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Batolito de Ibague

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BATOLITO DE IBAGUE

En los alrededores de Ibagué Nelson (1954), describió un cuerpo ígneo intrusivo, de


composición granodiorítica, al que posteriormente (NELSON, 1959), le dio el nombre
de Batolito de Ibagué. El intrusivo mencionado cubre una tercera parte de la Plancha
244 y se prolonga hacia NE y S. Del análisis modal de seis muestras de roca, se obtuvo
como composición promedio del plutón, en el área: cuarzo 24%, plagioclasa 51%,
feldespato 10%, hornblenda 6%, biotita 8%; la roca predominante es una granodiorita
biotítico – hornbléndica, cuarzodiorita y ocasionalmente aplita. El gran tamaño del
grano varía entre medio y grueso. La plagioclasa es oligoclasa – andesina; el feldespato
potásico es ortoclasa, rara vez microclina; los máficos esenciales, hornblenda y biotita,
tienen predominio por sectores es forma irregular. Apatito, zircón, esfena, magnetita y
pirita son los accesorios más comunes. Frecuentemente se presentan autolitos o
gabarros, sin orientación preferencial; diques porfiríticos y afaníticos de dacita-
andesina y diques, venas y venillas cuarzo-feldespáticas son abundantes. Estas últimas
manifestaciones podrían considerarse, quizás como fases tardías de la intrusión. En los
contactos se presenta, orientación de los máficos. El contacto W es intrusivo y fallado
con metamorfitas pre-Cámbricas y Paleozoicas; por el E la intrusiva causa
marmorización de las calizas de la Formación Payandé y es cubierto discordantemente,
por rocas sedimentarias de la Formación Honda y por depósitos Cuaternarios. La edad
del Batolito por relaciones estratigráficas, ha sido considerada post – Triásica. Las
dataciones radiométricas aportadas por Barrero y Vesga (1976) y Vesga y Barrero
(1978), indican edad Jurásica Superior. No se descarta que, algunas variaciones
textuales y composicionales, cartografiadas como Batolito de Ibagué, puedan
representar eventos ígneos más recientes.
Localización
El batolito de Ibagué es un cuerpo ígneo intrusivo entre 131 a 151 millones de años que
constituye una de las unidades geológicas de mayor extensión de la Cordillera Central
de Colombia, la cual se encuentra desde el norte de Armero (Tolima), hasta el sur del
departamento del Huila.
Características geológicas
El promedio composicional modal obtenido realizados por C.J. Vesga y A. Nuñe, sobre
secciones delgadas standard, para todo el cuerpo es 59% plagioclasa, 25% cuarzo, 4%
feldespato potásico, 6% hornblenda, 4% biotita, más 2% de minerales accesorios como
opacos, allanita, apatito, zircón, esfena.
Adicionalmente, el batolito presenta cuatro facies: dentro de estos cuatros facies
generales, ya sea por modificaciones texturales y/o mineralógicas, se encuentran tres
subfacies.
Características hidrogeológicas
Se encontró información de los pozos inventariados en el acuífero de Ibagué, 59 captan
el acuífero principal del abanico de Ibagué, estos se ubican principalmente en la zona
oriental del área y tienen profundidades promedio entre 47 y 190 m excepto el pzo de
Fibratolima con 310 m, ubicado en la zona occidental, el cual a partir de los 170 m capta
zonas meteorizadas del Batolito de Ibagué, el cual es el único que tiene interacción con
esta unidad hidrográfica.
Características hidráulicas e hidro geoquímicas
Esta es una zona hidrogeológica que no cuenta con información específica del único
pozo que se encuentra dentro de la unidad, por lo tanto, no es posible determinar las
características hidráulicas que se tienen en el acuífero del batolito de Ibagué. Además
la información hidro geoquímica se toma a partir de las explotaciones de minerales que
se realizan en el lugar.
Geología
La geología de la Cuenca Mayor del Río Totare, es un poco compleja y esta caracterizada
por la presencia de una gran diversidad de rocas metamórficas, ígneas y sedimentarias,
con edades que varían desde el Precámbrico, hasta el cuaternario. La secuencia lito
estratigráfica está integrada por rocas de diferentes composiciones y con edades
