El Surgimiento de La Pedagogía Crítica
El Surgimiento de La Pedagogía Crítica
El Surgimiento de La Pedagogía Crítica
PRINCIPIOS FUNDAMENTALES
La pedagogía crítica resuena con la sensibilidad del símbolo hebreo tikkun, que
significa "curar, reparar y transformar al mundo"; todo lo demás es comentario.
Proporciona dirección histórica, cultural, política y ética para los involucrados en la
educación que aún se atreven a tener esperanza. Irrevocablemente comprometida con
el lado de los oprimidos, la pedagogía crítica es tan revolucionaria como los primeros
propósitos de los autores de la declaración de la independencia: dado que la historia
está fundamentalmente abierta al cambio, la liberación es una meta auténtica y puede
alumbrar un mundo por completo diferente.
Una de las mayores tareas de la pedagogía crítica ha sido revelar y desafiar el papel
que las escuelas desempeñan en nuestra vida política y cultural. Sobre todo en la
última década, los teóricos de la educación crítica han comenzado a ver a la escuela
como una empresa resueltamente política y cultural. Los avances recientes en la
sociología del conocimiento, la antropología cultural y simbólica, el marxismo cultural
y la semiótica han conducido a estos teóricos a ver a las escuelas no sólo como espacios
instruccionales, sino también como arenas culturales donde una heterogeneidad de
formas sociales e ideológicas suelen enfrentarse en una lucha irremisible por la
dominación. En este contexto, los teóricos críticos generalmente analizan a las escuelas
en una doble forma: como mecanismo de clasificación en el que grupos seleccionados
de estudiantes son favorecidos con base en la raza, la clase y el género, y como agencias
para dar poder social e individual.
Los teóricos críticos sostienen que los maestros deben comprender el papel que asume
la escuela al unir el conocimiento con el poder, para aprovechar ese papel para
el desarrollo de ciudadanos críticos y activos. El punto de vista tradicional de la
instrucción y el aprendizaje en el salón de clase como un proceso neutral antiséptico y
aislado de los conceptos de poder, política, historia y contexto ya no puede ser sostenido
con verosimilitud. De hecho, los investigadores críticos han dado primacía a lo social, lo
cultural, lo político y lo económico para comprender mejor la forma en que trabaja la
escuela contemporánea, para una revisión y análisis crítico de esta literatura.
Cultura
Los teóricos críticos ven a la escuela como una forma de política cultural; la escuela
siempre representa una introducción, una preparación, y una legitimación de formas
particulares de vida social. Está siempre implicada en las relaciones de poder, en las
prácticas sociales y en la aprobación de las formas de conocimiento que apoyan o
sostienen una visión específica del pasado, del presente y del futuro. En general, los
teóricos críticos sostienen que las escuelas siempre han funcionado en formas que
racionalizan la industria del conocimiento en estratos divididos de clase, que reproducen
la desigualdad, el racismo y el sexismo y que fragmentan las relaciones sociales
democráticas mediante el énfasis en la com-petitividad y el etnocentrismo cultural.
Aunque la pedagogía crítica está en deuda con una amplia variedad de tradiciones
intelectuales europeas, también se nutre de una única tradición estadunidense que se
extiende desde la corriente principal del movimiento progresista de John Dewey,
William Kilpatrick y otros, hasta los esfuerzos más radicales de los re-construccionistas
sociales de los años veinte tales como George Counts y la obra de Dwayne Huebner,
Theodore Brameld yjames McDonald.
En términos de Roger Simón, la pedagogía debe ser distinguida de la enseñanza.
"Pedagogía" [se refiere] a la integración en la práctica del contenido y el diseño
curricular particular, las estrategias y técnicas del salón de clase y la evaluación, los
propósitos y métodos.
Todos estos aspectos de la práctica educacional se reúnen en la realidad de lo que ocurre
en el salón de clases. Juntos organizan una imagen de cómo el trabajo de un maestro en
un contexto institucional especifica una versión particular de qué conocimiento es más
valioso, qué significa conocer algo y cómo podemos construir representaciones de
nosotros mismos, de los demás y de nuestro ambiente social y físico. En otras palabras,
hablar de pedagogía es hablar simultáneamente de los detalles de lo que los estudiantes
y los otros deben hacer juntos y de las políticas culturales que tales prácticas sostienen.
En esta perspectiva, no podemos hablar de prácticas de enseñanza sin hablar de política.
Economía
Desafortunadamente, en su discusión del "pensamiento crítico" los neoconservadoras y
los liberales han neutralizado el término crítico por su uso repetido e impreciso,
removiendo sus dimensiones políticas y culturales y lavando su potencial de análisis
para que signifique "habilidades de pensamiento". En sus términos, la enseñanza se
reduce a un mero ayudar a los estudiantes a que adquieran más altos niveles de
habilidades cognoscitivas. Poca atención se pone al propósito al cual esas habilidades
están dirigidas. La visión moral que subyace en este punto de vista alienta a los
estudiantes a tener éxito en el difícil mundo competitivo de las formas sociales
existentes.
