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Derecho A Nombre

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La Primera Sala de la Suprema Corte de Justicia de la Nación (SCJN), a propuesta del

ministro José Ramón Cossío Díaz, revocó una sentencia y amparó a una mujer a quien se
le había negado modificar su nombre en su acta de nacimiento.

El derecho al nombre “es un derecho humano previsto en el artículo 29


constitucional”, afirmó la Sala, con fundamento en las obligaciones plasmadas en
el artículo primero de la Constitución federal, “y a la luz de los compromisos
internacionales contraídos por el Estado mexicano en la materia”, detalló la SCJN
en un comunicado.

“Atendiendo a la interpretación más favorable, el derecho al nombre es un derecho


humano con el siguiente contenido y alcance: es el conjunto de signos que
constituye un elemento básico e indispensable de la identidad de cada persona,
sin el cual no puede ser reconocida por la sociedad”.

El nombre está integrado por el nombre propio y los apellidos, y debe ser elegido
libremente por la persona misma, los padres o tutores, según sea el momento del
registro.

Por tanto, “no puede existir ningún tipo de restricción ilegal o ilegítima al derecho
ni interferencia en la decisión; sin embrago, sí puede ser objeto de reglamentación
estatal, siempre que ésta no lo prive de su contenido esencial”, el cual incluye dos
dimensiones: la primera el tener un nombre y, la segunda, la posibilidad de
modificarlo.

Por lo tanto, una vez registrada la persona, se debe garantizar la posibilidad de


preservar o modificar el nombre y apellido, pues se trata de un “derecho no
suspendible”.

Bajo esta interpretación, la Sala concluyó que no existía una justificación


constitucional para que el artículo 3.38 del Código Civil del Estado de México
prohíba modificar el registro de nacimiento, a efecto de variar uno de los
elementos integrantes del nombre, con el fin de adaptar su realidad jurídica a su
realidad social.

Los ministros determinaron que si bien el derecho humano al nombre implica la


prerrogativa de su modificación, ésta puede estar reglamentada en la ley a efecto
de evitar que el solicitante modifique su estado civil o filiación de mala fe o que con
tal acto se contraríe la moral o se busque defraudar a terceros.

Época: Décima Época


Registro: 2019887
Instancia: Tribunales Colegiados de Circuito
Tipo de Tesis: Aislada
Fuente: Gaceta del Semanario Judicial de la Federación
Libro 66, Mayo de 2019, Tomo III
Materia(s): Civil
Tesis: XXXII.1 C (10a.)
Página: 2724

RECTIFICACIÓN O MODIFICACIÓN DEL ACTA DE NACIMIENTO. EN LOS JUICIOS CIVILES EN QUE SE


TRAMITA ESTA ACCIÓN, DEBE SUPLIRSE LA DEFICIENCIA DE LA QUEJA, ATENTO AL DERECHO
HUMANO A LA IDENTIDAD, SIEMPRE QUE NO SEA MOTIVO PARA CREAR, MODIFICAR O EXTINGUIR
DERECHOS U OBLIGACIONES EN PERJUICIO DE TERCEROS (LEGISLACIÓN DEL ESTADO DE COLIMA).

En los juicios civiles cuya acción verse sobre la rectificación o modificación del acta de nacimiento,
prevista en el artículo 134 del Código Civil para el Estado de Colima, no puede actuarse con el
rigorismo de un estricto derecho civil, sino que debe suplirse la deficiencia de la queja, habida
cuenta que el nombre de las personas se encuentra reconocido como un derecho fundamental a la
identidad en el párrafo octavo del artículo 4o. de la Constitución Política de los Estados Unidos
Mexicanos, el cual garantiza a todas las personas la asignación de los componentes esenciales de
identificación jurídica (nombre, apellidos, natalicio, sexo) mediante el registro inmediato del
nacimiento, así como la posibilidad de modificar los elementos esenciales de identificación jurídica
asentados en su atestado de nacimiento, cuando sea necesario para adecuarlos a su realidad
social pues, actuar de otra manera, implicaría hacer nugatorio el derecho humano a la identidad,
el cual, como se destaca, es de rango constitucional, lo que no es factible atento al principio pro
persona establecido en el artículo 1o. de la Carta Magna. Lo anterior, en el entendido de que,
siempre y cuando la enmienda del acta de nacimiento para adecuar los datos de identificación a la
realidad social del interesado, no sea motivo para crear, modificar o extinguir derechos u
obligaciones en perjuicio de terceros, principalmente, en el ámbito de las relaciones familiares.

TRIBUNAL COLEGIADO DEL TRIGÉSIMO SEGUNDO CIRCUITO.

Amparo directo 186/2018. Ma. Elena Alcaraz Ochoa. 19 de octubre de 2018. Unanimidad de votos:
Ponente: Joel Fernando Tinajero Jiménez. Secretario: Rubén Tomás Alcaraz Valdez.

