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Pensamiento Economico

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Pensamiento económico.

El surgimiento de la economía: mercantilismo y fisiocracia

Es hasta el nacimiento del mundo moderno que da inicio una reflexión teórica sistemática
sobre lo que podríamos llamar el fenómeno económico. De hecho es en esta época que
se concibe por vez primera a la sociedad como un sistema económico, “regido por leyes
propias, de acuerdo con las cuales podrían hacerse cálculos y predicciones de los
acontecimientos”. (Dobb: 1974, 30) Por supuesto que la reflexión sobre cuestiones
económicas había existido en épocas precedentes, por parte de los pensadores de la
antigüedad (Platón, Aristóteles), del mundo árabe y de la Edad Media. Pero se trata de
reflexiones aisladas, que no forman una disciplina o corriente de pensamiento, ni acaban
de delimitar un objeto de estudio propiamente dicho. Dichas reflexiones se hacen sin
diferenciar a la economía de la moral o la política o la ética. La discusión sobre el crédito
(la usura) desde el punto de vista de la Biblia es un ejemplo de ello.

¿Qué ocurría en el naciente mundo moderno que hizo necesario el surgimiento de la


economía como una disciplina específica del pensamiento social y con pretensiones
científicas? ¿Por qué en un inicio la economía llevó el apelativo de “política”?

Para responder estas preguntas hay que considerar importantes procesos económicos,
sociales y políticos que tuvieron lugar en el noroeste de Europa occidental, (Francia,
Holanda, Bélgica, Gran Bretaña) a lo largo de los siglos XVI-XIX. Se trata de cambios
centrales en el largo pasaje del mundo medieval al mundo moderno.

La primera de estas transformaciones tiene que ver con la expansión de las economías de
mercado ya que en esta época tiene lugar una amplia difusión de la producción mercantil
y de la circulación del dinero, que disuelven el orden económico del feudalismo. En las
palabras de un historiador se expresa el contraste a que da lugar esta expansión al paso
de dos centurias: “en el siglo XV, una gran parte de los habitantes de Europa casi no
manejaban dinero, por ejemplo, un agricultor podía conservar su casa y su granja
heredadas sin pagar renta, con solo trabajar las tierras del señor, podía tener derecho a
recoger leña en los bosques de su señor, solía pagar al molinero que molía su trigo con
una parte del grano; contribuía a la iglesia dándole diezmos de sus productos. Hacia
finales del siglo XVII, gran parte de la población, especialmente la urbana, de Inglaterra,

1
Holanda y Francia vivía dentro de una economía basada en los ingresos” (Clark, 1963:
182)

El segundo gran cambio se relaciona con la aparición y difusión de relaciones de


producción basadas en la contratación de mano de obra. En la base de esta nueva forma
de producción se encuentra la doble condición del trabajador asalariado sin medios para
producir y para vender por su propia cuenta. “Libre de medios propios de vida y libre para
contratarse”. A esta doble condición se llegó en Europa occidental mediante un proceso
conocido como la “acumulación originaria” y que consistió básicamente en llevar a cabo
cercamientos de tierras rurales, despojos de comunidades, venta obligada de fuerza de
trabajo, acompañado de leyes contra el vagabundaje, etcétera.

El tercer gran cambio de esa época es la conformación de burguesías comerciales al


calor de la conquista de América, Asia y en menor medida África, por parte de las
potencias europeas, con la consiguiente expansión del capital mercantil y la formación de
un mercado mundial bajo patrones colonialistas. Esto es producto, desde el punto de vista
de la técnica, de una seria de mejoras y progresos en los métodos de navegación, que le
dan a Europa una superioridad decisiva frente al mundo árabe y a la postre la llevarán a
ejercer un dominio de los mares del mundo. Surgen poderosas burguesías comerciales en
los principales puertos de lo que llegarían a ser posteriormente Italia, España, Portugal,
Francia, Holanda, Inglaterra. Entre esas burguesías se establece una intensa
competencia por alcanzar el mayor dominio marítimo y el control de los nacientes
mercados coloniales.

El cuarto gran proceso de cambio es de orden político y se trata de la conformación de los


llamados Estados – Nación absolutistas (Portugal, Francia, España, Holanda, Inglaterra).

Se trata de la forma tardía del estado feudal que acompaña a la transformación de la


nobleza terrateniente en una nobleza mercantilizada. Este estado se caracteriza por llevar
a cabo una centralización del poder político (y del excedente) en las protonaciones. Junto
con fenómenos tales como el surgimiento de la deuda pública tiene lugar la
nacionalización del comercio exterior, el proteccionismo comercial, el impulso de flotas
mercantes y fuerzas navales y militares; también tiene lugar el impulso y participación
estatal en manufacturas de bienes de lujo y elaboración de materias primas y
armamentos.

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El estado absolutista es crucial en la formación de los Estados - Nación ya que promueve
la formación de mercados internos (eliminación de las barreras de comercio, unificaciones
monetarias, banca central en Francia) y promueve la conquista de mercados externos. Su
objetivo es en todo momento el de acrecentar la riqueza de la nación.“El estado
absolutista jugó un papel muy importante de la primera etapa de la transición (al
capitalismo) mediante la movilización del excedente económico, el impulso a la economía
mercantil, la producción manufacturera y la conformación de economías y estados
nacionales” (Dabat, 1991:)

De hecho el término de Economía Política con el que se bautiza inicialmente la economía


quiere decir economía de las naciones. La estadística aplicada a los censos, mediciones,
registros contables de los jóvenes estados era llamada en ese entonces “aritmética
política”- e incluso la economía en un principio era parte de dicha aritmética. En la
actualidad las llamadas “Cuentas Nacionales” equivalen a una aritmética o estadística
económica de las naciones.

Resumiendo: en esos siglos tiene lugar el surgimiento de nuevas dimensiones (mercantil,


dineraria, salarial, estatal e internacional) de la actividad económica. “El feudalismo con
sus feudos autosuficientes desde el punto de vista económico, social y político estaba
dejando paso a un creciente comercio, al auge de las ciudades…y a la expansión del
estado nación…La producción de bienes para el mercado estaba cobrando más
importancia y la tierra, el trabajo y el capital comenzaban a comprarse y venderse en los
mercados.” (Landreth y Collander, 2006: 43)

Mercantilismo: riqueza y comercio exterior

La primera corriente del pensamiento económico moderno es conocida con el término de


mercantilismo. No es una escuela bien definida ni con posturas teóricas unánimes. Se
trata de una corriente de pensamiento formada a partir de las ideas de hombres de
negocios y políticos que escriben folletos, dictan discursos, redactan artículos en el
transcurso del siglo y medio que va de inicios del XVII a mediados del XVIII. Los más
conocidos autores son Thomas Munn, William Petty, David Hume y Richard Cantillon.. En
muchos aspectos su pensamiento es confuso y contradictorio y por supuesto evoluciona
en muchos aspectos en un lapso tan largo (por ejemplo las posturas opuestas del
metalismo y del no metalismo)

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Lo más relevante del mercantilismo es su idea acerca de la riqueza. Conciben su origen
en el comercio exterior, específicamente en las exportaciones realizadas por un país. La
riqueza consiste en la obtención de metales preciosos mediante el excedente de
exportación, lo cual se expresa como una balanza comercial positiva. En este sentido es
que la riqueza es igual al oro y la plata. Se dice que el mercantilismo confunde a la
riqueza con su equivalente general, el dinero.

Este enfoque conocido como metalismo plantea no exportar metales preciosos sino
exportar muchas mercancías e importar poco. De aquí se deriva una política
proteccionista colonialista orientada a acrecentar vía el comercio exterior la riqueza y el
poder de la metrópoli, asegurando la importación de materias primas baratas y la
existencia de mercados cautivos para los bienes manufacturados de exportación.

Acorde con los rasgos del estado absolutista, el mercantilismo postula en el plano
económico la subordinación del individuo al poder y el engrandecimiento del estado:
políticas de salario máximo, de criminalización del vagabundaje, de fomento al
crecimiento de la población a fin de contar con oferta abundante y barata de trabajadores.

Un aspecto central estudiado por autores mercantilistas es el relativo al dinero. Con


motivo de la inflación ocurrida en Europa durante el siglo XVI a raíz del ingreso de
metales provenientes de las colonias españolas en América, tienen lugar las primeras
reflexiones respecto del papel de la moneda en la actividad económica y surge la teoría
cuantitativa del dinero y los precios. Cabe destacar que es Bodino, un teórico de la ciencia
política, quien formula la primera explicación monetaria de la inflación: la inflación es
resultado de la abundancia de metales, es decir es consecuencia de un exceso de
circulante.

Los mercantilistas compararon el dinero con la sangre y lo consideraron un elemento que


impulsaba la actividad económica antes que un factor que elevara los precios. Lo
recomendable incluso era tener niveles de precios altos producto del ingreso de metales
preciosos. También estudiaron los problemas del tipo de cambio. Los antimetalistas
sostuvieron que el alto tipo de cambio no es la causa de la escasez de dinero sino su
efecto.

En una primera etapa lo que predominó fue el metalismo y la idea de atesoramiento pero
en el largo plazo se impuso el antimetalismo que enfatizaba la utilidad del dinero para

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activar la economía y que en general tenía una visión más amplia de la riqueza, no
reducida a los metales preciosos. Aun cuando en general en el mercantilismo predominó
una visión de suma-cero del comercio internacional, en su etapa final comienza a transitar
hacia ideas liberales en torno al comercio.

El filósofo David Hume es el mejor representante del mercantilismo tardío: no metalista


(“las mercancías no son un medio para obtener metales sino la riqueza en sí”); crítico de
la idea de que un país podría mantener permanentemente una balanza comercial positiva;
exponente de la teoría monetaria de la inflación y de la relación existente entre masa
dineraria, precios, tipo de cambio, exportaciones y reservas internacionales. Este autor en
un interesante problema teórico formulado en 1741 se pregunta lo que sucedería si
Inglaterra perdiera de golpe 4/5 partes de sus metales, sugiriendo que los precios de sus
mercancías bajarían en la misma proporción, se abaratarían frente a la competencia
internacional generándose con ello mayores exportaciones que ingresarían metales
preciosos a la economía inglesa y a la larga ésta volvería a recuperar su riqueza metálica
original.

En resumen: ¿cuáles son las aportaciones del mercantilismo? Comenzar a ver a la


economía como un “problema” (serie de problemas) a estudiar, comenzar a verla como un
sistema en el que existen cierto tipo de interrelaciones. Asimismo son los pioneros en el
estudio del llamado sector externo y del sector monetario, explorando los principales
vínculos entre ambos: balanza comercial, dinero, inflación y tipo de cambio

La Fisiocracia y el primer modelo económico

Esta escuela francesa del pensamiento económico destaca especialmente por su noción
de la riqueza y su visión del sistema económico. Contemporánea del movimiento de La
Ilustración, es partidaria del liberalismo económico y su principal contribución sin duda
radica en la elaboración del primer modelo o diagrama de flujo para representar el
funcionamiento interdependiente del sistema económico.

El nombre de fisiocracia significa ¨poder de la tierra” pues el rasgo distintivo de esta


escuela es la idea de que la agricultura constituye la única actividad creadora de riqueza.
Se trata de una visión-observación de claro corte naturalista: la semilla sembrada en la
tierra, la aparición de la planta y luego de su fruto. De acuerdo a ello las demás

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actividades únicamente transforman la riqueza surgida de la agricultura: ya sea en
alimentos, insumos o bienes manufacturados.

El contexto en el que se nutre esta escuela francesa es la del capitalismo agrícola en el


norte de Francia y de la agricultura capitalista inglesa, cuya manifiesta superioridad
productiva frente a la agricultura tradicional es motivo de reflexión y propuestas de política
económica por parte de los fisiócratas a fin de promover su difusión en el resto de
Francia.

