <<“el caballero no tiene memoria”>>.
Tradicionalmente, de que, si estuviste con alguien, con una chica o, algo así, no es como que lo
vayas a divulgar. Algo así lo entiendo. Si algo va el dicho ese: <<“un caballero no tiene
memoria”>>, de que, no divulgaras que estuviste con cierta persona. (Entrevista 1, Ángel).
Cabe destacar que la caballerosidad tiene una historia y para que un comportamiento se siga
repitiendo es necesaria la aceptación por parte de la sociedad. En este sentido, los hombres quienes
mantienen actitudes caballerosas con el sexo contrario, son participes de estas situaciones, debido a que
las actitudes positivas, socialmente hablando, tienen respuestas igualmente positivas. Muchas de las
mujeres toman estas actitudes de forma atractiva, buscando sentimientos de seguridad y protección en
sus relaciones. Cuando hablamos de relaciones heterosexuales, las mujeres mantienen un pensamiento
donde el hombre establezca atenciones hacia ellas y, como se mencionó con anterioridad, la
caballerosidad trae consigo, en su origen un interés personal y de control afectivo hacia el otro. En
varias ocasiones no son percibidas estas intenciones por el bienestar y estabilidad que puede provocar
generalmente en las mujeres. La aceptación por parte de ellas, sigue generando esta división de poderes,
posicionándose en este sentido como inferiores y acogedoras.
Para nuestro entrevistado Rafael la caballerosidad termina cuando se trata de priorizar las
necesidades personales para una vez satisfechas estas, cortésmente estar para los demás en el momento
que, desde su posición, considere que el apoyo es requerido por el otro.
50
otorgarle mi lugar y, pues, no lo llamo, como tal, caballerosidad sino, creo que, simplemente, es
un acto que nace en mí para, el hecho de, que, pues, creo que, ella lo necesita más que yo y por
eso es como “tenga, por favor”. (Entrevista 1, Rafael).
La representación de ser mujer va en una constante valoración de su persona, y esta misma exhibición
se necesita de actitudes como es el caso de la valentía, en consecuencia, de este mismo valor. “Bueno.
Para mí, ser mujer representa mucho. Representa tener mucho valor de mí misma, representa tener
coraje.” (Entrevista 1, Margareth). Desde el ojo femenino, se necesita valor para ser frente a los demás,
para construir una identidad como mujer, sobre todo, una personalidad única, despojándose de aquellos
que, de cierto modo, emiten un juicio sobre sus acciones. La mujer se representa aquí de una manera
reveladora ante los demás. Para Maragareth los actos que debería realizarse como “una mujer” no son
emitidos por parte de la entrevistada, por lo consiguiente requiere ser fuerte para ser quien es, desde su
propia perspectiva.
Fuerza porque pienso que también es necesaria para mí. Es necesaria por, el hecho de que,
realmente, debes de sentir mucho valor, mucho coraje, para ser tú, para vestirte como te gusta,
ser quién eres frente a los demás sin que te importe mucho el que te digan. Eso no lo debe de
hacer una mujer entonces, por eso significa fuerza. Tener como, el valor. (Entrevista 1,
Margareth).
Como bien señalan Deere & León (2002), (citado por Casique, 2010) comentan que:
51
El empoderamiento no es un proceso lineal, con un principio y un fin claramente definido y
común para todos los individuos, en este caso las mujeres, sino que es un proceso que se
experimenta de manera diferenciada y de alguna manera única por cada individuo, y se define y
desarrolla en función de la historia personal y del contexto de cada quien. En tal sentido,
podemos plantear que el empoderamiento puede ocurrir por efectos de experiencias diversas,
tales como procesos educativos, organizativos y laborales. (p. 1).
Uno de los principales objetivos que el movimiento feminista tiene es contrarrestar justamente
estas conductas violentas dirigidas a las mujeres de forma directa e indirecta. Por ejemplo, violencia
psicológica, violencia física, violencia laboral, violencia económica, entre otros múltiples
comportamientos que denigran la integridad de la mujer, en el contexto cultural en el que estamos
inmersos, aún se sigue viendo a la posición de la mujer desde la capacidad para dar vida, sin embargo,
la mujer es más que ello pues, está constituida por habilidades y capacidades meramente particulares
que abonan a los grupos sociales donde se desenvuelven.
Así como Victoria nos comparte su sentir, al mencionar que ella no considera que la mujer tenga
esta obligación, ya que no se limita únicamente a ser portadora de vida o asumir roles establecidos para
la mujer, según la sociedad, sino es un ser preponderante. “El ser mujer implica más que el solamente
concebir vida, no estar al mando de una persona superior.” (Entrevista 1, Victoria).
Para Tuber, (1996), (citado por Arregui, 2004): “La maternidad no es puramente natural ni
exclusivamente cultural; compromete tanto lo corporal como lo psíquico, consciente e inconsciente;
participa de los registros real, imaginario y simbólico [...].” (p. 94).
Desde la orientación psicoanalítica que llevan a un análisis desde la perspectiva de género, donde
toda la estructura psíquica entra en juego, esta estructura pulsional puede cambiar en relación al otro,
con proyecciones, el deseo, el lenguaje, siendo todo un proceso subjetivo, y de representaciones que
abonan a la construcción de las realidades sociales.
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La posición del hombre hacia la mujer, toma un sentido igualitario. Para Rafael todo ser humano
tiene la capacidad de ejercer acciones para determinar su futuro. Esta mirada de igualdad pone a
hombres y a mujeres en la misma postura de poder.
(...) una mujer al igual que el hombre es un ser superior que tiene la capacidad de tomar sus
decisiones para determinar su futuro y, pues, creo que, las mujeres son igual o más capaces que los
hombres para llevar a cabo actividades importantes. (Entrevista 1, Rafael).
La óptica social de la mujer es un ser limitado con parámetros establecidos y remarcados los cuales
de no ser fungidos como el deber lo indica en automático pierden la respetabilidad, la honorabilidad, la
dignidad de ser consideradas como tal. Resulta fundamental agregar que la significación que se le brinda
no es universal, sino desde una subjetividad de la propia historia de cada individuo, si bien es cierto que
existen marcadas diferencias entre ser hombre y ser mujer, la determinación de tomar decisiones de su
vida, está dentro de las posibilidades de cualquier género.
La sociedad le enseña a la mujer una serie de mandatos envueltos en una serie de mitos, los cuales dicen
que ser mujer es ser dependiente, es decir, se sienten, se piensan y se representan en relación con las
demás personas; y no en correlación a sí mismas. Se les asignan las tareas de nutrir, comprender,
proteger y sostener a otros.
La feminidad se muestra como una característica propia de la mujer. La mujer que escucha, es
paciente y señala una sensibilidad con los otros, es lo que hace definir a una persona femenina, pero
también como alguien que es fuerte, que asume un papel de cobijar a los demás desde lo humano.
Con base en ello, Victoria externa lo siguiente: “Creo que, yo más que definirme como una
mujer o una figura femenina me defino como una persona fuerte que quiere luchar por lo que ella quiere
y que no nos vean solamente como eso; como la figura débil.” (Entrevista 1, Victoria). Ella expresa uno
de los componentes más relevantes dentro de la feminidad, y claramente en el contexto mexicano, se
relaciona dentro de la belleza, pero las características propias de comportamiento son las que definen
en este sentido. La visión que posee la informante sobre la significación de ser mujer reside en la
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fortaleza que la caracteriza para conseguir la igualdad deseada. Si bien es cierto nuestra historia nos
convierte en quien somos, en México, existen ciertos antecedentes históricos donde las mujeres tuvieron
que enfrentarse para obtener una vida digna, tal como lo comenta la autora Hidalgo (1992): “La
humillación que las mujeres han sufrido desde hace quinientos años en América Latina está marcada
por esta triple estructura de dominación, en la que dependencia, pobreza y feminidad se entrelazan
coexistiendo en forma inseparable.” (p.10). Con base en lo anterior, lo femenino ha tenido que
evolucionar, ha tenido que tomar fuerza para que las mujeres sean reconocidas, se vuelve a citar a
Hidalgo (1992) donde hace énfasis sobre esta fuerza que Victoria nos comporte al momento de definirse
como femenina:
Pues… siento que ser femenina, aparte de lo… de lo estético. Entonces, sería como tener esta
parte humana, esta parte sensible. El hecho de poder escuchar a los demás, de no criticarlos.
De tener sensibilidad, ¿no? El tacto para estar con otras personas, pero, pues, también la firmeza
para afrontarlos. (Entrevista 1, Victoria).
La feminidad siendo símbolo de amor, también es igualitario de debilidad, y en peor de los casos
para los hombres, es ser puto. Los hombres masculinos, como se mencionó con anterioridad, muestran
fortaleza, y por ende no pueden mostrar lo que realmente sienten.
El ser puto es ser femenino, a pesar de hombre y eso implica, no sé. lloras, algo tan humano, si
eres alguien sensible, pues eres puto, si no le entras a los madrazos <<que puto>> que delicado.
(Entrevista 1, Ángel).
Ángel lo expresa de esta manera, para mencionar la masculinidad hegemónica. Todo este
rechazo hacia lo femenino trae consigo también un rechazo a la homosexualidad, como menciona en
la tesis de Palma (2007): “En el ir y venir de reclamos y descalificaciones socialmente se jugaba el
“honor” de ser hombre; los jotos no son hombres, en este enfoque, por su pasividad sexual.” (p. 83).
Pareciera que el hombre al recuperar rasgos que tienen que ver con características femeninas, es
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ofensivo para su persona, la feminidad puede parecer para muchos un símbolo de inferioridad, sin
embargo, se necesita mucha valentía para afrontar el hecho de ser mujer.
