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Actividad VLLL Ser HM y Nat

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UNIVERSIDAD TECNOLOGICA DEL CIBAO ORIENTA.

(UTECO).

PRESENTADO POR:

JUNIOR SANTOS REYES.

MATRICULA:

2015-2100.

ASIGNATURA:

MEDIO AMBIENTE Y NATURALEZA

ACTIVIDAD:

VIII.
Hacer un informe del contenido de la unidad VIII. Además señale los
elementos que intervienen en la calidad de vida y su  relación  entre
esta y el ecodesarrollo.

Introducción.

El ser humano, como todo ser vivo, forma parte de la naturaleza, y su


naturaleza específica consiste en la racionalidad de poseer una inteligencia
y una libre voluntad de acción. Dicha naturaleza humana es universal y lo
coloca en una situación privilegiada, ya que, a diferencia del resto de los
seres, su comportamiento no está determinado por los instintos y
necesidades naturales, sino que, gracias a su libre voluntad, puede inclusive
obrar en oposición a los mismos (sacrificio de la propia vida, huelga de
hambre). No obstante, en el ser humano no existe oposición entre
naturaleza y libertad, ya que la libertad pertenece a su naturaleza. Se
relaciona con el entorno para sobrevivir como lo hacen el resto de las
especies que comparten este planeta con los humanos, con una
particularidad: los seres humanos representan colectivamente formas
culturales específicas al ejercer relaciones con el entorno, creando y
recreando ambientes que propician el cumplimiento de nuestras
necesidades, el desarrollo y la extensión de nuestra cultura; se construyen
paisajes culturales que propiciarán a su vez un bienestar subjetivo en él
mismo y en los suyos: su familia y las personas con las que se
interrelaciona en su vida cotidiana.
Los sistemas de canalización y embalse permitieron tener agua corriente en
lugares en los que las lluvias son prácticamente inexistentes, y con ello el
ser humano ha hecho uso de la naturaleza para satisfacer sus necesidades;
sin embargo, se ha explotado su hábitat de manera excesiva, destruyéndolo
al sobrepasar los límites de la rehabilitación de cadenas tróficas y atentando
hacia sus coetáneos como especie. Debido a lo anterior, menciona Amhed
Djoghlaf, secretario ejecutivo de la Convención para la Diversidad
Biológica de la ONU (2017), que no existe duda de que el cambio
climático y la pérdida de biodiversidad son “las dos caras de la misma
moneda”, y que es consecuencia de la actividad humana que diariamente se
extingan 150 especies, y cada año entre 18,000 y 55,000 especies se
conviertan en extintas. La deforestación, los cambios en el suelo la
contaminación del agua y del aire, y la continua destrucción de la atmósfera
han provocado el cambio climático global, también llamado cambio
climático antropogénico (Ochoa y Zavala, 2015).

Los paisajes culturales constituyen una relación entre el ser humano y la


naturaleza, a partir de las expresiones humanas, por ello se hace cada vez
más importante reconocer y aprender sobre el bienestar subjetivo, como
“una sensación de agrado cotidiano al mantener un bienestar psicológico,
gracias a una buena adaptación a las circunstancias de la vida interna y
externa del individuo en sociedad”.

Con lo anterior, las complejas redes naturales se relacionan también con el


pensamiento ecológico, que se plantea como respetuoso de estar en el
mundo, como lo menciona Heidegger con el “Dasein”. La realidad primaria
donde el ser se capta con su sentido original, que es lo que Heidegger llama
el “Dasein” significa ser-ahí, y en definitiva se refiere al hombre como un
ser arrojado a la existencia, un ser que existe en el mundo y actúa sobre las
cosas que tiene, ante todo el sentido de instrumentos del Dasein.

La filosofía según Heidegger no puede ser más que una analítica


interpretación del Dasein: ser-ahí, arrojado en el mundo con la posibilidad
de construir formas de relación y pensamientos para la acción más acorde
con la integración ser humano-naturaleza. Estar en el mundo
para Heidegger (1962) es un todo unitario; también, para él, el ambiente
está constituido por árboles, rocas, insectos, y ellos son considerados como
elementos intramundanos (innerweltich). La naturaleza, así considerada
desde la filosofía, no es el mundo sino un ente que encontramos dentro del
propio mundo; así como las emociones y los sentimientos que constituyen
entes en diversos grados como maneras de poder incluirse en el mundo. El
Mundo, por lo tanto y para Heidegger como para muchos de la corriente
existencialista, representa ontológicamente un carácter del existir mismo.
El objetivo del presente estudio es partir de las relaciones ecosistémicas
para relacionarlas a la existencia humana y analizar la interacción entre
ambas; su desarrollo, adaptabilidad y posicionamiento del ser humano en la
búsqueda del bienestar subjetivo.

