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Sotelo, Gracias K. Cross & Botton

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Sotelo, gracias K.

Cross & Botton


Protector Cowboy

Whiskey Valley: Bryant Brothers

Sotelo, gracias K. Cross & Botton


Hope Ford

Sotelo, gracias K. Cross & Botton


Natalie

Soy una sobreviviente. Finalmente me alejé a mí y a mi hijo de mi


ex abusivo, y estoy de pie sobre mis propios pies. Lo último que
quiero es otro hombre arrogante y controlador. No me importa lo
sexy que sea el vaquero gruñón. Cuando conozco a King, intento
darle las gracias por la beca para el campamento de ganadería
que le han concedido a mi hijo, pero antes de que me salgan las
palabras, me ofrece un revolcón. Aunque estoy un poco tentada,
me alejo y saco a mi hijo del campamento. No tenemos espacio
en nuestras vidas para un hombre así.

King

Estoy cansado de que las mujeres solo vean signos de dólar


cuando me miran. Así que sí, me pongo demasiado fuerte con la
madre soltera con curvas que aparece en mi rancho. No me doy
cuenta de quién es o por qué está ahí hasta que se va enojada.
Una vez que conozco su historia, haré cualquier cosa para ser su
hombre. Pero primero tendré que demostrarle que hay una gran
diferencia entre ser protector y ser controlador. Me aseguraré de
que su despreciable ex nunca se acerque a ella o a su hijo. Porque
nadie se mete con lo que es mío, y Natalie y su hijo van a ser
míos.

Protector Cowboy es el primer libro de la serie Whiskey Valley:


Bryant Brothers. Si te gusta leer romances con diferencias de
edad, vaqueros alfa, madres solteras y pueblos pequeños,
entonces te encantará la historia de King y Natalie. Cada libro de
la serie es independiente.

Sotelo, gracias K. Cross & Botton


Capítulo 1
NATALIE

—Estás emocionado, ¿eh?— le pregunto a mi hijo, Elijah.


Pero es una pregunta inútil, porque sé exactamente lo
emocionado que está ahora mismo. Esta excursión es lo único de lo
que ha hablado durante semanas, y prácticamente está rebotando en
su asiento. —Sí, mamá. Será divertido. — Sus ojos se agrandan y su
sonrisa se amplía. — ¿Crees que nos dejarán montar a caballo?
Parece entusiasmado, así que intento abstenerme de
estremecerme. Me guardo mis pensamientos al respecto porque espero
que no planeen dejar que los niños monten. Teniendo en cuenta que
el pueblo de Whiskey Valley es una gran comunidad ganadera, estoy
segura de que muchos de los otros niños han montado a caballo antes,
y sus padres no pensarían nada al respecto. Pero Elijah no. Somos
nuevos en Whiskey Valley, y puedo decir que ni él ni yo hemos
montado nunca a caballo.
Ni siquiera estoy segura de dónde ha surgido esta fascinación
por la ganadería, pero desde el momento en que entramos en Whiskey
Valley y paramos en el Sunset Diner para cenar, Elijah no ha hablado
de otra cosa. Probablemente sea porque en el puesto de al lado había
tres vaqueros cenando. Y hablo de vaqueros de verdad, con sombrero,
cinturón y botas.
Desde entonces, ha recogido todos los libros que puede
encontrar sobre "vaqueros", como él lo llama.
—No estoy segura de si lo harán o no, E. Pero estoy segura de
que hoy vas a aprender mucho y... — Hago una pausa para que surta
efecto. —Vas a estar en un rancho de verdad.
Me mira con mucha seriedad, y estoy bastante segura de que
está conteniendo la respiración hasta que no puede contenerla más.
—No puedo esperar. — exclama como si fuera a reventar de la
expectación.

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Se gira para mirar por la ventana y yo sigo conduciendo desde
nuestro apartamento hasta la escuela. Sé que a Levi, mi jefe en el
Sunset Diner, le ha costado darme esta mañana libre, pero cuando me
contrató le dije que no iba a perderme ninguna excursión. En primer
lugar, sé que E no va a ser joven para siempre, y el tiempo que quiere
que su madre le acompañe es cada vez menor, así que tengo que estar
ahí cuando pueda. En segundo lugar, odio que salga sin mí. Una cosa
es que esté en la escuela y sepa que hay un oficial de recursos
escolares, pero que esté solo, en territorio desconocido, me preocupa.
Sé que estoy siendo demasiado protectora, pero hasta que no sepa que
mi marido no nos ha encontrado, no puedo relajarme. Todavía no.
Llego al colegio y veo que el autobús escolar que nos llevará de
excursión ya está estacionado a un lado del edificio. Paro en el
estacionamiento y entro con E. Él se adelanta con algunos de sus
amigos y, después de registrarme en la oficina, bajo a su aula.
En cuanto abro la puerta, es un caos total. Los niños están
sentados en sus asientos y los padres, casi todos ellos madres, están
alineados a lo largo de las paredes. —Uh... — Me detengo, sorprendida
de ver tantas caras. He estado en todas las excursiones y nunca ha
habido tantos acompañantes.
La profesora viene a ponerse a mi lado y murmura en voz baja:
—Bueno, al menos sé que estás aquí para ayudar. ¿Quieres pasar
lista? Tenemos que estar en el autobús en cinco minutos.
—Claro. — le digo, sin entender su comentario sobre ayudar. ¿No
están todas estas madres aquí para ayudar? Le quito el papel y
empiezo a pasar lista y a marcar los nombres a medida que avanzo.
Hago el recuento y le digo cuántos niños hay.
Empieza a hablar de seguridad y comportamiento en la
excursión, y juro que los niños y yo lo hemos oído tantas veces que
algunos lo repiten con ella. Hay unos cuantos chicos con E, y están
vestidos con sus vaqueros y tienen sombreros de vaquero en la cabeza.
Veo a mi hijo mirándolos y me gustaría haber pensado en regalarle
algo así, pero casi inmediatamente sacudo la cabeza. Ahora mismo no
tenemos dinero extra para comprar cosas que no necesitamos. Respiro
profundamente. Algún día... algún día le compraré un sombrero y
unas botas.

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El profesor hace que los alumnos vayan primero y los padres les
siguen. En cuanto todos los niños están en el autobús, subo y tomo
mi asiento en la parte delantera, y la señorita Olivia se sienta a mi lado
con un resoplido. El autobús bulle de emoción, pero me doy cuenta de
que Olivia está agobiada. — ¿Estás bien?
Asiente. —Sí, solo un poco molesta. No me malinterpretes; me
encantan los padres que se implican. Ya lo sabes.
Me mira, asintiendo, y yo hago lo mismo. Quiero decir, ella
siempre me ha animado a participar, y todos sus correos electrónicos
y notas a casa han tenido la misma sensación. —Sí, absolutamente.
— Miro alrededor del autobús y hay algunas caras que he visto en
otras excursiones. Levanto un poco la cabeza y me fijo en los coches
que vienen detrás de nosotros. — ¿Qué pasa?
Pone los ojos en blanco. —Bueno, hoy tenemos el mayor número
de voluntarios de todo el año, y todos son mujeres.
Levanta las manos en el aire como si acabara de explicarlo todo,
pero no lo capto. — ¿Y...?— le pregunto.
—Es porque vamos al Double B Ranch.
Espero que continúe, pero no lo hace. Sacudo la cabeza. —Sigo
sin entenderlo.
Se sienta más recta. —El rancho Bryant...
Al ver mi expresión inexpresiva, sacude la cabeza. —Los
hermanos Bryant... King, Chance, Griffin y Ryan Bryant... uno de los
mayores ranchos de todo Tennessee.
Levanto los hombros. —Nunca he oído hablar de ellos.
Entonces empieza a reírse, lo que atrae la atención de los
estudiantes que nos rodean. Miro por encima de mi hombro y veo a E
y a sus amigos mirándonos fijamente. Le doy una sonrisa y me vuelvo
hacia Olivia. — ¿Te estás burlando de mí?
Ella pone su mano en mi brazo y se limpia las lágrimas de sus
ojos con la otra mano. — ¡No! No, Natalie, por supuesto que no. Pero
hombre, ojalá hubiera más padres como tú.
— ¿Qué quieres decir?— le pregunto.

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Se inclina. —Quiero decir que estás aquí por tu hijo. El resto de
estas mujeres que han aparecido hoy por primera vez vienen a ver a
uno o a todos los hermanos Bryant.
Mis ojos se abren de par en par. — ¿Están aquí para, eh,
coquetear con hombres?— Pregunto, atónita. Recuerdo haber visto a
Betsy Underwood, y está casada. — ¡No hay manera!
—Hay manera. ¿De verdad no has oído hablar de los hermanos
Bryant?
Sacudo la cabeza.
Olivia se echa hacia atrás en su asiento. —Bueno, pues te vas a
llevar una alegría. Son agradables de ver. Y sobre todo agradables,
también. Bueno, excepto King, al menos.
—Bueno, te prometo que no estoy aquí para coquetear.
Rebusca en su bolso y saca algunos papeles. —Sé que no lo
haces. Lo que me hace sentir aún mejor por esto.
Me entrega los papeles y empiezo a escanear el texto.
Campamento del Double B Ranch... es la semana de las vacaciones de
primavera... solicitud y carta de aceptación.
Me quedo mirando con la boca abierta. — ¿Qué es esto?
—Todos los años, el Double B Ranch tiene un campamento en el
que enseñan a los chicos sobre ganadería. Sabía que Elijah sería
perfecto para ello... Quiero decir, cada trabajo que ha tenido que
escribir este año ha sido sobre ganadería. De todos modos, me
presenté y lo aceptaron.
Ya estoy sacudiendo la cabeza. —Olivia, no puedo permitirme
esto... — Caramba, ojalá pudiera. Me imagino lo emocionado que
estaría Eli por hacerlo.
Olivia coge los papeles, los hojea por detrás y los sostiene. —He
solicitado el patrocinio. ¿Ves esto?— Señala la parte inferior del papel.
—Esto fue firmado por King Bryant. Él aprobó el patrocinio. No te
costará ni un céntimo.
Me inclino hacia atrás en mi asiento, aturdida. Es eso o caer en
el pasillo. — ¿Me estás tomando el pelo ahora mismo?

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Ella sonríe tan grande e impulsivamente mientras se acerca a
abrazarme. —No, no estoy bromeando. Si alguien se merece esto, son
tú y Eli.
Cuando se aparta, me limpio las lágrimas de emoción de la cara.
—No sé cómo agradecerte... No puedo creer...
Sacude la cabeza. —No tienes que darme las gracias. Solo saber
cuán emocionado va a estar Elijah es suficiente agradecimiento para
mí. Sin embargo, es posible que quieras dar las gracias a King o a
alguno de los otros hermanos mientras estamos ahí en el rancho.
Asiento, sujetando los papeles contra mi pecho. —Por
supuesto... Definitivamente les daré las gracias.
El resto del viaje en autobús pasa como un borrón. Todavía estoy
un poco ansiosa, sabiendo que Elijah estará todo el tiempo en el
rancho y yo estaré en la cafetería trabajando, pero no hay manera de
que no deje que Elijah haga esto. Esto es como un sueño hecho
realidad para él. No, definitivamente le dejaré hacerlo. Solo me
aseguraré de que todos sepan que solo puede salir conmigo. Estará
bien.

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Capítulo 2
KING

De todos los días para que mis hermanos lleguen tarde al salir
del campo de tiro. Sé que los imbéciles lo hicieron a propósito. Sabían
que no iba a dejar a un grupo de niños libres para vagar por el rancho,
así que estoy atrapado aquí hablando, que es una de las cosas que
menos me gusta hacer, y estoy tratando de evitar a todas las mujeres
que parecen haber salido de la nada. Hay mil otras cosas que debería
estar haciendo ahora mismo, pero en lugar de eso, estoy aquí dando
un discurso a un grupo de niños sobre la ganadería.
— ¿Alguien sabe lo que hacemos aquí en Double B?
Inmediatamente una mano se levanta en el frente. Me fijo en el
chico de los vaqueros que parecen ser del año pasado porque apenas
le llegan a los tobillos. En cuanto lo reconozco, sus ojos se abren de
par en par y se aclara la garganta. —Señor, el Double B lleva aquí tres
generaciones. Es un rancho de ganado de pura raza Santa Gertrudis.
El rancho comenzó con seis novillos, cinco vacas y un toro que se
compró al King Ranch de Texas. Ahora alberga más de mil reses y un
centenar de caballos de cuarto de milla.
Asiento, impresionado. — ¿Cómo te llamas, hijo?
Sus manos se agitan a los lados. —Elijah. Elijah Jones... señor.
—Bien, buen trabajo, Elijah Jones. Estoy impresionado. Pero en
realidad tenemos más de dos mil reses en el rancho ahora mismo. Dos
mil quinientos veintitrés, para ser exactos. — Me estrujo el cerebro
tratando de recordar el nombre Jones. — ¿Eres de un rancho de por
aquí?
Elijah niega cuando el chico de al lado empieza a reírse. —No,
nunca ha estado en un rancho.
La profesora, Olivia Banks, tranquiliza a todos. La recuerdo por
mi hermano menor, Ryan. Fueron amigos de la infancia. Cuando todos
los niños empiezan a unirse a las risas y ella no es capaz de que le

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hagan caso, empiezo a caminar hacia el grupo. Si fueran mis vaqueros,
sé exactamente cómo lo manejaría, pero no puedo hacerlo con un
grupo de niños. Así que, en lugar de eso, me acerco a Elijah y le pongo
la mano en el hombro. Todos se callan cuando me inclino para
hablarle. — ¿Así que nunca has estado en un rancho?
Su cara está roja. —No, señor.
—Bueno, obviamente has hecho los deberes para preparar esta
excursión, y creo que necesitas un curso intensivo de ganadería. —
Por el rabillo del ojo, veo a mis tres hermanos salir de detrás del
granero. Están llenos de suciedad, así que quizá no lo hayan hecho a
propósito, pero no me extrañaría que lo hicieran. Me levanto. —Bueno,
voy a dejarlos a todos. Señorita Banks, ¿le parece bien que lleve a
Elijah a conocer el rancho?
La profesora mira hacia el grupo de madres, pero me niego a
seguir su mirada. He hecho todo lo posible para evitar que las mujeres
me miren como si nunca hubieran visto a un hombre. Y ya he visto a
Jacqueline en la mezcla. Definitivamente voy a evitarla. Ella nunca
quiere aceptar un no por respuesta.
La señorita Banks vuelve a mirarme. —Claro, Sr. Bryant. Eso
estará bien.
Me inclino y miro a Elijah, que me sonríe. — ¿Qué te parece? ¿Te
parece bien?
—Sí, señor. — dice, y puedo oír la emoción en su voz. Mientras
me alejo, señalo con la cabeza a mis hermanos. —Les toca, chicos.
Me miran con extrañeza a mí y al niño que tengo en la mano,
pero rápidamente se dan cuenta de que tienen unos veinte niños que
necesitan su atención. Llevo a Elijah al granero. — ¿Qué quieres
saber?— le pregunto, esperando que me pregunte si puede acariciar
un caballo o incluso montar uno.
Mira el enorme granero con la boca abierta. Me quedo mirando
cómo lo asimila todo. Reconozco esa mirada en su rostro. Es la misma
mirada que tenemos mis hermanos y yo cada vez que trabajamos con
el ganado. Cuando vuelve a mirarme, me dice algo que me sorprende.
— ¿Puedo limpiar un establo?

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Ya estaba caminando hacia el establo donde estaba Zeus, mi
semental. Iba a sacarlo y dejar que Elijah lo acariciara, pero cuando
hace esa pregunta, me detengo y lo miro fijamente. — ¿Quieres limpiar
un establo?
Elijah se encoge un poco. —Bueno, sé que probablemente sea
asqueroso, pero por lo que he leído, dice que cuando eres dueño de un
rancho, tienes que estar dispuesto a hacer el trabajo, y mantener un
establo limpio es el primer lugar para empezar a tener animales sanos.
Así que pensé que debía aprender eso primero.
Me quedo boquiabierto. Nunca he estado rodeado de niños, pero
sé que cuando tenía su edad no quería limpiar un establo. Solo saber
que este chico ha investigado y quiere trabajar de verdad me dice
mucho sobre su educación y sobre la clase de chico que es. —Claro,
podemos limpiar un puesto.
Al instante, sacude la cabeza. —Oh no, no me refería a ti. Estoy
seguro de que tienes mejores cosas que hacer...
Ya estoy doblando las mangas de mi camisa hacia arriba. —No,
tienes razón, Elijah. Mantener un establo limpio es muy importante.
Empezaremos por ahí.
Elijah asiente y cojo dos palas de la pared. Empezamos por el
primer establo, y no tardamos en estar los dos empapados de sudor y
haber hecho ya grandes progresos. Solo se tarda un segundo en
explicar lo que hay que hacer, y Elijah trabaja en silencio y con
firmeza.
Una sombra se cierne sobre nosotros y alzo la vista para ver a
uno de los peones del rancho que me mira nervioso. —Señor, ¿qué
está haciendo? Me estaba poniendo a ello...
—Está bien, Alan. Estoy enseñando a Elijah a limpiar un establo.
Nos quitaremos de en medio cuando terminemos con éste.
Alan parece que va a discutir, pero le hago un gesto con la cabeza
de que está bien. Cuando se aleja, le digo a Elijah: — ¿Ahora te
gustaría ver el rancho?
Su cara se ilumina, pero luego niega. —Nunca he montado a
caballo.

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Tomo su pala y salgo del establo. Cuando sale, le señalo la
puerta. —En un rancho, una de las cosas más importantes es cerrar
siempre las puertas y los portones. Puedes perder una vaca o cientos
de vacas si no sigues esa instrucción.
Elijah se da la vuelta y cierra la puerta con llave. —De acuerdo,
señor, no volverá a ocurrir.
Casi me siento culpable, como si me hubiera subido a él o algo
así. Soy muy franco y suelo decir las cosas como son. —No estás
problemas.
Mueve la cabeza. —Sé que no lo estoy, señor. Solo quería
asegurarse de que lo sabía. Y ahora entiendo lo importante que es.
Con cada minuto que pasa, estoy más y más impresionado con
Elijah. Siento que está pendiente de cada palabra que digo,
memorizándolo todo. — ¿Así que sabes que hay otras formas de ver
un rancho además de a caballo?
Mueve la cabeza de un lado a otro, pero me sigue a través del
granero, y me detengo junto al vehículo recreativo side-by-side. —Aquí
también está la vieja Bessy. Es bastante buena para moverse.
Elijah la señala. —Espera, ¿puedo montar en eso?
—Tendrás que llevar el cinturón de seguridad.
— ¡De acuerdo! — dice mientras empieza a rebotar sobre las
puntas de los pies.
Me subo al asiento del conductor. —Bueno, vámonos. Tenemos
que estar de regreso a la hora de comer.
No tengo que decirlo dos veces porque se sienta a mi lado en un
instante. En cuanto se pone el cinturón de seguridad, arranco por el
camino de tierra. Por el camino, le señalo la dehesa, un arroyo que
recorre el rancho y los toros que están pastando, y él va mirando a un
lado y a otro, asimilándolo todo hasta que me mira. —Este es el mejor
día de toda mi vida.
Y mientras observo la emoción pura e inocente en su cara, tengo
que estar de acuerdo con él. Este es definitivamente uno de mis
mejores días también. Necesitaba esto. Necesitaba ver el rancho con
ojos nuevos. Y ver el asombro en la cara de Elijah me hace recordar lo

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importante que es esta tierra para mí y mi familia. No importa lo que
ocurra en el mundo, aquí al aire libre no hay preocupaciones.

