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La Voz Del Síntoma

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LA VOZ DEL SÍNTOMA.

El trabajo con órganos enfermos

La mayor fuerza del cuerpo humano es el impulso natural del cuerpo para sanarse a sí
mismo, pero esa fuerza no es independiente del sistema de creencias, capaz de traducir las
expectativas en camino fisiológico. Nada hay más maravilloso en las aproximadamente
quince mil millones de neuronas del cerebro humano que su capacidad para convertir
pensamientos, esperanzas, ideas y actitudes en sustancias químicas. En consecuencia, todo
empieza con la creencia. Aquello que creemos es la opción más poderosa de todas.
(Norman Cousins)
 

El método de “Dialogar con los órganos” ha sido desarrollado por la Doctora, psiquiatra  y
Terapeuta Gestalt Adriana Schnake y se considera un enfoque holístico de la salud y la
enfermedad. 

 Desde la visión holística del ser humano pensamos en términos de relaciones


interconectadas donde cada parte afecta a la otra. A diferencia del modelo mecanicista en
el que las partes se tratan sin atender a la totalidad, y en el que se pone el acento en
“curar el síntoma”, el enfoque holístico entiende el síntoma como el lenguaje que el Ser a
través del cuerpo encuentra para expresar lo que le pasa y lo que necesita, es decir
aquello que debe ser  atender para reconectarse de nuevo y recuperar el equilibrio
perdido.

Desde este concepto por tanto  curarse no es sólo volver al equilibrio anterior, sino a un
nuevo equilibrio donde se da una nueva conciencia, un “crecimiento de la persona"

Y sobre todo sanarse es reapropiarse de todo lo que soy, es decir ser ese “uno”, en lugar
de rompernos en fragmentos donde algunas partes son percibidas alienadas de nosotros
mismos.

De modo que la enfermedad no es algo “que pasa, o que hace el cuerpo”, sino algo que
pasa en mí o hago en mí.
La Terapia Gestalt focaliza en la capacidad sanadora del darse cuenta., la toma de
conciencia de la totalidad que soy: cuerpo, mente racional e intuitiva, emociones,
espiritualidad y el estilo relacional. Uno de los conceptos básicos de la terapia Gestalt es el
concepto de homeostasis o de autorregulación organísmica, y habla de la capacidad de lo
seres vivos de reorganizarse para encontrar un equilibrio.

Con esa propuesta lo que se logra es por un lado darle voz al aspecto menos conocido, y
no sólo darle voz sino la posibilidad de ser vivenciado. Por otro lado poner a la luz el tipo
de relación que se establece entre las partes, poniendo al descubierto el conflicto para
finalmente llegar a que cada aspecto pueda ocupar su lugar y por tanto que se logre una
integración que formará  el todo que es  mayor que  las partes.

Cuando un órgano se enferma, es decir “se hace presente”, nos trae un mensaje
existencial nos habla de nuestras partes escindidas.

En principio nuestra reacción frente al malestar es querer quitárnoslo de encima lo antes


posible. En una sociedad más preocupada por dirigir, obtener y hacer, el cuerpo y las
señales del cuerpo o las demandas del cuerpo molestan porque estorban, ya que las
señales del cuerpo nos remiten al sentir, y por lo tanto al Ser. Sin embargo cuál es el
significado de esa dolencia, qué viene a decirnos, contarnos, o recordarnos?, qué viene a
enseñarnos?, qué nos señala?

Sólo ocupándonos de verdad podremos aprender junto a nuestra enfermedad, o a través


de nuestra enfermedad, dejar de tomar la enfermedad como algo que viene de fuera sino
como algo que viene de dentro, con algo que tiene relación directa con lo que la persona
es y con lo que la persona vive.

