Eudios de Género, Feminismo y Sexualidad
Eudios de Género, Feminismo y Sexualidad
Eudios de Género, Feminismo y Sexualidad
Cita:
Carlos Mejía Reyes, Cabral Veloz Blanca Elisa y Pizarro Hernández
Karina (2014). Estudios de género, feminismo y sexualidad. Pachuca de
Soto.: Univ. Los Andes y Univ. Autónoma Estado de Hidalgo.
ARK: https://n2t.net/ark:/13683/p6wX/nXa
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Estudios de género, feminismo y sexualidad
Instituto de Ciencias Sociales y Humanidades
- Pág. 7- Segunda Línea- índice – Apellido de la primera autora dice “Grölls” y debe decir “Grössl”.
- Pág. 78 - Segundo párrafo- Cuarta línea - Cita bibliográfica- Apellido dice “Alzurur” y debe decir “Alzuru”.
Índice
Presentación 9
II. Ante los cambios propiciados por las mujeres, ¿los hombres 49
corren o se encaraman?
Blanca Elisa Cabral Veloz
violencia 236
9
no tiene sexo y por lo tanto es injusto omitir derechos de autonomía a las mujeres.
De igual manera, Olympe de Gouges demandó que la Declaración de los
Derechos del Hombre y el Ciudadano, precepto supuestamente universalista, debe
ser complementada con la frase: “Y la mujer y la ciudadana” (Serret, 2006:40).
del nuevo orden político, sin considerar a las mujeres y únicamente vislumbrarlas
como seres determinadas por la naturaleza a servir a los esposos así como a la
vida doméstica. (Michel, 1983:63).
Fue hasta el siglo XVIII, en Inglaterra, que de manera más organizada, como
movimiento social, las mujeres exigían elevar su estatus social y principalmente
la posesión de derechos de propiedad. (Fairchild, 1961:192).
En el siglo XIX, el movimiento feminista denominado sufragismo, surgido
particularmente en Estados Unidos, fue quien impulsó demandas de igualdad
de derechos a la propiedad, educación, herencia, derechos civiles y políticos.
La cualidad más importante del movimiento sufragista fue haber crecido de
manera considerable a través del trabajo organizado y de difusión internacional
10
adjudicados por la tradición a los hombres y las mujeres, han continuado
operando y reproduciéndose. Por ello una vertiente del feminismo centró su
atención en intentar explicar las causas, postulando preguntas esenciales y guías
de investigación. (Oakley, 1977:15).
señalar las asimetrías que esta lógica habilita y denunciar, desde la academia,
aquellos rasgos que las relaciones sociales naturalizadas continúan reproduciendo
de formas diversas.
Son nueve los capítulos que abordan diversas temáticas con perspectiva de
género o feminista. Análisis profundos acerca de temáticas necesarias de abordar
11
Tal ejercicio de corte teórico posee su aterrizaje mediante el análisis de datos
estadísticos de encuestas realizadas en México, de alcance nacional, para
del orden divino del siglo XVIII. Tal doctrina muestra variaciones gracias a un
posicionamiento mayor de la perspectiva paidocéntrica que coloca al niño, e
incluso a las mujeres, como sujetos de interés de la educación en las sociedades
12
europeas, en el periodo de transición entre el feudalismo y el capitalismo temprano.
Este hecho nos invita a revisar el siglo XVIII y XIX, particularmente el primero,
como clave para entender los escenarios que hereda la Ilustración burguesa, cuyo
carácter universalista, paradójicamente, permite un grado de visibilización de las
mujeres.
Asimismo, Teresa Salazar y José Luis Rivero Ceballos analizan algunas
referencias teóricas sobre la delincuencia femenina por drogas como primera
causa de delito en Latinoamérica. Además, describen las experiencias sobre los
programas de formación laboral establecidos en algunos países latinoamericanos,
haciendo énfasis en Venezuela, y mencionan el debate producido acerca
de la relación entre mujer, empleo, formación en las prisiones y reinserción
pospenitenciaria.
El capítulo seis, de Harumi Gröslss, Blanca Elisa Cabral y Juliette Leañez,
deshilan el entramado sociohistórico de la diferencia sexual que subyace a las
relaciones de género como fuente de sentido de la experiencia humana. Es hacer
una especie de arqueología de las relaciones de poder porque, desde Michel
Foucault, sabemos que detrás de los saberes está el poder. Para las ciencias
sociales esta tarea se ha convertido en una necesidad epistémica/teórica, la cual
lleva implícita la importante tarea de visibilizar y deconstruir las relaciones
sociales de género a través de la historia.
Gladys Cáceres y Dhionny G. Marquina desarrollan la tesis de que aun cuando
la violencia contra las mujeres sea hoy reconocida por organismos internacionales,
gobiernos, así como tenazmente atendida por organizaciones de mujeres que
han luchado contra ella, todavía, en razón de los bajos niveles de denuncia de
este tipo de incidentes deplorables, no se ha logrado establecer las verdaderas
dimensiones del problema. Un indicador de lo anterior es la sospecha de que
superan ampliamente las estadísticas disponibles. Este artículo, producto de una
maltrato contra las mujeres, pero plantea una iniciativa para que, mediante la
aplicación de estrategias educativas, las mujeres violentadas en esta región sean
habilitadas y tengan la capacidad de construir un mejor futuro para sí mismas y
para quienes de ellas dependen, no sólo desde el punto de vista de su desempeño
13
individual sino en lo que concierne a las habilidades necesarias, para que lleven a
un término adecuado sus propios emprendimientos, en suma: el empoderamiento
femenino.
El octavo capítulo, de Raquel Ramírez Salgado, trata sobre la legitimación y
promoción de la explotación sexual comercial infantil en los contenidos temáticos
de tres revistas mexicanas: Playboy, H para hombres y TV notas. Es a través de
este tipo de publicaciones que los derechos de las mujeres y niñas son violados,
ya que naturaliza el estereotipo del patriarcado colocando a la mujer como objeto
sexual. Es una fuerte crítica a los contenidos de estos medios de comunicación
impresos, que reproducen, refuerzan y legitiman la violencia de género, bajo un
discurso que hace creer en imaginarios de igualdad y supuesta libertad sexual.
Por último, Roberta Liliana Flores Ángeles analiza la violencia que implica
violencia parte de negar la mirada al otro, que se trata sólo de una contemplación
unilateral, donde las mujeres mismas no se ven, no se perciben. Es por ello que
para que no exista esa violencia que las invisibiliza, se requiere democratizar la
vida cotidiana para que la mirada de los ciudadanos sea desexualizada.
Estudios de Género, feminismo y sexualidad es un proyecto que se realizó en
15
16
I
La construcción imaginaria de género con respecto
de la homosexualidad
Carlos Mejía Reyes
Karina Pizarro Hernández
17
¿Cómo es que se produjo así?, ¿cuáles son las implicaciones de esta
construcción? En términos pragmáticos, ¿qué rasgos posee inherentes?, ¿cómo
se traduce en instituciones, mitos e incluso disciplinas que legitiman la binaridad
heterosexual?
Con todo lo anterior, vemos que las sociedades y/o culturas poseen una serie
18
La ordenación simbólica se presenta como fuentes extrínsecas de información,
como leyes naturales y permanentes. No es una opción a la cual acudir, es su
condición de existencia. Los sujetos son lo que pueden ser sólo dentro de ese
orden simbólico, apropiándoselo e interiorizándolo al constituirse como sujetos
sociales. Con todo esto crean imaginarios de pertenencia, imaginarios sociales, en
donde esa realidad subvertida por la simbolización (ahora naturaleza o segunda
naturaleza) es tangible y palpable por las prácticas desarrolladas basadas en esa
noción. (Serret, 2001:49).
Esta naturaleza es justamente el elemento que coloca a la diferencia sexual
en las categorías duales, distintas, superior e inferior, lo que le asigna posiciones
determinadas a los individuos sexuados.
La categoría género es la que nos permite revisar los elementos simbólicos
que constituyen el carácter construido y social de los roles, personalidades, de lo
considerado socialmente como propio, de la diferencia entre mujeres y hombres,
lo femenino y lo masculino.
Una primera inquietud que surge de lo anterior, y que nos permite aclarar el
concepto de género y sus implicaciones, es: ¿corresponde por sus características
físicas-biológicas lo femenino a las mujeres y lo masculino a los hombres? La
respuesta es: “No necesariamente [...] el género es una construcción cultural que
19
1. Varones: es decir, personas que tienen dos testículos.
2. Mujeres: personas que tienen dos ovarios.
3. Hermafroditas o herms: personas en que aparecen al mismo tiempo un
testículo y un ovario.
4. Hermafroditas masculinos o merms: personas que tienen testículos,
pero que presentan otros caracteres sexuales femeninos.
5. Hermafroditas femeninos o ferms: personas con ovarios, pero con
caracteres sexuales masculinos. (Sterling en Lamas, 2003:33-340).
20
La cultura simboliza a hombres y mujeres en actos, expectativas,
comportamientos, dividiéndolos en masculinos y femeninos. Les asigna roles
jerarquía y valoración a los actos categorizados, así como pertenencia a cada uno
de los sexos.
2001:47). Elemento que genera la identidad; es decir, la manera en la cual los sujetos
se perciben a sí mismos en las prácticas desarrolladas por esas autopercepciones,
otorgándole una serie de posiciones en el grupo al cual pertenece y certezas como
individuo en sociedad.
El género imaginario es la ordenación concreta y perceptible de los esquemas
de pensamiento de los actores en la vida colectiva. Es una apropiación de los
símbolos referentes, trasladados a la cotidianidad y difundidos bajo la perspectiva
que el sentido común arropa, creando uniformidad de posturas y persuadiendo
el orden social que impone. Es la “autoconcepción grupal gestada en un proceso
manera en la cual los sujetos se piensan y perciben, por ello se enmarcan las
prácticas realizadas por el colectivo mismo.
21
Con los elementos descritos, podemos enunciar un concepto de género, por
el que entendemos el orden simbólico e imaginario construido colectivamente
que atribuye a la diferencia sexual (macho, hembra y otros) una serie de roles
normativos y valoraciones, así como a las actividades sociales y expectativas que
de estos miembros sexuados esperan sean llevadas a cabo.
(Serret, 2001:91-92).
La operación simbólica traza categorías opuestas, bipolares, entre lo extraño y
22
ver, imaginar, etcétera; mientras que la otra es aquella que surge en referencia a la
primera, dándole cuerpo y como límite, de “negación y constitución”, de carencia
o no ser. (Serret, 2004).
Tal ordenamiento constituye la delimitación primaria de cualquier colectivo,
23
imaginarios sociales, en donde los símbolos de género producen efectos y se
resiente su presencia en acciones, valores, prácticas o desprestigios, ocasionando
directamente una desvalorización a todo lo considerado femenino y como
consecuencia a las mujeres. Es en los imaginarios sociales donde el género tiene
sus repercusiones concretas, una de ellas es la conformación de identidades de
género, el “sentimiento que un individuo tiene de sí mismo en cuanto varón
o hembra; es decir, de pertenecer a uno u otro grupo” (Oakley, 1977:187). La
estructura de género se forma como una fuerza social que penetra los ámbitos de
socialización de los colectivos a través de los usos y discursos.
24
De igual manera la religión dicta una serie de nociones que se traducen en
prescripciones operativas, morales y éticas, referentes a lo que el género simbólico
alude, en términos de sacralidad y profanidad. Generando descripciones de las
mujeres de manera jerárquicamente secundaria y como categoría límite de los
y concretización efectiva del imaginario social con respecto del género, pero
consideramos los antes descritos como algunos de los fundamentales para
explicarlo.
Otro de los rasgos que el género mantiene implícito, y que de manera sucinta
hemos hecho mención, es la disciplina de la orientación de los cuerpos hacia
ciertas actividades valoradas como propias para cada sexo, es decir, el rol o el
papel de género.
El género simbólico dicta una serie de organizaciones y tareas a cumplir como
La ordenanza que enfatiza lo que son y deben ser y hacer los hombres como
las mujeres es una máxima que permea un amplio campo de espacios sociales.
No solamente se remite al trabajo y su división, sino también al papel y lugar que
deben fungir en el parentesco, cuyo propósito es mantener una estructura social
de dependencia.
25
incompleta que sólo puede sentirse entera cuando se une con la otra
(Rubín, 2003:58-59).
La construcción normativa de género enmarca a los sexos en categorías
funcionales atendiendo las necesidades colectivas. Genera un amoldamiento de
personalidades y capacidades para cada uno de ellos, es decir, son una serie de
instrucciones que el colectivo proporciona a la diferencia sexual para que sea
disciplinada según las exigencias del grupo.
Los hombres son entendidos como inherentes al espacio público, cívico, de la
creación de la cultura, lo trascendente de un colectivo; mientras que las mujeres son
comprendidas y orientadas a espacios ajenos a actividades notorias e importantes.
Solamente se entienden como adscritas operativamente en actividades relativas al
mantenimiento y administración del hogar, lo privado. (Serret, 2004:55).
Así, los papeles designados para las mujeres son contemplados como de
26
de la mujer se debe a su asociación simbólica con falta y pérdida, con
la amenaza planteada por la feminidad a la subjetividad masculina
Así, el carácter secundario de las mujeres, producto del dictamen que el género
simbólico enuncia, se traduce en prácticas concretas de segregación, exclusión,
“otredad” o invisibilidad en espacios micro-sociales y también en ámbitos macro
como la ciencia, las humanidades y los procesos de desarrollo humano.
Otro elemento que la estructura de género implica es la unidireccionalidad
normativa del deseo y orientación de los cuerpos en la sexualidad. El género
simbólico traza una serie de delimitaciones normativas acerca de lo que deben
ser los hombres y las mujeres a partir de la descripción genérica de los roles
femeninos y masculinos a cumplir, generando estereotipos de género.
27
En el terreno de la sexualidad, el esquema es derivado en los mismos términos: el
hombre/masculino obtiene su contraparte complementaria de la mujer/femenino,
considerándose una relación natural a partir de la anatomía de los órganos
reproductores y la referencia inmediata del objetivo, la reproducción. “A nivel más
general, la organización social del sexo se basa en el género, la heterosexualidad
obligatoria y la constricción de la sexualidad femenina”. (Rubín, 2003:58).
La heterosexualidad se conforma como la conducta sexual positiva, propia
de la lógica dual de la existencia de los géneros, como relación erótica obvia y
natural de la vida colectiva. Además, la heterosexualidad se entiende también
como la constricción de los sujetos a adquirir características de personalidad
del género que “le corresponda” a su sexo. Es una vía de comportamiento de
actitudes, personalidades y disciplina de orientación del deseo sexual.
28
La homosexualidad es, entonces, vista como una ruptura provocativa
de la disciplina que la simbólica de género dicta. Conduce a sentencias
considerablemente represoras. De esta manera la homosexualidad es vista por
el imaginario colectivo de género como reprobable, y bajo esta lógica dual
se entiende en los hombres como afeminados y las lesbianas como mujeres
masculinas. Derivado de lo anterior, la concepción de que las relaciones entre
parejas no heterosexuales se guían por el esquema heterosexual, o sea que en una
relación afectiva y sexual entre mujeres se piensa que una de ellas juega el rol
masculino y la otra el papel pasivo o propiamente femenino. (Ortiz, 2003:271).
Con todo esto vemos que la homosexualidad y/o el lesbianismo contravienen
en dos sentidos, fundamentalmente, la normatividad de género: por un lado no
aplican en la conducta las actitudes estereotípicas de agresividad, autonomía,
fortaleza por parte del varón, y la dependencia, pasividad, recato en el caso de las
mujeres; en segundo lugar, el transgredir el esquema de género en el sentido de la
práctica erótica afectiva no heterosexual, ni reproductiva.
29
siempre se corresponden en términos directos con la orientación de los deseos
30
tres ha tenido experiencias homosexuales independientemente de las muestras y
que cumplen públicamente con los roles atribuidos, pero que han mantenido y
reaccionado eróticamente a estímulos de personas del sexo opuesto, por ejemplo.
En pocas palabras, las combinaciones de estos elementos son variadas y no
siempre unívocas para su concepción.
A pesar de ello, los elementos para caracterizar a una persona homosexual
se guían sin tomar como referencia el total de elementos antes descritos ni las
combinaciones posibles, sólo se considera el no mostrar públicamente fuerza
en los varones y fragilidad en las mujeres. En ambos casos, la homosexualidad
y la lesbiandad, son consideradas básicamente como acto sexual reprobable y
perteneciente a estratos sociales cuya ética es cuestionablemente orientada o como
31
poder y fuerza, transmitido justamente entre quienes poseen tales atributos, los
varones. El acto consiste en ofrecer a los miembros jóvenes el semen de los
32
que se percibe.
Así, las ideas, prácticas y nociones que conforman los ejes vertebrales del
33
Según la lectura e interpretación tradicional, aquellas ciudades fueron
destruidas por designio divino a causa de que ahí se llevaron a cabo prácticas
homosexuales “entre varones”, repercutiendo en la destrucción de la ciudad.
(Alexandre, 2001:378). De igual manera, otro pasaje bíblico que alude al rechazo
de la homosexualidad es el versado en: “Dt 23, 17; 1R 14, 24; 15, 12, 46 y
(Alexander, 2001:381).
La última referencia impresa en estos textos, que la religión asume como
máxima, es una prohibición concreta para ejercer la homosexualidad, entintada
Levítico, en
el capítulo 18 versículo 22 y 20:13, cita: “No te acostarás con varón como con
mujer; es abominación” y “Si alguien se acuesta con varón como se hace con
mujer, ambos han cometido abominación: morirán sin remedio; su sangre caerá
sobre ellos” (Alexander, 2001:382). Cabe mencionar que para esta máxima, el
lesbianismo no es contemplado.
De esta manera es que la religión, en este caso católica, comprende a la
homosexualidad. Básicamente es entendida como una “abominación” de la cual
se desprenden códigos punitivos sagrados así como amenazas concretas en ese
que discurren sobre ello son los libros de Corintios y Romanos, principalmente.