Francois Quesnay, médico de la corte de Luis XIV, estudioso de la circulación corporal


sanguínea y un precursor de la neurología, es el autor más destacado de esta corriente.
Quesnay es quien formula la frase “laissez faire, laissez passer; le monde va luimeme”
(“dejar hacer, dejar pasar; el mundo va por sí mismo”), sin duda la más distintiva del
liberalismo económico. Escribe los artículos “Le granes” y “Le Fermieres” en la
Enciclopedia, y su principal aportación a la economía es Le Tableau Economique.

¿Cuál es la importancia de esta obra?

En ella se realiza la primera idea-representación de sistema económico como un


organismo económico-social: primer modelo macroeconómico que agrupa multitud de
unidades económicas en tres grandes sectores. Identifica o iguala a estos sectores con
las clases de los agricultores, los manufactureros y los terratenientes. Muestra la
circulación o “los flujos” del producto social, del dinero y del capital entre estos tres
sectores. El modelo también considera el consumo productivo y el consumo personal, la
depreciación y los adelantos de capital. Igualmente plantea la noción de excedente o
produit net. La Tabla Económica establece una serie de supuestos: reproducción simple,
es decir no hay inversión ni crecimiento del producto, no hay estado y por lo tanto
impuestos o gasto público, ni tampoco existe el comercio exterior con ingresos y egresos
de mercancías y metales.

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La Economía Política Clásica: Adam Smith

Contexto

Se considera que el período de la Economía Política Clásica abarca de1776 a 1870: casi
un siglo en cuyo transcurso tiene lugar el inicio de la Revolución Industrial y su
propagación por Europa occidental y Norteamérica. Es también la era que corresponde al
capitalismo de libre competencia, así como a la etapa de ascenso al poder político de las
burguesías estadounidense y francesa, al igual que las de otros países de Europa.

En el plano intelectual es un período de predominio de la filosofía del liberalismo y la


época de oro del pensamiento de la Ilustración, “un movimiento en cuya base se
encuentra la confianza en la razón humana, una filosofía humanista que se esfuerza y
trabaja por el progreso” (Reale y Antiseri: 1988). De hecho las tres “Ideas-Fuerza” que
orientan al pensamiento de toda esa época son las de la Razón, la Libertad y el Progreso.

La Escuela Clásica proporciona por vez primera una visión teórica completa del sistema
económico analizando en su sentido más amplio los procesos de producción, distribución,
intercambio y consumo de bienes y servicios: desde la cuestión de los precios y el valor
de las mercancías, pasando por la acumulación de capital, el ciclo económico, el empleo,
la tasa de beneficios, el crecimiento económico, el comercio internacional y llegando a
considerar incluso las perspectivas a futuro del capitalismo.

La Revolución Industrial tiene su cuna en Inglaterra y se asocia con la maquinización de la


industria textil, el uso de la máquina de vapor, los ferrocarriles y los canales de
navegación. Recordar: la Revolución Americana (1776), la Revolución Francesa (1789) y
las Revoluciones Europeas (1848-1850).

En un primer nivel, de acuerdo a la trascendencia de sus obras, se ubican las ideas de


Adam Smith y David Ricardo. En un segundo nivel se encuentran las de Robert Malthus,
Jean Baptiste Say y John Stuart Mill. Hay un tercer grupo de autores más amplio con
aportaciones puntuales. (O’Brian, 1999: cap. 1). En estas notas nos concentraremos en
los dos primeros autores, si bien haremos señalamientos puntuales de otros.

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La “Riqueza de las Naciones”

“An Inquiry in othe nature and causes of the Wealth of Nations” es el título de la obra más
importante en la historia del pensamiento económico. La “Riqueza de las Naciones”, como
se le conoce de manera abreviada, fue publicada en 1776, constituye la obra fundacional
de la economía, representa el libro por excelencia del liberalismo económico y su autor, el
escocés Adam Smith, es considerado, por las ideas ahí expuestas, el “padre de la
economía”.

Adam Smith era profesor de filosofía en la Universidad de Glasgow. Impartió cursos de


filosofía moral que comprendían, según las notas del curso o Lecciones de Glasgow
tomadas por un alumno, cuatro grandes unidades:

1. Teología natural (abordando temas como el Ser, Dios, la religión;

2. Ética;

3. Justicia (considerando principalmente cuestiones en torno a la propiedad privada);

4. Reglamentaciones estatales (políticas comerciales y financieras).

De la parte 2 de dichas notas surge posteriormente su libro Teoría de los Sentimientos


Morales, publicado en 1759. De la parte cuatro se desprende más tarde La Riqueza de las
Naciones (escrita durante los años de 1770-1776). Un acontecimiento muy importante en
la vida de Adam Smith es un viaje a Francia en 1759, ya que en el país cuna de la
Ilustración entra en contacto con los fisiócratas y la obra de Francois Quesnay.

La Riqueza de las Naciones está compuesta por los siguientes libros:

I. División del trabajo, valor, dinero y distribución (salarios, ganancia, renta)

II. Capital y moneda

III. Estudio histórico sobre el crecimiento económico

IV. Mercantilismo y Fisiocracia

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V. Ingresos del Estado

División del trabajo y productividad

Adam Smith no tiene como marco de referencia para su análisis el comercio o la


agricultura sino la manufactura. Se trata de la manufactura previa a la revolución
industrial, lo cual significa que no existe aún la presencia generalizada de la máquina en
los procesos productivos. Estos procesos son intensivos, por el contrario, en el uso del
factor trabajo.

Tomando como ejemplo la manufactura de alfileres, Adam Smith afirma que en la división
del trabajo se encuentra la causa de la riqueza de las naciones. Su obra da inicio con el
efecto positivo que tiene en la producción de bienes la división del trabajo: el aumento en
la productividad.

Detengámonos un momento en este concepto clave de la economía: productividad.

Se trata de la relación entre los factores de producción utilizados para elaborar


determinado bien y la cantidad de bienes producidos. Una cierta disposición de factores
produce una determinada cantidad de bienes. Si se mantiene constante aquella dotación
y uso en el tiempo de esos recursos y aun así la cantidad de bienes elaborados aumenta,
se dice que la productividad se incrementó. Si por el contrario, dada esa misma cantidad
de factores, su uso en el mismo lapso arroja una menor cantidad de bienes, se dice que la
productividad descendió.

En el proceso de elaboración de un bien tan sencillo como lo es un simple alfiler, Adam


Smith observó que la división del trabajo incrementa la productividad: dividiendo entre los
obreros las distintas tareas que implica hacer un alfiler, aquellos producen una mayor
cantidad. En el ejemplo de Smith la producción de 10 obreros pasa de 20 alfileres por
trabajador al día sin división del trabajo a la cifra de 4 800 con división de tareas entre
ellos.

Adam Smith distingue tres causas por las cuales aumenta la productividad con la división
del trabajo:

1) Se reducen los ´tiempos muertos¨ que implica el pasar de una tarea a otra distinta;

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2) El trabajador se especializa en una tarea adquiriendo así mayores habilidades o
destrezas en la misma y, por último;

3) La especialización y simplificación de las tareas facilita la introducción de


maquinaria y/o el mejoramiento de la misma.

El factor que motiva la existencia de una división del trabajo, según Smith, es “una cierta
propensión de la naturaleza humana a permutar, cambiar y negociar una cosa por otra”.
Esta propensión es la causa de la existencia del mercado.

El mercado

Para Adam Smith el mercado es la “mano invisible” que da equilibrio y armonía al sistema
económico. El mercado es lo que cohesiona al sistema económico articulando los
múltiples actos individuales en un gran agregado social.

Adam Smith radica el origen del mercado en la naturaleza egoísta del ser humano, es
decir en su proclividad a obtener beneficios o ganancias materiales. El interés individual y
no el altruismo o la solidaridad es lo que motiva a los agentes económicos a dedicarse a
tal o cual actividad. El mercado permite conjugar los intereses egoístas de las personas y
traducirlos en un bien común (es como en la fábula de Vicios Privados y Virtudes Públicas
o, para decirlo en la jerga de los economistas: “en el mercado los egos de los agentes
económicos arrojan externalidades positivas”).

Smith agrega que no discutirá si esta propensión es un “principio innato” del ser humano“o
si, como parece más probable, es consecuencia de facultades discursivas y del lenguaje”,
cuestión, por cierto, de suma actualidad en las neurociencias.

Para que ese mecanismo del mercado funcione se requiere a juicio de Smith la existencia
de una libre competencia entre los productores y prestadores de servicios, un sistema
económico que opere sin la intromisión del estado y sin la presencia de monopolios que
dificulten o atrofien el movimiento de esa “mano invisible”.

Únicamente en condiciones de libre competencia entre productores y consumidores los


precios establecidos por el mercado constituyen un mecanismo adecuado para orientar
las decisiones de los productores y consumidores y, consecuentemente, para llevar a

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cabo una asignación eficiente de los recursos productivos. El mercado es el mecanismo
que da lugar a una adecuada división social del trabajo.

Precios y valores

Un aspecto central en la obra de Smith es que plantea los fundamentos, en ocasiones de


manera por cierto contradictoria, de una teoría de los precios y del valor, ambos temas-eje
del pensamiento económico, temas que por su naturaleza esencial han dado lugar a
debates seculares, con aportaciones, refutaciones, argumentos y contra argumentos de
una u otra escuela o corriente teórica.

Destaca de entrada que Smith distingue entre el precio natural de una mercancía y su(s)
precio(s) de mercado. El primero se encuentra establecido por las condiciones de
producción del bien y es el “indicador” en torno al cual oscila no gravitan los precios de
mercado, en constante variación por efecto de las fuerzas de la oferta y la demanda de
ese bien a cada momento. Asimismo, expone una doble teoría de lo que constituye el
precio natural: de una parte lo explica como determinado por los costos de producción y
de otra, lo analiza en función de los ingresos correspondientes a los factores de
producción (trabajo, capital y tierra) involucrados; es decir explica el precio de un bien de
acuerdo a la remuneración total factorial: la suma de los salarios, ganancias y rentas.

Respecto a la cuestión del valor Smith establece una distinción que resulta primordial: una
cosa es la utilidad específica de un bien (valor en uso) y otra es su valor económico (valor
en cambio o de intercambio). Asociada a esta distinción Smith formula la “paradoja del
valor”: la existencia de bienes con una gran utilidad para los humanos (vitales de hecho)
como por ejemplo el aire y el agua y que al mismo tiempo carecen de valor económico (al
menos en esa época así era con el agua) y la existencia de bienes con poca o escasa
utilidad como los diamantes pero que sin embargo poseen un alto valor.

Smith establece los fundamentos de la llamada teoría del valor trabajo, que se denomina
así pues afirma que en este factor –el trabajo- radica la fuente u origen del valor. Sin
embargo su argumentación ofrece dos versiones aparentemente similares pero de hecho
distintas: a una se le conoce como la teoría del trabajo incorporado y afirma que el valor
de un bien está dado por la cantidad de trabajo que costó producirlo, mientras que a la

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otra se le conoce como la teoría del trabajo comandado y sostiene que el valor de un bien
está dado por el trabajo que ese bien permite “ordenar” o adquirir. Al estudiar a David
Ricardo veremos que la primera versión va a ser la que retoma en principio la Economía,
mientras que la segunda es desechada por errónea.

Acumulación y crecimiento

El crecimiento en el producto y nivel de ingreso de un país depende del crecimiento en la


población ocupada y/o del crecimiento de su productividad, lo cual depende a su vez de la
introducción de maquinaria o de una división del trabajo más eficiente a través de la libre
competencia en el mercado. Tanto el incremento en el empleo productivo como en la
productividad requieren de la acumulación de capital.