El trabajo de “Diálogo con los órganos” se apoya en darle voz a los órganos y en escuchar
aquello que vienen a enseñarnos. Tomar Conciencia de cómo afecta al órgano el hecho de
que rechacemos aquellas cualidades que le son propias. Aprendemos que cada órgano
tiene su morfología propia, su función y ubicación, y cómo desde nuestras creencias
podemos afectar al órgano y en última instancia dañarlo y por tanto que éste empiece a
funcionar de modo enfermo.

Este trabajo tiene como objetivo aprender a sentirnos en nuestro cuerpo, escuchando y
conociendo lo esencial de cada órgano, aprender de la maestría del cuerpo y resolver los
conflictos internos que están influyendo en que podamos desarrollar enfermedades al
perder esa visión de totalidad y aceptación de todo lo que somos y nuestros límites sanos.

Es decir en la base del trabajo de diálogo con los órganos o del enfoque holístico de la
enfermedad, está el hecho de que la persona con sus ideas sobre sí misma o con su
identificación con un yo idealizado se opone a ciertas características de algún sistema u
órgano, de este modo el órgano recibe la información de que “está mal”, el trabajo de
encuentro  facilita la ampliación de nuestra conciencia llegando a aceptar lo que somos tal
como somos en lugar querer ser lo que no somos o creemos ser.

EXTRACTO DE TESIS DE MAGISTER SOBRE EL ENFOQUE HOLÍSTICO DE LA


ENFERMEDAD. UNIVERSIDAD MAYOR, CHILE, MARIA JOSÉ VARAS S.)

5. El Trabajo con Síntomas y Organos según el método de A. Schnake.

“Generalmente lo que se escotomiza y se paraliza es la expresión y la ejecución de las


necesidades organísmicas de la personalidad original biológica. Consecuentemente el
hombre moderno tiene que ser re-sensibilizado y re- movilizado con el objeto de lograr la
1
integración.”

El enfoque que hemos propuesto para entender el mensaje de las Enfermedades y los
Síntomas se ha basado estrictamente en la necesidad de favorecer un verdadero contacto de
las personas con aquello que les ocurre y sacarlas de la enajenación y la relación causalista
y distorsionada de sí mismas.

La primera tarea, es mostrar a la persona que la enfermedad o los síntomas no son nuestros
enemigos, sino que afortunadamente han aparecido para darnos un mensaje, para
conectarnos con aspectos esenciales de lo que significa ser humano.

Perls lo señaló claramente: Las personas hablan de lo que les ocurre, especialmente si es
una enfermedad o un síntoma, como un “como-si”. Llegan al punto de describir síntomas o
supuestas operaciones que les han hecho sin ningún contacto o sensación ligada a aquello.
Incluso profesionales que conocen supuestamente de qué se trata, cuando son ellos los
afectados, no establecen una relación vivencial (a mí me pasó... fue en mí cuerpo...)

Desde que enferma una persona, la mirada se dirige al sitio del dolor o del defecto: hay que
lanzarse a buscar al que "sabe" de este cuerpo y si es especialista en esa parte que se queja,
mejor. La persona cree que tiene que ponerse en manos de otro; es un cuerpo que necesita
ser reparado. Lo que sobreviene son más exploraciones en distintas direcciones en esa
persona que sufre, entrega su cuerpo y se divide automáticamente en sujeto y objeto. A ese
objeto que cree ser lo tienen que reparar otros. Y aunque uno de los especialistas – el
psicoterapeuta- trate de conectar a la persona con sus afectos y desafectos, con toda su vida
de relación, no "sabe" lo que está pasando o de qué se trata esta
1
Perls, F, "Esto es Gestalt" Ed. Cuatro Vientos, Stgo, Chile.

enfermedad que la tiene detenida y de la que quiere verse libre. Lo que importa ahora es ese
objeto que es y que quiere que reparen. Tal vez toma en cuenta que muchas cosas
contribuyeron a que le pasara esto; pero por ahora solo quiere que esto pase.

