República de Colombia: - El 30 de Octubre de 2013, El Señor Robinson Alexis
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CORTE CONSTITUCIONAL
Sala Segunda de Revisión
Magistrado ponente:
Jorge Enrique Ibáñez Najar
SENTENCIA
I. ANTECEDENTES
2 Anexos físicos a demanda, pps. 25 a 28, documento disponible en el expediente electrónico de SIICOR.
3 Análisis de mortalidad, p. 1, y Anexos físicos a demanda, pps. 34 y 35, documentos disponibles en el expediente
electrónico de SIICOR.
4 Anexos físicos a demanda, p. 47, documento disponible en el expediente electrónico de SIICOR.
5 Anexos físicos a demanda, pps. 49 a 51 y Análisis de mortalidad, p. 1, documentos disponibles en el expediente
electrónico de SIICOR.
Expediente T-8.669.881
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a otro centro médico.6 Sin embargo, no se logró la remisión “por ser vinculado”.
9. Que bajo ese contexto se configuraron perjuicios morales, respecto de los que
6 Anexos físicos a demanda, p. 58, documento disponible en el expediente electrónico de SIICOR.
7 Análisis de mortalidad, p. 1, del expediente electrónico disponible en SIICOR.
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aclaró que solo podían reconocerse a favor de la madre de la víctima los perjuicios
a nombre propio, y, además, el daño a la salud para Aurora Jiménez Jiménez,
Carlos Gaspar Jiménez y Derly Patricia Rojas, madre, hermano y novia del
fallecido, de quienes se pudo establecer mediante dictamen, sufrieron una
depresión mayor su muerte. De igual manera, según el fallo de primera instancia
en el proceso de reparación directa, no se demostró el perjuicio de lucro cesante en
tanto que no se pudo establecer que la víctima auxiliara económicamente a su
madre, en tanto que quienes comparecieron a declarar solo determinaron ayudas
ocasionales de aquel para con su familia. Así, había lugar a condenar a la
accionada al 0.5% del valor de las pretensiones a las que se accedió.
De manera que por este aspecto se incurre en otra falla del servicio
autónoma, que constituye de por sí un daño autónomo, cual es la
violación del consentimiento informado a que tenía derecho la paciente.
8 Alegatos de conclusión del demandante, pps. 4 y 5, del expediente electrónico disponible en SIICOR.
9 Recurso de apelación contra la sentencia de primera instancia en el proceso de reparación directa, p.10, del
expediente electrónico disponible en SIICOR.
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14. Afirmaron que: “el TRIBUNAL (sic) echa de menos la ‘prueba técnica’ que
entiende que necesariamente debe de ser un peritaje, pero en el proceso obran dos
pruebas técnicas, una elaborada por el Subgerente científico del Hospital
demandado, y otra, que es denominada ‘ANÁLISIS DE MORTALIDAD’,
elaborada por dos cirujanos en coordinación con el área de cirugía, que son
resultado de un estudio de auditoría de la calidad solicitada por la parte
demandante respecto de la atención y la muerte de ROBINSON ALEXIS GASPAR
denominado ‘resultado de análisis de un evento adverso’, que fueron aportados
por el Hospital demandado, pero que ni el Juzgado, ni el Tribunal le dieron valor
probatorio, porque según su dicho no se trataba de un peritaje. El Tribunal dice
darle valor probatorio, pero no le da la interpretación técnica científica que de él
se deriva, sino que le da una ‘interpretación libre’, para concluir que estos
documentos no dicen lo que dicen.”10
15. Por ello, concluyeron que los juzgadores también incurrieron en una
defectuosa valoración probatoria que conllevó a que equivocadamente afirmaran
que no se probó la falla en el servicio médico. En línea con lo anterior, expusieron
la configuración un defecto fáctico, puesto que no se valoró todo el material
probatorio allegado al expediente de reparación directa, sino que se excluyó el
análisis de pruebas sustanciales para declarar la responsabilidad por falla en el
servicio, como por ejemplo, el informe denominado “análisis de mortalidad” o el
“informe realizado por la Subgerente Científica de la misma entidad”.
17. Según el escrito de tutela, este defecto también se configura porque en ambas
instancias se decidió con base en los testimonios de los médicos tratantes, pese a
10 Acción de tutela, p. 25, del expediente electrónico disponible en SIICOR.
11 Acción de tutela, p. 27, del expediente electrónico disponible en SIICOR.
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que eran testigos sospechosos por tratarse de los profesionales cuyos actos
médicos se estaban cuestionando.
18. Por lo anterior, el demandante advirtió que; (i) el Hospital Universitario San
José E.S.E no allegó el formato original del consentimiento informado con la
supuesta firma del paciente; (ii) ambas instancias del proceso ordinario desecharon
el contenido de pruebas indispensables para declarar la responsabilidad por falla
en el servicio; (iii) los juzgadores tanto de primera y segunda instancia otorgaron
plena credibilidad a los testimonios de los médicos tratantes sin percatarse que sus
dichos contrariaban la historia clínica y a su vez no estaban probados con ningún
otro medio de prueba; (iv) el resultado adverso no se generó por culpa del paciente
tal y como lo señaló el ad quem; (v) recuento de las pruebas aportadas por la parte
demandante y que no fueron valoradas en su conjunto o sobre las que se realizó
una valoración defectuosa para no responsabilizar a la entidad demandada por
falla en el servicio; (vi) se demostró que hubo demora en la intervención que
requería el paciente con urgencia y así mismo se probó que no se le prestó el
servicio de unidad de cuidados intensivos a pesar de necesitarlo, lo cual configura
pérdida de oportunidad que fue desconocida por completo por el juez de segunda
instancia.12
proceso. 16
16 Auto admisorio acción de tutela del 27 de julio de 2021, disponible en el expediente electrónico de SIICOR.
17 Contestación de la tutela por parte del H. Magistrado Carlos Leonel Buitrago Chávez, documento disponible en
el expediente electrónico de SIICOR.
18 Ibid.
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19 Contestación Acción de Tutela Hospital San José de Popayán E.S.E., pps. 3 y 4, expediente digital disponible en
SIICOR.
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35. Expusieron que las pruebas allegadas al proceso indicaban que se presentó
un evento adverso como complicación del procedimiento médico consistente en la
“fuga del muñón cístico”, que presuntamente se generó por la atención brindada por
el hospital accionado y no por patologías que padecía el paciente. Indicaron que
20 Sentencia de primera instancia en el proceso de tutela, p. 21, documento disponible en el expediente electrónico
de SIICOR.
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39. Así las cosas, concluyó el fallo de segunda instancia que la providencia del
Tribunal Administrativo de Cauca, no vulneraba los derechos fundamentales
invocados por los accionantes, por cuanto no se evidenciaba en su contenido, un
análisis arbitrario, infundado o caprichoso ajeno a preceptos jurídicos de orden
constitucional y legal, que constituyeran una vía de hecho por defecto fáctico o
desconocimiento del precedente, que ameritara la intervención del juez de tutela.
II. CONSIDERACIONES
A. Competencia
41. Esta Sala es competente para revisar las decisiones proferidas en la acción de
tutela de la referencia, con fundamento en lo previsto en los artículos 86 y 241.9 de
la Constitución Política.