En Smith el crecimiento es un círculo virtuoso de mercado - división del trabajo -


productividad – eficiencia – acumulación – empleo – mercado - división del trabajo-
productividad, pero al mismo tiempo, está marcado por una dinámica cíclica de
crecimiento de los salarios - descenso en las ganancias - descenso en la acumulación -
descenso en la demanda de empleo - baja en los salarios - aumento de las ganancias -
aumento en la acumulación y así, en un ciclo continuo.

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La Economía Política Clásica: David Ricardo

Las Corn Laws y los Principios de Ricardo

El segundo gran exponente de la Escuela Clásica es el hombre de negocios, financiero y


parlamentario inglés (de origen judío-español), David Ricardo. Sus Ensayos sobre las
Corn Laws inglesas (1815) cuestionan los altos aranceles para la importación de trigo
dado sus efectos de incremento en los salarios, reducción de las ganancias y elevación
de las rentas de los terratenientes. La libre importación de grano, en cambio, provocaría la
reducción en el costo de los alimentos, disminuiría la renta de la clase improductiva
propietaria de la tierra y elevaría los beneficios de los empresarios, con lo cual se
estimularía la acumulación de capital y el crecimiento. El conflicto entre los intereses de la
burguesía inglesa y los terratenientes marcará la obra de Ricardo.

Su libro, Principles of Political Economy and Taxation (1817), destaca como una de las
grandes obras de la Economía en razón de su método abstracto de análisis,
especialmente en el abordaje o enfoque dado a los siguientes cuatro aspectos o temas: la
teoría del valor trabajo (a la que despoja de la ambivalencia y confusión smithiana); la
teoría de la renta diferencial en la agricultura (que constituirá un antecedente para el
estudio de los rendimientos decrecientes en la economía); el modelo de la distribución del
producto social en salario, renta y ganancias conforme avanza la acumulación de capital
(conocido como Corn Model) y, por último; la teoría de las ventajas comparativas como
fundamento explicativo del comercio internacional y de sus ventajas para las economías
nacionales.

4 Mark Blaug habla de que “su atractivo intelectual reside en un notable talento para la
realización de colosales abstracciones”.

Teoría del valor

A Ricardo le interesa explicar el comportamiento de los precios naturales (valores) de las


mercancías a lo largo del tiempo y no el de los precios de mercado en el corto plazo.

Ricardo opta por la teoría del valor trabajo incorporado y desecha la del trabajo
comandado: “El valor de una mercancía, o sea, la cantidad de cualquier otra mercancía
por la que se intercambie, depende de la cantidad relativa de trabajo necesaria para su

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producción y no de la mayor o menor remuneración que se pague por ese trabajo.” Esta
definición del valor de cambio es válida para todas aquellas mercancías que se producen
bajo condiciones de competencia estándar y no para aquellas como los libros, las obras
de arte, las monedas, los objetos de colección, etcétera, bienes cuyo valor depende de las
preferencias e ingresos de los consumidores.

Renta Diferencial

La teoría de la renta agraria es una de las piezas fundamentales en el sistema teórico


ricardiano. Ella postula que, dada la diferencia o heterogeneidad natural de las tierras
dedicadas al cultivo, en la agricultura los precios de las mercancías no se forman a partir
de las condiciones medias de productividad, como sucede en la industria, sino por las
condiciones de producción más atrasadas, es decir las de la tierra de menor rendimiento.

Ejemplo de Renta Diferencial

Tierra Tonelada por Costo Total Costo Unitario Renta


Ha
A 8 50 6.25 50
B 7 62.5 8.93 37.5
C 6 75 12.5 25
D 5 87.5 17.5 12.5
E 4 100 25

Si el cuadro anterior se refiriera a una industria constituida por 5 empresas, el costo de


producción estaría fijado por las condiciones medias, es decir, por la empresa C, dada la
capacidad de las empresas de salvar las diferencias de la productividad que no obedecen,
en este caso, a razones de orden natural como ocurre en la agricultura y demás
actividades primarias. Obsérvese también que a medida que se incorporaran las tierras E,
F, G…; cada una de menor calidad respecto a la anterior, la renta de las tierras A-E se
irían incrementando progresivamente.

Acumulación y distribución a largo plazo

Mientras que en Adam Smith prevalece una visión armónica, optimista y dinámica del
capitalismo, en David Ricardo existe una visión en la que se destaca el conflicto o pugna
de intereses en el plano distributivo y, además, se augura un futuro pesimista y estático
para el sistema económico basado en la acumulación de capital La acumulación de

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capital conlleva el aumento de la demanda de alimentos para una creciente población que
se emplea en actividades manufactureras, comerciales, etcétera.

Esto implica la apertura de nuevas tierras al cultivo, las cuales Ricardo supone serán
siempre tierras de menor fertilidad y rendimiento que las ya cultivadas. Esto eleva la renta
apropiada por los terratenientes y al tener lugar una producción agrícola con rendimientos
decrecientes, se genera un aumento en el costo de los bienes agrícolas y por ende un
elevamiento de los costos salariales (destinados a la adquisición de alimentos).

Veamos con mayor detalle el conjunto de supuestos del llamado Corn Model: se trata de
una economía de monoproducción cerealera, en este caso trigo, y en la que la producción
agrícola arroja rendimientos decrecientes disminuyendo en el tiempo tanto el producto
medio como el producto marginal. Esto supone que la tierra no está sujeta a mejoras en
su rendimiento (uso de fertilizantes, nuevas técnicas, semillas mejoradas, etcétera). Se
supone también que la demanda de cereal está en función directa del crecimiento de la
población y que dicha demanda no varía al elevarse el precio del cereal. Se supone
también que el salario se destina por entero a la compra de alimentos y es de
subsistencia, es decir únicamente suficiente para cubrir las necesidades más
indispensables del trabajador y su familia.

En el largo plazo, dado que los precios de los bienes agrícolas son fijados por los costos
de producción de las tierras de peor calidad, la acumulación de capital elevará en
términos reales los ingresos de los propietarios de la tierra, elevará los costos de la mano
de obra en la medida que los alimentos serán cada vez más caros y disminuirá los
beneficios de los capitalistas. Las ganancias de estos últimos se verán mermadas y
“comprimidas” tanto por la renta como por los salarios, ambos en crecimiento a costa de
la primera. En esta lógica la relación ganancia/salario, o tasa de beneficio de acuerdo a
Ricardo, va disminuyendo inexorablemente con lo cual desaparece poco a poco el
incentivo de la acumulación hasta arribarse a lo que se denomina un estado económico
estacionario, es decir con acumulación cero y sin crecimiento.

La ventaja comparativa y el comercio internacional

El modelo ricardiano de productividad del trabajo y ventajas comparativas es punto de


partida obligado en el estudio del comercio internacional y sus repercusiones en el
desarrollo económico de los países. Dicho modelo se fundamenta sobre los principios del

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valor- trabajo y establece un vínculo entre la productividad (relativa) del trabajo y las
ventajas (comparativas) de las economías en el comercio internacional.
Independientemente de su validez explicativa, la teoría ricardiana del comercio
internacional ofrece un ejemplo aplicado y simple de la división del trabajo y la asignación
eficiente del recurso trabajo.

Este modelo teórico tiene como supuestos básicos los siguientes:

a. La existencia de dos economías que cuentan con solo dos sectores productivos
que producen solo dos bienes;

b. En ambas economías existe únicamente solo un factor productivo, el trabajo;

c. La productividad de dicho factor se equipara con el nivel de tecnología,;

d. Dicha productividad se mide de acuerdo a los requerimientos unitarios de trabajo,


y;

e. No existe movilidad internacional de los factores, particularmente el capital.

En el ejemplo utilizado por Ricardo se trata de Portugal e Inglaterra y de la producción y


comercio de ropa y vino. Los requerimientos del factor trabajo se miden por hombres
ocupados al año; las cifras para el caso de Inglaterra son de 100 hombres para la
producción de ropa y 120 para la producción de vino. En Portugal, en cambio, los
requerimientos anuales de trabajadores son 90 y 80, respectivamente. Portugal es por
tanto más productivo en ambas actividades, es decir tiene ventaja absoluta frente a
Inglaterra en la producción de ambos bienes, pero de ahí no se deriva que únicamente
Portugal se dedique a producir tales bienes, como lo supondría la teoría smithiana del
comercio internacional asentada en la noción de las ventajas absolutas.

De acuerdo a Ricardo lo que rige en el intercambio comercial entre los países es el


principio de la ventaja comparativa. A Portugal le conviene especializarse en la
producción de vino donde su ventaja es mayor en relación con la ventaja que guarda en la
producción de ropa frente a Inglaterra (80/120 frente a 90/100 o ¾ vs 9/10). A Inglaterra,
por su parte le conviene especializarse en la elaboración de ropa, donde posee ventaja
comparativa (es decir menor desventaja absoluta) frente a Portugal.

16
Esa división del trabajo sería la más eficiente para ambas economías. Obsérvese que
estaría en el interés de Portugal importar ropa a cambio de vino incluso aunque pudiera
producir ropa con menos requerimientos laborales que Inglaterra. ¿Por qué? Porque al
hacerlo obtendría a cambio de la producción de vino que le costó 80 hombres al año, la
misma cantidad de ropa que tendría utilizando al año 90 hombres produciéndola
internamente. A Inglaterra, a su vez, le conviene obtener la misma cantidad de vino que
obtendría dedicando 120 hombres al año, mediante el intercambio de ropa que solo le
costó 100 hombres al año.

En este planteamiento sobre el comercio internacional existe el supuesto de que el trabajo


es un recurso limitado para cada economía (y para ambas en conjunto) y que su
aplicación en un sector, para producir determinado bien, “X”, implica un trade-off, es decir
tiene un costo de oportunidad en relación a su aplicación en otro sector con miras a
producir un bien “Y”. (Krugman y Obstfeld, 1996:15).

De acuerdo a esta teoría los “países exportarán los bienes que su trabajo produce de
forma relativamente más eficiente e importaran los bienes que su trabajo produce de
forma relativamente más ineficiente.” Así, al intercambiar bienes en los que tienen costos
relativos más bajos, las economías están intercambiando trabajo y se especializan en la
producción del bien en el que son más eficientes y lo cambian por el bien en el que lo son
menos. De este modo el comercio presenta un método indirecto (y más eficiente) de
producción que viene a abaratar el precio de los bienes intercambiados y amplía las
posibilidades de consumo (Krugman y Obstfeld, 1996: 20-22)

17
La crítica marxista de la Economía Política

Antecedentes: historia, socialismo y proletariado

Karl Marx, filósofo y revolucionario de origen alemán, es autor de Das Kapital; obra que
lleva como subtítulo “Crítica de la Economía Política”.

La exposición de las ideas contenidas en este libro requiere de una presentación previa
de las ideas filosóficas y políticas que acompañan o subyacen al enfoque económico de
este autor. Nos referimos a tres cuestiones claves del pensamiento marxista: su
concepción de la historia, su visión política sobre la sociedad burguesa y su idea sobre la
misión social de la clase obrera. Karl Marx, a diferencia de los economistas previos, no
comparte la visión empresarial-burguesa del mundo, ni tampoco hace suyos los
postulados enarbolados por el liberalismo económico y político, lo cual va a significar una
ruptura radical en la manera de abordar el estudio de la economía.

En el pensamiento filosófico alemán la vertiente de la filosofía de la historia ocupa un


lugar central durante el siglo XVIII e inicios del XIX. ¿Qué es la historia? ¿Únicamente una
sucesión de hechos y acontecimientos sin conexión y dirección alguna? ¿Cuál es el
sentido de la historia de la humanidad? ¿Qué fuerzas o factores “mueven las ruedas” de
la historia?