Este es el momento de la máxima enajenación de la persona: cuando se vive a sí misma


como el objeto que hay que reparar. Ese ser humano no es dueño de su cuerpo, no tiene
ninguna posibilidad siquiera de entender con claridad lo que le dice "El Médico", que sería
el único que "sabe".

Por comprensivo y humano que sea el médico, no puede reparar esa fractura terrible de la
personalidad del paciente. El paciente muestra y señala lo que le duele y de eso quiere ser
librado y entender rápidamente de qué se trata. Aunque el paciente sea un médico y
conozca o crea conocer la parte que le duele, el órgano que se queja, o incluso saber cuál es
la enfermedad que lo afecta, la división es absoluta: una es la persona que habla y se queja,
la otra la enfermedad que lo ataca, una enemiga de la que hay que deshacerse lo más rápido
posible.

Cuando “trabajamos” con una persona que se queja de un órgano y logramos que la persona
tenga verdadero interés en conocer y saber quién es ese que tiene al frente, que habiendo
nacido con ella, es un total desconocido, al que con frecuencia cree detestar porque le causa
molestias, y lentamente va conectándose y vivenciándose como una persona con esas
características, y eso hace que ocurran cosas increíbles.

Lo favorable para este trabajo es que el estímulo, la excitación, no viene desde afuera. Es
provocado por el propio interés de la persona y es estimulada y exigida a estar presente, por
el terapeuta

El terapeuta que tiene que personificar a ese desconocido, ha hecho un “rol-playing” en el


que se permitió vivenciar intensamente ese órgano. No estaba repitiendo un discurso, estaba
dándose la oportunidad de sentirse el órgano que le había tocado representar sano y cumplir
su tarea en ese cuerpo. Si con su voz trasmite lo que siente, es posible que la persona
empiece a sentir que puede contactarse con aquel desconocido.

Generalmente esperamos que la persona esté verdaderamente interesada en conocer a aquel


que no conoce. Sabemos que ese es el estimulo necesario para que escuche. Cuando el
encuentro se produce y la persona se da cuenta que ese que tiene al frente es diferente de él
mismo, hace cosas que no le gustan o no quiere hacer. A veces hay momentos de “impasse”
que siempre se solucionan, porque la misma persona ha logrado vivenciar a ese órgano.
Puesta en su lugar, sabe que no puede cambiar su mandato genético: nació sabiendo cual
era su tarea. La persona se conecta con la temporalidad y con la historia y sabe que esto ha
ido ocurriendo y cambiando.

El primer paso en éste enfoque es entender y vivenciar el verdadero mensaje de la


enfermedad, y desde ahí intentar que la persona se conecte con los aspectos negados o
rechazados de sí misma. Gracias a la Gestalt hemos podido desarrollar un método
relativamente sencillo y al alcance de todos para poder darnos cuenta de cuáles podrían ser
estos mensajes y, desde esa comprensión, trabajar integrando los aspectos negados o
eliminando los aspectos adquiridos en pos de una idealización que nos alejó de nuestra
propia esencia.

Por muy claro que sea el mensaje y por entusiasta que sea la entrega de la persona al
autoconocimiento, las estructuras que la sostienen y rigidizan su comportamiento no ceden
al primer impacto. Es en estos momentos donde tal vez necesite continuar durante un
tiempo en un proceso terapéutico grupal o individual.

Para poder actuar como mediadores o facilitadores necesitamos conocer las caracterìsticas
esenciales, el funcionamiento básico del cuerpo humano. No podemos poner en boca de un
órgano supuestas teorías, para desde ahí querer manejar la conducta. Tampoco podemos
estar resentidos ni enojados por situaciones que nos sobrepasan.

El terapeuta que tiene que colaborar para que la persona se conecte de buena forma con
aquella parte de sí que le da un aviso, hacer un verdadero ejercicio de humildad y de
aceptación de la dependencia natural de las cosas. Mas aún: el terapeuta tiene que aprender
a limitar su discurso y no dejarse enredar en las

palabras y argumentos de la persona que tiene al frente y que supone siempre que es “más”
porque ella es el “todo” y el terapeuta (como órgano) está siendo una parte.