El aporte de la biodiversidad a la vida del ser humano y sus procesos


productivos es múltiple. En el caso de la agricultura, la biodiversidad
contribuye a mantener la estabilidad del medio ambiente, permitiendo con
ello el funcionamiento de los ciclos globales de los nutrientes, la
descomposición de la materia orgánica, la recuperación del suelo
compactado o degradado, la regulación de las plagas y enfermedades, la
polinización, entre otras; por estas razones, el restablecimiento de la
biodiversidad permite reducir la dependencia de insumos externos en los
sistemas agropecuarios y forestales, tales como nutrientes (fertilizantes),
agua, acondicionadores del suelo, productos fitosanitarios (control químico
de plagas y enfermedades), etcétera (Manzur-Nazal y Villalba-Cabezas,
2008). Cuando los cambios en el medio son seguidos de procesos
adaptativos de otras especies que evolucionan con el objetivo de poder
continuar, adaptándose y superando los mismos, se presenta el equilibrio
ecosistémico; un ejemplo de ello son los pingüinos que llegaron mediante
las corrientes del mar a las Galápagos, y su adaptación al nuevo medio hizo
durante el proceso de sumergirse para obtener alimento que su pico se
hiciera más resistente, se hicieron más esbeltos y disminuyeron la cantidad
de su pelo. Otro ejemplo es el hecho de las personas que viven en sitios de
calor extremo, logran adaptarse a éste –v.gr. los habitantes de la ciudad de
Mexicali en Baja California, y Hermosillo en el estado de Sonora (ambos
en el noroeste de México), donde las temperaturas exceden los 50 ºC
durante el período de verano– (Quintanilla et al., 2015).

LA RESILIENCIA COMO ESTRATEGIA ADAPTATIVA

La conservación de un ambiente sano depende del tipo de desarrollo que


se dé en una región o país. Un desarrollo sostenible o sustentable que esté
dirigido a un uso responsable de los recursos naturales, no sólo es siempre
necesario sino imprescindible para la conservación de los ecosistemas; sin
embargo, los cuestionamientos comunes son: ¿Cómo podremos lograrlo?,
¿Cómo logramos asumir esa responsabilidad ante un sistema capitalista que
pondera con mayor valor a la economía que a la naturaleza? ¿Cómo
sabemos que un recurso está siendo aprovechado de manera responsable o
es explotado sin responsabilidad? ¿Cuáles son las consecuencias de no
tener una gestión ambiental responsable de los recursos naturales? ¿Cuánta
presión se puede ejercer sobre un recurso para ponerlo en riesgo de
extinción o agotarlo? Estas preguntas tienen respuesta de acuerdo con una
misma variable: la resiliencia de los ecosistemas; sin embargo, a ello se ha
apostado la resistencia de los mismos y no así a la conservación,
restauración y mitigación de los impactos antropogénicos. La resiliencia de
los ecosistemas es la capacidad de recuperarse de un disturbio o resistir
presiones en curso; se refiere a los complejos procesos físicos y ciclos
biogeoquímicos regenerativos que realizan los componentes bióticos y
abióticos de un ecosistema – en un tiempo determinado como respuesta
para recuperar su estado anterior al efecto producido por el factor externo,
y en esa medida tender a recuperar o mantener al equilibrio (Ojeda et al.,
2017).