42. En primer lugar, la Sala considera necesario verificar si, en el presente caso, se
cumplen los requisitos generales de procedencia de la acción de tutela contra
providencias judiciales. En caso de que ello sea así, corresponderá plantear el caso,
definir el problema jurídico y exponer el esquema para resolverlo.
43. De manera reiterada, esta Corte ha sostenido que la acción de tutela solo
procede excepcionalmente contra providencias judiciales. Esta regla obedece a que
en un Estado Social y Democrático de Derecho deben respetarse los principios de
independencia y autonomía judicial y, además, al hecho de que las sentencias que
profieren las autoridades judiciales en el marco de sus competencias hacen tránsito
a cosa juzgada. El respeto a aquellas garantiza el principio de la seguridad
jurídica.21 Sin embargo, a manera de excepción, la tutela puede proceder contra una
providencia judicial cuando se acrediten todos los requisitos generales previstos por
la ley y la jurisprudencia para tal efecto. Si ello es así, el juez de tutela podrá
analizar, de mérito, la providencia censurada para determinar su incompatibilidad
con la Constitución Política porque, por ejemplo, vulnera derechos
fundamentales.22
44. Los requisitos generales de procedencia son: 1) legitimación por activa y por
pasiva:23 el juez de tutela debe verificar, por una parte, la titularidad de los derechos
fundamentales de la persona que acude a la acción de tutela y, por otra parte,
verificar “(…) la capacidad legal de quien es el destinatario de la acción de tutela
para ser demandado, pues está llamado a responder por la vulneración o amenaza
del derecho fundamental, una vez se acredite la misma en el proceso;24 2)
relevancia constitucional:25 el juez de tutela solo puede resolver controversias de
21 Cfr., Corte Constitucional, Sentencias C-547 de 1992, T-590 de 2009, SU-946 de 2014, SU-817 de 2010 y SU-
210 de 2017.
22 Cfr., Corte Constitucional, Sentencias T-949 de 2003, SU-490 de 2016, SU-396 de 2017, SU-355 de 2017 y SU-
129 de 2021.
23 Cfr., Corte Constitucional, Sentencia SU-173 de 2015.
24 Cfr. Corte Constitucional, Sentencia T-278 de 2018.
25 Cfr., Corte Constitucional, Sentencias C-590 de 2005, T-114 de 2002 y T-136 de 2005.
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45. Legitimación por activa y por pasiva. Está acreditado que Aurora Jiménez
Jiménez, Carlos Gaspar Jiménez, María Mónica Jiménez, Yonjaver Maca Jiménez y
Derly Patricia Rojas, titulares de los derechos fundamentales que se consideran
vulnerados, otorgaron poder especial al abogado Luis Guillermo Serrano Escobar.
Así mismo, está probado que el poder se presentó ante el Notario 1 del Circuito de
Popayán.31 En consecuencia, se cumple el requisito de legitimación por activa.
46. La Sala advierte que también se cumple la legitimación por pasiva, pues tanto
el Tribunal Administrativo del Cauca como el Juzgado Cuarto Administrativo del
Circuito de Popayán, autores de las sentencias que son objeto de la tutela son
demandados en este proceso, y son las autoridades públicas 32 a las que se atribuye
la violación de los derechos fundamentales al debido proceso y al acceso a la
administración de justicia de los actores.
Cfr., Corte Constitucional, Sentencias C-590 de 2005, SU-573 de 2019 y SU-128 de 2021.
26 Cfr., Corte Constitucional, Sentencias C-590 de 2005, SU-946 de 2014, SU-537 de 2017, entre otras.
27 Cfr., Corte constitucional, Sentencias C-590 de 2005 y SU-537 de 2017.
28 Cfr., Corte Constitucional, Sentencia C-590 de 2005 y SU-537 de 2017.
29 Cfr., Corte Constitucional, Sentencia C-590 de 2005 y SU-335 de 2017.
30 Cfr., Corte Constitucional, Sentencia SU-627 de 2015. Para mayor detalle sobre estas reglas, revísese el
fundamento jurídico 4.6 de la referida providencia.
31 Acción de tutela, p. 72, del expediente electrónico disponible en SIICOR.
32 Este artículo dispone: “ARTICULO 5o. PROCEDENCIA DE LA ACCION DE TUTELA. La acción de tutela
procede contra toda acción u omisión de las autoridades públicas, que haya violado, viole o amenace violar
cualquiera de los derechos de que trata el artículo 2 de esta ley. También procede contra acciones u omisiones de
particulares, de conformidad con lo establecido en el Capítulo III de este Decreto. La procedencia de la tutela en
ningún caso está sujeta a que la acción de la autoridad o del particular se haya manifestado en un acto jurídico
escrito.”
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48. Segundo porque el caso planeta una discusión sobre la valoración integral de
las pruebas, y sobre los parámetros de decisión aplicables en eventos de
responsabilidad por falla en la prestación del servicio médico. En particular, este
caso propone un problema en relación con el deber del juez contencioso
administrativo de valorar integralmente las pruebas documentales aportadas al
expediente por las partes cuando estas son contradictorias y versan sobre un asunto
relevante para efectos de definir la responsabilidad del Estado en eventos de
prestación de servicios médicos, esto es, la existencia de consentimiento informado
previo a la realización de un procedimiento médico invasivo.
49. En efecto, el accionante señala que existe una divergencia entre las pruebas
aportadas por los demandantes y la IPS accionada en relación con la suscripción
del consentimiento informado por el paciente fallecido. Aunque esto fue puesto de
presente a los jueces contenciosos en el curso de la reparación directa en la fase de
alegatos y en la apelación, el Consejo de Estado estima que no puede ser objeto de
reproche por cuanto la divergencia no fue acusada como una tacha de falsedad en
la audiencia de práctica de pruebas.
53. Sin embargo, la Sala encuentra que, contrario a lo afirmado en las decisiones
de instancia de la acción de tutela, el Consejo de Estado ha precisado34 que las
disposiciones que regulan la figura jurídica de la tacha de falsedad establecida en el
Código General del Proceso resultan aplicables al proceso contencioso
administrativo en virtud de la integración normativa establecida en el artículo 306
del Código de Procedimiento Administrativo y Contencioso Administrativo (Ley
1437 del 2011). En relación con lo precedente, también ha indicado 35 que un
documento es auténtico cuando existe certeza sobre la persona que lo ha elaborado,
manuscrito, firmado o cuando existe certeza respecto de la persona a quien se
atribuya el documento, y esta autenticidad se presume de los documentos públicos
y privados emanados de las partes o de terceros, en original o en copia, elaborados,
firmados o manuscritos; además, de los que contengan la reproducción de la voz o
de la imagen, mientras no hayan sido tachados de falso o desconocidos. Acorde
con ello, dedujo que la presunción de autenticidad de los documentos puede ser
34 Consejo de Estado, Sección Quinta, Sentencia 68001233300020160004301, octubre 27 de 2016.
35 Ibídem.
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54. Por otro lado, ha precisado que las diferencias entre la falsedad material y la
ideológica, explicando que la primera se presenta cuando se le hacen al documento
supresiones, cambios, alteraciones o adiciones, o se suplanta su firma y la segunda,
llamada ideológica o intelectual, ocurre cuando la declaración que contiene el
documento no corresponde a la realidad. Por ello, el órgano de cierre en materia
contenciosa, ha sostenido que la tacha de falsedad solo es procedente en casos de
falsedad material, por cuanto constituye una falsedad documental y no frente a la
simulación o adulteración del contenido del documento, para cuya información
deben utilizarse los términos probatorios de las instancias.