El ir y venir en este diálogo gestáltico es una experiencia absolutamente enriquecedora para


ambos.

Hemos dicho antes que la gran dificultad para tener estos encuentros sin ayuda, es porque
aquello que necesitamos recuperar o saber de nosotros mismos no está a la mano. No es
fácilmente asequible a nuestra conciencia. Ya Freud mostró los inauditos trucos que
podemos hacernos desde un inconsciente dinámico que participa en nuestra cotidianeidad.
Perls prefiere no hablar de inconsciente en los mismos términos que Freud. En general para
la Gestalt sería lo inadvertido, aquello a lo que podemos tener acceso si nos concentramos y
mejoramos nuestra escucha en el Aquí y Ahora.

En nuestra ignorancia u olvido de aspectos fundamentales de nuestro cuerpo, no es fácil


hablar de mecanismos inconscientes, inadvertidos, reprimidos o mantenidos fuera de
nuestra conciencia para que no choquen con la realidad. Más aún cuando –como hemos
visto repetidas veces– esas características de nuestros órganos se oponen a nuestra
idealización.

Cuando facilitamos el que la persona se ponga en contacto con un órgano, al que está
culpando de una enfermedad o un síntoma, no nos conformamos con que corrija la
información equivocada y suprima la pelea (aunque eso ya es un logro para la enfermedad
misma): lo colocamos en el lugar del órgano hasta que logra sentir y vivenciar la
2
característica más esencial de ese órgano y la que más combate.

Por ejemplo, si una persona que habla con sus arterias porque tiene hipertensión arterial,
luego se describe como incapaz de "dejar pasar nada sin controlarlo", ya que ella es
persona con funciones complejas, tampoco puede ser muy flexible, es frecuente que la
primera vez que se pone en el lugar de una arteria, a lo sumo pueda repetir las
características de ésta, sin asumirlas con todo el cuerpo.
2
Adriana schnake, Capítulo 3 del libro "Los Diálogos del Cuerpo", Ed. Cuatro Vientos, Stgo, Chile.

Con un buen manejo de la transferencia y con ello del diálogo, el terapeuta puede facilitar
que aún el más resistente de los pacientes, tendido en el lugar de una arteria y teniendo que
repetir el discurso de ésta con verdadero compromiso, sin sentirse inferior o poca cosa por
ser “solo” una arteria", llegue a sentirse absolutamente relajado y plácido mientras dice:
“nací para esto, para dejar pasar e impulsar la sangre tal como viene, no tengo que
controlarla, ella sabe lo que trae y lo que entrega y mi flexibilidad le permite avanzar, es
tan cómodo tener el camino trazado”

En este momento esa persona vivencia, quizás por primera vez desde su infancia, lo que
es la tranquilidad y la confianza de dejar que algo pase sin necesidad de controlarlo, o lo
que es sentir la flexibilidad.

Ese sentir es el inicio de que un verdadero cambio ocurra. El ser flexible es ahora un
mandato organísmico que puede protegerlo de un derrame cerebral, y no simplemente un
cambio caracterológico para complacer a quienes lo rodean.

Esto es algo absolutamente diferente a una mera comprensión intelectual, ya que no es fácil
por ejemplo, ser una arteria cuando hemos desarrollado grandes aptitudes para retener y
controlar todo y sin ellas no podemos ser.
Cuando la vivencia nos lleva claramente a una sensación, la asociación de recuerdos y
situaciones se nos hace presente de un modo incontenible y es ahí donde el terapeuta tiene
que colaborar con el paciente para facilitarle el resolver – en el Aquí y Ahora– Gestalts que
fueron cerradas forzadamente, lo que llamamos “Gestalts patológicas”

El cambio caracterológico que puede producirse a raíz de una enfermedad es asombroso.