Ambos textos asumen una postura de iguales magnitudes y matices que en el
Antiguo Testamento:
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1Cor 6:9-10, “Ni los impuros, ni los idólatras, ni los adúlteros, ni
los afeminados (malakoí) ni los homosexuales (arsenokoítai) [...]
heredarán el reino de Dios; Rom 1:26-27, “Por eso los entregó Dios
a pasiones infames; pues sus mujeres invirtieron las relaciones
naturales por otras contra la naturaleza; igualmente los hombres,
abandonando el uso natural de la mujer, se abrazaron en deseos los
unos por los otros, cometiendo la misma infamia de hombre con
hombre, recibiendo en sí mismos el pago merecido de su extravío.
(Alexander, 2001:385-386).
De esta manera es que en ambos apartados del libro, que funge como
esencial en la religión católica, se condena a la homosexualidad. El motivo
principal de considerarla como “abominación”, “infamia” y “contra natura” es
porque se valoriza la fecundidad familiar como una bendición, y los actos de
35
representantes de todas las minorías, contestatarios y descontentos de cualquier
Tales nociones son entendidas por el resto de los miembros del colectivo en
el sentido que, justamente, la institución religiosa arroja y difunde. A partir de
esto es que se generan en el imaginario nociones generalizadoras acerca de lo que
representa la homosexualidad para la religión, en este caso católica. Por ejemplo,
36
De esta manera, buena parte de las instituciones o disciplinas sociales
que abordan o trabajan el cuerpo, y el conocimiento del mismo en temáticas
de sexualidad, lo hacen desde la perspectiva judeo-cristiana para generarse
explicaciones lo más sensatas posible y de manera subjetiva. Esas disciplinas
o instituciones son, por ejemplo, el derecho, las disciplinas médicas como la
biología y la sicología o la sexología, entre otras.
Instituciones y disciplinas de estudio conciben a la homosexualidad bajo los
supuestos doctrinarios de la religión, algunas de ellas formadas en sus orígenes
37
[...] Efectivamente, las autoridades civiles y concretamente las
estructuras legislativas y judiciales, incapaces de establecer sus
propios criterios, adoptan a menudo como propios los postulados
religiosos, a partir de las cuales también “organizan” la vida (y
la muerte) de todas las personas, incluyendo a lesbianas y gays.
(Llamas, 2002:91).
estipula, es decir, intentaron conocer sus causas para descubrir, así, la manera de
evitarla o erradicarla.
Los esquemas teóricos que cada una de estas ciencias desarrolló para explicar el
fenómeno como anormalidad, se constituyeron como paradigmas institucionales
en su materia. La biología desarrolló básicamente tres tipos de explicación que
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que la homosexualidad era una conducta innata, cuyo origen residía en los genes a
causa de la presencia de determinadas características relacionadas al cromosoma
X que transmite la madre en el proceso de embrionaje. Investigaciones prácticas
se llevaron a cabo por parte del titular de la postura, Kallman, con diversas parejas
de gemelos varones; cuyos resultados según su postura eran comprobables, pero
las críticas hacia la postura se delinearon por haber utilizado gemelos socializados
en el mismo ambiente. Otra posición genética, genealógica-genética (elaborada
transmite de manera genética, ya que “los hombres homosexuales tienen una alta
probabilidad de tener parientes también homosexuales en la línea materna de
la familia” (Soriano, 2002:72). Las críticas a la postura se centraron en que tal
esquema no obtenía los mismos resultados en las mujeres.
La segunda posición derivada de la biología es la teoría hormonal, en la cual
los niveles hormonales descompensados provocaban la homosexualidad. Es decir,
que los homosexuales varones deberían tener mayores niveles de estrógenos
que de andrógenos, que los hombres heterosexuales, y las mujeres deberían
tener mayores cantidades de andrógenos que de estrógenos. Sin embargo, los
resultados resultaron contradictorios y nada representativos dando lugar a la
conclusión de que el nivel hormonal no tiene relación con la homosexualidad.
(Soriano, 2002:74-75).
La última teoría es la neuroanatómica, la cual mencionó que la causa
de la homosexualidad se localiza en una característica determinada del
39
disciplinares que realizan estudios y experimentos que intentan demostrar estas
teorías, y otros que derivan de las mismas.
La otra disciplina que de igual manera indagó el origen de las conductas no
heterosexuales fue la sicología. Desde sus inicios, el tema de la sexualidad y la
orientación de los impulsos sexuales conformaron buena parte de sus desarrollos
teóricos e intereses primarios. El abordaje desde la sicología se centra,
fundamentalmente, en factores de adquisición provenientes del entorno en el que
el individuo se encuentra inmerso y el aprendizaje.
Básicamente, son dos corrientes las que explican el origen de la
homosexualidad: la primera es la teoría sicoanalítica, que parte de los postulados
freudianos acerca de que el humano posee una disposición sexual bisexual
atraído por personas que tengan los mismos órganos genitales que él; la segunda
fase es la etapa fálica, cuando el menor cambia su centro de atención a la
zona genital tomando conciencia del pene como fuente de placer, apareciendo
entonces el miedo a perder el órgano (“complejo de castración”) y, al no superar
adecuadamente la fase, acarrea temor a los genitales femeninos provocando el
deseo hacia personas con el mismo órgano como pareja sexual; esta formulación
excluye la consideración del lesbianismo. Por último, “el complejo de Edipo”
que consiste en que los instintos sexuales propios de la etapa fálica se dirigen y
concentran hacia el objeto de satisfacción inmediata, la madre, y un sentimiento
de confrontación con el padre por alcanzar el objeto de deseo. La superación
del complejo de manera positiva por parte del menor conlleva la represión de su
40
la madre “queriendo ser como ella” y por ello buscará objetos eróticos semejantes
a él mismo. (Soriano, 2002:76-77).
Tal proceso no es inherente al ser humano, más bien es consecuencia de las
condiciones ambientales en las cuales el o la menor se desenvuelve durante
la infancia. Así, el origen de la homosexualidad radica, básicamente, en la
según sea el sexo del o la menor, “sea una consecuencia más que una causa de la
homosexualidad”. (Soriano, 2002:77).
La otra teoría es la conductual, relacionada con el impulso sexual como
un impulso neutro moldeado por los procesos de aprendizaje e imitación, dos
vertientes de ésta son las que explican su origen: por una parte el planteamiento
alude a que la homosexualidad es resultado de un inadecuado aprendizaje del rol
de género. Es decir, que el interés del o la menor se centra en actitudes y objetos
pertenecientes al otro género, niñas masculinizadas y niños afeminados. Esta
postura ha sido criticada por resultados empíricos que demuestran que la mayoría
de los hombres y mujeres homosexuales no mostraron en su infancia actitudes ni
comportamientos del otro género, además de que confunde la orientación sexual
con el término de identidad sexual. Por otra parte, los factores que determinan la
homosexualidad por medio del aprendizaje son aquellos referidos a las primeras
experiencias sexuales, en cuanto fueran tempranas y satisfactorias o no.
41
asocian con sensaciones placenteras y agradables (por ejemplo, a
través de la masturbación) convirtiéndose en estímulos sexuales, y
tras generalizarlos en la fantasía se desarrollará la homosexualidad.
(Soriano, 2002:78).
42
cuenta de los fenómenos que ocurren en su campo de estudio con respecto de
la sexualidad; la manera de comprenderla es por medio de lógicas mecánicas
como la relación causa-efecto, propias del positivismo y de las ciencias naturales.
Equiparando el funcionamiento del cuerpo con una máquina articulada y en
orden, en sí misma y con lo que le rodea. (Granados, 2006:304).
Por lo tanto, cualquier anomalía al orden natural del cuerpo, e implícitamente
relacionado con la naturaleza, es concebida como enfermedad, patología o
avería, que amerita la reparación de la parte afectada o el aislamiento, es decir el
tratamiento.
la homosexualidad.
43
I.5 A manera de conclusión
homosexualidad como una práctica y ser fuera de los esquemas naturales y propios
de un adecuado desarrollo de los individuos. Como revisamos brevemente, la
iglesia y las instancias civiles promulgan y emiten argumentos que se traducen
44
Bibliografía
Durkheim, Emilio (1998). Las reglas del método sociológico. Edit. Quinto Sol.
México.
45
Godelier, Maurice (2000). Cuerpo, parentesco y poder: Perspectivas
antropológicas y críticas, Edit. Abya-Yala, Ecuador, pp. 55-89.
Kinsey, Alfred, et al. (2003). “Sexual Behavior in the Human Male” en American
Journal of Public Health. No. 6, Vol. 93, June [1948].
46
Investigaciones Sociales, UNAM, México.
47
II
Ante los cambios propiciados por las mujeres ¿los
hombres corren o se encaraman?
Blanca Elisa Cabral Veloz
Las mujeres, en su
49
más importantes procesos de cambio civilizatorio que ha desestabilizado los
fundamentos del modelo patriarcal:
y más recientemente con los estudios de género, conllevó a lo que cita Mabel
Belluci:
50
luchas y organizaciones colectivas, así como los estudios y aportes a la producción
del conocimiento con categorías de análisis más omnicomprensivas, desde la
óptica, el pensar, el sentir y el hacer femenino, incluso cada vez más distanciada
de la “mujeril” victimización/victimario, así como la misma dinámica de los
cambios socio-históricos con sus crisis recurrentes, han permitido mirar y rescribir
esa otra historia del mundo social que permanecía invisibilizada y silenciada
por los gritos estridentes del patriarcado y su aliada y omnipotente razón. Es
tal la sacudida que tuvo el despertar de esa otra historia develada, que siempre
patriarcal con su legado de normas, códigos y tradiciones, que aun cuando la han
hecho tambalear, todavía sigue allí como modelo del mundo.
Pues bien, desde nuestro punto de vista, ese modelo de cien cabezas
se llama patriarcado, un sistema complejo con múltiples claves,
trampas, costumbres, creencias y complicidades que a todos/as nos
tiene colonizados. No es sólo el modelo en el que vivimos sino el
ojo por el que miramos, los circuitos por los que transitan nuestros
pensamientos, nuestro modo de amar y de vivir. (Sendón de León.
1994:22).
Con el patriarcado pasa como con el dinosaurio del cuento breve del
guatemalteco Augusto Monterroso, que dice: “Cuando despertó, todavía el
dinosaurio estaba allí”. Las mujeres han despertado, pero todavía el patriarcado
está vivo en todas las instancias de poder, así que todavía queda mucho camino
por recorrer, muchos sueños por despertar, muchos proyectos por realizar, muchas
tareas y responsabilidades por compartir, muchas palabras por decir, muchas
emociones y sentimientos por expresar y, sobre todo, hace falta mucho diálogo
entre los sexos, desde los microespacios compartidos en la vida cotidiana, en
los hogares, trabajos, comunidades, hasta los espacios económicos, políticos
y sociales de la cultura, porque el patriarcado, como el dinosaurio, todavía
permanece allí:
51
1. Sigue adosado a las estructuras sociales, a los saberes, instituciones y
mecanismos de control.
2. Permanece enquistado al orden del discurso social con su lógica de poder,
que es, según Bourdieu (1990), una lógica de poder, de dominación,
incrustada en las estructuras mentales, tanto de los hombres como de
las mismas mujeres. Esta lógica de género que deviene del discurso del
logos, según el autor, es la forma paradigmática de violencia simbólica
que se ejerce sobre las personas con su complicidad y consentimiento,
52
Cuando hablamos de universo simbólico no sólo nos referimos a los
Tarea titánica esa, de deslastrarse de una red milenaria que nos mantiene
atrapadas y atrapados con la fuerza microfísica del poder, entretejida a la
omniabarcante racionalidad occidental a la cual se somete gran parte de la
humanidad moderna.
Además, el problema se hace complejo, pues, como cualquier proceso
de socialización y asimilación-adaptación a normativas socioculturales, este
aprendizaje social, lejos de ser pasivo o meramente receptivo, es un proceso
activo, relacional-interactivo, cuyas vertientes y desembocaduras van desde los
sueños, ideales y utopías, a las resistencias, defensas y reacciones inusitadas con
capacidades de múltiples respuestas frente al malestar individual y colectivo;
dando lugar a inadaptación, transgresión, crítica, cuestionamiento, subversión
o sublevación y lucha contra los sistemas autoritarios, en consecuencia, a los
quiebres, rupturas, revoluciones y cambios. Ya decía Foucault, que donde se
ejerce poder hay resistencia.
53
patriarcal a la racionalidad occidental moderna, haya sido minado por la fuerza
del fermento femenino y provocado importantes y profundos cambios en la
civilización contemporánea. Ha sido tal el impacto, por la aparición colectiva de
las mujeres en la escena política, que según Lipovetsky:
54
atraviesa nuestras sociedades, que sustenta y opone –bajo relaciones hegemónicas
de poder–2 incluso, las maneras de ser, sentir, pensar, hacer y estar en el mundo de
la vida, muy bien delimitadas, disociadas y socializadas diferencialmente, según
“corresponde” a los varones por ser varones y a las mujeres por el solo hecho de
ser mujeres, en consecuencia, instauran y constituyen prácticas y relaciones entre
los sexos. Esta situación de disimetría social delata una historia de relaciones de
dominio-subordinación a través de la cual se valoriza la posición de lo masculino,
2
poder surge de las relaciones sociales estructuradas con base en principios de desigualdad,
divisiones y desequilibrios. El poder está en todas partes, se reproduce cotidianamente en
distintas formas de relación. Es lo que ha llamado Foucault “la microfísica del poder”.
55
El problema ni siquiera está en la diferencia sexual sino en lo que hemos
hecho con las diferencias sexuales, bajo una interpretación cultural fragmentada
y sesgada que las ha convertido en discriminatorias, bipolares y excluyentes.
56
En las sociedades autoritarias se coarta la libertad, se moldean las
emociones, se censura el raciocinio, se limita el lenguaje y con ello
se impide la construcción de la verdadera subjetividad: todo está
previsto de antemano para cada persona, su personalidad contendrá
más del estereotipo socio-simbólico que del prototipo singular. La
subjetividad así construida proviene de la alienación más que de la
lucidez y resulta así porque la identidad casi obligatoria suplanta a
la subjetividad. (Simón, 1999:38).
57
de la predestinación freudiana de nuestra naturaleza como destino, y pagando
un ancestral karma de la ley de causa y efecto bajo la estrecha mira de la ley del
embudo.
58
Imagen: Fuenmayor Noriega; Amalfy (2004). Atrapadas en el laberinto cotidiano.
Venezuela.
En este complejo proceso de relación del sexo con la cultura, los hombres
tampoco la tendrán fácil, pues, mythos y logos, patriarcales también, anclaran su
cuerpo al modelo jerárquico de dominación, con la gran diferencia, justamente,
con la excusa de las diferencias sexuales, a ellos les toca estar del lado de la
dominación, de la fuerza y del control, naturalizado y socializado en el espacio
público, y construirán su identidad por oposición a “lo femenino” en detrimento
y negación de sus propias emociones, afectos y sentimientos (no es de extrañar
entonces tanta misoginia, falta de ternura y homofobia), y terminarán forjando
59
del varón en su “deber ser” impuesto por la cultura: preñar, proveer y proteger,
descritas por el antropólogo David Gilmore (1993:75. Cit. en Graciela Morgade,
2001), quien agrega además un párrafo muy interesante que permite fundamentar
la comprensión de la construcción de la identidad masculina.
La psicoanalista Elizabeth Badinter (en su libro La identidad masculina de
1992) sostiene que las relaciones de género patriarcales han generado mutilaciones
en hombres; no se trata de mutilaciones físicas sino de limitaciones a su desarrollo
emocional. Por una parte, una mutilación de “lo femenino” que reside en cada
uno/a de nosotros/as, que da lugar a lo que llama el “el hombre duro”. Por otra
parte, el hombre que abandona todo tipo de virilidad para agradar a las mujeres
críticas, que renuncia “voluntariamente” a la preminencia del “macho” (Badinter,
1992:76).
Toda una constelación de construcciones sociosimbólicas sobre los cuerpos y
las mentes de hombres y mujeres, signos, marcas irreductibles, huellas labradas
sobre los cuerpos, fermentándose en la construcción de la subjetividad y en la
conformación de la identidad –de lo femenino y de lo masculino– diferencialmente
sexualizadas-socializadas para asegurar su adaptación sociocultural a la misma
cultura que genera, produce y reproduce la identidad.
Así, las diferencias sexuales subsumidas en procesos de socialización y
60
cultura, la cual se encargará a través de sus instituciones, aparatos jurídicos,
códigos, leyes, discursos y normas, de cercarnos (a mujeres y a varones) entre
saberes y dispositivos de control y sus bien elaborados discursos, imágenes y
lenguajes. Sólo que, con una sutil diferencia, será sobre las mujeres, en quienes
recaerá el mayor peso sociohistórico, síquico y emocional, bajo la excusa de sus
diferencias sexuales.
El juego de doble tablero con las cartas marcadas por la cultura dominante,
comienza y se extiende por siglos de oposiciones y desigualdades en el que
¡Y vaya de qué manera y a qué alto costo! Con razón Morin (1999:43)
4
que nace el ser humano: parentesco, rituales, roles de género y al lenguaje que pertenece
al orden patriarcal. Appignanesi y Garrat (1997) Posmodernismo para principiantes, pp.
92-93.
61
cultura patriarcal y su modelo androcéntrico de dominación. No obstante, hay que
recalcar que este proceso socializador es interactivo, no pasivo ni unidireccional,
lo que implica momentos de crisis, cuestionamientos, toma de decisiones y
diferentes posibilidades en su adquisición, comprensión y asimilación entre
resistencias, procesos de cambios y transformaciones en los valores, experiencia
de vida y comportamiento de varones y mujeres, aún a contra corriente de normas,
esquemas y estereotipos de género, a los que es difícil sustraerse y resistirse sin
62
ciudadanía de las mujeres de hoy como sujetos colectivos con carta de ciudadanía
y participación política, espacios en los que todavía queda mucho por hacer,
riesgos que correr, sueños que cumplir, desafíos que afrontar, en la avanzada
indetenible de las mujeres como coprotagonistas de la experiencia humana. En
63
propias “claves identitarias”, es una necesidad impostergable en la construcción
de la autonomía femenina.
Salvando las diferencias individuales y particulares experiencias de vida,
pienso que cada vez somos más sin miedo ni culpa, sin eterno femenino ni destino
ineludible, divino o natural (con perdón del padre Freud y su lapidaria sentencia
“universal” de la cultura: mujer, tu naturaleza es tu destino); mujeres con alegría
de vivir, apropiadas de nuestros cuerpos, gozosas de nuestro sexo y, que sin obviar
para construir otro mundo posible, rompiendo capullos milenarios mientras nos
soñamos libres, en procura de derechos como humanas, de justicia social, de
equidad y de paz entre los sexos.