Esta tesis se publicó el viernes 17 de mayo de 2019 a las 10:22 horas en el Semanario Judicial de la
Federación.

Época: Décima Época


Registro: 2017745
Instancia: Primera Sala
Tipo de Tesis: Aislada
Fuente: Gaceta del Semanario Judicial de la Federación
Libro 57, Agosto de 2018, Tomo I
Materia(s): Constitucional, Civil
Tesis: 1a. C/2018 (10a.)
Página: 1019

DERECHO HUMANO AL NOMBRE. EN EL PROCEDIMIENTO DE RECTIFICACIÓN DE


ACTA POR ENMIENDA, LA AUTORIDAD DEBE GENERAR LAS CONDICIONES
MÍNIMAS DE RECEPCIÓN PROBATORIA PARA QUE EL INTERESADO PUEDA
DEMOSTRAR LOS EXTREMOS DE SU PRETENSIÓN.

La Suprema Corte de Justicia de la Nación ha sostenido que como medio de identificación


y de vínculo con una familia, el nombre de una persona afecta directamente su vida
privada y familiar, y que el hecho de que el Estado y la sociedad tengan interés en regular
su uso no justifica una intervención en este derecho humano. En este sentido, la
reglamentación del nombre puede dotar de estabilidad el estado civil mediante la fijación
inicial de los apellidos y los supuestos concretos de su cambio o alteración, siempre que
en su aplicación ello no equivalga a cancelar el contenido esencial de dicho derecho. En
ese sentido, uno de estos supuestos de cambio o alteración es la adecuación de la
realidad jurídica y social del registrado, para lo cual, el interesado deberá presentar una
solicitud de rectificación de acta por enmienda ante el Registro Civil, siguiendo el trámite
previsto en el artículo 98 bis del Reglamento del Registro Civil del Distrito Federal,
aplicable para la Ciudad de México. Ahora bien, a fin de respetar a cabalidad tanto el
derecho humano al nombre como el debido proceso, la autoridad debe generar las
condiciones mínimas de recepción probatoria para que el interesado pueda demostrar los
extremos de su pretensión, lo que implica, de conformidad con la reglamentación referida
que, por un lado, de estimar que existe información faltante, la autoridad formule el
requerimiento para que el interesado la proporcione, especificando de cuál se trata,
exponiendo los motivos subyacentes y otorgándole un plazo razonable para ello –que no
exceda de diez días hábiles a partir de la notificación– apercibiéndolo que, de no
presentar la información, se declarará improcedente la rectificación; y por otro, que señale
día y hora para desahogar la comparecencia del interesado y sus testigos, pues de no ser
así, el Estado Mexicano estaría vulnerando el contenido esencial del derecho al nombre
del interesado, ya que a pesar de establecer tanto el procedimiento para modificar los
datos esenciales de su nombre y apellidos como los medios de convicción admisibles
para ello, en la práctica estaría obstaculizando su debido ejercicio.

Amparo en revisión 1174/2016. 25 de octubre de 2017. Unanimidad de cuatro votos de los


Ministros Arturo Zaldívar Lelo de Larrea, Jorge Mario Pardo Rebolledo, Alfredo Gutiérrez
Ortiz Mena y Norma Lucía Piña Hernández. Ausente y Ponente: José Ramón Cossío
Díaz; en su ausencia hizo suyo el asunto Arturo Zaldívar Lelo de Larrea. Secretaria: Luz
Helena Orozco y Villa.

Esta tesis se publicó el viernes 31 de agosto de 2018 a las 10:39 horas en el Semanario
Judicial de la Federación.

Época: Décima Época


Registro: 2000849
Instancia: Tribunales Colegiados de Circuito
Tipo de Tesis: Aislada
Fuente: Semanario Judicial de la Federación y su Gaceta
Libro VIII, Mayo de 2012, Tomo 2
Materia(s): Constitucional, Civil
Tesis: I.3o.C.15 C (10a.)
Página: 2071

NOMBRE DE CASADA. CONSTITUYE UNA PRÁCTICA SOCIAL QUE NO PUEDE


LLEVAR A DESCONOCER LA IDENTIDAD DE LA MUJER.

