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Los Tres Cerditos

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El lobo y los tres cerditos.

 En el corazón del bosque vivían tres hermanos cerditos. El lobo


siempre andaba tras ellos para comérselos. Para escapar de él, los cerditos se fabricaron una
casa cada uno. El pequeño la hizo de paja, el mediano de madera y el mayor de ladrillo. El
lobo salió detrás del cerdito pequeño que corrió para refugiarse en su casita de paja. El lobo
sopló y sopló y la casita de paja se derrumbó. Lo mismo ocurrió con la casita de madera.
Los dos cerditos se fueron con el hermano mayor para refugiarse en la casa de ladrillo.
Como no podía derribarla con sus soplidos, el lobo decidió colarse por la chimenea. El
cerdito mayor puso al fuego una olla con agua y, cuando el lobo comilón descendió, cayó
sobre el agua hirviendo. ¡Salió corriendo y no volvió nunca más!

El gato con botas. Benjamín, el hijo del molinero, recibió como herencia de su padre el
gato del granero. Decepcionado, Benjamín consideró comerse al animal para no morir de
hambre, pero el gato resultó estar lleno de recursos, y con una bolsa y un par de botas, el
felino comenzó su plan para crear fortuna. El ingenio de este divertido gato llevó a su
dueño a convertirse en un marqués y a casarse con la hija del rey.

El ratoncito Pérez. Érase una vez un príncipe llamado Buby al que se le cayó un diente. Su
madre le dijo que si lo colocaba bajo la almohada, el ratón de los dientes se lo cambiara por
un regalo. Durante la noche, el niño se despertó y descubrió a un ratón pequeño, con lentes
de oro y sombrero de paja. El príncipe quiso acompañar al roedor en sus aventuras, así que
se convirtió también en ratoncito y salieron de palacio. Su primera visita fue a casa de
Gilito, un niño pobre que esperaba la visita del ratón de los dientes. Al conversar con el
pequeño niño pobre, el príncipe Buby conoció la miseria y la forma en que vivían sus
súbditos. Cuando Buby creció y se convirtió en rey, gobernó con bondad y fue muy amigo
de los niños y un protector de los ratones. Desde entonces, es costumbre que cuando a un
niño se le cae un diente, lo deje bajo la almohada para que el Ratón Pérez se lo cambie por
un regalo.

¡Y colorín colorado, estos cuentos se han acabado!

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