Ciencia Tecnologia
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Serie
Dilemas de las Políticas
Públicas en latinoamérica
© Flacso México
Directora General:
Giovanna Valenti Nigrini
Secretaria Académica:
Gloria del Castillo Alemán
Derechos reservados
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ISBN: 978-607-7629-03-0
Serie Dilemas
de las Políticas Públicas
en Latinoamérica
Ciencia, tecnología e innovación.
Hacia una agenda de política pública
Esta publicación es resultado del seminario “Prioridades para la definición de la agenda en ciencia y
tecnología”, auspiciado por la sede en México de la Escuela Iberoamericana de Gobierno y Políticas
Públicas (Ibergop México) y organizado por la Facultad Latinoamericana de Ciencias Sociales, Sede
México, en colaboración con la Oficina de la Presidencia para las Políticas Públicas, los días 25 y 26
de octubre de 2006 en la ciudad de México.
Queda prohibida la reproducción parcial o total, directa o indirecta del contenido de la presente
obra, sin contar previamente con la autorización por escrito de los editores, en términos de la Ley
Federal del Derecho de Autor y, en su caso, de los tratados internacionales aplicables.
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9 Prólogo
Giovanna Valenti Nigrini
13 Introducción. Situando la agenda de los sistemas nacionales de innovación
Giovanna Valenti Nigrini
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191 Política científica para el siglo xxi. Prioridades para la agenda nacional
en ciencia, tecnología e innovación
José Luis Fernández Zayas
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Prólogo
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Introducción.
Situando la agenda de los sistemas nacionales de innovación
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últimos años han adquirido mayor relevancia como un elemento que intensifica la
producción de bienes de consumo. Diríamos que la “sociedad del conocimiento”
es un paradigma en el que la economía identifica los factores asociados con la
educación, la tecnología y la innovación como los principales elementos asociados
al crecimiento y desarrollo económicos.
La importancia del conocimiento reside en su capacidad para incrementar la
productividad y con ello incidir en el crecimiento económico. Así, una economía
basada en el conocimiento confía principalmente en el uso de las ideas, en lugar de
las habilidades físicas, y en la aplicación de tecnología en lugar de la explotación de
recursos naturales. De esta manera, la innovación tecnológica adquiere una función
cada vez más importante en el desempeño económico.
La irrupción y desarrollo de las nuevas tecnologías generan cambios estruc-
turales en las relaciones económicas, laborales, educativas y políticas. A diferencia
de las formas de producción tradicionales, en las que la mayoría de los trabajos se
basan en funciones rutinarias, en una economía basada en el conocimiento cons-
tantemente se producen cambios, por lo que la adquisición de nuevas habilida-
des y la innovación tecnológica son vitales. Para responder a la nueva dinámica
económica se necesitan sistemas de formación y producción más flexibles, no tan
rígidos como los tradicionales, los cuales todavía están presentes en sociedades no
desarrolladas.
El cambio tecnológico incrementa relativamente la producción marginal del
capital a través de la educación y el entrenamiento de los trabajadores, las inver-
siones en investigación y desarrollo (i & d), así como la creación de nuevas estruc-
turas gerenciales y organizacionales de trabajo. Algunos estudios demuestran que
en el siglo xx el capital físico como factor de producción creció más rápido que
el capital humano, sin embargo, no existen señales de que eso haya reducido la
tasa de retorno relativa a la educación y el entrenamiento (Abramovitz, 1989). Las
inversiones en conocimiento y formación de capacidades (capabilities) se carac-
terizan más por el incremento en las tasas de retorno que por su decrecimiento.
Tales hallazgos han sugerido que el conocimiento es un factor más importante
dentro del modelo de crecimiento económico que lo que la teoría económica
predominante suponía.
En la década de 1990, el uso de la alta tecnología en la producción manu-
facturera de los países de la ocde, junto con las exploraciones de alta tecnología,
han crecido más del doble, alcanzando entre 20 y 25 por ciento. Asimismo, el co-
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dida, del cambio tecnológico (Nelson et al., 1976; Dosi, 1988). La perspectiva de
Nelson et al. (1976) en su teoría es similar a lo que trata la economía neoclásica:
explicar la proporción del cambio tecnológico, la estructura de mercado como una
variable endógena, el factor de propensión del cambio tecnológico, la importancia
relativa de la innovación y de la imitación en el cambio de tecnología. Pero las he-
rramientas analíticas que utilizan difieren de las del modelo neoclásico. En principio,
rechazan el concepto de función de producción como conceptualización correcta
del estado del conocimiento tecnológico.
De la teoría general de la satisfacción se podría desprender que no se esperaría
que las empresas tengan en sus manos un conocimiento detallado de las técnicas
diferentes a las que estuvieran utilizando en un momento determinado. Esto impli-
ca que si una empresa se ve en la necesidad de cambiar la técnica, tendrá que bus-
car garantías para ser mejor de la que emplea en ese momento. El mejor modelo
de probabilidad para esta búsqueda se obtiene suponiendo que la probabilidad de
encontrar una técnica superior, ya sea por innovación o imitación, es una función
de la cantidad invertida en la búsqueda.
Las empresas requieren, por lo tanto, de agentes externos que aporten insu-
mos para la producción de un insumo innovador. En la actualidad, diversas em-
presas cuentan con laboratorios o espacios donde desarrollan estos productos,
pero aun así resultan insuficientes. Además, la tarea de las empresas no es desa-
rrollar investigación aplicable a sus cadenas productivas. Esa tarea corresponde a
otro tipo de instituciones especializadas en desarrollar capacidades relacionadas
con la producción de conocimiento y tecnología utilizable, la cual sería aprove-
chada por las empresas. En este sentido, las empresas satisfacen sus necesidades
de conocimiento estableciendo políticas de i & d que las vuelvan más competitivas
en el mercado.
La primera premisa del enfoque de los sni es su adopción, la cual impone un
compromiso teórico con la siguiente afirmación: incrementos constantes en la inno-
vación de las empresas producen rendimientos también constantes en el producto.
La implicación normativa es clara. Cualesquiera que sean las prioridades de la agen-
da de ciencia y tecnología, su objetivo es el incremento de la capacidad innovadora
de las empresas, con el fin de mejorar la inserción del país como un todo en el mer-
cado global. En segundo lugar, el enfoque del sni, ya sea implícita o explícitamente,
asume que los factores contextuales que interactúan con el conocimiento pueden
ser orientados; esto es, que son objeto de manipulación intencional con vistas a
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visión más amplia del concepto; propuestas como la creación de un sistema social
de innovación, con el cual se intenta apuntar a la posibilidad de aprovechar todos
los tipos de conocimiento, en este caso aprovechando la estructura social para re-
solver problemas públicos.
En el terreno de las políticas públicas, se destaca como criterio orientador pa-
ra la selección de áreas prioritarias, como la de materiales avanzados, software y
contenidos de las tic, biotecnología (en especial la relacionada con la genómica),
procesos avanzados de manufactura y desarrollo sustentable como fuentes alternas
de energía y recursos agrícolas.
Es evidente que existe una gran necesidad de impulsar la innovación, vincu-
lando la política de ciencia y tecnología con las políticas industrial y la económi-
ca. En la medida en que la innovación en las empresas represente un costo de
aprendizaje y éste no sea absorbido por el mercado, el Estado tendrá que asi-
milarlo mediante subsidios, proteger al sector o permitir la inversión extranjera,
siempre que se acepte que la innovación tiene visos de bien público. Dicha polí-
tica habrá de apoyar a los sectores basados en el conocimiento bajo el supuesto
de que en la actualidad éstos marcan la pauta del crecimiento. Otros focos de
intervención potencial están determinados por el impulso a la innovación en las
pequeñas y medianas empresas, con políticas destinadas a la innovación y la mo-
dificación de la estructura industrial, mediante reformas a los sectores intensivos
en tecnología.
El caso mexicano tiene algunas particularidades. El enfoque gubernamental
respecto de la política de ciencia y tecnología se ha centrado en el diseño institucio-
nal. Se han suscitado cambios normativos desde la creación de la Ley en Ciencia y
Tecnología, la Ley Orgánica del Conacyt y las normas oficiales mexicanas (nom). Este
ambiente normativo otorga certidumbre al financiamiento de ciencia, tecnología e
innovación, a la vez que sienta las bases de operación de los instrumentos (Dutrénit,
en este mismo libro). Al mismo tiempo, se registra una evolución de programas que
fomentan no sólo la investigación científica, sino también la innovación. El primero
de éstos fueron los estímulos fiscales. Más tarde, aparecieron los programas con
miras a resolver problemas de ciertos sectores o entidades federativas, a través de
un fideicomiso entre secretarías de Estado, gobiernos estatales y el Conacyt. Los
programas de última generación están orientados, en mayor medida, a fomentar la
innovación dentro de las empresas. Estos programas ya asocian un capital de riesgo
a los proyectos de inversión y desarrollo (i & d).
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tos) son, relativamente, de reciente creación, por lo que aún no dan resultados para
evaluar por completo su efectividad. A esto debe añadirse la diversificación de los
programas de ciencia, tecnología e innovación, sin que crezca el monto asignado.
Los instrumentos fomentan capacidades ya establecidas, pero no hay programas
que generen nuevas capacidades. Tampoco hay instrumentos para la transferencia,
asimilación y mejora de tecnologías.
Los recursos necesarios para incentivar la inversión privada aún son insuficien-
tes. En 2005, se gastó el 0.2 por ciento del gasto federal en ciencia y tecnología en
subsidios a las empresas. Dutrénit aconseja que se gaste alrededor de 4 por ciento
como parte de una propuesta integral y de largo plazo (18 años), con miras al cre-
cimiento basado en la innovación.
Conviene recordar aquí que no es posible desarrollar un sistema de innovación
sin contar con capital humano de calidad y con capacidades y habilidades para el
desarrollo tecnológico competitivo en el mercado global. Por ello, es imprescindi-
ble establecer una política educativa integral en todos los niveles, pero principal-
mente en el terciario. En este sentido, la calidad basada en las tres pertinencias:
científico-técnica, profesional y social debe seguir siendo una prioridad de la edu-
cación superior.
La formación de recursos humanos de calidad no proviene solamente de la
demanda del mercado laboral. Por el contrario, debe promoverse desde el sistema
educativo la importancia de las competencias y habilidades requeridas para incre-
mentar la competitividad del país. Conviene fomentar el interés en la población por
la formación técnica especializada y científica, mejorando los estándares de calidad
en los centros educativos, las opciones laborales y de ingreso al mundo del trabajo,
así como para fomentar el desarrollo profesional. La sociedad del conocimiento no
es sólo una con más profesionales con doctorado, sino con mejores recursos hu-
manos de cualquier nivel escolar y con buenas condiciones para la generación y ab-
sorción de conocimiento. Los ensayos aquí presentados profundizan en los debates
actuales para la construcción de la sociedad del conocimiento y el reforzamiento de
una concepción integral que sirva de apoyo para el diseño de las políticas públicas
orientadas a la innovación en el país. n
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Referencias
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Antes de empezar, haré una breve retrospectiva para explicar la importancia del
tema que nos ocupa. Me permitiré, pues, parafrasear el nombre del evento que nos
convoca. Creo que las prioridades de la agenda son en educación superior, ciencia,
tecnología e innovación; en este sentido, diré por qué estos temas deben ser prio-
ritarios en la agenda nacional.
Primero me gustaría justificar por qué la educación superior forma parte de
esa misma agenda. La formación de recursos humanos de alta calificación es con-
dición fundamental para garantizar el crecimiento científico del país, su capacidad
para la investigación tecnológica y, por supuesto, para la innovación. La agenda
de prioridades tiene que reconocer el papel estratégico de la educación superior
en las tareas de desarrollo científico y tecnológico. Además, es necesario entender
que las instituciones de educación superior y de investigación son una pieza clave
de los procesos de vinculación y articulación, necesarios para alinear el desarrollo
científico con la tecnología y la innovación.
De los cuatro temas, a mi modo de ver, la innovación adquiere mayor prepon-
derancia en la circunstancia actual, aunque todos estos elementos forman un cuar-
teto indisoluble. Como quiera que sea, una cosa llevará necesariamente a la otra, de
modo que la desviación será sólo pasajera. En el fondo, esta licencia que me tomo
no tiene otro motivo que insistir en la relevancia de nuestro tema.
Me atrevería a afirmar que casi nadie disentiría en que una de las necesidades
más imperiosas de nuestro país, si no la que más, es el crecimiento económico, sin
* Ingeniero Químico por la unam. Maestro en Ingeniería Química por la Universidad de Rice, Texas, y
doctor en Ingeniería Química por el Colegio Imperial de Ciencia y Tecnología de la Universidad de
Londres, Reino Unido. Ex director del Consejo Nacional de Ciencia y Tecnología.
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la nueva división mundial del trabajo. Para eso hace falta una sociedad educada,
capaz de llevar a cabo investigación científica de alto nivel y de aplicarla eficaz-
mente. Ése es el imperativo de las llamadas sociedades del conocimiento, en una
circunstancia en que el crecimiento económico de las naciones es cada vez más
dependiente de su capacidad de desarrollo, asimilación y utilización de tecnologías
novedosas.
Por supuesto que la educación superior, la investigación científica y el desa-
rrollo tecnológico se vinculan estrechamente. Desde hace muchos siglos, el saber
científico ha sido fuente permanente de nuevas tecnologías y, al mismo tiempo,
los avances en las máquinas y los instrumentos han revolucionado la ciencia. Los
portentosos adelantos de la ciencia moderna no habrían sido posibles sin las herra-
mientas que la tecnología ha puesto a su disposición y, claro está, los bienes tec-
nológicos de hoy son el resultado de un saber científico acumulado y en constante
progreso.
Desde siempre, la capacidad o incapacidad de las sociedades para dominar
la tecnología y, por consiguiente, de cultivar la ciencia, ha sido en buena medida
decisivo para su destino material. Lo que cambia históricamente es la dinámica de
las relaciones entre educación superior, ciencia y tecnología, así como las formas
estratégicas en que debe aprovechárseles para alcanzar la prosperidad económica.
Es imposible comprender nuestra situación presente sin la referencia de las grandes
transformaciones tecnológicas de la modernidad. Existen dos elementos centrales
de estas transformaciones, cuya impronta define hasta hoy la forma que adoptan las
relaciones entre educación superior, ciencia, tecnología y desarrollo económico.
En primer lugar, hay una diferencia fundamental con la primera revolución in-
dustrial del último tercio del siglo xviii, cuyo desarrollo tecnológico más importante,
la máquina de vapor, surgió de la inventiva de quienes trabajaban en la producción
o manufactura. Hoy, el cambio tecnológico se funda en nuevos principios científi-
cos. Por ejemplo, el desarrollo tecnológico se trasladó del proceso de producción al
laboratorio, de modo que desde entonces la relación entre investigación científica y
desarrollo tecnológico se ha vuelto cada vez más estrecha. El conocimiento científi-
co y la formación de investigadores adquirió un peso mucho mayor.
En segundo lugar, el cambio tecnológico se restringía a un puñado de grandes
centros industriales, contrariamente a como ocurre en nuestra época, cuando la
difusión del cambio es más acelerada. La expansión de los usos de la electricidad ha
ensanchado las capacidades de comunicación a un ritmo sin precedentes, haciendo
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des de alcanzar una efectiva competitividad. Algunos de estos campos son la bio-
tecnología, los nuevos materiales, las ciencias de la información y la comunicación,
entre otros.
Conviene delimitar las prioridades y campos en que debemos concentrar nues-
tros esfuerzos, en un ejercicio de planeación en el que la sociedad, el gobierno, los
empresarios y la comunidad científica construyan un consenso que permita esta-
blecer verdaderas políticas de Estado que impulsen los proyectos en el mediano y
largo plazos.
La reforma del sistema de innovación es un esfuerzo por demás amplio, que
involucra a distintos (y en ocasiones divergentes) sectores sociales y niveles de go-
bierno. Por consiguiente, ha de ser, con toda claridad, una política de Estado, pues
éste es el más capaz de expresar y orientar la diversidad de fuerzas sociales y cultu-
rales que componen a cualquier nación.
El ritmo vertiginoso e indiferente con que se transforma la economía mundial,
acentúa la urgencia de que el país tome medidas cuanto antes para aprovechar los
beneficios y oportunidades que ofrece el proceso de cambio. Cada titubeo es una
oportunidad perdida, una ventaja desperdiciada que no sabemos si recuperaremos
en el futuro. Estoy convencido de que volúmenes como el que contienen este escri-
to mío y muchos otros textos dan cuenta y testimonio de esa realidad. Me congra-
tula enormemente que así sea. n
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León Olivé*
Introducción
Entre las preguntas que primero debemos plantear al analizar las prioridades para
la definición de la agenda en ciencia, tecnología e innovación, se encuentra la del ti-
po de políticas de que se trata. Lo que argumentaré, sucintamente, es que debemos
verlas no sólo como parte de las políticas económicas, sino también como parte de
las políticas educativas y culturales.
La tesis principal es que el fin primordial de los sistemas de innovación debe ser
la comprensión y solución de problemas que enfrenta la sociedad en su con-
junto, así como los problemas de diferentes grupos sociales específicos. Como
medio para alcanzar tal objetivo, ha de promoverse la generación y el uso del
conocimiento que sea necesario. En muchos casos, como cuando se trata del cre-
cimiento económico, los problemas son planteados y definidos por el gobierno
federal o los gobiernos estatales, aunque otros grupos –por ejemplo, asociacio-
nes empresariales, sindicatos o partidos políticos– tengan opiniones al respecto.
En estos casos, conviene que las prioridades y las políticas se diseñen y lleven a
cabo como resultado de una concertación en la que participen representantes de
los grupos interesados.
* Matemático y maestro en Filosofía por la unam. Doctor en Filosofía por la Universidad de Oxford,
Inglaterra. Es actual investigador del Instituto de Investigaciones Filosóficas de la unam.
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Entre las prácticas generadoras de conocimiento, a partir de los siglos xvii y xviii,
destacan por excelencia las científicas, cuyos resultados, los conocimientos, son va-
liosos de acuerdo con valores epistémicos, pero también incluyen valores estéticos
y, aunque esto es polémico, valores éticos. Los resultados de las prácticas científicas
normalmente no se evalúan en términos de valores económicos, pero adquieren va-
lor económico cuando se incorporan en otras prácticas, como las tecnológicas, para
transformar objetos que se intercambian y adquieren valor de cambio en un mer-
cado. Al ser usado y aplicarse en prácticas no científicas, como las tecnológicas, el
conocimiento científico satisface valores extrínsecos a las prácticas donde se genera.
Las prácticas científicas, en sentido estricto, nunca han estado orientadas a la
producción de resultados con un valor de mercado, y jamás han sometido sus resul-
tados a procesos de compra-venta en mercados de conocimiento. Por el contrario,
si de algo se ha preciado y sigue preciándose la ciencia moderna, es del carácter
público de sus resultados. Así ha sido desde sus inicios, y así sigue siendo.
Una consecuencia de lo anterior respecto de las políticas científicas es que la
promoción del desarrollo de la ciencia, así como la evaluación del desempeño de
los científicos y de sus productos, se realiza con base en criterios que consideren los
valores y las normas de los sistemas científicos, tal y como han llegado a nuestros
días a partir de su desarrollo desde el siglo xvii, y como particularmente se han
desarrollado en México durante el último siglo. El desarrollo del conocimiento cien-
tífico se promoverá con base en sus propios valores epistémicos y no se confundirá
con una orientación hacia la mal llamada “ciencia aplicada”. Sin ciencia, a secas, no
hay posibilidad de auténtica innovación.
Sin embargo, esto no quiere significa que los científicos, como agentes de los
sistemas científicos, cuyo objetivo principal es la producción de conocimiento fiable,
no deban rendir otras cuentas que sólo demostrar que generan conocimiento, ni
que estén exentos de responsabilidades éticas y sociales. Por el contrario, la pro-
ducción misma de conocimiento involucra responsabilidades éticas y, en virtud de
la incorporación cada vez más intensa del conocimiento científico en los sistemas
tecnológicos y tecno-científicos, por medio de los cuales afectan a la sociedad y
al ambiente, los científicos tienen responsabilidades ante la sociedad de dar opi-
niones bien fundadas sobre las ventajas y los riesgos de la aplicación de ciertos
conocimientos, sobre las posibles soluciones de determinados problemas sociales
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1 Al respecto, véase León (2000). Agradezco a Mario Cimoli una observación en el seminario de Flacso
que me permitió hacer esta aclaración.
2 Distingo entre prácticas técnicas y tecnológicas, reservando el término de tecnología para aquellas
prácticas cuyo objetivo central es la transformación de objetos mediante procedimientos que se be-
nefician del conocimiento científico. Las prácticas técnicas, en general, son aquellas que transforman
objetos sin hacer uso necesariamente del conocimiento científico.
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económicos. Pero en las últimas décadas del siglo xx, irrumpieron nuevas prácticas
generadoras de conocimiento, que son también transformadoras de conocimiento
y productoras de resultados, materiales y simbólicos, que generan riqueza.
Como lo han sugerido numerosos autores, lo novedoso en la segunda mitad
del siglo xx fue el surgimiento de prácticas generadoras y transformadoras de cono-
cimiento que no existían antes. En éstas se genera conocimiento, se transforma y,
ahí mismo, en su seno, ese conocimiento se incorpora a otros productos, materiales
o simbólicos, con valor añadido por el hecho mismo de incorporar ese conocimien-
to. Ese valor normalmente se debe a que los resultados de esas prácticas son útiles
para mantener el poder económico, ideológico o militar (por ejemplo, las técnicas
de propaganda o de control de los medios de comunicación), o bien los resultados
de esas prácticas poseen un valor que se realizará en el mercado.
El conocimiento y la técnica, en tanto que permiten transformar la realidad
natural y social, las han aprovechado muchos grupos humanos para satisfacer sus
necesidades, y también han sido puestas al servicio de quienes detentan el poder
político, económico y militar desde los principios de la humanidad. Eso no es ningu-
na novedad. Pero lo inédito en la historia es que las nuevas prácticas, que algunos
autores han llamado “tecnocientíficas” (Echeverría, 2003), poseen una estructura
distinta a las prácticas científicas y tecnológicas tradicionales, incluyendo sobre todo
su estructura axiológica, por lo que requieren de novedosos criterios de evaluación,
con efectos importantes en las políticas de ciencia, tecnología e innovación.
Suele mencionarse el proyecto Manhattan (la construcción de la bomba atómi-
ca) como uno de los primeros grandes proyectos tecnocientíficos del siglo xx. Otros
ejemplos paradigmáticos de tecnociencia actuales los encontramos en la investiga-
ción espacial, en las redes satelitales y telemáticas, en la informática en general, en
la biotecnología, en la genómica y en la proteómica.
Los sistemas tecnocientíficos los conforman grupos de científicos, de tecnólo-
gos, administradores y gestores, de empresarios e inversionistas y, muchas veces,
de militares. Aunque no es una característica intrínseca de la tecnociencia, hasta
ahora el control de los sistemas tecnocientíficos ha estado en pocas manos de elites
políticas, de grupos dirigentes de empresas trasnacionales o de militares, asesora-
dos por expertos tecnocientíficos. Éste es un rasgo de la estructura de poder mun-
dial en virtud del cual, además del hecho de que el conocimiento se ha convertido
en una nueva forma de riqueza que puede reproducirse a sí misma, también es una
forma novedosa de poder.
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Los sistemas científicos y tecnológicos tradicionales, los que surgieron en los si-
glos xvii y xviii, y prevalecieron hasta mediados del xx, conviven ahora con los
sistemas tecnocientíficos, los cuales reciben actualmente la mayor parte del fi-
nanciamiento dedicado a ciencia y tecnología y tienen mayores efectos sociales
y ambientales.
Esto ha trastocado los sistemas de valores en la producción y circulación del
conocimiento. Así, han aparecido prácticas epistémicas en cuya estructura axio-
lógica se encuentran valores económicos (como la ganancia financiera), o valores
militares y políticos (como la ventaja para vencer y dominar a otros), junto con
valores que ahora son considerados positivos –si redundan en un beneficio eco-
nómico– y que afectan directamente el dominio epistémico, como la apropiación
privada del conocimiento y, por tanto, el secreto y a veces hasta el plagio. Valo-
res todos incompatibles y de hecho inconcebibles para la ciencia que el mundo
occidental conoció entre los siglos xvii y mediados del xx, cuya normatividad fue
muy bien capturada en el “CUDEOS” mertoniano: comunismo, universalismo,
desinterés y escepticismo organizado (Merton, 1942).