55. Así, la Sección Quinta ha concluido que la falsedad material es aquella que
constituye el objeto de la tacha, por lo que solo a través de esta se puede desvirtuar
la autenticidad del documento. No obstante, aclaró36 que la ideológica no se tramita
por esta figura, toda vez que como su inconformidad se origina en relación con el
contenido del documento y no respecto de la autenticidad del mismo, el
mecanismo para su controversia lo constituyen, justamente, las pruebas recaudadas
dentro del proceso que permitan desvirtuar dicho contenido.
56. Por lo demás, dado que el asunto fue puesto de presente por los demandantes
en otras instancias del proceso y lo que se debate es la ocurrencia de un defecto
fáctico por indebida valoración probatoria, la Sala de Revisión tendrá por cumplido
este requisito y se pronunciará sobre el asunto en el análisis de fondo. Finalmente,
en razón a que en la sentencia de segunda instancia del proceso de reparación
directa se valoró la prueba aportada por el Hospital demandado en relación con la
existencia del consentimiento informado, y nada se señaló en relación con la
alegación de los demandantes sobre la divergencia entre este documento y el
aportado en la demanda, es posible concluir, por lo menos de forma preliminar que
este es un asunto que no pudo ser discutido por los accionantes en una instancia
posterior a la decisión reprochada.
58. Por otro lado, la Sala encuentra que el asunto tampoco encuadra en la causal
prevista en el numeral segundo del citado artículo consistente en “[h]aberse
dictado la sentencia con fundamento en documentos falsos o adulterados”. La
jurisprudencia del Consejo de Estado ha señalado que, cuando la falsedad del
documento que se alega como causal de revisión es una falsedad ideológica “se
requiere la acreditación del dolo so pena de que la alteración intelectual del
contenido del documento pueda imputarse a un simple error o imprecisión
involuntaria de su autor”37.
59. Esta tesis fue sostenida por el Consejo de Estado en sentencia del 9 de abril de
2014 en la que declaró infundado el recurso extraordinario, entre otros, porque no
se demostró que el contenido inexacto de una constancia de calificaciones de
evaluaciones de desempeño fuere atribuible al dolo del servidor que la expidió.
Sobre el particular se señaló que: “…esta eventual disparidad, per se, no sugiere
necesariamente la existencia de una falsedad ideológica en el documento, pues lo
que allí se consignó también pudo obedecer a un error o imprecisión involuntaria
acaecida al momento de su elaboración. … en tratándose de falsedad ideológica -
entendida ésta como la alteración intelectual del contenido de un documento 22 -
para la procedencia del recurso extraordinario de revisión, sin duda debe
hallarse acreditada, si bien no necesariamente la existencia de una sentencia
penal, sí el aspecto intencional en la conducta, dado que de no ser evidente el
dolo no podría hablarse de falsedad, toda vez que el legislador no prevé la
modalidad culposa de este comportamiento. En consecuencia, el error en una
constancia o en su contenido sin el elemento de la intencionalidad o dolo, no
puede desencadenar o dar pie al recurso extraordinario de revisión presentado”38
(Énfasis propio).
37 Consejo de Estado, Sala de lo Contencioso Administrativo, Sección Cuarta, Sentencia del 1 de agosto de 2016,
Rad. 11001-03-27-000-2015-00027-0021635, MP Jorge Octavio Ramírez Ramírez
38 Consejo de Estado, Sala de lo Contencioso Administrativo, Sección Segunda, Subsección A, sentencia del nueve
(09) de abril de 2014, M.P.: Gustavo Eduardo Gómez Aranguren, exp.: 1703-10
Expediente T-8.669.881
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61. Por lo demás, este caso no encaja en las demás causales previstas en los
numerales 3 al 8 del citado artículo 250. En suma, la Sala de Revisión encuentra
acreditado el requisito de subsidiariedad en tanto la acción de tutela se interpuso
contra una sentencia de segunda instancia por la presunta ocurrencia de unos
defectos que no podrían haber sido ventilados mediante el ejercicio del recurso
extraordinario de revisión.
64. Por último, la acción de tutela se dirige contra una sentencia dictada por el
Tribunal Administrativo del Cauca, que decidió el medio de control de reparación
directa y revocó la sentencia de primera instancia (también demandada) y, en
consecuencia, negó las pretensiones de la demanda. Por tanto, es evidente que no
se trata de una tutela contra una sentencia de tutela.
65. Los actores sostienen que el Tribunal Administrativo del Cauca incurrió en un
defecto fáctico, porque valoró de manera irrazonable y contraria a la sana crítica el
material probatorio obrante en el expediente de reparación directa. Afirmaron la
existencia de un defecto procedimental absoluto por exceso ritual manifiesto, toda
vez que las autoridades judiciales accionadas señalaron que no existía prueba
pericial que demostrara con certeza que la lesión de la víctima directa del daño se
produjo en la primera cirugía y se originó por un mal procedimiento médico,
39 Acta de reparto de tutela, disponible en el expediente en SIICOR.
40 Auto Admisorio del 27 de julio de 2021, Consejo de Estado, Sección Tercera, Subsección A.
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68. Sea lo primero mencionar que, los jueces tienen una amplia discrecionalidad
al momento de valorar el material probatorio con que cuentan. En materia
contencioso administrativa, el CPACA fijó el régimen probatorio especial en el
Capítulo IX y estableció una cláusula de remisión al Código General del Proceso -
que derogó el Código de Procedimiento Civil-.41 En el artículo 16542 del C.G.P.
consagra el principio de libertad probatoria, y señala que se puede acudir a
cualquiera de los medios previstos en la ley para efectos de probar los hechos
materia de la controversia.
recaudado hace que la intervención del juez constitucional en esa materia sea
excepcional. De allí que la Corte, siendo respetuosa de la autonomía 43 e
independencia judicial,44 haya sostenido que la acción de tutela procede contra una
sentencia, por incurrir en un defecto fáctico, cuando “la irregularidad en el juicio
valorativo sea ostensible, flagrante y manifiesta, es decir, de tal magnitud que
incida directamente en el sentido de la decisión proferida.”45
70. El defecto fáctico puede presentarse de dos formas: una positiva y una
negativa. La primera tiene lugar en los eventos en que se decide acudiendo a
argumentos irrazonables, que hacen que la valoración probatoria sea por completo
deficiente. La segunda obedece a las omisiones del juzgador en la etapa probatoria.
