Cristianismo y Revolucion Libro Completo
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Richard Gillespie señala un hecho que al observador desprevenido de la historia argentina de los
años sesenta y setenta puede resultar casi un escándalo: de los jóvenes que tomaron las armas, dice
Gillespie, movidos por ideales nacionalistas y socialistas, muchos de ellos provenían del
tradicionalismo y conservadurismo católico y casi ninguno había iniciado su vida política en el
peronismo.1 Esta anomalía, una más entre las muchas que provocan desconcierto a quienes abordan
esas peripecias pertrechados conceptualmente con esquemas preestablecidos por la teoría social y
política o simplemente prejuiciados, se une inmediatamente a otra, igualmente turbadora: estos
activistas que integraron las agrupaciones armadas que protagonizarían desde uno de los bandos
enfrentados la brutal violencia política de los setenta, provenían preponderantemente de la pequeña
burguesía urbana. Un sector que, en ese momento, estaba distante de las tribulaciones y amenazas
económicas y sociales que lo acosarían en las siguientes décadas hasta llegar a la amenaza
inmediata a su identidad y aún a su misma supervivencia desde finales de los noventa. Por el
contrario, la perspectiva de futuro, si bien no demasiado promisoria, planteaba vías de
consolidación social e imaginarios de relativa prosperidad. No fueron las miserias y lacras de la
pobreza vividas en carne propia las que impulsaron a esos jóvenes a un radical rechazo del orden
establecido.
Ni exacerbación de una lógica de lucha ceñida por la adscripción a un movimiento del cual
habían sido ajenos, cuando no enfrentados, en el pasado cercano;2 ni respuesta inmediata a
condiciones insoportables de existencia y reproducción material. Las razones de esta singular
rebeldía y de la violencia inusitada que la caracterizó, entonces, deben ser buscadas en otras claves
del entramado social. Este libro de Gustavo Morello se adentra en una de las vías de acceso a esas
claves, la del proceso de radicalización de la juventud católica en el contexto de la profunda
transformación de la Iglesia en la década de los sesenta. Proceso fascinante y todavía mal conocido,
lo que hace de la investigación y lectura de Cristianismo y revolución que articula este trabajo un
aporte importante para la comprensión de dinámicas y motivaciones de algunos actores decisivos de
esa extraña década de la historia argentina contemporánea, que prolongada en la de los setenta
1
GILLESPIE, Richard, Soldados de Perón, Grijalbo, Buenos Aires, 1987, p. 74 [1ª. Ed. En inglés, Oxford University
Press, 1982]. Se trata naturalmente de una observación orientada especialmente a Montoneros y a otras organizaciones
armadas de filiación peronista, y excluye al ERP y a las demás de ideología marxista.
2
Hay que recordar el grado extremo de ruptura y enfrentamiento entre Perón y la Iglesia en 1954 y 1955, y la
participación activa en la "Libertadora" de militantes católicos con la consigna "Cristo vence". El interinato de Lonardi
estuvo marcado por la temporaria preeminencia de esta corriente católica antiliberal, desalojada abruptamente del poder
por el liberalismo "gorila" el 13 de noviembre de 1955. No se ha subrayado todavía lo suficiente en la historiografía la
decisiva influencia de este hecho en la historia política de los años inmediatamente posteriores en el país, en la ideología y
políticas dominantes en la fuerzas armadas, en la configuración del peronismo posterior a 1955 y en la suerte corrida por
el gobierno desarrollista de Arturo Frondizi.
definiría algunas de las fracturas y marcas más persistentes de la sociedad argentina proyectada
hasta la actualidad.
"Sobre la Revolución Cubana, esa otra 'divina sorpresa', se construyó una identidad donde
parecían conciliarse pueblo e intelectuales, cerrando en un mismo movimiento, las fisuras entre
política y cultura".3 Así sintetiza Sigal el carácter general del impacto de la insurgencia cubana en el
filo de los sesenta. Fresca, joven, creativa, desparpajada, escapada de las ortodoxias, hija del
espíritu de la época y contribuyendo poderosamente a crearlo, mito fulminante de vastísimas
resonancias, alegría y hálito de sacrificio singularmente unidos en la apelación y en la imaginación
de los jóvenes. La inmediata repercusión de la Revolución Cubana en Argentina, plena de
consecuencias políticas, no puso sin embargo inicialmente el argumento de la lucha armada en el
centro de las reflexiones de los intelectuales de la izquierda. Más bien, en los primeros sesenta, el
tema de fondo era la cuestión programática de la definición del tipo de revolución a realizarse en
Argentina, y cuánto de revolucionario estaba contenido en el peronismo.4 Una discusión cuyo sujeto
real eran los males del capitalismo argentino, las razones de su debilidad y su impotencia para
construir y garantizar la autonomía nacional. La auténtica débâcle del desarrollismo en los dos
primeros años de la década del sesenta mostró que la "burguesía nacional" era impotente para
corregir el rumbo, para afianzar un proyecto de país moderno, económicamente dinámico y
socialmente integrado.
El socialismo se revela ante los ojos de la nueva generación surgida a la política
inmediatamente después de la caída de Perón en 1955 como la posibilidad de realización de esa
"tarea inconclusa" que la burguesía no podía resolver. En las formas múltiples de anudar la cuestión
nacional con la cuestión social que adoptan las diversas formaciones, grupos y formulaciones de la
"nueva izquierda", este socialismo remozado y en sintonía con los socialismos emergentes en el
gran proceso contemporáneo de desintegración de los imperios reaparece, luego de varias décadas
de opacidad, como la posibilidad viable de desatar las contradicciones y enfrentar las limitaciones
insuperables de la Argentina oligárquica. El tema de la actualidad de la revolución -la formulación
leninista también escuchada en clave luxemburguista o lukácsiana y traducida crecientemente a lo
largo de esos años por las múltiples voces del marxismo crítico-, mostrado sin cortapisas por el
irreverente éxito de los jóvenes guerrilleros cubanos y la fulgurante radicalización del castrismo, se
instaló de manera dominante y colocó en una posición desairada y cada vez menos consistente a los
razonamientos de revolución "por etapas" y el invariable reformismo de las organizaciones más
tradicionales de la izquierda argentina, en particular el Partido Comunista. La atomización del
Partido Socialista, el revolucionarismo de sectores muy amplios desprendidos del viejo partido de
Jaun B. Justo, y las escisiones de los comunistas -principalmente en su juventud nucleada en la
"Fede"- en 1963 y 1967 reflejaron crecientemente este descrédito en la realidad orgánica de esas
agrupaciones que por décadas habían representado mayoritariamente a la izquierda argentina.
El otro centro del debate de la izquierda era el peronismo. Desde su aparición a mediados
de la década del '40, y fundamentalmente a partir de su rápida hegemonía sobre la conciencia obrera
traducida en la dirección del movimiento sindical, la discusión acerca de la política de la izquierda
respecto de él se había constituido en el nudo gordiano del develamiento tanto de una estrategia
revolucionaria como de una evolucionista hacia la consecución del socialismo en Argentina. La
participación de socialistas y comunistas junto con radicales alvearistas e intransigentes y
conservadores en la coalición de la Unión Democrática en las elecciones de 1946 fue un punto
político decisivo cuyas consecuencias se seguían viviendo con intensidad en los veinte años
posteriores a esa desafortunada decisión. Aunque el Partido Comunista había rectificado en parte y
se apartó del movimiento cívico militar que derrocó a Perón en 1955 - acentuaría su deriva hacia el
justicialismo todavía más en los tempranos sesenta con la línea codovillista del “giro a la izquierda
3
SIGAL, Silvia, Intelectuales y poder en la década del sesenta, Puntosur, Buenos Aires, 1991, p. 207.
4
Ib., p. 205. También puede consultarse: ARICÓ, José, Entrevistas. 1974-1991, Ediciones del Centro de Estudios
Avanzados, Universidad Nacional de Córdoba, Córdoba, 1999, especialmente Parte I.
del peronismo”-, los socialistas fueron uno de los participantes importantes del mismo. A partir de
1955, y cuando la autodenominada Revolución Libertadora terminó completamente controlada
desde noviembre de ese año por los sectores más liberales y prooligárquicos de las fuerzas armadas,
el debate se acentuó. Entre los intelectuales jóvenes de la generación posterior a 1945 surgió más o
menos rápidamente una actitud revisionista, ejemplificada en las posiciones de Contorno, que tuvo
una rápida onda expansiva y que fue una de los elementos más distintivos de la nueva izquierda.
Descontaminarse de gorilismo y acercarse de múltiples formas al movimiento que encuadraba
sólidamente al grueso de la clase obrera se convirtió en la tendencia predominante de los jóvenes
influenciados por el marxismo o por un liberalismo social avanzado que se radicalizaban creciente y
aceleradamente en esos años. El existencialismo sartreano, otra vertiente de la conformación
ideológica generacional, empujaba al compromiso militante inmediato.5
La temprana expresión de una estrategia guerrillera rural, dirigida por el Comandante
Uturunco en Tucumán a finales de la década de los '50, se enraíza más en la violencia de la
Resistencia Peronista contra la "Revolución Libertadora" que en la contemporánea epopeya de los
barbudos cubanos. Será el EGP en 1964, en la llamada "guerrilla de Salta" o "guerrilla de Segundo",
la experiencia inaugural francamente conectada a la nueva estrategia continental foquista inspirada
en una peculiar interpretación del desarrollo de la Revolución Cubana debida particularmente a
Ernesto Che Guevara. Estrategia que se pondrá aprueba de inmediato en la guerrilla del propio Che
en Bolivia, terminada en su asesinato, y se continuará en experiencias múltiples rurales o a través de
variantes urbanas en la década siguiente. La lucha armada adquiere entonces su plena legitimidad
revolucionaria, reforzada con el testimonio sacrificial de otra figura convertida también rápidamente
en poderoso símbolo, dirigido especialmente sobre la radicalización juvenil católica: la del cura
colombiano Camilo Torres.6 La guerra de Vietnam, a su vez, se convertía en el referente mundial
decisivo de la lucha antiimperialista.
CRISTIANOS Y MARXISTAS
En la tribuna del XX Congreso del Partido Comunista de la Unión Soviética, su secretario general
Nikita S. Jruschov pronunció en febrero de 1956 su célebre Informe secreto acerca de los excesos
del "culto a la personalidad" del camarada Stalin. Comenzó así abiertamente el proceso de ruptura
del monolitismo comunista, acompañado más allá de los deseos y objetivos de Jruschov, por la
apertura de nuevas líneas de acción y el resurgimiento del marxismo crítico aplastado durante
décadas por la vigencia del absolutismo dogmatismo. Dos años y medio después, el 28 de octubre
de 1958, el hijo de una familia humilde de agricultores bergamascos, Angelo Giuseppe Roncalli, era
elegido papa. Sin querer parangonar el sentido de ambos acontecimientos ni mucho menos endosar
las interpretaciones "eclesiales" del estalinismo, resulta tentador establecer cierto paralelismo.
Ambos venían a desencadenar el sacudimiento de estructuras rigidizadas, esclerosadas, y a conectar
a dos formidables corrientes de pensamiento y acción con las realidades más inmediatas del mundo,
por encima o contorneando rigideces y ortodoxias. Ambos hechos desencadenarían tormentas
doctrinales, apasionadas controversias intelectuales y tomas de posición política que influirían
profundamente a millones de personas en las tres décadas siguientes. Serían acontecimientos
decisivos en el diseño de lo que podemos denominar, con abuso de las palabras, sin duda, pero con
gran fuerza interpretativa, el "espíritu de los sesenta".
El papa Juan XXIII llamó a actualizar a la Iglesia en su presencia en el mundo
contemporáneo. Fruto de este impulso de aggiornamiento fue la convocatoria al Concilio
Ecuménico que se reunirá en el Vaticano, el segundo con esa denominación en la historia de la
5
Dos libros son importantes en el análisis del proceso político intelectual de estos años inmediatamente posteriores al
derrocamiento de Perón: el de Silvia Sigal ya citado y TERÁN, Oscar, Nuestros años sesenta. La formación de la nueva
izquierda intelectual en la Argentina. 1956-1966, Puntosur, Buenos Aires, 1991.
6
El proceso de la estrategia armada y algunas interesantes reflexiones críticas pueden consultarse en DEBRAY, Régis, La
crítica de las armas 1, Siglo Veintiuno Editores, México, 1975 y Las pruebas de fuego. La crítica de las armas 2, Siglo
Veintiuno Editores, México, 1975 [1ª ed. en francés, 1974].
Iglesia, a partir del 11 de octubre de 1962. La asamblea eclesiástica tuvo un alcance de profunda
conmoción religiosa, que pasó por revisar posiciones teológicas, litúrgicas y pastorales, y cuyo
sentido puede resumirse en una renovada expresión de responsabilidad de la Iglesia con el mundo
moderno.
El Concilio revisó la concepción cerradamente dogmática y centralizadora del poder de la
iglesia en la institución papal, iniciada por el Concilio de Trento a mediados del siglo XVI, base de
la llamada Contrarreforma. Esta tendencia se había reforzado a lo largo del XIX, como línea de
enfrentamiento al liberalismo y al derrumbe del absolutismo monárquico, del que el trono pontificio
había sido un singular representante, además de la pérdida de los territorios pontificios por la unidad
italiana en 1870. El Concilio Vaticano I endureció esta orientación, acentuada luego en el reinado
de Pío X (1903-1914).
El Concilio Vaticano II adoptó, por el contrario, una orientación pastoral, descentralizadora
y ecuménica. Respecto a la vida de la Iglesia, revalorizó la colegialidad de los obispos y el lugar de
los seglares en la Iglesia, que pasó a ser simbolizada por el pueblo de Dios peregrino en la Tierra.
La palabra de Dios recogida en la Biblia y en la tradición pasó a ser la única fuente de divina
revelación, con lo que se tendió un puente para el diálogo con los protestantes. A la vez, se acentuó
la disposición para el intercambio con las religiones no cristianas y con los agnósticos. Ya
podríamos quizás interrogarnos acerca de si esta apertura al mundo moderno, a la que la Iglesia
había vuelto la espalda desde mediados del siglo XIX, con el pontificado de Pio IX, no se relaciona
también con las posibilidades siempre entreabiertas de una modernidad "no capitalista", que entre
otros ha explorado o sugerido en su obra Bolívar Echeverría. La decidida participación de los
jesuitas en la planeación del concilio y su plena participación en la elaboración de las tesis más
avanzadas del mismo, son otra vía para poder pensar en la dirección apuntada, que no se extingue
solamente en el Concilio Vaticano II y sus inmediatas consecuencias, sino que se prolonga en
algunos documentos posteriores, en particular la muy importante encíclica Centesimus Anno del
papa Juan Pablo II. Y en orden a estas reflexiones más libres, deberíamos también indagar el
alcance de la actuación de los padres de la Compañía en las décadas posteriores al Concilio en
nuestra América, en la fuerte significación que su tarea ha tenido en la evolución de la
participación política de los cristianos católicos en las luchas sociales de todo el continente
latinoamericano y en el trazado de una perspectiva crítica al imperialismo y al capitalismo en sus
más crudas manifestaciones, como también en la elaboración de perspectivas de futuro no
capitalista y en iniciativas de amplia participación popular.
Algunos documentos históricos emitidos por Juan XXIII deben ser contabilizados no
únicamente en el trazado de lo que se llama la "doctrina social" de la Iglesia, tal como se originó en
la encíclica Rerum Novarum de León XIII y se continuó en la Quadragesimo Anno del papa
Acchille Ratti, Pío XI. Nos referimos principalmente a las encíclicas Mater et Magistra y Pacem
in Terris. Sin menoscabar en modo alguno la importancia de la posición de León XIII y su cauda, el
compromiso y el alcance de estas encíclicas del papa Roncalli son mayores, porque terminaron con
el ensimismamiento de la Iglesia católica respecto al mundo moderno, su abierto rechazo a él,
francamente asumido a partir de la unificación de Italia y el fin de los Estados Pontificios, con la
reacción del papa Pío IX a la revolución europea de 1848. Este pontificado resultó clave respecto a
la definición del papel de la Iglesia católica frente al modernismo. Giovanni Maria Mastai Ferretti
asumió al trono de Pedro en 1846, siendo unánimemente aclamado como depositario de esperanzas
de liberalización y encarnación también de proyectos de unidad italiana. La revolución liberal
italiana de 1848, sin embargo, lo obligó a huir de Roma. Vuelto a su capital, bajo el amparo de
bayonetas francesas y austríacas, emprendió la senda del autoritarismo como soberano temporal y
de un muy fuerte endurecimiento en lo ideológico como Sumo Pontífice católico, y también de
intransigencia teológica, planteada en la proclamación del dogma de la Inmaculada Concepción en
1854. Diez años más tarde publicó su encíclica de condena al liberalismo Quanta cura y su anexo,
el célebre Syllabus.
Triunfa así en la iglesia, un catolicismo a la defensiva, ocluido, curialesco y romano,
corporativo eclesial, rápidamente identificado con el extremo conservadurismo político y social de
las tesis más cerradamente ultramontanas. Rúbrica de toda la acción de Pío Nono: en 1869 convocó
al Concilio Vaticano I, que se disolvió con relativa rapidez frente a los acontecimientos de la
unidad italiana no sin antes establecer como dogma la infalibilidad del Papa en cuestiones de fe:
limitada en sentido estricto, la infalibilidad dogmática papal acrecentó de hecho la autoridad del
pontífice romano sobre otros campos ajenos a los de los artículos de fe e incrementó hacia dentro
del catolicismo el peso de una figura cuyo poder simbólico y autoridad canónica no había dejado
de fortalecerse desde la superación del gran cisma de Occidente en el siglo XV, reafirmando una
iconología y escenografía barroca forjada en las decisiones absolutistas de Trento. Escenografía al
fin exasperada pero también extenuada en el reinado de Pío XII. Una iglesia que se definió por la no
aceptación de la secularización en ningún campo de la actividad social, por la asunción de un
cristianismo que sostenía una cosmovisión universal, integrista y absolutamente coherente. Un
vigoroso rechazo al liberalismo y toda su influencia en el mundo y constitución del catolicismo
como una contra-sociedad jerarquizada y disciplinada en el rigor del dogma y la autoridad eclesial.
Un catolicismo populista, que encuentra su expresión en la ambigüedad de la formula de la
tercera vía, mucho antes de que algunos socialistas reformistas como Sik usaran el término, o que
finalmente éste fuera aplicado como fórmula mediática y engañosa del sociólogo Giddens para
cosechar adhesiones intelectuales al dudoso y finalmente desenmascarado proyecto de Blair. Una
tercera vía no capitalista, no socialista, que oscila entre un tradicionalismo medularmente
antomodernista, dominante en una larga primera etapa hasta el Concilio Vaticano II, y una
modernidad no capitalista que no termina de resolver su forma de concreción y que se abre paso
trabajosamente bajo formas complejas y por distintas vías a lo largo de la primera mitad del siglo
XX, para afirmarse fuertemente como la expresión más audaz e innovadora de esa reunión
ecuménica. Cualquier simplificación respecto de este fuerte perfilamiento del pensamiento católico
romano conduce a equívocos profundos en la hermenéutica de la confrontación ideológica y política
en la que fue siempre un actor decisivo y fundamental. Y esas simplificaciones provienen de la
visión reduccionista del liberalismo frente a una construcción intelectual de cuño religioso,
desgraciadamente endosada muchas veces por un pensamiento que se definía o define como
"marxista". No hay una posibilidad de una aprehensión y comprensión correcta de la dinámica de
ideas, mentalidades sociales y culturas políticas en la América Latina desde el último tercio del XIX
hasta la actualidad, si no se valoriza adecuadamente esta posición y su fuerte enraizamiento en el
desarrollo de prácticamente todos los posicionamientos nacionalistas y populistas, y en una de las
principales avenidas antiimperialistas: la del latinoamericanismo hispanista y católico fuertemente
opuesto al modernista "materialismo anglosajón" proveniente del Norte. De los entrecruzamientos,
paralelismos, influencias y guiños entre los distintos protagonistas tiene todavía mucho que decir la
historia intelectual de nuestra América en el siglo XX.
Acierta Jean Meyer cuando señala que esta ruptura esencial signada por el Syllabus fue
poco comprendida por los estados de la época, en el sentido de que pese a todas las ambigüedades y
compromisos tácticos: "Este catolicismo se hace inasimilable por el orden establecido, más allá de
todas las adhesiones políticas, y desde entonces está en constante mutación".7 Desde su punto
específico de análisis, el libro de Morello arroja luz precisamente acerca de esta esencial afirmación
en una de sus múltiples posibilidades de aplicación empírica, y nos descubre todo su radicalismo,
todavía no acabadamente visualizado como decíamos en la historia política e intelectual
contemporánea.
En 1870, las tropas italianas entraron en Roma, y un plebiscito popular reafirmó la anexión
de todo el territorio de los Estados Pontificios, incluida Roma, al reino de Italia. El sucesor de Pío
IX, Vincenzo Giocchino Pecci, León XIII, comenzó su reinado en 1878. Preocupado en un sentido
inverso al de su predecesor por las relaciones con la modernidad, el papa inició la llamada "doctrina
7
MEYER, Jean, Historia de los cristianos en América Latina. Siglos XIX y XX, Editorial Jus, México, 2ª ed. 1999, p. 305.
social" de la Iglesia y estableció un piso firme sobre el que se desarrollarían numerosas iniciativas
posteriores a lo largo del siglo siguiente.
La cuestión es muy compleja, y estos cortos apuntes solamente intentan trazar un marco
para la lectura del libro de Morello. Marco que de todos modos excede las décadas de la inmediata
atención de su temática directa. Porque el sentido de la producción de este libro, el que está presente
en su texto, y en las intenciones de su autor, no es solamente la recuperación histórica de un proceso
intelectual y político altamente significativo como fue la radicalización de los cristianos católicos
en Argentina y en América Latina a finales de los sesenta y comienzos de los setenta, efectuado -
por otra parte- con un rigor y una profundidad que no admite reservas. Lo que está en juego es un
balance, no en el sentido de un juicio histórico, sino en el de los desafíos de la hora presente,
respecto al compromiso y la presencia católica y cristiana en las contradicciones contemporáneas
más candentes y conflictivas. Despojada de intereses estatales por la sabia política de Pío XI,
aligerada de equipaje, la Iglesia pudo articular una presencia cada vez más escuchada y poderosa en
la escena mundial. Y Gustavo Morello, en este sentido, traza firmemente una línea metodológica de
abordaje, para comprender esa presencia eclesial, sus matices, sus diálogos interiores, y su
proyección más allá de la estricta confesionalidad. "Sin una fundamentación desde la creencia
religiosa el análisis de la intención política queda incompleto"; "Es un intento de ver la política
desde los actores, para no reducir la perspectiva política. Hay una dimensión teológica en esa
integración con la política". Al respecto, quiero recordar aquí unos interrogantes metodológicos
pertinentes que me surgieron al pensar la historia de la orden jesuita a través de la lectura de los
buenos volúmenes de Jean Lacouture: "Y, por último, en estas consideraciones donde impera lo
social y lo político, donde el aspecto religioso es casi soslayado, ¿no estamos eludiendo lo central?,
¿no resulta cuanto menos equívoco situar en un lugar secundario aquello que los propios actores
consideraban el sentido casi único de su práctica?, ¿no estamos echando un poco en saco roto aquel
saludable reparo de Febvre cuando advertía que Lutero, espíritu religioso por excelencia, había sido
convertido por un artilugio reduccionista en un político alemán, olvidando la centralidad de su
experiencia religiosa?".8 Precisamente el libro de Gustavo Morello elude esa tentación, pone el
centro específicamente dónde hay que ponerlo, evita la trampa de la secularización metodológica, y
este es, creo, uno de sus principales aciertos.
EL NACIONALISMO
A comienzos del siglo XX argentino se insinúa, para el Centenario ya se había convertido en una
realidad: el quiebre entre nacionalismo y liberalismo, esas dos ideas - fuerza básicas que habían
animado la generación constructora del '37 y que a pesar de las fisuras crecientes aún no se habían
divorciado en la del '80, se había consumado. Lo sorprendente no es la separación, sino la larga
convivencia, en la que no deja de ser fundamental la larga vida del general Mitre y su influencia
intelectual, imponente en los reconocimientos expresos pero que, además, penetraba sutilmente por
todos los poros de la vida social. A partir de esta separación, violenta y cargada de rencores
recíprocos, el nacionalismo deriva hacia formas múltiples. El nacionalismo democrático que no
desafía la legitimidad de la Constitución, el de Rodolfo Rivarola y Ricardo Rojas, que "procura
acompañar el cambio político de una transición deliberada [...] la de Roque Sáenz Peña" será sólo
"un tránsito entre el nacionalismo de los liberales de la república aristocrática, y el nacionalismo
antiliberal que se apresta para el combate contra la democracia incipiente". La actitud de Rivarola y
Rojas será prolongada en un nacionalismo "republicano", que reconocía la república, aceptaba las
instituciones, sospechaba del abismo del militarismo y rechazaba toda dictadura, representado por
los Irazusta y algunos de sus seguidores.9 Y a través de él, y del revisionismo histórico que en sus
8
CRESPO, Horacio, "Ad maiorem Dei gloriam. Experiencia jesuita e identidad cultural", en Estudios. Revista del Centro
de Estudios Avanzados,5, Enero/Junio 1995, Universidad Nacional de Córdoba, p. 223.
9
FLORIA, Carlos, "La tradición nacionalista. El recorrido histórico de una ideología social", en ITURRIETA, Aníbal (ed.),
El pensamiento político argentino contemporáneo, Grupo Editor Latinoamericano, Buenos Aires, 1994, pp. 49, 55-56.
formas abigarradas pero al fin amalgamadas por el antimitrismo genérico fue compartido por todo
el espectro nacionalista, esta corriente se derramará en el nacionalismo popular de FORJA, en la
izquierda nacional que lo mezcló con el marxismo no ortodoxo, y en los afluentes nacional-
populares del peronismo.
Pero desde los '20 también hay otro nacionalismo. Lo que Floria llama un nacionalismo
integrista, fabricante nato de teorías conspirativas, propietario de certidumbres exclusivistas,
ortodoxo y mitómano. Organizado en grupos paramilitares y filofascistas, es uno de los escuchas
privilegiados de la arenga militarista de Leopoldo Lugones. La preocupación por las consecuencias
de la inmigración sobre la identidad argentina tradicional se va a ir derivando en algunas minorías
activas en abierta xenofobia, algunas veces con un antisemitismo declamador y militante. Otras, se
ciñe a una ortodoxia católica emparentada con Falange y que está reñida en profundidad con el
neopaganismo fascista y mucho más aún con el nazismo hitleriano. Una revisión de los múltiples
acercamientos a este fenómeno político, conduce finalmente a Floria a sintetizar: "Según los
expositores el nacionalismo fue uno, dos y varios. Fue y es uno para los militantes absolutos, que
reconocían y reconocen el propio como verdadero y toda otra versión como falsa. Se divide en el
testimonio explicativo de Zuleta Álvarez, en el examen al principio agresivo y luego matizado de
Navarro Gerassi, en el estudio de Mónica Quijada -entre 'oligárquico' y 'popular'-, en la tesis de
Cristian Buchrucker entre el nacionalismo 'restaurador' y el nacionalismo 'populista'. Y se
multiplica en el análisis de Rama cuando se interna entre los grupos nacionalistas y halla a los
tradicionalistas, a los conservadores y católicos, a los pro y neofascistas, a los populistas o
peronistas, a los socialistas y a los guerrilleros... Las clasificaciones, las calificaciones y las
descalificaciones no hacen sino poner en evidencia la metamorfosis del nacionalismo y su singular
persistencia".10 Del nacionalismo populista se puede llegar a Montoneros o a López Rega y las tres
"A".
Los nacionalistas estuvieron presentes en la crisis de 1930; los nacionalistas republicanos
prefirieron mostrarse reticentes y luego opositores al uriburismo, y a los doctrinarios del '43; pero
los de "derecha" fueron activos protagonistas en ambos episodios. Y también estuvieron en el '55,
en el '62, en el '76 y en todo el dramático enfrentamiento de los '70. "En este sugestivo y persistente
itinerario marcado por las crisis en sí mismas, el nacionalismo de los años '70 se situó como
ideología inspiradora y activa en sectores y mentalidades militares y civiles, y en la ladera
militante: en los orígenes del movimiento guerrillero Montoneros se encuentra lo que para muchos
parece todavía un enigma. La mayoría de los jóvenes líderes montoneros no procedían de la
izquierda. Recibieron su bautismo político en organizaciones conservadoras tradicionales del
catolicismo, en la organización de inspiración falangista Tacuara y en capillas intelectuales de cierto
nacionalismo de derecha. La mezcla de nacionalismo populista y de ideales socialistas
revolucionarios sobrevendrá a esos orígenes y no será sino una prueba más de la accidentada y
siempre sorprendente trayectoria de una ideología que sirvió a militancias varias, a rituales afines
con los de los fascismos y con ellos a la militarización del lenguaje, del estilo y de los
comportamientos públicos representativos de una cultura política autoritaria".11
El nacionalismo tuvo un impacto profundo en el pensamiento y las creencias políticas de
muchos católicos. Presencia del nacionalismo en integrismos y mentalidades católicas de derecha
prevalecientes entre los veinte y los cincuenta, pero también activas en el tercermundismo y en las
variantes diversas de la teología de la liberación. Los años setenta serían el escenario relevante del
curso del nacionalismo por estas vertientes.12 Lo que creo que se debe cuestionar, a la luz de estas
hipótesis, de estudios recientes y futuras investigaciones, es la acrítica calificación de "izquierda
peronista" a la corriente articulada principalmente por Montoneros. Sin duda se llegaron a algunas
10
Ib., p. 57.
11
Ib., pp. 58-59. Para el pasaje de muchos jóvenes nacionalistas de derecha a la militancia en la "izquierda peronista" es
importante el estudio reciente: BARDINI, Roberto, Tacuara. La pólvora y la sangre, Océano, México, 2002.
12
FLORIA, Carlos, op. cit., p. 61.
definiciones programáticas importantes en esa dirección, en particular la de "socialismo", y a
algunas también importantes posiciones radicalmente antiimperialistas. Pero el paso de los jóvenes
de la derecha nacionalista a la "izquierda" peronista no les hizo abandonar toda una tradición y
cultura política proveniente precisamente de esa derecha, ni les hizo incorporar una tradición y
cultura política de izquierda que no conocían ni con la que sentían ninguna afinidad. Antes que la
fácil adscripción se impone estudiar los rasgos ideológicos, políticos y culturales de esa llamada
"izquierda" peronista, hacer una fenomenología de los mismos, y a partir de esta operación precisar
mucho mejor su caracterización. Muchos de los elementos militaristas y terroristas que se
desplegaron en los setenta tienen su base profunda en estos contenidos ideológicos y culturales de la
derecha nacionalista, más que en supuestas ontologías provenientes de la "extracción de clase", de
su origen "pequeñoburgués".
CRISTIANISMO Y REVOLUCIÓN
La trama narrativa de este libro, y su dimensión analítica, se anudan en el episodio de la revista
Cristianismo y revolución, y en la figura de su fundador, director y principal animador hasta su
muerte, Juan Manuel García Elorrio (1938-1970). Socialmente de clase media, seminarista, la
Revolución Cubana lo influencia decididamente. En el espíritu de la renovación conciliar, la figura
y la prédica de Dom Helder Cámara y el diálogo entre cristianos y marxistas van abriendo paso a
sus concepciones radicales acerca de la violencia contenida en la opresión de las clases dominantes,
ejercida secular y cotidianamente, y al necesidad de una respuesta popular a esa violencia como
camino necesario para la transformación social. Como casi todos en su generación hizo la
experiencia intrincada de la visualización y el encuentro con el peronismo como el espacio popular
de la Argentina y participó en la valorización de su dimensión revolucionaria, construyendo a la
vez el empalme de esa perspectiva del movimiento popular con el compromiso militante del
cristiano con la revolución y el socialismo: la confluencia unitaria de cristianos, marxistas y
peronistas en la lucha antiimperialista.
En esta elaboración compleja sobre la resolución en Argentina del problema más general
de la inserción de los cristianos en el proceso revolucionario en curso en América Latina resultan
claves las ideas y la práctica del cura colombiano Camilo Torres. Este sacerdote, militante y
sociólogo, introdujo el tema de la legitimidad de la violencia popular para los cristianos, dio
testimonio de ello con su propia muerte en combate, e influyó profundamente en el proceso de
radicalización y formulación de propuestas de Cristianismo y revolución. En García Elorrio está
presente una ética, cuyas raíces son profundamente cristianas y evangélicas y se nutren en el amor
al prójimo como su fundamento esencial, pero en la que no son ajenas tampoco algunas resonancias
provenientes del diseño moral del discurso de la Reforma Universitaria a pesar de las
discontinuidades ideológicas en las manifestaciones más evidentes, en una secuencia que se ve
muy claramente elaborada y consecuentemente desarrollada en el terreno de la moral revolucionaria
por Ernesto Che Guevara.13 Y a este imperativo ético insoslayable se une una atormentada
búsqueda de congruencia entre ideas y prácticas, enmarcada en el elevado compromiso del
intelectual cristiano inmerso en las preocupaciones y padeceres populares de Latinoamérica.
Cristianismo y revolución nació como un órgano de oposición a la dictadura de Onganía,
una de las expresiones más torpes de la trágica ceguera de los sectores hegemónicos de las clases
dirigentes argentinas en ese período, con una profunda influencia en el proceso de la decadencia
13
Por cierto que es un tema muy sugerente y habría que desarrollarlo mucho más ampliamente, la valoración del
peronismo que hizo el Che en una carta a su madre en el inmediato contexto de la "Libertadora" en 1955, y en el de la
reciente experiencia de la caída de Arbenz en Guatemala, de la que fue testigo directo, y de la que hay coincidencia en sus
biógrafos en cuanto a la importancia que tuvo para el afinamiento y la radicalización revolucionaria de sus ideas. Esta
valoración del peronismo y del carácter oligárquico de su caída es una manifestación muy temprana del proceso que
seguiría su generación en los años inmediatos posteriores al derrocamiento de Perón. Menciono esto en relación al
paralelismo con la búsqueda hacia los contenidos revolucionarios y populares del peronismo efectuada por García
Elorrio.
nacional.14 Se pensó también como un espacio de encuentro de las organizaciones armadas. Abordó
la difusión del pensamiento católico posconciliar, la argumentación de la radicalización ideológica
y política, la defensa de la lucha armada, el apoyo a la "tendencia revolucionaria" del peronismo
junto con la oposición a su conducción oficial, y la marcada coincidencia con la CGT "de los
argentinos" como expresión sindical de la lucha popular sin entregas ni claudicaciones,
características adjudicadas a los sectores vandorista y participacionista del sindicalismo peronista..
Gustavo Morello aborda aquí toda esta temática desde una perspectiva singular que creo es
el aporte fundamental, entre muchos, que hay que subrayar de este libro. Articulado inicialmente
sobre un necesario formato de obligación académica, el texto se resuelve sin embargo mucho más
allá de una aproximación analítica desde el estudio de la política o desde la historia intelectual. Los
resultados inobjetables de esta dimensión no puede ocultarnos, mejor dicho lo revelan mejor, el
espesor del texto en un compromiso del autor en términos de la comprensión del ethos de los
actores de Cristianismo y revolución, y más allá de ellos, con el trazado de una perspectiva
abarcadora de todo el proceso de radicalización cristiana de esos años sesenta. Hablo de una
cuidadosa empatía, muchas veces contenida, con el objeto de estudio y con los actores de ese
compromiso político y vital, expresada en la amorosa (he sopesado bien el adjetivo aplicado)
hermenéutica textual que nos devuelve toda la riqueza de esa elaboración, y también sus
limitaciones evidentes, sus aporías, su voluntarismo sin frenos. Recuerdo la inmediata sorpresa de
Gustavo cuando iba avanzando en la indagación de los contenidos de la propuesta de Cristianismo y
revolución. Sorpresa referida a la evidente falta de sofisticación de la argumentación intelectual, a la
debilidad de sus justificaciones empíricas, a la inmediatez y extremo voluntarismo que teñía todas
sus elaboraciones. Creo que esto se transparenta en ese recorrido prolijo que nos proporciona por
todo el contenido de la revista, cuyo rescate conlleva asimismo otra invaluable aportación al mejor
conocimiento de estos años, como herramienta de trabajo para futuras investigaciones y
comparaciones del universo de violencia contestataria cristiana y marxista que se desarrolló en toda
América Latina desde mediados de los sesenta a mediados de los ochenta.
Pero esta sorpresa, digamos que a veces expresada en una no abiertamente confesada
decepción desde el punto de vista de la densidad intelectual de la producción de Cristianismo y
revolución, tiene su revés, que el asumir otra dimensión de la lucha.
Morello ensaya una distinción conceptual sumamente importante, que creo que debería se
ahondada y que es una guía para futuros estudios y clarificaciones de la violencia en el período.
"La guerrilla del '70 es distinta de la del '60. El surgimiento de Montoneros marca un cambio en la
forma de entender la violencia. El fracaso de Cámpora, la traición de Perón y el gobierno isabelino
desatan una militarización que, si bien aumenta el número de 'cuadros' los aleja de la lucha política.
Se transforman en militares, en técnicos de la guerra. Podemos ensayar una distinción entre
guerrilla, entendida como lucha 'independentista', a la que adhieren diferentes sectores sociales,
entre ellos los cristianos; y terrorismo, los atentados, la máquina de matar, la locura del odio, la
militarización sobre la política". Este esfuerzo conceptual en esbozo abre fértiles posibilidades,
como decía más arriba. En primer lugar, puede repensarse una de las dimensiones de la guerra justa,
en los clásicos términos de resistencia a la tiranía, y dibujarse la difícil pero necesaria frontera entre
violencia justa y violencia injusta. En segundo lugar, tiende a establecer no solamente una
distinción técnica de la guerrilla con respecto al terrorismo, sino esencialmente política (la
dimensión pragmática de su efectividad) y ética. La justicia de la violencia popular contra la tiranía,
no es únicamente discernible a través de sus fines, sino de sus medios. Complejo asunto el de
discernir cuáles métodos de guerra están justificados en una dimensión de la guerra justa, y cuáles
están descalificados en sí mismos.
14
Una de las formas más sutiles y efectivas de esta decadencia es el "olvido" societario intencionado, o la "memoria"
sesgada, que permite que ideólogos destacados y responsables de esa inepcia prosigan siendo "formadores de opinión"
desde las columnas de "prestigiosos" diarios y desde la televisión en la Argentina de cuarenta años después.
Pero en relación a la discusión acerca del proceso de violencia argentina de esas décadas,
permite polemizar con la llamada "teoría de los dos demonios", condenatoria por igual del
terrorismo de estado que del terrorismo de las organizaciones armadas, lo cual si bien destaca el
hecho de condenar el terrorismo desde cualquier lugar que se origine no establece la necesaria y
fundamental distinción que se funda en la calificación agravante de la circunstancia terrorista
impulsada por el Estado, que la hace absoluta y cualitativamente diferente a la de los sujetos
particulares. Pero la teoría de los dos demonios parte también de una condena abstracta de la
violencia. Ninguna violencia es deseable, lo cual no quiere decir que toda violencia sea injusta, o
carezca de justificación ética. La distinción entre guerrilla y terrorismo, en estado de esbozo en el
texto de Gustavo, sale al encuentro de este problema, y plantea cuestiones conceptuales, de método
y de investigación concreta historiográfica de grandes consecuencias interpretativas. Discusión, por
otro lado, que los acontecimientos contemporáneos y sus perspectivas de desarrollo hacen necesaria
en grado sumo.
Acompañé la elaboración de este libro. Aprendí mucho de su autor y de su contenido.
Revaloricé grandemente la ética revolucionaria de los jóvenes cristianos de los sesenta. Entablé un
diálogo con Gustavo de la que estas líneas son testimonio y nueva estación.
HORACIO CRESPO
Ciudad de México, 13 de abril de 2003
Gustavo Morello
CRISTIANISMO Y REVOLUCIÓN
guerrilla argentina
(solapa anterior)
(foto)
Colección Thesys
Volumen 1
De la presente edición:
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IMPRESO EN LA ARGENTINA
Todos los derechos reservados - Queda hecho el depósito que prevé la ley 11.723
I.S.B.N.: 987-
Agradecimientos
A Horacio Crespo,
y a Fernando Storni, Oscar Calvo, José María Meisegeier, José Alessio, Fernando Bono
y Andrea Constantino, Gustavo Crespo, Enrique García, Miguel Petty, Víctor Zorzin,
José Luis Lazzarini, Jesús Sariego, Lila Perrén y Jorge Velasco, Gonzalo Fernández,
Gabriel Seisdedos, Erio Vaudagna, Roberto Martínez Castro, Pedro Krotsch, Armando
Andruet; Santiago, Malena y Marcelo Zarazaga; Miguel Meza, Martín Zarazaga,
Heriberto Martínez, Ignacio Vélez, Luis Rodeiro, Diego Palmero, Graciela Giraudo,
Marisol Mosquera.
A mis padres
6
Introducción
Parte de la utopía socialista en América Latina fue cristiana o muy influenciada por el
relato cristiano; especialmente en Argentina. A su vez, para muchos cristianos de
América Latina la mejor creencia política fue el socialismo: Izquierda e Iglesia
coincidieron como movimientos de masa que predican la liberación de la esclavitud y
la miseria. Lo ético provocado por la situación límite de la pobreza fue la sustancia de
la unidad política entre izquierda e Iglesia, lo que agrupó a amigos y enemigos. Cuando
las guerras se plantean de tal modo que es impensable que un hombre con ideas morales
no tome posturas, la neutralidad es despreciable.
Si occidente tiene dos raíces, Atenas y Jerusalén, las de Latinoamérica en los años ‘60
fueron Cuba y París; incluyendo en la metrópoli intelectual francesa el pensamiento
teológico que marcó el Concilio Vaticano II.
El objetivo de este trabajo es investigar las relaciones que se dieron entre la Iglesia y la
Izquierda en Argentina en la década del ’60. Con este fin, indagamos los presupuestos
sobre los que se asentó este “diálogo”, su contexto, objetivos, modalidad, y los
eventuales frutos de ese vínculo. Encaramos la investigación en torno a la revista
Cristianismo y Revolución, publicada en Buenos Aires entre setiembre de 1966 y
setiembre de 1971, cuyo objetivo fue esclarecer el papel del cristiano en la Revolución
Socialista en Argentina.
Estudiamos la perspectiva del actor católico en el proceso revolucionario; en qué
medida la praxis revolucionaria del católico se nutrió de su fe; en qué modo de otras
fuentes de pensamiento. Creemos que el análisis de la intención política queda
incompleto sin una fundamentación desde la creencia religiosa ya que no es posible
explicar la praxis política de un cristiano sin comprender el pensamiento que nutre esa
praxis. Se trata de un intento de ver la política desde los actores para no reducir la
perspectiva política: los católicos hacen la revolución desde la fe, por lo tanto esta
integración con la política tiene una dimensión teológica. Las creencias, religiosas o
políticas, son un cuerpo de convicciones individuales y colectivas que caen fuera del
terreno de la verificación empírica y la experimentación, pero dan significado y
coherencia a la experiencia subjetiva. Se remiten a valores transindividuales, a la
comunidad, y tienen significado ético-religioso.
La religión, en tanto que implica praxis, no es sólo una interrogación en el plano
teológico o moral sino que es, también, un problema político. Política y religión son dos
7
Iglesia y sociedad
Para entender las relaciones que se dan entre la Iglesia y la comunidad en la que se
inserta, es importante considerar dos de los dogmas fundamentales del catolicismo: la
encarnación y la escatología. La encarnación es la creencia en que Jesús es Dios hecho
hombre. En occidente estamos acostumbrados a escucharlo, pero no deja de ser un
problema. La divinidad es lo “no-humano”, lo no creado, y afirmar que una criatura, que
un hombre es Dios, plantea una aporía filosófica. Jesús se encarnó, se hizo hombre, para
salvar al hombre. La afirmación “Jesús es hombre” establece que de Jesús podemos
afirmar todo lo que decimos de un hombre, menos el pecado (que por otra parte, según
el dogma católico, tampoco es tan humano). Si el hombre tiene una estructura sicológica
dada, si es un animal racional, simbólico, que ríe, etcétera, todo eso lo podemos también
afirmar de Jesús. Y si lo político es una característica humana, lo político se puede
predicar de Cristo. Cuando decimos “para salvar al hombre” afirmamos que el hombre
entero va a ser redimido (elevado al cielo) por Jesús. Si el hombre es razón, pasión,
amor, arte, historia, cuerpo; así estará en el cielo: completo, colmado y ennoblecido. Si
lo político es del hombre, en el cielo habrá política.
El cristianismo, al asumir como dogma primordial la creencia en el Dios-hombre,
afirma que las verdades espirituales se expresan y manifiestan en lo humano. En la
humanidad de Jesús, Dios muestra su rostro. El dogma de la Encarnación es, para los
católicos, el sí de Dios al hombre y su cultura, la aceptación por parte de Dios de las
dificultades y las esperanzas del hombre. Dios se ha hecho hombre poniéndose, por
amor, de parte de los últimos, los desheredados.
Si Jesús se hace hombre para anunciar su amor a los hombres, la Iglesia debe hacerse
carne para anunciar a Cristo a todos los hombres, en todas las realidades. La Iglesia
debe tomar parte en la cultura y en la historia de los hombres y los pueblos. Todos los
aspectos de la vida humana pueden ser invitados a recibir a Jesús: las culturas, las
9
accedemos por la misericordia de Dios, y que ese “acceso” tiene que ver con nuestra
actitud comunitaria, política:
Vengan, benditos de mi Padre, tomen posesión del reino preparado para ustedes desde la
creación del mundo. Porque tuve hambre, y me dieron de comer; tuve sed, y me dieron de beber;
era un extraño, y me hospedaron; estaba desnudo, y me vistieron; enfermo y me visitaron; en la
cárcel y fueron a verme. (Mt. 25, 34-35)
Mystici Corporis, ubicó a la Iglesia como realidad espiritual, sin discutir su relación de
superioridad o no con el Estado, sino como una realidad distinta. En su mensaje de
Navidad, Benignitas et Humanitas, en 1944, reconcilió a la Iglesia con las formas
democráticas de gobierno. La renovación teológica, sobre todo en Biblia y liturgia, fue
animada por la encíclica Divino afflante Spirito. La Nouvelle Theólogie significó un
renacimiento teológico progresista, una reflexión adaptada al existencialismo.
Por influencia de las universidades de Lovaina, Insbruck y París esta teología llegó a la
Argentina, y a América Latina, a través de los seminaristas que estudiaban en Europa.
Se produjo un renacimiento contemplativo; una revalorización de la oración; una nueva
valoración y difusión masiva de la Biblia; y una renovación de la vida parroquial. En
Latinoamérica se comenzó a trabajar en la creación del CELAM (Conferencia Episcopal
Latinoamericana), que se plasmó en Río de Janeiro en 1955. El Obispo Larraín, de
Talca, Chile, fue uno de los gestores de este organismo.
1.2. La convocatoria
La vivencia de la guerra, el fracaso de la mentalidad del progreso indefinido, la
destrucción del continente más civilizado, y la crisis del individualismo, significaron el
resurgimiento de valores trascendentales que se creían muertos. Este marco anímico
tiñó el proceso que narraremos, y cristalizó en la convocatoria al Concilio Vaticano II.
Si bien el anuncio de Juan XXIII del 25 de enero de 1959 convocando a un Concilio fue
sorprendente, la idea no era tan nueva. Pío XI, apenas elegido Papa, pensó en continuar
el Concilio Vaticano I. Pío XII, quien tuvo en 1948 la misma iniciativa, intentó
modernizar el funcionamiento vaticano. Acompañado por algunos hombres de su
confianza, entre los que figuraba un grupo de jesuitas alemanes, se reservó la facultad
de no delegar en la curia ciertas decisiones que consideraba fundamentales. Esto le dio
mucho dinamismo a su pontificado, al menos a los primeros años1.
La convocatoria al Concilio, acogida tímidamente en la mayoría de las diócesis de
América Latina, significó un cambio importante respecto de los concilios anteriores: se
creó una comisión para el apostolado de los laicos (que no correspondía a ningún
organismo romano preexistente); se eligieron algunos obispos encargados de diócesis,
es decir con un trabajo pastoral concreto, como miembros de las comisiones; y se puso
1
Hacia 1950, se produce en el un cambio evidente: posiblemente la velocidad de algunos cambios haya
asustado a algunos sectores que protestaron contra el peligro de adaptaciones y compromisos irreflexivos.
Aubert, Nueva Historia..., p. 492-500.
14
bajo la dirección del Cardenal Bea, el Secretariado para la Unidad de los Cristianos. Si
bien en un primer momento predominaban los simpatizantes con tendencias
“conservadoras”, también aparecieron los nombres de los antiguos “perseguidos” de la
Nouvelle Theólogie: Congar, De Lubac, etcétera.
El Concilio se inauguró el 11 de octubre de 1962, en presencia de 2500 padres. Fue,
hasta ahora, el más universal en la historia de la Iglesia. En la asamblea se reunieron
obispos de los cinco continentes, con una presencia importante, y desconocida hasta
entonces, de las Iglesias jóvenes.
