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Resumen
Este artículo expone los resultados de una investigación sobre un fenómeno últi-
mamente representativo de la penetración del discurso del management en las políti-
cas públicas: desde la década de los noventa en Argentina se vive bajo una «plaga» de
planes estratégicos a consecuencia de la municipalización de la crisis del Estado y de
los procesos de ajuste macroeconómico. Tras aplicarse extensivamente durante las déca-
das de los sesenta y setenta en la empresa privada, a comienzos de los ochenta la pla-
nificación estratégica se adaptó a la resolución de los problemas de áreas urbanas y regio-
nes, basándose en analogías y paralelismos entre los sistemas de ciudades y los grupos
de empresas.
Abstract
This article presents the results of an research on the penetration of management
discourse in public policy: since the 1990s Argentina lives under an strategic planning
«plague» consequence of the transference of the state crisis to the district level and of
the macroeconomic policies. After extensive use in the private sector during the 1960s
and the 1970s, at the beginning of the 1980s strategic planning was adapted to problem
resolution between city systems or groups of firms.
Recepción: 03.08.2006
Aceptación: 16.03.2007 31
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1. Introducción
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caracterizó por una mayor madurez metodológica, una mayor sofisticación de los ins-
trumentos de análisis y una mayor coordinación entre las administraciones públicas (Pas-
cual i Esteve, 2002).
Como la planificación estratégica se ha establecido como un instrumento para defi-
nir la estrategia de una ciudad, es un error confundir el medio con el fin. El fin, la estra-
tegia, debe alimentarse de otros instrumentos: gestión de calidad de los servicios colec-
tivos, gestión pública y de urbanismo, políticas de I+D, planes sectoriales, etc. En este
sentido, se declara que el plan estratégico no puede entenderse como un ritual meto-
dológico, sino como un proceso flexible destinado a dotar a la ciudad de una estrate-
gia consistente, que proporcione una notoriedad y una singularidad a la ciudad y, sobre
todo, que logre comprometer a los principales actores urbanos, es decir, aquellos que tie-
nen capacidad para transformar la ciudad. La planificación estratégica constituye, por
tanto, un instrumento flexible en la gestión estratégica de las ciudades, y sus caracte-
rísticas más significativas son las siguientes:
1) Visión a largo plazo y carácter plurilegislativo. Una decisión estratégica que implica
modificar el rumbo de una comunidad tiene un marco temporal que puede extenderse
décadas enteras. Por ello, un plan estratégico debe ser un proyecto común de toda la
comunidad para que pueda desarrollarse a lo largo de varias legislaturas con inde-
pendencia de los avatares políticos.
2) Consideración del entorno. La planificación estratégica ayuda a una comunidad
a identificar sus ventajas en relación al entorno exterior.
3) Identificación de la ventaja competitiva. La planificación estratégica trata de mejo-
rar la posición competitiva de una ciudad evaluando los cambios en sus mercados y su
competencia y, a partir de esta evaluación, tomando medidas para mejorar sus posiciones
apoyándose en sus puntos fuertes y atenuando los débiles.
4) Visión integral de la realidad urbana. El objetivo último de un plan estratégico
es alcanzar una mayor competitividad económica y una mayor calidad de vida, es decir,
no sólo considera la dimensión física del territorio sino que también contempla la com-
plejidad socioeconómica y política de la comunidad analizada.
5) Flexibilidad decisional. Los planes estratégicos pueden proveer un puente entre
los requerimientos legales relativamente rígidos y las decisiones políticas que deman-
dan flexibilidad.
6) Concentración en temas críticos. La planificación estratégica se centra en temas
críticos, oportunidades y problemas que afronta una comunidad.
7) Orientación a la acción. La planificación estratégica está orientada a la acción, pues
persigue desde el primer momento asegurar la viabilidad de sus propuestas, identifi-
car recursos para su ejecución e involucrar a los responsables de tomar decisiones.
8) Fomento y coordinación de la participación de todos los agentes sociales. El éxito
de un plan estratégico requiere la participación de todos los agentes sociales y econó-
micos de una comunidad urbana, pues la planificación estratégica constituye un pode-
roso proceso para desarrollar asociaciones significativas entre el sector público y la ini-
ciativa privada.