Javier Echeverría (2003) ha propuesto, de manera no exhaustiva, que las
prácticas tecnocientíficas tienen al menos doce tipos de valores (aunque no toda
práctica tecnocientífica satisface necesariamente los doce), a los cuales nosotros
agregamos uno más, los valores éticos, haciendo una distinción entre moral y
ética: 3 1 Básicos; 2 Epistémicos; 3 Técnicos; 4 Económicos; 5 Militares; 6 Jurídi-
cos; 7 Políticos; 8 Sociales; 9 Ecológicos; 10 Estéticos; 11 Religiosos; 12 Morales;
13 Éticos.
3 Por moral entenderemos la moral positiva, es decir, el conjunto de normas y valores morales, de
hecho aceptados por una comunidad para regular las relaciones entre sus miembros. Por ética en-
tenderemos el conjunto de valores y de normas racionalmente aceptados por comunidades con
diferentes morales positivas, que les permiten una convivencia armoniosa y pacífica, y que incluso
sería cooperativa. El respeto a la diferencia, así como la tolerancia, por ejemplo, son valores éticos
fundamentales. A partir de esos análisis, la ética tiene por tarea proponer valores y normas para la
convivencia entre grupos con morales diferentes.
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4 Esta sección se basa en el artículo “Tecnología y cultura”, del volumen Ciencia, tecnología y sociedad,
en Miguel Ángel Quintanilla y Eduardo Aibar (eds.), Enciclopedia iberoamericana de filosofía, (en
prensa).
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La expresión “cultura técnica”, como señala Quintanilla, tiene al menos dos acep-
ciones: por un lado, la del conjunto de técnicas, en el sentido de habilidades, reglas
y conocimientos prácticos para obtener ciertos fines y transformar objetos, de que
dispone un grupo social –como en el caso de técnicas de agricultura– y, por el
otro, la del conjunto de representaciones, reglas, normas y valores relacionados
con las técnicas –como las ideas (correctas o no) sobre la bondad o maldad de la
biotecnología.
Es factible extender esta idea para los casos de “cultura científica” y “cultura
tecnocientífica”, es decir, como los conjuntos de representaciones (creencias, cono-
cimientos, teorías, modelos), normas, reglas, valores y pautas de conducta de los
agentes de los sistemas técnicos, científicos o tecnocientíficos, indispensables para
que funcione el sistema; y los conjuntos de esos mismos elementos, relevantes para la
comprensión, la evaluación, y las posibilidades de aprovechamiento, respectivamente,
de la técnica, de la tecnología, la ciencia y la tecnociencia por parte de una sociedad,
de un pueblo o de ciertos grupos sociales. Es decir, se trata del conjunto de elemen-
tos que conforman las actitudes sobre la ciencia y la tecnología.
Cuando pensamos, pues, en la cultura científica, técnica, tecnológica o tec-
nocientífica de un país, contemplaremos esa doble dimensión. Pero, evidentemen-
te, las representaciones y evaluaciones que tengan y hagan los diferentes grupos
sociales sobre los sistemas técnicos, tecnológicos y tecnocientíficos variarán am-
pliamente, lo cual se agudiza en los países culturalmente diversos. Esto plantea
problemas que conviene reflexionar a fondo. Por ejemplo, ¿qué significa desarrollar
la cultura tecnológica y tecnocientífica en los países de América Latina y, particu-
larmente, de sus pueblos indígenas con culturas diferentes, marginados educativa
y económicamente?
Para profundizar en ese problema, conviene citar la distinción propuesta por
Quintanilla entre la “cultura incorporada a un sistema técnico y la “cultura no incor-
porada a un sistema técnico”:
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de definir como el conjunto de todos los rasgos culturales incorporados a los sistemas
técnicos de que dispone: incluye, por lo tanto, el nivel de formación y entrenamiento
de sus miembros en el uso o diseño de esas tecnologías, pero también la asimilación de
los objetivos de esas tecnologías como valores deseables, etc.
La cultura tecnológica no incorporada a sistemas técnicos está formada por el con-
junto de rasgos culturales que se refieren o se relacionan con la tecnología, pero que no
están incorporados a sistemas técnicos concretos, bien sea porque no son compatibles
con las tecnologías disponibles, o porque no son necesarios para ellas, etc. Por ejem-
plo, un buen conductor de automóviles necesita determinados conocimientos sobre la
mecánica del automóvil, un cierto nivel de entrenamiento en la práctica de conducir
y una cierta interiorización de valores que representan las normas de tráfico (respetar
la prioridad en los cruces, etc.). Todo esto constituye una parte de la cultura incorpo-
rada a la tecnología del automóvil de nuestros días. Pero además de eso, el conductor
puede tener determinadas creencias (acertadas o no) sobre el efecto contaminante de
los motores de combustión interna, puede tener ciertas pautas de comportamiento en
relación con el transporte individual y determinados valores referidos a la necesidad de
preservar de la contaminación el centro histórico de las ciudades. Todos estos rasgos
forman parte de una cultura tecnológica, en la medida en que afectan al uso, diseño y
difusión de determinadas tecnologías, pero pueden no estar incorporados, por el mo-
mento, a ningún sistema técnico concreto (Quintanilla, 2005: 277).
Puesto que los sistemas tecnocientíficos son una subclase de los sistemas téc-
nicos, es posible aplicar esta idea al caso de la “cultura tecnocientífica” que la
constituirían, por una parte, los conjuntos de representaciones (creencias, conoci-
mientos, teorías, modelos), de normas, reglas, valores y pautas de conducta que
tienen los agentes de los sistemas tecnocientíficos, indispensables para que funcio-
ne el sistema; y, por otra, la cultura tecnocientífica de una sociedad la formarían los
conjuntos de esos mismos elementos relevantes para la comprensión, la evaluación
y las posibilidades de aprovechamiento de la tecnociencia por parte de una socie-
dad, de un pueblo o de ciertos grupos sociales. Es decir, se trata del conjunto de
elementos que conforman las actitudes sobre los sistemas tecnocientíficos y sus
consecuencias.
Como señala Quintanilla, la distinción es relevante, por ejemplo, cuando una
empresa desea adoptar una nueva tecnología, pues en tal caso es indispensable
que su personal cuente con la cultura tecnológica incorporada adecuada para ope-
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la posibilidad de crear un fármaco ad hoc para esa enfermedad), sino que es ne-
cesario desarrollar la cultura tecnológica incorporada a sistemas tecnológicos es-
pecíficos –los cuales, después de una evaluación desde la perspectiva de la cultura
tecnológica no incorporada, los aprueben quienes serán sus operarios, usuarios y
afectados por dicha tecnología–, esto significa, de paso, que han de desarrollar
las habilidades y poner en práctica las capacidades para generar y aprovechar tales
tecnologías.
El problema nodal, al pensar en las políticas educativas, así como en las de cien-
cia y tecnología que necesitamos, es no soslayar la unidad de análisis fundamental:
si se piensa en ciencia, no debe caerse en el error de creer que ésta se reduce al co-
nocimiento científico; si se piensa en tecnología, tampoco ha de caerse en el error
de creer que la tecnología se reduce a las técnicas y a los artefactos, olvidando a los
agentes que diseñan, operan y evalúan a los sistemas tecnológicos, así como al res-
to de los agentes afectados en sus vidas y en su cultura, en sus diferentes prácticas
por tales sistemas, y quienes, por tanto, también llevarán a cabo una evaluación y
tienen todo el derecho para incidir en el desarrollo y aplicación de un sistema tecno-
lógico específico, así como en la vigilancia y control de sus consecuencias. La unidad
de análisis que contemplemos incluirá los sistemas tecnológicos y tecnocientíficos,
con todo y su dimensión de cultura incorporada, también se considerará el punto
de vista desde la cultura no incorporada.
Los sistemas técnicos, tecnológicos y tecnocientíficos afectan a la cultura im-
pactando en las prácticas sociales específicas. Al estudiar los efectos culturales de
la tecnología, se considerará a los agentes intencionales, las personas de carne y
hueso que constituyen la médula de los sistemas tecnológicos y científicos, así co-
mo las prácticas sociales que se transforman a raíz de la operación de esos sistemas,
es decir, debe analizarse la manera en que los agentes se ven inducidos (y a veces
obligados) a hacer las cosas de otro modo, por ejemplo, a cambiar sus prácticas de
cultivo. Por consiguiente, las políticas pertinentes tendrán como objetivo fomentar
las transformaciones adecuadas en esas prácticas, con el acuerdo de los agentes
que forman parte de éstas y no pensar en abstracto en el desarrollo del conoci-
miento o de la tecnología. Resumiremos lo anterior en la siguiente tesis: “El forta-
lecimiento de la ciencia y la tecnología por sí solo no es suficiente para el desarrollo
social, es necesario articular estos sistemas con el resto de la sociedad, de manera
que los diferentes grupos se apropien críticamente del conocimiento y lo utilicen en
su beneficio por medio de sus diversas prácticas”.
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Conclusión
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Referencias
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Mario Cimoli*
Introducción**
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1 Durante este periodo, los gobiernos de la región intervinieron también en la formación de capital
humano fomentando el desarrollo del sistema educativo.
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Gráfica 1.
El modelo de las políticas de oferta selectiva.
Instituciones
Sistema productivo
(down)
Gobierno Bienes
(top) públicos Capacidad
de innovación
en procesos
y productos
Sectores
estratégicos
3 Costa Rica representa un caso distinto, porque la política tecnológica se orientó más a la adminis-
tración de subsidios que a incentivar las capacidades locales tramite las transferencia de tecnología
(Vargas y Segura, 2003).
4 Por ejemplo, el Consejo Nacional de Investigaciones Científicas y Técnicas (Conicet) en Argentina,
instituido en 1958, el Consejo Nacional de Ciencia y Tecnología (Conacyt) en México, creado en
1970, y el Consejo Nacional de Desarrollo Científico y Tecnológico (CNPq), fundado en 1951, en
Brasil (Yoguel, 2003; Casalet, 2003; Pacheco, 2003).
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5 En Argentina, se creó en 1954 la Comisión Nacional de Energía Atómica (cnea) que atendería la
prioridad acordada para la política nuclear apoyada entonces por las Fuerzas Armadas; y, en 1957,
se fundaron el Instituto Nacional de Tecnología Industrial (inti) y el Instituto Nacional de Tecnología
Agropecuaria (inta), orientados a la provisión de servicios tecnológicos, industriales y agrícolas res-
pectivamente (Yoguel, 2003). En México, el Servicio de Información Consultoría y Capacitación Tec-
nológica (Infotec) fue creado en 1975 para proporcionar servicios de asesoría en problemas técnicos
y apoyar la introducción de nuevas tecnologías para el desarrollo urbano, la difusión del sistema de
salud y la creación de capacidades tecnológicas en los sectores de energía, transporte, agropecuario
y forestal. Con la misma óptica se crearon también el Instituto Nacional de Investigaciones Nuclea-
res (inin), el Instituto de Investigaciones Eléctricas (iie), el Instituto Mexicano de Tecnología del Agua
(imta) y el Instituto Mexicano del Petróleo (imp), con objetivos de fomento y apoyo a las actividades
de investigación y ciencia y tecnología de los sectores nuclear, eléctrico, hídrico y petrolero respec-
tivamente (Casalet, 2003). También en Brasil se generó una infraestructura institucional sectorial.
Para fomentar las actividades de investigación y desarrollo en el ámbito agrícola se creó, en 1973, la
Empresa Brasileña de Pesquisa Agropecuaria (Embrapa), mientras que el Centro Técnico Aerospacial
(cta) fue instituido a principio de los años cincuenta como consecuencia de la prioridad acordada
para la industria aerospacial. Además, surgieron en Brasil centros de investigación dirigidos por
empresas estatales en sectores claves: el Centro de Pesquisas e Desenvolvimiento Leopoldo Américo
M. de Mello (Cenpes), fundado en 1995 y administrado por Petrobrás; y el Centro de Pesquisa de
Energía Eléctrica (Cepel) fundado en 1973 y dirigido por Eletrobras (Pacheco, 2003).
6 En Brasil, por ejemplo, la Coordenação de Aperfeiçoamento de Pessoal do Ministério da Educação
(Capes) y la Financiadora de Estudos e Projetos (Finep) eran, junto con el CNPq, la base institucional
para las políticas tecnológicas, que en ese entonces se inspiraban en el modelo estadounidense de
fomento de la oferta de formación y capacitación a nivel de posgrado mediante un sistema de becas
institucionales y personales (Pacheco, 2003). Las políticas orientadas a la formación de los recursos
humanos se estudian en detalle en el capítulo sobre conocimiento y capacitación.
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7 Las competencias se asignaban según la jerarquía y, en la mayor parte de los casos, con criterios de
evaluación y mecanismos de recompensa basados en la antigüedad en el puesto.
8 En efecto, el primer intento de armonización en Argentina fue en 1970, con la creación de la Se-
cretaría de Ciencia, Tecnología e Innovación Productiva (Secyt), iniciativa que fracasó sin conseguir
los resultados esperados. Por su parte, en Costa Rica la falta de coordinación se registró, más que a
nivel inter e intra agencial, entre las actividades de los centros de investigación y las exigencias de las
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En los años noventa, en la región persistía, sobre nuevas bases, una política de
ciencia y tecnología de laissez-faire, en la que el mercado suplantaba al Estado
en su papel de promotor activo del desarrollo (Chudnovsky y López, 1996). En el
ámbito tecnológico, se consideró que los esfuerzos públicos –incluido el financia-
miento o la producción de conocimiento y tecnología en laboratorios e institutos
de investigación públicos– resultaban en gastos innecesarios que podrían evitar-
se si se dejaba que las empresas adquirieran directamente tecnología extranjera.
Como consecuencia de las nuevas políticas económicas, se fortaleció la tendencia
a importar conocimiento y tecnología del exterior, reduciendo al mismo tiempo
el peso del Estado y de su política de oferta para fortalecer la creación de capa-
cidades tecnológicas endógenas. Consecuentemente, las políticas industriales y
tecnológicas empezaron a fundamentarse en un modelo en el que los incentivos
empresas como consecuencia del desarrollo de una política tecnológica no vinculada con la política
industrial (Buitelaar, Padilla y Urrutia-Álvarez, 2000).
9 La gestión de los organismos de ciencia y tecnología reflejaba directamente la lógica del modelo li-
neal y top down de diseño y gestión de las políticas tecnológicas. Sin embargo, ya en ese periodo, se
debatía sobre los alcances de ese modelo. Una primera corriente, asociada a los consejos nacionales
de ciencia y tecnología, sostenía la necesidad de transferir los recursos a los investigadores evitando
la interferencia de la organización en la definición de la agenda y de las prioridades de investigación.
La segunda corriente fomentaba la transferencia de recursos hacia áreas prioritarias, mientras la
tercera, y minoritaria, apuntaba a la creación de universidades de elite científica vinculadas al mundo
empresarial según el modelo de la universidad estadounidense John Hopkins (Yoguel, 2003).
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Gráfica 2.
El modelo de las políticas lineales de demanda.
Instituciones
Sistema productivo
(down)
Fuentes
externas
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10 De las políticas horizontales, cabe señalar la atención a las pymes (fomento de su participación en
la producción de conocimiento y adopción de tecnología) que, sin embargo, no modificó el carácter
horizontal de las políticas. En relación a las políticas de ciencia y tecnología en apoyo a las pymes
(Alarcón y Stumpo, 2001; Dini, 2002 y Dini, Corona y Jaso Sánchez, 2002).
11 Para un análisis detallado de la situación por países, véanse Yoguel (2003) para el caso de Argentina;
Casalet (2003) para México; Vargas y Segura (2003), para Costa Rica; y Jaramillo (2003), para Colombia.
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Cuadro 1.
El sistema de fondos de apoyo a la ciencia y tecnología en América Latina.
13 En la región, junto a los fondos, se han modificado e introducido incentivos fiscales para fomentar las
actividades de investigación y desarrollo y ciencia y tecnología. Se ha creado un sistema de deduccio-
nes y créditos fiscales por gastos en determinadas actividades de ciencia y tecnología e investigación
y desarrollo según categorías de actores. Sin embargo, los incentivos previstos resultan subutilizados
debido a los altos costos de transacción asociados, a la falta de una cultura de la innovación en el
tejido empresarial, y a la ausencia de una política de sensibilización orientada a la difusión de infor-
mación sobre esos sistemas de apoyo.
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14 Cada uno de los doce fondos brasileños es instituido por una ley que identifica la parte de la renta
sectorial que se debe destinar al apoyo de las actividades de ciencia y tecnología. Por ejemplo, en
el caso del sector petrolero el fondo se forma a partir de las royalties de la producción de petróleo
y gas natural; en el sector eléctrico se destina entre el 0.75 y el 1 por ciento del ingreso neto de las
empresas concesionarias de generación, transmisión y distribución de energía eléctrica.
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de esos costos favorece a las empresas que los sostienen –las cuales, en general,
son las que poseen más recursos y conocimientos– y excluye a las que no cuentan
con la capacidad mínima necesaria para identificar, formular y manejar sus reque-
rimientos. Al mismo tiempo, aun si se resuelven estos problemas de acceso, habría
que verificar si tales empresas poseen la capacidad de gestión necesaria para usar
con eficiencia los recursos a su disposición.15
15 Es importante describir los sistemas de apoyo a las pymes por su relevancia en la estructura produc-
tiva regional. En los noventa el apoyo financiero disponible para las pymes aumentó en Argentina,
Brasil y Chile; pero no en México. En Brasil, los recursos de apoyo se estancaron en los años ochenta
pero, en la siguiente década, los fondos transferidos por el Bndes aumentaron sustancialmente lle-
gando a máximos históricos.
El apoyo financiero para las pymes en México se ha reducido desde la crisis de 1995 y la asigna-
ción de recursos se ha dirigido a políticas horizontales. Aquí, el papel de las instituciones que apoyan
a las pymes decreció por el débil crecimiento económico y por las dificultades fiscales que mermaron
la capacidad del gobierno para cumplir un papel más activo. Además, las instituciones financieras de
desarrollo –como Nacional Financiera– experimentaron serias dificultades con la reducción del gasto
público y los mayores niveles de incumplimiento de sus deudores. En Argentina, se introdujeron en la
cartera administrada por el Fondo Tecnológico (Fontar) algunos instrumentos diseñados específicamen-
te para apoyar el desarrollo tecnológico y la provisión de servicios tecnológicos para las pymes. El Fontar
prevé otorgar aportes no reembolsables, créditos, y subsidios con base en convocatorias públicas.
En Brasil, el apoyo financiero para las pymes –el Servicio Brasileño de Apoyo a las Micro y Peque-
ñas Empresas (Sebrae) y el Bndes, por ejemplo– también se redujo, aunque por problemas fiscales y
la incertidumbre macroeconómica (que llevó a una menor demanda de crédito) que a una estrategia
clara para restringir el papel del Estado en este ámbito. Hasta los años noventa, Chile había hecho las
reformas más radicales. En este caso, el cambio más significativo fue en el cómo se asignaron estos
fondos, ya que una proporción creciente de ellos se transfirió a instituciones privadas encargadas
de administrar su asignación. Los programas como los proyectos asociativos de fomento (Profos), el
Fondo de Asistencia Técnica (fat), el Fondo de Fomento al Desarrollo Científico y Tecnológico (Fondef)
y demás proyectos de pequeña escala han sido importantes para apoyar las pymes en materia de
reestructuración tecnológica y de estrategias orientadas hacia el exterior.
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pecto del pib para afianzar la competitividad internacional. En general, las políticas
públicas mantuvieron un bajo perfil durante el período de las reformas. Si esto se
suma a la deplorable situación de la que se partió, se concluye que los sistemas
de ciencia y tecnología regionales aumentaron su debilidad en lo referente a la
producción y difusión del conocimiento. A un sistema productivo incentivado a es-
pecializarse e integrarse al sistema global de producción en los segmentos de bajo
contenido en conocimiento, se agregó una política pública que mantuvo la debili-
dad estructural en la mayor parte de las actividades científicas y tecnológicas.
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a crecer en igual o mayor medida a las patentes para no residentes. Por el con-
trario, en América Latina y el Caribe el número de patentes solicitadas por los no
residentes crece mucho más que las solicitadas por los residentes. Esta tendencia
se asocia a la utilización de las patentes por parte de las empresas extranjeras para
comercializar e importar sus productos, lo que en muchos casos va en detrimento
de las capacidades tecnológicas locales.
En relación con la actividad de patentado en la Oficina de Patentes y Marcas
de Estados Unidos (uspto, por sus siglas en inglés), donde hoy se registra el flujo de
patentes más grande del mundo, la cantidad solicitada por los países latinoameri-
canos apenas llega a la quinta parte de lo requerido sólo por Corea. Además de la
escasez, se observa también una divergencia en la estructura de las solicitudes.
Las patentes de la región se concentran en las industrias mecánica y química,
mientras que en las economías industrializadas y de reciente industrialización se
observa un número mayor de solicitudes de las tecnologías asociadas a telecomu-
nicaciones, electrónica y biotecnología (Aboites y Cimoli, 2001).
En los últimos tiempos, ha habido dos cambios fundamentales a nivel mundial:
el primero se relaciona con la apropiación de resultados científicos bajo patente; el
segundo, a la posición dominante que el uspto asumió a escala mundial.
Como primer punto, a partir de la década de los ochenta y como consecuencia
de la Ley Bayh-Dole (1980), se impulsó más fuertemente el registro de patentes de
los resultados de la investigación científica de base, respecto de los resultados de
investigación científica aplicada. Esta ley tuvo un efecto importante no sólo sobre
la responsabilidad que asumen las universidades, sino también sobre la relación de
éstas con las empresas en la creación y difusión del conocimiento. Entre 1991 y
2000, las solicitudes de patentes aumentaron en un 238 por ciento, empezando a
constituirse las universidades como uno de los actores principales en la actividad de
solicitud y registro de patentes. Asimismo, el efecto sobre la creación de empleo en
las actividades científicas y de investigación también fue, y sigue siendo, importante
(Correa, 2003).
Una de las principales consecuencias de este proceso reside en lo que muchos
autores llaman la “privatización de la ciencia” y el incremento de la protección de
los resultado de investigación básica. Al mismo tiempo, ese cambio tiene efectos
negativos para el acceso a los resultados de investigación de base, aumenta los cos-
tos de obtención de las patentes e incrementa la exposición a litigios y controversias
sobre las mismas (Correa, 2003).
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Capacidad tecnológica
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Al formular políticas de pi, los países de la región no tienen en cuenta que las mismas
están orgánicamente vinculadas al ambiente que las rodea y que pueden utilizarse
para promover los objetivos nacionales de desarrollo. La Comisión de Derechos
de Propiedad Intelectual (cdpi) ha señalado que, en numerosos países, la políticas
de pi se han diseñado sin preocuparse por su coordinación con los intereses de los
actores afectados por los acuerdos de pi y, sobre todo, sin complementarlas con
las reformas necesarias en áreas de regulación doméstica, por ejemplo, políticas
de ciencia y tecnología, y legislación antimonopólica. Además, muchos países han
firmado acuerdos internacionales (los acuerdos sobre adpic o la Convención sobre
Diversidades Biológicas, por ejemplo) sin una idea coherente de cómo aplicarlos en
el ámbito nacional (cdpi, 2002).
Otra de las debilidades que dificulta la adecuada integración de las obligacio-
nes internacionales es la inexperiencia en materia de derechos de pi y la falta de
conocimiento técnico necesario para elaborar leyes en este ámbito (Drahos, 2002).
Por ello muchos países dependen de la asistencia técnica extranjera, aportada me-
diante proyectos de ley, asesoramiento de expertos o comentarios de la ompi y otros
organismos sobre proyectos de futuras legislaciones.
16 Correa (2000) y Brooks son algunos ejemplos de los especialistas que han demostrado una preocu-
pación al respecto.
17 Esta cláusula se utiliza sobre todo en el ámbito sanitario y sirve para facilitar la entrada de compe-
tidores genéricos al mercado, cuando caduca la patente sobre un determinado medicamento. Esa
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Otro instrumento poco aprovechado por los países en desarrollo, y que los
países industrializados utilizan frecuentemente,18 es la licencia obligatoria. La capa-
cidad de los países de la región para valerse de dicho instrumento está fuertemente
limitada por varios factores. Por una parte, la utilización de este sistema requiere
una infraestructura administrativa y legal ausente en la mayoría de los países de la
región. Y, por otra, el artículo 31 de los acuerdos sobre adpic impone una serie de
condiciones que se deben cumplir para que la licencia se pueda otorgar y algunas
de ellas, como el uso “predominantemente doméstico”, son extremadamente difí-
ciles de combinar con las necesidades locales.