Las resoluciones del Concilio fueron surgiendo de la tensión entre fuerzas progresistas
y conservadoras.2 El grupo conservador, numéricamente más débil, estaba apoyado por
la Curia Romana; el grupo progresista contó con el aval, impensado, de los obispos de
los países “de misión” o “subdesarrollados”. Si bien la mayoría de ellos habían
estudiado en Roma, sus experiencias pastorales los hacían más conscientes de la
necesidad de transformación de la Iglesia. Aunque todos esperaban cambios, la gran
apertura que se fue dando obedeció al impulso de los expertos, unos 300, convocados
para trabajar en distintas comisiones, fue sorprendente. Estos teólogos presentaron a los
obispos las nuevas tendencias teológicas, redactaron borradores, mantuvieron contactos
directos, dictaron conferencias. Su tarea constituyó, para muchos padres conciliares, un
“reciclaje” teológico importantísimo. Como afirma Lacouture, "en el curso de la
historia, pocas instituciones han realizado una rectificación semejante. No hubo ni un
solo texto del Syllabus y del Vaticano I, de aquellos anatemas lanzados contra la
libertad y la modernidad, que en esta ocasión no fuese contradicho en la letra y en el
espíritu (...) Este mundo denunciado como perverso por los prelados de Pío IX en 1870
es ahora, en 1965, alabado, saludado por la constitución Gaudium et Spes, canto de
reconciliación con “la actividad humana, este gigantesco esfuerzo por el que los
hombres, a lo largo de los siglos, se afanan por mejorar sus condiciones de vida
[esfuerzo] que corresponde a los designios de Dios” (Lacouture, 599).
Los textos definitivos, aprobados por el Concilio, tuvieron tres denominaciones
diferentes, correspondientes a la autoridad implicada: las Constituciones (cuatro:
liturgia, Iglesia, Iglesia y mundo, revelación); los decretos (nueve: entre ellos los de
2
Las diferencias de concepción entre estos dos grupos se dan en torno al papel de la Iglesia ante el mundo
y la estructura misma de la Iglesia en su interior. Los “conservadores” apostaban a una nueva Cristiandad
en lo temporal, y ponían el énfasis en la “estructura jerárquica” de la Iglesia hacia el interior. Los
“progresistas” enfatizaban, por un lado, la necesidad de dialogar con el mundo; y, por el otro, la identidad
de la Iglesia como “Pueblo de Dios”.
15
3
Si bien estos temas no están directamente plasmados en un documento conciliar, inmediatamente al final
del Concilio, en 1967, aparecen una encíclica (Populorum progressio) que es importante en la
comprensión del actor político católico en América Latina.
16
treinta, de la necesidad de reconquistar la cultura para la Iglesia. Si bien este había sido
un proyecto de León XIII en el siglo XIX, a partir de la desaparición de los Estados
Pontificios se hizo necesario buscar otros caminos para influir desde la perspectiva
católica en la vida civil de las sociedades. Era necesario establecer a la Iglesia como una
fuerza viva dentro de cada sociedad.
Así surgieron distintas asociaciones laicas (es decir, de no religiosos) dedicadas a ser el
“brazo de la jerarquía” en la vida civil. La primera fue la JOC, Juventud Obrera
Católica, fundada por el padre Cardijn en Bélgica, cuyo objetivo era introducirse en el
mundo obrero. La difusión de este movimiento en América Latina fue notable, pero sin
lugar a dudas, la Acción Católica fue la institución laical por excelencia de la Iglesia del
siglo XX. Nacida en la década del treinta, su época de esplendor se extendió, en
América Latina, hasta los años 70. En su intento de restaurar la vida cultural católica y
ser una forma de misión en el mundo, realizó un trabajo notable a través de sus ramas
especializadas: la Acción Católica obrera (que incluía organizaciones como la
mencionada JOC), agraria, juvenil, etcétera. La mayoría de los grandes dirigentes que
tuvo la Democracia Cristiana provinieron de la Acción Católica. Este partido político
nació como un intento de acceder a los distintos poderes de la vida republicana a través
de los mecanismos de la democracia de partidos4.
Muchos laicos fueron descubriendo su misión de cristianos a través de estas iniciativas
de la jerarquía y constituyeron una elite que poco a poco fue creciendo en la conciencia
de la misión: no como meros colaboradores o ejecutores de la voluntad de la jerarquía;
son con una entidad específica. La encíclica Mystici Corporis, del 19 de junio de 1943,
enfatizó esta conciencia de un rol distinto del de los religiosos, lo cual provocó no pocos
4
(Cárdenas, 699; Aubert, 507; Pike, 359-340). Los orígenes de la DC se remontan a la Europa de la
entreguerra. El antecedente más conocido fue el Partido Popular de Don Sturzo en Italia. Cuando a los
católicos se les abre la posibilidad de actuar en política, los que adhieren a la democracia como forma de
gobierno se plantearon la necesidad de organizar partidos de inspiración cristiana; que si bien no fueron
“confesionales”, tuvieron una base social predominantemente católica. Las relaciones con la Jerarquía
eclesial de los distintos países no siempre fue fácil. Después de la Segunda Guerra, ya bajo la inspiración
concreta de Maritain, Mounier, Giorgio La Pira, Alcides de Gásperi, el Padre Lebret y otros, y de la
enseñanza social de la Iglesia, se organizan partidos de dicho signo, aunque no todos portaron el nombre
de “cristianos”. Cobraron gran impulso en la década del ’50 y ’60. En América Latina se siguió el
ejemplo y se fundaron partidos en casi todos los países, con diferente resultado. La Argentina no fue
proclive a este tipo de partidos “doctrinarios”; lo mismo le sucedió al PC y al socialismo. Aunque la
pertenencia al credo católico de sus dirigentes puede ser un punto en común con el “nacionalismo
católico”, las fuentes de pensamiento y la concepción del mundo son totalmente distintas. Mientras la DC
abrevaba en las fuentes mencionadas, los profranquistas se inspiraban en Maurras o José Antonio Primo
de Rivera. De aquí el cuño antimilitarista de la DC. Muchos temas planteados por la DC, tales como la
libertad de opción política para los cristianos, la necesidad del compromiso político, la autonomía de lo
temporal, la independencia y cooperación entre la Iglesia y el Estado, etcétera, fueron muy discutidos;
hasta que, finalmente, la teología posterior al Vaticano II los incorporó al pensamiento católico.
19
choques con ciertos obispos que, en algunos casos, buscaban únicamente “extensiones”
de su influencia en distintos órdenes de la vida profana.
Poco a poco, de ser una elite que influye sobre personas, estos grupos fueron tomando
una postura crítica con respecto a la política de gueto, tratando de llegar a ser un factor
transformador de las estructuras sociales. La nueva conciencia acabó plasmándose en la
concepción del Vaticano II de la Iglesia como pueblo de Dios: la Iglesia es el fermento
que debe transformar la masa, la nueva semilla que tiene que dar el fruto de una nueva
sociedad.
5
En el cambio de concepción hacia la Iglesia como un “pueblo” influyeron mucho los biblistas, sobre
todo los dominicos franceses, que asistieron como técnicos de los Obispos al Concilio, y que querían
rescatar esa imagen de la Iglesia a partir de la del Antiguo Testamento: la Iglesia nuevo Pueblo de Dios;
subrayando lo de pueblo frente al esquema más jerárquico heredado del Vaticano I.
20
"¿Encontrará la Iglesia un camino para llegar a la generación actual y a las épocas futuras? El
camino de la Iglesia que exige e impone en nombre de un Dios que exige e impone es una vía
muerta. Con nuestra existencia hemos privado al hombre de la confianza. También en las
Iglesias hay hombres que se han cansado..." (Lortz, 644)
Este pensamiento, del jesuita Alfred Delp, muerto en los campos nazis, nos muestra la
preocupación profunda de la Iglesia, o por lo menos de algunos de sus miembros, por
acercarse a la realidad del mundo profano. Esta dirección se vio impulsada
decididamente por Juan XXIII, quien renunció francamente, y así lo entendieron fuera
de la Iglesia, a la nostalgia de restaurar una Cristiandad de tipo medieval.
Roncalli había desarrollado una intensa actividad como diplomático. Tanto en París
como en Turquía fue tomando conciencia de la brecha que existía entre la Iglesia y el
mundo contemporáneo. Durante su tarea como nuncio trató de acercar la Iglesia al
mundo, labor que se vio favorecida por su temperamento. Una vez elegido Papa, se
dedicó de lleno a abrir las puertas de la Iglesia. Estaba convencido de que la Iglesia
debía adaptar su predicación, su organización y sus métodos de pastoral a un mundo que
se había transformado profundamente. Para llevar a cabo esta misión convocó al
Concilio Vaticano II, al cual asoció la colaboración de los obispos del mundo entero y
de los referentes teológicos de las Iglesias cristianas no católicas. A esta conciencia de
necesidad de abrir la Iglesia al mundo se le sumó, dado su origen familiar modesto, el
deseo de trabajar por la creación de un "mundo mejor". El llamamiento a la justicia, la
igualdad, y el humanismo de su encíclica Mater et Magistra sorprendieron
favorablemente a los ambientes de izquierda6. La sinceridad que se percibía en este
hombre quedaba de manifiesto en la calurosa recepción de su última encíclica, Pacem in
terris, la cual intenta un acercamiento entre los grandes bloques hegemónicos. Pablo VI,
su sucesor, acentuó esta tendencia aperturista al invitar a laicos a participar en el
Concilio. La Iglesia trataba de acercarse al mundo contemporáneo.
6
En un reportaje, el Che afirma que la encíclica tiene cosas interesantes y que, aunque él no coincide con
todo, es muy progresista y se adapta a lo que pasa en el siglo XX. (Guevara, 144-146).
22
"Resplandezcan la plena sencillez y pureza de los orígenes, que aparezcan los rasgos de su
juventud entusiasta, y que con ello surja una imagen cuya fuerza conquistadora sea capaz de
dirigirse también al espíritu moderno en toda la extensión del encuentro: la imagen de la
Iglesia joven es el objetivo consciente de que su única misión es llenarlo todo del espíritu de
Cristo." (Lortz, 644)
23
Si bien muchos de los logros puntuales del Concilio tuvieron un “inspirador” (John
Courtney Murray logró incluir el tema de la libertad de conciencia; Karl Ranher
universalizó la salvación; de Lubac introdujo su visión de la Iglesia, y Bea el
ecumenismo), fue la inteligencia y la voluntad de Juan XXIII lo que provocó el
movimiento renovador. Sólo con el Vaticano II se superaron, de manera concreta y
efectiva, las matrices culturales grecolatinas. La Iglesia comenzó a pensarse como “no
necesariamente europea”. Este movimiento intelectual ayudó a que las Iglesias
periféricas generaran un intento propio de reflexión teológica, muy vinculado a lo
particular y concreto de las situaciones de cada región. Este impulso fue fundamental en
el tema que estamos trabajando. Las posturas cristianas revolucionarias, en América
latina y en Argentina, respondieron a la reflexión teológica sobre la realidad social de la
región.
Una parte importante de la Iglesia era consciente de que esta renovación no se podía
hacer con las antiguas estructuras eclesiales. Era necesario, si se pretendía dialogar con
el mundo contemporáneo, no sólo rejuvenecer la teología sino también las estructuras
concretas de acción de la Iglesia, renovar la organización replanteando la función de los
obispos y la renovación de la vida parroquial. De hecho, la insuficiencia de la parroquia
tradicional para llegar a los obreros alejados de la Iglesia ya se había planteado, en
1943, en el libro de los Padres Godin y Daniel, Francia: ¿país de misión?. Según los
autores, los curas y las estructuras tradicionales apenas rozaban la superficie del mundo
moderno. Un intento de responder a este problema fue el surgimiento en Francia del
movimiento de los sacerdotes obreros. Si bien este movimiento sufrió una interrupción7
alrededor de 1954, su manera nueva de concebir la pastoral marcó a muchos
movimientos durante la década del ’60. Los institutos de vida consagrada (las órdenes y
congregaciones religiosas masculinas y femeninas) recibieron un nuevo impulso en la
línea de lo que ya venía haciendo Pío XII para tratar de aprovechar al máximo el
potencial evangelizador de esa fuerza un poco dormida. En América Latina se
reorganizó la labor misionera; llegaron numerosos sacerdotes y religiosas de Europa; se
reanimaron las estructuras de pastoral; aumentó el protagonismo de la Iglesia en la
educación, y el interés por el mundo obrero y campesino se tradujo en la creación de los
sindicatos cristianos.
7
Es suspendido por la jerarquía de los Dominicos, primero, y por la Santa Sede después.
24
Pero ese espíritu de acercamiento al mundo que había comenzado en la segunda guerra
mundial se vio empujado por la apertura del mundo occidental: los diálogos de Kennedy
y Jruschov, las relaciones entre Cuba y Washington, entre Argelia y De Gaulle,
señalaron una primavera a la que la Iglesia no se resistió.
"Este proceso se caracterizaba por una reflexión más profunda de la teología dogmática sobre
el tema de la historicidad del hombre, de la Iglesia y de la teología, sobre la problemática,
inherente a esta visión, de la hermenéutica, sobre la teoría evolucionista, en la que había
proyectado nuevas luces Teilhard de Chardin (+ 1955) a través de sus escritos, al principio sólo
fragmentariamente conocidos, así como sobre la urgencia de los esfuerzos ecuménicos y los
problemas de la dedicación al mundo secularizado del “final de la edad moderna”. Los
resultados de estos planteamientos fueron sumamente positivos, tanto en el aspecto formal como
en el material: el pensamiento histórico se atrevió a trazar esquemas histórico salvíficos e
histórico teológicos. El tema de la Iglesia, que a tenor de los postulados de la encíclica Mystici
Corporis se estudiaba fundamentalmente en sus aspectos místico-orgánicos y jerárquicos, se
25
amplió para dar cabida a la dimensión de lo comunitario, considerando a la Iglesia como una
comunidad en la que quedaba más vigorosamente acentuado el elemento de los laicos. En la
cristología, que había experimentado un nuevo impulso y enriquecimiento gracias al
enfrentamiento con la doctrina de Déodat de Basly (+ 1937), inspirada en el estoicismo,
apareció en primer plano el interés por la humanidad (la sicología) de Cristo. Alcanzó singular
relieve, mantenido hasta hoy sin mengua, el tema –introducido en la discusión por H. de Lubac-
de las relaciones entre naturaleza y gracia, para cuya solución estaba llamada a tener
influencia determinante la concepción unitaria de la creación y la redención, de lo profano y lo
cristiano, de la inmanencia y la trascendencia de la divinidad." (Scheffczyk, 400-403)
8
Fue muy importante, para la renovación teológica, el conocimiento que los teólogos y biblistas católicos
tuvieron de la teología y, sobre todo, de la exégesis protestante. Hizo mirar la Escritura desde otros
ángulos. Antes del Concilio estaba mucho más desarrollada la exégesis protestante que la católica.
9
(Lortz, 640). Esta es la “tesis” en donde se nota la influencia de De Lubac: ninguna época ni escuela
puede explicar la totalidad del Dogma cristiano; ni siquiera Santo Tomás o la Escolástica. De Lubac
también colaboró con la publicación y difusión de los escritos de los Padres de la Iglesia.
26
cada caso, la respuesta adecuada. Esta libertad que adquierió la conciencia frente a la
ley, se manifiestó en las publicaciones de autores cristianos que se comprometían por
las luchas del hombre que busca su libertad: Mauriac, Bernanos, Maritain, Guillemin,
etcétera. El reconocimiento por parte de la Iglesia de la libertad de conciencia se dió
finalmente en el Concilio por la labor de John Courtney Murray, abogado del
pluralismo ante sus correligionarios católicos.
La moral social, rama de la teología dedicada a reflexionar sobre la praxis cristiana
hacia la otra persona, había experimentado un auge notable en el período de
entreguerras. Este desarrollo llevó a distinguir e independizar dos disciplinas: la cáritas,
o lo que sería la reflexión sobre la práctica del amor fraterno entre los hombres; y la
doctrina social, una sociología a la luz del Evangelio, marcada por todas las encíclicas
sociales a partir de León XIII. Dentro de este área, la reflexión fue pasando desde la
crítica al marxismo y la injusta situación de los obreros del mundo capitalista, hasta los
contrastes no ya entre personas sino entre países ricos y pobres10, y la necesidad de crear
situaciones objetivas de justicia que alejaran tanto la amenaza marxista como la
anarquía del capitalismo. Sin duda alguna, la segunda guerra contribuyó a este
desplazamiento de puntos de interés.
La preocupación por la evangelización llevó a desarrollar una rama de la teología
denominada “pastoral”. Esta disciplina teológica era una reflexión sobre los intentos de
acercar el mundo a Dios y de acercar Dios al mundo con una dinámica que implicaba el
respeto por el mundo y sus procesos. Si bien se vio influenciada por las diversas
circunstancias sociales que venimos marcando, su mayor impulso estuvo dado por el
reconocimiento de la importancia que tiene para el cristianismo el intento de hablarle al
mundo que se alejaba cada vez más de la fe cristiana. El axioma clásico de los
misioneros “fuera de la Iglesia no hay salvación” fue reinterpretado. En las primeras
misiones, los sacerdotes se veían urgidos interiormente para bautizar -con el
consentimiento o no, con plena conciencia del fiel o no, no importaba- porque
consideraban que si no lo hacían esas personas se condenaban irremediablemente. No
había, para la teología de la época, ninguna posibilidad de felicidad eterna para el que
no estaba bautizado. El libro del jesuita francés Louis Capéran sobre Le Salut des
infideles publicado a principios del siglo XX esbozó lo que se reflexionaría luego en el
10
Populorum Progressio es donde por primera vez el pensamiento social de la Iglesia aborda el tema del
desarrollo global del mundo. Hasta entonces las reflexiones de la Jerarquía habían quedado muy
enmarcadas al mundo de la empresa o a los problemas sociales más propios del mundo industrial.
27
mantener las tradiciones y los vínculos con el Cielo y con los que antes rezaron en la
tierra. Pero gran parte de la renovación se origina en torno a los movimientos litúrgicos
que surgieron a comienzos del siglo XX en Europa, y tan fuerte fue su impulso que
para algunos autores es en este campo en donde más lejos se llegó, enfatizándose el
carácter comunitario de la liturgia, buscando fundamentar la renovación en las fuentes
bíblicas e intentando un acercamiento al mundo y los valores humanos.
11
La Iglesia católica habla de “ecumenismo” cuando se refiere a otras confesiones cristianas, y de
“diálogo interreligioso” cuando lo establece con otras religiones.
12
Para el Derecho Canónico, un monitum es una advertencia, una aclaración puntual sobre doctrina o
disciplina.
29
reunificación. Pero la Instructio13 del mismo Papa en 1948, si bien contiene elementos
retardatarios, hizo del ecumenismo un asunto oficial de los obispos: señalaba a los
cristianos que, en el impulso unificador de las iglesias no vinculadas a Roma, debían ver
una obra del Espíritu de Dios. En el fondo de las resistencias al ecumenismo estaba la
convicción de la Iglesia católica de que sólo ella era la auténtica Iglesia fundada por
Jesucristo. Los católicos temían que esta pretensión se vería relativizada si se sentaban
en la mesa con las restantes iglesias cristianas. Con la participación de la delegación
católica en la asamblea plenaria de Nueva Delhi del Consejo Mundial de Iglesias, en
1961, se superaron las profundas reservas que tenía la Curia Romana frente a las
reuniones ecuménicas.
¿Cómo se produce este cambio en las actitudes? En general la Resistencia y el
sufrimiento de los cristianos de distintas iglesias en los campos de concentración, nazis
y estalinistas, puso de manifiesto los elementos comunes a todas las confesiones: todos
los cristianos, sin distinción, dieron la vida por Cristo. Se trataba de salvar la esencia
misma del cristianismo por encima de las diferencias que pudiera haber. La amenaza del
nacionalsocialismo articuló una oposición intelectual y práctica de la que participaron
pensadores católicos (de Lubac, Fessard) y pastores protestantes de distintas iglesias. A
la finalización de la segunda guerra, se formaron en distintos lugares círculos
denominados “Una Santa”, de seglares y teólogos. Fueron centros que cultivaron la
oración y el diálogo y, aunque su impulso fue disminuyendo, mostraron la voluntad de
las bases cristianas de articular un proceso ecuménico serio. Si bien el movimiento
abarcó toda Europa y Estados Unidos, en Alemania se dio un clima más favorable para
este diálogo: no había tantas iglesias como en Estados Unidos, y los representantes de
cada confesión tenían posiciones más definidas desde el punto de vista teológico. Esto
sin contar la realidad tan cercana de la guerra y el nazismo.
Otra vertiente del movimiento ecuménico provino de los intentos de diálogo con los
ortodoxos. El interés ecuménico de Pío XI se centraba sobre todo en las iglesias
orientales. Fundó en Roma, en 1922, el Instituto Oriental, dedicado al estudio de las
iglesias ortodoxas y a fomentar una investigación seria que llevara a estrechar vínculos
con dichas confesiones. Para la teología del siglo XX, la cuestión de la ruptura con
Oriente había dejado de ser una polémica en la que se intentaba repartir culpas. Se
trataba de una desgracia, de un hecho lamentable que debía ser solucionado.
13
Según el Derecho Canónico, una instructio es la aclaración de lo que la ley eclesiástica prescribe y los
modos en que ha de ejecutarse.
30
14
En un artículo escrito durante el Concilio, Murray incluyó como subtítulo, “la cuestión americana en el
Concilio”. (Cf. John Courtney Murray, En torno a la libertad religiosa. La cuestión americana en el
Concilio, en López Jordán, 1964). Si bien planteada en la cuestión de la libertad religiosa, la tesis de
Murray fue un golpe decisivo al corazón del proyecto de Nueva Cristiandad, de un Estado católico que
defienda y proteja la fe.
32
"Si alguna culpa se nos puede imputar por esta separación, nosotros pedimos perdón a Dios
humildemente y rogamos también a los hermanos que se sientan ofendidos por nosotros que nos
excusen. Por nuestra parte, estamos dispuestos a perdonar las ofensas de las que la Iglesia
católica ha sido objeto." (Jedin, 191)
15
Por “constantinismo” se entiende la etapa histórica, y la corriente teológica nacida en ella, que marcó la
identificación entre la Iglesia y el Estado, entre el cristianismo y el Imperio romano.
16
El pensamiento de Lebret y sus grupos influyeron notablemente en A.L., fue una de las fuentes más
importantes de un pensamiento renovado y preocupado por lo social en el continente. (Löwy, 181-183).
34
17
Aunque eran posturas decididamente contrapuestas, tanto en el socialismo como en el marxismo hubo
cierto reconocimiento a la importancia de lo religioso. El socialismo francés de la década de 1840, y antes
los utópicos del 1800, tienen un marcado carácter religioso. Son admiradores de Cristo, defensor de la
igualdad y la solidaridad. El socialismo era el Evangelio en acción. Y a la inversa, los pensadores
cristianos franceses de principios del siglo XX, también pueden ser calificados de “socialistas”. El
movimiento de cristianos revolucionarios es heredero de la tradición de anticapitalismo cristiano
progresista francés: Péguy, Mounier, Weil, los Cristianos Revolucionarios del Frente Popular, la
Resistencia antinazi de Témoignage Chrétien, los curas obreros. Mounier, quien será muy leído por los
cristianos comprometidos, le criticó al capitalismo el imperialismo del dinero, la anonimidad del mercado
y la negación de la personalidad humana. Propuso el socialismo personalista que tiene muchísimo que
aprender del marxismo. Es una alternativa a Maritain y la DC. Posibilita la idea de que no es necesario
bautizar la revolución. Hay una sola historia que avanza hacia Dios (Díaz Salazar, 144). Dentro del
marxismo clásico, Lenin sostenía que no se podía plantear el tema religioso al margen de la lucha de
clases, había que entenderlo y apreciarlo en ese contexto. Las convicciones religiosas no tiene que ser un
obstáculo para el que quiera ser revolucionario. Rechazar a un revolucionario por sus convicciones
religiosas es hacerle el juego a la burguesía (Harnecker, 110-112). Rosa Luxemburgo sostenía que si los
curas quieren ser fieles al mandamiento del amor, deben aceptar el movimiento socialista. Gramsci veía
en el postulado de “todo hombre es hijo de Dios” el fermento de las ideas de igualdad, fraternidad y
libertad entre los hombres. Para este autor, el cristianismo popular es, en ciertas condiciones históricas,
una forma de voluntad de las masas populares, una forma de racionalidad del mundo y de la vida. Ernst
Bloch ve en las formas de protesta y rebelión de la religión una de las manifestaciones del principio de
esperanza, de la utopía. Lucien Goldman compara fe marxista con fe religiosa: ambos rechazan el
individualismo y cree en valores transindividuales: Dios o la comunidad. Según Mariátegui, la fuerza del
revolucionario está en su fe, su pasión, su voluntad. Es mística, religión. La revolución hace surgir valores
espirituales como la solidaridad, la indignación moral, el compromiso de la vida (Löwy, 22-30).
36
18
Es importante marcar que el interlocutor religioso cristiano en la Unión Soviética ha sido,
fundamentalmente, la Iglesia ortodoxa, y no la católica romana.
37
cristianos una opción política posible como cualquier otra. Una cristalización de este
acercamiento fue el movimiento de Cristianos para el Socialismo. Mientras que algunos
lo juzgaron como una absorción de lo cristiano en el marxismo, sus integrantes creyeron
en un compromiso efectivo en los procesos revolucionarios del continente19.
En nuestro continente, si bien los partidos comunistas no eran mayoritarios, (Newsweek
hablaba de 250.000 afiliados en 1960 en Latinoamérica), la calidad y efectividad de sus
integrantes era indiscutida. Todos los PC de América latina eran, en la década del ’60,
“sufragáneos” de Moscú lo cual los hacía rígidos y poco adaptados al medio20. La
expansión de su propuesta se debía dar en cuatro etapas: partidos, bloques adherentes,
bloques más amplios, acceso al gobierno o influencia en él. El comunismo encontraba
tres estamentos potencialmente revolucionarios en América Latina: el nuevo proletario
sin raigambre, sin propiedad y sin dirección, que no tiene nada que perder ni defender;
los intelectuales, estudiantes, profesionales (periodistas, escritores, artistas), que forman
un grupo inquieto; los campesinos sin tierra, elemento muy prometedor y dinámico
según la teoría de Mao. El problema con el maoísmo, tanto para el marxismo soviético
como para la Iglesia, es que este aparecía como el más adecuado al Tercer Mundo.
Esta lucha anticomunista de la Iglesia coincidió con la emprendida por la mayoría de las
naciones del continente latinoamericano alrededor de los años cincuenta, en el marco de
la guerra fría. La expulsión de muchos misioneros de la China hizo que activistas
cristianos, algunos de los expulsados y otros provenientes de la Europa anticomunista
de la Guerra Fría, desembarcaran en Latinoamérica convencidos de que si no se actuaba
con rapidez, se repetiría la historia china. Esta presión decidió al Vaticano a tomar
cartas en el asunto y convocar a un Congreso Eucarístico Internacional en Río de
Janeiro, en 1955. Cuando se clausuró el Congreso, se inició la primera de las reuniones
del CELAM. Se propuso reavivar el ímpetu misionero para frenar la infiltración
comunista en el continente, aunque varios obispos, en esta misma reunión fundacional,
19
El primer encuentro de esta corriente se llevó a cabo en Santiago de Chile, el 23 de abril de 1972.
Trabajaron en comisiones durante casi una semana. Los resultados de este seminario pueden verse en
Autores Varios, Los cristianos y el socialismo. Primer encuentro latinoamericano, Siglo XXI Argentina,
Bs. As., 1973.
20
Para el marxismo clásico resultaba difícil encontrar una clase social protagónica para la Revolución en
América Latina. En la estricta ortodoxia, el verdadero protagonismo correspondía a la clase proletaria;
minoritaria en la mayoría de los países de un continente apenas industrializado. En muchos casos fueron
las clases medias e incluso los campesinos y asalariados rurales los que emprendieron el camino hacia el
socialismo marxista. Resulta paradójico pensar que Cuba era uno de los países menos proletarizados e
industriales del continente. Por ortodoxos, muchos PC padecieron de “falta de perspectiva
latinoamericana” al pensar la Revolución; llegando a excluir a los movimientos guerrilleros y a la lucha
armada como posibilidad. (Cf. Harnecker, 9-10).
39
plantearon que la Iglesia debía situarse sin equívoco junto a los sectores sociales que
trabajaban por solucionar los graves problemas sociales del continente.
Muchos religiosos afirmaban que el liberalismo explotador del campesino y del
indígena, y los regímenes conservadores paternalistas, le habían preparado el terreno al
comunismo, así como la incapacidad de los católicos para poner en práctica la doctrina
social de la Iglesia. Después de la reunión del CELAM en Río, la Iglesia
latinoamericana abordó seriamente la cuestión social y comenzó a capacitarse con
estudios y cursos socioeconómicos. Algunas conferencias del CELAM, por ejemplo la
de Mar del Plata en 1966, se transformaron en seminarios de alto nivel intelectual. Este
tipo de actividades vino a llenar una carencia en la formación filosófica y teológica del
clero católico para atender el problema marxista. Si bien la conferencia de Río sugería
iniciativas para luchar contra el comunismo, advertía también sobre los peligros de caer
en un anticomunismo que terminara acallando la crítica justa al sistema social.
La preocupación por las injusticias sociales del continente hizo que muchas veces se
acusara a la Iglesia o a sus miembros de comunistas. En 1964, el viceprovincial de los
jesuitas peruanos afirmó que si exigir justicia era ser comunista, el Evangelio sería
comunismo. Según Helder Cámara, no era lícito suponer que la Iglesia asumía una
postura comunista por criticar la posición egoísta del liberalismo económico. De algún
modo estas acusaciones facilitaron el acercamiento entre sectores comunistas y
católicos. Hacia 1968, en diferentes documentos la Iglesia reconoció la importancia de
la colaboración con personas de buena voluntad, ateos o creyentes, en la promoción de
todos los hombres. La conciencia de la gravedad de la situación social del Tercer
Mundo, y en especial de América Latina, pulió las aristas más duras de ambas
posiciones.
Es innegable la seducción del marxismo en estos años en Latinoamérica. Era una
alternativa, a veces pareció la única, a males verdaderos. La derrota del analfabetismo,
ciertas igualdades producidas por el sistema hacían que, para vastos sectores del
continente, no se mirara como preocupante la pérdida de algunas libertades. “¿De qué
sirve decirse libre si uno muere de hambre?”. El obispo de Tacuarembó afirmaba, en
1962, que en muchos lugares del Uruguay el ganado era mejor tratado que muchos
niños. El comunismo aparecía así como un humanismo enfrentado a las injusticias
sociales no sólo desde lo teórico, sino en la vida concreta.
En los años que nos ocupan, dos hechos hicieron cercano el comunismo a los cristianos
de América Latina: Cuba y Camilo Torres.
40
Las preocupaciones sociales, una profunda exigencia de justicia y, tal vez, la conciencia
de la pasada negligencia de los católicos frente a los problemas sociales,
comprometieron a muchos miembros de la Iglesia cubana a mantener una actitud de
colaboración y hasta de simpatía con la revolución. Después de 1960, cuando se
manifiestó la índole marxista de la revolución, hubo una crítica fuerte del episcopado.
El período que va del ‘61 al ‘68 fue el de la Iglesia del silencio. El nombramiento de
Amado Blanco como embajador en el Vaticano y la presencia del nuncio Cesar Zacchi
en La Habana, inició un acercamiento. El ‘68 fue un punto de inflexión: Fidel declaró
que no podía resistirse a trabajar con un clero revolucionario como el surgido en
Medellín. La Iglesia asumió el socialismo como el gobierno en Cuba. En 1969 el
episcopado cubano se dirigió a los católicos de la isla presentándoles la encíclica
Populorum Progressio y los documentos finales de Medellín. En esa misma alocución
condenó el bloqueo a Cuba. El acercamiento gustó a unos y desorientó e hirió a
católicos cubanos que sufrieron las persecuciones del régimen. Más allá de esta
discusión, Cuba apareció, para muchos católicos progresistas, como una posibilidad
concreta de realización en la tierra de la Ciudad de Dios.
Camilo Torres, sacerdote colombiano, nació en Bogotá en 1929. Una vez ingresado al
seminario, cursó sus estudios en Lovaina y trabajo con éxito en la diócesis de Bogotá.
En contacto con los medios universitarios tomó conciencia de los problemas sociales
del país, y si bien al principio simpatizó con las ideas desarrollistas, poco a poco se
aproximó a la izquierda. Las diferencias con la jerarquía y la radicalidad de su
compromiso lo llevaron a dejar el ministerio sacerdotal y unirse a los movimientos
revolucionarios. Entre sus ideas se destacaban el amor eficaz, hacer que el compromiso
cristiano se vuelva sociológicamente relevante; y la violencia como mal menor y
necesario. Según Camilo Torres, el ejemplo de lo que sucedía en Polonia (la distensión
de las relaciones entre el Vaticano y el régimen comunista y cierta colaboración entre
ambos) era el signo de que resultaba posible construir un socialismo sin destruir lo
esencial del cristianismo. Alentados por los pasos del padre Torres, muerto en febrero
de 1966, surgió en 1968 el “grupo Golconda”21 alineado en una actitud crítica al
gobierno colombiano, y el núcleo de los Sacerdotes para América Latina (SAL),
identificados por su opción por el socialismo.
21
Se llamaron así por la finca en la que se reunieron, en el municipio de Viotá, Cundinamarca. El
documento completo se publicó en CyR 12. Hubo dos reuniones organizativas, una en julio de 1968 y
41
otra del 9 al 13 de diciembre del mismo año. En CyR 23, se informa de la detención de algunos miembros
del grupo en octubre de 1969.
42
León XIII, monárquico en política, sostenía el origen del Estado y del poder estatal en
Dios como creador del hombre social. Sin embargo, con el tiempo, observó que el
sistema monárquico iba perdiendo legitimidad, al menos en Francia, y que entre el
cristianismo y la república no existía incompatibilidad fundamental. El 17 de enero de
1892, se publicó en un diario parisino una inesperada afirmación pontificia: "La
República es una forma de gobierno tan legítima como las demás".
A partir de Pío XI, la misión del Estado se definió claramente como instrumental: un
medio para el bien común, para lograr el bien público y el respeto de la dignidad del
hombre. El mismo Papa escribió dos encíclicas contra las dos formas del totalitarismo
europeo: Mit brennender Sorge (Con viva preocupación, redactada en alemán) contra el
nazismo; y Humani Generis, contra el comunismo marxista. Frente a estas experiencias
totalitarias, Pío XII evaluaba los problemas de la democracia, aun como una forma de
gobierno que respeta la libertad del hombre y su dignidad de ciudadano. El mismo
pontífice comenzó a mostrar la preocupación de la Iglesia por los países
subdesarrollados, posiblemente porque veía en esta desigualdad una fuente de
conflictos. Juan XXIII, en Mater et Magistra, señaló los límites del Estado de derecho:
el respeto por la dignidad del hombre, la división de poderes, la autonomía de los
grupos sociales, entre otros.
La Iglesia dejó de “canonizar” una forma de gobierno como querida por Dios, pero
continuó criticando a los regímenes autoritarios y dictatoriales que atentaban contra la
dignidad del individuo. Muchas veces esta crítica de la Iglesia, o de algunos sectores de
ella, creó conflictos importantes.
Un foco de conflicto fue el del rol del Estado frente al problema de la atención social.
Este aspecto fue una preocupación clásica de la Iglesia, pero a partir de la legislación
social de Bismarck en Alemania, el Estado aparecía como competencia en lo referido a
protección y preocupación social. Este proceso culminó con el surgimiento del Estado
social. Si bien muchas veces la Iglesia fue “socia” o colaboradora del Estado en este
rubro, en no pocas sucedieron conflictos frente a la impasibilidad del Estado en estas
cuestiones; en especial en América latina.
Después de la segunda guerra, el clero sintió una creciente preocupación por la clase
obrera y la justicia social. Esta dedicación, a veces obsesiva, coincidía con la
incapacidad de las estructuras estatales para hacer frente a la situación. La actividad de
los comunistas en este campo provocó la reflexión católica sobre los problemas
43
22
Numerosos son los sacerdotes que se acercan a los obreros en esta época. Destacamos aquí la figura de
Alberto Hurtado, jesuita chileno, quién fundó en 1947, la Asociación Sindical Chilena. Sus ensayos sobre
el trabajo y el humanismo social fueron muy difundidos. Su pionero trabajo social en medios obreros fue
reconocido el 18 de agosto de 1994, cuando Juan Pablo II lo beatificó.
44
"El cristianismo es social o no es. Mientras esa redención no se logre, tendremos los católicos
que sentir como aguijón en las carnes dormidas el contraste acusador entre nuestro
proletariado rural y la doctrina clara, precisa, apremiante de la Iglesia sobre esta llaga de
nuestra sociedad. Lo que se nos pide no es un paliativo superficial a un mal tan hondo."
45
"Con frecuencia no se llama la atención sobre abusos sociales del Estado, de las organizaciones
económicas o de los capitalistas, por temor a posibles represalias contra la Iglesia (...)La falta
de libertad en este terreno frena a los católicos y a la misma jerarquía cuando tratan de aplicar
y difundir los postulados sociales cristianos. Por evitar mayores males se guarda silencio o se
habla en forma tan vaga que resulta ineficaz. Esto sucede con demasiada frecuencia, y el campo
queda libre para que los agitadores aprovechen sin mayor responsabilidad estas circunstancias.
¿Qué decir de los casos demasiados frecuentes en las grandes estancias, cuyos dueños son ricos
y a veces grandes bienhechores de la Iglesia, pero mantienen numerosos peones con ínfima
23
(Dussel, 231-239). Contemporáneo a este cambio de perspectiva en la Iglesia, surgen en América latina
los planes de desarrollo, impulsados por Kennedy para prevenir la repetición del modelo cubano; y la
Teoría de la Dependencia, que se extiende a los análisis de casi todos los países del área.
46
retribución y tratados poco menos que como esclavos? Estos casos abundan en varias naciones
de América." 24
“Es necesario gritar una y mil veces que la defensa de la civilización cristiana, de la cultura, de
la religión y de la libertad, no tiene nada que ver con la defensa de los intereses capitalistas de
ninguna clase social, de ninguna nación ni grupo de naciones, y que, por el contrario, esos
intereses están reñidos esencialmente con la religión cristiana y la libertad cristiana y
constituyen la premisa materialista del comunismo" 25
No pocas veces la derecha continental trató de frenar las iniciativas sociales católicas
con la acusación de subversión.
Otro factor que dificultó la acción de la Iglesia por la transformación de las estructuras
fue la demorada capacitación de sus filas en el área de las ciencias sociales. Si bien en
Francia, como consecuencia de la guerra, surgieron estudios de sociología religiosa, y la
24
Ismael Quiles s.j., Evolución social cristiana. ¿Inercia, conservadurismo, miedo?, en la revista
Latinoamérica, 1953, p 442.
47
25
J. Ycaza Tigerino, en la revista Estudios centroamericanos, de los jesuitas de América Central, 1954.
26
Sobre el estudio de ciencias sociales por la Iglesia argentina, Cf. Gustavo Morello, "Perfil e historia del
CIAS", Revista del Centro de Investigación y Acción Social, de los jesuitas de Argentina, mayo 2000, año
XLIX, n. 490, p. 47-55.
48
Capítulo II
27
Recordemos las denuncias del fraile Antonio Montesinos, en el Adviento de 1511; la Brevísima
descripción de la destrucción de las Indias, de Bartolomé de las Casas; la denuncia que los jesuitas hacen
del “servicio personal” como “esclavitud encubierta” a través de su Provincial, Diego de Torres, en 1609,
y la consiguiente polémica con el pueblo de Córdoba; la oposición de las Reducciones del Paraguay
frente a los Bandeirantes, etc. (Cf. Di Stefano y Zanatta, 13-34).
28
Por ejemplo, el P. Gregorio Funes, Deán de la Catedral de Córdoba, que apoyó desde esta ciudad la
Revolución de Mayo. (Cf. Horacio Crespo, Los textos de la doctrina política del Deán Funes. 1810-1811,
en la revista del Centro de Estudios Avanzados, U.N.C. Estudios, n. 11, enero-junio 1999, p.111-123). La
jerarquía latinoamericana que más apoyó la Independencia fue la de México, en donde murieron más de
cien sacerdotes en combate o fusilados por defender la independencia. Por su parte, el Vaticano no
reconoció la independencia de estos países sino hasta bien avanzado el siglo XIX.
49
valores necesarios para reconstruir la sociedad; por otra parte, veían en la posición
capitalista, una secuela protestante en la exaltación del individualismo. La reacción
conservadora también puede entenderse como respuesta a la dirección que tomaban los
jóvenes dirigentes liberales. Básicamente pensaban que para construir naciones
modernas, era necesario despegarse de todo lo que tuviera que ver con la España
oscurantista y medieval. No podían democratizarse ni modernizarse las costumbres con
una Iglesia que influía en todos los ámbitos de la vida y no deseaba cambios en las
estructuras. Esta dirigencia reclamaba la igualdad de todos los ciudadanos,
consecuentemente la abolición de los privilegios que la Iglesia mantenía del pasado
colonial, y la libertad de pensamiento que significaba atacar la reivindicación de los
eclesiásticos de ser autoridad tanto en materias profanas como religiosas.
La inmensa mayoría de la jerarquía de la Iglesia se oponía abiertamente al liberalismo
por considerarlo ateo, mirándolo desde la imagen de la Revolución Francesa. En este
contexto general, la facción conservadora de la Iglesia y sus aliados civiles, asumieron,
a mediados del siglo XIX, la doctrina social del “paternalismo”. El orden social
implicaba la existencia de clases bajas encargadas, por esta condición natural, de las
tareas más bajas en la escala social. Este ordenamiento divino de la vida social no
significaba que pudiera despreciarse la dignidad del hombre, porque todos están
llamados a la salvación de Dios. Es más, las clases más desprotegidas tenían “derecho”
a la protección de la aristocracia que asistía a su ayuda con medidas de corte
paternalista. Poco a poco, esta postura fue haciendo caer a la Iglesia en el desprestigio y
la pérdida de influencia en los ámbitos de decisiones de la sociedad civil. Para
restablecer el prestigio perdido tendría que esperar hasta el primer tercio del siglo XX.
Hacia los años treinta, con las profundas adaptaciones que significaron los “Pactos
lateranenses”, la posguerra europea, y la Gran Depresión, la Iglesia latinoamericana
experimentó un renacimiento nunca visto desde la guerra de la independencia. Desde
Francia, la influencia de Maritain permitió proyectar el ideal de Nueva Cristiandad y
asentar, sobre este esquema, dos organizaciones claves: la Acción Católica, como
organización de bases; y la Democracia Cristiana, como respuesta de la Iglesia
universal a los gobiernos de tipo fascista.
Con la finalización de la segunda guerra mundial, Europa empezó a hablar de unidad.
Bajo su influencia, diversas corrientes de opinión en Latinoamérica hicieron resurgir el
sueño de la patria grande de los Libertadores. Comenzó una toma de conciencia de la
existencia de una cultura propia, de una impronta, una tradición, un modo de ser
50
"(...) la actual [crisis revolucionaria] significa todavía una crisis más profunda y violenta [que
la de la Independencia], porque implica el pasaje del ejercicio de poder de una oligarquía a un
pueblo alfabetizado, culto y responsable en la democracia real; esto significará la supresión de
29
En torno al proyecto “panamericanista” de Washington se nuclean sectores de la derecha económica y
política que pretenden para América latina un modelo nacionalista y desarrollista, con un marcado talante
anti-izquierdista y militar, que fue calificado como la "Doctrina de Seguridad Nacional". Si bien esta
corriente nace en la década del ’60, se constata su llegada al poder en varios países de América latina en
los ’70. (Cf. Cárdenas, 423, 427).
30
No todos los golpes militares pretendieron romper la continuidad democrática y el sistema partidista
imponiendo gobiernos represivos. Unos pocos, siguiendo el modelo de los militares peruanos, tenían
mayor corte popular: consideraban que el Ejército, por su supuesta independencia de los partidos
políticos, era la única fuerza política capaz de realizar reformas socioeconómicas y políticas en los países
de América latina.
51
muchos privilegios, pero no por el deseo nihilista de la destrucción, sino por el afán humanista
de que todos se beneficien de los valores de la civilización universal. (Dussel, 205)
Más allá de esta radicalización, la situación social de América Latina era crítica. La
solidaridad de la Iglesia frente a esta situación y su compromiso fueron los hechos más
significativos de la reunión del CELAM en Medellín. Este encuentro no se limitó a
intentar la aplicación del Concilio a la realidad continental, sino que significó el
reconocimiento de la situación continental y el compromiso con el proceso de
liberación. La presencia de la prensa internacional y la visita de Pablo VI a Bogotá,
hicieron que se conociera mundialmente lo que se venía gestando en la Iglesia de
América latina. La opción preferencial por los pobres, la crítica a la violencia
institucionalizada, la opción por la paz basada en la justicia, y el sentido bíblico de la
irrupción liberadora de Dios, constituyeron los aportes de la Iglesia latinoamericana al
catolicismo universal.
Medellín
La segunda reunión del Episcopado Latinoamericano fue decisiva en la historia de la
Iglesia en América latina: por primera vez la Iglesia jerárquica tomó conciencia
oficialmente de la gravísima situación de injusticia social a la que señaló como violencia
institucionalizada (Paz, 16). Así como Rerum Novarum cristalizó el comienzo de la
preocupación social de la Iglesia universal, Medellín marcó el descubrimiento
latinoamericano de las exigencias sociales del Evangelio.
Si bien había habido manifestaciones de la Iglesia latinoamericana en favor de los
pobres31, Gaudium et Spes y Populorum Progressio proporcionaron el fundamento
teológico y la incitación a un mayor compromiso social. La Revolución Cubana, por su
parte, mostró la necesidad de un cambio de estructuras y un modo de lograrlo, y dejó a
la Iglesia el desafío de responder a esa necesidad desde un punto de vista cristiano32.
La miseria que margina a grandes grupos humanos es una injusticia que clama al cielo,
la causa de la frustración de aspiraciones legítimas que genera la angustia popular
(Justicia, 1). El subdesarrollo del continente impide la paz (Paz, 1). Esta situación, tiene
31
Ver, La Iglesia y el campesino chileno y El deber social y político de los católicos en la hora presente;
declaraciones del Episcopado chileno en 1962; y la reunión del CELAM en Mar del Plata, en 1966.
32
Las alternativas que se propusieron, el desarrollismo de la CEPAL y las reformas socialcristianas,
desilusionaron a muchos católicos, quienes encontraron en la revolución la única vía posible para el
cambio de estructuras.
52
múltiples causas: las desigualdades excesivas entre ricos y pobres, que marginan a las
mayorías (Paz, 4); la postergación de Latinoamérica por el imperialismo internacional
del dinero, que extrae las riquezas del continente, dejándolo sumido en la pobreza (Paz,
9); y la dependencia (Paz, 8). Dichos sectores califican de subversión todo intento de
cambio que los perjudique (Paz, 5) y recurren a la fuerza para defender sus posiciones
(Paz, 6). Esta actitud los hace responsables de provocar las revoluciones explosivas de
la desesperación (Paz, 17).
"Si el cristianismo cree en la fecundidad de la paz para llegar a la justicia, cree también que la
justicia es una condición ineludible para la paz. No deja de ver que América Latina se encuentra,
en muchas partes, en una situación de injusticia que puede llamarse de violencia
institucionalizada... Tal situación exige transformaciones globales, audaces, urgentes y
profundamente renovadoras. No debe, pues, extrañarnos que nazca en América Latina la
“tentación de la violencia”. No hay que abusar de la paciencia de un pueblo que soporta durante
años una condición que difícilmente aceptarían quienes tienen una mayor conciencia de los
derechos humanos." (Paz, 16).
33
Lila M. Caimari; Perón y la Iglesia católica. Religión, Estado y sociedad en la Argentina (1943-1955),
Ariel historia, 1995, Bs. As.; Roberto Bosca, La Iglesia nacional peronista. Factor religioso y poder
político; Sudamericana, 1997, Bs. As.; Loris Zanatta, Del Estado liberal a la Nación católica. Iglesia y
Ejército en los orígenes del peronismo. 1930-1943. Ediciones de la Universidad Nacional de Quilmes,
Quilmes, 1999; y del mismo autor, Perón y el mito de la Nación católica. 1943-1955.
54
"La Iglesia joven, construcción de fuerzas liberadoras, para quien Dios es infraestructura,
construida desde el pueblo, es la portadora de una teología que hace imposible todo tipo de
esclavitud. Es el sacramento, el signo, la expresión del Hombre que es Dios." (Habegger, 90)
La temática de estos grupos es revolucionaria: cómo crear una sociedad que permita
desarrollar al hombre nuevo y el trabajo creador.
En varios sectores de las vanguardias sociales había cristianos. Entre 1962 y 1963 se
realizaron los primeros encuentros entre estos militantes. El objetivo era relacionar entre
sí a los cristianos que estaban convencidos de la necesidad de un cambio social para
que, sin abandonar sus diferentes participaciones políticas, tuvieran igual mística y
visión. En el encuentro de noviembre de 1963 el tema fue el cambio de estructuras y la
discusión de un programa revolucionario. En general los cristianos criticaban el sistema
capitalista.
Un riesgo grande que se enfrentó desde el catolicismo en la década del ’60 fue la
reedición de cierto clericalismo, aunque esta vez de izquierda, que mantenía la
concepción de la Iglesia como un poder temporal y disminuía su función profética.
Desde el catolicismo posconciliar, ello era absurdo: "Todo lo humano es religioso"
decía Teilhard. Hay un solo hombre y una sola creación. No hay necesidad de
“bautizar” la revolución. Junto a este social cristianismo que propiciaría una
“revolución cristiana”, los católicos revolucionarios advertían otros riesgos: el
desarrollismo que quería reformar y no cambiar; y el izquierdismo que al radicalizarse
se distanciaba del pueblo.
