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La Inmadurez en Las Adicciones

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La Inmadurez en las Adicciones

I. "DEL CONOCIMIENTO NACE EL AMOR..."


II. QUE ES LA INMADUREZ
III. "SU MAJESTAD, EL BEBÉ"
IV. EL ETERNO BEBÉ: CARACTERÍSTICAS
V. EL PROBLEMA CENTRAL
VI. LAS DOS CARAS DEL ETERNO INFANTE
VII. EL COSTOSO ESPECTÁCULO DE LAS CARETAS
VIII. LA COMBINACIÓN EXPLOSIVA Y MORTAL
IX. AQUÍ, NO PASA NADA
X. EL TORTUOSO CAMINO DE REGRESO
XI. LOS OBSTÁCULOS
XII. EL TRIÁNGULO PERFECTO

XIII. LA BUENA COMPAÑÍA

DEL CONOCIMIENTO NACE EL AMOR...

La palabra clave para entender la personalidad adicta, la de aquel o aquella


persona que en algún momento de su vida llega a depender de las sustancias
psicoactivas (alcohol, marihuana, cocaína, tranquilizantes, inhalantes, etc...) es
la de INMADUREZ.

Esta es una característica tanto del hombre como de la mujer adictos, y no


tiene sentido desconocer que durante toda su vida tendrán que luchar en
contra de esta peculiar manera de ser, o lo que es igual: su inmadurez siempre
será un obstáculo para que logren vivir sobrios y libres de la influencia de las
drogas.

Se puede abandonar la bebida, hacer de lado la cocaína, o la marihuana,


excluir de tajo a los tranquilizantes y borrar todo deseo de ingerir cualquier
sustancia psicoactiva, pero...eso no va a garantizar tranquilidad, ni paz, ni
sobriedad, ni vida satisfactoria, ni mejoría notoria en nuestras vidas. Aún más:
podemos conocer y practicar los programas de los doce pasos (Alcohólicos
Anónimos, Narcóticos Anónimos) tener la aceptación de la enfermedad, haber
sufrido en carne propia lo que significa la verdadera derrota y finalmente caer
en cuenta de que hay un enemigo interno que va a impedir el crecimiento, tan
necesario para cada adicto y tan divulgado y ofrecido por los programas de los
grupos de auto-ayuda

¿Cuál es ese enemigo interno?


En este folleto que tienes ahora en tus manos, descubrirás de manera sencilla
y paulatina, la naturaleza exacta, los alcances y proporciones de un enemigo
que llevas a cuestas y que es un compañero indeseable (pero real) en el
camino a tu sobriedad. Es mejor que lo conozcas, así no te tomará por
sorpresa.

"Una parte de nuestra personalidad se quedó trabada,


ya no se desarrolló..."

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¿QUÉ ES LA INMADUREZ?

Esta palabra, inmadurez, designa muchas actitudes de las personas, a veces


tantas que ya casi cualquier respuesta humana es calificada como "inmadura".
Se dice de alguien que es inmaduro porque se comporta como niño, porque
hace berrinches, porque no ha logrado alcanzar metas que se trazó en su vida
o porque se "desvió" de su camino o porque se intoxica con alcohol o porque
usa marihuana o porque sencillamente "no quiere crecer". Bueno, todo esto es
cierto pero no aclara completamente la pregunta; más bien habla de los
resultados o efectos de la inmadurez, que en realidad son éstos que acabas de
leer, pero puede ser muchos más.

¿Podemos decir que alguien es inmaduro porque no ha terminado su carrera,


no quiere o no ha podido titularse? Respuesta: Sí

¿Podemos decir que alguien es inmaduro cuando es chismoso, intrigoso o


"grilloso"? Respuesta: Sí

¿Qué pasa con la gente a la que le gusta hablar mucho y escuchar poco?
Respuesta: Es inmadura.

¿Será cierto que es un signo de inmadurez cubrirse el cuerpo con joyas para
que los demás las admiren y pregunten sobre como le hizo para conseguirlas?
Respuesta: Sí

¿Qué pasa con la persona que en su despacho cuelga títulos y títulos de


cursos, congresos, talleres, seminarios y de otras actividades como para
asegurar a medio mundo que sabe mucho? Respuesta: Es inmadura.

Una persona que no sabe agradecer lo que recibe de los demás, aunque sea
compañía o amistad, ¿será inmadura? Respuesta: Por supuesto que sí.