Si la historia de la humanidad tiene un principio, ¿tiene también un final? ¿Hacia dónde va


la historia? En Herder, Kant y Hegel existe una explicación idealista a estas interrogantes
y, en el caso particular de Hegel, una visión dialéctica, que remarca la contradicción y el
antagonismo como el factor que impulsa el movimiento histórico a lo largo de una serie de
etapas de evolución

Marx retoma esta tradición filosófica al tiempo que le imprime un giro materialista. La
historia no está determinada por la voluntad o la acción de ninguna providencia, espíritu
absoluto o ente metafísico, sino por las condiciones materiales y sociales de existencia de
los hombres. El materialismo marxista afirma que esas condiciones dependen del
desarrollo de las fuerzas productivas y de las relaciones de producción vigentes. Se
distinguen en tal perspectiva una serie de modos de producción a lo largo de la historia de
la humanidad: comunismo primitivo, esclavismo, feudalismo, capitalismo y otros como el
llamado “modo asiático de producción”. Con excepción del comunismo primitivo en el que

18
no existía la propiedad ni la diferenciación de clases sociales, en los restantes modos de
producción está presente la contradicción entre clases sociales. La lucha entre amos y
esclavos, señores y siervos, capitalistas y obreros, es el motor que impulsa la dinámica
histórica. Para Marx la contradicción entre los intereses de la burguesía y del proletariado
conducirá a un nuevo tipo de sociedad comunista, con un alto grado de desarrollo de las
capacidades productivas y una abundante riqueza material (“el reino de la libertad”)

Esta concepción filosófica de Marx se vincula con el auge de las ideas y proyectos
socialistas acontecido durante la primera mitad del siglo XIX y que es representado, entre
otros pensadores y reformadores sociales, por Saint Simon, Charles Fourier y Robert
Owen.

Al mismo tiempo la visión de Marx se retroalimenta de las extremas condiciones de


miseria y explotación en las que vive la naciente clase obrera durante los inicios del
capitalismo. Al llamado socialismo utópico de la época, Marx –y su colega, coautor y
amigo Engels- le dan un sustento filosófico dialéctico-materialista. La obra económica de
Marx tendrá como objetivo central el demostrar las contradicciones del sistema capitalista
y fundamentar sus límites, así como su final a manos del proletariado.

Mercancía, trabajo y valor

El punto de partida del análisis económico marxista es la mercancía, forma básica de la


riqueza en una economía capitalista (“célula” de la sociedad moderna).El trabajo humano
que produce ´X´ mercancía reviste un doble carácter. Por una parte es trabajo concreto,
específico, con ciertas habilidades, destrezas, calificaciones, que se lleva a cabo con
determinadas herramientas y máquinas. Ese trabajo se concreta en el valor de uso de la
mercancía, es decir en lo que es su utilidad (“para lo que sirve”) de acuerdo a sus
propiedades físico-químicas. En cuanto que son bienes útiles las mercancías y los
servicios constituyen la riqueza “material” de la sociedad.

Por otra parte, independientemente del desempeño físico específico requerido, el trabajo
ejercido para producir esa ´X´ mercancía es gasto de energía humana, desgaste
físiconeuronal del organismo. Este trabajo abstracto es la sustancia del valor que posee
una mercancía y su magnitud se mide por el tiempo de trabajo socialmente promedio
requerido para elaborarla (“tiempo de trabajo socialmente necesario”). En su calidad de

19
portadoras de un cierto valor las mercancías son riqueza social, es decir riqueza
socialmente reconocida.

El valor expresa una relación social por lo que el monto de valor de la mercancía ´X´ no
está dado por la cantidad de trabajo abstracto contenido en ella en lo individual, sino por
la cantidad promedio de trabajo que cuesta producirla mercancía ´X´. En otras palabras: la
magnitud del valor de una mercancía está determinada por las condiciones medias,
sociales, de su producción y no por sus condiciones particulares.

El valor de la mercancía ´X´ se expresa en muchos valores de cambio, es decir muchos


precios, tantos como el número de mercancías con las que se puede comparar; es decir,
el valor de una camisa es igual a 100 pesos, igual a 8 dólares, igual a 6 euros; también se
podría decir que el valor de cambio-precio- de una camisa es igual a un reloj cassio de
pulsera o igual a 10 coca colas de un litro, etcétera. El precio es la denominación
cuantitativa de la riqueza valuada socialmente.

En el análisis de Marx el mercado es el espacio en el que “desaparece” la división de los


trabajos particulares y se reconoce la naturaleza social del trabajo. La concurrencia de
vendedores y compradores valida o reconoce ya sea como socialmente útil o ya sea como
socialmente innecesario el trabajo incorporado en tal o cual mercancía. Esta validación se
lleva a cabo mediante el mecanismo de los precios y significa que la producción a nivel
social no se planifica con anticipación, sino que se regula con posterioridad a través de las
altas y bajas de precios en los mercados. Marx considera al mercado como un
mecanismo social que muestra el sometimiento (alienación) de los individuos a fuerzas
externas a su propia voluntad, pero que han sido creadas por ellos. En este sentido el
fetichismo de la mercancía consiste en otorgarle al mercado poderes y atributos que se
imponen a la sociedad misma.

El plusvalor

La teoría del valor-trabajo conduce, en Marx, a una teoría del excedente capitalista o
plusvalor. Esta se asienta en la consideración de que la fuerza de trabajo es una
mercancía que posee valor y utilidad (valor de uso). El primero corresponde al valor total
de los medios de subsistencia del trabajador (y que hoy podríamos identificar como
“canasta salarial”) y varía de acuerdo a condiciones históricas, políticas, sindicales,
etcétera. La segunda corresponde a su cualidad de crear valor.

20
En una jornada de trabajo Marx distingue dos períodos de tiempo. El primero, al que llama
tiempo de trabajo necesario, corresponde al lapso de la jornada laboral durante el cual el
trabajador crea una magnitud de valor (agrega una cantidad de trabajo) equivalente al
salario que recibe. Al capital destinado al pago de los trabajadores Marx lo denomina
capital variable (v), en tanto que el invertido en maquinaria, equipo, instalaciones, etc…lo
clasifica como capital constante (c).

Durante el segundo periodo de dicha jornada llamado tiempo de trabajo excedente, el


trabajador sigue agregando trabajo al producto en elaboración, es decir, continua creando
valor en una magnitud que excede a su salario. A este valor excedente le denomina
plusvalor y a la relación pv/v la designa con el término de tasa de plusvalor o tasa de
explotación.

Marx distingue dos formas o tipos de plusvalor:

Uno es el que se obtiene mediante la prolongación de la jornada de trabajo de modo tal


que el trabajador labore más tiempo excedente; el otro se loga mediante el aumento de la
productividad en las ramas productoras de bienes – salario de modo tal que éstos se
abaraten.

La primera forma de generación del excedente implica un agotamiento absoluto del


trabajador mientras que la segunda supone una reducción relativa del salario, vale deir un
abaratamiento de los costos laborales. La primera forma de generación del excedente
está asociada a un “crecimiento económico extensivo” que excluye el cambio técnico,
mientras que la segunda implica la puesta en práctica de más avanzadas técnicas de
producir las cosas, y en particular de reproducir a un menor costo a los trabajadores. Esto
implica un “crecimiento económico intensivo”, es decir, basado en el crecimiento de la
productividad.

A la primera forma de excedente Marx lo denomina plusvalor absoluto y a la segunda


plusvalor relativo. Al cociente Pv/v lo denomina tasa de plusvalor o tasa de explotación.

Acumulación, salarios y desempleo

El movimiento que sigue el capital puede representarse de la siguiente manera:

21
El inversionista compra medios de producción (maquinaria, herramientas, materias
primas) y en el mercado laboral contrata trabajadores. En el proceso productivo los reúne
para llevar a cabo un proceso de elaboración de determinado bien, el cual, si suponemos
que todo el capital constante se deprecia, posee un valor superior al del valor de las
mercancías compradas por el capitalista. Esta mercancía al venderse le retorna al
inversionista una cantidad de dinero superior a la cantidad inicial.

Marx considera que la creación de la riqueza se encuentra en el acto productivo, mientras


que los actos de compra constituyen cambios de forma de la riqueza, de dinero a
mercancías y de mercancías a dinero. No obstante, el acto de compra-venta que se
realiza entre el propietario del capital y el trabajador, y la retribución que lo media, el
salario, son decisivos en la dinámica del sistema.

El salario es para Marx un concepto engañoso. En apariencia es el pago realizado por un


trabajo ´X´ a lo largo de un tiempo Ý´, con lo que pareciera que todo el trabajo realizado
por el trabajador es retribuido por el propietario del capital. Pero si así fuera no habría
excedente que el capitalista pudiera apropiarse. En realidad el salario retribuye solo una
parte del trabajo realizado, aquella que corresponde al valor de los llamados bienes
salario.

En Smith la acumulación era un proceso de progreso relativamente armónico entre las


clases. En Ricardo era un proceso marcado por el conflicto entre capitalistas y
terratenientes que llevaría a un estado de evolución económica sin alicientes para invertir.

En Marx la acumulación conduce a una creciente explotación y miseria del trabajador. La


acumulación de capital con cambio tecnológico es fuente de un desempleo que limita el
crecimiento de los salarios al que, en principio, impulsa la propia acumulación; crea
asimismo en el largo plazo una reserva de desempleados (“ejército industrial de reserva”)
que se encuentra lista y dispuesta a ser ocupada durante los períodos de expansión y
auge de la actividad económica.

Además de provocar una pauperización de las condiciones de vida de los trabajadores, la


acumulación conlleva a procesos de concentración y centralización de la riqueza en cada
vez menor número de propietarios, con lo cual, vaticina Marx, el antagonismo social entre
burguesía y proletariado tenderá a exacerbarse y conducir a un período de revolución
social en el que los capitalistas serán expropiados de los medios de producción.

22
Tasa de ganancia y crisis

Marx cuestiona enfáticamente la “Ley de Say” defendida por Ricardo, y que constituye un
postulado que sostiene la existencia de un equilibrio entre oferta y demanda a nivel
agregado y niega en consecuencia que las crisis –sobreproducción de mercancías-
puedan ocurrir en una economía de mercado, ya que ésta corrige los desajustes
temporales y sectoriales que puedan surgir. Marx, por el contrario, concibe a las crisis
como expresión de las contradicciones del capitalismo e inherentes al sistema. Las crisis
mismas, resultado de la caída en la tasa de beneficio, operan cíclicamente como un
mecanismo que contrarresta las causas de dicha caída y promueve su alza mediante la
depreciación de maquinaria, equipo e inventarios, la baja en los salarios, el aumento de la
tasa de plusvalor, así como el elevamiento de la productividad.

Retomando aquí la cuestión de la alienación de los individuos, para Marx las crisis
constituyen una expresión concentrada de fuerzas económico-sociales que escapan al
propio control de sus creadores.

23
La Escuela Neoclásica: El Enfoque marginalista

La visión microeconómica

En la primera mitad de la década de los años setenta del siglo XIX (1871-1874) tres
autores replantearon, de raíz, cada quien por su cuenta, la manera de abordar el estudio
de la economía: el inglés William S. Jevons (Theory of Political Economy: 1871), el
austríaco Karl Menger (Principles of Economics: 1871) y el suizo Léon Walras (Elements
D´economie Pure: 1874). Sus postulados e ideas constituyen los fundamentos del
marginalismo y dan inicio a lo que se denominará escuela neoclásica.