variables, iniciando por las rocas metamórficas del precámbrico que son las más
antiguas, intruídas por cuerpos ígneos intrusivos de edad Jurásica como es el Batolito
de Ibagué que afloran en gran parte de la cordillera central, seguidas por rocas
sedimentarias de ambiente continental del terciario.
Dentro de las rocas metamórficas se destacan los gneises micáceos y anfibólicos con
efectos diaftericos con intercalaciones menores de mármoles del Precámbrico del
denominado neises de Tierradentro. De igual forma los esquistos cuarzosericiticos con
grafitos y esquistos cloríticos y actino líticos con epidota y albita.
Complejos Precámbricos
Estas unidades consisten principalmente de cuerpos de neises, anfibolitas y
ocasionalmente mármoles y cuarcitas intruídos por el Batolito de Ibagué o en
relaciones tectónicas con rocas del Grupo Cajamarca.
Intrusivo Jurásico
Batolito de Ibagué (Ji)
Esta unidad fue inicialmente descrita por Nelson (1962) y posteriormente por
Mosquera et al (1982) y Núñez et al (1982). Este cuerpo está constituido por rocas
ígneas del tipo tonalitas, granodioritas de grano medio a grueso con hornblenda y
biotita en proporciones variables.
De acuerdo a los análisis petrográficos hechos por varios de los autores mencionados
sobre secciones delgadas, el Batolito presenta la siguiente composición: Cuarzo 27.3%,
plagioclasa (oligoclasa-andesina) 55.6%, hornblenda 6.9% y biotita 7.5 %. El feldespato
potásico es variedad ortoclasa. Los accesorios más abundantes son apatito, zircón,
esfena, magnetita y pirita. Con éste contenido mineral y de acuerdo a la clasificación
propuesta por Streckeisen (1974), la roca dominante es una granodiorita biotítica-
hornblenda, son frecuentes las variaciones a tonalita, cuarzodiorita en forma ocasional
a cuarzomonzodiorita y esporádicamente a granito. El tamaño de grano varía entre
medio y grueso.
En el sector sur de Vendillo y Alvarado los contactos del Batolito con las rocas
sedimentarias del Grupo Honda, son de tipo intrusivo y en algunos casos tectónicos o
fallados.
Sedimentarios Terciarios
Grupo Honda
Las rocas de edad terciario expuestas en la Cuenca Mayor del Río Totare, están
representadas por rocas del Grupo Honda. El especial interés en esta formación se debe
a su gran riqueza paleontológica, especialmente en especies de mamíferos del Terciario
Superior, tal vez la más importante de Sudamérica.
En el Tolima tiene un espesor que supera 105 a 1100 m de espesor en promedio. Su
origen esté ligado al levantamiento de la Cordillera Central para los sedimentos de la
parte inferior (Formación La Dorada), y de las cordilleras Oriental y Central la
formación Honda corresponde a la primera ocurrencia geológica propia del Valle del
Magdalena.
Los sedimentos de estas formaciones no se encuentran plegados, aunque en el área de
Piedras y, en general al N de Tolima se encuentran fuertemente basculados por la
influencia de fallas que separan la Cordillera Oriental del Valle del Magdalena
litológicamente esta conformada por tres partes generales entre una infinidad de
variaciones en la estratificación interna que han sido clasificados en forma muy
compleja por varios autores, especialmente por la subcuenca de Neiva; la parte inferior
y media corresponderían a la Formación La Dorada o La Victoria, y la parte superior a
la Formación Honda o Villa vieja. La parte inferior esta conformada por areniscas y
arcillolitas de color rojo y gris con intercalaciones de conglomerados con fragmentos
de origen volcánico escasos. La parte media, también conocida como “Conglomerados
Cerbatana” (en la subcuenca de Neiva) esta compuesta por conglomerados
predominantes, areniscas conglomeráticas y una menor proporción de areniscas y
arcillolitas; todos con un importante aporte de material volcánico. La parte superior
también con un predominio de lutitas y areniscas de grano fino de colores rojizos, pero
con poca presencia de material volcánico. Su edad oscila entre 10513 y 10511 millones
de años antes del presente, en el Mioceno medio y superior que corresponde,
igualmente a la edad de la formación de las Cordilleras y del Valle del Magdalena.
Introducción