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CAPÍTULO V. ¿QUÉ VAN A PENSAR DE MÍ?
El pensamiento del hombre se relaciona desde brindar protección y proveer al otro y como tal merece
ser servido en una posición jerárquica donde la mujer se encuentra por debajo del hombre, y la mujer
permite actos donde su pensar y sentir no es escuchado. Tal como lo ejemplifica Ángel:
Pienso en un ejemplo muy concreto en una discusión, porque discutían muy seguido y era muy
incómodo, fue algo relacionado a la comida y le dijo: “cállate y sirve” creo que, ahí se refleja
bastante. Bueno, empecé hablando sobre esto porque dije: “a lo mejor porque también se sigue
permitiendo. (Entrevista 1, Ángel).
Las mujeres, en cambio, están subordinadas a los hombres y han estado durante muchos siglos
recluidas en sus casas. Cuando las mujeres se revuelven en su desigualdad y quieren salir de ella.
Cuestionan ese sistema de relaciones de poder y se convierten en una amenaza para los hombres.
(p. 311).
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Así también la informante Margareth nos comparte las convivencias desde su entorno familiar
y la posición que el hermano tiene sobre ella. Aquí muestra claramente el pensamiento de un ser quien
posee cierta autoridad, y disfruta de esta misma.
No, no siempre porque hay cosas que realmente no son mi responsabilidad como, cuando me
ponen atenderlo o, cosas así cuando él, realmente, también él puede servirse solo, hacer sus
cosas por él y eso, realmente, me molesta porque hasta él se jacta de que: “¡ah! te pusieron a
servirme” y le causa como, cierta gracia porque sabe que a mí no me gusta. (Entrevista 1,
Margareth).
El pensamiento del hombre tradicional es consciente de que cuenta con privilegios por encima
del sexo contrario y por ende hace uso de esta, puede ser actitudes normalizadas con las que se viven
día con día, sin embargo, el hombre de masculinidad hegemónica, al estar siempre sobre el sexo
contrario, es casi incapaz de ver este avasallamiento.
Habría que entender que la masculinidad es un sistema simbólico con posibilidades de múltiples
significaciones. Estas perspectivas, invitan a plantear que existe una gama diversa de representaciones de
la masculinidad o masculinidades, en algunas ocasiones se denota con un carácter universal o rígido y en
otras como múltiple o cambiante, dependiendo de la visión predominante en los estudios desarrollados.
Así mismo, Ramírez & Toro, 2002, comentan que: “[...] Los atributos principales de esa masculinidad
hegemónica son, de acuerdo con este autor, la destreza física, una postura específica, apariencia,
moderación, ejercicio del control, servicio y dedicación a una causa superior, valor moral y agresión [...].”
(p.7). Mismos que permiten construir el contexto desde el cual se ha estudiado el tema en cuestión.
Según Margareth, la dimensión del ser hombre es compleja puesto que el ser hombre es
sinónimo de libertad la cual las mujeres no poseen de la misma forma. Desde su posición, la
independencia radica en la autonomía para verbalizar o accionar sin que estos sean mal vistos por la
sociedad.
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Pues, siento que un hombre el rol de un hombre es como, más libre. Pueden hacer más cosas,
es decir, son como más bruscos, son como, más abiertos en cuanto a los temas y no en realidad
porque sean más abiertos sino porque en realidad nadie les dice que está mal que hablen de
ciertas cosas o que actúen de cierta manera y son más torpes en algunas cosas y, no sé, creo que
no podría englobar todo lo de un hombre. (Entrevista 1, Margareth).
En el desarrollo del género, la vida cotidiana está organizada en torno al escenario reproductivo,
definido por las estructuras corporales y por los procesos de reproducción humana. El género existe
precisamente en la medida que la biología no determina el construccionismo social puesto que el
proceso histórico reemplaza la evolución orgánica como forma de cambio. El género es una forma de
precepto de la práctica social. Por tanto, se establece que la masculinidad se construye a través de los
procesos de socialización, y da como resultado una serie de masculinidades diversas. Estas resultan,
según el lugar de trabajo o condición socioeconómica, entre otros factores que pueden ser
determinantes en los procesos de socialización masculina. Según López & Güida (2000), (recuperado
por Jiménez, 2012):
Para Ángel, la función del hombre comienza desde la edad muy temprana, incluso antes de
nacer, al saber el sexo biológico del bebé, se le da ya un posicionamiento y una responsabilidad al ser el
hombre: “el hombre de la casa”. Esta posición jerárquica no está basada en la edad, ni el lugar que
ocupa el integrante de la familia. Su postura está impuesta por los estereotipos del género.
Hablando de estereotipos, por ejemplo, al niño se le dice: “Bueno, no está tu papá, pero eres el
hombrecito de la casa”. Aunque sea el hermanito menor, no sé, tiene 5 años el niño. Y, si no
está el papá se dice que se releva el cargo. No sé, en este sentido, protector de la familia, de sus
hermanas, si tiene, de su mamá. Incluso, protector también me suena a algún conflicto. Es el
que para el pecho. (Entrevista 1, Ángel).
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Ríos, (2014) afirma que:
(...) lo de siempre, recalcar lo de la cabeza de la familia. Por ejemplo, una prima. Ella es la que
está relacionada con nosotros de sangre, a ella la conozco de toda la vida, pero ahora que se
casó la cabeza de la familia es el esposo y ahora pienso: “bueno... ¿Por qué tiene que ser así? Si
él es que se está uniendo a nuestra familia, ¿porque él debe de ser la cabeza?, y la respuesta es,
porque es el hombre, en ese sentido, tal vez es sutil, pero sigue siendo, porque es el hombre”.
(Entrevista 1, Ángel).
Los hombres pretenden reafirmar su virilidad a través de actos que se alejan de lo femenino y
se realizan durante todo el ciclo de vida. Con esto se han establecido una serie de actitudes que
tienen como resultado la construcción de lo masculino como diferente de lo femenino y no a
partir de atributos propios. (p. 6).
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En ese marco, Ángel cuestiona la masculinidad hegemónica surgiendo en él inconformidad ante
el conjunto de atributos, valores, funciones y conductas que se suponen esenciales al varón e
implícitamente a la mujer en una cultura determinada.
(...) lo pienso desde ese punto de no hacer nada al respecto. Porque lo pensaba. Yo pensaba así,
de: “no seas tan grosero”. “Lava un traste tú, ¿qué te quita?”. Me encabronaba mucho eso. Yo
vivía con ellos. No me dejaban lavar los trastes, no me dejaba ella lavar los trastes porque era su
trabajo. Entonces, lo mínimo que podía hacer era recoger los trastes. El papá ni el hijo recogían
sus trastes. Lo tenía que hacer o mi prima o mi tía. Entonces, me frustraba mucho no decir nada
al respecto. (Entrevista 1, Ángel).
(...) mi familia que no vivía tan lejos o no vive tan lejos, pues, viven a un par de cuadras y, pues,
digamos, los fines de semana era un tanto normal que, pues, saliera a jugar con mis primos, ya
sea jugar escondidas, ya sea a jugar canicas y, pues, también mis primas, pero, pues, de una u
otra manera, estaba un tanto marcado la diferencia, pues, ellas jugaban, no sé, a la comidita,
jugaban ah... no sé, hacer pasteles, qué sé yo, pues, nosotros éramos más, como, de trompo, de
canicas, o sea, era un tanto diferente nuestras actividades y, pues, quizá, nos unimos para jugar
actividades como las escondidas, tenta o algo parecido, pero, pues, digamos que, desde
pequeños nos enseñaron que, pues, he… los niños juegan cosas como carritos, como canicas
y las niñas como muñecas y como a la casita. (Entrevista 3, Rafael).
Esta manera de interpretar la realidad social permite conocer las diferencias sexuales que
caracterizan a las mujeres y a los hombres, y da paso a la desigualdad y a la inequidad entre ambos
grupos. Esta desigualdad e inequidad se expresan en diferencias marcadas como en actividades
recreativas, actividades físicas, un puesto de trabajo, el desempeño profesional, la responsabilidad de la
educación de los hijos e hijas, la obligación de proveer para las necesidades básicas en el hogar, entre
otras; que se les asignan a unos y a otros solo por el hecho de ser mujeres u hombres.
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V.1.3 “ME VISTO COMO HOMBRE PARA PARECER HOMBRE”
Con base en la propia experiencia de los conversadores, la apreciación referente a ser hombre
no es definida por su aspecto y la interpretación que el otro le traspasa. El dictamen que los entrevistados
sostienen es analógico a ser masculino. Para ellos el ser hombre es definido por los pensamientos y las
decisiones que asumen.
Quizá, el hecho de, vestir una ropa inadecuada para ser un hombre te quita un poco de hombría
ante los ojos de los demás, pero, eso no quiere decir que seas aquello, seas lo otro sino, creo que,
el hecho de, qué es lo que piensas y qué es lo que decides es lo que te lleva a ser masculino no
tanto como el atuendo sino es más bien la ideología que cada ser humano tiene la cual te hace lo
que eres. (Entrevista 1, Rafael).
Aquello que el ser humano capta del otro desde la primera instancia es la imagen. El atuendo que
se presenta ante la sociedad es sustancial debido a que es esto lo que nos identifica, por lo tanto, el hecho
de vestirse desde lo establecido según el género dará pauta ser percibido desde esta posición, sin embargo,
hay que considerar que cada uno tiene una distinta concepción de la imagen, para los que en su mayoría
podría parecer algo de origen “masculino” para otros, pueden ser tomados desde otras perspectivas.