Y así podemos seguir, la lista puede resultar interminable y también aburrida.


Lo importante aquí es descubrir los signos de inmadurez, es decir, todas
aquellas características y rasgos de la personalidad que por alguna razón nos
hacen sentir y conducirnos como niños a pesar de ya no serlo.

Podemos concluir que la inmadurez es un conjunto de sentimientos, emociones


y actitudes que no concuerdan con la edad que se tiene. La sociedad en la que
vivimos, espera que nos comportemos de acuerdo a la edad que tenemos y sí,
por ejemplo, tenemos 15 años, pues ya no somos niños y no nos podemos
comportar como si lo fuéramos. Nuestra familia, amigos, compañeros de
trabajo o de universidad, esperan de nosotros conductas adecuadas acordes a
la edad que tenemos. Cuando no respondemos como se espera que lo
hagamos, podemos ganarnos con todo derecho el epíteto de "inmaduros".

Esto significa que no hemos crecido emocionalmente, y una parte de nuestra


personalidad se "quedó trabada", ya no se desarrolló, ya no siguió creciendo al
mismo ritmo y velocidad que nuestro cuerpo.

Y como pasa con todo en este mundo, este crecimiento "truncado" trae como
consecuencias ciertos costos que hay que pagar por ello, pero también ciertos
beneficios o ganancias.

"El Rey de la casa, el bebé, empieza a perder


privilegios y a ganar madurez"

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SU MAJESTAD EL BEBÉ

Desde antes de nacer, el bebé está rodeado de comodidades y atenciones: la


madre responsable se cuida para que su "producto" esté protegido. El padre
también lo cuida dando seguridad, ternura y cuidados a la madre embarazada.
Los dos aman con pasión al nuevo ser y lo colman con atenciones para que su
vida se inicie bien. Podemos decir que la pareja "se olvida" de sí misma para
poner su atención en el ser que se está formando, volviéndolo el centro de
atracción y acción de sus vidas.

Eso es normal y es lo que se espera que haga toda pareja. El bebé por nacer
acapara -aún sin saberlo-, atención, sueños, esperanzas, deseos. Los padres
esperan que nazca bien, saludable. Sueñan que llegue a ser un hombre o una
gran mujer. Desean lo mejor para ella o para él y al hacerlo, se olvidan de sí
mismos en un acto de entrega casi absoluta, dando lo mejor de sí para
preparar la llegada de quien será "el Rey" o "la Reina" del hogar. Esto es muy
claro con el primer hijo, pero la misma experiencia se repite con los que siguen
-si los hay. Así se espera que sean los padres. Así son.

Tiempo después llega el nacimiento, la alegría inconmensurable, la euforia que


no cabe en las caras de los padres y el recién nacido llora porque tiene que
hacerlo para respirar, aunque algunos han llegado a pensar que llora porque
empieza a extrañar el vientre de la madre, tan cómodo, tan cálido, tan seguro,
tan protector...

Sin embargo, la protección va a continuar. Y no es nada más protección, es


sobreprotección, ya que el niño no puede hacer nada por sí mismo. Va a seguir
existiendo la ternura de la madre, los cariños, las canciones de cuna y todo lo
que acompaña al recién nacido.

No está sólo, no puede estarlo, no lo soportaría. Se le satisface de inmediato


cualquier demanda: hambre, sed, sueño, salud, tranquilidad, compañía,
seguridad. Lo que pide se le otorga al momento, como en los cuentos infantiles
donde el Rey pide, ordena y todo el mundo obedece inmediatamente.

Si no se le satisfacen sus necesidades, llora, enferma, grita, está intranquilo y


muestra su inconformidad de alguna manera.

Esta manera de comportarse, en un niño, es normal. A medida que crezca va a


aprender que sus necesidades no pueden ser satisfechas en el momento que
quiera, ni en el lugar que quiera, ni con la persona que él desee.

Va a ir aprendiendo que hay lugares en los que encontrará satisfacción a


ciertas necesidades; que hay momentos para hacerlo y que existen algunas
personas que pueden satisfacer muchas de ellas, pero no todas y no siempre,
y no cualquier persona.

Así va a aprender que, por ejemplo, los alimentos se toman en la cocina o en el


comedor, que hay lugares en la casa donde la gente duerme, que en la
habitación de los padres no puede entrar con facilidad, que la casa de los
vecinos no es suya. También aprende que aunque tenga hambre, hay horas
para comer, la noche es para dormir y que si se siente mal puede acudir con
sus padres para que lo atiendan; no con cualquier persona. A todo esto lo
llamamos MADURACIÓN.

