Location via proxy:   [ UP ]  
[Report a bug]   [Manage cookies]                

Oseas 4

Descargar como docx, pdf o txt
Descargar como docx, pdf o txt
Está en la página 1de 6

Oseas 4:1-6

En nuestro programa anterior iniciamos el capítulo 4 de este libro y


después de una introducción al capítulo, situándolo en el contexto
general del libro, comentamos el primer versículo. Vamos a repasar lo
que dijimos en dicha introducción y en el primer versículo, para
introducirnos mejor en los versículos que siguen a continuación en el
texto.
A partir de este punto en el libro de Oseas no veremos mucho sobre la
vida personal y privada del profeta. En realidad, comenzando con los
últimos dos versículos del capítulo anterior, la vida privada de Oseas se
desvanece pasando a un segundo plano y el énfasis recae sobre el
Señor y la nación infiel de Israel, que se ha estado comportando como
una prostituta. Hemos dejado la sección del libro que tenía un carácter
personal, y en los capítulos 4 hasta el 14 estaremos tratando temas
proféticos. En primer lugar veremos que
Israel resultó culpable ante Dios
A partir de la desgarradora experiencia de su propio hogar, Oseas
comenzó a hablar a la nación; él sabía entonces como Dios se sentía
hacia ellos. Todo lo que se ha dicho hasta este punto se ha expuesto de
una forma general. Dios había dicho: "Ellos han pecado. Han actuado
como una mujer infiel hacia mí". Entonces fue como si Dios fuera a
conducirlos ante el tribunal, para exponer ciertas acusaciones contra
ellos, y para probar dichas acusaciones. El mensaje del capítulo 4 fue
una denuncia de que Israel era culpable de anarquía, inmoralidad,
ignorancia de la Palabra de Dios e idolatría. Podemos comparar a este
capítulo con el primer capítulo de Isaías, en el cual el profeta Isaías
habló para el reino del sur (el reino de Judá) explicando en detalle las
acusaciones de Dios contra la nación.
Creemos que podemos comparar los pecados de Israel con los de otras
naciones. Es cierto que la nación de Israel fue el pueblo escogido por
Dios, y Él le entregó a ese pueblo la ley de Moisés. Sin embargo,
tenemos que entender lo siguiente; la ley de Dios es Su norma para
cualquier nación que quiera ser bendecida, es decir, que quiera recibir
Sus bendiciones y prosperidad. Por lo tanto, podemos encontrar en
general a los pueblos de la tierra culpables de las mismas cosas que
Israel fue declarado culpable ante Dios cuando Él juzgó a ese pueblo y
los condujo al cautiverio. Muchos podrían estar en desacuerdo con esta
afirmación y dirían: "bueno, nosotros no somos idólatras", Estimado
oyente, la codicia es una forma de idolatría, y pueblos en su conjunto y
multitudes de personas en la actualidad están impulsadas por la codicia;
podríamos decir que en cierta forma adoran al dinero y ansían disfrutar
del poder, la notoriedad e influencia que el dinero proporciona a los
seres humanos. Hemos llegado a un punto en el que casi no nos
sorprende abrir los periódicos o enterarnos por otros medios de difusión
de nuevas formas de practicar la corrupción en los niveles más
productivos de las actividades comerciales. Podemos leer el libro de
Oseas y señalar con nuestro dedo a Israel y decir: "es una vergüenza
como ellos se apartaron de Dios". Pero necesitamos mirar a nuestro
alrededor y comprobar que lo mismo es cierto de nosotros.
En el primer versículo de este capítulo, el Señor confrontó a Israel con el
hecho de que no tenían conocimiento de Él. Leamos este primer
versículo de este cuarto capítulo de Oseas:
"Oíd la palabra del Señor, hijos de Israel, porque el Señor contiende con
los moradores de la tierra, pues no hay verdad, ni misericordia, ni
conocimiento de Dios en la tierra."
El dijo aquí tres cosas; que no había misericordia, que no había verdad y
que no había conocimiento de Dios en aquella tierra. Aquel pueblo tenía
el cerebro lavado por su idolatría. Aunque Dios los había instruido para
que tuvieran amor y practicaran la misericordia, ya no expresaban su
compasión de ninguna manera. El Señor les había dicho en el libro de
Levítico capítulo 19, versículo 10, 10No rebuscarás tu viña ni recogerás
el fruto caído de tu viña; para el pobre y para el extranjero lo dejarás.
Yo, el Señor, vuestro Dios. En otras palabras, El les había dicho: "Esta
es la forma en que yo cuido a los pobres, y vosotros también tenéis que
hacer lo mismo". ¿Por qué? El pueblo había olvidado aquellas antiguas
palabras. Es que no había un conocimiento de Dios en el país, y ya no
eran misericordiosos, compasivos con los necesitados. Es posible que
hubiera mucha religiosidad, pero sin un conocimiento real de Dios.
Y ahora vemos que ellos estaban quebrantando los Diez Mandamientos;
en el versículo 2, de este capítulo 4 de Oseas leemos:
"El perjurio y la mentira, el asesinato, el robo y el adulterio prevalecen,