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Los planes estratégicos en América Latina deben trabajar en sintonía con un pro-
ceso de cambio de gestión que se viene dando o que se debe dar en las gestiones loca-
les y deberán superar contradicciones como las que se detallan a continuación: 1) en la
medida en que la mayor parte de los gobiernos locales en Argentina se adhieren a for-
mas tradicionales de gestión, los planes son auténticas molestias para aquellos que no
quieren cambiar; 2) los planes deben formar parte de la gestión de gobierno en tanto se
consolidan como proyectos de ciudad, y 3) los acuerdos y los consensos de actores no
deben ocultar el conflicto sino resolverlo. Monteverde (2002) indica que durante este
tiempo, los esquemas participativos apuntaron principalmente a sumar actores, sin pre-
cisar demasiado en los perfiles, intencionalidades, juegos de poder de cada uno. Se prio-
rizaron en todos los casos los consensos por encima de las diferencias. Lo que se con-
sensuaba se llevaba adelante y lo que significaba disenso se bajaba, lo que en alguna
medida maquilló u ocultó el conflicto. En la práctica argentina, a pesar de las diferen-
cias entre las distintas ciudades, los planes estratégicos tienen las siguientes caracterís-
ticas comunes:
1) En la formulación de los planes estratégicos se planteó, y sigue planteándose, una
tensión fundamental derivada de la estructura político-institucional argentina. Por un
lado, la necesidad de los agentes del desarrollo local de una mayor autonomía para deci-
dir y gestionar localmente los procesos de desarrollo y, por el otro, la escasa autonomía
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ciero, atributos que no habían sido definidos en los textos anteriores. Por ello, la gestión
estratégica de ciudades implica que éstas han de analizarse, en sí mismas, como un sujeto
activo con capacidad de generación de dinámicas urbanas, en un entorno tecnológico,
cultural, económico e institucional dado y en permanente proceso de transformación,
como ha sido el argentino de los últimos años.
Como respuesta a la situación crítica vivida en el conjunto de Argentina, se ha puesto
en marcha en la ciudad el Plan Estratégico de Mar del Plata (PEM) para el desarrollo,
impulsado por diversas instituciones (políticas, económicas, sociales, culturales...), que
conforman la Junta Promotora del PEM. En este contexto, cabe preguntarse por la razón
y el sentido del tipo de relaciones sociales, económicas y productivas que están asocia-
das al plan estratégico (Böcker Zavaro, 2006). Plan que se propone: 1) posicionar «la marca
Mar del Plata»; 2) promover un desarrollo productivo sostenible, y 3) promover la cre-
ación de empleo cualificado y estable. Se trata de una pregunta estrictamente teórico-
epistemológica, centrada en el para qué o para quién se hace un plan estratégico.
En todo caso en el plan se proyecta una praxis urbana que pretende lograr tanto el
crecimiento económico como el desarrollo social, de ahí que en las determinaciones del
plan estratégico está el debate sobre las bases productivas y competitivas de la ciudad,
por un lado, y la cohesión y la equidad social, por el otro. Basándonos en esta última
consideración, tomamos como objeto de la investigación el Plan Estratégico de Mar del
Plata (PEM), con la convicción de que constituye un referente empírico adecuado para
presentar un conjunto de reflexiones acerca de las propuestas de transformación de la
gestión pública local. Propuestas que tratan de implementar políticas con objetivos, en
el sentido de que funcionen eficientemente los servicios públicos locales, tal y como pro-
mueve la Nueva Gestión Pública y de Gestión de la Calidad Total. Así, pues, los planes
estratégicos constituyen un ejemplo extraordinario de la creciente internacionalización
de los procesos de formación de las agendas públicas y de la consiguiente internacio-
nalización de las soluciones o de las políticas de respuesta. Es en este contexto de glo-
balización de las agendas públicas, donde hay que situar la Nueva Gestión Pública y la
Gestión de la Calidad Total.
Se trata de nuevas formas de gestión que han de contribuir a crear o fortalecer la
capacidad organizativa de una ciudad, en el sentido de que la gestión estratégica no sólo
se orienta al futuro, sino que crea futuro a partir de la estructura urbana actual. Es un
tipo de gestión que busca tanto posicionar la ciudad como el gobierno local para apro-
vechar las oportunidades que se le presentan y, en la medida de lo posible, contribuir
a crearlas. Dicha contribución depende de que una ciudad sea capaz de: 1) dotarse de
una estrategia urbana compartida entre los principales actores urbanos; 2) desarrollar
una gestión relacional o de redes en base a la cooperación público —pública y público—
privada; 3) la participación o apoyo ciudadano a las políticas urbanas y, en especial, a
la estrategia urbana; 4) la existencia de un liderazgo local. En especial, del gobierno muni-
cipal o metropolitano; 5) la capacidad de inserción en el sistema regional o macro-regio-
nal de ciudades, y 6) la habilidad para posicionarse en el futuro.