El "nombre de casada" constituye una práctica social que consiste en que la mujer, al
contraer matrimonio, agregue los apellidos de su esposo a los propios. Esa costumbre
tiene una base histórica relacionada, en forma directa, con el establecimiento del Registro
Civil. En efecto, la referida institución surgió en México con motivo de la Guerra de
Reforma, cuando el presidente Benito Juárez promulgó la Ley Orgánica del Registro Civil,
con el fin de separar al Estado de la iglesia. No obstante, la instalación de oficinas
registrales a lo largo del país fue un proceso lento, debido a factores como la pobreza,
escasez de infraestructura y carencia de vías de comunicación. Por tanto, en muchas
comunidades los registros parroquiales eran el único medio para documentar ciertos actos
como el nacimiento o el matrimonio. De ahí que la mujer, al contraer nupcias en la vía
religiosa, agregaba los apellidos de su esposo a los propios, con el fin de ser identificada
como una mujer casada ante la sociedad. Esa práctica continúa hasta nuestros días, tan
es así que el artículo 16.1, inciso g), de la Convención sobre la Eliminación de todas las
Formas de Discriminación contra la Mujer, establece que los Estados partes deben
adoptar todas las medidas a fin de que exista igualdad entre el hombre y la mujer, entre
ellos el derecho de elegir apellido, profesión y ocupación. Por consiguiente, la existencia
de la referida costumbre no puede llevar al extremo de desconocer la identidad de la
mujer, porque ello equivaldría a vulnerar un derecho fundamental en su perjuicio.

TERCER TRIBUNAL COLEGIADO EN MATERIA CIVIL DEL PRIMER CIRCUITO.

Amparo en revisión 274/2011. 4 de enero de 2012. Mayoría de votos. Disidente: Benito


Alva Zenteno. Ponente: Víctor Francisco Mota Cienfuegos. Secretario: Arturo Alberto
González Ferreiro.

Época: Novena Época


Registro: 198572
Instancia: Tribunales Colegiados de Circuito
Tipo de Tesis: Aislada
Fuente: Semanario Judicial de la Federación y su Gaceta
Tomo V, Junio de 1997
Materia(s): Civil
Tesis: I.5o.C.61 C
Página: 765
NOMBRE DE LA MUJER CASADA. NO INDUCE A PRESUMIR QUE SE ESTÁ EN
PRESENCIA DE DOS PERSONAS DISTINTAS, EL HECHO DE QUE SE AGREGUE EL
PRIMER APELLIDO DEL MARIDO A SU NOMBRE Y APELLIDOS DE SOLTERA.

La circunstancia de que una persona agregue a su nombre y apellidos de origen filial un


apellido diferente precedido de la preposición "de", no constituye un motivo para dudar de
su identidad, pues ello de ninguna manera puede inducir a sospechar que se está en
presencia de dos personas distintas y que se esté tratando de efectuar una suplantación,
puesto que es un uso frecuente en nuestro país que la esposa añada a su nombre y
apellidos de soltera, el primer apellido del marido, antecedido de la preposición "de", así
como también es frecuente que las personas que tratan al matrimonio, se refieren a la
esposa con el primer apellido de su marido, o sea, que supriman el nombre completo de
la señora, para llamarla simplemente con el primer apellido del esposo, sin que tal
proceder pueda estimarse constitutivo de un motivo para dudar de a quién se refieren.

QUINTO TRIBUNAL COLEGIADO EN MATERIA CIVIL DEL PRIMER CIRCUITO.

Amparo directo 3165/97. Gloria Santillán de José. 15 de mayo de 1997. Unanimidad de


votos. Ponente: Efraín Ochoa Ochoa. Secretaria: María Guadalupe Gama Casas.

Véase: Semanario Judicial de la Federación, Séptima Época, Volúmenes 199-204, Sexta


Parte, página 113, tesis de rubro: "MUJER CASADA, NOMBRE DE LA.".

CONVENCIÓN SOBRE LA ELIMINACIÓN DE TODAS LAS FORMAS DE


DISCRIMINACIÓN CONTRA LA MUJER

Artículo 16

1. Los Estados Partes adoptarán todas las medidas adecuadas para eliminar la
discriminación contra la mujer en todos los asuntos relacionados con el matrimonio y las
relaciones familiares y, en particular, asegurarán, en condiciones de igualdad entre
hombres y mujeres:

g) Los mismos derechos personales como marido y mujer, entre ellos el derecho a elegir
apellido, profesión y ocupación;

DERECHO HUMANO AL NOMBRE. ES UN ELEMENTO DETERMINANTE DE LA IDENTIDAD. El derecho


humano al nombre a que se refiere el artículo 29 de la Constitución Política de los Estados Unidos
Mexicanos, tiene como fin fijar la identidad de una persona en las relaciones sociales y ante el
Estado, de suerte que la hace distinguible en el entorno, es decir, es una derivación integral del
derecho a la expresión de la individualidad, por cuanto es un signo distintivo del individuo ante los
demás, con el cual se identifica y lo reconocen como distinto. Por tanto, si la identificación cumple
con la función de ser el nexo social de la identidad, siendo uno de sus elementos determinantes el
nombre, éste, al ser un derecho humano así reconocido es, además, inalienable e imprescriptible,
con independencia de la manera en que se establezca en las legislaciones particulares de cada
Estado.