También hay que analizar el contexto, la época, la cultura donde esta representación se desarrolla, cabe
recalcar que, aunque los años han transcurrido se sigue teniendo una idea universal de la vestimenta de
cada género. Así lo escribe Moreyra (2014): “Esta prenda estableció por muchos años una clara diferencia
de género, incluso en la actualidad los signos colocados en las puertas de los baños públicos suelen indicar
con una falda el baño femenino y un pantalón el masculino.” (p.95).
Esta diferenciación tan marcada, nos deja de manera inconsciente, el estándar de la vestimenta,
como lo menciona Rafael en su discurso.
(...) básicamente la imagen es la que dice casi todo antes de conocer la palabra y, pues, si una
persona está vestida de una manera adecuada puede que se le conciba como un hombre sin ser un
hombre, es decir, la vestimenta es bastante relevante, al menos, eso creo yo. (Entrevista 1, Rafael).
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Siguiendo en este mismo sentido, el autor Entwistle (2002) busca esclarecer esta idea señalando
que: “Para enfatizar que nuestra lectura corporal otorga decidida importancia a la ropa, a tal punto que
esta llega a sustituir la diferencia sexual en ausencia del cuerpo.” (p.12). Todo lo que nos compone dentro
de un estereotipo social, hace pensar que somos parte de este mismo estigma, todos los días al tomar la
decisión de qué imagen mostraremos al mundo, está regido por la enfatización de quienes somos, en este
caso, personas masculinas.
No sé. Creo que, ella tiene la necesidad o, más bien, tiene el pensamiento de que, más bien, una
persona o una pareja hombre. Es como, lo que hace falta para tener que seguir adelante y como,
un tipo de apoyo y que es algo importante en tu vida. (Entrevista 1, Margareth).
Este pensamiento sobre que las mujeres tienen que contraer matrimonio con un hombre sigue
manteniéndose. Desde una cultura donde nos enseñaron que somos complementos, hombre a mujer y
mujer a hombre, se utiliza esta misma idea como filosofía de vida, rechazando en muchas ocasiones la
autonomía, siempre necesitando del otro para continuar con los planes de la vida. Sin embargo, cuando
se quiere salir de este estándar establecido existe un rechazo por parte de estas mujeres “liberales”,
aunque si bien es cierto las mujeres de hoy en día mantienen resistencia ante sus ideas y su identidad,
constamente ellas piensan que viven desde el peligro, para Maragareth la pone en una posición de
incomodidad, y sobre todo de estado de alerta en casi toda la parte de su vida, todos los días. El hecho
de tener que pensar en qué vestir, cómo actuar, tener que percibir cómo el otro, lo percibe. Es una
constante de pensamientos que la llevan a sentirse insegura consigo misma. La informante toma un
punto relevante en la investigación en este caso, el acoso que sufre el sexo femenino por parte del
masculino. Es un problema muy común que viven día con día las mujeres lo que las sitúa en una postura
vulnerable y les genera incertidumbre al momento de estar fuera y dentro de casa.
Realmente, se siente como, bastante feo porque tienes que estar preocupándote más, casi por
cualquier detalle. Ir viendo a la persona. Si vas en un taxi, ir viendo si la ruta del taxi va bien. Si
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vas caminando sola, ir checando que nadie te vaya a seguir o cosas así. Inclusive también tu ropa
influye mucho. Al menos, para mí siento que influye mucho si tu ropa llama un poco más la
atención, es como es más fácil que alguien te hable y te sientas incomoda, simplemente, por ir
vestida de cierta forma porque nunca falta quien te diga algo en la calle por cómo vas vestida o
maquillada. Entonces, si siento como, conflictivo eso por el hecho de que, no estás cómoda al
salir, simplemente, para ir, no sé, inclusive a alguna plaza o algún parque todo el tiempo es que
vives con ese nerviosismo de: “¡oh! me están viendo y tengo que estar como…”. Si llevo vestido
debo cuidarme de sentarme bien para que no se me vea nada o si voy maquillada de cierta forma
pues, o sea, cuando te hablan o te dicen algo te chitean es bastante incomodo porque no es
como que lo estés pidiendo. Sin embargo, lo hacen y te sientes como insegura e incómoda
justamente por esos comentarios. (Entrevista 1, Margareth).
Este pensamiento que tienen ellas de peligro y de ser ultrajadas de cierta forma, es una clara
señal de un pensamiento relacionado a las posiciones de poder.
Si un hombre que va caminando solo por la calle a medianoche en Santo Domingo oye los
pasos de alguien que se acerca por atrás, por lo general le pasará por la cabeza la posibilidad de
que se trate de un asalto o un robo. Una mujer en las mismas circunstancias se preocupa de que
la asalten, la roben y.… la violen. A no ser que se encuentren en una situación específica, como
en la cárcel o en el ejército, los hombres de la colonia pocas veces se preocupan de que los vayan
a violar. (p.36).
La violación es un tema que trae consigo mucha historia, un claro ejemplo dentro de la historia
mexicana, fue la llegada de los españoles al país mexicano, claramente dentro de este tiempo existieron
muchas injusticias, esclavitud y maltratos, por parte de los españoles hacia los hombres en general, sin
embargo, para las mujeres surgió una enorme violencia hacia la apropiación de sus cuerpos.
Caballos (2007). Nos habla de este enorme terror:
La Conquista de América se llevó a cabo con una dramática violencia. Se utilizaron técnicas
terroristas de forma sistemática para amedrentar a los indios, que eran muy superiores en
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número, hubo matanzas sistemáticas de caciques y no pocos casos de extrema crueldad. La
mujer sufrió especialmente, padeciendo vejaciones, abusos deshonestos y violaciones. Y no
faltaron los casos de pederastia. (p. 37).
La historia de vida nos compone, y desde hace muchos años las mujeres viven constantemente
con este miedo de la apropiación de sus cuerpos por otros.
Si vemos al pensamiento femenino desde la perspectiva del hombre. Angel comenta que: “está
muy cabrón”. El machismo es un tema que surge de manera repetitiva dentro de la investigación. Los
actos como ser caballeroso, halagar sin consentimiento, no son más que actos que tienen un trasfondo
donde la mujer no es tomada en cuenta como ser humano, sino como un objeto sexualizado. Menciona
<<La mujer cagada y en la esquina>>. Como un objeto que solo sirve para concebir vida y servir al
otro. Este pensamiento ha sido naturalizado por la misma cultura, el arte, las acciones cotidianas que
han pasado de generación tras generación, lo que se ha vuelto parte de la vida. Sin embargo, aunque
está naturalizado, no quiere decir que no existan cambios ante estos pensamientos.
¿Qué opino acerca del rol femenino tradicional? Yo opino ahora, no sé cómo ponerlo. “Está
muy cabrón”. La manera en que se naturalizó tanto eso. Platicamos de las películas mexicanas
de antaño, las canciones de antaño, cómo se naturaliza un rol de la mujer, como objeto. De
nuevo la caballerosidad, de nuevo el cuidado, a proteger, pero, al fin de cuenta, un objeto. Eso
que se hacía y se sigue haciendo de los piropos. Al final de cuenta te están halagando, es un
halago, es un piropo, ¿por qué te ofendes? y pienso que está muy cabron la forma que se
naturalizó y ahorita no puedo concebir pues, eso que lo veían tan normal. No sé. Una frase que
dice: “la mujer cargada y en la esquina”. Cargada: embarazada y en la esquina pues, callada, sin
intervenir en lo que no le importa, que se dedique nada más a servir. (Entrevista 1, Ángel).
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pensamiento de conformidad ante estas actitudes, debido que también se manifiestan en todas las
partes. Así explica Muñoz (2019):
La misoginia está tan arraigada en la sociedad, que nos hemos acostumbrado a consumir y vivir
con estos prejuicios y odio hacia la mujer. La historia de la sociedad nos ha enseñado que ese
tipo de comportamiento está bien, que es normal, y nos hemos criado en tal contexto de
desigualdad y machismo que no somos capaces de reconocerlo a primera vista en algo tan
sencillo como es la ficción para nuestro entretenimiento. (p. 7-8).
La enseñanza es uno de los grandes factores en los que se desarrolla la personalidad, este
contexto de desigualdad tiene un problema mucho más grande, debido a que, si se mantienen estas
conductas como normalizadas, el cambio no puede realizarse.
Ser mujer, implica cuidados, protección. Si bien es cierto, en la actualidad las mujeres pueden ser un
poco más “libres”, sin embargo, el pensamiento de que una mujer tiene que ser más cuidadosa que un
hombre, sigue vigente porque las mujeres no pueden exponerse. El hecho de estar sola en la noche es
una situación de riesgo, y debe de existir un cuidador de promedio, en este caso, el papel de cuidador
se le asigna a uno de los hombres de la casa.
Para mí, como mujer, por ejemplo, es que si yo salgo con mis amigos tengo que llegar a
determinada hora a mi casa dependiendo de con quién salga y a dónde salga. Por ejemplo, si
voy a salir con unas amigas a alguna fiesta o, así, mi hermano tiene que pasar por mí o me tienen
que ir a dejar a mi casa o irme a traer a mi casa porque si no no me dejan ir al lugar y más tardar
tengo que estar 2 o 3 de la mañana en mi casa. Si salgo a cenar o, así o, algún lugar, sea con
amigas o con amigos, igual tengo que llegar a mi casa más tardar a las 11, 12 de la noche y ya es
como pasarse un poquito, pero, igual está permitido y también, me tienen que ir a dejar. No
puedo, como, salir sola o regresar sola porque para mi mamá es, como, exponerse. (Entrevista
1, Margareth).