Sin embargo, como cualquier otra acción sometida al orden del discurso de la
cultura dominante de la modernidad (de sus mecanismos, principios, dispositivos
y estrategias) lejos estamos todavía del cambio social anhelado y esperado, que
tiene que pasar necesariamente por una verdadera remoción y cambio en las
mentalidades y en las subjetividades, tanto de los hombres como de las mismas
mujeres. Mientras, estamos en un movimiento de frontera, cruzando el espesor
de aguas movedizas, descentrando, desmantelando, destejiendo para volver a
tejer otra trama de sentido, con sentido ético del buen vivir, tendiendo puentes,
franqueando otras sensibilidades, propiciando condiciones para otros modos
posibles de vernos, pensarnos, encontrarnos y relacionarnos. Y, como pienso que
la sensibilidad poética puede ser cónsona con la academia, he aquí un poema
64
Cortando mis raíces me impedirías crecer
Cerrando mis ojos no alcanzaría a ver el horizonte de lo posible
¡Oye Tú, hombre universal!
Patriarca de la cultura
Enseñoreado del mundo, detén tu paso imperial
Abre tu corazón
Y escúchame bien
No se silencia la voz de quien transmite el secreto de la lengua
No se mueren las raíces de quien contiene su propia savia
No se deja sin cenizas a quien tiene alas de fénix
No se doblega el cuerpo de quien lleva la fuerza originaria de la vida
No se impide el vuelo de quien se sueña mariposa… y vuela
Vuela con la palabra ¡Libertad!
(Cabral, 2012).
Para convivir juntos y alcanzar una verdadera democracia, tenemos que eliminar
lo que nos separa. Y no es la diferencia entre los sexos la que nos separa ¡Válgame
Dios, benditas y bienvenidas sean las diferencias sexuales! Lo que nos separa
y opone es la diferencia convertida en inequidad por un poder hegemónico
androcéntrico y sexista, lo que nos separa y opone es la diferencia convertida en
desigualdad, lo que nos separa y opone es la diferencia convertida en opresión,
en jerarquías, en violencia, en discriminación, en sexismo, en machismo, en
exclusión y en injusticias sociales. (Cabral, 2010).
Valga la insistencia epistémica, teórica y crítica, para mirar de otra manera, más
heurísticamente, y comprender más allá de la racionalidad ideológica de los
saberes androcéntricos, que:
65
¡Vaya entonces, cuánta deformación milenaria de las diferencias sexuales
entreveradas a las perversiones del poder! De manera que, para vivir y convivir
culturalmente nuestras diferencias con comprensión y aceptación –en una estética
del buen vivir–, queda mucho trecho por recorrer, muchos nudos por desatar,
muchos asuntos por resolver en los próximos tiempos.
Y, a todas éstas, ¿qué pasa con la otra mitad de la experiencia humana?,
¿qué pasa con ellos?, ¿también los hombres están cambiando?, ¿cómo han
experimentado los hombres los cambios culturales que los afectan?, ¿cómo se
han posicionado desde que el feminismo, los estudios de género, los movimientos
y luchas de las mujeres y la misma realidad de las vidas cotidianas, han puesto en
entredicho sus privilegios, han cuestionado profundamente su lugar hegemónico,
en tanto personas, es mucho más arduo y tiene distintos frentes: clase, estratos
66
sociales, etnia, edad, generación, entre otros ejes ordenadores-diferenciadores
que producen, reproducen y legitiman las desigualdades.
Los roles masculinos tradicionales han entrado en crisis, junto a los cambios
misma en su relación con las mujeres, haciendo posible otras realidades, otras
interacciones, otros discursos, otras simbolizaciones, prácticas, pactos, vínculos,
mucho que tenemos que decir) y ellos, al parecer, por lo general, no nos escuchan.
¿Qué tan en lo cierto, estará Florence Thomas? cuando sostiene que es mejor
imaginar una conversación con un hombre ausente (1999) para que podamos
decir lo mucho que pensamos y tenemos que decir, sin interrupciones, dudas, ni
concesiones. Pero, yo no voy a hablar con los ausentes y, desde ahora, si voy a
hablar de los hombres de carne y hueso, sin dejar de percibir la sombra al acecho
desdibujada, tenue y borrosa o bien delineada y remarcada de la socialización
patriarcal. Y hablar-escribir sobre los hombres es tenerlos presente. ¿De qué
manera, es ese tenerlos presente?
Es saber que están allí, como ese ser humano de tránsito por la vida en el
que el universo se expresa. Pero, es saber que, en su transitar por la vida, no
están en cualquier sitio sino en el espacio ontológico atribuido al varón como
sujeto universal de la cultura y como sujeto histórico poseedor de esa instancia
constitutiva, que es la razón pensada como máximo poder del conocimiento y
67
realización humana, se trata también, de saber que están aquí, en el lugar que
ocupan en mi propia experiencia de vida de mujer acontecida, en el lugar vivo de
mi propia memoria.
Así, cuando escribo estas líneas no sólo tengo presente a los hombres con
quienes he aprendido a amar, a llorar, a reír, a bailar, a rabiar, a jugar, a compartir,
a hablar, a escuchar, a procrear, a criar, a atarme y desatarme, a cautivarme y a
escapar, a acercarme y a alejarme, pero también a rencontrarme, sino que me hago
presente, yo mujer, en relación con este mundo poblado de varones y mujeres,
quienes con su historia social y personal, muchas veces hilada a la mía, me ayuda
a pensarme, a explicarme, a convivirme, a recrearme, y a cambiar muchas veces
mi mirada del mundo en el que habito, crezco, me asombra, me revela, con sus
contradicciones, condicionamientos y aprendizajes vitales.
A riesgo de caer en apresuramientos o generalizaciones tempranas, no
pretendo aventurar respuestas sobre lo que acontece en el mundo masculino y,
menos aún, herir susceptibilidades e ir contra los hombres en tono de reproche de
cierto feminismo radical.
5
ni
ser complaciente al poner en cuestionamiento las reglas del juego de la cultura
patriarcal, el modelo “civilizatorio” del mundo y el discurso dominante que ha
virilizado la cultura en relaciones de dominio-subordinación y que, pese a los
cambios, sigue apertrechado a un modelo androcéntrico, masculino y sexista,
permeando sus aprendizajes vitales y modos de sentir, pensar, ser y hacerse
hombres en un mundo poblado también de mujeres.
Quiero hablar de ellos, desde el saber de experiencia (Larrosa: 2002),6 ese
saber que tiene que ver con lo que nos pasa, lo que nos toca profundamente y el
68
experiencia de lo que nos pasa por ser mujeres y, ¿por qué no?, de lo que les pasa
a ellos por ser hombres, para intentar comprendernos mejor en este horizonte de
límites y posibilidades que somos las mujeres, los hombres y nuestros modos de
vivir y relacionarnos.
Y hablar de los hombres es saber que están allí, poblando junto a nosotras, bajo
el signo de la diferencia, el mundo dicotómico y jerarquizado que juntos habitamos
en un entramado de relaciones. Es verlos en su transitar por el mundo de la vida,
en un espacio-tiempo histórico, asignado, nombrado, enseñoreado, posicionado,
señalado entre códigos, palabras y símbolos, mediados por dispositivos de poder,
el cual privilegia lo masculino, la verdad, la ley, el logos.
Pero, se trata también, de saber que están aquí, junto a nosotras, entre las
contingencias inestables de la cultura que abonan los cambios, en el lugar de
encuentro entre los espacios público y privado, en la cotidianidad de los hogares,
en el trabajo, en la calle, en la intimidad de los cuerpos. Y es saber que están allí,
en el testimonio vivo de nuestra memoria cautiva de su presencia ineludible, y en
los lugares cálidos que ocupan en nuestras propias vidas de mujeres.
No es fácil deslastrarse de la pesada carga de dogmas milenarios, menos aún, de
asimilar y asumir cambios que nos remueven, desestabilizan, alteran, confunden y
trastocan principios, certezas, normas, códigos, imaginarios, lenguajes, prácticas
y relaciones, e incluso irrumpen identidades.
Cuando miro, pienso y me relaciono con los hombres de carne y hueso, los
de cerca y los de lejos, me da la impresión de que algo les inquieta, que algo
les conmueve, algo los perturba, les incomoda, les molesta. Pareciera que algo
69
Entre estas y otras preguntas, me sumo a las que precisamente hace un hombre,
(Montesinos, 2002).7 ¿Se asumen los varones como agentes del cambio o aparecen
Pienso que, sin perder de vista la historia de las mujeres (su historia, no la
historia escindida, androcéntrica y sexista) sin menoscabo de sus experiencias de
la autora es tan válido para las identidades masculinas como para las identidades
femeninas.
que nos impusieron tanto a ellos como a nosotras. Es tiempo ya de revisar una
71
identidad que si bien pudo haber tenido su razón sociohistórica y su función
adaptativa y social, de deslastrarse (en algunos, con airearla, limpiarla, es
hombría, pues no hay tal esencia masculina como no hay la tan manoseada esencia
del “eterno femenino”, se trata de formas (estereotípicas) de ser, precedidas,
potencialidad de la conducta como en la conducta real. Así que demos una vuelta
72
de tuerca y miremos esta coyuntura como un verdadero desafío para movilizar
cambios trascendentales hacia la autonomía e integridad de hombres en tránsito,
formación y crecimiento de sí mismos, desde la consciencia crítica de género,
abriéndose a un horizonte de posibilidades de aprendizaje.
Se trata de aprendizajes –no coactivos ni opresivos ni mutilantes-ni alienantes
de su ser persona, sino de aprendizajes deconstructivos, creativos, productivos,
proactivos, para la vida.
Es una cuestión de búsqueda de equilibrio de sí, más allá del sexo-género de
73
pluralidad y diversidad de ser hombres y, por supuesto, de deconstruir y construir
sus masculinidades, (en plural) estoy presta a movilizar aún más el ángulo de
mi mirada –desde distintos puntos– para ver desde distintas perspectivas, otros
escenarios, contextos, prácticas y relaciones en las cuales parecen moverse los
hombres de hoy. Podemos construir miradores y desde lo alto de éstos podemos
contemplar lo que ocurre. Serán puntos de vista limitados y frágiles. (Morin,
1994).
Si en la vida ensayáramos por lo menos otras formas de mirar y de mirarnos
74
nostálgicos el regreso a cómodas rutinas, a viejas tradiciones de una cultura
androcéntrica construida a la medida del hombre “universal”, o los miro volver
a sabrosas costumbres junto a hacendosas, abnegadas y subordinadas mujeres
en “servidumbre voluntaria”, objetos de deseo, olvidadas de sí, dedicadas al
cuidado del otro y de los otros.
Y también veo hombres dependientes de sus mujeres madres, esposas,
amantes, que no se bastan por sí solos, temerosos de mostrar su lado femenino, y
me sigue asaltando el desasosiego, cuando los miro o escucho hablar entre sí, de
mujeres, de béisbol, con sus chistes sexistas, sus jergas de siempre, exhibiendo
su machismo, violencia y misoginia, tomando el control para seguir reduciendo,
sometiendo, oprimiendo, y que parecieran estar a la defensiva, inseguros,
temerosos de perder sus privilegios, encerrados en sus estrechos moldes,
desarraigados de sí ante una realidad que está cambiando y que parece dejar
a unos cuantos machos heridos a la intemperie, desamparados, al desnudo, en
incertidumbre y desconcierto. En esos deslaves, en esos desencuentros consigo
75
darse cuenta que son herederos de un pensamiento fragmentario, dicotómico, que
lo divide o lo reduce a él mismo como persona y lo escinde en una relación desigual,
, desnaturalizándolo a él
mismo en su experiencia vital como ser humano en convivencia.
Y, mientras más los observo, mi mirada comienza a alargarse sonriente al
ver a hombres despiertos, a quienes les resulta insostenible seguir reproduciendo
tiene sentido, hombres que no temen mostrar su lado femenino sin dejar de ser
hombres, sensibles, emotivos, sensitivos, solidarios, tiernos, amorosos, menos
genitalizados, más erotizados, más lúdicos y lúcidos.
Y, los veo en distintos escenarios, revisando sus estereotipos, asumiendo otras
actitudes, otros roles, funciones y valores, aprendiendo (sin complejos machistas)
de la cultura femenina, menos prepotentes, más humildes. Hombres que comienzan
a reconocer que ellos no colaboran, sino que participan, y que no existe razón
para darles las gracias como si nos estuvieran haciendo un favor o una concesión
al lavar los platos o llevar a los hijos a la escuela. Los miro en el supermercado,
en sus casas, compartiendo tareas, cambiando pañales, cocinando, jugando con
sus hijos e hijas, involucrándose en las escuelas; más tiernos y sensibles, más
padres y menos padrotes; hombres despertando a los cambios, disfrutando de
una sexualidad más juguetona, menos genitalizada y coitalizada, menos ansiosos
entre los sexos con mayor sentimiento, goce y placer, develándose a otras formas
de masculinidades y de ser hombres, así como reconociendo en la mujer otras
formas de feminidades y de ser mujer.
Aun cuando algunos (y también algunas) ni siquiera se han percatado de que
76
II.5 Los hombres no corren ni se encaraman
Para que al caminante, en estos asuntos vitales de la vida, como son las relaciones
entre los sexos, algo le pase, le acontezca o le llegue, requiere detenerse, pararse,
con una mirada renovada, distinta, creativa, empática y solidaria. Como acertó en
decir Thurber, “no se trata de mirar hacia atrás como un hombre enojado, ni hacia
delante como un hombre temeroso, sino alrededor de nosotros como un hombre
despierto”.
77
sino parte de la compleja problemática de un sistema equívoco y desigualmente
construido de relaciones de poder, me interesa lanzar la mirada, como quien tensa
como plataforma del pensar político. Se trata, como sostiene Jonatan Alzuru, de
un saber práctico:
78
otras maneras, comprender y aceptar que el llamado problema de las mujeres
lo padecen millones de seres humanos, por lo tanto, es un problema de toda la
sociedad, y nos compete a todos y a todas.
79
con una nueva ética humana para la convivencia social, sin detrimento del
sujeto que genera sus propios cambios pensándose a sí mismo/a en una praxis
sicoecoafectiva. Praxis, en el sentido que le atribuye el pedagogo brasileño Paulo
80
Bibliografía
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Bellucci, M., (1992). “De los estudios de la mujer a los estudios de género: han
recorrido un largo camino…”, en Andreani, F. (1998). Vida cotidiana y
malestar de las mujeres. Universidad Central de Venezuela.
Cabral, B. (2010). Sexo, poder y género. Un juego con las cartas marcadas. Tomo
1, Caracas, Fundación Editorial El Perro y La Rana.
81
León, M. (1994). “La familia nuclear: origen de las identidades hegemónicas” en
Arango, L. León, M. y M. (2000). Género e Identidad. Ensayos sobre lo
Femenino. Bogotá, TM editores.
“Cuando conversamos,
bailamos una danza en la que el hablar
y el escuchar se entrelazan”.
Rafael Echeverría (2010).
una consecuencia.
83
SER HUMANO LENGUAJE
PODER ACCIÓN
84
dominante, con control emocional, agresivo y poseedor de una inteligencia
lógica; mientras que a la mujer se le concibe pasiva, obediente, variable, inhibida
e intuitiva. Según Armando López Valero y Eduardo Encabo Fernández (2002),11
con estos antecedentes es lógico que la transposición lingüística-comunicativa
quede marcada por la diferencia, ya que la persona va a buscar un referente en
esos arquetipos sociales que se le han asignado, quedando a su vez de manera
naturalizada para el resto de las personas que conviven con ésta en su ambiente
familiar, en especial el de sus descendientes, que por modelamiento replican esas
referencias lingüísticas en su ambiente escolar y comunitario.
Por su parte el poder juega un papel determinante en muchas personas, y no
sólo porque la intervención provenga desde el exterior, desde su formación, desde
su niñez, sino también desde su propio interior, desde su ser; las relaciones de
poder las constituye cada sujeto, lo forman. De allí la complejidad de educación
que tiene cada padre, madre, tía y/o tío, abuela y/o abuelo con los miembros
descendientes de su familia, tomando en cuenta de manera reiterada, que cada
autoridad familiar transmite culturalmente lo generacional de su propia familia.
Judith Butler (2004),12 en su libro Lenguaje, poder e identidad, habla de la
performatividad prodigiosa de las palabras y de una concepción del lenguaje
como agencia, como un acto prolongado, una representación con efectos. Es
importante destacar que el lenguaje no es ni neutro ni inocente, transmite ideología
y dependiendo de la manera que se expresa, generará acuerdos o desacuerdos en
la interacción.
Las relaciones interpersonales han sido tema de estudio en muchas áreas del
85
Siguiendo con el hilo de los párrafos anteriores, Nelson Henríquez, en su libro Los
mensajes subliminales, en el proceso de socialización de los niños, sostiene que
86
Es importante enfatizar que no existe una relación entre dos o más personas
que sea exactamente igual a otra, porque las relaciones se basan en las personas,
en su forma de ser, con y por sus emociones, por lo que no hay una persona
que sea igual a otra en ningún sentido, pueden parecerse, pueden tener la misma
crianza, pueden provenir de un mismo padre y madre (por ejemplo, hermanos y/o
hermanas, primas y/o primos), pero no ser exactamente iguales. De allí que la
comunicación entre ellas sea diferente, pues cada persona se comunica de forma
87
escuchar al otro u otra, se le está dando un espacio para que se exprese, para que
muestre quién es. Por el contrario, cuando se hace desde el juicio, desde el propio
Los juicios revelan nuestra alma (nuestra forma de ser) con mayor profundidad.
Un aspecto fundamental de la disciplina del coaching ontológico consiste en
aprender a tratar los juicios que las personas hacen, como ventana al alma humana;
a ello no se escapa la institución social primaria: la familia; entre cuyos miembros
el espacio para la transformación. “La mayoría de los seres humanos, aun cuando
hacer más que repetir los juicios que encuentran a la mano, sin examinarlos
88
practicarse en cada hogar, respeto entre las parejas, respeto de padres y madres
hacia sus hijos y/o hijas, y de éstos y éstas hacia sus mayores. Práctica que si se
mantiene en el seno de la familia se multiplicaría en cada institución educativa,
desde la escolar hasta la universitaria.