Una limitación importante se debe a que el propietario de la licencia está obli-
gado a manufacturar el producto bajo su propio riesgo y sin cooperación o ayuda
alguna por parte del dueño de la patente. No obstante, ocurre a menudo que el
potencial productor carece del know-how sobre cómo llevar a cabo la ingeniería in-
versa y que, además, no tiene un mercado suficientemente grande que le garantice
la compensación de las inversiones.19
La Declaración Ministerial de la omc de Doha, adoptada en 2001, evidenció
otro de los problemas que enfrentan algunos de los países en la utilización de
licencias obligatorias. En este sentido, instó al Consejo sobre adpic a resolver el
denominado “problema del sexto párrafo”, que reconoce la incapacidad de los
países menos desarrollados para hacer uso de la licencia obligatoria, sobre todo
en el campo farmacéutico. Los acuerdos sobre adpic limitarán, a partir de 2006, la
posibilidad que tienen los países en desarrollo con suficiente capacidad manufactu-
rera local para producir medicamentos genéricos mediante la utilización de licencias
obligatorias y venderlos a países menos desarrollados que carecen de la capacidad
para producirlos. A pesar de las múltiples negociaciones en el Consejo sobre adpic
en 2002, aún no se ha encontrado una solución a este problema.
cláusula permite que empresas genéricas desarrollen sus propias versiones de los medicamentos
durante el periodo de vigencia de su patente, sin infringirla.
18 Canadá, por ejemplo, desde 1969 hasta finales de los ochenta, aprovechó este instrumento a tal pun-
to que los precios de los medicamentos bajo licencia llegaron a ser 47 por ciento más bajos que los
vendidos en Estados Unidos. El Reino Unido también utilizó la licencia obligatoria en los años setenta
para producir medicamentos importantes como Librium y Valium.
19 Brasil es uno de los pocos países que ha superado las dificultades mencionadas mediante la integra-
ción del uso de la licencia obligatoria en su programa nacional std/aids.
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Falta de infraestructura
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Cada vez más, las empresas aplican la pi como fin, patentando sólo para comerciar
o acceder a mercados y luego bloquearlos. Esto impide la difusión de la tecnología
codificada en las patentes (López, 2003). El hecho que los sistemas de pi, cuya
función principal es garantizar la apropiabilidad y la innovación, se utilicen para
bloquear la entrada de competidores y mantener una posición monopolística en los
mercados muestra que existe un problema de riesgo moral.
Esto es evidente en algunos sectores como la biotecnología, donde no más de
10 por ciento de las patentes obtenidas llegan al mercado (Platt, 2001). Muchas
fusiones y adquisiciones entre empresas se explican por una estrategia de adquirir
20 Estudio realizado por el Instituto de Roland Berger Forschungs para la oep acerca del uso del sistema
de patentes por las industrias de producción (1994); estudio realizado por Derwent (2000).
21 El 27 de diciembre de 1998, The New York Times informaba que el costo promedio de un litigio de
patentes en Estados Unidos era de un millón doscientos mil dólares por parte; cifra mucho mayor en
casos complejos. Otro ejemplo ilustrativo es el caso Polaroid vs. Kodak, en el que cada parte gastó
más de cien millones de dólares.
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Cuadro 2.
Un modelo de políticas tecnológicas en economías abiertas.
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y leyes, es condición sine qua non para desarrollar una mínima capacidad de apren-
dizaje y adaptación tecnológica.
Las políticas verticales y selectivas permiten desarrollar los conocimientos bá-
sicos y encadenamientos (entre instituciones de ciencia y tecnología y empresas)
para el desarrollo de capacidades productivas y expansión de la base productiva
e industrial. Las políticas selectivas, permiten el reposicionamiento en la jerarquía
de las redes productivas y de conocimiento con el fin de aumentar la capacidad de
general y demandar conocimiento en las distintas empresas y tramas productivas.
En la medida que los países mejoran sus capacidades institucionales y desarro-
llan estructuras productivas más complejas, tambien extienden el dominio de sus
políticas y así ponen en práctica políticas verticales y selectivas, conjuntamente con
las horizontales. La utilización simultánea de ambos tipos de políticas horizontales,
así como de las selectivas, es una característica de los modelos de intervención en
las economías más avanzadas y de la capacidad de éstas de adoptar una actitud
pragmática en el diseño y actuación de las políticas. n
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Referencias
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Daniel Villavicencio*
Introducción
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2. Las empresas son instituciones sociales con una finalidad productiva y eco-
nómica; son el producto de relaciones y reglas construidas por individuos po-
seedores de historias y de finalidades particulares y diversas. Son, asimismo,
entidades heterogéneas que denotan capacidades diferentes para adquirir
y utilizar la tecnología y, por lo mismo, aprovechan las oportunidades del
mercado mediante estrategias diferenciadas.
1 Véase el análisis comparativo de los programas concretados por diferentes países de Europa y Amé-
rica Latina en Casalet et al. (1995).
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Sin embargo, es hasta el nuevo milenio cuando aparecen políticas más horizon-
tales y selectivas que fomentan la innovación en las empresas, incitando, asimismo,
al cofinanciamiento privado y a la cooperación con instituciones académicas y cen-
tros públicos de investigación y desarrollo.
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El periodo de apertura
Fue hasta la segunda mitad de los años noventa, cuando se empezó a hablar de la
existencia de un nuevo marco para el diseño de la política, que coincide además con
una depreciación de la moneda y una fuerte recesión.
La herencia de las políticas del modelo sustitutivo que generó patrones de
comportamiento monopolístico de muchas empresas, o de autarquía tecnológica
de otras, se conjuntó con problemas de falta de liquidez, aumento de deudas y, por
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La entrada en vigor de varios acuerdos comerciales de México con los países vecinos
de Norteamérica, de América Latina, de la Unión Europea y con otros países del
resto del mundo desde mediados de los años noventa, coincide con un proceso
de estabilización macroeconómica y financiera y la disminución de tasas inflacio-
narias. A su vez, estas condiciones propician mayor certidumbre para la inversión
nacional y extranjera, el ahorro, el comercio y, en general, para todas las actividades
productivas.
Al mismo tiempo, los acuerdos para el comercio y la consolidación del pro-
ceso de apertura económica permitieron una mayor presencia de empresas
globales en el mercado nacional, las cuales modificaron las condiciones de la
competencia a través de mayores capacidades tecnológicas y de innovación fue-
se ésta de procesos o productos. En algunos sectores, hubo procesos de fusión
y adquisición de empresas nacionales por parte de los competidores extranjeros
(industria química, por ejemplo). En otros, se observaron procesos de especiali-
zación productiva y algunas empresas se convirtieron en proveedoras de partes
y componentes, ingresando a la red de proveedores de cadenas globales de
producción, como en el caso de la industria automotriz y la electrónica. En los
sectores de producción de comodities, hubo altos índices de mortandad de em-
presas, por la competencia vía precios de productos provenientes de Asia o de
América Central.
En 2000, ocurrió un cambio de gobierno que, entre otras cosas, impulsó refor-
mas en aspectos normativos y en la aplicación de instrumentos para el desarrollo
científico y tecnológico del país (Casalet, 2005). Entre los cambios más relevantes,
se ha mencionado la aprobación de la Ley de Ciencia y Tecnología (2002), la crea-
ción de la Ley Orgánica del Conacyt, así como del Programa Especial de Ciencia y
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2 El artículo 52, fracción IV, inciso b) del Decreto de Presupuesto de Egresos de la Federación para el
Ejercicio Fiscal de cada año, menciona textualmente que: “Los programas sujetos a reglas de ope-
ración deberán observar presentar la evaluación de resultados de cada programa a la Comisión de
Presupuestos y Cuenta Pública de la Cámara, a la Secretaría y a la Función Pública a más tardar el 30
de septiembre, a efecto de que los resultados sean considerados en el proceso de análisis y aproba-
ción del Presupuesto de Egresos de la Federación para siguiente ejercicio fiscal”.
3 Otros programas se mantienen, como becas para la formación de recursos humanos que lleva más
de treinta años en funcionamiento.
4 Se trata de una versión reformada de un programa que inició a mediados de los noventa.
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Cuadro 1.
Relación de las convocatorias de los fondos sectoriales.
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5 El monto total aprobado para los proyectos en 2003 fue casi el doble que en 2002. Véase www.
conacyt.mx.
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Cuadro 2.
Proyectos apoyados por los Fomix en las áreas de demanda.
Salud 4 37 33 40 33 147
Emisión de convocatorias 1 19 23 18 24
desarrollo social y educativo. Esta situación se debe en parte a que estas tres áreas
han aparecido en las convocatorias de todos los años y en todos los Fomix, por lo
que la demanda de apoyos ha sido mayor que en otras áreas. Pero, por otro lado, la
cantidad de proyectos aprobados en estas áreas refleja la capacidad para la investi-
gación aplicada y el interés que tienen las comunidades de científicos y tecnólogos
de las diferentes regiones, por ejemplo para los temas del medio ambiente, o la
participación de las empresas para los problemas de desarrollo industrial que como
se mencionó antes, incrementa los recursos de los Fondos.
Además de las áreas de demanda, existen cinco modalidades que especifican
el tipo de proyectos que se ha decidido apoyar y el tipo de resultados que se espera
obtener. Así tenemos que la mayor parte corresponde a proyectos bajo la modali-
dad A de investigación científica, que ocupa más de la mitad de todos los proyec-
tos, seguido de la modalidad B que se refiere a desarrollo tecnológico.
En promedio, se presentan cada año aproximadamente mil solicitudes de
apoyo para proyectos cuya tasa de aprobación, en 2002, fue de 39.3 por ciento,
es decir, por cada 10 proyectos se aprueban casi 4; en 2003 la tasa fue de 42
por ciento; y en 2004 fue de 39.7 por ciento. Así, concluiremos que hay una im-
portante capacidad de oferta de proyectos de investigación aplicada en el país
a nivel regional.
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6 Estas modalidades existieron hasta 2005, año en que aparece como C) Esquemas de asociación de
empresas para la innovación tecnológica y se fusionan lo que antes se consideraba como B y C.
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En el cuadro 3 enlistamos las diversas áreas industriales que han aparecido en las
convocatorias y, como el lector observará, hay cierta continuidad del área de demanda
de un año a otro, como es el caso de la industria automotriz y de autopartes, eléctrica
y electrónica, alimentaria o farmacéutica que aparecen en todas las convocatorias.
Cuadro 3.
Continuidad de las áreas de demanda del fondo sectorial.
Área industrial o de demanda de las convocatorias 2002 2003 2004 2005 2006
Industria de la construcción
Industria farmacéutica
Industria metalmecánica
Metalurgia
Industria textil
Biotecnología
Aeronáutica y aeroespacial
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7 Roussel et al. (1998) hacen un interesante análisis de la evolución de las actividades de investiga-
ción y desarrollo en las últimas décadas y observan un proceso de diversificación de las unidades o
departamentos.
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Cuadro 4.
Taxonomía de proyectos aprobados en las diversas convocatorias.
1. Infraestructura
4 7.1 7 11.1 8 13.8 9 12.2 – –
de I+D
2. Nuevos produc-
26 46.4 30 47.6 29 50.0 35 47.3 14 42.4
tos y procesos
3. Creación de
3 5.4 7 11.1 3 5.2 14 18.9 9 27.3
centros de I+D
La segunda hipótesis nos parece más plausible, pues hasta mediados de los
años noventa, el sector industrial en el país vivía un proceso de reestructuración
productiva y organizacional que implicó la desaparición de muchas empresas, la
especialización de otras, el establecimiento de relaciones de subcontratación o de
alianzas estratégicas de otras más. En dicho proceso, algunas empresas debieron
volver más eficientes sus procesos productivos y modernizar la tecnología utilizada
para responder a las necesidades de calidad, precio, respuesta rápida al mercado
y, en algunos casos, como las industrias química y farmacéutica, adecuarse a las
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Cuadro 5.
Clasificación de los proyectos por sector industrial.
Convocatoria 2003
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Conclusión
Aquí se ha realizado una breve caracterización de los principales cambios de las po-
líticas de ciencia, tecnología e innovación del país, con énfasis en el último periodo
que inició con el proceso de apertura y la firma del tlcan. Vimos también cómo, a
partir del último gobierno en turno, ocurren cambios institucionales que dan pie a
nuevas bases para la concepción de los programas y su ejecución.
A diferencia de los modelos aplicados hasta finales de los años noventa, carac-
terizados por una oferta heterogénea de instrumentos y carente de coordinación,
en el último periodo las políticas intentan ser más horizontales, descentralizadas y
estimulantes, pues buscan, entre otros aspectos, los siguientes:
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Referencias
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3. Los miembros del sni van en aumento; mientras que en 1992 el sistema con-
taba con 6 602 investigadores, hacia 2003 el número de miembros se había
incrementado a 10 189 (Bazdresch y Romo, 2005).
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Para examinar la estructura del financiamiento vale la pena hacer algunas distin-
ciones en el gasto en investigación y desarrollo experimental. La investigación y
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Cuadro 1.
Fuentes de financiamiento en investigación y desarrollo en países seleccionados.
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Cuadro 1.
Continuación.
Fuente: Conacyt (2004). La categoría “Otros” corresponde a contribuciones de los sectores educación superior, instituciones privadas
no lucrativas y del exterior.
Las cifras del cuadro 1 se complementan con una parte del total del gasto que
se observa, es decir, con la evolución del gasto en investigación y desarrollo experi-
mental (gide). Dicho gasto se vincula a la ciencia y la tecnología con la productividad
del país, puesto que desarrolla productos e innovaciones para las empresas. Parte
de este tipo de gasto aumenta la capacidad innovadora de las empresas, elevando
su competitividad y repercutiendo en mayor desarrollo económico, es decir, es el
desarrollo de tecnología y ciencia aplicada.
Este tipo de gasto es mayoritariamente hecho por el sector público. Sin em-
bargo, el gasto de las empresas para impulsar sus productos ha crecido constante-
mente, rebasando el crecimiento del gasto del sector público. Ya que, en general,
el gasto dirigido a la innovación y la investigación es muy pequeño, se espera lo
mismo del gide. En un comparativo internacional, México es uno de los países don-
de la relación gide /pib es muy pequeña, tal como se observa en el cuadro 2.
Cuadro 2.
Gasto en investigación y desarrollo experimental, países seleccionados (2002).
País Porcentaje
Argentina 0.39
México 0.40
Chile 0.60
Cuba 0.62
España 1.03
China 1.23
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Cuadro 2.
Continuación.
País Porcentaje
Canadá 1.91
Alemania 2.52
Corea 2.91
Japón 3.12
Finlandia 3.46
Suecia 4.27
Mientras que países como Alemania y Estados Unidos invierten más del 2 por
ciento de su pib en gide, México tan sólo invierte 0.40 por ciento de su pib. Com-
parando a nuestro país con países de desarrollo similar, incluso se encuentra por
debajo de India, Cuba y Chile.
Como decíamos, el gide es primordialmente público, sin embargo, las empre-
sas observan un importante patrón de crecimiento en dicho gasto. A continuación
se presenta la evolución del gasto del periodo 1993-2003 por los sectores que lo
financian.
El gide –que es la medida más representativa– en el año 2005 fue de 0.38 por
ciento del pib; aunque en años anteriores llegó hasta 0.45 por ciento del pib. Como
se puede observar, el gide ha estado primordialmente financiado por el sector públi-
co, sin embargo, a partir de 1995 se observa un despegue en el financiamiento del
sector productivo a este tipo de gasto. Así pues, la tasa media –a precios constan-
tes– de aumento del financiamiento agregado entre 1993 y 2003 fue:
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Gráfica 1.
Evolución gide por sectores 1993–2003.
40 000 000
30 000 000
20 000 000
10 000 000
0
Año 1993 1994 1995 1996 1997 1998 1999 2000 2001 2002
Además, el gide financiado por el gobierno se estanca a partir del año 2000.
El crecimiento de este gasto se explica porque el gide financiado por las empresas
aumenta la rapidez de su crecimiento desde 1998.
Si bien el sector público otorga gran parte del gide, la gran mayoría de las inno-
vaciones se origina en la empresa, con un porcentaje mayor para las innovaciones
en producto. A este rubro le sigue el desarrollo de las innovaciones a través de la
colaboración con otras empresas. La colaboración con institutos de investigación,
así como el desarrollo de innovaciones por parte de éstos no constituyen fuentes
importantes de las innovaciones introducidas, lo cual evidencia la falta de lazos
entre el sector productivo y el sector académico y de investigación nacional, como
se observa en la gráfica 2.
Como lo muestran estos datos, el mayor crecimiento del gasto en investiga-
ción y desarrollo experimental (gide) lo realizan, precisamente, las empresas, con
un incremento sorprendente que ha dejado atrás las inversiones del gobierno y las
universidades. Las causas concretas de la caída en la tasa de aumento del gasto
público no se han investigado, pero en todo caso implica que algún grupo en la
burocracia no tiene interés en ese gasto. Como se observa más adelante para el año
2007, esta actitud del sector público se modificó considerablemente.
Sin duda es importante que el sector productivo invierta en investigación cien-
tífica. Recientemente, el programa Avance del Conacyt incrementó considerable-
mente el monto del subsidio a la innovación y, por lo tanto, el número de empresas
registradas en el programa.
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Gráfica 2.
Origen de los productos y procesos innovados.
Empresa en colaboración
60% con otras empresas
0%
Innovación Innovación
en producto en proceso
Por otro lado, la información disponible de la encuesta del inegi no permite co-
nocer cual es el destino concreto de los fondos que las empresas dirigen a tareas de
investigación y desarrollo. Sin embargo, hay algunos indicios que permiten suponer
que parte de estos fondos se orientan a la importación de infraestructura extranjera
(difusión de tecnología no propietaria). Se advierte el riesgo que implica para las
empresas invertir en el desarrollo de tecnología propia sin contar con los subsidios
públicos suficientes para hacerlo.
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Gráfica 3.
Mecanismos de financiamiento de proyectos de innovación (porcentaje).
Recursos propios 71
Créditos de instituciones
13
bancarias privadas
Recursos de empresas
6
subsidiarias o asociadas
Recursos de otras 4
empresas
Apoyos gubernamentales 3
Apoyos de organismos
2
internacionales
Otro 1
0 10 20 30 40 50 60 70 80
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Sin embargo, si se desea realizar este proceso en forma efectiva, tendría que ocurrir
no sólo un cambio en las empresas, sino también una apertura muy significativa en
las universidades, a fin de disponer de los medios para participar en este proceso.
La concurrencia de ambas condiciones llevará a la dinamización del sistema mexi-
cano de innovación.
Es importante que el gobierno aumente su financiamiento al gide, pero desti-
nando parte de éste a la promoción de la innovación propietaria, disminuyendo así
el riesgo en esta forma de inversión.
En este caso se financiaría la innovación propietaria, es decir, aquella de la
cual la empresa que la posee puede hacer uso exclusivo y sin limitaciones. Como
se sabe, generar este tipo de inversión es muy costoso y riesgoso, pero incide en el
crecimiento de los productos de la empresa y, por tanto, de las exportaciones (al
exportar los productos y la propia tecnología mediante el pago de regalías).
Este tipo de inversión se financiaría a través de subsidios gubernamentales con
el supuesto incremento del gide, pues debido a la importancia que tiene para la
competitividad de un país contar con tecnología propietaria, los gobiernos de los
países desarrollados y de algunos no tan desarrollados, otorgan amplios subsidios y
facilidades a las empresas que se arriesgan a generar innovación propietaria.
Con ello, posiblemente, la academia aceptaría involucrarse más en generar
innovación, lo cual repercutiría en su presupuesto, el cual crecería con mayor rapi-
dez al tener ingresos por patentes. Así se fortalecerían los vínculos entre empresa y
universidad, propiciando una mayor innovación en el país y ligando la innovación a
empresas chicas y medianas.
Finalmente, se introducirían cambios regulatorios que posibilitaran la formación
y operación de compañías de capital de riesgo (con el fin de facilitar el financiamien-
to de las denominadas start-ups), y en general la formación de nuevas empresas.
En los hechos, lo anterior ya ocurre. Pues ahora contamos con la muy buena
noticia de que el gobierno del presidente Calderón decidió aumentar en forma sig-
nificativa el presupuesto del sector de ciencia y tecnología. Como consecuencia, en
2007 el incremento será de 16.3 por ciento para todo el sector y de 28 por ciento
para el Conacyt. Con un aumento de esa magnitud es claro que el apoyo a las em-
presas emergentes podrá elevarse considerablemente.
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Conclusiones
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Gabriela Dutrénit*
Introducción
del Posgrado en Economía y Gestión del Cambio Tecnológico de la Universidad Autónoma Metropo-
litana, Xochimilco.
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sólo el mercado median entre los agentes. A las fallas de mercado y de gobierno
se suman las fallas sistémicas. En este contexto, la política de cti se convierte en un
ingrediente fundamental para el funcionamiento de un sistema nacional de innova-
ción (sni) dado. Influyen tanto la operación del sistema de investigación y desarrollo,
como las interacciones entre el conjunto de agentes y el desempeño innovador de
las empresas (Teubal, 2002).
En el caso mexicano, el foco de las políticas de cti, desde principios de la déca-
da de 1990, ha cambiado de un enfoque ofertista, basado en el apoyo a la ciencia,
hacia un enfoque de mercado, más orientado hacia el fomento de la actividad de
innovación del sector productivo. Este cambio se ha profundizado en el último
sexenio. Más aún, en los últimos años es posible visualizar la emergencia de una
política de innovación que integra un conjunto de instrumentos, siguiendo las ex-
periencias internacionales (Brasil, Chile, ocde).
En términos de los resultados de la política de cti, la intensidad de investigación
y desarrollo se ha estancado desde los años noventa –el gasto en investigación y
desarrollo experimental (gide) es sólo de 0.5 por ciento del pib –, ha persistido una
baja participación del sector privado en el gasto total en investigación y desarrollo,
la posición competitiva del país decayó del lugar 33 en 2000 al 56 en 2004 (de
acuerdo con el International Institute for Management Development, imd) y, en
general, el comportamiento innovador de los actores es pobre. Adicionalmente,
muchos de los actores interesados de la academia, industria y sociedad civil tienen
la percepción de que no ha habido cambios sustanciales en la capacidad innovativa
del país y en el conjunto de las capacidades tecnológicas nacionales.
Existen muchos aspectos relacionados con la concepción de la política de cti
sobre los cuales habría que reflexionar y discutir para llegar a definiciones más
claras acerca de qué tipo de política requiere México, quiénes son los actores que
deben participar en la definición de esa política, qué instituciones serán las respon-
sables de definirla y ponerla en práctica, qué propósitos perseguirán y cuáles son las
relaciones que han de plantearse entre ciencia, tecnología, economía y sociedad.
Este trabajo contribuye a esta discusión desde una perspectiva sistémico-evo-
lutiva, y tiene dos objetivos: primero, discutir la combinación de instrumentos de
la política de cti de la administración 2000-2006, a la luz de la experiencia inter-
nacional; y, segundo, estudiar la propuesta de diseño de política de cti elaborada
para el Foro Consultivo Científico y Tecnológico, a fin de generar las masas críticas
necesarias de cti y endogeneizar la innovación (fccy t, 2006).
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Cuadro 1.
Instrumentos directos de política de innovación.
{
• Orientadas a transferir a las empresas recursos y capacidades
necesarias para la innovación desde el gobierno u otros agentes
relacionados (universidades, centros, etcétera).
Políticas del lado de la oferta
• Buscan actuar como una fuerza de apoyo cuando las condiciones
del entorno (recursos humanos, base científica, marco
regulatorio) y la coordinación de políticas son condiciones
críticas.
{
• Orientadas a incrementar la demanda de los productos inno
vadores y así incrementar el incentivo de las empresas para que
Políticas del lado de la demanda promuevan la investigación y el desarrollo.
• Buscan estimular los mercados líderes en la actividad innovadora
del país que puedan dirigir los cambios requeridos.
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Las deficiencias relacionadas con los recursos se refieren a que éstos son
insuficientes para la investigación y desarrollo sin fondos públicos. Esta situación
se presenta particularmente en el caso de la investigación académica, la inves-
tigación y desarrollo privada en condiciones de alta incertidumbre y los casos
en que el retorno social justifica una inversión que el sector privado no está
dispuesto a realizar. En relación con los incentivos, las deficiencias se refieren a
que las estructuras científicas o el mercado no proveen los incentivos necesa-
rios para un comportamiento socialmente deseable (por ejemplo, la vinculación
academia-empresa).