Después puede aprender que hay normas que debemos respetar, que hay un
Dios, que hay ciertas cosas que no se "deben" hacer porque son malas y que
hay otras buenas que atraen beneficios a los que las hacen.

El Rey de la casa, el bebé, empieza a perder privilegios y a ganar madurez;


pierde dependencia, gana autonomía, pierde omnipotencia, gana humildad.

Puede moverse, hablar, pensar y hacer muchas cosas por sí solo, sin ayuda de
los padres.

Todos vivimos este crecimiento, este proceso de "maduración" que nos


conduce hacia la capacidad de decidir por nosotros mismos, de
responsabilizarnos de nuestros propios actos. Todo esto es la madurez: perder
privilegios, comodidad, perder la oportunidad de que otros hagan todo por
nosotros y ganar capacidad de decisión, seguridad, auto-estima y valor para
enfrentar el mundo, la vida en general con todos sus compromisos, las
necesidades personales que ya no las satisfacen los padres ni de forma
inmediata, sino otra gente y aprendiendo a esperar el momento adecuado,
escogiendo el lugar y la persona o personas idóneas.

"Normalmente son impredecibles y no se sabe como van a reaccionar"

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EL ETERNO BEBE: CARACTERÍSTICAS

La persona inmadura o "eterno bebé" va a intentar, de muchas maneras,


obtener lo mismo que el niño recién nacido o, aún más, el que vivía en el seno
materno. Va a luchar por alcanzar la seguridad que daban los padres sin hacer
mucho esfuerzo.

La persona creció físicamente, su cuerpo aumentó de tamaño y grosor, camina,


hace travesuras, tiene amigos, va a la escuela, le cambia la voz, va a la
universidad, trabaja, se enamora y se casa y...continúa funcionando con los
mismos sentimientos y actitudes que tenía cuando era un bebé: quiere que le
satisfagan sus necesidades "aquí y ahora". Sigue sintiéndose omnipotente y
espera que a una señal o ante un gesto suyo, la gente entienda y sirva.

Los "eternos bebés" muestran una serie de características muy amplias y


complejas. No tienen que poseer todas, pero es fácil reconocer algunas o
muchas de ellas. Vamos a señalar las más importantes:

1. Tienen una profunda necesidad de ser aceptados y muchas veces pierden


su identidad al esforzarse por caerle bien a todo mundo.
2. No soportan que se les critique ni que se les señalen sus errores.
Inmediatamente se ofenden y se enojan con la persona que se atreve a
señalarles algo.
3. Comúnmente son personas muy solitarias a pesar de que mucha gente los
quiere y los busca.
4. Son muy quejumbrosos y acostumbran culpar a los demás por lo que les
sale mal.
5. Juzgan la vida en términos absolutos y extremosos: o es negro o es blanco,
o está bien o está mal.
6. Viven en el pasado y con mucho miedo al futuro.
7. Sueñan con grandes proyectos en su vida (amorosos, económicos) pero
tienen una gran incapacidad para ponerlos en práctica.
8. Se obsesionan por el dinero y por las cosas materiales.
9. No toleran el estar enfermos ni que sus seres queridos sufran de alguna
dolencia o enfermedad.
10. Creen firmemente que las reglas, normas y leyes son para todo el mundo,
no para ellos.
11. Muchas veces se vuelven adictos a las emociones fuertes, les gusta la vida
llena de riesgos, y no están a gusto a menos que estén causando problemas a
los que los rodean.
12. Tienen una muy baja capacidad para tolerar la frustración que les produce
el que las cosas no salgan como ellos quieren.
13. Tienen capacidad para ser muy buenos actores y mostrar toda la gama de
sentimientos y emociones posibles sin vivirlos realmente.
14. De alguna manera tratan siempre de ser el centro de atención en cualquier
lugar, incluyendo el hogar familiar.
15. Casi siempre sienten que sus padres trataron mejor a algún hermano o
hermana, y no a ellos.
16. Normalmente son impredecibles y no se sabe como van a reaccionar.
17. Tienen muchas dificultades para expresar sus verdaderos sentimientos y
una gran habilidad para ocultarlos o transformarlos.
18. Son muy celosos y posesivos.
19. Son muy sensibles para detectar los verdaderos sentimientos de los
demás. No es fácil engañarlos.
20. Les desagrada aceptar y entender que sus actitudes tienen consecuencias
sobre sí mismos y sobre los demás.
21. Aprenden poco o casi nada de sus propias experiencias.
22. No tienen metas claras en su vida y les cuesta esfuerzo trazarlas.
23. Cuando tienen problemas, los niegan, les sacan la vuelta o se burlan de
ellos.
24. No saben esperar.
25. Normalmente son envidiosos.
26. Son egoístas.
27. Son crueles con las personas que más quieren.
28. Son dependientes de los demás y nos les agrada aceptarlo.
29. Pregonan cosas sobre sí mismos que poco o nada tienen que ver con su
realidad (que son muy valientes, sexualmente muy potentes o cosas así).