34
Gustavo Morello, Entrevista a Erio Juan Vaudagna, Trabajo presentado en el Seminario “Etnografía y
55
"¿Qué debe hacer la Iglesia? Algo formidable, con urgencia y que afecte a su fondo mismo. Casi
me atrevería a decir: algo revolucionario. Por supuesto, en un buen sentido. La Iglesia entera
debe movilizarse... ¿Dónde se decide la salvación del mundo? Más que en los edificios de la
Iglesia, la marcha de la historia se decidirá en las Universidades, en las fábricas, en los
Parlamentos, en las familias, en los gobiernos, en los sindicatos." (Mons. Zaspe, obispo de
Rafaela) (Habbeger, 148).
Muchos jóvenes tuvieron su primer contacto con la pobreza a través de los grupos
católicos que trabajaban en las villas miseria y en las misiones que se organizaban al
interior. En general se sentían muy identificados con Jesús, con su amor a los pobres y
su Evangelio, aunque no tanto con las prácticas del catolicismo. Se sentían convocados
por el compromiso cristiano más que por su inclusión en la Iglesia.
Hacia 1960 aparece la Juventud Universitaria Católica; en 1963, surgen los grupos
social cristianos; la Democracia Cristiana se relaciona con el peronismo proscrito; se
organiza el grupo de “Economía Humana”; muchos cristianos comienzan a militar en
movimientos de izquierda. Algunos sacerdotes se implican directamente en el "plan de
lucha" que la CGT lanza en 1964. La adhesión de los universitarios a este conflicto
marca una alianza entre obreros y estudiantes que tendrá su hito histórico en el
Cordobazo. En setiembre de 1966 aparece la revista Cristianismo y revolución, dirigida
por Juan García Elorrio, y hacia diciembre la revista Tierra Nueva, que asumirán la
posición más crítica y radicalizada del cristianismo militante.
La universidad es la caja de resonancia de estas formas nuevas del compromiso
cristiano que tendrá características propias, dada la extracción social de los militantes, el
medio en el que actúan y la dinámica posconciliar. Al católico gobierno de Onganía se
le enfrenta una parte importante del estudiantado católico. El 7 de septiembre de 1966
es baleado en Córdoba el militante universitario Santiago Pampillón, a quien algunos
atribuyen filiación católica35.
La actuación de los cristianos en la universidad tenía dos corrientes: la primera,
encauzada en las misiones y campamentos de trabajo como los organizados por el
Padre Mugica o el jesuita “Macuca” Llorens36, los cuales ayudaban a sensibilizar a estos
jóvenes con una realidad nueva y en medio de la cuña boscosa santafesina, organizaban
diálogos católico-marxistas; la segunda, más intelectual representada, por ejemplo, por
las Cátedras Nacionales creadas en el seno de la universidad onganiana por el padre
Justino O'Farrel, cura formado en Lovaina, y el sociólogo Roberto Cárdenas, en un
intento de repensar, a la luz de la problemática política del momento, las corrientes de
pensamiento europeas y formular teóricamente las cuestiones que tenían que ver con la
liberación nacional. Para ello leían a Hernández Arregui y Jauretche, pero también a la
Escuela de Francfort, Habermas, Sartre, Hegel37.
El 18 de octubre de 1965, en la UBA38, se organizó un diálogo público entre católicos y
marxistas. Juan Carlos Rosales39 y Fernando Nadra (marxistas) y Carlos Mugica y
Guillermo Tedeschi (católicos) eran los protagonistas. Desde 1962 venían
produciéndose diálogos informales con la izquierda nacional, el marxismo
independiente y algunos miembros del PC. No todos estos “diálogos” eran amistosos.
Hubo uno particularmente polémico entre Eggers Lan y León Rozitchner. A raíz de un
artículo de Eggers Lan publicado en El correo de la Cefyt (Revista del Centro de
Estudiantes de la Facultad de Filosofía y Letras de la UBA, número 2, septiembre 1962)
titulado Cristianismo y marxismo, León Rozitchner escribió en Pasado y Presente una
respuesta en la que criticaba duramente el reduccionismo en el que incurría Eggers Lan
al ocultar el aspecto materialista del marxismo. Eggers Lan contestó con una nota
titulada Respuesta a la derecha marxista. León Rozitchner replicó en el mismo número,
y cerró la polémica: si bien marxismo y cristianismo pueden coincidir en el cambio de
estructuras, esta coincidencia se diluye al pasar a lo filosófico. León Rozitchner acusaba
al catolicismo de usar “tácticamente” al marxismo, como instrumento político, sin
adherir a sus principios filosóficos. Para el marxismo, tanto la Iglesia como institución
político-religiosa-económica, como su justificación dogmática y racional del hombre,
es enemiga no sólo de cuanta revolución se pretende realizar –esa que el profesor E.L.
37
Esta experiencia, surgida de un grupo de cátedras de sociología de la Facultad de Filosofía y Letras de
la UBA fue un intento de vincular la sociología con los problemas que hasta ese momento habían sido
ajenos a la enseñanza de la misma. La idea era establecer contactos entre los estudios y la realidad
nacional; de algún modo, reflexionar el peronismo a la luz de categorías sociológicas. Entre los docentes
que participaron de esta experiencia estaban Pedro Krotsch y Eduardo Jorge, ambos vinculados a CyR.
38
En la Universidad Nacional de Córdoba, la Federación Universitaria Chilena de Córdoba, había
organizado estos “diálogos” del 1 al 5 de junio de 1964. Uno de los que participó fue el P. Milán
Viscovich, sacerdote del clero secular, decano de la Facultad de Ciencias Económicas de la Universidad
Católica de Córdoba. Diario Córdoba, 27 de mayo de 1964.
39
Rosales es miembro del Comité Central del PCA, especializado en el tema de la religión. Es quien hace
el prólogo a la edición argentina (1965) del libro italiano El diálogo de la época. Católicos y Marxistas,
en donde se establece una polémica entre autores de estas corrientes.
57
quiere que nos sentemos a pensar juntamente- sino de nuestra propia liberación
nacional. La Iglesia católica es enemiga porque es socia del Imperialismo en América
latina40.
Se distinguía a los de ideología socialista de los comunistas, porque los militantes del
PC eran más dogmáticos. Los marxistas reconocían en el diálogo que la dimensión
religiosa no es necesariamente alienante. No se niegan las imposibilidades de
conciliación que hay entre ambas posturas; pero la existencia de un solo creador, que
actúa en todos los momentos de la historia y en todo lo humano, hace que para los
católicos sea posible dialogar .
La crítica que algunos hicieron a este “diálogo” es que era importado (imitaba lo que
pasó en Salzburgo, con una problemática más intelectual que vital) y minoritario (el
movimiento popular era ajeno a la experiencia, reducida a los grupos universitarios).
Pero descubrió un fruto maduro al romper con el gueto, tanto de los marxistas como de
los católicos. Además, este intercambio consolidó las posiciones de sectores cristianos
que se consideraban de izquierda. Juan García Elorrio participó de aquellos diálogos.
Los primeros que usaron la expresión “Izquierda Cristiana” en Argentina fue un grupo
de la Democracia Cristiana que en 1965 bautizó así a una revista. Con izquierda
mostraban su actitud frente al desorden burgués, su postura de crítica y transformación
del capitalismo. Por cristiana, que no es sinónimo de católica, entendían la aceptación
de la tradición espiritual de Argentina y los valores humanos que se encuentran en el
Evangelio41.
En mayo del ’69 obreros de la industria en huelga se hacían presentes en el centro de la
ciudad de Córdoba. Muchos son los cristianos que, solidarizados con esta
disconformidad, participaban en el Cordobazo.
40
Eggers Lan tuvo algunas conferencias sobre este tema en el auditorio de Radio Nacional Córdoba, de
las cuales participaron algunos miembros de CyR Córdoba.
41
(Habegger, 148-149). Esta expresión era utilizada en los ámbitos de la DC con cierta frecuencia. Se
entendía por “izquierda” un sinónimo de “cambio social”. Según testimonio del Dr. Gonzalo Fernández
para este trabajo, “en aquel tiempo, todos nos considerábamos de izquierda”. En Chile, un grupo más
radicalizado se desprendió formando el Partido Izquierda Cristiana, integrante de la Unidad Popular. La
revista a la que hacemos mención, dirigida por Mario Peralta, respondía a un grupo de gente de Capital
Federal. Si bien las posiciones sostenidas eran compartidas por muchos, el grupo no representaba un
núcleo interno importante. Según el testimonio antes mencionado, alguna de esta gente derivaría a
Montoneros. El mismo entrevistado indica que antes de ellos, se había definido como “izquierda” los
miembros de la lista Verde, que publicaban la revista Comunidad. Este grupo, a su vez, se divide en dos:
una izquierda “a la europea” que rechazaba al peronismo como expresión de caudillismo; y los
“nacionales y populares” que veían en el PJ una expresión criolla de los avances de la clase trabajadora.
Entre estos últimos estaba Horacio Sueldo.
58
Entre los numerosos intentos de construcción del socialismo apoyados por cristianos
podemos mencionar a las Ligas Agrarias que, impulsadas por las Juventudes Cristianas
Agrícolas del Chaco, eran respaldadas por el Obispo Di Stéfano. Buscaban organizar,
hacia 1971, cooperativas de pequeños productores de algodón en la diócesis chaqueña
de Roque Sáenz Peña, de la cual era titular el mencionado obispo.
A diferencia de lo que sucedió en Brasil, y en menor medida en Chile, las posturas más
radicales y “comprometidas” no fueron las episcopales. El compromiso social y político
de la Iglesia argentina corrió por cuenta de los laicos y los sacerdotes. Los conflictos42
de Monseñor Caggiano con la revista Tierra Nueva, y de Monseñor Castellanos con los
curas de la parroquia universitaria de Córdoba “Cristo Obrero”43, vinculados al
movimiento obrero, son un signo de la postura que adoptaron, salvo excepciones, los
obispos argentinos.
Algunos de los grupos de cristianos progresistas fueron acompañados por sacerdotes
que tomaron como ejemplo al ya menciondo Camilo Torres. Nacido en Bogotá el 3 de
febrero de 1929, Camilo fue ordenado sacerdote en 1954, y cursó estudios de
sociología. En 1965 dejó el ministerio para participar en la guerrilla del Ejército de
Liberación Nacional, en las sierras de Santander. Defendía la revolución violenta
porque estaba convencido de que las minorías no cederían sus privilegios fácilmente.
Entendía la revolución como el gobierno que "da de comer al hambriento, educación al
ignorante, libera al preso" (Mt. 25, 31-46). Fue muerto por una patrulla del ejército
42
Posiblemente el primero de estos conflictos, en abril de 1964, haya sido el producido en Córdoba. A
raíz de 3 reportajes publicados en el diario Córdoba, entre el viernes 24 y el domingo 26 de abril, estalló
un conflicto entre el obispo Castellanos y el clero de Córdoba. En estos reportajes hablaron los padres
Vaudagna, Dellaferrera y Gaido, sobre la posición de la Iglesia frente a la cuestión social, la educación y
los cambios teológicos que se venían marcando en el Concilio. Estas notas tuvieron una repercusión
importante. Treinta sacerdotes del clero cordobés adhirieron en una solicitada. Numerosas instituciones
de la ciudad y de otros puntos del país hicieron llegar su opinión. Se lo entrevistó a José Alonso,
secretario de la CGT (11 de mayo); a Ernesto Sábato (14 de mayo) y al Pastor José Bonino (16 de mayo).
El miércoles 20 se publica una declaración muy extensa del entonces obispo auxiliar de Córdoba,
Monseñor Enrique Angelelli, apoyando a los sacerdotes. El 28 de mayo de 1964 se publica una
declaración que (visita del Nuncio a Córdoba mediante) pone fin al conflicto. En ella, el clero cordobés
manifiesta su adhesión al obispo y pide perdón por las ofensas que se pudieran haber causado. El jueves
11 de junio se publica un reportaje a Carlos Astrada titulado “Un filósofo marxista y la Iglesia católica”.
43
Un grupo de sacerdotes, tratando de renovar la pastoral, comenzaron a trabajar en Córdoba con una
parroquia universitaria, en el templo de Cristo Obrero, ubicado en la Cañada y Humberto I. La
renovación en la liturgia y su apoyo explícito a ciertos reclamos estudiantiles no fueron bien vistos por
algunos católicos tradicionales. El obispo Castellanos, que había apoyado el emprendimiento, termina
clausurándolo luego de la huelga de hambre que se hizo en la parroquia con motivo del asesinato de
Santiago Pampillón. Según la carta en la que los padres se despiden, se interrumpió un esfuerzo por bajar
a la realidad las tan analizadas líneas conciliares y por el compromiso con el estudiantado. Un párrafo
de la carta, dedicado al obispo, le recrimina que los haga dejar la tarea parroquial intempestivamente: Nos
duele su decisión (...) aunque no la entendamos mucho (...) Nos duele irnos como no se va ningún pastor,
59
sin la posibilidad de partir el Pan por última vez con los hermanos... (Carta de los Padres del Cristo
Obrero a los Cristianos del Cristo Obrero, Córdoba, octubre de 1966).
60
44
Sobre la historia del MSTM, ver Gabriel Seisdedos, Hasta los oídos de Dios. La historia de los
Sacerdotes para el Tercer Mundo, San Pablo, Bs. As., 1999; José P. Martín, El Movimiento de Sacerdotes
para el Tercer Mundo, Guadalupe, Bs. As., 1992; Gustavo Pontoriero, Sacerdotes para el Tercer Mundo:
“el fermento en la masa”, 1 y 2 (1967-1976), Centro editor de América Latina, Bs. As., 1991; Gerardo
Farrel, Iglesia y Pueblo en Argentina; Patria Grande, Bs. As., 1976. Mugica fue asesor de la Juventud
Estudiantil Católica - JEC, en donde conoce, en 1964, a Fernando Abal Medina, Mario Firmenich, Carlos
Ramus. Eran jóvenes que tenían entre 17 y 19 años. Todas las semanas se reunían en la capilla
universitaria del Hospital de Clínicas para celebrar la misa. (Bonasso, 130-131).
61
del Mensaje de 18 obispos del Tercer Mundo del 15 de agosto de 1967. El propósito de
esta declaración, apadrinada por Helder Cámara, obispo de Recife, fue aplicar las
enseñanzas de la Populorum Progressio en los países subdesarrollados. El documento
afirma que los pueblos del Tercer Mundo son el proletariado de la humanidad, que se
encuentra explotado por las naciones más ricas. Esta explotación no tiene justificación
in re porque los pueblos subdesarrollados no son ni menos honestos ni menos justos que
los grandes del mundo (2). La Iglesia, afirman los obispos firmantes, no está casada con
ningún sistema, y menos con el imperialismo internacional del dinero (5). En el
momento en que un sistema político deja de asegurar el bien común en beneficio de
pocos, la Iglesia no solo debe denunciar la injusticia, sino también debe colaborar con
un orden de cosas más justo (8). El socialismo es más justo que el capitalismo, porque
el verdadero socialismo es el cristianismo integralmente vivido, es el sistema que mejor
adapta al presente los requerimientos morales del Evangelio (14), en donde el trabajo
humano ocupa el puesto que se merece (16). Esta declaración no está inspirada en
ninguna línea política, sólo en el Evangelio, que denuncia todo lo que atenta contra la
dignidad del hombre (17). La religión así entendida no es opio del pueblo, sino fuerza
de los débiles (19).
Si bien ningún obispo argentino participó de esta declaración, en enero de 1968,
trescientos veinte sacerdotes de todo el país firmaron una declaración de adhesión.
Apoyaron este movimiento los obispos Podestá, Quarracino y Di Stéfano.
Aunque en el MSTM se da una reflexión fecunda en torno al concepto de pueblo, existe
también cierta ambigüedad. El Concilio se refiere a la Iglesia como Pueblo de Dios,
para evitar la confusión de tomar a la jerarquía como la Iglesia. Pueblo somos todos los
bautizados; ser Papa no agrega nada a esta dignidad de ser hijo de Dios; la Iglesia es el
Pueblo de Dios peregrino en la tierra. Este concepto de Pueblo es una categoría
teológica-bíblica. Pero en los grupos allegados al MSTM, se confunde con la categoría
política “pueblo” que en esta coyuntura, además, tiene dos acepciones: la de la izquierda
y la del peronismo. No queda muy claro, cuando un cristiano de esta época dice
“pueblo”, de qué está hablando. ¿Del concepto teológico? ¿De la utopía sin clases de la
revolución socialista? ¿De la gente que reivindica el gobierno de Perón? Aunque Carlos
Mugica intenta deslindar el concepto pueblo de la filosofía de izquierda, el grupo en
62
45
Según declaraciones del P. Oscar Calvo s.j. en una entrevista a propósito de este trabajo, esta
“identificación” era mayor en los grupos de Capital y el Gran Buenos Aires. Los curas del interior tenían
más “distancia crítica” con el peronismo y algunos se inclinaban por la izquierda. Según la opinión del
entrevistado, esta fue una de las causas de la división y crisis del MSTM; junto a las distintas posturas y
opciones de sus miembros respecto al celibato sacerdotal.
63
46
Rolando Concatti, en Nuestra opción por el peronismo, (CyR 30, 29-36), justifica este paso como una
estrategia para llegar al socialismo. (Cf. Movimiento de Sacerdotes para el Tercer Mundo, El pueblo,
¿dónde está?, Buenos Aires, 1975).
47
Carbone fue hostigado por los servicios en dos oportunidades más: una, con motivo del asalto a la
Prefectura en Zárate, el 2 de enero de 1972; y la otra, cuando el asalto al Hospital Finocchieto, en
Avellaneda; ambos hechos en la provincia de Buenos Aires. Ver Revista del CIAS, número 210, año XXI,
p. 21-24.
64
2. El “ambiente de época”
Esta efervescencia eclesial era reflejo de lo que pasaba en el país y el mundo. La
historia eclesial y la profana se fecundaban mutuamente.
2.1. En el mundo
Estos años se caracterizaron por el movimiento de descolonización; la crisis de las
relaciones entre la China y la URSS; las luchas obreras de Italia; el Mayo Francés; la
Revolución cultural china; la resistencia popular de Vietnam (el foco de contradicción
mundial, afirmaba el Che, está en Laos, Vietnam, y la península Indochina); las
transformaciones en la sociedad cubana; el surgimiento de los “no alineados”; el intento
de socialismo democrático en Checoslovaquia; el movimiento demócrata en Estados
Unidos; y, por supuesto, el Concilio Vaticano II. Por otro parte, la caída del sistema
stalinista hacía pensar que podía surgir lo nuevo y lo puro que aportaba un movimiento
social de izquierda. En Europa ardía el debate.
En el “sur sociológico”, no era momento de un neutralismo positivo, sino de asalto
formal al poder. Hacia 1965, Naser unificaba a los árabes; Ben Bella se fortalecía en
Argelia; el Che le demandaba a la URSS que financiara las revoluciones del Tercer
Mundo, poniendo distancia con Moscú; África buscaba la unidad en el panafricanismo;
el Che desembarcaba en Tanzania, había revoluciones en el Congo, Mozambique,
Guinea Bissau; surgieron focos en Guatemala con el MR 13; en Venezuela con el FLN;
en Perú operaba el MIR; en Bolivia el POR; en Brasil se organizaban los campesinos
azucareros; los negros estadounidenses eran un foco de contradicción en el corazón del
imperio.
La propuesta norteamericana para el continente era la Alianza para el Progreso. Para
los grupos revolucionarios, significaba una solución dentro del imperio: los préstamos
irían a parar a las empresas monopólicas, contribuirían a bajar las materias primas, los
salarios y aumentarían las tasas de desempleo.
El debate giraba en torno al proyecto de sociedad que se buscaba. La revolución era
inminente y no había después, el fin de la historia. El discurso era moralmente
irresistible.
65
Después del XX Congreso del PCUS, en 1956, donde se produce la crítica a Stalin, y de
la crisis de Hungría, nacía lo que se dio en llamar Nueva Izquierda: un grupo de cultura
de izquierda, que no eran dogmáticos de un marxismo oficial, pero tampoco
reformistas. La Nueva Izquierda del tercer mundo pensaba en una clase redentora: el
campesinado. Para encuadrar su función mesiánica, se buscaba en los textos marxistas
el marxismo no traicionado por Stalin. Los más activos buceaban en Trotski, Lenin,
Rosa Luxemburgo, Mao. Había que redescubrir el buen comunismo, escondido bajo el
malo. No interesaban el laborismo, la experiencia sueca, ni el eurocomunismo italiano
de Togliatti, sino abrevar de las fuentes, guiados por los profetas del margen: el Che,
Fanon.
El socialismo entiende por sociedad mejor una sociedad más justa, más libre, donde el
sentido de lo humano sea privilegiado. Es, de algún modo, proponer el paraíso en la
tierra. Los referentes míticos y simbólicos son dimensiones insuprimibles de los
movimientos de cambio. Una perspectiva política siempre se estructura en torno a
certidumbres, pasiones y sentimientos, sustentados por creencias. La izquierda, al
identificarse con el cambio social, incluye en su patrimonio cultural fuertes elementos
principistas, éticos,
"Y por supuesto, míticos. Es como una Iglesia. Su tradición tiende a convertirse en un corpus
sólidamente cristalizado e impermeable a las transformaciones... siente una profunda
desconfianza por todo cambio que no vaya exactamente en el sentido de sus prefiguraciones; o
revolución o nada (...) como es evidente, una formación política de fuertes signos ideológicos y
doctrinarios, pero sin relaciones de integración con el mundo de referencia al que sus propuestas
necesariamente lo adscriben, se enquista en sí misma y se vuelve refractaria a la modificación de
su patrimonio de ideas que por su mismo aislamiento tienden a convertirse en verdades no
sujetas a discusión." (Arico, 51)
Los Congresos XX y XXII del PCUS modificaron la visión tradicional y sectaria del
movimiento socialista mundial. Este abandono de la ortodoxia comunista hizo que se
empezara a gestar una ruptura generacional48. Los años sesenta exigieron al marxismo
un replanteo para recomponer su instrumental teórico y político insuficiente, lo cual
significaba examinar de manera crítica la tradición previa. Fue una época de conversión
doctrinaria y apertura al mundo. En grupos intelectuales marxistas se inició un diálogo
con Sartre y Merleau-Ponty. Se revalorizaba la situación histórica de los diferentes
pensadores, reconociendo que la historia del marxismo no podía establecerse en base a
una ortodoxia y muchas herejías. La tradición comunista clásica se quebró y liberó
fuerzas heterogéneas. Esto contribuyó a generar cierta “actitud ecuménica” hacia otros
grupos, incluidos los cristianos y, en nuestro país, el peronismo49.
2.2. En Argentina
La Revolución Libertadora, que derrocó a Perón en setiembre de 1955, estaba decidida
a borrar al peronismo. Aramburu, el presidente de facto, lo prometió el 6 de abril de
1956. Con ese fin dictó el decreto 4161 que prohibía el proselitismo peronista, la
mención del nombre de Perón, las fotografías, la marcha, los libros, las cartas, etcétera.
para algunos, suprimir al peronismo por decreto era una guerra civil encubierta. El
antiperonismo no era solamente una reacción al autoritarismo peronista, tenía también
un tinte gorila: era resistencia a las transformaciones sociales que el tirano depuesto
había concretado en sus dos gobiernos.
Entre octubre de 1955 y enero de 1956, a través de la “Convocatoria a la Resistencia”50
y las “Directivas generales para todos los peronistas” 51, Perón diagramó lo que se dio
en llamar la “Resistencia Peronista”. Un grupo de militares y civiles, al mando del
general Valle, se sublevó contra el gobierno militar. La inteligencia militar sabía del
alzamiento y los rebeldes fueron rápidamente neutralizados. No obstante, los
amotinados fueron fusilados el 9 de junio de 1956. El fusilamiento se justificó por la
Ley Marcial, dictada el 10 de junio, un día después.
48
El redescubrimiento de Gramsci y la labor intelectual de Togliatti marcan esta apertura y profundización
del pensamiento marxista.
49
El acercamiento al peronismo era importante porque había una ruptura entre intelectuales y masas que
expresaba en realidad el abismo existente entre el mundo socialista y el mundo popular. (Aricó, 48-49).
50
Correspondencia Perón-Cooke, tomo II, Carta de Perón, fechada en Caracas, octubre de 1955.
51
Correspondencia Perón-Cooke, tomo II, Carta de Perón, fechada en Caracas, enero de 1956.
67
52
Este diagnóstico, la necesidad de un cambio radical con el modo de hacer política y concebir al Estado
en Argentina, era compartido tanto por la derecha como por la izquierda. Para el proyecto de la
68
Esto no significa que el peronismo de la época se pueda identificar sin más con la
izquierda53. El enfrentamiento entre facciones peronistas se agudizaría en el primer
lustro de los ’70. De algún modo, la izquierda peronista perdió la guerra en batallas
sucesivas: Ezeiza; el alejamiento de Cámpora; la expulsión -por Perón- de los
Montoneros de la Plaza de Mayo; y el golpe de marzo de 1976. La cuestión es que, en la
opinión de muchos, en el peronismo, junto con los fascistas, se encontraba también lo
más genuino, auténtico y rescatable del país.
Más allá de los diferentes padrinos ideológicos que tenía cada grupo, el énfasis estaba
puesto en la ruptura con el sistema, la exaltación revolucionaria y el sacrificio del
militante. El Che era el símbolo de todos. Entre 1966 y 1968 pasaron por Cuba
militantes de todo el espectro de la izquierda argentina: marxistas ortodoxos, marxistas
revolucionarios, trotskistas, peronistas, cristianos. Si el Che era el "mesías", Cuba era la
"tierra prometida".
Esta asimilación de la lucha revolucionaria al relato cristiano no es caprichosa: el héroe
revolucionario, su moral, su prédica, aparecían con las “formas” cristianas: eran los
mártires, hablaban en parábolas, citaban anécdotas de Lenin. El militante era el hombre
nuevo, el modelo a imitar. Cuando ejecutan al Che en Bolivia, el padre Hernán Benítez,
(confesor de Eva Perón, defensor del movimiento popular, admirador de Camilo Torres)
ve, en la foto del cadáver, la figura de Jesucristo Yacente54. En abril de 1971 se
reproduce en Cristianismo y Revolución un reportaje que Gramma le hace a las
organizaciones armadas revolucionarias argentinas en el cual se habla de una moral
revolucionaria que se acerca al tema del hombre nuevo y de la entrega del cristianismo.
La izquierda peronista fue resultado de la radicalización progresiva de ciertos grupos
durante la Resistencia; floreció en el ´63 y ´64, y tuvo su mayor impulso en los primeros
años de la década del ´70. Los factores que contribuyeron a esta gestación pueden
buscarse entre la declinación del nivel de vida de los obreros en los años de la
Libertadora, ya que los trabajadores extrañaban a Perón no sólo por su liderazgo y la
inclusión que significó, sino también porque materialmente estaban mejor; el gobierno
de Frondizi, que prometió legalizar al peronismo y tomar medidas "nacionales" para el
desarrollo de la nación, pero que enrareció el clima político al desnacionalizar el
frigorífico Lisandro de la Torre, entregar la explotación petrolera a compañías
53
Por otro lado, se hacía cada vez más cuestionable la caracterización de “izquierda” en los sectores
revolucionarios peronistas, en particular en Montoneros.
54
(Bonasso, 134). El P. Carlos Mugica viajó a Bolivia para traer el cuerpo, pero no pudo.
70
americanas, y no legalizar al peronismo. No tuvo mejor idea que militarizar las zonas
conflictuadas, declarar el estado de sitio y lanzar el plan Conmoción Interna del Estado
(CONINTES). El peronismo continuó proscrito en las elecciones que consagraron a Illia
como presidente. Muchos peronistas consideraron que lo único que les quedaba
entonces era la acción directa55. Por supuesto, el impacto de la revolución cubana
también fue muy importante56.
Cierto nacionalismo de izquierda había permanecido cercano a Perón cuando fue
abandonado por el nacionalismo católico, a raíz del conflicto con la Iglesia. Estos
intelectuales habían aportado elementos ideológicos que ayudarían al surgimiento de
una izquierda peronista. Entre ellos estaba el grupo de Forja y Hernández Arregui.
El forjismo, grupo de nacionalistas radicales irigoyenistas entre los que se destacó
Arturo Jauretche, con cierta influencia de Haya de la Torre, había contribuido a crear
las "tres banderas" del justicialismo: soberanía política, independencia económica y
justicia social. Hernández Arregui había formado la Izquierda Nacional en 1957, muy
influenciada por la doctrina peronista. Sostenía la teoría de la revolución socialista en
Argentina, la cual surgiría de los análisis de la historia argentina y no de los estudios del
capitalismo internacional o de las revoluciones exteriores. Aceptaban como un hecho la
identidad peronista de la mayoría de los trabajadores. Criticaban a la izquierda clásica
su sometimiento a Moscú y el desprecio por las necesidades reales de los trabajadores.
Posiblemente se debió a estos grupos el hacer creíble el peronismo para las
organizaciones revolucionarias.
Mientras que la izquierda nacional llevaba años hablando de socialismo y no había
hecho nada, el peronismo tenía la fuerza de las obras. La generación del sesenta quería
tomar el poder, y que para ello necesitaba una estructura lo suficientemente arraigada
como para hacer pie en el escenario político. Después del fracaso del sistema y las
instituciones democráticas, la conquista del poder era por las armas. No había otra
forma.
55
Incluso para el Che, la situación de proscripción del peronismo, sobre todo después de las elecciones de
marzo del ’62 cuando no le entregan el poder, se asemejaba a la opresión presente en la Cuba de Batista.
(Cf. Guevara, 245).
56
John W. Cooke fue el primero que trató de identificar peronismo con castrismo. Su influencia fue sobre
todo ideológica, y muy fuerte. Su idea era que la base proletaria del peronismo debía proporcionar una
fuerza revolucionaria. Esto implicaba que la izquierda partidaria debía robarle el control a los burócratas
de derecha. Propugnaba la intransigencia y la abstención, como el radicalismo de fines del siglo XIX. La
acción directa (huelgas, guerrilla, insurrección) era el único medio de superar el estancamiento posterior
al golpe de Onganía. La correspondencia entre Perón y Cooke fomenta la acción directa por entender que
los caminos institucionales están cerrados. Perón estimulaba las huelgas, los sabotajes civiles y la lucha
armada.
71
Para la izquierda disidente, la cuestión era entender qué era el peronismo, qué
significaba este movimiento con tanto arraigo obrero y tan lejos del marxismo. No se
compartía todo lo que el peronismo postulaba, pero tampoco lo asociaban sin más con el
fascismo. El punto era reconstruir las relaciones entre los intelectuales y las masas. La
aparición de una izquierda peronista era una fórmula política que daba un viso de
resolución a toda la cuestión.
La hipótesis de buena parte de la izquierda era que el nacionalismo, en la medida en que
ayudara a galvanizar a las masas populares, contribuiría a posibilitar una transformación
radical y de izquierda57. Muchos grupos identificaron más en la revolución cubana y en
la china58, a los nacionalistas que a los revolucionarios. Un ensayo de Cooke publicado
en setiembre de 1960, ponía de manifiesto el “salto cualitativo” que se había operado
del nacionalismo revolucionario al socialismo latinoamericano.
Los grupos revolucionarios que aparecieron en los ´60 en Argentina, se amparaban bajo
la ambigua bandera del socialismo nacional que era el peronismo (para la derecha, era
más "nacional socialismo"; para la izquierda, la "vía argentina" al socialismo). Las
dudas sobre lo que era "socialismo nacional" se disiparon cuando Perón, desde España,
felicitó y alentó las "formaciones especiales" de la "juventud maravillosa".
Según Vázquez Viera, los sectores de izquierda juvenil autocalificados como peronistas
nunca se identificaron con el movimiento político, sólo hicieron un uso especulativo del
nombre. Sería, entonces, una suerte de "máscara de Fernando VII": eran de izquierda
con una "máscara peronista"59. El uso de esa máscara, según el mismo autor, fue con el
beneplácito de Perón, quién aprovechó la presión que significaron las formaciones
juveniles en la política de la segunda parte de la década. Es decir, que los jóvenes se
infiltraron con permiso, de buena fe, convencidos de que el peronismo evolucionaría a
un marxismo-peronismo. Este permiso estaría dado por las Instrucciones y directivas,
que se hicieron públicas en enero de 1956.
57
La idea de sumar “acceso nacionalista” con virtualidad de transformación, con revolución; fue uno de
los mayores errores (“una ingenuidad”) con que soñó buena parte de la izquierda argentina. (Cf. Aricó,
44).
58
Había similitudes tácticas entre Perón y Mao: la necesidad de disponer de una organización política
antes de la lucha, minar la moral del adversario con la lucha guerrillera, constituir un poder militar con
apoyo popular. (Ver Mao Tse-tung, El libro rojo, y Sobre la guerra prolongada. Problemas estratégicos
de la guerra de guerrillas, y Perón, Convocatoria a la Resistencia y Directivas generales. Cf. Vázquez
Viera, 55-59).
59
En este sentido es importarte marcar la ambigüedad ideológica y la ausencia de una cultura y una
tradición de izquierda en la mayoría de los cuadros de la Juventud Peronista.
72
3. La Revolución Cubana
La revolución cubana era el ejemplo para todos los revolucionarios de América Latina.
Era vista como la vanguardia en la revolución de los pueblos latinoamericanos. Este rol
ejemplar se enfatizaba por el hecho de la identificación cultural cubana con el resto del
continente, a diferencia de los que pasaba con los Estados Unidos: mismo idioma,
mismo origen, misma situación.
La adhesión a Fidel y Cuba fue compartida por todos los grupos revolucionarios que
surgieron en Argentina, tanto por los grupos radicales comunistas preexistentes a 1959
como a los nacional populistas; aunque esta adhesión no conviertía a nadie
automáticamente en izquierda.
La revolución era una tarea de Quijotes, de nobleza, de valentía. La lucha armada era la
única solución posible. Si las tesis de Mao eran seductoras al postular que el poder nace
del fusil, el ejemplo cubano lo mostraba factible. Cuba era el único camino válido para
América latina.
El éxito de la revolución cubana hizo nacer, en la década del ´60, una especie de
certidumbre revolucionaria. Había una atmósfera revolucionaria generalizada que
observaba con optimismo que el fantasma del comunismo recorría el mundo, y ahora
podía encarnarse. Cuba, además de un ejemplo, significó un quiebre: en el sentido de
romper con la concepción tradicional del marxismo, y mostró cómo hacerlo. La
Revolución hizo más seductor al socialismo y a la izquierda en general, que al
marxismo oficial. Generó una suerte de movimiento social de izquierda, que creaba un
gran dinamismo en torno a las ideas de la izquierda revolucionaria transformadora.
mecánico, que una vanguardia puede acelerar los pasos. Cuba mostró que un grupo de
vanguardia ajeno al PC tradicional puede acelerar los procesos históricos. El socialismo
cubano reivindicó la guerra como alternativa, y la práctica de los valores militares y la
profesionalización de la violencia como vías posibles al socialismo.
El foquismo revolucionario cubano destruyó todas las teorías de salón: basta un grupo
pequeño de hombres decididos, apoyados por el pueblo y sin miedo a morir. La rapidez
y la mística suplen la carencia de fuerzas materiales. El secreto estaba en que la
revolución, si bien fue fruto de la improvisación, tenía un contenido social integral.
En Argentina, lo que deslumbró de Cuba no fue tanto la consistencia de la empresa, sino
lo heroico de la iniciativa de unos hombres dispuestos a dar la vida para cambiar la
situación, y precipitar un cambio revolucionario, que pensaban inscripto en la lógica del
mundo y del país.
"Ya que, con la amenaza de la guerra, los imperialistas ejercen su chantaje sobre la humanidad,
no temer la guerra es la respuesta justa." (Che Guevara, 87)
Según Régis Debray, el Che tenía una concepción moral de la guerra. Las armas
dignifican; igualan a los hombres; un hombre armado vale tanto como otro hombre
armado, depende de la ideología que lo guíe.
La libertad de los hombres se toma con las armas. El Che quería rehacer el alma del
mundo, no retocar el mapa. Estaba embarcado en una guerra santa con medios escasos y
fines desdibujados: se pretendía todo. La única forma de lograrlo era aniquilar al
adversario. Una guerra de religión, con la voluntad como credo.
En Argentina la guerrilla fue, para algunos60, una cuestión de principios llevados hasta
las últimas consecuencias. No eran políticos sino moralistas. La violencia de izquierda
parecía adecuada al escenario: un gobierno que no respetaba la voluntad popular, las
fuerzas armadas cada vez más involucradas en la represión, la democracia ausente. El
sistema no sólo había fallado en su intento de modernización y progreso; también
traicionó al pueblo. El gobierno de Onganía había puesto en evidencia estas dos
realidades.
60
Entre los que se opusieron a la violencia, por lo menos en un principio, estaba el P. Hernán Benítez.
Después de que en alguna circular Perón alentara la lucha armada, Benítez le escribe: Matar un hombre
es invadir su eternidad. Es arrogarse sacrílegamente el hombre un poder divino... A Ud. y a mi nos duele
por igual el dolor de los pobres. Por eso hemos luchado y seguiremos luchando por la justicia social.
Dolorosamente nos separan ahora, radicalmente, los métodos mediante los cuales pretendemos imponer
76
al mundo la justicia. Es mucho lo que nos separa. Hernán Benítez, Florida (Bs. As) el 14 de enero de
1958. (Cf. Cichero, 281-283).
77
otra parte, la cantidad de militantes que tuvieron los diferentes partidos de izquierda en
la segunda mitad de los sesenta y principios de los setenta en el interior del país, en
especial en el Noreste, no se explica acabadamente sin tener en cuenta la radicalización
de amplios sectores de la comunidad católica61.
Las ideas de renovación provenían del Concilio Vaticano II, de Camilo Torres y de
Pacem in Terris, que admitía elementos positivos en el marxismo. También de
Populorum Progressio, justificando la violencia cuando una tiranía dañaba el bien
común de un país. Y “tiranía” se podía entender en un sentido amplio. Populorum
Progressio dió origen al Manifiesto de los Obispos del Tercer Mundo, tomado por los
sacerdotes argentinos.
Para el puñado de católicos que constituían el núcleo Montonero de 1968, tales ideas
eran el elemento más importante de su radicalización. Las ideas de renovación fueron
transmitidas por Juan García Elorrio y el padre Carlos Mugica. García Elorrio propagó
estos principios en los "protomontoneros", poniendo énfasis en la figura de Camilo
Torres: la violencia no sólo es justificada, sino que se transforma en la manera más
eficaz de amor al prójimo, la revolución es obligatoria para el cristiano. Mugica en
cambio sostenía que estaba dispuesto a dejarse matar, pero no a matar. Enseñó que no se
puede ser cristiano sin amor a los pobres, sin luchar contra la injusticia. Su mensaje era
avalado por su vida: trabajos en villas miserias, misiones al interior, etcétera. Carlos
Mugica estaba vinculado con Fernando Abal Medina, Carlos Ramus y Mario Firmenich.
El grupo se dividió en 1967 cuando los tres jóvenes decidieron pasar a la clandestinidad
y tomar las armas mientras que Mugica sostenía finalmente que la violencia era
incompatible con el ejemplo de Jesús. Los tres mencionados, junto con García Elorrio,
formaron el Comando Camilo Torres. El legado de García Elorrio, aunque breve, fue
muy valioso: reconcilió a estos grupos católicos con la política violenta.
La guerrilla foquista se inspiraba en la consigna del Che de crear muchos Vietnam, pero
el Partido Comunista oficial, siguiendo directivas de Moscú, ponía freno a estos
intentos. Los cubanos y numerosos militantes de las agrupaciones argentinas de
izquierda, los acusaban de burócratas. El problema del PC argentino con la revolución
cubana era que ésta no había seguido el manual, las pautas que se tenían de cómo debía
ser la historia. Fue iconoclasta. La sensación era que los instrumentos de conocimiento,
la forma de construir teoría y la relación de esta con la praxis, estaban en crisis.
61
Tanto Harnecker como Löwy, atribuyen un papel protagónico a los cristianos en los grupos
revolucionarios de Brasil, Nicaragua y, ya en los ´90, en los de Chiapas.
78
62
Si bien Pasado y Presente no fue un grupo masivo, su influencia es importantísima en la revalorización
del marxismo italiano. Se cuestionaron mucho sobre la insuficiencia de la inserción del comunismo en
Argentina, siguiendo el debate intelectual y político del PC italiano. La tendencia europea era incluir la
realidad nacional en los debates, cosa que faltaba en el PC argentino. Se ve la necesidad de volver a Marx
como a un “clásico”, y de estudiar historia nacional. Criticaron el estalinismo y la forma despectiva con la
que el PC argentino atendía al peronismo (si bien pensaban que la solución nacional no necesariamente
era peronista), y propusieron una nueva forma de vinculación entre el mundo intelectual y el proletariado.
Las ideas de Gramsci no sólo los ayudaron a ser más tolerantes que otros sectores izquierdistas con la
circulación de ideas diferentes, sino que también ayudaron a recuperar la historia sobre las estructuras.
Portantiero, en Buenos Aires, estaba más cerca del nacionalismo historicista; mientras que Aricó, en
Córdoba, era más “obrerista”. Esta diferencia de sesgo es importante, no sólo a la hora de leer el “corpus”
de Pasado y Presente, sino también porque coincide con los matices del Movimiento de Sacerdotes para
el Tercer Mundo: los curas de Buenos Aires eran “filoperonistas”, los del interior, en especial los
79
cordobeses, eran más “socialistas”. (Cf. José Aricó, páginas antes citadas, y el punto 1.2.4. del
Documento del Movimiento de Sacerdotes para el Tercer Mundo).
63
Gillespie agrega, como “explicación”, la tendencia latinoamericana a buscar caudillos más que
proyectos, fomentada por cierta cultura individualista que tendría su origen en la inmigración, en el hecho
de enfrentarse sólo contra el mundo. (Gillespie, 98-99).
64
Las diferencias aparecen con la convocatoria a elecciones hechas por Lanusse y la decisión del
peronismo de participar con la fórmula Cámpora-Solano Lima.
80
65
Dicen que soportó la tortura y la prisión recitando párrafos de la Biblia. Su experiencia está contada en
su relato Solo el pueblo salvará al pueblo, Bs. As., 1970.
81
El Cordobazo fue una explosión popular iniciada por los obreros de IKA Renault, “los
mejor pagados del país” y que, apoyada por estudiantes y distintas agrupaciones
políticas, convulsionó durante tres días a la ciudad de Córdoba. Para Delich, el que
fueran los mejor pagados, no es una sorpresa: quienes comen y producen, quieren
también ejercer la ciudadanía. Según Roberto Roth, funcionario del gobierno de
Onganía, el Cordobazo fue el parto de la guerrilla urbana66. Para el MSTM, fue la
voluntad consciente del pueblo de asumir los destinos del país.
La heterogeneidad de los grupos que participaron del Cordobazo hace que muchas de
las declaraciones de la época sean eclécticas en lo doctrinario. En diciembre de 1969,
cuando liberaron a Tosco y a los otros obreros presos por el Cordobazo se realizó un
acto público en el cual el dirigente lucifuercista citó a los obispos en Medellín: “La paz
es ante todo obra de la justicia”67.
66
(Roth, 328). Aunque con otra valoración del hecho, en CyR 24, se señala al Cordobazo como la prueba
de que la guerrilla urbana será lo que decida en Argentina el triunfo de la revolución. Se termina, para
Cristianismo y Revolución, con el mito de la guerrilla exclusivamente rural.
67
Sobre la “simpatía” que existía entre Agustín Tosco y los cristianos progresistas, cf. Brennan, 20-21.
82
Capítulo III
Cristianismo y Revolución
1. La revista
García Elorrio tomó como base dos consignas. La de Camilo Torres, el deber de todo
católico es ser revolucionario68; y la del Che, el deber de todo revolucionario es hacer
la revolución. Se vinculó con John William Cooke, quien fue uno de los primeros en
intentar identificar peronismo con “castrismo”.
Si bien García Elorrio personalmente se identificó con el Peronismo Revolucionario,
siempre mantuvo contactos con la izquierda independiente y los expulsados del PC. Las
páginas de la revista fueron un medio de difusión para todos los grupos que proponían
una salida correcta: se podían expresar todos los movimientos revolucionarios que
desearan difundir o explicar el sentido de sus acciones.
1.2. Corpus
Entre setiembre de 1966 y setiembre de 1971, se publicaron 30 números de
Cristianismo y Revolución, más tres números especiales. Los números especiales eran
monográficos: Camilo Torres, el Che Guevara y la Revolución Cubana
respectivamente. Los números 2-3 y 6-7 fueron publicados cada uno en una sola
revista. La frecuencia de aparición de los mismos fue muy variada.
En setiembre de 1966 apareció el número 1; y el número doble 2-3 en octubre-
noviembre. En marzo de 1967 apareció el número 4, y en noviembre el número 5. En
abril de 1968 salió el número doble 6-7, en julio el 8, setiembre el 9, y en octubre el 10,
y el número 11 en noviembre. Posiblemente entre octubre y diciembre hayan salido los
cuadernos especiales 1 y 2. El cuaderno número 3, dedicado a los 10 años de la
Revolución Cubana, se publicó en enero de 1969.
Durante 1969, la revista tiene su mayor frecuencia apareciendo, durante un tiempo,
quincenalmente. En la 2da quincena de marzo se publicó el número 12. El 13, la
primera quincena de abril; y la siguiente el 14. El número 15 y el 16, aparecen en sendas
quincenas de mayo. La primera quincena de junio se publicó el número 17; pero el 18
sale en la primera quincena de julio, y el 19 en la primera de agosto.
En setiembre-octubre, durante la detención de García Elorrio, aparece el número 20. En
noviembre salió el 21 y en enero de 1970, el 22. Este fue el último número publicado
por García Elorrio, quien murió el 26 de enero de 1970.
68
Las palabras o frases en cursiva son textuales de la revista.
84
Podríamos hablar de una “segunda etapa” de la revista a partir del cambio de director.
En abril del ’70 salió el 23, ahora dirigida por Casiana Ahumada, viuda de García
Elorrio. En este número se modifica el aspecto gráfico y el tipo de letra; se hace más
fácil y atractiva su lectura, con algunas fotografías, ilustraciones y caricaturas. Las
secciones aparecen más identificables. La diagramación, a cargo de “Sésamo” y “Olga”
sucesivamente, vuelve a cambiar en el número 30.
En junio de 1970 se publicó el número 24, el 25 recién en setiembre, y en noviembre-
diciembre el 26. El 27 aparece en enero-febrero de 1971, el 28 en abril, el 29 en junio, y
el 30 en setiembre, a los cinco años de la publicación del primer número.
En el número 29, en la última página, se informa que el fotógrafo de CyR, Pepe
Lamarca, fue detenido por la Superintendencia de Seguridad, ex Coordinación Federal.
La acusación formal fue su supuesta vinculación con el secuestro del cónsul británico y
gerente de la Swift. En la misma columna, se informa que la Policía Federal comenzó
una campaña de hostigamiento contra Casiana Ahumada.
En la última página del número 30 se publica, en facsímil, una carta de amenaza,
firmada por la Acción Nacionalista Argentina, Comando Facundo Quiroga, en donde
sugieren suspender sus acciones políticas porque ayudan directamente a traidores y
contradicen y hunden el sentir nacional, favoreciendo al marxismo. Piden la
desvinculación de todas las organizaciones en las que actúan, y les aseguran que los
estarán vigilando y que tomaran medidas drásticas sin ninguna consideración. Afirman,
irónicamente, que los métodos de terrorismo y violencia que nos han enseñado a través
de vuestra literatura revolucionaria serán aplicados sistemáticamente. La carta no tiene
fecha, tampoco se informa cuando llegó a la redacción. Casiana Ahumada se exilia en
Barcelona en 197269.
1.3. Secciones
El asunto principal de la revista es el rol de los cristianos en la lucha revolucionaria. En
torno a este tema van a ir apareciendo secciones, que clarificarán y fortalecerán esta
perspectiva. La nota editorial del director y la presentación de la revista, (ubicada en la
contra tapa en los primeros números, o en la sección signos del número posterior), son
69
Este dato, y otros sobre el grupo de la revista, fueron brindados en una entrevista realizada a Pedro
Krotsch para este trabajo. El Dr. Krotsch se integró el grupo de Cristianismo y Revolución después de la
muerte de García Elorrio.
85
las secciones que unifican las notas publicadas en torno a este objetivo. La revista
asume el compromiso de leer los signos de nuestro tiempo para interpretarlos y fijar a
partir de ellos la conducta que debe asumir el cristiano revolucionario.
Se publicó mucho material sobre la Iglesia en Argentina y América Latina. Si bien
aparecen varios artículos sobre las posturas de la Iglesia joven de Chile, y sobre el
compromiso de varios curas uruguayos, se destaca la Iglesia de Brasil con la figura
señera de Helder Cámara. Las notas sobre la Iglesia argentina se refieren, al principio, a
los grupos comprometidos; pero luego se hacen más generales, ya que a partir del
Manifiesto de los Obispos del Tercer Mundo, el MSTM y teólogos afines tienen una
columna permanente. La columna Iglesia se transforma en una sección de crítica a la
jerarquía eclesiástica argentina.