Las deficiencias en las capacidades ocurren cuando las organizaciones ca-
recen de capacidades básicas para el proceso innovativo (como las habilidades
para desarrollar un plan de negocios o acceder a capital de riesgo). Finalmente,
las deficiencias sobre las oportunidades se refieren a una situación en la que hay
dificultad para generar oportunidades para la innovación. Esta deficiencia es una
de las justificaciones principales para la ciencia pública.
El cuadro 2 enlista un conjunto de instrumentos de política y señala las defi-
ciencias que contribuyen a superar. Como se advierte, cada instrumento de po-
lítica no sólo atiende diferentes deficiencias, sino que contribuye a superar una
o varias a la vez. Cabe destacar que un instrumento se emplea de forma contra-
dictoria: positivamente para unas deficiencias y a la vez con impactos negativos
en otras. Por esta razón, el diseño de una política de innovación debe basarse
tanto en la identificación de las deficiencias, como en la selección de medidas
que atiendan las diferentes deficiencias y eviten los efectos contrarrestantes.
El diseño y aplicación de políticas de innovación para inducir un mayor gasto
en actividades de investigación y desarrollo, y así expandir la tasa de introduc-
ción de nuevos productos y procesos en el mercado, ha sido incorporada cre-
cientemente en la agenda de los policy makers, tanto en las economías centrales
como en los países en desarrollo (Teubal, 2002; Bartzokas y Teubal, 2001).
Como se señaló antes, en la medida en que las políticas son una respuesta
adaptada al contexto, las políticas observadas en diferentes países recurren a una
combinación particular de los instrumentos señalados.
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Cuadro 2.
Instrumentos de política de innovación y deficiencias atendidas.
Medidas de co-localización X X
Políticas sistémicas X X
La evidencia de los países donde han tenido suerte, sugiere que las políticas de
innovación han de tener ciertas características:
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Desde 2001, el gobierno en turno introdujo una política de cti basada en una nueva
combinación de instrumentos. El Programa Especial de Ciencia y Tecnología (Pecyt)
se constituyó en el principal instrumento de la política de cti. La excelencia y la per-
tinencia de la investigación en ciencia y tecnología, la interacción entre los agentes,
la regionalización de las capacidades, el fomento a la innovación, la coordinación
del sni y la participación social estuvieron en el centro de su concepción.
Los principios que delineaban el nuevo modelo de política de cti incluían: 1) la
adopción de criterios más estrictos de calidad y pertinencia de la investigación llevada
a cabo en el sistema público de investigación; 2) una intención explícita de promover
la interactividad y coordinación entre agentes del sin; 3) el compromiso con la regio-
nalización de las capacidades de cti a lo largo del país; 4) la promoción de actividades
de innovación en el sector productivo y empresarial; y 5) la apertura de espacios para
la participación de amplios grupos de la sociedad en los temas de cti (Pecyt, 2001).
Estos objetivos se plasmaron en sesenta fondos y programas operados por Conacyt,
tanto individualmente o en conexión con otras organizaciones. Adicionalmente, un
conjunto de reformas del marco regulatorio permitieron, al menos en teoría, que la
cti recibiera mayor prioridad social y política; más aún, se esperaba que el sni se trans-
formaría significativamente de acuerdo a los nuevos objetivos (Pecyt, 2001).
Así, siguiendo las tendencias internacionales, en los últimos años se ha inte-
grado un diseño de política de innovación, que en 2005 aparecía como un con-
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Los instrumentos de la política de cti de este sexenio reflejan una cierta conti-
nuidad respecto de programas existentes en administraciones previas (sni y becas
de posgrado), pero también una cierta novedad expresada principalmente en el
diseño de instrumentos para el fomento específico a la innovación (Avance, consor-
cios y estímulos fiscales). Por su parte, los fondos mixtos y sectoriales sustituyen y
mejoran instrumentos anteriores.
La mayoría de los instrumentos introducidos son de oferta, es decir, se orientan
a transferir a las empresas recursos y capacidades necesarias para la innovación,
desde el gobierno u otros agentes relacionados (universidades, centros, etc.), y
buscan actuar como una fuerza de apoyo cuando las condiciones del entorno (re-
cursos humanos, base científica, marco regulatorio) y la coordinación de políticas
son condiciones críticas. El listado de los instrumentos y el tipo de deficiencias que
atienden se presentan en el cuadro 3.
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Cuadro 3.
Instrumentos de la política de innovación en México y deficiencias atendidas.
Instrumentos
Medidas de política Recursos Incentivos Capacidades Oportunidades Año de inicio
en México
Fondo de X X X 2002
Economía
Consorcios de 2004
innovación
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Cuadro 3.
Continuación.
Instrumentos
Medidas de política Recursos Incentivos Capacidades Oportunidades Año de inicio
en México
4 Para una para una evaluación más detallada de los instrumentos, véase fccyt (2006).
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Gráfica 1.
Instrumentos del sector productivo (según las etapas de la investigación y desarrollo).
Uso de
Introducción Venta del
Desarrollo de la tecnología tecnología
de la tecnología producto
probada
Fondo de
economía
Fondo Emprendedores
Avance
Fondo de Garantía
Estímulos fiscales
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5 Análisis preliminares muestran que los incentivos fiscales se otorgan principalmente a actividades de
desarrollo y no de experimentación. En una serie de conjunto de entrevistas se reveló que existen
deficiencias en los instrumentos de evaluación de los proyectos que se someten a este programa. Se
requiere más investigación en ese sentido.
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Los problemas del diseño y la ejecución han introducido limitaciones a los im-
pactos esperados de las intervenciones de política.6 En particular, han enviado seña-
les erróneas a los agentes sobre cuál es el comportamiento deseado, sin modificar
los incentivos económicos relacionados con los instrumentos, tampoco conducen a
un cambio significativo en las normas sociales relativas a la cti.7
Esta sección resume una propuesta de diseño de política de cti compuesta por tres
etapas para superar las debilidades y desviaciones del sni, particularmente sus fallas
sistémicas, generar y estimular las capacidades de ciencia y tecnología y las activida-
des de innovación (para mayor detalle sobre dicha propuesta, véase fccyt, 2006).
La visión de país que inspira el diseño de política de cti se concentra en: 1) el
desarrollo económico basado en el conocimiento y en la preservación del me-
dio ambiente; 2) el perfil productivo en el que destaquen capacidades tecno-
lógicas en sectores estratégicos y en los que atienden necesidades básicas; 3)
el sector productivo y empresarial competitivo que contribuye al desarrollo
regional con una alta presencia de pymes; 4) los empleos bien remunerados;
5) el desarrollo social que satisfaga las necesidades básicas de alimentación,
salud, educación y vivienda; y 6) la amplia integración de las potencialidades
de la diversidad cultural.
Para alcanzar la visión de país, han de formularse políticas operativas en di-
ferentes áreas bajo la responsabilidad de las respectivas secretarías de Estado. En
6 Por ejemplo, la irregularidad en la asignación de recursos envía señales erróneas a los agentes, provo-
cando comportamientos oportunistas en el acceso a los recursos públicos y, en general, en el diseño
de sus estrategias en relación con actividades de CyT.
7 Dutrénit, Santiago y Vera-Cruz (2006) discuten los incentivos asociados a los instrumentos implemen-
tados en este sexenio.
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8 Dutrénit et al. (2006) discuten un modelo coevolutivo de ciencia, tecnología e innovación a partir del
caso mexicano.
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Lograr que la cti se centre en la solución de los problemas del presente y, sobre to-
do, del futuro del país, es un proceso acumulativo y gradual. Si consideramos que el
gasto federal en ciencia y tecnología (gfcy t) representó en 2005 sólo 0.4 por ciento
del pib y 2.2 por ciento del total del gasto programable del sector público federal,
este esfuerzo del gobierno se encuentra muy por debajo de los montos y porcenta-
jes que, a nivel internacional, se consideran como mínimos necesarios para disparar
un proceso evolutivo autorreforzante de la cti, la economía y la sociedad.
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Gráfica 2.
Tres escenarios de la evolución del gide.
1
2.5
2.0
2
gide/pib
1.5
3
%
1.0
0.5
0.0 2006 2007 2008 2009 2010 2011 2012 2018 2024
T1 T2 T3
Gráfica 3
Cambios en la composición del gide conforme al escenario 1
60.0
50.0
Sector productivo
y empresarial
40.0
total
gide
20.0
Fondos externos
gobierno
10.0
0.0
2006 2012 2018 2024
T1 T2 T3
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en el gide total pasará del 35.4 por ciento observado en 2005 al 42.1 por ciento en
2012 (gráfica 3). Este escenario ubicaría a México, en 2012, en una situación similar
a la que tenía España en 2004.
En contraste, el escenario 3 proyecta la evolución observada en el último
periodo, es decir, un incremento en términos reales del gide financiado por el
gobierno del 8 por ciento anual y del gide financiado por el sector productivo
y empresarial del 15 por ciento, con los mismos crecimientos pronosticados del
pib. Esto conduciría, en 2012, a que el gide represente el 0.6 por ciento del pib y a
una contribución del sector productivo y empresarial en el gide total del 47.5 por
ciento. Suponer que el crecimiento del gide financiado por el sector productivo y
empresarial se mantenga en el 15 por ciento, sin incrementar sustancialmente el
gasto público es poco probable, y pasaría a ser muy dependiente de la coyuntura
económica. El escenario 2 ilustra una evolución intermedia.
En el marco del escenario 1, los incrementos del gide financiado por el sector pú-
blico en T1 se dedicarían a fortalecer las capacidades de ciencia y tecnología y las de
investigación y desarrollo, además de otras actividades de innovación para el sector
empresarial. En el caso de la masa adicional de recursos públicos para fortalecer las ca-
pacidades de ciencia y tecnología, se producirían efectos directos y multiplicadores.
Por un lado, se fortalecería la generación de conocimiento para atender las
necesidades básicas y los sectores económicos estratégicos y, por otro, se crearían
demandas de nueva investigación guiada por motivaciones y orientada a proble-
mas. Este proceso crearía condiciones para buscar nuevos financiamientos para la
ciencia y la tecnología. En este sentido, la formación de más recursos humanos con
perfiles especializados de acuerdo a las necesidades del sector empresarial para rea-
lizar investigación y desarrollo, así como otras actividades de innovación, generaría
variación, ampliaría la capacidad de oferta de los mismos y crearía condiciones para
involucrar al sector productivo y empresarial en su financiamiento.
La consolidación y ampliación de la participación en redes internacionales de
investigadores de las instituciones de educación superior y los centros públicos de
investigación, a través de procesos de selección, crearían más y mejores condiciones
para acceder a financiamiento externo.
En el caso de la masa adicional de recursos públicos para fortalecer la investiga-
ción, el desarrollo y la innovación del sector productivo y empresarial, se producirían
efectos de apalancamiento y catalíticos. Conforme se desarrollen capacidades en el
sector productivo y empresarial, se generaría demanda de subsidios y otros apoyos
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Cuadro 4.
Evolución de la combinación de instrumentos, 2005-2024.
Fondo sectorial de ciencia guiada por motivaciones 1.0 1.6 3.0 3.7
Subsidio a empresas para investigación, desarrollo e innovación 0.2 3.9 3.7 0.2
sni (desde 2012 transformado en Financiamiento Institucional a 0.0 2.9 2.7 2.5
la Investigación)
Otros gastos de ciencia y tecnología de Conacyt y gastos de 76.2 63.2 54.5 63.1
ciencia y tecnología de las secretarías de Estado
* La evolución de la estructura del gfcyt no considera los cambios que probablemente ocurrirán asociados a la federalización de
la ciencia, los cuales supondrán una redistribución del gasto nacional entre los niveles federal y estatal, además de que tendrán
implicaciones en la fuente de financiamiento de algunos de los instrumentos aquí incluidos (por ejemplo, los fondos mixtos, centros
de excelencia, etcétera).
Fuente: fccyt (2006), basado en shcp (2006) y Conacyt (2006).
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tema de cti. Si bien puede haber muchos tipos de procesos dinámicos, la categoría
de procesos dinámicos que se propone generar pertenece a los denominados de
“empuje a la ciencia y tecnología y la innovación”, basados en los cinco objetivos
de la estrategia y financiados inicialmente por un aumento de la masa de recursos
públicos.
Para que un sistema de cti funcione bien, ha de lograr un balance correcto
entre las capacidades de ciencia y tecnología del sector educativo-académico y del
sector empresarial, manteniendo una comunicación activa entre estos dos agentes.
Se requieren las capacidades de ambos para sostener el ritmo de innovación y el
crecimiento económico a lo largo del tiempo. Más aún, se necesitan los dos modos
de explorar nuevo conocimiento científico y tecnológico para que la sociedad res-
ponda adecuadamente a la variedad de retos a los que se enfrenta en el presente y
a los que surgirán en el futuro.
La combinación de instrumentos cambiará a lo largo de las tres etapas pro-
puestas, de acuerdo al énfasis de cada cual, manteniendo una coherencia en la
asignación de recursos entre los diferentes instrumentos. El cuadro 4 ilustra la evo-
lución propuesta de la combinación de instrumentos e incluye nuevos programas
introducidos al inicio del nuevo gobierno.
Para iniciar este proceso, el gobierno invertirá sumas importantes para el fo-
mento a la investigación y desarrollo, así como para otras actividades de innovación
del sector empresarial. Como se espera desencadenar un proceso de endogeneiza-
ción de la innovación financiada por el sector empresarial, se reducirá el esfuerzo
público orientado a ese objetivo, particularmente en T3. Con el paso del tiempo,
será necesario mantener un esfuerzo sostenido para consolidar y acrecentar las
capacidades de ciencia y tecnología de las instituciones de educación superior y los
centros públicos de investigación.
Las necesidades sociales irán cambiando y nuevos sectores estratégicos emer-
gerán, a medida que se avance en el desarrollo económico y social. Esto, aunado
al hecho de que la ciencia es un bien público, demanda la necesidad de mantener
el esfuerzo público de forma sostenida. Así, conforme se avance en la trayectoria
descrita, irá cambiando la combinación de instrumentos, específicamente variará la
asignación proporcional de recursos a los diferentes instrumentos.
Una trayectoria de este tipo requiere un cambio progresivo en el comporta-
miento de los agentes, así como la incorporación de nuevos grupos de la socie-
dad a las actividades de cti. Esto sólo será posible en la medida en que cambie el
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Será muy difícil avanzar en la superación de las carencias del sistema de cti si no se po-
ne a discusión, participativa e incluyentemente, una agenda de temas polémicos que
afectan a las instituciones de educación superior y los centros públicos de investigación,
además de que expresan la divergencia de intereses y la desigual percepción social so-
bre la ciencia y tecnología que tienen los científicos, tecnólogos y administradores de
la ciencia. Algunos de los temas que demandan discusión son los siguientes:
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• Concretar una política de Estado que involucre a todos los agentes, procure
alcanzar los objetivos estratégicos enumerados y que siga las líneas de acción
definidas, de forma tal que sea socialmente apreciable la contribución de la
cti a la solución de los problemas nacionales.
• Redefinir el diseño institucional a partir de diferentes opciones, por ejemplo,
establecer el papel del Consejo General de Investigación Científica y Desarro-
llo Tecnológico como órgano de concertación de la política de cti, establecer
una Secretaría de CyT u otras.9
• Definir la participación de la shycp en el impulso de las reformas necesarias del
sistema de cti, el incremento anual extraordinario del presupuesto destinado a
la cti y la reorientación de los recursos de acuerdo con la estrategia pactada.
Conclusiones
Los diseños de política de cti de los últimos gobiernos han estado influidos por
marcos analíticos desarrollados a partir de contextos diferentes. Se requiere un
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diseño de política pensado a partir del contexto mexicano, caracterizado por una
escasez de masas críticas de capacidades de cti.
Para promover un crecimiento basado en la innovación, se requiere diseñar
políticas efectivas de cti a partir de una perspectiva sistémico-evolutiva de la inno-
vación, de la ciencia y la tecnología, así como del desarrollo de capacidades en estos
espacios. La propuesta de estrategia de política para la cti en tres etapas se basa
en esta perspectiva: se orienta a superar las condiciones iniciales caracterizadas
por limitadas capacidades de cti, resolver las fallas sistémicas y promover procesos
coevolutivos virtuosos entre las capacidades de ciencia y tecnología y las capacida-
des de innovación.
Esta propuesta argumenta que, mediante apoyos horizontales (para generar las
masas críticas) y verticales (dirigidos a sectores estratégicos) es posible reforzar las
condiciones iniciales y generar un proceso dinámico de las capacidades de cti, que
incluya organizaciones, instituciones y sectores, asimismo que conduzca a endoge�
neizar la innovación en el sector productivo y empresarial.
La evidencia sugiere que para diseñar y ejecutar estas políticas es necesario
reconocer que la combinación de instrumentos es sólo un elemento para asegurar
su éxito. Se requiere generar una política pública basada en los consensos entre
los principales agentes (academia, sector productivo y empresarial, administración
pública a nivel federal y estatal); también contar con una decisión clara y consisten-
te de la administración federal. La experiencia de México sugiere que el consenso
entre los agentes y la construcción de una visión compartida son factores claves del
éxito de una política de la cti.
Como sugieren Sotarauta y Srinivas (2006) a partir del caso de la India, hay
grandes diferencias en las imágenes del futuro entre la comunidad científica, las em-
presas, las familias, los individuos y las que circulan entre los que diseñan las políticas.
Estos últimos están atraídos por visiones encabezadas por la innovación y la tecnolo-
gía, mientras que los primeros tienen diferentes visiones, mayormente provenientes
del pasado. Sobre estas bases, es necesario generar una visión compartida. n
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Referencias
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Introducción
* Doctor en Economía por la unam. Profesor titular de la Facultad de Economía de la unam, además de
impartir asignaturas de economía en la Flacso México.
1 Estas últimas son las leyes federales de Presupuesto y Responsabilidad Hacendaria y de Entidades
Paraestatales, así como la Ley Orgánica de la Administración Pública Federal.
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2 Para el caso de México, el capítulo de Rosellón y de la Torre, en Avila et al. (2001) es pionero en la
utilización del enfoque agente-principal a la política científica.
3 Véase ocde (1994 y 1994a: 7). Allí se define un área estratégica de investigación como la que una na-
ción considera prioritaria para la estrategia de desarrollo de su investigación y, finalmente, de su eco-
nomía. Allí cada tipo de conocimiento resulta de la investigación básica o aplicada, o del desarrollo
experimental. La investigación básica es el trabajo experimental o teórico primordialmente destinado
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El enfoque implícito en el marco legal supone, en primer lugar, que existen tomado-
res de decisiones en el ámbito de las actividades científicas y tecnológicas. Habrá,
en particular, investigadores y tecnólogos activos dispuestos a proponer proyectos
de investigación científica y desarrollo tecnológico; empresarios innovadores con
planes para incorporar tecnología y modernizar procesos; directivos de empresas y
de corporaciones interesados en promover investigación y desarrollo experimental;
funcionarios gubernamentales con funciones ejecutivas demandantes de informa-
ción y conocimiento sobre procesos ecológicos, económicos, sociales, políticos y
administrativos, dispuestos, a la vez, a mejorar la gestión pública, en el corto y largo
plazos, mediante el uso de estudios específicos y la generación de conocimientos al
respecto; también habrá consultores capacitados en diversos niveles y en diferentes
tipos de especialización que resuelvan problemas planteados en empresas priva-
das y administraciones públicas; y autoridades de universidades e ies dispuestas a
formar recursos humanos para desempeñarse en los papeles anteriores y que, por
tanto, requieren tanto al personal, como el desarrollo de procesos de investigación
científica y tecnológica para capacitar a esos especialistas.
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En principio, las leyes no aceptan, más allá de los señalados, a otros deman-
dantes del conocimiento de diversos tipos. No aparecen ong, osc, corporativas
o profesionales entre los usuarios potenciales del conocimiento. Incluso otros
poderes del Estado –el Legislativo y el Judicial– en los niveles federal y estatal,
u otras instituciones autónomas como las dedicadas a la organización electoral,
la defensa de derechos humanos, o la regulación monetaria tampoco se en-
cuentran entre quienes usarán conocimiento. Y mucho menos se contemplan en
esta función las agrupaciones ciudadanas con diversas finalidades y objetivos,
ni los mismos ciudadanos. No obstante, los fondos de investigación científica
y desarrollo tecnológico que crearán los centros públicos de investigación ( cpi )
estarían en posibilidad de atender las demandas específicas de la amplia gama
de usuarios antes mencionada. El cuadro 1 sintetiza quienes son los agentes y
organizaciones de diversos tipos (presentes y ausentes) en la legislación especí-
fica de ciencia y tecnología.
Cuadro 1.
Agentes y organizaciones en los ordenamientos legales de ciencia y tecnología.
Directivos de empresas y de corporaciones interesa Otras instituciones autónomas como las dedicadas
dos en promover ide a la organización electoral, la defensa de derechos
humanos, o la regulación monetaria
Funcionarios gubernamentales con funciones ejecu Agrupaciones ciudadanas con diversas finalidades
tivas demandantes de información y conocimiento y funciones
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4 El problema de los incentivos para los científicos y de sus efectos sobre el desarrollo científico lo
estudian amplia y profundamente García-Bermejo (2001) y García-Bermejo et al. (2001).
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tecnológico que pueden ser operados, fundamentalmente por los cpi, han registra-
do un escaso desarrollo. También en esta dirección son importantes los estímulos
fiscales y los criterios para regular la propiedad intelectual.
Entre los primeros han sobresalido, por su rápido crecimiento, los conce-
didos a las empresas que destinan fondos internos al desarrollo tecnológico.
Aquellos que suponen una exención impositiva directa a las donaciones para
inversiones en investigación científica y desarrollo tecnológico aún tienen esca-
so peso. Para una visión más detallada de las características de los incentivos,
véase el cuadro 2.
La carencia fundamental en materia de incentivos individuales radica en el he-
cho de que no se dan criterios explícitos sobre la articulación de los sistemas previs-
tos en la loc con el sninv, ni respecto a cómo se vincularían esos sistemas con los ya
operantes desde hace más de quince años en muchas universidades e ies, aunque
se insiste en el peso de la docencia para estímulos.
Desde el punto de vista de las condiciones en que se generan resultados ob-
jeto de propiedad intelectual y de los estímulos para ésta, es notoria la carencia
de menciones explícitas a las leyes de patentes y de propiedad intelectual. No
cabe duda que la articulación puntual entre éstas y las leyes aquí comentadas
debe ser un aspecto crucial de la política científica y tecnológica. Destacan por
lo menos tres puntos que debieran considerarse y que son cruciales en el marco
regulatorio del sni :
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Cuadro 2.
Estructuras de incentivos.
Sistema Nacional de Investigadores científicos • Creado por decreto presidencial en 1984, es el principal
Investigadores y tecnólogos de ies, cpi, mecanismo de incentivos directos a los investigadores.
empresas y entidades • Conducción y aspectos reglamentarios dependen ente-
paraestatales del rniecyt ramente del Conacyt.
Otros sistemas de incentivos Investigadores científicos • Conacyt está facultado para diseñar, organizar y operar
Sistema nacional de y tecnólogos de cualquier un sistema nacional de estímulos e incentivos para la
estímulos e incentivos entidad inscrita en el formación y consolidación de investigadores y grupos
rniecyt de investigadores en cualesquiera de sus ramas y espe�
cialidades y para promover el establecimiento de nuevos
Carrera de investigador de Investigadores científicos y premios y estímulos (loc, art. 2, inc. XVIII).
los cpi tecnólogos de los cpi • No se ha puesto en práctica ni se han definido las nor-
mas que lo articulan con el sninv y con los programas de
Remuneraciones por la Investigadores científicos y estímulos vigentes en las ies y cpi.
participación en proyectos y tecnólogos de los cpi • Todo cpi debe contar con sistemas integrales de incen-
programas de investigación tivos al desempeño y la productividad del trabajo cien-
específicos de los cpi tífico y tecnológico (lct, art. 55). Se han implementado
sólo parcialmente.
• Todo cpi que disponga de recursos autogenerados debe
estar en condiciones de otorgar ingresos adicionales a
sus investigadores provenientes de la enajenación de
bienes, de la prestación de servicios o de las regalías por
la aplicación o explotación de derechos de propiedad
intelectual (lct, art. 56).
Becas para estudios de Estudiantes de posgrado • Principal estímulo para la formación de las capacidades
posgrado de ies y cpi reconocidas por de investigación científica y desarrollo tecnológico con
Conacyt en sus padrones que cuenta el país desde 1973, mediante becas para es-
respectivos tudios en instituciones nacionales y extranjeras.
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Cuadro 2.
Continuación.