Respecto a la población, de ser 1.5 mil millones en 1902, hoy en día


somos más de 7.8 mil millones; la actividad de nuestra especie mantiene un
fuerte impacto sobre la naturaleza, causando la desaparición de hábitats de
muchas especies debido a las emisiones de CO. Y a la pérdida de su
secuestro; la manera de producción agropecuaria; el modelo de un sistema
de consumo intolerable para un sistema natural que no es infinito, entre
muchas otras causas (Quintanilla, 2019). En el caso de la pérdida de
hábitats, se puede estar ejerciendo presión sobre especies de insectos que se
encargan de servicios ambientales, como la descomposición de materia o
procesos tan importantes como la polinización, lo que terminará causando
un desequilibrio mayor del considerado del ecosistema, tal es el caso de la
mariposa monarca en Michoacán y de la muerte súbita que están teniendo
las abejas debido al uso de herbicidas y fungicidas. Así, los ecosistemas
parecen ser particularmente resilientes si hay muchas especies que realizan
la misma función esencial, y si las especies dentro de tales grupos
funcionales responden de diversas maneras a los disturbios. La habilidad de
un ecosistema para su organización e integridad, está relacionada con la
garantía de la variedad de funciones, las cuales son resultado de las
interacciones de su estructura y sus procesos (Sánchez et al., 2007).

EL SENTIDO DE PROPIEDAD HACIA LA NATURALEZA ( HACIA UNA


PERSPECTIVA EPISTÉMICA INTEGRADORA )

Existe una totalidad de la naturaleza que no es perceptible a la vista y que


habita en otros espacios a que lo que comúnmente observamos, pero que
sin embargo pertenece a un todo, porque vivimos y coexistimos en el
mismo espacio; la unidad de un todo. Los paisajes culturales son trozos
abstractos de esa totalidad, desarrollados por cada cultura cuando ésta
imprime características únicas que, a través de la organización del espacio,
comunican símbolos entre sus edificios, parques, monumentos, agricultura,
puentes, puertos, paseos de recreación, museos y áreas rurales
características.

En una sociedad totalmente acelerada, es casi imposible lograr la


capacidad de contemplación. ¿Cómo podría el ser humano articularse
nuevamente a la madre naturaleza, de la cual forma parte y de la cual fue
desarticulándose y controlando, y destruyendo? El contacto y la percepción
del ser humano con el resto de los seres vivos, mantiene al límite de la
extinción a nuestra propia especie por haberse desarticulado, y considerarse
como el ser que posee y toma control del resto del reino animal y vegetal.
El ser humano necesita hacer un alto en el tipo y ritmo de vida que lleva
para regresar al centro, a uno mismo, a su raíz que es propiamente la
naturaleza, en la diversidad de sus manifestaciones. Se requiere retornar al
origen que somos: un elemento más de un todo, en un sistema planetario
llamado Tierra, el cual a su vez se encuentra dentro de un universo
complejo y mucho más amplio. Esta es la visión que desea plantear el
presente documento y, para lograrlo, se requieren estrategias que se
apliquen con disciplina y también con cierta flexibilidad; sobre todo con un
análisis amplio. Se ha reflexionado sobre cómo articular al ser humano
actual con su naturaleza animal, integrarlo nuevamente como uno más del
sistema natural; para ello, el presente estudio propone diferentes estrategias
que se irán definiendo.

El observador atento, descubre los rostros de los nichos ecológicos, los


senderos que se trazan y se mantienen con el uso práctico de sus
transeúntes; sirven como una nueva alternativa de conexión entre el ser
humano y la naturaleza, considerada una alternativa productiva para
muchas comunidades alrededor de nuestro planeta (llamados por algunos
como visitas a senderos ecológicos o senderismo). Las propuestas
incesantes por mantener recorridos o senderismo, son también inserciones
que provocan transformaciones en el medio. Existe una desarticulación con
la naturaleza: a partir de que dejamos de recolectar nuestra agua, dejamos
de producir nuestros propios alimentos y energía, nos convertimos en seres
que ignoran cómo opera ésta (Vega et al., 2018).

LA PERCEPCIÓN DEL PAISAJE HACIA LA CONCIENCIA

En el momento en que se está atento y se camina por un paisaje natural,


existe el disfrute por parte de los seres humanos, porque somos parte ello,
de la naturaleza, y con ello se abre el campo de conciencia a lo que ocurre y
se tratan de captar las relaciones que en él se establecen, se puede ver un
todo unitario. Todos formamos parte del mismo sistema de vida. En el
campo, en la milpa, se escuchan los tallos y las hojas al pasar el viento;
cuando llueve, los estruendos de los rayos se escuchan después de las
luminiscencias en el horizonte alto; el sonido de la lluvia anuncia la
abundancia que puede traer en las cosechas por venir.