Amparo directo en revisión 2424/2011. Ma. Guadalupe Ruiz Dena. 18 de enero de 2012. Cinco
votos. Ponente: José Ramón Cossío Díaz. Secretaria: Teresita del Niño Jesús Lúcia Segovia.

https://www.scjn.gob.mx/sites/default/files/resenias_argumentativas/documento/2017-01/res-
JRCD-2424-11.pdf

RESEÑA ARGUMENTATIVA DEL AMPARO DIRECTO EN REVISIÓN 2424/2011


PRIMERA SALA DE LA SUPREMA CORTE DE JUSTICIA DE LA NACIÓN

“CONTENIDO Y ALCANCE DEL DERECHO AL NOMBRE”

Cronista: Lic. Héctor Musalem Oliver

El 24 de septiembre de 2010, una persona promovió en la vía de Procedimiento Especial la


rectificación de su acta de nacimiento, demandando al Director del Registro Civil del Estado de
Aguascalientes y al Agente del Ministerio Público de la correspondiente adscripción, con la
finalidad de que, mediante sentencia firme se ordenara modificar el acta del registro civil relativa a
su nacimiento, en lo que se refería a la anotación de su apellido paterno, que fue asentado de
manera compuesta debiendo subsistir sólo uno de ellos.

Después de las diligencias correspondientes, una Juez de lo Familiar en Aguascalientes dictó


sentencia el 6 de abril de 2011, en la cual declaró procedente la vía de procedimiento especial
intentada por la parte actora, asimismo declaró que no acreditó su acción de rectificación del acta
de nacimiento y en consecuencia, la improcedencia de su pretensión.

Inconforme con la resolución anterior, la parte actora interpuso recurso de apelación, mismo que
se resolvió el 23 de junio de 2011, por la Primera Sala Mixta del Supremo Tribunal de Justicia de
Aguascalientes, en el sentido de confirmar la sentencia definitiva de 6 de abril del mismo año.

En contra de la anterior sentencia y su ejecución, la inconforme promovió un juicio de garantías


mediante escrito presentado el 18 de

∗ Funcionario adscrito a la Unidad de Crónicas de la Dirección General


de Casas de la Cultura Jurídica.
julio de 2011, contra actos de diversas autoridades, consistentes en la inconstitucionalidad del
artículo 133 del Código Civil vigente del Estado de Aguascalientes;1 la resolución emitida de 23 de
junio de dicho año recaída al recurso de apelación y su ejecución respectivamente.

-2

Así las cosas, el 8 de septiembre de 2011, el Segundo Tribunal Colegiado del Trigésimo Circuito
resolvió que la Justicia de la Unión no amparaba ni protegía a la parte quejosa respecto de la
sentencia emitida por la Primera Sala Mixta del Supremo Tribunal de Justicia del Estado ya citado.

En contra de la aludida resolución, la quejosa interpuso recurso de revisión, al estimar que tal
determinación vulneraba en su perjuicio el artículo 1° de la Constitución Federal, en virtud de que
mediante la aplicación del artículo 133 vigente del Código Civil del Estado de Aguascalientes, se le
ocasionó un trato desigual y discriminatorio con relación a las demás personas, en el sentido de
que no pudo disfrutar del derecho elemental de contar con un nombre que produzca certeza
sobre su identidad, puesto que es de interés público que las personas tengan un nombre que las
identifique y distinga del resto de la comunidad.

Agregó que, aunque el derecho al nombre no se encuentra contenido expresamente en la


Constitución, lo cierto es que sí está previsto en el artículo 18 de la Convención Americana sobre
Derechos Humanos;2 manifestó que se violó en su perjuicio el principio de supremacía
constitucional contenido en el artículo 133 de la Carta Magna, en virtud de que en lugar de
limitarse a resolver conforme al Código Civil, debió fundarse en la Convención Americana sobre
Derechos Humanos, máxime cuando las disposiciones de ésta se

1 ARTÍCULO 133.- NO SERÁ PERMITIDO A PERSONA ALGUNA CAMBIAR SU NOMBRE,


MODIFICANDO EL REGISTRO DE SU NACIMIENTO, PERO SI ALGUIEN HUBIERE SIDO CONOCIDO
CON NOMBRE DIFERENTE AL QUE APARECE EN SU REGISTRO, DECLARANDO ESTE HECHO
MEDIANTE INFORMACIÓN TESTIMONIAL, EN DILIGENCIAS DE JURISDICCIÓN VOLUNTARIA CON LA
INTERVENCIÓN DEL MINISTERIO PÚBLICO, SE ASENTARA LA ANOTACIÓN MARGINAL
CORRESPONDIENTE EN EL REFERIDO REGISTRO EN TAL SENTIDO.