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Capítulo 3
NATALIE

Elijah está en las nubes. Volvió montado en un side-by-side con


King Bryant. Me costó mucho dejarlo ir con aquel extraño hombre,
pero por la forma en que Elijah me miraba cuando la señorita Olivia
se lo pidió, no había forma de que dijera que no. Se me hizo un nudo
en el estómago durante todo el tiempo que estuvieron fuera, y mantuve
la vista en el horizonte todo el tiempo. Por fin pude respirar con
normalidad cuando los vi regresar por el mismo camino de tierra por
el que habían salido.
Volvieron justo a tiempo para el almuerzo, y en cuanto Elijah se
bajó del vehículo de recreo, corrió hacia mí, me dio las gracias
mientras le entregaba su bolsa de almuerzo y se fue a sentar con sus
amigos. Por lo que parece, está más interesado en hablar que en
comer, pero ni siquiera me importa. No recuerdo la última vez que lo
vi tan feliz. Satisfecha de que vuelva a estar a mi vista, empiezo a mirar
a todos los demás mientras me como mi sándwich de mantequilla de
cacahuete y mermelada.
Sigo asombrada por todas las madres que están aquí hoy. Me
siento y disfruto del espectáculo. Quiero decir, ¿cómo no iba a
encontrar humor en él? Cuando Elijah y el Sr. Bryant salieron al
rancho, los otros hermanos se encargaron de mostrar la clase. Y,
curiosamente, recibieron más preguntas de las madres que de los
alumnos. Cuando Jacqueline, la jefa de la PTO, empezó a coquetear
abiertamente con uno de ellos, todo lo que pude hacer fue encogerme.
Estoy bastante segura de que está casada, y fue doloroso ver cómo su
hija escondía la cara durante toda la interacción.
Miro a mí alrededor en busca de Jacqueline cuando la veo de pie
con King Bryant. El mero hecho de mirarlo me provoca un revuelo en
el bajo vientre, pero me niego a pensar siquiera en el motivo. Es decir,
es probablemente el hombre más guapo que he visto nunca, así que
por supuesto que voy a sentir cierta atracción por él. Pero aun así, es
sorprendente. Después de todo lo ocurrido con mi ex, he renunciado

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a los hombres y me cuesta incluso hablar con el sexo opuesto la mayor
parte del tiempo. Sacudo la cabeza, negándome a quedarme aquí y
quedarme embobada mirándolo. Casi me obligo a girar la cabeza
cuando veo que Jacqueline le pone la mano en el brazo. Él da un paso
atrás, diciendo algo, pero no se puede saber desde aquí con la forma
en que su sombrero está bajado sobre su cabeza. Cuando se aleja en
dirección al granero, veo que Jacqueline, sin inmutarse, vuelve a
acercarse a sus amigas.
Respiro profundamente. Puede que no quiera, pero sé que tengo
que ir a hablar con King. Tengo que agradecerle la beca para Elijah.
Saco los papeles de la bolsa que llevo al hombro y vuelvo a pasar la
mano por la firma. Fue King Bryant quien firmó el patrocinio.
Con un suspiro, vuelvo a meter los papeles en la bolsa y empiezo
a caminar hacia el granero. Está tranquilo, y casi apostaría a que está
vacío si no acabara de ver entrar al señor Bryant.
—Hola... —llamo.
Segundos después, King Bryant sale de una habitación lateral.
Me mira de pies a cabeza, y juro que siento esa mirada como si su
mano me acariciara a lo largo de su recorrido. —Hola. — digo y casi
me estremezco por la forma en que me sale el aliento. Me aclaro la
garganta y lo vuelvo a intentar. —Hola, Sr. Bryant.
—Usted también, ¿eh?
—Eh... esperaba poder hablar con usted un minuto.
Camina hacia mí, o tal vez debería decir acecha hacia mí. No se
detiene hasta que está justo delante de mí. Tiene los orificios nasales
abiertos y, por la forma en que me mira, me parece que está enojado
y frustrado. Retrocedo un paso, y él da uno hacia delante, levantando
mi mano entre las suyas. —Bueno, al menos no estás casada.
Debería retroceder o largarme de aquí, pero ahora mismo solo
puedo pensar en la sensación de su enorme y áspera mano
sosteniendo la mía. Hacía mucho tiempo que no me tocaba un
hombre, pero no recordaba esta sensación. Juro que tengo mariposas
en el vientre. —Uh, yo... — Me muerdo el labio cuando su pulgar
empieza a recorrer mi muñeca.

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—No eres tan insistente como Jacqueline. Casi pareces inocente
aunque sé que no lo eres. — Su otra mano se dirige a mi cuello y se
inclina hasta que estamos tan cerca que puedo sentir su aliento en mi
mejilla. —Normalmente no me gusta que me persigan, pero haría una
concesión por ti. ¿En qué estabas pensando... en un revolcón mientras
tu hijo está aquí de excursión? ¿Vas a salir a presumir con tus amigas
de que has conseguido que King Bryant sucumba a tus artimañas?
Joder, debería decir que no, pero tengo la sensación de que merecerías
la pena.
Intento concentrarme en lo que dice, pero por la forma en que
me abraza, sigo pensando que todo lo que tendría que hacer es
inclinarse un poco hacia delante y nuestros labios probablemente se
tocarían. Hasta que sus palabras empiezan a calar. Ha sugerido que
quiero rodar en el... ¿qué?
Me echo hacia atrás sin aliento. —Sr. Bryant, no, eso no es...
Quiero decir, no es por eso por lo que he venido a hablar con usted...
Se ríe, y suena amargo. —Claro. Puedes llamarlo como quieras,
cariño, sé por qué estás aquí. Es la misma razón por la que están aquí
todas esas mujeres...
Cruzo los brazos sobre el pecho. Probablemente lo peor de todo
esto es el hecho de que me siento atraída por él. Mis pezones están
duros, presionados contra mi camisa. Maldito sea mi cuerpo. —Te
prometo que no he venido aquí para, para, para...
Levanta el brazo y mira el reloj de su muñeca. —Se nos acaba el
tiempo, cariño. Vamos a tener veinte niños aquí adentro de unos siete
minutos. Y bueno, te voy a ser sincero, puedo ser rápido... hace
tiempo.
Me quedo con la boca abierta. —De todos los arrogantes,
egoístas... Olvídalo, me voy. — le digo mientras giro sobre mis talones.
Me dirijo a las grandes puertas del granero cuando me llama: —Ya
sabes dónde encontrarme cuando cambies de opinión.
Siento que mi cara se sonroja cuando salgo del granero y
Jacqueline y todos sus compinches me miran fijamente. Me alejo en
dirección contraria y, por suerte, no tengo que lidiar con nadie más
porque uno de los otros hermanos tiene a los niños preocupados
aprendiendo a hacer nudos. Me sitúo en la parte de atrás del grupo y

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trato de prestar atención, pero mis pensamientos se desvían
continuamente hacia King. Es un mujeriego y arrogante hijo de...
Maldita sea, contrólate, Natalie. Respira. Una vez que salga de este rancho, no tendré
que volver a ver a ese hombre. Es bueno que Elijah no supiera lo del
campamento o la beca porque se le rompería el corazón. Pero no puedo
dejar que un hombre como ese le enseñe algo a mi hijo.

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Capítulo 4
KING

Mi cuerpo vibra de necesidad, y estoy enojado por ello. En cuanto


la mujer atraviesa las puertas del granero, doy un puñetazo a la pared
junto a la que estoy. ¡Joder! Quiero gritarlo, pero sé que no puedo. No
con un rancho lleno de estudiantes de escuela intermedia.
Durante los últimos cinco años, he evitado a todas las malditas
mujeres como la peste. Cuando mi padre murió y mis hermanos y yo
heredamos el rancho, es como si salieran de la nada. Ellas quieren
una cosa, y lo descubrí de la manera más difícil. A la primera mujer
con la que me puse serio le propuse matrimonio. Sabía que necesitaba
una esposa y algunos hijos para llevar el nombre Bryant. Estaba
cumpliendo con mi deber como ranchero. Al menos, ese era el plan
hasta que descubrí que se acostaba con otro hombre. Incluso me
admitió que lo amaba... Solo estaba conmigo por el rancho Bryant y lo
que podía darle. Desde ese día, he puesto un muro alrededor de mi
corazón, y no he dejado que nadie se acerque.
Joder, odio pensar en el pasado. Me quito el sombrero y me
limpio el sudor de la cabeza. Es como si hubiera estado trabajando
todo el día en el calor de Tennessee en lugar de estar en la fresca
oficina del granero.
No sé qué tiene esa mujer, pero es imposible ocultar mi atracción
por ella. Es una cosita bonita, y sé que podríamos habernos divertido
juntos. Al menos durante un rato.
Debería volver al trabajo. Ya he pasado más tiempo de lo previsto
con los niños, pero me siento atraído por las puertas del granero. Me
vuelvo a poner el sombrero y salgo, apoyándome en la puerta.
Reconozco a la mujer al instante, incluso de espaldas a mí. Lleva
el pelo largo y negro recogido en una coleta, y por la forma en que se
mueve de un pie a otro, puedo decir que todavía está furiosa. La
imagen de sus ojos color avellana, que se oscurecen cuanto más me
acerco, me dice que se siente atraída por mí, aunque no quiera que lo

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sepa. Lástima que su cuerpo la traicionara porque pude ver sus
pezones fruncidos a través del fino material de su camiseta.

Maldita sea. Me meto las manos en los bolsillos delanteros de los


vaqueros y los saco un poco. Definitivamente, no necesito que me
atrapen aquí mirándola con una erección. Como si sintiera mis ojos
sobre ella, se gira y mira por encima del hombro. En cuanto hacemos
contacto visual, su cara se tensa y se da la vuelta rápidamente.
Definitivamente no es el movimiento de alguien que está tratando de
embolsar a un Bryant.
—King.
Me doy la vuelta y veo como Olivia camina hacia mí. —Hola,
Olivia.
Se detiene a mi lado y mira a los niños. Están haciendo nudos,
y no estoy seguro de quién lo disfruta más, si los niños o mis
hermanos.
Sin mirarme, Olivia empieza a hablar. —Quería darte las gracias
por dejarme traer a los niños de excursión.
—Cuando quieras. Ya lo sabes.
Asiente. —Sí, y te lo agradezco. Siento que la mayoría de ellos
esperan este día durante todo el año. Creo que aprenden mucho
cuando están aquí.
Gruño. —Sí, bueno, hay cosas que no se pueden aprender en un
aula. — Cuando me doy cuenta de cómo suena eso, continúo: —Sin
ofender.
Se ríe de buena gana. —No me ofendo.
Nos ponemos de pie y observamos a los niños, y me fijo en Elijah
con mi hermano Griffin. Se concentra mucho en el nudo en el que está
trabajando y, en el momento en que lo consigue, se le ilumina toda la
cara. Asiento hacia el chico. — ¿Quién es? ¿Es su familia nueva en la
ciudad?
— ¿Quién? — pregunta, buscando entre los niños.
—Elijah. El que está con Griff.

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—Oh, él. Sí, bueno, es nuevo este año. — Se gira y me mira
emocionada. —En realidad es el beneficiario de este año del patrocinio
del Campamento Double B.
— ¿Lo es?— Pregunto, sorprendido.
Asiente. —Sí. No creo que lo sepa todavía, pero se lo dije a su
madre cuando venía hacia aquí. Estaba muy agradecida. Te prometo
que no tienes ni idea de lo que significa para ella. Es una madre muy
trabajadora, muy involucrada en la escuela. Creo que necesitaba
esto... incluso lloró cuando se lo dije.
—Eso es bueno. Elijah parece un buen chico y muy trabajador.
— Empiezo a reírme, todavía asombrado. —Sabes que cuando le
pregunté qué quería hacer me dijo que quería aprender a limpiar un
establo porque había leído lo importante que es un establo limpio. —
Me doy una palmada en el muslo. —Quiero decir, ¿te imaginas eso?
Todo este rancho y todas las posibilidades y él quería limpiar un
establo.
Asiente. —Suena como Elijah. No sé mucho sobre su vida antes
de Whiskey Valley, pero sé que lo han pasado mal. Natalie lo ha criado
bien. En realidad... — Empieza a mirar a su alrededor. —Ella dijo que
iba a darte las gracias mientras estaba aquí, pero ni siquiera pensé.
Ella no sabe mucho sobre los ranchos y quién es quién. Ella como que
se mantiene a sí misma. Probablemente no sabía a quién dar las
gracias.
Mis hombros se tensan, y mi estómago comienza a rodar. No
puede ser... Por el amor de Dios, por favor, no. —Uh, ¿cuál es ella?—
pregunto vacilante.
Olivia la señala. La mujer que aún está de espaldas a mí. La que
tiene los brazos rodeando su cuerpo en modo de defensa.
Olivia comienza a alejarse. —Aquí, voy por ella.
— ¡No!— Digo en voz alta. Olivia se gira, sorprendida, y bajo la
voz. —No, está bien. No necesita darme las gracias. Tengo que volver
al trabajo.
Me doy la vuelta y entro rápidamente en el granero.

Sotelo, gracias K. Cross & Botton


Todo lo de antes empieza a repetirse en mi cabeza. Sí, no hay
duda de la atracción. Estaba claramente escrito en su cara. Pero
también la sorpresa y luego la actitud ofendida. No venía a coquetear
conmigo... venía a darme las gracias. Joder, quizás no lo hacía. Tal vez
lo estaba usando como una treta. Tal vez tiene a Olivia engañada.
La discusión interna continúa durante diez minutos antes de
que me convenza de que la única forma de averiguarlo es hablar con
ella. Estoy a punto de ir a buscarla y disculparme cuando Alan me
grita desde el otro extremo del granero. —King, el veterinario está
revisando a Bronco. Quiere hablar contigo.
Empiezo a caminar, sabiendo que tengo que revisar el viejo
caballo de mi padre. Los niños estarán aquí un rato y tendré tiempo
de hablar con Natalie antes de que se vayan. Natalie... así la llamaba
Olivia. Y durante el resto de la tarde, es exactamente en quien estoy
pensando. Por mucho que intente concentrarme en lo que me dice el
veterinario, mi mente no deja de pensar en Natalie. Por suerte, el
veterinario ha podido darle a Bronco algunos medicamentos y debería
recuperarse pronto.
Pero para cuando salgo de la caseta y salgo al patio, el autobús
se está alejando. Y todo lo que puedo pensar es que la belleza de pelo
negro ya ha encontrado un camino en mi cabeza. Ahora, solo tengo
que mantenerla fuera de mi corazón. Voy a ser condenado.

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Capítulo 5
NATALIE

Una hora más tarde sigo temblando mientras subimos al


autobús. Tomo asiento junto a Olivia, y ella es todo sonrisas mientras
se sienta. —Me encantan los días de excursión. — Levanta la mano.
—Espera, en realidad siempre me gusta esta excursión. Hay algo en
estar al aire libre y con los animales que hace que los niños siempre
se comporten bien.
Me muerdo el labio. Aunque no quiero hacerlo, tengo que admitir
que probablemente ha sido la mejor excursión que he acompañado. —
Ha sido buena.
Olivia se echa hacia atrás y suspira. —Y creo que Elijah se
divirtió con King Bryant. Dijo que Elijah quería limpiar los establos.
Estaba impresionado con él. Has hecho bien en criarlo.
—Gracias, Olivia. Te lo agradezco. — le digo mientras mi mente
empieza a divagar. Aunque el Sr. Bryant no me gusta, no puedo evitar
apreciar el hecho de que haya dicho cosas buenas sobre mi hijo.
Durante todo el viaje de regreso a la escuela, me planteo qué es lo que
hay que hacer. Empiezo a enumerar en mi cabeza las razones por las
que el campamento ganadero es una mala idea. El Sr. Bryant
definitivamente no es la mejor influencia, no si va a tratar a una mujer
como lo hizo. Probablemente también empeore si Eli va a su
campamento. ¿Pensará que lo planeé para poder acercarme a él? Y
luego está la cuestión de la seguridad. No creo que Brad nos haya
encontrado, pero ¿y si está al acecho en Whiskey Valley, esperando su
oportunidad para ponerle las manos encima a Eli? Un sudor frío cubre
mi cuerpo y mis manos empiezan a temblar. No puedo dejar que se
lleve a nuestro hijo. No puedo.
Aprieto las manos en mi regazo. —Olivia, hay algo de lo que tengo
que hablar contigo.
Abre un ojo y me mira antes de abrir los dos de par en par y girar
en su asiento. — ¿Estás bien? Pareces tan blanca como un fantasma.

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Asiento y trato de obligar a mi cuerpo a relajarse. —Sí, estoy
bien. Solo quería decirte lo mucho que aprecio todo lo que has hecho
para llevar a Eli al campamento.
Comienza a hablar, pero sacudo la cabeza para detenerla. —Lo
siento... pero no creo que sea buena idea dejarlo ir. Por favor, que el
señor Bryant le dé la beca a otra persona.
—Pero, Natalie. Estabas tan emocionada... Realmente es un
buen campamento. Los hacen todos los años y se aseguran de que los
niños estén seguros.
Asiento. —Lo sé. Es que... No creo que sea una buena idea.
Me mira con curiosidad. — ¿Es por tu ex-marido? ¿Es por eso?
No he hablado de Brad con nadie aquí, salvo para explicar que
Elijah solo puede salir conmigo. Pero estoy segura de que en un pueblo
pequeño como Whiskey Valley se ha especulado. Además, sé que no
quiero hablar mal de King Bryant, especialmente con alguien que
obviamente piensa que es un gran tipo. —Sí, eso es parte de ello. Es
que... No puedo dejar que lo haga.
Ella debe ver la finalidad en mi cara porque no trata de
convencerme o insistir. Se acerca y me aprieta la mano. —Lo entiendo.
Es tu decisión. Me alegro de que aún no se lo hayamos mencionado a
Elijah. Quiero que sepas que si alguna vez necesitas alguien con quien
hablar, estoy aquí. Y no chismeo.
Trago saliva ante la emoción que se agolpa en mi garganta. Hace
tanto tiempo que no tengo una amiga con la que pueda hablar, que
una parte de mí quiere abrirse y contarle todo. Estoy a punto de
hacerlo cuando un chillido y unas carcajadas llegan desde la parte
trasera del autobús. En lugar de descargarme con la señorita Olivia,
le sonrío. —Gracias. No sabes lo que significa para mí. Realmente
aprecio todo lo que has hecho por Eli este año.
Olivia vuelve a reclinar la cabeza en el asiento. —Es uno de los
buenos, Natalie. Ojalá tuviera diecinueve como él.
Me recuesto en el asiento y ya la culpa se instala en mí. He
descubierto que la maternidad es una gran pregunta sobre si estoy
tomando o no la decisión correcta. Miro por encima de mi hombro y
encuentro a Elijah en la parte trasera del autobús. Sus amigos se ríen

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y hacen el tonto mientras él mira por la ventana con una gran sonrisa
pegada en la cara. Parece feliz, y ya me imagino lo emocionado que
estaría si supiera lo del campamento.

Respiro profundamente y con dolor. Por favor, déjame tomar la


decisión correcta.
Cuando volvemos al colegio, compruebo que Eli habla sin parar
durante todo el camino hasta nuestro apartamento. Una de cada dos
palabras es de King.
—Sr. Bryant. — le corrijo.
Deja caer su mochila en el suelo del salón y empieza a quitarse
los zapatos. —Me ha pedido que lo llame King. ¿Está bien, mamá?
Asiento y señalo la mochila desechada. — ¿Es ahí donde debe
estar?
La coge y se echa la bolsa al hombro.
—Solo tres días más de colegio y luego estarás de vacaciones de
primavera. ¿Estás emocionado?
Se encoge de hombros. —Supongo.
No le pregunto por qué no está emocionado. Sabe que, aunque
tenga doce años y sea capaz de quedarse solo, lo obligaré a
acompañarme a la cafetería. Ya lo he dejado en casa antes, pero solo
durante veinte minutos más o menos. Y también lo he dejado ir al
parque sin mí. Pero nunca lo he dejado durante todo un turno. Y
cuando va al parque, estoy aquí. Puedo ver todo desde nuestra puerta
principal. Respiro profundamente. — ¿Quieres espaguetis para
cenar?— le pregunto, nombrando su comida favorita.
— ¿Me gustaría? — pregunta emocionado. — ¡Es mi favorita! Te
quiero, mamá.
Aprieto la mano contra mi corazón. —Yo también te quiero, bebé.
Juro que puedo oírle poner los ojos en blanco mientras me grita:
— ¡Mamááááááá!
— ¿Qué? Siempre serás mi bebé.

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Me dirijo a la cocina para lavarme antes de preparar la cena.
Espero que este sentimiento de culpa desaparezca pronto. Estás tomando
la decisión correcta. Me lo repito una y otra vez, con la esperanza de que
al final empezar a creerlo.

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Capítulo 6
KING

Desde hace una semana, solo pienso en la madre de Elijah, o


Natalie, como la llamaba Olivia. La he jodido. Sé que lo hice. Y si
Bronco no hubiera estado enfermo ese día, me habría disculpado. Ya
lo he pensado cientos de veces, y estuve a punto de ir al pueblo a
pedirle disculpas, pero sabía que eso causaría más problemas de los
que ayudaría. En cuanto la gente supiera que la había buscado,
empezarían las habladurías. Y no es que la gente de Whiskey Valley
sea mezquina ni nada por el estilo, pero la gente se moriría por saber
qué está pasando, y el hecho es que Natalie se llevaría la peor parte.
El primer día de campamento, estoy de pie afuera del granero
observando cómo llega la gente. Alan y algunos otros empleados del
rancho se reúnen con los padres cuando dejan a los niños y, uno a
uno, salen y los padres se marchan. Observo hasta que se va el último
coche de la fila. Permanezco en el mismo lugar durante cinco minutos
más cuando Alan pasa a mi lado. — ¿Son todos?— le pregunto.
Asiente. —Sí, señor. Diez niños, todos están en la lista.
—Joder. — murmuro.
— ¿Disculpe, señor?
—Nada. ¿Ha visto a Mia?
Señala la casa principal. —La última vez que la vi, se dirigía a la
casa principal.
—Gracias, Alan. Dile a mis hermanos que tengo que irme y que
volveré más tarde.
No espero a que responda. Doy pasos agigantados hacia la casa
principal y me dirijo directamente al despacho de la parte trasera de
la casa. Antes de atravesar el umbral, oigo la voz de Mia. —Eres un
hombre en una misión, puedo oírlo por el pisotón de tus botas. ¿Qué
pasa?

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Entro en la puerta y tengo las manos en las caderas. Menos mal
que Mia sabe cómo tratar conmigo. Es la secretaria del rancho desde
hace dos años y conoce los entresijos casi tan bien como mis
hermanos y yo.
—Había un chico, Elijah. Se suponía que iba a estar en el
campamento hoy, pero no apareció.
Mia se dirige al armario y empieza a hojear las carpetas. Hago
todo lo posible por ser paciente, pero, sinceramente, no soy así. Me
acerco a ella para ayudarla cuando saca una carpeta y la abre. —Ah,
sí, Elijah Jones. Su profesora llamó la semana pasada y lo canceló. Le
di el patrocinio a otro niño. ¿Está bien?
Asiento y le quito la carpeta de las manos. Escaneo el archivo y
saco mi teléfono. Tecleo el número de Natalie y sigo leyendo.
— ¿Así es como recoges las citas ahora?— pregunta Mia, y puedo
oír la desaprobación en su voz.
La ignoro hasta que encuentro el lugar en la aplicación que dice
dónde trabaja Natalie. Sunrise Diner. La cierro y se la devuelvo. —No,
no estoy intentando coquetear con ella. Necesito hacer las cosas bien.
Voy a hacer otro patrocinio. Elijah volverá al campamento.
—Serán once...
Siempre trato de mantener el grupo en diez, pero este año estoy
haciendo una excepción. —Haré que funcione.
Salgo hacia mi camioneta y arranco hacia el pueblo. Durante
todo el camino, pienso en lo que voy a decir. Debería haber confiado
en mi instinto y haberla encontrado antes de hoy, pero nunca imaginé
que cancelaría el campamento.
En cuanto tengo la camioneta estacionada frente a la cafetería,
subo los escalones de dos en dos y entro. Mi cabeza gira a la izquierda
y luego a la derecha, y veo primero a Elijah. Está sentado en un
reservado, picoteando su desayuno. Camino hacia él y me detengo
junto a su mesa. Cuando levanta la vista, me sonríe y su rostro se
transforma por completo. —Hola, Elijah.
— ¡King! Quiero decir, Sr. Bryant. Hola.