En casi todos los números hay un ensayo teológico, ya sea de un autor nacional o uno
extranjero, tomado de las revistas Concilium o Lettres. El objetivo de estos trabajos es
presentar la “Nueva Teología”, surgida a partir del Concilio Vaticano II, aportando un
punto de vista renovador. Los apuntes del padre Miguel Mascialino aparecen como una
columna distinta entre el número 4 y el 10. Muchos de los artículos de los Sacerdotes
del Tercer Mundo se encuadran en esta categoría de ensayo. Durante el primer año
abundan estudios y notas de, o sobre, Camilo Torres.
Se publicaron en casi todos los números informes especiales sobre diversos temas, en su
mayoría acerca de la realidad argentina. Hay tres áreas del país que concentran la
atención de la revista, editada en Buenos Aires: Córdoba, que es presentada con un rol
combativo, vanguardista, tanto en lo estudiantil y obrero, como en lo cristiano;
Tucumán, que es signo de lucha obrera; y la zona de la Cuña boscosa, norte de Santa Fe,
Chaco, y Corrientes, en especial Goya, que es el subdesarrollo dentro del país. Algunos
de los informes son análisis de la historia argentina.
Siempre está presente el análisis de la actualidad nacional, a través de la sección El país
o, más tarde, Panorama político; la cuestión gremial, y los dirigentes obreros disidentes,
Ongaro, Tosco, Oberlin, de la A.S.A., tienen un espacio en la columna Sindicalismo, en
donde también se ocupan de criticar ferozmente a los traidores al movimiento obrero.
Los movimientos estudiantiles universitarios tienen, a partir del número 14, una sección
Universidad, más tarde denominada Estudiantes. Gerardo Duejo firma, desde del
número 15, la columna de Economía, con el análisis de estructura y coyuntura
económica.
86
En todos los números hay noticias del mundo revolucionario, que evolucionarán a una
sección especial, desde el número 22: el Boletín del Tercer Mundo, con noticias breves,
internacionales y revolucionarias, (el material es facilitado por el Centro de
Documentación del III Mundo, dirigido por Jorge Gil Solá; muchas de estas gacetillas
se refieren a Medio Oriente, Asia y África).
Se mantienen las notas principales, sobre diferentes países o grupos, entre los que se
destacan los hechos del sudeste asiático, Vietnam y Camboya; China; la contradicción
dentro del Primer Mundo con el problema negro en Estados Unidos; y la Europa
colonizada, que resalta las situaciones de sumisión y explotación de algunos pueblos en
el viejo continente (los griegos, los portugueses, los vascos). También aparece en
algunos números una sección denominada América Luchando con información de los
movimientos revolucionarios en diferentes regiones del continente. José Ricardo
Eliaschev, de 23 años, periodista expulsado de Gente en 1966, propondrá numerosos
análisis de Política Internacional, a partir del número 14. Con la misma tarea se
incorporan informes de Emilio Jáuregui.
A partir del número 15 no se interrumpen los reportajes o monografías sobre los grupos
armados, tanto de Argentina como del resto del mundo: Tupamaros, EGP, FAP,
Montoneros, etcétera; en el número 22 aparece la sección Comunicados con gacetillas
de los diferentes grupos, guerrilleros o no, que integraban el espectro revolucionario del
país.
Otra sección es la de notas de la cárcel o sobre los encarcelados, que aparece por
primera vez en octubre de 1968. Luego se llamará Los nuestros y terminará como Ellos
están presos por nosotros ¿Qué hacemos nosotros por ellos?. Las cartas y entrevistas
desde las cárceles se agrupan con denuncias de torturas y reclamos de agrupaciones de
familiares de los detenidos.
A partir del número 13, en abril de 1969, una columna sobre el Peronismo
Revolucionario considera los problemas teóricos y el análisis de esta tendencia; en
general lleva la firma de Jorge Gil Solá.
Una sección Crónica Argentina aparece en el número 14, con el objetivo de testimoniar,
con las mismas informaciones que proporcionan los diarios, la auténtica realidad
argentina, enfatizando las noticias que interesan destacar y al enemigo le interesa
ocultar o disfrazar. En el número 27 aparece como Cronología de la violencia y, desde
el 28, como La justicia del pueblo.
87
1.4. Equipo
Al igual que en otros casos de la época, Cristianismo y Revolución fue la punta del
iceberg de un conjunto más vasto. Las revistas de militancia, y ésta en particular,
estaban formadas por un grupo estrecho, que "hacía" la revista, pero muy relacionado
con otro grupo más amplio. No siempre es fácil marcar esta frontera. Cristianismo y
Revolución involucró, por lo menos, tres organizaciones vinculadas, conducidas todas
por García Elorrio.
La revista, que solamente en el número 2-3 publicó su staff, tenía como secretario de
redacción a Jorge Luis Bernetti y Casiana Ahumada se desempañaba como secretaria,
siendo más adelante directora. En el equipo, y con columnas habituales, aparecen Luis
Agustín Acuña, Mateo de la Calle (no sabemos si es nombre o seudónimo), Gerardo
Duejo, Sofía Galíndez, Luis García Guevara, Miguel Grinberg, Ernesto Herrera, Mario
Vicente Tarico y Oscar Pereira Dantas. Durante la vida de la revista se vinculan Pedro
Krotsch, Eduardo Jorge y su mujer Sarita Magliore70, Olga Hernández y José Eduardo
Lamarca. Emilio Jáuregui y José Ricardo Eliaschev se incorporan a partir del número
14.
Dirigido por Nuncio Aversa e integrado por algunos de los miembros de la revista, a los
que se le agregan Lucía Balmaceda, Oscar Terán, Juan Carlos Garavaglia, Horacio
Feinstein, Gustavo Lafleur, Francisco Rodríguez y Pablo Franco, aparecen frecuentes
avisos de un Centro de Estudios Teilhard de Chardin que a partir de marzo de 1969 se
llamará Centro de Estudios Camilo Torres, Adherido a la Fundación científica
latinoamericana Padre Camilo Torres. Este Centro contaba con tres institutos de
70
Según la información que nos brindó Pedro Krotsch; Eduardo Jorge y su mujer murieron en
circunstancias dudosas en Totoral, provincia de Córdoba. A Eduardo lo mató una vaca, y a la semana
murió su esposa.
88
71
Gillespie los llama Comando, al igual que el número 5 de CyR. El número 15 de la revista habla de
Movimiento; y Lobato y Suriano hablan de los Camilos al igual que Anguita y Bonasso.
72
Titulado Los Camilos de Chile, no tiene fecha ni firma. En CyR 5, se publicó una carta abierta a la DC
y pueblo chileno, del Movimiento Camilo Torres de Chile, firmada por Marcela Publias Matas, Juan
Arancibia Córdoba y Hugo Cancio Troncoso; todos ex DC de Chile.
89
En 1965 participó de algunos “diálogos católicos marxistas” organizados entre otros por
el cura Mugica, en la Facultad de Filosofía de la UBA. En setiembre de 1966 fundó la
revista Cristianismo y Revolución, dirigiéndola junto a su mujer, Casiana Ahumada, y
Jorge Luis Brunetti como secretario de redacción. Juan García Elorrio es descripto
como nervioso, agitado, ansioso. En general se coincide en que no era fácil trabajar con
él. La revista se distribuía en facultades o en reuniones de cristianos comprometidos,
como por ejemplo en las charlas que diera Helder Cámara en octubre de 1966. En estas
conferencias, que fueron muy hostigadas por la dictadura recién comenzada, cayó preso
Fernando Abal Medina por intentar vender la revista.
La actividad revolucionaria llevó a García Elorrio a la cárcel durante el mes de marzo
de 1967. El primero de mayo de 1967 el comando Camilo Torres tuvo la primera
actuación pública: en un “paso previo” a la lucha armada, García Elorrio y Fernando
Abal Medina irrumpieron a los gritos en la Catedral durante la misa del Día del
Trabajador, que celebraba el cardenal Caggiano. García Elorrio tomó el micrófono y
lanzó un mensaje en el que criticaba las claudicaciones de la Iglesia oficial y su traición
a los pobres. Simultáneamente, el mensaje era “volanteado” por Casiana Ahumada y
Abal Medina.
Durante todo este año, 1967, estrechó vínculos con los grupos revolucionarios del
peronismo: los Comandos Peronistas de Liberación y la Acción Revolucionaria
Peronista que dirigía Cooke y Alicia Eguren. Para estos grupos, que luego
evolucionarán en la Tendencia del Peronismo Revolucionario, editaba el boletín interno
Che Compañero. En el mismo año participó en la OLAS (Organización
Latinoamericana de Solidaridad, del 31 de julio al 10 de agosto) en La Habana.
A estos primeros miembros se les sumarían los integralistas de la Universidad Católica
de Córdoba; Emilio Maza, José Sabino Navarro y Jorge Gustavo Rossi, de la JOC
(Juventud Obrera Católica); y Carlos Capuano Martínez, de la JEC (Juventud
Estudiantil Católica). El Comando Camilo Torres tenía, hacia mediados de 1967, 30
militantes. Se dividían en tres células, y se suponía que el militante sólo conocía a sus
compañeros de células. Norma Arrostito era una de ellos. Todos coincidían con la
Iglesia tercermundista aun sin ser católicos, pero iban más allá: la violencia
revolucionaria sería necesaria para tomar el poder.
73
Archivo del Colegio del Salvador, legajo número 1599.
91
En julio se organizó un encuentro con otros militantes del interior del país: participaban
Emilio Maza e Ignacio Vélez74, de Córdoba; Marcelo Nivoli de Santa Fe y Armando
Jaime de Salta. La discusión era si se optaba por la vía insurreccional o por un foco
guerrillero.
En octubre-noviembre de 1967, dos miembros del “Camilo”, Abal Medina y Ramus, se
entrevistaron con Envar “Cacho” El Kadri. Querían asumir la lucha armada, decididos
por el foquismo porque entendían que si bien las condiciones objetivas para la
revolución no estaban dadas, se podían crear con el arrojo de los primeros combatientes.
El proyecto de la lucha armada avanzaba. Se envió a Cuba, para que reciban
entrenamiento militar, una delegación integrada por Fernando Abal Medina, Norma
Arrostito y Emilio Maza.
Estos intentos de comenzar la lucha armada motivaron que algunos simpatizantes
universitarios del Comando se apartaran: incluir la violencia es contradictorio con el
74
Ignacio Vélez y Emilio Maza conocen a Juan García Elorrio en octubre de 1966, en la reunión de
Unquillo (Cf. CyR 2-3). Además de corresponsales, distribuidores, etc., fueron los representantes
orgánicos del grupo en Córdoba. Según testimonio de Ignacio Vélez para este trabajo, para ellos fue muy
importante la experiencia en torno a la Parroquia Universitaria de Cristo Obrero. En este ámbito se
gestaron, durante 1966-67, los grupos de cristianos revolucionarios cordobeses que participarán
activamente en la construcción de Montoneros. La parroquia, a cargo de los sacerdotes Dellaferrera y
Gaido, se comunicaba por un patio interno con el Hogar Sacerdotal, en donde vivían Angelelli,
Echeverría y Alberto “Beto” Rojas. Rojas, junto al padre Fuganti, habían sido capellanes del Liceo
Militar General Paz. Desde el Liceo se formó una comunión de ideas entre los capellanes, Vélez y Maza,
que continuó en los años posteriores. El Hogar Sacerdotal era un lugar de reunión diario donde se debatía
el compromiso de los cristianos; también participaban de estos grupos Monseñor Angelelli y el padre
Milán Viscovich. Según Vélez, el debate era intenso, apasionante. Se discutían encíclicas, Medellín,
Teilhard de Chardin, los materiales que llegaban de la Revolución Cubana. Recuerdo como si fuera hoy,
dice Ignacio Vélez, cuando nos llegó el mensaje de la OLAS y la brutal violencia que significaba para
nosotros como cristianos esta imperativa urgencia por asumir la violencia en defensa del pueblo
explotado. En torno a la parroquia y el hogar, se formó el MUCO, Movimiento Universitario de Cristo
Obrero. La huelga de hambre de los estudiantes, hegemonizada por el integralismo, de cual Maza era
dirigente; y una asamblea de cientos de estudiantes enfrentados a Onganía marcan el fin de esta
experiencia, hacia fines de 1966. Los límites de la lucha estudiantil, en tanto que sectorial, llevaron a que
la mayoría de los estudiantes se lanzara a un trabajo de base con un compromiso explícito por los más
pobres, asumiendo la identidad peronista. Estos fueron los comienzos del Peronismo de Base en Córdoba.
Un grupo minoritario, integrado por Vélez, Maza, Héctor Araujo, el P. Rojas y otros, compartiendo los
objetivos políticos pero no la estrategia, formaron el grupo de CyR en abril de 1967. Esto incluía la
revista, el Comando Camilo Torres, y un poco más tarde, al Peronismo Revolucionario. Serán el grupo
fundacional de Montoneros. Habían asumido la necesidad de dar una respuesta política al sistema que
explotaba a los pobres. Testimonia Ignacio Vélez: En esa época vinimos a Buenos Aires y Carlos Mugica
nos propuso y nos llevó a la Villa de Retiro; sugiriéndonos que compartir los sufrimientos y las
privaciones de los más humildes era el camino necesario para surgir de allí como “hombres nuevos” en
el camino de la liberación, en la imitación de Cristo. Nos negamos. Ya habíamos dado el paso hacia la
militancia política con una crítica muy profunda al asistencialismo y a la tarea social que llevaba
humillantes paliativos al drama social de nuestros hermanos. El “sistema” reproducía en forma
permanente la explotación. Las palabras sobraban. Como decíamos en CyR, “el deber de todo cristiano
es ser revolucionario, y el deber de todo revolucionario es hacer la Revolución”.
92
mensaje evangélico y el amor cristiano. Entre ellos estaba Julio Bárbaro, entonces
estudiante de sociología en la Universidad del Salvador75.
En Febrero de 1968 se reunieron en Montevideo los militantes de los diferentes grupos
camilistas de América Latina en el Encuentro Latinoamericano Camilo Torres, (el
comunicado final está fechado el 15 de febrero de 1968). Paralelamente, comenzó a
resquebrajarse el liderazgo de García Elorrio: le criticaban que se creyera el líder del
grupo “por derecho divino” y que no avanzara concretamente en la creación de un grupo
guerrillero. Los tres que estaban en Cuba rompieron con la conducción del Camilo, al
igual que, en Buenos Aires, Mario Firmenich y Carlos Ramus.
El 27 de junio de 1969, Emilio Jáuregui, miembro de CyR, cayó asesinado cuando
participaba de una manifestación en plaza Once contra la llegada de Rockefeller. Fue el
mismo día en que comandos de las FAR hicieron volar los supermercados Minimax,
cuya propiedad era atribuida al mismo visitante76.
En agosto de 1969 fue nuevamente detenido García Elorrio, junto a otros activistas de
distintas tendencias. El gobierno de Onganía, que ya había detenido a Ongaro y Tosco,
no quería otro Cordobazo. En esa oportunidad estuvo preso durante casi 100 días. El 26
de enero de 1970, mientras el director de CyR caminaba no muy lejos de su casa, fue
embestido en la vereda por un auto que había sido chocado por otro vehículo.
"Nada, en apariencia, más casual que esa carambola trágica. Salvo que en esos días se
presentaba en Buenos Aires el show de Los Rompecoches, una troupe norteamericana que ciertas
fuentes vinculaban con la CIA." 77.
75
Anguita y otros, La Voluntad..., p. 153.
76
Emilio Mariano Jáuregui, 29 años, era licenciado en Ciencias Políticas en la Universidad de París, fue
Secretario de la Federación de Trabajadores de Prensa hasta que la intervino Onganía, 20 días después del
golpe. Entre 1966 y 1968, viajó por China, Vietnam (sus columnas, durante 1966 fueron publicadas en el
diario El Mundo), Cuba y otros países socialistas. Militante marxista, fue expulsado del PC Argentino en
1964. La colaboración entre él y CyR, se daba en las líneas del diálogo entre católicos y marxistas,
señalado por Juan XXIII en la Pacem in Terris. (Cf. CyR 14, 1; CyR, 18, 14-16).
77
(Bonasso, 144). Si bien en el número 22 de la revista, que hace la crónica de la muerte de Juan García
Elorrio no se dice nada; en el número 24 de junio de 1970, en una nota homenaje a Emilio Jáuregui con la
firma de José Luis Mangieri, se habla de la dudosa muerte de García Elorrio, (p. 6). En el número 28, (p.
29), se habla de JGE como un cristiano que cayó en el empeño. Según declaraciones de Luis Rodeiro para
la presente obra, al poco tiempo de su muerte se había instalado la convicción de que había sido un
asesinato.
93
78
Tomado de CyR, n 23, abril de 1970, p. 1-6; CyR, abril de 1971, n 28, p. 2-3.
94
toda situación de injusticia. Su vida fue un combate contra la injusticia, y un clamor con
toda la voz del hombre nuevo contra la explotación y la miseria que engendra el
sistema.
Cristo es el Verbo de Dios, la palabra encarnada que anuncia el Reino. A través del
periodismo, García Elorrio quiso redimir la palabra, hizo que quienes sufrían el peso de
la injusticia tuvieran un lugar donde expresarse. Amó a Cristo en el corazón de los
humildes, como lo había hecho Evita. No quiso traicionar a Cristo con la aceptación
sumisa y obediente de ese sistema que explota al hombre creado a su imagen y
semejanza. Se indignaba por los cristianos que echaban en saco roto, o vivían
contradiciendo, los principios evangélicos; que no pasaban de la palabra a la acción; que
no ponían en práctica las enseñanzas de Cristo; y mantenían una dualidad entre lo que
se cree y lo que se hace. La tendencia de un cristianismo comprometido y crítico a la
Iglesia institucional por su fariseísmo, se fortaleció con el Movimiento de Sacerdotes
para el Tercer Mundo, quienes trabajaron estrechamente con CyR.
La convicción de que debía encarnar el deber cristiano de ser revolucionario dominaba
sus acciones. Trabajó para la creación del Hombre Nuevo siguiendo el mensaje
cristiano, el ejemplo de Camilo Torres y el mandato de Ernesto Guevara, hartos de la
prédica en el desierto del corazón de los poderosos, creemos que ha llegado la hora de
armar la conciencia y los brazos de los humildes para reivindicar sus derechos y la
dignidad de la persona humana. Camilo Torres había introducido la problemática de la
legitimidad de la violencia para los cristianos. García Elorrio luchó por crear en el país
la perspectiva revolucionaria, violenta, que termine con la opresión de las clases
dominantes y el imperialismo. Quería hacer germinar el ejemplo del sacerdote
colombiano en América Latina: los cristianos deben ser coherentes con su fe, esto
alimentará su ímpetu liberador y se volverán terreno fértil para una ación combativa.
Proponía encontrarse con Camilo desde la realidad argentina, con el movimiento
peronista, convocando a la clase obrera, haciendo el camino argentino al socialismo.
Para esto, se alineó junto a los exponentes de la izquierda y el peronismo
revolucionario.
El Che y la Revolución Cubana ejercieron una gran influencia. Cuba era la forma de
plasmar una experiencia socialista partiendo de la realidad americana. Era la vanguardia
en la lucha continental. Juan García Elorrio peleó para que en Argentina se unificaran
79
Si bien no todas son citas textuales, intentamos reflejar el estilo del lenguaje de la revista.
95
"Tuve que luchar junto con los esclavos, junto con la gente, tal como ellos luchaban; no como un
profesor elitista que dice a sus discípulos lo que es bueno y lo que es malo, para volver a su
estudio y ponerse a leer San Agustín" (Bonasso, 131).
96
3. Los editoriales
Juan García Elorrio escribió los editoriales de la revista hasta su muerte, en enero de
1970. El último número que publicó fue el 2280. Aquí presentamos, manteniendo el
estilo y el lenguaje de los mismos, una síntesis de la totalidad del material que vio la
luz. Las citas textuales han sido incorporadas en itálica, y se han incluido notas al pie de
página que contextualizan algunos de los editoriales.
80
A partir del número 23, la editorial es reemplazada por un “Panorama Político”, que se mantendrá hasta
el último número (30).
97
necesarias. Este fracaso acelera las definiciones revolucionarias: o se está con Onganía,
o se está comprometido, sin miedo ni medida, con la lucha popular hasta sus últimas
consecuencias. Esta lucha es fruto de la exigencia interior de solidaridad con los
sumergidos que pagan el precio de nuestro bienestar.
CyR, lejos de conformarse con la prédica pura del ideal y la teoría, busca ensuciarse las
manos en la lucha solidaria. el riesgo es signo de vocación cristiana y militancia
revolucionaria, consecuencia de lucha contra las estructuras. La revista emprende la
búsqueda de la auténtica y profunda vida revolucionaria enfrentando los falsos ídolos de
las soluciones reformistas, tanto en el gobierno como en la Iglesia. CyR se juega con el
objetivo de realizar los cielos nuevos en nuestra tierra, convocando a los hombres y
mujeres que buscan al hombre nuevo, el nuevo revolucionario.
81
En julio participaron, junto con Cooke y otros argentinos, de la OLAS en La Habana.
101
solidaridad con los oprimidos y su liberación, o la complicidad con los enemigos del
Amor, representados por el gobierno y el enemigo del género humano que asesina en
Vietnam y sostiene gobiernos gorilas en América latina.
82
El rumor que corría, antes de la reunión de Medellín, es que el documento final incluiría una condena a
la participación de los cristianos en la lucha armada. Apuntes de Miguel Mascialino, (Cf. CyR 8, 4).
102
El Che se hace presente en las luchas populares. Mientras tanto, las supuestas
vanguardias no se juegan ni tienen el coraje de reconocer su impotencia.
fundamental de todo peronista (ya sea de los que sufrieron la caída del 55, o de quienes
sin quererlo o saberlo fueron cómplices). La consolidación de esta tendencia será
fundamental en la integración de la vanguardia que expresará las necesidades y
aspiraciones del pueblo.
Es en esta tarea de formar vanguardia en la que se integra la figura señera del Che
entonando el canto nuevo con la voz del pueblo. Por eso se rechaza al Che de las sectas,
de la izquierda cipaya, el aventurero romántico. Todas estas imágenes neutralizan la
figura del verdadero revolucionario. El Che auténtico es el que resucita en cada lucha
popular, y se identifica con el pueblo en lucha del peronismo revolucionario. El
recuerdo del Che, unido al de Evita, es el símbolo de la lucha por la liberación contra
los enemigos de dentro y de fuera.
Un grupo de compañeros peronistas83 fue sorprendido mientras intentaban construir la
vanguardia. La detención y la derrota no invalidan su actitud decidida ni la vía
guerrillera elegida para librar esa batalla.
83
En setiembre de 1968 fue descubierto el campamento de las FAP, en Taco Ralo. Ver Anexo Los grupos
armados.
105
84
En junio de este año, caerá asesinado Augusto Timoteo Vandor, dirigente sindical cercano al gobierno.
106
85
Es una ironía con el “Congreso Eucarístico Internacional” que celebró en Colombia Pablo VI en los
días previos a la reunión del CELAM en Medellín. Ver el Editorial 7, Camilo o el Papa, CyR 9.
86
Obispo de Goya, Corrientes; miembro del MSTM.
107
87
La Declaración de esta reunión es el escrito que se conoce como Documento de San Miguel, que
108
3.20. “Tiempo social” con “Estado de sitio” (CyR 18, julio 1969)
La designación de Imaz como ministro del interior del régimen y los demás cambios del
gobierno solamente entusiasman a los funcionarios que viven fuera del espacio y el
tiempo. Se ilusionan pensando que es la segunda etapa de la revolución.
El gobierno ni siquiera tiene la capacidad, no ya la sinceridad, de asumirse como el
brazo armado de la oligarquía y el imperialismo yanqui. Los trece Minimax quemados,
propiedad de Rockefeller, le han hecho más daño que los muertos de la lucha popular.
Si piensa que con represión y cárcel puede asegurar su “tiempo social”, es porque el
Pentágono, la CIA y Rockefeller han asegurado el respaldo norteamericano a la
dictadura. El régimen es el responsable de la violencia.
No es posible permitir que los hijos de la oligarquía y los privilegios de clase asesinen a
los hijos del pueblo. El asesinato de los militantes en las calles de Buenos Aires89 es el
signo de la etapa de la dictadura descarnada, de una tiranía evidente y prolongada como
dijo Pablo VI en Populorum Progressio. No debe temerse ni al gobierno ni a su “Estado
de sitio, ante la interpelación de la muerte de los niños, que gritan desde el fondo de la
conciencia cristiana la exigencia del amor.
Si el ministro Imaz busca a la Iglesia se engaña porque hay una nueva Iglesia, no
aliada al poder, que habló con Juan XXIII, con el Concilio Vaticano II, con la
Populorum Progressio, con el Manifiesto de los Obispos para el Tercer Mundo; una
Iglesia que lucha, como revolucionarios y cristianos, por una sociedad socialista en la
que nunca más se asesine al pueblo.
89
Emilio Jáuregui, miembro de la Revista, murió asesinado el 27 de junio, cuando manifestaba contra la
visita de Rockefeller a la Argentina.
110
90
Escrito en setiembre desde la Cárcel de Villa Devoto. La primera quincena de agosto se publica el
número 19 de CyR; pero, debido a la detención que había sufrido García Elorrio, el Editorial es escrito
por otra persona, posiblemente Casiana Ahumada, que no lo firma.
111
91
Firmada el 8 de octubre en la Cárcel de Villa Devoto, p. 1-3.
112
perpetua a los guerrilleros de Salta. La libertad vale si sirve para jugarse cada día por la
liberación del pueblo.
Desde 1966, cuando para algunos no era tan obvio, Cristianismo y Revolución denuncia
la dictadura de Onganía. Nadie pensaba que los cristianos se incorporarían a la lucha
revolucionaria; muy pocos creían que era una tarea revolucionaria desenmascarar al
régimen, que se presentaba como gobierno cristiano. No es cristiano el orden basado en
la represión, ni en la explotación del hombre, ni en la entrega de la soberanía y la
dignidad nacional. Los tres años que pasaron confirman esta tarea de cristianos y
revolucionarios.
Los acontecimientos de 1969 exigen a militantes cristianos, peronistas y marxistas
unirse en la acción, en la lucha para tomar el poder y construir una sociedad socialista.
113
Capítulo IV
1. El diagnóstico de la situación
La lectura de la realidad se realizaba desde los valores humanos y evangélicos, sin
mediación económica o política. El diagnóstico conducía a una valoración moral de la
situación. Frente a la miseria y la violencia que sufría la mayoría, un cristiano no podía
permanecer indiferente.
1.1. La miseria
Para Cristianismo y Revolución, Argentina vive una realidad política de tercer mundo,
donde reina el imperialismo del dinero. El hambre es efecto del egoísmo de una minoría
que se empeña en sostener y defender el capitalismo; el analfabetismo, un instrumento
utilizado por un grupo de poderosos; las enfermedades endémicas, consecuencia de un
sistema que apoya los privilegios en la salud; el déficit habitacional, consecuencia de
una organización social egoísta. La discriminación margina a los hombres de las
sociedades; el imperialismo del dinero se burla con “alianzas para el progreso” y la
injusta distribución de las tierras92.
Mientras el gobierno de Onganía dice que quiere hacer una “gran Nación”, el país está
en decadencia93. La caída en los ingresos94; la disminución de la población; el
crecimiento parasitario de Buenos Aires a expensas de un interior colonizado95; la
desaparición de pueblos en el norte santafesino; el monocultivo del algodón en Chaco96;
la crisis del sistema feudal de explotación de la caña en Tucumán, son signos de que
Argentina está de lleno en lo que se conoce como Tercer Mundo o subdesarrollo97.
El interior sigue siendo la línea de los fortines. Hay, más allá de algunas ciudades
importantes, un país olvidado, donde termina el mundo civilizado, el mundo
desarrollado de la ciencia y de la técnica, el occidente prolongación de Europa. Hacia el
norte se extiende la Argentina indígena, marginada, subdesarrollada; abandonada del
occidente cristiano. Esta realidad es fruto del maridaje corrupto en donde el sistema
entrega al extranjero la riqueza de la tierra98. Desde la Baring Brothers hasta el FMI,
92
Sacerdotes del Tercer Mundo. La hora de la acción, CyR 12, 16-17
93
El grito de la injusticia, suplemento de CyR 6-7, 1-2
94
Economía, ¿Quién paga la estabilidad?, CyR 13, 10
95
Gerardo Duejo, 101 años de despoblación, CyR 27, 3-8
96
Chaco. Ingenio Las palmas, CyR 12, 13-14
97
Reportaje a Dr. Luis Cerrutti Costa. Tucumán. Funta y Fotia: el fuego. CyR 2-3, 16-17
98
Los hacheros, CyR 8, 3-13
115
siempre Argentina fue víctima del imperialismo financiero y sus agentes locales, que
extraen sus riquezas y las transfieren al extranjero99.
Vivimos en una sociedad occidental y cristiana, pero que, prisionera del occidente
capitalista, traiciona al cristianismo. El capital es el fin; el trabajo humano, un simple
medio al servicio del capital. La oligarquía nacional heredó el desprecio anglosajón a
los autóctonos; convencida que el hombre del pueblo es haragán y que todo se lo gasta
en vino, no escuchó a la gente ni en las elecciones ni en los golpes de Estado100.
América latina es un conjunto muy similar101. La miseria se extiende por todo el
continente. En Brasil, por ejemplo, cada año mueren más chicos por la miseria que en
Europa por los bombardeos nazis. En realidad no mueren; son asesinados por la pobreza
y el desamparo, a los que se les suma la falta de preocupación del resto de la
sociedad102.
Las naciones de América latina tienen cierta unidad histórico cultural que no permite
identificarlas sin más con las afroasiáticas. La tradición cristiana latinoamericana
permite una posibilidad de diálogo con la problemática del desarrollo103. Además, crece
en todos los países americanos la conciencia de los estudiantes universitarios de que
este es un tiempo de dominación continental104.
La miseria y la opresión de Latinoamérica son creadas por el sistema político,
económico y social. Desde hace un tiempo, los pueblos empiezan a ser conscientes de
esta explotación. Y se dan cuenta de que pueden protagonizar un cambio liberador; de
que las vías pacíficas se van agotando. Las minorías reprimen violentamente y no dejan
otra posibilidad105.
La humanidad está dándose cuenta de la situación en la que se vive en los pueblos del
tercer mundo. No solamente por la miseria, revelada entre otros por el P. Lebret106 y sus
análisis estadísticos, sino también en el deseo, la aspiración de los pueblos de asumir su
99
Gerardo Duejo, Los padrinos de Krieger, CyR 16, 12
100
Corrientes: “Por cada millón de pesos que aprovecha la oligarquía nos queda un niño muerto”, CyR 9,
9-11
101
Régis Debray, América Latina: Teoría y Revolución, CyR 5, 24
102
CyR 1, 3
103
Jaime Snoeck, Tercer Mundo: Revolución y Cristianismo, CyR 1, 7-11, 22
104
Colombia: declaración del MUAP, CyR 6-7, 36-37
105
La justa violencia de los oprimidos para su liberación. Apelación de sacerdotes al CELAM, CyR 9, 16-
17
106
Lebret, sacerdote francés, era un divulgador de temas de sociología y política. Había fundado el
Movimiento de Economía y Humanismo, dictando cursos y conferencias en Francia y América Latina,
principalmente en Brasil. Lebret, citado por Pablo VI en la Populorum Progressio, fue uno de los
pensadores cristianos que contribuyó a la desatanización del marxismo. (Cf. Löwy, 181-184).
116
papel en la historia. Los cristianos advierten que todos tenemos una misión que
desempeñar en la construcción del un mundo más humano.
Lebret describe la situación como el círculo vicioso de la miseria, con oportunidades
sumamente desiguales ante la vida. La invasión de empresas extranjeras que se llevan el
capital, impide la formación de empresas nacionales. La distancia entre ricos y pobres
es cada vez mayor, y la toma de conciencia de esta situación lleva a una situación de
prerevolución.
El capitalismo liberal es el responsable de los desastres sociales actuales. La dirigencia
necesita una doble conversión: a la gente, el pueblo desposeído, y a Cristo. Deben poner
al servicio del pueblo todo su patrimonio cultural.
El desarrollo, entendiendo por éste la integración de los pobres a la vida del país y de
los países pobres a las naciones del mundo, no se dará sin una profunda reforma de las
estructuras, sin la revolución social. Implica romper con el orden vigente y elaborar
uno nuevo. Si bien la violencia puede acompañar al movimiento revolucionario, su
esencia no es ésta sino en el cambio de estructuras107. Se admite, “en teoría”, una salida
pacífica.
Los bloques mundiales, en su pugna por imponer su poderío en el Tercer Mundo, van a
sofocar cualquier brote emancipador con el pretexto de comunismo. Es el caso de
Vietnam, que ha sido desnaturalizado ante la opinión pública; tanto por la izquierda, con
un PC que se atribuye la revolución; como por los católicos, indiferentes a esta lucha.
Para Cristianismo y Revolución, Vietnam es importante y está cerca, porque ellos viven
la misma situación que nosotros y porque su futuro es el nuestro. El enemigo es el
mismo. Los yanquis experimentan con ellos lo que van a hacer con nosotros. Los que
llamen a la lucha de los vietnamitas “comunismo” son anticristianos, idiotas útiles al
imperio108.
Mientras el Pentágono bombardea a los vietnamitas, el Kremlin sostiene la coexistencia
pacífica con el imperialismo. Los soviéticos se han recluido a una política de
neutralidad por miedo a perder su paz. De esta traición participan todos los Partidos
Comunistas109.
La decadencia del dólar es signo de la decadencia de la economía norteamericana.
Sumado a la derrota de Indochina, marca la debacle del imperio en manos de la
107
Jaime Snoeck, Tercer Mundo: Revolución y Cristianismo, CyR 1, p. 7-11, 22
108
Bertrand Russell, Las avanzadas del Cuarto Reich, CyR 2-3, p. 20-22
117
voluntad política de los pueblos que luchan por su liberación. La derrota militar en
Vietnam será el motivo de la disolución del imperio más mediocre y sangriento de la
historia110.
La mundialidad es un signo de nuestro tiempo. Así como las guerras capitalistas se
hacen universales, así también la revolución es universal. La militancia negra no
violenta por la defensa de los derechos cívicos ha sido un kairós revolucionario, un
tiempo providencial, dentro del Imperio. El problema negro debe ser vinculado con la
situación que Estados Unidos mantiene respecto de América latina y el Tercer
Mundo111. Lo mismo sucede con ciertas regiones europeas, como Grecia, Portugal o el
País Vasco, que son semicoloniales. La única posibilidad que tienen de emanciparse son
las armas112.
109
Documento de la Tendencia Revolucionaria del Peronismo, Estrategia y táctica revolucionarias, CyR
12, 6-9
110
Gerardo Duejo, El dolor del dólar, CyR 26, 27-31
111
Thomas Merton, Cristianismo y Raza en EEUU. Los bárbaros están entre nosotros, CyR 1, 14- 20
112
Grecia, La Europa colonizada, CyR 24, p.46-49; Portugal, CyR 25, p. 43; País vasco libre, CyR 27, 39
113
Comando Camilo Torres. Bases para el encuentro latinoamericano Camilo Torres. CyR 5, contracara
de la tapa
114
Informe de la Agrupación de Estudios Sociales de Córdoba, CyR 10, 8-12
115
Reflexiones del obispo de Neuquén, Jaime de Nevares, CyR 22, 8-11
116
Obispos paraguayos, Denuncia a la represión, CyR 20, 29-31
118
Desde hace siglos, América Latina sufre esta violencia. Causada por una minoría de
privilegiados, provoca el hambre, la miseria y el subdesarrollo del pueblo. En lo
político, siempre ha estado en manos de oligarquías. La violencia se extiende a lo
religioso, educacional, etcétera. Esto no es una fatalidad del destino, sino el fruto de una
voluntad sostenida. Por eso es violencia.
El subdesarrollo no es crecimiento lento; es consecuencia del dominio y la opresión del
imperialismo que no es sólo colonización económica, sino también cultural. El objetivo
es la corrupción moral y cultural de los países sometidos. Los seducen o los reprimen
con dictaduras. Es necesario quebrar las dependencias de carácter colonial y
neocolonial, y a esto sólo se llega por la lucha armada117.
El pueblo toma conciencia de que a esta fuerza se la enfrenta con otra fuerza. Se está
forjando el espíritu de lucha, se pierde el miedo, se ve el trasfondo político y la raíz
social de nuestro problema. La lucha por los demás es una actitud de reconciliación con
los hermanos marginados para poder celebrar la Eucaristía118.
Onganía no sólo no ha modernizado el país, como prometió al asumir, sino que
tampoco se hace cargo de su inoperancia y su entreguismo. Los argentinos, se afirma en
Cristianismo y Revolución, esperamos que las autoridades nos gobiernen con objetivos
nacionales.
Este gobierno, que no tiene apoyo de nadie, busca legitimarse con la jerarquía
eclesiástica pretendiendo utilizar los sentimientos religiosos del pueblo, promoviendo
eventos religiosos. Onganía es el presidente, y lo que la gente espera del presidente es
otra cosa que decir que el país se hunde y mandarnos a rezar a Luján. Nuestra situación
tiene culpables, no hay que recurrir a Dios para explicarla. La conciencia cristiana
rechaza los actos religiosos que no van acompañados de justicia con el hermano. La
verdadera religión consiste en atender al desvalido, asistir a los hambrientos119. La
inoperancia no es sólo del gobierno nacional: la universidad porteña se debate en luchas
estériles120, los gobiernos provinciales son ineficientes. Se gobierna desde lo inhumano
y lo antievangélico. La situación merece el calificativo de pecado de injusticia121.
117
Resolución general del Congreso Cultural de La Habana, CyR 6-7, 77-80
118
Padre Rafael Yaccuzzi, Dar la vida por el pueblo, CyR 14, 3-5
119
MSTM, Declaración, CyR 22, 13-15
120
Pasión y muerte de una institución, CyR 30, 3-5
121
Curas que se juegan en San Juan, CyR 17, 3
119
Los tres años del Onganiato son una tiranía evidente y prolongada, como lo señala
Populorum Progressio122. Es un gobierno que tiene por objetivo la satisfacción de los
intereses de los poderosos123. En nuestro país, este sistema oprobioso se apoya en las
armas del ejército. Nuestra actuación como cristianos debe ser, siguiendo los
lineamientos del CELAM, enfrentar con audacia y valentía al egoísmo y la injusticia,
aún a costa de sacrificios personales124. Esta es la lucha de todo un pueblo contra un
puñado de opresores. Un pueblo que lo único que puede perder es sus cadenas125.
La violencia política, en Argentina, no se limita al gobierno “de facto”, ni al intento de
perpetuarlo con otros nombres. La proscripción del peronismo es, en definitiva, la más
importante violencia política del sistema. La represión desatada contra la masa peronista
es represión contra la mayoría popular126. La proscripción es el eje de la política que
quiere instaurar el gobierno, para expulsar al pueblo de los fundamentos del país.
Mientras continúe el exilio de Perón, el pueblo seguirá proscrito127. Ser Perón y ser
peronista es delito, esto muestra que los militares no piensan abandonar una concepción
gorila de gobierno128.
El peronismo, a su vez, está dividido entre el “oficial” y las masas. La dirección
burocrática partidaria no advierte que el enemigo es el imperio. No tiene objetivos
firmes ni permanentes respecto a cómo enfrentar la dictadura129. La masa peronista está
desanimada porque perdió la confianza en sus dirigentes, especialmente en los
gremialistas. Han surgido agrupaciones pequeñas, en torno a activistas, que reivindican
la violencia como lucha. Algunos no serán sinceros, pero hay otras que mantienen alto
los ideales del justicialismo, y ven en esto la única forma de terminar con las trenzas, el
neoperonismo, el colaboracionismo y el vandorismo130.
El gobierno de Onganía es la expresión del sistema explotador. Y si han cerrado todas
las salidas democráticas, no por eso hay que confiar en un nuevo golpe. Una sucesión de
hechos de violencia: robos de armas, tomas de radioemisoras, olas de confusión,
122
Peronismo revolucionario, Informe a Perón, CyR 19, 8-13
123
Tiempo Social. Ingenio Arno de Villa Ocampo, CyR 12, 10-12
124
Chaco. Ingenio Las palmas, CyR 12, 13-14
125
CyR 4, contracara de la tapa.
126
Jorge Gil Solá, Quieren guerra, tendrán guerra, CyR n 15, 9
127
FAP, Un año de Taco Ralo, CyR 21, 8-14
128
Participacionismo con uniforme, CyR 13, 9
129
Jorge Gil Solá, Peronismo Revolucionario, CyR 13, 8
130
Mensaje del General Perón, CyR 10, 3-6
120
131
Abril: violencia en la violencia, CyR n 15, 6-7
132
Escribe Ongaro, CyR 13, 20-21
133
Bolivia, Nación invadida. Manifiesto firmado por diversos dirigentes políticos, CyR 6-7, 27-30
134
Chaco. Ingenio Las palmas, CyR 12, 13-14
135
Méndez y Jouve, El delito del pueblo, CyR 23, 32-33
136
Méndez y Jouve, Carta a los compañeros presos en huelga de hambre, CyR 21.
137
La violencia es natural, CyR n 15, 14
138
FAP, Un año de Taco Ralo, CyR 21, 8-14
139
Por ejemplo, en Tucumán. Represión, denuncia del P. Fernández, CyR 14, 23-24; en la portada del
número 19; en la última página de los números 25, 26, 27, 29 y 30.
140
Infamia. Los condenados de Salta, CyR 16, 13
141
Cristianos vs. Onganía, CyR 17, 1-2
121
142
Aunque algunos artículos publicados con la firma de Luis Cerrutti Costa, como por ejemplo La unión
revolucionaria para el triunfo del pueblo, CyR 20, p.9-13; le atribuyen cierta preparación al Movimiento
de Acción Revolucionaria, la C.G.T. de los Argentinos y al Peronismo Revolucionario.
143
Sacerdotes para el Tercer Mundo, CyR 18, 1-5
144
Crónica de la violencia en el norte santafesino, CyR 14, 20-22
145
Apuntes de Miguel Mascialino 5, CyR 10, 13-14
146
Jürgen Moltmann, Dios en la revolución, CyR 20, 19-24
147
Cristianos vs. Onganía, CyR 17, 1-2
148
Santa Fe. El P. Dáhbar s.j. y su compromiso cristiano, CyR 12, 14-15
122
149
Jaime Snoeck, Tercer Mundo: Revolución y Cristianismo, CyR 1, 7-11, 22
150
Thomas Merton, Cristianismo y Raza en EEUU. Los bárbaros están entre nosotros, CyR 1, 14- 20
151
Miguel Ramondetti, Curas que dicen no, CyR 16, 5
152
Sacerdotes de Villas apelan a Onganía, CyR 12, 18-19
153
Comunidades cristianas universitarias, Navidad: un desafío, CyR 23, 62-63
154 Jalles Costa, Teología, Cristianismo, revolución y violencia, CyR 18,22-23
123
155 Teología. Un análisis nacional interpretado por la visión de Medellín, CyR 14, 25-27
156 Villas, La marcha a Luján, CyR 22, 4-5
157 Sacerdotes del Tercer Mundo. La hora de la acción, CyR 12, 16-17
158 José María González Ruiz, Actuación de los sacerdotes en política, CyR 21, 20-22
159 Dom Antonio Fragoso, La dignidad del pobre, CyR 19, 49
160 Sacerdotes del Tercer Mundo. La hora de la acción, CyR 12, 16-17
161
Paraguay. Carta dirigida a la Conferencia Episcopal Paraguaya, CyR 13, p. 25-29; Declaración de los
sacerdotes de los Llanos riojanos, CyR 22, p.18-19; MSTM, La Iglesia, como Cristo, vino para perderse,
CyR 23, 20-25
162
Sacerdotes de Villas apelan a Onganía, CyR 12, 18-19
163
Visita al Paraguay y Consagración a la Virgen, CyR 22, 15-16
124
por su posición económica, se han olvidado de esta situación. La Iglesia no tiene que
tomar partido contra nadie, sino revisar el compromiso y el testimonio cristiano, y
animar a encontrar las soluciones técnicas necesarias.
Se trata de recuperar el sentido cristiano de justicia. Como decían los padres de la
Iglesia: o alimentas al que muere de hambre, o lo asesinas. No se puede comulgar si se
pagan salarios de hambre, se evaden impuestos, se esclaviza al indígena o se derrocha
ostentosamente lo que no se necesita para la vida. El desarrollo que no prioriza ni
respeta la dignidad de la persona, no es cristiano. La Iglesia debe constituirse en
defensora de los hombres, de los pobres, de los que sufren164. Tiene un mensaje de
justicia para todos los hombres a los que viene a liberar de toda esclavitud. No puede
ser cómplice de la situación de injusticia. Debe ponerse del lado de los que están
esclavizados por el miedo y la impotencia, como lo hizo Jesús165. La denuncia es una
exigencia interior de lo que vemos injusto y afecta a los desposeídos. Es una opción por
los valores evangélicos166. El testimonio auténtico traerá problemas con los
gobiernos167.
Para Cristianismo y Revolución, no se puede servir a dos señores. Y en Argentina
existen dos dioses168. El dios de Onganía es el de la escasez y la miseria, que promete
todo para el más allá eterno, pero que se comporta vilmente en su paso por la tierra; un
dios de la individualidad, que ocupa al hombre con salvar su alma, mientras que lo
atomiza para ponerlo de rodillas; un dios de la competencia, del doy para que me des,
que nada tiene que ver con el Dios de Jesús que desenmascara a los que hablando de
paz, comercian con la guerra 169.
Y está el Dios Bíblico; el Dios de la plenitud, que vino a traer vida en abundancia; un
Dios que renueva al hombre y lo desinstala. El Dios de la rebeldía ante la explotación
del pueblo, el Dios de la alegría de la liberación. Es el Dios del amor eficaz, el Dios del
amor que da la vida, que inspira el fenómeno de la comunión y el socialismo170. Es el
Dios de la solidaridad, que se compadece de los hambrientos, que no tiene miedo a las
164
El Mundo obrero golpea a la Iglesia argentina, CyR 5, p. 16-19; Declaración de sacerdotes peruanos,
CyR 8, 29-33
165
Curas que se juegan en San Juan, CyR 17, p.3; Reflexiones del obispo de Neuquén, Jaime de Nevares,
CyR 22, 8-11
166
Declaración de sacerdotes peruanos, CyR 8, 29-33
167
Cartas de Sacerdotes, CyR 14, 16-19
168
Löwy utiliza como clave de lectura del cristianismo liberacionista esta lucha entre dioses: el de la
liberación, por un lado; y los dioses de la opresión: el dinero, el imperio, etc., por el otro.
169
Jer 6,13
170
Hech 2,44; 4,32
125
burlas de los moralistas. El Dios que está con los pobres y que nunca visitó a las
autoridades ni se reunió con ellos. Es el Dios que eliminó las barreras de las razas, que
invita a todos a la unidad de razas y pueblos en la solidaridad y ayuda mutua.
El Dios que llama a los pobres a incorporarse a la acción para forjar un hombre nuevo,
hombre de la lucha y el combate, dominador del universo, creador de riquezas; hombre
de trabajo y economía liberadora, hombre de grandes responsabilidades, de la fiesta y la
alegría, hombre de la ciencia y el saber, de la paz y la amistad. Hombre imagen de Dios
que se reveló en Cristo. El cristiano no puede estar si no es con los pobres que luchan
por la justicia y la liberación171.
Si bien un liberalismo trasnochado pide autonomía entre la Iglesia y el mundo, la
fidelidad a la misión cristiana lleva a denunciar la situación actual172. No pueden
quedarse impasibles frente al subdesarrollo moral de los hombres y los pueblos. No se
puede callar ante el pecado. Sin justicia no hay cristianismo. La misión cristiana es
denunciar la injusticia de una estructura social que reniega del Evangelio, y formar las
conciencias de todos para que cada uno asuma las responsabilidades que le tocan en el
proceso revolucionario. Los sacerdotes deben ser signos que marcan el rumbo y
anuncian el retorno definitivo de Cristo, signos de compromiso revolucionario con los
pobres.
171
Documento de los PP. Vaudagna y Rivarola Acebal, y la junta parroquial de Villa Los Plátanos, El
dios de Onganía, CyR 9, 11-13
172
Is 1, 15-17; 3,14-15; 5,8; Santiago 5,1-4
173
Fabril. 100 días de huelga, CyR 14, 6-7
174
Reportaje al Cardenal Suenens, CyR 19, 23-35
126
que resta es la eliminación del adversario. Surgen así corrientes cerradas sobre sí
mismas e incomunicables.
Una de las contradicciones fundamentales se encuentra entre la elite y el pueblo. Existe
una elite conservadora, de derecha, integrista, reivindicativa de lo hispano, la
cristiandad y que afirma la vinculación entre Estado e Iglesia. Para ellos, el destino de la
Nación y el de la Iglesia están identificados. Es el nacionalismo católico aristocrático.
La Iglesia está fijada en el tiempo, nada debe cambiar; la cuestión es defender la nación
católica. La línea progresista, hija de la ilustración española, humanista,
democristianizante, europeísta, desarrollista y postconciliar postula la separación entre
la Iglesia y el Estado, la renovación de las estructuras eclesiales. Al acentuar la
separación entre lo temporal y lo espiritual, se torna casi exclusivamente religiosa.
También existe un catolicismo revolucionario, heredero de Las Casas, Santo Toribio y
los curas criollos de la independencia. De un marxismo europeo y humanista,
evoluciona hacia posturas de izquierda revolucionaria nacional. Tiende a identificarse
cada vez más con el pueblo. Busca integrar lo religioso en lo temporal en la vida misma
del pueblo175.