2 “Derecho al Nombre: Toda persona tiene derecho a un nombre propio y a los apellidos de sus
padres o al de uno de ellos (…).”encuentran por encima del derecho federal y local; además,
porque en términos del artículo 28 de la mencionada Convención, el gobierno nacional debe
tomar las medidas pertinentes para que las autoridades de las Entidades Federativas adopten las
disposiciones del caso para el cumplimiento de la Convención; de ahí que la Sala responsable
debió interpretar el derecho humano cuestionado (relativo al nombre), de acuerdo con el
instrumento internacional que lo protege; por lo anterior, se ordenó la remisión del asunto a la
Suprema Corte de Justicia de la Nación para su conocimiento, el cual fue admitido y turnado para
la elaboración del proyecto al señor Ministro José Ramón Cossío Díaz.

De esta manera, en la sesión del miércoles 18 de enero de 2012, el señor Ministro ponente
presentó ante la Primera Sala de este Alto Tribunal su proyecto de sentencia, en el cual propuso
como puntos resolutivos revocar la sentencia recurrida y conceder el amparo y protección de la
Justicia Federal a la parte quejosa.

En ese contexto, se precisó por la Primera Sala que el derecho humano al nombre se encuentra
previsto en el artículo 29 de la Carta Magna3 y que la reforma constitucional del 10 de junio de
2011 permite identificar los derechos humanos expresamente reconocidos como tales en la propia
Constitución.

Artículo 29.- En los casos de invasión, perturbación grave de la paz pública, o de cualquier
otro que ponga a la sociedad en grave peligro o conflicto, solamente el Presidente de los
Estados Unidos Mexicanos, de acuerdo con los titulares de las Secretarías de Estado y la
Procuraduría General de la República y con la aprobación del Congreso de la Unión o de la
Comisión Permanente cuando aquel no estuviere reunido, podrá restringir o suspender en
todo el país o en lugar determinado el ejercicio de los derechos y las garantías que fuesen
obstáculo para hacer frente, rápida y fácilmente a la situación; pero deberá hacerlo por un
tiempo limitado, por medio de prevenciones generales y sin que la restricción o suspensión
se contraiga a determinada persona. Si la restricción o suspensión tuviese lugar hallándose
el Congreso reunido, éste concederá las autorizaciones que estime necesarias para que el
Ejecutivo haga frente a la situación; pero si se verificase en tiempo de receso, se convocará
de inmediato al Congreso para que las acuerde.

En los decretos que se expidan, no podrá restringirse ni suspenderse el ejercicio de los


derechos a la no discriminación, al reconocimiento de la personalidad jurídica, a la vida, a la
integridad personal, a la protección a la familia, al nombre, a la nacionalidad; los derechos
de la niñez; los derechos políticos; las libertades de pensamiento, conciencia y de profesar
creencia religiosa alguna; el principio de legalidad y retroactividad; la prohibición de la pena
de muerte; la prohibición de la esclavitud y la servidumbre; la prohibición de la desaparición
forzada y la tortura; ni las garantías judiciales indispensables para la protección de tales
derechos.

La restricción o suspensión del ejercicio de los derechos y garantías debe estar fundada y
motivada en los términos establecidos por esta Constitución y ser proporcional al peligro a
que se hace frente, observando en todo momento los principios de legalidad, racionalidad,
proclamación, publicidad y no discriminación.

Cuando se ponga fin a la restricción o suspensión del ejercicio de los derechos y garantías,
bien sea por cumplirse el plazo o porque así lo decrete el Congreso, todas las medidas
legales y administrativas adoptadas durante su vigencia quedarán sin efecto de forma
inmediata. El Ejecutivo no podrá hacer observaciones al decreto mediante el cual el
Congreso revoque la restricción o suspensión. Los decretos expedidos por el Ejecutivo
durante la restricción o suspensión, serán revisados de oficio e inmediatamente por la
Suprema Corte de Justicia de la Nación, la que deberá pronunciarse con la mayor prontitud
sobre su constitucionalidad y validez.

Por ende, la Sala puntualizó que el derecho al nombre es de aquellos derechos humanos que no
podrán restringirse ni suspenderse ni siquiera en lo que se ha dado por llamar “estados de
excepción”; sin embargo, se hizo notar que este cuerpo normativo no define lo que debe
entenderse por “derecho al nombre” ni tampoco fijaba su sentido o alcance, por lo que resultaba
necesario observar este derecho desde la óptica de los tratados internacionales en materia de
derechos humanos y de sus interpretaciones autorizadas.

Conforme a lo anterior, se indicó que el segundo párrafo del artículo 1° constitucional exige que el
sentido de los derechos humanos se interprete de conformidad con la propia Constitución y con
los tratados internacionales, de forma tal que se favorezca de la manera más amplia a las
personas; esto se traduce en la obligación de analizar el contenido y alcance de tales derechos a
partir de dos métodos interpretativos, a saber, el sistémico y el pro personae.