El respeto, de acuerdo con el diccionario de la Real Academia Española
(RAE), está relacionado con la veneración o el acatamiento hacia alguien. El
respeto incluye miramiento, consideración y deferencia, también incluye el
89
sordos”, pues en realidad es una incomunicación lo que se da, entendiéndose
que la comunicación exige la comunitariedad en intereses y aspiraciones. La
persona que se impone se mueve a partir de sus necesidades y satisfacciones,
mientras que la persona frustrada queda en un vacío, en un estadio retrógrado
respecto de su interlocutora o interlocutor. A estas realidades hay que darle mucha
atención, en especial cuando se interactúa con las y los adolescentes, más aún por
los notables cambios generacionales de hoy, cargadas de nuevos conocimientos,
emociones, experiencias e informaciones que generan formas de pensar distintas
a las generaciones anteriores, donde la democracia está prevaleciendo en la mente
de cada joven y que cuida con mucha vehemencia. Es importante conocer qué
vivencias están experimentando los y las jóvenes, escuchar lo que dicen, qué
sienten, desde un criterio razonable, sin prejuicios, sin críticas y sin sanciones
previas al término de la conversación, que suelen generan malentendidos,
Explica Albert Bandura (s/f), que la personalidad es una interacción entre tres
factores: ambiente, comportamiento y procesos sicológicos de la persona. Estos
procesos consisten en la habilidad que se tiene para abrigar imágenes en la
90
adormilado, drogado, enfermo, nervioso o incluso “hiper”, aprenderás menos.
Lo que no sucede con las niñas y los niños en su más temprana edad, porque
están en pleno proceso de aprendizaje, absorbiendo todo lo que acontece y se
dice a su alrededor, dándole atención a todo lo que le rodea. Algunas de las cosas
91
por imitación a la persona que lo cría, porque lo naturaliza sin la conciencia real
de la consecuencia perjudicial que puede acarrear una mentira, cualquiera sea su
magnitud.
Motivación. Aún con todo lo anterior, todavía no es efectivo el modelamiento,
a menos que se esté realmente motivado o motivada a imitar algo o a alguien, es
decir, a menos que se tenga buenas razones para hacerlo. Bandura menciona un
número de motivos:
III.5 La televisión y las redes sociales vistas por niñas, niños y adolescentes
92
Vemos entonces que los medios de comunicación emergen como una
poderosa fuerza de información y persuasión, posible modeladora de actitudes
y comportamientos en el mundo que vivimos, y se ubican rápidamente en una
El sobreentendimiento
Sucede usualmente cuando dos personas que intentan comunicarse algo tienen
conciencia de la incomunicabilidad de lo restante, y dan por supuesto que esto
último de alguna manera se intuye, en estos casos suele usarse la interrogante:
¿Usted me entiende? o ¿usted me entendió? El sobreentendimiento aparece
como actividad supletoria de la incomunicación excedente tras la comunicación
efectuada (Castilla del Pino, 2001). Otros se practican en las relaciones de género
donde se suele sobreentender el amor, el afecto, la querencia, la empatía que se
siente por la otra persona, hasta se ha de naturalizar que la otra persona ha de
saber lo que sienten por ella, esto crea muchos vacíos relacionales por múltiples
factores, uno de ellos es la cotidianidad con una carga de temporalidad que la o las
lo que se siente por la otra persona, revivir corporalmente (con los sentidos) el
afecto, el respeto por la pareja.
El malentendido
Según Barrera (2006), proviene de la diferencia entre lo que escuchamos y lo que
la otra persona dice, o lo que la persona dice y la otra escucha. Cuanto más se
cosas diferentes.
93
Juegos de poderes en las relaciones personales
La violencia de género, por ejemplo, es una manifestación de relaciones de poder,
relaciones desiguales, histórica y culturalmente establecidas entre hombres y
mujeres. Esta es una violencia que tiene su origen en las pautas culturales, prácticas
y representaciones que construyen los cuerpos de una manera muy determinada,
una oposición de intereses. Por su parte, Oscar Peña (1999), citado por Amado, lo
y/o afectos entre individuos o grupos que pueden o no conducir a una expresión
agresiva de su incompatibilidad social, esto parte desde la familia extendiéndose
a toda una sociedad; aquí se renombra a manera de recordatorio a Ulrich Beck
(2005), se mora en una sociedad de riesgos.
una construcción humana que puede ser positivo o negativo, según se aborde y
termine, con posibilidades de ser conducido, transformado y superado por las
mismas partes.
Se llega, entonces, a que después de activado el dispositivo de frustración,
desavenencia, diferencia, desacuerdo o discordia, se podría requerir una
conciliación, mediación o arbitraje para la resolución de un problema. Lo inicial
sería comenzar con las causas que lo ocasionaron.
Es pertinente cuidar los pensamientos, aceptar los procesos de cambios
generacionales, los modos de vida para crear un lenguaje asertivo, apropiado,
95
cuando deben escoger el método o procedimiento para llevarlo a cabo.
Inteligencia emocional
salud cuando las relaciones son nutritivas, porque las relaciones no sólo moldean
la experiencia sino también la biología de la persona. De igual manera sucede con
las relaciones tóxicas que actúan como un veneno lento en el cuerpo.
Partiendo de lo anterior, Goleman ya no sólo propone pensar en la inteligencia
emocional sino también en la inteligencia social como un término abreviado,
porque no se actúa inteligentemente sobre las relaciones sino en las relaciones.
Esa visión permite considerar a la inteligencia social como la capacidad
que enriquece las relaciones personales, tales como la empatía y el interés.
96
Como aseveraría su creador original, el sicólogo Edward Thorndike, es actuar
sabiamente en las relaciones humanas.
La sicología de la salud por su lado, ha demostrado que el equilibrio mente-
cuerpo es uno de los factores más importantes para crear inmunidad sicológica
y física. Cuando el poderoso súper “yo” comienza a frenar más de la cuenta los
impulsos sanos y naturales que pugnan por salir, se produce un desequilibrio
mente-cuerpo. Es entonces cuando vivimos enredados entre lo que nos gustaría
hacer y lo que deberíamos, dos sistemas de procesamiento aparentemente
irreconciliables: emoción vs razón. Por su parte Walter Riso (2008) asegura en su
libro Sabiduría emocional, que la virtud no está en enterrar la emoción sino en
aprovecharla constructivamente.
Una mente serena es capaz de reconocer cuando el pasado y el futuro están
haciendo daño, para ajustar el cronómetro a lo que realmente sea útil y adaptativo.
El perdón te permite no sólo estar a paz y a salvo, sino en paz y a salvo. Cabe
mencionar en este punto, la importancia de iniciar el perdón de sí, como persona
con una trayectoria de vida llena de fortalezas y debilidades, pero estas últimas no
naturalizándolas, sino trabajándolas para revertirlas en fortalezas.
Por lo que hay que evitar que niñas, niños y adolescentes sanos sigan viviendo
en ambientes enfermos, como lo describiera Norman Garmezy, pionero de la
Teoría de la Resiliencia.
Resiliencia familiar
amenazadoras.
97
positiva en la adversidad para un niño, una niña o un adolescente, es la presencia
él o ella. Esta persona adulta es a su vez quien le brinda apoyo y validación, y con
Autorregulación
Tolerancia y madurez
Según Jaime Lopera (2006), tolerar es aceptar. Es manejar los instintos primarios,
98
La tolerancia surge cuando nos importan las diferencias existentes entre unas
personas y otras, y se aceptan como un enriquecimiento. Es decir, se es tolerante
cuando la diferencia –del otro u otra– importa.
99
Dice Lopera que no se debe confundir “tolerar” con “soportar”, ni tolerancia
tolerante, por el contrario, implica entender los comportamientos del otro u otra
(aplicabilidad de la inteligencia emocional), defender una posición de manera
asertiva cuando sea necesario y examinar alternativas intermedias para afrontar
cree equivocadamente que la felicidad consiste en vivir una vida sin desacuerdos,
La paz no es una meta sino una tarea. No es concebir la paz como la ausencia de
guerra, la paz es un equilibrio que se sostiene en el movimiento por una sociedad
más justa, libre y fraterna, y debe constituirse sobre estas bases: justicia, verdad,
libertad y fraternidaz. (Izquierdo, 2007).
Izquierdo se apoya en la gran luminosidad de la madre Teresa de Calcuta,
con sus sencillas palabras: “Cualquier tarea de amor es una tarea de paz”.
Igualmente enriqueció su libro, Valores para vivir en sociedad, cuando se apoyó
en las palabras de Gandhi: “No hay camino para la paz. La paz es el camino”.
100
violencia; promover la inteligencia emocional, el autoestima y el conocimiento
propio, en función de la convivencia; fomentar relaciones de diálogo de paz y de
armonía, fomentar la tolerancia. (aceptar las diferencias por discapacidad, por
formas de pensar o por culturas).
Francesco Alberoni (1988), conocido en todo el mundo por sus estudios sobre
los movimientos colectivos y los sentimientos amorosos, considera que el tener
intereses o valores comunes ayudan a la aproximación, y se podría agregar a
cotidianeidad, aun con sus avatares, sea una tarea llena de posibilidades. Alberoni
escribió en una oportunidad: “Describo los valores que hacen de nosotros algo
más que carne ambulante”, por ello se dedicó a investigar sobre lo que le preocupa
a la gente en la calle.
Paulo Freire (1998a) fundamenta este valor de manera similar en sus obras, la
preocupación por los otros u otras. En su obra En su límite, se preocupa por las
mi morada se nutre y se sostiene de los diálogos y disputas con el otro” (la autora
agrega, otro u otra).
El amor para John Powell (2007) es y se ejerce, fundamentalmente, en el acto
de compartir, de comunicarse, desear la unidad, la indivisibilidad.
101
No es lo que sientes sino lo que haces con lo que sientes. Decidir qué hacer
con lo que sientes es lo importante.
102
Bibliografía
Amado, L. (2005).
Coedición universidad Rafael Belloso
Chacín y Editora El Nacional, Caracas, Venezuela.
103
Freire, P. (1998a). Pedagogía del oprimido, Siglo XXI Editores, México.
Marín, R. (1995).
Congreso de Educación Intercultural y para la Paz, UNED: Ceuta.
104
Riso, W. (2007). Editorial Norma S.A., Bogotá,
Colombia.
Viveros, J. (2003).
Internacional del Trabajo, Santiago de Chile, Chile.
105
IV
era que las mujeres concebían a un hijo o hija, razón explicada por la mitología).
Este discurso que asignaba esos roles típicos a las mujeres está dado por la
107
marcaba irreversiblemente a las mujeres, quienes en este contexto no recibían
educación formal ni podían ejercer cargos públicos.
Este hecho de subestimación en la categoría de persona hacia las mujeres
habla de la razón patriarcal y el androcentrismo, que en su concepción del mundo
ubica al hombre en su centro de desarrollo, es decir, asigna lo masculino al mundo
de la razón separada del instinto y la pasión, rasgos de “debilidad” designados
a las mujeres, por lo general. Lo geocéntrico desplazado por androcentrismo, al
108
IV.1 Algunas consideraciones sobre la negación categorial en el mundo
antiguo
política).
La metáfora de la caverna es la imagen que sirve para recrear el mundo y sus
cosas inteligibles en la mentalidad de un no-sabio (sea un hombre corriente, esclavo,
ver “la realidad del saber”, se les negaba el acceso a la “verdad”, el saber servía a
la acción política innata y heredado en el alma del hombre griego que transmigra
para recordar la verdad.
Siendo Platón descendiente de un rey, de familia pudiente y perteneciente
ateniense que era un privilegio, integrando saberes como la gimnasia, las artes y
sabios y los únicos que reconocen la realidad tal y como es. En este contexto, las
mujeres no son consideradas personas y mucho menos ciudadanas. En dirección
androcéntrica, se va tejiendo la separación del mundo sensorial, del mundo de las
109
ideas, también se separa lo racional de lo sentimental e instintivo y se propone la
dominación de lo natural para llegar a la “iluminación”, usando el conocimiento
como instrumento de poder y de opresión.
Concretamente, en la obra clásica de La República, Platón promulga que el
puede llegar a la “verdad totalizadora, universal que otorga el poder y control del
orden social”.
Al construir los principios del orden social imperial sobre los 400 a.C. se
va avalando de forma paradigmática la misma lógica, que más adelante sirvió
como fundamento al pensamiento liberal en el mundo moderno. En un momento
más cercano a nuestro siglo, observamos cambios vertiginosos en los avances
de la medicina y de los instrumentos tecnológicos, en una revolución general de
110
mujer desde la negación de su autonomía y valía, fundamentando el determinismo
marcado por lo biológico, el funcionalismo, el empirismo, el racionalismo y
el naturalismo, entre otras corrientes. El siglo XVIII es clave para entender la
visibilización de la mujer como ciudadana y su papel en el siglo XIX en adelante,
haciendo ruptura con la razón patriarcal monolítica en Occidente.
111
espacios rurales a los urbanos, y el reconocimiento de las mujeres así como de
niños y niñas, como una población de inserción social y centro de interés político
social.
El pensamiento liberal propio del siglo XIX, como proceso y resultado de una
producción de ideas gestadas en la Ilustración, con un matiz propio de cada
puesto que su sumisión era expresión de virtud. Ellas serían morales en la misma
medida que mostraban aceptación y prudencia ante el orden “divino católico”,
que más tarde se legitimaría con la convicción liberal “de orden y progreso”. Una
visión escolástica aún parece tener vigencia en lo contemporáneo, sin olvidar
algunas irrupciones favorables durante la Ilustración, como fue la transición a una
nueva ética religiosa al protestantismo. En la restauración, la visibilización de las
mujeres en el espacio público luego viene a ser deslastrada, por lo que la igualdad
112
(1792), en Vindicación de los derechos de la mujer, porque denuncia lo prejuicios
sociales de la época, que impedían a la mujer el disfrute de los derechos humanos
declarados en la instauración del nuevo orden burgués, por ejemplo, expresiones
como la de Rousseau (1979).
La mujer debe ser débil y pasiva, puesto que tiene menos fuerza
de la maestría del CEM, UCV. “Historia de la mujer occidental el siglo XIX”. Profesora
egresada de la escuela de Educación. Doctora en Historia, directora del CIES de la
Escuela de Educación de la UCV. Su línea es la historia de la educación de las mujeres
en el siglo XIX.
113
Según Molina, la ilustración “conlleva de forma irreversible, entre otras cosas,
a la crisis de legitimación patriarcal a una irracionalización del poder basado en
el género” (Molina, 1994:17). Muchas voces femeninas han buscado canales no
convencionales de lo lógico formal en los campos del saber, es decir, espacios
114
la libertad individual, y la otra tradición es el civismo republicano, dado en la
conversión del constitucionalismo más tarde.
En la obra de Condorcet, según Molina, se da la posibilidad de otorgar a las
mujeres derecho a ser ciudadanas, sin embargo al tocar el proyecto político
se retrocede y designa a la mujer como un ser disminuido para ejercer cargos
públicos. (Molina, 1994:148).
pragmáticos como John Dewey y John Locke en dicho siglo, quienes defendieron
común de las mujeres, sobre todo, demanda que no aspiren al ejercicio de los
derechos de las funciones políticas, es claro que la revolución era aparente en este
115
particular de la igualdad política, separando de forma excluyente la pasión
maternal a la pasión política.
Mirabeau expresa: “La mujer debe reinar en su casa […] por orden
divino o social”. Las prácticas sociales, sobre todo de la enseñanza del
siglo XVIII, promulgaban la modelación de las mujeres en esos cánones de
virtud y felicidad, lo cual remite a la etimología de la palabra pedagogo,“el
que conduce”, según intereses de orden económico, social, ideológico y
político, pues no es una práctica ingenua el inducir a las mujeres a través
de la educación, a reproducir la sumisión al orden patriarcal.
Las mujeres de la ilustración, ya no de forma tan categórica como en
la antigua Atenas, sino de forma sutil y encubierta, se van apropiando de
espacios públicos con muchas resistencias por sus derechos en el ejercicio
político, vigente en algunos manuales de instrucción de las escuelas para
niñas, por ejemplo el manual de Carreño, que se sigue aplicado en algunos
colegios católicos con un currículo sexuado, pero también la didáctica de
Montessori o Pestalozzi, donde la tradición de la pedagogía experimental,
con alguna distancia del movimiento de la escuela nueva y las escuelas
normales en nuestros países periféricos, hace énfasis en los rasgos de la
diferencia sexual entre niñas y niños.
Desde el siglo XIX, y más en el siglo XX, en muchas regiones del mundo
la educación de las mujeres condiciona su acceso al trabajo y a un vida
digna; toda esa carga histórica de la visibilización de las mujeres europeas
occidentales, sobre todo entre el siglo XVIII Y XIX, sigue resistiendo
a posturas dogmáticas y antropocéntricas, aún existen los currículos
sexuados, las formaciones profesionales típicamente asociadas al género y
las formas tradicionales de trabajo vinculadas a estas formaciones.
116
Es importante reconocer que la concepción de mujer, hombre, sociedad y
educación, en un tiempo histórico de transiciones y cambios paradigmáticos
como la Ilustración, ya venía gestándose desde el siglo XIV al XVII, y
nace al calor del tránsito estructural del feudalismo al capitalismo. Este
117
tendencia, porque sería admitir otras concepciones más complejas y no-lineales
del mundo, implica además admitir la dialógica y el azar, la contingencia y la
incertidumbre que posibilitan el reconocimiento de hombres y mujeres como
servido de base para construir supuestos que han excluido históricamente a las
tenemos en Sánchez:
Bibliografía
119
http://dialnet.unirioja.es/servlet/articulo?codigo=2930123.
[Consulta: 2012, 5 de enero].
120
V
V.1 Introducción
Hoy en día la mujer ha tomado un rol protagónico que lo ejerce en diversos ámbitos
de la vida social, tiene mayor acceso a espacios públicos, lo cual le facilita la
incursión en actividades delictivas, realidad cada vez más evidente y que con
mayor razón amerita su conocimiento, para comprenderla en su exacta dimensión y
encontrar soluciones acertadas. Desde la perspectiva de las ciencias económicas y
sociales, la investigación pretende avanzar en la fundamentación de los programas
de formación y capacitación laboral, en debate con la inclusión de las reclusas en
dichos programas y su posterior inserción socio laboral en libertad. Por supuesto,
desde esta concepción, sólo se pretende enunciar algunas posibilidades.