y se comete homicidio tras homicidio."
Al cometer cada uno de estos pecados, estaban quebrantando los Diez
Mandamientos de la ley de Dios. Usted puede ver por sí mismo lo que
dice el capítulo 20 de Éxodo: No hablarás contra tu prójimo falso
testimonio. No matarás. No hurtarás. No cometerás adulterio. Y todos
estos pecados estaban siendo cometidos incluso entre familiares.
Quisiéramos aclarar ahora un punto importante en relación con este
tema. Dios les dio los Diez Mandamientos, que eran sólo una parte de la
ley de Moisés, a la nación de Israel, pero en ellos, Dios expresó Su
voluntad.
La iglesia hoy no está bajo los Diez Mandamientos como si éstos fueran
un camino de salvación, o una manera de vivir la vida cristiana; pero
esto no significa que podemos quebrantar los mandamientos;
simplemente significa que El nos ha llamado a un nivel más elevado de
vida y nos ha capacitado para vivir por el poder del Espíritu Santo.
Dios ha dicho no matarás....no cometerás adulterio y hay otras cosas
que Él ha condenado en la Biblia. Dios ha condenado la embriaguez y
otros pecados ya descritos en otros pasajes tratados en nuestro estudio
Bíblico. Dios condujo a Israel al cautiverio porque ese pueblo resultó
culpable de cometer pecados que Él especificó en Su Palabra.
Hay naciones en esta tierra que incluyen poblaciones que tienen un
conocimiento de Dios, en general, y otras que profesan otras religiones.
Y hay naciones que tienen una tradición cristiana pero eso no implica
necesariamente un conocimiento de Dios. Algunas tienen muchos
edificios dedicados a iglesias, construidos en todos los estilos.
Realmente hay para todos los gustos. Los domingos puede observarse
que un pequeño porcentaje de la población asiste a los servicios
religiosos, y muy pocas personas son realmente alcanzadas por la
Palabra de Dios. En muchos hoteles, incluso, hay ejemplares de la Biblia
en las habitaciones pero no sabemos cuántas personas verdaderamente
los leen. Nos tememos que muchos de esos ejemplares ni siquiera
habrán sido abiertos. La cuestión es que la Biblia circula libremente en
una gran cantidad de países, más que nunca antes en la historia y se
vende a precios realmente asequibles. Pero nunca ha habido tantas
personas que ignoran el contenido de este libro. Existe una ignorancia
generalizada de la Palabra de Dios. Aunque eso sí, no faltan
observaciones críticas apresuradas sobre pasajes de la Biblia, por parte
de personas que ni siquiera han leído el contexto de los pasajes
criticados, ni los pasajes paralelos o similares, e ignoran el trasfondo
cultural en el que el mensaje Bíblico ha sido transmitido. Incluso la vida
de Cristo ha sido objeto de debate por personas que no han leído los
Evangelios, los comparan sin haberlos leído y creen ver contradicciones,
en vez de leer los relatos completos de los Evangelistas y ser
conscientes del carácter complementario de los registros históricos de
los Evangelios.
El consumo creciente de alcohol y la embriaguez, condenada por la
Biblia, puede compararse a la misma condición que existía en Israel en
aquellos tiempos. Como es lógico, todo el mundo es consciente del
aumento del costo de la vida, del lamentable costo en vidas de las
guerras, y también de sus repercusiones económicas, del elevado costo
de la administración pública o del estado, pero ¿cuántas voces se alzan
para criticar los tremendos estragos del alcoholismo y las drogas en la
convivencia familiar, y en la salud de las personas dominadas por el
vicio? ¿Nos ha inquietado el elevado coste personal y social de los
trastornos mentales y físicos producidos por el consumo excesivo del
alcohol y las drogas? ¿Y qué diremos de los gastos ocasionados por la
atención a las enfermedades producidas por estos vicios, y su incidencia
en la economía personal de los ciudadanos? Lo que sí nos consta es la
preocupación de las autoridades por que estos temas, así como los que
afectan a la seguridad vial, a conductores y a peatones, y todos
conocemos las limitaciones impuestas acertadamente al respecto por las
autoridades de Tráfico. Y como estos excesos afectan a la seguridad de
los ciudadanos y a la propiedad privada, también constituyen una
preocupación para las fuerzas del orden público. Por todo ellos creemos
que el púlpito cristiano nunca debería permanecer silencioso ante el
pecado, ni frente a ningún quebranto de los Diez Mandamientos.
El carácter de estos pecados y de otros, y su dominio sobre el hombre y
la sociedad, no ha variado con el paso de los siglos, desde la época del
Israel del profeta Oseas en el año 700 A.C. Desde aquellos tiempos
hasta nuestros días, no se han registrado avances o novedades en
cuanto a la práctica del pecado y sus consecuencias. Lo único que se ha