Fondos de investigación Investigadores o grupos • Son de diferentes clases según de donde provengan sus
científica y desarrollo de investigadores recursos: institucionales, sectoriales, de cooperación in-
tecnológico ternacional y mixtos.
• Se forman con recursos autogenerados por el cpi o la
entidad paraestatal u órgano desconcentrado de que se
trate, derivados de la prestación de servicios, bienes y
productos de investigación y desarrollo tecnológico y de
la capacitación de recursos humanos de alta calificación
( lct, arts. 23, 50 y 54).
• Los de desarrollo tecnológico pueden conformar asocia-
ciones, alianzas, consorcios o nuevas empresas privadas
de base tecnológica donde se incorporen investigadores
formados en los centros ( lct, art. 51)
Nota: las estructuras resaltadas con negritas son las que principalmente operan. Las demás están definidas en el marco legal y
han sido escasamente instrumentadas o usadas. Registro Nacional de Instituciones y Empresas de Ciencia y Tecnología (rniecyt),
operado por Conacyt.
Los más importantes mecanismos presentes en las leyes para regular e incre-
mentar las actividades científicas y tecnológicas son los criterios establecidos para
participar individual, conjunta u organizadamente en actividades científicas y tec-
nológicas, así como para recibir recursos financieros de origen gubernamental, y el
ramo presupuestal consolidado de ciencia y tecnología de toda la apf.
Sin duda, la insuficiencia principal de los ordenamientos en materia de mecanis-
mos es la completa falta de definición del monto de recursos presupuestales federales
que se destinarán por ley a las actividades científicas y tecnológicas, además de la nula
distribución del gasto en relación al monto de los recursos presupuestales de ciencia
y tecnología que se destinarán a fondos institucionales, sectoriales o mixtos del Cona-
cyt, y de investigación científica y desarrollo tecnológico de otras entidades.
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Cuadro 3
Mecanismos reguladores en los ordenamientos legales de ciencia y tecnología
Criterios establecidos para participar individual, Indefinición del monto relativo de recursos presupuestales fede-
conjunta u organizadamente en actividades rales que se destinarán por ley a las actividades científicas y tec-
científicas y tecnológicas y para recibir recursos nológicas. Falta de una distribución del gasto en relación con qué
financieros de origen gubernamental monto de recursos presupuestales de ciencia y tecnología se asig-
narán a fondos institucionales, sectoriales o mixtos del Conacyt, y
Ramo presupuestal consolidado de ciencia y qué cantidad a los fondos de investigación científica y desarrollo
tecnología de toda la apf tecnológico de otras entidades
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Conviene destacar, en primer lugar, las que están en la base del sistema de
ciencia y tecnología. Éstas se componen por los mercados de intercambio de
productos y de servicios entre usuarios y productores de ciencia y tecnología; y
los acuerdos para prestar diversos tipos de servicios por parte de grupos y centros
de investigación para desarrollar empresas de base tecnológica y generar áreas
estratégicas de investigación. También comprenden los convenios para crear fon-
dos y centros de investigación y, particularmente, los convenios de desempeño
de los cpi.
El segundo nivel de la jerarquía institucional es la Red Nacional de Grupos
y Centros de Investigación ( rngci ), la cual promueve la integración y operación,
en todo el sistema, de los diversos participantes en las actividades científicas y
tecnológicas. En este nivel también aparecen los sistemas de cpi de cada sector
de la apf, destacando particularmente el Sistema Conacyt, coordinado por éste
mismo, el Sistema Integral de Información Científica y Tecnológica ( siicyt), y
el sninv.
Un tercer nivel que regirá, en muchos asuntos puntuales, a los anteriores está
formado por las reglas que integran el estatuto orgánico del Conacyt, los regla-
mentos internos de la red y los sistemas específicos mencionados, así como los
instrumentos de creación –decretos o leyes– de las entidades paraestatales que
sean declaradas cpi.
Un último y más alto nivel institucional que vincula instituciones lo conforman
las instancias o estructuras organizativas de coordinación del sistema de ciencia y
tecnología, entre las cuales destacan, en primer término, las que coordinan entida-
des de la apf: el Consejo General que actúa como la instancia máxima de vincula-
ción entre dependencias federales y entidades paraestatales, además de los comités
dependientes: intersecretarial de presupuesto, intersectoriales y de vinculación e
interinstitucional de estímulos fiscales. Entre los intersectoriales y de vinculación
destacan, por su importancia en la creación de otras instituciones, el que se encar-
ga de desarrollar la rngci y el de educación superior.
En segundo término, está la Conferencia Nacional de Ciencia y Tecnología, la
cual establece las relaciones entre organismos gubernamentales de ciencia y tec-
nología de entidades federativas y municipios y diferentes niveles de la apf. Y, por
último, el Foro Consultivo Científico y Tecnológico que coordina a los agentes (o
sus representaciones de intereses) y a organizaciones para emitir opiniones en el
Consejo General y en la Junta de Gobierno del Conacyt.
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Cuadro 4.
Instituciones con funciones económicas en los ordenamientos legales de ciencia y tecnología.
Nivel 1. Reglas esta- • Mercados de intercambio de pro� Instituciones de interfase que articulan y relacionan
blecidas entre agen- ductos y de servicios entre usua� a productores y usuarios de ciencia y tecnología.
tes y organizaciones rios y productores de ciencia y
tecnología. i) Se generan mediante acuerdos entre produc-
• Acuerdos para prestar diversos tipos tores y usuarios, por ejemplo, entre grupos de
de servicios por parte de grupos y investigación y empresas.
centros de investigación, para desa- ii) Definen el papel que tienen los agentes pro-
rrollar empresas de base tecnológica ductores y usuarios en la constitución de la
y para generar áreas estratégicas de respectiva institución y ellos fijan sus reglas de
investigación. operación.
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Criterios normativos
Las reglas de las cuales se derivan criterios normativos (o estándares deseables) que
deben satisfacer agentes y organizaciones son menos explícitas que en otras insti-
tuciones en el marco legal. Han de señalarse los relativos a la calidad y el funciona-
miento de organizaciones académicas y productivas, la certificación de actividades
y estudios que aplican las entidades académicas, y la evaluación de organizaciones,
proyectos e individuos.
Los criterios que fijan grados de calidad organizacional se explicitan en las
reglas específicas de pertenencia a la rngci, en los reglamentos de los distintos sis-
temas ya citados, y en los instrumentos jurídicos de creación de los centros.
Los criterios que deben cumplir los procesos de certificación se mencionan en
relación con las actividades de enseñanza que realizan y validan los cpi. Sin embar-
go, respecto de estas actividades y otras, las leyes no explican dichos criterios.
Los parámetros de evaluación que deben satisfacer los cpi se señalan en sus res-
pectivos instrumentos de creación y en los convenios de desempeño. No obstante,
las leyes no definen tales elementos, ni explican cómo deben estar contenidos en
dichos ordenamientos subsidiarios.
En cuanto a los criterios para la evaluación de proyectos e individuos, las men-
ciones son mínimas, aunque importantes. El Consejo General debe establecer un
sistema independiente para la evaluación de la eficacia, resultados y repercusiones
de los principios, programas e instrumentos de apoyo a la investigación científica y
tecnológica (lct, art. 6, inc. IX).
Por su parte, la selección de organizaciones, programas, proyectos y personas
destinatarios de los apoyos se realizará mediante procedimientos competitivos, efi-
cientes, equitativos y públicos, sustentados en méritos y calidad, según se orienten
por un claro sentido de responsabilidad social que favorezca el desarrollo del país,
sin menoscabo de la libertad de investigación científica y tecnológica, salvo cuando
haya limitaciones por motivos de seguridad, salud, ética o de cualquier otra causa
de interés público que determinen las disposiciones legales (lct, art. 12, inc. IX).
La introducción genérica de criterios relativos a la evaluación carece de dos
distinciones, aparentemente imprescindibles cuando se trata de proyectos e indivi-
duos. La evaluación de cualquier proyecto, o individuo, debe hacerse por méritos y
calidad en el campo respectivo. Merecerá y tendrá asegurado, en primer término,
un juicio de factibilidad de carácter técnico realizado por pares. Luego, también,
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cabe un juicio sobre los efectos del proyecto, o de las actividades de un individuo,
sobre el desarrollo del país o la elevación del bienestar social. Como es obvio, am-
bos juicios son independientes y no tienen una ponderación clara fuera del contex-
to en que se realicen.
Los procedimientos de evaluación deben distinguir claramente sus caracterís�
ticas formales respecto de la transparencia, publicidad, competitividad y equidad,
y del criterio sustantivo de juicio. En la lct, este último criterio es la eficiencia, la
cual se entendería como que el proyecto (o el individuo) más eficiente es quien
logra mejores resultados con iguales medios. Las características formales de los
procedimientos se garantizan en la ley. Pero colocarlas en igual rango que el cri-
terio de eficiencia no resulta válido, en la medida en que no siempre es posible
equiparar resultados de proyectos (o de individuos). Al mismo tiempo hay, y es
obligatorio que así sea, otros criterios de juicio, igualmente importantes, además
del de eficiencia.
6 Debe señalarse que la lct no incorpora entre sus definiciones las relativas a las actividades y los
tipos de conocimiento que éstas generan, aun cuando son frecuentes, aceptadas y típicas a nivel
internacional y han sido formalizadas en el Manual de Frascati (ocde, 1994, 1994a), en el caso de
la investigación y el desarrollo experimental, así como en el Manual de Oslo (ocde, 1992; 2005)
para la innovación tecnológica. A la vez, definiciones similares constan en el sistema de cuentas
nacionales de 1993 (Comisión de las Comunidades Europeas et al., 1993).
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gía, así como de sus resultados.7 Al mismo tiempo, surge el problema de distinguir
los flujos de información de los acervos de conocimiento acumulado que estarían
disponibles para la innovación tecnológica y que son centrales para evaluar las re-
percusiones económicas y sociales de las actividades científicas y tecnológicas.8 El
reglamento del Siicyt aún está muy lejos de alcanzar estos aspectos conceptuales.
Conclusiones y recomendaciones
7 Una visión general del significado de las expresiones conocimiento científico y tecnológico y tecno-
ciencias, de la relación entre éstas, y de las implicaciones y consecuencias que tiene entenderlas en
distintos sentidos para el diseño de políticas la plantea Olivé (2000). Las dificultades para conceptua-
lizar los resultados y productos –intermedios y finales– de las actividades científicas y tecnológicas
pueden rastrearse a través de las distintas ediciones del Manual de Frascati (ocde, 1994 a) y, en par-
ticular, leyendo el apéndice de Freeman (1974).
8 Las dificultades para definir y clasificar el conocimiento que genera capacidades económicamente
aprovechables están planteadas, desde el punto de vista de las teorías de la innovación y de las or-
ganizaciones, en Dutrénit (2000, caps. 2 y 3). Para las definiciones relativas al proceso de innovación
tecnológica, véase el Manual de Oslo (ocde, 1992; 2005).
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los cpi, las universidades y las empresas, acorde con los objetivos del Programa
Especial del ramo.
Finalmente, no debe soslayarse que estas carencias institucionales provienen,
en buena medida, del hecho de que la legislación en la materia es fuente de inde-
finiciones y de inestabilidad institucional, porque presupone un modelo de innova-
ción ambiguo –lineal y no lineal– y, por ello, inadecuado cuando surgen procesos
en los que las relaciones entre los agentes y las organizaciones se presentan me-
diante circuitos que tornan a las redes altamente no lineales.
Así, la legislación exhibe un problema similar al que se presenta cuando existe
una concepción gubernamental inadecuada de los mercados en el diseño de cual-
quier política pública. n
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Siglas y acrónimos
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Referencias
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Introducción
* Ingeniero por la unam. Doctor por la Universidad de Bristol, Inglaterra. Actualmente es coordinador
general del fccyt.
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El entorno internacional
Las políticas de México hacia el exterior hasta el siglo xx estaban marcadas por los
deseos de resistir la amenaza externa. Esto se complementó con el proteccionismo
a nivel comercial durante el siglo xx, durante el cual, aunque hubo diversos intentos
o ejercicios de apertura, ninguno fue completo ni satisfactorio. El cambio radical se
presentó hace veinte años, cuando iniciaron los tratados de libre comercio. Dichos
instrumentos imponen una lógica distinta a la productividad del país al partir de la
premisa de que México esté a la altura competitiva de sus socios comerciales.
1 Uno de los documentos que se obtuvieron de esta consulta se denomina “Premisas de las políticas de
ciencia y Tecnología para el desarrollo económico y social”, disponible en http://www.foroconsultivo.
org.mx/documentos/concluidos/politica_ciencia_12_05.pdf.
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Gráfica 1.
Inversión mundial en investigación y desarrollo.
6 000
Finlandia
Suecia
5 000 Japón
Estados Unidos
Singapur
4 000
Australia Canadá
Suiza
Rusia Alemania
3 000
Países Bajos Francia
Reino Unido
España Austria
2 000
Israel
Polonia
Italia
1 000
China
Sudáfrica Corea
México Brasil
0 India
1 2 3 4
Nota: el eje de las X muestra la inversión en investigación y desarrollo como porcentaje del producto interno bruto (pib). El eje de las
Y muestra el número de científicos e ingenieros en miles por millón de habitantes. El tamaño del círculo muestra el tamaño relativo
del gasto anual en investigación y desarrollo por país.
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El entorno doméstico
En México, las diferencias regionales imponen retos para la política en ciencia y tec-
nología, la cual debe incluir la noción de que es necesario incrementar el nivel de
vida en las regiones más pobres y que el desarrollo tiene que tener un rostro equita-
tivo. A escala nacional, la situación en materia de crecimiento económico y vincula-
ción de éste con la ciencia es preocupante, pero si se analiza por regiones del país,
se observa una gran diferencia entre el norte, el centro y el sur-sureste. La inversión
total estatal (recursos de origen federal y estatal) por habitante, en educación supe-
rior, ciencia y tecnología tiene dos polos extremos: mientras que en Aguascalientes
es de 370 pesos por habitante al año, en Chiapas lo es de 103 pesos anuales por
habitante. En este sentido, mientras siga existiendo esta distribución no equitativa de
la riqueza, las regiones ricas cargarán con el peso de las más atrasadas y no se podrá
lograr un desarrollo homogéneo.
Las diferencias en el desarrollo regional también parecen correlacionarse con
las preferencias políticas en las distintas regiones del país cuando se estudian los
resultados de las elecciones por diputados federales del año 2006. Aunque no hay
motivos ni la intención de establecer correlaciones entre preferencias partidistas y
desarrollo, es posible que estos resultados indiquen una mayor tendencia al conser-
vadurismo económico conforme los índices de crecimiento económico son mayores.
Así, es interesante, aunque obviamente muy preliminar, observar la relación entre el
crecimiento económico regional y las preferencias electorales.
En el cuadro 1 se advierte que la población se ha mantenido constante, por
lo que el crecimiento económico se explica a través de políticas que, entre otras
cosas, promueven la incorporación de la ciencia y la tecnología a la productividad
de las empresas.
Como se ve en el cuadro 1, los estados con preferencias panistas tuvieron un
crecimiento promedio por encima del promedio nacional; los que son de prefe-
rencias priistas se mantuvieron inestables, estando entre 1994 y 1999 por debajo
del promedio nacional; y de 2000 a 2004 por encima, de modo que el total del
periodo analizado, de 1994 a 2000, resulta en una tasa de crecimiento muy cer-
cano al promedio nacional. Finalmente, los estados gobernados por coaliciones de
izquierda se mantuvieron de manera constante por debajo del promedio nacional.
Estos resultados también se reflejan en el pib per cápita, el cual mantiene el mismo
patrón. Como ha publicado el Conacyt, en los estados más pobres del país, la
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Cuadro 1.
Crecimiento económico regional, de acuerdo con las preferencias electorales.
Cuadro 2.
Procesos electorales y crecimiento económico promedio 1994-2004.
Fuente: la ordenación de las entidades federativas se hizo de acuerdo a los resultados electorales de 2006 publicados en la página
web del ife; y el crecimiento económico promedio se obtuvo de la página web del inegi.
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Tareas pendientes
Las tareas pendientes de la política de ciencia y tecnología que parecen más obvias
son las que se mencionan abajo; éstas sientan la base de lo que es indispensable
incorporar a la política pública, como los elementos pendientes, aunado a los ele-
mentos necesarios que más adelante se verán.
La primera tarea pendiente a nivel nacional es la formación de estudiantes
de posgrado. Por otra parte, es esencial el intercambio de misiones científicas. En
nuestro país ya hay experiencias al respecto, por ejemplo, con las investigaciones
en Mar de Cortés y en las regiones prehispánicas. En tercer lugar, es necesaria la
incursión de mexicanos en la ciencia, es decir, fortalecer el interés de los mexicanos
en el estudio de carreras científicas y en la formación de científicos.
En el ámbito internacional, se realizan asociaciones entre “pares”, es decir, ver
a los socios comerciales como tales, en una relación interdependiente y no dispar.
En la relación con las empresas multinacionales, convendría mejorar las capacidades
tecnológicas y productivas a iniciativa de aquéllas.
Por último, es sumamente importante realizar desarrollos tecnológicos na-
cionales. Las áreas donde es relevante emprender este tipo de desarrollos son
la exploración petrolera, el desarrollo de autopartes y la industria del vestido,
entre otras.
A continuación se plantea la necesidad de generar acuerdos generalizados para
poner en práctica este tipo de política de ciencia y tecnología.
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Gráfica 2.
Inversión en ide como porcentaje del pib.
3.0
2.5
2.0
1.5
1.0
0.5
0.0
1970 1980 1990 2000 2004
Gráfica 3.
Modelo lineal de la agregación de valor al conocimiento.
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Cuadro 3.
Tres preocupaciones principales.
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Por otra parte, las necesidades del desarrollo económico del país apuntan, en
el terreno de la competitividad en un plazo a quince años, a la construcción de
consensos que se basan en tres ejes: el primero es el fomento de las empresas
con base en el conocimiento; el segundo, se basa en la existencia de certidumbre,
seguridad y gobernabilidad; y, finalmente, el tercer eje es la economía basada en
el conocimiento.
Estas preocupaciones se deberían traducir en una política integral de largo
plazo, observable en la gráfica 4:
Gráfica 4.
Modelo del corto al largo plazo.
Retroalimentación positiva
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Para lograr toda la serie de círculos virtuosos que presenta una política de cien-
cia y tecnología, se necesita de la generación de compromisos generalizados, es
decir, de un acuerdo nacional. La ciencia y la tecnología deben contribuir a una
mayor competitividad del país y a un mayor bienestar social de su población.
Para lograr estos objetivos, se debe formular y acordar una política de Estado de
ciencia, tecnología e innovación, que trascienda sexenios e incluya prioridades gu-
bernamentales en todos los niveles de gobierno, que cruce de manera horizontal
sectores y áreas de conocimiento, que involucre a los actores sociales en la defini-
ción de prioridades, que se sustente en la legislación, y que asegure la rendición
de cuentas a la sociedad.
Esta política ha de considerar un incremento anual sostenido del presupuesto,
la descentralización y federalización de los recursos y una mayor participación de
los agentes en su definición, instrumentación y evaluación. En esta política, la in-
versión cumple un papel central y deberá alcanzar la cifra del uno por ciento del pib
anual establecida en la Ley de Ciencia y Tecnología.
Las propuestas siguientes se basan en un pensamiento global, articulado con
políticas nacionales para desarrollar proyectos regionales, estatales y locales. Esta
propuesta se basa en tres ejes alrededor de los que se desarrolla, con indicadores
específicos para lograr un sistema de innovación y en áreas prioritarias que tienen
que atenderse. Dicha propuesta consiste en los tres ejes siguientes:
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Conclusiones
Referencias
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uady, núm. 24, febrero. 12_05.pdf
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Introducción
El presente documento explora los cambios recientes del mercado laboral en Méxi-
co para los recursos humanos altamente capacitados (rhac), en general, y los re-
cursos humanos en ciencia y tecnología (rhct), en particular. El objetivo es describir
patrones significativos en la evolución tanto de la oferta como de la demanda,
sugiriendo una explicación plausible de éstos. Nos concentramos en este sector
de la oferta de fuerza de trabajo, en virtud de la relevancia que ha adquirido en el
contexto de las nuevas propiedades de la economía globalizada y las propiedades
de lo que se denomina la sociedad del conocimiento. Presentaremos evidencia que
sugiere la existencia de desajustes entre la oferta y la demanda de rhac, expresados
en una disminución reciente del premio salarial para este tipo de trabajadores. A
pesar de los esfuerzos realizados en los últimos años en el terreno de la educación
superior, proponemos que estos desajustes obedecen a la ausencia de políticas
públicas enfocadas al mercado laboral para los rhac.
El documento inicia con una revisión de la literatura que da cuenta de las relacio-
nes entre el capital humano y el crecimiento económico, así como de la relevancia, en
términos económicos, de las capacidades especializadas de la fuerza de trabajo. En
la segunda sección, se expone la evolución de la oferta de rhac, tomando en cuenta
la naturaleza de la política educativa a partir de los años noventa y explorando sus
* Actual directora de la Flacso México, es maestra en Sociología por la Flacso México y candidata al
Doctorado en Ciencias Sociales por la Universidad Iberoamericana.
** Gabriela Becerril es Maestra en Población y Desarrollo por la Flacso México.
*** Rodrigo Salazar es Maestro en Ciencias Sociales por la Flacso México.
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3 Por supuesto que no es la intención de este documento negar la relevancia de una u otra disciplina,
ya sea intrínseca o bien por su contribución a aspectos no económicos de la vida social. Nuestro ob-
jetivo consiste en delimitar con precisión las relaciones entre conocimiento y desarrollo económico,
dada la importancia del progreso tecnológico, pero esto no indica que suscribamos visiones estrechas
sobre la mayor o menor utilidad de las distintas áreas del conocimiento.
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humano con los conocimientos adecuados (Ferris y Gawande, 1998; Stern et al.,
2000). Debido a esta interacción, las empresas invertirán en investigación y desa-
rrollo únicamente si esperan que los trabajadores dispondrán de los conocimientos
necesarios para convertir los avances tecnológicos en incrementos de productividad
(Redding, 1996).
En síntesis, existe evidencia que sugiere que los recursos humanos en ciencia y
tecnología desempeñan una función crucial en el adecuado aprovechamiento del
progreso tecnológico, en términos de crecimiento económico e incrementos en la
productividad. Por ello, una de las precondiciones para que las economías eleven
sus capacidades de innovación reside en la incorporación de los recursos humanos
en ciencia y tecnología en el aparato productivo.
En principio, esta incorporación corresponde a la dinámica espontánea del
mercado de trabajo. Sin embargo, al tratarse de los recursos humanos con estudios
avanzados, la relación entre la oferta y la demanda laboral es problemática. Aunque
el premio salarial por nivel educativo constituye un incentivo individual para invertir
en escolaridad,4 Romer (2000), por ejemplo, ha observado que las decisiones indi-
viduales en la elección de una carrera son poco sensibles a las señales de demanda
enviadas por el sector productivo a través de los salarios.
Por otro lado, las estructuras rígidas y la falta de incentivos por parte de los
centros universitarios obstruirían su capacidad para responder a la demanda en el
mercado (Valenti et al., 2004).
Este tipo de cuestiones llama la atención sobre el papel de la intervención del
Estado, a través de las regulaciones y las políticas públicas. Tanto los individuos
que egresan del sistema educativo hacia el mercado de trabajo, como las empre-
sas que realizan las contrataciones, tomando en cuenta la adecuación entre sus
requerimientos productivos y las habilidades y capacidades de la oferta de mano
de obra, operan en un marco de incentivos estructurado por normatividades y
políticas emitidas por el Estado, las cuales determinan en buena medida qué es-
trategias y decisiones serán las más eficientes (Cimoli, 2000).
La perspectiva de los sistemas nacionales de innovación (sni) proporciona una
guía para la evaluación normativa del grado en el que determinada economía sigue la
trayectoria de una inserción global exitosa. En particular, para los fines del tema que
4 Para una recopilación de la evidencia en este sentido, véase Psacharopoulos y Patrinos (2002).
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nos ocupa, cuando existe una adecuada estructuración del sistema de incentivos, y
dado el perfil de la actual economía del conocimiento que previamente trazamos, ten-
dríamos que observar una oferta creciente de rhac y un sector productivo que, orien-
tado a la innovación, intenta absorber este recurso a través del nivel de los salarios.
En este documento profundizaremos en las características recientes del mer-
cado de trabajo para los recursos humanos en ciencia y tecnología en México. Ini-
ciamos con la presentación de datos comparados sobre la oferta de estos recursos
humanos desde la década de los noventa para México y en comparación con otros
países de América Latina. A continuación, con base en los datos de la Encuesta
Nacional de Empleo, mostraremos los cambios ocurridos en México entre 2001 y
2004, para después mostrar evidencia preliminar, según la cual dichos cambios se
relacionarían con el tipo de sector en el que ocurre la incorporación laboral.