Al definir el éxito académico casi exclusivamente en términos de crear trabajadores
cumplidos, productivos y patrióticos, el nuevo programa conservador para una "nación
resurgente" evade cualquier compromiso por formar ciudadanos críticos y
comprometidos. En cambio, los estudiantes son vistos como la futura vanguardia de la
restauración económica de Estados Unidos. Los teóricos críticos han respondido a la
nueva derecha sosteniendo que la creciente adopción de pedagogías de tipo
administrativo y los esquemas orientados a cumplir con la lógica de las demandas del
mercado ha dado lugar a propósitos políticos que promueven activamente la
desespecialización de los maestros. Esto es más evidente en la proliferación de
programas de estudios enviados por el estado que claman ser a "prueba de maestros", lo
cual reduce efectivamente el papel del maestro al de un empleado semientrenado y mal
pagado. La agenda neoconservadora en efecto, ha detenido el avance de la democracia
en nuestras escuelas. Los neocon-servadores rechazan el punto de vista de que las
escuelas deberían ser espacios para la transformación social y la emancipación donde
los estudiantes sean educados no solamente para ser pensadores críticos, sino también
para ver el mundo como un lugar donde sus acciones pueden tener efecto.
La pedagogía crítica se funda en la convicción de que para la escuela es una prioridad
ética dar poder al sujeto y a la sociedad sobre el dominio de habilidades técnicas, que
están primordialmente atadas a la lógica del mercado de trabajo (aunque debería
resaltarse que el desarrollo de habilidades ciertamente es importante). La preocupación
por la dimensión moral de la educación ha llevado a los académicos críticos a
emprender una reconstrucción socialmente crítica de lo que significa "ser escolarizado".
Destacan que cualquier práctica pedagógica genuina exige un compromiso con la
transformación social en solidaridad con los grupos subordinados y marginados, lo que
por necesidad implica una opción preferencial por el pobre y por la eliminación de las
condiciones que permiten el sufrimiento humano. Tales teóricos impugnan el hincapié
que la democracia liberal hace en el individualismo y la autonomía respecto de las
necesidades de los demás.
De acuerdo con los teóricos de la educación crítica, el análisis de la escuela emprendido
por los críticos liberales y conservadores necesariamente favorece los intereses de la
cultura dominante. La perspectiva liberal, sobre todo ha sido reapropiada por la misma
lógica que se propone criticar. En contraste la perspectiva crítica nos permite hacer un
escrutinio de la escuela más persistente en términos de raza, clase, poder y género.
Los estadunidenses por tradición han asumido que las escuelas funcionan como
mecanismos para el desarrollo del orden social igualitario y democrático. Los teóricos
críticos argumentan lo contrario y sugieren que las escuelas no pro- ¡ porcionan
oportunidades en la amplia corriente humanista occidental para dar ] poder al sujeto
y a la sociedad, sino que trabajan contra esas oportunidades. La pedagogía crítica
también desafía el supuesto de que las escuelas operan como espacios mayores de
movilidad social y económica. Teóricos como Michael Apple sostienen que la escuela
norteamericana no ha cumplido su promesa de una reforma igualitaria y de hecho no
proporciona oportunidades a muchos grupos de estudiantes de convertirse en
ciudadanos críticos y activos. Más bien, sostienen, las recompensas económicas de la
escuela son muy diferentes para los ricos que para los que se encuentran en desventaja.
En sus intentos por desacreditar la creencia popular de que las escuelas son instituciones
fundamentalmente democráticas, los académicos críticos han comenzado a desentrañar
las formas en que los programas escolares, los conocimientos y la política dependen del
mercado de trabajo corporativo y las necesidades de la economía. Su meta es
desenmascarar la desigualdad de los intereses particulares en competencia dentro del
orden social que impiden la igualdad de oportunidades.
Advierten a los educadores contra la idea de que tanto los conservadores como los
liberales ofrecen una plataforma verdaderamente progresista. En su opinión, no se
pueden tomar decisiones a partir de criterios de valor transparentes y desinteresados, y
ninguna práctica educacional -tanto si se centra en la cuestión de la excelencia, la
evaluación o la responsabilidad- es nunca inocente respecto de los contextos sociales,
económicos e institucionales en los que la educación ocurre. En cambio, sugieren que la
escuela siempre debe ser analizada como un proceso cultural e histórico, en el que
grupos selectos ocupan relaciones asimétricas de poder de acuerdo con agrupamientos
específicos de raza, clase y género. En otras palabras, los académicos críticos rechazan
la tarea que el capitalismo les asigna como intelectuales, como maestros y como
teóricos sociales, de servir pasivamente a las situaciones ideológicas e institucionales
existentes en las escuelas públicas. Estos académicos creen que las escuelas sirven a los
intereses de la riqueza y del poder, mientras al mismo tiempo descalifican los valores y
las habilidades de los estudiantes más desposeídos de nuestra sociedad: las minorías, los
pobres y las mujeres. En resumen, los maestros de la tradición crítica sostienen que la
corriente educativa dominante mantiene una tendencia esencialmente injusta que da
como resultado la trasmisión y la reproducción de la cultura del statu quo dominante.
