Resumen Americana II, 2do Parcial
Resumen Americana II, 2do Parcial
Resumen Americana II, 2do Parcial
crónica de derrotas militares, la bancarrota real, regresión intelectual y el hambre por doquier. La crisis
alcanzó su punto más bajo durante la década de 1680. Fue por aquellos años, al tiempo que una serie de
malas cosechas llevaban el hambre a Castilla, cuando se dieron los primeros pasos para resolver los
problemas financieros de la monarquía.
Aunque las condiciones de la economía puedan parecer desesperadas, era el debilitamiento de la
corona lo que amenazaba la supervivencia del país. Derrotado por Francia en su lucha por lograr el
dominio de Europa, el estado Habsburgo fue presa entonces de pugnas internas. Con el acceso al trono de
Carlos II, casi un imbécil, la aristocracia territorial extendía su jurisdicción señorial sobre distritos y
ciudades enteras, y dominó los consejos centrales de la monarquía.
En resumen, mientras que en el resto de Europa continental el absolutismo dinástico estaba
basando su nuevo poder en un ejército permanente y un control fiscal, en España la monarquía había
sufrido una pérdida progresiva de autoridad.
El precio de una corona debilitada fue la guerra civil, la invasión extranjera y la partición del
patrimonio dinástico, porque la muerte, largamente esperada, de Carlos II en 1700 provocó una guerra
general europea, cuyo premio principal era la sucesión al trono de España, el cual, luego de varios
conflictos, se quedó Felipe de Anjou (Felipe V). Nieto de Luis XIV de Francia (Mayor Absolutista), el cual
recibió apoyo de Castilla, donde sus tropas francesas fueron bien recibidas.
La entronización de Felipe V bajo la amenaza de una guerra civil e invasión extranjera permitió a los
consejeros franceses sentar las bases de un estado absolutista con notable rapidez. Toda España estuvo en
gran medida sujeta al mismo nivel de impuestos y leyes. Y, lo que era igualmente importante, Felipe siguió
el ejemplo de su abuelo y excluyó a la aristocracia de los altos consejos del estado, no influirían más en las
direcciones del gobierno de la corona. El viejo sistema de «tercios» armados con picas se sustituyó por
regimientos al estilo francés, equipados con mosquetes y bayonetas, mientras que otras reformas
marcaron el inicio de un nuevo ejército. Para financiar esta fuerza, los expertos fiscales formados en el
extranjero consiguieron duplicar los ingresos desde apenas 5 millones de pesos a 11,5 millones hacia 1711,
hazaña llevada a cabo en gran medida por una meticulosa inspección de las. cuentas, una reducción de
cargos en la Administración, el desconocimiento de las deudas anteriores y la incorporación del reino de
Aragón a un sistema fiscal común.
PERO, con la llegada de Isabel Farnesio de Parma, segunda esposa de Felipe, se debilitó el proceso
de reforma. Además, Isabel gastó los recursos de la nueva monarquía en aventuras dinásticas,
conquistando feudos para sus dos hijos.
Como resultado de los Pactos de Familia con los borbones franceses se modificó parcialmente la
Paz de Utrecht (la que tenían con Reino Unido y Holanda). Todavía tiene que estimarse el precio pagado
por España en estas guerras. El embajador inglés, sir Benjamín Keene, describía al país como «carente de
amigos extranjeros y de alianzas, desorganizado en sus finanzas, cuyo ejército está en malas condiciones,
su marina, si ello fuera posible, en peores, y sin ningún ministro de peso».
Cuando llegó Carlos III al trono (1759-1788) España, por fin tuvo un monarca comprometido
activamente con un completo programa de reformas. Su reinado estuvo marcado por un notable aumento
de la prosperidad, tanto en la península como en las colonias, y durante una breve época España volvió a
ser considerada una potencia europea. Aunque las ambiciones y la personalidad de los monarcas
borbónicos influyeron sin duda en las directrices de la política, era, sin embargo, la élite ministerial la que
introdujo lo equivalente a una revolución administrativa. Los Borbones confiaban en una nobleza
funcionarial, concediendo títulos a sus servidores de confianza, tanto en calidad de recompensa como para
reforzar su autoridad.
La mayoría de sus figuras principales eran funcionarios, que participaban activamente en el
gobierno de su país. Acosados por el recuerdo de la gloria pasada y la visión de la reciente decadencia de
España, afligidos por el patente contraste entre la creciente prosperidad y el poder de Francia e Inglaterra
y el debilitamiento y empobrecimiento de la península, alarmados por la inercia de la sociedad española,
todos estos hombres buscaban una solución en la corona. El estado absolutista fue el instrumento esencial
de la reforma. Si bien con el nuevo énfasis en la autoridad real la aristocracia fue simplemente excluida de
los consejos de Estado, por contra, se atacó severamente a la Iglesia. En general, se consideraba a las
órdenes religiosas más como una carga de la sociedad, que como fortalezas espirituales.