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— ¿Cómo te va? ¿Está tu madre aquí?— Justo cuando las
palabras salen, Natalie sale de la cocina. Se detiene al verme y todo su
cuerpo se tensa. Aprieta los dientes. —Hola, Sr. Bryant. ¿Qué puedo
ofrecerle para comer?
— ¿Tienes un minuto para hablar?
Sacude la cabeza y se lleva la bandeja al pecho como si fuera un
escudo. —No, lo siento. Estoy trabajando.
—No pasa nada, cariño. Puedo cubrir tus mesas. Ve a ver qué
quiere King. — dice la otra camarera.
Leo su etiqueta con el nombre. —Gracias, Kendal. Te lo
agradezco. — Le quito la bandeja a Natalie, la pongo sobre la mesa y
le hago un gesto para que vaya primero.
No quiere. Es obvio que quiere rechazarme, pero no lo hace. Sabe
que se va a hablar y más aún si discute conmigo aquí al aire libre. Me
mira con fuego en los ojos cuando pasa junto a mí.
En cuanto salimos, baja los escalones y empieza a pasearse de
un lado a otro. No tengo que mirar atrás para saber que tenemos
público. —Cariño, es mejor que dejes de pasearte. Seguro que todos
se preguntan qué está pasando.
Me mira, y asiento hacia la cafetería. Natalie y yo giramos la
cabeza y todas las personas que están ahí nos miran a través de la
ventana.
Natalie se detiene frente a mí y cruza los brazos sobre el pecho.
— ¿Qué es lo que quiere, Sr. Bryant?
Maldita sea, es bonita incluso cuando está enojada. — ¿Por qué
has cancelado la beca? A Elijah le encantaría el campamento.
Sobresale su barbilla hacia mí. —Sé que le gustaría, pero no me
lo puedo permitir.
Sacudo la cabeza. —Era gratis. No te costaría ni un céntimo.
Se ríe brevemente. —Contigo todo es cuestión de dinero, ¿no? Lo
que quiero decir es que no podría permitirme tener otra influencia
masculina en mi hijo como tú. Le he enseñado a mi hijo a respetar a
las mujeres, y no puedo dejar que lo deshagas.

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Me eché hacia atrás como si me hubiera golpeado. Realmente la
he cagado. —Tengo que disculparme...
Me interrumpe. —Ahórratelo. ¿Hemos terminado aquí?
Creo que nunca nadie me había hablado así, y no sé cómo
manejarlo. —Escucha, Natalie. Dame tres minutos para explicarte.
Pone la mano en la cadera. — Te refieres a explicar por qué eres
un idiota pomposo y arrogante que...
Doy un paso adelante. —No termines esa frase. — le advierto.
No hay ningún miedo en sus ojos, pero deja de hablar. Menos
mal, porque pensé que iba a tener que besarla para que se callara, y
no creo que eso saliera bien. —Quería decirte que lo sentía el otro día
cuando me enteré de que eras la madre de Elijah y me buscabas para
agradecerme la beca. Lo habría hecho el día de la excursión, pero
teníamos un caballo enfermo y estaba tratando con el veterinario.
Cuando volví a salir, el autobús ya estaba saliendo.
—De acuerdo. Estás perdonado. ¿Puedo volver al trabajo ahora?
—Maldita sea, ¿quieres escucharme, por favor? Estoy tratando
de decirte que lo siento. Sé que no sabes nada de mí, pero no soy así.
Ya había tratado con una madre que se negaba a aceptar un no por
respuesta. Quiero decir, has visto a todas las madres que estaban ahí
en la excursión. Sé por qué estaban ahí. Es por lo que cualquier mujer
habla conmigo. Estaba enojado, y no debería haber reaccionado así
contigo. Lo sé. Nunca me forzaría con nadie ni con nada.
Asiente. —No pensé que... Solo pensé...
Se detiene y termino la frase por ella. —Que era un imbécil
pomposo y arrogante.
Se ríe, y juro que el sonido me hace algo divertido. Me aclaro la
garganta. —De todos modos, he venido a disculparme y a preguntar
si Elijah puede reincorporarse al campamento.
—La beca ya fue otorgada a otro chico.
Me meto las manos en los bolsillos delanteros. —Tengo otra.
—No sé...

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Asiento. —Lo entiendo, pero te prometo que este campamento es
bueno. A Elijah le encantará... y prometo que seré la mejor influencia.
Se toma un segundo para pensarlo, y es como si pudiera verla
debatirlo en su cabeza. —Si lo dejo ir, tienes que prometerme que
nadie puede recogerlo más que yo. No dejas que se vaya con nadie más
que conmigo. — recalca señalándose a sí misma.
—Lo prometo. — le digo. Tengo en la punta de la lengua
preguntarle cuál es el problema, pero siento que ya he tentado mi
suerte. Averiguaré qué pasa, pero hasta entonces mantendré mi
promesa.
Mira hacia la ventana y sigo su mirada. Parece que todo el
mundo ha perdido el interés, excepto Elijah. Sigue observándonos.
—No puedo irme ahora mismo. Puedo llevarlo en mi descanso
para comer.
—Voy a volver al rancho ahora. Puede viajar conmigo.
Parece sorprendida por la oferta, y es obvio que tengo mucho
trabajo para volver a caer en gracia a Natalie Jones.
Suspira y sacude la cabeza. —De acuerdo, entonces estaré ahí
para recogerlo al final del día de campamento. A las cinco, ¿verdad?
Asiento. —Así es.
Respira profundamente y saluda a Elijah con la mano. Él se
levanta de su asiento y sale por la puerta en cuestión de segundos.
Ella le pone una mano en el hombro. — ¿Has oído hablar del
campamento que King Bryant ofrece en su rancho?
Sus ojos se iluminan, y parece emocionado pero apenas capaz
de contenerlo. Su madre continúa: —Bueno, el señor Bryant ha sido
muy generoso y te ha ofrecido una plaza si quieres ir esta semana.
Mira entre su madre y yo. Parece tan feliz que podría estallar. —
¿De verdad?— Asiento y empieza a dar saltos de alegría. —Me
encantaría. ¿Puedo, mamá, por favor?
Ella se ríe, obviamente disfrutando de ver a su hijo tan feliz. —
Sí, por mí está bien. ¿Y ahora qué dices?

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Me mira con la expresión más sincera. —Muchas gracias, Sr.
Bryant. Le prometo que me esforzaré y haré todo lo que me diga.
Asiento y le pongo la mano en el hombro. —Sé que lo harás, pero
llámame King.
Mira a su madre y, cuando ella asiente, vuelve a mirarme. —
Gracias, King. Puedes llamarme Eli.
La emoción en la voz del joven me hace casi atragantarme. Es
obvio que esto significa mucho para él. Miro a Natalie, y está mirando
a su hijo. — Está bien, entonces saldremos de tu cabello y te dejaremos
volver al trabajo. — Señalo mi camioneta con el logotipo Double B en
el lateral. —Sube, Elijah, y abróchate el cinturón. Ahora mismo voy.
Abraza a su madre y se va hacia la camioneta. —Gracias. — le
digo.
Se encoge de hombros ante mi agradecimiento y se limpia una
solitaria lágrima en la mejilla. —Creo que soy yo quien debería darte
las gracias. Nos vemos luego.
Se aleja antes de que pueda pronunciar una palabra, lo que
probablemente sea algo bueno. Las ganas de abrazarla y consolarla
son abrumadoras.
Cuando vuelve a la cafetería, me dirijo a la camioneta y subo.
Elijah, o Eli, como me pidió que lo llamara, habla todo el camino hasta
el rancho. Cuando estacionamos, le pregunto si se acuerda de Alan, y
cuando dice que sí, le digo que vaya al granero y que Alan lo ponga en
marcha.
Mientras caminamos hacia el granero, mis hermanos están
todos de pie, sorprendidos al verme con el chico. Cuando Eli está fuera
del alcance del oído, les digo: —Ahora tenemos once campistas de día.
Y asegúrense de que todos sepan que Eli solo puede salir con su
madre. Nadie más.
Chance es el primero en hablar. — ¿Qué pasa con eso? No suena
bien.
Miro dentro del establo y veo a Eli ya trabajando limpiando los
establos. —No sé qué pasa, pero voy a averiguarlo.

Sotelo, gracias K. Cross & Botton


Capítulo 7
NATALIE

Ayer me preocupé todo el día mientras Eli estaba en el rancho.


No solo porque temía que le hicieran daño, sino porque siempre existe
el temor de que Brad nos encuentre e intente quitármelo. Pero
descubrí cuando recogí a Eli ayer que definitivamente no ocurriría en
el rancho Bryant. Cuando me detuve para recoger a Eli, uno de los
peones del rancho me exigió que le enseñara el carné de conducir
antes de dejar que Eli se fuera conmigo.
No dudé y le agradecí profusamente que estuviera seguro. Ante
eso, se encogió de hombros. —Solo hago mi trabajo, señora. King nos
hizo saber a todos que el niño solo puede salir con su madre.
Durante toda la noche, Eli me contó historias de lo que había
pasado su primer día en el campamento. Estaba feliz y
despreocupado, y odiaba pensar que casi le había quitado esa
oportunidad.
Y, por supuesto, había pensado en King. ¿Cómo no iba a
hacerlo? Realmente es grande, arrogante y exigente, pero no puedo
evitar preguntarme si hay algo más en él de lo que vi al principio. Es
evidente que la comunidad lo adora, Olivia no puede decir suficientes
cosas buenas sobre él, y apadrina a niños menos afortunados para
que puedan ir al campamento. Pero eso es todo lo que me hace pensar.
Es inútil tratar de entender a King Bryant. Después de esta semana,
no lo volveremos a ver.
Sigo conduciendo hacia el rancho. Es demasiado temprano, pero
tengo que estar en el trabajo a las seis, y no tengo más remedio que
llevar a Eli al rancho antes de entrar.
Miro a Eli, esperando encontrarlo dormido, pero en cambio está
mirando por el parabrisas delantero. —Me imaginé que estarías
durmiendo.
—No puedo dormir cuando estoy emocionado.

Sotelo, gracias K. Cross & Botton


Me río. —Lo sé, amigo. Me alegro de que te haya gustado tu
primer día.
—Me encantó. — me corrige.
Me acobardo mientras bajo por el largo camino de entrada al
Double B Ranch. El sol está a punto de salir, pero estoy segura de que
es demasiado pronto para recibir visitas. Tal vez debería haberle dicho
a alguien que estaríamos aquí tan temprano. No me gustaría estar
mirando el cañón de una escopeta tan temprano en la mañana.
Me acerco al granero y King sale por las puertas del mismo. Miro
a Eli. —Que tengas un buen día. Trabaja duro. Te quiero.
Asiente y abre la puerta. —Yo también te quiero, mamá.
Me inclino para abrazarlo rápidamente. Últimamente me he dado
cuenta de que mi hijo está creciendo, y las muestras de afecto en
público a veces no son bienvenidas. Dejo escapar un suspiro. —
Supongo que será mejor que vaya a explicarle qué haces aquí tan
temprano.
Asiente y se baja, caminando tranquilamente a mi lado hasta el
dueño del rancho.
—Hola, Sr. Bryant. Probablemente debería haber dicho algo
ayer. Tengo que estar en el trabajo a las seis la mayoría de las
mañanas. Sé que el campamento no comienza hasta las ocho, pero
¿estaría bien si Eli se queda hasta entonces? No estorbará.
King es mucho más alto que yo y tengo que inclinar la cabeza
hacia atrás para mirarlo. Lleva el sombrero bajado sobre la frente y es
difícil averiguar lo que está pensando. Mira a Eli y su rostro parece
suavizarse un poco. —Claro, está bien. ¿Pero está bien si lo pongo a
trabajar?
Miro a Eli, y es obvio que le encanta la idea. Doy un suspiro de
alivio. Es imposible que llegue tarde todos los días de esta semana. —
Eso sería genial. Gracias, señor Bryant.
King extiende la mano y pone la suya en el hombro de Eli. —
Entra en el granero. Haz que Alan te ponga en marcha y yo iré en un
minuto.

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Eli echa a correr y parece acordarse de mí en el último momento
mientras saluda y grita por encima del hombro: —Adiós, mamá. Te
quiero.
Le saludo con la mano. —Yo también te quiero.
Cuando estamos solos King y yo, empiezo a sentirme cohibida
bajo su mirada. —Bueno, gracias. Tengo que ir a trabajar.
Camina a mi lado. —Llámame King.
—De acuerdo... King.
Sigo caminando y tiro de mi puerta para abrirla, pero él se aferra
a ella. — ¿Puedo preguntarte algo?
Me detengo entre él y el coche. —Eh, claro.
Se acerca y respiro profundamente. —Dijiste que nadie más que
tú puede recoger a Eli.
Asiento pero no comento nada. Definitivamente no quiero
meterme en esto con él, pero puedo ver en su cara que no va a dejarlo
pasar.
Me busca en la cara. — ¿Quién más podría venir por él?
Levanto la barbilla. Tengo en la punta de la lengua decirle que
no es asunto suyo, pero en lugar de eso le digo la verdad. —Su padre.
Asiente, como si ya se lo hubiera imaginado pero necesitara
oírmelo decir. — ¿Y sería malo que Eli se fuera con él?
Abro la boca y la cierro rápidamente. Qué bueno sería contarle
toda la historia, hablar realmente de ella. Hay algo en King que me
hace sentir segura, pero sé que no puedo ceder a eso. Una semana.
Está en nuestra vida durante una semana y luego se acaba, así que lo
único que hago es asentir.
Sus brazos se flexionan mientras los cruza sobre el pecho. Lleva
las mangas de la camisa remangadas hasta los codos, y observo cómo
los músculos se encueran por el movimiento. — ¿Y tú? ¿Vendrá
también por ti?
Aparto los ojos de sus brazos. —No estoy preocupada por mí. Mi
única preocupación es Eli. Si esto es un problema...

Sotelo, gracias K. Cross & Botton


Me detengo, sin querer terminar. No quiero sacar a Eli de aquí.
Una cosa era cuando él no lo sabía, pero ahora no puedo. Ayer
aprendió mucho y dijo que fue el mejor día de su vida. ¿Cómo podría
quitarle eso? Así que le digo: —Tengo que irme. Voy a llegar tarde. —
Lo cual no es una mentira. Tengo que irme
Saca su teléfono. —Dame tu número. — Cuando no empiezo a
marcarle números, levanta su teléfono. —Solo en caso de que necesite
contactarte por Eli.
Le doy mi número y me envía un mensaje inmediatamente. —
Acabo de enviarte un mensaje. Ahora también tienes mi número. Si
alguna vez necesitas algo, llámame.
—No lo haré. — insisto.
Se encoge de hombros y, como no dice nada más, me meto en el
coche. —Adiós. — murmuro antes de cerrar la puerta cuando él
retrocede.
Conduzco por el camino de entrada y, cuando miro por el espejo
retrovisor, King Bryant sigue de pie donde lo dejé, observando cómo
me alejo. Sacudo la cabeza e intento recomponerme. King es sin duda
un adversario formidable. Me imagino cómo es cuando se propone
algo. Es evidente que está preocupado por Eli y, por lo que parece,
también por mí. Hay una calidez que se extiende por mi cuerpo solo
con recordar la forma en que su cuerpo se tensó cuando dije que era
el padre de Eli lo que estábamos evitando. King es un protector, y no
parece importar si se trata de un adolescente o de una madre soltera.
Agarro el volante con más fuerza aún. Sería fácil apoyarse en un
hombre como King, pero no puedo, por mucho que lo desee.

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Capítulo 8
KING

He pensado en ella todo el día. Tanto que creo que estoy


imaginando cosas a medio día cuando estoy hablando con el jefe de la
asociación de ganaderos de Tennessee junto al corral y la veo pasar.
El Sr. Jenkins y yo estamos discutiendo a fondo sobre las nuevas
normas de seguridad que hemos introducido en Double B. Ha viajado
desde Murfreesboro y, sinceramente, tengo que mantenerme en su
lado bueno. Pero al ver a Natalie, no puedo evitar ir a ver qué pasa.
Le doy una palmada al Sr. Jenkins en el hombro. — ¿Puede
disculparme un momento? Ha surgido algo importante y tengo que
ocuparme de ello rápidamente. Vuelvo enseguida.
El Sr. Jenkins está obviamente sorprendido y un poco
desconcertado. Estoy seguro de que está acostumbrado a que la
mayoría de los rancheros le besen el culo, pero no soy así. No espero
a que responda. Me voy hacia el granero.
Para cuando alcanzo a Natalie, ella tiene su mano en el hombro
de Eli, y están caminando de regreso a su coche. — ¡Hola Natalie! ¿Va
todo bien?
Los dos se detienen y se giran para mirarme. Aparte de la mirada
decepcionada de Eli, parece que están bien. Dejo escapar un suspiro
que no me había dado cuenta de que estaba conteniendo.
—Sí, todo está bien. Uh, tengo que trabajar un doble, y he tenido
que venir a recoger a Eli en mi descanso para comer porque ahora no
saldré hasta más tarde.
Se da la vuelta para irse como si eso fuera razón suficiente. —
Que se quede. — le digo.
Se detiene y resopla como si estuviera frustrada. —No puedo
recogerlo a las cinco. Por eso lo vine a buscar ahora.

Sotelo, gracias K. Cross & Botton


Me río porque tengo que hacerlo. No hay ninguna mujer, diablos,
ni siquiera hay un hombre, que no haga lo que digo a la primera.
Bueno, excepto mis hermanos. Hacen todo lo posible por sacarme de
quicio. —Entiendo lo que dices, pero te digo que puede quedarse el
resto del día. Puede cenar conmigo y con mis hermanos y luego lo
llevaré al pueblo.
Ella ya está negando antes de que me salga la primera idea. —
No, no puedo pedirte que...
La interrumpo. —No me lo estás pidiendo. Me estoy ofreciendo.
— Observo cómo Eli mira entre su madre y yo. Está esperanzado, y
tengo que admitir que yo también lo estoy. No sé por qué es tan
importante para mí, pero quiero que confíe en mí, y estoy dispuesto a
ganármelo.
Ella está sopesando sus opciones, y estoy preparado para el no
que presiento que va a llegar. Casi estoy conteniendo la respiración
esperando.
—Por favor, no me importa en absoluto. — le aseguro.
Empieza a inquietarse. —Si puede quedarse hasta más tarde,
entonces volveré aquí y lo recogeré después de mi turno. Pueden ser
las seis o las siete.
Eli no se queda. Grita: — ¡Gracias, mamá!— y sale corriendo
hacia el granero. Natalie se ríe y me uno a ella.
—No quiero que tengas que venir aquí de nuevo, especialmente
después de trabajar un turno doble. No pasa nada. Lo llevaré al pueblo
después de la cena.
No discute, para lo que estaba preparado. Mira su teléfono y
luego vuelve a mirarme. —De acuerdo. Te lo agradezco mucho.
Se da la vuelta para irse y la sigo hasta su coche. Mis ojos están
pegados al movimiento de sus caderas. Cuando abre el coche, no
intento retrasarla como esta mañana. Estoy dispuesto a ver cómo se
aleja de nuevo, pero me sorprende cuando entra y baja la ventanilla.
—King...

Sotelo, gracias K. Cross & Botton


Dice mi nombre tan suavemente que puedo oír su
vulnerabilidad. Sé que probablemente es difícil para ella dejar que
alguien haga algo por ella. — ¿Sí, cariño?
Sus ojos se abren de par en par ante el cariño. —Yo no... No
estoy segura de por qué haces esto por mí y por Eli, pero te lo
agradezco de verdad. — Se encoge de hombros. —No quiero que
pienses que soy desagradecida, eso es todo.
Me inclino y pongo las manos en la ventana abierta. Me inclino
hasta que estamos cara a cara. —Sé que no lo eres.
Asiente, abre la boca y la vuelve a cerrar.
Sonriendo, le pregunto: — ¿Qué pasa?
Aparta la mirada de mí. —No es nada.
Me acerco y, por primera vez, la toco. Le pongo la mano en la
barbilla y tiro de ella para que me mire. —Mírame, cariño. Quiero que
me mires.
No se aparta. Parpadea, y puedo ver la inseguridad en su cara
aunque intente ocultarla. —Háblame. ¿Qué ibas a preguntar?
Me pone la mano en la muñeca y me aparta de la cara. Intento
que no me moleste ni me lo tome a pecho. Es obvio que Natalie no
confía fácilmente, y la forma en que la traté ese primer día no va a
ayudarme de todos modos. Tengo que ser paciente.
Le sonrío cariñosamente y frunce el ceño. — ¿Por qué haces
esto?
Esta vez soy yo quien abre la boca y la vuelve a cerrar. Ni siquiera
sé cómo responder a eso. Todo dentro de mí grita que me aleje. Sé que
no quiero que me vuelvan a hacer daño, y si alguien podría hacerlo,
sería esta pequeña madre soltera que es demasiado independiente.
Respiro profundamente, respirando su shampoo con aroma a fresa. —
Ojalá lo supiera.
Deja escapar un suspiro, y es como si se hubiera quitado un
peso de encima. Es casi como si tuviera miedo de la respuesta.
Supongo que no está más preparada que yo para esto.