El marginalismo tiene sus precursores durante las décadas de los treinta, cuarenta y
cincuenta de ese siglo (Longfield, W. F. Lloyd, Dupuit, H. H. Gossen, R. Jennings y A.
Cornout. Gossen es el más importante). Entre Jevons, Menger y Walras existen múltiples
diferencias en cuanto a metodologías, lenguajes y en general contribuciones a la teoría
económica, lo cual no impide resaltar el hecho de que, de manera independiente, los tres
emprendieran un camino en la misma dirección teórica. Menger es fundador de la llamada
Escuela Austríaca a la que pertenecen Frederich v. Wieser y Eugene v. Bohm-Bawerk

En vez de un enfoque macroeconómico el marginalismo lleva a cabo un análisis


microeconómico, para nada orientado al estudio de los grandes agregados y variables
asociados a la visión del estado-nación, sino enfocado en los procesos económicos
singulares y menores de los individuos, las familias y las empresas. Al desaparecer los
grandes agregados macroeconómicos, en este enfoque desparecen también las clases
sociales y el ente social se diluye en individuos atomizados. En cuanto a sus
fundamentos, la economía no se asentará en una teoría del valor-trabajo sino en una
teoría de la utilidad como fuente y medición del valor de los bienes.

En línea de continuidad con el liberalismo económico, esta nueva escuela posee una
visión positiva sobre las ventajas de las economías de mercado, la propiedad privada y la
vigencia de la igualdad oferta-demanda postulada por la “Ley de Say”; de manera similar
enfatiza la necesidad de un “estado mínimo” que no altere el funcionamiento de los
mercados. En su visión del homo economicus comparte también la idea de individuos
egoístas y que actúan interesados en su beneficio personal, pero considera además que
en los agentes económicos existe un comportamiento basado en la toma de decisiones

24
racionales y motivadas siempre por un comportamiento hedonista (que busca el placer y
la felicidad y evita el dolor o sufrimiento).

Sin embargo, en ruptura con la tradición de la Economía Política, esta visión mantendrá
visiones radicalmente alternativas en lo que se refiere al valor y los precios, así como a la
distribución y la producción.

Durante las tres últimas décadas del siglo XIX esta escuela fue ganando aceptación
mientras que los postulados fundamentales de la Economía Política perderán influencia
teórica. En esto último incidieron varios factores: la realidad económica europea mostraba
que el análisis ricardiano de la distribución- teoría de la caída de la tasa de ganancia,
basada en los rendimientos decrecientes de la agricultura y la teoría malthusiana de la
población eran del todo erróneas; asimismo, las tendencias en el alza de los salarios de
los trabajadores durante la segunda mitad del siglo, mostraban que la tesis de que
aquellos se mantenían al nivel de subsistencia era igualmente equivocada.

Un tercer factor, de orden ideológico y político –pero sin duda también teórico- es que la
Economía Política había llegado a un límite, en la medida que la teoría del valor trabajo
fundada por la escuela clásica había derivado en una teoría de la explotación en la que se
apoyaban las acciones y postulados de las corrientes socialistas. En este lapso la
disciplina se vuelve más académica profesional, con una incorporación creciente del uso
de las matemáticas y, de hecho deja de llamarse Economía Política para denominarse
Economics.

La teoría subjetiva del valor

De acuerdo a John Stuart Mill, considerado el último exponente de la Economía Política,


la teoría del valor trabajo (y en general de los costos de producción) explica los
determinantes de los precios de bienes cuya oferta es altamente sensible a los cambios
de precios.

En cambio la teoría del valor trabajo deja de lado la explicación de los determinantes de
los precios de bienes como tales la tierra, las obras de arte, el vino, los artículos de
colección y que por cierto son una minoría respecto a los bienes totales, es decir bienes
cuya oferta no varía nada con los cambios en el precio

25
La crítica del marginalismo va mucho más lejos que esta objeción: llega a los
fundamentos mismos de la noción de valor. El valor no es atributo que dependa del
trabajo y los costos que implica elaborar un bien “X”, sino que depende de la utilidad
(léase placer, bienestar, felicidad) que quien lo adquiere espera recibir de él. El valor no
está en el objeto sino que es asignado a éste por el sujeto, por lo cual sus determinantes
no se encuentran en el pasado sino en el futuro, no en las condiciones sociales de su
origen –producción sino en las individuales de su realización – consumo.

El enfoque marginalista cuestiona a la economía política su incapacidad para resolver la


paradoja del agua y los diamantes (Smith ejemplificaba que los diamantes tienen poca
utilidad y mucho valor mientras que lo contrario sucede con el agua, que posee mucha
utilidad pero carece de valor) debido a considerar el problema desde el ángulo de la
utilidad total proporcionada por dichos bienes y no desde la perspectiva de lo que hoy se
denomina utilidad marginal decreciente.

La utilidad total es la suma de las utilidades de las dosis individuales; utilidad marginal o
final es la que proporcionaría la última dosis del bien.“Cada porción de riqueza está en
conexión con una porción correspondiente de felicidad”.

Ahora bien, si la utilidad es el placer o felicidad o bienestar esperado ¿es posible medir la
utilidad? ¿Con qué patrón se puede medir una variable psicológica?

Los partidarios de la utilidad cardinal dicen que sí se puede medir esa felicidad o bienestar
mediante una unidad de medida, en este caso “útiles” (grados de utilidad) que se asignan
a cada mercancía. (Ejemplo: naranja= 5 útiles; manzana= 6 útiles). Los partidarios de la
utilidad ordinal (W. Pareto) afirman que no se pude medir pero que si se pueden ordenar
jerárquicamente la utilidades provenientes de diferentes bienes (Ejemplo: saber si la
utilidad de una naranja es menor que, igual que, o mayor que la utilidad de una manzana).

Conforme se consumen más manzanas aumenta la utilidad total pero disminuye al mismo
tiempo la utilidad marginal. Hasta el consumo de la manzana 7, el individuo queda
saciado de manzanas, comer una más ya no le reportará alguna utilidad marginal, incluso
esta última es negativa después de cierto límite en el consumo de manzanas. La 1ra. Ley
de Gossen afirma que “cada acto sucesivo de consumir produce un placer cada vez
menor hasta llegar a la saciedad”.

26
¿Qué implicaciones teóricas tiene el planteamiento de la utilidad marginal?

Jevons formula una teoría del intercambio a partir de la maximización de la utilidad


(Ejemplo del maíz y la carne) y define a la economía como el estudio de las relaciones de
intercambio mediante las cuales individuos racionales maximizan su utilidad al llevar a
cabo la asignación de un stock de bienes entre diferentes usos, en el intercambio con
otros individuos, así como en la producción de bienes. En un sentido similar Menger
considera que la base del intercambio es la diferencia de las valuaciones subjetivas
respecto a los bienes.

La productividad marginal

Una de las aplicaciones más importantes del principio marginalista se encuentra en la


teoría de la productividad marginal que formulan inicialmente Jevons y Menger y que será
desarrollada por la segunda generación de marginalistas (Wieser, Wicksteed, Clark).

Jevons y Menger habían invertido la relación causal entre los precios de los factores de
producción y los precios de los bienes finales, afirmando que aquellos no son los
determinantes de éstos sino determinados por éstos; es decir, los precios de los factores
de producción dependen de la utilidad marginal de los bienes finales que ayudan a
producir.

Su precio es resultado de una imputación.

La teoría de la productividad marginal desarrollada por los marginalistas de segunda


generación, postula que el precio de un factor de producción es igual a su productividad
marginal en dinero, bajo condiciones de competencia perfecta y suponiendo una función
de producción donde uno de los factores es fijo y el otro variable. La teoría de la
distribución basada en la productividad marginal postula la competencia perfecta como
mecanismo óptimo de asignación de recursos: lo único que impide que cada factor sea
retribuido de acuerdo a su productividad marginal son los monopolios y otras limitaciones
a la competencia, como sería la injerencia del estado y la acción sindical.

Costo de oportunidad

27
Para concluir con esta revisión del enfoque marginalista, nos referiremos al concepto de
costo de oportunidad, formulado por Wieser, también austríaco y primero por cierto en
usar el concepto de utilidad marginal.

En economía existe una relación fundamental entre escasez y necesidad. Dada la


existencia de recursos escasos, la producción o el consumo de ´X´ bien implica sacrificar
la producción o el consumo de otros bienes. “en una economía con recursos escasos, el
verdadero sacrificio que entraña la producción (consumo) de algo lo constituyen las otras
cosas que podrían haberse producido (consumido); … si todos los factores de producción
(bienes) son escasos en la oferta respecto a la demanda de ellos, el costo de utilizar una
unidad cualquiera de factores (bienes) en la producción (consumo) de una mercancía, la
utilidad marginal de las otras mercancías que se dejan de producir (consumir) es su costo
de oportunidad”.

El costo de producción se convierte en un mero costo de oportunidad: el costo


representado por el sacrificio de la utilidad de aquellos otros bienes que se podrían haber
obtenido con los recursos utilizados para producir el bien en cuestión. Imputación y costo
de oportunidad son los pilares sobre los que se monta la teoría de la producción y dado
que aquello que para los empresarios representa un costo es un ingreso para los
propietarios de los factores de producción, la teoría de la distribución se deducirá como
una mera extensión del principio marginalista.

Digamos por último que a nivel microeconómico la teoría de la productividad marginal


tiene implicaciones y aplicaciones fundamentales para la teoría de la empresa y el uso
óptimo de los factores de producción

28
Alfred Marshall y la síntesis neoclásica

Economics

Es el título de la obra principal del inglés Alfred Marshall, publicada por vez primera en
1890, y considerada la más importante y completa de la escuela neoclásica y una de las
tres más destacadas en la historia del pensamiento económico. Marshall, exponente
número uno del neoclasicismo, retoma la herramienta básica del análisis marginal, pero la
incorpora en un método más amplio que reconoce la complejidad de la realidad a estudiar
(interdependencia de variables), que enfatiza la necesidad de abordar el estudio de esta
realidad “paso a paso”, mediante supuestos de variables que permanecen constantes
(Ceteris Paribus), y que incorpora también en la formulación teórica, por vez primera y de
manera por demás fructífera, la dimensión temporal.

En la teoría del valor y la distribución la obra de Marshall combina la tradición clásica de


poner énfasis en la oferta y la producción, con la postura marginalista a favor de privilegiar
la demanda y el consumo. Las páginas de Economics también destacan por el estudio de
la demanda y de sus diferentes variaciones al variar los precios de las mercancías y los
ingresos de las personas. También destaca por establecer algunos de los fundamentos de
la llamada economía industrial y es ampliamente reconocido por su modelo parcial de
equilibrio.

El excedente del consumidor

Una aplicación del principio marginalista por parte de Marshall es el concepto de


excedente del consumidor. La idea general se puede expresar del siguiente modo: el
precio que una persona paga por un bien nunca es mayor, y pocas veces es igual, al
precio que esa persona estaría dispuesta a pagar por dicho bien, en vez de prescindir de
él. Si el precio de un bien mide la última porción de utilidad del bien, eso significa que las
porciones precedentes le cuestan al consumidor menos dinero del que hubiera estado
dispuesto a pagar.

En relación al debate en torno al valor económico de los bienes Marshall adopta una
postura en apariencia ecléctica. Frente a los respectivos enfoques unilaterales de clásicos
y marginalistas, los primeros centrados en la oferta y considerando como dada a la
demanda, los segundos enfocados en la demanda y considerando como dada a la oferta,

29
Marshall considera que no es sólo el costo de producción lo que determina el precio o
valor de un bien, ni tampoco exclusivamente su utilidad para el consumidor. El precio es
resultado de una combinación variable de ambos factores: el precio es resultado del corte
de ambas hojas de las tijeras. Del lado de la demanda es la utilidad marginal. Del lado de
la oferta son el esfuerzo y sacrificio marginales.

