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CSJN. Perez Ortega. 2013. Discriminación Por Nacionalidad..

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Documento

Voces:
ADMINISTRACION PUBLICA NACIONAL ~ CONSTITUCIONALIDAD ~ DISCRIMINACION ~
DOCTRINA DE LOS ACTOS PROPIOS ~ EXTRANJERO ~ IDONEIDAD ~ IGUALDAD ANTE LA LEY ~
LEY APLICABLE ~ NACIONALIDAD
Tribunal: Corte Suprema de Justicia de la Nación(CS)
Fecha: 21/02/2013
Partes: Pérez Ortega, Laura Fernanda c. Honorable Cámara de Diputados de la Nación s/empleo público
Publicado en: LA LEY 06/03/2013, 06/03/2013, 11 - LA LEY 26/03/2013 , 4, con nota de Alfonso Buteler; LA
LEY 2013-B , 337, con nota de Alfonso Buteler; Suplemento Administrativo 2013 (marzo) , 11, con nota de
Nicolás Diana; LA LEY 2013-B , 279, con nota de Nicolás Diana; Sup. Const- 2013 (abril), 09/04/2013, 49 -
LA LEY2013-B, 443 - DJ17/04/2013, 28 - IMP2013-5, 179
Cita Online: AR/JUR/275/2013
Hechos:
Una extranjera que desempeñaba tareas administrativas en la Cámara de Diputados de la Nación impugnó la
Resolución del Presidente de la Cámara por la que se revocó su designación para un cargo de planta
permanente, porque no cumplía el requisito de ser argentina, exigido en el art. 7, inc. d, de la Ley 22.140 para el
ingreso a la Administración Pública Nacional. La Cámara Nacional de Apelaciones en lo Contencioso
Administrativo Federal, al confirmar la sentencia de primera instancia, rechazó la acción. La actora interpuso
recurso extraordinario, que al ser denegado, dio lugar a la queja. La Corte Suprema de Justicia de la Nación dejó
sin efecto la decisión apelada.

Sumarios:
1 . El art. 7, inc. d, de la Ley 22.140 resulta violatorio de la Constitución Nacional, por imponer una distinción
basada en la nacionalidad para el ingreso a la Administración Pública Nacional que, al ser considerada
sospechosa de discriminación, no supera el exigente criterio de ponderación que requiere el control de
constitucionalidad en estos casos.
2 . Es inoponible la teoría de los actos propios cuando el interesado se vio obligado a someterse a un régimen
como única vía posible para acceder al ejercicio de su actividad, máxime cuando el caso está entrañablemente
ligado al art. 14 bis de la Constitución Nacional, al principio protectorio que éste enuncia y al carácter inviolable
de los derechos que reconoce, lo cual conduce necesariamente a la indisponibilidad y a la prohibición de
renunciar a la aplicación de las normas que tutelan el trabajo "en todas sus formas", tanto al prestado en el
ámbito público como en el privado.
3 . La ponderación del requisito de la nacionalidad argentina para el acceso al empleo público nacional del art.
7, inc. d, de la Ley 22.140, conduce al examen del art. 16 de la Constitución Nacional en su relación con el
principio de idoneidad, correspondiendo determinar si, en el caso concreto, evaluando las funciones que
competen al cargo, la exigencia de ser argentino integra el concepto de idoneidad y supera, por ello, el test de
constitucionalidad (del voto en disidencia parcial de los Doctores Highton de Nolasco y Maqueda).
4 . La reglamentación que distingue entre nacionales y extranjeros no es, en principio, inconstitucional, por lo
que el legislador se encuentra habilitado a emplearla siempre que el criterio de ponderación entre el medio
elegido y los fines específicos que se persiguen con la distinción superen el test de constitucionalidad (del voto
en disidencia parcial de los Doctores Highton de Nolasco y Maqueda).
Texto Completo:
RUE de la actora en “Pérez Ortega, Laura Fernanda c. Cámara de Diputados de la Nación — Resol. 443/89
s/empleo público”
S.C. P. 334, L. XLV.