Parte central de su intento por reformar la educación pública es el rechazo del énfasis en
la predictibilidad y la medición científicas que se ha alojado tácitamente en los modelos
de planeación curricular y en otros enfoques teóricos de la práctica educacional. Los
teóricos críticos impugnan la relación, pocas veres disputada, entre la escuela y la
sociedad, desenmascarando la pretensión de la pedagogía dominante de que provee
igualdad de oportunidades y acceso a la democracia igualitaria y al pensamiento crítico.
Los académicos críticos rechazan la idea de que la escuela constituya un proceso
apolítico y no axiológico. De lucho, sostener que las escuelas son instituciones
meritocráticas es una tautolev gía: los alumnos exitosos son aquellos a quienes la
escuela recompensa. Si ocurre que alguien tiene éxito, debe ser a causa de sus méritos
individuales. Falta en esta lógica el reconocimiento de que los estudiantes provenientes
de ambientes blancos y ricos obtienen privilegios por encima de los provenientes de
otros grupos no por méritos sino por la ventaja que conllevan el dinero y un alto estatus
social. La pedagogía crítica intenta proporcionar a maestros e investigadores mejores
medios para comprender el papel que desempeñan en realidad las escuelas dentro de
una sociedad dividida en razas, clases y géneros, y en este esfuerzo, los teóricos han
establecido categorías o conceptos para cuestionar las experiencias de los estudiantes,
los textos, las ideologías de los maestros, y los aspectos de la política escolar que los
análisis conservadores y liberales con frecuencia dejan sin explorar. En efecto, la
pedagogía crítica ha definido con nitidez las dimensiones políticas de la educación, al
sostener que las escuelas operan principalmente para reproducir los valores y privilegios
de las élites. La pedagogía crítica se compromete con las formas de aprendizaje y acción
emprendidas en solidaridad con los grupos subordinados y marginados, y además de
cuestionar los presupuestos de la educación, los teóricos críticos están dedicados a los
imperativos emancipatorios de dar poder al sujeto y de la transformación social
Los pedagogos críticos quisieran sacar la teoría de la academia e incorporarla a la
práctica educacional. Ellos le arrojan el guante a los que, como el secretario de
Educación del presidente Reagan, William Bennett, desean que en las escuelas sólo se
enseñe a los estudiantes la gran herencia cultural de Estados Unidos3 y aspiran a
proporcionar a los maestros las categorías o conceptos críticos que los capacite para
analizar a las escuelas como lugares que producen y trasmiten esas prácticas sociales
que reflejan los imperativos ideológicos y materiales de la cultura dominante.
Los educadores críticos sostienen que somos responsables no sólo por cómo actuamos
individualmente en la sociedad, sino también del sistema en el que participamos. Los
teóricos críticos proponen algo que puede ser etiquetado como surrealismo pedagógico:
intentan hacer familiar lo extraño y extraño lo familiar y comienzan a "relativizar" las
escuelas como medios normalizadores -es decir, como instrumentos que en esencia
legitiman las relaciones y prácticas sociales existentes, sancionándolas como normales y
naturales- desmantelando y reordenando las reglas y códigos artificiales que maquillan
la realidad en el salón de clase. A diferencia del humanista que comienza con lo
diferente y lo vuelve comprensible, el teórico crítico-educacional ataca lo familiar,
trastornando los lugares comunes.4 Los teóricos críticos intentan ir más allá de la
cuestión convencional de qué significa la escuela planteando en su lugar la cuestión más
importante de cómo la escuela ha venido a significar lo que significa. El resultado es
que las escuelas -frecuentemente vistas como instrumentos socializantes que ayudan a
que la sociedad produzca ciudadanos inteligentes, responsables, comprometidos y
hábiles- resultan ser instituciones extrañas y perturbadoras que no sólo enseñan cosas
sino que también producen sujetos humanos irreflexivos que, en sus actividades diarias,
practican las ideologías de la cultura dominante.