La manera como oferta y demanda determinan vis a vis el valor de los bienes está en
conexión con la dimensión tiempo. El precio es fijado tanto por las condiciones de
producción como por las necesidades individuales de satisfactores, pero las diferentes
escalas de tiempo determinan la ponderación de unas y otras en la determinación del
precio.

30
Institucionalismo y Evolucionismo

Dos enfoques heterodoxos

A fines del siglo XIX e inicios del XX, justamente durante el lapso en el que el enfoque
marginalista-marshalliano se convierte en la corriente dominante del pensamiento
económico, surgen, en abierta contraposición a sus postulados, fundamentos y
metodologías, dos planteamientos alternativos: el institucionalismo y el evolucionismo
tecnológico. El primero es formulado por Thorstein Veblen y el segundo por Joseph A.
Schumpeter. Ambas propuestas son parte del llamado pensamiento económico
heterodoxo.

Al respecto cabe resaltar que la ciencia económica evoluciona no sólo a partir de los
consensos paradigmáticos sino a partir de la crítica, la polémica, los desacuerdos y las
rupturas.

Las heterodoxias tienen el mérito de señalar los puntos débiles y las fallas de la teoría
dominante y permiten por tanto apreciar y aprehender la realidad de manera distinta,
descubriendo aspectos y hechos que los enfoques previos no permiten destacar o
siquiera vislumbrar. En la historia del pensamiento económico las corrientes teóricas no
apegadas al mainstream de la época, han jugado un papel muy importante en el propio
avance del cuerpo central de la ciencia económica (Landreth y Collander, 2009: ).

Tanto institucionalismo como evolucionismo han cobrado una creciente importancia en las
últimas décadas, enriqueciéndose con nuevos conceptos y formulaciones teóricas. Sin
embargo, en estas notas nos limitaremos a exponer solamente los planteamientos y
conceptos fundacionales de ambas escuelas.

La crítica de Veblen

Veblen, estadounidense de origen noruego, es quien, con intención mordaz, califica al


pensamiento marginalista-marshalliano de “neoclásico”. Sus dos principales obras son
Theory of Leisure Class (1899) y The Theory of Business Enterprise (1904).Resumiremos

31
las ideas centrales de este autor considerando en conjunto, y no por separado, el
contenido de estos dos libros.

Pero antes hagamos explícito que el planteamiento de Veblen abreva de la escuela


histórica alemana (List, Gerschenkron), la cual en su momento había discrepado de los
planteamientos del liberalismo económico por considerar que ellos en modo alguno
correspondían a la realidad histórica alemana.

Veblen cuestiona a fondo la visión del homo economicus propia de clásicos y neoclásicos
y que está fundada en el utilitarismo de Bentham. El considera a partir de una visión
socio/antropológica que la naturaleza humana es impulsada por cuatro instintos: el
paternalismo, la curiosidad, la laboriosidad y la ambición. Rechaza asimismo el
racionalismo como fundamento del comportamiento de los agentes económicos y afirma
que la actuación en particular de los empresarios más bien corresponde a la de “salvajes
civilizados” que, en su irracionalidad, llegan a amenazar incluso al propio sistema
capitalista.

Veblen pone en duda la validez científica de elaborar modelos económicos abstractos


desapegados de la realidad. Rechaza por tanto la validez de modelos basados en la
competencia perfecta y crítica en general la metodología fundamentalmente deductiva
(que va de la teoría a la realidad) que subyace al neoclasicismo; defiende, en
contraposición, el método de investigación inductivo (que va de los datos reales a la
elaboración teórica) como el método científico. En este sentido rechaza la visión de
armonía económica y social a partir de la operación de las leyes del mercado y afirma la
existencia de clases y grupos sociales en conflicto permanente.

Veblen tiene una perspectiva holística de la realidad, que pretende el estudio de la


economía como parte de un estudio sobre la sociedad buscando establecer los principios
de una ciencia social unificada. Su visión es interdisciplinaria pues combina la historia, la
antropología, la sociología y lo que hoy denominamos psicología social. Su concepto
clave de institución es, en este sentido, una noción de espectro amplio pues no se limita a
hacer referencia a la importancia económica de las instituciones gubernamentales, sino a
los hábitos, las prácticas sociales, la cultura, la religión.

El enfoque institucionalista de T. Veblen es de inspiración evolucionista-darwiniana y en lo


que a la economía se refiere tal cosa implica un rechazo tajante a la noción de equilibrio

32
de variables y flujos a partir de la cual se estructura el enfoque neoclásico. Cuestiona
también la idea de la soberanía del consumidor propia del neoclasicismo y enfatiza que
éste se encuentra sometido a los valores y aspiraciones sociales propias de la clase
dirigente (ociosa), lo cual impregna sus decisiones como consumidor. De hecho las clases
trabajadores, según Veblen, lejos de buscar la transformación revolucionaria del sistema,
al modo en que lo idealizaba Marx, aspiran a convertirse en clase ociosa. Este es sin
duda un poderoso factor de estabilidad social.

Por otra parte Veblen observa que ciertos estratos de consumidores incurren en un
consumo notable de ciertos bienes, el cual viola el principio lógico de que a mayor precio
menor demanda; por el contrario entre más alto es el precio ocurre que su demanda es
mayor (“Bienes Veblen”).

Wesley Clair Mitchell y J. R. Commons, ambos estadounidenses, son los dos principales
discípulos de Veblen. El primero destaca por el hecho de que, consecuente con la
metodología inductiva, propugna por la creación de registros estadísticos que permitan
estudiar la economía y funda el National Bureau of Statistics Research(NBER) en los
Estados Unidos. Asimismo, da continuidad al estudio del ciclo de negocios,
considerándolo inherente a la economía, dada la interdependencia industrial-comercial-
financiera y la existencia de formas desarrolladas de dinero. Frente al comportamiento
económico de los “salvajes civilizados”, Mitchell argumenta a favor de la planeación
social.

Commons, en un sentido semejante aboga por la acción colectiva a fin de controlar la


acción individual. Estudia asimismo los diferentes tipos de transacciones económicas y la
dinámica del acuerdo entre los agentes económicos. Examinó también el papel de los
derechos de propiedad, las leyes y las organizaciones y su impacto en la evolución de la
economía.

Joseph Alais Schumpeter

El austriaco Joseph Alais Schumpeter, discípulo disidente de la escuela austríaca, se


distingue por otorgar una centralidad en el análisis económico y social a los procesos de
innovación y cambio técnico, considerándolos aspectos inherentes al proceso evolutivo y
al desempeño cíclico que distinguen al sistema capitalista. Sus obras principales son The
Theory of Economic Development (1911), Capitalism, Socialism and Democracy (1946) y

33
History of Economic Analysis (1954). En las líneas que siguen resumimos las ideas
fundamentales de las dos primeras obras mencionadas.

Schumpeter, haciendo caso omiso del interés neoclásico por la noción de equilibrio
económico, abordó sus aspectos dinámicos de transformación y cambio, enfocándose en
el papel del empresario que actúa como agente innovador de productos, técnicas,
mercados y procesos. Para ello, rebasó los límites economicistas de la integridad
neoclásica a fin de incursionar, con fructíferos resultados para la ciencia económica, en
los ámbitos de otras disciplinas como la Historia, la Ciencia Política y la Sociología
(Landreth y Colander, 2006).

De acuerdo a Schumpeter, un elemento clave del sistema capitalista es su dinamismo


fundado en la competencia que las empresas establecen, no en el terreno de los precios
como lo postula la teoría tradicional, sino en el campo de la innovación de productos,
procesos y mercados. La innovación es para este autor la invención aplicada con fines
económicos, está condicionada por un marco institucional-social y el empresario
innovador es el agente responsable del dinamismo económico del sistema y de su
vitalidad a largo plazo. Existen entornos institucionales, culturales y sociales que alientan
la innovación, mientras que otros en cambio la inhiben.

Las innovaciones empresariales generan nuevos métodos de producción, de


comunicación y de transporte, nuevas formas de organización industrial, así como
novedosas infraestructuras para el transporte, las comunicaciones y las actividades
productivas en general. Ellas están asociadas al crecimiento y desarrollo económicos
(Schumpeter, 1942).

Una característica de las innovaciones es que se presentan con una relativa regularidad y
lo hacen “en grupo”, en forma de “racimo”, dando lugar a ondas largas de actividad
económica, las cuales reconfiguran la estructura técnica y el tejido productivo, amplían la
extensión y la profundidad de los mercados, así como las condiciones de vida y los gustos
de los consumidores. El movimiento cíclico del sistema dentro de tales ondas de
crecimiento a largo plazo (recuperación, auge, crisis, recesión, recuperación) se
encuentra determinado en gran medida por las fases de expansión y de agotamiento de
las condiciones de productividad y rentabilidad asociadas a la introducción, despliegue y
agotamiento de las innovaciones tecnológicas.

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Es ampliamente reconocido que en el análisis schumpeteriano las crisis económicas
constituyen un rasgo esencial en la evolución y la transformación interna del sistema. En
particular las crisis de naturaleza estructural propician amplios procesos de “destrucción
creativa” ya que cuestionan las estructuras productivas, técnicas y de configuración de
industrias y mercados vigentes, a la vez que estimulan la introducción de las innovaciones
de bienes, servicios y procesos que poco a poco reemplazan a las formas precedentes de
elaborar y consumir.

Las crisis en este sentido son benéficas para el sistema. El crecimiento económico está
ligado a la fase de prosperidad del ciclo pues representa el resultado final de la
introducción de nuevos productos y tecnologías. Este proceso corre acompañado de
excesos de inversión así como crediticios. Las recesiones en el ciclo sacuden a las
economías eliminando a las empresas menos eficientes y crean el terreno para la
expansión sobre la base de empresas más sanas, mejor gestionadas y más eficientes.

Schumpeter describió al capitalismo como un sistema económico basado en la propiedad


privada y la motivación del lucro en el que las innovaciones son llevadas a cabo por
empresarios que toman dinero prestado para tal fin. Se establece una relación entre el
capital productivo representado por los agentes económicos que crean riqueza
produciendo bienes y servicios, y el capital financiero personificado por los agentes que
poseen dinero u otros valores de papel y que buscan la obtención de ingresos líquidos.

El enfoque schumpeteriano se inscribe actualmente dentro de los planteamientos de la


Economía Evolutiva. Ésta se caracteriza por estudiar el “cambio económico” reivindicando
la noción de evolución, en el sentido biológico de adaptación y cambio en entornos en
constante movimiento y permanente mutación. Esta idea se presenta como una
alternativa metafórica y epistemológica a la rígida “mecanización” de los modelos teóricos
de la ciencia económica tradicional, modelos de fuerzas y movimientos inerciales, propios
de la física de cuerpos y no de los fenómenos sociales.

35
Keynes

La crisis de 1929 y la “General Theory”

Si la microeconomía tiene sus fundamentos en el marginalismo y en la obra de Alfred


Marshall, la macroeconomía moderna tiene sus fundamentos en la General Theory of
Employment, Interest, and Money (1936), escrita por el inglés John Maynard Keynes. Se
trata de la obra de economía más importante del siglo XX. Su trascendencia radica en
aportar una nueva visión del funcionamiento del sistema económico como un todo,
estableciendo las relaciones entre sus principales variables agregadas radica también en
formular una original teoría del interés y del dinero, así como por demostrar que el sistema
es intrínsecamente inestable debido a insuficiencias de demanda, mientras que los
mecanismos del mercado no tienden necesariamente al equilibrio. Sobresale asimismo
por destacar las consecuencias de la rigidez de los salarios y los precios en el ciclo y por
fundamentar los mecanismos de intervención y transmisión de las políticas fiscal y
monetaria. La General Theory vincula, suponiendo la existencia de tres mercados (de
bienes, financiero y laboral), la teoría del ciclo con la teoría monetaria, estableciendo
interrelaciones de variables monetarias y reales.