Dictamen de la Procuración General de la Nación:


Suprema Corte:
I
A fs. 357/358, la Cámara Nacional de Apelaciones en lo Contencioso Administrativo Federal (Sala II)
confirmó la sentencia de la instancia anterior que había rechazado la demanda interpuesta por Laura Fernanda
Pérez Ortega contra la H. Cámara de Diputados de la Nación, a fin de obtener una indemnización por cesantía
encausada.

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Para así resolver sostuvo, en primer término, que no se encontraban cumplidos los requisitos previstos en el
art. 265 de CPCCN, dado que la apelación bajo examen no se había presentado como una crítica concreta y
razonada de la sentencia recurrida, requisito que no era sustituible con una mera discrepancia del criterio
juzgador, sino que implicaba el estudio de los razonamientos de aquél, demostrando las equivocadas
deducciones, inducciones y conjeturas sobre las cuestiones resueltas.
Sin perjuicio de lo expuesto, destacó seguidamente:
1.— que el hecho de que en la resolución atacada se citase una norma cronológicamente posterior a su cese,
en nada había afectado el derecho de defensa de la actora, atento a la identidad del objeto regulado y de los
sujetos destinatarios entre el art. 7°, inc. d) deja ley 22.140 y el art. 5°, inc. a) de la ley 24.600.
2.— que la aseveración de la juez de que no medió una excepción expresa que permitiera su designación
válida, no había sido debidamente controvertida por la actora y que, por lo contrario, las afirmaciones que
realizó sobre el punto no hicieron más que privar de sustento a su tesis de que la dispensa del requisito de la
nacionalidad podía ser tácita.
3.— que tampoco se verificó en el caso, lo que la actora denominó “cosa juzgada administrativa”. Refirió
que la Corte Suprema de Justicia de la Nación en “Almagro” (sentencia del 17/02/1998), interpretando los arts.
17 y 18 de la ley 19.549, sostuvo “que las excepciones a la regla de la estabilidad en sede administrativa del
acto regular previstas en el art. 18 —-entre ellas, el conocimiento del vicio por el interesado— eran igualmente
aplicables al supuesto contemplado en el art. 17, primera parte. De lo contrario, el acto nulo de nulidad absoluta
gozaría de mayor estabilidad que el regular, lo cual no constituiría una solución razonable ni valiosa. Agregó
que una correcta hermenéutica del pronunciamiento y de las normas citadas, sumada a la expresa previsión del
art. 9°) de la ley 22.140 —“Las designaciones efectuadas en violación a lo dispuesto en los artículos 7° y 8°, o
de cualquier otra norma vigente, podrán ser declaradas nulas, cualesquiera sea el tiempo transcurrido...”—
ciaban por tierra con la argumentación de la recurrente.
4.— que la demandante no logró demostrar el error de la juez de grado en cuanto sostuvo que si consideraba
inconstitucional la previsión del art. 7°, inc. d) de la ley 22.140 —o art. 5°, inc. a) de la ley 24.600 — debió
haberla impugnado al inicio de la relación. Por tal razón, acotó, a la luz de la jurisprudencia del Tribunal “El
sometimiento voluntario sin reserva expresa a un régimen jurídico obsta a su ulterior impugnación con base
constitucional toda vez que no puede ejercerse una pretensión judicial manifiestamente contradictoria e
incompatible con una anterior conducta deliberada, jurídicamente relevante y plenamente eficaz” (Fallos:
328:100; 328:470; 327:290; 326:2675; 326:417 entre otros)— y dado que la actora no había aportado elementos
críticos que permitieran variar el criterio pacífico y reiterado de la adoctrina judicial citada, su planteo al
respecto no podía tener favorable recepción.
Concluyó que, en esas condiciones, correspondía declarar desierta la apelación en los términos del art. 266
del Código de rito.
II
Disconforme, la actora dedujo el recurso extraordinario de fs. 361/379, que —denegado por la Cámara (fs.
394)— dio lugar a la presentación directa que trae el asunto a conocimiento de V.E.
Alegó, básicamente, que la sentencia del tribunal era arbitraria toda vez que: a) afirmó dogmáticamente que
la apelación de su parte no constituí una crítica concreta y razonada contra la sentencia de la anterior instancia;
b) no tuvo en cuenta que, en el legajo a su ingreso, dejó constancia de su nacionalidad española; c) consideró
que por haberse sometido voluntariamente a un régimen durante diecinueve años, no podía ampararse en la
presunta inconstitucionalidad del art. 7°, inc. d) de la ley 22.140; d) no entendió verificado en el sub lite un caso
de “cosa juzgada administrativa” y e) sostuvo que la errónea invocación de 14 norma que causa su cesantía no le
produjo perjuicio.
III
En mi opinión, el recurso deducido no evidencia ningún flechó que pueda revertir el principio
reiteradamente admitido por V.E. en cuanto a que las cuestiones de derecho común y procesal no son revisables
por el Tribunal.
En efecto la Corte ha establecido reiteradamente que son cuestiones de hecho, prueba y derecho común y
procesal, propias de los jueces de la causa y ajenas al recurso extraordinario lo atinente al alcance que
corresponde dar al recurso interpuesto por los apelantes y a la expresión de agravios vertida para fundamentar
las apelaciones interpuestas; en particular cuando la decisión cuenta con fundamentos suficientes que le
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confieren base jurídica y descartan la tacha de arbitrariedad (doctrina de Fallos 323:1699 y sus citas).
Ha manifestado V.E. al respecto, que incumbe a los magistrados ordinarios determinar el alcance de las
presentaciones efectuadas, facultad cuyo ejercicio no está sujeto a revisión en la instancia extraordinaria salvo
manifiesta arbitrariedad (doctrina de Fallos: 323:1699).
IV
Así las cosas, considero que V.E. debería rechazar la presente queja. Buenos Aires, 29 de octubre de 2010.
Laura Mercedes Monti.