Especialmente cuando la enfermedad es grave y amenaza de muerte. En estas
circunstancias el entorno colabora y facilita los cambios

Si el carácter y/o la personalidad fueran algo que se escoge voluntaria y conscientemente,


podríamos coincidir con aquello de que “cada uno tiene la enfermedad que se merece”.
Podría ser cierto, ya que al parecer la relación entre enfermedad y carácter es cada día más
evidente. En lo individual es obvio que

todos hemos desarrollado la personalidad que creíamos mejor para sobrevivir en un mundo
del que necesitamos depender para desarrollar nuestra existencia. Nunca supimos cuáles
eran nuestras posibilidades reales ni nuestras limitaciones. El complejo organismo que
somos ha usado intermediarios para ser escuchado y cada vez son más las personas que
traducen su lenguaje.

La relación de las características de algunos órganos con los rasgos de personalidad podría
despertar la tentación de esquematizar estas características y mostrar -incluso con
estadísticas- la mayor incidencia de enfermedades de esos órganos en personas que no
aceptan estas características. Esto no es la intención de éste trabajo y podría generar la
inducción de conductas o comportamientos para evitar tales o cuales enfermedades, sin
darnos cuenta que en nuestro organismo tenemos modelos de todas las conductas y rasgos
posibles y es el desequilibrio producido por el tratar de seguir modelos externos lo que hace
que reneguemos de algunas características, que en su justa medida y proporción nos
mantienen sanos y equilibrados más allá del mundo en el que nos ha tocado vivir.

El choque de algunos aspectos de una parte de nosotros –un órgano vital que nos está
amenazando de muerte- con la que creemos y defendemos como nuestra personalidad, es
algo impresionante. Cuando estamos muy aterrados con la enfermedad somos capaces de
dar un verdadero salto cuántico en la aceptación de esas características que generalmente
son el polo opuesto a las nuestras.

En general podemos decir que los ‘darse cuenta’ producidos se mantienen y puede llegar a
producir cambios notables cuando las personas están fuertemente motivadas por la
necesidad o urgencia de revertir la situación actual, que es, por ejemplo el caso de las
mujeres que sienten que se acercan a una edad crítica y no han quedado embarazadas.

El trabajo con el útero les muestra características que han rechazado violentamente y que
no parecen dispuestas a revertir o a ver siquiera algo positivo en ellas. Al conectarse
vivencialmente con su útero y ser capaces de ver las

cualidades que él tiene para el papel que tiene que desempeñar, por lo menos dejan de
pelear con estas características y luego de algún “trabajo” terapéutico con su madre o con lo
que sienten negativo y peyorativo de ser mujer, se producen cambios caracterológicos y
frecuentemente lo que tanto ansiaban: embarazarse.

“¿De qué técnicas se dispone actualmente para integrar la personalidad de nuestros


pacientes, es decir para restaurar el balance organísmico y abrir el camino para una
autorrealización productiva?”(Perls, "Esto es Gestalt", p.58)

Perls no preguntaba en vano, ni se hacía o hacía preguntas que no correspondieran a


verdaderos y serios cuestionamientos.

"A mí me parece que claramente hemos definido una técnica en la que hemos usado todos
los recursos de que disponíamos.

1.- Tomamos del teatro y del psicodrama la posibilidad de actuar para acentuar las
características de los personajes (sean órganos o personas).

2.- Tomamos de la Anatomía y Fisiología el conocimiento de la forma y función de los


órganos, de acuerdo a lo conocido y probado en la Medicina Occidental, y lo
incorporamos vivencialmente.