Se advirtió que tal previsión constitucional coincidía plenamente con el consenso internacional,
según el cual, en la interpretación de los tratados de derechos humanos deben utilizarse, además
de los métodos tradicionales, otras técnicas de interpretación tales como la sistemática y la pro
personae.

Por ello, la Sala manifestó que la identificación cumple con la función de ser el nexo social de la
identidad, siendo uno de sus elementos determinantes el nombre; por tanto, al ser un derecho
humano reconocido como tal, no emerge de las legislaciones particulares de cada Estado, sino que
es inherente a la persona humana, siendo además, inalienable e imprescriptible

Con base en lo expuesto y atendiendo a la interpretación sistémica y al principio pro personae, la


Primera Sala concluyó que el derecho al nombre contenido en el artículo 29 de la Constitución
Política de los Estados Unidos Mexicanos es un derecho humano con el siguiente contenido y
alcance:

El nombre es el conjunto de signos que constituye un elemento básico e indispensable de la


identificada de cada persona, sin el cual no puede ser reconocida por la sociedad.

Está integrado por el nombre propio y los apellidos.

Está regido por el principio de autonomía de la voluntad, pues debe ser elegido libremente por la
persona misma, los padres o tutores, según sea el momento del registro; por tanto, no puede
existir ningún tipo de restricción ilegal o ilegítima al derecho ni interferencia en la decisión; sin
embrago, sí puede ser objeto de reglamentacion estatal, siempre que esta no lo prive de su
contenido esencial.

Incluye dos dimensiones: la primera relativa a tener un nombre y, la segunda, concerniente al


ejercicio de modificar el dado originalmente por los padres al momento del registro; por lo que,
una vez registrada la persona, se debe garantizar la posibilidad de preservar o modificar el nombre
y apellido.

Es un derecho no suspendible, incluso en tiempos de excepciónƒ

Ahora bien, la Sala destacó que los instrumentos internacionales permiten ciertas restricciones
específicas respecto del ejercicio de los derechos humanos en ellos reconocidos, siempre que
aquellas cumplan con los siguientes criterios: a) estar previstas en ley (legalidad), b) satisfacer un
principio de necesidad, c) estar acordes con los fines establecidos en los instrumentos
internacionales, d) ser razonables e) atender al principio de proporcionalidad y f) al principio de
sociedad democratica.

Con base en los lineamientos anteriores, la Primera Sala analizó la constitucionalidad de la medida
legislativa que establecía una restricción al derecho humano al nombre, a efecto de realizar el
control conjunto de la constitucionalidad y convencionalidad a que está obligado.

En esa tesitura, se indicó que la Constitución Política de los Estados Unidos Mexicanos no señala
de manera expresa que el derecho al nombre pueda ser restringido; por su parte, la Convención
Americana de Derechos Humanos refiere que la ley reglamentara este derecho a efecto de que el
mismo sea asegurado para todos.

Por lo anterior, se precisó que la regulación para el ejercicio del derecho al nombre es
constitucional y convencionalmente válida siempre que la misma se encuentre en ley, bajo
condiciones dignas y justas y no para establecer límites que en su aplicación equivalgan en la
realidad a una cancelación de su contenido esencial.

De ahí que, la razón subyacente de la prohibición en estudio radicaba en el respeto del principio
de la inmutabilidad del nombre lo cual, a juicio de la Primera Sala no podía considerarse como un
fin legitimo y mucho menos como una medida necesaria, razonable y proporcional.

Es decir, se indicó que el derecho al nombre implica la prerrogativa de su modificación, misma que
puede estar reglamentada en la ley a efecto de evitar que conlleve un cambio en el estado civil o
la filiación, implique a actuar de mala fe, se contrarie la moral o se busque defraudar a terceros.

Así las cosas, la Sala señaló que el supuesto previsto en el artículo impugnado consistía en que
una persona haya utilizado en sus relaciones sociales, familiares o con el Estado un nombre
diverso de aquel que se encuentra asentado en su acta de nacimiento, por lo que, la razón de la
solicitud de modificación de nombre radicaba en adaptar su identificación jurídica a su realidad
social; de lo cual resultaba que en dicha hipótesis, no existía una modificación a su estado civil ni a
su filiación, pues la variación del apellido no implicaba por sí misma una mutación en la filiación
cuando permanecen incólumes el resto de los datos que permitirían establecerla, como sería el
nombre de la madre, el padre, hijo o cónyuge,

De igual manera, no podía considerarse que la modificación solicitada causaba perjuicios a


terceros, toda vez que los derechos y obligaciones generados con motivo de las relaciones
jurídicas que se hubieren creado entre dos o más personas, no se modifican, ni se extinguen, sino
por virtud de las causas en el propio ordenamiento civil, dentro de las cuales no se encuentra el
cambio en los asientos de las actas del Registro Civil.