P. 334. XLV.
RECURSO DE HECHO
Pérez Ortega, Laura Fernanda c. Honorable Cámara de Diputados de la Nación s/empleo público.

Buenos Aires, 21 de febrero de 2013.


Vistos los autos: “Recurso de hecho deducido por la actora en la causa Pérez Ortega, Laura Fernanda c.
Honorable Cámara de Diputados de la Nación s/empleo público”, para decidir sobre su procedencia.
Considerando:
1°) Que la Sala II de la Cámara Nacional de Apelaciones en lo Contencioso Administrativo Federal
confirmó la sentencia de primera instancia, que había rechazado la acción interpuesta que perseguía la
declaración de nulidad de la Resolución 544/03 del Presidente de la Cámara de Diputados de la Nación y la
correspondiente indemnización por despido incausado. La resolución impugnada revocó la designación de la
peticionaria en un cargo de planta permanente, porque no cumplía el requisito de ser argentina, exigido en el
artículo 7°, inc. d, de la ley 22.140 para el ingreso a la Administración Pública Nacional.
Contra tal pronunciamiento, la actora interpuso el recurso extraordinario federal, cuya denegación origina la
presente queja.
2°) Que, para fundar su decisión, la cámara consideró que la apelación contra la sentencia de primera
instancia debía ser declarada desierta porque en ella la apelante no se hacía cargo debidamente de los
fundamentos del pronunciamiento impugnado. Sostuvo, en lo que interesa, que no habla rebatido en forma
adecuada el argumento según el cual, si la actora consideraba inconstitucional el artículo 7°, inc. d, de la ley
22.140, tendría que haberlo impugnado al inicio de la relación de empleo público porque, según reiterada
jurisprudencia de la Corte Suprema de Justicia, el voluntario sometimiento a un régimen jurídico resulta
incompatible con su ulterior impugnación.
3°) Que el Tribunal ha expresado repetidamente que las resoluciones que declaran desierto un recurso ante
el tribunal de alzada, no son, debido a su naturaleza fáctica y procesal, impugnables por la vía del artículo 14 de
la ley 48, salvo cuando lo decidido revela un excesivo rigor formal susceptible de frustrar el derecho federal
invocado en el caso (Fallos: 298:11; 302:1669; 303:1929; 324:176; 326:1382, 2414; 327:3166; entre otros).
A juicio de esta Corte, en las presentes actuaciones concurren los supuestos de excepción que permiten
revisar la sentencia apelada. En efecto, el escrito de apelación de la actora —cuya copia obra a fs. 327/345
vta.— constituye una critica concreta y razonada, en los términos del artículo 265 del Código Procesal Civil y
Comercial de la Nación. De su simple lectura resulta que la apelante no solo refutó todos y cada uno de los
fundamentos dados por el juez de primera instancia, sino que presentó argumentos conducentes, concretos y
razonados, que no fueron evaluados por el tribunal. En particular, la actora confutó el fundamento relativo al
sometimiento voluntario. Al respecto, sostuvo que no era admisible aplicar la jurisprudencia de la Corte
Suprema en materia de actos propios a casos como el presente, porque en una relación laboral resultaría
irrazonable y desproporcionado exigir al empleado que, al iniciar el vínculo, analizara toda la normativa relativa
al empleo público y la cuestionara. Por otra parte, manifestó que no inició anteriormente la acción simplemente
porque antes de su separación del cargo no tenía perjuicio alguno.
En consecuencia, el fallo apelado no solo trasunta un excesivo rigor formal en la manera de apreciar la
técnica del recurso interpuesto, sino que omite pronunciarse sobre cuestiones federales oportunamente
introducidas y sobradamente conducentes para la resolución del caso, como es el planteo de

