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Hitori kakurenbo

Miguel:
Veía en las noticias como anunciaban fuertes lluvias, ya era momento de
que saliera de su casa para encontrar con su enamorada en la esquina, para
poder ir juntos al colegio.
Una vez que se encontró con su enamorada, caminaron juntos de la mano,
Miguel no estaba prestando mucha atención hacía su alrededor, hasta que
en un momento vio como Claudia se detenía.
-Es la casa de Oscar – murmuró por lo bajó Claudia
Miguel al escuchar eso volteó su mirada por donde estaba viendo Claudia.
Se dio cuenta que en la casa de su compañero habían policías y médicos, y
a su costado estaban los padres de Oscar llorando, veía como sacaban una
camilla con el cuerpo de sucompañero herido o muerto, no sabía con
exactitud.
Decidió ya no mirar más para no quedar como un entrometido y comenzó a
caminar otra vez, Claudia sin protestar, avanzó junto con Miguel.
Una vez que estuvieron en el colegio, lo único que se hablaba era lo que le
había pasado a Oscar, ni él y ni Claudia querían escuchar sobre el tema,
pero parecía que el mundo estaba en su contra, escucharon como decían
que Oscar parecía estar obsesionado con un juego japonés.
Una vez que salieron del colegio, Miguel se fue solo para su casa, y pasó
por donde vivía Oscar, le daba curiosidad porque escuchó como algo se
caía, así que entró en la casa. Era un libro de tapa oscura, era de Oscar ya
que tenía su nombre en ella.
Agarró el libro y se fue de ahí, no quería que nadie lo viera ahí y sospechen
de él, se fue lo más rápido que pudo.
Una vez llegó a su casa, le dio curiosidad lo que decía el libro y comenzó a
leerlo, había un juego escrito ahí era “Hitori kakurenbo”, le dio curiosidad
el juego, así que comenzó a leer las reglas y lo que necesitaba para poder
hacerlo.
Una vez que tenía todo, cogió al muñeco y con el cuchillo abrió su
estomago quitando todo su relleno y le agregó el arroz todo lo que se podía,
con el alicate corto cada una de sus uñas de sus manos, era para tener un
lazo más fuerte con el muñeco, con el mismo cuchillo, hizo un pequeño
corte en su dedo índice y lo apretó, dejando salir unas gotas de sangre. Con
aguja y hilo en mano, se dedico a coser la herida del muñeco, parecía como
si estuviera haciendo algún ritual demoníaco.
Se dirigió al baño y abrió la canilla de abajo, llenando la tina con suficiente
agua tibia, dejando caer algo de sal, tal y como decía la libreta. Una vez se
aseguro de apagar todas las luces y dejar el televisor encendida en el
volumen mínimo, tomo al muñeco y el cuchillo, entrando al baño, tenía que
ponerle un nombre al muñeco así que le puso Liris - Bien Liris, es mi turno,
es mi turno, es mi turno.
Dejo el muñeco en el agua, cuidando que se mojara bien y salió del baño.
Entro al baño y alzo al muñeco entre sus dedos. -Te encontré, te encontré,
te encontré. – y seguido atravesó al peluche con el cuchillo.– Liris, ahora es
tu turno, es tu turno, es tu turno.
Dejo el muñeco en el agua nuevamente y apago la luz. Rápidamente
alumbro con su celular y corrió a esconderse en un gran mueble que tenia
en la sala, para guardar abrigos. Lo único que escuchaba era la lluvia y su
respiración entrecortada. Apretaba levemente el móvil, algo nervioso. hasta
que escucho ruidos en el living, entonces su corazón se paralelizó.
Algo estaba caminando por allí, podía escuchar sus pasos en el suelo, como
si en verdad lo estuviera buscando. No hizo ruido alguno y se quedo quieto,
en el lugar donde estaba. Su corazón latía tan fuerte, que temía lo que sea
que estuviera allí afuera lo escuchara. Lo cubría una fina capa de sudor.
Los canales se cambiaban solos, como si alguien estuviera haciendo
zapping busca de algo interesante para ver. El volumen comenzó a ser cada
vez más alto, tanto, que Miguel creyó que las bocinas se iban a romper o
que sus tímpanos iban a estallar, pero no quería tapar sus oídos, debía a
estar atento a cada mísero ruido. No debía darle mucho tiempo a la entidad
porque eso iba hacerlo más fuerte.
Minutos pasaron sin rastro alguno de la cosa que le buscaba, hasta que
escuchó corridas en el pasillo. Las pisadas llegaron al living y se acercaron
peligrosamente al mueble en donde estaba. Se preparó mentalmente para lo
que fuera que llegara a ver o para corre como alma que se lleva al diablo.
-¡Miguel, soy yo! – era la voz de Claudia, esto no podría estar pasando, ella
no debería estar aquí y menos en este momento.
Escuchó sus corridas dirigirse a la salida y luego la puerta abriéndose. Su
corazón se estrujo con el solo hecho de pensar que a Claudia podía pasarle
algo por su estupidez. Salió rápidamente de su escondite, encendiendo la
linterna de su celular y corrió a la puerta.
-¡Claudia, no! – grito, queriendo evitar que entrara, pero se choco con algo.
Por un momento pensó que era la entidad, pero era Claudia, ella observó
como todo estaba oscuras y lo agitado que estaba su novio. -¿Qué sucede?
– preguntó.
Miguel observo el lugar con los ojos bien abiertos, claramente asustado.
Alumbraba con la linterna cada sitio como podía.
-Miguel, no comprendo. – dijo Claudia y camino con la intención de
prender la luz.
-¡No hagas eso! – tomo su brazo, deteniendo lo que su novia pensaba hacer.
Ambos escucharon algo correr hacía ellos. Cogió a Claudia de la mano,
llevándosela a corridas.
-¡Corre! – grito Miguel, Claudia no sabía que pasaba pero como tenia
mucho miedo solo lo siguió. Sentía como algo le pisaba los talones y
escalofríos no abandonaba su menudo cuerpo.
Entraron al baño y encendiendo la luz Miguel grito: - ¡Yo gane, yo gane ,
yo gane!.
Abrazó con fuerza a Claudia, ella no sabía que fue lo que paso y estaba más
que asustada. -¿Qué fue todo eso? – preguntó Claudia después de haberse
calmado.
-Un juego muy traumante. Nunca lo hagas.
Claudia hizo una mueca viendo lo sudado que estaba Miguel.
FIN

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