"Les gusta la vida llena de riesgos, y no están a gusto a menos


que estén causando problemas a los que le rodean"

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EL PROBLEMA CENTRAL

Las personas que son adictas o dependientes a una o varias sustancias


psicoactivas sufren debido a su inmadurez, a causa de ese eterno infante,
egoísta y demandante, que llevan consigo. Su inmadurez constituye un
enemigo implacable y no obstante, tienen que conocerla a fondo si quieren
derrotarla, y tienen que derrotarla si quieren sobrevivir.

Conviene insistir y subrayar que la inmadurez es un enemigo muy poderoso:


tan activo e incansable como un niño de cuatro años, cuya vitalidad parece no
conocer límites y cuyas demanda son tan grandes que nada ni nadie puede
satisfacerlo del todo.

Hay que recordar, también, que todos -de alguna manera-, llevamos un niño
dentro de nosotros que ocasionalmente aflora y llega a mostrarse. Su
exhibición, sin embargo, no dura mucho pues la parte madura de nuestra
personalidad lo controla y consigue regresarlo a su lugar.

Eso en circunstancias normales porque en el caso contrario, cuando una


sustancia psicoactiva afecta nuestra personalidad, sucede un extraño
fenómeno: la parte madura se debilita y la parte infantil adquiere, con el alcohol
o la droga, un poder casi absoluto, poder que emplea en reclamar el mal trato
que se le dio; en exigir atención inmediata y exclusiva; en manipular las culpas
de quienes no lo tomaron en cuenta o de la manera que él quería; en organizar
su vida y la de su familia conforme a los vaivenes de sus caprichos.

Por ello se dice que en muchos adictos el eterno infante es consecuencia del
efecto que la sustancia adictiva ejerce sobre su personalidad y que es ella la
que "lo crea" o "lo hace nacer". Y de ahí, también, que a medida que pasa el
tiempo y aumenta el nivel de intoxicación, la madurez desaparece
gradualmente, dejando camino franco para que el eterno bebé imponga sus
absurdas e irracionales demandas e implante su reino de inmadurez, egoísmo,
envidia y destrucción.

Y lo más grave es que ese niño terrible ya no es del todo un niño: tiene un
cuerpo más fuerte y posee más conocimientos y habilidades de las que tenía
en sus primeros años de vida. Su resistencia es también mucho mayor y
regresa poderoso, seductor, sin temor a nada ni a nadie, inteligente y bello. Es,
así, casi tan peligroso como un dios.

"Las personas que son adictas o dependientes de una o


varias sustancias psicoactivas sufren debido a su
inmadurez, a causa de ese eterno infante,
egoísta y demandante, que llevan consigo".

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LAS DOS CARAS DEL ETERNO INFANTE

La sustancia psicoactiva de la que el adicto depende, va a mostrar que la


persona tiene dos caras.

Por norma general una oculta a la otra, es decir: una es una máscara y la otra
es real. Si el adicto se muestra débil, lo más seguro es que sea más fuerte. Lo
mismo sucede con la seguridad, la ternura, la confianza. En el fondo
seguramente encontraremos todo lo contrario.

Estas dos caras no las puede ver tan fácilmente el adicto, aún y cuando no esté
intoxicado.

Con el fin de protegerse de los demás y proteger su droga, el adicto va a


crearse un personaje, una máscara que va a mostrar a los demás, y que
generalmente encubre exactamente lo contrario de lo que aparenta. Con
ejemplos se va a entender todo esto:

Primer Personaje: EL (LA) POPULAR


Cara 1 (falsa): Si soy agradable, atractivo, magnético y la crema de las fiestas,
todo el mundo va a querer ser mi amigo(a).
Cara 2 (verdadera): Realmente no soy atractivo, más bien feo (o fea). Es muy
cansado estarle sonriendo a todo el mundo. Al final se van a dar cuenta de
todo.