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inconstitucionalidad del artículo 7°, inciso d, de la ley 22.140, que exige un requisito de nacionalidad, que la
actora considera contrario a los artículos 14, 14 bis, 16, 20 y 75, inciso 22, de la Constitución Nacional (Fallos:
329:997 y 330:3582, entre muchos otros).
Cabe concluir, pues, que el a quo calificó la apelación de la actora como desierta en forma dogmática y
arbitraria, por lo que corresponde su descalificación como acto jurisdiccional válido, por carecer de la
indispensable fundamentación conforme a las circunstancias de la causa (Fallos: 324:1301, 2966; 328:3067,
entre otros).
4°) Que, sentado ello, cabe señalar que si el pleito involucra cuestiones de naturaleza federal —tal como
ocurre en el sub examine— la decisión del a quo que impide, con manifiesto exceso ritual, el tratamiento en la
segunda instancia de los agravios que plantea la apelante en tal sentido, importa un pronunciamiento implícito
contrario a las pretensiones de aquélla (Fallos: 188:482; 190:50). Por tal motivo, esta Corte queda habilitada
para tratar las cuestiones federales debatidas en la causa (doctrina de Fallos: 324:488).
5°) Que, así, cabe pronunciarse sobre el agravio relativo a la aplicación al caso de la doctrina del
sometimiento voluntario. Al respecto, asiste razón a la apelante en cuanto alega que los precedentes de esta
Corte citados por el a quo en este punto no resultan aplicables a supuestos como el sub examine. Ello es así,
pues el Tribunal ha precisado que no resulta oponible la teoría de los actos propios cuando el interesado se vio
obligado a someterse al régimen como única vía posible para acceder al ejercicio de su actividad (doctrina de
Fallos: 311:1132). Asimismo, cabe destacar que la litis está entrañablemente ligada al artículo 14 bis de la
Constitución Nacional, al principio protectorio que éste enuncia y al carácter inviolable de los derechos que
reconoce, lo cual conduce necesariamente a la indisponibilidad y a la prohibición de renuncia de la aplicación
de las normas que tutelan el trabajo “en todas sus formas”, vale decir, tanto al prestado en el ámbito público
como en el privado.
6°) Que, por otra parte, es indudable la procedencia del agravio relativo a que el artículo 7°, inciso d, de la
ley 22.140 resulta violatorio de la Constitución Nacional por imponer una distinción basada en la nacionalidad
que, al ser considerada sospechosa de discriminación, no supera el exigente criterio de ponderación que requiere
el control de constitucionalidad en estos casos. En este punto, las cuestiones planteadas resultan sustancialmente
análogas a las debatidas y resueltas en los precedentes “Calvo y Pesini, Rocío c. Córdoba, Provincia de” y
“Gottschau, Evelyn Patrizia c. Consejo de la Magistratura de la Ciudad Autónoma de Buenos Aires” (Fallos:
321:194 y 329:2986), a cuyos fundamentos y conclusiones corresponde remitir en razón de brevedad. Así se
declara.
Por ello, habiendo dictaminado la señora Procuradora Fiscal, se hace lugar a la queja, se declara procedente
el recurso extraordinario y se deja sin efecto la sentencia apelada. Con costas. Vuelvan los autos al tribunal de
origen a fin de que, por quien corresponda, se dicte un nuevo pronunciamiento sobre el pedido de
indemnización. Notifíquese, agréguese la queja al principal y remítase. — Ricardo Luis Lorenzetti. — Elena I.
Highton de Nolasco. — Carlos S. Fayt. — E. Raúl Zaffaroni. — Enrique S. Petracchi. — Juan Carlos Maqueda.
— Carmen M. Argibay.