Sotelo, gracias K. Cross & Botton


Le doy una palmadita a la puerta y me pongo de pie, poniendo
algo de distancia entre nosotros. —Ten cuidado al conducir de regreso
a la ciudad. Te enviaré un mensaje cuando estemos en camino.
Asiente y espero que vuelva a decir mi nombre, pero no lo hace.
En cambio, sube la ventanilla y se aleja. Pero esta vez, juro que la veo
mirándome por el espejo retrovisor.

Sotelo, gracias K. Cross & Botton


Capítulo 9
NATALIE

King me envió un mensaje de texto diciendo que estaban en


camino mientras yo entraba en mi apartamento. Me doy una ducha
rápida para quitarme el día de encima y estoy buscando en la nevera
cuando oigo que él y Eli entran por la puerta principal. —Mamá, ya
estamos aquí. — grita Eli a través del apartamento.
Cierro la puerta de la nevera, respiro profundamente y me giro
justo cuando los dos entran en la cocina. Eli sonríe de oreja a oreja,
se acerca a mí y me da un abrazo. Me agarro a él y, por primera vez,
me doy cuenta de que ya no tengo que mirar hacia abajo. Ahora
estamos a la altura de los ojos. Juro que es como si hubiera crecido
un pie de la noche a la mañana. —Ni siquiera necesito preguntar,
puedo decir que has tenido un gran día, y quiero oírlo todo... después
de que te duches.
King está apoyado en la puerta observándonos. —Muchas
gracias por alimentarlo y traerlo a casa.
En ese momento, King recuerda que tiene platos en la mano. Los
acerca para mostrármelos. —Hemos comido pastel de carne, puré de
papas y judías verdes. Eli dijo que era tu favorito, así que te trajimos
un plato.
Le alboroto el pelo a mi hijo. —Awww, dulce niño. Siempre
pensando en tu mamá. — Le sonrío tímidamente a King. —Y gracias
también.
Eli levanta los brazos y huele. —Me voy a duchar. Oooh wee,
apesto. Gracias de nuevo, King.
Sale mientras exclamo y luego miro a King. — ¡Eli! Juro que le
he enseñado modales.
No es que a King le importe; está demasiado ocupado riéndose.

Sotelo, gracias K. Cross & Botton


Voy a quitarle el plato cuando lo levanta. Hace un gesto hacia la
mesa. —Siéntate. Voy a calentar esto.
Me pongo la mano en la cadera. —Puedo calentar la comida.
Asiente. —Sé que puedes. Y si realmente quieres, puedes. Pero
parece que necesitas sentarte, y no estoy listo para irme todavía.
Da un paso y me muevo para dejar que se acerque al
microondas. Me siento en la mesa y empiezo a inquietarme. La cocina
parece aún más pequeña con King en ella. Es un hombre grande. De
espaldas a mí, aprovecho para mirarlo. Lleva unos vaqueros y una
camisa abotonada. Miro cómo le quedan los vaqueros en el trasero y
me obligo a apartar la mirada. Contrólate, Natalie.
— ¿Qué tal el trabajo? — me pregunta.
—Bien. Ocupado. ¿Y tú? ¿Cómo llevas lo de llevar un rancho y
un campamento al mismo tiempo?
Se encoge de hombros mientras saca el plato del horno y lo
acerca para dejarlo frente a mí. — ¿Dónde están los cubiertos?
Empiezo a levantarme. —Yo los traigo.
Me pone una mano en el hombro. —Está bien, yo puedo cogerlos.
Señalo al otro lado de la habitación. —El cajón junto a la estufa.
Va a buscarlo. —Llevo más de diez años dirigiendo el rancho. Y
el campamento casi el mismo tiempo. Es prácticamente lo mismo día
a día, a no ser que se nos estropee una máquina o que a un niño le
pique una abeja o algo así.
Me da el tenedor e inmediatamente me meto a ello. —Oh, esto es
bueno. — Doy otro bocado. —Vaya.
Sonríe y se echa hacia atrás en su silla. Es entonces cuando me
doy cuenta de que me lo estoy zampando. Me obligo a ir más despacio.
—Lo siento, hoy no he podido comer.
—Me gusta que lo disfrutes.
Me observa atentamente y, lentamente, doy otro bocado. Lo
mastico lentamente mientras su mirada se centra exclusivamente en

Sotelo, gracias K. Cross & Botton


mí. La habitación se siente unos diez grados más caliente. —No puedo
comer si me miras fijamente.
Se levanta y se acerca a la barra. —He traído mi postre para
comer contigo.
Deja dos platos de pastel y coge más cubiertos. — ¿Es eso...?
Me interrumpe. — ¿Pastel Blaze de manzana y canela de
Whiskey Run? Pues sí, lo es.
Ni siquiera espero el tenedor que me trae. Saco un trozo del
pastel y le doy un mordisco, gimiendo cuando los sabores golpean mi
lengua. —Oh, qué bien está.
Hace un ruido y mis ojos se encuentran con los suyos. Me
observa con una mirada acalorada, y lo siento hasta el fondo. —Uh,
gracias por esto. Es todo muy bueno.
Su voz es estrangulada mientras se sienta frente a mí. —Uh,
parece que te ha gustado.
Me sonrojo acaloradamente y miro la comida que tengo delante.
Los dos nos quedamos en silencio mientras comemos. Mi mente va a
mil por hora, y probablemente debería dejar de pensar, pero no soy
así.
— ¿Por qué haces esto, King?
—Pensé que tendrías hambre.
Sonrío y pongo los ojos en blanco. Es un hombre inteligente.
Sabe lo que quiero decir. —Bien, ¿por qué haces todo esto por Eli y
por mí?
Lame su cuchara y luego la deja sobre el plato vacío. Su otra
mano está extendida sobre la parte superior de la mesa, y juro que si
moviera mi mano un centímetro hacia la izquierda, nos tocaríamos. Él
también debe darse cuenta. Levanta la mano y espero con anticipación
a que cubra la mía con la suya. —Me gustas, Natalie. Quiero pasar
más tiempo contigo.
Me tomo un segundo, disfrutando del calor de su gran mano
sobre la mía. ¿Cómo puede un toque hacerme sentir tan protegida?

Sotelo, gracias K. Cross & Botton


Pero no importa lo bien que se sienta, no durará. Lo sé mejor que
nadie. —No es una buena idea, King.
Va a estar en desacuerdo conmigo. Puedo verlo en su cara. Pero
antes de que pueda, Eli vuelve a entrar en la cocina. King retira la
mano y sigo comiendo. — ¿Estás lista, mamá? ¿Y tú, King? ¿Quieres
quedarte a ver el Show de Andy Griffith con nosotros?
—Eli, estoy seguro de que King necesita volver al rancho. —
Asiento, dándole a King una salida. Cuanto más tiempo se sienta aquí,
más quiero que se quede. Quiero conocerlo y hablar con él. Sería tan
fácil enamorarme de él, pero sé que no puedo permitírmelo.
King coge su plato y se levanta. —En realidad, me encantaría
quedarme. No he visto eso en mucho tiempo.
Le quito el plato a King, procurando que nuestras manos no se
toquen. — Ustedes sigan y empiecen. Yo ya voy.
Eli está tan emocionado por tener un hombre en la casa que no
le da a King la oportunidad de quedarse aquí conmigo. Los oigo hablar
mientras empiezo a limpiar y a fregar los pocos platos. Necesito un
respiro. Un poco de tiempo para mí, para prepararme y ponerme en
guardia. Estoy descubriendo que con cada minuto que paso
conociendo a King, empieza a hacerse añicos.

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Capítulo 10
KING

Debería haberme ido cuando Natalie me dio la salida. Podría


haber dicho fácilmente que tenía que ir al rancho a hacer algo, pero
en lugar de eso me quedé. Así que ahora estoy sentado en el sofá con
Natalie a dos cojines de distancia y Eli desparramado en el suelo frente
a nosotros. Todo el conjunto desprende un ambiente familiar y,
sinceramente, eso debería asustarme mucho. Pero,
sorprendentemente, no lo hace. De hecho, me provoca un revuelo en
el pecho que no sé si estoy preparado para analizar todavía.
—Así que Andy Griffith, ¿eh?— Le pregunto a Natalie.
Sonríe, me mira y luego vuelve a mirar la televisión. — ¿Qué pasa
con él?
—Nada. Quiero decir, me gusta. Supongo que estoy sorprendido,
eso es todo.
Sus ojos se abren de par en par. — ¿Has visto lo que hay en la
televisión estos días? Supongo que si consigo que Eli se enganche a
esto, al menos tendrá algunas lecciones morales para él. Además,
quiero decir que es buena televisión.
Se gira hacia mí y levanta los pies en el sofá, metiéndolos debajo
de ella. Parece mucho más joven que el primer día que la conocí. Tal
vez sea la falta de maquillaje o el pelo en una larga trenza. O tal vez
sea porque ahora parece más despreocupada. — ¿Cuántos años
tienes?
Se sonroja, pero antes de que pueda responder, Eli se ríe. —Va
a cumplir treinta y un años este año. Está envejeciendo.
Intento contener la risa. — ¿Vieja? ¿Crees que treinta y uno es
viejo? Debes pensar que soy viejo.
Eli se incorpora al oír eso. — ¿Cuántos años tienes?

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—Tengo cuarenta. — le digo, y los ojos de Eli se agrandan aún
más. — ¡Vaya! Eso es viejo.
— ¡Eli!— exclama Natalie.
Me río, disfrutando cada vez más de esto. Levanto las manos. —
No pasa nada. Estoy subiendo.
Natalie me lanza una mirada mordaz. —Sabes que se supone
que no debes preguntarle a una mujer su edad, ¿verdad?
Me encojo de hombros. —Esa es la única forma en que iba a
averiguarlo.
Asiente mientras Eli se da la vuelta y empieza a ver la televisión
de nuevo. Me acerco al sofá y le paso los dedos por el hombro. Me mira
con sus grandes ojos de color avellana. — ¿Y tú? ¿Crees que cuarenta
años es una edad avanzada?
Es una pregunta cargada. Para Eli, puede parecer que estoy
preguntando algo sencillo, pero es obvio que le estoy preguntando si
cree que soy demasiado mayor para ella. Una diferencia de edad de
diez años no es enorme, no en el gran esquema de las cosas, pero no
puedo evitar preguntarme si ella siente lo mismo.
Traga saliva. —No me habría imaginado que tuvieras cuarenta
años.
Sigo frotando su hombro, agradeciendo que no se ponga tensa
ni se aparte. —No es eso lo que te he preguntado.
Parpadea y mueve lentamente la cabeza de un lado a otro. Su
voz es suave y baja. —No, no creo que sea viejo.
Dejo escapar un suspiro y me acerco, rodeando su cuello con la
mano. Sus ojos se abren de par en par y se lame los labios. Está
suplicando que la bese, pero creo que no se da cuenta. Obligo a mis
ojos a volver al televisor, pero no la suelto.
Nos sentamos durante dos episodios enteros antes de que me dé
cuenta de que la cabeza de Eli ha caído sobre la almohada en la que
está tumbado. —Está fuera. — le digo a Natalie con un movimiento de
cabeza hacia Eli.

Sotelo, gracias K. Cross & Botton


No se mueve, y yo tampoco. Tengo que levantarme temprano y,
si estuviera en casa, ya estaría durmiendo. Sin embargo, el hecho es
que no me quiero ir. He disfrutado pasando el tiempo con Natalie y
Eli.
Retiro la mano de su cuello y la pongo en el respaldo del sofá.
Las ganas de tirar de ella hacia mí son intensas, pero es obvio, por la
forma en que su espalda se ha puesto rígida, que no está preparada
para ello.
—Tengo que irme. — le digo de mala gana. Me aclaro la garganta,
queriendo ser sincero con ella pero odiando la vulnerabilidad. —Pero
no quiero hacerlo. He disfrutado con esto.
Abre la boca para decir algo y la cierra rápidamente. Se levanta
del sofá y se dirige a la puerta principal. Está de pie junto a ella,
inquieta, cuando me detengo a su lado. Cojo mi sombrero del gancho
y me quedo de pie sujetándolo contra mi pecho. Si me voy ahora, sin
ni siquiera un beso, me voy a arrepentir. Sé que lo haré. —Quiero
besarte.
Niega antes de que lo diga todo. Levanto la mano para detenerla.
—Por favor, escúchame. Necesito probar una teoría. Un beso y luego
puedes echarme de cabeza si es lo que quieres hacer.
Es curiosa, y cuando parpadea hacia mí, me acerco a ella. Es
más baja que yo y me inclino hasta que quedamos a la altura de los
ojos. — ¿Tienes una teoría? — murmura.
Asiento una vez. —La tengo. Tengo la teoría de que eres diferente.
Que un beso no va a ser suficiente. — Le aparto el pelo de la cara y le
acaricio la mejilla, acercando su rostro hasta que puedo sentir su
aliento en mi mejilla. Sus ojos se abren de par en par y su pulso se
acelera.
Sus manos se acercan a la parte delantera de mi camisa y agarra
el material entre sus dedos. —Eres demasiado para mí, King. No puedo
decirte que no.
Sonrío e inclino la cabeza hacia un lado. —No mientas, Natalie.
Ni a mí ni a ti misma. La verdad es que puedes decirme que no, pero
no quieres.

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Gime y parece sorprendida al escucharlo. Apoya su cabeza en mi
mano, y presiono mi pulgar sobre su labio inferior. Lo rozo
sensualmente. —Pero la cosa es así. No soy ese hombre. No voy a
tomar algo solo porque lo quiero. Y aunque me hago una idea de lo
que sientes ahora mismo, necesito oírte decirlo.
Suena sin aliento y se inclina hacia mi cuerpo. — ¿Oírme decir
qué?
Dejo de acariciar su labio y busco su rostro. —Qué quieres que
te bese.
Respira profundamente y juro que puedo sentir sus pezones
fruncidos rozando mi pecho. —Quiero un beso, King. Pero eso es todo
lo que puedo ofrecer.
No estoy de humor para discutir con ella, así que me inclino y
aprieto mis labios contra los suyos. Al contacto, puedo sentirlo. Todo
mi cuerpo parece hincharse y profundizo el beso mientras la estrecho.
He planeado un simple beso, solo un sabor de ella, pero no hay manera
de que eso sea suficiente. Me ensaño con sus labios y, cuando abre la
boca, mi lengua se adentra en su dulzura. Besar a Natalie no es nada
de lo que había imaginado. En cuanto la vi, supe que me atraía, pero
no sabía que besarla sería como una explosión.
Me obligo a apartarme. Tiene los labios hinchados, el pelo en
distintas direcciones y los ojos vidriosos. Parece como si la hubieran
besado a fondo, y la necesidad de hacerlo de nuevo me consume.
Doy un paso atrás mientras ella deja caer las manos a los lados.
Me mira con la boca abierta y estoy seguro de que tengo la misma cara
de sorpresa. —Tengo que irme antes de que haga algo para lo que no
estás preparada.
Eso parece despertarla, y sacude la cabeza. —King, no puedo...
No sé cuánto tiempo estaré en Whiskey Valley.
Abro la puerta principal y la atravieso. Ella está de pie junto a la
puerta abierta, aferrándose a ella como si fuera un salvavidas. La
necesidad de tomarla en mis brazos y hacerle prometer que no se irá
es abrumadora.
—Natalie, cariño, ese beso ha demostrado mi teoría. Sabía que
una vez no sería suficiente.

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Pero ella no quiere oírlo. —No, no lo entiendes. Hay... cosas que
no sabes de mí. No puedo prometer nada. Podría irme dentro de un
mes, la semana que viene... podría irme mañana. Simplemente no lo
sé.
La idea de que se vaya de repente y no poder encontrarla me
revuelve el estómago. Me había dicho que no volviera a tocarla, pero
la alcanzo, le agarro la barbilla y la obligo a mirarme. —Prométeme
que no te irás sin decírmelo antes.
Niega. —King, no puedo...
—No. Eso no va a funcionar. Prométeme que no te irás de
Whiskey Valley sin hablar conmigo primero. — insisto casi con enfado.
No estoy acostumbrado a que me digan que no, pero esto parece más
importante que cualquier cosa que haya pedido antes.
Parece que se lo piensa y finalmente me responde. —No puedo
prometerte eso, King. Lo siento, pero si pasa algo y tengo que irme, no
tendré otra opción.
—Joder. — murmuro. Ahora es lo único en lo que pienso: en ese
beso y en que en cualquier momento podría irse. Sé que está ocultando
algo, y probablemente por eso no puede hacer ninguna promesa.
Ahora estoy aún más decidido a conocer todos sus secretos.
—Voy a demostrar que puedes confiar en mí, Nat.
Se ve dudosa pero no está en desacuerdo. —Te veré mañana. —
le digo y me alejo antes de detenerme a unos metros. Me vuelvo hacia
ella, y está de pie en el mismo sitio, observándome. —Entra y cierra la
puerta, Nat.
Pone los ojos en blanco. —Soy una mujer adulta...
Asiento y dejo que mi mirada recorra su cuerpo de arriba abajo.
—No hay duda de eso, cariño. Solo necesito saber que estás a salvo
antes de irme de aquí.
Entra en su apartamento y saluda con la mano antes de cerrar
la puerta. Espero a oír el cierre de la puerta antes de correr hacia mi
camioneta. Una cosa es segura: voy a hacer todo lo que esté en mi
mano para mantener a Nat y a su hijo en Whiskey Valley.

Sotelo, gracias K. Cross & Botton


Capítulo 11
NATALIE

He dado vueltas en la cama toda la noche pensando en ese beso.


Un beso y ya me ha puesto patas arriba y al revés. Una parte de mí
quiere huir lo más lejos posible de Whiskey Valley. Sé de lo que son
capaces los hombres. Creía que conocía a mi ex marido hasta la
primera vez que me puso la mano encima, y entonces me di cuenta de
que no lo conocía en absoluto. Y eso es lo que llevo conmigo todo el
camino hasta Double B Ranch para dejar a Eli a la mañana siguiente.
Estaciono y Eli me abraza y se baja. King está de pie junto a mi
auto con una taza de viaje y un muffin. Bajo la ventanilla y lo miro
fijamente. Es grande, muy grande, pero su tamaño no me intimida. Es
la forma en que me mira. Casi como si pudiera devorarme en un
instante. —Hola. — le digo tímidamente.
Se inclina sobre mi puerta y me da la taza y el muffin. —Aquí
tienes.
Los cojo instintivamente. — ¿Para qué es esto?
Se encoge de hombros. —Pensé que te gustaría. Paulina hizo el
café. Dijo que no te gustaría mi café negro, así que es una especie de
tostado con una crema de caramelo. Y el muffin es de plátano y
nueces... no tienes alergia a los frutos secos, ¿verdad?
Sacudo la cabeza. —Paulina... es tu... — Hago una pausa,
esperando a que termine.
Abre la boca, hace una pausa y luego, con una sonrisa de
satisfacción, dice: —Termina la frase.
Siento que se me calienta la cara. — ¿Es Paulina, uh, tu amiga?
Parece satisfecho de sí mismo y me rodea el hombro con un
apretón. —Amiga, ¿eh? Bueno, sí, es mi amiga. Pero también es mi
ama de llaves y cocina. Sin embargo, no le digas que he dicho eso. Es
más bien parte de la familia.

Sotelo, gracias K. Cross & Botton


Asiento, haciendo lo posible por parecer inocente, pero él no se
lo cree.
—Por un momento estuviste celosa, ¿no?
—No estaba celosa. Te dije anoche que no puedo involucrarme.
Ni siquiera reconoce que he dicho algo. Se inclina y me sorprende
cuando presiona sus labios contra los míos. Es rápido, nada que ver
con el beso de anoche, pero sigue siendo bueno. Se separa demasiado
rápido. Con un guiño, dice: —Que tengas un buen día.
Se aleja antes de que me acuerde de agradecerle el café y el
muffin. Me saluda con la mano. —Cuando quieras, cariño.
Me alejo y pienso en él durante todo el camino a la ciudad. Ojalá
las cosas pudieran ser diferentes, pero sé que no pueden serlo. Tengo
que estar preparada para irme en un instante. Mi ex no sabe dónde
estoy, al menos no creo que lo sepa. Pero eso podría cambiar en un
momento.
Entro al trabajo e inmediatamente me pongo a limpiar las mesas
y a prepararme para la hora punta del desayuno que sé que vendrá.
Eso mantiene mi mente ocupada, y no es hasta media mañana cuando
todo parece detenerse de forma alarmante.
Hay algunas mujeres que reconozco de la escuela. Son
Jacqueline y sus amigas. Siempre han sido bastante amables, pero
siento que probablemente hablan de mí a mis espaldas. — ¿Qué puedo
ofrecerles?— Les pregunto, un poco sorprendida de que estén
comiendo aquí en el restaurante. Parecen más del tipo que se salta el
desayuno por un batido de proteínas o algo así, pero qué sé yo.
Jacqueline empieza. —Todos estamos tomando agua, y para
comer tendremos huevos pasados, aguacate y una rodaja de tomate.
Me quedo mirando y espero a que continúe. — ¿Quieres
pancakes, papas o tostadas con eso?
Frunce la nariz. —Eh, no... Gracias.
Asiento y doy un golpecito con el bolígrafo en el bloc de notas. —
Así que tres aguas, y tres órdenes de huevos pasados, aguacate y
tomate.