El pueblo, por su parte, vive un catolicismo que no está totalmente formulado por estas
líneas teóricas de pensamiento. El pueblo ha mezclado su fe católica con una línea
nacional en lo político; por ejemplo, Facundo y el Peronismo.
El Concilio ha despertado diferentes actitudes en la Iglesia argentina: los que tratan de
impedir que influya en el catolicismo nacional; los que lo asumen, pero no hacen una
relectura nacional y se quedan en los cambios externos; los grupos que quieren superar
la línea individualista y reformista. Este acontecimiento eclesial coincide con el
gobierno de Onganía. El golpe del 66 es un intento de hacer renacer la Argentina
católica. Los desarrollistas conciliares han hecho una crítica benigna al sistema; pero los
sacerdotes y laicos del tercer mundo van haciendo una crítica cada vez más dura,
influenciada por algunos elementos marxistas. En cierto modo, Onganía ha radicalizado
las posturas. Medellín implica la voluntad de aplicar y adaptar el Concilio a nuestra
realidad, una verdadera reinterpretación latinoamericana del Concilio. La corriente
católica de protesta social, a partir de Medellín se inclina hacia lo popular. El MSTM
intenta dar a una línea popular nacionalista un toque más profético y de liberación,
dentro de la problemática nacional. A través del catolicismo popular, intentan purificar a
175
Esta misma división de líneas se da en la Iglesia brasileña, ver CyR 1, 3-5.
127
176
¿Qué está sucediendo en la Iglesia de Rosario?, CyR 19, 14-16
177
Cartas de Sacerdotes, CyR 14, 16-19
178
Ver Capítulo II.
179
Lucio Gera, Guillermo Rodríguez Melgarejo, Apuntes para una interpretación de la Iglesia argentina,
CyR 25, 61-79
180
Declaración de Navidad del Movimiento Camilo Torres de Chile, CyR 6-7, 36; Carta de Católicos de
AL a Pablo VI, CyR 9, 14-15; Padre Rafael Yaccuzzi, Dar la vida por el pueblo, CyR 14, 3-5; Tucumán.
Represión, denuncia del P. Fernández, CyR 14, 23-24; Declaración de los obispos del nordeste, julio de
1966. CyR 1, 6
181
Apuntes de Miguel Mascialino 5, CyR 10, 13-14
182
El poder de los pobres, suplemento de CyR 6-7, 4-5
183
Movimiento de presencia y compromiso, La Iglesia de San Juan, CyR 25, 56-57
128
184
Thomas Merton, Cristianismo y Raza en EEUU. Los bárbaros están entre nosotros, CyR 1, 14- 20
185
Informe de la Agrupación de Estudios Sociales de Córdoba, CyR 10, 8-12
186
Corrientes: “Por cada millón de pesos que aprovecha la oligarquía nos queda un niño muerto”, CyR 9,
9-11
187
MSTM, La Iglesia, como Cristo, vino para perderse, CyR 23, 20-25
188
Cristianos vs. Onganía, CyR 17, 1-2
189
Apuntes de Miguel Mascialino 5, CyR 10, 13-14
129
realización del Estado socialista que sea más justo para todos los hombres190. La misión
de cristiano exige la lucha por la liberación del hombre. Luchar por la justicia es luchar
por el reino. El Evangelio no puede penetrar en la conciencia de los hombres sin
provocar la solidaridad entre los hombres191.
190
Escriben desde la cárcel los guerrilleros de Salta, CyR 18, 26-35
191
Antonio Fragoso, El Cristo liberador, CyR 25, 80
130
2. La revolución socialista
Si la situación es de pecado de injusticia, el motivo de la acción, para los cristianos, es
ético-teológico: redimir al hermano de su sufrimiento. Y en lo ético coinciden con los
hombres de buena voluntad. Se trata de conquistar el poder para construir un mundo
mejor, dónde todos tengan una vida digna. La revolución es un imperativo cristiano.
192
Monseñor Germán Guzmán, Camilo Revolucionario, CyR 4, 16-17
193
Los guerrilleros de Salta, Definiciones, CyR 13, 4-7
194
Jürgen Moltmann, Dios en la revolución, CyR 20, 19-24
195
El poder de los pobres, suplemento de CyR 6-7, 4-5; Desde San Juan al país, CyR 16, 7-8
196
Por ejemplo, para Fidel, la educación universitaria debe contribuir a desarrollar las facultades
potenciales de la inteligencia de un pueblo, y no ser un jardín de infantes para adultos. Ver, Fidel Castro
explica la revolución universitaria, CyR 13, 30-40
197
Cortázar vs. Life, CyR 16, 20-23
198
José R. Eliaschev, Javier, del Perú, CyR 16, 24
199
Declaración de Unquillo, CyR 2-3, 9
200
Habla Ongaro, CyR 13, 14-19 y 22-24
131
201
Carlos Marighella, La lucha armada en Brasil, CyR 12, 28-30
202
Che Guevara, Táctica y estrategia de la revolución latinoamericana, CyR 11, 25-29
203
Bolivia, La vuelta del Che, CyR 25, 21-30
204
Kim Il Sung, Che Guevara, CyR 11, 30-35
205
Cuba, la ofensiva revolucionaria, CyR 9, 39-44
206
Reportaje a las FAP, CyR 25, 17-20
207
Che Guevara, Táctica y estrategia de la revolución latinoamericana, CyR 11, 25-29
208
Carta de sacerdotes vietnamitas sobre la paz, CyR 22, 59-64
209
Monseñor Germán Guzmán, Camilo Revolucionario, CyR 4, 16-17
132
210
Escriben desde la cárcel los guerrilleros de Salta, CyR 18, 26-35
211
Sergio Castelli, Francia, Mayo, Barricadas, CyR 16, 18-19
212
Cuba. La madre de Camilo Torres con Fidel Castro, CyR 12, 26
213
Ciro Bustos, Un juicio desde la prisión, CyR 23, 41-42
214
José Eliaschev, Política Internacional, CyR 17, 13
215
Posición del MIR, CyR 22, 46-48
216
Kim Il Sung, Che Guevara, CyR 11, 30-35.
217
Carta abierta a los camaradas demócratas cristianos y al pueblo de Chile, Movimiento Camilo Torres
Chile, CyR 5, 37-38
218
Che Guevara, Táctica y estrategia de la revolución latinoamericana, CyR 11, 25-29
133
219
Régis Debray, América Latina: Teoría y Revolución, CyR 5, 24
220
Los guerrilleros de Salta, CyR 11, 9-11
221
Reportaje a Monseñor Germán Guzmán a su regreso a Colombia, CyR 8, 26-29
222
Bolivia, La vuelta del Che, CyR 25, 21-30
223
Declaración general de la primera conferencia Latino Americana de Solidaridad, CyR 5, 40-45
224
Este argumento justifica la invasión a Checoslovaquia. Fidel Castro, Checoslovaquia, CyR 10, 44-48
225
Brasil y su nacionalismo revolucionario, CyR 5, 26-31; Bolivia, Nación invadida. Manifiesto firmado
por diversos dirigentes políticos, CyR 6-7, 27-30
134
226
Julius Lester, Poder Negro, CyR 9, 45-48
227
Palestina. El lenguaje de las balas, CyR 15, 32-40; Manifiesto de “Al Fataj”, CyR 16, 34; Documentos
del Tercer Mundo, CyR 28, 44.
228
Boletín del Tercer Mundo, CyR 23, 51-58
229
FAP, Un año de Taco Ralo, CyR 21, 8-14
230
FAP, Comunicados, CyR 24, 64
231
Peronismo Revolucionario. Programa de Huerta grande, CyR 6-7, 4-6
232
Reportaje a Caride, CyR 16, 15-16
135
233
John W. Cooke, Definiciones, CyR 2-3, 14-15
234
Solidaridad del peronismo con los detenidos en Taco Ralo, CyR 10, 7
235
Christian Lalive d’Epinay, Religión, ideología y subdesarrollo, CyR 24, 22-26
236
Los cristianos en la construcción del socialismo, CyR 29, 43-46
136
237
Antonio Spadaccino, De la MM a la PP, CyR 5, 12-15
238
Los Camilos de Chile, CyR 16, 27-33
239
MSTM, Los que vinieron a servir, CyR 24, 17-21
137
sistema que afirma que el hombre vale más que los sistemas. Tanto el capitalismo como
el comunismo esclerosado nunca llevarán al hombre a la libertad y la vida241.
Lo que se postula desde Cristianismo y Revolución es un socialismo nacional, universal
a partir de un pueblo concreto en una realidad concreta. Liberado del imperialismo
efectivo. Un socialismo popular, que permita al pueblo llegar a sus caminos de
liberación; solidario con Latinoamérica; humanista donde se privilegie el ser más;
crítico, en donde la Iglesia no pierda su capacidad profética242.
No se puede ser cristiano en una sociedad que injustamente oprime a las mayorías. Por
eso muchos cristianos se incorporan a las luchas revolucionarias; consideran que es la
única salida posible. Llegan al socialismo por una opción libre y no por fatalismo
histórico. El examen atento y la vivencia del capitalismo llevan a la conclusión de que
en él es imposible la vida cristiana. El cristiano, salvo que se aliene, no puede
solidarizarse con la dominación ejercida sobre el Tercer Mundo. El socialismo es la
única posibilidad para estos pueblos243.
Son los umbrales de una nueva época. La actitud del hombre frente al mundo debe ser la
de renovarlo permanentemente244. La humanidad avanza a un socialismo que supere el
mero interés económico. Son necesarios el desarrollo de la conciencia y la solidaridad
de todos245. El socialismo no sólo es una economía nueva, sino también nuevos valores.
Allí el aporte del cristianismo es fundamental: ser cristiano es ser solidario. La
construcción del socialismo es la vía para superar la injusticia y la miseria246.
Muchos sectores cristianos están dispuestos a luchar por el socialismo, entendido este
como la destrucción de la propiedad privada de los medios de producción, el
aprovechamiento racional de la riqueza del país, la distribución de los bienes según el
aporte de cada uno al proceso productivo, y la construcción de la sociedad como ámbito
del hombre nuevo. Cualquiera de los Estados socialistas construidos por las
revoluciones del Tercer Mundo es más justo que los sistemas capitalistas247. Sólo el
240
Manifiesto de los obispos del Tercer Mundo, CyR 6-7, 42-46
241
Cortázar vs. “Life”, CyR 16, 20-23
242
MSTM, Nuestra reflexión en torno a la declaración de la Comisión Permanente del Episcopado del 12
de Agosto de 1970, CyR 27, 53-64
243
Los Camilos de Chile, CyR 16, 27-33
244
Reportaje a un Tupamaro, CyR 17, 27-29
245
Fidel inicia la zafra de los 10 millones, CyR 22, 54-55
246
Los cristianos en la construcción del socialismo, CyR 29, 43-46
247
Luis B. Cerrutti Costa, La unión revolucionaria para el triunfo del pueblo, CyR 20, 9-13
138
248
Plenario de Gremios Combativos en Córdoba, CyR 29, 14-16; Gerardo Duejo, Un programa socialista,
CyR 29, 25-34
249
Julius Lester, Poder Negro, CyR 9, 45-48
250
Sergio Castelli, Francia, Mayo, Barricadas, CyR 16, 18-19
251
El poder del miedo, CyR 26, 1-2
139
252
China: habla Lin Piao, CyR 17, 35-49
253
Apuntes de Miguel Mascialino, CyR 4, 8-9
254
Apuntes de Miguel Mascialino, CyR 5, 10-11
140
255
Encuentro Latinoamericano Camilo Torres, Llamamiento para la liberación, CyR 8, 17-23
256
Fidel, el cristiano. Reportaje de Carlos María Gutiérrez al Nuncio del Papa en Cuba. CyR 6-7, 18-20
257
Reportaje al nuncio papal en La Habana. La Iglesia católica y la revolución cubana CyR 5, 19- 20
141
prójimo, ese es el servicio pedido por Dios. Adorar a Dios es dar de comer al
hambriento, vestir al desnudo. Humanizar al hombre, salvarlo de la esclavitud. La
Iglesia sabe que el hombre no vive solo de pan, pero que lo necesita para vivir. El
interés de Fidel de dar de comer a Cuba, es un interés compartido. Es un deber del
cristiano ser testigo en esta tarea de dar de comer a Cuba258.
Cuba plantea una renovación de la moral social de la Iglesia, de acuerdo con las nuevas
responsabilidades que plantea el problema del desarrollo. Medellín ilumina esto de
cambiar las estructuras, pero también el crear un hombre nuevo que posibilitará esos
cambios259.
Cristianismo y Revolución muestra que Fidel reconoce también la importancia de los
cristianos en la construcción de la revolución socialista en Cuba. El cristianismo es
parte del acervo de la humanización, de la historia del progreso de los hombres. Si Cuba
disfruta hoy de la liberación, es porque antes lucharon muchos hombres por esto;
algunos fueron católicos destacados. El marxismo es heredero de todo eso. Los
sentimientos religiosos no quitan mérito a los revolucionarios que dejan su sangre por la
patria. La revolución no obliga a los hombres, no se inmiscuye en su fuero interno.
Mientras sea revolucionario, no importa su creencia. La cuestión es que el enemigo ha
usado la religión para cubrirse. Como no tienen ninguna bandera de masas, usan la
religiosa. Pero un buen católico no tiene la culpa de esto. En la lucha por la Revolución
deben unirse todos los elementos progresistas, desde el católico sincero que rechaza el
latifundio y el imperialismo, hasta el viejo militante marxista260.
258
Sergio Arce Martínez, Misión de la Iglesia en una sociedad socialista, CyR 6-7, p. 47-55
259
Obispos con Fidel, CyR 17, p.30-32
260
Fidel Castro, Echeverría y el nombre de Dios, Cuaderno 3, p.43-45
142
261
Monseñor Germán Guzmán, Camilo Revolucionario, CyR 4, 16-17
262
Sacerdotes peruanos, CyR 22, 49-50
263
Informe sobre Brasil, CyR 1 5-6
264
Revolución Cultural China. 16 principios, CyR 4, 27- 32; Carlos Marighella, La lucha armada en
Brasil, CyR 12, 28-30
265
Los trabajadores cristianos denuncian, CyR 2-3, 18
266
Juan Carlos Loureiro, Santo Domingo: Hacia la unidad de los trabajadores de AL, CyR 8, 33-34
267
El silencio de Helder Cámara, Gobierno y curia contra el obispo de los pobres, CyR 2-3, 5
268
Ongaro, Los que no concilian, CyR 29, contra cara de la tapa
143
negarse a los compromisos sino, a través de ellos, mantener sus principios de clase, sus
convicciones revolucionarias (Cf. Harnecker, 28-69).
El intelectual no puede evadirse, en un país del Tercer Mundo, de su responsabilidad
revolucionaria. Debe comprometer su vida. Tiene que apoyar la lucha contra el
imperialismo trabajando por la descolonización cultural, participando en el combate
político contra las fuerzas conservadoras, identificando su ideología, desenmascarando
los intereses que las utilizan. En la lucha por la liberación, se afianzan y crecen los
elementos de la auténtica cultura nacional, que no es nacionalismo estrecho ni
universalismo imitador269.
No hay conocimiento revolucionario que se sustente a sí mismo separado de la acción; a
su vez, la lucha revolucionaria es acción enriquecida por el conocimiento de la realidad.
El estudio no es para “llorar”, sino para aportar a los que luchan. Una línea de
investigación comprometida debe ser nacional, popular y revolucionaria. En este
sentido, hay tres fuentes de pensamiento: el cristianismo revolucionario, el peronismo
revolucionario y las izquierdas liberadas de su pasado antinacional270.
La revolución es el hecho cultural por excelencia en los países sometidos. Por eso solo
será un intelectual revolucionario que se involucre definitivamente con la revolución, el
que hará surgir la cultura auténtica. Él es el divulgador y educador ante su pueblo. El
intelectual desenmascara al imperialismo cultural y genera la cultura revolucionaria.
Jorge Ricardo Masetti es un ejemplo de intelectual revolucionario. Fue a hacer una
entrevista sobre la revolución cubana, y se involucró en ella. Es que, siguiendo el
razonamiento de Cristianismo y Revolución, si uno se para objetivamente frente a la
revolución, tiene que jugarse. No puede no comprometerse. No es decente permanecer
indiferente frente al mal271.
El arte también tiene una misión liberadora. Cada panfleto u obra literaria deberá crear
conciencia revolucionaria272. De nada sirve el arte ni la vida sino es para liberar a los
hermanos273. Hay que arrancar a las clases dominantes el privilegio de la belleza. El
intelectual tiene el deber de llevar a cabo una labor creadora y crítica274.
269
Sacerdotes católicos en el congreso cultural de La Habana, CyR 6-7, 74-75
270
Centro Hilda Guerrero, CyR 17, 4
271
Los guerrilleros de Salta, CyR 11, 9-11
272
Resolución general del Congreso Cultural de La Habana, CyR 6-7, 77-80
273
José R. Eliaschev, Javier, del Perú, CyR 16, 24
274
Casa de las Américas, Nueva vanguardia latinoamericana, CyR 12, 27
144
275
Universidades Latinoamericanas, La penetración yanqui y la rebelión estudiantil, CyR 17, 14-18
276
Tucumán, jardín de la miseria, CyR 27, 7-11
277
Pasión y muerte de una institución, CyR 30, 3-5
278
Movimiento Ateneísta de Santa Fe, Hacia una perspectiva revolucionaria, CyR 14, 28-32
279
Estudiantes. Los integralistas junto al pueblo, CyR 17, 5
280
José R. Eliaschev, Guerrilleros en el Vaticano, CyR 25, 47-48
281
Eduardo Galeano. La protesta en la boca de los fusiles. Entrevista a Cesar Montes. CyR 6-7, 22-26
145
los ricos282. Es que las viejas estructuras eclesiales han sido superadas por las
situaciones que vive el Tercer Mundo.
El pueblo no acepta pasivamente la injusticia, y se da cuenta de que no depende de una
persona, sino de un sistema. Así como de la Resistencia de los Aliados surgen los
“Curas Obreros” y la “Misión de Francia”, de compartir la lucha de los pobres surge el
MSTM. El cura que se compromete con el pueblo comprende que al sistema sólo se lo
vence con las armas. El sacerdote en lucha legitima el proceso revolucionario, testigo de
Dios en la marcha del pueblo. Su presencia tendrá un valor religioso, llenará a la
revolución de contenidos cristianos, será fuente de esperanza. Cuando el sacerdote se
acerca al pueblo se encuentra con el peronismo. Pero no se hace peronista como quien
se hace de un partido, sino como quien comparte la lucha popular. Ser peronista es ser
pueblo283. La definición política personal del sacerdote es un modo de acompañar el
proceso revolucionario284.
El MSTM debe estar más atento a las necesidades del pueblo que a las inquietudes de
los obispos. Al revalorizar el ministerio profético, encarna a la Iglesia auténtica. Ayuda
a que la gente tome conciencia de los males que padece, de la injusticia de la situación,
y de quienes son los culpables de esto. La presencia del obispo De Nevares es un signo
que confirma la labor de los sacerdotes que se involucran con el pueblo. Un aval de que
la Iglesia se pone del lado de los trabajadores, no permanece neutral285.
El clero más avanzado sostiene que la lucha armada es un deber de la conciencia
cristiana de Latinoamérica. La revolución se amplía y penetra en los sectores religiosos,
que cada vez aportan más revolucionarios al número de combatientes. Mientras en
Bolivia el occidente cristiano amenaza de muerte a sacerdotes y a otras personas, la
Iglesia ha denunciado a las empresas extranjeras como causantes de la pobreza del
altiplano. Curiosamente, los primeros asustados ante la guerra son los del PC, que
acusan a los revolucionarios de terrorismo. Mientras el Partido Obrero Revolucionario
dice que no es el momento, el Partido Demócrata Cristiano revolucionario apoya al
ELN y se lanza a ocupar sus filas286.
Estos y otros acontecimientos similares, obligan al marxismo a reconocer hechos
nuevos y replantearse cosas. Nada hay más antimarxista que la petrificación de las
282
Hernán Benitez, La Humanae Vitae, un golpe a la oligarquía y al imperialismo, CyR 9, 4-8
283
Carta de las FAP a los MSTM, CyR 26, 15-20
284
Iglesia. Sus hijos más esclarecidos y abnegados, CyR 30, 37-44
285
MSTM, Los que vinieron a servir, CyR 24, 17-21
286
Bolivia, La vuelta del Che, CyR 25, 21-30
146
ideas. La paradoja es que sectores del clero devienen revolucionarios mientras que
sectores marxistas están deviniendo fuerzas eclesiásticas, dogmáticas, fijas. Hay que
analizar la incorporación de los católicos a la revolución y hacer las modificaciones
ideológicas del marxismo que esto requiera287.
El problema es que el diálogo cristiano-marxista se ha quedado en las ideas y no ha
pasado a la práctica. Promovido desde las jerarquías respectivas, es una forma de
apaciguar el verdadero diálogo revolucionario288. Es un diálogo de secta a secta. El
verdadero diálogo revolucionario se da entre los militantes –sin distinciones
ideológicas o religiosas- en la acción común, la lucha coordinada, el enfrentamiento al
único enemigo común289. A esta lucha están invitados todos los que estén en contra de
este sistema inhumano. Cristo murió por todos los hombres, por eso no se excluye a
nadie del diálogo, siempre y cuando sea un diálogo revolucionario y de una acción
liberadora de la opresión290.
En América latina, el ejército y la Iglesia católica fueron los baluartes de la reacción. Y
así como la Iglesia comenzó una fuerte renovación con corrientes progresistas a favor
de cambios revolucionarios; hoy es el ejército de Perú el que enfrenta al imperialismo,
la oligarquía291 y lanza la reforma agraria292. Las medidas adoptadas tienen
objetivamente carácter revolucionario. Hay que respaldar las medidas objetivamente
revolucionarias que se han tomado en Perú, y profundizar la lucha antiyanqui. Cada país
tiene su propia vía para llegar a la revolución293.
287
Fidel a los sacerdotes en la clausura del congreso cultural en La Habana, CyR 6-7, 76
288
Los Camilos de Chile, CyR 16, 27-33
289
Encuentro Latinoamericano Camilo Torres, Llamamiento para la liberación, CyR 8, 17-23
290
Reportaje a Monseñor Germán Guzmán a su regreso a Colombia, CyR 8, 26-29
291
Velasco Alvarado, Discurso en el primer aniversario, CyR 22, 36-46; Boletín del Tercer Mundo, CyR
23, 51-58
292
Velasco Alvarado, Petróleo y reforma agraria, CyR 20, 32-39
293
Fidel se define sobre Perú, CyR 19, 18-20
294
MIR, Perú, CyR 22, 48
147
hay ninguna razón para que nosotros rehusemos combatirlo si es necesario. Podemos
demorarnos más en la duda porque pensamos que la paz es un bien, pero llega un
momento en que es imposible dudar. No puede haber ninguna tolerancia para el que no
es tolerante. La tolerancia sólo es posible cuando es recíproca. Si el enemigo puede
elegir las armas, el militante revolucionario tiene que someterse al idioma de su
adversario y utilizarlas. Su reacción se da en la medida en que la violencia agresora lo
obliga a tomar posición. Elegimos los medios conforme a nuestros fines, y no somos
responsables de lo que nos es impuesto.
Es preciso tener cuidado de que la violencia no se transforme en un medio elegido por
nosotros para fines que nos propongamos: tenemos que defender nuestra religión, si es
necesario, por métodos violentos; pero en ningún caso podemos usar la violencia para
alcanzar nuestros fines religiosos (Weil, 30-34).
Según Schmitt (Schmitt, 56), la distinción política específica es la de amigo-enemigo,
ésta el grado máximo de intensidad de una unión o separación, de asociación o
disociación; no es el malo o el feo; es el intensamente extraño o distinto. Los puntos
álgidos de la gran política son aquellos en los que el enemigo es conceptuado como tal
en la mayor y más completa claridad.
Aunque en el plano psicológico se hace difícil prescindir de un juicio moral: enemigo
no es cualquier competidor o adversario, ni alguien detestado en el ámbito privado.
Enemigo es un conjunto de hombres que se opone combativamente a otro conjunto
análogo, sólo es enemigo el enemigo público. A un enemigo es sentido político no hace
falta odiarlo personalmente; por lo tanto el amor al enemigo también es del ámbito
privado. El mandamiento del amor no quiere decir que se deba amar a los enemigos del
pueblo y apoyarlos frente a éste. Lo que no es enemigo, puede ser amigo.
Los conceptos de “guerra”, “amigo”, “enemigo”, valen mientras se mantiene la
posibilidad de la destrucción óntica de un sujeto distinto. La guerra es la realidad
externa de la enemistad; es el presupuesto de la política, no su objetivo o contenido. Es
el momento de la verdad. Pone al descubierto el núcleo de las cosas; en la lucha real se
hace patente la agrupación de amigos y enemigos; pone al hombre en tensión
específicamente política. La guerra total cancela la distinción entre combatiente y no
combatiente, deja el plano militar para llevar la hostilidad a todos los ámbitos. Es un
incremento cualitativo, la intensificación de la hostilidad.
Toda oposición o antagonismo religioso, moral, económico, se transforma en oposición
política en cuanto agrupa a los hombres como amigo- enemigo. Lo político puede
148
295
Círculo de Cultura “J. Maritain” de Rimini, Carta abierta al papa: no dar la mano a los asesinos de
Vietnam. CyR 6-7, 71
296
Reportaje al capitán Lamarca, CyR 21, 39-40
297
Encuentro de católicos, ¿Cursillismo de izquierda? CyR 2-3, 5-6
298
Los trabajadores cristianos denuncian, CyR 2-3, 18
299
Declaración general de la primera conferencia Latino Americana de Solidaridad, CyR 5, 40-45
300
Sacerdotes católicos en el congreso cultural de La Habana, CyR 6-7, 74-75
301
Camboya, Otro eslabón, CyR 24, 54-55
149
302
Cuba y Vietnam. Discurso de Fidel Castro en apoyo del FNL, CyR 18, 39-49
303
Albert-Paul Lentin, Biafra. Oriente y occidente en defensa de la unidad colonial, CyR 23, 47-50
304
Revolución Cultural China. 16 principios, CyR 4, 27- 32
305
José Ricardo Eliaschev, Los que descubrieron América, CyR n 15, 19
306
José R. Eliaschev, Los guerrilleros y los traidores, CyR 16, 25
307
Los tupamaros en Uruguay y Marighella en Brasil, CyR 21, 33-37
308
Documentos del Tercer Mundo, Reportaje a Francisco Prada, del FALN de Venezuela, CyR 16, 35-40
309
Inti Peredo, Volveremos a las montañas, CyR 9, 19-30
310
Uruguay. Tupamaros, CyR 10, 19-28
311
Reportaje a un Tupamaro, CyR 17, 27-29
312
Monseñor Germán Guzmán, Camilo Revolucionario, CyR 4, 16-17
313
Estos son los Tupamaros, CyR n 15, 20-31
150
Los marxistas de salón defienden el orden burgués de las leyes, y esperan que Marx y
Lenin les certifiquen que las condiciones para la insurrección armada están dadas.
¿Cómo pueden saber que hoy no existen condiciones para la lucha armada?
"Acertar con Fidel es intentar lo que él intentó, seguir el camino que él abrió. Y en último caso,
siempre es preferible ser derrotado o muerto con el Che que acertar y triunfar con Vittorio
Codovilla. Sobre todo mucho más alegre." 314.
314
Acción Revolucionaria peronista, CyR 6-7, 10-15
315
Mateo de la Calle, Dependencia cultural y cultura militante, CyR 26, 21-26
316
Definiciones del Mayor Alberte del peronismo revolucionario, CyR 12, 3-5; Petroleros, con dignidad y
sin miedo, CyR 11, 3-4; Lealtad peronista para la lucha, CyR 11, 5; Unidos con Perón contra los traidores
y negociadores, CyR 11, 6; Crónica argentina, CyR 16, 9-11; Peronismo revolucionario, Informe a Perón,
CyR 19, 8-13; Ejército Nacional Revolucionario, Comunicado, CyR 28, 52-53
317
La autocrítica sindical, CyR 5, 6-9
151
318
Reportaje, Los que dan batalla, CyR 26, 3-8
319
Jalles Costa, Teología, cristianismo, revolución y violencia, CyR 18, 22-23
320
Cortázar vs. Life, CyR 16, 20-23
321
La construcción del ejército popular, CyR 29, 1-2
322
Nuevo fracaso del reformismo en AL, CyR 25, 34-39; Frei y la mentira del cobre, CyR 19, 20-22;
Boletín del Tercer Mundo, CyR 23, 51-58
323
Héctor Bejar Rivera, Perú ¿A dónde va la junta militar?, CyR 24, 27-32
152
324
El Chocón: la crisis del sindicalismo tradicional, CyR 23, 9-11
325
Acción Revolucionaria peronista, CyR 6-7, 10-15
326
Informe sobre Brasil, CyR 1 5-6
327
CELAM, ni frío ni caliente, CyR 2-3, 3-4
328
Trasfondo, CyR 2-3, 40
329
Encuentro Latinoamericano Camilo Torres, Llamamiento para la liberación, CyR 8, 17-23
330
Corrientes, La reacción de su eminenCIA (sic), CyR 23, 8
331
Angel Presello, Comunicado de la U. C. Rosario, CyR 24, 61
332
Desde San Juan al país, CyR 16, 7-8
333
Carta abierta al Arzobispo de Tucumán Monseñor J. C. Aramburu, CyR 4, 1
334
CGT de los Argentinos, regional Tucumán, enfrenta al obispo Aramburu, CyR 13, 11
335
Chile. “Iglesia Joven” condena la masacre de Frei, CyR 17, 33-34
336
Encuentro Latinoamericano Camilo Torres, Llamamiento para la liberación, CyR 8, 17-23
337
La ofensiva al MSTM, CyR 25, 3- 4
153
poder para hacer favoritismo. Si la jerarquía no aplica las enseñanzas del Concilio, cae
en la hipocresía de decir una cosa y vivir otra.
Los obispos muchas veces cierran los ojos ante las atrocidades de los militares y se
alejan de los pobres. Con el pretexto de preservar la unidad, los obispos son neutrales en
una situación que exige definiciones338. Renegando de lo sostenido en Medellín, no
identifican a la opresión nombre y apellido. La denuncian, pero no se juegan en
concreto en ciudades donde conocen lo que pasa. En lugar de la denuncia profética, se
quedan en un desarrollismo cómodo y vergonzante339.
La Iglesia se olvida de que lo religioso exige una actitud de servicio al hombre. No
podemos amar a un Dios lejano si toleramos la esclavitud de los prójimos. La Iglesia,
para ser un mensaje de amor y paz, debe comprometerse más con los problemas
humanos. Se impone un cambio como consecuencia de su amor al hombre340.
La Iglesia debe volver a ser la de Cristo y no la de Onganía, el imperialismo y los
poderosos. El pueblo pide obispos pobres, sin compromisos con los empresarios341,
libres y valientes para anunciar la verdad del Evangelio. La Iglesia, en lugar de
identificarse con los ricos, debería tomar partido por los pobres y los que se incorporan
en la lucha revolucionaria por la liberación del mundo, con quienes tienen hambre y sed
de justicia342.
Mientras los fieles se radicalizan, la Iglesia se encierra en las sacristías343. Si la Iglesia
argentina quiere ser fiel a Medellín, deberá realizar cambios profundos: ser una Iglesia
profética, activa en la lucha de liberación del pueblo, en la voz que denuncia la
injusticia, en comunidad que concientiza. Estamos en los umbrales de una nueva época
en América Latina que marcará la transformación radical de la sociedad y la
valorización de la persona humana. Pero no se llegará automáticamente, la Iglesia tiene
que ocupar su puesto en la lucha344.
338
Brasil, CyR 20, 25-28
339
Miguel Ramondetti, Obispos del noreste, un documento negativo y decepcionante, CyR 21, 18-19
340
Laicos exigen definición al obispo, suplemento de CyR 6-7, 6-7
341
Ivan Illich, Las sombras de la Caridad. CyR 5, 46-50
342
Desde San Juan al país, CyR 16, 7-8
343
Entrevista con el padre Charles Antonie, CyR 24, 42-46
344
A.E.S., Iglesia y educación liberadora, CyR n 15, 11
154
345
Declaración de La Habana, Cuaderno 3, 3-5
346
Bolivia, La vuelta del Che, CyR 25, 21-30
347
Habla Ongaro, CyR 13, 14-19 y 22-24
348
Ramón Horacio Torres Molina, Autodefensa de un revolucionario, CyR 21, 15-17
349
Peronismo revolucionario, CyR 21, 17
350
Comunicado de las FAL, CyR 23, 60; Comunicado de las FAP, CyR 23, 60-61
351
Manifiesto del ELN de Bolivia, CyR 5, 38-40
352
Cuba, la ofensiva revolucionaria, CyR 9, 39-44
353
Los tupamaros en Uruguay y Marighella en Brasil, CyR 21, 33-37
354
Hablan los Montoneros, CyR 26, 11-14
355
Tupamaros: reportaje a Urbano, CyR 27, 28-37
155
morir, acompañados de una vanguardia lúcida, audaz y firme, nada los frena y no hay
enemigo suficientemente poderoso356.
Hoy, para lograr la independencia económica, la justicia social y la soberanía política,
no queda otro camino que la lucha armada. En este ambiente de violencia y
colonización elegido por la oligarquía, las Fuerzas Armadas son la guardia pretoriana
del sistema. Igual que las montoneras y los descamisados, la guerra revolucionaria es
por la liberación del pueblo. Tenemos que responder a la patria como lo hicieron San
Martín, Belgrano y Güemes357. El único camino para derrotar a Onganía es la lucha
armada.
La referencia al Cordobazo como “La batalla de Mayo”358 es parte de esta conciencia de
estar combatiendo por algo inconcluso. Para Cristianismo y Revolución, el Cordobazo
sería una especie de “Cabildo Abierto”, en dónde el pueblo pide un gobierno patrio.
Nuevamente, el pueblo en la calle puede vencer al poder colonial. Argentina está en
guerra; pero no es civil, sino de descolonización. El pueblo se levanta contra la
violencia neocolonial. No es impulsada por ideologías extrañas, sino por la vergüenza
soportada durante años359.
En Argentina, la Resistencia Peronista es un antecedente histórico que alimenta la lucha
revolucionaria. Evita es el símbolo de este combate360 por su intento de armar milicias
populares y obreras que defendieran a Perón.
Las guerrillas argentinas, en general, ubican el inicio del ciclo histórico en la irrupción
de las masas populares en el 45, cuando se movilizaron para recuperar a un líder, un
programa y un proyecto que consideraban suyo. La integración de los revolucionarios a
esa experiencia es real, “desde adentro”, y no como quien se asocia a un club361. Se
consideran una nueva generación peronista nacida a la lucha en los bombardeos del 16
de junio de 1955 y en los fusilamientos del 9 de junio del ’56362; en el plan Conintes de
Frondizi; con la muerte de Vallese; el golpe de Onganía y la intervención de la
universidad; son la generación del Cordobazo363.
Después de la Francesa, la primera revolución mundial es la que produjo el Mayo
Francés, y continúa en Córdoba. Esto prueba, según Perón, la influencia del
356
Declaración general de la primera conferencia Latino Americana de Solidaridad, CyR 5, 40-45
357
FAP, Taco Ralo, Destacamento Guerrillero “17 de octubre”, CyR 11, 7-8
358
Peronismo revolucionario, Informe a Perón, CyR 19, 8-13
359
¿Quien impone la violencia?, CyR 25, 1-2
360
Si Evita viviera, sería montonera, CyR 30, contracara de la tapa
361
FAR, Reportaje, CyR 28, 56-70
362
FAP, Taco Ralo, Destacamento Guerrillero “17 de octubre”, CyR 11, 7-8
156
justicialismo en las masas argentinas que desde hace más de 20 años tienen ideas claras
de contenido revolucionario. La revolución que nace en el país es lo que el peronismo
siempre quiso hacer364.
Paradójicamente, los que ejecutaron a Aramburu crecieron oyendo hablar pestes de
Perón y el peronismo. Pero al darse cuenta de la injusticia moral de esta sociedad
individualista, y de que sólo la violencia puede barrer la injusticia, reaccionaron. No se
les puede pedir confianza en la justicia cuando el poder militar arrasa con los fallos de
la misma justicia. Aramburu se equivocó al amparar a los asesinos de Valle; él introdujo
la desconfianza en el sistema.
Estos jóvenes guerrilleros de misa dominical dejan atrás los ideales justicialistas porque
no conocieron al peronismo. Conocieron el antiperonismo y la proscripción del ochenta
por ciento del país. La hipocresía de la moral política es irreconciliable con el
Evangelio. Esto es lo que los lleva a actuar. Es un castigo de las jóvenes generaciones.
Si los cristianos quieren ser fieles al Evangelio, tienen que optar por la violencia porque
los adultos no les dejamos otra salida. Si la Iglesia hubiera tendido puentes de diálogo,
hoy no estarían asesinados ni Vandor ni Aramburu. La Iglesia paga el divorcio del
pueblo365.
363
¿Quien impone la violencia?, CyR 25, 1-2
364
Carta de Perón a García Elorrio, suplemento de CyR 19, 1
365
Hernán Benitez, Causas y responsables de la ejecución de Aramburu, CyR 25, 5-11
366
Los cristianos en la construcción del socialismo, CyR 29, 43-46
367
FAR, Reportaje, CyR 28, 56-70
157
368
Peronismo de Base, La revolución de las bases, CyR 29, 11- 13
369
Luis B. Cerrutti Costa, La unión revolucionaria para el triunfo del pueblo, CyR 20, 9-13
370
Sacerdotes católicos en el congreso cultural de La Habana, CyR 6-7, 74-75
371
Los Camilos de Chile, CyR 16, 27-33
372
Ho Chi Minh, Su testamento político, CyR 20, 40-44
373
Régis Debray, América Latina: Teoría y Revolución, CyR 5, 24
374
Sociología: Instrumento de conocimiento y lucha, CyR 22, 6-7.
375
FAR, Reportaje, CyR 28, 56-70
376
Plenario del peronismo “De pie”. Declaración de Tucumán. CyR 6-7, 7-9
158
dentro del sistema377. Perón no es encuadrable dentro del sistema, por tal motivo no
puede volver. El “retorno de Perón” deviene en consigna revolucionaria porque es una
identificación de clase y la derrota de la oligarquía378. Cuando un obrero dice “Perón”,
está diciendo que no está de acuerdo con el orden vigente379. Perón es la única
representación real y auténtica del pueblo380.
El peronismo no es la maravilla de los siglos, pero tampoco son aceptables las mentiras
gorilas o las exigencias puristas. El peronismo cometió errores garrafales, muchos de
los cuales quedaron impunes, pero lo terrible es que se persiguió al peronismo por sus
aciertos, no por sus errores381. Esto no significa que la misión del peronismo sea
providencial: si no tiene autocrítica, puede equivocar el rumbo y traicionarse. Perón fue
muy empírico. La figura de Perón es la fortaleza y la debilidad del peronismo. El
peronismo dio tres banderas nacionales; fue una doctrina de cohesión nacional, no una
doctrina revolucionaria. El peronismo debe unir las masas a la teoría revolucionaria,
explicitar su proyecto socialista.
Perón organizó el movimiento sin manuales y con improlijidades. Muchos blandos y
arribistas se encaramaron en él. El paternalismo y la perpetuación en los cargos es un
defecto serio. De su fuerza popular, y de su cortedad ideológica y organización
equívoca, surge aquello de caracterizar al peronismo como un “gigante invertebrado y
miope”. Sin Perón, el pueblo ha sido espontáneo en reacciones, pero la rebeldía no es
Revolución382. Falta desarrollar una estructura revolucionaria que haga de nexo entre
Perón y el pueblo383. Darle al movimiento los elementos teóricos y prácticos que,
mediante la lucha revolucionaria, conduzcan a la toma del poder384. Sucede que, si bien
el peronismo fue el más alto nivel de conciencia de la clase trabajadora, no ha
actualizado su doctrina. Este error lo hace perder el poder, y le imposibilita retomarlo385.
El proceso revolucionario pasa por el peronismo. El peronismo es la fuerza social que
representa una parte de la antinomia del país: peronismo versus antiperonismo. Es el
enfrentamiento entre el pueblo y el antipueblo; la forma que reviste la lucha de clases
en Argentina. En este conflicto no se puede ser neutral. El peronismo es, históricamente,
377
Plenario, CyR 6-7, 3
378
Reportaje a las FAP, CyR 25, 17-20
379
Por qué somos peronistas de base, CyR 30, 9-12
380
Crónica de un año distinto, CyR 27, 1-2
381
Hernán Benitez, Causas y responsables de la ejecución de Aramburu, CyR 25, 5-11
382
Rolando Concatti, del MSTM; Nuestra opción por el peronismo, CyR 30, 27-36
383
Peronismo Revolucionario. Programa de Huerta grande, CyR 6-7, 4-6
384
Jorge Gil Solá, Peronismo Revolucionario, CyR 13, 8
385
Peronismo revolucionario, Informe a Perón, CyR 19, 8-13
159
386
Peronismo de Base, La revolución de las bases, CyR 29, 11- 13
387
Plenario, CyR 6-7, 3; JAEN, Comunicado, CyR 28, 53-54; La hora del pueblo en armas, CyR 29, 3-8
388
Guatemala. ¡Vencer o morir!, CyR 10, 29-43
389
Rolando Concatti, del MSTM; Nuestra opción por el peronismo, CyR 30, 27-36
390
MSTM, Comunicado, CyR 26, 53
391
Detención de Dante Oberlin, CyR 14, 8-11
392
John W. Cooke, Definiciones, CyR 2-3, 14-15
393
Jorge Luis Bernetti, Régimen, violencia y revolución, CyR 4, 4-6; Peronismo revolucionario, Informe
a Perón, CyR 19, 8-13
394
Jorge Luis Bernetti, Régimen, violencia y revolución, CyR 4, 4-6
395
FAL, Reportaje, CyR 28, 73-77
396
FAR, Reportaje, CyR 28, 56-70
160
397
FAP, Reportaje, CyR 28, 77-80
398
Mayor Alberte, La estrategia política del peronismo revolucionario, CyR 23, 16-18
399
Los guerrilleros de Salta, Definiciones, CyR 13, 4-7
400
Quebrarle la mano al freísmo, CyR 30, 49-53
401
Por qué somos peronistas de base, CyR 30, 9-12
402
CyR 30, portada y contra cara de la tapa; CyR 2-3, 23.
403
Rubén Dri, Alienación y Liberación, CyR 26, 59-64.
404
Revolución Cultural China. 16 principios, CyR 4, 27- 32
405
Emilio Jáuregui, China – URSS ¿volarán los cohetes rusos sobre Pekín?, CyR 14, 34-40
161
406
Los guerrilleros de Salta, Definiciones, CyR 13, 4-7
407
Juan Carlos Zaffaroni –cura obrero-, La juventud uruguaya frente al ideario político de Camilo Torres;
CyR 6-7, 32-35
162
lograr la organización perfecta para la lucha. Se trata de dejar de ser yunque y ser
martillo, aprovechando las ventajas que da el enemigo. Es necesario despertar, mediante
el combate, la mística combativa. Aunque no sin ton ni son, todo en su medida y
armoniosamente409.
La historia no es lo único que determina la necesidad de la revolución. La guerra,
aunque requiere medios materiales, es un acto de conciencia. Es necesario, por lo tanto,
tener la voluntad de hacerla. Lo que importa es el pueblo en armas conquistando su
libertad410. Si bien la revolución depende de condiciones objetivas, no se puede esperar
que se cumplan todas. Si no se inicia la lucha, nunca se acrecentarán las potencialidades
revolucionarias.
La lucha armada es un hecho técnico y hay que determinar el modo científico y riguroso
de hacerla411. La improvisación mata. La función de la vanguardia es encauzar
técnicamente la violencia revolucionaria. El grupo armado le da eficacia a la lucha, la
conduce a su destino, contribuye a crear la conciencia revolucionaria, las condiciones
subjetivas de la revolución; no sólo desde el primer combate, sino desde la misma
preparación412.
Las discusiones sobre condiciones y métodos atomizan la lucha revolucionaria. Nunca
de la pureza teórica se ha llegado a la lucha armada. La única cuestión es desarrollar la
lucha armada popular413, hostilizando al enemigo, profundizando la lucha política. Para
esto es necesario organizar a los hombres414. Si la organización revolucionaria está bien
planteada, se puede jaquear seriamente al régimen415. El trabajo de masas que lleve al
pueblo a tomar posiciones revolucionarias es muy importante; pero hay que tener claro
que en algún momento la lucha será ineludible.
Ha comenzado la última etapa del proceso argentino, aunque esto no implique un juicio
sobre su duración ya que podría durar tanto como las otras etapas sumadas. Es una
última etapa cualitativa. La coyuntura favorable es permanente, hay que cerrar el
camino de repliegue al régimen y obligarlo a acentuar sus aspectos represivos y
violentos. No sólo no hay que dejarlo disfrazarse, sino que hay que desenmascararlo.
408
Acción Revolucionaria peronista, CyR 6-7, 10-15
409
Mensaje del General Perón, CyR 10, 3-6
410
Los guerrilleros de Salta, Definiciones, CyR 13, 4-7
411
Kim Il Sung, Che Guevara, CyR 11, 30-35
412
Uruguay. Tupamaros, CyR 10, 19-28
413
Declaración general de la primera conferencia Latino Americana de Solidaridad, CyR 5, 40-45
414
Escriben desde la cárcel los guerrilleros de Salta, CyR 18, 26-35
415
Estos son los Tupamaros, CyR n 15, 20-31
163
416
Acción Revolucionaria peronista, CyR 6-7, 10-15
417
FUA, Hacia el congreso nacional de unidad, CyR 22, 21-34
418
En enero de 1971 se había ocupado la planta de Fiat en Córdoba. Una vez solucionado el conflicto,
con la mediación del gobernador Bas, se produjo la reincorporación de los obreros despedidos.
Levingston pide la renuncia de Bas y nombra interventor a José Camilo Uriburu, quien se propuso
terminar con la “infiltración marxista” en Córdoba: Declaro sí que confundidas entre la múltiple masa de
valores morales que es Córdoba, por definición, se anida una venenosa serpiente cuya cabeza quizá Dios
me depare el honor histórico de cortar de un solo tajo, (Cf. Romero, 346-348). En repudio de estas
palabras se produjo una movilización popular que culminó con una huelga combativa el 17 de marzo. El
ingenio popular bautizó a estos eventos como el Viborazo. El 22 de marzo el presidente era depuesto por
la Junta de Comandantes presidida por Lanusse.
419
Cambalache, CyR 28, 3-5
420
Comunicados del MSTM, CyR 25, 53-56
421
Montoneros, Reportaje, CyR 28, 70-73
422
Carlos Marighella, La lucha armada en Brasil, CyR 12, 28-30
423
Definiciones del Mayor Alberte del peronismo revolucionario, CyR 12, 3-5
164
"La revolución es patrimonio de todos los jóvenes argentinos, sólo hace falta que aquellos que
tengan lo que hay que tener, emprendan la lucha por la liberación, donde es necesario quitar por
la fuerza si fuera preciso, lo que los privilegiados se niegan a ceder por la razón." 426.
Sin el poder en las manos de las agrupaciones populares la revolución es una palabra
vana.
La única forma de terminar con el subdesarrollo es la liberación del imperialismo que lo
causa. El imperialismo internacional está minado por los Movimientos de Liberación
Nacional de los pueblos del tercer mundo. Cada país explotado debe ser una trinchera;
mientras más frentes se abran, mejor. En este contexto, el Che afirmó que la guerrilla
en Argentina es una consecuencia de una línea estratégica global para la Revolución
en América latina427.
Las fuerza populares y los revolucionarios deben apurar la revolución armada y la toma
del poder. Si no, se corre el riesgo de que el pueblo sea engañado por los reformistas
socialcristianos o marxistas que insisten en participar de la farsa de militares
“nacionalistas” o “democráticos y progresistas”. La única puerta al poder popular es la
violencia revolucionaria428.
La clase obrera no quiere favores del régimen. Con su lucha impugna a toda la
organización social429. Ni los trabajadores ni el pueblo piden o dan tregua. Ninguna de
las acciones de los trabajadores pretenden el golpismo dentro del golpe: rechazan un
gobierno de minorías dentro de otro gobierno de minorías. Buscan la batalla definitiva
424
Reportaje a Caride, CyR 16, 15-16
425
El azúcar en llamas, CyR n 15, 3-5 y 7
426
Documento de la Tendencia Revolucionaria del Peronismo, Estrategia y táctica revolucionarias, CyR
12, 6-9
427
Méndez y Jouve, Carta abierta a Ricardo Rojo, CyR 11, 12-14
428
La instancia revolucionaria, CyR 5, 3
429
Nuncio Aversa, La traición de los dirigentes, CyR 20, 4
165
430
CGT de los Argentinos, Documento del plenario nacional en Córdoba, CyR 21, 5-7
431
Carta de Perón a las FAP, CyR 25, 20
432
Claudio San Román, Bolivia luego de Barrientos, CyR 16, 11 y 19
433
Informe especial. El Cordobazo, CyR 18, 6-8
434
Peronismo revolucionario, Informe a Perón, CyR 19, 8-13
435
Chile. El programa va..., CyR 28, 37-43
436
La hora del pueblo en armas, CyR 29, 3-8
437
FAP, Un año de Taco Ralo, CyR 21, 8-14; China: habla Lin Piao, CyR 17, 35-49
438
La muerte de dos combatientes: Inti Peredo y Carlos Marighella, CyR 21, 24-32; Tupamaros: reportaje
a Urbano, CyR 27, 28-37
439
¿Qué harás vos, compañero, qué haré yo?, CyR 23, 19
166
somos nosotros quienes desencadenamos el terror, ni los que anhelamos el reino de las
fieras. Nosotros sí tenemos el corazón como un gigantesco fusil apuntando hacia la
muerte440.