Disidencia parcial de la señora vicepresidenta doctora doña Elena I. Highton de Nolasco y del señor
ministro doctor don Juan Carlos Maqueda:
Considerando:
1°) Que la Sala II de la Cámara Nacional de Apelaciones en lo Contencioso Administrativo Federal, al
confirmar la sentencia de primera instancia, rechazó la acción interpuesta con el fin de obtener la declaración de
nulidad de la resolución 544/03 del Presidente de la Cámara de Diputados de la Nación por la que se había
revocado la designación de la actora en su cargo de planta permanente con fundamento en que no cumplía con
el requisito de nacionalidad previsto en el artículo 7°, inc. d de la ley 22.140 para el ingreso a la Administración
Pública Nacional. Conjuntamente la actora peticionó la indemnización por el despido incausado.
Contra tal pronunciamiento, la demandante interpuso recurso extraordinario federal, cuya denegación
originó la presente queja.
2°) Que, para fundar su decisión, el a quo consideró que la apelación contra la sentencia de primera instancia
debía ser declarada desierta porque en ella la apelante no se hacía debidamente cargo de los fundamentos del
pronunciamiento impugnado. En particular, sostuvo que no había rebatido en forma adecuada el argumento
según el cual, si la actora consideraba inconstitucional el artículo 7°, inc. d de la ley 22.140, tendría que haberlo