El interés de este objeto de estudio parte de la observación de una
contradicción existente en los sistemas penitenciarios: es un tema poco estudiado
desde la perspectiva económica y social, lo que contrasta con el hecho objetivo
del crecimiento de la delincuencia femenina, especialmente, de los delitos
121
relacionados con las drogas y la necesidad de capacitar o formar a las reclusas para
su vida en libertad. Esta contradicción será puesta en evidencia en el transcurso
de la investigación, especialmente en Venezuela, en América latina.
Cada reclusa ingresa al sistema penitenciario con una condición
por un aumento en el número de presos/as, que en su mayoría viven mal; los que
están presos/as no son los que más daño social causan sino los más vulnerables
socialmente, son jóvenes con fracaso escolar y laboral, desempleo, analfabetismo
y salud precaria; proceden de regiones desfavorecidas desde el punto de vista
económico y cultural. Aunque esta descripción tiene más de una década, dicha
situación se mantiene, por lo que es necesario conocer grosso modo las actividades
de formación que se realizan en las cárceles.
Al respecto, Núñez (2007), del programa penitenciario de las Naciones Unidas
(ILANUD), expresa que en lo concerniente a la situación de las mujeres privadas
de su libertad, es urgente que los sistemas penitenciarios en Latinoamérica
122
V.2 Generalidades
económico de los últimos años, que han incrementado los niveles de pobreza
crítica y el desarrollo de la llamada economía informal, controlada en gran parte
por el género femenino.
A su vez, hay que destacar el sorprendente desarrollo de la agroindustria
y el comercio de las drogas, que como empresas transnacionales buscan
recursos básicos de todo tipo, particularmente de manera “informal”, debido a
que en Latinoamérica las mujeres son mayoritarias en casi todas las categorías
de desempleo y subempleo, y esta situación aumenta cada vez más, a lo que se
agrega que uno de cada tres hogares está dirigido por mujeres.
En América latina prevalece una problemática compleja y diversa de índole
sociopolítica, a la que se le yuxtapone el negocio global de las drogas. Todo ello
determina un conjunto diverso de variables que concurren en la delincuencia
123
La delincuente latinoamericana ofrece su fuerza de trabajo a las organizaciones
criminales de la droga, donde ejerce papeles secundarios en la estructura
organizacional de esta empresa, que como industria trasnacional ilícita que
es, no respeta individuos, fronteras, norma ni ley alguna, sólo sigue su propio
mecanismo de reproducción.
drogas” (p. 33). Desde entonces se considera que en Latinoamérica los delitos
relacionados con drogas se han incrementado hasta convertirse en la primera
causa delictiva de las mujeres.
124
En cuanto a la motivación para el delito, Steffensmeier y Allan (1996)
argumentan que la motivación para delinquir es mucho menor en las mujeres, ya
que su proceso de socialización diferencial favorece el desarrollo de un mayor
nivel de auto-control.22 Las mujeres están menos predispuestas que los hombres a
comprometerse y a correr riesgos por la realización de actos antisociales, puesto
que la conducta delictiva tendrá más costes sociales y morales para ellas, esto
genera una suerte de “tendencia a la contención” que hace muy poco probable
que se decidan por la opción delictiva.
En este sentido, en la historia de la criminología se ha presentado y desarrollado
una gama de teorías que pretenden explicar las causas de la conducta delictiva.
Garrido (1987) resume las teorías en tres niveles explicativos:
género, las oportunidades para delinquir, el contexto del delito y los factores físicos y
biológicos.
125
la mujer, que determinará su conducta al existir circunstancias que tienden a
propiciar la delincuencia.
De esta manera, la teoría positivista ha venido perdiendo la hegemonía que tuvo
roles que debe desempeñar, así como su constitución sicológica, entendidas como
las únicas causas para delinquir, resultan muy cerradas y sesgadas para entender
la criminalidad femenina. Por consiguiente, para el estudio de esta problemática,
126
nos apoyamos en esta teoría, la educación y la formación para el trabajo son
indispensables para lograr un futuro más prometedor a la mujer en libertad.
Como se puede observar a continuación, si bien es cierto que se debe humanizar
las cárceles y propiciar comunidades liberadoras para estas mujeres, después de
salir de la prisión se mantiene la desigualdad social en razón del contenido y la
127
Universidad Tecnológica Nacional, cuyos profesores van a la cárcel a dar los
cursos de reparación de portátiles.
universidad. Por lo tanto, una vez en libertad, pueden trabajar con dignidad, con
un excelente diploma que acredita sus conocimientos. Por otra parte, el Patronato
de Liberados de la Provincia de Buenos Aires otorga créditos a los liberados, para
emprendimientos que los ayuden a tener un trabajo digno. El monto asignado
varía de acuerdo con los proyectos. La devolución de los mismos es cómoda
y se puede obtener con cierta facilidad. El Ministerio de Desarrollo Social de
la Nación incluyó “María de las Cárceles” en un programa donde también se
129
las condiciones de respeto y garantía de los derechos humanos de las mujeres
privadas de la libertad en Colombia son aún precarias.
Cabe destacar que el sistema penitenciario cubano (República de Cuba, 2005)
le presta particular atención a la mujer reclusa. La población penal femenina
130
Fraijanes, las reclusas se dedican a elaborar ropa en los talleres de maquila, pequeñas
artesanías y manualidades; algunas de ellas estudian en programas de licenciatura,
sobre todo en informática. Algunas empresas ofrecen trabajo ocasional, y el pago
que reciben las reclusas lo destinan a cubrir sus necesidades y a proporcionar ayuda
a sus familias. El bajo porcentaje de mujeres privadas de libertad, en relación con
el total de la población carcelaria, ha provocado la invisibilización de su realidad y
problemática. (Castillo, 2004).
La principal actividad que genera trabajo en los centros penales es la elaboración
de manualidades (hamacas, piñatas, bolsas, manteles, cerámica, etcétera). Esta
actividad se desarrolla en los centros preventivos por 961 personas de las 4,842
privadas de la libertad preventivamente. En los centros de condena 2,799 personas
elaboran manualidades de un total de 3,256. Llama la atención que se registre
como trabajo el ser ministro religioso, se reportan 50 personas desarrollando esta
131
percibiendo ningún ingreso cuando fue detenida, mientras que el porcentaje
laboral de las reclusas en los referidos países dista mucho de estar adecuada a
las necesidades de las reclusas, salvo excepciones como en Cuba o Uruguay, y
en general las labores son las tradicionales de costura o cocina, que perpetúan la
condición social y económica de la mujer al salir en libertad.
132
V.4 Las experiencias de inserción laboral de las mujeres en cárceles
venezolanas
personales. El tratamiento o las diversas medidas que se adoptan son variados. Para
algunos extiende el tratamiento a un régimen de semi-libertad. Así, el tratamiento
readaptación social del interno. Hay dos formas de concebir el tratamiento, uno es
resumida:
133
En el marco del tratamiento penitenciario en Venezuela, éste se ofrece en
no
institucional o extramuros, cuando el tratamiento o programa ocurre fuera del
establecimiento penal aunque tenga que pernoctar en un centro especial llamado
“pernocta” por ejemplo, el Destacamento de Trabajo, y en institucional o
intramuros, cuando el tratamiento ocurre dentro del establecimiento penitenciario,
por ejemplo, el programa “Luisa Cáceres de Arismendi” del Instituto Nacional de
Capacitación Educativa Socialista (INCES), su ejecución está sujeta a diversas
circunstancias que se dan en las prisiones.
a. No institucional o extramuros
1.
penado o penada, sale del recinto carcelario una vez cumplida una cuarta
parte de la pena, junto con otros requisitos establecidos en el Código
134
el día trabajan fuera del establecimiento y en la noche pernoctan en un
centro especial (CTC).
3.
interna del establecimiento penitenciario hacia su hogar antes de obtener la
libertad plena. La misma, se consagra en la Ley de Régimen Penitenciario
(1961) reformada en el año 2000, establece expresamente que la medida
estará sujeta a la supervisión y vigilancia del delegado de prueba designado
por el Ministerio de Justicia.
b. Institucional o intramuros
Existen varios programas de tratamiento ejecutados en los centros penitenciarios,
entre ellos cabe mencionar:
135
necesidades de las personas adultas (Coordinación Nacional de Educación
de la Dirección de Servicios al Interno, 2007). La educación informal está
dada por actividades deportivas, culturales y recreativas.
3. Las Orquestas Sinfónicas Penitenciarias. Aparte de la educación formal
impartida en los centros penitenciarios, se estableció un interesante
y novedoso proyecto en el marco del enfoque integral de la política de
humanización penitenciaria: desarrollado desde la Fundación del Estado
para el Sistema Nacional de las Orquestas Juveniles e Infantiles de
136
utilizan equipos modernos como los que se pueden conseguir en las empresas
de manufactura de la comunidad, y no se provee el entrenamiento vocacional
u ocupacional más adecuado. (Loveland, 1963).
137
año 2007 existían 12,423 personas, bajo las medidas alternativas de cumplimiento
de condena o tratamiento no institucional, distribuidas de la siguiente manera:
2,702 residentes están en los 19 Centros de Tratamiento Comunitario y 9,721 en
las 33 Unidades Técnicas de Apoyo al Sistema Penitenciario. (Prado, 2007).
El Ministerio del Poder Popular para Relaciones Interiores y Justicia
(2011) acaba de publicar una interesante y necesaria investigación en materia
cuanto al motivo más importante para dejar de trabajar, el 60.9% respondió que
fue privado o privada de su libertad. En relación con cuántos cursos o talleres ha
realizado en el establecimiento penitenciario, el 59.93% manifestó que ninguno,
138
posee una unidad de atención madre-bebé. Asimismo, indican que la mayoría de
la población era joven; 63% aproximadamente, menores de 30 años, y las menores
de edad representaban un 20.4%. El 86.3% de las internas eran venezolanas y las
extranjeras estuvieron representadas por 8.1% de colombianas, 2% ecuatorianas,
0.6% peruanas, igual que dominicanas y norteamericanas. El nivel educativo
de las internas es mayoritariamente bajo, cerca del 40% alcanzó la educación
primaria, del cual sólo el 29.9% la terminó. Hay un 2% de analfabetas, y un
38% realizó estudios de secundaria incompletos. El 73% de las internas dejó de
estudiar cuando tenía entre los 11 y 17 años. Aun cuando el INOF ofrece cursos
de educación primaria y cursos de manualidades, el 55.1% de las internas no ha
realizado ninguno de estos cursos. No se investigó la razón de este desinterés.
El tema de la delincuencia, en general, como cualquier fenómeno, está
enmarcado y abordado desde diferentes puntos de vista. En este sentido, Crespo
(2010), profesor de la Escuela de Criminología de la Universidad de los Andes
(ULA), participó en la primera jornada del Ciclo de Foros 2010, con la ponencia
“Mitos y Realidades sobre el Tratamiento Penitenciario”. En este trabajo
comentó que el sistema penitenciario venezolano está basado en mitos que
contrastan con la realidad que se vive en las cárceles del país. Además, destacó
que una de las ideas en “desuso” está vinculada con el hecho de que, con sólo
establecer una pena y recluir a un individuo, que cometió un delito, éste se va a
rehabilitar. También señaló que lo ideal es establecer programas de tratamiento
y rehabilitación paralelos a la cárcel, lo cual debería comenzar a denominarse
como “intervención penitenciaria”. Por consiguiente, apuntó que nada se pierde
con tratar de mejorar y transformar a las personas encarceladas, a pesar de las
condiciones infrahumanas en las que viven dentro de los centros de reclusión.
En este orden de ideas, los tratamientos de los delincuentes tendrán mayores
posibilidades de ser efectivos si se considera un modelo conceptual y teórico que
139
persigue la pena actualmente está encaminado al tratamiento de la reclusa, para
lograr la rehabilitación y reinserción social sustentado en el paradigma de los
derechos humanos del recluso o reclusa. Por lo tanto, en Venezuela han surgido
cambios con relación a la pena, al menos desde la óptica legislativa, esto se debe
esta manera, se puede evitar la crisis en las primeras semanas fuera de la cárcel.
140
En cambio, esta política postpenitenciaria sí está integrada en el sistema
penitenciario de la mayoría de los países europeos, dada su importancia para la
rehabilitación social y para evitar reincidencias. El aspecto más importante de la
política postpenitenciaria es la asistencia para personas que salen de la cárcel. La
transición de la cárcel a la libertad es muy fuerte para cada hombre o mujer que
sale en libertad. Este cambio de la manera de vivir de un sitio a otro es una carga
enorme, la cual ocasiona en varios casos una crisis sicológica, una reacción de
adaptación, por eso se hace tan difícil establecerse de nuevo en el mundo fuera
del centro penitenciario.
Estos programas postpenitenciarios hacen más fácil la vida después de la
excarcelación. Una detención nunca es fácil, pero recibiendo la formación
adecuada, se podría obtener conocimiento, formación, establecer reglas y
obligaciones, que pueden mejorar las condiciones de vida de la mujer al salir en
libertad.
141
a superar algunas limitaciones económicas familiares, no obstante, mantienen la
discriminación y perpetúan la clase social a la que pertenece la mujer. Inclusive en
las cárceles colombianas las mujeres trabajan para contratistas externos recibiendo
bajos salarios.
La mayoría de las reclusas en los diversos países, recibe un bajo salario o no
recibe ninguno. En Uruguay se observa una diferencia positiva, ya que los cursos
son excelentes y existe la inserción laboral postpenitenciaria. Así mismo, en Cuba
143
Bibliografía
Crespo, F. (2010). Primera jornada del Ciclo de Foros 2010. Mitos y realidades
sobre el tratamiento penitenciario. Ponencia presentada en Primera Jornada
del Ciclo de Foros 2010, Valencia. Disponible en http://www.notitarde.
com/valencia/valencia8.html. [Consulta: 2010, 30 de septiembre].
144
[Consulta: 2009, 13 de abril].
145
Mejía, J. (2007). Las presas en Colombia están en condiciones miserables.
Unidad Género, Etnia y Salud, Organización Panamericana de la Salud,
Colombia.
146
http://www.oit.org.pe/WDMS/bib/publ/libros/getwomen_2008_spanish.pdf.
[Consulta: 2009, 2 de marzo].
147
VI
Desde el principio de los tiempos, –nosotras– las mujeres, hemos estado allí,
en las andaduras de la historia, en la hechura de los tiempos, en los caminos
ancestrales de la cultura, en los tiempos idos, hemos estado allí, y ahora somos y
estamos en el presente y estaremos en los tiempos por venir.
que nos han contado, nace dividida, escindida, y que por “extraña ironía”, nace
149
Esta pregunta lleva nada menos que el sentido originario de
la vida: el nacimiento, que es el hecho inaugural de la propia
historia. En este hecho histórico se da a conocer un dato crucial
de cada existencia humana: el hecho de ser quien nace mujer u
¿Por qué nos interesa saber quién nace? ¿Qué importancia tiene el hecho de nacer
niño o niña?
150
todo quedará dispuesto para anudar desigualmente el mundo sonrosado de las
niñas y el mundo azulado de los niños, varones y mujeres que jugarán a juntarse
y distanciarse, entre fronteras, demarcaciones, límites y posibilidad, constreñidos
en sus espacios bien delimitados:
151
Pero, la historia vivida por las mujeres de cada día –difícil, dura y olvidada–
quedará a oscuras, invisible, rezagada, deambulando por los espacios vacíos y
olvidados de la casa de la memoria.
La historia de la vida cotidiana, del mundo privado, de los sentimientos, de
la sexualidad, de las rebeldías, esas historias han quedado deshiladas, barridas
de sentido, recluidas en los espacios domésticos, arrinconadas en los fogones,
atiborradas en los quehaceres, transpiradas en los vaporones, fatigadas en las
fábricas, perfumadas en los pañuelos, nostálgicas en los bordados, refugiadas
en la intimidad, atesoradas en la poesía, lloradas en las tragedias, abanicadas en
los suspiros, imaginadas en las fantasías, anheladas y soñadas en la esperanza,
escritas en sus cuerpos poblados de signos, códigos, mitos y lenguajes. Y, los
desasosiegos, las angustias, la rabia y la indignación somatizadas en tantos
cuerpos femeninos, ¿en qué historia quedaron registradas? Si fueron recogidas en
los anales médico siquiátricos como histerias de conversión por el malestar de la
cultura atravesada de prejuicios sexistas, ¿dónde quedan aquellas historias de las
hacedoras de saberes, de esas Mujeres que corren con los lobos, de esas mujeres
sabias quemadas por brujas para robar sus saberes, esas y otras historias que
recientemente es cuando comienzan a ser contadas y develadas por las mismas
mujeres. Porque la historia nuestra, la historia de las mujeres, ha sido contada
durante siglos y representada por los varones, por ellos y para ellos.
¿Dónde está y quien escribe la historia de la vida cotidiana de las mujeres
comunes y corrientes, de las mujeres que con su diario vivir son sembradoras de
semillas para el cambio, como dice Francisca Rodríguez29, luchadora y lideresa
del movimiento de mujeres del campo y de la Campaña por la Defensa de las
29 Las semillas tienen una importancia trascendental para las mujeres, pues por siglos
fuimos sus descubridoras, sus propagadoras y sus transformadoras. La hibridación
de semillas nativas es uno de los conocimientos más importantes que nosotras hemos
esta Campaña, para que las semillas sean declaradas patrimonio de los pueblos al servicio
de la humanidad… Un país, un pueblo, una comunidad que pierde su alimentación, que
pierde su semilla, es un pueblo sin identidad. La entrega de semillas es un intercambio
simbólico entre las culturas, las personas, las razas, los pueblos, es un intercambio de
los afectos pero también de la sabiduría, es reconocernos a nosotras/os mismas/os,
valorar nuestros conocimientos, nuestra capacidad y sobre todo construir nuestra fuerza.
Francisca Rodríguez. FSM, India 2005. (miembro de la Vía Campesina Internacional.