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Miro a las demás mujeres, esperando que una de ellas añada
algo, pero todas se limitan a asentir.
Asiento. —Bien, de acuerdo. Saldrá en un santiamén.
Me doy la vuelta para irme, pero Jacqueline me detiene. —
Natalie, ¿puedo preguntarte algo?
Solo por el tono dulce y bajo de su voz, me pongo en alerta. —
Eh, claro.
Me sonríe. —He oído que Elijah estuvo ayer con King Bryant y
que su camioneta estuvo en la puerta de tu apartamento hasta tarde
anoche.
Miro a las tres mujeres y todas me observan con atención.
Definitivamente, Whiskey Valley es un pueblo pequeño, y ni siquiera
pensé que alguien fuera a chismear sobre mí. —Uh, sí, tuve que
trabajar un doble y King... Quiero decir, el Sr. Bryant me lo trajo a
casa.
Todos asienten y parecen inclinarse hacia mí como si lo que
dijera fuera algo realmente jugoso. Puedo sentir cómo se me calienta
la cara solo de pensar en el beso que me dio anoche. Y aunque estas
mujeres están siendo definitivamente entrometidas y no les debo
nada, sigo sin querer que la gente cotillee sobre mí.
Voy a alejarme cuando Jacqueline se acerca a mí. Su mano se
dirige a mi muñeca, manteniéndome junto a la mesa. No hagas una
escena, Nat. Necesitas este trabajo. Me giro con una sonrisa en la cara. —
¿Hay algo más?
Jacqueline se inclina hacia delante y susurra en voz alta: —Sé
que eres nueva en la ciudad, así que siento que debo advertirte sobre
King. Es conocido en la ciudad como un jugador. Se me insinúa,
sabiendo que estoy casada. Es rico, y puede tener cualquier mujer que
quiera. Tiene que hacerlo, me temo.
Intento controlar mi expresión y no reaccionar, pero no debo
hacerlo bien porque noto que mi estómago cae en picado y que se me
va el color de la cara. —Oh, no pasa nada...

Sotelo, gracias K. Cross & Botton


Empiezo a decirle que no pasa nada, pero me interrumpe. —Y
bueno, estoy segura de que sabes cómo son los chismes... No querrás
que la gente de Whiskey Valley se haga una idea equivocada de ti...
Tartamudeo un “gracias” antes de alejarme y entrar en la cocina.
Son solo unos pocos pasos hasta la parte de atrás, pero cuando llego
ahí ya estoy respirando como si hubiera corrido una milla. Un beso y
ya quería más. Maldita sea, debería haberlo sabido.
El resto de la tarde trabajo a base de pura adrenalina. Termino
con el trabajo un poco antes, paso por la tienda de comestibles y luego
me dirijo a recoger a Eli, rezando durante todo el camino para no ver
a King. Ni siquiera creo que pueda mirarlo a la cara ahora.
Cuando llego al rancho, Eli se inclina para hablarme a través de
la ventana abierta. —King ha tenido que ir a revisar una valla, pero
quería que te pidiera que te quedaras hasta que volviera.
Señalo la parte de atrás. —Tengo que meter comida en la nevera.
Hablaré con él mañana.
—Pero mamá. — empieza Eli, y ya me inclino para abrir la
puerta.

—Sin, pero mamá. Entra, tenemos que irnos.


Eli entra y le hago empezar a hablar de su día. Le sigue
encantando, y es difícil creer que el campamento terminará en unos
pocos días más. Puedo decir que lo va a echar de menos.
— ¿Huh, mamá?
Sacudo la cabeza. —Perdona, ¿qué has dicho?
—He dicho que qué hay para cenar. Me muero de hambre.
Me resisto a poner los ojos en blanco. Siempre está hambriento.
—Macarrones con hamburguesa.
Eli arruga la nariz. —Aww, mamá. Vamos a pedir una pizza. Yo
pagaré.
No puedo evitarlo. Me río. — ¿Pagarás? ¿Con qué?
Saca dinero del bolsillo. —King me ha pagado.

Sotelo, gracias K. Cross & Botton


Casi me desvío de la carretera mirando el dinero en la mano de
mi hijo. — ¿Te ha pagado? ¿Por qué?
Eli pone la mano en el salpicadero como si se estabilizara. —Por
trabajar. Llego casi dos horas antes que los demás y trabajo limpiando
establos y dando de comer a los caballos.
—Eli, ya está pagando por tu lugar en el campamento. No sé...
— Dejo que mi voz se interrumpa cuando veo la expresión de su cara.
Parece tan decepcionado. Hace un momento estaba tan feliz y lleno de
orgullo. No puedo arruinar esto para él. No puedo.
— ¿Qué tal una pizza congelada? La compré en la tienda.
Sus ojos se iluminan de nuevo. — ¡Yum! Eso suena muy bien,
mamá.
Comienza a hablar alegremente del rancho de nuevo. Cada dos
palabras es King esto y King aquello. El único momento de
tranquilidad que tengo es cuando él está en la ducha mientras se
hornea la pizza. Le envío un mensaje a King. Gracias de nuevo por la
beca, pero no somos un caso de caridad. No deberías haber pagado a Eli.
Espero a que responda. Eli y yo comemos, pero a mí me sabe a
cartón. Este día ha sido demasiado, y daría cualquier cosa por
ducharme e irme a la cama.
Suena el timbre y al instante Eli se levanta. Contengo la
respiración, pensando que podría ser King y odiándome a mí misma
por tener la esperanza de que sea él. Es un jugador, me recuerdo.
Eli vuelve corriendo con el vecino. —Hay un partido de los
playoffs en el parque. ¿Puedo ir a verlo? ¿Por favor, mamá? Me quedaré
en el parque, no hablaré con extraños y volveré antes de que
anochezca.
Quiero decir que no. Quiero que se quede aquí, donde está
seguro, pero también sé que no puedo asfixiarlo. El parque está
literalmente al otro lado de la calle, y puedo verlo desde la puerta
principal. —Bien. Pórtate bien y vuelve antes de que anochezca. —
Apenas consigo decir la frase antes de que salga corriendo con su
amigo. Oigo cómo se abre la puerta principal. —Te quiero, mamá. —
Y un instante después la puerta se cierra de golpe.

Sotelo, gracias K. Cross & Botton


Pasan solo unos minutos y llaman a la puerta. Asumiendo que
Eli olvidó algo, lo abro sin mirar por la mirilla. Al instante me
arrepiento porque necesitaba prepararme antes de volver a ver a King
Bryant.

Sotelo, gracias K. Cross & Botton


Capítulo 12
KING

Cuando volví al granero, todos los campistas se habían ido,


incluido Eli. Había cogido el teléfono para llamar a Natalie cuando me
llegó un mensaje suyo. Era corto, y cuando terminó diciéndome que
no es un caso de caridad, supe inmediatamente que tenía que ir a
verla. Ella es independiente y sé que probablemente le molestó que le
pagara a Eli, pero sabía que si le explicaba lo entendería. Además,
sinceramente, después de pensar en ella todo el día, no me importaría
pasar otra noche viendo la televisión con ella y Eli y, con suerte, otro
beso de Nat.
Me ducho, cojo un sándwich de la cocina y me dirijo a la ciudad.
Justo cuando estoy llegando, Eli y otro chico pasan por el
estacionamiento. —Hola, Eli. ¿A dónde vas?
Señala al otro lado de la calle. —Al parque a ver un partido de
béisbol. ¿Quieres venir?
Le doy una palmadita en la espalda. —Me encanta el béisbol,
pero tengo que hablar con tu madre, ¿de acuerdo? Quizá la próxima
vez.
Asiente, y lo observo a él y a su amigo mientras cruza la calle
antes de subir las escaleras del edificio de apartamentos.
Llamo a la puerta y me alejo, esperando ver a Nat de nuevo.
Parece que ha pasado una eternidad.
Sonrío cuando se abre la puerta, pero en cuanto veo el ceño
fruncido en su cara, mi sonrisa se cae. —Hola, Nat.
Se pone recta, bloqueando la puerta, y se limita a levantar la
barbilla hacia mí. Si su falta de saludo no es una pista, la forma en
que me mira es un buen indicio de lo enojada que está.
—Estás enojada. ¿Me dejas explicarte?

Sotelo, gracias K. Cross & Botton


Sigue sin responder; solo se encoge de hombros, así que
continúo. —Eli se ha ganado cada parte de ese dinero. Trabaja dos
horas cada mañana antes de que empiece el campamento. Diablos,
hace más trabajo que algunas de nuestras manos en un día entero.
Es un gran trabajador y solo quería pagarle lo que se le debe. — Trago
saliva porque no se ablanda en absoluto. Sigue mirando fijamente. —
Sigues enojada. Mira, Nat, no creo que Eli o tú sean un caso de
caridad. — Me estremezco solo con decirlo.
Se levanta más, echando los hombros hacia atrás pero sin abrir
más la puerta. —De acuerdo.
Pongo las manos en las caderas. — ¿De acuerdo?
Asiente. —De acuerdo. ¿Hay algo más?
Bueno, diablos. Juro que nunca he tenido que esforzarme tanto
para hablar con una mujer en mi vida, pero sé que ella lo vale.
Obviamente, hay algo más aquí. —Sí, ¿me vas a dejar entrar?
Aprieta su mano en la puerta, y la indecisión cruza su cara. Abre
la puerta pero solo para poder salir al balcón. —Mira, King. Te
agradezco todo lo que has hecho por nosotros, de verdad. Pero esto —
hace un gesto entre los dos—. No va a suceder. No va a funcionar.
—Mira, cariño, si tienes miedo... Yo también lo tengo... —
Honestamente, estoy muy asustado, pero probablemente no por la
misma razón. Ahora mismo, tengo miedo de perderla cuando acabo de
encontrarla.
Sacude la cabeza. —No, no tengo miedo. Maldita sea, King. Me
vas a obligar a decirlo, ¿no?
Cruzo los brazos sobre el pecho. —Sí, porque no tengo ni idea de
lo que estás hablando.
Se apoya en su puerta cerrada y me mira, buscando mis ojos. —
Lo sé. He oído hablar de la clase de hombre que eres. Dicen que utilizas
a las mujeres... que eres un... — Aprieta los ojos y termina: —un
jugador.
Mis manos se cierran en puños a mis costados. — ¿Un jugador?
¿Eso es lo que piensas de mí?

Sotelo, gracias K. Cross & Botton


Levanta una mano, señalando en dirección a la ciudad. —Eso es
lo que dijeron y mira, soy nueva aquí. No necesito que mi reputación
se haga pedazos porque me gustas.
Aprieto los dientes. Hay tantas cosas que quiero decir ahora
mismo y apenas las retengo. — ¿Quién? ¿Quién te ha dicho esto?,
Porque seré honesto contigo, no tienen ni idea de lo que están
hablando.
—Fue Jacqueline... ella dijo que incluso te le insinuaste.
Respiro profundamente y cuento hasta diez. Todavía esa mujer
me está causando un infierno. —Está casada. ¿Realmente crees que
coquetearía con una mujer casada?
La miro fijamente y se le nota en la cara. Puede que no quiera,
pero lo cree. Doy un paso hacia ella. — ¿Tu amiga te ha dicho que no
estoy interesado en ella? Supongo que ha omitido la parte de que la
rechazo una y otra vez porque no solo está casada, sino que no me
interesa lo más mínimo. No, ella no te diría eso porque no quiere que
encuentre a alguien. Estoy seguro de que está por todo Whiskey Valley
que mostré algo de interés en ti, y está nerviosa porque no muestro
interés en las mujeres, y punto. En el pasado, todo giraba en torno a
la cantidad de dinero que ganaba... eso es todo lo que alguien quiere
de mí.
Por primera vez desde que llegó a la puerta, parece insegura. —
Yo no... no quiero tu dinero.
—Sí, pero cariño, tampoco me quieres a mí.
Me doy la vuelta para alejarme y ella me coge del brazo. Es la
primera vez que me toca por su cuenta, y desearía que fuera en otras
circunstancias. —Espera, King...
Cierro los ojos, saboreando su tacto. No tiene ni idea de lo que
siento por ella, y no creo que lo crea a estas alturas. Miro al suelo,
porque no puedo mirarla. —Tenías razón en una cosa, Nat. Esto no va
a funcionar.
Me zafé de su agarre y me acerqué a los escalones. — ¿Qué pasa
con Eli? ¿Debo dejar de llevarlo al campamento?

Sotelo, gracias K. Cross & Botton


Es como un puñetazo en el estómago. Levanto la cabeza para
mirarla y hace una mueca de dolor. Estoy seguro de que ve el dolor en
mi cara porque ni siquiera voy a intentar contenerlo. No puedo. —Si
tienes que preguntarme eso, es que no me conoces en absoluto,
Natalie. Veré a Eli por la mañana.
Sus brazos rodean su cuerpo, e incluso ahora, con lo enojado
que estoy, quiero consolarla. Me alejo con un gran agujero en el
corazón, preguntándome por qué pensé que esta vez sería diferente.
Obviamente, estoy destinado a ser un ranchero y eso es todo porque
no tengo el corazón para el resto de esta mierda.

Sotelo, gracias K. Cross & Botton


Capítulo 13
NATALIE

Estuve molesta toda la noche. Le hice daño. Sé que lo hice.


Estuve a punto de enviarle cientos de mensajes de texto, pero al final,
sabía que el daño estaba hecho. Quiero creerle tanto, pero tenía razón
cuando dijo que estaba asustada.
Lo busqué esta mañana cuando dejé a Eli en el campamento.
Hoy no trabajo, y lo dejé cuando el campamento estaba empezando.
King no estaba en ninguna parte. Cuando he vuelto a la ciudad, he
limpiado el apartamento y, a media tarde, he cogido mi esterilla de
yoga y una toalla y he ido al parque. Hay una clase de yoga en el
parque, y si tengo un día libre, hago lo posible por ir.
Saludo a algunas madres que reconozco del colegio y me
acomodo en la clase. A medida que avanzo en las posturas y los
estiramientos, noto que la tensión de mis hombros empieza a aflojarse.
Intento despejar mi mente, pero es casi imposible porque solo puedo
pensar en King. Sé que le debo una disculpa.
Trabajo durante toda la clase y, al final, estoy empapada de
sudor. Me estoy limpiando con una toalla y enrollando la esterilla
cuando oigo a las otras madres. Están a mi lado, así que cuando me
levanto, es como si me incluyeran automáticamente en la
conversación. — ¿Podemos contar contigo como voluntaria en la feria
de la semana que viene, Natalie?
Con mi esterilla bajo el brazo, asiento. —Sí. Por supuesto. — les
aseguro a pesar de que Eli estaba hablando el otro día de que ni
siquiera quería ir a la feria porque es muy infantil. Uf, mi hijo se me
hace mayor.
— ¿Crees que los hermanos Bryant estarán ahí?
Intento mantener una expresión facial clara mientras miro a las
otras madres. Desde mi interacción con Jacqueline ayer, ahora estoy
en guardia preguntándome cuál es el ángulo.

Sotelo, gracias K. Cross & Botton


Janice, una mujer muy dulce con la que he sido voluntaria
antes, dice: —Hombre, eso espero. Merece la pena el precio de la
entrada solo por verlos.
Todas se ríen antes de que Janice me ponga la mano en el brazo.
—Eli irá al campamento Bryant Ranch, ¿no? Qué suerte, seguro que
podrá ver a todos los hermanos.
Me sonrojo. —Sí, bueno, a Eli le dieron una beca para ir. Le está
encantando. — digo, sin comentar nada sobre los hermanos.
Amy, una que reconocí de la Asociación de Padres de Alumnos,
dice: — ¿Sabes que King dona todas las cuotas del campamento a la
escuela? Básicamente, dirige el campamento del rancho y no obtiene
ningún beneficio de él.
Janice comenta: —Realmente es un buen tipo.
Mi cabeza se mueve de un lado a otro entre las mujeres, tratando
de seguir el ritmo.
Los ojos de Amy se agrandan mucho, y rebota en los dedos de
los pies con entusiasmo. — ¿Tienes idea de cuánto dinero podríamos
ganar si hiciéramos una cabina de besos y tuviéramos a King Bryant
-o a cualquier hermano, en realidad- como voluntario? Ganaríamos
miles.
Janice y la otra madre, cuyo nombre no recuerdo, asienten antes
de que la nariz de Janice se enrosque en señal de desaprobación. —
Jacqueline probablemente pujaría por todo el rancho McCoy para
enganchar a King.
Odio los chismes, pero no puedo evitar entrometerme. — ¿A
Jacqueline le gusta King...? Quiero decir, el Sr. Bryant.
Amy se encoge de hombros. —Gustar no es una palabra lo
suficientemente fuerte. Más bien acecha.
Janice asiente. —Es triste realmente, y con ella casada. Pero
King no quiere saber nada de eso. Fue horrible en el gran baile del año
pasado. Jacqueline estaba borracha y se ensañó con King. Sin
embargo, él no lo tenía. Lo siento por su marido. Escuché que
finalmente está pidiendo el divorcio.

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Continúan, pero yo me pierdo en mis pensamientos. Si antes me
sentía culpable, ahora me siento aún peor. En todo momento, King ha
sido amable conmigo. La beca, dejarme dejar a Eli dos horas antes,
traer a Eli a la ciudad para que yo pudiera trabajar y Eli no se perdiera
el campamento... ese beso. Dios mío, ¿qué he hecho?
—Tengo que irme. — les digo. Nos despedimos todas y cruzo la
calle hasta el complejo de apartamentos y subo corriendo las
escaleras. Me doy una ducha de cinco minutos y, en veinte minutos,
vuelvo a salir por la puerta. Debería haberme secado el pelo o haberme
maquillado al menos, pero no lo he hecho. Tengo que disculparme con
King y rezar para que me perdone.
Durante todo el camino hasta el rancho, pienso en lo que voy a
decir, y cuando entro en el largo camino de tierra, siento las mariposas
en el estómago. Estoy tan nerviosa que parece que la clase de yoga de
antes ha sido inútil, porque vuelvo a tener nudos.
Salgo del coche y empiezo a caminar hacia el granero. Eli me ve
y corre hacia mí. — ¡Hola, mamá! — dice. — ¿Tengo que irme?
Sacudo la cabeza. —No, tenía que hablar con King de algo.
Señala al otro lado del granero. —Creo que está en el corral. Voy
a volver a descargar el pienso.
Asiento, pero no me presta atención. Observo cómo se acerca a
la parte trasera de un camión donde otros chicos están descargando
grandes sacos de pienso y llevándolos al granero.
Cuando desaparece adentro, respiro profundamente. No puedo
posponerlo más. Me dirijo al corral y casi al instante veo a King
apoyado en una valla. Hay hombres dentro de la pista trabajando con
un caballo, pero toda mi atención se centra en King. Puedo decir el
momento en que se da cuenta de que alguien se acerca porque su
espalda se endereza. Contengo la respiración y espero que se dé la
vuelta, pero no lo hace.

Depende de ti, Nat.


Respiro profundamente, me acerco a la valla y me apoyo en ella
junto a él. Siento su mirada sobre mí, pero cuando me vuelvo para
mirarlo, sigue observando al caballo en el centro del círculo.

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— ¿Está todo bien?— Lo pregunta casi de mala gana, y eso me
hace sentir aún peor. Sigue enojado, pero está preocupado por mí,
preguntándome si estoy bien. He metido la pata hasta el fondo.
Me giro para mirarlo, deseando que me mire. —Sí, todo está bien.
He venido a pedirte disculpas.
Asiente. —Estás perdonada.
Espero sentir alivio, pero no lo siento. Sigue sin mirarme y,
aunque lo haya dicho, quiero más. Quiero que grite, se enoje o lo que
sea. No soporto esta respuesta tranquila.
Alargo la mano y le toco el brazo. —Lo digo en serio, King. Lo
siento de verdad.
Mira mi mano y me mira fijamente durante un minuto completo.
—Estás perdonada, Natalie.
Retira su brazo y comienza a alejarse de mí, y mi corazón galopa
en mi pecho. No puedo dejar que esto termine así. No puedo.

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Capítulo 14
KING

— ¡Espera!— Nat dice, pero sigo adelante. Me demolió anoche, y


no estoy preparado para esto.
— ¡King! Para... por favor. — Ya sea el sonido de mi nombre en
sus labios o el por favor, dejo de moverme y me doy la vuelta.
Abre la boca, pero no sale nada. Es como si buscara algo que
decir, pero le ahorro el tiempo y levanto las manos. —Está bien,
Natalie. Te perdono. No tenemos que volver a hablar de todo esto.
Sacude la cabeza y camina hacia mí. Se detiene justo en frente
de mí, y su mano va a mi pecho. Sé que puede sentir el fuerte golpe
de mi corazón bajo su palma. Es así cada vez que está cerca de mí. —
Siento haber dejado que esa mujer me afectara. Tenías razón cuando
dijiste que estaba asustada. Mi ex-marido realmente me hizo un
número, y era más fácil creer que eras un jugador. Es difícil para mí
confiar y bueno... No quiero que me hagan daño... no por ti.
Pongo mi mano sobre la suya y la aprieto contra mi pecho. Me
está diciendo la verdad. Puedo ver la sinceridad en sus ojos. — ¿Vas a
dar un paseo conmigo?
Empieza a retroceder, pero no la dejo ir muy lejos. —Nunca he
montado a caballo.
Cualquier otro día, me tomaría el tiempo de mostrarle los
caballos y enseñarle a montar, pero en este momento, solo quiero
salirme con la mía para que podamos hablar. —Podemos ir en el side-
by-side
Finalmente, sonríe. —Me gustaría.
La cojo de la mano, la llevo a la parte trasera del establo y la
ayudo a subir a un side-by-side. Me subo, ignorando las miradas de
mis hermanos. Andamos en silencio, excepto cuando le señalo algo.