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impugnado al inicio de la relación de empleo público porque, según reiterada jurisprudencia de la Corte
Suprema de Justicia, el voluntario sometimiento a un régimen jurídico resulta incompatible con su ulterior
impugnación.
3°) Que este Tribunal ha expresado repetidamente que las resoluciones por las que se declara desierto un
recurso ante el tribunal de alzada, no son, debido a su naturaleza fáctica y procesal, impugnables por la vía del
artículo 14 de la ley 48, salvo cuando lo decidido revela un excesivo rigor formal susceptible de frustrar el
derecho federal invocado en el caso (Fallos: 298:11; 302:1669; 303:1929; 324:176; 326:1382, 2414; 327:3166;
entre otros).
A juicio de esta Corte, en las presentes actuaciones concurren los supuestos de excepción que permiten
revisar la sentencia apelada. En efecto, el escrito de apelación de la actora —cuya copia obra a fs. 327/345
vta.— constituye una crítica concreta y razonada, en los términos del artículo 265 del Código Procesal Civil y
Comercial de la Nación. De su simple lectura resulta que la apelante no solo refutó todos y cada uno de los
fundamentos dados por el juez de primera instancia, sino que presentó argumentos conducentes, concretos y
razonados, que no fueron evaluados por el tribunal. En particular, confutó el fundamento relativo al
sometimiento voluntario. Al respecto, sostuvo que no era admisible aplicar la jurisprudencia de la Corte
Suprema en materia de actos propios a casos como el presente, porque en una relación laboral resultaría
irrazonable y desproporcionado exigir al empleado que, al iniciar el vínculo, analizara toda la normativa relativa
al empleo público y la cuestionara. Por otra parte, manifestó que no inició anteriormente la acción simplemente
porque hasta su separación del cargo carecía de perjuicio.
En consecuencia, la sentencia recurrida trasunta un excesivo rigor formal en la manera de apreciar la técnica
del recurso interpuesto, a la vez que omite pronunciarse sobre cuestiones federales oportunamente introducidas
y conducentes para la resolución del caso, como es el planteo de inconstitucionalidad del artículo 7°, inciso d de
la ley 22.140, que exige un requisito de nacionalidad, que la actora considera contrario a los artículos 14, 14 bis,
16, 20 y 75, inciso 22, de la Constitución Nacional.
Corresponde concluir pues que el a quo calificó la apelación de la actora como desierta en forma dogmática
y arbitraria (Fallos: 324:1301, 2966; 328:3067, entre otros).
4°) Que, sentado ello, cabe señalar que si el pleito involucra cuestiones de naturaleza federal —como ocurre
en el caso— la decisión del a quo que impide, con manifiesto exceso ritual, el tratamiento en la segunda
instancia de los agravios que plantea la apelante en tal sentido, importa un pronunciamiento implícito contrario
a las pretensiones de aquélla (Fallos: 188:482; 190:50),
5°) Que, así, cabe pronunciarse sobre el agravio relativo a la aplicación al caso de la doctrina del
sometimiento voluntario. Al respecto, asiste razón a la apelante en cuanto alega que los precedentes de esta
Corte citados por el a quo en este punto no resultan aplicables a supuestos como el sub examine. Ello es así,
pues el Tribunal ha precisado que no resulta oponible la teoría de los actos propios cuando el interesado se vio
obligado a someterse al régimen como única vía posible para acceder al ejercicio de su actividad (doctrina de
Fallos: 311:1132). Asimismo, cabe destacar que la litis está entrañablemente ligada al artículo 14 bis de la
Constitución Nacional, al principio protectorio que éste enuncia y al carácter inviolable de los derechos que
reconoce, lo cual conduce a la indisponibilidad y a la prohibición de renuncia de la aplicación de las normas que
tutelan el trabajo “en todas sus formas”, vale decir, tanto al prestado en el ámbito público como en el privado.
6°) Que, por lo dicho, el a quo debió tratar el planteo de inconstitucionalidad del artículo 7°, inciso d de la
ley 22.140, en el que se dispone que el ingreso a la Administración Pública Nacional se hará previa acreditación
en la forma que determine la reglamentación —entre otras condiciones— de la nacionalidad argentina, debiendo
los naturalizados tener más de cuatro años de ejercicio de la ciudadanía.
En ese sentido, cabe recordar que una problemática sustancialmente análoga fue resuelta en el caso
“Gottschau, Evelyn Patrizia c.Consejo de la Magistratura de la Ciudad Autónoma de Buenos Aires”, sentencia
del 8 de agosto de 2006, voto de los jueces Highton de Nolasco y Maqueda (Fallos: 329:2986).
En aquella oportunidad se tuvo en consideración que la actora se postulaba para acceder a un cargo público
(tal como sucede en el presente) y, sobre esa base, se concluyó que el artículo 20 de la Ley Fundamental no era
la norma que regía el caso, en tanto en ella se establece que “los extranjeros gozan en el territorio de la Nación
de todos los derechos civiles del ciudadano; pueden ejercer su industria, comercio y profesión; poseer bienes
raíces, comprarlos y enajenarlos; navegar los ríos y costas; ejercer libremente su culto; testar y casarse conforme
a las leyes (...)”. En el caso no estaba comprometido ninguno de los derechos civiles de la demandante sino que
se hallaba en juego el derecho de acceder —en el sub lite sería el de permanecer— en un empleo público.