Estar abierto a la sensación de gozo y disfrute de la naturaleza es haber


avanzado en el proceso de conciencia pura, sin el intermedio de la
enajenación, sin la priorización de estar siempre en la mente y en la razón.
La esencia del existir consiste propiamente en existir; el existir es
esencialmente la posibilidad que mantiene cada ser humano y por ello
puede elegirse, ganarse o perderse; y por ello le pertenecen dos modos
claros y definitivos de ser y de existir: autenticidad o inautenticidad, de
acuerdo al pensamiento de Heidegger.

Elementos que intervienen en la calidad de vida y su  relación  entre


esta y el ecodesarrollo.

Efecto e interacción de los factores ecológicos

Factores climáticos

Las características del clima son fundamentales para determinar el tipo de


plantas y animales que pueden crecer y reproducirse en una región. En el
clima influyen la luz solar, la temperatura, los vientos, la humedad.

La luz

La luz del sol es uno de los factores ecológicos más importantes, porque es
la fuente principal de energía para todos los seres vivos.
La cantidad de luz que llega a determinado punto del suelo depende de la
época del año, las nubes, la altitud, la orientación (si es terreno de ladera) y
la vegetación que lo cubre.
Cuando la vegetación es muy densa, como en la selva, la sombra de las
plantas más altas reduce la luz que llega al suelo hasta cantidades mínimas.
En aquellos bosques formados por árboles de hojas que caen con el frío, la
luz que alcanza el nivel inferior varía con la época del año: aumenta cuando
los árboles están desprovistos de hojas y disminuye cuando el follaje se
hace más denso.
La distribución de la luz en el agua, especialmente en los ríos, lagos y
mares, depende de la transparencia y de la profundidad que consideremos.
La luz solar es también fundamental para la existencia de las plantas
acuáticas que realizan la fotosíntesis. La vegetación de mares y lagos
raramente vive a más de 50 metros de profundidad.
Como estudiaremos en el capítulo dedicado a las plantas, la luz es esencial
para el crecimiento de los vegetales verdes. La emplean como energía para
fabricar materia orgánica a partir del agua, el dióxido de carbono y los
nutrientes del suelo.
Las plantas, a su vez, son la base de la alimentación de los animales. Es
decir, la luz es indispensable para toda la cadena de la vida.
La duración de las horas de luz y la temperatura determinan la época de
floración de las distintas especies vegetales.
Además, la luz es un factor regulador de procesos metabólicos y de
comportamiento para muchos animales. La cantidad de horas de luz y los
cambios de temperatura indican a muchos animales cuando es la época para
reproducirse, migrar o hibernar.

El calor y la temperatura

La luz visible no es la única forma en que nos llegan las radiaciones del sol.
También el calor depende de los rayos solares. La distribución de la
temperatura es un factor ecológico importante, que ha obligado a algunas
plantas y animales a adaptarse para sobrevivir.

Aves y mamíferos poseen mecanismos para mantener estable su


temperatura corporal, aunque cambie la temperatura del medio. Esta
posibilidad les permite vivir en zonas de grandes variaciones
climáticas.

Algunos de ellos poseen, además, adaptaciones que les permiten


sobrevivir con temperaturas extremas, especialmente bajas. Un
grueso pelaje, reservas de grasa corporal, períodos de hibernación,
acumular alimentos para el invierno, búsqueda o construcción de
refugios y madrigueras, les ayudan a permanecer en regiones que se
cubren de una gruesa capa de hielo.

Existen especies de insectos que se han adaptado a desiertos o a


zonas polares. Los que viven en regiones cálidas suelen tener colores
claros y brillantes, que reflejan y rechazan las radiaciones solares.
Los que habitan zonas cubiertas por la nieve tienen un color muy
oscuro que les permite absorber mejor las radiaciones. Mueren en
invierno, pero su descendencia sobrevive en forma de huevos, larvas
o pupas, que son menos sensibles al frío. Otros insectos, como las
mariquitas, pasan los fríos apiñados o escondidos entre restos
vegetales.

Ranas, sapos, serpientes y lagartos se entierran en el suelo, se cobijan


en huecos de los árboles o bajo las piedras. Como no son capaces de
regular su temperatura corporal, ésta desciende al nivel de la
temperatura del refugio.