Puede presentarse cuando no se decretan o no se practican pruebas relevantes para
llegar al conocimiento de los hechos, teniendo el deber de hacerlo.46
43 Constitución Política. Artículo 230. “Los jueces, en sus providencias, sólo están sometidos al imperio de la ley.”
44 Cfr., Sentencia T-450 de 2018. “[S]e puede afirmar que la autonomía e independencia judicial comporta tres
atributos básicos en nuestro ordenamiento superior: i) Un primer atributo, cuya connotación es esencialmente
negativa, entiende dicho principio como la posibilidad del juez de aplicar el derecho libre de interferencias tanto
internas como externas; ii) Un segundo atributo que lo erige en presupuesto y condición del principio de separación
de poderes, del derecho al debido proceso y de la materialización del derecho de acceso a la administración de
justicia de la ciudadanía; y, finalmente, iii) un tercer atributo que lo instituye en un principio estructural de la Carta
Política de 1991”.
45 Cfr., Sentencia SU-337 de 2019. Sobre este mismo punto, en la misma providencia se citó la Sentencia T-786 de
2011. Donde esta Corte sostuvo que “(…) la simple discrepancia sobre la interpretación que pueda surgir en el
debate jurídico y probatorio en un caso, no puede constituir por sí misma, una irregularidad o defecto que amerite
infirmar la decisión judicial mediante acción de tutela, debido a que ello conllevaría admitir la superioridad en el
criterio valorativo del juez constitucional, respecto del juez ordinario, con clara restricción del principio de
autonomía judicial. Cuando se está frente a interpretaciones diversas y razonables, el juez del conocimiento debe
establecer, siguiendo la sana crítica, cuál es la que mejor se ajusta al caso analizado (…)”.
46 Cfr., Sentencias SU-337 de 2017 y T-074 de 2018.
47 Cfr., Sentencia SU-337 de 2017, reiterada en la Sentencia SU-129 de 2021.
48 Sentencia SU-129 de 2021
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(i) Si la conclusión que extrae de las pruebas que obran en el expediente es “por
completo equivocada.” Podría decirse que, en este evento, la decisión puede
ser calificada de irracional, ya que la conclusión es diametralmente opuesta –
siguiendo las reglas de la lógica– a la que se desprende del contenido de los
materiales probatorios. Esta desproporción podría ser identificada por
cualquier persona de juicio medio.
(iii) Si las pruebas no han sido valoradas de manera integral. Caso en el que se
asigna un mayor o menor valor a alguna prueba en relación con otras, sin que
exista justificación para ello.50
74. En consecuencia, solo será reprochable una providencia judicial por el defecto
que se estudia (en la dimensión abordada hasta ahora), cuando la conclusión a la
que allí se llegó no fue objetiva o se fundó en pruebas prohibidas por las reglas del
debido proceso. Por supuesto, en nombre de este defecto, el juez de tutela no puede
dejar sin efectos decisiones que hayan sido respetuosas de las reglas antedichas,
aun cuando considere que debió darse otra interpretación a los materiales obrantes
en el proceso.53
77. En lo que tiene que ver con la dimensión negativa del defecto fáctico, la
jurisprudencia ha precisado que se trata de casos en los cuales el juez omite el
decreto o la valoración de una prueba que resulta determinante para el caso. 54 Así,
este defecto se presenta “(…) cuando el funcionario judicial omite el decreto y la
práctica de pruebas, lo cual tiene como consecuencia impedir la debida
conducción al proceso de ciertos hechos que resultan indispensables para la
solución del asunto jurídico debatido.”55 En este sentido, la Corte ha indicado que
“(…) la dimensión negativa puede dar lugar a tres circunstancias: (i) por omisión
o negación del decreto o la práctica de pruebas determinantes, (ii) por valoración
defectuosa del material probatorio y (iii) por omitir la valoración de la prueba y
dar por no probado el hecho que emerge claramente de ella.”56
tenor literal de las formas procesales. En otras palabras, el juez asume una ciega
obediencia a la ley procesal en abierto desconocimiento de los derechos
sustanciales que le asisten a las partes en contienda.57
80. Así, el defecto procedimental por exceso ritual manifiesto se presenta cuando
el funcionario judicial, por un apego extremo y una aplicación mecánica de las
formas, renuncia conscientemente a la verdad jurídica objetiva patente en los
hechos, derivándose de su actuar una inaplicación de la justicia material y del
principio de la prevalencia del derecho sustancial.
57 Sentencia T-213 de 2012. En esta decisión la Corte analizó los fallos dictados por la Corte Suprema de Justicia,
que resolvieron la acción de tutela promovida por la sociedad Recuperadora y Cobranzas S.A. “RYC S.A.” contra la
Sala Civil-Familia del Tribunal Superior de Distrito Judicial de Cartagena. Dentro de los varios cargos formulados
contra la sentencia del Tribunal, la Corte analizó la ocurrencia de los defectos procedimental por exceso ritual
manifiesto probatorio y por inaplicación de reglas probatorias, encontrando que los mismos se presentaron porque el
Tribunal exigió a la sociedad Recuperadora y Cobranzas S.A., que al momento de aportar al proceso la copia
autenticada de un documento, debió afirmar expresamente y casi que con un nivel sacramental, que el original del
mismo había sido suscrito o firmado por la representante legal de la sociedad Inversiones Navarro Toro y Cía. S en
C, persona contra quien se oponía tal copia autenticada. Tal situación configura una carga ritual adicional que el
accionante no está obligado a soportar desde el punto de vista procesal, máxime cuando el artículo 252-3 del CPC
señala claramente que un documento privado es auténtico “si habiéndose aportado a un proceso y afirmado estar
suscrito, o haber sido manuscrito por la parte contra quien se opone, ésta no lo tachó de falso oportunamente…”, es
decir, se exige la mera manifestación de que se indique quién lo suscribió, pero no un ritualismo excesivo en cuanto a
la forma cómo se debe afirmar que la contraparte lo signó. En consecuencia, se amparó el derecho fundamental del
debido proceso, invocado por la sociedad Recuperadora y Cobranzas S.A. “RYC S.A.” contra la Sala Civil-Familia
del Tribunal Superior de Distrito Judicial de Cartagena.
58 Para una revisión extensa de casos en los que la Corte ha determinado la existencia de un defecto procedimental
por exceso ritual manifiesto, ver: Corte Constitucional Sentencia SU-636 de 2015.