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Cuando llegamos al arroyo, me detengo cerca de un gran árbol que da
sombra.
— ¿Qué río es ese? — pregunta.
Me río y sacudo la cabeza. — Es Whiskey Creek.
Sacude la cabeza. —Nunca me acostumbraré a él. En casa esto
sería un río, aquí es un arroyo. Es demasiado grande para ser un
arroyo.
Saco una manta de la parte de atrás y la tiendo bajo el árbol. El
sol nos pega de lleno, y al menos el árbol nos ayuda a resguardarnos
del calor.
Cuando se sienta, me siento a su lado. No lo dudo porque hay
cosas que necesito saber sobre Nat y Eli, y ya lo he aplazado bastante.
—Háblame de tu ex marido.
Se estremece. —Créeme, no quieres saberlo. No es una historia
bonita.
La agarro de la mano y la acerco a mí. —Necesito saberlo, Nat.
Se apoya en mi hombro. Me gustaría poder ver su cara, pero si
es más fácil decírmelo sin mirarme, lo acepto. Su voz es suave y baja.
—Me casé con él cuando tenía dieciocho años y estaba embarazada de
Eli. Al principio se portó bien conmigo, pero todo pareció cambiar.
Primero, solo comentarios groseros, luego celos. Pensé en divorciarme
de él durante años, pero pensé que debía aguantar por el bien de Eli.
Un niño necesita a su padre y todo eso. — Suena disgustada mientras
continúa. —De todos modos, me pegó por primera vez cuando Eli tenía
seis años. Ojalá pudiera decir que lo dejé en ese momento, pero no lo
hice.
Me tenso junto a ella y trato de obligarme a no reaccionar. Voy a
matar al hijo de puta. —Continúa. — le gruño.
—Lloró y se disculpó, y lo perdoné. Al menos hasta la segunda
vez. Entonces lo dejé y me divorcié de él. Por desgracia, su familia es
bastante acomodada en casa y no pude luchar cuando quiso la
custodia parcial. Lo bueno de esto fue que desapareció. Estuvo fuera
casi cinco años. Luego apareció el año pasado, y tuve que dejar que

Sotelo, gracias K. Cross & Botton


Eli lo visitara. No tenía otra opción. Nunca le hizo daño a Eli, así que
pensé que estaría bien.
Aprieto los ojos con fuerza, sabiendo ya lo que viene a
continuación. — ¿Pero no lo estaba?
Sacude su cabeza contra mi hombro. —No, no lo estaba.
Después de un fin de semana con su padre, Eli llegó a casa y estuvo
muy callado. Al final le saqué que su padre le había pegado por dejar
la leche fuera de la nevera. Tenía una costilla rota y los peores
moretones. Hice fotos y llevé a Eli a la comisaría, pero de alguna
manera mi ex hizo que todo se olvidara. Aun así, me exigió que le
dejara ver a Eli.
Se sienta y me mira. —No pude hacerlo, King. No podía obligarlo
a ir ahí. Esa noche, retiré todos mis ahorros y nos fuimos en medio de
la noche. Atravesamos el país, y así es como terminé aquí en Whiskey
Valley. Sé que un padre tiene derechos...
La interrumpo. —No era un padre, Nat. Un padre no abandona
a su hijo... no le hace daño.
Le pongo las manos en los hombros y la aprieto. — ¿Cómo se
llama?
Al instante empieza a negar. —No. No quiero que hagas nada,
King.
Llevo una mano a su nuca y la obligo a mirarme. Busco en sus
ojos. — ¿Confías en mí?
No duda. —Sí, confío, King. No quería hacerlo, pero lo hago.
Me inclino más hacia ella. —Entonces confía en mí con esto. No
dejaré que les pase nada a ti y a Eli.
—No sabes... — empieza, negando.
Me inclino y aprieto mi frente contra la suya. —Sí lo sé. No dejaré
que nada te haga daño de nuevo, Nat. Te lo prometo.
Su mano se acerca a un lado de mi cara y me acaricia la mejilla.
—Oh, King, ¿cómo podría creer a Jacqueline? No te pareces en nada
a lo que ella dijo. Lo siento mucho.

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La atraigo a mi regazo y la acomodo de lado. Sostengo su cara
entre mis manos. — ¿Puedo besarte, Nat?
Asiente, y la acerco mientras poso mis labios sobre los suyos. La
misma sensación que tuve con nuestro último beso me consume.
Antes no podía explicarlo, pero ahora sí. Besar a Natalie es como estar
en casa. Es una sensación de comodidad y asombro, y no es algo que
quiera perder. Se mueve en mi regazo, y no hay duda de que siente la
dura presión de mi polla en su trasero. Gira sus caderas y gimo. Mis
manos están en la parte inferior de su pecho, y no quiero presionarla,
pero subo la mano y acaricio su pecho grande y suave, pasando el
dedo por su firme pico.
Gime y yo aprovecho para profundizar el beso. Su espalda se
arquea, apretándose más contra mí. Nada me gustaría más que
tumbarla de nuevo en la manta y hacerle el amor. Quiero borrar todos
sus malos recuerdos y llenarlos de buenos, pero sé que para ello
necesita un nuevo comienzo. Necesita saber que puede confiar en mí,
y que yo la saque a la luz después de que se haya disculpado no es la
forma de hacerlo.
Es difícil... pero me obligo a retirarme. —Nat.
Mira con ojos entrecerrados. Le levanto la barbilla. — ¿Cómo se
llama?
—No es un hombre agradable, King.
Sacudo la cabeza. Ella no tiene ni idea. Soy amable hasta que
alguien se mete con lo que es mío. —Yo tampoco lo soy.
—Sí, lo eres.
La muevo sobre mi regazo. —Deja de dar rodeos. ¿Cómo se llama
y de dónde eres?
Respira profundamente. —Brad Jones. Baskins Creek, Texas.
Brad Jones. No tiene ni idea de lo que le espera, pero está a
punto de sentir la ira de un King.

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Capítulo 15
NATALIE

Quería sentarme bajo la sombra del árbol y besar un poco más,


pero King tenía otras ideas. Me llevó por el rancho, señalando el
ganado de Santa Gertrudis y los caballos y presentándome a los
vaqueros con los que nos cruzamos. Me presenta como la madre de
Eli, y parece que todo el mundo tiene algo bueno que decir sobre mi
hijo. Estoy muy orgullosa del duro trabajo que ha realizado. Tendré
que asegurarme de decírselo.
Cuando volvemos a pasar por el granero, me entristece que se
haya acabado. Esto es lo más despreocupada que he estado en mucho
tiempo. No sé si es el rancho o King, pero me encanta la sensación de
estar con él aquí.
—Bueno, gracias por todo. Voy a recoger a Eli y me voy a casa.
Antes de que pueda alejarme, me coge de la mano tirando de mí
en dirección contraria. —Quiero que tú y Eli se queden a cenar.
Quiero hacerlo, pero niego. —Es casi la hora de la cena. A
Paulina no le gustará que aparezcamos sin más...
Me detiene. —Confía en mí, le encantará, y siempre hay mucho.
Por favor.
No puedo negarle, así que cuando acepto, me arrastra hacia la
casa principal. Saca su teléfono del bolsillo. —Oye. Haz que Eli suba
a la casa cuando termine.
Debe obtener la respuesta que quiere porque cuelga justo
cuando subimos al porche. La casa es enorme, con un gran porche
envolvente. Sé que mis ojos son grandes como platos cuando entro.
Sabía que sería bonita, pero es mucho más elegante de lo que
esperaba. Empiezo a tirarme del pelo y entonces recuerdo que llevo
una camiseta y unos pantalones de yoga sin maquillaje. —Sabes, tal
vez deberíamos hacer esto en otro momento. No estoy realmente
vestida para la cena.

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Se ríe y tira de mí hacia él. —De ninguna manera. Estás preciosa,
Nat. No voy a dejar que te vayas ahora.
Miro hacia lo que supongo que es la cocina cuando oigo el sonido
de sartenes golpeando. — ¿Seguro que está bien? Tal vez deberías
preguntar...
— ¿Se queda a cenar?— La voz de la mujer me interrumpe, y me
giro para ver a una mujer de unos cincuenta y tantos años que me
mira esperanzada.
—Sí. Paulina, ella es Nat. Ella y Eli se quedan a cenar.
—Si le parece bien. — termino por él.
Mira entre King y yo. — ¿Bien? ¿Me estás tomando el pelo? Estos
patanes necesitan una mujer en la mesa. Ya me imagino sus
conversaciones. Oh, y si Eli viene, voy a hacer una tanda de galletas
con chispas de chocolate para la cena.
—Oh no, no tienes que hacer... — Pero ni siquiera me sale.
Paulina ya está de regreso en la cocina y King me tapa la boca. —No
le digas eso. Me encantarían unas galletas, y si tengo que usar a Eli
para conseguirlas, lo haré.
Me río porque suena como un niño pequeño en lugar del hombre
adulto que es. Estoy a punto de llamarle la atención cuando suena el
timbre de la puerta. —Me pregunto quién será. Hace años que no oigo
un timbre aquí.
Se dirige a la entrada y llama a través de la puerta mosquitera.
—Eli, aquí no se toca el timbre, hijo. Ni siquiera tienes que llamar.
Solo entra.
Corto la esquina cuando Eli entra y me ve. — ¿Mamá?
—Hola, amigo, King nos ha invitado a cenar. ¿Te parece bien?
—Ah, sí, ¿todavía está Paulina aquí? — pregunta.
King asiente. —Sí, en la cocina. Sírvete tú mismo.
Eli camina enérgicamente hacia la cocina mientras King vuelve
a acercarse a mí. —Vamos a tener que hacer algo con esto.
— ¿Qué?— Pregunto.

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Su mano se acerca a mi mejilla. —Bueno, esta necesidad de
besarte. Necesito un tiempo a solas contigo.
Quiero eso. Realmente lo quiero. Pero sigo teniendo miedo
porque no hay garantías. —King, esto no cambia nada. No sé cuánto
tiempo voy a estar en Whiskey Valley.
Me pasa el brazo por el hombro y me arropa contra su duro
cuerpo. —No te vas a ir, Nat. Voy a ocuparme de ello.
— ¡La cena está lista!— Paulina llama desde la otra habitación,
y casi al instante oigo la puerta principal y un montón de botas
pisando fuerte.
Los tres hombres que reconozco como los hermanos de King
están de pie con la boca abierta, mirándome fijamente.
—Chicos, esta es Nat, la madre de Eli. Nat, estos son Griffin,
Chance y Ryan.
No se mueven; siguen mirando hasta que King empieza a mover
los dedos. —Hola chicos.
Griffin es el primero en acercarse. —Lo siento, es que no estamos
acostumbrados a ver a King con una mujer.
King se sonroja, pero no dura mucho antes de que King esté
dando tan bien como recibe.
Nos sentamos todos y Eli pregunta: — ¿Dónde está Mia?
King ve la mirada curiosa en mi cara. —Mia es la asistente
administrativa. Nosotros hacemos el trabajo, pero ella es la que
mantiene el rancho funcionando y las facturas pagadas. — explica. —
No estoy seguro de dónde está. Puede que haya tenido planes esta
noche.
Ryan se echa a reír. — ¿Planes? Claro.
Griffin empieza a hablar y todos dejan de lado el tema de Mia. Es
obvio que los hermanos están muy unidos, y mientras nos sentamos
alrededor de la mesa, todos hablan y se interrumpen. Creo que no me
he reído tanto en mucho tiempo, y es genial que Eli sea testigo de ello.
Casi me atraganto con el pollo perfectamente frito de tanto reír. Esta
debe ser la razón por la que Eli disfrutó tanto de la cena aquí la otra

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noche. Ryan es el más coqueto y hace todo lo posible por crispar los
nervios de King coqueteando conmigo. Chance es probablemente el
más callado y parece observarlo todo, pero sigue riéndose con el resto
de nosotros. Griffin es el más rápido en sus pies, parece, y dice lo que
sea que esté pensando.
Estoy sentada disfrutando de todo cuando Ryan se inclina hacia
mí. — ¿Qué te parece? Dejas a este tipo y me dejas sacarte.
—Ryan. — dice King con brusquedad.
Pero eso no perturba a Ryan. —Te juro que no deberían haberle
puesto el nombre de King. Le ha dado un complejo. — Mira a su
hermano y pone los ojos en blanco.
Me acerco y pongo la mano en el muslo de King. No creo que
nadie pueda verlo, pero sé que él lo siente por la forma en que sus
músculos se agrupan bajo mi palma. —Definitivamente es tan
encantador como un rey.
Apenas digo las palabras, todos los hermanos comienzan a
reírse. Todos menos King. Me mira con extrañeza y suelta: —Quiero
que tú y Eli se muden aquí.
Me quedo con la boca abierta mientras todos en la mesa se
callan. Eli incluso me mira confundida. Me imagino lo que estará
pensando de su madre ahora mismo. —King... No creo que... —
Empiezo.
Me interrumpe. —Quiero que Eli y tú estén a salvo. Pueden
quedarse aquí hasta que me encargue de las cosas y luego pueden
volver al pueblo.
Lo miro desconcertada. Debería haber hablado conmigo antes de
soltar esta bomba.

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Capítulo 16
KING

Tan pronto como las palabras salen, sé que tengo razón. No voy
a descansar con ella y Eli en la ciudad, sabiendo lo que sé ahora. Su
cara está escarlata, y sé que me he excedido, pero no puedo arriesgar
su seguridad.
—King, gracias, pero no puedo. Estamos bien en el pueblo.
Se gira en su silla. —Voy a encargarme de esto, y cuando lo haga,
lo más probable es que él sepa dónde estás. — Lo digo tan
crípticamente como puedo, sin saber lo que sabe Eli.
Mira a Eli, y yo también. Es obvio que lo sabe por la forma en
que su rostro palidece. — ¿Mi padre viene?
Nunca he visto un miedo así en la cara de un niño, y me dan
ganas de pegarle un puñetazo a algo... o mejor aún, a alguien. Golpeo
la mesa con el puño. —Puede que venga, pero no tendrás que verlo.
No si no quieres.
Antes de que termine, sacude la cabeza. —No después de lo que
nos hizo a mamá y a mí. No me importa si lo vuelvo a ver. ¿Nos vamos,
mamá?
Niego. —No te vas a ir de Whiskey Valley. Entiendo por qué
tuviste que huir, pero la huida se acaba ahora. Yo me encargo de ello.
Natalie tira su servilleta en la mesa frente a ella. —No necesito
otro hombre controlador...
Cubro su mano con la mía. —Hay una diferencia entre
controlador y protector, cariño. Soy protector. Deja que yo resuelva
esto, y luego tú tomarás todas las decisiones. No tendrás que huir
nunca más.
Quiere hacerlo. Puedo ver lo mucho que desea la libertad.

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Miro alrededor de la mesa y mis hermanos se quedan atónitos,
pero con un gesto de mi barbilla, todos empiezan a intervenir.
—Aquí hay mucho espacio. — dice Ryan.
—No estoy seguro de lo que pasa, pero si King dice que se
encargará de ello, lo hará. — dice Griffin.
—Además, nos tendrá a nosotros. Nadie va a llegar a ti o a Eli.
— dice Chance.
Automáticamente, mis hermanos me cubren la espalda. Puede
que nos peleemos y discutamos a veces, pero siempre salen adelante.
—Por favor, quédate.
Quiere ceder, pero empieza a negar. —Todavía tengo que
trabajar.
Me encojo de hombros. —Ven a trabajar aquí. Paulina decía el
otro día que necesitaba ayuda por aquí. Le encantaría.
Pone los ojos en blanco. —No puedo dejar mi trabajo, King.
Necesito algo cuando vuelva a la ciudad.
—Hablaré con Levi. Cuando se lo explique, lo entenderá y te
guardará el trabajo. Solo necesito dos semanas. Dos semanas y serás
libre, Nat.
Ella mira a Eli, y él asiente. Tiene a uno de mis hermanos a cada
lado, y diría que probablemente se siente invencible ahora mismo. Lo
cual es bueno porque no dejarían que le pasara nada. Necesita que
esto ocurra, probablemente más que Nat.
—Iremos a casa y hablaremos de ello esta noche. Hablaré con
Levi por la mañana y veré lo que dice. No puedo hacerlo a menos que
sepa que tendré un trabajo cuando todo esté dicho y hecho.
Sé que es mejor no discutir. —De acuerdo. Suena bien.
Ryan reparte las galletas que ha hecho Paulina y todos nos las
comemos. Mis hermanos siguen haciendo reír a Eli, y Nat está ahora
perdida en sus pensamientos. Sé que tendré que explicarles todo a
mis hermanos más tarde, pero no dudo de que lo entenderán. No
dejaré que les pase nada a Nat y a Eli.

Sotelo, gracias K. Cross & Botton


Cuando llega la hora de que se vayan, los sigo en mi camioneta.
Entramos en el estacionamiento y los sigo mientras Nat abre la puerta.
Hago un rápido barrido del apartamento y luego vuelvo a la puerta
principal.
—Me voy a duchar, mamá. Adiós, King. — dice Eli.
— ¡Nos vemos por la mañana!— Le llamo.
— ¿Quieres entrar?— pregunta Nat.
Joder, sí quiero. Más que nada quiero que se acurruque de nuevo
en mi regazo y besarla hasta dejarme sin aliento. Pero no puedo. Tengo
mucho que hacer, y tengo que empezar a hacer llamadas telefónicas
esta noche. —Tengo que ocuparme de algunas cosas. ¿A qué hora
tienes que estar en el trabajo?
—A las seis. Así que tendré a Eli en el rancho a las cinco y media.
—Vendré aquí y lo recogeré.
—King, no. Puedo llevarlo.
Levanto la mano. —Tengo cosas que atender en el pueblo. No
hay problema. Estaré afuera cuando te vayas a trabajar.
Me mira con escepticismo. — ¿Estás seguro?
Como no puedo resistir un minuto más, la atraigo hacia mis
brazos y aprieto mis manos en la parte baja de su espalda. —Estoy
seguro. ¿Quieres saber de qué más estoy seguro?
Ya está sin aliento. — ¿Qué? — pregunta en un susurro.
—De que quiero volver a besarte.
Su barbilla está apoyada en mi pecho y me mira con los ojos muy
abiertos. — ¿Qué te lo impide?
Sonrío. —Nada. Nada me lo impide, cariño. — Me inclino
mientras ella se pone de puntillas. Cuando sus labios se pegan a los
míos, pasan de suaves a frenéticos en un segundo. Sus manos están
en mi cintura, y recorro las mías por su espalda. Con un movimiento
fluido, le subo la camiseta, y la sensación de su piel caliente bajo las
yemas de mis dedos me hace aferrarme a ella. Si estuviéramos solos,

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no podría detenerme, pero sabiendo que su hijo de doce años podría
entrar en cualquier momento, me retiro, sin aliento.
Presiona sus labios contra mi pecho, y puedo sentir su sonrisa
ahí. — ¿Estás bien?
Enrollo mi mano alrededor de su pelo en la nuca y tiro
suavemente para forzar su cara hacia la mía. —Te necesito, Nat.
Asiente. —Yo también.
Me tiembla todo el cuerpo cuando admite que también me desea.
Respiro profundamente y le doy un beso en la cabeza. —Será mejor
que me vaya. Te veré por la mañana.
Salgo por la puerta y le digo que cierre con llave.
Empieza a discutir, pero se detiene. —Protector. Lo entiendo.
Me río y asiento y espero a que cierre la puerta y oigo la
cerradura. Voy directamente a mi camioneta, me acomodo en el
asiento del conductor y empiezo a hacer algunas llamadas.

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Capítulo 17
NATALIE

A la mañana siguiente, Eli y yo salimos por la puerta y el sol ya


empieza a salir. El sueño extra que tuvimos al no tener que madrugar
para ir al rancho fue agradable. Cuando llegamos al final del escalón,
King está de pie esperándonos.
— ¡Buenos días, King!— dice Eli.
King le choca el puño y le dice: —Sube. Ahora mismo voy.
Eli me da un abrazo de costado, me dice que me quiere y corre
hacia la camioneta de King.
—Has dormido aquí, ¿verdad?
Es lo primero en lo que me fijo. Está desarreglado y lleva
exactamente la misma ropa de anoche.
En lugar de responderme, se encoge de hombros.
—King Bryant, contéstame. ¿Has dormido aquí toda la noche?
—Sí. Te prometí que no pasaría nada entre Eli y tú, y cumplo
mis promesas.
—King... no puedo creer que hayas hecho esto. Deberías
habérmelo dicho. Podrías haber dormido adentro.
Sacude la cabeza. — ¿Y hacer que todo el pueblo hable de que
tuvimos una fiesta de pijamas? No quería hacerte pasar por eso.
Me pongo una mano en la cadera. — ¿No crees que van a hablar
si me quedo en el rancho?
Me quita la bolsa de la mano y pone su mano en la parte baja de
mi espalda, guiándome hacia mi coche. —Es diferente. En el rancho
están mis hermanos, Paulina y Mia. Tendremos acompañantes.
Arrugo la nariz. — ¿Todo el tiempo?