Respecto al Plan Estratégico de Mar del Plata, a lo largo del año 2004 se han cum-
plido dos etapas importantes: definición del diagnóstico y formulación del plan de actua-
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nos del sistema público municipal, alentar una gestión pública de calidad, rediseñar y
jerarquizar la carrera administrativa municipal, generar un sistema dinámico y trans-
parente de ingreso, reubicación y promoción del personal, instrumentar la evaluación
de capacidades y rendimiento, priorizando la idoneidad y responsabilidad, reconocer
por medio de incentivos el buen desempeño en el cumplimiento de metas y resultados,
y revisar y adecuar el actual escalafón del personal municipal en concordancia con los
requerimientos institucionales.
b) Programa de capacitación y formación permanente: los nuevos modelos de pres-
tación de servicios en la perspectiva de la calidad implican incorporar miradas y enfo-
ques interdisciplinarios así como marcos teóricos y saberes técnicos acordes a la com-
plejidad de la realidad en la que se opera. Sus objetivos son implementar un sistema de
formación y capacitación permanente del personal municipal, facilitar la incorporación
de nuevos saberes y tecnologías de gestión y mejorar la calidad de la gestión pública en
la prestación de servicios a la ciudad.
c) Entorno motivador: la perspectiva de la calidad hace que el municipio, además
de plantearse metas de economía, eficacia y eficiencia, deba preocuparse por encontrar
propuestas que sean atractivas para sus empleados y, al mismo tiempo redunden en mejo-
res servicios para la ciudadanía. Entre sus objetivos podemos mencionar los de com-
prometer al empleado municipal en una política de mejoramiento de la calidad del ser-
vicio, alentar la participación de los empleados municipales en la toma de decisiones y
la planificación institucional, brindar condiciones materiales que posibiliten el cumpli-
miento de los objetivos específicos de cada área, entender los espacios de atención y tra-
bajo municipal como parte del espacio público y mejorar consecuentemente sus cuali-
dades ambientales y suministrar al empleado municipal todos aquellos elementos
necesarios para el cumplimiento adecuado de sus funciones.
Las bases técnicas y metodológicas del nuevo management público se justifican por
el aumento de las funciones y del personal del sector público. Aumento que ha gene-
rado mayor presión fiscal, a la vez que los recursos financieros son cada vez más esca-
sos. Así, cuando la crisis fiscal del Estado social se hace explícita y se desarrolla la con-
ciencia de la escasez, el valor de la eficiencia, hasta entonces secundario, al menos en
el ámbito público, irrumpe con extraordinaria fuerza. La eficiencia prescribe un valor
más de mercado de la Administración Pública, hasta ahora dominada principalmente
por el pensamiento legalista. De este modo, la Nueva Gestión Pública introduce prin-
cipios económicos y de tipo empresarial en el gobierno del sector público que, en los años
ochenta implicaba la realización de las tres E (economía, eficiencia y eficacia), y en los
noventa el énfasis en la calidad y el servicio al cliente (López y Gadea, 2001).
En la Gestión de la Calidad Total subyace una filosofía que establece que existe una
relación entre empleados que realizan unos determinados procesos para otros emple-
ados con el objetivo de añadir valor al trabajo, tarea o producto hecho (Galgano, 1993).
Para conseguirlo, los recursos humanos que dispone una organización han de involu-
crarse más en los resultados. Dicha involucración se sustenta en el supuesto de que la
Gestión de la Calidad Total, pretende lograr que las organizaciones se adapten al nuevo
escenario económico, y uno de los elementos clave de esta adaptación está en conside-
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rar que los procesos y sus soportes (los recursos humanos y organizativos) constituyen
una variable clave sobre la que se debe rediseñar la estructura interna de la empresa y
sus fronteras para operar con más eficiencia y eficacia. Rediseño que se ha de apoyar
en los siguientes puntos: 1) el concepto de cliente interno, centrado en que cada emple-
ado en vez de centrarse en satisfacer al supervisor inmediato en la jerarquía vertical
empieza a pensar en la satisfacción del siguiente empleado en el proceso que se encuen-
tra un paso más próximo al cliente final; 2) orientación al trabajo en equipo, en la medida
en que cada equipo de trabajo tiene la responsabilidad de desarrollar y mejorar uno de
los procesos básicos de la organización; 3) reducción de la jerarquía, es decir, la elimi-
nación de tareas que no añaden valor y el empowerment de los empleados en contacto
con el cliente, a la vez que se produce una mejora en la comunicación entre la dirección
y los trabajadores de primera línea, y 4) creación de comités directivos que dirijan el pro-
ceso de evolución hacia la Calidad Total.