Las aves migratorias recorren anualmente grandes distancias, en


busca de climas más cálidos y alimentos. También migran algunos
herbívoros, y tras ellos van sus depredadores

Los vientos

Los vientos influyen sobre la humedad y la temperatura. Si provienen de


zonas húmedas, pueden traer lluvias. Si son secos, contribuyen a desecar el
suelo. Los vientos que llegan de regiones calientes o frías, provocan
variaciones de temperatura.
Tienen, además, un efecto mecánico directo sobre plantas y animales:
ayudan a la polinización y transportan semillas, pero también erosionan el
suelo y derriban árboles.
Los árboles muertos y las ramas secas ofrecen menos resistencia al viento.
Cuando caen, su lugar es ocupado por nueva vegetación. De esta forma, el
viento también puede contribuir a la regeneración del bosque.
Tanto los árboles caídos como los que crecen en su lugar, brindan alimento
y refugio a muchos animales y a otras especies vegetales y
microorganismos.

La composición de la atmósfera

La atmósfera es la envoltura gaseosa que rodea a la Tierra. Aunque alcanza


unos 400 kilómetros por encima de la superficie, la zona apta para la vida
no supera los 5.000 o 6.000 metros.
La atmósfera actual está formada por nitrógeno, oxígeno, dióxido de
carbono y cantidades muy pequeñas de otros gases. Plantas y animales,
incluido el ser humano, necesitan el aire para vivir y cualquier cambio en la
atmósfera habitual puede ser un obstáculo para su supervivencia.
El nitrógeno integra más de las tres cuartas partes de la atmósfera. Las
plantas lo utilizan absorbiéndolo en forma de amoníaco o como nitrato, que
se forma por la acción de bacterias que combinan el nitrógeno con oxígeno.
Estas bacterias viven en el suelo y también en las leguminosas -trébol,
porotos, alfalfa- que tienen colonias de bacterias fijadoras de nitrógeno en
nódulos localizados en sus raíces.
El oxígeno es imprescindible para la respiración de los animales, que lo
aprovechan del aire o del agua en la que está disuelto. Las plantas producen
oxígeno en el proceso de fotosíntesis.
La cantidad de dióxido de carbono que contiene el aire es pequeña, pero
muy importante para la vida. Los vegetales verdes lo extraen de la
atmósfera para realizar la fotosíntesis. Utilizan el carbono para formar
materia orgánica que almacenan en sus tejidos. El carbono se liberará
cuando un herbívoro se alimente de sus hojas y raíces, cuando la planta
muera y sea descompuesta por los organismos descomponedores del suelo
o al ser consumida por el fuego.
El agua que se encuentra en la atmósfera es decisiva para la existencia de
vegetales y animales. La humedad del aire está dada por la mayor o menor
cantidad de vapor disuelto en él. Esta humedad influye sobre la vida:

 Los vegetales contienen más del 60% de agua. Que esta cantidad se


mantenga en equilibrio depende del agua que puedan obtener del
suelo y de la que pierdan por transpiración. Cuando el suelo es seco,
las plantas que crecen en él se han adaptado para evitar perder la
escasa humedad que sus raíces absorben.
Algunas plantas carnosas, como los cactos, consiguen resistir largos
períodos de sequía. Almacenan agua en sus tejidos y sus hojas
transformadas en espinas les permiten reducir la transpiración. Al
contrario, los árboles y lianas que viven en la selva tropical con
lluvias constantes no necesitan ningún mecanismo para impedir la
pérdida de agua y sus grandes hojas facilitan la transpiración.
 Para los animales es igualmente necesario mantener en sus células
una determinada cantidad de agua. Como se alimentan de sustancia
orgánica ya elaborada por las plantas o por otros animales, tienen
asegurada una cierta cantidad de humedad que siempre la materia
orgánica contiene. Sin embargo, algunos deben beber agua para
compensar la que pierden con las secreciones, transpiración y
respiración.
Para algunos animales terrestres la presencia de humedad en el aire o
en el suelo es fundamental, porque no han desarrollado adaptaciones
especiales contra la evaporación. Por el contrario, otros, que viven en
regiones secas, poseen corazas córneas que los protegen contra la
pérdida de agua.