Los arcos magmáticos continentales, son los lugares en donde una placa oceánica subduce bajo una
continental, generando por un lado grandes volúmenes de magma por un prolongado período de
tiempo, y por otro, se produce metamorfismo orogénico, tanto regional como de contacto (Ducea
et al., 2015; Stern, 2002). Adicionalmente, en los arcos magmáticos continentales, la partición de
los esfuerzos durante la convergencia puede generar regímenes transpresivos, transtensivos o
convergencia sin-extensional (Stern, 2002). Esta confluencia entre generación de rocas magmáticas,
metamórficas y deformación, puede generar rocas intrusivas a la par con el metamorfismo, por lo
que ambas deberían registrar características de deformación compatibles con los niveles corticales
en los que fueron generados (Stowel et al., 2019). Las rocas ígneas Jurásicas ubicadas en la margen
noroeste de América del Sur se formaron a partir de un arco continental producto de la subducción
de la placa Farallón debajo de la placa Suramericana (Bayona et al., 2019; Bustamante et al., 2016).
Esto produjo que en Colombia, especialmente en la Cordillera Central, se generaran cuerpos
intrusivos de composición granítica (e.g. Batolitos de Mocoa, Ibagué y Segovia) (Álvarez, 1983;
Aspden et al., 1987; Bustamante et al., 2010; Bustamante, 2016; Rodriguez et al., 2017; Zapata et
al., 2016), en conjunto con rocas metamórficas de la misma edad, que harían parte de lo que se
conoce como el Complejo Cajamarca (Blanco-Quintero et al., 2014; Bustamante et al., 2017).
Aunque recientemente se ha planteado que tanto las rocas magmáticas como las metamórficas
están en contacto tectónico y fueron posiblemente generadas en diferentes segmentos de la
margen NW de los Andes durante el Jurásico (Blanco-Quintero et al., 2014; Bustamante et al., 2017),
algunos autores plantean que ambos eventos son simultáneos y que parte de las rocas magmáticas
que conforman el segmento norte del Batolito de Ibagué serían sin-tectónicas con el metamorfismo
y diferentes al resto del arco magmático Jurásico (Rodríguez et a., 2017).

Este trabajo tiene como fin hacer un análisis de las características de deformación del sector norte
del Batolito de Ibagué, siguiendo los criterios establecidos por Passchier et al., (1996), Hutton
(1998), Paterson et al., (1989), Vernon et al., (2000) y Vernon (2019) con el objetivo de entender el
origen y posible temporalidad de la deformación que registra este cuerpo y su relación con el
metamorfismo colisional Jurásico al occidente.

En la Cordillera Central se registran diversos eventos tectónicos abarcando desde el Pérmico, el cual
evidencia la formación de un arco continental producto de la subducción de la litósfera del Pacífico
debajo del margen oeste de Pangea entre 288-255 Ma, generando granitoides calco-alcalinos
(Cochrane et al., 2014; Villagómez et al., 2011; Spikings et al., 2019), posteriormente se presenta un
evento de rifting el cual inició hace 240 Ma generando anatectitas de carácter peraluminoso y
secuencias ofiolíticas como la Ofiolita de Aburrá y continuando con la formación de un arco durante
el Triásico tardío y el Jurásico temprano debido a la subducción de la placa Farallón bajo la placa
Suramericana generando varios pulsos magmáticos resultando en Batolitos de composición variable
(Aspden et al., 1987; Villagómez et al., 2011; Cochrane et al., 2014a). Además, la evolución tectónica
de la Cordillera Central estuvo controlada por varios sistemas de fallas transcurrentes como la falla
Otú-Pericos al este y el sistema de fallas Cauca-Almaguer al oeste, y también en el costado
occidental las fallas de San Jerónimo y Silvia-Pijao definen el sistema de fallas Romeral.

El magmatismo Jurásico corresponde a un periodo de actividad magmática muy extensa en


Colombia y durante este tiempo se generaron grandes Batolitos los cuales se distribuyen a lo largo
del Macizo de Santander, la Cordillera Central y la Sierra Nevada de Santa Marta. Para explicar la
evolución magmática de estos cuerpos intrusivos se proponen 3 modelos regionales a lo largo del
Jurásico y el Cretácico tardío, en los cuales 2 especifican migración del arco magmático y un tercero
indica las condiciones de un arco estacionario; el primer modelo sugiere que el arco migra hacia el
oeste, producto de un slab roll-back provocando adelgazamiento de la corteza y generación cortical
más joven, el segundo postula la migración del arco hacia el este debido a erosión por subducción,
en el que se erosiona el prisma de acreción y la entrada de los sedimentos aportan contenido de
agua a la placa que subduce ocasionando un aumento en el volumen del magmatismo, por último,
el tercer modelo propuesto indica que el arco magmático es de carácter estacionario resultado de
una subducción oblicua ocasionando una disminución en la producción magmática entre 165 y 129
Ma.