Los teóricos educacionales críticos sostienen que el marxismo no ha sido tomado con
seriedad en este país como medio de análisis sociohistórico; los teóricos marxistas y
aquellos que trabajan dentro de las tradiciones del pensamiento social radical en deuda
con el marxismo suelen estar sujetos a la reacción de la "marxo-fobia". Aunque muchos,
si no la mayor parte de los teóricos críticos, trabajan fuera de la tradición marxista
ortodoxa y no consideran al capitalismo un mal irrevocable, ellos insisten en que el
modelo de explotación ha producido una racionalidad económica que infunde ideas
comunes a las cuestiones sociales y educacionales y continúa contribuyendo a los
problemas sociales masivos tales como el racismo, el sexismo y el clasismo. Para
asegurar que todos los individuos tengan derechos sobre la plusvalía que su trabajo
genera, los educadores críticos sostienen que los responsables de nuestro actual grado
de capitalismo deben mantener obligaciones morales. Se necesita una nueva ética
económica que ayude a guiar y eventualmen-te a redefinir una política económica del
interés de todos, que tenga la visión y el poder para contraponerse a los efectos
deshumanizantes del moderno capitalismo del consumo. Esto sólo puede lograrse
derrocando a la propia sociedad capitalista en favor de una sociedad en la que el
desarrollo pleno del individuo sea la base para el desarrollo pleno de la sociedad.
Los educadores críticos cuestionan la base misma del financiamiento escolar. ¿Por qué -
preguntan- se toma el impuesto predial como base para otorgar financiamiento a las
escuelas, garantizando así que los hijos de los ricos y los privilegiados hereden mejores
escuelas en términos de recursos, salarios a maestros, aseo en los edificios, etc.? ¿Por
qué los gobiernos estatales y federal no se hacen responsables de financiar plenamente
la educación? Después de todo, el gobierno federal asume la responsabilidad de
operaciones como Tormenta del Desierto, ¿no? Los educadores críticos se oponen a la
desregulación y a abrir el éxito de la enseñanza escolar a la lógica del mercado,
supuestamente mediante nuevos esquemas "optativos" y planes clasificatorios. Dejar
que el mercado "ecualice" la educación mediante clasificaciones sólo exacerbará la
disparidad de oportunidades entre los estudiantes ricos y los pobres: las escuelas de
barrio pobre se vendrían abajo. "Optativo" significa que los pobres tengan la "libertad"
de hacerse más pobres, mientras a los ricos se les da la "opción" de volverse más ricos.
"Optativo" significa educación tipo Jim Crow* en los noventa.
Los esquemas optativos necesitan mejorar las condiciones de las escuelas de bajo
desempeño o, de lo contrario, el financiamiento estatal menguará debido a la
disminución en el número de inscripciones, y los estudiantes y maestros serán
transferidos a otras escuelas.
De hecho, algunos educadores críticos (me incluyo entre ellos) ponen en tela de juicio
los cimientos mismos del orden social capitalista global.
Por ejemplo, The Cosby show, en la televisión comercial, lleva el mensaje de que hay un
camino social en Estados Unidos para que los negros sean doctores y abogados exitosos.
Esta imagen favorable de los negros, no obstante, enmascara el hecho de que la mayor
parte de los negros en ese país viven en una posición subordinada a la cultura dominante
blanca con respecto al poder y al privilegio. La cultura dominante asegura la hegemonía
trasmitiendo y legitimando ideologías, como en The Cosby show, que reflejan y dan
forma a la resistencia popular a los estereotipos, pero que en la práctica hacen poco por
desafiar las bases reales de poder de los grupos dominantes.
La ideología dominante frecuentemente alienta a las ideologías oposicionales y tolera
las que desafían su propia racionalidad, dado que absorbiendo esos valores
contradictorios, ellas serán cada vez menos capaces de domesticar los valores
conflictivos y contradictorios. Esto se debe a que la sujeción hegemónica del sistema
social es tan fuerte que en general puede resistir la disensión y de hecho neutralizarla
como oposición simbólica. Durante mis días de enseñanza en el gueto suburbano, los
bailes escolares en el gimnasio solían celebrar los valores, los significados y el placer de
la vida en la calle -algunos de los cuales podían ser considerados oposicional espero
eran tolerados por la administración porque ayudaban a disminuir la tensión en la
escuela. Se permitía a los estudiantes un espacio simbólico por un tiempo limitado, si
bien no revistió nada concreto en términos de la subordinación cotidiana de los
estudiantes y sus familias.
La principal cuestión para los maestros que intentan ser conscientes de las ideologías
que modelan su propia enseñanza es: ¿Cómo ciertas prácticas se han vuelto tan
habituales o naturales en los ambientes escolares que los maestros las aceptan como
normales, no problemáticas y esperadas? ¿Con qué frecuencia, por ejemplo, cuestionan
los maestros prácticas tales como la estratificación, el agrupamiento por habilidades, la
graduación competitiva, los enfoques pedagógicos centrados en el maestro y el uso de
recompensas y castigos como estrategias de control? El punto aquí es comprender que
estas prácticas no están cinceladas en piedra, sino que están, en realidad, socialmente
construidas; entonces, ¿cómo está estructurada ideológicamente la sabuduría destilada
de la teorización educativa tradicional? ¿Qué constituye los orígenes y legitimidad de
las prácticas pedagógicas dentro de esta corriente?