El enfoque keynesiano es fruto de la gran crisis de 1929. Ella no solo cimbró los cimientos
del sistema económico a escala mundial sino que también puso en evidencia, de manera
extrema, la no validez del principio de igualdad entre oferta y demanda agregadas,
postulado por la escuela clásica y neoclásica y conocido como Ley de Say. De acuerdo a
esa ley las crisis generales de sobreproducción eran imposibles, pero el hecho es que
precisamente eso es lo que estaba sucediendo a gran escala en las principales
economías del mundo, empezando por los Estados Unidos, seguido de Europa y el resto
del mundo.

Keynes establece una ruptura entre sus planteamientos y la teoría económica previa
asentada en esta ley, teoría a la que le denomina “clásica”. De acuerdo a esta última no
existe el paro involuntario y el desempleo se explica solo por factores externos al
mercado, los sindicatos y las políticas estatales.

Demanda y Propensión al Consumo

36
A nivel agregado Oferta y Demanda no tienden al equilibrio dado que al elevarse el
Ingreso se eleva el consumo pero lo hace en una menor proporción debido a una ley
sicológica fundamental: al aumentar el nivel de ingreso de las personas disminuye su
propensión a consumir.

A corto plazo, dadas condiciones sociales estables, existe en una economía determinada
una estabilidad en la propensión a consumir y a ahorrar. Los factores subjetivos y
objetivos que determinan el nivel de propensión al consumo son fijos. Pero conforme el
ingreso crece en el largo plazo, a fin de cerrar la diferencia entre oferta y demanda
agregadas y mantener el nivel de empleo, se requiere de una inversión igual a dicha
diferencia.

Uno de los fallos centrales que Keynes encuentra en la teoría clásica es el supuesto de
que cada acto individual de ahorrar aumentará la inversión global en la misma cantidad.

Si ese fuera el caso toda falta de gasto en el consumo sería compensado por un aumento
correspondiente en la inversión. El ahorro individual es una privación de demanda
potencial. Faltando al ahorro una compensación equivalente, la moderación no crea
riqueza sino pobreza. (Dillard: 68-70)

La Eficacia Marginal del Capital

La demanda de inversión es una variable más compleja e inestable que la demanda para
el consumo. Ella depende de la eficiencia marginal del capital. Está es inestable en el
corto plazo y tiende a la baja en el largo. Se define como el tipo de rendimiento más
elevado que se puede lograr sobre el costo previsto para producir una unidad más.
También puede ser descrita como la tasa de descuento que hace que el valor presente de
los rendimientos esperados sea igual al precio de oferta del bien de capital utilizado. Es,
desde otra perspectiva, la productividad marginal del capital como un porcentaje del costo
original del bien de capital adquirido, calculada a lo largo de la vida de la inversión del
capital. De una manera más breve: es la utilidad esperada de una nueva inversión, sin
deducir la depreciación ni los costos implícitos del interés.

Téngase en cuenta que el flujo de ingresos esperado por el empresario inversionista


depende de tres factores:

1) La productividad del bien de capital;

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2) El precio de venta de la producción adicional, y;

3) El salario adicional y gastos materiales de utilizar el bien de capital.

El estímulo a la inversión cesa, por definición, cuando la tasa de beneficio esperado es


igual a la tasa de interés. “Las fluctuaciones en el volumen de inversión se explican en
gran parte por el carácter fluctuante e incierto de las previsiones respecto a los
rendimientos futuros de los bienes de capital y los términos futuros a que pueda prestarse
dinero a interés” (Dilllard, 1968: 13)

Interés y Preferencia por la Liquidez

La teoría tradicional del interés lo concibe como el pago por ahorrar, es decir, como la
recompensa monetaria por posponer el consumo. La originalidad de Keynes es
considerarlo como un pago por no “atesorar” o guardar dinero, es decir, por considerarlo
un pago por ceder liquidez. Este enfoque del crédito es muy fructífero analíticamente.

La preferencia de las personas, familias y empresas por tener liquidez (“efectivo”)


depende de tres tipos de motivos:

1) Operación;

2) Precaución, y;

3) Especulación

La preferencia por la liquidez determinante es la originada por motivos de especulación,


es decir la que resulta de la incertidumbre respecto del futuro de la tasa de interés.

La especulación así entendida significa retener liquidez para buscar beneficios de un


(supuesto) mejor conocimiento del futuro. En este sentido la acumulación de riqueza bajo
su forma dineraria existe en un sistema económico que es incierto. El dinero se concibe
por los agentes económicos como el nexo protector-especulativo entre el presente cierto y
el futuro incierto.

En los enfoques clásico y neoclásico (a los que Keynes, recordemos, iguala como
“clásicos” por compartir el mito del equilibrio entre oferta y demanda agregadas), debido
precisamente a sus presupuestos inamovibles de equilibrio macro en los mercados, no

38
existe espacio teórico para la incertidumbre, ni por tanto demanda motivada por el factor
especulación; solo existe demanda para transacciones pero no para especular, como en
el modelo keynesiano. El interés, desde la perspectiva de la llamada Ley de Say, no
puede ser visto como pago por ceder “efectivo”. Registremos de pasada que el propio
Keynes observa con agudeza lo interesante que resulta “que la estabilidad del sistema y
su sensibilidad ante las variaciones en la cantidad de dinero dependan tanto de la
existencia de una variedad de opinión acerca de lo que es en sí incierto”

La tasa de interés depende de la preferencia por la liquidez y de la cantidad de dinero que


circula en el sistema. A una mayor preferencia por la liquidez será mayor la tasa de
interés, y a una menor preferencia por activos líquidos, menor será la tasa de interés que
prevalezca en el mercado. La tasa de interés vigente en un momento dado, equilibra el
deseo de los agentes económicos por tener liquidez con la cantidad de circulante en el
sistema.

El multiplicador de la inversión

De las tres variables que determinan el volumen del empleo, a saber: La eficacia marginal
del capital, la propensión a consumir y el tipo de interés, la primera constituye el principal
factor determinante del desempeño cíclico de la economía. Los ciclos económicos son
consecuencia de las variaciones en la tasa de beneficio, más específicamente de las
fluctuaciones en las previsiones relativas a los tipos de beneficios e interés que habrá en
el futuro. Su caída es la causa predominante de las crisis mientras que su recuperación es
requisito para iniciar una nueva expansión de la economía. Como se ha visto la eficacia
marginal del capital es la variable más inestable del sistema.

El concepto de multiplicador permite explicar el carácter acumulativo de las recesiones y


de las expansiones económicas ya que mide los cambios ocurridos en el ingreso o renta
en relación con los cambios ocurridos en la inversión. El multiplicador de la inversión está
relacionado directamente con la propensión marginal al consumo e inversamente a la
propensión marginal al ahorro. A mayor propensión a consumir en la economía como un
todo mayor será el efecto multiplicador de la inversión; a menor propensión menor será el
efecto multiplicador de la inve/rsión.

Entre más elevada sea la propensión marginal a ahorrar, menor será el multiplicador y
viceversa.

39
Empleo, salarios y precios

El multiplicador de la inversión sirve también para estimar el impacto de ésta en los


niveles de empleo. Para ello Keynes da por supuesto que no existe desempleo provocado
por el ahorro de mano de obra al que las mejoras tecnológicas dan lugar (es decir no
existe desempleo provocado por el cambio tecnológico). Se trata de un supuesto válido
únicamente en términos de corto plazo y que no se sostiene, por supuesto, en el largo
plazo.

La cuestión tecnológica es un punto ausente del sistema keynesiano, resultado de una


visión cortoplacista de la economía. “En el largo plazo todos estaremos muertos” es la
frase invocada para recordar, entre otros aspectos de su planteamiento, la manera como
Keynes justificó dejar de lado los aspectos de largo plazo del desempeño económico, en
este caso los impactos negativos(desaparición de empleos) y positivos (creación de
nuevas ocupaciones) del cambio tecnológico en el mercado laboral.

El empleo en el corto plazo aumenta en razón de tres causas: aumentar la propensión al


consumo, aumentar la eficacia marginal del capital y disminuir el tipo de interés. Ya
hemos visto que la primera variable es estable en el corto plazo, mientras que las otras
dos no lo son. Si la propensión marginal a consumir es cercana a la unidad, las
fluctuaciones en la inversión producirán, a través del multiplicador, mayores fluctuaciones
en la ocupación, tanto a la baja como al alza. El empleo en este caso es elástico a la
inversión.

En cambio, si la propensión marginal a consumir es cercana a cero, las fluctuaciones de


la inversión ocasionarán fluctuaciones proporcionalmente menores en la ocupación, tanto
a la baja como al alza. El empleo aquí será inelástico a la inversión. En el primer caso se
requerirá poca inversión para alcanzar la ocupación plena. En el segundo mucha
inversión para lograr tal meta. En la realidad la propensión marginal se encuentra en un
tramo intermedio, un poco más cerca de la unidad que del cero, por lo cual las
fluctuaciones en la ocupación son altas y altas también las necesidades de inversión para
alcanzar el pleno empleo.

40
Pero ¿qué es lo que determina en última instancia los niveles de ocupación de los
trabajadores, y en general de los otros factores productivos? Keynes llama a este factor
demanda efectiva, definida como el punto en el cual se equilibran oferta y demanda
agregadas a cierto nivel de precios y de empleo. El nivel de empleo está determinado por
dicha intersección de equilibrio, que representa el punto donde las expectativas de
ganancia del empresario alcanzan su máximo. (Keynes, 1936: 56) A esto se denomina
nivel de empleo en condiciones de equilibrio. Como lo dice E. Roll: “el determinante
definitivo del volumen de ocupación es el grado en que los empresarios juzgan que tal
ocupación es rentable” (1976: 476)

Recordemos que de acuerdo a la escuela clásica y neoclásica no debe existir el


desempleo involuntario si los salarios bajan al punto en que la oferta y demanda de
trabajo se equilibren. Keynes consideró que esto no es teóricamente cierto pues la
contracción de la demanda a la que la baja salarial da lugar implica una mayor
discrepancia entre producción y consumo. Pragmáticamente consideró también que eso
era inviable dada la presencia de sindicatos.

Ahora bien, las razones por las que los costos y los precios se elevan cuando aumenta el
empleo son:

1) La ventajosa posición de los obreros para contratarse cuando el desempleo


disminuye,

2) Rendimientos decrecientes a corto plazo y,

3) “Embotellamiento” de la producción.

La inflación comienza cuando se alcanza el empleo total y sigue aumentando la demanda


efectiva sin que la producción responda a tales incrementos. La inflación surge cuando la
inversión es mayor de la suficiente para cubrir la diferencia entre la renta y el consumo en
el nivel correspondiente al empleo total de los factores de producción. Cuando se alcanza
la plena ocupación, cualquier intento de aumentar la inversión pondrá en movimiento una
mayor tendencia de los precios a subir sin limitación, independientemente de la
propensión marginal a consumir…(….) hasta llegar a esta situación, sin embargo, el
crecimiento de los precios irá acompañado de un aumento del ingreso global real”.

41
La economía se mueve en un sendero acotado por la inflación, de una parte, y el
desempleo de otra. Una tasa de desocupación cercana a la ocupación plena implica la
emergencia de la inflación. Una tasa alta de desocupación implica estabilidad de precios o
al menos un descenso en los ritmos de incremento del nivel general de precios. Este
aspecto fue demostrado empíricamente con el estudio de Phillips sobre la inflación y el
desempleo en Inglaterra: la llamada Curva de Phillips.