Ranas y lombrices necesitan vivir en ambientes húmedos


porque su piel es muy activa en el intercambio de humedad
con el medio.
Muchos insectos, ciempiés y babosas viven bajo piedras o en
la hojarasca, donde la humedad es mayor.
Reptiles, aves y mamíferos se protegen contra la evaporación
con gruesas placas córneas, plumas o pelambre.
Los animales del desierto tienen hábitos nocturnos para evitar
exponerse a las altas temperaturas.
En la atmósfera encontramos también partículas sólidas en suspensión,
como el polvo que arrastra el viento. Cuando el suelo carece de protección,
se pueden formar tormentas de polvo, que luego se deposita sobre plantas y
animales, perjudicándolos.
El humo que se produce cuando se incendia un bosque llega a oscurecer la
luz del sol. Algunas industrias contaminan el aire con residuos dañinos para
la salud.

Factores geográficos

La proximidad o lejanía del ecuador (latitud) repercute directamente en la


temperatura y en las variaciones climáticas estacionales.
La altitud (altura sobre el nivel del mar) influye sobre la temperatura y la
presión de la atmósfera.
La cantidad de luz que recibe una ladera depende de su exposición
geográfica (orientación respecto al sol) y de la pendiente.

Factores del suelo

El suelo es una capa delgada que sujeta las raíces y contiene la mayoría de
los elementos que las plantas necesitan para crecer. Sobre el suelo o en su
interior, vive la fauna terrestre.
El suelo evoluciona constantemente. Nutre a los vegetales e indirectamente
a los animales que se alimentan de las plantas. Al mismo tiempo vegetales
y animales lo crean y lo transforman.
La naturaleza de la roca madre determina el tamaño de las partículas de
suelo, su composición y su capacidad de retener agua y aire.
El humus (materia orgánica descompuesta) mejora la estructura y la
capacidad del suelo para conservar el agua. Los suelos ricos en humus
poseen más nutrientes y los retienen, evitando que sean arrastrados por las
lluvias. Su mayor porosidad permite una mejor infiltración y aireación.
Asimismo, el humus proporciona el medio adecuado para los
microorganismos que liberan nutrientes minerales a partir de organismos
muertos.

Factores biológicos

Todos los organismos vivientes (plantas, animales, seres humanos,


bacterias, virus) son componentes biológicos de un ecosistema. También se
consideran componentes biológicos los restos orgánicos de plantas y
animales.
Los organismos vivos que necesitan un hábitat similar se multiplican en los
lugares para los cuales se han adaptado. Entre ellos se establecen diversas
interacciones bióticas. Por ejemplo, la competencia por el uso de los
recursos, la de predador-presa, parásito-huésped, comensalismo (cuando
uno se beneficia sin perjudicar al otro) y simbiosis (cuando ambos se
benefician de la interrelación).

Los ecosistemas naturales

Las plantas y animales que viven en un determinado espacio tienen


especiales relaciones entre sí y con el medio físico en que viven. Forman
una unidad de funcionamiento, con una fuerte dependencia recíproca. Esta
unidad se llama ecosistema.

Sus límites no son cerrados, ya que existen múltiples interacciones con la


atmósfera y con todos los sistemas que lo rodean. En todos los ecosistemas
se observan complejas cadenas alimentarias, distintos ciclos de materia y
flujo de energía.
A continuación se mencionan los principales ecosistemas naturales,
explicando las interrelaciones que en cada uno de ellos se producen.

Los nichos ecológicos

Por su riqueza de factores abióticos y bióticos, todo ecosistema permite


diversas posibilidades de vida. Distintos animales pueden coexistir en un
mismo ecosistema, porque sus necesidades alimentarias y de hábitat son
ligeramente diferentes. Tales diferencias, aunque pequeñas, evitan la
competencia.
La suma de características de una especie (lugares de vivienda e
incubación, alimentos preferidos y forma de conseguirlos, actividad diurna
o nocturna, rol como productor o descomponedor de sustancia orgánica,
etc.) determina su nicho ecológico.

