Emociones
Emociones
Emociones
No juzgar el hecho de sentirse bien o mal más que por lo que son:
emociones transitorias que pasarán con el tiempo.
Las emociones son reacciones que todos experimentamos: alegría, tristeza, miedo, ira… Son conocidas
por todos nosotros pero no por ello dejan de tener complejidad. Aunque todos hemos sentido la
ansiedad o el nerviosismo, no todos somos conscientes de que un mal manejo de estas emociones
puede acarrear un bloqueo o incluso la enfermedad.
Institucional
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01-10-2018
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Son conocidas por todos nosotros pero no por ello dejan de tener complejidad.
Durante mucho tiempo las emociones han estado consideradas poco importantes y siempre
se le ha dado más relevancia a la parte más racional del ser humano.
Pero las emociones, al ser estados afectivos, indican estados internos personales,
motivaciones, deseos, necesidades e incluso objetivos.
De todas formas, es difícil saber a partir de la emoción cual será la conducta futura del
individuo, aunque nos puede ayudar a intuirla.
Apenas tenemos unos meses de vida, adquirimos emociones básicas como el miedo, el
enfado o la alegría.
Algunos animales comparten con nosotros esas emociones tan básicas, que en los humanos
se van haciendo más complejas gracias al lenguaje, porque usamos símbolos, signos y
significados.
Charles Darwin observó como los animales (especialmente en los primates) tenían un
extenso repertorio de emociones, y que esta manera de expresar las emociones tenía una
función social, pues colaboraban en la supervivencia de la especie. Tienen, por tanto, una
función adaptativa.
Estas son algunas de las situaciones y reacciones fácilmente identificables que se producen
habitualmente en los seres humanos:
Dicho esto, es importante que aprendamos acerca del manejo de las emociones, en lugar
de permitir que nuestras emociones nos manejen. Por ejemplo, cuando nos sentimos
enojados, es importante ser capaz de parar, identificar que estamos enojados, examinar
nuestros corazones para determinar por qué estamos enfadados y, luego, proceder de una
manera bíblica. Las emociones que están fuera de control, no suelen producir resultados
que honren a Dios: "Porque la ira del hombre no obra la justicia de Dios" (Santiago 1:20).
Nuestras emociones, al igual que nuestras mentes y cuerpos, están influenciadas en gran
medida por la caída de la humanidad en el pecado. En otras palabras, nuestras emociones
están manchadas por nuestra naturaleza pecaminosa, y esa es la razón por la cual es
necesario controlarlas. La biblia nos dice que tenemos que ser controlados por el Espíritu
Santo (Romanos 6; Efesios 5:15-18; 1 Pedro 5:6-11), y no por nuestras emociones. Si
reconocemos nuestras emociones y las llevamos ante Dios, entonces podemos presentar
nuestros corazones ante Él y permitirle que haga Su obra en nuestros corazones y que
dirija nuestras acciones. A veces, esto puede significar simplemente que Dios nos consuela,
nos reafirma y nos recuerda que no debemos temer. Otras veces, puede que Él nos lleve a
perdonar o pedir perdón. Los Salmos son un excelente ejemplo del manejo de las
emociones y de cómo traer nuestras emociones a Dios. Muchos Salmos están llenos de
emociones puras, pero éstas se derraman delante de Dios en un intento de buscar Su
verdad y justicia.
Compartir nuestros sentimientos con otras personas, también es útil para el manejo de las
emociones. Se supone que la vida cristiana no es para vivirla en solitario. Dios nos ha dado
el regalo de otros creyentes que pueden compartir nuestras cargas y cuyas cargas
nosotros también compartimos (Romanos 12; Gálatas 6:1-10; 2 Corintios 1:3-5; Hebreos
3:13). Otros creyentes también nos pueden recordar la verdad de Dios y nos ofrecen una
nueva perspectiva. Cuando nos sentimos desanimados o temerosos, podemos
beneficiarnos del ánimo, exhortación y reafirmación que otros creyentes nos brindan. A
menudo, cuando alentamos a otros, nosotros mismos somos alentados. Igualmente,
cuando sentimos gozo, éste generalmente aumenta cuando lo compartimos.
El permitir que nuestras emociones nos controlen, no es nada piadoso, como tampoco lo
es el negar o censurar nuestras emociones. Debemos agradecer a Dios por nuestra
capacidad de sentir emoción y administrar nuestras emociones como un don de Él. La
forma de manejar nuestras emociones es mediante nuestro crecimiento en nuestro
caminar con Dios. Somos transformados por la renovación de nuestras mentes (Romanos
12:1-2) y el poder del Espíritu Santo, el que produce en nosotros el dominio propio
(Gálatas 5:22-23). Necesitamos un impulso diario de principios bíblicos, un deseo de crecer
en el conocimiento de Dios y pasar tiempo meditando en los atributos de Dios. Debemos
tratar de conocer más de Dios y compartir más de nuestros corazones con Dios mediante
la oración. La comunión cristiana es otra parte importante del crecimiento espiritual.
Caminamos con otros creyentes y nos ayudamos los unos a los otros a crecer en la fe, así
como en la madurez emocional