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La mujer es socialmente aceptada cuando ejerce su vida de forma consuetudinaria en función
de las creencias, ideas, valores y concepciones sobre ser mujer y las prácticas asociadas a la feminidad.
En nuestra sociedad la forma de ser y de sentirse mujer viene determinada por un estereotipo
de feminidad tradicional, que entre otros rasgos que la definen incluye: la atribución de
importancia en todo lo relacionado con lo emocional, con las relaciones interpersonales, con el
afecto, los cuidados y el apego y no solo con la creación de estos vínculos sino con la
responsabilidad en su mantenimiento. (p. 202).
Destacamos de nuevo aquí el papel de la mujer tradicional como débil. Surge limitantes al ser
mujer, estas restricciones van desde el servicio hacia otros, aquí incluyen todo tipo de relaciones, desde
lo social, familiar, de pareja, donde ellas son símbolo de cuidado y no de libertad para poder realizar
acciones deseadas.
¡Oh! Pues, tradicionalmente la mujer es la que tiene que, tiene que atender de cierta forma al
hombre es como, la que se nota como débil. Por ejemplo, en las relaciones, ya sea de amigos,
de hermanos, familia en general o pareja es como, la que tienes que proteger, la tienes que cuidar
todo el tiempo. (Entrevista 1, Margareth).
La visualidad que las mujeres entrevistadas tienen sobre ser hombre está nominada como aquel
que debe ser atendido y donde, implícitamente, el qué hacer de la mujer es delimitado como aquella que
sirve y calla. La posición automática que se le asigna al varón se apropia de la obtención de atenciones
que van desde la alimentación hasta mantener aseado el lugar donde habita.
Ser un machito es, como ejemplo, no haces grandes cosas de mujeres como, cocinar, hacer aseo
porque eres hombre y una mujer lo tiene que hacer por ti. Pensar que está mal que una mujer
se vista de cierta forma porque eso hace que se vean vulgar y también que ellos se vistan de
forma ruda y tener actividades que sean como, varoniles que impliquen más fuerza que otras
cosas. (Entrevista 1, Margareth).
66
Para nuestro informante, la biología es relevante para una diferenciación entre el sexo masculino
y femenino. Para él la fisonomía y fisiología son las que representan a las mujeres como seres más
débiles, en este caso enfocándonos a las instancias físicas, es lo que las define inferiormente diferentes.
Es relevante, el hecho de, diferenciar entre un hombre y una mujer por, el hecho de, que no
tiene las mismas capacidades, quizá, en un diez por ciento o un veinte las capacidades físicas no
son las mismas a la de la mujer como también la vestimenta, como lo comenté antes; también
la ideología que pueda tener, es decir, hay ciertos puntos que, en los cuales el hombre y la mujer
son muy diferentes y por eso, creo que, es relevante diferenciarlos. (Entrevista 1, Rafael).
La educación puede mejorar las condiciones para el desarrollo de la mujer debido a que el
sistema educativo es una agencia fundamental en la formación de estructuras mentales que contribuyen
al mantenimiento de las relaciones de poder. A pesar de esto, los procesos de diferenciación en el
sistema de educación conducen a diferentes maneras de conciencia e identidad para las distintas clases
sociales y también como mencionamos para los géneros. Según los varones actuales, las mujeres poseen
la amplitud para que por decisión propia se encaminan y desarrollan el área educativa hasta llegar a
ejercer la profesión que sea de su interés. Así también consideran que las ejecuciones de determinadas
profesiones deben ser contempladas a partir de las capacidades físicas para practicarlas de tal manera
que salvaguarden su integridad.
Es decir, creo que, una mujer puede hacer o ejercer muchas profesiones al igual que el hombre,
pero, hay algunas otras en las cuales, creo que, están más cómodas haciendo, no sé, por así
decirlo, trabajo en la oficina o… o, no sé, quizá, siendo doctoras, siendo enfermeras, o sea,
muchas profesiones que pueden hacer de manera adecuada como también, el hecho de, que
puedan dedicarse al hogar y, pues, creo que, es un tanto menos habitual que una mujer he…
trabaje en, no sé, en construcción por lo mismo de que es un trabajo pesado y no es, como que,
recomendable para ellas por ser un poquito más débiles he… no, como tal, todas, pero, creo
que, en una normalidad he… la mujer es más débil que el hombre y por eso considero que,
pues, he… hay ciertas tareas en las cuales se desempeñan de mejor manera y, pues, creo que,
el hecho de, saber diferenciarlas y hacer lo que más o menos te agradaría y te corresponde es lo
que te lleva a estar cerca a ser una mujer, pero, pues, creo que, el hecho de, cómo te desempeñas
laboralmente no. (Entrevista 1, Margareth).
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En todos los ámbitos y los sectores de la sociedad: En la cultura y el arte, la política y la
economía, la vida pública y privada, varones y mujeres están llamados a aceptarse mutuamente y a
construir juntos un mundo habitable. Hombre y mujer son iguales en su naturaleza, pero cada uno es
total y radicalmente hombre o mujer, actúa como tal, piensa como tal, aunque la mujer haya tenido que
instalarse en el mundo hecho por el hombre y labrar dentro de él su mundo particular.
Es adecuado para describir los aspectos culturales que rodean la construcción de las funciones
del varón y de la mujer en el contexto social. Sin embargo, no todas las funciones significan algo
construido a voluntad; algunas tienen una mayor raigambre biológica. En consecuencia, puede
también apreciarse que la presencia de una cierta diversidad de roles en modo alguno es mala
para las mujeres, con tal de que esta diversidad no sea resultado de una imposición arbitraria,
sino más bien expresión de lo que es específicamente masculino o femenino. (p. 81).
Aunque actualmente la mujer tiene la oportunidad de poder salir a trabajar y llevar ingresos a la
casa, no está exenta de sus labores como madre y su papel como ama de casa de lo contrario esto
generaría molestias, pudiendo decir que es una madre ausente. Lo que la ubica en una posición de doble
jornada, la de trabajadora y madre, en la cual esta última tiene mayor relevancia para los integrantes de
la familia y no la de proveedora económicamente.
(...) Desde lo que aprendido de mi entorno, por así decirlo, desde la cultura, desde la familia,
he... al menos, tengo un concepto, de que, pues, la casa debe de estar limpia, los niños limpios,
la comida hecha, y... en ocasiones, pues, he... ya sea que se retrase o no se lleve a cabo, como
tal, esas tareas y, pues, en muchas ocasiones tiene que ver por el hecho de, que pues, sale a, a
trabajar, sale a vender, y eso, como que, le quita bastante tiempo, obviamente. Eso ha dejado
ver o sentir, el hecho de, que pues, es más relevante el, el salir a ganar algo de dinero que, pues,
tener su rol de madre, por así decirlo. Como tal, en la casa que se le conoce más o menos como,
no sé, la persona que barre trapea, hace la comida y, pues, ese es el rol, como tal, que le adjudica
la cultura a la mujer, pero, pues, en lo personal no, no simplemente, pienso en ello, sino, que,
pues, pienso que también la mujer puede llevar ingresos, pero, el detalle está en que si ni uno,
ni otro está en la casa, pues, la casa viene estando sola y, pues, cuando hay hijos, como que, eso
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no siempre es muy conveniente tanto porque se descuidan los hijos como porque se descuida
la casa y, pues, eso genera conflictos tarde o temprano. (Entrevista 6, Rafael).
De esta forma, múltiples culturas adoptaron una forma específica de organización de la división
sexual del trabajo para hombre y mujeres. Según esta, le correspondió a la mujer el espacio del hogar
por su capacidad para gestar y amamantar a los hijos debido al cuidado que estos requieren, se le asignó
el tiempo en que era imprescindible su presencia, e incluso más. Por su proximidad espacial, se ocupó
del resto de las funciones vinculadas al espacio de la casa.
Macía (2008), (recuperado por Garduño & otros, 2015) refiere que:
Así, los roles femeninos se asocian con las tareas relativas a la reproducción, crianza, cuidados,
sustento emocional, etc. y están circunscritos, sobre todo, al terreno doméstico; por otra parte,
los roles masculinos están vinculados con tareas que tienen que ver con el ámbito productivo,
el mantenimiento y sustento económico, y se desarrollan principalmente en el mundo público.
(p. 2129).
Mi papá lo recuerdo siempre, como no duro, pero, estricto, rígido. Es el que corregía, mi mamá
la que apapachaba. Y, pues, ambos con conceptos muy tradicionales de ser hombre y ser mujer,
específicamente, como lo han transmitido. (Entrevista 1, Ángel).
Para Margareth, el matrimonio y la maternidad, no es algo que se concibe dentro de sus planes
de vida, sin embargo, para su familia, el hecho de que ella no concibe esta idea, desestructura lo
establecido. Sus padres recalcan en su juventud y que su pensamiento cambiará con el paso de los años,
debido a que la maternidad es la única forma en la que la mujer puede tener una realización.
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(...) mis papás todavía tienen un pensamiento, quizás, más cerrado en cuanto a decir: “sí, sí te
tienes que casar” o siempre que mencionó, el hecho de, que no quiero casarme o no quiero
tener hijos es, como de... “es que, eso dices ahorita, después vas a tener un montón. Eres la que
más hijos va a tener” o cosas así. Entonces, siento que es más hacia la generación actual.
(Entrevista 1, Margareth).
El hecho de ser varón o mujer, si bien implica una radical igualdad ontológica, también implica
esa incuestionable realidad de que en la vida no encontramos ‘seres humanos’, sino mujeres y varones,
de carne y hueso, personas concretas con unas –pocas, pero definitivas– diferencias.