3.- Tomamos de la Gestalt:


a) el concepto de proceso y el principio organizador que crea orden

del caos, como es la formación figura- fondo.


b) b) El concepto de lo organísmico de Perls, como el fundamento

mismo de la Gestalt, y
c) El método dialéctico, reforzado y enriquecido con los aportes

anteriores.
4.- Tomamos de la fenomenología y del método fenomenológico el concepto

de Consciencia intencional y con ello definimos lo esencial de nuestro abordaje


terapéutico.

5.- Tomamos de la Medicina China tradicional y de la Medicina Occidental en sus


orígenes, el verdadero sentido de cura: no pretendemos ‘reparar’ el instrumento que
somos. Se trata de facilitar el acceso de las personas

a los elementos presentes en ellas que puedan favorecer el cambio, facilitándoles todos los
medios posibles que los conecten con la totalidad organísmica que son.

Esta es el principio de mi respuesta a Perls, más bien dicho a la pregunta que cito más
arriba y que se formuló muy en el inicio de su más total y profundo desarrollo de la
Gestalt. Pese a lo mucho que trabajó después y la claridad con la que llegó formular lo que
fueron los hitos más importantes de esta orientación, no agregó técnicas muy especiales
que abrieran nuevos caminos.

Los caminos abiertos nos tenían deslumbrados y aún había y hay mucho por descubrir.
Separar este Enfoque de la Gestalt es para mí imposible, no solo porque parte de lo visto y
observado por Perls, sino porque en el desarrollo de este trabajo, si no se conocen los
3
principios básicos de la gestalt... ¡se aprenden!”

El trabajo, pasos principales:

Basicamente consiste en hacer que el paciente mismo desempeñe sucesivamente los roles
del órgano o parte del cuerpo a que se refiere y que le causa conflicto.

Puede dialogar, por ejemplo, con su cuerpo entero o con diversas partes de su cuerpo. Se
trata de que el paciente dialogue con su enfermedad, con el órgano enfermo o con la parte
enferma del cuerpo.

El objetivo del terapeuta es acompañar al paciente para que descubra el significado de la


enfermedad y el mensaje que ésta trata de enviarle. Esto también implica que el terapeuta
debe asumir en un momentos el rol del órgano sano. Para esto son necesarios algunos
conocimientos médicos que permitan situarse bien en la función sana del órgano o del
sistema y darle a entender con claridad para qué sirve, de qué está hecho, cual es su
función, etc. Generalmente la persona como está con ése órgano enfermo, ha proyectado en
el órgano características negativas o indeseadas..
3
Adriana Schnake: Conferencia en AGBA, Agosto de 2005, Buenos Aires, Argentina.

El enfermo va a dialogar entonces con su enfermedad o con el órgano afectado. Se


necesitan al igual que en los trabajos de "silla caliente", dos sillas o cojines y de varias
pasadas de una silla (o cojín) a la otra. Normalmente antes de la sesión, o en sesiones
previas. el terapeuta preguntó al paciente si quería trabajar ése órgano, etc.

Es un proceso continuo pero en el cual se pueden observar diversas etapas en cuanto a lo


que es el desarrollo terapéutico.

Primera Etapa: Permite revelar las ideas que la persona proyecta sobre su órgano en
términos de identificación o de rechazo. Esta etapa permite revelar las ideas falsas que tiene
la persona sobre su órgano, lo que exagera, lo que proyecta en él y lo que no asume.

El paciente, con los ojos cerrados, se describe como órgano. El terapeuta incita al paciente a
describir las características físicas y fisiológicas de ése órgano. El paciente describe su
manera de vivenciar el órgano. El terapeuta está atento a lo que dice el paciente y puede
mentalmente si el paciente dijo algo muy diferente a lo que es el órgano en sí o si lo
describió mas o menos bien pero faltan cosas, etc. Segunda etapa: Es una etapa de
diferenciación y de re-identificación. La persona se ajusta a la realidad del órgano sano. El
objetivo de este trabajo es que el paciente reasuma las características reales del órgano
sano.

El terapeuta también asume el lugar del órgano y describe al paciente las características
reales del órgano sano.