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Se ríe. Se ríe a carcajadas, y es muy agradable oírlo soltarse así.
—No, si quieres estar a solas conmigo, puedo hacerlo.
—Lo prometes. Porque recuerdo que dices que no rompes tus
promesas.
Se acerca a mí, mira su camioneta y luego me suelta la mano.
Sin duda está recordando que Eli probablemente nos está mirando
ahora mismo. —Lo prometo.
Me pongo de puntillas, pero todavía no soy lo suficientemente
alta. Agarro la parte delantera de su camisa y tiro de él hacia abajo.
—Bien, porque tiempo a solas es algo que definitivamente quiero. — Y
entonces lo beso. Es rápido, pero al instante parece satisfecho de que
no esté intentando ocultar lo que es esto a Eli.
—Joder, Nat. Daría cualquier cosa por estar a solas contigo
ahora mismo.
—Nos vemos luego en el rancho. — le digo.
— ¿Para quedarte? — pregunta con la respiración contenida.
Lo he pensado toda la noche, y no sé si es la decisión correcta o
no, pero quiero hacerlo. Quiero apoyarme en King, y aunque solo sean
dos semanas, disfrutaré de esas dos semanas. —Tengo las maletas
hechas. Vendré a buscarlas después del trabajo y luego estaré en el
rancho. — Levanto la mano. —Siempre que a Levi Flynn le parezca
bien.
Me da mi bolsa y me tiende la mano. —Dame la llave de tu
apartamento. Entraré y cogeré las maletas para que puedas salir justo
después del trabajo. Y ya he hablado con Levi. Va a entrenar a tu
sustituta esta mañana y te dejará volver al trabajo en dos semanas.
Debería discutir y mencionar todo lo del control, pero sé que me
equivocaría. Está haciendo todo esto para protegernos a Eli y a mí. No
puedo culparle por ello. Saco la llave de mi llavero y se la doy. —Has
estado ocupado.
Asiente y, por la expresión de su cara, sé que ha estado haciendo
más cosas, pero no quiero preguntar. Hay cosas que aún no estoy
preparada para saber.

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Me aprieta la mano. —Conduce con cuidado. Te veré después del
trabajo.
Veo cómo sube al apartamento y baja las maletas con él. A mí
me habría costado dos o tres viajes, y parece que lo ha cogido todo en
uno. Los saludo a él y a Eli cuando salgo.
En cuanto entro en el Sunrise Diner, Levi me recibe en la puerta.
—Deberías habérmelo dicho. Habría ayudado.
Está ofendido, y lo último que quería hacer era enojar a Levi. Me
contrató sin ninguna referencia e incluso aceptó pagarme en efectivo.
Me sentí culpable por ello, pero dijo que lo entendía y no volvió a
preguntar nada al respecto. —Lo siento, Levi. Lo siento de verdad. Y
no quiero ponerte en un aprieto...
Sacudió la cabeza. —Estará bien. Puedes entrenar a la nueva
chica esta mañana, y en dos semanas, vuelves. Todo irá bien.
Lo abrazo impulsivamente, y él se sonroja, apartándose. —De
acuerdo, ya está bien. Pero prométeme que me llamarás si tú o Eli
necesitan algo.
Me froto los ojos que se llenan de lágrimas. Estoy tan contenta
de haber elegido Whiskey Valley. —Lo haré, lo prometo.
El resto de la mañana trabajo, entrenando a la nueva chica que
acaba de llegar a la ciudad anoche y necesita un trabajo. Nunca ha
servido mesas antes, pero es muy trabajadora y aprende rápido.
Me acerco a la mesa de un policía. Entró en cuanto se abrieron
las puertas esta mañana y ha estado sentado ahí desde entonces,
tomando el mismo café. — ¿Puedo llenarla?— le pregunto.
—No, gracias, estoy de servicio y no puedo gastarlo todo en el
baño. — Me río y empiezo a alejarme. — ¿Estás de servicio... ahora
mismo?
Se sonroja. —Sí, señora.
Me pongo la mano en la cadera. — ¿Eres amigo de King?
Asiente. —Sí.
—Entonces déjame adivinar. Por obligación, ¿significa que te
han enviado aquí para verme trabajar?

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Mueve la cabeza. —No, señora. Bueno, no para verte trabajar,
específicamente. Es decir, King incluso me advirtió que no observara
demasiado de cerca, pero sí, se supone que debo asegurarme de que
estás a salvo y luego llegar al rancho a salvo cuando salgas de aquí.
Le miro con los ojos muy abiertos. Bueno, estaré condenada.
King se está tomando esto muy en serio, y no puedo ni enojarme por
ello.
Empiezo a alejarme, pero el ayudante me detiene. —Se suponía
que debía pasar desapercibido. Es decir, se suponía que no debías
saber lo que estaba haciendo. King no quería que te enojaras ni nada
parecido.
Parece preocupado y le sonrío. —Oh, no estoy enojada. Vuelvo
enseguida.
Ese hombre. ¿Cómo puedo estar enojada? Desde el momento en
que se enteró de lo de mi ex, se ha desvivido por que esté a salvo. No
puedo culparlo por eso. Pido un plato de tostadas francesas y, cuando
está listo, se lo llevo al ayudante. —Aquí tienes. Tienes que comer.
—No puedo.
Me río. —Sí que puedes. Quiero decir, definitivamente pareces
obvio sentado aquí. De esta manera te mezclas un poco.
Asiente y le guiño un ojo. —Sí, estaré lista para mi escolta
policial a mediodía.
Ya está apurando las tostadas francesas. —Sí, señora. — dice
entre bocados.

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Capítulo 18
KING

Es como si hubiera estado conteniendo la respiración. He estado


al teléfono con Levi y el ayudante del sheriff todo el día, comprobando
cómo estaba Natalie. No respiré mejor hasta que ella se detuvo en el
Double B Ranch.
Sabía que estaba de camino y me encuentro con ella junto al
coche cuando sale. — ¡Hola! — digo mientras saludo al ayudante del
sheriff cuando sale.
Señala el coche de policía. — ¿Crees que todo eso ha merecido
la pena?
—Si significa que estás a salvo, absolutamente.
Se limita a negar, y la cojo de la mano y empiezo a caminar hacia
la casa. —Le mostré a Eli su habitación esta mañana cuando me
ayudó a llevar tus maletas. Te tengo al lado de él.
Asiente y se inquieta. —Genial. Puedo verlo más tarde. Ponme a
trabajar.
Dejo de caminar, pero ella sigue adelante y tengo que trotar para
alcanzarla. — ¿Trabajo? Acabas de salir del trabajo. Deberías
descansar hoy y...
Se pone una mano en la cadera y me señala con la otra. —
Escucha, King Bryant. No voy a quedarme sentada. Voy a ganarme el
sustento mientras esté aquí, así que preséntame a Mia o déjame
hablar con Paulina para poder empezar.
No puedo evitar reírme. Intimido a la mayoría de la gente, pero
obviamente no a Nat. —De acuerdo. Te llevaré con Paulina y luego
volveré al trabajo.
La llevo adentro, y juro que nunca he visto a Paulina tan feliz de
tener ayuda. La dejo con ella y vuelvo a salir al granero. Mis hermanos
tienen a los campistas trabajando en el mantenimiento de los pastos,

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y voy a comprobar los toros premiados y a hacer algunas llamadas
telefónicas. Para cuando termina el día, y después de otra entretenida
cena con toda la familia, me siento en el salón con Eli y Nat para ver
un poco más de Andy Griffith. Al menos esta vez, Nat está sentada a
mi lado en lugar de en el otro extremo del sofá.
Apenas terminamos un programa y medio y Eli bosteza diciendo
que se va a la cama.
—Subiré contigo. — Dice Nat, y Eli niega. —Estoy bien, mamá.
Quédate despierta y no te preocupes; prometo lavarme los dientes
antes de irme a la cama.
Nat abraza a su hijo, y yo recibo otro choque de puños antes de
quedarme a solas con la mujer más hermosa en la que he puesto los
ojos. —Estamos solos, y no tuve nada que ver.
Se ríe. —Sí, parece que mi hijo está intentando hacer de
casamentero.
Su risa se vuelve seria rápidamente, sin embargo. — ¿Seguro
que estás de acuerdo con esto? No quiero entorpecer tu estilo ni nada.
Puedes seguir haciendo todo lo que hacías antes de que llegáramos, y
no tienes que entretenernos.
En una sola frase me dice que lleva tiempo preocupada por esto.
Acaricio su cara. —Me gusta pasar tiempo contigo y con tu hijo. Y no
estás obstaculizando nada. Esto es lo que quiero, Nat.
Se ablanda contra mí, deslizando sus brazos alrededor de mi
cuello. —Bien, porque me prometiste un tiempo a solas.
Le quito el pelo de la cara. —Bueno, mis hermanos pueden
entrar aquí en cualquier momento. ¿Quieres ver mi despacho?
Se lo piensa durante menos de un segundo. —Sí.
Le enseño mi despacho y cierro la puerta antes de sentarme
junto a ella en el sofá. Empieza a inquietarse y sé que está nerviosa.
—No te he traído aquí para eso, Nat. Quiero besarte. El resto puede
esperar.
La atraigo hacia mi regazo y la beso hasta que su cuerpo se
ablanda en el mío. Tiene una mano en la nuca y la otra me desabrocha

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la camisa. Cuando siento que su mano me acaricia el pecho, todo mi
cuerpo tiembla y se pone rígido.
Intento reírme. —Cariño, ha pasado mucho tiempo y, bueno,
mucho más de eso y no podré parar solo en los besos.
Sin embargo, no se detiene. Me tira de la camiseta, intentando
acercarse, y yo la detengo con las manos. —Nat, cariño. No te he traído
aquí para esto. No me debes nada. Puedo simplemente abrazarte y
estar satisfecho. — digo, con la frustración llenando mi voz. Soy un
hombre y parece uno débil ahora mismo porque ella me tiene
completamente al límite.
Se echa hacia atrás y me busca en la cara. —Te deseo. No quiero
esperar, King. Me siento viva cuando estoy contigo.
El corazón se me acelera en el pecho. No hay forma de negárselo.
Con ella recostada en mi regazo, empiezo a desabrochar su blusa.
Cuando la abro, solo puedo mirar sus perfectos montículos cubiertos
por el sujetador blanco de encaje. Su cuerpo se arquea y la levanto,
presionando mi boca contra sus pechos a través del suave material.
La chupo, y los sonidos de anhelo llenan la habitación.
Le desabrocho el cierre delantero del sujetador e inhalo
profundamente mientras sus sonrojados pezones se fruncen bajo mi
mirada. La suelto y me quito la camiseta. La necesidad de tenerla piel
con piel es abrumadora, y cuando la traigo hacia mí, con sus pechos
presionando contra mi pecho, ambos gemimos. Me alejo, respirando
con dificultad. —Todavía podemos parar, Nat. Puedo esperarte hasta
que estés lista.
Me mira, inflexible. — ¿No me deseas, King?
Gruño porque eso no podría estar más lejos de la realidad. La
acomodo en mi regazo hasta que el duro bulto entre mis piernas
presiona su trasero. —Te deseo. No lo dudes nunca, Nat.
Asiente. —Yo también te deseo.
La tumbo en el sofá y me estiro a su lado, recorriendo su pecho
con la mano, tocando sus pezones y bajando por su estómago con
suaves caricias. Observo su cara mientras le desabrocho los vaqueros,
le bajo la cremallera y deslizo la mano por la parte delantera de las
bragas. Sus fosas nasales se ensanchan, sus ojos se oscurecen y sus

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caderas se elevan como si necesitaran acercarse. Acaricio sus suaves
rizos y la toco en sus partes más íntimas. Entierra su cara en mi cuello
mientras la toco con tanta intimidad que empieza a gemir entre mis
brazos. No me detengo hasta que se retuerce contra mí, sucumbiendo
al placer.
Me alejo para observar su rostro, y la satisfacción que veo me
pone aún más duro. Le he dado ese placer, y me doy cuenta de que
podría pasar el resto de mi vida haciendo eso mismo.
Cuando su suave mano recorre mi vientre y luego se agarra a mi
cinturón, mi cuerpo se pone rígido, pero no se detiene hasta que tiene
sus manos en la parte delantera de mis pantalones, envolviendo mi
cintura. Mis caderas se adelantan y me aprieta. Es doloroso
contenerse cuando todo lo que quiero -no, necesito- es una liberación.
Me levanto para quitarme la ropa y me tumbo junto a ella. Mi
mano se dirige al instante a su vientre, pensando en que está
embarazada de mi hijo. Un impulso posesivo se dispara en mi interior,
pero lo reprimo. Por mucho que lo desee, es su elección. Le acaricio
los labios y vuelve a acercarse a mí, pero le agarro la mano para
detenerla. —Tenemos que hablar.
Sus ojos se abren de par en par y me mira fijamente. Si fuera
menos hombre, habría plantado mi semilla dentro de ella, y podríamos
tratar con eso después. Pero ella no está preparada para eso, y no lo
estará hasta que su pasado esté resuelto.
—Estoy limpio, pero no tengo un condón. Como dije, ha pasado
un tiempo.
Sacude la cabeza. —Yo tampoco. Pero estoy limpio. Me hice la
prueba después de dejarlo.
Le paso el dedo por el vientre. — ¿Y si te dejo embarazada?—
Solo con decirlo en voz alta ya me sale el presemen de la polla.
Sus ojos se iluminan y casi instantáneamente se apagan. —No
sé cuánto tiempo estaré en Whiskey...
La detengo. —No te vas a ir. Ahora no. Incluso cuando todo esté
dicho y hecho, no quiero que te vayas.

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Respira profundamente. —No es el momento adecuado para
quedar embarazada. Debería estar bien.
— ¿Y si por algún milagro sucede?
Sus ojos buscan los míos. —Si me quedara embarazada, no te
apartaría del bebé.
Asiento. —Sé que no lo harías. Lo que pregunto es si me odiarías
por ello.
Entonces sonríe. —No, nunca podría odiarte.
—Quiero sentirte. Toda tú. — le susurro entre besos.
Se arquea hacia mí y mi polla se clava en su interior. —Yo
también quiero eso. — dice roncamente.
Deslizo mi mano entre nosotros y recorro su húmeda e hinchada
raja. Está lista para mí.
Me coloco encima de ella, levantando sus piernas mientras
empiezo a penetrarla lentamente. Todo el tiempo, observo su cara, y
cuando gime mientras la lleno, empiezo a entrar y salir de ella. La
urgencia por poseerla y hacerla totalmente mía me hace golpear mis
caderas dentro y fuera de ella. Mi pulgar está pegado a su clítoris,
rodeándolo, deseando que se corra de nuevo y esta vez sobre mi polla.
No se contiene. Me recibe con un empujón, y cuando se corre de
nuevo, ordeñándome esta vez, sus gemidos se hacen más fuertes,
llenando la habitación y ahogando los sonidos de la casa. Me inclino
para besarla, nuestras lenguas imitan los movimientos de nuestros
cuerpos hasta que convulsiona y la lleno con mi semilla.
Estoy sumido en la niebla, el orgasmo me destroza, y me acuesto
con ella aún conectado de la forma más íntima.
Escudriño su rostro en busca de arrepentimientos y, al no ver
ninguno, me inclino sobre ella hasta que abre sus ojos entrecerrados
y me mira fijamente. —No podré dejarte ir, Nat.
Me coge la cara. —No quiero irme, pero...
Sacudo la cabeza con fuerza. —Sin peros. Ahora eres mía,
cariño, y protejo lo que es mío.

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Se inclina para besarme y luego se acomoda contra mi pecho.
Nos quedamos tumbados durante mucho tiempo, yo pensando en
nuestro futuro y en cómo voy a asegurarme de que su pasado no se lo
lleve todo.

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Capítulo 19
NATALIE

Antes de darme cuenta, ha pasado una semana. El campamento


ha terminado y las vacaciones de primavera se han acabado. Eli ha
vuelto a la escuela, y me asusta un poco ver lo mucho que Eli quiere
a King, a sus hermanos y al rancho, sobre todo sabiendo que al final
volveremos al apartamento, pero me he convencido de que lo necesita.
Ahora es obvio que Eli también ha tenido miedo y ha vivido todo este
tiempo mirando por encima del hombro como yo. Por primera vez en
mucho tiempo, Eli es libre, y la forma en que ha florecido y crecido en
el poco tiempo que llevamos aquí ha sido milagrosa.
Todos los días me levanto y King es la primera persona a la que
veo. Se esfuerza por desayunar con Eli y conmigo todos los días antes
de que Eli tome el autobús para ir a la escuela. Discutí con él cuando
le propuso ir en el autobús, pero a Eli le entusiasmaba y todo lo que
King decía era: — ¿Confías en mí? — Después de decirle que sí, dejé
que ocurriera y me quedé más que sorprendida cuando me enteré de
que King enviaba a un peón del rancho al pueblo por la mañana para
que siguiera el autobús y se asegurara de que Eli llegara a la escuela
y luego hacía que un oficial fuera de servicio lo siguiera por las tardes
hasta el rancho. Le dije que era ridículo, pero me aseguró que no lo
era. Eli se siente seguro y quiere hacerlo.
A partir de ese momento, dejé de cuestionar las decisiones de
King porque, hiciera lo que hiciera, sabía qué era lo mejor para
nosotros.
En la última semana, hemos cocinado juntos, hemos visto la
televisión, King me ha enseñado a ensillar un caballo y todas las
precauciones de seguridad, me ha enseñado a montar y a disparar un
arma. Y entre todo eso, he ido entre Paulina y Mia, ayudando en la
cocina y en el despacho del establo. No hemos repetido la noche como
la de su despacho, pero sigue tocándome y abrazándome cada vez que
puede.

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Es sábado cuando King entra en la casa. Sonrío nada más verlo,
pero se me borra la sonrisa al ver su cara. Con la mano sobre el
corazón, sé que ha pasado algo. — ¿Qué pasa?
— ¿Confías en que los protegeré a ti y a Eli? — me pregunta.
Asiento al instante. No tengo ninguna duda.
Se acerca a mí, rodeando la mía con su mano. —Brad está aquí,
cariño. Pero no...
— ¿Está aquí... en Double B? ¿Dónde está Eli?— Empiezo a
moverme, necesitando llegar a mi hijo antes de que lo haga su padre,
pero King me detiene.
—Está con mis hermanos. Nadie está llegando a él, cariño.
—King, ¿qué está pasando?— Le pregunto.
Me atrae contra su pecho y me mira a los ojos. —Esto va a
terminar hoy, Nat.
Oigo que los coches se acercan y voy a mirar por la puerta
principal. King está a mi lado y veo cómo el sheriff y el ayudante del
otro día salen de sus coches. El sheriff abre la puerta trasera y Brad
sale.
Incluso desde esta distancia, puedo ver que está enojado. No
para de hablar todo el tiempo que camina hacia la casa. Me agarro a
la mano de King cuanto más se acerca Brad. Cuando llegan al escalón,
King llama al sheriff Andrews para que entre.
Brad me descubre al instante y me mira con fiereza. Enderezo
mi espalda. No voy a dejar que me afecte. Tengo que ser fuerte por mí
y por Eli. King me aprieta la mano, recordándome que no tengo que
hacer esto sola.
— ¡Puta!— Brad gruñe y viene hacia mí. El sheriff lo ha detenido
y King se ha colocado delante de mí antes de que me dé cuenta de lo
que ocurre.
—No le hablarás así. Nunca más. — La voz de King es fuerte y
retumbante, y le pongo la mano en la espalda para intentar calmarlo.
— Sheriff, llévelo a mi oficina. Ahora mismo entramos.

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King no se mueve hasta que se han ido, y entonces se gira para
mirarme. —Esto fue una mala idea. Quería que estuvieras aquí y
vieras que se acabó, pero no fue una buena idea. No voy a someterte...
Sacudo la cabeza. Este hombre. No sé qué hice para que este
hombre decidiera que quería ayudarme, pero sé que tengo suerte. —
No, King. No me estás sometiendo a nada. Es él. Puedo hacerlo.
Necesito hacerlo. — le digo, aunque no tengo ni idea de cuál es el plan.
Respira profundamente y se agarra a mi mano. —De acuerdo,
quédate a mi lado.
Asiento y lo sigo hasta el despacho. Pasamos junto al sheriff, el
ayudante y Brad y rodeamos el escritorio de King. Me tiende la silla y
me hace un gesto para que me siente. King sigue de pie y parece muy
tranquilo.
—Siento llegar tarde. — Un hombre entra con un expediente en
la mano. Se dirige directamente a King y se dan la mano.
—No te preocupes, Jeremy. Llegas justo a tiempo. — le dice King
antes de mirar a Brad. —Así que ahora que estamos todos aquí, tengo
unas cuantas cosas para que las firmes y luego puedes seguir tu
camino.
Brad cruza los brazos sobre el pecho. —No voy a firmar nada.
El hombre que acaba de entrar abre una carpeta, saca unos
papeles y los pone delante de Brad.
—Esos papeles que tiene delante son para que renuncie a sus
derechos sobre Eli.
—Es mi hijo.
King se inclina sobre el escritorio y mira fijamente a Brad. —Sí,
es tu hijo y lo abandonaste. Y cuando volviste, le rompiste las costillas
y lo golpeaste. Después de hablar con Eli, sé que lo hiciste más de una
vez.
Jadeo porque no tenía ni idea. Creía que era la primera vez.
Sacudo la cabeza, sintiendo que voy a vomitar en cualquier momento.
—Es mi hijo y necesitaba disciplina. Ningún juez me culparía por
ello.