En consecuencia, la Primera Sala determinó que el artículo en cuestión no encontraba una


justificación constitucional ni constituía una medida necesaria, razonable o proporcional, que
representaba en realidad, una cancelación del contenido esencial al derecho humano al nombre,
por ende, si el principio de inmutabilidad no era acorde al contenido y alcance de tal derecho
humano y al considerar que dicho principio era la razón subyacente que inspiraba la norma
jurídica combatida; era evidente que debía declararse inconstitucional.

Estimaron los señores Ministros que la recurrente tenía derecho a ejercitar la acción de
modificación de acta de nacimiento, sin que le fuera aplicado el artículo 133 del Código Civil para
el Estado de Aguascalientes, lo cual implicaba que sus argumentos se estudiarán por la autoridad
responsable a efecto de que ésta verifique si, en el caso, la inconforme acredita la necesidad de
modificar su nombre a efecto de ajustar su situación jurídica a su realidad social y, en caso de ser
así, conceda dicha modificación; para lo cual deberá dejarse sin efectos la sentencia de 23 de junio
de 2011, dictada por la Primera Sala del Supremo Tribunal de Justicia de dicha entidad federativa.

Para finalizar, la Sala puntualizó que en caso de que procediera la expedición de una nueva acta a
la recurrente, ello no se traducía en que su historia pasada se borrara o desapareciera a partir de
ese momento, por lo que todos aquellos actos del individuo que hubiera realizado bajo su
identidad anterior y que traían aparejados efectos jurídicos, seguiría produciéndolos y le eran
exigibles, de ahí que, necesariamente, la expedición de su nueva acta conlleve la anotación
marginal que diera cuenta de la modificación, pero únicamente en su acta primigenia más no en
las copias que de ella se pudieran expedir.

Consecuentemente, de conformidad con los argumentos antes precisados y al haber resultado


fundados los agravios hechos valer por la parte actora, la Primera Sala determinó que resultaba
procedente revocar la sentencia recurrida y otorgar el amparo y protección de la Justicia de la
Unión; asimismo se devolvieron los autos al Tribunal Colegiado de origen

¿Hasta dónde es un asunto legal portarlo? ¿Qué


tanto sabemos al respecto cuando contraemos
matrimonio?
Existe una obligación legal para usarlo o solo es un costumbrismo nacido de la sumisión
histórica de la mujer al pasar de la familia paterna al paternalismo del matrimonio, o por lo
menos así se imponía anteriormente en nuestra sociedad.
Sin embargo, pocas veces nos detenemos a pensar si el portar el apellido del cónyuge (que
por cierto solo le toca a la mujer agregarlo) es una cuestión legal, o sea, somos civilmente
“DE” alguna persona o solo quedo como una costumbre de pertenencia o gesto simbólico
que nos indica ser parte de otra familia, reiteramos, esta es una marca que solo se le ha
impuesto a la mujer.
Pero para aclararnos muy bien el punto legal platicamos al respecto con el Lic. Federico
Fernández, abogado y Notario Público en Matamoros, Tam quien nos dio más luz en este
tema.
El apellido nos distingue, nos distingue el linaje, de dónde venimos. Hay países donde la
sucesión al trono viene de manera milenaria, entonces el linaje de las personas que están
en el poder a veces data de miles de años y se ha ido transmitiendo de generación en
generación.
Eso del apellido es depende de la costumbre del país donde suceda. En México nos sirve
mucho saber el apellido paterno porque así sabemos el origen, “hijo de quien”.
En esta sociedad machista tampoco podemos desconocer que la mujer siempre es de algo,
la esposa de alguien, la madre de alguien, la hija de alguien. Siempre parece ser que hay
una dependencia de la mujer en base a la varonía, al hombre.
Actualmente la ley se ha transformado reconociendo la igualdad de la figura femenina
frente al marido, en la unión civil, al grado que desapareció la tradicional epístola de
Melchor Ocampo, obligada en toda ceremonia de matrimonio para legitimar tal enlace y
dictar de esa manera la línea a seguir entre esposos. El apellido entonces, es solo para
precisar el núcleo familiar.
Ahora con esos derechos de igualdad la mujer dice, “Yo tengo los mismos derechos” y no
le falta razón porque la constitución mexicana habla que ante la ley hombre y mujer son
iguales, nadie tiene preferencia de derechos y entonces vamos al orden de los apellidos
justamente para precisar el origen y el linaje.
Si bien el apellido de “Casada” no es de obligación legal usarlo, entonces para la ley da lo
mismo usarlo o no. El nombramiento queda en una costumbre de reconocimiento social, de
orgullo por pertenencia a tal o cual familia, es una tradición de vinculación.
Actualmente se observa cada vez más, que las mujeres millennials, al desenvolverse en el
medio profesional están dejando de utilizar el “DE” para continuar dando reconocimiento al
propio nombre familiar. Después de todo el nombre denominado erróneamente “de soltera”
es el que rige para todo trámite legal, y así lo explica el Lic. Federico Fernández.
 Lo correcto es que en los documentos donde se intervenga de manera legal se utilice el
nombre de soltera que ese es el nombre legal y correcto de la mujer.
En los documentos de convencionalismo social, invitaciones, tarjetas de presentación,
sería correcto que utilice el nombre de casada agregando a su apellido paterno la
preposición “de” y el apellido de su marido, pero no es una obligación legal.