No hay alternativa: es la hora de armar las ideas, sino, serán aplastadas441. Las
precauciones que toma la dictadura contra la guerrilla prueban la validez de este
método442.
En las actuales condiciones es ridículo pensar que la burguesía ataque a la oligarquía.
La penetración económica en América Latina hace que de cada dólar invertido en el
continente, los capitalistas se lleven tres. Tantas riquezas naturales son explotadas sin
que el pueblo se beneficie en nada. A pesar de los recursos que tenemos, somos
subdesarrollados443. Es una ingenuidad pretender que la gente no se levante, no se puede
escarnecer a un pueblo sin que un día se sienta tronar el escarmiento444.
El pueblo está convencido de la necesidad de nuevas formas de lucha para acceder al
poder. Los trabajadores de la “Docta Montonera” son los que tienen mayor conciencia
revolucionaria445. No se trata de acciones aisladas, sino de comenzar una guerra
revolucionaria446. La “Revolución Argentina” logró unir trabajadores y estudiantes y
despertó, como en la independencia, el sentimiento revolucionario del interior del
país447.
Si bien hubo intentos de guerrilla en Argentina, de la lectura de Cristianismo y
Revolución se desprende que el Cordobazo marcó la irrupción de la lucha urbana. Esa
violencia popular, desordenada y caótica, fue un mandato. En cierto modo terminó por
nacionalizar, por ser un peldaño de argentinización de la lucha. El foco obliga al
enemigo al golpe final, lo pone en un punto de no retorno. La violencia popular agudiza
la violencia del régimen para que se desenmascare y tenga que matar o morir448.
Córdoba planteó el papel de la insurrección popular urbana como vía revolucionaria. La
revolución argentina será decidida en por las masas urbanas449. Los pueblos del cono
sur apoyan a las guerrillas urbanas. Esto, sumado a los logros militares de las
440
Miguel Grinberg, Santiago Pampillón, CyR 1, 20
441
Documento de la Tendencia Revolucionaria del Peronismo, Estrategia y táctica revolucionarias, CyR
12, 6-9
442
Luis Dos Santos, Última entrevista a Joaquim Cámara Ferreira, CyR 26, 44-45
443
Declaración general de la primera conferencia Latino Americana de Solidaridad, CyR 5, 40-45
444
Carta de Perón a Maguid, CyR 29, 21
445
El poder del miedo, CyR 26, 1-2
446
Brasil, CyR 20, 25-28
447
Argentina Arde, CyR 26, contracara de la tapa
448
FAR, Reportaje, CyR 28, 56-70
449
Cordobazo hay uno sólo, CyR 24, 3-4
167
450
Documentos del Tercer Mundo, Reportaje a Francisco Prada, del FALN de Venezuela, CyR 16, 35-40
451
Estos son los Tupamaros, CyR n 15, 20-31
452
Reportaje a las FAP, CyR 25, 17-20
453
FAL, Reportaje, CyR 28, 73-77; Orlando Contreras, Tupamaros: poder paralelo, CyR 25, 31-33
454
¿Quien impone la violencia?, CyR 25, 1-2
455
La etapa actual de las guerrillas argentinas, CyR 29, 17-19
456
Luis dos Santos, Última entrevista a Joaquim Cámara Ferreira, CyR 26, 44-45
168
457
Comunicados, CyR 25, 58-60
458
CGT de los Argentinos, Documento del plenario nacional en Córdoba, CyR 21, 5-7
459
Declaración de Inti Peredo, CyR 11, 36
460
Michele Firk, Combatiente de las FAR Guatemala, CyR 11, 39
461
FAR, Reportaje, CyR 28, 56-70
462
Inti Peredo, Volveremos a las montañas, CyR 9, 19-30
463
Definiciones del Mayor Alberte del peronismo revolucionario, CyR 12, 3-5
464
Abogados de Montoneros fijan su posición, CyR 25, 81
465
Montoneros, Comunicado, CyR 28, 47
466
FAP, Comunicados, CyR 26, 54-55
467
Reportaje al FAL, CyR 24, 59-60
169
La acción revolucionaria está más allá de la acción legal; es aprobada por el derecho
natural, el Evangelio y el humanismo. La opción por la violencia no es cuestión de
posturas doctrinarias, sino de realidades históricas. Uno no elige la forma de luchar por
el poder que más le gusta, sino la que puede y es válida.
La Iglesia, históricamente, apoyó el orden establecido, sin ver si era justo o no. La
revuelta cristiana sólo apareció cuando la Iglesia se sintió amenazada. Siempre
consideró legítima la violencia para dominar o explotar. La violencia sólo nos crea
problemas cuando se pone al servicio de un orden nuevo que no es el nuestro. La
socialista es mala, la que defiende el orden occidental cristiano es buena. La violencia
que causa problemas es la de los revolucionarios. La moralidad está en lo que se
defiende, no en el medio.
La moral tradicional cristiana es moral de clase. Hoy, la opción revolucionaria, de
profunda raíz evangélica, exige definir de qué lado estamos en la lucha de clases de los
pueblos del tercer mundo. El escándalo es que un niño muera de hambre, no si la
violencia es permitida o no. El hombre de paz es el que se compromete efectivamente
en la lucha contra la injusticia, que se entrega por amor a los hermanos468.
La repugnancia a la violencia no se basa en la doctrina evangélica sino en la falta de
inserción en la lucha. Los que se declaran pacifistas no tendrían problemas en usar la
violencia para defenderse. Ya se vio a la jerarquía argentina defenderse con armas
cuando las “turbas peronistas” atacaban los templos en 1955. Los seminarios se llenaron
de armas y se armaron bombas para la defensa. En definitiva, el rechazo a la violencia o
es cobardía o es un prejuicio de clase469.
Estar en contra de la violencia venga de donde viniere, es no hacerse responsable. Si no
opto por la violencia, soy cómplice de la violencia de Estado, la elijo470. La revolución
es la única manera eficaz del amor a los hombres, especialmente a los pobres. Ante la
conmovedora visión de la existencia miserable de las multitudes del continente, se
acabó el tiempo de predicar en el desierto del corazón de los poderosos; ha llegado la
hora de armar el brazo de los débiles para reivindicar los derechos y la dignidad de la
persona humana471.
Es evidente que si Cristo hoy se encarnara, lo haría en el Tercer Mundo; y no dudaría en
tomar las armas por la liberación de los hombres, en contra del imperialismo y la
468
Olivier Maillard, El escándalo de la violencia, CyR 17, 19
469
Juan Carlos Zaffaroni, Los cristianos y la violencia, CyR 9, 31-32
470
Jalles Costa, Los cristianos y la violencia, CyR 16, 26
170
oligarquía. Mientras la Iglesia no se decida a tomar partido por los pobres, seguirá
traicionando al Evangelio. Con los hipócritas, la única actitud evangélica es la guerra.
La lucha armada es el camino para la realización y la liberación del hombre. Porque el
sistema se apoya en las fuerzas armadas, allí es dónde hay que golpear472.
El valor de la violencia armada es que revela la verdad, pone al descubierto la maldad
oculta, muestra el grado de odio que hay en los corazones. El amor violento de los
guerrilleros es una forma sublime de amor a la verdad, a la verdad que libera. Esta es
una nueva forma de amor al prójimo473. La misión de cristiano en la revolución es
liberar la lucha armada del odio, que no se transforme en venganza o brutalidad. Es
tratar de que la lucha revolucionaria instaure la justicia474.
La lucha armada exige un compromiso de todos475, aunque no tengan armas en la mano;
y de toda la persona. Hay que estar dispuesto a dar la vida. La revolución no es
romántica. Mata en serio. No hay que tener miedo, pero hay que estar preparado476.
Todos los grupos estarán integrados por hombres revolucionarios, porque la revolución
es cosa de hombres, dispuestos a todo para tomar el poder477. Exige superar la lucha
reivindicatoria de sectores, y tener como horizonte la liberación nacional478. Todas las
formas de lucha son válidas siempre que se realicen en función de una política
revolucionaria que tiene por vía principal la lucha armada del pueblo contra el régimen.
Todo cristiano sincero en esta época debe ser revolucionario. Si no, es un mistificador o
un ingenuo que cree que su obligación es defender el orden. El cristiano no puede
comprometerse con ese orden, sino con la lucha de los explotados. El lugar de todo
auténtico revolucionario está allí donde está el pueblo479. El cristianismo es un mensaje
de amor, y el amor no es abstracción, sino una praxis, una tarea, una obligación de
transformar el orden injusto, de hacer la revolución480.
La persecución a militantes cristianos ha sacado a la Iglesia de las rencillas domésticas y
la puso en el combate. El objetivo que persigue la dictadura es apartar a los cristianos
del proceso revolucionario481. El compromiso popular de los curas asusta a los
471
Llamamiento del Encuentro Latinoamericano Camilo Torres, CyR 6-7, 40-41
472
Escriben desde la cárcel los guerrilleros de Salta, CyR 18, 26-35
473
Juan Carlos Zaffaroni, Los cristianos y la violencia, CyR 9, 31-32
474
Jalles Costa, Los cristianos y la violencia, CyR 16, 26
475
CLASC, Jornada de solidaridad, CyR 19, 7
476
El caso Monzón, CyR 30, 45-48
477
Habla Ongaro, CyR 13, 14-19 y 22-24
478
Opinan las fábricas, CyR 28, 19-22
479
Definiciones del Mayor Alberte del peronismo revolucionario, CyR 12, 3-5
480
Habla la “Iglesia del pueblo” de Valparaíso, CyR 26, 33-34
481
La dictadura enfrenta y persigue a los verdaderos cristianos, CyR 19, 2-6
171
482
Gonzalo Castillo Cárdenas, El ejemplo de Camilo, CyR 23, 34-36
483
Habla el MIR Chile, CyR 26, 35-43
484
Juan Carlos Zaffaroni –cura obrero-, La juventud uruguaya frente al ideario político de Camilo Torres;
CyR 6-7, 32-35
485
Opinan las fábricas, CyR 27, 12-13
486
Documento del MRA, CyR 28, 12-13
487
Reportaje a Agustín Tosco, CyR 23, 14-15
488
FAP, Reportaje, CyR 28, 77-80
172
obsoletos, los sindicalistas no quieren romper con la legalidad del sistema. Ongaro es el
primer dirigente que puede movilizar a las masas en las actuales condiciones. De la
frustración sólo se sale mediante la acción directa y decidida de los dirigentes virtuosos
con voluntad de vencer490.
Un frente revolucionario se podría estructurar sobre Ongaro y el proletariado peronista
con más conciencia revolucionaria; sobre el Peronismo Revolucionario que busca una
sociedad socialista y la necesidad de acceder a ella por la revolución; los partidos
marxistas revolucionarios; los cristianos revolucionarios; los estudiantes e intelectuales
sin partido pero resueltos a la lucha491.
La lucha armada ha comenzado. Está en la etapa de organizaciones políticas militares;
el próximo paso es el enraizamiento popular de esas organizaciones. Se trata de vincular
la lucha armada con la movilización popular, incorporando elementos políticos que
provengan de las agrupaciones fabriles o barriales. No habrá héroes fabulosos. Serán los
cabecitas negras los que con su lucha logren traer a Perón y desalojar a la burguesía del
poder492. Si no hay un grupo revolucionario, las coyunturas revolucionarias son
desaprovechadas; pero sin el pueblo apoyando, es imposible vencer. La guerra de
guerrilla es vanguardia armada del pueblo. Todo grupo armado debe estar vinculado a
un movimiento de masas, que no necesariamente es un partido tradicional. La lucha
armada apresura y precipita el movimiento de masas en su objetivo estratégico de la
toma del poder493. Los ejércitos guerrilleros son el mismo pueblo explotado que avanza
sobre el imperialismo; son la esperanza de su pueblo, su instrumento de liberación. No
una organización terrorista494.
El título de vanguardia se logra en la lucha y lo da el pueblo495. La conducción debe
estar a cargo de los cuadros más políticos496. Serán vanguardia los que marquen el
camino de la revolución497.
489
Sacerdotes para el tercer mundo, Declaración, CyR 19, 16-17
490
Perón, Carta a Ongaro, CyR 8, contratapa
491
Luis B. Cerrutti Costa, La unión revolucionaria para el triunfo del pueblo, CyR 20, 9-13
492
Ellos están presos por nosotros, ¿Qué hacemos nosotros por ellos?, CyR 28, 14-18
493
Documento de la Tendencia Revolucionaria del Peronismo, Estrategia y táctica revolucionarias, CyR
12, 6-9
494
La muerte de dos combatientes: Inti Peredo y Carlos Marighella, CyR 21, 24-32
495
FAR, Comunicado, CyR 28, 47
496
Carlos Marighella, Entrevista, CyR 24, 38-41
497
Estos son los Tupamaros, CyR n 15, 20-31
173
El movimiento obrero necesita aliarse con todos los oprimidos para conquistar el
poder498. La unión de obreros y estudiantes en las luchas populares quebraron la imagen
de poder del régimen. Así, quedan dos caminos: o el sometimiento o el enfrentamiento
con valor. En Argentina se ha llegado a la hora definitiva de la polarización499.
No hay salvadores, solo el pueblo protagonizando su propia liberación. Los estudiantes
tienen que hacer la liberación en la universidad y la cultura, recuperándola para el
pueblo. Hay que romper con el reformismo que concibe a la universidad como una isla
democrática en un país sometido. Solo con la liberación popular se llegará a la
liberación de la universidad. Las antinomias sectoriales entre obreros y estudiantes, han
caído frente a la gran antinomia: pueblo o régimen, reforma o revolución500.
Si los combatientes no coordinan las fuerzas revolucionarias, alargarán la vida de la
dictadura501. FAP, ERP, Montoneros, FAL, FAR empiezan a plantearse la lucha
conjunta. Las tendencias quedan de lado y nace la unidad de la acción. Esto prueba la
madurez del accionar guerrillero502. Algunos grupos no coinciden en plantear la vuelta
de Perón como vuelta al pasado, y plantean diferencias en torno al rol revolucionario del
peronismo. Las diferencias entre los combatientes serán superadas al calor de los
combates503. Incluso hay un acercamiento con la nueva izquierda, porque no roban
cuadros militantes como era habitual en la izquierda vernácula504.
La única forma de liberarnos de los opresores es hacer un solo frente latinoamericano505.
Hay que lograr que las bases tomen conciencia de que la paz sólo surge de la justicia506;
organizar e impulsar la solidaridad revolucionaria en el continente; intercambiar
experiencias y unificar acciones sobre una ideología y una historia común, elaborando
las líneas fundamentales de una acción revolucionaria única. Así como hay una
estrategia global imperialista y reaccionaria, así también generar la solidaridad
revolucionaria. Es necesario crear un organismo permanente de solidaridad507.
Cuba es la vanguardia continental en las luchas de liberación. Por eso se hace
imprescindible una coordinación entre ella y el resto de América. Los intereses
498
Raimundo Ongaro, 1970 el año de la organización, CyR 23, 12-13
499
Carta argentina, CyR 11, 37-38
500
FUA, Hacia el congreso nacional de unidad, CyR 22, 21-34
501
Los guerrilleros de Salta, Definiciones, CyR 13, 4-7
502
Crónica de un año distinto, CyR 27, 1-2
503
Reportaje al ERP, CyR 27, 15-16
504
FAL, Reportaje, CyR 28, 73-77
505
Declaración conjunta del MORENA de Chile y el MRO de Uruguay. Reportaje a Patricio Hurtado de
MORENA, CyR 5, 34-37
506
Seminario del CLASC en Uruguay, CyR 6-7, 35
507
Declaración general de la primera conferencia Latino Americana de Solidaridad, CyR 5, 40-45
174
históricos de Cuba y América Latina son los mismos508. De Cuba tomamos el ejemplo.
Cuba no “exporta” ni “arma” otras revoluciones. Nadie pudo probar ni decir que el
movimiento revolucionario argentino ha recibido armas de Cuba. Además, siempre es
mejor tomar las armas del enemigo, y eso en Argentina es muy fácil: o se hacen
operaciones de recuperar el armamento para el pueblo, o se compran directamente a los
militares que, habiendo vendido la patria, no dudan en vender las armas509.
No hay fronteras en la lucha a muerte contra el imperialismo. El revolucionario está
guiado por sentimientos de amor a los pueblos, a la liberación de todos los hombres del
mundo510. Por eso la solidaridad internacional de los revolucionarios ha contribuido
notablemente al triunfo del pueblo de Vietnam511.
508
Documentos del Tercer Mundo, Reportaje a Francisco Prada, del FALN de Venezuela, CyR 16, 35-40
509
Ramón Horacio Torres Molina, Autodefensa de un revolucionario, CyR 21, 15-17
510
Carta argentina, CyR 11, 37-38
511
Ho Chi Minh, Su testamento político, CyR 20, 40-44
512
Documento de la Tendencia Revolucionaria del Peronismo, Estrategia y táctica revolucionarias, CyR
12, 6-9
513
Ongaro, Mensaje desde la cárcel, CyR 20, 5
514
Orlando Contreras, Tupamaros: poder paralelo, CyR 25, 31-33
515
Eduardo Tarreche, 1969: balance de un ejercicio revolucionario, CyR 23, 42-46
516
Reportaje al ministro de economía de Cuba, CyR 28, 30-36
517
Régis Debray, América latina: teoría y revolución, CyR 5, 24
518
Comunicado, ERP, CyR 29, 23
175
"Nuestros muchachos son la esperanza de la Patria... las semillas de emancipación nacional que
sembró el justicialismo, son indestructibles. Pero queda en Uds., los jóvenes, el desarrollarlas
hasta el fin... Tenemos una juventud maravillosa, que todos los días está dando muestras de su
capacidad y su grandeza... Yo tengo una fe absoluta en nuestros muchachos que han aprendido a
morir por sus ideales... una juventud esclarecida... La guerra revolucionaria en que está
empeñado, impone una conducta: luchar con decisión y perseverancia. Nuestros grupos
activistas que la realizan, están dando todos los días el testimonio fehaciente de sus grandes
valores. Las formaciones especiales, encargadas de lo último (las formas de lucha cruenta),
deben tener características especiales y originales, como especiales y originales son las
funciones que deben cumplir. Es preciso que nuestros muchachos recurran a veces a los viejos
dirigentes, en procura de esa experiencia. Pero en caso alguno han de titubear en la acción por
temor a su inexperiencia. Es preciso actuar, y aunque la experiencia cueste cara y llegue tarde,
ello no ha de ser obstáculo para la acción." 524
La vida del revolucionario pasa por diferentes etapas. La solidaridad con los pobres, la
angustia física por encontrar las vías de un amor eficaz, el desaliento por una política
envilecida y tramposa, el sentimiento de impotencia y frustración525, la violencia del
régimen hipócrita526. La prisión527, la tortura528 y las amenazas no son ajenos a la vida
del militante.
519
Eduardo Galeano. La protesta en la boca de los fusiles. Entrevista a Cesar Montes. CyR 6-7, 22-26
520
Escriben desde la cárcel los guerrilleros de Salta, CyR 18, p.26-35; Murieron para que la patria viva,
CyR 28, 23
521
Reportaje, Los que dan batalla, CyR 26, 3-8
522
Gustavo Roca, Las actividades de un infiltrado de la DIPA, CyR 11, 14-15
523
Eduardo Galeano. La protesta en la boca de los fusiles. Entrevista a Cesar Montes. CyR 6-7, 22-26
524
Perón habla a la juventud, CyR 29, 8-10
525
La muerte de dos combatientes: Inti Peredo y Carlos Marighella, CyR 21, 24-32
526
Necrológica de Emilio Maza, Fernando Abal y Carlos Ramus, CyR 25, contratapa
527
Nueva etapa con nuevos métodos, CyR 19, 1
528
Gustavo Rearte y los compañeros presos, CyR 17, p.11; Torturas y muerte en Brasil, CyR 22, 51-52
176
La represión no es sólo policial; se formaron comandos del tipo MANO o ANA, grupos
militares que entraron en campaña intimidatoria. El brazo armado de la oligarquía hace
del país una gran cárcel y centro de tortura529. Quieren silenciar la lucha nacional y
revolucionaria que libera el pueblo argentino, en particular los cristianos y peronistas530.
El régimen “occidental y cristiano” usa la tortura física para lograr sus objetivos
ideológicos. Son fascistas que se están constituyendo en fuerzas parapoliciales de la
dictadura531. Ni la ley humana ni la ley divina admiten la confesión arrancada bajo
tortura532.
Detener a alguien sin proceso, y cualquier forma de tortura como forma de instrucción
judicial, atenta contra el derecho natural aún cuando el reo sea culpable533. Pero, al
enfrentar un régimen bestial534, el militante sabe que las torturas son el precio ineludible
que debe pagar en la lucha por la liberación. Esta convicción es la que le da fuerzas en
los momentos de depresión y quebranto a los que lo somete el enemigo. El militante
recobra la dignidad cuando se da cuenta de que forma parte de un ejército de liberación
nacional535.
La crueldad de la represión es dictada por el odio de clase que en el fondo es miedo al
pueblo536. La violencia del pueblo es proporcional a la del régimen.
El Che y los guerrilleros muertos son lo más noble de las nuevas generaciones
continentales que no dudaron en ofrecer sus vidas por la redención humana537. El Che,
por ser revolucionario comunista auténtico, tenía una fe infinita en los valores morales,
en la conciencia de los hombres. Veía en los resortes morales la palanca fundamental de
la construcción del comunismo en la sociedad humana. Por eso, el hombre nuevo tiene
que ser como él538.
Ernesto Guevara inmoló su vida por una gesta cristiana: contra la tiranía del
capitalismo, contra el sometimiento de los hombres. Es indigno cubrir todo esto de
“occidentalismo cristiano”. Debemos, como él, alzarnos en armas para defender a las
529
Gran acuerdo para reprimir, CyR 30, 1-2
530
Denuncia, CyR 29, contratapa; Represión a cristianos en Brasil, CyR 21, 44
531
Buenos Aires, ¿También es Latinoamérica?, CyR 23, 7-8
532
Texto del Papa Nicolás I, 13 de noviembre de 866, suplemento de CyR 19, 2
533
Texto de Pío XII, 31 de octubre de 1953, suplemento CyR 19, 2
534
Marighella, Manifiesto al pueblo brasileño, CyR 21, 37-38
535
Testimonios. Jorge Rulli, CyR 18, 19-21
536
9 de junio, Carta de Juan José Valle, CyR 24, 2
537
Inti Peredo, Volveremos a las montañas, CyR 9, 19-30
538
Fidel Castro. Homenaje al Che, suplemento CyR 5, 7
177
masas de los agresores. No hay religiosidad sin sacrificios por el prójimo. A Cristo hay
que adorarlo en el corazón del pobre redimiéndolo de su pobreza539.
El Che fortalece el ejemplo de Camilo Torres: convertirnos en guerrilleros para ser
cristianos hasta la raíz del cristianismo540. Aunque el Che no fuera creyente, en su sed
de justicia, de redención social, de amor al prójimo, hay un heroísmo cristiano. Buscó a
Cristo donde debemos buscarlo todos541. Camilo murió por restaurar la doctrina de
Cristo542. Es un ejemplo porque puso las agallas donde puso las palabras. Junto al Che,
son el signo de la aspiración a construir el hombre nuevo, dos pensamientos distintos
puestos al servicio de un sueño común543.
El contacto con el pueblo hace que Camilo comprenda que la única posibilidad de
mejorar la vida de la gente es la revolución socialista. Demuestra que el medio legal es
dañino para la revolución, que el único medio factible es arrancar el poder a las
oligarquías con la lucha popular. El ideario político de Camilo Torres se basa en tres
afirmaciones: sin el poder para el pueblo no hay cambio social en América Latina; la vía
electoral no es el camino; la única salida es la lucha armada544. Ve la necesidad de
formar líderes revolucionarios, y por eso se involucra en la lucha. Sabe que el líder se
fragua en la lucha545.
Estos ejemplos son fortalecidos por los “nuestros”. Para Cristianismo y Revolución
“nuestros” son todos los que luchan, los que se incorporan a la marcha del pueblo. Entre
las numerosas necrológicas y homenajes que aparecen en la revista, rescatamos algunas:
Gerardo Ferrari era militante cristiano y revolucionario. Lo mataron por peronista, por
ser parte del pueblo que no se detendrá. Había estado en el seminario de Rosario
trabajando con los villeros, pero entendió que de nada servía enseñar a los pobres la
religión del amor sino se les amaba tal como eran, en sus necesidades concretas.
Compartió su lucha yéndose a vivir a un rancho en medio de ellos compartiendo su
miseria y opresión. Como no le permitieron ser cura obrero, se volcó a la militancia en
la vida laical. Prefirió la Iglesia evangélica a la legalista. Emilio Jáuregui era un
militante marxista que se jugó por la fuerza de sus convicciones. Su marxismo se
539
Testimonio del P. Hernán Benitez, suplemento de CyR 5, 2
540
Comando Camilo Torres. Después del Che, suplemento de CyR 5, 1
541
Definiciones del Mayor Alberte del peronismo revolucionario, CyR 12, 3-5
542
Isabel Torres, Que entreguen el cuerpo de mi hijo, CyR 9, contratapa; La madre de Camilo, CyR 6-7,
39
543
Detención de Dante Oberlin, CyR 14, 8-11
544
Juan Carlos Zaffaroni –cura obrero-, La juventud uruguaya frente al ideario político de Camilo Torres;
CyR 6-7, 32-35
545
Testimonio de un combatiente del ELN. Camilo Torres: vida, vocación y revolución, CyR 5, 21-23
178
encarnaba en la lucha de los pueblos por la liberación, abrió el diálogo con todos los
sectores revolucionarios. Estaba convencido de que la unidad se daba en la lucha contra
el imperialismo546.
Indalecio Olivera, murió en un enfrentamiento. Tenía 34 años, 10 años en el sacerdocio.
En febrero de 1968 participó del encuentro “Camilo Torres”; un año después pasó a la
clandestinidad de la guerra revolucionaria, incorporándose a los Tupamaros547. Arturo
Ferré Gadea, integrante de las FAP, es un hombre auténtico consigo mismo y con sus
ideas. Entregado a los demás, su amor al prójimo lo hace sentir como propias las
angustias y esperanzas del hombre de hoy. Nunca admiró ideologías importadas, creía
en la necesidad de fundar una ideología apoyada en la doctrina social de la Iglesia: la
caridad no es un traje dominical, sino un auténtico compromiso. Ni romántico, ni
farsante, ni infiltrado: un hombre que vivió su real cristianismo y compartió los
sufrimientos con los pobres548.
En América latina no se puede ser cristiano si no se es revolucionario. Las jerarquías
están lejos del mandamiento de Cristo. Se olvidan de que la más ortodoxa lectura
bíblica afirma que la paz se asienta sobre la justicia. De todas formas, la revolución es
una responsabilidad evangélica, un deber cristiano, no depende de la aprobación
oficial549. No es necesaria la justificación de este compromiso con citas bíblicas o con el
estímulo jerárquico. Si el análisis de las condiciones de la violencia institucionalizada,
la muerte de los hermanos, y el hambre, no llevan a la vida revolucionaria, no habrá
Evangelios o Papas que puedan mover el corazón.
Si este imperativo revolucionario es asumido como cristiano, se transforma en un deber
de amor. La militancia revolucionaria es, para Cristianismo y Revolución, expresión del
amor que se enfrenta con violencia al sistema, contra quienes se aferran al viejo orden
opresor y los “pacifistas”. No se puede ser manso en una realidad de violencia, sin ser
cómplice. Es la marcha del pueblo hacia la liberación; nuestra ausencia no detendrá la
marcha de nuestros hermanos, pero sí le quitará sentido a nuestra vida.
El amor es solucionar con urgencia el problema del otro. La plenitud humana y cristiana
de la guerrilla bastará para empujar la historia550. El verdadero cristianismo no está en la
jerarquía sino en la Iglesia de los pobres, que empezó con Cristo cuando echó a
546
Los Nuestros. Necrológica de Emilio Jáuregui y Gerardo Ferrari, CyR 18, 10-16
547
Eduardo Tarreche, 1969: balance de un ejercicio revolucionario, CyR 23, 42-46
548
Alumnos del Cristo Rey, La verdad revolucionaria. Arturo Ferré Gadea, CyR 13, contracara de la tapa
549
Detención de Dante Oberlin, CyR 14, 8-11
550
Carta a Dios del guerrillero Paz Zamora, del ELN boliviano, CyR 28, 81
179
latigazos a los mercaderes del templo551. Así como Cristo expulsa a latigazos, o como la
jerarquía se embarcó en las Cruzadas, así también se justifica la revolución en caso de
tiranía prolongada de un hombre o un sistema.
Los católicos revolucionarios tienen que pasarle el plumero al Evangelio y socializar a
la Iglesia prostituida por el imperialismo oligarca y militarista. Hay que reiterar en
nuestro tiempo el Sermón de la Montaña poniéndose al lado y a favor de los que tienen
hambre y sed de justicia. Hay que tomar el látigo o el fusil; dar a todos la posibilidad de
participar en la lucha revolucionaria; ir a desclavar a Cristo, crucificado en los pobres,
para ponerlo al frente de la Revolución triunfante552.
No es función de la Iglesia determinar el momento y los métodos para liberarnos. Su rol
es la denuncia profética de las situaciones de injusticia y posibilitar la libre opción de
los laicos en las formas de lucha y modos de organizar el Estado nuevo que no explote
al hombre. Asumir el compromiso revolucionario es comprometerse en las luchas
concretas del pueblo, con los métodos que elija, jugando nuestra vida en la
consolidación de la revolución que permitirá construir al hombre nuevo. Hoy, esto pasa
por enfrentar a un gobierno antipopular, imperialista. Debemos concretar la tendencia
de los militantes y grupos del cristianismo revolucionario553. Dicho cristianismo no es
una tercera opción entre los dos sistemas mundiales, sino una actitud de transformación
total de estructuras y de la mentalidad humana. Su testimonio es de acción, no sólo de
palabras.
Muchos grupos jóvenes, haciendo carne las declaraciones de apertura de la Iglesia y las
propuestas de cambio, se están haciendo revolucionarios. Algunos cristianos se
incorporan a la guerrilla en una maduración de su compromiso de fe. El sacerdote
español Domingo Lain Sanz, se incorporó al ELN colombiano el 15 de febrero de 1970.
En la proclama fundamentó su decisión en el imperativo moral cristiano. Afirmó que la
violencia es consecuencia de la injusticia y un derecho de los pueblos oprimidos, y que
la revolución socialista es el único medio de arrancar de raíz la opresión del hombre por
el hombre. Cuando se ordenó sacerdote, asumió el compromiso irrevocable de ser
hombre para los pobres y los oprimidos, de ser solidario en la lucha por la liberación554.
El compromiso guerrillero es culminación del compromiso sacerdotal555.
551
Peronismo revolucionario, Informe a Perón, CyR 19, 8-13
552
Habla Ongaro, CyR 13, 14-19 y 22-24
553
Manifiesto de los Camilos, CyR n 15, 12-13
554
Domingo Lain Sanz, El sermón de la sierra, CyR 24, 32-33
555
Boletín del Tercer Mundo, CyR 23, 51-58
180
556
Los Camilos de Chile, CyR 16, 27-33
557
Chile. El programa va..., CyR 28, 37-43
558
Nuevos casos de torturas, CyR 18, 18
181
5. La misión de la Iglesia
559
Movimiento universitario Cristo obrero, Córdoba; Manifiesto Universitario, CyR 2-3, 7-8
560
Thomas Merton, Cristianismo y raza en EEUU. Los bárbaros están entre nosotros, CyR 1, 14-20
182
Los cristianos deben salir de su ghetto, porque estos movimientos pueden ser refugio de
ineptos y cobardes y no de auténticos revolucionarios; comprometerse con el mundo de
los hombres y no vagar por un mundo paralelo. La palabra del cristianismo debe ser el
alarido de los pobres entre las minorías privilegiadas; un amor que le quite el poder a las
minorías para alcanzar el amor amplio y eficaz para todos561.
Para Cristianismo y Revolución que los católicos pretendan hacer una revolución
cristiana es hacer religión a cambio de política. Solo pueden reunirse como tales en los
que tiene que ver con la toma de conciencia de su fe revolucionaria. En lo demás tienen
que participar con los hombres y ser conscientes de que no es posible ser cristiano y
estar contra el hombre562.
561
Encuentro de católicos, CyR 2-3, 6-9
562
Apuntes de Miguel Mascialino 3, CyR 6-7, 16-17
563
Comando Camilo Torres. Bases para el encuentro latinoamericano Camilo Torres. CyR 5, contracara
564
Declaración conjunta del MORENA de Chile y el MRO de Uruguay. Reportaje a Patricio Hurtado de
MORENA, CyR 5, 34-37
565
Colombia. Los herederos de Camilo. Documento revolucionario de Buenaventura. CyR 12, 21-25
183
Queremos luchar por una sociedad que dignifique la persona humana y donde sea
posible el amor. Para eso, hay que cambiar el sistema566.
Los cristianos deben comprometerse en una revolución que tenga claro a dónde apunta,
no a una revuelta porque sí. Pero una conciencia cristiana no puede quedar en la región
de los principios. Nadie espera de la Iglesia verdades trascendentales para la solución de
los diferendos. El objetivo de la Iglesia es construir el nuevo pueblo de Dios, no
permanecer neutral frente a los conflictos. El camino que lleva a la nueva comunidad
humana constituida por todas las naciones y todas las lenguas, es revolucionario. La
toma de posición cristiana a favor de los condenados de la tierra no es sólo un camino
de rescate para los condenados sino para los que condenaron.
No siempre la Iglesia fue fiel a la tarea de cambiar la historia. Algunas veces los
cambios fueron hechos por grupos ateos o no cristianos, que eran depositarios de una
parte del cristianismo que la Iglesia negaba. Lo que pasó con la revolución francesa está
pasando con el socialismo y el marxismo. El socialismo está concretando ideales
cristianos. Aprender de los marxistas no es recibir algo de afuera, sino entender que no
somos dueños del cristianismo567.
Los cristianos, si son coherentes con su fe, saben que la revolución no sólo es permitida,
sino también obligatoria. Es la única manera eficaz de realizar el amor. Por eso deben
participar activa y urgentemente en las luchas de la Revolución Latinoamericana568. En
las situaciones inhumanas de explotación y miseria, el Evangelio exige ponerse del lado
de los pobres569. El llamado a la liberación de los pueblos, es llamado de Dios570. En
varios lugares del mundo los católicos han alcanzado un altísimo nivel de compromiso
con las luchas de liberación de los pobres571.
La protesta y el clamor de los pobres conducirán al mundo a una situación distinta, en la
que los hombres se hagan más hermanos572. La oposición al capitalismo neocolonial,
lleva a orientar las acciones con miras a instaurar un sistema socialista, que no permita
la explotación humana, que responda a las tendencias que vive la historia. De aquí surge
la solidaridad con todos los que luchan por un cambio de estructuras.
566
Sacerdotes para el Tercer Mundo, CyR 18, 1-5
567
Apuntes de Miguel Mascialino 3, CyR 6-7, 16-17
568
Movimiento universitario Cristo Obrero, Córdoba; Manifiesto Universitario, CyR 2-3, 7-8
569
Encuentro Latinoamericano Camilo Torres, Llamamiento para la liberación, CyR 8, 17-23
570
Definiciones del MSTM, CyR 17, 20-23
571
Compromiso y rebeldía, CyR 21, 19
572
La Iglesia en Cuba. Reportaje a un nuevo obispo, CyR 18, 36-38
184
573
Ivan Illich, Las sombras de la caridad, CyR 5, 46-50
574
Entrevista con el padre Charles Antonie, CyR 24, 42-46
575
Colombia. Los herederos de Camilo. Documento revolucionario de Buenaventura. CyR 12, 21-25
576
La profecía y la acción, CyR 22, 12
577
El caso Monzón, CyR 30, 45-48
578
Rubén Dri, Alienación y Liberación, CyR 26, 59-64
579
Detención de Dante Oberlin, CyR 14, 8-11
185
580
Christian Lalive d’Epinay, Religión, ideología y subdesarrollo, CyR 24, 22-26
581
Definiciones del MSTM, CyR 17, 20-23
582
Chile. ¿Quiénes y por qué ocuparon la catedral?, CyR 10, 15-18
583
Reportaje al Cardenal Suenens, CyR 19, 23-35
584
Declaración de sacerdotes peruanos, CyR 8, 29-33
585
Ivan Illich, El clero una “especie” que desaparece, CyR 11, 17-23
586
Los obispos y su siesta, CyR n 15, 10
587
Iglesia. Los curas que se juegan, los curas que se casan, CyR 13, 12
186
588
Los cristianos en la construcción del socialismo, CyR 29, 43-46
589
Colombia. Los herederos de Camilo. Documento revolucionario de Buenaventura. CyR 12, 21-25
590
Canónigo Francois Houtart, Camilo Sacerdote, CyR 4, 13-15
591
Padre Rafael Yaccuzzi, Dar la vida por el pueblo, CyR 14, 3-5
592
Sacerdotes para el tercer mundo, Declaración, CyR 19, 16-17
593
Edmundo Desnoes, El puño del Poder Negro, CyR 11, 40-48
594
Padres Gaido y Dellaferrera, Los cristos prohibidos. Carta de despedida. CyR 2-3, 10-12
187
hombre de hoy. Evangelizar también es hacer que el hombre tome conciencia de las
condiciones infrahumanas en las que vive596. El mundo no se salva desde afuera. Como
Jesús, la Iglesia tiene que hacerse carne597, identificarse con el pueblo, ser fiel a la
cultura y los sentimientos de la gente, ayudarla a organizarse598.
Si bien la liberación del hombre no se agota en lo económico o lo político, no se puede
hablar sinceramente de liberación cristiana sin comprometerse en ese ámbito599.
Encarnarse en el pueblo es estar allí donde pugnan por entrar en la historia los valores
evangélicos de liberación, fraternidad, igualdad, dignidad, justicia, creatividad,
originalidad, magnanimidad. La Iglesia que desea encarnarse en el pueblo argentino no
lo podrá hacer si no comparte la experiencia histórica nacional, si no se inserta en el
acontecer histórico del pueblo que lucha por su liberación. Llegó la hora de sacudirse el
liberalismo equilibrista y comprometerse. La fe está llamada a realizarse como
acontecimiento histórico de un pueblo. La conducción eclesiástica debería ser una
expresión testimonial de los valores evangélicos, expresión crítica de las estructuras
injustas600. La jerarquía debe aplicar las enseñanzas del Concilio para no caer en la
hipocresía de decir una cosa y vivir otra601.
Los pastores de la Iglesia deben crear vehículos de diálogo y no reprimir lo que no
entienden, buscando caminos de integración. Para los cristianos sinceros, hay un
conflicto más profundo que el que mantienen con sus obispos: el de su corazón cristiano
comprometido con la política; entre su fe cristiana y su compromiso político. Si los
cristianos comprometidos no son apoyados por la jerarquía, ante este conflicto interior
pueden perder la fe602.
595
Chile. ¿Quiénes y por qué ocuparon la catedral?, CyR 10, p.15-18
596
Definiciones del MSTM, CyR 17, p.20-23
597
Carta de nueve curas obreros, suplemento de CyR 6-7, p.7-8
598
Movimiento universitario Cristo obrero, Córdoba; Manifiesto Universitario, CyR 2-3, p. 7-8
599
MSTM, Nuestra reflexión en torno a la declaración de la Comisión Permanente del Episcopado del 12
de Agosto de 1970, CyR 27, p.53-64
600
Lucio Gera, Guillermo Rodríguez Melgarejo, Apuntes para una interpretación de la Iglesia argentina,
CyR 25, p.61-79
601
Laicos exigen definición al obispo, suplemento de CyR 6-7, p.6-7
602
Entrevista con el padre Charles Antonie, CyR 24, p.42-46
188
603
Informe sobre Brasil, CyR 1, 3-5
604
Justicia y Violencia, suplemento de CyR 6-7, 2-3
605
MSTM, Nuestra reflexión en torno a la declaración de la Comisión Permanente del Episcopado del 12
de agosto de 1970, CyR 27, 53-64
606
Apuntes de Miguel Mascialino 4, CyR 8, 14-15
607
La justa violencia de los oprimidos para su liberación. Apelación de sacerdotes al CELAM, CyR 9, 16-
17
608
Hernán Benitez, Causas y responsables de la ejecución de Aramburu, CyR 25, 5-11
189
Todos los cambios sociales profundos se han hecho con violencia: la Revolución
Francesa, la Independencia Latinoamericana, las Cruzadas. La violencia es parte de la
vida, y es necesaria para superar los obstáculos que se presentan. La violencia es lícita
cuando conduce a ser más. Es ilícita cuando hace que otro sea menos, cuando anula a
las personas, les impide crecer. El amor se opone a la violencia opresora, no a la
liberadora.
La Iglesia aprendió que no se modifica la historia sin estar dentro de ella. Lo mismo
pasa con la violencia: sólo usándola de una manera nueva, a favor del pobre, se podrá
redimir la violencia. La selección de técnicas y modos debe obedecer rigurosamente a
las exigencias de la dignidad humana.
La revolución no debe tener odio; pero si no es violenta, no es auténtica. El grado de
violencia no lo determinan los revolucionarios, sino los reaccionarios que se benefician
con las estructuras injustas. La violencia preexiste a los movimientos revolucionarios; la
revolución es para suprimirla, por lo tanto es una violencia temporaria. En cambio, la
violencia del Estado es permanente609.
Los cristianos que participan en la revolución saben que esta lucha, como todo lo
humano, es ambigua; y que pueden terminar con las manos sucias610.
"Como cristianos nos corresponde aportar al proceso revolucionario algo muy positivo, a saber,
de un lado que no se canonice la violencia como si fuera santa y buena; pero, de otro, que no se
la condene como antievangélica. Debemos luchar por la liberación de los oprimidos, aunque esto
signifique asumir el pecado de la violencia." 611
Jesús compartió con un mundo de pecado, pero que tenía la posibilidad de redimirse. En
cambio, rechazó el pecado de los hipócritas y no se acercó a ellos. El que se cree justo
no tiene cura. El pecado que se presenta como virtud no tiene solución. Si bien la
violencia es mala, la violencia de los pobres es redimible. La violencia de las estructuras
es la que se cree justa, y por eso es insalvable612.
La guerrilla tiene un claro sentido de la identidad propia, la visión de un nuevo orden
social y un compromiso con la lucha por el cambio de estructuras. Para Cristianismo y
Revolución, cuando no queda otra salida, la Iglesia debe colaborar a crear ese contexto
en el que la revolución sea un horizonte de acción para los cristianos, donde las
personas accedan a una perspectiva ética y teológica para la revolución. Los cristianos
609
Jalles Costa, Teología, Cristianismo, revolución y violencia, CyR 18, 22-23
610
Rubén Dri, Reflexiones sobre la violencia, CyR 22, 19-20
611
Hernán Benitez, Causas y responsables de la ejecución de Aramburu, CyR 25, 5-11
612
José María González Ruiz, ¿Cristo Guerrillero o Cristo Rey?, CyR 29, 39-41
190
613
USA, Declaración de los clérigos de color, CyR 4, 18-26
614
Jaime Snoeck, Tercer Mundo: Revolución y Cristianismo, CyR 1, 7-11, 22
615
Richard Shaull, Desafío revolucionario a la Iglesia y la teología. CyR 2-3, 34-38
191
ideal cristiano, ninguna institución temporal, ninguna etapa histórica, puede ser
definitiva. Son concreciones que realizan el ideal en una etapa temporal determinada. El
cristianismo está en la historia sabiendo que no es definitiva, con una distancia crítica.
Por eso el cristiano no puede no ser revolucionario616.
Las demandas del Evangelio no están hechas en términos místicos, sino concretos,
históricos. La contrarrevolución es antievangélica y mantenimiento del hombre viejo.
No podemos dejar de responder desde el Evangelio a este momento histórico. No
podemos dejar de ayudar en la construcción de una nueva sociedad con una nueva
moral. Es parte de nuestra vocación de servicio al prójimo617.
Dios actúa dentro de la historia a través de los hombres. El amor humanizador de Dios
es la naturaleza íntima del cristianismo. Este amor no deja de actuar hasta que el
prójimo no alcance su plenitud humana, hasta que no participen todos de la comunidad
universal del amor. Toda cristianización tiene que ser una humanización. Por eso la
Iglesia tiene que estar en medio de los procesos humanizadores para los pobres, los
hambrientos; tiene que ser solidaria con los hombres que quiere salvar. Sin una acción
concreta en lo temporal, la Iglesia no será escuchada en su misión de educar, de
conducir hacia un mundo más humano.
Al proponer otro modo de relacionarse con los hombres, el cristiano molesta al régimen
establecido. Si Jesús es el Señor de la historia, ningún Cesar es señor. La misión eclesial
siempre es iconoclasta, destructora de imperios. El cristianismo, al encarnarse y ser
trascendente, se vincula a un sistema y lo critica (Löwy , 18).
El imperio romano lo persigue justamente por eso: no divinizó al emperador ni al
régimen imperial. Cuestionó el fundamento ideológico del imperio. Los cristianos en la
antigüedad, al criticar el carácter sagrado de la política, eran revolucionarios. No
confiaban en la paz romana, esperaban la paz de Cristo. Si bien no hay una teología de
la revolución, la veneración a Dios en la persona del crucificado era revolucionaria. El
cristiano debe comprometerse con la revolución para reconciliar a la sociedad socialista
con los propósitos de Dios y del Evangelio618.
El cristianismo revolucionario no puede adherir a una forma social que por propia
naturaleza está comprometida con la violencia, la guerra, la explotación y la opresión.
La violencia revolucionaria es legítima cuando la revolución tiene fines humanos. El
616
Apuntes de Miguel Mascialino 3, CyR 6-7, 16-17
617
Jornada Nacional de homenaje a Camilo Torres, Cuba. Los cristianos en la sociedad socialista, CyR
28, 26-29
192
618
Sergio Arce Martínez, Misión de la Iglesia en una sociedad socialista, CyR 6-7, 47-55
619
Jürgen Moltmann, Dios en la revolución, CyR 20, 19-24
620
Jaime Snoeck, Tercer Mundo: Revolución y Cristianismo, CyR 1, 7-11, 22
621
MSTM, Nuestra reflexión en torno a la declaración de la Comisión Permanente del Episcopado del 12
de agosto de 1970, CyR 27, 53-64
193
Reflexiones
"Montoneros fue, junto con el ERP, el grupo más persistente y combativo (...) también el que
contó con mayor número de militantes. Fue creado hacia 1967 por Fernando Abal Medina,
Carlos Gustavo Ramus y Mario Firmenich, todos ellos ex alumnos del Colegio Nacional de
Buenos Aires y miembros de la Acción Católica Argentina (...) Fueron aproximándose al
peronismo como una manera de insertarse en un movimiento de masas. Si bien no pueden
establecerse con precisión las vías que fueron recorriendo para cambiar la cruz por la
metralleta, es evidente que hacia 1969 ya estaban resueltos a transitar los caminos de la
violencia."
Félix Luna, Historia integral de la Argentina, Tomo 10
"El largo camino a la democracia", págs. 189-190.
Podemos afirmar que, durante el siglo XX, la Iglesia pasó de los intentos de restaurar la
Cristiandad a la convivencia política, la aceptación de la historia. Por supuesto, el
recorrido no fue lineal ni pacífico. No siempre fue buscado sino que a menudo fue el
resultado de la aceptación resignada de la historia. Algunos apoyaron esta migración; y
otros no estuvieron conformes.
Durante estos años la Iglesia católica redefinió sus relaciones con la sociedad. La
renuncia a reclamar los Estados Pontificios; la convicción de que el Estado es una
institución distinta de la Iglesia y no una concesión de esta; la aceptación de las reglas
del juego político y el aliento a la participación de los cristianos en los asuntos
temporales, son algunos de los cambios de actitud importantes de este siglo. La Iglesia
reconoció que el mundo cambió, que el imperio y la monarquía no son esenciales a la
organización eclesiástica, que un gobierno republicano no atenta contra la religión
católica. El Estado no es un instrumento de la misión de la Iglesia.
Se tomó conciencia de la necesidad de participar de la vida pública con las reglas de
juego que ella impone. Si la Iglesia pretendía mantener o reconquistar su “incidencia”
en la res pública, debía atenerse a los modos de la organización del Estado Moderno.
Esto se tradujo en la generación de un laicado comprometido, el fomento de la actividad
de instituciones católicas en la vida civil, y el apadrinar partidos políticos.
194
Numerosos factores ayudaron a generar desde dentro de la Iglesia una actitud de diálogo
con la izquierda: la renovación teológica que significó el diálogo ecuménico; la defensa
de la libertad de conciencia y la reconciliación con el mundo moderno; la convicción de
la existencia de complejos problemas estructurales frente a los que la caridad no basta
sino que requieren capacitación científica adecuada y la colaboración con otros
hombres.
El Concilio Vaticano II revalorizó lo humano. Si el hombre se salva siguiendo su recta
conciencia, no hay necesidad urgente de bautizar o convertir a nadie. La generosidad de
Dios libera del fanatismo. Se puede hablar con el mundo de otros temas que no sean
imponer la salvación. Se puede hablar de coincidencias, de preocupaciones comunes y
sueños compartidos.