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hecho del que se ocupa no tiene conexidad material con los presupuestos del caso;
(iii) a pesar del amplio margen hermenéutico que la Constitución le reconoce a las
autoridades judiciales, realiza una interpretación contraevidente -interpretación
contra legem- o claramente irrazonable o desproporcionada; (iv) se aparta del
precedente judicial –horizontal o vertical- sin justificación suficiente; o (v) se
abstiene de aplicar la excepción de inconstitucionalidad ante una violación
manifiesta de la Constitución, siempre que su declaración haya sido solicitada por
alguna de las partes en el proceso.59
82. Sobre el defecto por desconocimiento del precedente se aclara que, así
expongan las cargas exigidas en otros casos, los jueces no pueden apartarse de las
decisiones proferidas por la Sala Plena de la Corte Constitucional o que
constituyan jurisprudencia en vigor. En tal sentido se precisa que “bajo ninguna
circunstancia es posible sustraerse del precedente contenido en sentencias
adoptadas por la Sala Plena de la Corte Constitucional, ni tampoco cuando se
encuentre demostrada la existencia de “jurisprudencia en vigor”,60 esto es cuando
exista “una línea jurisprudencial sostenida, uniforme y pacífica sobre un
determinado tema”.61
83. El valor acentuado de las decisiones adoptadas por la Sala Plena de la Corte
Constitucional encuentra su fuente, de una parte, en la especial autoridad de las
decisiones adoptadas por el pleno de esta Corporación -lo que explica que el
artículo 34 del Decreto 2591 de 1991 prescriba que “los cambios de jurisprudencia
deberán ser decididos por la Sala Plena de la Corte (…)”- y, de otra, en la
importancia que desde el punto de vista de la igualdad, la seguridad jurídica y la
buena fe tiene el seguimiento de aquellas reglas de decisión que a lo largo del
tiempo han conseguido en la Corte suficiente estabilidad y claridad, a pesar de no
haber sido establecidas directamente por la Sala Plena. En estos casos, debe
entenderse que el margen de autonomía de las autoridades judiciales se reduce y,
en consecuencia, los precedentes así establecidos sólo podrán modificarse por
otra decisión de la Sala Plena de este Tribunal”.62 En tal sentido, las cargas
59 Ver Sentencia T-087 de 2007. Ver también, sentencias T-193 de 1995 M, T-1625 de 2000, T-522 de 2001, T-462
de 2003, T-292 de 2006, T-436 de 2009, T-161 de 2010, y SU-448 de 2011.
60 En el Auto 132/15, la Corte Constitucional estableció que una de las causales de anulación de una sentencia de la
Corte Constitucional, es que una providencia se aparte de la jurisprudencia en vigor de una Sala de Revisión de tutela
o de la jurisprudencia sentada por la Sala Plena, con lo cual se contraviene el artículo 34 del Decreto 2591 de 1991
que, expresamente, dispone que los cambios de jurisprudencia deberán ser decididos por la Sala Plena de la Corte.
En efecto, según se indicó, “[l]a obligación de respetar el precedente, sin embargo, no significa que los jueces no
puedan desviarse del mismo, bajo determinadas circunstancias. Sin embargo, para ello están sujetos a determinadas
reglas que varían dependiendo del órgano judicial de que se trate. Algunas de estas reglas tienen que ver con la
carga argumentativa que se le impone al juez para desviarse de la jurisprudencia. Otras reglas tienen que ver con el
órgano competente para cambiar la jurisprudencia de la Corporación respectiva. Así, en principio, ni un juez ni un
tribunal pueden desviarse del precedente establecido por el órgano de cierre de la respectiva jurisdicción. Deben
respetar lo que se ha denominado el precedente vertical, es decir, aquel precedente establecido por los órganos de
cierre, y en general, por sus superiores funcionales. Sin embargo, algunas de tales reglas operan también en
relación con el denominado precedente horizontal, que conforme la denominación utilizada por la Corte se he
llamado jurisprudencia en vigor”.
61 Auto 290/16.
62 Sentencia T-055 de 2018.
Expediente T-8.669.881
M.P. Jorge Enrique Ibáñez Najar
86. Esta noción fue esbozada en la sentencia T-292 de 2006, en la que la Corte,
ante la pregunta “¿debe entenderse por precedente cualquier antecedente que se
haya fijado en la materia, con anterioridad al caso en estudio?”, indicó:
“La respuesta a esta inquietud es negativa por varias razones. La primera, es que no
todo lo que dice una sentencia es pertinente para la definición de un caso posterior,
como se ha visto (vgr. la ratio es diferente al obiter dicta). La segunda es que,
aunque se identifique adecuadamente la ratio decidendi de una sentencia, resulta
perentorio establecer para su aplicabilidad, tanto en las sentencias de
constitucionalidad como en las de tutela, qué es aquello que controla la sentencia, o
sea cual es el contenido específico de la ratio. En otras palabras, si aplica tal ratio
decidendi para la resolución del problema jurídico en estudio o no”.
63 Ver entre otras, sentencias T-049 de 2007, T-288 de 2011, T-464 de 2011, T-794 de 2011 y C-634 de 2011.
64 Según el doctrinante Pierluigi Chiassoni en su libro “Desencanto para abogados realistas”, el precedente judicial
puede ser entendido en cuatro acepciones; “(i) precedente-sentencia, (ii) precedente-ratio, (iii) precedente-ratio
autoritativo y (iv) precedente- ratio decidendi consolidada o precedente orientación. Este último hace referencia a
“es la ratio decidendi por hipótesis común a –y repetida en- una serie (considerada) significativa de sentencias
pronunciadas en un arco de tiempo anterior (…) cuya ratio tienen que ver con la decisión sobre hechos y cuestiones
del mismo, o similar tipo , con hechos y cuestiones sobre las cuales se trata decidir ahora,(…)”. Esta acepción es el
precedente entendido en el sentido más restringido según el autor. Las demás acepciones hacen referencia similar al
concepto propuesto por la Corte Constitucional en el sentido en que debe ser una sentencia anterior que trata de
hechos cuestiones y elemento muy similares al caso que se pretende resolver.
Expediente T-8.669.881
M.P. Jorge Enrique Ibáñez Najar
que en su ratio decidendi se ha fijado una regla para resolver la controversia, que
sirve también para solucionar el nuevo caso.
88. Esta noción ha sido adoptada en Sentencias como la T-794 de 2011, en la que
la Corte indicó los siguientes criterios a tener en cuenta para identificar el
precedente:
“(i) la ratio decidendi de la sentencia que se evalúa como precedente, presenta una
regla judicial relacionada con el caso a resolver posteriormente; (ii) se trata de un
problema jurídico semejante, o a una cuestión constitucional semejante y (iii) los
hechos del caso o las normas juzgadas en la sentencia son semejantes o plantean un
punto de derecho semejante al que se debe resolver posteriormente”.65
90. En este orden, debe resaltarse que el precedente no sólo es orientador sino
obligatorio, como se explica a continuación. La primera razón de la obligatoriedad
del precedente se relaciona con el artículo 230 superior. De acuerdo con este
precepto de la Constitución Política, los jueces en sus providencias sólo están
sometidos al imperio de la ley, en ese orden, tienen una autonomía interpretativa e
independencia para fallar, pero deben hacerlo dentro de los parámetros que les
presenta la ley. Particularmente, el concepto de “ley” ha sido interpretado por la
jurisprudencia de la Corte desde un sentido amplio, es decir, la ley no es sólo
aquella emitida por el legislador, sino además comprende todas las fuentes del
derecho incluidas las sentencias que interpretan la Constitución como norma de
normas, el bloque de constitucionalidad y la jurisprudencia de los órganos de cierre
de cada jurisdicción.69
65 Cfr. Sentencia T-794 de 2011. Ver también las sentencias T-1317 de 2001. y T-292 de 2006.
66 Ver entre otras, sentencias T-794 de 2011, T-082 de 2011, T-209 de 2011.
67 Ver entre otras, T-123 de 1995, , T-766 de 2008 y T-794 de 2011.
68 Ver, entre otras, las sentencias T-211 de 2008, T-161 de 2010 y T-082 de 2011.
69 En palabras de la Corte Constitucional: “La misma Corte Suprema de Justicia también ha señalado que la
adopción de la Constitución de 1991 produjo un cambio en la percepción del derecho y particularmente del sentido
de la expresión “ley”, pues la Constitución se convierte en una verdadera norma jurídica que debe servir como
parámetro de control de validez de las decisiones judiciales y como guía de interpretación de las normas de inferior
jerarquía”. Cfr. Sentencia C-372 de 2011.