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Resultaba, en cambio, reguladora de la situación —conforme al precedente citado— la garantía consagrada


en el artículo 16 de la Constitución Nacional en tanto en ella se asegura que “todos sus habitantes son iguales
ante la ley y admisibles en los empleos sin otra condición que la idoneidad”. Esta norma no establece una
equiparación rígida, como la del artículo 20, sino que impone un principio genérico que no impide la existencia
de diferencias legítimas. Como esta Corte lo ha dicho desde antaño, la igualdad establecida en el artículo 16 de
la Constitución no es otra cosa que el derecho a que no se establezcan excepciones o privilegios que excluyan a
unos de lo que en iguales circunstancias se concede a otros (Fallos: 153:67, entre muchos otros). Por lo tanto, el
ámbito de aplicación de esta igualdad admite gradaciones, apreciaciones de más o de menos, balance y
ponderación, en tanto —claro está— no se altere lo central del principio que consagra la igualdad entre
nacionales y extranjeros, todos ellos “habitantes de la Nación”.
7°) Que, atento a las semejanzas con la causa invocada en el sub lite, la ponderación del requisito de la
nacionalidad argentina para el acceso al empleo público nacional conduce al examen del artículo 16 citado en su
relación con el principio de idoneidad. Por lo tanto, corresponde determinar si, en el caso concreto y evaluando
las funciones que competen al cargo para el que fue designada la actora, la exigencia de ser argentina integraba
el concepto de idoneidad y supera, por ello, el test de constitucionalidad.
Es dable poner énfasis en que ese examen remite a la distinción entre nacionales y extranjeros y no, como ha
tenido oportunidad de valorar esta Corte en otros casos, entre ciudadanos que han adquirido su nacionalidad por
origen o por opción (conf. “Hooft” Fallos: 327:5118). Por lo dicho, si bien corresponde aplicar un estándar
intenso de control, éste no coincide con el efectuado en ese precedente, en el que la discriminación tuvo
fundamento en el origen de la nacionalidad argentina, lo que lleva insita su presunción de inconstitucionalidad
(conf. “Gottschau” Fallos: 329:2986, cit.).
La reglamentación que distingue entre nacionales y extranjeros no es, en principio, inconstitucional, por lo
que el legislador se encuentra habilitado a emplearla siempre que el criterio de ponderación entre el medio
elegido y los fines específicos que se persiguen con la distinción superen el aludido test (conf. en este sentido
artículo 23, inc. 2° de la Convención Americana sobre Derechos Humanos y artículo 1° de la ley 23.592; y
Fallos: 329:2986, voto de los jueces Maqueda y Highton de Nolasco, considerando 6°).
En ese marco, corresponde dirimir si la condición de argentino supone un requisito de idoneidad en relación
directa con las funciones del cargo al que se accedió, con justificación suficiente entre el medio elegido y el fin
perseguido por la norma, que debe representar algún interés estatal razonable.
A tal efecto debe atenderse a las circunstancias particulares de cada caso. En el presente, la señora Laura
Fernanda Pérez Ortega fue designada como personal de Planta Permanente de la Honorable Cámara de
Diputados de la Nación como categoría A 04 (resolución 443/89), y cumplía funciones administrativas y
técnicas (ver declaración jurada de cargos y actividades) con diferentes diputados a lo largo de su carrera.
8°) Que en atención a todo lo expuesto se debe dejar sin efecto el decisorio impugnado y remitir los autos
con el objeto de que se dicte un nuevo pronunciamiento ajustado a las pautas que surgen de los considerandos
precedentes.
Por lo expuesto, y oída la señora Procuradora Fiscal, se hace lugar a la queja intentada, se declara admisible
el recurso extraordinario y se deja sin efecto la sentencia en cuanto fue materia de agravios. Las costas se
imponen por su orden atento a las particulares circunstancias de la causa. Vuelvan los autos al tribunal de origen
para que, por quien corresponda, se dicte un nuevo pronunciamiento con arreglo al presente. Notifíquese,
agréguese la queja al principal y remítase. — Elena I. Highton de Nolasco. — Juan Carlos Maqueda.

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