Segundo Personaje: EL (LA) AUTORITARIO(A)


C ara 1 (falsa): Si me obedecen ciegamente y se dejan guiar por mí, yo les voy
a enseñar como enfrentar y solucionar problemas.
Cara 2 (verdadera): Realmente no sé mandar ni obedecer. Tampoco me gusta
hacer ninguno de esos papeles. Pero prefiero que me obedezcan, que cumplan
mis deseos, sobre todo cuando se trata de que me consigan alcohol o cualquier
droga. Me enojo fácilmente si no lo hacen.

Tercer Personaje: EL (LA) AMANTE IDEAL


Cara 1 (falsa): Nadie se me resiste. La gente del sexo opuesto está
irremediablemente condenada a admirarme y desearme. Gran parte de mi
atractivo consiste en que no los (las) respeto y eso les gusta. Si les preguntan,
dirán que como hombre (mujer), soy lo máximo.
Cara 2 (verdadera): La verdad es que soy inseguro(a) con los demás, además
de que soy incapaz de mantener una relación duradera y estable. A medida
que pasa el tiempo, mi vida sexual se vuelve tediosa y nada gratificante tanto
para mí como para mis(s) pareja(s).

Cuarto Personaje: EL (LA) REBELDE SIN CAUSA


Cara 1 (falsa): Siempre me gusta hacer las cosas a mi manera, no me agrada
oír consejos de nadie. Las reglas fueron hechas para los demás, no para mí
que soy tan diferente. Que a nadie se le ocurra decirme lo que no debo hacer
porque eso me ofende y provoca que finalmente lo haga a pesar de que esté
prohibido.
Cara 2 (verdadera): Todo lo que me interesa es ser el centro de atracción de
los demás. Necesito que la gente me acepte y creo que solamente enojándose
conmigo, me toman en cuenta.

Quinto Personaje: LA VÍCTIMA


Cara 1 (falsa): Me intoxico con alcohol o drogas porque de niño(a) me trataron
mal. Mi vida ha estado llena de sufrimientos y congojas. Nadie me ha
comprendido. Pobre de mí. Si muestras que tienen pena por mí, es que
realmente me quieres.
Cara 2 (verdadera): La realidad es que confundo amor y pena y prefiero sufrir
para que los demás traten de salvarme, a esforzarme en amar a alguien.
Además casi todo el mundo muerde el anzuelo cuando ven a alguien que ha
sufrido tanto y llegan a comprender los "verdaderos" motivos de mi adicción.

Sexto Personaje: EL (LA) PERFECCIONISTA


Cara 1 (falsa): No cometo errores, soy un (una) excelente hijo(a), hermano(a),
padre (madre), trabajador(a). Mi vida es ejemplar. La gente, mi familia,
deberían fijarse en mí e imitarme. En todo lo que hago, soy el (la) mejor. De
eso no hay duda.
Cara 2 (verdadera): Mi imperfección es tan grande y tan notoria que no quiero
que nadie se dé cuenta. No soporto que nadie me gane ni que mi familia o que
mi pareja quieran a otros (otras) más que a mí.

Séptimo Personaje: EL (LA) SIEMPRE FELIZ


Cara 1 (falsa): Como todo me sale bien en esta vida, en las reuniones o fiestas,
a todo mundo divierto. Siempre soy el alma de los convivios. Siempre me
invitan para que les levante el ánimo a todos. Todo mundo me quiere y admiran
mi buen humor.
Cara 2 (verdadera): Siempre estoy esforzándome por aparentar que estoy libre
de tensiones y depresiones profundas. No me agrada que me vean triste.
Tengo miedo de que me rechacen. Aunque todo esto me cuesta mucho
esfuerzo y me cansa. En realidad soy muy pesimista.

Octavo Personaje: EL (LA) DEMANDANTE


Cara 1 (falsa): A veces de manera muy clara y explícita, usando mis propias
palabras pero también con gestos obligo a la gente a que satisfaga alguna de
mis necesidades. Muchas veces son cosas triviales o irrelevantes, pero yo
quiero que me complazcan. Si no lo hacen es prueba de que no me quieren.
Cara 2 (verdadera): En realidad, las cosas que hace la gente por mí o para mí,
me satisfacen poco o casi nada porque no son NECESIDADES, son puras
demandas irracionales cuyo único objetivo es tener a las personas cerca de mí,
no me gusta sentirme solo(a).