Sin embargo, la principal preocupación de la élite administrativa era el gran problema del progreso
económico. ¿Cómo iba España a recobrar su antigua prosperidad? Se impuso como respuesta preferida la
promoción de la ciencia y el conocimiento pragmático. El gobierno llevó a cabo un censo nacional que
compilaba un amplio cuerpo de estadísticas relacionadas con todos los aspectos de la vida económica..
Y, del mismo modo que en el siglo XVII Francia e Inglaterra habían utilizado medidas proteccionistas
para defender y promover su navegación, industria y comercio, ahora los ministros de la dinastía borbónica
en España intentaron conscientemente aplicar el mismo tipo de medidas para librar a la península de su
dependencia de las manufacturas del norte de Europa.
El gran logro de la nueva dinastía fue la creación de un estado absolutista, burocrático, abocado al
principio del engrandecimiento territorial. El renacimiento de la autoridad y de los recursos de la
monarquía fue precursor, claramente, del despertar de la economía.
A la cabeza del nuevo régimen estaban los ministros, los secretarios de Estado, Hacienda, Justicia,
Guerra, Armada e Indias. Como en cualquier estado dinástico, los primeros beneficiarios del presupuesto
fueron la familia real y la corte. Aunque la formación, expansión y mantenimiento de un ejército y una
armada permanentes eran objeto de atención prioritaria para el estado borbónico, aún se dispone de una
cantidad notablemente escasa de información acerca de la organización y operatividad de estas fuerzas.
Reforma Administrativa
Borbónica Impositiva
Militar
La puesta en marcha de estas reformas estuvo influenciada por algunas de las ideas de la
Ilustración. Su objetivo consistía en reforzar el poder real, centralizar la administración, incrementar la
recaudación impositiva y asegurar la dominación sobre las colonias americanas, amenazadas por la
expansión de Portugal y los ataques de piratas ingleses y franceses.
¿Cuáles fueron las Reformas borbónicas?
Político-administrativas
Las principales reformas político-administrativas tuvieron relación con las colonias americanas.
Entre ellas se pueden mencionar las siguientes:
Se crearon los virreinatos de Nueva Granada (1717) y del Río de la Plata (1776), que se separaron
del Virreinato del Perú.
Se crearon las Capitanías Generales de Cuba (1777), Venezuela (1777) y Chile (1778). Estas
divisiones administrativas estaban ubicadas en regiones expuestas a los ataques de potencias
extranjeras.
Se dividió cada virreinato en intendencias gobernadas por un gobernador intendente. Estos
funcionarios, que reemplazaron a los antiguos gobernadores, tenían atribuciones financieras,
militares y administrativas, y eran nombrados directamente por el rey.
La Corona prefirió a los peninsulares por sobre los criollos en los nombramientos para los cargos
más importantes de la administración colonial.
Religiosas
Se afirmó el regalismo, es decir, el conjunto de principios que afirmaban que la autoridad del rey
era superior a la de Papa en cuestiones que tenían que ver con la soberanía del Estado, como el
nombramiento de obispos y la revisión de los fallos de los tribunales eclesiásticos.
En 1767 se expulsó a la Compañía de Jesús tanto de España como de sus dominios coloniales.
Culturales
Se crearon escuelas de Artes y Oficios tanto en España como en América.
Se organizaron expediciones científicas a los territorios de ultramar, tal como la de Alejandro
Malaspina, quien entre 1788 y 1794 recorrió las costas de América del Sur, América Central,
California, Filipinas y varias islas de Oceanía.
Económicas
Se flexibilizó el monopolio de puerto único, al habilitar que 24 puertos americanos comerciaran
directamente con 13 puertos peninsulares. Esta disposición, contenida en el «Reglamento para el
comercio libre de España a Indias» de 1778, no eliminó el monopolio ya que siguió vigente la
prohibición de comerciar con potencias extranjeras.
Se abolió el sistema de flotas y galones y se lo reemplazó por el de los navíos de registro, que con
previa autorización de la Casa de Contratación podían viajar entre los nuevos puertos habilitados
para el comercio entre España y América.
Se estimuló el desarrollo de la agricultura y la creación de colonias agrícolas.
Se impulsó la construcción de obras públicas, como carreteras y canales.
Se crearon nuevos impuestos y se aumentaron las alícuotas de otros ya existentes, como ocurrió
con de las alcabalas, que pasaron del 2 al 4%.