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Gráfica 1.
Relación entre el crecimiento de la matrícula total y el financiamiento.
Evolución de la matrícula
Evolución del gasto federal
1995
2
2006 1996
1.5
2005 1997
1
0.5
0
2004 1998
2003 1999
2002 2000
2001
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Gráfica 2.
Matrícula de la educación superior y posgrado.
3000
2430 2450
2500 2310
2172
2088
1919 1989
2000 1803
1705
1586
1522
1421
1500 1302 1359
1245 1246 1280
1000 853
500
0
1980 1990 1991 1992 1993 1994 1995 1996 1997 1998 1999 2000 2001 2002 2003 2004 2005 2006
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Gráfica 3.
Becas otorgadas por el Conacyt para estudiar un posgrado (1980-2004).
18
16
14
12
10
0
1980 1984 1988 1992 1996 2000 2002 2004
con 556 posgrados de alta calidad. Un elemento central de estos resultados, así
como de la credibilidad del programa de acreditación, consiste en la evaluación por
pares; esto es, quienes juzgan sobre la calidad y pertinencia del programa académi-
co son profesionales reconocidos y académicos especialistas.
En síntesis, en cuanto a la formación de recursos de alto nivel, se afirmaría que
las políticas públicas de educación superior y de ciencia y tecnología han tenido
continuidad en el tiempo y son compartidas por todos los agentes involucrados, lo
que las vuelve creíbles y promueve la convergencia en sus objetivos estratégicos.
Esto último se manifiesta en el alto grado de coordinación entre las políticas públi-
cas de ciencia y tecnología y de educación superior en relación con la promoción y
consolidación de los cambios institucionales de las ies y los centros de investigación
con una clara orientación hacia los objetivos de mejorar calidad y ampliar cobertura
(diagrama 1).
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Diagrama 1.
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Gráfica 4.
Razón de titulados en educación superior (licenciatura, maestría y doctorado) entre la pea
(1990-2003).
10
0
1990 1991 1992 1993 1994 1995 1996 1997 1998 1999 2000 2001 2002 2003
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Gráfica 5.
Número de doctores por cada mil personas que conforman la pea .
0.3
0.3
0.2
0.2
0.1
0.1
0.0
1990 1991 1992 1993 1994 1995 1996 1997 1998 1999 2000 2001 2002 2003
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Gráfica 6.
Porcentaje con respecto al total de doctores correspondiente a ciencias naturales y exactas,
ingeniería y tecnología y ciencias agrícolas.
120
100
80
60
40
20
0
1990 1991 1992 1993 1994 1995 1996 1997 1998 1999 2000 2001 2002 2003
El presente estudio de la absorción de rhan toma como indicadores las tasas de par-
ticipación, la inserción sectorial y los ingresos. Las fuentes de información son las En-
cuestas Nacionales de Empleo 2000 y 2004.7 El primer hallazgo es que en este lapso la
participación de los doctores disminuyó; en el último año de referencia se encuentran
doctores desempleados y aumenta la proporción de doctores inactivos (gráfica 7).
Esta situación se explica porque hay una mayor cantidad de doctores jóvenes
que obtienen el grado, por lo tanto, nunca se han insertado al mercado laboral con
antelación y seguramente la búsqueda de su primer empleo resulta en un desem-
pleo friccional. El caso del aumento de la inactividad entre los doctores se relaciona
con el hecho de que también se titula una mayor proporción de mujeres y su ingre-
so al mercado laboral está en concordancia con edades reproductivas.
6 En este caso nos adentramos únicamente en la inserción laboral de los doctores que, en principio, se
espera que sean los científicos del país.
7 Nos referimos a las del segundo trimestre.
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Gráfica 7.
Doctores en el mercado laboral.
2 3
11
8
2004
200
Ocupado
92 Inactivo
Desempleado
84
Cese
Fuente: elaboración propia, con base en información del inegi (2000 y 2004).
Gráfica 8.
Doctores por nivel sectorial.
Minería
Agropecuario
Construcción
Manufacturera
0 20 40 60 80 100
2000 2004
Fuente: elaboración propia, con base en información del inegi (2000 y 2004).
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Cuadro 1.
México: inserción de los doctores en la rama de servicios personales, comunales y sociales
(2000 y 2004).
Total 82 66
Fuente: elaboración propia, con base en información del inegi (2000 y 2004).
Las actividades económicas en los recuadros del cuadro 1 son las que se aso-
cian fuertemente con actividades de investigación y desarrollo. Como se observa,
existe un porcentaje –muy bajo por cierto– de casi 15 por ciento de los doctores
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Gráfica 9.
México: ingresos medios de los doctores por empleador (2004).
Conclusiones
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Referencias
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Simon Schwartzman*
Introducción
* Maestro en Sociología por la Facultad Latinoamericana de Ciencias Sociales (Flacso Chile) y Doctor en
Ciencia Política por la Universidad de California, Berkeley. Actualmente es director y presidente del
Instituto de Estudos do Trabalho e Sociedade (iets) de Río de Janeiro.
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¿Es cierto que en el mercado laboral los empleos demandan una mayor intensidad de
conocimientos? “Conocimiento” es un término bastante amplio y debemos pregun-
tarnos qué clase de conocimientos requiere de sus ciudadanos una sociedad moder-
na.1 Existe evidencia estadística sólida acerca de la rápida desaparición o disminución
de los trabajos tradicionales en las áreas de manufactura y producción agrícola a
medida que se desarrollan tecnologías que permiten reducir los costos laborales.
En países con ingresos medianos y altos, esta reducción ocurre no solamente
debido a los cambios tecnológicos, sino también por la migración de actividades
laborales de alto costo a países como China e India, donde existe una oferta inter-
minable de personas que reciben salarios bajos. En las estadísticas laborales, los
empleos en los sectores primario y secundario –agricultura e industria– son reem-
plazados por empleos en el sector terciario –los servicios. Pero esta última palabra
es un término demasiado amplio, que abarca desde los vendedores ambulantes de
caramelos y empleados de McDonald’s hasta el trabajo de médicos, abogados y las
consultorías sofisticadas en diferentes sectores.
Existen numerosos intentos de clasificar al mercado laboral de acuerdo a la
intensidad de conocimientos que requieren los empleos, en lugar de hacerlo según
los sectores económicos a los que pertenecen. Uno de los problemas con esta clase
de mediciones es que el contenido del conocimiento es frecuentemente medido en
términos del nivel de escolaridad de las personas; pero, como el número de años
de asistencia a las escuelas aumenta en todas partes, los aparentes incrementos
en el contenido del conocimiento puede ser de hecho solamente un efecto de la
inflación de la educación.
De cualquier forma, los datos y proyecciones disponibles sobre el empleo en
Estados Unidos y en América Latina muestran que, aun cuando hay expectativas de
que aumenten las actividades laborales que requieren un alto nivel de conocimien-
tos, éstas cubrirán sólo un pequeño porcentaje del total de la fuerza de trabajo,
mientras que el resto de los trabajadores permanecerán en los sectores de comu-
nicaciones, interacción social y servicios.2 En Estados Unidos, que supuestamente
1 Sobre este tema, en relación principalmente con Sudáfrica, véanse Muller y Subotzky (2001).
2 Esta sección se basa en Schwartzman (2002b).
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marca la pauta para las sociedades de alto nivel de conocimientos en el siglo xxi, la
Oficina de Estadísticas Laborales de Estados Unidos calcula que entre 2000 y 2010,
el número de empleos en “ocupaciones profesionales y las relacionadas con éstas”,
que supuestamente tienen una mayor intensidad de conocimientos, aumentará un
26 por ciento, siendo éste el mayor crecimiento entre todos los grupos ocupaciona-
les; pero aún así representará sólo un 20 por ciento de los empleos.3
Cuadro 1.
Empleos por grupos ocupacionales principales en Estados Unidos (2000)
y proyecciones hacia el 2010 (números en miles de empleos).
Empleo cambio
Número Porcentaje
Grupo ocupacional Número Porcentaje
2000 2010 2000 2010
Total en todas las ocupaciones 145 594 167 754 100 100 22 160 15.2
3 Estas proyecciones se realizaron antes de la crisis que afectó a las industrias de alta tecnología en
Estados Unidos en 2001; probablemente serían recalculadas como más bajas hoy en día. Este tema es
polémico. “En los noventa, surgió un intenso debate entre John Bishop de la Universidad de Cornell
y los economistas de la Oficina de Estadísticas Laborales (Bureau of Labor Statistics-bls), respecto de
la validez de las proyecciones de estos últimos. Usando datos sobre empleos actuales, Bishop afirma-
ba que las proyecciones de la bls subestimaban en gran medida el crecimiento de las ocupaciones
profesionales, hasta un 34 por ciento menos, y sobreestimaban el crecimiento de los empleos que
requieren un bajo nivel de destreza. Según él, los métodos utilizados por la bls para hacer proyec-
ciones sobre el empleo ocupacional hacían caso omiso de una porción importante del aumento de
habilidades que estaba ocurriendo en la economía estadounidense” (Gregory Elacqua, comunicación
personal). (Bishop 1995; 1997).
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De acuerdo con otra fuente, “se proyecta que casi tres cuartas partes del cre-
cimiento en el número de empleos para profesionales y ocupaciones relacionadas
se dará en tres subgrupos –computación y matemáticas; profesionistas de la salud
y técnicos; y educación, capacitación y bibliotecarios–. Se proyecta un incremento
del 10.3 por ciento en los autoempleados profesionales y ocupaciones relacionadas.
La mayor parte del crecimiento en la categoría del autoempleo se proyecta para dos
subgrupos –artes, diseño, entretenimiento, deportes y medios de comunicación; y
computación y matemáticas (Hecker, 2001: 58).
El reciente “Sondeo de talento” (Survey of Talent), publicado por The Econo�
mist, se refiere a una clasificación de tres tipos de empleos que utilizan los consul-
tores de la empresa McKinsey: los “transformativos” (extracción de materias primas
o su conversión a productos acabados); los “transaccionales” (interacciones que
pueden ser fácilmente programadas o automatizadas); y los “tácitos” (interacciones
complejas que requieren un alto nivel de juicio. Esa empresa afirma que en los últi-
mos seis años, el número de empleos en Estados Unidos que incluyen “interacciones
tácitas” ha aumentado dos veces y media más que el número de empleos transac-
cionales y tres veces más que el empleo en general” (The Economist, 2006: 4).
En América Latina, en los últimos años, el crecimiento económico ha sido errá-
tico y, cuando ha ocurrido, se ha conducido por la expansión de sectores limitados
de la economía en unos cuantos países, por medio de la introducción de nuevas
tecnologías que ayudan a disminuir los costos de trabajo, mientras que la mayor
parte de la fuerza laboral continuaba trabajando en pequeñas empresas que re-
quieren bajas o nulas habilidades y poca capacitación profesional. Todos los paí-
ses sufrieron caídas drásticas de las tasas de crecimiento en ciertos momentos,
y algunos se recuperaron mejor que otros. Al final de la década, Brasil, Chile y
México estaban en niveles similares de desarrollo económico, caracterizado por
una combinación de centros dinámicos y modernos, así como grandes sectores de
la población viviendo aún en la pobreza; mientras que Colombia y Perú estaban
rezagados con economías más tradicionales y registraban la mitad del ingreso per
cápita del que gozaban los otros tres países. Un análisis meticuloso de los datos y
las proyecciones de largo plazo que realizó la Comisión Económica para América
Latina (Cepal) muestra que no se espera que aumenten de manera significativa los
empleos para actividades profesionales en un futuro cercano. Respecto de ocho
países latinoamericanos, el porcentaje de profesionales en la fuerza laboral a fines
de los años noventa era del 3.1 por ciento.
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En Chile, uno de los países más desarrollados en la región, la cifra en el año 2000
era del 8.4 por ciento y la proyección para el 2015, tomando en cuenta las tendencias
de los noventa y suponiendo un incremento de la tasa de crecimiento de un 4.8 por
ciento para las ocupaciones, es de 10.4 por ciento. En el caso de Brasil la cifra en 2000
era de 2.1 por ciento y la proyección para 2015, con una tasa similar de crecimiento,
de 3.5 por ciento. La distribución por tipo de ocupaciones muestra que Chile tiene un
porcentaje definitivamente más alto de personas en puestos de alto nivel, incluyen-
do a los profesionales, y Brasil cuenta con el porcentaje más bajo. Hubo un declive
constante en el número de personas con empleos regulares, y un correspondiente
crecimiento en el número de autoempleados y en el llamado “mercado informal”.
Cuadro 2.
América Latina: algunas características de los estratos ocupacionales (1997).*
Estrato ocupacional Porcentaje de la fuerza laboral Ingreso medio** Promedio años de estudio
* Valores promedio para ocho países (Brasil, 1996; Chile, 1998; Colombia, 1998; Costa Rica, 1997; El Salvador, 1997; México,
1998; Panamá, 1997, y Venezuela, 1997).
** En los equivalentes a la línea de pobreza.
Fuente: eclac, con base en tabulaciones de encuestas de hogares en los países.
afirman que la economía del conocimiento que ha crecido durante las últimas dos
décadas no ha llevado al aumento anticipado en la demanda de “trabajadores con co-
nocimiento” altamente capacitados; que de hecho, en algunos aspectos, eso ha llevado
a una reducción de lo que Robert Reich llama trabajadores de “producción rutinaria” y
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Scott no concuerda con ello, cuestiona el carácter “positivista” de los datos que
utilizan los autores y afirma, en una vena posmodernista, que “una de las principales
características de la economía/sociedad del conocimiento es que enturbia los límites
entre el trabajo “productivo” y el ocio “improductivo”, entre el productor y el con-
sumidor, entre el lugar de empleo y el hogar y, por extensión, entre las funciones
determinadas por el empleo o por el género y las identidades. Así que sería erróneo
definir la economía/sociedad del conocimiento simplemente como una en la que
existe una alta y creciente proporción de “trabajadores con conocimiento” altamen-
te diestros (los cuales, como uno de los resultados más radicales de la globalización,
pudieran ya no “pertenecer a algún lugar en particular)”. Es difícil corroborar esta
interpretación sin hacer uso de algún tipo de indicadores “positivistas”.
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sobre los cuales existían datos). Existe aún incertidumbre en los estudios sobre la rela-
ción educación-crecimiento. Como se mencionó antes, no queda claro si la educación
y el incremento del capital humano afectan el nivel de pnb o su tasa de crecimiento.
Los temas que tienen relevancia para las políticas y que podrían ser investigados más
a fondo incluyen las siguientes preguntas: ¿cómo afecta el crecimiento la inversión en
diferentes etapas de la educación (desde preprimaria hasta la educación terciaria y la
capacitación relacionada con el empleo)? ¿Después de cuántos años, y en qué niveles
de educación, adquieren importancia los resultados que indican un menor crecimiento?
¿De qué manera afecta al crecimiento la inversión en diferentes tipos de educación,
como las disciplinas de ingeniería o las artes? ¿Cómo afecta al crecimiento la calidad
de la educación? ¿Tiene impacto, y cómo, el nivel de logros alcanzados en una etapa
temprana sobre el crecimiento?” (ocde, 2004: 188).
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La importancia del enfoque sociológico no consiste en que niega los lazos ex-
tensos entre la educación y la productividad, sino en que ayuda a identificar las dis-
funcionalidades y los problemas de una expansión no controlada de la educación.
Por ejemplo, si sólo algunos segmentos de la educación superior traen beneficios
a la sociedad, y otros no, no habría razón para que el sector público subsidie a la
educación en su totalidad.
La reciente expansión de la educación superior no está llevando a un aumento
de empleos de orientación técnica. Según una fuente, en Estados Unidos,
del millón 184,000 títulos de licenciatura que se recibieron en 1997-1998, el mayor nú-
mero fueron en las áreas de negocios (923,300), ciencias sociales (125,000) y educación
(106,000). A nivel maestría, la mayoría de los títulos fueron en educación (115,000)
y negocios (102,000). La mayor parte de títulos de doctorado fueron en educación
(6,700), ingeniería (6,000), ciencias biológicas y naturales (5,000) y física (4,600). El
patrón de los títulos de licenciatura según áreas de estudio ha cambiado de mane-
ra significativa en los últimos años. Algunas de las áreas mayoritariamente masculinas
han disminuido, como la ingeniería y las ciencias de computación y de información. La
ingeniería y las tecnologías de ingeniería bajaron en un 12 por ciento entre 1987-88 y
1992-93, y en otro 5 por ciento entre 1992-1993 y 1997-98. Las ciencias de compu-
tación e información crecieron rápidamente durante los años setenta y mediados de
los ochenta, pero disminuyeron un 22 por ciento entre 1987-88 y 1997-1998. Otros
campos técnicos han crecido en años recientes, en parte debido al mayor número de
estudiantes de sexo femenino. Por ejemplo, el número de títulos en ciencias biológicas
aumentó en un 28 por ciento entre 1987-1988 y 1992-1993, y luego subió 40 por ciento
entre 1992-1993 y 1997-1998. En este último periodo, el número de estudiantes de sexo
masculino creció en un 30 por ciento, mientras que el número de estudiantes de sexo
femenino aumentó en un 50 por ciento. Luego de haber disminuído 5 por ciento entre
1987-88 y 1992-93, el número de estudiantes de sexo masculino aumentó 1 por ciento
entre 1992-93 y 1997-98.
El número de egresadas de sexo femenino en las ciencias físicas aumentó en un
6 por ciento en el primer periodo, y creció otro 30 por ciento en la segunda mitad.
Aunque el número de egresados de sexo masculino en agricultura y recursos naturales
creció un 25 por ciento entre 1992-93 y 1997-98, el número de egresadas de sexo
femenino aumentó en un 66 por ciento” (United States, National Center for Education
Statistics, http://nces.ed.gov/fastfacts/display.asp?id=37).
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Cuadro 3.
Brasil. Actividades profesionales de personas con títulos universitarios, en campos selectos.
Fuente: Censo de Hogares en Brasil, 2000, tabulado por el Observatório Universitário, Rio de Janeiro.
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lo que estudiaron sus padres, pero los datos históricos de la National Assessment
of Educational Progress (Evaluación Nacional del Progreso Educativo) sugieren que
“sus esfuerzos no les han ganado gran competencia adicional” y, dada la demanda
sin precedente de conocimientos complejos que requieren las tecnologías posmo-
dernas, “tal vez ellos están menos equipados que las generaciones anteriores para
evaluar la cultura tecnológica en la cual están inmersos” (Merelman 2000). Aunque
yo no caracterizaría a las nuevas tecnologías como “posmodernas”, estoy totalmen-
te de acuerdo con sus conclusiones.
Otra tendencia reciente en la educación secundaria es la de tratar de adoptar y
expandir el tipo de especialización profesional temprana que ha sido tradicional en
Alemania y en otros países europeos. En Alemania, se detectaba tempranamente
qué alumnos, en términos de su habilidad, podían seguir el plan de estudios más
exigente del gymnasium (escuela preparatoria), que lleva a carreras universitarias
y, si se estimaba que no tenían la capacidad necesaria, se enviaban a escuelas vo-
cacionales donde podían adquirir las habilidades necesarias para ingresar a las pro-
fesiones manuales y técnicas. Durante muchos años este sistema parecía funcionar
bien, proveyendo al país con una buena educación secundaria en los gymnasiums,
estudiantes universitarios competentes y una fuerza de trabajo profesional y técnica
altamente diestra y competente. Sin embargo, los intentos de copiar este sistema
en otros países, por ejemplo, en Inglaterra, nunca tuvieron éxito (Wolf, 2002). In-
cluso en la Alemania actual, la añeja división temprana entre el camino universitario
y el no universitario sigue siendo cuestionada.
La razón por la cual los alemanes tuvieron éxito mientras que otros países fra-
casaban fue que su sistema de educación profesional estaba organizado por medio
de fuertes vínculos entre las autoridades educativas, industrias locales, gremios y
asociaciones profesionales, proporcionándoles así a sus estudiantes oportunidades
de práctica y experiencia de trabajo en la vida real.
En Brasil, a principios de los años treinta, el Ministerio de Educación luchó con-
tra los industriales por el establecimiento de un sistema similar de educación técnica
y, al final, cada uno de ellos siguió un camino diferente, creando sus propias escue-
las técnicas y profesionales. Las que desarrollaron los industrialistas tuvieron como
resultado el sumamente exitoso sistema llamado “S” (del cual el mejor conocido es
el Sistema Nacional Aprendizagem Industrial, Senal), mientras que el desarrollado
por el Ministerio de Educación, para el que se invitó a profesores de escuelas técni-
Schwartzman� et al., 2000).
cas de Suiza y Alemania, tuvo un fracaso rotundo (������������
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Sería demasiado simple, por lo tanto, igualar o comparar las habilidades de conoci-
miento que se requieren para participar en la sociedad moderna, con la compren-
sión universal y la familiaridad con los conceptos científicos y tecnológicos actuales.
Las competencias que se requieren de la mayoría de las personas para trabajar en
la economía moderna incluyen rasgos verbales, de comunicación y de comporta-
miento que no dependen de los conocimientos técnicos o científicos en el sentido
más usual de la palabra. Es posible resumir los requisitos laborales emergentes en
los siguientes términos:
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Educación e innovación
Chile podría llegar a ser un país desarrollado para el 2010. Si el ingreso crece a un ritmo
promedio del 5 por ciento (una condición muy difícil de alcanzar), si el niño o niña na-
cido/a hoy pudiera completar su educación básica, si el país tiene un estándar de vida
similar al de Portugal, Corea del Sur o Grecia. Para alcanzar esta meta, debe incremen-
tar la competitividad internacional de su economía.
4 Existe una amplia y polémica literatura sobre este tema. Véase, entre otros, a Breier (1998). Lo ante-
rior se basa sobre todo en Fallows y Steven (2000); Kraak (1997) y Paiva (1997).
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Sin embargo, si los bienes y servicios que produce el país –sus personas, empresas
e ideas– no pueden competir con éxito en el ámbito global, la economía se frenará y no
habrá desarrollo (Brunner 2001a; 2001b).
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a desanimarse por la baja calidad de educación que reciben, o por las dificultades
que ellos perciben en el mercado laboral profesional. En los documentos de políti-
cas de los diversos países no encontramos evidencia de intentos organizados para la
modificación de los planes de estudio de los programas de educación superior y su
adaptación a estudiantes menos capacitados, o respecto de la creación de senderos
educativos alternos. Por el contrario, casi toda la atención está enfocada en la ne-
cesidad de mejorar la calidad. Observamos un movimiento hacia cursos de tipo uni-
versitario más homogéneos y una tendencia hacia un nuevo nivel de diferenciación
dentro del sistema a través de la expansión de programas de posgrado. Cuando no
está ligada a la necesidad de prestar atención a los asuntos y las demandas específi-
cas de la educación superior de masas, esta orientación puede fracasar, resultando
en un mayor desperdicio de los recursos públicos y causando frustración.
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Diferenciación
Establecer controles y estándares de calidad es difícil en sí, pero es aún más des-
alentador cuando éstos son aplicados a sistemas masivos de educación superior
para los pobres o para los segmentos ascendentes de la población. Queda claro
para cualquier observador que numerosas instituciones que ofrecen cursos de ad-
ministración nocturnos y baratos a estudiantes mal preparados, en México, Brasil,
Colombia o Chile, no aportan gran cosa en término de sus contenidos y proporcio-
nan diplomas y certificados casi vacíos de significado. Sin embargo, el crecimiento
extraordinario de este segmento demuestra que existe una fuerte demanda por
este tipo de educación y que proveerla es un buen negocio.
El impulso tradicional en muchos países ha sido el de intentar cerrar estos
cursos y prohibir las instituciones lucrativas de educación superior en general. Sin
embargo, eso no es posible, dada la capacidad limitada de expansión que tienen
las instituciones públicas y el prejuicio obvio que implica exigir que todas las institu-
ciones de educación superior sean públicas, basadas en la comunidad o caritativas.
Debería ser posible tener instituciones privadas que ofrezcan una buena educación
por pago de cuotas, como un negocio honesto y legítimo.
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el nivel inferior del sector de educación superior privada juega un papel social valioso,
al ayudar a estudiantes menos dotados y menos privilegiados a alcanzar el nivel postse-
cundario. No obstante, es incapaz de desarrollar por sí mismo los tipos de programas,
materiales y personal requeridos para cumplir con ese papel. Para que el sector privado
cumpla esa función es indispensable la participación del sector público (Castro y Na-
varro, 1999).