La imagen que generalmente se le confiere a la mujer a través de la feminidad está marcada por un
inapelable destino: ser linda, ligera virtud que pretende conservarse desde el nacimiento de la mujer y
condenándola en contra del tiempo en el cuidado de su apariencia.
Y esa forma de vivir la feminidad o de ser mujer conlleva esas exigencias desde muy temprano,
de tal forma que la adolescente debe responder al modelo corporal ideal, que implica la
necesidad de poseer un cuerpo que escapa incluso a la figura natural de la mujer. Siendo por
ello los trastornos de conducta alimentaria tan frecuente en todo occidente, porque el
autoconcepto que las adolescentes tienen sobre sí mismas está relacionado con la percepción
de su atractivo y los cambios culturales han aumentado la presión por ser esbeltas y delgadas.
(p. 203).
Para una parte de nuestros entrevistados, con base en la propia experiencia, refieren que para
sus padres consuetudinarios es trascendente mantener ciertos constructos sociales como viene siendo
lo estético de donde deviene la importancia de mantener un atuendo y postura impecable en función
del otro.
70
(...) “tienes que ser muy femenina. Hem... vestirte bonito cuando vamos a alguna fiesta”.
Siempre, desde pequeña era de: “es que, tienes que llevar vestido, tienes que ir bien peinada,
tienes que sentarte bien, tienes que hablar con la voz dulce” y cosas así y con mi papá es mucho
de que cuide como se ve mi cuerpo. O sea: “no uses ropa corta, no muestres tanto tus brazos,
llevate un sueter pero no por el hecho de que te cuides del clima, sino porque no sé, muestras
la espalda” o, algo así, y no le gusta que las personas lo vean. (Entrevista 1, Margareth).
Con Heidegger (1996) comprendemos que la existencia de una matriz cultural que define la
identidad femenina por el mantenimiento de un cuerpo destinado para la apreciación del otro que limita
el acceso de la mujer a otras experiencias que garanticen el desarrollo de su ser en tanto se desenvuelve
en la historicidad. Así, la sociedad fortalece la ética de la postergación femenina en favor de la realización
de otro.
A partir del último cuarto del siglo XX cuando la mujer empieza a participar en actividades
intelectuales, mostrando saber qué quiere, qué desea, qué es ser mujer. El resultado ha sido
descubrir que no es el cuerpo el que gobierna el destino de la mujer, ni el encanto, ni la
seducción, (aunque siempre se les haya considerado como el ingrediente de la cultura femenina),
sino la aparición de otros aspectos de la mujer que han permanecido en la oscuridad. (p. 203).
Para la informante, el cuerpo de una mujer es visto por el hombre desde lo sexualizado, tener
que ocultar aquello que nos pertenece, por miedo de ser ultrajado, el pensamiento común de una mujer
promedio, y la posición del padre quien pretende proteger a su hija de aquellos quienes pretenden
hacerle daño.
Porque mi papá, o sea, lo hace ver como protección. En cierta forma, mi papá piensa que el
hecho de que yo muestre mi cuerpo es como incitar a las personas a que me vean y que vean
esas partes de mi cuerpo a la fuerza. Entonces, mi papá es de, cómo, es que, si llevas un short
corto, obviamente, te van a ver las piernas y si llevas una camiseta pues, obviamente, que van a
ver los pechos, pero, por qué vas descubierta. Entonces, es como, el hecho de que, tampoco
71
me sienta mal yo, tampoco me vayan a faltar el respeto. Entonces, tengo que cuidarme, yo.
(Entrevista 1, Margareth).
72
CAPÍTULO VI. ¿CÓMO PONER EN PALABRAS LO QUE
SIENTO?
El género parece tener la mayor importancia para los padres y otros miembros de la familia
durante el periodo de la infancia. Los hombres son especialmente sensibles a la influencia
temprana de los grupos de pares. La televisión, radio, periódicos, revistas, letras de canciones,
etc., contribuyen a la socialización del rol. (p. 214).
73
pierna cruzada”? Bueno. ¿Qué responderías?”. Bueno, siento que mi papá igual tiene una visión
muy tradicional de ser hombre porque igual veo ese tipo de comentarios con mi hermano.
(Entrevista 1, Ángel).
El confrontar a la familia, no es cosa simple. La autoridad, esté este caso el padre, quien rige los
comportamientos positivos o negativos según el modelo del género que se asigna según el sexo, conlleva
a crear estereotipos difíciles de romper. En este discurso, algo que es casi innombrable es la
homosexualidad, y revelarse ante ella, causa un sentimiento incluso de miedo hacia la figura paterna.
Como menciona el autor Boscán (2008):
Frente a los varones que no se comportan como “hombres”, los definió como no masculinos
y, por tanto, despreciables. Se asignó a la homosexualidad un significado negativo: ser el
antiespejo de la hombría, y un factor de riesgo que atenta contra la institución familiar. (p.36).
En este sentido, no se puede ignorar cierto deseo por el entrevistado de rebelión hacia el grupo
familiar, sin embargo, las normas que se establecen en este sistema tienen mayor peso que el
pensamiento individual.
(...) de una u otra manera, sea para tomar decisiones a raíz de lo que su padre lo orienta y, pues,
cuando se solicita mí, mi apoyo o, o… si puedo apoyar, como tal, de una u otra manera, pues, me
es agradable, pero, pues, he… creo que, el rol de padre, actualmente, ha mejorado bastante en lo
que respecta las funciones de mi papá. (Entrevista 3, Rafael).
Es notable la presencia del padre dentro del núcleo familiar. Desde lo consuetudinario el rol del
padre no suele relacionarse con las funciones del hogar, brindar atención, cariño y otros sentimientos hacia
los hijos, sin embargo, estas funciones paternales van cambiando con el tiempo, y existe cierta
participación dentro de otras funciones dentro de la dinámica familiar. Así lo explica Montesinos (2004):
“Ahora no resulta extraña la imagen de un padre que exhibe una actitud de cariño hacia sus hijos, sin
importar si son varones o mujeres. Esta inusitada expresión de las relaciones familiares contrapone los
estereotipos que la propia paternidad.” (p. 211). Las familias van cambiando con el transcurso del tiempo
y por ende también las percepciones del género.
74
La posición de Rafael, sobre las actividades que se consideran para lo femenino y masculino es
oposicionista debido a la creencia que tiene sobre la libertad de elección de estas. Surge un estereotipo
sobre quienes son aptos para ciertas actividades, por ejemplo, para la mujer el hecho de atender las
cuestiones del hogar, sin embargo, para el informante, estas actividades, aunque están “asignadas” para
un género, él tiene la capacidad y la disposición de poder realizarlas sin problema alguno.
Nunca ha sido tan relevante, el hecho de, que dice el otro, pero, darle más importancia a lo que
dice el otro que a lo que yo pienso, es decir, si yo pienso que está bien, lo hago y ya y, pues, las
actividades que, quizás, son catalogadas, como que, lo hace una mujer, simplemente, y los
hombres no es, como que, cocinar, barrer, trapear, lavar, trastes, lavar ropa, etcétera y, pues,
nunca tuve problema con ello y, actualmente, cuando tengo la posibilidad de apoyar o cuando
tengo que hacer esas cosas por mi cuenta, pues, no tengo ningún problema con ello. (Entrevista
3, Rafael).
La participación masculina dentro del hogar ha sido por varios factores, donde distintos
autores como Ferré, Piani y Rossi (2004), explican:
Aunque ya no existe cierta resistencia por el género masculino para ser partícipes de actividades
dentro del hogar se sigue considerando como un “apoyo” hacia la mujer, debido que este es su trabajo,
sin embargo cabe destacar que aunque la participación dentro de las tareas del hogar debería ser
conjunta, ya existe un cierto cambio a nivel de pensamiento, donde los hombres también tienen que
formar parte de dichas labores dentro del hogar, en este mismo sentido la formación de una familia o
de contraer con el matrimonio, para algunos no se percibe dentro de sus vidas, por ejemplo para uno
75
de nuestros informantes, su historia de vida lo ha hecho repensar en matrimonio como una
responsabilidad que requiere respeto mutuo y exclusividad dentro de las relaciones, tanto para el
hombre, así como la mujer, lo que le parece un limitante para disfrutar de su vida.
(...) por, el hecho de, que lo que veo, lo que observo, lo que oigo. Es decir, en casa hay muchos
problemas por, el hecho de, que papá nunca ha sido muy respetuoso y, pues, no sólo en mi casa,
es decir, hablo con alguna persona y su problema es bastante parecido y... no sé, escuchó una
conversación del vecino, equis, y, pues, de igual manera, es como, de una u otra manera, y el
matrimonio sólo es he... un documento que te dice que estás casado y en la mayoría de las
ocasiones porque, también, es que, es de reconocer que, pues, hay parejas que intentan llevar
una vida como lo marca la ley, por así decirlo, y como lo marca la religión en su caso y, pues...
hum… más que nada, el hecho de, de qué, pues, no sentirse incómodo por, no sé, querer salir
con otra mujer, pero, saber que no es adecuado o que la mujer quiera salir con otro hombre y
sentir o saber que no es adecuado, es como que, limitante y, pues, que, como que, en lo personal,
no me es tan agradable esa postura, de ninguno de los dos. (Entrevista 3, Rafael).
Aunque esta perspectiva no es general, si bien es cierto existe cierto desinterés por parte de
Rafael a contraer un compromiso que en cierto punto mantiene con reglas consuetudinarias el mantener
un matrimonio, dejando la libertad sentimental y sexual sin importar el género, en este caso que hombres
y mujeres mantengan relaciones más libres.