Los recursos naturales

El ser humano depende de la naturaleza para satisfacer sus necesidades


básicas de alimento, vivienda, salud y ropa. Utiliza el suelo, el agua, la
energía, los bosques y otras materias primas vegetales, animales y
minerales para producir aquello que precisa.
Todos los elementos que el ambiente brinda y que la gente valora y utiliza
para satisfacer sus necesidades se llaman recursos naturales.
Es posible clasificar a los recursos naturales de distintas formas. Podemos
hacerlo de acuerdo con su origen, y tendremos recursos que provienen de la
tierra, recursos acuáticos, etc.
Otra forma de clasificarlos es dividirlos en recursos renovables y no
renovables, basándonos en las posibilidades de obtenerlos en forma
continua o de que se agoten.
Sin embargo, los recursos naturales renovables también pueden deteriorarse
o agotarse. Esto ocurre si las condiciones ambientales dejan de ser
favorables y el manejo de los recursos naturales es inadecuado para su
renovación.

Los recursos del suelo

En la naturaleza, hay un equilibrio global entre los procesos de erosión del


suelo y de su creación. Pero las actividades humanas pueden acelerar la
pérdida de suelo, rompiendo el equilibrio. El monocultivo, los cultivos
intensivos, la deforestación, el sobrepastoreo, las actividades mineras, el
riego excesivo con drenaje insuficiente, la construcción de carreteras, el
uso de productos químicos tóxicos, pueden afectar a la capa de suelo
provocando su degradación, empobrecimiento de nutrientes y erosión.

Los recursos vegetales

La vida vegetal se ha adaptado a todos los ambientes, desde los medios


acuáticos al desierto, desde los hielos a los trópicos.
Las plantas son fuente de alimentos, fibras, medicinas, combustible,
protección y recreación para el ser humano y para otros seres vivos.
Además:

 Convierten la luz del sol en energía química que almacenan. De este


proceso de fotosíntesis depende toda la alimentación animal, incluso
la humana.
 Producen el oxígeno que necesitan los animales para la respiración y
lo liberan en la atmósfera.
 Influyen benéficamente sobre el clima, al suavizar las temperaturas y
conservar la humedad.
 Contribuyen a la formación, retención y regeneración del suelo.

La vegetación que encontramos en cada zona se debe a un largo proceso de


adaptación, influido por el clima, los animales y la intervención humana.
En algunas partes la vegetación autóctona crece sin ser modificada por el
hombre, sujeta sólo a la influencia de las fuerzas naturales. Pero gran parte
de la vegetación natural ha sido modificada o reemplazada por la
agricultura, el pastoreo o la urbanización. Se han introducido plantas y
animales originarios de zonas lejanas, que se han adaptado y compiten con
las especies nativas.

Los recursos de la fauna silvestre


La fauna silvestre tiene un rol fundamental en el equilibrio ecológico.
Transporta semillas, interviene en la polinización, controla la
multiplicación de insectos nocivos para los cultivos, enriquece al suelo de
materia orgánica, etc.
Muchas especies animales están desapareciendo. Algunas son cazadas por
su piel, carne, cuernos, plumas o valor medicinal. Otras son eliminadas
porque se las considera dañinas para los cultivos o el ganado. Otras,
simplemente, han perdido su hábitat natural, las tierras donde vivían, que
han pasado a cultivarse.

Los recursos minerales

Utilizamos minerales como materia prima para la construcción y las


industrias. Los encontramos concentrados en la superficie o en el interior
del suelo, en estado sólido, líquido o gaseoso. Para su formación se han
necesitado millones de años, por ello se consideran recursos no renovables.
La industria depende básicamente de unos 100 diversos minerales, algunos
muy abundantes como el hierro y el aluminio. Es previsible que la mayoría
no se agotará o que podrá ser sustituido por otro similar. Sin embargo, se
agotarán las reservas conocidas, siendo necesario un continuo esfuerzo para
encontrar nuevos yacimientos.
La extracción y procesamiento de los minerales tiene impacto sobre el
suelo, la atmósfera y el agua.

La energía

El consumo de energía ha crecido con el aumento de la población y con el


deseo de mejores condiciones de vida.
Gran parte de su producción se basa en el uso de combustibles fósiles,
como el petróleo y el carbón mineral, recursos no renovables que se están
agotando. Asimismo, la extracción, procesamiento, transporte y consumo
de estos combustibles fósiles alteran y deterioran el ambiente.
En el medio rural, se utilizan como combustibles la leña, el carbón y el
estiércol. Para asegurar el suministro de leña y carbón, es necesario plantar
árboles y arbustos.
El estiércol es un excelente abono orgánico que puede ser aplicado
directamente en el suelo o utilizado en la producción de composte. Su uso
como combustible impide que sea destinado a enriquecer la tierra.
Existen otras fuentes de energía que brinda constantemente la naturaleza, y
por lo tanto no hay peligro de que se agoten. Se trata de la energía que
puede producirse aprovechando los saltos de agua (energía hidráulica), la
fuerza del viento (energía eólica) o las radiaciones del sol (energía solar).