Los distintos pasajes permiten que el paciente explore las características de su órgano sano
y que el terapeuta ajuste sus intervenciones a medida que se desarrolla la experiencia.

Luego el paciente hace de él mismo. El terapeuta le pregunta al paciente "en qué se parece
o en qué no se parece a su órgano". En esta etapa el paciente se da cuenta de cosas en las
que se parece al órgano o bien en cosas en que es muy diferente, comienza un proceso de
sorpresa y conocimiento de las cualidades del órgano que no asumía o no veía o no sabía
que existieran.

Luego el paciente toma el rol de órgano. Es la etapa de re-identificación, de

re-apropiación del órgano sano. El terapeuta pregunta al paciente por su órgano sano y
verifica que el paciente carga su órgano de manera más completa y más exacta. Comienza
una integración vivencial de las características del órgano sano.

Tercera etapa: Etapa de integración de la experiencia. Una vez que el paciente/órgano


experimenta en todo su ser las sensaciones que tenía que trabajar, el terapeuta lo invita a
vivir plenamente sus sensaciones y a memorizarlas en todo su ser. “Permanece con esa
sensación, vive lo que vives, concédete un momento para memorizar tus sensaciones”.

Muchas veces al finalizar el diálogo se le da la "tarea" de reintentar revivir la sensación de


órgano otras veces durante el día o días venideros, o para siempre... Esto último etapa
permite anclar la experiencia en el organismo y asegurarnos la integración del mensaje del
órgano.

A veces puede ocurrir que en el diálogo con el órgano el paciente se ponga a hablar ya no
con el órgano sino con un tercero, el padre, la madre, el marido, etc, y como terapeuta nos
damos cuenta de eso. A.Schnake explica al respecto que en determinados casos, si es muy
intenso y necesario el diálogo, podría el terapeuta darse la licencia para seguir con el
diálogo ya no con el órgano sino con ése tercero. Pero lo importante sería que a pesar de
ésa situación, la persona, el paciente, haya primero captado bien el mensaje del órgano, sino
todo el trabajo desde éste enfoque quedaría a medias y la persona no alcanzó a recibir el
mensaje del órgano, a darse cuenta del cambio caracterológico que debía hacer, ya que se
fue en otra dirección.

No olvidemos también, que como en todo trabajo gestáltico, ciertas características que la
persona le atribuye a un tercero, no son más que características de ella misma.

El terapeuta en el diálogo con órganos:


Como en todo proceso gestáltico el terapeuta debe ser sumamente fenomenológico en su
postura, ir sin ninguna idea de lo que finalmente va a suceder, al actuar de órgano ponerse
realmente en "ser" ése órgano. Es muy importante en éste trabajo que el órgano se
mantenga siempre como órgano, vale decir que no comience a dar explicaciones que no le
competen como órgano, o que no tendría porqué saberlas. El órgano no razona, no tiene
grandes conocimientos, solo da testimonio de su función y experiencia como órgano. Si no
el trabajo se desvirtúa y es simplemente alguien haciéndole psicoterapia o dándole a
consejos a otro.

En lo que sí tiene que prepararse anteriormente es en estudiarse bien las características
anatómico-fisiológicas del órgano, para cuando le toque "hacer de él" y corregirle cualquier
error cometido por el paciente, ahí es donde generalmente el paciente puede tener muchas
distorsiones según sea su percepción del órgano o de la enfermedad, según si está o no
peleado con éste.

Mas importante aún es haber estudiado bien e internalizado las características vivenciales
del órgano, "como me vivencio de estómago, esófago, etc", que es lo medular para
contrastar con la persona y ver si se produce el Insight y luego se pueda producir el cambio
caracterológico.