Las fronteras de género igual que las de clase, se trazan para servir a una gran variedad de funciones
políticas, económicas y sociales. Las normas de género no siempre están claramente explícitas; a
menudo se transmiten de manera implícita a través del lenguaje y otros símbolos. Para Bourdieu, la
escuela es la transmisora de lo que podría denominarse "la cultura legítima". Esta permea las diversas
clases sociales, aunque de diferente manera y con distintos efectos. Es decir, el sistema educativo
impone el reconocimiento de la legitimidad de la cultura dominante, en este caso la del género de los
varones y la ilegitimidad de su propia cultura. La dominación simbólica refuerza la dominación
económica y política, que puede ejercerse sin necesidad del recurso constante a la fuerza. Dentro del
ámbito educativo mexicano se han alzado voces que denuncian la discriminación de que han sido objeto
76
las mujeres. Existen toda una serie de limitantes para la mujer, en el plano social, educativo, económico
y político, que muchas veces no se reconocen.
Pese a su aparente neutralidad, las instituciones educativas –desde el preescolar hasta las
universidades- transmiten mensajes cifrados respecto a la masculinidad y funcionan con
estructuras institucionales que legitiman ciertas prácticas y discursos. Mediante los contenidos
curriculares, en la normatividad sobre la forma de vestir o comportarse, en las formas
autorizadas de relación entre docentes y alumnos o en las relaciones cotidianas entre los mismos
estudiantes, se transmiten mensajes cifrados sobre lo que significa ser hombre, sus intereses y
sus posibilidades de acción. Los jóvenes participan en estos espacios estructurales de lo
masculino simplemente al entrar en la escuela y convivir en ella, si bien los individuos pueden
ajustarse a los patrones establecidos, rebelarse en contra de ellos o tratar de modificarlos, la
acción pedagógica funciona mediante códigos no siempre explícitos de definición social
inscritos en la misma institución que orienta determinadas formas de ser o de pensar. (párr. 70).
Para Rafael el estudiar psicología ha sido relevante para su vida. Representar a la psicología en
todo lo que hace es un sendero que lo dirige a re-pensar su posición dentro de la sociedad, entrelazando
otras ideologías y formando su identidad.
(...) sí me gusta aprender, constantemente, creo que, no soy una persona la cual nada más,
digamos, estudió psicología y sólo quiero aprender psicología, sino, que, buscó la relación, al
menos, partiendo de la psicología, que es de lo que más me agrada y lo intentó relacionar con
otras, otras ideologías, otras materias, no sé, como, por ejemplo, la biología o, no sé, la
ingeniería, es decir, en todo está la psicología y, pues, el hecho de, poder relacionarlo y poder
sacar algo productivo, es cómo de, interesante y relevante para mí y, pues, el hecho de, conocer
de todo un poco para que en su momento requiera de esa información pueda tenerla. No sé,
cómo cocinar, cómo limpiar, incluso, como contar, como he... no sé, hacer experimentos. Me
gusta conocer lo más que puedo y, pues, en esas ando. (Entrevista 4, Rafael).
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En esta misión, la educación juega un papel esencial en la ruptura de la ignorancia, condición
indispensable para conocernos y construir la singular concepción de vernos a nosotros mismos.
Ruiseñor (2006), comenta que: “Con todo, las instituciones educativas también pueden abrir
espacios de reflexión y acción crítica hacia ese orden”. (párr. 70).
La educación es la única forma que hay de liberar a los hombres del destino, es la antifatalidad
por excelencia, lo que se opone a que el hijo del pobre tenga que ser siempre pobre; a que el
hijo del ignorante tenga que ser siempre ignorante; la educación es la lucha contra la fatalidad.
(p. 6).
Para las (os) entrevistadas (os), el ingresar a la carrera universitaria enfocada en psicología ha
coadyuvado en el crecimiento intelectual y personal. La mencionada licenciatura ha considerado temas
como la sexualidad con el fin de abonar a la construcción de la identidad cediéndole cabida a la
particularidad de las personas.
Nunca me había preguntado qué era ser hombre hasta que entré a la carrera me empecé a
interesar por cosas. En tercer semestre llevamos la materia que se llama sexualidad humana. El
maestro nos invitó a pensar en eso, un poco. Cada quien hace su sexualidad, como todo vive su
sexualidad a su manera y no es, como hasta eso, con estereotipos de macho, bueno, de hombre
y mujer, o sea, macho de mexicano, o sea, nadie podía decir: “bueno, yo soy 100% hombre de
acuerdo a lo que se dice. (Entrevista 1, Ángel).
Los roles de género actualmente es un tema el cual se discute con mayor amplitud, sin embargo,
aunque este tema es algo que es muy cuestionado últimamente, sigue siendo un tema complejo de
78
entender, por lo tanto, los cambios que se han logrado a través de la divulgación del contenido, no han
tenido un gran impacto para una re-significación total en dichos roles.
Siento que es muy diferente a que ya haya como mucha más conciencia sobre eso a que en
verdad haya habido un cambio. Bueno, de nuevo es lo que pienso desde mi perspectiva. A lo
mejor ha habido un cambio, pero ha sido muy mínimo. O sea, tal vez el único cambio es que
ahora se trae más a la luz ese aspecto, no sé, roles de género, pero, es diferente que haya habido
un cambio, no sé, en las acciones. Ajá. O sea, tal vez ya se conoce más el tema y eso ha logrado
ciertos cambios, pero, no es como tanto. (Entrevista 1, Ángel).
A partir de las lecciones que se han manifestado a lo largo de su propia historia, algunos de nuestros
informantes, perciben al hombre naturalmente bueno y no como un ser preponderante tal y como están
estipulados socialmente. De acuerdo con González (2018):
Socialmente se requiere entrar a un estándar para poder adecuarse a las normas establecidas,
que rigen el deber ser de un hombre, Para Ángel este deber ser no implica las normas tradicionales,
cabe destacar que los pensamientos y normas sociales van cambiando constantemente con el tiempo,
lo que nos lleva a replantear y analizar los comportamientos.
79
Ser hombre es ser alguien bueno. Ósea, lo pienso así y es complicado lo que está detrás y no
puedo ponerlo en palabras. Bueno, puedo ponerlo así: el hombre no necesariamente es ser
macho. O sea, el macho, ya el macho, encierra ser hombre tradicional. (Entrevista 1, Ángel).
Podría dejarlo así: ser hombre no necesariamente es ser macho. (Entrevista 1, Ángel).
“Ser macho” como sinónimo de ser hombre, para Ángel, no es concebido, la masculinidad nada
tiene que ver con el macho tradicional. En este sentido, para los entrevistados los roles del género han
evolucionado intercambiando entre varones y mujeres los quehaceres específicos para cada género
despertando consciencia sobre la labor y las implicaciones que demanda. Así mismo, sosteniendo la
lucha latente por la igualdad.
Hace poco escuché a un señor que se quedó sin trabajo y tuvieron que invertir los roles. Su
esposa salió a buscar trabajo y él se quedó en la casa y él decía que nunca había valorado el
trabajo de una mujer en la casa, que, si es pesado, con los hijos y esas cosas. Bueno, él apenas
está cambiando ahorita. Cambios en ese sentido. No, de que, ya es un poco más común ese tipo
de cosas ver a mujeres en puestos importantes y los hombres es, un poco, más común ver a
hombres, bueno, hablando de masculinidades, en ese tema, en hombres bajo el cargo de una
mujer, pero, igual siento que no ha habido gran cambio. (Entrevista 1, Ángel).
Por ello, la crisis económica y el paralelo desempleo en las unidades familiares actuales ha hecho
que se asuma el ámbito familiar y las tareas domésticas como una responsabilidad compartida,
manifestando las mujeres entrevistadas sentirse reconocidas ante el esfuerzo y dedicación por
parte de sus cónyuges. (p. 32).
Estos procesos, traen consigo una cierta atención por parte de los hombres hacia las mujeres,
que en muchas ocasiones pueden hacer sentir a las mujeres seguras y tomar actos de “caballerosidad”.
Sin embargo, se está gestando un cuestionamiento acerca de ser caballeroso consuetudinariamente en
80
algunos de los entrevistados manifiestan inconformidad por lo establecido pues, argumentan que pese
a ello se posicionan como hombres.
(...) ¿habrá un ser caballeroso en otro sentido? No ser caballeroso en el sentido tradicional pues,
no. Desde mi perspectiva, no significa que dejó de ser hombre o si no hago cosas tradicionales
pues, no dejó de ser hombre. (Entrevista 1, Ángel).
Todos estos cuestionamientos acerca del quehacer de un hombre, en este momento los
entrevistados buscan y enfatizan que a partir de la estructura que el régimen social ha promovido sobre
el género, sus efectos se han hecho manifiestos en las etapas del crecimiento de los informantes
experimentando una develación sobre la ausencia de la identificación con lo masculino o femenino
consuetudinario. En esta dirección, despierta en ellos el sentido revolucionario abriendo paso a la re-
significación sobre, en este caso, ser hombre y a partir de ello profesarla.
Un gran número de varones buscan hoy dejar de ser machistas, pero no desean hacerse
“femeninos”. Muchos de ellos reconocen que ya no pueden seguir siendo sexistas y
homofóbicos, pero no quieren dejar de ser masculinos. Su interés y mayor preocupación
consiste en cómo asumir su masculinidad de un nuevo modo. (p.10).