El agua
Todos los procesos vitales están vinculados al agua, desde la fotosíntesis de
las plantas hasta los más complejos mecanismos de la vida humana.
El agua es imprescindible para la vida, pero no siempre está disponible
donde es necesaria. Sólo una pequeña proporción es dulce y un 99% de ella
está inmovilizada en forma de hielo en los casquetes polares y glaciares.
La mayor parte del agua dulce disponible se acumula en napas
subterráneas, no pertenece a la atmósfera o a ríos y lagos. Otro problema es
que está distribuida en forma desigual: muchas poblaciones deben luchar
contra las inundaciones, mientras otras no tienen suficiente agua para sus
necesidades básicas
La agricultura depende de ella: si no hay agua, no crecen las plantas. El uso
industrial y doméstico también consume grandes cantidades de agua.
El agua contaminada es fuente de transmisión de más de la mitad de las
graves enfermedades existentes: tifus, cólera, diarreas, hepatitis, malaria,
tracoma, fiebre amarilla, etc.

El desarrollo sostenible

Desarrollo sostenible es el manejo de los recursos naturales, utilizados para


satisfacer las actuales necesidades humanas sin agotarlos, conservándolos
para que puedan ser aprovechados nuevamente por las generaciones
futuras.

El desarrollo rural duradero se logra con prácticas agrícolas propias de la


agricultura sostenible. Estas prácticas se basan en el adecuado manejo de la
tierra, agua, pastos y recursos forestales, utilizados sin disminuir su
potencial productivo.
La agricultura sostenible debe cumplir con algunos requisitos
fundamentales:

 Satisfacer las necesidades de las generaciones presentes y futuras,


asegurándoles cantidad y variedad de alimentos.
 Mantener o -si es posible- aumentar la capacidad productiva de los
recursos naturales mediante su adecuado manejo.
 No perjudicar el equilibrio ecológico, no contaminar el ambiente, no
comprometer la capacidad de regeneración de los recursos
renovables ni agotar los no renovables.
 Generar empleos, ingresos suficientes y adecuadas condiciones de
vida y trabajo para la población rural.
 Respetar las características socio-culturales de las comunidades
campesinas.

Conclusión.

Desde sus orígenes, los seres humanos desean siempre conocer y


comprender a la naturaleza, principalmente porque de ello depende su
supervivencia. El conocimiento del marco natural, así como su
transformación y aprovechamiento, ha motivado e impulsado el
conocimiento científico y la técnica. Gracias a la inteligencia, el ser
humano ha aprendido a adaptar la realidad a sus propias necesidades,
incluso cuando hoy en día prevalece la destrucción de la misma, debido a
los impactos producidos por los propios humanos. El ser humano no se
conformó con recolectar los frutos que la naturaleza le ha ofrecido, sino
que aprendió a sembrar y a cosechar: primero manualmente, luego ayudado
por animales, hasta que finalmente lo logró la agricultura industrializada,
con la que dio inicio a la transformación de la vida moderna, al sustituir la
energía humana por la energía animal y posteriormente por las máquinas.

En la actualidad las incidencias de los grupos de explotación, exacerbada


hacia los recursos naturales, han provocado un cambio que para algunas
especies es completamente irreversible, ya lo dicen Toledo et al. (2006): la
ecología política integra el pensamiento complejo.

La cultura de la autosubsistencia, que es comunitaria, ha sido la base de la


producción de las comunidades indígenas, así que las áreas más protegidas
cuentan con su propio modelo de cuidado, tiempos de descanso y
restauración de las tierras, producción del sistema milpa y policultivos en la
baja escala. Es una herencia de las culturas mesoamericanas. Actualmente
los totonacas de la costa del Golfo, chichimeca-jonaz del norte de
Guanajuato, seris de Sonora, zapotecos de Oaxaca, nahuas de México y
tarascos en Michoacán, siguen hoy en día esa producción, actúan como
resistencia biocultural y a la vez que lo hacen resguardan las tierras
comunales, que son reservorios de selvas y bosques.

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