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King se pone en pie y cruza los brazos sobre el pecho. —Después
de ver las fotos y escuchar el testimonio de Eli, tendría que discrepar.
Brad se limita a mirar fijamente a King sin inmutarse, y mi
estómago empieza a hundirse.
— ¿Cuánto?— pregunta King.
Los ojos de Brad se iluminan y se inclina hacia delante. — ¿Vas
a comprarme a mi hijo? — Intenta parecer disgustado, pero puedo oír
la intriga en su voz.
—No. No compraría a tu hijo, eso es ilegal. Sin embargo, tengo
entendido que estás tratando de encontrar inversores para una
empresa nueva. Puede que esté dispuesto a invertir.
Mira alrededor de la habitación. — ¿Estás bromeando?
—No bromeo con el dinero.
Brad se inclina hacia delante. —Doscientos mil dólares.
El hombre, que supongo que es el abogado de King, le entrega
un cheque a King, que lo rellena y lo deja sobre el escritorio que tiene
delante. —Hecho.
—King... — Empiezo. Doscientos mil dólares. No puedo dejarlo
hacer esto. Sé que tengo que mantener a Eli lejos de Brad, pero tiene
que haber otra manera.
King se acerca a mí y me aprieta la mano. —Está bien, cariño.
Se me llenan los ojos de lágrimas, pero las reprimo.
Brad niega. —En cuanto me vaya de aquí, llamará al banco y
cancelará el cheque. No soy estúpido.
King coge el cheque, lo dobla y se lo mete en el bolsillo. Camina
detrás de mí e introduce un código en la caja fuerte de la pared. Saca
un montón de dinero en efectivo, vuelve al escritorio y lo deja en el
suelo. Nunca había visto tanto dinero en mi vida.
Brad coge el dinero, pero King se inclina hacia delante y señala
los documentos formales. Brad ni siquiera lee los papeles. Firma con
su nombre al final y luego coge el dinero.

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—Una vez que estés fuera de mi propiedad, serás escoltado fuera
de Whiskey Valley. Abandonarás Tennessee y no volverás a entrar en
el estado. Si lo haces, serás hombre muerto.
Brad mira al sheriff. — ¿Vas a dejar que me amenace así?
El sheriff pone la mano en el brazo lateral de su cintura. —Yo
también he hablado con Eli. Me parece que te estás saliendo con la
tuya.
Brad no parece avergonzado ni siquiera arrepentido. Se encoge
de hombros y empieza a marcharse.
King me mira. — ¿Quieres decir algo antes de que se vaya?
Maldita sea, me encanta este hombre. Siempre está pensando en
mí. Miro a Brad y quiero que entienda y se dé cuenta de lo que está
tirando. Eli es lo mejor que le ha pasado, y ni siquiera se da cuenta.
Puede que algún día lo haga, pero será demasiado tarde. —No, no
tengo nada que decirle.
King asiente, y el sheriff y el ayudante empujan a Brad hacia la
puerta. El abogado coge los papeles firmados y los sostiene. —Los
archivaré hoy mismo y les daré prisa.
—Gracias. — dice King, estrechando la mano del hombre.
Cuando somos los únicos que quedamos en la sala, King se dirige a
mí. — ¿Estás bien?
Asiento. —Puede que me lleve una eternidad, pero te lo
devolveré. Hasta el último centavo, King.
—No me preocupa el dinero. Habría pagado lo que me pidiera.
Tú y Eli están a salvo, eso es lo único que me importa. Puedes seguir
con tu vida ahora.
Tan pronto como lo dice, la sensación de calma y felicidad
desaparece. Prometió que se encargaría de ello, y lo hizo. ¿Y ahora
qué? ¿Cómo puedo alejarme de él? Ese era el trato, sin embargo.
—Probablemente debería ir a empacar.

Sotelo, gracias K. Cross & Botton


Capítulo 20
KING

Estoy a punto de llamar a mis hermanos cuando ella suelta la


bomba. Le paso la mano por el brazo para que se quede conmigo y
gruño al teléfono: —Se ha ido. ¿Puedes traer a Eli a la casa?
Cuelgo el teléfono y le pongo las manos en los hombros. — ¿Qué
quieres decir con eso de empacar? ¿No te gusta estar aquí en el
rancho... conmigo?
Pone los ojos en blanco. —Sabes que sí, King. Pero cuanto más
tiempo estemos aquí, más difícil será cuando nos vayamos.
Le pongo una mano en la nuca. —Te dije la otra noche que no
puedo dejar que te vayas, Nat. Lo dije en serio.
Quiero besarla, pero cuando me inclino, oigo el portazo de la
puerta principal y luego unos pies que corren. — ¿Se ha ido? ¿Se ha
ido de verdad?— pregunta Eli mientras irrumpe por la puerta del
despacho con mis hermanos tras él.
Le tiendo la mano. —Sí, se ha ido. — Eli camina hacia su madre
y la abraza. Los observo juntos, deseando tanto formar parte de ello.
Miro a mis hermanos. — ¿Pueden darnos un minuto?
Todos asienten y salen de la habitación. Eli suelta a su madre y
me mira. — ¿Recuerdas lo que hablamos? ¿Sigues estando de
acuerdo?
Asiente y miro a Nat. Ella mira entre Eli y yo con curiosidad.
Voy al cajón de mi escritorio y saco la cajita. Vuelvo a acercarme
a madre e hijo y observo la cara de Nat cuando ve la caja en mi mano.
Eli sonríe de oreja a oreja y Nat jadea llevándose las manos a la boca.
— ¿Me amas, Nat?— le pregunto, aunque ya sé la respuesta. La
otra noche me demostró que me amaba. Es imposible que lo que ha
pasado entre nosotros dos sea otra cosa que amor.

Sotelo, gracias K. Cross & Botton


Se acerca a mí y tomo su mano entre las mías. —Sí, te amo, King.
Te amo mucho.
—Yo también te amo, Nat. Los quiero a ti y a Eli más que a nada
en este mundo. Quiero que seas mi esposa y que él sea mi hijo.
Las lágrimas le recorren la cara y, cuando abre la boca, contengo
la respiración rezando para que diga que sí.
—Te amo mucho, King. — empieza, y casi parece asustada al
decirlo.
Todo mi cuerpo se tensa. —No pareces feliz por ello.
Se encoge de hombros. —Tengo miedo.
Y finalmente, suelto el aliento que he estado conteniendo. La
atraigo contra mí y le subo la barbilla para que me mire. —Yo también,
Nat. Tengo mucho miedo. Pero por razones diferentes a las tuyas.
Tengo miedo de perderlos a ti y a Eli. Tengo miedo de que lo mejor que
me ha pasado en la vida se aleje. No quiero perderte... Si esto es
demasiado rápido... Si necesitas tiempo.
Sacude la cabeza y se acerca para ahuecar mi mandíbula. —No
es eso. Solo quiero que estés seguro, King. No sobreviviría si cambiaras
de opinión.
Me inclino y aprieto mi frente contra la suya. —No cambiaré de
opinión. Lo quiero todo contigo, Nat. Quiero que Eli y tú sean mi
familia, para amar y proteger para siempre.
Nat inclina su cabeza hacia atrás y busca mi cara, respirando
profundamente, y cuando exhala, me da su respuesta. —Sí.
Inmediatamente, Eli empieza a dar saltos, y no tengo que esperar
más porque Nat está entre mis brazos y mis labios están pegados a los
suyos.
Eli dice: —Voy a decírselo a Ryan, Chance y Griffin. No se lo van
a creer.
Sale corriendo de la habitación y yo pongo el anillo en el dedo de
Nat. — ¡Oh, Dios mío! Es enorme. — dice.
—Quería asegurarme de que la gente supiera que estabas
tomada.

Sotelo, gracias K. Cross & Botton


Se ríe. —King, desde que te conocí no he mirado a otro hombre.
Le beso el dedo. —Sí, pero te miran. Ya he tenido que hablar con
las manos para que lo sepan.
Se ríe y se acurruca en mis brazos. Tiene un brazo alrededor de
mi cuello y otro en mi pecho. —Le preguntaste a Eli si se acordaba de
lo que habían hablado. ¿De qué se trataba?
—Le dije que quería casarme contigo, pero quería asegurarme de
que le parecía bien.
Pone los ojos en blanco. —Bueno, obviamente le pareció bien.
Parece feliz.
Mis brazos la rodean con fuerza. —Sí, me hizo prometer que, por
mucho que me enojara, nunca te pondría la mano encima. Le prometí
que los protegería a ti y a él el resto de mi vida.
Sus ojos se abren de par en par. —Oh, mi niño. Siempre se
preocupa por mí.
Asiento. Había pensado en sacar el tema más tarde, pero
supongo que podría sacarlo todo. —Quería hablar contigo primero.
Pero quiero adoptar a Eli, Nat. Quiero que sea mi hijo. Quiero que sea
oficialmente un Bryant.
Un grito ahogado en la puerta atrae mi atención y la de Nat. Es
Eli, de pie con la boca abierta. Cuando miro a Nat, parece sorprendida
pero asiente.
Hago un gesto para que Eli entre en la habitación. — ¿Qué te
parece, Eli? ¿Estaría bien si te adoptara y te convirtieras en mi hijo
también?
Asiente antes de que lo diga todo. —Sí. Trabajaré muy duro por
ti, King. No te defraudaré.
King se agacha hasta que él y Eli están a la misma altura. —No
te estoy contratando como mano, Eli. Te estoy preguntando si quieres
ser mi hijo... para siempre.
—Sí. — La barbilla de Eli empieza a tambalearse hasta que
consigue controlarse. —Te quiero, King.

Sotelo, gracias K. Cross & Botton


Mi corazón da un vuelco, y levanto la mano para limpiar la
humedad de mis ojos. —Yo también te quiero, hijo.
Rodeo con mis brazos a Nat y Eli. A partir de este momento, son
mi familia. Para siempre.

Sotelo, gracias K. Cross & Botton


Capítulo 21
KING

Es una mañana temprano, una semana después, y estoy en el


granero con Ryan. —El baile del ganadero es el próximo mes.
Ryan se encoge de hombros como si no fuera gran cosa. — ¿Y?
Me río. —Entonces... estaré fuera de la ciudad. Me voy a Texas
con Nat a conocer a sus padres.
Ryan coge una paca de heno y cruza el granero. Hago lo mismo
y lo sigo. —Bien, ¿qué tiene que ver eso conmigo?
—Bueno, necesito que vayas a representar al rancho.
Se detiene entonces. — ¿Por qué yo? ¿Por qué no pueden ir
Chance o Griffin?
—Bueno, ya le pedí a Griffin que ayudara con el autor que vendrá
de visita el mes que viene y bueno, Chance, quiero decir... — Me
detengo cuando Ryan levanta la mano. —No hace falta ninguna razón.
— De todos nosotros, Chance es el más callado y probablemente el
peor para enviar a un baile de ganaderos. Tiende a decir lo que se le
pasa por la cabeza y lo más normal es que cabree a la gente al hacerlo.
—De acuerdo, lo haré.
Tiramos el heno y entramos en la oficina del granero. Señalo el
calendario cuando entra por la puerta. —Ves, lo he rodeado con un
círculo muy grande para que no te olvides. Y mira, Ryan, cuando digo
que representas al rancho, lo digo en serio. Nada de beber ni hacer el
tonto, y ¿por qué no llevas una cita respetable?
Sonríe. —Todas las mujeres con las que salgo son respetables.
— ¿De verdad? ¿Es por eso que tuve que tener la charla de los
pájaros y las abejas con Eli la semana pasada cuando te vio en la parte
trasera de tu camioneta con una mujer?

Sotelo, gracias K. Cross & Botton


—Ella estaba haciendo una entrega de la tienda de piensos y era
bastante agradable.
Sacudo la cabeza. Al final, va a crecer. Al menos, sigo diciéndome
eso. — ¿Qué hay de Mia? ¿Por qué no te la llevas?
Comienza a reírse y no se detiene, eventualmente sosteniendo
su lado. —Ni siquiera creo que Mia tenga un vestido. Y quiero decir,
ella es desaliñada. No creo que tenga citas.
Justo en ese momento, Mia entra en la oficina mirando entre
Ryan y yo. Con solo mirarla me doy cuenta de que ha oído todo lo que
ha dicho Ryan. —Hola, Mia.
Dice hola, baja la cabeza y pasa por delante de nosotros dos
hacia su escritorio. Ryan se encoge de hombros. —Tengo algunas
vacas que mover. — Sale por la puerta.
—Mia, siento pedirte esto, pero necesito que alguien acompañe
a Ryan y lo mantenga a raya. ¿Puedes ir al baile del ganadero con él
el próximo mes? Nat, Eli y yo estaremos fuera de la ciudad, y necesito
saber que todo irá bien.
Empieza a tartamudear. —Yo no... Realmente preferiría no...
—No te lo pediría si realmente no creyera que es importante.
Deja escapar un suspiro. —De acuerdo, sí, lo haré.
—Genial. Nat dijo que iría de compras contigo para conseguir tu
vestido de antemano. Realmente aprecio todo lo que haces por el
rancho, Mia. No podríamos hacerlo sin ti.
Sus labios se levantan en las esquinas, pero es obvio que el daño
está hecho. Escuchó a Ryan, y no sé qué puedo hacer para arreglarlo.
Es obvio para todos aquí que ella ha estado enamorada de él desde
siempre, pero mi inmaduro hermano no tiene ni idea.
—Oh, sí, Nat te necesitaba. Le dije que si te veía, te mandaría a
la casa.
—De acuerdo. — le digo, ya dándome la vuelta para irme. Me
detengo en la puerta, sintiéndome culpable a pesar de no haber sido
yo el que la llamó desaliñada. — ¿Estás bien?

Sotelo, gracias K. Cross & Botton


Sonríe, pero es falsa. —Sí, estoy bien. Solo tengo mucho trabajo
que hacer hoy.
Asiento y salgo de la oficina. Una vez que salgo, corro hasta la
casa. Busco en toda la planta baja y el lugar está vacío. Es miércoles,
así que Paulina está en la ciudad de compras. Subo las escaleras hasta
el ala de la casa donde está la habitación de Nat y llamo a su puerta.
—Entra. — me dice.
Entro y me quedo con la boca abierta. Me abro paso en la
habitación y cierro la puerta con firmeza detrás de mí. Nat está
tumbada en la cama sin más ropa que su sujetador y sus bragas.
Trago saliva. —Nat... ¿qué estás haciendo?
Se levanta sobre el codo. —Bueno, estoy intentando seducir a mi
prometido.
Levanto las manos. —Maldita sea, Nat. Sabes que te deseo, pero
estaba tratando de esperar hasta que nos casáramos. Quiero hacer lo
correcto por ti.
Se sienta de rodillas en la cama. — ¿Recuerdas aquella noche en
la oficina? Me tomaste entonces.
Me muevo hacia la cama y me agarro al poste. Me cuesta todas
mis fuerzas contenerme. —Claro que me acuerdo de esa noche.
Todavía sueño con esa noche... tú en mis brazos, corriéndote en mi
polla... Lo recuerdo.
Se pasa la mano por el pecho, rozando con el dedo el borde del
sujetador que apenas cubre sus grandes y redondos pechos. —Yo
también sueño con eso. ¿Quieres saber qué más sueño? A ti y a mí en
esta cama, que me tomas hasta que grito tu nombre.... y que pones a
tu bebé dentro de mí... de eso están hechos mis sueños.
Mis caderas se mueven hacia delante. El solo hecho de hablar
de que la deje embarazada me pone la polla dura y los huevos pesados.
—Yo también... Quiero eso.
Se echa hacia atrás y separa lentamente las piernas hasta que
tengo un ángulo perfecto de su montículo cubierto de bragas. —
Puedes tenerlo, King. Todo lo que quieras de mí puedes tenerlo.

Sotelo, gracias K. Cross & Botton


Subo a la cama y me detengo cuando estoy entre sus piernas. Le
bajo las bragas por las piernas y las tiro por un lado. Ya está mojada
e hinchada, lista para mí. Le acaricio los muslos. Mi voz es áspera y
ronca. —Necesitas correrte, ¿verdad, cariño?
Sus caderas se levantan y asiente.
Le acaricio el dedo a lo largo de su raja y me inclino para chupar
su hinchada protuberancia. Sus caderas giran, y es rápido y veloz. Su
dulce sabor golpea mi lengua y soy un hombre obsesionado. La llevo
hasta el final, hasta que sus piernas tiemblan a causa del orgasmo
que le recorre el cuerpo. Todavía con la ropa puesta, me subo a la
cama y me tumbo a su lado.
Saco el teléfono y marco un número. —Necesito un juez de paz
en el rancho a las cinco.
El sheriff pregunta: — ¿Hoy?
—Hoy. — le digo. El sheriff y yo somos amigos desde la escuela
primaria; él lo hará posible. —Y asegúrate de estar aquí. Puedes estar
con mis hermanos.
Cuelgo el teléfono y Nat me mira fijamente. — ¿Hablas en serio
ahora?
La beso, destrozando sus labios, y no me retiro hasta quedarme
sin aliento. Me levanto de la cama. —Lo digo en serio. Eli estará en
casa de la escuela entonces. Podemos celebrar la gran boda más tarde,
cuando quieras, pero esto tendrá que servir por ahora.
—Esto es importante para ti, ¿no?
Asiento. —Sí, te quiero en mi cama ahora, pero no podré mirar
a Eli a la cara. Es mi hijo, Nat, y necesito hacer lo correcto por ti y
enseñarle la manera correcta de hacer las cosas. Necesito mi anillo en
tu dedo. Nos casaremos y te tendré en mi cama todas las noches.
Espero que argumente... que necesita más tiempo o un vestido
o algo, pero no lo hace. Se sienta. — De acuerdo.
— ¿De acuerdo?— Le pregunto.
Pone los ojos en blanco. —Acabas de decir que podré dormir
contigo todas las noches... Diría que sí a cualquier cosa por eso.

Sotelo, gracias K. Cross & Botton


Me inclino hacia ella y muevo las cejas. — ¿Cualquier cosa?
Me rodea el cuello con los brazos. —Cualquier cosa.
Gimoteo. —Mujer, las cinco no será lo suficientemente pronto.

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Epílogo
NATALIE

No sé cómo lo hizo, pero lo hizo. A las cinco en punto, estaba de


pie en la cubierta trasera con las montañas de Whiskey Valley como
telón de fondo. Tenía a Mia y Paulina de pie a mi lado y a Eli, Ryan,
Chance, Griffin y el sheriff junto a King... y dije: —Sí, acepto.
El beso fue rápido, y mientras posábamos para unas cuantas
fotos, Paulina sacó un pastel para celebrarlo.
Nos sentamos todos en la terraza trasera, comiendo el pastel. Yo
sigo con mi vestido de verano, que no era muy de novia, pero tenía que
ver con que no había tiempo para ir de compras. Me siento en el regazo
de King mientras todos disfrutan el pastel.
King me vuelve a apretar contra su pecho. —Prometo darte la
boda de tus sueños.
Me giro en sus brazos. Este hombre... Juro que no tiene ni idea.
—Esto es perfecto, King. No necesito otra boda. Necesitaba ser tu
esposa, y tú lo hiciste posible. Soy feliz con esto.
Sacude la cabeza. —Sí, pero tus padres...
Le pongo la mano en el pecho. —Mis padres lo entenderán.
¿Estás bromeando ahora mismo? Han oído hablar de ti por Eli. No
puedes hacer nada malo, y lo celebraremos con ellos cuando vayamos
el mes que viene.
Asiente y me inclino para besarlo. Estoy dispuesta a desaparecer
en el piso de arriba, pero ya noto que se me calienta la cara solo de
pensarlo. Todo el mundo sabrá lo que estamos haciendo.
—Muy bien, todo el mundo fuera. — dice Griffin en voz alta desde
la esquina del porche.
Me giro, con los ojos muy abiertos, preguntándome qué está
pasando. King se limita a sonreír.

Sotelo, gracias K. Cross & Botton


Griffin cruza el porche. —Vamos a cargar. Vamos a la ciudad a
tomar un helado y a ver una película. Todo el mundo va a ir.
—Pero acabamos de cenar pastel... y es noche de colegio. — dice
Eli, totalmente confundido por todo esto.
Menos mal que el sol empieza a ponerse porque sé que mi cara
está tan roja como un tomate cherry.
Griffin le revuelve el pelo a Eli. — ¿De verdad te estás quejando
de cenar helado y de ver la nueva película de acción en una noche de
colegio?
Eli parece pensarlo. — ¡No, señor!
Todos se ríen mientras Eli sale corriendo hacia las camionetas.
—Voy a salir al granero... a ver cómo están los caballos. — dice
Mia.
No ha sido ella misma en toda la tarde, pero he estado como una
loca y no he podido hablar con ella de ello. Ryan se acerca a ella
mientras intenta salir del porche hacia el lado del granero y le pone
las manos en la cintura. — Oh, no, no lo harás, vienes con nosotros.
—No, no lo haré. Voy a...
Ryan la agarra de la mano y la atrae hacia él. —No. Si vas a ser
mi cita para el baile del ganadero, vamos a tener que estar cómodos el
uno con el otro. Vamos, podemos fingir que es una cita.
Todo el color se drena de la cara de Mia. Parece que está a punto
de desmayarse o hiperventilar. Parece contar hasta diez y respirar
profundamente, pero nadie se da cuenta porque todos se van, y nadie
nos pregunta si queremos ir con ellos.
King me rodea con sus brazos y se levanta, estrechándome
contra él. —Por fin solos. — murmura, con su aliento caliente contra
mi cuello.
Le rodeo el cuello con los brazos y nos acompaña al interior de
la casa. Pasa por la cocina, el comedor, el despacho, y cuando
llegamos a las escaleras, las sube sin ni siquiera respirar. —Pareces
un hombre con una misión.

Sotelo, gracias K. Cross & Botton


Abre de una patada la puerta de su dormitorio y luego la cierra
de una patada tras nosotros. —Lo único en lo que he pensado todo el
día es en tenerte en mi cama. Espero que no estuvieras bromeando
antes, Nat. Porque pienso tenerte una y otra vez hasta que estés
completamente satisfecha y no haya duda de que te he criado.
Un temblor recorre mi cuerpo. —Sí. — gimo.
Y durante las siguientes tres horas lo hace. Una y otra vez.

Fin…

Sotelo, gracias K. Cross & Botton

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