La identidad masculina siempre será de suma importancia para los hombres, Si bien es cierto
que existe una cierta re-significación por parte de los hombres hacia actitudes machistas. Conservando
su masculinidad, hay un interés por redireccionar las conductas negativas que la masculinidad
hegemónica trae consigo. Donde también piensa en los demás, dentro de todo esto. podemos
mencionar el amor, y sobre todo el amor romántico que no busca complementarse sino buscar un
bienestar general.
(...) el hecho de, hablar del amor por, el hecho de, que, pues, he... se supone que bueno, al
menos, en lo que nos han enseñado, es como de, encuentra tu media naranja y quédate con ella
81
y, pues, al menos, no, como que, no busco esa media naranja porque, al menos, yo me siento
un ser completo que no busca la mitad de algo para sentirme completo. (Entrevista 4, Rafael).
A partir de las enseñanzas provenientes de las múltiples áreas de la vida del ser humano, desde
la propia experiencia, R refiere que la percepción que la sociedad le ha inculcado con relación al
significado del amor ha servido de base para re-significarlo y considerar que, para él, este sentimiento
no llega a la completud por la coexistencia con el otro sino es un sentimiento particular que está latente
en cada persona.
La familia siempre ha proporcionado a sus miembros la posibilidad de establecer entre sí una relación
con fuerte contenido ético y afectivo cumpliendo funciones diferentes de las de la economía, sociales y
otras instituciones públicas porque socializa a los miembros y renueva emocionalmente a sus integrantes
adultos en actividades esenciales que definen al hombre y a la mujer. No obstante, la familia no es sólo
un escenario de desarrollo para los más jóvenes, sino también para los adultos que en ella conviven. En
este sentido, la familia constituye un contexto esencial tanto para la construcción del desarrollo
individual de todos y cada uno de sus miembros, como para servir de punto de encuentro
intergeneracional, donde mediante las interacciones que se establecen entre los progenitores y sus hijas
e hijos, los adultos ponen en marcha un proyecto vital de educación y socialización de los miembros
más jóvenes del sistema. Es por ello que la familia tiene un rol ideológico.
Durante mucho tiempo, la familia fue y es considerada como una institución fundamental donde
las personas se desarrollan como entes socioculturales, por lo que es de gran interés realizar un
análisis sobre su conceptualización, pues su estructura y conformación ha cambiado y es vital
que se reformule el concepto de familia para darla a conocer no como una institución estática
sino cambiante y por lo tanto con diferentes necesidades a satisfacer. (p. 3).
82
Para Victoria la familia es un pilar sustancial para su vida, la familia es quien la apoya dentro de
conflictos que pueda tener y se siente libre de expresar aquello que le acontece. Esta seguridad y
confianza que sus padres le otorgan hace que Victoria sea una persona quien se sienta con la facilidad
de realizar actos que le generen bienestar, siendo guiada por su núcleo familiar.
Pues, a mí me hace sentir muy plena porque sé que puedo confiar en ellos, sé que puedo contar
en ellos, que si yo llego a tener tropiezos sé que no me lo van a echar en cara, sé que no me van
a juzgar, sino que me van a acoger y me van a apoyar y, pues, los consejos siempre van a estar.
Entonces, si me siento muy plena en la familia yo me estoy desenvolviendo o en la que estoy
creciendo porque, pues, hay amor, hay comprensión y lejos de verlos como una figura paterna
puedo verlos como unos amigos que, si yo tengo alguna duda o inquietud, ya sea sexual, ya sea
de la sociedad yo puedo contar con ellos y ellos me lo van a decir tal cual, sin titubeos.
(Entrevista 1, Victoria).
En este sentido, Tuirán & Salles (1997), (citados por Capulín, Otero, & Reyes, 2016) asume que:
“La familia es la institución base de cualquier sociedad humana, la cual da sentido a sus integrantes y, a
su vez, los prepara para afrontar situaciones que se presenten.” (p. 6).
La familia funciona como un sistema dinámico, en cuanto se produce algún cambio en alguno
de sus miembros o en las relaciones que existen entre dichos miembros, cambia el sistema familiar en
su conjunto. Así, por ejemplo, los procesos de desarrollo que experimentan los hijas e hijos al pasar de
la infancia a la adolescencia, siempre provocan cambios y exigen reajustes en la dinámica familiar.
Antiguamente la universidad era un espacio solo y exclusivamente para hombres, sin embargo, con el
paso de los años, las mujeres han ocupado estos espacios de manera cada vez mayor. Aunque también
ha sido notable la diferenciación entre licenciaturas de “hombres” y de “mujeres “. Como lo menciona
Garay (2012):
83
La subjetividad, los sentimientos y la intuición, que se consideraban como características
intrínsecas y naturales de las mujeres, de lo femenino, ocasionó que fueran descalificadas y
excluidas del campo de la ciencia por muchos siglos. Incluso se argumentaba la supuesta
inferioridad intelectual de las mujeres, motivo por el cual se le negaba o limitaba el acceso a la
educación. (párrf. 32).
Aunque este estigma se está desapareciendo con el paso del tiempo, aún es notable la mayor
partición de las mujeres en la carrera de psicología.
(..) el hecho de que, ya no todas tienen la necesidad de decir: “tengo que casarme, tengo que
tener hijos”, porque antes eso era muy, muy importante. Al menos, yo he escuchado a señoras
que te dicen así, de que, te tienes que casar como si fuera una obligación y, actualmente, ya no
se escucha eso. Bueno. en las personas más jóvenes ya no se escucha eso de, “no es que yo me
quiero casar”. Muchas veces lo único que quieren es superarse. Como más exitoso, pero, en el
ámbito laboral u otras cosas y, para mí, eso es algo más significativo. (Entrevista 1, Margareth).
La presión social de las antiguas generaciones, el matrimonio era una ley la cual se debía de
cumplir, y no se pensaba en otra posición que no fuera esposa y madre. Ahora esta idea ha ido
cambiando con los años, y las generaciones más jóvenes se perciben siendo profesionistas, teniendo
éxito profesional alcanzando metas personales y no uniéndose en matrimonio. Como estudiantes de
psicología Marageth y Victoria tienen diferentes perspectivas, pero es evidente que para cada una de
ellas les genera efectos beneficiosos dentro de su vida, así como se le facilita la coexistencia con los
otros. Victoria menciona que:
84
(..) siento que el estudiar esta carrera me ha ayudado muchísimo porque, como bien dices,
interactúas con muchas personas; no de tu misma edad. Ya sean mayores o menores, entonces,
quiera o no, se aprenden distintas cosas. Aprende a cómo desenvolverte y pues, obviamente,
estar en este nivel de escolaridad, pues, se trata de eso, ¿no? De entablar más relaciones, de
desenvolverte, interactuar con otras personas y de conocer y francamente a mí, al principio, me
costó muchísimo porque no tenía esa facilidad de palabra y me costaba, como que, tener esa
confianza en las personas para contarle lo que yo quería o expresarse correctamente, ¿no? Pero,
pues, conforme fueron pasando he… conforme fue pasando el tiempo y con las personas que
me fui desenvolviendo dije: no, pues, tengo que ser yo misma y tengo que mostrar quién
realmente soy porque al final de cuentas es por lo que me voy a dar a conocer y es como me
voy a quedar. Entonces, he… te digo, sí me costó bastante, pero, pues ahorita he… trabajé
muchísimo, la verdad sí trabajé muchísimo. Incluso tuve yendo a terapias con un psicólogo
porque yo sufría de ansiedad, entonces, al momento. (Entrevista 1, Victoria).
Es relevante mencionar que la universidad es una institución que en cierta manera nos permite
tener un espacio crítico y analítico, donde se puede llevar ideas dentro del aula y expresarlas con mayor
comodidad a diferencia de otros grados académicos, sin embargo esto no quiere decir que la universidad
promueva totalmente los espacios sin pensamientos estereotipados, por lo tanto dentro de las
universidad hoy en día se intenta eliminar estas barreras, es por ello que Victoria puede expresar ahora
en este momento de su vida su sentir, sus ideas y su forma de llevar la vida. Así como llevar un proceso
terapéutico y sobre todo estudiando psicología nos hace cuestionarnos en todos los aspectos, personal,
social, familiar, académico, entre otros. Hoy en día muchas de las universidades le están apostando al
rompimiento de estereotipos, violencia de género causando en cierto punto un mejoramiento.
Los elementos socioculturales que conforman la feminidad son aprendidos, desarrollados, procesados
y transformados paulatinamente por las instituciones sociales tradicionales de una sociedad que
proporciona informaciones pertinentes, las cuales llegan de una multitud de raíces y medios formales y
no formales, intencionales y a veces casuales. Los estereotipos y patrones establecidos marcan limitantes
respecto a las mujeres desde la infancia; estos tratos diferenciados ejercidos por los diferentes actores
de la sociedad (padres, docentes, entrenadores, educadores físicos, entre otros), hacen que se vayan
85
cultivando las identidades tanto en las mujeres y en los hombres a lo largo de su desarrollo. Los
estereotipos de género “invisibilizan” a cualquiera de los dos —hombre o mujer— y afecta la
promoción de la igualdad, dificultando el usufructo homogéneo de políticas y programas que se
desarrollan en el seno de las sociedades.
Por ende, la identidad femenina se construye desde la infancia a partir del imaginario social de
la pasividad y la vulnerabilidad, contrario al hombre que va construyendo un rol activo; esto es, desde
el trato diferenciado, la mujer construye su personalidad basada en la fragilidad. Es decir, el sujeto
aprende dependiendo del contexto donde se desarrolla, y es por medio del lenguaje y los símbolos que
se genera un aprendizaje. Asimismo, el rol de género es la percepción que tienen las mujeres de sus
cuerpos y la idea particular que construyen acerca de su feminidad con base en lo aprendido, siendo
estas facetas dinámicas e inseparables de un mismo proceso: la construcción de su subjetividad. Los
roles, y en especial el rol femenino, se debe entender como dinámico, maleable, cambiante y singular.
