Ensayo
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Ambos panoramas son reflejo de una sociedad que no está bien alimentada, pues no sólo se trata
de ingerir más o menos alimentos, sino principalmente de elegir aquellos que son adecuados para
cada individuo.
Sin embargo, como puede ser esto posible si la mayor parte de mexicanos desconoce qué hábitos
son parte de la educación y existe un déficit en expertos en nutrición. En México existen menos de
3 nutriólogos por cada mil habitantes en el país y en encuestas como: La encuesta Nacional de
Nutrición en 1999, presentó una realidad inquietante en cuanto al estado de nutrición, tanto de las
mujeres como de los niños. En los resultados de esta, destacaron los siguientes problemas de salud:
En adición, tenemos creencias que erróneamente hemos convertido en supuestas verdades, y que
de seguir manteniéndolas pueden ser factores negativos importantes en el estado de nutrición de
las familias, por ejemplo: “bebé gordito, es un bebé sano”, “comer de manera abundante, significa
que estamos comiendo bien” o “si hago actividad física puedo comer la cantidad que quiera”.
A los factores anteriores, sumemos que la educación nutricional adecuada no está enfocada y
adaptada para niños. Esto tiene como resultado que gran parte de ellos NO adquiere hábitos
saludables a temprana edad, mantendrá malos hábitos en la edad adulta y los transmitirá a las
siguientes generaciones.
Además, la pandemia representó un hecho sin precedentes para todos, las consecuencias fueron y
siguen siendo devastadoras tanto en lo económico, laboral, social y por supuesto en salud. Por lo
que resulta muy favorable que los profesionales de salud, nutriólogos, y expertos impulsen la
educación nutricional en México.
Otra medida tuvo como consecuencia de la entrada en vigor de la Norma Oficial Mexicana 0-51, la
cual consiste en incluir sellos de advertencia en el etiquetado frontal de alimentos y bebidas no
alcohólicas preenvasados, lo que significa que los productos que rebasen los límites permitidos de
calorías, sodio, azúcares, grasas saturadas y grasas trans deben mostrarlo a los consumidores.
En 2014 se lanzó la campaña “Chécate, Mídete y Muévete”, que llegó a más de la mitad de la
población mexicana y logró una respuesta positiva, pues el 75 por ciento de las personas consideran
que este tipo de esfuerzos contribuyen a la prevención del sobrepeso y la obesidad. Así mismo, a
partir del 2020 con ayuda de las clases impartidas por televisión, se implementó por primera vez la
asignatura de “vida saludable” la cual alienta a los niños a involucrarse en el bienestar de su salud.
Hubo también propuesta como el caso del Programa Oportunidades, que incide en el 18.8% de la
población de México; Liconsa, con 9.7%; el Programa Desayunos Escolares DIF, que beneficia a
12%; Cocinas DIF, que llega al 3.3%; y el Programa de Apoyo Alimentario, que tiene impacto en el
2% de los mexicanos. Las empresas del sector privado también están fomentando acciones para
llevar una alimentación más saludable, como Coca-Cola y Herdez.
Entonces, el objetivo general de la educación nutricional es buscar actitudes y hábitos que resulten
en una selección inteligente de alimentos y en el consumo de una dieta nutritiva para todas las
edades, así como es importante recordar que la seguridad alimentaria y nutricional establece que
todas las personas tienen en todo momento acceso físico, social y económico a alimentos inocuos,
cuyo consumo es suficiente en términos de cantidad y calidad para satisfacer sus necesidades y
preferencias alimentarias.
Existen múltiples las justificaciones y señalamientos para encontrar culpables que respondan al
hecho de que somos un país con sobrepeso; sin embargo, la coincidencia es que la culpa o
responsable de que estemos en esta situación no es un organismo, producto, sector, actor, o
industria. La responsabilidad, recae en cada una de las decisiones que cada persona ha tomado a
lo largo de su vida.
Algunas soluciones para empezar a remediar los malos hábitos pueden ser:
1. Realizar una planeación de compras para adquirir lo necesario para 15 días y realizar
combinaciones saludables en porciones determinadas para los integrantes de la familia
2. Los padres deben incluir a los hijos en la compra y preparación de alimentos para enseñarles
a adquirir los de mejor calidad nutrimental
3. La familia debe estimular actitudes positivas a prácticas alimentarias más saludables
Por último, hay que tener en cuenta que cada vez son más las instituciones educativas,
gubernamentales, privadas y del sector salud que se unen a la lucha para mantener informada a la
sociedad y fomentar una adopción voluntaria de correctos hábitos alimentarios ya que invertir en
este tema se ha convertido en una de las principales preocupaciones debido a que es indispensable
para mantener o mejor la salud a corto, mediano y largo plazo y así poder pasar buenos hábitos de
generación en generación.