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nistraciones, se constata que ellas no crean las mismas características que tienen los clien-
tes en sus transacciones con las empresas privadas.
Si para el sector privado es fácil identificar los clientes, pues las personas pagan por
unos servicios, en el ámbito público existe una pluralidad de situaciones respecto al pago
de sus servicios, a lo que se suma que en muchas ocasiones aquellos que reciben los ser-
vicios prestados por la administración no son los que contribuyen totalmente a su finan-
ciación. Por ello, López y Gadea (2001) opinan con vehemencia que los ciudadanos en
sus relaciones con los servicios gubernamentales no pueden ser considerados jamás como
clientes. Sin embargo, otros puntos de vista sostienen que, a pesar de las importantes
diferencias existentes entre los clientes del sector público y los beneficiarios del sector
público, o los matices que pueden establecerse entre usuarios directos de los servicios
públicos y sus contribuyentes vía impuestos, resulta útil, para los propósitos de moder-
nización de las administraciones, considerar como clientes de los servicios públicos aque-
llas personas que se benefician de los mismos. Tanto porque ellos expresan una demanda,
como porque se relacionan con la administración como prestadora de servicios (Subi-
rats, 1994; Brugué, 1996).
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si bien es cierto que las Administraciones Públicas deben preocuparse por la economía
y la eficiencia, deben proponerse también encontrar propuestas que sean realmente atrac-
tivas para sus empleados y, al mismo tiempo, resulten convincentes hacia los ciudada-
nos. En este sentido, López y Gadea (2001) afirman que es posible defender que las pro-
puestas englobadas en la Calidad Total ayudan a resolver mejor esta cuestión porque
la reestructuración de una organización bajo los parámetros de la Calidad Total permite
superar en alguna medida la cuestión de la enajenación del trabajo propia de la cultura
del trabajo de las sociedades industriales. Más concretamente, uno de los pilares fun-
damentales de la gestión de la calidad es la devolución de facultades y poder a los emple-
ados para que ellos, a partir de su creatividad y participación, mejoren continuamente
la actividad de la organización.
4. Conclusión
Hay que destacar, que las últimas actividades desarrolladas en el año 2004 en el marco
del Plan Estratégico de Mar del Plata se orientaron a la formulación de proyectos de trans-
formación que respondiesen a las líneas de actuación y los objetivos priorizados. No obs-
tante, creemos que para que los proyectos estratégicos priorizados en la línea de trans-
formación municipal tengan un alto impacto en la realidad local y sean factibles de
aplicarse en el marco de la estructura político-administrativa marplatense, no basta úni-
camente con la participación del municipio, del sector privado y del Equipo técnico, pues
en un plan estratégico se necesita de la participación amplia y activa de la sociedad civil.
Se trata de involucrar a actores sociales imprescindibles cuya participación no debe limi-
tarse a que la convoquen para «decidir» algo que ya fue decidido de antemano ni para
priorizar «paquetes» de escenarios u objetivos de actuación ya establecidos técnicamente.
Un plan estratégico que no es participativo, desde su organización hasta su formulación,
implementación y seguimiento, no es otra cosa que una oportunidad de las empresas
para hacer más negocios, una apuesta voluntarista del partido oficialista para acumu-
lar más poder y una forma de hacer más currículo para los técnicos y funcionarios a cargo.
Cuando se habla de participación en los planes estratégicos se está planteando la
representación de carácter institucional con las ventajas y los inconvenientes que ello
supone. De este modo, en los planes estratégicos latinoamericanos se suele recurrir a la
confección de un inventario institucional, el cual se suele organizar en dos bloques. Un
primer grupo que reúne lo más representativo de la ciudad y los que tienen mayor capa-
cidad de transformación de la región y, en un segundo bloque, el conjunto de las insti-
tuciones de la localidad. Se reúnen en el grupo más reducido a las instituciones con inci-
dencia en la opinión pública, las de mayor poder, las que tienen intervención directa en
los proyectos o emprendimientos más significativos de la ciudad. Estas instituciones sue-
len constituir los grupos de lanzamiento de los planes, aumentando el soporte institu-
cional del proyecto. Grupos, Consejos o Juntas Promotoras son las formas que toman
estos grupos. Creados por acuerdos o por ordenanzas, son los socios principales del muni-
cipio para el emprendimiento y convocan luego a sumarse a la totalidad de las institu-
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