Según Salazar (1998), (recuperado por Mendoza & Antúnez, 2017): “[…] El género y la
identidad son aprehendidos y elaborados durante los procesos de socialización en el que hombres y
mujeres van configurando su subjetividad.” (p. 257).
Con base en ello, la visión de la mujer actual sobre el género permite considerar que los
comportamientos femeninos no son exclusivos de las mujeres sino es un género abierto a toda persona
que lata en sí misma el deseo de querer ser lo que decida profesar.
Yo siento que el hecho de ser femenina tampoco nos da como que solamente nosotras podemos
serlo. O sea, hay varones que lo son, o sea, también tienen como que el tacto, también tiene
como la dulzura, pero pues, está muy cuestionado en la sociedad, ¿no? De que, si un hombre es
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así, no pues, tú eres gay, no es que tú eres femenino y ahí entra esa parte: ¡ay! Es que eres muy
femenino. Entonces, siento que no es, este, como estereotipado. (Entrevista 1, Victoria).
Por otro lado, la sociedad le enseña a la mujer una serie de mandatos envueltos en una serie de
mitos, los cuales dicen que ser mujer es ser dependiente, es decir, se sienten, se piensan y se representan
en relación con las demás personas; y no en relación a sí mismas. Se les asignan las tareas de nutrir,
comprender, proteger y sostener a otros.
(...) Antes, yo siempre me sentía como menos por ese mismo hecho ya que mis familias suelen
valorar más a los hombres que a las mujeres, pero, cuando yo comencé a darme cuenta que
realmente ser mujer no me afectaba como tal o no me hacía menos a mí misma. Comenzó a
tener mucho valor porque en un mundo donde se valora más a los hombres y, justamente, es el
coraje que tengo para seguir adelante. (Entrevista 1, Margareth).
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En ese marco, parafraseando a Batliwala (1993) refiere que el término empoderamiento incluye
la palabra “poder” y éste se refiere al “proceso de ganar control sobre uno mismo, sobre la ideología y
los recursos”. Para ella existen cinco categorías de recursos que determinan el poder: físicos, humanos,
intelectuales, financieros y uno mismo. Las mujeres, dice la autora, carecen de poder porque no tienen
control sobre ninguno de éstos. En este sentido, el poder en sí mismo no existe sino a través de las
relaciones establecidas entre individuos en los ámbitos de la vida cotidiana. En un sentido amplio, el
empoderamiento femenino se refiere a un proceso de toma de conciencia acerca de la subordinación
de las mujeres, como primer paso para lograr un cambio en su participación y en el ejercicio de las
diferentes facetas del poder.
Para algunas de las entrevistadas, las implicaciones del género femenino construidas e impuestas
por la sociedad recae en todas aquellas personas identificadas con el género. Para ellas, la clasificación
del género masculino posiciona implícitamente a la mujer detrás del hombre con el fin de que éste sea
el quien represente en diversos contextos sociales. Con base en ello, desde su propia re-significación le
adjudican un nombramiento diferente a la mujer que da pauta a ser vista como un ser autónomo.
(..) la verdad sí me alegra muchísimo que ahorita las mujeres, como que, estén despertando,
estén abriendo los ojos y nos estemos ayudando a nosotras mismas a poder salir adelante. A
que el problema no solamente es de una sino es de todas porque no solamente le puede pasar a
una, o sea, también le puede tocar a cualquier persona, entonces, siento que ahorita el rol de la
mujer está cambiando, está teniendo un papel muchísimo más importante y más fuerte y un
impacto muy, muy fuerte en la sociedad y, pues, esa es la perspectiva que tengo ahorita.
(Entrevista 1, Margareth).
Para Victoria, la sociedad y para ser más específicos las mismas mujeres son aquellas que buscan
sobresalir, ser respetadas, tener aquello que les corresponde por derecho, las nuevas generaciones no
están conformes con lo que les quieran dar, ellas buscan tener lo que merecen.
Pues, siento que ahorita las mujeres ya estamos, como que, más despiertas, como que, más
activas y, pues, ya buscamos más grandes cosas. Ya no somos conformistas. Entonces, ya no
nos conformamos con lo que nos quieran dar, con lo que nos toque recibir, sino que estamos
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buscando muchísimas más cosas, estamos peleando por lo que queremos, por lo que nos
pertenece, por lo que merecemos. (Entrevista 1, Victoria).
Las implicaciones socio-culturales condicionan las maneras de ser y las valoraciones de las
mismas, mediando un aprendizaje social. Las mujeres se han ido incorporando al desarrollo de sus
contextos como consecuencia de una búsqueda y un anhelo constante para obtener la igualdad con el
hombre, pero manteniendo el respeto a la diversidad.
Con base en las enseñanzas y aprendizajes que los informantes han experimentado a lo largo de
su vida sobre el género, la perspectiva que los entrevistados poseen sobre la re-significación de ser mujer
ha dado pauta a que la mujer sea vista como un ser capaz para tomar decisiones conscientes que
defiendan sus creencias e intereses.
Qué es más importante que lo que se tenía antiguamente porque actualmente una mujer puede
sacar sola a su familia adelante, puede hacer más cosas, puede trabajar, puede tener decisiones
más propias, y pensar más por sí misma, que el estar con alguien más, como te lo planteaban
antiguamente. (Entrevista 1, Margareth).
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Dicho de otra manera, salir a trabajar fuera del hogar para apoyar la economía familiar
representa una ruptura simbólica en la que las mujeres ya no se quedan en casa a resolver el trabajo
doméstico, sino que trabajan fuera del hogar, lo que las hace estar a la par de muchos hombres, en una
interacción e integración constante que posibilita una re-significación de la feminidad dentro del orden
social.
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CONCLUSIONES
La presente investigación analiza las representaciones sociales del género en varones y mujeres jóvenes
estudiantes de psicología de la UNICACH desde la perspectiva cualitativa. Esta tesis otorgó la
posibilidad de analizar, comprender y describir de manera flexible, crítica y relacional a la temática de
investigación a partir de la percepción de los sujetos de estudio en relación a su contexto.
Una de las representaciones que resultan significativas en los varones y mujeres de este estudio
es la conceptuación del ser hombre y ser mujer como un proceso de adquisición de conocimientos a
través de la experiencia. La significación que cada uno tiene acerca del género está manipulada por un
constructo social y por su singular historia que los caracteriza como individuos únicos. Desde ambos
géneros hay sufrimiento evidente al momento de identificarse particularmente con un género debido a
las múltiples demandas y/o características que se deben cumplir. Por ejemplo, en el caso de los hombres
tener que llenar un estatus de fortaleza, de valor y poder sobre el otro genera insatisfacción por no “ser
suficientemente hombre” para alcanzarlo como tampoco sentirse con la libertad de expresar
sentimientos netamente humanos por no querer ser considerados como igualitarios a la feminidad. En
el caso de las mujeres se les enseña un sistema de comportamientos envueltos en una serie de mitos, los
cuales dicen que ser mujer es ser dependiente, es decir, se sienten, se piensan y se representan en relación
con las demás personas; y no en relación a sí mismas. Se les asignan las tareas de nutrir, comprender,
proteger y sostener a otros minimizando la fuerza que también poseen para obtener una consumación
personal.
El pensamiento masculino tradicional está relacionado con la misma imposición del sistema que
se ha venido dando de generación tras generación donde el hombre es incapaz de verse sin poder. Así
mismo, el pensamiento consuetudinario de la mujer se ha desarrollado en función de la permisidad que
se le concede al otro; en este sentido, la mujer es un blanco fácil ante los abusos adquiriendo una postura
vulnerable. En la cultura mexicana las mujeres viven en función de estos decretos normalizados. En
algunos casos, concebirse sin poder dar pauta a que su comportamiento con el otro sea áspero. El
hombre a través de sus actos busca reafirmar su masculinidad; actos que implícitamente delimitan a la
mujer como ser inferior y permisiva. Se aprecia en la cultura mexicana que el hombre es quien asume
el absoluto poder en los grupos familiares siendo la sociedad quien lo vende como vocero y siendo la
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mujer la reservada. Por otro lado, el atuendo es una representación sustancial que diferencia a la mujer
como femenina y al hombre como masculino viviendo en función de sostener los estándares que
socialmente se perciben como belleza dejando en el olvido la individualidad que cada persona posee.
La vestimenta es un elemento importante en la formación y definición de la identidad del ser humano.
El grupo familiar es la base de la formación de la identidad genérica que delimita el ser hombre
y el ser mujer la cual, para algunas personas, es repensada en la etapa adulta de la propia vida y, en
muchos casos, re-estructurada. Así mismo, el contexto educativo repercute en la construcción de la
singular identidad a través de las normas que ahí mismo se establecen como el nombramiento, el uso
de inmuebles y la elección profesional. Por ejemplo, en la licenciatura en psicología es evidente que la
profesión ha modificado la perspectiva del ser de los estudiantes durante su formación dando pauta a
que los patrones socio-culturales se transformen. Siguiendo esta misma línea, la sociedad juega un rol
importante en la construcción y representación única sobre el género y su manifestación al exterior la
cual es dinámica y dual. Las implicaciones de la sociedad también han dado pauta a cuestionar lo
instruido haciendo evidente que nos es fácilmente alcanzable la existencia de espacios donde todos y
todas se sientan identificados y libres de expresar quien realmente son.
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ANEXOS
GUÍA DE ENTREVISTAS
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