El Concilio fue la condensación de una época de cambios eclesiales. Así como la guerra
ayudó a la Iglesia a reconciliarse con la Europa moderna, la participación destacada de
los obispos de lo que después se conoció como el Tercer Mundo, contribuyó a la toma
de conciencia de los problemas de la injusticia, el subdesarrollo y el colonialismo. La
Iglesia advirtió su condición universal superadora del europeísmo y de toda historia o
cultura determinada. Ello permitió alternativas a los modos “occidentales y cristianos”,
y sumó la perspectiva latinoamericana.
Esto coincidió con lo que podríamos llamar el autodescubrimiento latinoamericano de
los ‘60. Hacia esa época, América latina parecía verse a sí misma distinta de occidente:
ni Europa ni Estados Unidos; ni Rusia ni el Este. Y si bien se sentía hermanada con el
sur de Asia y el África, se pensaba hermana y no igual. En este descubrimiento de
América, frente al encubrimiento de cinco siglos, participaron los cristianos y los
grupos de izquierda latinoamericanos. Ambos llegaron en el mismo barco.
Así como en la Europa de posguerra la miseria y la reconstrucción unió a cristianos con
otros; así también el dolor de América latina, y la construcción de un futuro mejor,
vincularon a los cristianos con la izquierda del continente en torno a la convicción de la
necesidad revolucionaria. Los latinoamericanos habían descubierto que el problema era
la dependencia y la injusticia, y que el cambio pasaba por el socialismo.
El marxismo aparecía como una praxis más eficaz, un sistema alternativo que podía
funcionar en el continente. Sería demoníaco en Europa del Este, pero Cuba mostraba
que podía no serlo en América. La proliferación de los grupos de izquierda ponía de
manifiesto también que no todo el marxismo era pro-moscovita.
196
Si la Iglesia, tal como lo hizo en el Vaticano II, podía cambiar, todo podía cambiar. Sólo
era necesario leer los signos de la historia: los sistemas sociales pueden cambiar, luego
América Latina puede cambiar. El cambio no sólo aparecía posible sino deseable.
Los cristianos tienen que actuar. Cuando el problema es coyuntural, por ejemplo una
persona con hambre, el católico debe obrar, cumpliendo con el precepto religioso de dar
de comer al hambriento. Aunque cambiaran las circunstancias, el principio es
invariable: ante un problema estructural, por ejemplo un sistema social injusto, la
obligación moral del católico es transformar el orden social.
Esta cita extraída del número 16 del documento Divini Redemptoris indica, a nuestro
entender, la clave de comprensión de las relaciones sociales de la Iglesia. Los obreros
se volvían hacia el comunismo lo cual era malo, por culpa de los liberales que eran aun
peores. De algún modo, la violencia de arriba hacía “comprensible” las reacciones de
abajo.
El enemigo siempre fue el liberalismo. Desde la creación del Estado moderno, pasando
por la separación de la fe y la vida, hasta la postulación del libre mercado absoluto.
Podemos explicar el enfrentamiento de la Iglesia con el marxismo leyendo lo que el
comunismo tuvo de liberal: su ateísmo y la censura a lo religioso en la esfera pública.
Respecto del la propiedad de los bienes, en concreto de los medios de producción, la
Iglesia nunca la concibió como algo absoluto. Siempre se le plantearon
responsabilidades sociales, aunque con diferentes énfasis. La propiedad privada,
reconocida como un derecho que protege la libertad del hombre, no es propiedad
arbitraria. Según la doctrina católica, tiene límites, funciones sociales y, si bien anterior
al Estado, no es de naturaleza. El objetivo es proteger la dignidad del hombre, su vida y
su cuerpo, no sus posesiones. No se trata sólo de defender la propiedad privada, sino
también el derecho, y las condiciones que esto implica, de que todos puedan acceder a
ella.
197
Para enmarcar el entendimiento entre católicos y marxistas en la década del ‘60 hay una
cuestión, a nuestro entender, decisiva. El hecho de la pobreza y la injusticia son
ineludibles. La miseria material y moral a la que se hallaba sometida gran parte de la
población, y la necesidad de cambiar la situación, eran un tema “instalado”. Tanto es
así, que aun los planes de la “derecha occidental cristiana y modernista” lo reconocían:
el desarrollismo implicaba reconocer un subdesarrollo; las ayudas a través de la Alianza
para el Progreso, suponían la realidad de un atraso que debía ser revertido.
En definitiva, la lucha era contra la injusticia. Esto, sumado a la “tradición” católica de
enfrentarse con el liberalismo durante la época de la Colonia y la Independencia, hizo
que el enemigo no fuera el marxismo.
La sensación era que, en el fondo, coincidían en buscar lo mejor para el hombre y el fin
del imperialismo. El trabajo en común es una forma de compartir las aspiraciones, y
frente a este panorama la lucha guerrillera aparecía como el medio más apropiado: los
problemas ideológicos se solucionarán cuando la revolución triunfe. Cristianos y
marxistas tienen los mismos objetivos: defensa de los derechos humanos, de los
desposeídos, la construcción de un mundo nuevo, la búsqueda de leyes humanas y
justas. Las motivaciones de cristianos y marxistas tienen, sí, distintas causas: los
200
cristianos están obligados por el evangelio; los marxistas por su filosofía. Difieren en la
visión de Dios, y del mundo.
En este contexto, se entendía que la revolución era más que el marxismo: una
democracia armada que se propone la justicia social, la instauración de un mundo
nuevo, a modo de una “segunda independencia” que debe ir hasta el hueso, la
estructura económica. Entonces, primero habría que hacerla, y después ver si es
marxista o cristiana.
Militantes de ambas corrientes se unieron en trabajos de ayuda social, en la lucha contra
la miseria, en la lucha antiimperialista. También en torno a una “técnica” que haría
posible un mundo mejor: el foquismo. Un debate previo al de la aceptación de la lucha
armada era, entre los católicos, el de la pertenencia de una organización “cristiana”
distinta de una “laica”. ¿Hay que tener un grupo o partido propio? ¿No es “cristiandad
de izquierda”? ¿No es mejor integrarse sin perder identidad?
Tal vez, en este proceso, Camilo Torres y los grupos de cristianos en armas, hayan
quedado a mitad de camino. Posiblemente, la Teología de la Liberación haya sido el
fruto específicamente cristiano en el árbol revolucionario. Entendemos que el concepto
“revolución” pone más el énfasis en el método y el de “liberación”, en los objetivos.
Notamos, sí, que había gente “absorbida” por el “método”, y otros por lo “ideológico”.
En todo caso, la pregunta es si, en esa época, esto alcanzaba para distinguir a dos sujetos
revolucionarios (catolicismo e izquierda) como epistemológicamente distintos.
Los conflictos habían surgido donde el marxismo era totalitario, porque los cristianos no
podían dialogar; o donde los cristianos se aliaron al fascismo, porque los comunistas no
dialogaban; donde ambos se consideraban dueños de la verdad y el bien, y atribuían a
los otros el error y la mentira. Esta concepción dogmática, de poseedores de la verdad
absoluta, había cambiado en los dos grupos.
El socialismo como “idea” y el PC como “estructura” sufrieron un proceso similar al de
la teología en tanto “idea”, y al de la Iglesia en cuanto estructura: vuelta a las fuentes;
revalorización de los proscritos; diálogo con los pensadores “de fuera”, en especial los
existencialistas; ruptura generacional; apertura a la realidad; necesidad de cambiar
estructuras; críticas al dogmatismo y a la inercia institucional.
El compromiso de los católicos llevó a los marxistas a replantearse el análisis de la
religión. En Latinoamérica, donde la mayoría de la población es cristiana, resultaba de
importancia estratégica que los cristianos adoptaran posiciones revolucionarias. El
sacerdote católico se constituyó en una suerte de intelectual orgánico de ciertos sectores
201
oprimidos, de ahí su papel clave en la revolución. Hay puntos en común entre los fines
marxistas y los fines cristianos, y propuestas de conductas muy similares.
El catolicismo “conciliar” fue un movimiento presente y en diálogo con el mundo, que
escuchó y se dejó cuestionar tanto por la situación social como por las ideas de la época.
Fue un regreso a las fuentes, al llamado ético-mítico de la fe cristiana, un intento de
coherencia evangélica: dar la vida como la dio Jesús. El cristianismo, un humanismo
integral, debía recuperar su carácter testimonial. Existía la firme decisión de encarnar el
Evangelio en la realidad con todas sus implicancias, caiga quien caiga y cueste lo que
cueste. Era un mandato de Jesús que tenía como contrapartida la vida eterna.
Era una época de esplendor de la justicia, de esplendor ético. La utopía era obvia: la
justicia, tal como estaba en el Evangelio, iba a transformar el mundo sin la necesidad de
una mediación política. Del Evangelio se pasaba directamente a la vida. No importaban
los partidos políticos, las estructuras, etcétera. Fue una generación inmediatista en lo
político, tal vez sin ningún futuro, pero con una gran fuerza ética.
Si bien es cierto que había mucho de impulso juvenil, de entusiasmo adolescente,
también es verdad que no podían confiar en la política. No podía pedirse mediación
política, realismo político, cuando la realidad de la política era decadente; tanto en la
derecha, con el Onganiato y la proscripción del peronismo, como en la izquierda, con la
crisis del PC y el modelo estalinista. Estaba instalada la desilusión y la convicción de
que el sistema no podría dar más. No había posibilidad histórica de que se generara algo
nuevo. El sistema estaba agotado, muerto. Además, no se podía confiar en él, siempre
garante de la injusticia.
En los regímenes totalitarios de América latina no había más espacio para que el pueblo
se organizara que el que les brindaban las organizaciones eclesiales. La Iglesia era la
única institución respetada por los militares. La dictadura, al reducir todos los canales
de expresión, transformó a la Iglesia en la única fuerza opositora.
El sistema político se liquidó sólo: entre claudicaciones y traiciones, mostró que nunca
toleraría al pueblo en el poder. El único camino que quedaba, era el asalto al poder.
Tanto Camilo Torres como el Che Guevara estaban convencidos de que la vía legal
estaba agotada. Como ya perdimos todo, no arriesgamos nada. Todo lo que se juega, es
ganancia. No hay nada que perder.
La moral del hombre nuevo fue una coincidencia importante entre la izquierda y el
cristianismo. La moral revolucionaria del militante se acercaba a la ascética cristiana.
202
Los iconos eran los mismos: el Che, Cuba, Evita. El sacrificio, el martirio y la entrega
generosa eran valores compartidos. El Hombre Nuevo, resumía el ideal antropológico
común. Los mitos de redención no eran evasivos, pero se encarnaban desparejo,
careciendo de mediación política. Había que pasar de las bienaventuranzas a la lucha
armada. No había otra solución.
En el ‘66 se agotó toda posibilidad de salida ordenada. Mientras en el mundo la
discusión pasaba por Vietnam y la revolución cultural china, en Argentina se instalaba
Onganía. Este representaba la modernidad, el positivismo, el cientificismo: todo se
solucionaba con términos “apolíticos”: hay que evolucionar, salir del atraso. Era la
concepción del poder en mano de técnicos asépticos, iluministas, modernizantes.
Había urgencia de reflexionar porque la modernidad estaba en crisis. Había una crítica a
la ciencia, la modernidad y la razón. Se cuestionaba un tipo de racionalidad que
invocaba a la razón como su referencia suprema, que prometía la felicidad en su nombre
y se dotaba del poder con vistas de conducirnos a esa meta. Hasta el socialismo
“utópico” se transformó en “científico”.
La guerrilla le disputaba a la técnica su neutralidad: los planes de desarrollo económico
son imperialistas, tienen intención de someter. El futuro de América Latina no está en el
cambio tecnológico sino en la reestructuración social. En este sentido eran románticos.
El romanticismo como visión del mundo, abarcadora de toda la cultura; protesta contra
la modernización capitalista, desencanto del mundo; crítica a la cuantificación de
valores, la mecanización, la disolución de la comunidad, la racionalidad abstracta. El
utopismo revolucionario, y el conservadurismo hispanista, tienen algo de romanticismo.
Cuestionan la modernidad “real” en América Latina, el imperialismo capitalista, en
nombre de valores premodernos y de una modernidad utópica, la sociedad sin clases;
por la mediación socioanalítica del marxismo que critica lo primero y promete lo
segundo. Este pensamiento es inseparable del pensamiento tradicional de la Iglesia y se
inscribe en la tradición romántica moderna. El cristianismo revolucionario fue para el
militante lo que le daba un sentido a occidente, ante el gran vacío existencial y el
desafío moral que significaba la pobreza de más de la mitad de la población.
La reacción también se explica por esto. Se rechazaba al iluminismo desde la más
genuina reacción romántica. Reacción contra el Imperio y su Alianza para el Progreso.
El movimiento popular era la reacción cultural, descamisada, mítica, contra el
iluminismo progresista. Por eso, se apoyaron en los mitos de redención popular: Evita o,
más tarde, el Che. Había un cariño sincero por los “cabecitas negras”, por los sencillos,
203
por los pequeños. La fuerza de la causa no estaba en el fanatismo, sino en este cariño, en
esta fuerza ética-mítica.
Con el descubrimiento de la realidad socioeconómica de América Latina, todo comienza
con ir al pobre. La falta de formación en ciencias profanas de los curas que emprendían
estas experiencias, contribuía a acentuar este énfasis moral. Muchos de los religiosos,
que habían recibido su formación en una institución anterior al Concilio, recelosa de las
ciencias sociales y de la formación política del clero, no pudieron darle ningún realismo
político a estas iniciativas. Por eso son “éticos” sin mediación política; no habían tenido
en los seminarios ninguna formación sobre la vida cívica, sobre la cosa pública.
Había una especie de “adoctrinamiento” cotidiano: lo que se jugaba era la defensa de la
justicia, y se la defendía como antes se había defendido a la Iglesia: con “sentencias”,
con frases hechas que resumían verdades no tan razonadas. Se preocupaban por
justificar, desde esta perspectiva, todo lo que pasaba; no había análisis sino que se
simplificaba todo. No sólo el marxista era simplista. La Iglesia era apologética. Todo
era consecuencia de lo perentorio de los tiempos, del énfasis en la praxis: basta de
discutir y hablar, hay que actuar ya.
La Iglesia no está casada con ningún sistema. Esa afirmación universal se usó para
denunciar al catolicismo de Onganía y la adhesión de la jerarquía católica al régimen.
Los militantes católicos, sobre todo universitarios, se enfrentaron a Onganía: se decía
católico, argentino y moderno; pero en realidad era anticristiano (mató a Pampillón, se
olvidó del pueblo), pro yanqui (el discurso de West Point), y proscribió al peronismo.
En Cristianismo y Revolución es importante la resignificación constante del
cristianismo, disputándole los significantes al Onganiato: Cristo es Camilo Torres, no el
católico Onganía; los crucificadores son los fariseos que se dicen cristianos, etcétera.
También se luchaba por el discurso político, por darle otro contenido a la acusación
política del sistema: la subversión es el onganiato que no respetó las leyes; la violencia
es la que el capitalismo ejerce contra el pueblo.
La Iglesia sólo se casa con el pueblo. Ahora bien, el pueblo era peronista. Esto fue un
dogma, que no criticó ni la Iglesia ni la izquierda. Si el pueblo era peronista, y había
que estar con el pueblo, había que ser peronista. Aunque fuera una etapa al socialismo.
Frente a la injusticia institucionalizada y al fracaso de una salida en el sistema, ¿qué
queda por discutir? ¿Qué queda por hacer? La política debería estar por sobre la
economía, y si no, los mismos documentos eclesiales legitiman la violencia. La
violencia primera, injustificada, es la de la opresión, la violencia de arriba. La violencia
204
juntos, pero se necesitaba un líder. Esto también era dogma, y el único líder que había
era Perón. Cada uno lo armaba (¿y él se dejó armar?) a su manera.
Si bien la Resistencia Peronista puede ser un antecedente importante, no es sino hasta la
Revolución Cubana y el gobierno de Onganía cuando intervienen los sectores medios y
estudiantiles en las organizaciones de izquierda y en la militancia armada. Se trató de
elites, de jóvenes “cultos” o con inquietudes sociales o intelectuales. Eran vanguardias
sociales. Por ejemplo, los curas, también iluminados, pretendían ser la voz de los sin
voz. Había en los grupos católicos y socialistas cierto sentido de expiación, de culpa
por ser intelectual de clase media o alta, de no tener un pasado popular.
El ambiente de cambio en el mundo; la conciencia del final de una época; la
persecución que sectores marxistas y católicos sufrieron durante el gobierno de
Onganía; el complejo de “intelectual con orígenes antiperonistas”; y la seducción de la
Revolución Cubana, fueron las condiciones que abrieron las puertas del diálogo y la
fusión de los grupos revolucionarios tanto de izquierda como de católicos radicalizados.
¿Qué sentido tiene para los cristianos su compromiso con la auténtica revolución? ¿Qué
quiere decir ser cristiano en América Latina? Los editoriales tratan de guiar al lector de
Cristianismo y Revolución hacia la respuesta a estas preguntas. Y le dan una clave de
lectura del resto del material.
Ser cristiano es no ser como Onganía, ni como la jerarquía de la Iglesia oficial, ni como
el CELAM. Onganía es el anticristo, el disfraz blasfemo del occidente cristiano.
Encarna el dios del dólar que pretende el orden cristiano y la pax franquista; la paz de
los hisopos y las bayonetas. No es cristiano un gobierno que encarcela cristianos, que
explota al pueblo, que mata y entrega la dignidad nacional. La burla atroz es que lo hace
defendiendo valores cristianos. Es el signo de la decadencia del sistema, la muerte de lo
viejo. Es preconciliar, pre-revolucionario y prehistórico. Su intento de modernización es
patético; no se puede cambiar la Biblia por los “cursillos”, ni la Constitución por un
reglamento militar. Su fracaso es el de las reformas dentro del sistema; es el signo que
anticipa la llegada de los tiempos revolucionarios.
Desgraciadamente, está acompañado por la mayoría de la Jerarquía: la reacción eclesial
aliada al imperialismo; el “CELAM para el progreso”; los participantes del “Congreso
Turístico Internacional”; los funcionarios del Estado dictatorial; los capellanes de la
207
policía que se reúnen con banqueros y señoras gordas. Son los que en silencios absurdos
y anacrónicos defienden la Iglesia de las Sociedades Anónimas.
Pero esta no es, ni mucho menos, toda la Iglesia. Hay una Iglesia nueva, distinta de la
del ´55, encarnada en Juan XXIII, el Concilio Vaticano II, Populorum Progressio y
Medellín. Es la Iglesia de los Pobres, la del Señor de la Liberación. Ser cristiano
auténtico es ser como Camilo Torres y su compromiso sacerdotal armado; como Helder
Cámara y la Iglesia de los Pobres de Brasil y de América Latina; como el movimiento
de Sacerdotes del Tercer Mundo. Esto no es rebeldía, es seguir la senda abierta por Juan
XXIII, el Concilio Vaticano II y la Populorum Progressio.
Ser cristiano es ser revolucionario, porque es ser como Jesús. El Evangelio y la teología
comprometida nos dicen que Jesús amó a los pobres, que trajo la liberación y que dio la
vida por la Justicia.
Jesús se hace presente en los pobres, en los humildes, en los pueblos con hambre,
dominados, ignorantes. Este pueblo de estudiantes, obreros, militantes comprometidos,
cristianos, villeros, es el que en el Cordobazo mostró ser el Ejército invisible de la
Revolución. A este pueblo se le agregan los oprimidos del resto de América, Asia,
África y aun del Primer Mundo: los negros de Estados Unidos, los pueblos de la Europa
colonizada. Este pueblo, así como antes se encarnó en Evita, hoy se hace carne en todos
los cristianos que buscan identificarse con la revolución que llevará a los pobres a tomar
el poder.
El mandato cristiano es liberar al hombre de toda servidumbre destruyendo las
estructuras sociales decadentes y morbosas. La liberación, es decir el proceso
revolucionario, requiere una acción dura y violenta, pero humana y cristiana. Como lo
hicieron Camilo y el Che. Camilo Torres nos muestra que el verdadero sacerdocio se
ejerce en la realidad del mundo, en el amor concreto, en el abrazo con el pobre,
lanzando el grito que invita a la lucha, con el disparo del fusil que clama por tierra y
libertad. Su vida es verdadera eucaristía622, porque anticipa, ahora, el futuro que todos
esperamos con ansiedad. Por su parte, el Che mostró que hay un camino hacia el
socialismo y el hombre nuevo. El paso necesario es la unidad de los grupos
revolucionarios para hacer convincente al pueblo, y al gobierno, la lucha armada. Si
bien puede empezar con la denuncia y la huelga obrera, con la lucha por el pan y el
622
En la liturgia cristiana, la misa o eucaristía, es recuerdo de la vida, muerte y resurrección de Cristo. Por
ser resurrección de Jesús, “anticipa” nuestra resurrección: ya hay un hombre en el Cielo. La misa, en
208
donde somos perdonados y perdonamos, en donde escuchamos y concretamos el mandamiento del amor,
es el anticipo del cielo. Camilo y su “vida-misa”, como Cristo, anticipa el cielo revolucionario.
209
Los enemigos internos son los fariseos de la vanguardia, que se dicen progresistas y se
la pasan hablando. Se quedan en palabras y no van al fondo, no hacen la revolución.
Pero los peores son los Judas del movimiento obrero, los sindicalistas burócratas y
traidores que pactan con la oligarquía.
El camino es el mismo que recorrió Jesús: por el Calvario y la cruz, a la resurrección y
la vida. La lucha nos llevará a la pasión: pasión de la explotación, el sometimiento y la
miseria a la que se haya sometido el pueblo. Pasión de la ignorancia y la prostitución.
Pasión de un plan económico de hambre y desempleo. Pasión porque el imperio impide
la liberación usando su fuerza bestial y represiva. Pasión que es violencia de arriba,
violencia institucional, violencia legalizada, sagrada violencia que en definitiva muestra
el miedo que el gobierno le tiene al pueblo. Tiene que disfrazar de combate a la
subversión lo que es prisión a los militantes de la lucha popular. La persecución,
entonces, se transforma en un privilegio revolucionario porque nos hace como el
pueblo, nos hace parecidos a Cristo.
Como Cristo, muchos terminaran en la Cruz. Pero no hay miedo a la muerte porque no
queda nada que perder. Ya nos quitaron todo, no nos pueden quitar más. Ellos mismos
han hecho que la lucha sea sin miedo ni medida, que arriesguemos todo. Santiago
Pampillón, Hilda Guerrero, Juan José Cabral, Emilio Jáuregui y todos los compañeros
muertos, dan cuenta de la sinceridad del compromiso revolucionario.
No tenemos miedo, porque como Cristo, vamos a resucitar: en el hombre nuevo, en el
revolucionario, como Camilo presente en cada militante cristiano y revolucionario,
como el fantasma del Che que recorre América. Para los creyentes en Dios, el hombre y
la historia, ninguna muerte carece de sentido. El espíritu de los caídos acompañará
desde el cielo en la lucha por la liberación. Los muertos siguen presentes en la lucha
revolucionaria. Son compañeros que pasan a engrosar la lista de aquellos que de una
forma u otra van a ser los nombres que van a presidir nuestra lucha permanentemente.
Ser cristiano revolucionario es ser igual que todos, un revolucionario más; que rechaza
la “revolución cristiana” y todo clericalismo de izquierda, porque quiere una revolución
para todos los hombres que haga realidad el Amor cristiano. La buena semilla germinará
y florecerá en los espíritus jóvenes, decididos a ir abriéndole camino al hombre nuevo;
constructor de un futuro libre de la tiranía porque está basado en ese amor.
210
Se podría objetar que las notas de la revista que llevan firma no pueden ser trabajadas en
el mismo conjunto que las notas de la redacción de la revista. Creemos que los
editoriales de Juan García Elorrio marcan una línea, trazan un perfil al cual se orienta
toda la publicación. Más allá de las diferentes firmas, de los diferentes temas tratados,
este es el criterio con el cual se selecciona el material. Además, para el lector de una
revista como Cristianismo y Revolución que ponía el énfasis en la militancia, todo el
material provenía de la misma fuente. Los matices que notamos en el pensamiento de
Cristianismo y Revolución, tienen que ver más con una radicalización de sus posturas a
lo largo del tiempo, que con matices ideológicos. Un ejemplo de esto es el juicio de la
revista en torno al golpe de los militares peruanos: al principio recibido con entusiasmo,
luego criticado por progresista. O lo que sucedió con Medellín: al principio criticado,
porque se pensó en un documento conservador; luego profusamente citado por su
actitud “comprometida”.
Para Cristianismo y Revolución, la revolución es la Redención. Si la Revolución y su
Triunfo es el cielo, la lucha es el Juicio Final, en donde los que se dicen revolucionarios
deben optar por uno u otro bando. La Revolución no permite “laicismos”: o se es
revolucionario (esto incluye al arte, la religión, etc.) o antirrevolucionario. El
progresismo es una forma de ocultar los cambios y la revolución. Los progresistas de la
Iglesia son equivalentes a las “vanguardias” de la izquierda intelectual, del PC, del
desarrollismo. Son gatopardistas, al igual que las “revoluciones democráticas”. Los
poderosos no van a dejar el poder sin combatir.
La Revolución es del pueblo, no tiene otro dueño. En este sentido la revolución es laica;
algunos revolucionarios, cristianos. No se responde a un “partido”. Este razonamiento
es compartido por los diferentes grupos de militantes, más allá de su origen ideológico.
La guerrilla responde al pueblo, no a un grupo ¿Se “infiltraron” en el peronismo? No:
respondieron al pueblo, sin ser el brazo armado de nadie. La guerrilla golpea a los
partidos para unirse al pueblo. El peronismo era la concreción argentina del
“proletariado” en la lucha de clases, no un partido político. Cualquier mediación política
es reformismo, progresismo, traición. Los cristianos, ante la miseria que ven y
comparten, animados por el Concilio, Populorum Progressio, Medellín, responden al
Evangelio. El amor de Cristo a los pobres, en la situación de América Latina, no puede
esperar más. Es acción o complicidad. Hace falta gente decidida, con voluntad y
211
política; todos hacen análisis, definen causas, responsables, planes. Pero son muy
repetitivos, tienen una ingenua pretensión de seriedad; todos se sienten en la obligación
de denunciar lo que todos denuncian: imperialismo, miseria, represión, etcétera. Hay un
intento de seriedad en el análisis científico pero, salvo casos aislados, no se profundiza.
Inclusive la exégesis bíblica es muy fragmentada, se toman frases descontextualizadas
que se aplican para probar las afirmaciones propuestas, tal como hacía el tomismo. En
este sentido falta “rigor teológico”. Lo mismo sucedió con el marxismo, su recepción
fue un tanto simplista y acrítica; era la herramienta de aproximación a la realidad, la
única ciencia social eficaz. El único matiz que se da es que tal eficacia dependía de una
“valoración correcta y efectiva” de la realidad argentina, en concreto, del fenómeno
peronista.
No respetaron a las clases medias. Los calificaban de “oligarcas” y “burócratas”;
quienes no eran pobres ni revolucionarios, eran sospechosos. Había algo de complejo de
culpa social. Posiblemente esta sea la causa de la “desaparición” del radicalismo del
“espíritu” político de estos grupos que ni siquiera lo mencionan ni discuten.
Para los cristianos, el contacto con la izquierda prueba que no son reaccionarios, ni
fascistas; que pueden dialogar de igual a igual con el mundo en cambio. Para la
izquierda, el cristiano, con su militancia, legitima y critica la revolución. La legitima
frente a un pueblo mayoritariamente cristiano diciéndole “es válido el camino”; la
critica frente a los otros revolucionarios, cuidándola de los excesos totalitarios.
No fue una “infiltración comunista”, fue violencia cristiana; en diálogo con la izquierda,
inmersa en un ambiente de violencia, pero cristiana. Tal vez la discusión posterior deba
pasar no por estar “a favor o en contra” de la violencia, sino de hasta que punto los
métodos no traicionan los ideales, los objetivos propuestos.
Posiblemente se pueda hablar de una “izquierda latinoamericana”, o por lo menos
“argentina”, con elementos marxistas y cristianos. Esta izquierda se caracterizaría por su
desconfianza ante los discursos; por conformarse con fuerzas juveniles que se enfrentan
a jerarquías anquilosadas y escleróticas; por un intento de vinculación al pueblo a través
de acciones revolucionarias y el desprecio a los reformistas. Postulaban la lucha armada,
el foquismo urbano y la Patria Socialista; creían en el ejemplo heroico de Vietnam y
Cuba, la memoria de Eva, Camilo, y el Che; la herencia de los Próceres
Latinoamericanos en esta guerra por la Segunda Independencia; la viabilidad técnica e
histórica de lo que proponían; en la fuerza del peronismo, la victoria del pueblo, y la
214
derrota inexorable del imperio decadente y sus secuaces. Siguiendo en esta hipótesis,
esta izquierda no cristalizó porque, durante el gobierno de Cámpora, perdió la partida.
Marxismo y cristianismo comparten la carga mesiánica y sagrada de la política
revolucionaria, las necesidades objetivas de las masas empobrecidas, y la vinculación
estrecha entre el poder y lo sagrado. Pero esta estrecha relación entre la religión y la
política fue negativa: se esperó el cielo en la tierra; hubo un exceso de utopía que atentó
contra lo posible, produciendo desazón.
El socialismo es técnica de transformación social y construcción del mundo nuevo; la
religión se centra en la cuestión del sentido y el destino de la existencia humana. El
cristiano es un espíritu que guía la acción política y por eso es necesario que la política
no sea concebida como mera tecnología del poder.
Si bien plantean la separación Iglesia y Política en lo institucional, ven como válido
trabajar unidos en lo ético-político en la lucha por la liberación. El vínculo fundamental
con el marxismo y el rompimiento con lo clásico del catolicismo es que el pobre, el
obrero, es sujeto de su liberación y no objeto de caridad. El marxismo aporta el análisis
social, y la utopía del cambio social; explica mejor las causas de una pobreza brutal. Los
dos grupos coinciden en que la comunidad es más que el individuo, en que los pobres
son víctimas, que el mundo es uno sólo; critican al capitalismo, el futuro es utópico. No
es que la izquierda influye, interactúan mutuamente. Es un movimiento formado por
cristianos rebeldes y marxistas disidentes.
El arquetipo de la religión para los intelectuales secularizados de los ’60 era el
“cristianismo tercermundista”, antecedente de la versión argentina de la Teología de la
Liberación, donde la concepción de lo religioso está muy impregnada de lo político y
son relativizados sus componentes rituales. En la medida en que las religiones
encuadran a las masas, ocupan espacios decisivos de la sociedad civil y difunden moral
e ideología. Por eso son un poder simbólico y social muy importante en las luchas por la
hegemonía. El compromiso de los cristianos con la Revolución era por un lado
legitimación de la lucha y por el otro, crítica al orden establecido.
En los ‘60 surge una nueva cultura religiosa, propia de América Latina, que expresa el
capitalismo dependiente, la pobreza masiva, la violencia institucionalizada, la
religiosidad popular. Se origina en una preocupación genuina y aggiornada por los
pobres; por un acercamiento pastoral a los marginados; por la coyuntura que fue el
Concilio, Cuba y la posibilidad real de disputar el poder y cuestionar a los grandes del
mundo; por la proscripción del peronismo y cierto complejo de culpa; por la
215
Portada:
A Santiago O. Pampillón. “Tenemos un corazón como un gigantesco fusil apuntando hacia la
muerte”.
Brasil: Iglesia vs. Golpe. Carta de Helder Cámara.
Teología para el tercer mundo. C. Jaime Snoek.
Los bárbaros están entre nosotros. Thomas Merton.
“Liberación o Muerte”. Mensaje de Camilo Torres.
Revista
El signo revolucionario, p.2 (continúa en p. 23)
Informe sobre Brasil, p. 3
La situación de la Iglesia, S/f, p. 3
Carta del Padre Alipio de Freitas al Cardenal Jaime Barros Cámara (26-6-1962), p. 5
La piedra del escándalo, p. 6
Tercer Mundo: Revolución y Cristianismo, por C. Jaime Soek, p. 7 (continúa en p. 22)
Thomas Merton: heraldo de una nueva conciencia, por Miguel Grinberg, p. 12
Cristianismo y Raza en EE.UU. (Los bárbaros están entre nosotros), por Thomas Merton, p.
14
Santiago O. Pampillón, 1941-1966, por M.G. (¿Miguel Grinberg?), p. 20
Testimonios. Mensaje del P. Camilo Torres, p. 21
(de p. 2, Onganía: Un testigo; Tiempo de Avanzar), p. 23
Portada:
Los cristos prohibidos. Despedida de los Padres Gaido y Dellaferrera.
Tucumán. Funta y Fotia: el fuego.
Vietnam. El genocidio de la década – Bertrand Russell y el Cuarto Reich
Carta abierta al episcopado argentino. “Compartan el dolor y la angustia de los pobres...”
Peronismo Revolucionario. John W. Cooke.
El desafío teológico. Las Profecías de Richard Shaull
Camilo Torres. Mensaje a los estudiantes.
Revista:
Invitación al riesgo, por Juan García Elorrio, p. 1
Actualidad: CELAM “ni frío, ni caliente” (Ap 3,15-16)
La voz de los sin voz, S/f, p. 4
Anexo III: Índice de Cristianismo y Revolución 193
El silencio de Helder Cámara, Gobierno y curia contra el Obispo de los Pobres, S/f, p. 5
Encuentro de católicos ¿cursillismo de izquierda?, S/f, p. 6
Córdoba: Manifiesto Universitario, declaración constitutiva del Movimiento Universitario
Cristo Obrero de Córdoba, p. 7
Encuentro Social Cristiano, p. 8
Declaración de Unquillo, p. 9
Los cristos prohibidos. Carta de despedida, PP Gaido y Delaferrera, p. 10
Testimonios, Eva Perón, p. 13
Definiciones: John W. Cooke, p. 14
Tucumán. Funta y Fotia: el fuego, S/f, p. 16
Los trabajadores cristianos denuncian, p. 18
La falsa revolución argentina, declaración del V Congreso de trabajadores
latinoamericanos, Panamá, 5 de octubre de 1966, p. 18
Mensaje a los estudiantes, Camilo Torres, p. 19
Viet Nam, p. 20
Las avanzadas del cuarto reich, por Bertrand Russell, p. 21
Tribunal de crímenes de guerra, por Bertrand Russell Peace Fundation, p. 22
El genocidio de la década. Data histórica, S/f, p. 23
Desafío revolucionario a la Iglesia y la Teología, por Richard Shaull, p. 34
Una nueva encíclica, por Héctor Borrat (de Marcha, Montevideo), p. 39
Trasfondo, p. 40
Salmo cinco, por Ernesto Cardenal, p. 41
Portada:
Camilo Torres. Ilumina los caminos de América (Con foto de Camilo Torres).
Revista:
Carta abierta al Arzobispo de Tucumán Monseñor J. C. Aramburu, S/f, p. 1
Bajo el signo de Camilo, por Juan García Elorrio, p. 2
Régimen Violencia Revolución, por Jorge Luis Bernetti, p. 4
Denuncia. OLAS repudia a la OEA. Declaración del cómite (sic) Argentino, p. 7
Apuntes de Miguel Mascialino, p. 8 (continúa en la p. 32)
Camilo sociólogo, por el P. Alberto Prades, p. 10
Camilo sacerdote, por el Canónigo Francois Houtart, p. 13
Camilo revolucionario, por Monseñor Germán Guzmán, p. 16
Poder Negro, USA: declaración de los clérigos de color, p. 18
Poder Negro, los nuevos apóstoles, por Miguel Grinberg, p. 23
Stokely Carmichael responde, p. 25
La nueva revolución americana, por Luis Agustín Acuña, p. 26
Documentos: Revolución cultural china, sus 16 principios, p. 27
Hugo Blanco, mensaje a F. Belaúnde Terry, Presidente del Perú, S/f, p. 32
Mensaje a los desocupados, Camilo Torres, p. 33
Anexo III: Índice de Cristianismo y Revolución 194
Portada:
Foto del Che, y cita: “Toda nuestra acción es un grito de guerra contra el imperialismo y un
clamor por la unidad de los pueblos contra el gran enemigo del género humano: los Estados
Unidos de Norteamérica. En cualquier lugar que nos sorprenda la muerte, bienvenida sea,
siempre que ese, nuestro grito de guerra, haya llegado hasta un oído receptivo, y otra mano se
tienda para empuñar nuestras armas, y otros hombres se apresten a entonar los cantos
luctuosos con tableteo de ametralladoras y nuevos gritos de guerra y de victoria”. Che.
Revista:
Bases para el encuentro latinoamericano Camilo Torres, por Comando Camilo Torres R.
Argentina, p. cara interna de la tapa.
Definición, deber y desafío, por Juan García Elorrio, p. 1
El país. La instancia revolucionaria, p. 3
Historia de nuestra dependencia, por Gonzalo Cárdenas, p. 4
La autocrítica sindical, p. 6
1: Amado Olmos, federación de trabajadores de la Sanidad, p. 6
2: Posición del SUPA ante el Comité Central Confederal, p. 7
Apuntes de Miguel Mascialino 2, p. 10
La iglesia: de la “Mater el Magistra” a la “Populorum progressio”. La aceleración del proceso
mundial, por P. Armando Spadaccino de Uruguay, p. 12
El mundo obrero golpea a la Iglesia Argentina, p. 16
1: Mensaje de Mons. Podestá, p. 16
2: Manifiesto de Sacerdotes y Obispo de la diócesis de Reconquista, p. 18
La Iglesia Católica y la revolución cubana. Reportaje al Nuncio Papal en La Habana, p. 19
Ecuador. La iglesia enjuiciada por sacerdotes y laicos, p. 20
Camilo Torres: vida, acción y revolución, testimonio de un comandante del ELN de
Colombia, p. 21
Regís Debray, América Latina: Teoría y revolución, p. 24
Brasil y su nacionalismo revolucionario, tomado de “Panfleto” de Brasil, p. 26
Puerto Rico: Plebiscito trampa para mantener la colonia, por el Congreso Puertorriqueño
anticolonialista, p. 31
Declaración Movimiento de Rebeldía Nacional MORENA (Chile), p. 34
Entrevista a Patricio Hurtado, p. 34
Carta abierta a los camaradas demócratas cristianos y al pueblo de Chile, por Movimiento
“Camilo Torres” de Chile, p. 37
Manifiesto del Ejército de Liberación de Bolivia, p. 38
Declaración general de la primera conferencia Latino Americana de Solidaridad, p. 40
Documentos: Las sombras de la caridad, por Ivan D. Illich, p. 46
Penetración del Imperialismo en América Latina. Nuevas formas para una vieja Explotación,
por Pedro Rivas, p.50
Mensaje a los presos políticos, Camilo Torres, p. 65
Portada:
Foto de niños en una trinchera, con rasgos orientales. Sobre la foto: “La derrota del
Imperialismo”
Crisis en la iglesia Argentina
Peronismo Revolucionario
Revista:
La misma guerra, por Juan García Elorrio, p. 1
Plenario, p. 3
Peronismo revolucionario, p. 4
Programa de Huerta Grande, p.4
Programa del Movimiento Revolucionario Peronista, p. 4
Declaración de Tucumán, p. 7
Acción revolucionaria peronista, p. 10
Apuntes de Miguel Mascialino 3, p. 16
Fidel, el cristiano, reportaje de Carlos María Gutiérrez al Nuncio del Papa en Cuba, p. 18
América Luchando, sección, p. 21
La protesta en la boca de los fusiles, por Eduardo Galeano, p. 22
Bolivia, nación invadida, por Rene Zavaleta Mercado y otros políticos bolivianos, p.
27
Bolivia, nación hambreada, declaración de la CLASC, p. 31
La Juventud Uruguaya frente al ideario político de Camilo Torres, por Juan Carlos
Zaffaroni (cura obrero), p. 32
Seminario de CLASC (Conferencia latinoamericana sindical cristiana) en el Uruguay,
p. 35
Chile: declaración de Navidad del Movimiento Camilo Torres, p. 36
Colombia: declaración del MUAP, p. 36
Encuentro Latinoamericano “Camilo Torres”, sección, p. 38
La madre de Camilo, p. 39
Llamamiento, p. 40
Declaración de la secretaría general del encuentro latinoamericano “Camilo Torres”, p.
41
Manifiesto de los Obispos del Tercer Mundo, p. 42
Presentación del Dr. Sergio Arce Martínez, autor del ensayo teológico sobre la vocación de la
Iglesia Cubana, p. 46
Misión de la Iglesia en una sociedad socialista, por Sergio Arce Martínez, p. 47
Vietnam, sección, p. 56
La única solución se llama retirada, por Mary McCarthy, p. 57
Programa político del FNL de Vietnam del Sur, p. 63
Al Papa: no dar la mano a los asesinos de Vietnam, por el directivo del Círculo de
Cultura “J. Maritain”, de Rimini, p. 71
Las “Gaffes” de Johnson ponen en aprietos a Pablo VI, p. 72
Documentos, Llamamiento, por el Congreso Cultural de La Habana, p. 74
Ponencia de los Sacerdotes Católicos, p. 75
Fidel comenta la ponencia en el discurso de clausura del Congreso Cultural, p. 76
Resolución general del congreso cultural de La Habana, p. 77
Intelectuales apolíticos, por Otto René Castillo, p. 81
Anexo III: Índice de Cristianismo y Revolución 196
Portada:
Foto de Debray. “Autodefensa”
Foto del Che. “Fidel: prólogo al diario del CHE”
Foto de Pablo VI. “Alerta por su viaje”
Revista:
Violencia por millones, por Juan García Elorrio, p. 1
Informe especial, Los Hacheros, p. 3
Marco geográfico cultural, p. 3
Antecedentes históricos. Evolución histórica de la cuña boscosa: “La forestal”, p. 4
Apuntes de Miguel Mascialino 4, p. 14
Encuentro Latinoamericano “Camilo Torres”, sección, p. 16
Llamamiento para la liberación, documento de la jornada de Montevideo, p. 17
Alerta a los Cristianos de América Latina por el viaje del Papa, p. 19
Mensaje de Solidaridad con el Sacerdote Juan Carlos Zaffaroni del Uruguay, p. 20
Mensaje de Solidaridad con el pueblo de Vietnam, p. 20
Carta abierta latinoamericana a Paulo VI, p. 21
Carta de Colombia, p. 24
América, sección, p. 26
Reportaje a Monseñor Germán Guzmán a su regreso a Colombia, p. 26
Perú: declaración de sacerdotes, p. 29
El Cardenal Primado respalda la declaración de los sacerdotes peruanos, p. 32
Santo Domingo: Hacia la unidad de los trabajadores de América Latina, por Juan
Carlos Loureiro, Secretario General Nacional de ASA, p. 33
Primera Conferencia Sindical para el Desarrollo y la Integración de América Latina.
Acuerdo sobre la República Argentina, p. 34
Documentos, Autodefensa en Camiri, Régis Debray, p. 35
El pequeño sendero, por Miguel Grinberg, p. 49
Perón apoya a Ongaro, carta de Perón a Don Raimundo Ongaro, contratapa.
Portada:
Foto de un hombre pobre arrodillado de espaldas a la cámara. Sobre la foto: “Colombia:
Camilo o el Papa”.
Anexo III: Índice de Cristianismo y Revolución 197
Revista:
Camilo o el Papa, p. 1
Editorial: Tucumán, el ejemplo; Resurrección del Che; “CELAM para el Progreso”, por Juan
García Elorrio, p. 2
La Humanae Vitae, Un golpe a la oligarquía y al imperialismo, por Hernán Benitez, p. 4
Corrientes: “por cada millón de pesos que aprovecha la oligarquía, nos queda un niño
muerto...”, suscriben el documento: Movimiento de la JP,, Movimiento comunitario, laicos y
sacerdotes, p. 9
Córdoba: el dios de Onganía, suscriben: Erio Vaudagna, José Rivarola Acebal y miembros de
la Junta Parroquial de Villa Los Plátanos, p. 11
Carta de Católicos de Latinoamérica, firman distintos grupos cristianos ACA, JOC, JUC,
ASA, etc., p. 14
La justa violencia de los oprimidos para su liberación. Apelación de sacerdotes al CELAM, p.
16
América luchando, sección, p. 18
Inti Peredo: Volveremos a las montañas, p. 19
Los que traicionaron al Che. Documento de Mario Monje (PCB) sobre la guerrilla
boliviana, p. 24
Uruguay: Los cristianos y la violencia, por P. Juan Carlos Zaffaroni, p. 31
Brasil: Análisis de la lucha de liberación nacional, por Miguel Arrais desde Argelia, p.
33
Cuba: Ofensiva revolucionaria a 15 años del 26 de julio, por estudiantes cubanos, p.
39
Poder negro, por Julius Lester, p. 45
Que entreguen el cuerpo de mi hijo, Carta de Isabel Restrepo de Torres a Paulo VI, p. 49
Portada:
Che.
Perón.
Octubre.
Revista:
Octubre, por Juan García Elorrio, p. 1
Mensaje del General Perón, p. 3
Arturo Ferré Gadea, p. 6
Solidaridad del peronismo con los detenidos en Taco Ralo, p 7
Tucumán, Informe de la Agrupación de Estudios Sociales de Córdoba, p. 8
Apuntes de Miguel Mascialino 5, p. 13
Chile, ¿Quiénes y por qué ocuparon la Catedral?, p. 15
Uruguay, Tupamaros, tomado de “Punto Final” Chile, p. 19
30 preguntas a un Tupamaro, p. 24
Guatemala ¡Vencer o Morir!, por Jorge Gil Solá, p. 29
Declaración de las FAR, p. 32
Declaración de Cesar Montes, p. 37
Declaración de unificación de las FAR y el Movimiento 13 de Noviembre, p. 42
Checoslovaquia, p. 44
Fragmentos del discurso de Fidel Castro, p. 45
Anexo III: Índice de Cristianismo y Revolución 198
Portada:
Che inédito: Táctica y estrategia de la Revolución Latinoamericana.
La huelga del S.U.P.E.
Guerrilla en Argentina.
Poder Negro.
Mons. Illich: el clero, una “especie” que desaparece.
Revista:
Secuestros, Torturas y traiciones, por Juan García Elorrio, p. 1
Petroleros ¡Con dignidad y sin miedo! Reflexiones sobre una huelga, p. 3
Lealtad peronista para la lucha, firmado por varias agrupaciones del PJ, p. 5
Unidos con Perón contra los traidores y negociadores, firmado por el Bloque nacional de
Agrupaciones Gremiales Peronistas, p. 6
Taco Ralo. Destacamento guerrillero “17 de Octubre”, comunicado de las FAP, p. 7
Los Guerrilleros de Salta. El desprecio a los que lloran, por Gabriel Molina, servicio especial
de Prensa Latina, p. 9
Carta Abierta a Ricardo Rojo. Los revolucionarios tienen compañeros, no “amigos”..., por
Federico Evaristo Méndez y Juan Héctor Jouve, firmada en la Cárcel Penitenciaria de Salta, el
9 de julio de 1968, p. 12
Las actividades de un infiltrado de DIPA. Denuncia del Dr. Gustavo Roca, firmada en
Córdoba, 17 de Octubre de 1968, p. 14
Juan Carlos Loureiro, necrológica, p. 16
Ensayos. El clero, una “especie” que desaparece, por Monseñor Ivan Illich, p. 17
Documentos. Un año del Che.
Táctica y estrategia de la revolución latinoamericana, Che Guevara, p. 25.
Che Guevara, por Kim Il Sung, primer ministro coreano, p. 30
Declaración de Inti Peredo, firmada en Bolivia, el 8 de octubre de 1968
Carta Argentina. El “Che Guevara” y la liberación nacional y social del pueblo
argentino, firmado en Octubre, por numerosos particulares, muchos vinculados a CyR,
p. 37
Michele Firk: una combatiente revolucionaria de las FAR, p. 39
El puño del Poder Negro. Esta gran humanidad ha dicho: “Now”, por Edmundo Desnoes, p.
40
La “justicia” del Poder Blanco contra Huey Newton, p. 48
Portada:
Crisis: Ingenio Arno y Las Palmas
Argentina: Sacerdotes del Tercer Mundo
Colombia: Los herederos de Camilo Torres.
Brasil: Llamamiento de Carlos Marighella.
Foto del Mayor Alberte. Sobre la foto: Mayor Alberte. Peronismo Revolucionario
Anexo III: Índice de Cristianismo y Revolución 199
Revista:
Signos, p. 1
Las claves sombrías, por Juan García Elorrio, p. 2
Definiciones del mayor Alberte, p. 3
Estrategia y Táctica revolucionarias. Documento presentado al Congreso de Córdoba por la
Tendencia Revolucionaria del peronismo, p. 6
“Tiempo social”. Ingenio Arno de Villa Ocampo, S/f, p. 10
Chaco. Ingenio Las Palmas, por Dr. Abel David Robles y P. Uberto Cúberli, p. 13
Santa Fe. El P. Juan Dáhbar s.j. y su compromiso cristiano, p. 14
Compromiso de Navidad. La hora de la acción, por Sacerdotes del Tercer Mundo, p. 16
Sacerdotes de Villas apelan a Onganía, p. 18
Crónica de los hechos de Navidad, p. 20
Testimonio, por Olga Loureiro, p. 20
Colombia. Los herederos de Camilo. Documento revolucionario de Buenaventura, por
obispos, curas y laicos de Colombia, p. 21
Cuba. La madre de Camilo Torres con Fidel Castro, por Fidel Castro, p. 26
Casa de las Américas. Nueva vanguardia latinoamericana, p. 27
La lucha armada en Brasil, por Carlos Marighella, p. 28
Los “misioneros” yankis denuncian penetración en Brasil, p. 30
Portada:
Foto de Ongaro: Habla y escribe Ongaro. El futuro de la CGT.