"Surge de ahí un círculo vicioso sin fin que obliga a pagar


un precio muy alto y por partida doble..."

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COSTOSO ESPECTÁCULO DE LAS CARETAS

Tarde o temprano, según el caso, la gente que rodea al alcohólico o al adicto


se da cuenta del juego de las representaciones y termina por no prestarle
atención; por no dejarse manipular; por rehuirle para no involucrarse. Si ama a
la persona enferma, quizá se quedará a su lado, y aunque su afecto está bien
cimentado muy a menudo termina por apartarse o cuando menos, por reducir
su relación al mínimo.

Muchos adictos a las drogas, y otros tantos alcohólicos afirman que el principal
motivo u origen de su problema es o fue la soledad.

Hay que ser cuidadosos con esta afirmación. La verdad es que ellos (ellas)
mismos (mismas) la provocaron empujando a la gente a alejarse.

Esta soledad también les sirvió en muchísimas ocasiones como una excusa
excelente para intoxicarse. Pero hay un momento en que el alcohólico o el
adicto a las drogas siente el rechazo o el abandono de sus seres queridos o de
los que le rodean. Esto produce frustración, tristeza, enojo, resentimiento y
constituye además una excusa magnífica para beber o drogarse.

Surge de ahí un círculo vicioso sin fin que obliga a pagar un precio muy alto y
por partida doble; las drogas o el alcohol alejan a las personas queridas, y su
lejanía constituye una excusa para seguir en la dependencia del alcohol o las
drogas.

"Al cerrarse el círculo, las consecuencias


pueden ser fatales"
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LA COMBINACIÓN EXPLOSIVA Y MORTAL

La soledad tramposa en que el alcohólico y el adicto se encierran, los va a


privar de la calidez y la ternura de sus seres queridos que prefieren abstenerse
de expresar sus nobles sentimientos y se vuelven fríos o distantes.

El eterno infante necesita verdaderamente estos afectos básicos y va a


proceder a buscarlos por otros lados, con otra gente pero con idénticos
resultados. La sensación de placer, confort y alivio de su soledad los
encontrará en el alcohol o en las drogas, cualesquiera que éstas sean.

Con el tiempo, este sentimiento de abandono, más la sustancia que ingresa al


organismo resultarán en una combinación satisfactoria para el eterno infante
que recurrirá con frecuencia a la fórmula mágica que le llenará el vacío interior
que lo atormenta.

Al cerrarse el círculo, las consecuencias pueden ser fatales.

"...La negación es un camino que se bifurca en dos:


uno de ellos conduce al deterioro de la vida mental
el otro, breve y doloroso, hacia la muerte"

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AQUÍ NO PASA NADA

El bebé, hasta casi los 4 años de edad, no tiene problemas. Los padres se los
resuelven y hasta adivinan los que podrían presentársele. Esto es un hecho
real y necesario hasta cierto momento. Pero nuestro eterno infante que ya
creció físicamente, pero que se intoxica con frecuencia ya sea con alcohol,
mariguana, cocaína, sedantes, etc., también se va a comportar de igual
manera.

Sus problemas no existen, la gente tiene la obligación de velar por él (ella) y de


arreglarle sus conflictos y solucionarle las tareas u obligaciones que le
corresponden, o aquellas que se echó a cuestas por sentirse poderoso y muy
capaz.

Así, de manera insidiosa, va desarrollándose la NEGACIÓN.

Este fenómeno tan conocido de la NEGACIÓN se refiere a que la persona no


acepta ni se quiere dar cuenta de los efectos que produce su adicción al
alcohol o a las drogas, tanto a sí mismo como a los que lo rodean. ¡Y vaya que
sí hay efectos desastrosos! Mencionemos los daños al organismo, la confusión
de los sentimientos, la preocupación de la familia, la pérdida de amistades o de
trabajos, el irremediable deterioro del sistema de valores, etc., etc. Para que un
alcohólico o un adicto a las drogas acepte que tiene un problema grave (o
muchos) que puede conducirlo a una locura y a la muerte, tendrá que
abstenerse de la sustancia que le sirve para intoxicarse y eso es muy difícil,
aunque no imposible.

Otra parte de la NEGACIÓN es el rechazo a aceptar que necesita ayuda para


lograr la abstinencia que el individuo por sí mismo, no va a lograr (la famosa
fuerza de voluntad, el "yo puedo solo", son parte de la negación). Aunque
intente separarse de la sustancia tóxica y controlar su compulsivo deseo por el
alcohol o las drogas, éste es siempre más fuerte que los buenos deseos o las
promesas.