152
Semillas como patrimonio de los Pueblos, o la historia de las tantas anónimas
mujeres que se afanan en la construcción de otro mundo; como se empeña en
mostrar la sudafricana Phumi Mtetwa (FSM 2006), o la historia ignorada de la
mujeres indígenas y afrodescendientes, de las mujeres migrantes y desplazadas,
de las mujeres campesinas que secularmente paren y labran la tierra solas o junto
a su hombre, que se afanan en el hogar y cargan a cuesta sus criaturas, ¿dónde? la
historia de las mujeres obreras activas, tenaces en el trabajo diario de las fábricas,
ingeniándoselas para sostener con sus míseros salarios sus hogares y su prole; o
la historia de las empleadas domésticas a dedicación exclusiva, incluso explotada
muchas veces por otras mujeres, y ¿dónde? las historias de las miles de mujeres
maltratadas, silenciadas y anuladas; o la historia de las madres embarazadas
solteras, abandonadas, a las que se les niega o despide de los empleos, las pequeñas
154
universitaria y fuera de la política con poder, es una paradoja. La
paradoja consiste en que todas y todos sabemos que somos mujer
u hombre, todas y todos sabemos que en la vida, en la calle, en la
historia, hay y sólo hay mujeres y hombres, niñas y niños: todas y
todos sabemos que la naturaleza frente a la máquina, es sexuada,
siempre y en todas partes […] Y, sin embargo, cuando leemos un
Y, así, esta primera y conocida historia global, por siglos, será una historia
dividida en dos mitades, cortada, sesgada. Una historia escindida: una, la propia
de las mujeres, de su vida cotidiana, de su espacio invisible, fantasmática,
es que:
155
…tener un sexo femenino ha marcado y marca la experiencia
histórica de las mujeres en la cultura occidental […] Porque pienso
que, en Occidente, la diferencia que marca el sexo es una diferencia
socialmente construida pero omnipresente e ineludible. (Rivera,
2005:16).
156
y no decimos nada
y no decimos nada
Hasta que un día, el más frágil de ellos entra sólo en nuestra casa
nos roba la luna
y conociendo nuestro miedo nos arranca la voz de la garganta
Y porque no decimos nada ya no podemos decir nada.
30 Dice Schmitt (2000:556), vista con este enfoque, la “dominación masculina” es una
expresión, entre otras, de la desigualdad de las relaciones sociales. Se puede comprender
Además, es posible estudiar la manera en que este tipo de dominación se articula con
otros.
157
reescribir. Precisamente, porque “este hecho fundamental y fundador del cuerpo
humano se ha quedado fuera de la historia. Una historia escindida que ha dejado
una herida abierta que aún duele, porque esta diferencia sigue viva, tanto en la
vida como en los cuerpos sexuados de mujeres y hombres que devienen divididos
identidad cultural resultante del complejo mestizaje entre el/la indígena autóctona,
el/la negra africana y el/la blanca española.
De manera que ser mujer, en nuestro contexto latinoamericano, lleva la huella
158
del transitar por la historia de dominación, dependencia, subordinación, luchas y
emancipación propias de la condición de género.31
Por eso, nosotras también estuvimos allí, entre los andares de nuestra historia,
sólo que sin un lenguaje, sin un reconocimiento, dentro de la escisión de una
pretendida historia universal, masculina o neutra.
159
VI.4 ¿Qué se pierde en esta escisión, en esta exclusión de la diferencia
sexual?
con la idea de apoyar una historia viva, pues nos toca vivir y asumir la experiencia
de nuestra propia historia de la que somos contemporáneas; una historia viva que
responda al acontecer de estos tiempos, a la dinámica misma de los cambios, a los
desafíos de la necesaria y urgente revisión crítica deconstructiva y reconstructiva
de la historia, ya en los umbrales del nuevo milenio, cuyo acontecer lleno de
desafíos nos toca transitar, y contar esa otra historia que hace visible la memoria
de la que tenemos la responsabilidad y el compromiso de recuperar, pues nos
160
tiene a las mujeres de cara al presente del que somos coprotagonistas.
Una historia de los cambios y transformaciones en el acontecer del presente,
sin desconocer el pasado y la memoria colectiva de los pueblos, que no queda
registrada
“Hay los que sueñan que son ellos quienes hacen la historia, y hay también la vida
que oye otra historia”. (Riebermann. W., 1980). Y las mujeres (y muchos hombres
también) queremos oír otra historia que dé cuenta de la diversa y compleja trama
de la experiencia humana y que sea también una historia que dé cuenta de la
diferencia sexual.
Es necesario repensar la historia de cara al siglo XXI, con una visión actual y
renovadora acorde con la dinámica misma de las sociedades y al conocimiento de
161
Bibliografía
Cabral, B. (2010). Sexo, poder y género. Un juego con las cartas marcadas.
Fondo Editorial El Perro y La Rana, Caracas, Venezuela.
Pinkola, E. (2002). Mujeres que corren con los lobos. Ediciones B. S. A.,
Barcelona.
162
VII
fenómeno fue expuesta en 1993 por las Naciones Unidas, cuando en Asamblea
General se proclamó la Declaración sobre la Eliminación de la Violencia contra
la Mujer, en cuyos lineamientos se expresa que todo acto de violencia basado
en el género, que origine daño físico, sexual o sicológico, puede denominarse
163
violencia contra la mujer, y aclara que sólo la amenaza de coerción o privación
arbitraria de libertad también deben incluirse en este concepto.
Por las implicaciones que tiene la violencia contra la mujer en su integridad
física y mental, y en el deterioro de su autoestima, debe ser considerada como
un problema de salud pública. Hoy, en los inicios del siglo XXI, la violencia de
género constituye un problema público, social y cultural, por lo que es necesario
promover la investigación pertinente, las iniciativas de control y prevención
Caracas son violadas 7,300 mujeres al año, es decir, cada 72 minutos es violada
164
una mujer; dos de cada tres son niñas o niños abusados sexualmente, y de acuerdo
con lo expresado en la Ley Orgánica Sobre el Derecho de las Mujeres a una Vida
Libre de Violencia (2007), cada 10 días muere una mujer por violencia de género.
165
fue atendido por UNAVIN. En la Unidad de Desarrollo de la Mujer y la Familia
(UDEMFA), otra unidad de apoyo del IMMFA, en 2009 se registraron 568 casos,
y sólo un 7.8% de las víctimas acudió a interponer la denuncia, es decir, son muy
pocas las denuncias formuladas ante las autoridades, por miedo, por depender
económicamente de la pareja o por temor a lo que sucederá con los hijos.
166
talleres; mientras que en la fase de reestructuración productiva la mano de obra
femenina se desplazó del sector productivo al terciario o de economía de servicios.
Tal como señalan Godinho y Balcao (1993), en 1980, el 65.2% de la mano de
obra femenina se desempeñaba en el sector terciario, mientras que el 33.6 % de la
fuerza laboral masculina era absorbida por el mencionado sector.
167
hecho innegable, sin embargo, persiste la percepción de desigualdades. Además,
los espacios vitales femeninos. Por ejemplo, en el área empresarial, aunque los
porcentajes de mujeres y hombres empleados en una organización sean similares,
cuando se distingue por niveles existe un gran desequilibrio. Las mujeres, si
acaso, llegan a un 15% en las juntas directivas, puede haber muchas mujeres en
la base, pero muy pocas en el tope de la pirámide.
Según McPeck (2005), las mujeres son más emprendedoras que los hombres.
Expresa que a las mujeres, a diferencia de los hombres, no les importa bajar
el nivel profesional para recibir un ingreso inmediato. Venezuela es el país con
mayor índice de mujeres emprendedoras, lamentablemente su ámbito de acción es
algunas herramientas para que logren sus objetivos con mayor facilidad. Por su
parte, el Estado venezolano ofrece oportunidades para obtener préstamos, pero a
la vez es importante que quienes los reciban estén bien preparadas para manejar
de manera efectiva una pequeña empresa y lograr su crecimiento. Algunas
mujeres atendidas por esta organización cuentan con aptitudes para el liderazgo,
pero la mayoría necesita implementar estrategias y capacitarse en el manejo de
continuidad de su negocio.
168
proponer estrategias educativas destinadas a incentivar el emprendimiento y su
inserción en el mundo del trabajo en la ciudad de Mérida, Venezuela; asimismo,
para que se libere de situaciones de maltrato o violencia. Estas estrategias
educativas deben involucrar la organización de un conjunto de recursos humanos,
a)
denunciado maltrato en el IMMFA en el año 2010, por medio
del nivel de ingreso, tenencia de vivienda, grado de instrucción,
manutención, empleo, estado civil y edad.
b) Determinar las competencias laborales en las mujeres maltratadas,
169
como disposición al cambio, inteligencia emocional y trabajo en
equipo.
e) Proponer unas estrategias educativas que fortalezcan las
potencialidades humanas de la mujer maltratada, proporcionándole
herramientas gerenciales, destinadas a incentivar el emprendimiento
y su inserción laboral.
170
VII.4 Resultados que caracterizan a la mujer violentada
Según los resultados arrojados con la aplicación del Cuestionario A, las mujeres
maltratadas tienden a ser solteras (42.4%), con un nivel de ingreso mensual entre
menos de 500 y 2,000 BsF (Bolivar Fuerte) con inclinación hacia 500BsF, menor
que el sueldo mínimo actual de 1,548 BsF, aproximadamente; con un nivel de
instrucción promedio entre secundaria completa y secundaria incompleta (61%),
con una edad promedio entre 16 a 40 años, con tendencia a ser mayores de 31 años
de edad; una importante proporción vive en una vivienda alquilada (42.4%), en
su mayoría, estas mujeres se desempeñan como empleadas o trabajan por cuenta
propia (61%), así mismo, se observa que un gran porcentaje de estas mujeres son
jefas de hogar (61%), con tres personas a su cargo en promedio, y el resto son
esposas o hijas del jefe de hogar.
De igual manera, al no poseer profesión alguna, la mayoría tiende a no
desea y/o aspira emprender un negocio. Sólo siete de las encuestadas (11.9%)
manifestaron no querer emprender un negocio.
En cuanto a la disposición para recibir capacitación sobre el emprendimiento
de un determinado negocio, hubo una tendencia a querer recibir capacitación
en las áreas de mercadeo y ventas, producción, legal, administrativa, gerencial
171
En resumen, se observa que vale la pena establecer conexiones institucionales
CUADRO I
RESULTADOS DEL CUESTIONARIO AUTOPERCEPCIÓN DE LIDERAZGO POR VARIABLES
Valor de las subvariables
Variables (V) Valor de la
Sv1 Sv2 Sv3 Sv4
variable
Disposición al
2.97 2.72 3.14 2.94
cambio
Inteligencia
2.99 2.83 2.90 2.97 2.92
emocional
173
las percepciones sensoriales, que permitan conocerse, controlar las emociones,
autoconciencia
obtuvo 2.99 puntos, lo que permite apreciar una mediana capacidad para reconocer
las consecuencias y las trascendencias de las propias acciones. La subvariable
autorregulación
maltratadas no existe toda la capacidad para regular y autorregular los impulsos,
instintos, emociones y el comportamiento.
La subvariable motivación alcanzó 2.90 puntos, lo cual indica que no se cuenta
totalmente con la disposición consciente para emprender una tarea. Los 2.97
puntos en la subvariable empatía
con algunas habilidades para comprender los estados emocionales de otras
personas, sus sentimientos, necesidades e intereses, y para tratarlas de acuerdo
con esas reacciones emocionales.
La variable trabajo en equipo obtuvo 3.11 puntos, resultado que muestra la
capacidad de estas mujeres para unir a las personas en función de alcanzar una
meta, de aceptar los aportes del grupo y entender que los resultados dependen
del trabajo colectivo. La subvariable colaboración y cooperación alcanzó 3.02
puntos, por lo que existe un alto nivel de solidaridad para apoyar a los demás y
alcanzar los objetivos propuestos, y se trabaja para alcanzar metas compartidas.
La subvariable compromiso obtuvo 2.03 puntos, por lo que no es efectiva la
manera de aliarse a las metas del grupo con sentido de pertenencia. Los 3.28
puntos en la subvariable aprovechamiento a la diversidad, muestran que estas
mujeres tienen una alta capacidad para aprovechar las oportunidades a través de
diferentes tipos de personas.
174
este propósito se analizan los resultados del diagnóstico obtenido, a partir de los
cuestionarios A y B.
querían emprender algún tipo de negocio que las ayudara a salir de la condición
económica en la cual se encontraban.
Con respecto de su nivel de ingreso, la mayoría presentó un nivel de ingreso
menor al sueldo mínimo, por lo que pudiera ser un agente motivador a la hora de
emprender un negocio.
Aun cuando la mayoría de las encuestadas quisieran emprender un negocio,
muchas de ellas, posiblemente por su condición de mujeres maltratadas, no han
desarrollado la inteligencia emocional, especialmente en la autoconciencia,
autorregulación, motivación y empatía. A su vez, a estas mujeres les faltan ideas
creativas a la hora de emprender su negocio.
Por todo lo anteriormente expuesto, esta propuesta se enfocará en el desarrollo
de cinco módulos, los cuales contarán con el apoyo de los miembros del Instituto
de la Mujer y la Familia (IMMFA) y se realizará una propuesta formal al Centro
de Investigaciones y Desarrollo Empresarial (CIDE) de la Facultad de Ciencias
175
Económicas y Sociales, de la Universidad de los Andes, para contar con el apoyo
logren:
176
capacidades de liderazgo.
177
se reconocen; cuáles son las diferentes causas de cada emoción. Reconocer
la represión emocional y sus formas; aprender a encontrar los sentimientos
escondidos. Estimular la fuerza de la autoconciencia para comprender el
actuar con autoconciencia y sin autoconciencia. Ejercitar cómo aumentar
el grado de autoconciencia trabajando con sus cinco componentes:
sentidos, sentimientos, intenciones, valoraciones y acciones, y cómo alejar
los pensamientos distorsionados. Reconocer el mecanismo positivo de la
autoaceptación y la técnica de las Tres Ventanas ‘Siento’ y ‘Me Parece’:
a) la angustia, la ansiedad y el miedo; b) la agresividad, el enojo y la ira;
c) el desaliento y la tristeza; d) la envidia y la culpa, y e) las inhibiciones,
la vergüenza y la timidez.
Etapa IV. Motivación. Conocer las emociones que son fuente de motivación;
la motivación, necesidades y posibilidades; la motivación intrínseca y
extrínseca. Desarrollar los recursos emocionales de la motivación. Los tres
elementos de la motivación y las cuatro fuentes de la motivación. El ciclo
178
incómodas. Cómo desarrollar las habilidades sociales en el trabajo. Estudiar
179
que se pretende lograr son:
maltratadas.
de tres etapas:
180
con las que nos enfrentamos (ejercicios prácticos). Reconocer los valores
como componentes básicos de la calidad humana y la imagen que todo
empresario debe proyectar.
181
Etapa III. El plan de negocios. ¿Qué es un plan de negocio o de
emprendimiento social sostenible? Cinco etapas en el desarrollo del plan
de negocios: Etapa 1: observe pregunte o investigue las necesidades o
deseos insatisfechos o satisfechos de manera inadecuada en su localidad.
Etapa 2: seleccione cuál de las necesidades o deseos podría satisfacer y,
además, es de su interés llevarlas a cabo. Etapa 3: desarrolle varias ideas
de su concepto. Etapa 4: evalué sus ideas. Etapa 5: preparación del plan de
negocios. Esquema para realizar el plan de negocios. Contenido de un plan
de negocios: portada, índice, resumen ejecutivo, operaciones, mercado,
persiguen son:
182
de la acción.
Etapa III. El gerente y las áreas funcionales de la empresa. Determinar
las áreas funcionales de la empresa: dirección general, mercadotecnia,
183
VII.6 Un camino hacia la madurez emocional, la independencia y la
construcción de un futuro por cuenta propia
otros. Se aprecia una mediana capacidad para reconocer las consecuencias y las
trascendencias de las propias acciones, no poseen toda la capacidad para regular
y autoregular impulsos, instintos, emociones y su comportamiento; asimismo,
184
desconocen las habilidades de liderazgo necesarias para conducir con éxito una
organización.
En resumen, estos resultados muestran que, a pesar de sus precarias condiciones,
185
Bibliografía
186
Organización Internacional del Trabajo (2002). Panorama Laboral. Lima.
187
VIII
VIII.1 Introducción
189
sujetas de derechos, y por esa razón se elaboró con perspectiva de género,
herramienta epistemológica y metodológica nacida de la teorización feminista
y la política, desde las mujeres y con las mujeres (Lagarde, 2001:19). Según el
informe, las brechas y sesgos de género en la infancia están presentes aún:
Otro de los rubros en donde las brechas y sesgos de género están latentes,
es el relacionado con la violencia:
Según datos de la Fiscalía especial para los delitos contra las mujeres y
trata de personas (FEVIMTRA), dependiente de la Procuraduría General
de la República (PGR), en la ciudad de México existen por lo menos 22
puntos donde se lleva a cabo la explotación sexual comercial infantil.
El 98% de las niñas en situación de calle de entre los 12 y 18 años, ha
sido víctima de explotación sexual.
En 2004, la Secretaría de Seguridad Pública Federal desmanteló 300
sitios de Internet en los que se publicaba pornografía con niñas y niños
menores de 14 años.
como: “Una violación fundamental a los derechos del niño o la niña que comprende el
abuso sexual por adultos, y la remuneración en dinero o en especie para el niño o la niña
o para una tercera persona o personas. La niña o el niño es tratado como objeto sexual y
como mercancía. La explotación sexual comercial de los niños y las niñas constituye una
forma de coerción y violencia en su contra que puede implicar trabajo forzoso y formas
contemporáneas de esclavitud”. Primer Congreso Mundial contra la Explotación Sexual
Comercial Infantil en Estocolmo, Suecia, 1996, Declaración Programa de Acción, párrafo
5.
191
Se debe tomar en cuenta que la explotación sexual comercial infantil tiene
como modalidades la prostitución infantil, la utilización de niñas, niños y
adolescentes en pornografía y turismo sexual infantil.
Evidentemente, el contexto en el que las niñas mexicanas viven no es muy
alentador, por el contrario, su condición y situación de género39 las ubica como
sujetos vulnerables ante el ejercicio de violencia. Como se ve, una de las
manifestaciones de violencia contra las niñas más lacerante es la ESCI,
y explicar por qué ésta se lleva a cabo demanda un análisis complejo en el
que están involucrados factores estructurales de diversa índole. De ninguna
forma podemos aislar a la ESCI como un fenómeno que realizan unos cuantos
“enfermos” o “desviados”, debemos ubicarla en un contexto histórico, social,
económico y político concreto, para así dilucidar sus causas, características y
consecuencias, en el plano material y en el simbólico.