El Batolito de Ibagué, el cual fue nombrado por Nelson (1957), es uno de los mayores cuerpos ígneos
intrusivos que se presentan en el flanco oriental de la Cordillera Central de Colombia, más
específicamente ubicado al norte y al occidente de Ibagué (Núñez, 1986). Este cuerpo intrusivo
cubre un área aproximadamente de 11700 km2 e incluye una variación de composiciones desde
tonalita hasta granodiorita (Bustamante, 2016; Rodríguez et al., 2017). Se determinó mediante
geocronología de U-Pb en circones, un rango de edades para el Batolito de 145 a 177 Ma en el sector
norte y en el sector sur una edad de 189 millones de años sugiriendo que la edad del magmatismo
relacionado con la subducción de la placa Farallón bajo la placa Suramericana por el cual se generó,
comenzó hace 200 millones de años y cesó hace aproximadamente 145 millones de años
(Bustamante et al, 2016).

Las metapelitas y metabasitas de grado medio pertenecientes al Complejo Cajamarca (Cordillera


Central de Colombia) se encuentran en contacto fallado con el Batolito de Ibagué, mostrando una
foliación muy marcada, localmente milonítica que indica un intenso metamorfismo dinámico-
térmico (Blanco-Quintero et al., 2014); además se encuentran fábricas magmáticas propias del
Batolito mostrando una deformación dúctil expresada en una ligera orientación preferencial de
anfíboles (Bustamante et al, 2016) y otros minerales como biotitas y cuarzos recristalizados
(Calderón, 2015).

De acuerdo con la distribución de la deformación que se pudo observar en las secciones delgadas
del sector norte del Batolito de Ibagué, se puede inferir que este cuerpo plutónico presenta
características de deformación variable sin un patrón espacial claro o un control estructural que
permita dividirlo en zonas de mayor o menor deformación. Es decir, se pueden encontrar rocas que
presentan características de deformación de alta temperatura tanto en la zona oriental como en la
occidental, sin que esto implique que se trate de cuerpos intrusivos distintos o formados en
condiciones tectónicas diferentes. De igual forma ocurre con las rocas no deformadas, las cuales son
comunes tanto al este como al oeste.

Rodríguez et al. (2017; 2018 y 2019) proponen que el sector norte del Batolito de Ibagué lo
componen dos cuerpos plutónicos distintos, uno más antiguo con edad de cristalización entre ca.
158 y 150 Ma y denominado Metatonalita de Anzoátegui localizado en el borde occidental y
sintectónico con la unidad de Neises y Anfibolitas de Tierradentro, que los mismos autores definen
como de edad de matamorfismo Jurásico. El segundo se localiza al este, con una edad de
cristalización entre ca. 145 a 138 Ma nombrado Tonalita de Ibagué y postectónico al metamorfismo
y magmatismo Jurásico del occidente. Rodríguez et al. (2017) argumentan dicha subdivisión con
base en que: i) hay una diferencia de edad de cristalización al oeste (más antigua) con respecto al
este (más joven), ii) la deformación al occidente se caracteriza por orientación mineral, desarrollo
local de estructura néisica y cuarzo policristalino, que interpretan como producto de recristalización
metamórfica; mientras que al oriente, la roca plutónica presenta una textura granular a
inequigranular y estructura isotrópica a localmente orientada en el contacto con las rocas
metamórficas de Tierradentro, a las cuales intruye. Además, Rodríguez et al. (2018) indican que el
evento metamórfico que dio origen a la unidad de anfibolitas y neises de Tierradentro se
correlaciona con el evento metamórfico colisional del Jurásico tardío ocurrido al oeste del Batolito
de Ibagué (Blanco-Quintero et al., 2014) y aducen que la relación entre el Batolito de Ibagué y la
unidad de Tierradentro es sintectónica.