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Conclusiones
Podemos concluir que las razones principales por las cuales las instituciones de
educación superior en América Latina no responden adecuadamente a los requisi-
tos de la economía del conocimiento no tienen relación con barreras y distorsiones
institucionales, sino con el hecho de que los mercados de trabajo no demandan
mano de obra de alta calidad en cantidades significativas. Una política diseñada
para mejorar el nivel de las instituciones de educación superior en la región no
debería basarse en lo que el mercado quiere hoy, sino en lo que pudiera necesitar
en el futuro, y debe ser parte de un contexto de políticas mucho más amplias diri-
gidas a aumentar las capacidades de innovación de los países. Incluso en el mejor
de los escenarios, en un futuro cercano, los mercados continuarán demandando
personas con diferentes niveles de habilidades, que deberán suministrar institucio-
nes altamente diferenciadas y flexibles, cada una buscando su propio nicho y sus
competencias especiales. Los mejores arreglos, por tanto, serán aquellos en que los
gobiernos tengan la visión y los instrumentos para fomentar la calidad, los estánda-
res y la pluralidad, en los cuales las instituciones tengan la libertad y los incentivos
para alcanzar su máximo rendimiento. n
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Referencias
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Introducción
Hace más de dos décadas, diversos autores señalaron que el mundo presenciaba
la transformación de una época basada en la producción industrial a otra en la
que los principales bienes tendrían como origen el conocimiento. Asimismo, se
observaba que esta circunstancia modificaba la naturaleza de las sociedades, y que
nuevas condiciones transformarían la economía, la cultura y la organización social,
propiciando un sistema de producción y distribución del saber de amplitud sin pa-
ralelo en la historia (Gibbons, 1998). Efectivamente, el tiempo ha mostrado que
uno de los rasgos de nuestra época es el tránsito a una era posindustrial, en la que
el conocimiento y sus aplicaciones, aunado a la información y las comunicaciones,
condicionan la naturaleza de la sociedad y su desarrollo, pero también construyen
oportunidades para tal desarrollo. En ese marco, la educación superior, la ciencia y
la tecnología, así como sus instituciones, se han convertido en elementos indispen-
sables para impulsar el avance de las naciones.
Como lo define la Organización para la Cooperación y el Desarrollo Económi-
cos (ocde): “la investigación es hoy la fuente crucial para la competencia efectiva,
el desarrollo económico y la transformación de la sociedad” (2004). De ahí que la
capacidad tecnológica sea la característica fundamental que distingue a las nacio-
nes (Brunner, 2001). Esto significa que las ventajas comparativas que antes tenían
empresas y países, como los bajos salarios, la vecindad geográfica, la disponibilidad
* Ingeniero Químico Industrial por el ipn. Maestro y doctor en Ingeniería en Ciencias Petroleras por la
Escuela Superior del Petróleo y los Motores del Instituto Francés de Petróleo. Actualmente es director
general del Instituto Politécnico Nacional (ipn).
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Gráfica 1.
Matrícula de posgrado 1970-2006.
160 000
140 000
120 000
100 000
80 000
60 000
40 000
20 000
0
1970 1980 1985 1990 1995 2000 2004 2006
Matrícula total 5 953 25 502 37 040 43 965 65 615 118 099 142 480 158 700
Fuente: anuies, Anuario Estadístico de Posgrado, 2004. El dato correspondiente a 2006 es preliminar. pef, VI Informe de Gobierno, 2006.
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to, al pasar de 18 mil a poco más de 111 mil en el periodo considerado. El número
de doctores que como país graduamos anualmente, no ha crecido a la velocidad
necesaria para atender la demanda de especialistas en investigación avanzada, so-
porte para la producción científica, la innovación tecnológica y el crecimiento eco-
nómico (gráfica 2).
Gráfica 2.
Matrícula de posgrado por nivel (1970-2006).
120 000
100 000
80 000
60 000
40 000
20 000
0
1970 1980 1990 1995 2000 2004 2006
Especialización 6 130 13 135 15 675 21 760 27 406 30 407 32 600
Maestría 18 064 22 586 26 946 42 342 82 286 100 251 111 500
Doctorado 1 308 1 319 1 344 1 513 8 407 11 822 14 600
Fuente: anuies, Anuario Estadístico de Posgrado, 2004. El dato correspondiente a 2006 es preliminar. pef, VI Informe de Gobierno, 2006.
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Gráfica 3.
Matrícula de posgrado por régimen (1970-2006).
100 000
90 000
80 000
70 000
60 000
50 000
40 000
30 000
20 000
10 000
0
1970 1980 1985 1990 1995 2000 2004 2006
Pública Privada
Fuente: anuies, Anuario Estadístico de Posgrado, 2004. El dato correspondiente a 2006 es preliminar. pef, VI Informe de Gobierno, 2006.
Gráfica 4.
Matrícula de posgrado por género: 1970-2006.
90 000
80 000
70 000
60 000
50 000
40 000
30 000
20 000
10 000
0
1970 1980 1985 1990 1995 2000 2004 2006
Fuente: anuies, Anuario Estadístico de Posgrado, 2004. El dato correspondiente a 2006 es preliminar. pef, VI Informe de Gobierno, 2006.
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Gráfica 5.
Matrícula de doctorado por área de conocimiento (1984, 1994, 2004).
3 500
3 000
2 500
2 000
1 500
1 000
500
0
1984 1994 2004
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Cuadro 1.
Calidad del Padrón Nacional de Posgrado.
Competente Total de
a nivel programas
Alto nivel internacional reconocidos
pifop Variación
Área 2006 2005 2006 2005 2005 2006 2005 (absolutos)
Biología y Química 61 36 5 4 34 66 74 -8
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se suman algunas de las casas de estudios, por ejemplo, las normas institucionales,
las insuficiencias presupuestales y el predominio de un reconocimiento a la calidad
ligado al financiamiento.
De acuerdo con este análisis y otros más practicados por diversos organismos
públicos y sociales, se concluye que será necesario perfilar de mejor manera las po-
líticas nacionales en ciencia y tecnología, con el fin de que contribuyan a impulsar
su desarrollo, con una visión participativa y de largo alcance.
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Figura 1.
Estructura de planeación estratégica.
misión visión
internacionalización y cooperación
Líneas estratégicas de acción
Modelo de integración social
y posgrado, de vinculación,
Modelo educativo
1. Atención a la demanda
5. Atención a la comunidad
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Introducción
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Cincuenta años atrás, con el importante documento de Vannevar Bush, The Endless
Frontier, empezó una significativa expansión del financiamiento público a la ciencia, lo
cual se tradujo en la creación de instituciones como el National Science Foundation en
Estados Unidos, y otros Consejos de Ciencia y Tecnología en otros países. Sin embargo,
es sorprendente, que después de tantos años, sepamos tan poco de los efectos del
otorgamiento de recursos de estas instituciones.
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Uno de los métodos más usuales para evaluar el desempeño de comunidades cien-
tíficas es la comparación entre países. En la gráfica 1 se muestra el número de inves-
tigadores (equivalente de tiempo completo) ajustado por el tamaño de la población
de cada país. Se eligió esta unidad de medida porque permite una mejor compa-
ración de los tamaños relativos de las comunidades científicas entre las economías
seleccionadas. Como se advierte, el tamaño de la comunidad científica mexicana
es muy pequeño, no sólo comparado con países desarrollados, sino también con
economías latinoamericanas de similar desarrollo.
Gráfica 1.
Número de investigadores (equivalente de tiempo completo) por cada mil habitantes.
Fuentes: oecd, Main Science and Technology Indicators, vol. 2005 release 02 (París, oecd, 2005). Red Iberoamericana de Indicadores
de Ciencia y Tecnología, www.rycyt.org (2005).
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Es sabido que México dedica muy pocos recursos a ciencia y tecnología, lo que
lo ubica como el país que menos invierte en esas áreas, como proporción del pib, de
entre las economías de la ocde. Sin embargo, este indicador no pone en perspecti-
va el tamaño de la inversión respecto del tamaño de la comunidad. En la gráfica 2
se muestra el gide ajustado por el tamaño de la comunidad científica en el mismo
grupo de países seleccionados. Como refleja este indicador, la posición de México
está justamente en la media de entre el grupo de países, ubicándose aun mejor que
España, Chile y Argentina.
Gráfica 2.
GIDE por número de investigadores (equivalente de tiempo completo).
Fuentes: oecd, Main Science and Technology Indicators, vol. 2005 release 02, (oecd, París, 2005). Red Iberoamericana de Indicadores
de Ciencia y Tecnología, en www.rycyt.org (2005).
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Gráfica 3.
Publicaciones mexicanas en el isi por área del conocimiento.
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Gráfica 4.
Participación de la producción de cada país en el total mundial.
Fuentes: oecd, vol. 2005 release 02, (oecd, París, 2005). Red Iberoamericana de Indicadores de Ciencia y Tecnología, en www.
rycyt.org (2005).
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Gráfica 5.
Publicaciones por número de investigadores (equivalente de tiempo completo).
Fuentes: oecd (2005) y Red Iberoamericana de Indicadores de Ciencia y Tecnología. www.rycyt.org (2005). Ricyt.
Gráfica 6.
Proporción de publicaciones mexicanas con coautores internacionales.
0.5
0.45
0.4
0.35
0.3
%
0.25
0.2
0.15
0.1
0.05
0
1981
1982
1983
1984
1985
1986
1987
1988
1989
1990
1991
1992
1993
1994
1995
1996
1997
1998
1999
2000
2001
2002
2003
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Gráfica 7.
Número de publicaciones mexicanas con coautores internacionales, por región.
En esta sección se analiza la productividad de los investigadores del sni. Como se obser-
va en la gráfica 8, los investigadores del sni participan en promedio en 80 por ciento
de las publicaciones del isi. Esta cifra es considerablemente alta si se recuerda que en
2002, último año de cobertura de este análisis, el sni concentraba al 33 por ciento de
los investigadores del país. También se observa que la proporción de publicaciones
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en la que participan miembros del sni varía de manera importante entre las diferentes
áreas del conocimiento. Sorprende que tan sólo en menos del 65 por ciento de las
publicaciones en Ciencias Sociales y Humanidades en isi participen miembros del sni.
Gráfica 8.
Publicaciones con participación del sni en el total de publicaciones mexicanas en el isi.
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Gráfica 9.
Media de publicaciones por nivel.
Gráfica 10.
Media de citas recibidas en cinco años por nivel.
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Gráfica 11.
Media de publicaciones por área del conocimiento.
Gráfica 12.
Media de citas por área del conocimiento.
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Gráfica 13.
Comparativo de la productividad de sni con el promedio de los investigadores en Estados Unidos por
área del conocimiento.
Nota: los datos para Estados Unidos son publicaciones anuales de investigadores en el año académico 2002-2003 en Doctoral Grant�
ing Institutions (Heuer, et al. 2004).
Fuente: isi (2004) y base de datos del sni (mayo de 2003).
Conclusiones
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del sni. Sería interesante estudiar con mayor detalle las características y adscrip-
ción de estos investigadores, así como las posibles razones de su no pertenencia al
sistema.
Del análisis de las publicaciones y citas de los investigadores del sni se puede
concluir que el notable incremento en la cantidad de publicaciones no se ha produ-
cido en detrimento de su calidad, como algunos críticos del sni han sugerido. Inclu-
so, destaca que el sistema ha tenido un incremento en la productividad promedio
en todos los niveles del sistema y en todas las áreas del conocimiento.
Debido a que este estudio contiene información hasta el año 2002, será muy
interesante constatar si el vertiginoso crecimiento en el número de miembros del sni
en los últimos años (de 9 200 en 2002 a más de 12 000 en 2006) no ha significado
una disminución en la productividad promedio de los diferentes niveles del sni.
Finalmente, a pesar de que la comparación entre la productividad de los in-
vestigadores mexicanos del sistema de investigadores y los investigadores esta-
dounidenses tiene algunas importantes limitaciones (como el acceso a recursos,
el idioma, la movilidad, etc.), sigue siendo un elemento que nos permite concluir
que existe todavía espacio para un mayor incremento en la productividad de los
científicos mexicanos.
El establecimiento de “prioridades para la definición de la agenda en ciencia,
tecnología e innovación”, que es el tema de este libro, es una tarea compleja en
cualquier parte del mundo, y en México no es la excepción. Muchos actores con
diferentes intereses compiten por los muy escasos recursos que México destina a
ciencia y tecnología. El problema es aún más complejo por las limitaciones que exis-
ten para cuantificar el impacto de los programas de apoyo existentes.
En la experiencia internacional no existen recomendaciones de “mejores prác-
ticas” para el establecimiento de metas y prioridades en ciencia y tecnología. En mi
opinión, conviene realizar estudios rigurosos que muestren evidencia cuantitativa y
cualitativa de los efectos de los programas específicos, para que las decisiones de
prioridad y presupuestación se tomen sobre bases mejor informadas.
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Referencias
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sociedad. Las redes de revinculación surgen como una posibilidad para estimular
procesos productivos, de investigación y formación que permiten trascender las li-
mitaciones de los proyectos nacionales. De ahí que las interrogantes que este traba-
jo intenta responder y explicar se refieren a: 1) identificar las lecciones que surgen
en la experiencia internacional en la utilización efectiva de este potencial humano;
2) la importancia que adquiere la problemática de la emigración calificada en las
políticas públicas del país; 3) las posibilidades reales que existen para convertir a la
diáspora profesional mexicana en un recurso crítico para un desarrollo basado en
el conocimiento. Con el fin de conocer las condiciones y viabilidad de iniciativas a
desarrollar, se diseñó y aplicó un cuestionario vía Internet a 219 residentes mexica-
nos en Estados Unidos, el cual permitió identificar los principales problemas de la
población emigrante calificada.
Además de ubicar su localización geográfica en Estados Unidos, como las mo-
tivaciones, actividades, perspectivas profesionales y potencial de vinculación con
México, de la investigación se desprenden sugerencias (preliminares) para fomen-
tar el intercambio con los profesionales mexicanos residentes en el exterior. Tales
sugerencias constituyen un diagnóstico de sus expectativas, como la posibilidad de
diseñar nuevas actividades y complementar acciones ya emprendidas por diferentes
organizaciones, así como coordinar programas impulsados a nivel público y privado
por organizaciones vinculadas con esa problemática.
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que ahora es menos jerárquica, pues la acción del gobierno se advierte de forma
más horizontal (Casalet, en prensa).
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trado ser tanto un elemento importante para desarrollar acuerdos sociales que
deriven en proyectos de cooperación para la investigación y formación, como para
acelerar e impulsar desarrollos comerciales, tecnológicos y científicos.
Las redes de profesionales residentes en el exterior que interactúan con redes loca-
les han constituido un factor de gran importancia en los desarrollos tecnológicos y
científicos de varios países, así como en el desarrollo de economías regionales de
alta competitividad global (Bangalore en India). A nivel internacional, existe una
amplia generación de redes de cooperación para recuperar y reconectar con el
país de origen la actividad de científicos e investigadores, para capitalizar así sus
competencias en favor del desarrollo nacional. Las medidas adoptadas por Corea
del Sur, Taiwán, China y Singapur se basaron en el aprovechamiento de los becarios
en el exterior y de los científicos expatriados como una fuente de transferencia de
tecnología y favorecer una variedad de apoyos económicos para el regreso e insta-
lación en el país. En las experiencias de India, Israel y Armenia, la importancia de la
diáspora calificada tuvo y tiene mucha incidencia en forma directa e indirecta. En la
experiencia china, la diáspora tuvo una participación relevante en la inversión diver-
sificada y de pequeña escala. Pero su influencia no fue definitiva en el surgimiento
de empresas de alta tecnología, en parte por el reciente retorno de científicos e
ingenieros graduados en Estados Unidos (Devane, 2006).
El caso de India muestra cómo los emigrados desempeñan un rol papel clave
en el desarrollo de alta tecnología, especialmente de software. El éxito de esta ex-
periencia radica en las redes que vinculan emigrados calificados con mercados, es-
pecialmente de Estados Unidos. En los últimos veinte años, el número de emigrados
indios a Estados Unidos de elevada calificación ha aumentado significativamente.
Muchos se desempeñan como ejecutivos seniors en las mayores corporaciones de
Estados Unidos, permitiéndoles estimular en India la industria de software y de
servicios informáticos. Destacan casos de éxito personal, entre otros el de Kanwal
Rekhi de Novell, uno de los primeros que generó desde su puesto en Estados Uni-
dos contratos a Infosys y a otras compañías indias emergentes de software. Ade-
más, contribuyó a la mejora de los estándares de calidad de las compañías indias
para que cumplieran con las exigencias como proveedoras internacionales.
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Por otra parte, Rajat Gupta de McKinsey logró que su compañía fuera una de
las pioneras en establecer subcontratos en el mercado de servicios de investigación
en India y se constituyó en líder para el desarrollo de una escuela de negocios en
Hyderabad.
Por otro lado, el caso de Ash Gupta de American Express influyó en la compa-
ñía para abrir en India un centro de servicios que actualmente emplea a cinco mil
personas (Pandey et al., 2006). A éstas se pueden agregar historias que relatan la
influencia decisiva de los ejecutivos indios en iniciar contratos de subcontratación
en tecnologías de información, que además tuvieron la motivación y la paciencia
para tolerar los errores iniciales, dando tiempo y apoyando el aprendizaje para que
las empresas subcontratadas mejorasen la calidad y confiabilidad de sus productos
en el mercado.
En el caso de la diáspora de Armenia, inicialmente la contribución fue filan-
trópica, orientada a la construcción de carreteras, alimentos y apoyos a hospitales.
Pero a partir de los años noventa una importante proporción de población armenia
altamente calificada emigró a California, donde rápidamente se transformaron en
exitosos gerentes de compañías estadounidenses. Al igual que el caso de los indios,
abrieron un programa de subcontratación para la industria de software, con el fin
de albergar a sus colegas residentes en Armenia. Alrededor de cuarenta empresas
de desarrollo de software orientadas a la exportación surgieron en Armenia, aun-
que este caso difiere de India en la posición que ocupan las empresas armenias
focalizadas en tareas con alto valor agregado, las cuales incluyen conocimientos de
matemáticas, física e ingeniería en lugar de simples codificaciones de programas
(Minorany Freinkman, 2006).
En el caso de Israel, la diáspora no fue determinante para el crecimiento de la
industria de alta tecnología, pero sí se benefició de la llegada de ingenieros rusos y
del apoyo del gobierno de Israel y de Estados Unidos para el desarrollo del progra-
ma de defensa y su comercialización. El Programa Yozma es el eslabón de inicio de
capital de riesgo para la industria que atrajo capitales extranjeros no provenientes
de la diáspora, como Daimler Benz de Alemania y Kyocera de Japón.
La creación de la red Globalscot en 2001 es un modelo indirecto que concita
el apoyo tanto de ciudadanos escoceses repartidos por el mundo, como de gente
con afinidad e interés en impulsar el desarrollo económico de Escocia. En pocos
años, Globalscot organizó una red de apoyos y contactos de más de 800 personas
en cargos de alta responsabilidad, con fuertes conexiones en el mundo de los
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1 En el diseño, aplicación e interpretación de este cuestionario participaron los maestros Leonel Gon-
zález, Sofía Palacio, Maritza Caicedo y el ingeniero Hermes Hernández investigadores y becarios inte-
grantes del Proyecto Conacyt Conacyt 1100/564/05 C-498-05 coordinado por Mónica Casalet.
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Mapa 1.
Distribución de la población encuestada de origen mexicano en Estados Unidos.
Fuente: elaboración propia con datos de la encuesta “Redes de mexicanos en el exterior”, Proyecto: Conacyt 1100/564/05 C-498-05.
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En cuanto al cargo que desempeñan, el 11.2 por ciento son ingenieros, 11 por
ciento profesores investigadores, 8.8 directores de mercadotecnia y 33.7 por ciento
comprenden actividades de docencia; el 33.1 trabaja en diseño y el 32 por ciento
en vinculación tecnológica. La mayoría, el 53.2, trabaja en empresas con más de
doscientos empleados, y el 56.6 indica que la empresa donde trabajan tiene activi-
dades con México.
Áreas de posible contribución al país. El 89 por ciento de los encuestados es-
tán interesados en contribuir desde su actividad laboral a generar relaciones con
empresas o proyectos académicos con el país de origen. Las áreas de interés para
intercambiar conocimientos son 47.7 por ciento en temas de administración, ne-
gocios, finanzas, regulaciones legales, mercadotecnia; el 38.5 en ciencias sociales,
educación y economía; y el 33.3 en áreas de informática.
Las formas propuestas para realizar los intercambios de conocimientos con
México son seminarios, cursos y talleres (53.4 por ciento); como miembro de la
junta de directores (46.6); orientación sobre posibilidades de negocios (42.1); y
organización de conferencias en México para transferir el conocimiento logrado en
el país de recepción (42.1 por ciento). Los incentivos detectados para estos inter-
cambios son que 65.3 por ciento tiene acceso a personas claves en México; 50 por
ciento recibe honorarios por consultoría; 46.1 promueve resultados de sus investi-
gaciones; 43.2 recibe financiamiento de Conacyt; y 32.2 por ciento tiene vínculos
con la sociedad civil.
Participación en redes. El 54.8 por ciento de los encuestados pertenece a gru-
pos de profesionales asociados formal o informalmente, con el objetivo de discutir
proyectos, organizar eventos, efectuar trabajos conjuntos, hacer presentaciones
conjuntas para la búsqueda de financiamiento e identificar negocios. Las personas
con quienes colaboran para desempeñar su actividad principal son en pocas oca-
siones mexicanos, pues en promedio 57.7 por ciento interactúa sólo una vez al año
con mexicanos especializados en la misma área de conocimiento, y 79.1 por ciento
en promedio ha interactuado al menos una vez con líderes de organizaciones de
mexicanos.
En el caso de consultas para tomar decisiones importantes, son pocas las oca-
siones en que interactúan entre mexicanos, pues 79.1 por ciento refiere haber acu-
dido sólo una vez en el año con mexicanos especializados en su misma área del
conocimiento, al igual que 88.4 indica que ha consultado una vez al año en prome-
dio con líderes de organizaciones mexicanas.
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Las interacciones con mexicanos(as) para darles apoyo son escasas. Así, 59.5
por ciento refiere apoyar en promedio sólo una vez al año a mexicanos especia-
lizados en su misma área de conocimiento, y 80 por ciento en promedio sólo ha
apoyado una vez al año a lideres de organizaciones mexicanas.
Vínculos con México. Del análisis del cuestionario se desprende que la mayoría
de los encuestados realizan dos viajes al año, 41.5 por ciento dos a cuatro veces al
año, y 26.8 más de cinco veces al año. En los últimos años, los motivos para viajar
a México han sido: 33 por ciento para realizar negocios; 32.1 para atender semi-
narios, conferencias y cursos; 20.5 participa como consultor; y 29.8 por ciento por
motivos familiares.
En cuanto a las principales fuentes de información para detectar oportunidades
de negocios o llevar a cabo intercambios científicos y tecnológicos, son los colegas
mexicanos para el 77 por ciento y la familia o amigos en un 58.6 por ciento; en
menor proporción las organizaciones profesionales mexicanas y los periódicos, la
Internet o revistas con el 35.7 por ciento, respectivamente.
Ventajas y desventajas del país percibidas por los mexicanos residentes en Esta�
dos Unidos. Entre los principales recursos para promover el desarrollo cti de México,
se marcaron: 82.3 por ciento la cercanía con Estados Unidos; 75.3 la creatividad
mexicana; 48.9 la disponibilidad de mano de obra calificada; y 46.9 por ciento la
flexibilidad para funcionar en sistemas poco estructurados.
Entre las desventajas para estimular el desarrollo y los intercambios con Méxi-
co, se encuentran la corrupción del sistema legal y la inseguridad jurídica; 75.5 por
ciento; debilidad del sistema educativo y la falta de vínculos con el sistema producti-
vo, 67.4; falta de capacidad del gobierno nacional, 48.9 por ciento; incapacidad de
los gobiernos estatales, 46.3 por ciento, y ausencia de inversiones locales en áreas
de relevancia, 48.9 por ciento.
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Aspectos relacionales
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Referencias
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Introducción
* Profesor titular e investigador del Institut National de la Recherche Scientifique (inrs), Université du
Québec, Montréal.
** Caroline Coussot, asistente de investigación en el inrs, Université du Québec, Montréal, quien pre-
paró la documentación técnica en la cual se basa este análisis.
1 Tal es, al menos, el discurso que prevalece, por ejemplo, en las publicaciones del Consejo de Ciencia
y Tecnología de Quebec, un discurso cuyo origen se halla en los lineamientos de la ocde.