Podría suponerse que la ESCI recibe automáticamente una sanción social,
192
circulación nacional en las que se representa, a través de recursos discursivos,
a mujeres como niñas-objetos sexuales, lo que constituye una violación de sus
derechos humanos.
Este trabajo está dividido en tres partes. La primera entreteje las
convenciones y leyes que apuntan sobre la responsabilidad que tienen los
medios de comunicación en cuanto a la transmisión de discursos que fomentan
la discriminación y violencia de género, es decir, este apartado pretende
establecer que reproducir contenidos mediáticos sexistas es una forma de
violar los derechos humanos de las mujeres. En el presente texto son tomados
en cuenta documentos que dan cuenta de los derechos humanos de las mujeres
y, sin querer entrar a un debate de orden ontológico o teórico, asumo a través
del pacto hecho por las feministas, que las niñas son mujeres, ya que todas
compartimos la misma condición de género.
En la segunda parte esbozo la discusión, desde el feminismo, sobre la
categoría género y cómo éste es un ordenador social de las relaciones de poder.
Si bien este apartado es acotado y sólo se aproxima, al mismo tiempo es un
esfuerzo por tratar de establecer el porqué de la naturalización de la violencia
VIII.2 Los derechos humanos de las mujeres y su relación con los contenidos
mediáticos
193
Estados miembro a proteger, garantizar y promover los derechos humanos y la
dignidad de todas las personas. Sin embargo, estos derechos estaban expresados
en masculino y es hasta 1993, en la Conferencia Mundial de Derechos Humanos
Para que este derecho inalienable de las mujeres se cumpla, una de las medidas,
entre muchas otras, que los Estados partes deben llevar a cabo es “alentar a
los medios de comunicación a elaborar directrices adecuadas de difusión que
contribuyan a erradicar la violencia contra la mujer en todas sus formas y a
194
realzar el respeto a la dignidad de la mujer” (Convención Interamericana para
prevenir, sancionar y erradicar la violencia contra la mujer Convención Belém Do
Pará, artículo 8).
Sin embargo, es hasta 1995, con la Plataforma de Acción de la 4° Conferencia
Mundial de la Mujer de Beijing, que se señala puntualmente la preocupación
y necesidad de promover una representación de las mujeres en los medios de
comunicación libre de estereotipos:
195
Ley para la igualdad entre mujeres y hombres, publicada el 2 de agosto
de 2006.
Ley general de acceso de las mujeres a una vida libre de violencia,
publicada el 1 de febrero de 2007.
Ley para prevenir y sancionar la trata de personas, la cual se publicó en
Veamos ahora cómo es vinculada cada ley con el derecho humano de las
mujeres a una vida libre de violencia, lo cual incluye una representación digna,
libre de estereotipos, en los contenidos mediáticos.
La Ley para la protección de los derechos de niñas, niños y adolescentes
apunta, en el capítulo primero del título tercero, sobre los medios de
comunicación masiva, que las autoridades federales están obligadas a evitar
la emisión de información que se contraponga a los principios de paz y de no
discriminación de niñas, niños y adolescentes (Inciso B, artículo 43).
Así mismo, en el inciso C del artículo 43, las autoridades federales tienen la
discriminación como:
196
Por consiguiente, entre las conductas discriminatorias se encuentran: ofender,
ridiculizar o promover la violencia, con base en los supuestos del artículo 4°,
a través de mensajes e imágenes en los medios de comunicación (inciso XV,
artículo 9°).
En el capítulo IV de esta ley se prevé la creación del Consejo Nacional para
Prevenir la Discriminación, que entre sus atribuciones tiene “difundir y promover
contenidos para prevenir y eliminar las prácticas discriminatorias en los medios
de comunicación”.
La Ley para la igualdad entre mujeres y hombres dicta en su artículo 6°:
“La igualdad entre mujeres y hombres implica la eliminación de toda forma de
discriminación en cualquiera de los ámbitos de la vida, que se genere por pertenecer
a cualquier sexo”, y hace hincapié en el capítulo sexto que la eliminación de
estereotipos en función del sexo es materia de política nacional.
Por otro lado, la Ley general de acceso de las mujeres a una vida libre de
violencia dicta en su artículo 35 que la Federación, las entidades federativas,
el Distrito Federal y los municipios, deberán coordinarse para integrar y hacer
funcionar el Sistema Nacional para prevenir, sancionar y erradicar la violencia
contra las mujeres. Derivado del Sistema Nacional, el Programa integral para
prevenir, atender, sancionar y erradicar la violencia contra las mujeres, contendrá
diversas acciones con perspectiva de género, como:
197
El Estado no ha cumplido su responsabilidad de coordinar e integrar el Sistema
nacional para prevenir, sancionar y erradicar la violencia contra las mujeres,
para prevenir, atender, sancionar y erradicar la violencia contra las mujeres. Sin
embargo, la Secretaría de Gobernación, por sí sola, es la instancia encargada de
“vigilar que los medios de comunicación favorezcan la erradicación de todos
los tipos de violencia y se fortalezca la dignidad de las mujeres”. (Artículo 42,
fracción X).
Sorpresivamente, la Ley para prevenir y sancionar la trata de personas no
contiene un apartado que enuncie el papel de los medios de comunicación en la
prevención y erradicación de la trata,40 y se limita a dictar en su artículo 12 que se
debe elaborar el Programa nacional para prevenir y sancionar la trata de personas,
el cual comprende el desarrollo de “campañas de prevención, protección y
atención en materia de trata de personas, fundamentadas en la salvaguarda de
la dignidad humana y los derechos humanos, con especial referencia a las niñas,
niños, adolescentes y mujeres”.
A pesar de la existencia de estas cinco leyes, ni las instancias estatales ni
los medios de comunicación se han responsabilizado por la reproducción de
estereotipos sexistas que promueven la violencia y la discriminación contra las
mujeres.
persona que tenga autoridad sobre otra para propósitos de explotación. Esa explotación
incluirá como mínimo, la explotación de la prostitución ajena u otras formas de
explotación sexual, los trabajos o servicios forzados, la esclavitud o las prácticas análogas
a la esclavitud, la servidumbre o la extracción de órganos”.
198
de discusión básicos del feminismo, que ha dejado claro que, si bien existen
diferencias biológicas entre mujeres y hombres (tipos de cromosomas, gónadas),
son las diferencias construidas socialmente las que separan y radicalizan. Decía
Ann Oakley que se puede comprobar que las personas son mujeres u hombres
(sexo) a través de la evidencia biológica, pero no se puede comprobar de la
misma manera si son femeninas o masculinos, ya que en este caso los criterios
17). Derivado de esta discusión, las feministas se dieron a la tarea de crear una
categoría de análisis que explicara esta diferenciación junto a sus respectivas
jerarquizaciones y restricciones: el género.
Para Marcela Lagarde el género es más que una categoría y está presente
en el mundo, en las sociedades, en los sujetos sociales, en sus relaciones, en
199
femenino frente a lo masculino. El sistema donde dicha jerarquización se
de los hombres sobre el colectivo de las mujeres, cuyo origen tendrá dos tipos
principales de explicaciones, biológicas o económicas. El patriarcado es el sistema
de dominación genérico en el cual las mujeres permanecen bajo la autoridad de
los hombres, sustentada a través de elementos políticos, económicos, ideológicos
y simbólicos de legitimación. (Valcárcel, 1994: 129).
Así, el acceso sexual a las mujeres por parte de los hombres ha sido colocado
como una práctica natural de dominio que otorga prestigio social, incluso aunque
lleve consigo acciones violentas y lastimosas contra las mujeres:
200
reproduce en distintos materiales (revistas, películas, textos, contenidos web) y
con elementos de distinta índole, por ejemplo, la división comercial entre soft
(suaves, ligeras) y hard (duras, pesadas). (Ruiz, 2003:172).
Desde la teorización feminista se ha establecido una crítica al papel que tiene
la pornografía como promotora de la apropiación sexual de las mujeres, sin
importar las acciones y omisiones violentas que esto requiera. Concretamente, en
este trabajo retomaré lo señalado sobre la pornografía por Catharine MacKinnon,
en su libro Hacia una teoría feminista del Estado.
Para empezar, como lo señala MacKinnon, abrumadoramente, los hombres
son los principales consumidores de pornografía, por lo que resulta evidente que
es un producto dirigido a un público masculino.
Desde la perspectiva feminista, continúa MacKinnon, la pornografía
la que ya se han establecido las asimetrías entre mujeres y hombres, y en las que,
como se señaló anteriormente, se naturaliza y exacerba la violencia masculina:
201
soft, donde no
aparecen contactos genitales, y hard, categoría en la que sí está presente el
hombres, y con base en eso, como expuse al inicio del texto, si la ESCI es una
modalidad de violencia frecuente contra las niñas en nuestro país (de hecho en
el mundo), ¿qué papel juegan los contenidos mediáticos en la promoción de esta
práctica criminal que violenta a miles de niñas y mujeres en el mundo?
La opresión patriarcal no sólo se limita a la opresión por razón de género, sino
que también incluye la establecida por la condición etaria de cada sujeto, la cual,
Aristóteles:
202
teología, incluso el sujeto de los derechos humanos, es desde la
antigüedad hasta la modernidad varón, blanco y propietario. En esto
Por lo tanto, la condición de género y etaria de las niñas las coloca como
sujetas con mayor vulnerabilidad ante la violencia patriarcal.
Para este trabajo fueron tomadas en cuenta tres revistas de circulación nacional,
posicionadas considerablemente en el consumo cultural de la población mexicana:
Playboy, H para hombres y TV Notas. Las dos primeras son publicaciones, como
su nombre lo indica, dirigidas al público masculino, mientras que en la tercera se
aborda la vida privada de personas que trabajan en la industria del entretenimiento
mediático, y es la revista con mayor venta en México.
En este apartado metodológico, basado también en la perspectiva de género
feminista, fueron revisadas tres ediciones de las citadas revistas y se tomó en
cuenta el discurso de cada una. Aquí se entiende por discurso no sólo lo que está
escrito, sino también aquellos elementos visuales que representan a mujeres en
el rol de niñas, como colores rosados, vestimenta infantil, juguetes, mamilas o
teens, school o pink. Es
cierto que las mujeres que aparecieron en las ediciones revisadas son mayores
de edad, pero, insisto, son representadas como mujeres-niñas y objetos sexuales.
Veamos ahora los resultados.
203
VIII.4 Una víctima de violencia sexual, “sin rumores y sin ropa”, aparece
en Playboy
204
IMAGEN 1
¿Eres pudorosa?
No, para nada. Me gustó mucho hacer las fotos.
205
¿Te gusta tu cuerpo?
Sí, ¡sobre todo mis bubis! Ni muy chiquitas, ni muy grandotas.
“convirtió” en mujer, pero puede seguir siendo una niña frágil, abierta y accesible
al placer masculino.
En la edición, contando la portada, aparecen 25 fotografías de Daiana y en 23
fueron encontrados elementos que remontan a la infancia, por ejemplo, el color
rosa en lencería (cuando la usa), listones, zapatos, muebles, paredes y edredones.
206
Así mismo, en ocho fotografías están juguetes como osos de peluche y una
bicicleta rosa (Imagen 2 e Imagen 3). Daiana está semidesnuda y desnuda en lo
que parece ser su dormitorio (Imagen 4), a veces mirando a quienes la miran;
otras, con los ojos cerrados; está vulnerable e inconsciente de las miradas ajenas
tiene vello en el centro, lo que deja ver parte de sus labios externos (Imagen 2):
IMAGEN 2 IMAGEN 3
207
IMAGEN 4
208
IMAGEN 5 IMAGEN 6
209
IMAGEN 7
210
Esta publicación apareció en octubre de 2011 y dos meses después, en el
número 786 de la revista TV Notas (Imagen 10), aparece en la portada una de
las fotografías de Wendy González semidesnuda y a un lado un recuadro que
contiene el siguiente mensaje: ¡‘Asaltacunas’! A sus 48 años, ‘El Temerario’
seduce a Wendy González de 23. “Le fascina su ingenuidad”.
IMAGEN 8 IMAGEN 9
211
IMAGEN 10
el latente acceso sexual hacia ella (Imagen 11): ¡Para el amor no hay edad!...
Adolfo Ángel ‘El Temerario’, de 48 años, ahora conquista a la jovencita Wendy
González, de 23, a quien captamos ¡visitándolo en un hotel!
El uso de los verbos “seducir” o “conquistar” denotan que “El Temerario”
obtuvo un “trofeo”, es decir, una mujer bella y muy joven, quien se presenta
212
IMAGEN 11
Fuente: Revista TV Notas, número 786, diciembre 13, 2011, páginas 108 y 109.
213
entre H para hombres y TV Notas, ya que ambas pertenecen a la empresa Grupo
Editorial Notmusa, y es comprensible que dentro de una lógica capitalista se tenga
por objetivo seguir posicionando y vendiendo productos. Lo anterior nos pone de
frente a una situación altamente compleja: la combinación del patriarcado y el
capitalismo, que colocan a las mujeres como objetos-productos sexuales de fácil
acceso al poder masculino.
los derechos humanos de las mujeres y las niñas, ya que de esta forma se encarga
de suavizar la violencia de género y de reproducir constantemente el estereotipo
patriarcal que coloca a las mujeres y a las niñas como objetos sexuales. No
debemos perder de vista que los medios de comunicación reproducen y refuerzan
a través de su contenido a la estructura patriarcal, pero como este es un proceso
estructural resulta casi imperceptible y se asume como parte de la construcción
de universos de sentido.
El 23 de octubre de 2010, la periodista mexicana Sanjuana Martínez publicó
en el periódico La Jornada el reportaje “Trata, realidad que lacera a niñas en
La Merced”, en el que, como lo dice su título, se describe parte de la violencia
que experimentan las niñas víctimas de ESCI. Destacan las historias de Norma,
a quien violaron a los nueve años y meses después dio a luz; la de Ana, cuyo
padrastro comenzó a violarla desde los 10 años y la vendió junto con sus tres
hermanas, o la de Patricia, a quien su tratante le arrancó el clítoris a mordidas.
Todas estas historias parecieran ser parte de un relato de horror, pero se trata del
día a día de las niñas víctimas de ESCI. En el sitio web de La Jornada donde
puede ser consultado el reportaje de Sanjuana Martínez, 21 personas (hasta
el 28 de marzo de 2012) manifestaron su desaprobación frente las vejaciones
214
imaginario la explotación sexual de niñas está sancionada, sin embargo, desde
215
Bibliografía
MacKinnon, C. (1995). Hacia una teoría feminista del Estado. Cátedra, Madrid.
216
Vega, M. (2010). Las mujeres y el derecho humano a la comunicación: su acceso
y participación en la industria mediática. Artículo en dictamen, Revista
Mexicana de Ciencias Políticas y Sociales, UNAM.
Revistas consultadas:
217
IX
mujeres están atravesadas por el trabajo de cuidado, como una condición que
219
mujeres en una tensión permanente entre ser trabajo de amor que al mismo
tiempo les violenta, pero que no es visto de esa manera. Aun así, guardando en
su interior el germen de la desigualdad, el cuidado de manera simultánea alberga
la fuerza emancipadora en tanto que las mujeres creen formas subversivas de
posicionarse ante él, y la sociedad en su conjunto se haga cargo de un trabajo de
clara responsabilidad social y un asunto de derechos humanos.
220
Actividades obligadas que son aquellas de enlace entre los espacios
doméstico y público, originados por las responsabilidades familiares como
el asistir a reuniones escolares, realizar trámites y pagos.
221
económico del trabajo no remunerado en los hogares44 en México durante el
periodo de 2003 a 2009; éste alcanzó una proporción del 21.5% respecto del
Producto Interno Bruto (PIB) nacional; siendo mayor a la generada por otros
sectores económicos como la industria manufacturera (17.6%), el sector educativo
(4.7%), el sector de servicios de alojamiento temporal y preparación de alimentos
y bebidas (2.4%). Ahora bien, dentro de la composición del valor económico del
trabajo no remunerado, el promedio anual muestra que proporcionar cuidados
y apoyo a los integrantes del hogar es el que tiene mayor peso económico,
con una participación del 28% (equivalente al 13.7% en volumen de horas),
no así la actividad de proporcionar alimentación, que tiene la carga mayor en
horas (34.1%) y que representa el 23.7% del valor económico. Al relacionar la
composición de las horas de trabajo no remunerado en el hogar según sexo, con
el valor económico equivalente a dichas horas, puede verse la mayor carga que
tienen las mujeres. Ellas realizan en promedio anual el 80.9% de las horas que
corresponden al 77.3% del valor económico; mientras que los hombres 19.1%
y 22.7% respectivamente. Para el año 2003, por cada 10 horas de trabajo no
remunerado en el hogar que realizaban las mujeres, los hombres realizaban 2.7,
relación que para 2009 aumentó a 2.9 horas. De esta forma este tipo de cuentas
nacionales permiten visibilizar en primer lugar el aporte económico del conjunto
de las actividades de cuidado y, además, pone en el centro el hecho de que son
en su mayoría las mujeres quienes están a cargo de realizar ese trabajo gratuito.
Cuando se hace patente que cada vez más mujeres se incorporan en el mercado
de trabajo (sea formal o informal), que la esperanza de vida es cada vez mayor y
la población va envejeciendo, que las familias están dejando atrás el modelo de
familia nuclear (CEPAL, 2009), que los servicios sociales ofrecidos por el Estado
44 Datos obtenidos del Sistema de Cuentas Nacionales de México: cuenta satélite
del trabajo no remunerado de los hogares de México 2003-2009, publicado en 2011
por el Instituto Nacional de Estadística y Geografía. Donde se realiza una valoración
económica del trabajo no remunerado realizado en el hogar para la satisfacción de las
necesidades de sus integrantes; mismas que incluyen: proporcionar alimentos, limpieza y
mantenimiento a la vivienda, limpieza y cuidado de la ropa y calzado, realizar compras y
administración del hogar, brindar cuidados y apoyo, y proporcionar ayuda a otros hogares
y trabajo voluntario.