En resumen, para las esposas queda a su consideración el usar o no el apellido de su


esposo, finalmente en la legalidad no determina absolutamente nada, no existe diferencia,
pues lo use o no, existe un acta donde se afirma la unión de una pareja, cuyos miembros
vienen de distintas familias para formar una nueva, con los apellidos de ambos, mas no
determina que el apellido de la mujer cambia, por lo menos no aquí en México.

El origen de una costumbre


María Verónica Peña Seminario, orientadora y consultora familiar, explica que previo a
la revolución sexual de los años 60, las mujeres normalmente adoptaban el apellido de
su marido como una señal del estatus de casada, que implicaba su indisponibilidad
para el sexo opuesto y la primacía de sus valores.

“Adoptar el apellido del marido permitía la conformación de sentimientos de


pertenencia en la unidad familiar, identificándose junto a sus hijos bajo la figura
patriarcal.  Los valores morales de la época determinaban que una mujer respetable
debía estar casada para convivir socialmente junto a un hombre”, sostiene.

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De acuerdo con la tradición occidental: una mujer heredaba el apellido de su padre y
lo cambiaba para que coincidiera con el de su marido —que a su vez heredaba el de
su padre—. Esta costumbre viene de la Edad Media, cuando la mujer pasaba de la
casa paterna a la conyugal como una cosa, no como una persona, «perteneciente a».
Esto se puede interpretar como que tanto el padre como el futuro esposo de la mujer
tienen el control sobre ella, y que las líneas de descendencia son masculinas —
patrilinealidad—. Por otra parte, reitera que las mujeres no tienen apellidos por línea
materna, sólo los que indican su relación con los hombres.
En México sí usamos el segundo apellido que marca nuestra relación materna. Pero
la tradición de sustituir o agregar el apellido del marido después del propio tras
contraer matrimonio, persiste en otras culturas; por no ir más lejos, en países como
Estados Unidos, la mujer no sólo adopta el apellido sino que incluso pueden llamarle
con el nombre de pila del cónyuge: Mrs. John Smith —señora John Smith.
Nombre, el atributo de la personalidad, sin él sería una tarea ardua distinguir a una
persona de la otra, es decir, el nombre sirve para individualizar a las personas y este
acto jurídico de otorgar un nombre se realiza cuando las personas son re cien nacidas
tal y como lo establece el artículo 58 ccdf
Sirve para su identificación. En las personas físicas, comprende el nombre de pila, elegido
por los progenitores acompañado del apellido, que designa la familia a la que pertenece,
la del padre, y en algunos países, obligatoriamente va acompañado del apellido materno,
en otros, es opcional este último

http://www.corteidh.or.cr/tablas/23961.pdf

Atributos de la personalidad: son aquellos elementos propios y característicos, que


encontramos en todas las personas y que tienen ciertas consecuencias jurídicas.
(Rafael De Pina.- Derecho Civil Mexicano. Porrúa, Mexico, V. pag 210.

Los atributos son: Nombre, domicilio, estado, patrimonio.

Rafael de Pina, dice que el nombre es el signo que distingue a una persona de las
demás en sus relaciones jurídicas y sociales.
El nombre se forma con uno o más nombres propios y por los apellidos (nombre de
familia -patronímicos). El modo de adquisición del nombre de familia es la filiación.

Toda persona – preceptúa el artículo 25 del CCNL- tiene el derecho y el deber de


ostentar su nombre completo en los actos jurídicos en que intervenga.

Caracteres del nombre, Ignacio Galindo Garfias (Galindo Garfias Ignacio. Op. Cit.
págs. 348 y 349) señala respecto al nombre los siguientes caracteres:

Absoluto: vale “erga omnes”, es oponible frente a todas las demás personas.

No es valuable en dinero, es decir, no forma parte del patrimonio de la persona a


quien pertenece.

Es imprescriptible, esto es que no se pierde porque deje de usarse durante un tiempo,


por lago que se lo suponga.

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