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93. Así pues, por las razones expuestas, la jurisprudencia de esta Corte ha
sostenido que el desconocimiento sin debida justificación del precedente judicial
configura un defecto sustantivo, en la medida en que su respeto es una obligación
de todas las autoridades judiciales –sea este precedente horizontal o vertical-, en
virtud de los principios del debido proceso, igualdad y buena fe.71
“(…) vale aclarar que la regla de vinculación del precedente no puede ser adoptada
de manera absoluta (…) Por ello, siempre que se sustenten de manera expresa,
amplia y suficiente, las razones por las cuales va a desconocer o cambiar una
posición anterior, el operador judicial puede apartarse de ella.
70 Cfr. Sentencia T-049 de 2007. Entre otras, sentencias T-086 de 2007, T-161 de 2010.
71 Ver entre otras, sentencias T-049 de 2007, T-288 de 2011, T-464 de 2011, T-794 de 2011, C-634 de 2011 y SU-
050 de 2017.
Expediente T-8.669.881
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(i) Debe hacer referencia al precedente que abandona, lo que significa que no puede
omitirlo o simplemente pasarlo inadvertido como si nunca hubiera existido
(principio de transparencia). (ii) En segundo lugar, debe ofrecer una carga
argumentativa seria, mediante la cual explique de manera suficiente y razonada los
motivos por los cuales considera que es necesario apartarse de sus propias
decisiones o de las adoptadas por un juez de igual o superior jerarquía (principio de
razón suficiente)”.72
96. Sin embargo, esta regla no es absoluta, ya que los jueces pueden apartarse de
dicho precedente, pero cumpliendo la carga argumentativa antes descrita y
construyendo una mejor respuesta al problema jurídico. En este orden de ideas, por
ejemplo, cuando un juez de inferior jerarquía se aparta de un precedente
establecido en su jurisdicción por el órgano de cierre o de su propio precedente, sin
exponer un razonamiento proporcional y razonable para el efecto, incurre en la
causal de procedibilidad de la tutela por defecto sustantivo o material, que tiene
como consecuencia, una vulneración de los derechos fundamentales a la igualdad y
al debido proceso de las personas partícipes del proceso respectivo, entre otros.
100. Los accionantes consideran que el Tribunal Administrativo del Cauca incurrió
en u2n defecto fáctico en su dimensión positiva, porque valoró de manera sesgada,
ilógica y contraria a la sana critica, el material probatorio obrante en el expediente.
A su juicio, de haber sido correctamente valoradas las pruebas aportadas al
expediente, en particular la historia clínica y el informe de análisis de mortalidad,
el referido Tribunal habría concluido la existencia de una falla en el servicio,
materializada en un daño antijurídico imputable al Estado que debe ser reparado.
Añaden que en este caso los jueces contenciosos incurrieron en un defecto fáctico
al tener por probado el consentimiento informado del señor Gaspar previo a la
realización de la colecistectomía por laparoscopia pese a que en el expediente obra
copia del formato correspondiente en el que no hay firma del paciente.
Universitario San José́ E.S.E utilizó las herramientas que tenía a disposición para
tratar la patología que presentaba el paciente; y, (ii) no incurrió en algún error o
negligencia en la atención; (iii) que la muerte del paciente no fue producto de la
cirugía de colecistectomía por laparoscopia y (iv) no se incurrió en una falla del
servicio.
104. La Sala estima que en este caso no hay lugar a predicar la configuración del
defecto fáctico por indebida valoración de la historia clínica y el informe de
análisis de mortalidad aportados en el curso del proceso de reparación directa. No
obstante, sí se configura un defecto fáctico por una valoración indebida e
irrazonable de la prueba relativa al otorgamiento de consentimiento informado por
el paciente para la realización de la colecistectomía. Por lo demás, a juicio de la
Sala no existe defecto procedimental por exceso ritual manifiesto, ni defecto
sustantivo por desconocimiento del precedente judicial. A continuación, se
exponen las razones que justifican las conclusiones anunciadas:
105. Primero, contrario a lo afirmado por los accionantes, la Sala encuentra que el
Tribunal sí valoró la totalidad del material probatorio obrante dentro del expediente
para determinar si una falla en el servicio consistente en la práctica errada de la
cirugía de colecistectomía había originado la muerte del señor Gaspar, en particular
la Sala encuentra que el Tribunal del Cauca valoró de forma razonable la historia
clínica y el informe de mortalidad que la acción de tutela echa en falta. En efecto,
la Sala observa que la providencia de segunda instancia en el proceso de reparación
directa señaló que carecía de sentido la afirmación del juez de primera instancia
consistente en que el informe allegado por la subgerencia científica del Hospital
Universitario San José, y el informe de análisis de mortalidad no podían valorarse
por constituir un dictamen que no había sido sometido a contradicción. En
contraste, el Tribunal concluyó que estas pruebas deberían ser valoradas y así lo
hizo. En la página 54 de la sentencia de segunda instancia, el Tribunal del Cauca
señaló:
“Con relación a lo dichos, se encuentra que, en efecto, dentro del proceso obra un informe
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Frente a ello, es necesario precisar que la afirmación efectuada por el A quo carece de
sentido, porque el informe emanado de la entidad accionada, si bien se advierte suscrito
por dos profesionales de la salud y aluden a conclusiones de áreas del conocimiento
especializadas diferentes al derecho, no cumple con los requisitos señalados en el artículo
226 del CGP para ser considerador dictamen, principalmente porque no provienen de
auxiliares de la justicia independientes, sino de empleados de la misma entidad accionada;
de manera que su alcance probatorio únicamente corresponde al de un documento
contentivo de un informe que, por ser allegado oportunamente en virtud de orden judicial,
en tanto que se decretó su requerimiento en el auto de pruebas, debe ser apreciado y
ofrecerle el valor probatorio pertinente en contexto con los demás medios allegados”
106. Demostrado como está que no existe defecto fáctico por omisión de
valoración de una prueba oportuna y legalmente aportada al expediente, es preciso
determinar si la prueba fue valorada de forma arbitraria, irrazonable o
contraevidente por parte del Tribunal. La Sala encuentra que la conclusión a la que
arribó el Tribunal, según la cual ninguno de los documentos resultaba determinante
o inequívoco a la hora de probar de manera contundente la falla médica, es
razonable. En efecto, al valorar las pruebas aportadas, el Tribunal concluyó que la
sola ocurrencia de un evento adverso no daba cuenta de que el proceso quirúrgico
hubiere sido errado o hubiere presentado fallas75. Para sostener la conclusión el
75 En relación con los testimonios de los médicos tratantes y el consentimiento informado, se indicó que: “Ahora
bien, en este punto es necesario aludir a las declaraciones de los médicos especialistas en cirugía Hernando Aníbal
Romero Ordóñez y Guillermo Wilson Muñoz Ordóñez-las que resultan apreciables porque son coincidentes entre sí y
con las otras pruebas allegadas-, quienes, en su orden, intervinieron al paciente en las fechas del 20 y 27 de