222
son cada vez menores y de menor calidad, se pone en evidencia que estamos ante
un aumento de demanda y complejidad del cuidado paralelo a una reducción de la
oferta de cuidadores potenciales. Esto es, estamos ante una crisis de los cuidados,
Hasta aquí, se ha hablado del cuidado como una tarea compleja que es distribuida
de manera desigual y muchas de las veces sin reconocimiento. De esta forma,
llegamos a un momento en que se puede plantear que cuando el trabajo de cuidado
es realizado de manera casi exclusiva por las mujeres, o que ellas son miradas
como las principales responsables de garantizarlo (por los medios que sea), lo
que se pone de relieve es que el cuidado patriarcal46 alberga en su interior una
injusticia de género y, por tanto, desencadena formas sumamente naturalizadas,
sutiles y profundas de violencia de género.
En la Declaración sobre la eliminación de violencia contra la mujer, en su
46 La postura feminista frente al cuidado plantea que tendría que ser una tarea social,
compartida por todos los miembros de la sociedad. Cuando esto no ocurre así, y se
sostiene sobre los cuerpos y tiempos de las mujeres, le llamaremos cuidado patriarcal.
ellas la Ley general de acceso de las mujeres a una vida libre de violencia (2007), para la
cual la violencia contra las mujeres es: “Cualquier acción u omisión, basada en su género,
que les cause daño o sufrimiento sicológico, físico, patrimonial, económico, sexual o la
muerte tanto en el ámbito privado como en el público” (Artículo 5).
48 Según la Encuesta Nacional del Uso del Tiempo (ENUT, 2009) el 47.7% de las
mujeres dedican su tiempo promedio semanal al trabajo doméstico y a las actividades
de cuidado a personas del hogar; mientras que para el trabajo en el mercado destinan
17.9% de su tiempo. Por su parte los hombres dedican 17% y 41.8% respectivamente. En
224
puede inferir la restricción en la libertad de la vida de las mujeres que representa.
Con ello lo que salta a la vista es que el cuidado patriarcal, como dice la teóloga
feminista Ivone Gebara (2002), se convierte en una carga, un destino que impide
a las mujeres desarrollar sus potencialidades, las hace resignarse, conformarse,
a veces rebelarse, pero en todo caso sentirse culpables cuando no cumplen con
las cualidades “buenas”, no tienen recursos para hacerlo o no quieren asumirlo.
Dice la autora: “El mal no reside en el servicio, sino en su imposición, en la
determinación de un determinado papel como si de su destino se tratara” (Gebara,
2002:41). Esto nos lleva a la primera pregunta y apunta que dicha imposición
(consciente o no) ya de suyo implica un daño y sufrimiento a las mujeres. En
este punto, se puede ir un paso más adelante echando mano del concepto de
micromachismos de Luis Bonino (2003). Para este autor los micromachismos
las mujeres y varones: ellos, con más derechos a la libertad, a tener razón, al uso
del tiempo y el espacio, a ser cuidado y a desimplicarse de lo doméstico; ellas,
con menos derecho a todo ello y a disponibilidad” (Bonino, 2003:4). Aunque
se diferencian por mucho de la violencia física, el autor advierte que a largo
plazo tienen los mismos objetivos y efectos: garantizar el control sobre la mujer y
perpetuar la distribución injusta para las mujeres de los derechos y oportunidades.
Una forma de micromachismos, los utilitarios, constituyen el aprovechamiento
abusivo de los lugares asignados a partir de la división sexual del trabajo: de la
lo que corresponde a la población ocupada en el mercado laboral, el promedio de horas
nacional dedicadas semanalmente tanto al trabajo remunerado como no remunerado es
de 79.5 para las mujeres y 64 para los hombres. En la población urbana es de 78.9 y 64.5;
en la rural 83.4 y 62; y entre la población indígena es de 82.5 y 63.3 respectivamente. Lo
anterior muestra una persistencia de la división sexual del trabajo, y además evidencia
la carga ideológica de la misma puesto que aún cuando las mujeres salgan al mercado
laboral, la demanda de trabajo doméstico no se reduce representando una doble jornada
de trabajo.
225
capacidad de cuidado asignada a las mujeres y la no participación en lo doméstico
por parte de los hombres. De esta forma, como dice Gebara, un servicio noble
se convierte en una imposición y por tanto en una violencia, que fuerza a una
disponibilidad femenina de estar y ser para los otros. Otros micromachismos,
los encubiertos, resultan ser estrategias de impericia selectiva para evitar
responsabilidades que se imponen a la mujer, a partir de declararse inexperto
para ciertas tareas como las de cuidado (de personas y actividades domésticas).
Así, la restricción de la libertad no es explícita mediante el encierro físico,
no se requiere poner bajo llave a las mujeres sino responsabilizarlas mediante
imposición (porque ¿qué es la socialización de género sino una imposición a las
mujeres?) de un trabajo mediante el cual, en la medida en que lo realicen o no,
serán valoradas y medida su calidad humana. Ahí es donde radica la gran trampa
que representa el cuidado patriarcal, puesto que al implicar vínculos con los otros
es interpretado como el trabajo del amor. De esta forma, las mujeres asignadas
a esta tarea, cuentan con pocos recursos para negociar sus derechos: negociar el
cuidado, muchas de las veces puede ir en detrimento del bienestar de personas
dependientes que están bajo su cuidado (p.e. “voy a reducir el tiempo que paso
con mis hijos e hijas”), cuando no hay una relación de igualdad que permita la
negociación con otros potenciales cuidadores dentro y fuera de la familia. O bien,
va en contra de la armonía en las relaciones familiares, o pone en entredicho
el amor que la mujer tiene por los otros. Que sea el trabajo del amor, hace del
cuidado un hecho difícil de cuestionar, de rebelarse y negociar por parte de las
mujeres. Esto genera una privación arbitraria de la libertad, en tanto que restringe
en las mujeres sus posibilidades de movilidad tanto física como subjetiva. La
posibilidad de movimiento de un espacio a otro, en el uso del tiempo, en el
imaginarse como un ser para sí y en consecuencia construir un espacio vital.
en este apartado, ante la idea de que ésta “tenga o pueda tener como resultado un
daño o sufrimiento físico, sexual o sicológico para la mujer”, Bonino advierte que
algunos de los efectos de los micromachismos son:
226
a) Inhibición de la lucidez mental por disminución de la crítica, la protesta
válida y el proyecto vital.
227
al ámbito familiar; cuando Gebara menciona que el cuidado no está mal en tanto
servicio sino en tanto imposición, vemos que ésta viene de toda la estructura
social, política y económica, que responde, reproduce y refuerza una división
sexual del trabajo que asigna esos lugares. Esto sucede cuando en el proceso
de socialización, donde participan la familia, los medios de comunicación, la
IX.3 Yo cuidadora
como resultado una de las violencias menos visibles del mundo patriarcal. ¿Qué
es lo que lleva a que las mujeres realicen estas tareas en gratuidad, incrementando
su uso del tiempo y muchas de las veces en detrimento de su propio bienestar
y autonomía? Cuando se habló del cuidado como el trabajo del amor, se ha
bosquejado un poco esta cuestión, pero vale la pena profundizar más. Gloria
Bonder (1998) advierte que se es sujeto en tanto posicionado en una trama
discursiva, entonces cabría preguntar ¿cuál es esa trama para las mujeres? La
respuesta se empieza a esbozar a la luz de dos supuestos ideológicos a saber: la
separación –ideológica–entre el ámbito público y el privado, y la concepción de
228
la división sexual del trabajo. Estos espacios se conceptualizaron en el proyecto
moderno, como si fueran totalmente separados e independientes y asignados
49
a
unas cuantas tareas de bajo estatus, y apartadas de la vida económico-política.
Para el siglo XIX se consolida dicha construcción, y se fortalece al vincular la
naturaleza femenina y lo privado-doméstico. (Pateman, 1996).
ilustrada, que se esforzó por cuestionar (casi todas) las tradiciones, las jerarquías
y por imaginar la refundación de la sociedad, donde un nuevo tipo de ciudadanos
eran necesarios y la encargada de formarlos sería la madre. Se hizo una distinta
valoración de la mujer en tanto madre, aunque siguió estando subordinada al
hombre (Knibiehler, 2001). El giro histórico que se dio respecto de la maternidad
fue que cuando antes, en el Antiguo Régimen, era un asunto de mujeres resuelto
por ellas, no valorado socialmente y cuya función era centrada en lo biológico
el año de 1794.
49 Amelia Valcárcel (cit. en Amorós, 1992) dice que en un sistema de dominación como
el patriarcado, hay dos aspectos importantes: la autodesignación entre el conjunto de los
dominadores como una forma de marcar la pertenencia al mismo, y la heterodesignación
del conjunto de los dominados o dominadas.
50 Es importante puntualizar que el interés se centraba en la educación de los niños
como futuros ciudadanos creadores de un mundo mejor. No así las niñas, de quienes se
esperaba que su educación se centrara en lo materno y en que fueran las buenas futuras
compañeras o madres cuidadoras y educadoras de los ciudadanos varones.
229
La naturaleza le dice a la mujer: sé mujer. Los tiernos cuidados de la
infancia, las dulces inquietudes de la maternidad, ésos sus trabajos.
Pero ¿merecen recompensa estas ocupaciones asiduas? Y bien, la
tendrás. Serás la divinidad del santuario doméstico, reinarás sobre
todo lo que te rodea a través del encanto invencible de las gracias y
la virtud. (citado en Knibehler, 2001:60).
230
en la larga duración histórica, la desigualación social necesita
implicar también una dimensión subjetiva por la cual no sólo los
aparatos que discriminan, marginalizan, excluyen, reprimen,
exterminan, establecen fuertes sistemas argumentales por los cuales
es necesario, correcto, justo y/o conveniente desigualar sino que
estos argumentos, en mayor o menor medida forman parte –durante
largos periodos históricos– del bagaje subjetivo tanto de quienes
integran los aparatos de poder como de los propios grupos sociales
estigmatizados. (Fernández, 2001:2).
231
Para Marcela Lagarde (1990) la condición no es una categoría que alude a lo
natural o a una supuesta esencia femenina, sino que es una creación histórica.
Está “constituida por el conjunto de relaciones de producción, de reproducción,
y por todas las demás relaciones vitales en que están inmersas las mujeres,
independientemente de su voluntad y de su conciencia, y por las formas en que
participan en ellas; por las instituciones políticas y jurídicas que las contiene y
(p. 78). La condición no nos habla de mujeres concretas cuyas existencias dan
cuenta de la pluralidad interna del género (Castañeda, 2008), para este caso
232
(p.18). Desde esta posición se internaliza la moral patriarcal y se legitima la
explotación de las mujeres a través de sus servicios de cuidado por la vía –en su
mayoría– del amor, y el mecanismo para que ello perdure está en los efectos de
los que hablaba Bonino de los micromachismos, de tal suerte que se debilita la
capacidad de cuestionarlo, o bien, no es legítimo hacerlo. Mediante la resistencia,
las mujeres pueden desobedecer al mandato de ser las cuidadoras exclusivas, y
aunque puede no llegar a ser civil por su carácter de aislamiento y silencio, bien
pueden encontrar caminos alternativos de realización y desarrollo. A partir de la
subversión, las mujeres pueden optar por acciones que, aunque están contenidas
en el orden, les son negadas o prohibidas. Partiendo de la construcción social
genérica binaria, las mujeres asumen posiciones asignadas a los hombres, que en
el caso del cuidado representaría, por ejemplo, aquellas que pactan con sus parejas
para que éstas se hagan cargo del cuidado, mientras ellas continúan con su vida
extradoméstica. Desde estas posiciones, cabe destacar que no necesariamente son
garantía de asumirse como sujeto de derechos (noción fundamental para prevenir
la violencia), aunque por supuesto llevan consigo la posibilidad de construir una
conciencia de serlo. Finalmente, la transgresión, que es para Lagarde la síntesis
de todas las formas anteriores de enfrentar el dominio, frente al cuidado lleva a las
mujeres a plantear una alternativa distinta, se produce en ellas un extrañamiento
(entre el mundo público de los derechos y el privado de los servicios) que les
ser para sí (Lagarde, 1986). Por supuesto, de este proceso emerge la conciencia
de ser sujeto de derechos. Sin embargo no basta dicha conciencia, se requiere
además de un consenso social que, en consecuencia, permita un proceso para
233
no sea motivo de desigualdad, tengan una sociedad acogedora y en los hechos lo
permita.
reconocidos, con los que está estrechamente vinculado y darles efectividad, como
el derecho a una alimentación adecuada, a la salud, a la educación, a la protección
de la seguridad social, entre otros contemplados tanto en el Pacto internacional
de derechos económicos, sociales y culturales, en el Protocolo de El Salvador,
en la CEDAW y en la Convención internacional de derechos del niño. Tomando
como base el principio de interdependencia de los derechos humanos, plasmado
en la Declaración y programa de acción de Viena, aprobada por la Conferencia
Mundial de Derechos Humanos (1993), la autora explica que todos esos derechos
son universales, indivisibles e interdependientes, y están relacionados entre sí. De
tal forma que puede hablarse del cuidado como un derecho –considerando a la
persona receptora y a la proveedora del mismo– en tanto que integra el conjunto
234
‘protección’ sino considerar a los ciudadanos y las ciudadanas como titulares de
derecho al cuidado, derecho que se debe satisfacer a través de los sistemas de
seguridad social de cada Estado. Es decir, la idea de incorporar la exigibilidad
de una oferta de cuidado por parte de los Estados y de los empleadores, según
corresponda” (p.32).
Ahora bien, como derecho tiene por supuesto la contraparte de que implica una
obligación, en tanto que conlleva un conjunto de obligaciones negativas como el
no entorpecer los servicios de guarderías infantiles o el acceso a los sistemas
235
La causa directa de la violencia de género es la dominación de género que
produce desigualdad (Lagarde, 2011). El cuidado patriarcal es una de las marcas
más profundas que tienen las sociedades modernas de dominación, de ahí que
cuestionarlo, reconceptuarlo, transgredirlo y llevarlo a una transformación
radical, es una estrategia fundamental para erradicar la violencia. Virginia Vargas
(2007), frente al tema de la violencia contra las mujeres, señala la importancia de
brindar a las mujeres los elementos que les permitan “arrancar de las manos de los
hombres la capacidad de violar y maltratar”. El primer paso es dejar de considerar
a las mujeres como víctimas, para ser miradas como sujetos de derechos, los
cuales son violentados.51 La condición de ser seres para los otros, obstaculiza la
construcción de la noción de ser sujeto para sí, es decir, ser sujeto de derechos.
Así, el cuidado como parte central de la identidad de las mujeres, como seres para
los otros, necesita ser desenmascarado en sus matices violentos.
Denunciar el cuidado patriarcal y colocarlo como un derecho, puede ser
un punto de inicio para la construcción de una ciudadanía subjetiva, esto es la
conciencia del derecho a tener derechos. Que unos se sientan con más derechos
y otras se sientan con menos merecimiento de derechos es un caldo de cultivo
para toda violencia. De esta forma, que las mujeres logren verse como sujetos
de derechos pasa porque sean desapresadas del cuidado patriarcal, que sea
reconocido como un trabajo social, donde quienes hasta ahora han sido asignadas
para proveerlo puedan ser conscientes del impuesto reproductivo que pagan
y saberse así portadoras de un recurso. Pero también necesita dejar de ser una
obligación exclusiva y unilateral de las mujeres.
Para enfrentar y erradicar la violencia contra las mujeres se requiere
democratizar la vida cotidiana, las instituciones y la cultura (Lagarde, 2011).
Y esta es una razón más por la que es menester explicitar el cuidado como un
derecho en las familias, en las instituciones del Estado, en la empresa privada,
en la subjetividad y, en consecuencia, armonizar los tiempos, actividades y
51 Este es el espíritu que acompaña a la Ley general de acceso de las mujeres a una
vida libre de violencia, que es formulada desde una concepción de derechos humanos.
236
estructuras sociales, económicas.
Todas las formas de violencia parten de negar la mirada al otro o la otra,
el cuidado patriarcal ha fomentado la mirada unilateral, donde las mujeres no
han sido vistas ni por ellas mismas. La crítica feminista de las últimas décadas
ha puesto el dedo en el renglón: el mundo se sostiene sobre los hombros de las
mujeres, mientras esto no cambie y no imaginemos como sociedad otra forma
de estar en el mundo no podremos avanzar en aspiración alguna. Hoy tenemos
la responsabilidad de subvertir el cuidado, dotarlo de otras reglas, otros sentidos,
desexualizarlo y llevarlo al ámbito de los derechos, lo cual se traduce en construir
un proyecto de cuidados mutuos, para todos y todas.
Bibliografía
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Estadística y Geografía, México.
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pp. 31-52.
Pautassi, Laura (2007). El cuidado como una cuestión social desde un enfoque
de derechos. CEPAL-División de Asuntos de Género, Serie Mujer y
Desarrollo, No. 87, Santiago de Chile.
240
Acerca de las y los autores
241
DHIONNY GABRIELA MARQUINA
HARUMI GRÖSSL
242
JOSÉ LUIS RIVERO CEBALLOS
JULIETTE LEAÑEZ
243
del Doctorado en Humanidades UCV, línea de investigación: Perspectiva de
Género en la Historia de la Educación. Cursante del Diplomado de formación y
actualización docente “Aletehia” Sadpro-UCV. Adscrita al grupo de investigación
GIGESEX, (ULA, Mérida). Perspectiva Psicosocial y Antropológica de la
“Inmigración, Religión e Identidad”, Facultad de Filología de la Universidad de
Barcelona-España. Correo electrónico: ninogabo@hotmail.com, noniskam4@
yahoo.com.
244
la Facultad de Psicología. Ha colaborado en el diseño de cinco modelos de
atención a la violencia de género, y en la línea de políticas laborales del “Grupo
de Investigación sobre Mujeres Policías” (CEIICH-UNAM). Actualmente, es
tutora adjunta de la maestría virtual “Género, Sociedad y Políticas”. Pertenece
al Núcleo Multidisciplinario sobre el derecho de las mujeres a una vida libre
de violencia “Lic. Cecilia Loría Saviñón” (IIJ-UNAM). Es socia fundadora de
Espiral en movimiento hacia la igualdad, el bienestar y la ciudadanía, A.C. Correo
electrónico: robertali88@hotmail.com.
245
Estudios de Género, Feminismo y Sexualidad
se terminó de imprimir en el mes de noviembre de 2014, en