¿Hasta qué grado esas prácticas pedagógicas sirven para dar el poder al estudiante y
hasta qué grado operan como formas de control social que apoyan, estabilizan y
legitiman el papel del maestro como guardián moral del estado? ¿Cuáles son las
funciones y los efectos de la imposición sistemática de las opiniones ideológicas en las
prácticas docentes en el aula?
En mi diario, ¿qué caracterizó las bases ideológicas de mi propia práctica de enseñanza?
¿En qué forma el "ser escolarizado" capacita y a la vez contiene las subjetividades de
los estudiantes? Uso aquí la palabra "subjetividad" para significar formas de
conocimiento que son tanto conscientes como inconscientes y que expresan nuestra
identidad como agentes humanos. La subjetividad relaciona el conocimiento diario en
sus formas socialmente construidas e históricamente producidas. A continuación,
podemos preguntar: ¿Cómo las prácticas ideológicas dominantes de los maestros
ayudan a estructurar las subjetividades de los estudiantes? ¿Cuáles son las posibles
consecuencias de esto, para bien o para mal?
Prejuicio
Prejuicio es el juicio anticipado y negativo de individuos y grupos a partir de evidencias
no reconocidas, infundadas e inadecuadas. Como estas actitudes negativas ocurren con
mucha frecuencia, adquieren un carácter de sentido común o ideológico que suele
emplearse para justificar los actos de discriminación.
La pedagogía crítica está fundamentalmente interesada en la comprensión de la relación
entre el poder y el conocimiento. Los programas escolares dominantes separan el
conocimiento de la cuestión del poder y lo tratan en una forma pasiva y técnica; el
conocimiento es visto en términos abrumadoramente instrumentales como algo para ser
dominado. Ese conocimiento es siempre una construcción ideológica vinculada a
intereses particulares y las relaciones sociales generalmente reciben poca atención en
los programas educativos. El trabajo del filósofo francés Michel Foucault es crucial para
entender la naturaleza socialmente construida de la verdad y su inserción en las
relaciones entre conocimiento y poder. El concepto de Foucault de "poder y
conocimiento" extiende la noción más allá de su uso convencional entre filósofos y
teóricos sociales quienes, como John Dewey, han entendido el poder como "la suma de
condiciones disponibles para conseguir el fin deseable".19 Para Foucault, el poder viene
de todas partes, de arriba y de abajo; "está siempre ahí" y está inextricablemente
implicado en las menores relaciones de dominación y resistencia.
Discurso
Las relaciones de poder se inscriben en lo que Foucault llama discurso o una familia de
conceptos. Los discursos están hechos de prácticas discursivas que él describe como "un
cuerpo de reglas anónimas, históricas, siempre determinadas en el tiempo y en el
espacio que han definido para un periodo dado y para un área social, económica,
geográfica o lingüística dada, las condiciones de operación de la función enunciativa".
Las prácticas discursivas, por tanto, se refieren a las reglas por las cuales se forman los
discursos, las reglas que gobiernan lo que puede ser dicho y lo que debe permanecer
callado, quién puede hablar con autoridad y quién debe escuchar. Las instituciones
sociales y políticas, como las escuelas y las instituciones penales, son gobernadas por
prácticas discursivas. "Las prácticas discursivas no son pura y simplemente formas de
producir discurso. Están incorporadas en los procesos técnicos, en las instituciones, en
los patrones de conducta general, en formas de transmisión y difusión, y en formas
pedagógicas que, al mismo tiempo, las imponen y mantienen."21
Para la educación, el discurso puede definirse como un "sistema regulado de
planteamientos" que establecen diferencias entre los campos y las teorías de la
formación de docentes; no son "simplemente palabras sino que se materializan en la
práctica de las instituciones, patrones de conducta y en formas de pedagogía".22
Desde esta perspectiva, podemos considerar los discursos dominantes (los producidos
por la cultura dominante) como "regímenes de verdad", como economías generales de
poder y conocimiento o como formas múltiples de restricción. En el ambiente del salón
de clase, los discursos educativos dominantes determinan qué libros se pueden usar, qué
enfoques del aula deberíamos emplear (dominio de habilidades, método socrático, etc.)
y qué valores y creencias deberíamos trasmitir a nuestros estudiantes.