Sin embargo, en dichos trabajos (Rodríguez et al., 2017; 2018 y 2019) no se discuten las edades U-
Pb obtenidas en circones de la unidad de Tierradentro (Bustamante et al., 2017), las cuales muestran
que los neises tienen edades de cristalización Pérmica (ca. 271) y las anfibolitas Triásicas (ca. 234
Ma). Los mismos autores presentan datos de isótopos de Hf en circones tanto de los neises
(Pérmicos), como de las anfibolitas (Triásicas), en donde concluyen que las rocas Pérmicas tienen
una afinidad con los granitoides y ortoneises asociados a la conformación de Pangea, mientras que
las Triásicas están asociadas con el registro máfico asociado a la separación de Pangea (revisión en
Spikings et al. 2019).

Adicionalmente, Cochrane et al. (2014), Spikings et al. (2015) y Bustamante et al. (2016) presentan
una serie de datos de geoquímica en roca total del Batolito de Ibagué, y la mayoría de estos datos
corresponden al sector norte de este Batolito. Estos trabajos concluyen que estas rocas tienen un
origen común, de arco magmático continental, demostrado en las tendencias de elementos
mayores y traza. Lo que no concuerda con la idea de que el sector norte de dicho Batolito pueda ser
separado en dos cuerpos distintos. Aunque Rodríguez et al. (2017; 2019) sugieren que hay una
tendencia de esta porción norte del Batolito de Ibagué a presentar edades de cristalización más
jóvenes hacia el este, y que por lo tanto serían dos cuerpos distintos al oeste (Metatonalita) y al este
(Tonalita), este criterio no es válido para separarlos debido a que es lo que comúnmente ocurre en
cuerpos plutónicos de esta naturaleza, asociados a arcos magmáticos continentales (e.g. Sierra
Nevada, Coast Mountain, Antioqueño, Patagonia), en donde hay un rejuvenecimiento de las edades
de cristalización hacia adentro del continente.

Se propone entonces, que el segmento norte del Batolito de Ibagué no podría ser dividido en dos
plutones de naturaleza distinta, debido a que no hay una tendencia preferencial en el grado de
deformación de este, ya que presenta características de deformación de alta temperatura (e.g. grain
boundary migration) tanto al este como al oeste, así como rocas sin deformación tanto en el borde
occidental como en el borde oriental. Las mayores deformaciones pueden estar asociadas a
movimiento más recientes de la falla de Ibagué en las muestras más al sur, mientras que aquellos
más al norte estarían asociados a fallas locales, posiblemente relacionadas con la falla Otú-Pericos.

Por otro lado, la geoquímica isotópica (Bustamante et al., 2017) también muestra que las rocas de
Tierradentro, Cajamarca e Ibagué son diferentes, además de que las edades de cristalización en los
neises y anfibolitas son claramente más antiguas que las del Batolito de Ibagué. Finalmente, se
puede considerar con base en los análisis paleomagnéticos hechos previamente por Bayona et al
(2006, 2010), se sugiere que los terrenos Jurásicos amalgamados se movieron desde el sur hacia el
norte a lo largo del margen Andino desde el Cretácico temprano, formando una margen
transpresiva, que podría ser el responsable de algunas de las características de deformación del
Batolito de Ibagué. Sin embargo, son necesarios análisis adicionales que permitan afinar la relación
entre la colisión que produjo el metamorfismo Jurásico (Blanco-Quintero et al., 2014) y la
deformación en algunos sectores del arco magmático Jurásico en los Andes del Norte.

La Cordillera Central por otro lado, se compone de un basamento polimetamórfico de edades


PermoTriásicas intruídas por una serie de cuerpos plutónicos de composición variable de edades
Jurásica tardía a Cretácica temprana (Vinasco et al., 2006; Villagómez et al., 2011; Restrepo et
al., 2011; Martens et al., 2014; Cochrane et al., 2014). Finalmente, la Cordillera Oriental está
compuesta de un basamento ígneo y metamórfico de edades Precámbricas y Paleozoicas, el
cual alberga rocas de edades Grenvillianas (Restrepo-Pace et al.,1997), y se encuentra cubierto
por secuencias sedimentarias deformadas de edades Paleozoicas y Mesozoicas tardías.

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