¿Cuántas veces es necesario que el padre o la madre le digan al niño pequeño


lo que no está bien que haga?

¿Cuántas veces será necesario decirle al alcohólico o al adicto que no está


bien lo que hace o que lo que hace tiene consecuencias negativas?

Tanto en el primer caso como en el segundo, la respuesta es: muchas,


muchísimas veces, hasta que el cansancio gane y aún así, más veces.

Lo complejo de la negación es que echa raíces tan profundas en la


personalidad que la persona adicta no presta atención ni a los hechos ni a las
palabras que le señalan que tiene problemas. La necesidad de alcohol o
drogas es tan fuerte que acalla cualquier otra necesidad personal o cualquier
voz ajena que reclame un mejor trato.

Recordemos al niño, si no se le satisfacen sus necesidades más apremiantes


(hambre, sed, sueño), va a reaccionar con llanto, gritos o violentándose.
Además, no aceptará sustitutos o mentiras. No es fácil engañarlo. Nuestro
eterno infante va a reaccionar igual, pero con mayor intensidad. El punto
extremo de esta reacción emocional es el negarse a aceptar que su necesidad
puede satisfacerse con otras cosas, con personas, y no con sustancias que lo
intoxican.

El punto extremo es la NEGACIÓN, final de un camino que se bifurca en dos:


uno de ellos conduce al deterioro de la vida mental (locura) y el otro, breve y
doloroso, hacia la muerte.

"...El torbellino sin fin de esta enfermedad


que no tiene fondo"

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EL TORTUOSO CAMINO DE REGRESO

A medida que pasa el tiempo y que las intoxicaciones aumentan en frecuencia


y en intensidad, la persona adicta al alcohol o a las drogas, va a "involucionar",
es decir, va a comportarse, cada vez más, como adolescente o como niño,
según sea el caso. Su mente emprenderá un camino hacia el pasado, hacia la
vida infantil, aunque su cuerpo y su necesidad de intoxicarse siguen creciendo
(es lo único que realmente evoluciona). No es posible que haya crecimiento o
enriquecimiento de la personalidad si hay de por medio abuso o dependencia
de alcohol o drogas. Decimos que sucede lo contrario a las leyes naturales del
desarrollo humano.

Este camino de regreso en algunos casos ya no ofrece otra salida más que la
de la destrucción total de la persona adicta. El tiempo que va a tomar recorrerlo
es desconocido. A algunas personas les toma algunos meses y a otras,
muchos años. Por desgracia no es un camino que se recorre solo (ya que el
eterno infante al igual que el niño no soportan la soledad) sino que se
acompaña de personas queridas, cercanas, interesadas en salvarlo y que por
estar emprendiendo esta lucha titánica de rescate se olvidan de sí mismos
sumergiéndose en el torbellino sin fin de esta enfermedad que no tiene fondo.

"Pero hace falta el auto-conocimiento".

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LOS OBSTÁCULOS

Mientras no se renuncie por completo al alcohol o a las drogas, no hay razón


para esperar cambios duraderos. No basta con que el alcohólico o el adicto
cambien su manera de comportarse: si lo único que han conseguido es
intoxicarse un poco menos, o lo hacen ya sólo de vez en cuando, el problema
sigue siendo el mismo. Mientras no abandonen totalmente la sustancia de la
que dependen no puede haber esperanzas reales de cambio. Esta es una
realidad que tiene que aceptarse y de ahí que el paso más inmediato sea
acudir a los grupos de autoayuda, cuya asistencia constante permite compartir
la carga y encontrar soluciones para el diario vivir.

Pero hace falta el auto-conocimiento...el revelar y exponer a la clara luz del día
los conflictos que condujeron a las intoxicaciones no hace que las dificultades
desaparezcan por arte de magia. Cada persona tiene que descubrirlas por sí
misma, en su interior, identificarlas y darles una jerarquía que le permita luchar
con ellas una a una.