Por ejemplo, los discursos neoconservadores sobre el lenguaje en el salón de clase ven
el habla de la clase trabajadora como subsocializada y deficiente. El discurso liberal
opina que ese lenguaje es sólo distinto. Del mismo modo, ser alfabetizado es para el
discurso conservador adquirir información básica sobre la cultura estadunidense (fechas
de batallas, pasajes de la constitución, etc.). El discurso conservador se enfoca sobre
todo en los trabajos de los "grandes hombres". Un discurso liberal sobre alfabetización
cultural incluye el conocimiento generado por las mujeres y las minorías. Un discurso
crítico enfoca los intereses y supuestos que conforman la misma generación del
conocimiento. Un discurso crítico es también autocrítico y deconstruye los discursos
dominantes en cuanto están listos para ejercer la hegemonía. Un discurso crítico puede,
por ejemplo, explicar cómo el conocimiento de alto nivel (las grandes obras del mundo
occidental) pueden emplearse para enseñar conceptos que refuercen el statu quo. Los
discursos y las prácticas discursivas influyen en cómo vivimos nuestras vidas como
sujetos conscientes; moldean nuestras subjetividades (nuestras formas de comprender al
mundo) porque es sólo en el lenguaje y mediante el discurso que la realidad social
puede otorgar significados. No todos los discursos tienen el mismo peso, pues algunos
explicarán y justificarán la conveniencia del statu quo y otros proporcionarán un
contexto para resistir a las prácticas sociales e institucionales.23
Esto reafirma nuestro argumento de que el conocimiento (la verdad) es social-mente
construido, culturalmente mediado e históricamente situado. Cleo Cherry-holmes
sugiere que "los discursos dominantes determinan lo que cuenta como verdadero,
importante, relevante y de lo que se habla. Los discursos son generados y gobernados
por reglas y poder".24 La verdad no puede ser dicha en ausencia de las relaciones de
poder y cada relación necesariamente enuncia su propia verdad. Foucault retira la
verdad de la esfera de lo absoluto; la verdad es entendida sólo como cambios en la
determinación de lo que puede contar como verdadero.
La verdad es cosa de este mundo: es producida sólo en virtud de formas múltiples de
restricción. E induce efectos regulares de poder. Cada sociedad tiene su régimen de
operar como verdad; los mecanismos e instancias que capacitan para distinguir
planteamientos verdaderos y falsos y los medios por los cuales cada uno es sancionado;
las técnicas y procedimientos considerados valiosos en la adquisición de verdad; el
estatus de los que están encargados de decir lo que cuenta como verdadero.25
Según el punto de vista de Foucault, la verdad (la verdad educacional, la verdad
científica, la verdad religiosa, la verdad legal o la que sea) no debe ser entendida como
un conjunto de "leyes descubiertas" que existen fuera de las relaciones de poder y
conocimiento y las cuales de algún modo corresponden a lo "real". No podemos
"conocer" la verdad por medio de sus "efectos". La verdad no es relativa (en sentido de
que las 'Verdades" proclamadas por varios individuos y sociedades sean todas iguales
en sus efectos) sino que es relaáonál (los planteamientos considerados
"verdaderos" son dependientes de la historia, el contexto cultural y las relaciones de
poder que operan en una sociedad dada, disciplina, institución, etc.). La cuestión crucial
aquí es que si la verdad es relacional y no absoluta, ¿qué criterios podemos usar para
guiar nuestras acciones en el mundo? Los educadores críticos sostienen que la praxis
(las acciones informadas) debe ser guiada por la fró-nesis (la disposición a actuar
verdadera y correctamente).
Esto significa, en términos críticos, que las acciones y el concomimiento deben estar
dirigidos a eliminar el dolor, la opresión, la desigualdad y a promover la justicia y la
libertad.
Laurence Grossberg habla de la postura crítica sobre la verdad y la teoría cuando
sostiene que la verdad de una teoría sólo puede ser definida por su capacidad para
intervenir, para darnos una diferente y tal vez mejor habilidad para enfrentarnos con las
relaciones que constituyen su contexto. Si ni la historia ni los textos dicen su propia
verdad, la verdad tiene que ser conquistada; y esto es, en consecuencia, inseparable de
las relaciones de poder.26
Una comprensión de la relación entre poder y conocimiento plantea importantes
cuestiones en torno a con qué clase de teorías deberían trabajar los educadores y qué
conocimiento pueden dar para habilitara, sus estudiantes. Habilitar significa no sólo
apoyar a los estudiantes a comprender y abordar el mundo que los rodea, sino también
capacitarlos para tener el valor necesario para cambiar el orden social donde sea preciso.
Los maestros necesitan reconocer que las relaciones de poder corresponden a las
formas de conocimiento escolar que distorsionan la comprensión y producen lo que es
comúnmente aceptado como "verdad". Los educadores críticos afirman que el
conocimiento debe ser analizado en términos de si es o no opresivo y explotador y no en
términos de si es 'Verdadero". Por ejemplo, ¿qué clase de conocimiento construimos
acerca de las mujeres y los grupos minoritarios en los textos escolares?