Políticas anti cíclicas

Keynes incorporó la presencia del estado en la noción misma de sistema económico y al


hacerlo llevó a la teoría económica al campo de la práctica gubernamental: una vez
demostrada la inestabilidad intrínseca al funcionamiento del sistema y su incapacidad
para alcanzar por sí solo la ocupación plena, Keynes formula las políticas económicas que
den estabilidad a la economía, frenando las tendencias al desempleo y paro involuntario
que acompañan a la recesión, de una parte, y, de otra, frenando las tendencias al
incremento de los precios durante la expansión. En el centro de su preocupación se
encuentra, claro está, formular las políticas que, dada la situación económica de la época,
permitieran a los países industrializados salir de la recesión. Lo distintivo en este punto es
que Keynes privilegia la política fiscal sobre la monetaria.

El planteamiento general de Keynes es el siguiente: en condiciones recesivas una política


monetaria expansiva, que provoque un descenso en la tasa de interés, puede tener
efectos muy limitados y llegar incluso a la total ineficacia en condiciones en que la curva
de demanda de dinero se va volviendo plana hasta el punto de llegar a la situación de que
las sucesivas inyecciones de liquidez son retenidas por los agentes como saldos
inactivos. A esta situación extrema se le conoce como trampa de liquidez.

En este caso un incremento en el gasto público produce todo su efecto multiplicador. El


tipo de interés no varía con el incremento de la demanda agregada y la inversión, en
consecuencia, no disminuye. En condiciones recesivas no existe “efecto expulsión”, es
decir no hay un incremento de las tasas de interés que al mermar la inversión privada
“amortigue” o “desplace” el impacto expansivo del gasto. La situación opuesta es cuando
el incremento de la demanda agregada eleva a tal punto la tasa de interés que la merma
en la inversión privada que esto provoca anula el efecto expansivo del incremento en el
gasto.

42
La Escuela de Chicago

La crisis de los años setenta y el agotamiento del keynesianismo

El ascenso del pensamiento keynesiano corresponde a un período en el que las


principales economías del mundo viven la Gran Depresión de los años treinta, y en el que
la economía internacional atraviesa por un proceso de “des internacionalización”, es decir
de fractura o rompimiento del mercado mundial, proceso que se había iniciado en 1914
con el estallido de la Gran Guerra, se había agravado por la crisis del ´29 y sus secuelas
de contracción del comercio y las finanzas a nivel mundial, y que desembocó finalmente
en una desarticulación de la vida económica internacional a partir del estallido de la
Segunda Guerra en 1939.

En cambio, desde el fin de este conflicto bélico en 1945 hasta inicios de la década de los
setenta, las principales economías del mundo vivieron un período de auge y estabilidad
financiera sin precedentes, conocido como el “boom de posguerra”, durante el cual el ciclo
económico de casi todas las naciones presenta alzas prolongadas y duraderas mientras
que se presentan crisis breves y poco profundas. La reorganización de la economía
internacional (FMI, GATT, Plan Marshall) a partir de los Acuerdos de Bretton Woods
(1944) trajo consigo una expansión del comercio y las finanzas con una notable
estabilidad cambiaria y monetaria, al tiempo que la economía internacional volvía a
retomar las tendencias a una mayor integración e interdependencia de las economías
nacionales. Asimismo, en las economías industrializadas el estado keynesiano benefactor
(“estado social”) vive su época de oro durante esas décadas de los años cincuenta y
sesenta.

Pero a inicios de los años setenta la dinámica económica mundial sufrirá un quiebre –y la
teoría económica un nuevo viraje- al conjugarse una serie de factores:

a) Llegar a su fin esa onda expansiva de larga duración que había estado asociada a
la producción en masa de los métodos fordistas;

b) Terminar también la era de Bretton Woods que había implicando la existencia de


sistemas de tipo de cambio fijo y, como fundamento de ello, la paridad oro-dólar ;

c) Entrar en una severa crisis fiscal los estados sociales, y;

43
d) Ingresar las economías en una situación inédita en la que se combinaban la
recesión y la inflación.

Como resultado de lo anterior en esa década la política económica propia del


keynesianismo ingresa a una etapa de agotamiento en su eficacia para manejar la
macroeconomía y, en consecuencia, la teoría keynesiana va a ser desplazada de su
posición académica dominante.

Milton Friedman y el monetarismo

Durante los años cincuenta y sesenta el principal cuestionamiento teórico al


keynesianismo provino de Milton Friedman, profesor de Economía en la Universidad de
Chicago y autor de Studies in the Quantity Theory of Money (1956), Capitalism and
Freedom (1962) y de la que se considera su obra más importante, A Monetary History of
the United States, 1873-1960 (1963). Sus críticas se centraron en la subestimación
keynesiana de la importancia de la política monetaria y en su énfasis al papel regulador
del estado vía la política fiscal.

Este enfoque que se conocerá como monetarismo o Escuela de Chicago, insistirá en la


importancia decisiva de la política de emisión monetaria por parte de los bancos centrales
y, desde una nueva perspectiva, retomará los principios liberales de las escuelas clásica y
neoclásica: lejos de ser inherentemente inestable, la economía se autoregula por sí
misma y las crisis y las depresiones son resultado de una errónea política monetaria.

La inflación de los años setentas se explicará como resultado de un exceso de emisión


monetaria, así como de políticas fiscales expansivas. La escuela de Chicago insistirá en
que a diferencia y en oposición al mercado, el gobierno es inherentemente ineficaz.
Friedman resume así su postura: “En los análisis de política económica, ¨Chicago¨
significa creer en la eficiencia del libre mercado para organizar los recursos, mostrarse
escéptico sobre la intervención del estado y poner énfasis en la cantidad de dinero como
factor clave en la producción de inflación” (Friedman, 1994)

Lo primero a considerar es la crítica a la función de consumo de Keynes. Éste se


equivoca al postular que el consumo de los individuos y las familias está en función de su
ingreso actual, presente; más bien se encuentra en función del ingreso permanente: se

44
supone entonces que los individuos consumen de acuerdo a una visión menos inmediata,
menos de corto plazo, respecto de lo que son sus ingresos.

Esta diferencia tiene consecuencias en la propensión marginal a consumir y por tanto en


el grado de eficacia que pueden tener las políticas económicas orientadas a estimular el
consumo agregado como herramienta de crecimiento: la propensión marginal a consumir
es más baja de lo que se desprende del supuesto keynesiano y, en consecuencia, es
también menor el efecto del incremento del gasto y la inversión en el consumo agregado.
Éste es en realidad menos elástico a las variaciones de aquellas de lo que suponía el
planteamiento de Keynes.

“El dinero importa”

Desde los inicios de la economía la relación entre dinero e inflación ha estado a debate.

Bodino y más tarde, a mediados del siglo XVIII, David Hume establecen lo que se conoce
como la explicación monetaria de la inflación y sientan las bases de lo que se conoce
como la teoría cuantitativa del dinero. El incremento en el nivel general de precios de una
economía obedece a aumentos en la cantidad de dinero circulante. Marshall, a su vez, dio
un fundamento microeconómico a la teoría cuantitativa del dinero e Irving Fisher planteó
la fórmula por la cual dicha teoría es conocida:

MV=PT

Donde M es la cantidad de dinero, V la velocidad de circulación, P el nivel general de


precios y T, el número de transacciones. En esta teoría la velocidad de circulación del
dinero se considera constante.

Tal vez el elemento más distintivo del monetarismo es su teoría de la inflación y la


importancia asignada a la política de emisión monetaria, y que se suele resumir con la
frase “el dinero importa” (“Money matters”). En la llamada moderna teoría cuantitativa del
dinero, la demanda de éste (entendido el dinero tan solo como demanda de saldos en
efectivo) está en función de tres grandes factores: la riqueza total de las personas, el
costo de retener dinero en posesión y las preferencias. Friedman afirma que la cantidad
de dinero demandada se encuentra en razón directa al ingreso real permanente y al nivel
de precios existente, mientras que está en razón inversa a la tasa de inflación esperada y
también en razón inversa, aunque menor, a la tasa de interés.

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De acuerdo a Friedman la demanda de dinero a corto plazo es estable a corto plazo. Al
incrementarse la oferta monetaria por parte de la banca central, los individuos y familias
se deshacen de saldos en efectivo lo cual a nivel agregado incrementará la producción, o
los precios o una combinación de ambos. El incremento de los precios eleva a su vez la
demanda de dinero. El equilibrio entre oferta y demanda agregadas se restablece en el
largo plazo pero a un nivel general de precios más alto. Para Friedman la inflación es
resultado de un exceso de dinero emitido por la banca central.

A su vez, una insuficiente oferta dineraria puede llevar a la recesión. De esta manera es
como Friedman explica la recesión ocurrida luego de la crisis de 1929: la Reserva Federal
de los Estados Unidos llevó a cabo durante los años treinta una brusca reducción de la
base monetaria generando una política deflacionaria –es decir de caída en el nivel general
de precios- y contrayendo aún más el crédito. “La Gran Contracción –escriben Friedman y
Schwartz- es un trágico testimonio del poder de la política monetaria, no una evidencia de
impotencia, como creían Keynes y muchos de sus contemporáneos” (1963)

46
Rúbrica para evaluar las Diapositivas y la Exposición:

Criterios Excelente Suficiente Regular Insuficiente


Conocimiento del 10 7–9 4-6 0–3
Tema
Contenido Cubre los temas a Incluye Incluye El contenido es
profundidad con conocimiento información mínimo y tiene
detalles y básico sobre el esencial sobre el varios errores en
ejemplos. El tema. El tema, pero tiene los conceptos.
conocimiento del conocimiento del errores en los
tema es excelente. tema es bueno. conceptos.
Utiliza de manera
apropiada las
TIC’S
5 3-4 1-2 0
Contacto Establece contacto Establece contacto Establece contacto No mira a las
Visual visual con todos en visual con todos en visual en pocas personas durante
el salón durante el salón durante la ocasiones. la mayor parte de
toda la mayor parte de la la presentación.
presentación. presentación
5 3-4 1-2 0
Elementos del Los tipos de letra A veces los tipos Se dificulta la El texto es
texto. son fáciles de leer de letra son fáciles lectura general de extremadamente
y el tamaño de de leer pero en la presentación difícil de leer con
letra varía algunos párrafos, con párrafos muy largos bloques de
apropiadamente en colores y fondos largos, tipos de texto y tamaños de
los encabezados y obscuros, dificulta letra diferentes y letra muy
el texto. la lectura. fondos obscuros. pequeños,
El fondo y los inapropiado
colores utilizados contraste de
facilitan la lectura colores.
del texto.
5 3-4 1-2 0
Ortografía y La presentación no La presentación La presentación La presentación
Redacción contiene ningún tiene algunas tiene algunas tiene varias frases
error ortográfico ni frases ideas incoherentes incoherentes y
gramatical. incoherentes, pero y algunos errores presenta varios
no tiene errores ortográficos y errores
ortográficos. gramaticales. ortográficos y
gramaticales.
5 3-4 1-2 0
Volumen de voz El volumen es lo El volumen es lo El volumen es lo El volumen con
suficientemente suficientemente suficientemente frecuencia es muy
alto para ser alto para ser alto para ser débil para ser
escuchado por escuchado por escuchado por escuchado por
todos los todos los todos los todos los
miembros de la miembros de la miembros de la miembros de la
audiencia a través audiencia al audiencia al audiencia.
de toda la menos 90% del menos el 60% del
presentación. tiempo. tiempo.

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