Si antes del período de abuso del alcohol o de las drogas existían problemas
personas e interpersonales, éstos crecieron, se magnificaron. Si no existían,
aparecieron y sirvieron de justificación o excusa para seguir intoxicándose. En
cualquiera de las dos situaciones, hay que aclararlos, enfrentarlos y oponerles
armas sencillas pero efectivas para desbaratarlos, o al menos, para
controlarlos. El problema central será la inmadurez, pero nunca viene sola. A
través del tiempo se enredó con otros problemas y conflictos convirtiendo a la
persona adicta en una maraña de complicaciones que parecen no tener pies ni
cabeza. Realmente, la inmadurez tiene muchas caras. Cada persona tiene que
descubrirlas en sí mismo, identificarlas y jerarquizarlas para poder irlas
trabajando.

La omnipotencia, los resentimientos, la ansiedad excesiva, la confusión de los


sentimientos, la poca tolerancia a la frustración, el falso orgullo, la
desconfianza, la inseguridad, la capacidad de evadir los problemas, son sólo
algunas de las caras de la inmadurez. Cada persona puede y debe identificar
las propias, las suyas. Cada persona es diferente y los conflictos asociados a
su adicción también son diferentes.

"Este triángulo es como una barca de salvación


en donde protegerse o asirse cuando
l a tempestad arrecia"

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EL TRIÁNGULO PERFECTO

Abandonar la sustancia (alcohol, drogas), asistir a los grupos como Alcohólicos


Anónimos, Narcóticos Anónimos y auto conocerse, son los puntos básicos, las
armas elementales y necesarias para encerrar al eterno infante en un lugar en
el que no dé tantos problemas (en lo más recóndito del alma) y así facilitar el
crecimiento al que nos empuja la vida. Si algún adicto al alcohol o las drogas
no completa las 3 fases de este movimiento hacia la supervivencia, lo más
probable es que no crezca. Se puede trazar uno solo de los ángulos y el
resultado será siempre insatisfactorio. Hay gente que cree que el puro auto-
conocimiento va a salvarlo (este es un tipo de persona que se cree un dios) o
que el solo hecho de dejar de beber o de drogarse le va a permitir manejar su
vida. También existe el que deja de usar su sustancia tóxica favorita, asiste a
los grupos de auto-ayuda pero no le interesa conocer su alma. ¿Qué puede
pasar si no se completa el triángulo? La respuesta es sencilla: la persona sigue
deseando intoxicarse y por desgracia, lo hará nuevamente tan pronto como
haya un problema que no pueda enfrentar o tolerar.

Si realmente se quiere mejorar, vivir una vida más tranquila y crecer en serio,
es necesario completar el triángulo, cerrarlo, repasarlo día con día, sin treguas.

Para esto de las adicciones, no existe descanso ni excusa alguna. La


compulsión, la necesidad imperiosa de volver a beber, a fumar mariguana, a
inyectarse cocaína o a tomar o a inhalar cualquier otra sustancia psicoactiva,
es enorme, tiene el ímpetu y la fuerza del mar embravecido y no es nada fácil
detenerlo. Este triángulo es como una barca de salvación en donde protegerse
o asirse cuando la tempestad arrecia.

Una de las tres caras del ángulo es el que hoy ocupa: el conocerse a sí mismo.
La tarea tiene que ser constante, volverse un hábito, practicarlo todos los días,
desde que amanece. En este lado del crecimiento existen personas
capacitadas que pueden ayudar (sacerdotes, consejeros, psicoterapeutas,
psiquíatras, etc.) señalando las caras de la inmadurez. En los grupos de auto-
ayuda existen los padrinos.

"Siempre habrá una mano abierta y


tendida muy cerca"
 LA BUENA Compañía

Resumiendo: hay varias maneras de crecer, varios métodos. Hasta aquí hemos
mencionado tres muy concretos, cada uno de los cuales implica un esfuerzo no
mayor que el deseo de vivir bien. Si se decide a recorrer el arduo camino de
regreso hacia la madurez -camino que no se recorre solo-, no olvide que este
proceso estará lleno también de compañías cálidas, afectuosas y
comprensivas.

El alcohólico o el adicto que quieren dejar de serlo no están solos. Siempre


encontrarán a su lado a un familiar o a un amigo capaces de entender el
problema porque también sufren, un Poder Superior que protege, que ama al
hijo descarriado y lo perdona.

En fin, que el crecimiento, que es una obligación de cualquier ser vivo, es


posible, no es una ilusión o una tarea que requiera esfuerzos sobrehumanos.

Para el que quiere crecer, siempre habrá una mano abierta y tendida muy
cerca del remolino de la enfermedad y pisando tierra firme. Es sólo cuestión de
pedir ayuda. Lo demás, poco a poco, irá apareciendo.

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