noviembre de 2013, e indicaron de manera conteste que el cierre del conducto cístico en el procedimiento de
extracción de la vesícula, denominado colecistectomía por laparoscopia, se hace mediante clips que pueden fallar
por diferentes razones después de la cirugía. // Incluso, el especialista Romero Ordóñez aportó algunos artículos de
literatura médica en los que se da cuenta que las complicaciones de fuga biliar posterior a dicho procedimiento
quirúrgico son probables por clips desplazados, lo que explicaron se podía deber a varios fenómenos, como la
desinflamación del conducto y la pérdida de presión de los clips o la muerte o necrosis del tejido sobre los que se
encontraban instalados; además de la probabilidad de que existieran conductos milimétricos difíciles de advertir en
la intervención que por lo mismo no se sellaran. // De ahí que también se torne relevante el consentimiento
informado que suscribió Robinson Alexis el 18 de noviembre de 2013, previo a la cirugía de colecistectomía por
laparoscopia, en el que dejó constancia que le había sido explicado con suficiencia que dicha intervención era
necesaria para tratar el cuadro clínico que presentaba y que, además, uno de los posibles riesgos era “sangrado,
infección, perforación de órgano abdominal, necesidad de reintervención, muerte. // Es decir, si a partir del dicho
coincidente de los dos médicos especialistas se deduce que la fuga biliar y el sangrado era una complicación
probable, y se encuentra que ello se corresponde con los posibles riesgos que se explicaron al paciente en el
consentimiento informado que otorgó para el procedimiento, se infiere razonablemente que estas eran patologías
conexas al procedimiento y por ello mismo, su ocurrencia por sí sola, en ausencia de prueba técnica que así lo
indique, no puede atribuirse a una falla en la lex artis.” Por lo anterior, el Tribunal Administrativo del Cauca
concluyó que: “De ese modo, es claro que la valoración en contexto de la historia clínica, del informe de la
subgerencia científica del Hospital San José, de las declaraciones de los profesionales de la salud que participaron
de la atención y los documentos científicos aportados por uno de ellos, no permite concluir con certeza que las
complicaciones que se originaron por la cirugía de colecistectomía por laparoscopia que se le efectuó a Robinsón
Alexis Gaspar Jiménez hayan obedecido a un error en el procedimiento, y por el contrario, se deduce que las
complicaciones y el infortunado desenlace eran un riesgo inherente a la cirugía, riesgo que incluso aumentó por la
falta de consulta oportuna por el paciente, sin que por otra parte ello se haya podido desvirtuar con alguna prueba
técnica sobre el proceder médico, ya que la parte actora desistió de su práctica (fl. 145 c. pbas.)”
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107. Por lo demás, la Sala coincide con el Tribunal del Cauca en cuanto concluyó
que la sola mención de la expresión evento adverso para referirse a lo ocurrido en
el post operatorio del señor Gaspar no es suficiente para predicar la existencia de
una falla del servicio. En efecto, en el informe rendido por la subgerencia científica
del Hospital Universitario San José se consigna que hubo un evento adverso “fuga
de muñón cístico que pudo presentarse como complicación en la intervención y
que lo llevó a desarrollar una peritonitis y las demás complicaciones relativas a la
sepsis que finalmente causaron la muerte”. Sin embargo, la existencia de un
evento adverso no implica necesariamente la falla del servicio, pues corresponde
verificar si tal situación es prevenible o no, esto es, si se habría evitado mediante el
cumplimiento de los estándares del cuidado asistencial o no. Solo en el caso de que
el evento adverso se deba a la omisión o el error en la aplicación de la lex artis
76 Según el diccionario panhispánico del español jurídico, editado por la Real Academia de la Lengua Española, la
expresión lex artis se refiere al conjunto de reglas técnicas a que ha de ajustarse la actuación de un profesional en
ejercicio de su arte u oficio. Tomado de: https://dpej.rae.es/lema/lex-artis
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podrá predicarse la existencia de una falla del servicio. En este caso, si bien se
reconoció la existencia de un evento adverso, el Tribunal estimó de forma
razonable que no existía prueba de que este fuera consecuencia de un error en la
práctica de la colecistectomía, y encontró que, por el contrario, la evolución
postquirúrgica inmediata del paciente daba cuenta de que no existía un cuadro
infeccioso como consecuencia directa de la realización de la cirugía. Además,
basado en el informe de necropsia emitido por medicina legal llegó a la conclusión
de que no era posible establecer que el clipado parcial del muñón cístico hubiera
sido el que produjo la fuga calificada como evento adverso.
108. Así las cosas, la alegación de un presunto defecto fáctico por omisión de la
valoración o valoración indebida de las pruebas orientadas a demostrar que el
hecho que produjo la muerte fue la incorrecta ejecución de la cirugía de
colecistectomía no está llamado a prosperar pues no existe prueba que conduzca a
ese convencimiento, al tiempo que las pruebas obrantes en el expediente permiten
concluir razonablemente que la muerte del señor Gaspar no se originó por un
procedimiento quirúrgico indebido o incorrecto ejecutado en desconocimiento de
la lex artis.
109. Segundo, por otro lado, la Sala coincide con los accionantes en cuanto señalan
que el Tribunal tuvo por aportado y valoró como prueba el consentimiento
informado suscrito por Robinson Alexis Gaspar, pese a que este no fue aportado al
expediente.
77 Sentencia del 3 de mayo de 2007 en la cual el Consejo de Estado señaló: "Debe anotarse, en primer lugar, que la
autorización genérica del Hospital Regional de Sincelejo, para realizar los procedimientos médicos y quirúrgicos
requeridos, suscrita por la demandante y su hermana, no puede entenderse como un consentimiento informado, así lo
determinó la Sala en sentencia del tres de mayo de 1999: Obra en el expediente copia del documento suscrito por la
menor y su madre, señora Marta de Sierra en el que se hizo constar que renunciaban "a cualquier reclamación en
caso de que, como consecuencia de los exámenes o tratamientos practicados en el Instituto, quedare alguna
incapacidad funcional u orgánica. Este documento no exonera de responsabilidad a la entidad demandada, por las
siguientes razones: (…) b) En segundo lugar, dicho documento no reúne las características del consentimiento
informado pues no sólo no contiene una aceptación por parte de los representantes legales de la paciente del
procedimiento terapéutico específico que se le va a practicar sino que también carece de información sobre las
consecuencias, secuelas o riesgos del mismo.” (Negrillas fuera del texto).
78 "Ley 23 de 1981 - Artículo 14. – El médico no intervendrá quirúrgicamente a menores de edad, a personas en
estado de inconsciencia o mentalmente incapaces, sin la previa autorización de sus padres, tutores o allegados, a
menos que la urgencia del caso exija una intervención inmediata. Artículo 15. – El médico no expondrá a su paciente
a riesgos injustificados. Pedirá su consentimiento para aplicar los tratamientos médicos y quirúrgicos que considere
indispensables y que pueden afectarlo física o síquicamente, salvo en los casos en que ello no fuere posible, y le
explicará al paciente o a sus responsables de tales consecuencias anticipadamente.