¿Los textos que usamos en clase promueven imágenes esterotípicas que refuerzan las
actitudes racistas, sexistas y patriarcales? ¿Cómo tratamos el conocimiento que los
estudiantes de la clase trabajadora aportan a las discusiones de clase y al trabajo
escolar? ¿Devaluamos inconscientemente tal conocimiento y por tanto negamos las
voces de estos estudiantes?
El conocimiento debería ser examinado no sólo por las formas en las que pudiera
subrepresentar o mediatizar la realidad social, sino también por las formas en las que
refleja en efecto la lucha diaria por la vida. Debemos comprender que el conocimiento
no sólo distorsiona la realidad sino que también proporciona fundamentos para entender
las condiciones actuales que conforman la vida diaria. Los maestros, pues, deberían
examinar el conocimiento tanto por lo que no representa o margina de visiones
particulares como por la forma en que proporciona una comprensión más profunda de
cómo el mundo del estudiante es de hecho construido. El conocimiento adquirido en los
salones de clase debería ayudar a los estudiantes a participar en las cuestiones vitales
que afectan su experiencia cotidiana antes que simplemente para conservar como en
relicario los valores del pragmatismo de los negocios. El conocimiento escolar debería
tener una meta más emancipatoria que la de maquilar trabajadores (capital humano) y
ayudar a las escuelas a convertirse en la ciudadela de la ideología corporativa.27 El
conocimiento escolar debería ayudar a crear las condiciones productivas para la
autodeterminación del estudiante en la sociedad.
PEDAGOGÍA CRITICA: UNA REVISIÓN DE LOS PRINCIPALES CONCEPTOS
LA PEDAGOGÍA CRÍTICA Y EL CURRÍCULUM
Desde la perspectiva de los teóricos críticos de la educación, el curriculum representa
mucho más que un programa de estudio, un texto escolar, o un resumen de un curso.
Más bien, representa la introducción a una forma particular de vida y sirve en parte
para preparar a los estudiantes para ocupar posiciones dominantes o subordinadas en
la sociedad.^ El curriculum favorece ciertas formas de conocimiento sobre otras y
afirma los sueños, deseos y valores de grupos selectos de estudiantes sobre otros grupos
y a menudo discrimina a partir de la raza, la clase y el género. En general, los teóricos
críticos están interesados en cómo las descripciones, discusiones y representaciones en
los libros de texto, materiales curriculares, contenidos de cursos y relaciones sociales
materializadas en la práctica en las aulas benefician a los grupos dominantes y excluyen
a los subordinados. En este contexto, frecuentemente se refieren al curriculum oculto.
El curriculum oculto se refiere a los resultados explícitos del proceso escolar. Los
educadores críticos reconocen que las escuelas moldean a los estudiantes tanto por
medio de las situaciones de aprendizaje estandarizadas, como por otros recursos que
incluyen reglas de conducta, organización del salón de clase y procedimientos
pedagógicos informales usados por los maestros con grupos específicos de
estudiantes.29 El curriculum oculto también incluye los estilos de enseñanza y
aprendizaje que son enfatizados en el salón de clase, los mensajes que trasmiten al
estudiante el ambiente físico e instruccional total, las estructuras de gobierno, las
expectativas del maestro y los procedimientos de clasificación.
El curriculum oculto trata de las formas tácitas en las que el conocimiento y la conducta
son construidos, fuera de los materiales usuales del curso y de las lecciones
formalmente programadas. Es parte de la "presión" burocrática y administrativa de la
escuela -las fuerzas combinadas por las que los estudiantes son inducidos a cumplir con
las ideologías dominantes y las prácticas sociales referidas a la autoridad, la conducta y
la moralidad. ¿El director expulsa a los que ofenden a la escuela o sólo los reprende de
palabra? ¿Es el carácter de la oficina del director invitante y hostil? ¿La administración
y los maestros muestran respeto a los otros maestros y a los estudiantes? Las respuestas
a estas interrogantes ayudan a definir el curriculum oculto, que se refiere entonces a los
conjuntos de conductas, no relacionados con las materias, seguidos por los estudiantes.