Iglesia: Curas que se casan y curas que se juegan.
Definiciones: Reportaje a los guerrilleros de Salta.
Denuncias: Iglesia de Paraguay a favor de los presos políticos.
Documentos: Fidel Castro, discurso del 13 de marzo.
Revista:
La verdad revolucionaria. Arturo Ferré Gadea, por Ex alumnos del Colegio “Cristo Rey”, p.
contracara de la tapa.
Signos, p. 1
La limosna del Papa, por Juan García Elorrio, p. 2
Prisión perpetua a Méndez y Jouve, S/f, p. 3
Los guerrilleros de Salta, definiciones, Reportaje, p. 4
Peronismo Revolucionario, por Jorge Gil Solá, p. 8
Participacionismo con uniforme, documento de la Tendencia Revolucionaria del peronismo,
p. 9
Economía ¿Quién paga la estabilidad?, p. 10
CGT de los Argentinos regional Tucumán enfrenta al obispo Aramburu, por Benito Romano,
p. 11
Iglesia. Los curas que se casan. Los curas que se juegan, S/f, p. 12
Habla Ongaro, p. 14 (hasta 19, luego continua en 22)
Escribe Raimundo Ongaro, p. 20
Habla Ongaro, p. 22 (viene de 19)
Paraguay. Organizaciones católicas exigen definiciones a la iglesia ante la dramática situación
de los presos políticos. Carta dirigida a la Conferencia Episcopal Paraguaya, p. 25
Anexo III: Índice de Cristianismo y Revolución 200
Después de un silencio cómplice de años, los obispos paraguayos presionados por las
bases, optan por denunciar esta injusticia, Carta del Arzobispo de Asunción, Aníbal
Mena Porta, p. 28
A pesar de la Reclamaciones Oficiales de la iglesia se sigue torturando y asesinando a
los presos políticos, p. 29
Doc-IIImundo (Centro de Documentación del Tercer Mundo), Fidel Castro explica la
Revolución Universitaria, por Fidel Castro, p. 30
Portada:
Foto del P. Yaccuzzi.
Los curas encabezan la rebelión.
Padre Rafael Yaccuzzi por el camino de Camilo Torres.
Reportaje a los sacerdotes rebeldes.
Fabril: 100 días de huelga de los gráficos
Testimonios: Dante Oberlin de A.S.A.
Universidad: movimiento ateneista de Santa Fe
China – URSS: informe de Emilio M. Jáuregui
Revista:
Testimonios, por Junta Coordinadora - Movimientos populares, p. contracara de tapa.
Signos, p. 1
Editorial, Los traidores a Medellín, por Juan García Elorrio, p. 2
Definiciones. Padre Rafael Yaccuzzi “dar la vida por el pueblo”, p. 3
Fabril. 100 días de huelga, por Compañeros Giraldez, Villaflor y Montes, p. 6
Detención de Dante Oberlin, declaración de Dante Oberlin, p. 8
Crónica Argentina, p. 12
Curas tucumanos. Planteo a Mons. Aramburu, por sacerdotes varios, p. 16
Sacerdotes del III mundo de Buenos Aires responden a Mons. Aramburu, p. 16
Carta Nacional de sacerdotes al episcopado más de 300 firmas, p. 17
Graves denuncias de sacerdotes en Formosa, PP Eduardo Muré y José María Ferrari,
p. 18
Refugio del Pueblo, P. Rafael Yaccuzzi, p. 19
Crónica de la violencia en el norte santafesino, por Casiana Ahumada del Movimiento Camilo
Torres y Jorge Gil Solá del peronismo revolucionario, p. 20
Tucumán. Represión. Denuncia del Padre Fernández, p. 23
Teología. Un análisis nacional interpretado por la visión de Medellín, p. 25
Movimiento ateneista de Santa Fe, hacia una perspectiva revolucionaria, p. 28
Política internacional, por José R. Eliaschev, p. 33
China - URSS ¿volarán los cohetes rusos sobre Pekín?, por Emilio Mariano Jáuregui, p. 34
Portada:
Estos son los Tupamaros.
Ilustración: una estrella de cinco puntas con las letras “MLN”
Anexo III: Índice de Cristianismo y Revolución 201
Revista:
Signos, p. 1
Editorial, El responso del Cardenal, por Juan García Elorrio, p. 2
Definiciones. El azúcar en llamas, entrevista a Benito Romano, p. 3 (continúa en p. 7)
Actualidad. Abril: violencia en la violencia, p. 6
Actualidad. Barrientos: Muerte de un canalla, p. 8
Peronismo Revolucionario. Quieren Guerra, Tendrán Guerra, por Jorge Gil Solá, p. 9
Iglesia. Los obispos y su siesta, p. 10
Estudiantes. Iglesia y Educación Liberadora, por AES (Agrupación de Estudios Sociales de la
Universidad Católica de Córdoba), p. 11
Manifiesto de los camilos, p. 12
1ro de Mayo “La violencia es natural”, firman ASA, JOC, Movimiento Camilo Torres, Grupo
Tierra Nueva, etc., p. 14
Crónica Argentina, p. 15
Economía. Los años locos, por Gerardo Duejo, p. 18
Política Internacional. Los que descubrieron América, por José Ricardo Eliaschev, p. 19
Informe Especial. Estos son los Tupamaros, por Carlos Nuñez (Marcha, de Montevideo), p.
20
Documentos del Tercer Mundo, p. 32
Palestina: El lenguaje de las balas, nota de Andrés Zapata (Cuba) sobre Al Fatah
(Guerrilleros palestinos), p. 32
Portada:
Torturas. Torturas. Torturas.
Revista:
Signos de esta edición, p.1
Editorial. La escalada del miedo, por Juan García Elorrio, p. 2
Actualidad. Carta abierta al Padre Gardella, por Juan García Elorrio, p. 4
Iglesia. Curas que dicen no, por P. Miguel Ramondetti, p. 5
Iglesia. Los obispos se lavan las manos, S/f, p. 6
Documentos. Desde San Juan, p. 7
Oración para un primero de mayo en esclavitud, Salmo cinco para un primero de mayo
en esclavitud, Oración para un episcopado insensible y traidor, por militantes de San
Juan – Centro de Estudios Juan XXIII – ASA San Juan, p. 7
Crónica Argentina, p. 9
Actualidad. Bolivia luego de Barrientos, por Claudio San Román, p. 11 (continúa en p. 19)
Economía. Los padrinos de Krieger, por Gerardo Duejo, p. 12
Infamia. Los condenados en Salta, p. 13
Definiciones. Reportaje a Caride, por Jorge Caffati (periódico Patria), p. 15
Actualidad. La Frei en libertad, de Prensa Latina (Montevideo), p. 16
Aniversarios. Francia, Mayo, barricadas, por Sergio Castelli, p. 18
Informe Especial. Cortázar v.s. “Life”, tomado del diario cubano Juventud Rebelde, p. 20
Los nuestros. Javier, del Perú, por José R. Eliaschev, p. 24
Política internacional. Los guerrilleros y los traidores, por José Ricardo Eliaschev, p. 25
Teología. Los cristianos y la violencia, por Jalles Costa de Revista Lettre, p. 26
Anexo III: Índice de Cristianismo y Revolución 202
Portada:
“El gobierno ha demostrado su repugnancia por el uso de la fuerza” Guillermo Borda
“Nuestra institución no está para la represión indiscriminada” General Lanusse
“Avanzaremos. Avanzaremos a cualquier costo” Onganía
Revista:
Signos de esta edición, p. contracara de la tapa
Testimonios. Cristianos vs. Onganía, p. 1
Curas rosarinos, p. 1
Comunicado de la JOC, p. 1
ASA contra el golpe, p. 2
Iglesia. Curas que se juegan en San Juan, firman sacerdotes de San Juan, p. 3
Estudios. Centro Hilda Guerrero, p. 4
Estudiantes. Los integralistas junto al pueblo, por Federación integralista, Unión nacional de
estudiantes, p. 5
Crónica Argentina, p. 6
Aniversarios. 9 de junio (sic), p. 10
Los nuestros. Gustavo Rearte y os (sic) compañeros presos, p. 11
Declaraciones. MAR (Movimiento de Acción Revolucionaria), p. 12
Política Internacional, por José Ricardo Eliaschev, p. 13
Informe Especial. Universidades Latinoamericanas. La penetración yanki y la rebelión
estudiantil, p. 14
La rebelión estudiantil. Mensaje a los Estudiantes, por Camilo Torres, p. 18
Teología. El escándalo de la violencia, por Olivier Maillard, p. 19
Definiciones, por un grupo de Sacerdotes del Tercer Mundo: Babin, Marturet, Casco y
Tiscornia, p. 21
Definiciones., p. 22
Mendoza: curas por un socialismo latinoamericano, p. 22
Un documento de 23 sacerdotes del clero e Tucumán, p. 23
Sacerdotes para el Tercer Mundo, p. 23
Editorial. Los hijos de la violencia, por Juan García Elorrio, p. 24
Documentos. Reportaje a un Tupamaro, por María Esther Giglio de Marcha de Montevideo,
p. 27
Obispo con Fidel, Obispos de Cuba, p. 30
Chile: “Iglesia joven” condena la masacre de Frei, Carta abierta al Cardenal de Chile, p. 33
Documentos del Tercer Mundo, p. 35
China: habla Lin Piao, p. 35
Anexo III: Índice de Cristianismo y Revolución 203
Portada:
“Tiempo Social” con “Estado de Sitio”
Revista:
Signos de esta edición, p. contracara de la tapa.
Iglesia. Sacerdotes para el III Mundo, p. 1
Actualidad. La lucha del Norte, p. 4
Carta abierta al general Onganía, p. 4
Informe especial. El “Cordobazo”, p. 6
Aniversarios. Eva Perón, por Raimundo Ongaro, p. 9
Los nuestros, p. 10
Gerardo M. Ferrari, p. 10
Clamor de Justicia, por Coordinadora de Movimientos y Comunidades de la Iglesia en
Rosario, p. 10
Carta de sus padres, por Orfel Juan Ferrari e Inés F. Viglione de Ferrari, p. 11
Testimonio de sacerdotes sobre Gerardo M. Ferrari, p. 13
Emilio M. Jáuregui, p. 14
CGT de los Argentinos, p. 14
Centro de Estudiantes Camilo Torres, p. 14
Cristianismo y Revolución, p. 15
CGT de los Argentinos. La unidad y la lucha de los Trabajadores, p. 16
Denuncia. CO.FA.DE. (Comisión de Familiares de los Detenidos) al arzobispo coadjutor de la
Arquidiócesis de Buenos Aires Monseñor Aramburu, p. 17
Nuevos casos de Torturas, de una conferencia de prensa del M.A.R., p. 18
Testimonios. Jorge Rulli, p. 19
Teología. Cristianismo, revolución y violencia, por Jalles Costa, p. 23
Editorial. “Tiempo Social” con “Estado de Sitio”, por Juan García Elorrio, p. 24
Escriben desde la cárcel, Los guerrilleros de Salta, por Federico Méndez y Héctor Jouve, p. 26
Documentos. La iglesia en Cuba. Reportaje a un nuevo obispo, tomado del reportaje de
Prensa Latina a Monseñor Oves, p. 36
Documentos del Tercer Mundo, p. 39
Cuba y Vietnam discurso de Fidel Castro en apoyo del FNL, p. 39
Portada:
Foto de García Elorrio.
Juan García Elorrio. Detenido. Represión a los cristianos.
Revista:
Jornada de Solidaridad 17 de Agosto, por CoFaDe, p. contracara de la tapa
Comunicado de prensa, Sacerdotes del Tercer Mundo, p. contracara de la tapa
Nueva etapa con nuevos métodos, S/f, p. 1
La dictadura enfrenta y persigue a los verdaderos cristianos, S/f, p. 2
Solidaridad, p. 4
Coordinadora de Organizaciones Cristianas, p. 4
Centro de Estudios Camilo Torres, p. 4
Anexo III: Índice de Cristianismo y Revolución 204
Separata:
Carta de Perón a García Elorrio, 20 de julio de 1969
Católicos: reflexionemos!!
Portada:
Foto de Ongaro.
Córdoba y Rosario: El pueblo no elige la violencia. Lucha por la justicia.
Revista:
8 de Octubre ¡Hasta la victoria siempre! Última carta del Che a su padre desde la guerrilla
boliviana, marzo de 1967, p. 1
Editorial, El pueblo no elige la violencia lucha por la justicia, por Juan García Elorrio, p. 2
Desde la Cárcel, Mensaje de Ongaro, p. 5
Sindicato. La traición de los dirigentes, por Nuncio Aversa, p. 4
Presos Políticos, p. 6
Cristianos de Córdoba reclaman su libertad, p. 6
FUGBA: a los universitarios y a la opinión pública, p. 6
Testículo testimonio, por Alberto Pipino, p. 8
Documentos. La unión revolucionaria para el triunfo del pueblo, por Luis B. Cerrutti Costa, p.
9
Iglesia. Hacia una actitud misionera y una pastoral de liberación. Conclusiones de la Semana
pastoral de la Diócesis de Avellaneda, p. 14
Teología. Dios en la Revolución, por Jürgen Moltmann, p. 19
Brasil. M.R-8: Proclama del secuestro, p. 25
Violenta interpelación sacerdotal a los obispos brasileños, p. 26
Paraguay, p. 29
Los obispos denuncian una ley represiva inicua e inhumana, los obispos de Paraguay,
p. 29
Anexo III: Índice de Cristianismo y Revolución 205
Portada:
Inti Peredo: nadie tienen más amor que el que da la vida por su pueblo.
Tupamaros caídos: ¡Hasta la victoria siempre!
Carlos Marighella
Revista:
Sacerdotes para el Tercer Mundo, equipos de Capital, Avellaneda y Lomas de Zamora, p.
contracara de la tapa
Carta abierta a los cristianos contra la represión y el miedo, a los cristianos por la Justicia y la
Liberación, por Juan García Elorrio, p. 1
A los compañeros presos en su huelga de hambre, Al pueblo en su lucha contra el terror de la
dictadura, por Federico Méndez y Héctor Jouve, p. 4
CGT de los Argentinos, documento presentado al Plenario nacional de Córdoba, p. 5
Documentos. Un año de Taco Ralo, por las FAP, p. 8
Autodefensa de un revolucionario, Ramón Horacio Torres Molina ante la Cámara de
Apelaciones de La Plata, p. 15
Peronismo revolucionario, tomado del Boletín MR 17, p. 17
Iglesia. Obispos del Noreste: Un documento negativo y decepcionante, por Miguel N.
Ramondetti, p. 18
Compromiso y rebeldía, p. 19
Teología. Actuación de los sacerdotes en política, por José María González Ruiz, p. 20
Iglesia. Los tímidos frutos del sínodo, S/f, p. 22
La muerte de dos combatientes: Inti Peredo y Carlos Margighela, p. 24
La última proclama del Inti, texto leído por Inti Peredo en la radio boliviana, p. 24
La única entrevista que concedió Inti Peredo, por Augusto Olivares B., p. 28
Los Tupamaros en Uruguay y Marighela en Brasil, por Revista Punto Final de Chile,
p. 33
Manifiesto al pueblo brasileño, por Carlos Marighela, p. 37
Reportaje al capitán Lamarca, p. 39
Revolucionarios brasileños liberados llegan a Cuba, p. 41
Declaraciones de Fidel ante los brasileños, p. 42
Represión a los cristianos en Brasil, p. 44
Los 10 puntos del FLN de Vietnam del Sur, discurso de Tran Buu Kiem ante la conferencia
de París el 8 de mayo de 1969, p. 45
Declaración del Gobierno Revolucionario de la República de Vietnam del Sur, p. 48
Signos del nuevo Tiempo, p. 49
Anexo III: Índice de Cristianismo y Revolución 206
Portada:
1970: Unidad en la lucha
Sacerdotes para el III Mundo.
Cristianos Revolucionarios
C.G.T. de los Argentinos
Peronismo Revolucionario
Nueva Izquierda
Marxistas Revolucionarios
Acción Obrero – Estudiantil
Poder Joven
Revista:
Escribe Juan García Elorrio. Unidad en la lucha, p. 1
Solidaridad, p. 2
Los guerrilleros de Salta condenados a Cadena Perpetua, p. 2
Los prisionero de Taco Ralo, por Comisión de Solidaridad con los presos políticos, p.
3
Villas, p. 4
La marcha a Luján, por Equipo Pastoral de Villas, p. 4
La voz de los villeros, por villas y barrios de emergencia de Buenos Aires, p. 5
Sociología: Instrumento de conocimiento y de lucha, por Roberto Carri, Juan Pablo Franco, y
Bloque peronista de Filosofía y Letras, p. 6
Aún siguen presos, por Federación universitaria de Graduados de Bs.As., p. 7
Actualidad. El coraje de hablar claro. Reflexiones del obispo de Neuquén, p. 8
Militancia cristiana, La profecía y la acción, p. 12
Iglesia, p. 13
Sacerdotes para el Tercer Mundo, comunicado, p. 13
Visita al Paraguay y Consagración a la Virgen, p. 15
Carta al Obispo de Reconquista, por Pbro. Francisco d’Alteroche, p. 16
Decanato de los Llanos Riojanos, declaración, p. 18
Teología. Reflexiones sobre la violencia, por Rubén R. Dri, p. 19
Estudiantes. Hacia el congreso nacional de unidad. La crisis del movimiento estudiantil, p. 21
Llamamiento de la FUA, p. 21
El MAE (Movimiento antimperialista estudiantil) ante el Congreso de la FUA, p. 27
Declaración del FEN (Frente Estudiantil Nacional), p. 32
OCLAE: Llamamiento de Solidaridad con los estudiantes y pueblo argentino, p. 35
Polémica. Perú 1969, p. 36
Discurso de Velasco Alvarado en el 1er. Aniversario, p. 36
La Brea y Pariñas. Una sucia historia de indignidad nacional, p. 41
Posición del M.I.R., p. 46
Sacerdotes peruanos, conclusión del 2do encuentro de ONIS, p. 49
Posición de la iglesia ante los contratos del cobre, p. 50
Sacerdotes de la ONIS, p. 50
Represión. Torturas y muertes en Brasil, p. 51
Denuncias. Los presos políticos en el Paraguay, por Dr. Ignacio B. Fernández, p. 53
Cuba. Fidel inicia la zafra de los 10 millones, por Fidel Castro, p. 55
Documentos del Tercer Mundo, p. 56
Vietnam, La masacre de Mylai, p. 56
Anexo III: Índice de Cristianismo y Revolución 207
Portada:
Ilustración de un joven con hambre, raquítico.
Hambre = violencia
Revista:
(Crónica de la muerte de Juan García Elorrio)
Juan, p. 1
Carta de Perón, p. 3
Juan, p. 4
El Mayor Bernardo Alberte, por el Peronismo Revolucionario, p. 4
Jorge Di Pasquale, de la CGT. De los Argentinos, p. 4
Grupo de laicos para el Tercer Mundo, p. 4
Un delegado del Fen, p. 5
Jacobo Tieffenberg, en representación de la FUA, p. 5
Telegramas, p. 5
Cartas, p. 5
Panorama Político, p. 7
Buenos Aires, ¿también es Latinoamérica?, p. 7
Corrientes: la reacción de su eminencia, p. 8
El Chocón: la crisis del sindicalismo tradicional, p. 9
Raimundo Ongaro. 1970: año de la organización, p. 12
Agustín Tosco: con la luz y fuerza, p. 14
La estrategia política del Peronismo Revolucionario, por Bernardo Alberte, p. 16
Contrainformación, ¿Qué harás vos, compañero, qué haré yo?, p. 19
La Iglesia, como Cristo, vino para perderse, p. 20
Sacerdotes para el Tercer Mundo, Entrevista con el padre Erio Vaudagna, p. 21
Monte Caseros, Corrientes, p. 23
Córdoba, Tucumán, p. 24
Naturaleza y objetivos de nuestro movimiento, por Jorge Vernazza, p. 25
Sociología de la religión. Antecedentes y perspectivas, por Christian Lalive d’Epinay, p. 27
Carta abierta al Pueblo Argentino, El delito del Pueblo, por Federico Méndez y Héctor Jouve,
p. 32
Colombia. El ejemplo de Camilo, por Gonzalo Castillo Cárdenas, p. 34
Bolivia ¿Revolución en la represión?, entrevista al presidente de facto boliviano Alfredo
Ovando Candia, p. 37
Ciro Bustos: un juicio desde la prisión, Carta de Ciro Bustos al Dr. Jaime Mendizabal Moya,
p. 41
Uruguay. 1969: balance de un ejercicio revolucionario, por Eduardo Tarreche, p. 42
Torturas. Rutina pachequista, p. 45
Indalecio Olivera: el combate de un cura tupamaro, p. 46
Biafra. Oriente y occidente en defensa de la unidad colonial, por Albert-Paul Lentin, p. 47
Boletín del Tercer Mundo, p. 51
Boletín. Palestina: La tempestad y la victoria, p. 55
Comunicados, p. 59
Anexo III: Índice de Cristianismo y Revolución 208
Portada:
Foto: Un anciano oriental con los ojos vendados y amordazado. Con una etiqueta que dice
Made in USA.
Revista:
Panorama Político. No alarmarse, no ha ocurrido nada nuevo, p. 1
9 de junio, p. 2
Cordobazo hay uno solo, p. 3
Emilio Jáuregui, Gerardo Ferrari, p. 5 (necrológicas)
Sindicatos. 23 + 62 = 0, por Manuel Lezama, p. 7
Universidad, p. 9
En carne propia, por Gerardo Duejo, p. 12
Sacerdotes para el Tercer Mundo, p. 17
Los que vinieron a servir, p. 17
Raúl Marturet: “Un problema para el Obispo”, p. 19
Pascual Rodríguez: La “revolución” juega a la revolución, p. 20
Religión, ideología y subdesarrollo, por Christian Lalive d’Epinay, p. 22
Perú. ¿A dónde va la junta militar?, por Héctor Bejar Rivera, p. 27
Colombia. El sermón de la sierra, por Domingo Lain Sanz, cura español, p. 32
República Dominicana. Juan Bosch: “Yo era un hombre que vivía un sueño”, p. 34
Brasil. La marea revolucionaria, p. 37
La ofensiva es la victoria, entrevista con Carlos Marighela, p. 38
La verdad sobre la muerte de Marighela, p. 42
La iglesia en un callejón sin salida, Entrevista con el padre Charles Antonie, p. 42
Vejaciones a una monja, p. 45
Grecia. La Europa colonizada, p. 46
USA en Camboya. Una bestia con los nervios gastados, por José Ricardo Eliaschev, p. 50
Camboya, otro eslabón, p. 54
Uso de las Fuerzas Armadas de USA en países extranjeros, p. 54
Boletín del Tercer Mundo, p. 57
Argentina, Reportaje al FAL, p. 59
Comunicados, p. 61
Corrientes, p. 61
Universidad Católica de Rosario: instrumento en manos del obispo, p. 61
Sacerdotes del Tercer Mundo, p. 62
Pronunciamiento de los Gremios independientes de Córdoba, p. 62
Comunicados de las FAP, p. 63
Co.Fa.De., p. 64
Anexo III: Índice de Cristianismo y Revolución 209
Portada:
Argentina: ¿Quién impone la violencia?
Caso Aramburu: Habla el Padre Benitez.
Teólogo Gera interpreta la iglesia argentina.
La ofensiva al Tercer Mundo.
Reportaje a las FAP
De Krieger Llerena a Moyano Vasena.
Sindicatos: Sigue la farsa.
Chile: el pueblo tendrá que defender su victoria.
Revista:
Emilio Maza, Fernando Abal, Carlos Ramus, necrológica, p. contracara de la tapa
Panorama Político. ¿Quién impone la violencia? p. 1
Iglesia. La ofensiva al Tercer Mundo, p. 3
Causas y responsables de la “ejecución” de Aramburu. Habla el padre Hernán Benitez, p. 5
Economía. De Krieger Llerena a Moyano Vasena, por Gerardo Duejo, p. 12
Sindicatos. Y sigue la farsa, por Jorge Rostes, p. 15
Congreso de los compañeros, CGT de los Argentinos, p. 16
Reportaje a las FAP, p. 17
Carta de Perón a las FAP, p. 20
Bolivia. La vuelta del Che, p. 21
Reportaje a Mario Monje, “Seré un cadáver político”, p. 24
Volvimos a las montañas, documento del Ejército de Liberación Nacional boliviano, p.
26
Uruguay. Tupamaros: poder paralelo, Orlando Contreras de Prensa Latina, p. 31
Del ELN al MLN, p. 33
Chile. Nuevo fracaso del reformismo en América Latina, p. 34
Hugo Blanco. El Maestro, p. 40
Portugal. La Europa colonizada. Mateo de la Calle, p. 43
Guerrilleros en el Vaticano, por José Ricardo Eliaschev, p. 47
Boletín del Tercer Mundo, p. 49
Palestina. Movimientos de resistencia: un mosaico ideológico, p. 51
Comunicados, p. 53
Sacerdotes del Tercer Mundo, p. 53
Sacerdotes cordobeses, p. 54
Juventud universitaria católica, p. 54
Ante la campaña de desprestigio contra la iglesia, p. 55
Refutación a la revista Criterio, p. 55
San Juan provincia dominada en un país dominado, p. 56
Juventud peronista de La Plata homenaje a Maza, p. 57
Montoneros, la toma de La Calera, p. 57
FAP, p. 58
FAR, p. 59
Tupamaros, p. 60
Apuntes para una interpretación de la Iglesia Argentina, por Lucio Gera y Guillermo
Rodríguez Melgarejo, p. 61
Anexo III: Índice de Cristianismo y Revolución 210
Portada:
Foto: policías pegándole a un manifestante que corre.
“Hechos, no demagogia”
Sindicatos: Reportaje a la línea dura.
Hablan los Montoneros.
Revista:
Córdoba, Rosario, Tucumán, Corrientes, Salta, Catamarca, Argentina arde, S/f, p. contracara
de la tapa.
Panorama político. El poder del miedo, p. 1
Sindicatos, p. 3
Reportaje a De Luca, Gazzera, Aguirre y Tosco: Los que dan batalla, p. 3
Chocón: la traición de siempre, p. 7
Ejército. Transformación revolucionaria o disolución profesional, declaración del teniente
primero Licastro, p. 9
Documento. Hablan los Montoneros, declaración del grupo publicada en un periódico del
interior, p. 11
Carta de las FAP a los Sacerdotes para el Tercer Mundo, p. 15
Dependencia cultural y cultura militante, por Mateo de la Calle, p. 21
Economía. El dolor del dólar, por Gerardo Duejo, p. 27
Chile. “Por la razón o la fuerza”, p. 32
1: Habla la “iglesia del pueblo” de Valparaíso, entrevista con el Padre Darío Marcotti,
p. 33
2: Habla el Movimiento de Izquierda Revolucionaria, entrevista con Fernando
Gutiérrez, de Secretariado Nacional del MIR, p. 35
Documento. El MIR ante el triunfo de la Unidad Popular, p. 37
Brasil. Última entrevista con Joaquim Cámara Ferreira, por Luis Dos Santos de Prensa Latina,
p. 44
Egipto. La agonía del reformismo, p. 46
Boletín del Tercer Mundo, p. 49
Comunicados, p. 53
Sacerdotes para el Tercer Mundo, p.53
Bloque gremial peronista de Rosario, p. 53
FAP, p. 54
Notas de cine liberación, p. 55
Montoneros, p. 56
MRA, p. 57
Acción Peronista de Liberación (APL), p. 58
FAR, p. 58
Alienación y Liberación, por Rubén Dri, p. 59
Denuncias, p. 65
Anexo III: Índice de Cristianismo y Revolución 211
Portada:
Ilustración: tres manifestantes con una bandera.
Sobre la ilustración: “La patria dejará de ser colonia o la bandera flameará sobre sus ruinas”.
Revista:
Me han condenado por peronista ¡Viva Perón! ¡Viva la Patria!, S/f, p. contracara de la
portada.
Panorama Político. Crónica de un año distinto, p. 1
Economía. 101 años de despoblación, por Gerardo Duejo, p. 3
Tucumán. Jardín de la miseria, por el Integralismo de la Unión Nacional de Estudiantes, p. 7
Sindicatos. Opinan las fábricas, reportaje a Vicente Arrieta (SITRAC) y al “El Negro” de
Rosario, p. 12
Una Navidad combatiente, p. 14
Reportaje al ERP, p. 15
Ellos están presos por nosotros ¿Qué hacemos nosotros por ellos?, p. 17
Presos, p. 19
Reportaje a Norberto Franco, un militante peronista, p. 20
Cronología de la Violencia, p. 21
Iglesia. Apresurar la marcha, por un grupo de sacerdotes catamarqueños, p. 27 (continúa en p.
64)
Uruguay. MLN Tupamaros: Reportaje a Urbano, p. 28
Paraguay. Un silencioso y cómplice olvido, p. 38
España. Euzkadi ta aktatasuna País vasco libre, por J.R.E. (¿Eliaschev?), p. 39
Boletín del Tercer Mundo, p. 41
Comunicados, p. 45
FAP, p. 45
FAR, p. 45
Ejército Guerrillero de Liberación, p. 45
FAP, p. 45
FAL, p. 46
Frente de Abogados, p. 47
Comando Felipe Vallese, p. 47
Comando Guerrillero 8 de octubre de 1967, p. 47
ERP, p. 49
Sacerdotes para el Tercer Mundo, Sobre la condena al P. Carbone, p. 49
Unión Nacional de Estudiantes, p. 49
FAP, p. 50
Montoneros, p. 51
Docentes peronistas de sociología, p. 51
Raimundo Ongaro, p. 51
ERP, p. 52
Comando Santiago Pampillón, p. 52
Destacamento “Descamisados”, p. 52
Sacerdotes para el Tercer Mundo. Nuestras reflexiones en torno a la declaración de la
Comisión Permanente del Episcopado del 12 de Agosto de 1970, p. 53
Canción por la sangre nueva, JAM, p. 65
Denuncias, p. 65
Anexo III: Índice de Cristianismo y Revolución 212
Portada:
Ilustración: Una pared con graffitis de FAP, FAR, ERP, Montoneros, FAL.
Revista:
Juan García Elorrio, por La Directora, p. 1
Panorama político. Cambalache, p. 3
Córdoba. La Docta Montonera, por Mateo de la Calle, p. 6
Economía. Contra quién luchan los obreros cordobeses, por Gerardo Duejo, p. 11
Documento. Habla el MRA, p. 12
Ellos están presos por nosotros ¿qué hacemos nosotros por ellos?, p. 14
Desde la cárcel, firmes en la lucha, reportaje a cuatro detenidos del MNR Tacuara, p.
14
Losada: la única ortodoxia es el combate, reportaje a Luis Losada, p. 18
Sindicatos. Opinan las fábricas, reportajes a Carlos Alberto Ortiz, del Smata Córdoba y a un
obrero fe Forja, p. 19
Declaración del bloque gremial peronista de Rosario, p. 22
Murieron para que la patria viva, necrológica y escritos sobre Diego Ruy Frondizi y Manuel
Belloni, p. 23
La justicia del pueblo, p. 24
Cuba, p. 26
Los cristianos en la sociedad socialista, Jornada Homenaje a Camilo Torres, p. 26
Reportaje al Ministro de Economía de Cuba, p. 30
Chile. El programa vá..., por Jorge Rostes, p. 37
1: MAPU: “Por un poder popular y proletario”, reportaje a Rodrigo Ambrosio, p. 38
2: MCR: A los campesinos, obreros, estudiantes, y soldados, reportaje a miembros del
movimiento campesino revolucionario, p. 41
3: MR2: “El enfrentamiento armado es inevitable”, reportaje al Movimiento
Revolucionario Manuel Rodríguez, p. 43
Boletín del Tercer Mundo, p. 44
Comunicados, p. 47
Montoneros, p. 47
FAR, p. 47
MRP, Movimiento Revolucionario Peronista, p. 47
Comisión de detenidas políticas, p. 49
FAP, p. 50
ERP, p. 50
Gremio Bancario de Córdoba, p. 50
Organización de Solidaridad con los presos políticos, estudiantiles y gremiales, p. 51
Ejército Nacional Revolucionario, p. 52
Torres Molina, p. 53
JAEN, Juventudes Argentinas para la Emancipación Nacional, p. 53
Un grupo de laicos de Bahía Blanca, p. 54
Escribe Roberto Ciro Bustos, p. 55
Reportaje a la Guerrilla Argentina, p. 56
FAR. Los de Garín, p. 56
Montoneros. El llanto del enemigo, p. 70
FAL. El marxismo en la cartuchera, p. 73
FAP. Con las armas en la mano, p. 77
Anexo III: Índice de Cristianismo y Revolución 213
Camilo Torres, p. 81
Portada:
Ilustración de un soldado dibujado con caras de gente.
“La hora del pueblo en armas”
Revista:
Los que no concilian, por Raimundo Ongaro, p. contracara de tapa.
Panorama Político. La construcción del ejército popular, p. 1
Documentos. La hora del pueblo en armas, p. 3
Documento de FAR, FAP y Montoneros, p. 3
Perón habla a la juventud, p. 8
La revolución de las bases, reportaje al Peronismo de Base, p. 11
Sindicatos. Plenario de Gremios Combativos, p. 14
Ellos están presos por nosotros ¿Qué hacemos nosotros por ellos?, p. 17
La etapa actual de las guerrillas argentinas, por Ramón Torres Molina, p. 17
Carta del Arquitecto Mario Soto, p. 20
Perón escribe a Maguid, p. 21
Cartas de presos a Ongaro, p. 21
Tres caídos por la patria, p. 22
MSTM de Rosario: el valor de un cónsul, p. 22
La justicia del pueblo, p. 23
Economía. Un programa socialista: única salida real para la clase trabajadora, por Gerardo
Duejo, p. 25
Iglesia. No tengan miedo... Algo nuevo comienza a vislumbrarse, p. 35
Documentos, p. 36
MSTM de Córdoba, p. 36
MSTM de Tucumán, p. 36
Monseñor Brasca, p. 37
Mensaje pascual de Monseñor Devoto, p. 37
Monseñor Nevares, p. 38
MSTM de Capital y GBA, p. 38
MSTM Mendoza, Padre Echave, p. 38
¿Cristo guerrillero o Cristo rey?, por José María González Ruiz, p. 39
Chile, p. 42
Los cristianos en la construcción del socialismo, entrevista a Gonzalo Arroyo s.j., p.
42
Apoyo sacerdotal a la UP., p. 43
Carta de los profesores de teología, p. 44
Revolución peruana y peruanismo, p. 46
1: Velasco: La revolución no es modernización, p. 47
2: Béjar: Un compromiso crítico pero sin esquemas, p. 50
Boletín del Tercer Mundo, p. 54
Comunicados, p. 57
ERP, p. 57
Declaración de organizaciones y agrupaciones del Movimiento Peronista, p. 60
FAR, p. 61
Anexo III: Índice de Cristianismo y Revolución 214
UNE, p. 63
Constitución de la regional Buenos Aires del “Movimeinto Nacional contra la
represión y la tortura”, p. 63
Movimiento de Acción Secundaria, MAS, p. 64
Denuncia, p. 65
Portada:
Foto de Evita. Sobre la foto:
El peronismo será revolucionario o no será
Revista:
Si Evita viviera, sería montonera, p. contracara de la tapa
Panorama político. Gran Acuerdo para reprimir, p. 1
Padre Dri: “Ya se acerca la hora de la liberación”
Universidad. Pasión y muerte de una institución, reportaje a un compañero de la agrupación
CENAP, p. 3
Sindicatos. Convertir el revés en victoria, p. 6
Por qué somos Peronistas de Base, reportaje al PB, p. 9
Sitrac se define frente al peronismo, p. 12
Documentos. Las armas de la independencia hoy están apuntadas hacia el pueblo, por
Montoneros, p. 13
Homenaje a Emilio Maza y demás compañeros caídos, p. 16
Ellos están presos por nosotros ¿Qué hacemos nosotros por ellos?, p. 17
Denuncia de torturas de Alvaro Centurión, p. 17
Denuncia de Natalio David Melul, p. 18
Dieron su vida por el pueblo: Eva Perón – Bruno Cambareri, p. 18
Basta de maniobras dilatorias, p. 18
Justicia del sistema y situación semi-colonial, por Rodolfo Ortega Peña y Eduardo Luis
Duhalde, p. 19
La justicia del pueblo, p. 24
Documentos. Nuestra opción por el peronismo, MSTM Mendoza – Rolando Concatti, p. 27
Iglesia. “Sus hijos más esclarecidos y abnegados”, ¿declaración del MSTM en Carlos Paz?, p.
37
Mi total adhesión al Movimiento, obispo de Rafaela, p. 42
Compañeros curas, SITRAC – SITRAM, p. 42
Ni militar ni cristiano la furia contra los pobres, 40 sacerdotes de Córdoba, p. 42
Volante de la toma, p. 43
¿Acuerdo Nacional, desacuerdo o no me acuerdo?, por Jaime de Nevares, p. 43
Solidaridad del MSTM, p. 44
Paraguay. El caso Monzón, reportaje al cura Uberfil Monzón, p. 45
Chile. Quebrarle la mano al freísmo, documento del MIR, p. 49
Boletín del Tercer Mundo, p. 54
Comunicados, p. 57
FAP, p. 57
FAL, p. 59
Agrupaciones cristianas de Bahía Blanca, p. 59
ERP, p. 59
Anexo III: Índice de Cristianismo y Revolución 215
Montoneros, p. 60
Ejército de Liberación Nacional, p. 60
FAR, FAP, Montoneros, p. 61
Peronismo de Base de Tucumán, p. 62
Grupos de católicos de barrios de Córdoba, p. 63
ERP, p. 64
Comisión zona 31 de Villa Comunicaciones, p. 64
FAR, FAP, Montoneros, p. 64
Sitrac – Sitram, p. 64
Denuncia, p. 65
Cuadernos1:
1
Los títulos de los cuadernillos 1 y 2, con los temas que incluyen, son una reconstrucción hecha en base a los
avisos publicados en la revista. El único de los cuadernos especiales que pudimos consultar es el 3. Su fecha de
publicación es enero de 1969. Recién en setiembre de 1968 comienzan a aparecer los anuncios de los referidos al
Che y Camilo Torres. La fecha del número dos la deducimos de los anuncios de los números 10 y 11 de CyR.
Creemos que el número uno salió en la misma fecha, pero Anguita y Caparrós, en La Voluntad, tomo I, p. 123,
hablan de un cuadernillo con mensajes de Camilo editados en julio de 1967. Posiblemente haya sido una edición
interna; que después, con la revista más consolidada, se publica masivamente.
Anexo III: Índice de Cristianismo y Revolución 216
Portada:
Diez años de Revolución
Revista:
La nueva voz de Cuba, por Juan García Elorrio, p. 1
Declaración de La Habana. 2 de diciembre de 1960, Dorticós-Castro, p. 3
Segunda declaración de La Habana del pueblo de Cuba a los pueblos de América y del
mundo, Dorticós-Castro, p. 6.
Las etapas de la lucha. Loa 100 años, p. 18
Martí, voz de Cuba y América, ¡Fuego!, por Che Guevara, p. 25
Maceo, el titán de bronce, por Che Guevara, p. 28
El Moncada, por Fidel Castro, p. 31
El 1 de enero de 1959 resume la lucha de toda Cuba, por Che Guevara, p. 36
Camilo, imagen del pueblo, por Che Guevara, p. 39
Echeverría y el nombre de Dios, por Fidel Castro, p. 42
Ofensiva revolucionaria. 1 de enero de 1968 a 9 años de la Revolución, por Fidel Castro, p.
47
Ofensiva revolucionaria del estudiantado. 26 de julio de 1968 a 25 años del Moncada, por
estudiantes cubanos, p. 56
Ofensiva revolucionaria de los trabajadores. Todo el esfuerzo por los 10 millones de toneladas
de azúcar, por Comité Nacional Central de Trabajadores de Cuba, p. 62
Anexo II
Los grupos armados en Argentina
Hacia los primeros años de la década del ’70, las diferentes organizaciones ERP, FAR, FAP y
Montoneros, se consideraban hermanadas1 y asumían su responsabilidad militar y política en
la guerra revolucionaria.
Las bases que reunían a todos los grupos revolucionarios eran tres grandes
coincidencias: primero, el mismo enemigo, la burguesía capitalista y el imperialismo;
segundo, el mismo objetivo, el socialismo; tercero, el mismo método, la lucha armada.
Además coincidían en una coyuntura: los líderes de las organizaciones armadas, en 1971,
estaban viviendo en Córdoba, porque estaban convencidos del rol de vanguardia que tenía la
ciudad y del protagonismo de los líderes sindicales.
Si bien surgieron numerosas organizaciones, hasta después de 1973 estas nunca fueron
muy numerosas en cuanto a “cuadros”, es decir miembros armados. En algunos casos, los
mismos militantes reaparecían en diferentes organizaciones.
Proponemos un breve directorio de las organizaciones revolucionarias que surgen
circa los años 60 en Argentina.
1
Las diferencias aparecen con la convocatoria a elecciones hechas por Lanusse y la decisión del peronismo de
participar con la fórmula Cámpora- Solano Lima.
Anexo II: Los grupos armados en Argentina 2
1. Los Uturuncos
Después de la ruptura entre Perón y Cooke (por la diferencia entre ambos en torno a la huelga
por la privatización del Frigorífico Lisandro de la Torre, enero del 59), Cooke habría
patrocinado la intentona de los Uturuncos, convencido de que el final del sistema era
inminente.
Se organiza el foco en río Cochuna, a 120 km. de San Miguel de Tucumán. El foco
rural era dirigido por Manuel Enrique Mena, la gente era reclutada de la Resistencia
Peronista. Su acción fue un ataque a la comisaría de Frías, en Santiago del Estero, el 25 de
diciembre de 1959.Se sentían defendiendo los ideales sanmartinianos, juraban defender la
patria ante Dios, fuente de razón y justicia, y estaban convencidos de que el ejército no
apoyaría a un gobierno que traicionaba a la nación (sic). La lucha terminaría con el regreso de
Perón. El Partido Justicialista condenó severamente esta intentona guerrillera.
Un allanamiento a un arsenal en Villa Lugano y un asalto a un regimiento por civiles
peronistas en Rosario, todos en 1960, son vinculados a los Uturuncos2. Mena huyó a Cuba a
finales de 1960. En 1970, después de retornar clandestinamente, murió de cáncer en
Argentina. En junio de 1970 algunos militantes, posiblemente vinculados a este grupo,
reaparecen en Jujuy con el nombre de Ejército de Liberación Nacional.
2
Emilio Vázquez Viera, El proceso..., p. 183-185.
3
Emilio Vázquez Viera, El proceso..., p. 194-195.
4
Ver Gillespie, p. 87, nota al pie.
5
Ver Gabriel Rot, Los orígenes perdidos de la guerrilla en Argentina. La historia de Jorge Ricardo Masetti y el
Ejército Guerrillero del pueblo, Ed. El cielo por asalto, Bs. As., 2000. También, Fermín Chávez y otros,
Homenaje a José María Rosa, Historia Argentina, tomo XVI. La Revolución Argentina, p. 41-43.
6
Según Emilio Vázquez Viera, el jefe de la inteligencia cubana, Manuel Piñero, encargado de expandir la
revolución cubana a todo el continente, estuvo vinculado a este núcleo. Ver El proceso..., p. 195.
7
Los “azules” eran legalistas, partidarios del profesionalismo prescindente de las Fuerzas Armadas, la no
intervención en los problemas “civiles”; eran antiperonistas, pero lo tomaban como el mal menor: al fin y al cabo
Anexo II: Los grupos armados en Argentina 3
metalúrgico Felipe Vallese. Cuando eligen a Illia, el EGP señala el carácter antipopular del
gobierno.
José Aricó visitó a este grupo los primeros días de diciembre de 1963. Estaba
interesado en la experiencia revolucionaria que desarrollaban, y si bien intenta ayudarlos,
criticó su disciplina interna, y de algún modo anticipo su fracaso.
Pensaban entrar en acción durante la zafra de 1964, pero los descubrió Gendarmería el
5 de marzo de 1964 cerca de Santa Rosa, Salta. Hubo cinco detenidos. Durante 1965, el fiscal
Alberto Velardez pide prisión perpetua para los detenidos Juan Héctor Jouve y Federico
Evaristo Méndez. Del grupo participaron los cubanos Hermes Peña Torres y Abelardo
Colomé Ibarra. También se descubrieron campamentos en Córdoba. Algunos señalan que
fueron infiltrados desde el principio por la Policía Federal8. Según Gustavo Roca, defensor de
Méndez y Jouve; los infiltrados, como testigos, eran Víctor Eduardo Fernández y Alfredo
Campos, ambos empleados de la fuerza desde 19629.
Los que pueden huir, se refugian en Bolivia. Allí, junto con los restos de otras fuerzas
peruanas, formaran una teatro de operaciones que será aprovechado por el Che10.
4. Tacuara (MRNT)
Tenían su inspiración en las Falanges Franquistas, mostraban una alta estima por
valores tales como la valentía, el sacrificio, la violencia, la lucha y la acción directa. Cuando
se empiezan a incorporar jóvenes obreristas, se escinde una rama, convencida del rol del
peronismo en la transformación nacional; y un poco desilusionados del nacionalismo clásico
por su vacua oratoria. De Tacuara, militantes nacionalistas, rosistas católicos, surge entonces,
hacia 1962, el Movimiento Revolucionario Nacionalista Tacuara, que formará a numerosos
dirigentes del ERP, FAP, Montoneros y Tupamaros.
La dirigían Joe Baxter (que viajó a Vietnam, después se incorporó al ERP) y José Luis
Nell (que aceptaba el marxismo como forma de análisis de la realidad, y postulaba que no era
posible una revolución social sin la clase obrera como vanguardia). Lo que identificaba las
diferentes líneas de este grupo era su adhesión a los métodos de guerrilla urbana, y su
nacionalismo11. Joe Baxter y José Luis Nell, programaron la Operación Rosaura el 29 de
agosto de 1963: ocupación del Policlínico Bancario, con dos muertos y catorce millones de
pesos de botín. El 6 de abril de 1964 la Federal anuncia que el “pro chino” Baxter, de 25 años,
quería derrocar al gobierno. El 31 de julio de 1964, José Luis Nell, 22 años, se escapa de la
cárcel12.
En Enero de 1967, el gobierno de Uruguay denuncia que Baxter y Nell se habían
incorporado a los Tupamaros13.
era una fuerza nacional y cristiana que ponía freno al comunismo. Los “colorados” eran más “gorilas”, sostenían
la proscripción perpetua del peronismo, porque lo veían como un movimiento clasista, sectario y violento.
8
Acuña, Carlos Manuel, Por amor al odio. La tragedia de la subversión en Argentina, Ed. Del Pórtico, Bs. As.,
2000 (2).
9
CyR 11, p. 14-15.
10
Emilio Vázquez Viera, El proceso..., p. 195-201.
11
Richard Gillespie, Soldados..., p. 73-79.
12
Emilio Vázquez Viera, El proceso..., p. 199-201.
13
Fermín Chávez, Historia..., p.145-147.
Anexo II: Los grupos armados en Argentina 4
7. Montoneros
Más allá de la gente que se fue adhiriendo, el nacimiento de Montoneros es fruto de la
evolución interna del nacionalismo y el catolicismo argentino. Los primeros militantes habían
hecho su experiencia en diversas filas. Por un lado la Acción Católica, por el otro "Tacuara".
También fueron muy influenciados por el foquismo guevarista, y la historia de la Resistencia
y las luchas populares peronistas. Se caracterizaron por dar más importancia a los métodos y
estrategias que a las definiciones políticas.
Montoneros seguía con el esquema “Braden o Perón”: lo que no es peronismo, es
antipatria. Por eso tenían que ser la vanguardia o la izquierda "del" peronismo. Tenían como
objetivo la guerra de desgaste más que el aniquilamiento del enemigo.
14
Ver también, Cecilia Luvecce, Las Fuerzas Armadas Peronistas y el Peronismo de Base, Centro editor de
América Latina, 1993, Buenos Aires; Fermín Chávez, Historia..., p. 150-151.
15
Richard Gillespie, Soldados..., p. 138.
16
Emilio Vázquez Viera, El proceso..., p. 228-232.
17
CyR 28, p. 56.
18
Richard Gillespie, Soldados..., p. 269, 139.
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8. Descamisados
El comando descamisado fue fundado por Norberto Habbeger y Horacio Mendizabal, a
quienes se sumó Dardo Cabo. Siempre fueron peronistas20. Venían de la juventud demócrata
cristiana y el nacionalismo católico. Se les atribuye la voladura del Círculo Naval de Tigre y
del yate Biguá del Comandante de la Armada, en río Luján. Intentaron unirse (sin éxito) a las
FAP21.
19
Richard Gillespie, Soldados..., p. 13, 202, 213, 217.
20
Richard Gillespie, Soldados..., p. 140.
21
Emilio Vázquez Viera, El proceso..., p. 233-237.
22
Richard Gillespie, Soldados..., p. 213.
23
CyR 28, p. 52-53.
24
Rodolfo Walsh, ¿Quién mató a Rosendo?, La Flor, 2000, Bs. As.
Anexo II: Los grupos armados en Argentina 6
25
Emilio Vázquez Viera, El proceso..., p. 241-245.
26
Richard Gillespie, Soldados..., p.140-141; Emilio Vázquez Viera, El proceso..., p.233-237.