79 Consejo de Estado, sentencia del 11 de febrero de 2009, Radicación número: 54001-23-31-000-1993-08025-
01(14726). Consejera Ponente: Myriam Guerrero de Escobar.
80 Ver sentencia T-1229 de 2005 en donde se señaló: "Ha considerado esta Corporación en su jurisprudencia que el
derecho constitucional y en particular en lo relacionado con los derechos fundamentales de toda persona, el paciente
tiene el derecho a conocer, de manera preferente y de manos de su médico tratante, la información concerniente a su
enfermedad, a los procedimientos y/o a los medicamentos que podrán ser empleados para el mejoramiento de su
estado de salud, con el fin de que pueda contar con los suficientes elementos de juicio que le permitan, en uso de sus
derechos a la libertad, a la autodeterminación y a la autonomía personal, otorgar o no su asentimiento acerca de las
Expediente T-8.669.881
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115. Así, por ejemplo, en sentencia del 22 de junio de 2017, el Consejo de Estado
conoció el caso de una mujer que fue sometida a una cirugía para la extracción de
un tumor en el cuerpo con posteriores complicaciones resultando en una paraplejia
irreversible, y en el que no se probó el otorgamiento previo del consentimiento
informado por la paciente o su cónyuge. En ese caso, si bien el Consejo de Estado
entendió que la atención brindada a la señora fue adecuada, concluyó que esta sí
fue expuesta a un riesgo que no conocía, toda vez que nunca otorgó su
consentimiento informado, y en consecuencia, condenó al prestador al pago de
perjuicios morales. Sin embargo, el Consejo de Estado advirtió que como se
trataba de un daño autónomo que nada tenía que ver con las lesiones padecidas por
la paciente, sino con la ausencia de consentimiento informado que dio al traste con
su derecho a decidir si se sometía o no a la intervención quirúrgica, los perjuicios
no podían tasarse de acuerdo con las sentencias de unificación de perjuicios
inmateriales, y debían ser determinados mediante el arbitrio judicial.
118. En este orden de ideas, la Sala estima que la decisión de absolver al Hospital
demandado de la responsabilidad con base en la existencia de la prueba sobre el
otorgamiento del consentimiento informado por el paciente fallecido se basó en
una valoración irracional del material probatorio. En efecto, el Tribunal omitió por
completo la valoración de la prueba documental aportada por los demandantes que
daba cuenta de que el señor Gaspar no suscribió el formato de consentimiento sin
ofrecer razones para el efecto.
82 Consejo de Estado, Sección Tercera, sentencia del 11 de agosto de 2010, rad. 18593. Otras sentencias recientes
que hacen alusión a la pérdida de oportunidad como daño autónomo son: sentencia del 14 de marzo de 2013, rad.
23632; sentencia del 16 de julio de 2015, rad. 36634.
Expediente T-8.669.881
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121. Los accionantes señalan que en este caso el Tribunal del Cauca debió tener
por demostrada la existencia de una falla del servicio por pérdida de oportunidad
en tanto la historia clínica da cuenta de que el señor Gaspar debió ser trasladado a
una Unidad de Cuidados Intensivos en la atención del 26 de noviembre de 2013. Al
respecto, la Sala de Revisión encuentra que al estudiar la historia clínica aportada
por los accionantes,83 el Tribunal concluyó razonablemente que, si bien no había
camas disponibles en UCI para satisfacer la necesidad de atención del señor
Gaspar, el Hospital puso a disposición del paciente su capacidad instalada y adecuó
un puesto de observación de urgencias con monitores y personal asistencial para
procurar un cuidado intensivo del paciente. Para llegar a esta conclusión el
Tribunal valoró las anotaciones de la historia clínica que dan cuenta de que el 26
de noviembre a las 19 horas el paciente fue conectado a monitorización
electrocardiográfica continua, oxigeno por cánula, catéter venoso central, y que a
partir de las 00.45 del día 27 de noviembre fue conectado a un ventilador
mecánico. Así mismo, valoró las anotaciones de la Historia Clínica que dan cuenta
de que se ordenó la remisión a UCI en otro centro hospitalario, pero que esta no
fue posible.
123. Cuarto, en relación con el defecto por exceso ritual manifiesto, la Sala
Segunda de Revisión observa que aunque en la sentencia demandada se sostuvo
que: “las complicaciones y el infortunado desenlace eran un riesgo inherente a la
cirugía, riesgo que incluso aumentó por la falta de consulta oportuna del paciente,
sin que por otra parte ello se haya podido desvirtuar con alguna prueba técnica
sobre el proceder médico, ya que la parte actora desistió de su práctica”,84 esto no
implica que el Tribunal haya exigido una tarifa legal de prueba para demostrar la
falla del servicio. Por el contrario, solo se consideró que la parte actora debió
allegar los elementos probatorios necesarios para demostrar la falla en el servicio
médico, en cumplimiento de lo establecido en los artículos 1757 del Código Civil y
167 del Código General del Proceso. Así, el Tribunal sostuvo: “y si bien es cierto
que no existe tarifa legal para demostrar la ocurrencia de una falla médica que
imponga la aportación de un dictamen, también lo es que la demostración de los
83 Folios 35 a 80 de los anexos a la demanda de reparación directa, disponibles en SIICOR.
84 Sentencia de Segunda Instancia – Reparación Directa, p. 57, disponible en el expediente electrónico en SIICOR.
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126. Contrario a lo afirmado por los accionantes, la Sala concluye que no es cierto
que los jueces en el proceso de reparación directa hayan exigido un grado de
certeza para demostrar la falla del servicio. Todo lo contrario, los jueces
contenciosos, en particular el Tribunal del Cauca concluyeron de forma razonable
que el material probatorio recaudado no indicaba la existencia de la falla médica
alegada, de forma que fuera procedente la dinamización de la carga de la prueba o
la flexibilización del deber de probar que corresponde a los demandantes. Los
jueces interpretaron de forma razonable las pruebas para tener por demostrado que
el Hospital realizó todas las acciones que estaban en su control para atender
debidamente al señor Gaspar, siempre con apego a la lex artis.
85 Sentencia de Segunda Instancia – Reparación Directa, p. 60, disponible en el expediente electrónico en SIICOR.
86 Acción de tutela, p.55, disponible en el expediente electrónico de SIICOR.
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habría superado el factor externo que condujo al Tribunal a adoptar la decisión que
aquí se reprocha.
128. Por último, es preciso insistir en que el Tribunal no fue conducido a error
por la ausencia de tacha de falsedad del documento aportado por el Hospital para
demostrar la existencia del consentimiento informado. Los accionantes no debían
tachar de falso el documento en el proceso contencioso administrativo, toda vez
que como se señaló en el análisis de subsidiariedad, la tacha de falsedad es
procedente cuando se trata de una falsedad material. En este caso, en contraste, la
eventual falsedad no sería material sino ideológica pues el documento aportado
por el Hospital contenía una declaración que no corresponde a la realidad, esto es,
que el paciente había firmado el consentimiento informado cuando en realidad no
lo había hecho.
H. Síntesis de la decisión
III. DECISIÓN
RESUELVE
Expediente: T-8.669.881