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2 Sobre este asunto, el sector salud supera claramente al de recursos naturales (minas, bosques, recur-
sos hidroeléctricos o petrolíferos), sobre los cuales Canadá fundó históricamente su prosperidad.
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Ahora veamos las rce, que son un programa de financiamiento administrado por
los consejos de fomento, dotado con 450 millones en fondos federales para seis
años (1999-2005) y completado por contribuciones de socios con un importe casi
similar. Además, permiten la constitución de redes nacionales temáticas con un
financiamiento cuya duración máxima es de dos periodos de siete años. Estas redes
multidisciplinares y multisectoriales tienen por objeto explícito reforzar la base in-
dustrial de Canadá, aumentar la productividad, favorecer el crecimiento económico
y el desarrollo social a largo plazo, así como el desarrollo de tecnologías, mercados
o políticas públicas.
Se destaca que si el concepto de “centros de excelencia” apareció en el dis-
curso de las políticas internacionales de manera creciente, su conexión a una red
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3 El diseño del Programa de las rce, según Atkinson-Grosjean (2001: 77-78), fue ampliamente influido por
la Teoría del modo 2 de Gibbons y colegas de los años ochenta y noventa. Gibbons era, por otra parte,
un consejero en política científica de industria en Canadá en esos años y ocupó un escaño en el Comité
de Selección de las rce (Atkinson-Grosjean, 2001: 77). Véase Gibbons et al. (1994); y Gibbons (1998).
4 Por citar un ejemplo, la red Arcticnet, financiada por el programa de las rce tiene por institución
huésped a la Universidad Laval de Quebec. La administración de Arcticnet y numerosos investigadores
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Así, la dirección de las rce financia redes de grupos de investigadores, cada cual
trabajando en un problema de investigación común (por ejemplo, enfermedades
genéticas o aparatos de telecomunicaciones). Cada red:
desde el origen del proyecto pertenecen a esta misma universidad, no obstante, la red incluye inves-
tigadores y socios a lo largo de Canadá o, incluso, a nivel internacional y sus trabajos se elaboran en
territorio nacional. La universidad no se asigna ningún fondo proveniente del Programa. Solamente
Arcticnet, como organismo incorporado, recibió una subvención para los años 2003-2008 de 25
millones (rce, 2006). Esta suma permite la organización de la red de los investigadores, mediante
un sitio de la Internet; también la compra de material de tecnología de punta como, por ejemplo, el
rompehielos Amundsen. La universidad huésped recibe finalmente en “compensación” un determi-
nado reconocimiento nacional e internacional en cuanto a investigación y desarrollo, pues Arcticnet
es reconocida mundialmente en la investigación sobre los cambios climáticos.
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La reciente evolución de las rce hizo hincapié en las ciencias sociales como la
iniciativa para el desarrollo de los programas de alfabetización de los niños y jóve-
nes, siendo el objetivo participar activamente también en la mejora de las estructu-
ras sociales al igual que en la de las estructuras económicas o físicas del país.
Cuadro 1.
Lista de los campos de actividad de las rce.
Tecnologías de vanguardia
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Cuadro 1.
Continuación.
Construcción e ingeniería
Auto 21: el automóvil del siglo xxi (2000-2008)
ISIS: Innovaciones en estructuras con sistemas de detecciones (1995-2009)
Hormigón Canadá (1989-1998)
Nota: algunas rce concluyeron sus actividades; otras recién se crearon. Cada red se benefició o se beneficia de una subvención
gubernamental entre dos y cinco millones de dólares por año.
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Las rce en 2006 intensificaron los vínculos con organismos similares en todo
el mundo, favorecieron las colaboraciones estratégicas internacionales, con miras a
acceder al peritaje, a instalaciones y conocimientos difíciles de encontrar en Cana-
dá; además de que fomentaron la creación de nuevas relaciones con los investiga-
dores de los países en desarrollo.
Conclusiones
6 Sólo existe un estudio realizado por kpmg en 2002 con casi trescientos administradores e investiga-
dores de las rce. Resulta del estudio que: 1) el programa de las rce transformó la manera en que la
investigación se efectúa. La mayoría de los encuestados consideran que las maneras de hacer las
redes son mejores que el apoyo “normal” de un organismo de fomento. 2) El personal formado
encuentran empleo en su enorme mayoría después de haber dejado las redes: la mitad es contratada
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por la industria. 3) Sin embargo, los socios industriales son los menos satisfechos del conjunto del
programa. Por otra parte, se observa que la industria financia generalmente poco las iniciativas de las
rce, incluso después de varios años.
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Referencias
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Introducción
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Antecedentes de la cooperación
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nes líderes de Francia y México mantenían con los respectivos grupos académicos
dentro del área en cada país.
El Lafmi representa así la culminación de una voluntad de colaboración y una
gran tradición de cooperación entre México y Francia en el campo de las tic y
también un largo e intenso proceso de aprendizaje en cooperación internacional,
producto de varios años de trabajo conjunto del Lania con el Conacyt.
El acuerdo de creación de Lafmi fue firmado en enero de 2002 en la ciudad
de París, Francia (Lafmi, 2002), con un convenio en el que participaban, por el
lado mexicano, el Conacyt y el Lania, con el visto bueno de la Secretaría de Re-
laciones Exteriores y el apoyo de la Embajada de México en Francia y, por el lado
francés, el cnrs, el inria y la ujf, con el auspicio del Ministerio de Investigación
de Francia.
Desde su inicio, el modelo de Lafmi fue muy bien acogido y despertó el interés
de los organismos franceses que apadrinaron el proyecto, por lo que, a iniciativa del
inria, el esquema Lafmi fue replicado creando, al mismo tiempo, otro laboratorio
semejante para el área de automática y control: el lafmaa.
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Figura 1.
La estructura del Lafmi.
Comité bilateral
Coordinación
científico
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Lo primero que se debe destacar entre los logros del Lafmi es la calidad científica de
los 56 grupos e instituciones que conforman las redes de trabajo del Laboratorio:
37 mexicanos y 19 franceses.
Del lado mexicano están incluidos todos los grupos representativos de la in-
vestigación científica en ti. Mientras que del lado francés están representadas las
instituciones y grupos de investigación de mayor calidad, los principales laborato-
rios de investigación del cnrs en informática; las cinco sedes del inria, así como las
principales universidades y escuelas nacionales en el área; como se aprecia en el
cuadro 1. También se advierte en los mapas 1 y 2 la distribución geográfica de las
instituciones y grupos cooperantes en cada país.
Los logros de estas sinergias se ven reflejados en los reportes de activi-
dades contabilizados hasta ahora y que muestran la actividad de los primeros
tres años de trabajo, con una cada vez más creciente formación de estudiantes
mexicanos de posgrado. En los resultados del período 2003-2005 se reportan
4 doctores mexicanos titulados y 12 más en formación, de un total de 25 es-
tudiantes de posgrado dentro de los proyectos bilaterales (veánse la gráfica 1
y el cuadro 2).
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Mapa 1.
Distribución de instituciones mexicanas participantes en el Lafmi.
Tijuana: ITTij
Ensenada: cicese, uabc
Monterrey: itesm
Tamaulipas:
UATam
Tabasco: UATab
Aguascalientes: ITAgua
Guanajuato: Univ. Guanajuato Puebla:
Morelos: itesm, UFrayLucaP udla,
Morelia: UMich, ITMor ITecP, Guerrero: Univ. de Guerrero
Colima: ITCol inaoe, uap
Mapa 2.
Distribución de instituciones francesas participantes en el Lafmi.
Nancy
(Loria, inria)
Toulouse
(lass, enseeiht)
Nice (inria-SA,
Univ. Nice, iss)
Montpellier
(lirmm)
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Cuadro 1.
Instituciones que conforman el Lafmi.
Francia México
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Gráfica 1.
Estudiantes de doctorado por institución y por país.
Univ Savoie
ufj
Univ. Angers
inpg
insa
irisa
utc
enst-Bre
cicese
itesm-cem
unam
uam-Iz
udla
0 1 2 3 4 5 6
Mexicanos: 16 Franceses: 9
Cuadro 2.
Resultados en formación de recursos humanos.
• 25 doctorandos a la fecha
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Gráfica 2.
Escuelas de inducción al doctorado.
Telecomunicaciones: 2
14%
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Cuadro 3.
Escuelas, estudiantes, instructores e instituciones participantes en las primeras once escuelas.
Francia 61 21 4 86
Otros 25 4 0 29
Total 377 131 35 543
Instructores
México 45 25 11 81
Francia 61 25 5 91
Otros 5 5 0 10
Total 111 55 16 182
Instituciones
México 15 13 9 37
Francia 6 8 5 19
Otros 6 5 4 15
Total 27 26 18 71
Cuadro 4.
Publicaciones Lafmi 2003-2005.
Cuadro 5.
Indicadores sobre tres años reportados y 18 proyectos activos.
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Cuadro 6.
Número de proyectos sometidos y aprobados: 2002-2005.
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Cuadro 7.
Resultados de proyectos 2002-2004 sobre 18 proyectos reportados.
Número de investigadores mexicanos promedio por proyecto 2.8 (51 investigadores/18 proyectos)
Gráfica 3.
Distribución de proyectos aprobados por área sobre los 23 proyectos 2002-2005.
Otros: 4
13%
Imágenes y Robótica
Bases de datos: 4
26%
17%
Redes y sistemas
distribuidos: 10
44%
Más información sobre los resultados del Lafmi se encuentra disponible en los
dos sitios web del Lania y el imag: http://lafmi.lania.mx y http://lafmi.imag.fr.
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Conclusiones y perspectivas
Durante esta fase piloto de cuatro años, el Lafmi ha contribuido amplia e impor-
tantemente en la organización y fortalecimiento de la cooperación entre México y
Europa, bajo la estrategia de focalizar, de manera inicial, un área y un país: las tics,
una de las áreas de mayor impacto en la actualidad; y Francia, nación con la que
ya existía una larga tradición de cooperación y formación de recursos humanos en
dicha área.
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ción (tic) a mediados de la década de 1990. Hay quienes incluso consideran que la
gestión del conocimiento tiene carácter de disciplina (Ponzi, 2004). Estos sistemas
de gestión del conocimiento han evolucionado y ya no se basan solamente en
sistemas informáticos que albergan repositorios de información, sino que se han
complementado esencialmente con las comunidades de práctica en las que partici-
pan personas voluntariamente, mismas que aportan diferentes perspectivas sobre
un problema o una oportunidad cuyo objetivo central es aprender para mejorar
su práctica. En realidad, los diferentes componentes que constituyen un sistema
de gestión del conocimiento de una organización intentan por lo general desen-
terrar un importante y aletargado capital de conocimiento con que cuentan los
profesionales en sus mentes (conocimiento tácito) y en las relaciones que aquélla
mantiene con su entorno. Por tanto, adoptar sistemas de gestión del conocimiento
apropiados a las necesidades y dimensiones de las organizaciones es fundamental
para navegar en un contexto muy intensivo en conocimiento, característico por sus
constantes cambios.
El Fondo Multilateral de Inversiones (Fomin) se fundó en 1993 para promover el
crecimiento económico a través de la inversión privada. Administrado por el Banco
Interamericano de Desarrollo, dedica un 70 por ciento de sus fondos a donaciones
para cooperación técnica a organizaciones de la sociedad civil (osc) y del sector
privado, así como un 30 por ciento a préstamos e inversiones en instituciones mi-
crofinanceras e inversiones en fondos para el medio ambiente y la tecnología.
El tamaño promedio de sus proyectos es de un millón cien mil dólares. Después
de quince años de importantes contribuciones al desarrollo del micro y pequeño
sector privado de la región, el Fomin realizó una reposición de capital en 2007 (co-
nocida como Fomin II) y a partir de ésta prácticamente todos los países de la región
son miembros. Un número notable de países de Europa Occidental y Corea y Japón
son miembros y China está en proceso de convertirse en su tercer miembro asiático.
En total, el Fomin reunirá a 40 países en 2009.1
En el marco del nuevo mandato ampliado del Fomin II de promoción del cre-
cimiento económico y la reducción de la pobreza, a través de la inversión privada y
del desarrollo del sector privado, se establece que el Fomin comparta conocimiento
1 La descripción completa del Fomin y la lista de todos sus miembros puede encontrarse en <www.
iadb.org>.
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que asista al sector privado, en particular a las micro y pequeñas empresas, y que,
entre otras actividades, las operaciones del Fomin se dirijan a compartir el cono-
cimiento y las lecciones aprendidas de sus iniciativas. El nuevo mandato también
establece que el impacto de desarrollo del Fomin será medido, entre otros, por su
capacidad de difusión pública de las lecciones aprendidas y los resultados de sus
proyectos.2 Con el pleno respaldo de sus donantes, la administración del Fomin
emprendió, con la contribución de quien esto escribe, la Iniciativa de Gestión del
Conocimiento, K2Practice (Knowledge to Practice, “Conocimiento para el desarro-
llo”), para contribuir decisivamente a todo ello y convertirse manifiestamente tam-
bién en un “fondo de conocimiento”. El nuevo mandato del Fomin II y la decisión
de emprender la Iniciativa K2Practice sitúan al fomin en la frontera de la innovación
entre los diferentes organismos multilaterales de desarrollo de la región.
En la actualidad, el Fomin es, en gran medida, un fondo de conocimiento a través
de sus proyectos, los cuales, además de prestar apoyo financiero, transforman sobre
todo el conocimiento tácito en explícito, conjuntamente con las agencias ejecutoras
(ae) de sus proyectos, para lograr la transformación de realidades concretas.
Este capítulo subraya, en primer lugar, la importancia del conocimiento y el
aprendizaje en el contexto de la sociedad del conocimiento, tanto en la economía
como en las organizaciones, para luego explicar brevemente la contribución que
realizan a éstas los sistemas de gestión del conocimiento. Después se analiza có-
mo se han aprendido y divulgado las lecciones en el marco del Fomin I y, una vez
justificada la necesidad de que el Fomin II se dote de un sistema formal de ges-
tión del conocimiento adaptado a sus dimensiones y necesidades, se presentan los
cuatro componentes principales del sistema retomados en el Fomin. Este sistema
descansa en unos repositorios de información bien organizados y fiables, en las
comunidades de práctica o aprendizaje que permiten compartir el conocimiento
generado e identificado en el entorno institucional del Fomin, especialmente de
sus ae, el análisis profundo de los resultados de los proyectos ejecutados para pro-
mover la replicabilidad en otros contextos y a mayor escala, promoviendo alianzas
estratégicas y, finalmente, la modificación del sistema de incentivos al personal y la
capacitación de los profesionales del Fomin, pues se considera que el conocimiento
2 Acuerdo de Establecimiento del Fondo Multilateral de Inversiones II, artículo I, sección 2 (e) y artículo
III, sección 2 (IV), respectivamente.
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sociales tanto dentro como entre los países, abriendo la denominada brecha digital,
concepto que ilustra esta desigualdad entre “info-ricos” e “info-pobres”. Las orga-
nizaciones también resultan afectadas por la brecha digital, por ello es importante
que consideren el conocimiento desde planteamientos estratégicos.
A lo largo y ancho del tiempo o de las diferentes culturas, no ha habido nunca
una definición de conocimiento comúnmente aceptada.4 Sin embargo, frecuente-
mente, en el contexto de la gestión del conocimiento, resulta útil referirse a éste
como las ideas o la comprensión que una entidad posee y que se utilizan para rea-
lizar acciones encaminadas al logro de sus objetivos.5 En este sentido y contexto,
así como la información responde a qué, quién, dónde y cuándo, el conocimiento
y la comprensión responden a las preguntas cómo y por qué, respectivamente. Las
organizaciones cuentan con abundantes datos e información, pero son más escasas
en conocimiento y en comprensión. La razón es simple, ya que en las organizacio-
nes se realiza un proceso natural de selección de los datos para llegar a la cúspide
de la pirámide del conocimiento (figura 1) y sólo lo que tiene un valor estratégico
para mantener la ventaja competitiva de una organización merece la pena que haga
el recorrido hasta someterlo a las preguntas de cómo y por qué en la cúspide.
El conocimiento es un recurso renovable, acumulable e ilimitado en accesibili-
dad por naturaleza. Si se comparte, aumenta su utilidad. Sin embargo, la importan-
cia y abundancia del conocimiento no garantizan su buen uso. De hecho, un exceso
de conocimiento mal gestionado tiende a generar más confusión que claridad, por
lo que es importante que el conocimiento se organice bien y existan canales ade-
cuados para que quienes lo producen lo compartan con quienes más lo necesitan.
Por gestión del conocimiento se entiende un conjunto de prácticas que las or-
ganizaciones utilizan para crear, identificar, organizar, validar y difundir conocimien-
4 Por razones de espacio no se realiza aquí una revisión de la literatura que muestre el debate sobre los
polémicos conceptos de conocimiento y su gestión. Aquí sólo se definen los que el Fomin ha adopta-
do para su Iniciativa K2Practice. Sin embargo, cabe resaltar una corriente crítica sobre los conceptos
aquí utilizados, la cual sostiene que el conocimiento no se puede gestionar, ya que sólo se encuentra
en la mente de las personas y que cuando ellas lo verbalizan, se convierte en información, y cuan-
do los receptores la captan y procesan en sus mentes con sus códigos culturales correspondientes,
vuelve a ser conocimiento, mas no necesariamente el mismo que verbalizó el emisor. Para una visión
escéptica de la gestión del conocimiento, véase Wilson (2002). Para una perspectiva intercultural del
conocimiento, véanse Cummings et al. (2006); Gumucio (2006); y Powell (2006).
5 Este concepto ha sido extraído de <www.stevedenning.com/what_knowledege.html>.
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Figura 1.
Datos, información, conocimiento y comprensión en una organización.
é
Por Qu
o
nt
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Cono c im o
cimie o m
nto Con Có
Cóm
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Dat fo n
Qué os In uié ndo
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Figura 2.
Tipos de conocimiento en una organización.
Conocimiento
común
Conocimiento Conocimiento
explícito por descubrir
Conocimiento
tácito
Fuente: Rosenberg,
���������������������
M. (2006).
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6 Cabe señalar que el proceso señalado en esta pirámide del conocimiento de la figura 1 simplifica en
gran medida los procesos que realmente suceden en las organizaciones, en las cuales el proceso de
selección ocurre también de manera informal y menos sistemática de lo que implica el gráfico.
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En el Fomin, como parte del proceso para establecer un sistema de gestión del co-
nocimiento se examinó cómo se aprendió en el Fomin I 7 y se constató que el apren-
dizaje se centró fundamentalmente en las diversas fases del ciclo del proyecto y
que era la ejecución –especialmente rica en el caso de los clusters de proyectos– lo
que ha permitido el intercambio de información y la generación de nuevo conoci-
miento. Un esfuerzo pionero para compartir conocimiento en el Fomin a partir de
comunidades fue su Programa de Socios para la Innovación (véase <www.iadb.
org/fomin>). En este análisis, también se concluyó que las cof (Oficinas de País del
bid y del Fomin, por sus siglas en inglés) permitían la confluencia de las diferentes
fases del proyecto y, por tanto, de conocimiento.
Cabe subrayar que, dado que el Fomin trabaja siempre con una agencia ejecu-
tora local (ae) que lleva a cabo el proyecto, una parte importante del conocimiento
que se genera a partir de éste reside en la ae, por lo que las iniciativas del sistema de
gestión del conocimiento siempre deben tomar en cuenta a aquéllas, incluso para
la difusión de lecciones aprendidas y su posible replicabilidad.
El Fomin también aprendió en los espacios de deliberación y aprobación de
proyectos, donde éstos son mejorados por personas que no han participado en su
identificación ni en la formulación. Es necesario resaltar, en este contexto, que la
difusión de conocimiento y el ciclo del proyecto nunca han estado aislados, porque
los proyectos del Fomin son en sí mismos instrumentos que transfieren conocimien-
to hacia y entre las realidades locales.
De este examen del aprendizaje, se afirma que el Fomin ha aprendido mucho
desde su establecimiento, pero, como en otras organizaciones, esto ha sido más
individual que colectivo y sistemático. Sin embargo, el contexto del Fomin II será
más exigente que en la fase anterior y la innovación será una tarea más desafiante
después de quince años de actividad y de los grandes avances logrados en la región
para reducir la pobreza y la desigualdad, aumentar la competitividad internacional
con un sector privado con mayor peso y más vibrante
7 Fomin I va desde su establecimiento en 1993 hasta marzo de 2007, cuando entró en vigor el Conve-
nio Fomin II después del proceso de ratificación de los estados miembros, aunque los países donantes
habían ya reformado su mandato con anterioridad.
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8 En la literatura de gestión del conocimiento, se considera de forma genérica que las organizaciones
son difícilmente capaces de promover la gestión del conocimiento de manera equilibrada entre la
personificación y la codificación. Normalmente, la relación es de 80-20 por ciento entre las dos incli-
naciones y que esta relación depende de las características y necesidades de cada organización.
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Baja aceptación o falta de interés inicial por esta iniciativa entre los especialistas
del Fomin, en relación con el cambio organizacional/cultural, al incremento del
volumen de trabajo y a la capacitación. Para atender este riesgo, se consulta de
manera permanente, tanto individual como de modo colectivo, a los especialistas
del Fomin, por lo que el sistema cuenta con su participación y entusiasmo. Además,
el Fondo trata de incorporar el sistema de gestión del conocimiento en su sistema
formal e informal de incentivos al personal.
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Sin embargo, quizás el mayor riesgo en el contexto actual del Fomin es no poner
en vigor y desarrollar de manera plena una iniciativa de estas características, la cual
le permita seguir siendo pertinente para hacer frente a los problemas y oportuni-
dades de la región, aumentar su productividad a pesar del crecimiento importante
del volumen de operaciones anuales y acumuladas, así como de relaciones. Con la
Iniciativa K2Practice, el Fomin se dota de una herramienta que aprovechará su cono-
cimiento y el de su entorno para seguir siendo innovador después de tres lustros.
Conclusiones
Una vez hecho el análisis sobre cómo ha aprendido el Fomin en sus primeros años
de actividad como parte de la Iniciativa K2Practice, se constató, en primer lugar,
que había decidido adoptar un enfoque más estratégico en el tratamiento del co-
nocimiento e incorporarlo más explícitamente en sus procesos de trabajo por su
experiencia y cantidad de operaciones actuales y acumuladas. En segundo lugar,
fue evidente que, en el fondo, el conocimiento en el Fomin se halla inserto en sus
proyectos y que éste es el elemento verdaderamente determinante de cambio en
todas sus acciones.
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Los recursos financieros de los proyectos, aunque importantes, son los que
permiten trasladar el conocimiento tácito del Fomin y de las ae en acciones de trans-
formación positiva de la realidad a través de proyectos conjuntos.
Con este análisis queda manifiesto que el Fomin aprendió sobre todo del ciclo
del proyecto y con mayor intensidad cuando agrupó los proyectos en familias o
conglomerados (clusters en su propio terminología), porque le permitió convertirse
en facilitador para el intercambio de conocimiento entre proyectos y agencias eje-
cutoras, con diferentes niveles de desarrollo y fortaleza.
Durante el citado examen fue notorio que gran parte de este conocimiento
residía en las agencias ejecutoras y en las oficinas de país del Fomin, por lo que
se justificaba un sistema que fuera capaz de identificarlo, organizarlo, validarlo y
difundirlo para que lo utilicen quienes más lo necesitan.
La Iniciativa K2 Practice puso en marcha un sistema con cuatro componentes:
1) repositorios de información; 2) comunidades de aprendizaje Fomin con ae y otros
interlocutores; 3) análisis temático para promover la replicabilidad; y 4) apoyo al
cambio de organizaciones que hicieran hincapié en la capacitación interna y en el
sistema de incentivos para que la gestión del conocimiento sea gradual en toda la
organización de manera sistemática.
Con la citada iniciativa también se identificaron los riesgos de insuficiencia fi-
nanciera para ejecutarla, así como de una posible fatiga de los miembros de la orga-
nización a raíz de que la gestión del conocimiento se pudiera convertir en una carga
adicional en sus labores. Para atender lo primero, se puso en marcha, con éxito, la
búsqueda de financiadores adicionales; mientras que para la segunda el diseño de
la iniciativa contó con la participación de los especialistas del Fomin y se han abierto
canales para dar seguimiento a su desarrollo. No obstante, en el contexto actual se
consideró que el mayor riesgo era continuar con el crecimiento del Fomin, sin que
el conocimiento ocupara un lugar estratégico que facilitara la replicabilidad de sus
lecciones aprendidas. n
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