El terapeuta acompaña al paciente en éste proceso, con su propia forma de ser y de estar,
con entusiasmo o con tono aplomado, siguiendo un ritmo adecuado a lo que ocurre y
también al órgano en cuestión (No es lo mismo hacer de pulmón que de corazón o de
sistema nervioso). Cada terapeuta tiene un estilo propio de presencia (calidez, voz, tacto) y
cada uno debe hallar sus propias modalidades en su capacidad de hacerse presente al otro.

A. Schnake hace siempre una acotación al respecto, que muchos terapeutas ya saben llevar
bien éste diálogo con órganos, la persona entiende el mensaje del órgano, etc pero no
insisten lo suficiente como para que el paciente se de cuenta del cambio caracterológico
que deben hacer. (por ejemplo es muy fácil que la persona sienta y se dé cuenta que es
muy diferente a su órgano que p.e. le está diciendo que el no controla nada, que deja fluir,
cuando este decir corresponde a la

realidad del órgano y en el diálogo, la persona lo escucha,sin que el órgano – representado


por el terapeuta, ponga ninguna intención educativa, ni correctiva en la voz)- Al cambiar y
pedir a la persona que sea el organo le pedimos que nos repita las características y como
ahora el terapeuta está en el lugar del paciente puede recalcar la diferencia y el hecho de
que no siente que tiene esas carcterísticas. Aquí es donde el terapeuta es verdaderamente
útil y al cambiar nuevamente a ser órgano puede insistir en que es parte de esa persona y
siempre tuvo esas características ¡¿Por qué o cómo la persona no tiene nada de eso ahora!

. El cambio caracterológico que debe hacer la persona puede ser evidente, pero si no se
llega en el diálogo terapéutico hasta ahí, la persona muchas veces no se da cuenta porque
igual "vio algo" en el diálogo. Como terapeutas debemos saber que eso no es suficiente. A
nadie le gusta ver cosas caracterológicas, son un trago amargo, no se puede dar por obvio y
dejar la terapia a medio camino pensando que el paciente va a llegar a su casa y ahí va a
relacionar el mensaje del órgano con el cambio interno que debe hacer, algunos lo pueden
hacer, pero muchos no.

Es fundamental también, restituir al órgano su lugar adecuado, es decir su funcionalidad


sana.

¿Se puede estar enfermo de un órgano cuya existencia se desconoce? Sí, ya que estamos en
una dimensión holística en que “el organismo sabe”, aunque eso no haya llegado a la
conciencia. Se puede decir de manera metafórica que el co- nocimiento del órgano está
inscrito en cada célula.

¿Cómo se prepara al paciente para que haga el rol de órgano? No se lo prepara. Es


preferible dejar que emerja lo que está presente, en el aquí y ahora.

Entender el mensaje de un órgano puede ser el inicio de un camino de verdadera


autoterapia y confrontación con errores y dificultades que tendemos a repetir, por ser
incapaces de aceptar un mínimo rasgo de carácter, que corresponde a un elemento que no
quiere desaparecer sin que jamás haya sido reconocido ni aceptado.

Es obvio que el proceso de entender el mensaje puede ir paralelo a cualquier enfoque


terapéutico, médico alopático, homeopático, etc, siempre que la persona logre darse cuenta
de la pelea que mantenía con ese órgano, o de la negación de sus características, y trabaje
activamente para superar esta actitud.

Es un camino que se nos ha hecho evidente: el modo o la manera en que cada uno puede
colaborar con el proceso de autocuración, y en el que el propio organismo tiene siempre la
última palabra.

"Cuánto me hubiera gustado que Perls hubiera podido presenciar o saber de alguno de
esos increíbles ‘darse cuenta’ de rasgos caracterológicos negados y profundamente
rechazados que aparecen como centrales en un órgano enfermo, y que al haber asumido
el discurso de ese órgano y haber podido decir – en primera persona soy...., lo que
siempre había negado, cambia la expresión de nuestro paciente y nos muestra y se
muestra a sí mismo una posibilidad increíble de empezar un verdadero proceso de
4
integración."

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