Con frecuencia, el curriculum oculto desplaza los ideales educacionales profesados y las
metas del maestro del salón de clase o de la escuela. Sabemos, por ejemplo, que los
maestros inconscientemente dan mayor atención, alabanzas y ayuda académica a los
niños que a las niñas. Un estudio reportado en Psychology Today sugiere que los
estereotipos de las mujeres como charlatanas y chismosas son tan fuertes que cuando a
los grupos de administradores y maestros se les muestran películas de discusiones en el
salón de clase y se les pregunta quién está hablando más, la gran mayoría de los
maestros elige a las chicas. En la realidad, no obstante, los chicos de esa película hablan
más que las chicas, con una razón de tres a uno. El mismo estudio también sugiere que
los maestros se comportan de manera diferente, dependiendo de si los chicos o las
chicas responden durante las discusiones en el salón de clase. Cuando los chicos piden
la palabra para hacer comentarios sin levantar la mano, por ejemplo, los maestros
generalmente aceptan sus participaciones; las chicas, en cambio, son reprimidas por la
misma conducta. El mensaje oculto es "los niños deben ser académicamente agresivos
mientras las niñas deberían permanecer pasivas y guardar compustura". Además, los
maestros tienen doble probabilidad de dar detalladas instrucciones sobre cómo hacer las
cosas por sí mismos a los hombres; por el contrario, a las estudiantes blancas es más
probable que les hagan la tarea. No es sorprendente que a los chicos se les esté
enseñando independencia y a las chicas dependencia.30 El sexismo en el salón de clase
como función del curriculum oculto da como resultado el reconocimiento inconsciente y
no intencionado del poder y los privilegios de los hombres sobre las mujeres y da cuenta
de muchos de los siguientes resultados:
Aunque en la escuela, las chicas comienzan a leer y aprenden computación básica antes
que los hombres, cuando ambos se gradúan de secundaria los chicos tienen más altas
puntuaciones en la medición en ambas áreas.
En la secundaria, algunas chicas están menos inclinadas a una carrera, aunque sus
puntuaciones y pruebas de rendimiento puedan ser tan buenas como.las de los chicos.
El interés de muchas chicas se enfoca al matrimonio o a los trabajos estereotipados
como femeninos. Algunas mujeres pueden sentir que los hombres desaprueban el que
las mujeres usen su inteligencia.
Es menos probable que las chicas tomen cursos de matemáticas y ciencias y participen
en programas especiales o para superdotados en estas materias, incluso aunque tengan
talento para realizarlos. También es mucho más probable creer que ellas son incapaces
de cursar matemáticas y ciencias en un colegio y que eviten esas materias.
Es más probable que las chicas atribuyan el fracaso a factores internos tales como la
capacidad, antes que a factores externos tales como la suerte.
El juego de la comunicación sexista se da tanto en el trabajo como en la escuela. Como
reportaron numerosos estudios, ocurre así:
Los hombres hablan más e interrumpen frecuentemente a las mujeres.
Los que escuchan recuerdan más lo que dicen los hombres que lo que dicen las mujeres,
aun cuando usen un estilo de hablar similar y cubran idéntico contenido.
Las mujeres participan menos activamente en la conversación; se la pasan
preferentemente sonriendo y observando; a menudo son espectadoras pasivas en las
conversaciones profesionales y sociales aunque estén entre iguales.
Las mujeres suelen transformar los planteamientos afirmativos en comentarios
tentativos. Esto lo hacen usando calificadores ("clase de" o "supongo") y preguntando
("es una buena película, ¿no es cierto?"). Estos patrones tentativos debilitan el impacto
y significan una falta de poder e influencia.31
Naturalmente, la mayor parte de los maestros tratan con empeño de no ser sexistas. El
curriculum oculto continúa operando, no obstante, a pesar de lo que prescribe el
curriculum abierto. El curriculum oculto puede en efecto ser comparado con lo que el
educador australiano Doug White llama el curriculum multinacional. Para White, El
curriculum multinacional es el curriculum de los universales incorpóreos, del
pensamiento como máquina procesadora de información, de conceptos y habilidades sin
juicio moral y social pero con un enorme poder de manipulación. Ese curriculum
propuso la elevación de las habilidades abstractas sobre el contenido particular, de los
principios cognitivos universales por encima de las condiciones reales de vida.32
White nos recuerda que ningún curriculum, política o programa es ideológica o
políticamente inocente, y que el concepto de curriculum está inextricablemente
relacionado con cuestiones de clase social, cultura, género y poder. Por supuesto, ésta
no es la forma en que tradicionalmente es comprendido y discutido el curriculum en la
formación de maestros. El curriculum oculto entonces, se refiere a los resultados de
aprendizaje no abiertamente reconocidos por los estudiantes; pero debemos recordar que
no todos los valores, actitudes o patrones de conducta que son producidos por el
curriculum oculto en los ambientes educacionales son necesariamente malos. El punto
en cuestión es identificar los supuestos estructurales y políticos sobre los cuales
descansa el curriculum oculto e intentar cambiar los arreglos institucionales del salón de
clase lo suficiente como para contrarrestar los resultados más antidemocráticos y
opresivos.
El curriculum como una forma de política cultural
Los teóricos críticos de la educación ven al curriculum como una forma de política
cultural, esto es, como parte de la dimensión sociocultural del proceso escolar.