elaborado y facilitado es la forma de practicarlos, debido a los adelantos
científicos de nuestro tiempo. excepto en la forma sofisticada de
practicarlos a causa de los adelantos de nuestra época,
Lo que sí es claro y evidente, es que nadie puede practicar estos
pecados y quedar impune, sea un individuo, una familia, o una sociedad
entera. La inmoralidad fue practicada en todas sus formas en las
ciudades de Sodoma y Gomorra, que fueron juzgadas por Dios y
destruidas. Seguramente el juicio de Dios se adelantó a la propia
autodestrucción de dichas ciudades, debido a la violencia y abusos que
en ellas predominaban. Y ya con una perspectiva histórica, diremos que
los diez mandamientos han sido la base de cada civilización que ha sido
cristiana, o por lo menos que se ha llamado a sí mismo "Cristiana".
Estimado oyente, los individuos, familias y sociedades, indiferentemente
de la parte del mundo en que se encuentren, que se rebelen contra las
leyes de Dios y continúen manifestando esa tendencia natural del
pecado a la violencia y autodestrucción de las personas, incluida la
destrucción del medio ambiente, están bajo la condena de Dios. En los
tiempos del profeta Oseas, la condena de Dios para Israel fue la pérdida
de su libertad y la conducción al cautiverio. Después de todo, ellos eran
el pueblo elegido por Dios para transmitir al mundo Su revelación. En
este libro tenemos entonces, una exposición de las bases por las cuales
Dios juzga a los individuos y a las naciones. Lamentablemente uno de
los motivos para que algunos púlpitos permanezcan en silencio ante
estos temas es que raramente se estudia el libro de Oseas. Podríamos
decir que este es uno de los profetas olvidados. Continuemos leyendo el
versículo 3 de este cuarto capítulo de Oseas.
"Por lo cual se enlutará la tierra y se extenuará todo morador de ella;
las bestias del campo, las aves del cielo y aun los peces del mar
morirán."
Dice aquí, por lo cual se enlutará la tierra. En la generación de nuestro
tiempo hemos tomado conciencia clara de que estamos contaminando
todo alrededor de nosotros. Es como si la tierra se estuviera lamentando
por la destrucción que sufre a causa de la contaminación que
producimos.
Y también podemos observar otro detalle tan importante como
interesante. Hace algunos años había una gran abundancia de todo; en
la agricultura los graneros estaban llenos de grano. Pero en la
actualidad, desde varias partes del mundo se oye hablar de la escasez
de alimentos. Los trastornos climáticos han arrasado cosechas enteras,
y han convertido tierras fértiles en zonas de desastre. Es que cuando
Dios juzga a una nación, la tierra misma está involucrada e incluso las
bestias y las aves sufren a causa del pecado del ser humano.
Continuemos leyendo el versículo 4 de este cuarto capítulo de Oseas:
"¡Que nadie acuse ni reprenda a otro! Tu pueblo es como los que
resisten al sacerdote."
Los sacerdotes de aquellos tiempos no estaban cumpliendo con sus
obligaciones no haciendo frente a sus responsabilidades. Por lo tanto,
Dios levantó a los profetas, para que ellos transmitieran Su mensaje. Y
dice el versículo 5:
"Tropezarás por tanto en pleno día, y de noche tropezará contigo el
profeta, y a tu madre destruiré."
La frase y a tu madre destruiré quiere decir que Dios destruiría a la
nación. En Israel había profetas falsos, e incluso los hay en la
actualidad. Esos falsos profetas le decían al pueblo, lo mismo que le
dicen en la actualidad: "Todo va a resultar bien. La Biblia es un libro
anticuado, y los Diez Mandamientos pertenecen a la época de nuestros
antepasados. Hemos aprendido a tener miras amplias, a ser
comprensivos y tolerantes". Estimado oyente, la verdad es que el ser
humano forma parte de una raza impura, que se ha hundido hasta un
nivel muy bajo, tanto a nivel individual como a nivel social.
Y ahora leeremos el versículo más conocido del libro de Oseas. Leamos
el versículo 6 de este cuarto capítulo:
"Mi pueblo fue destruido porque le faltó conocimiento. Por cuanto
desechaste el conocimiento, yo te echaré del sacerdocio; puesto que
olvidaste la ley de tu Dios, también yo me olvidaré de tus hijos."
Aquí destacamos la frase Mi pueblo fue destruido porque le faltó
conocimiento. En los antecedentes de su pecado estaba la falta de
conocimiento de la Palabra de Dios. Estimado oyente, si usted es
cristiano, en el momento en que usted se aparte de la Palabra de Dios,
está condenado al fracaso en su vida cristiana. Indiferentemente del
número de conferencias, seminarios y cursos a los que haya asistido en
las que se le aconsejó como tener éxito en su hogar, en su trabajo y en
su vida social, usted logrará el fracaso y solo le quedará un sentimiento
de frustración. Este libro de Oseas expone con claridad total que
nosotros no vivimos la vida cristiana por medio de estos artilugios y
métodos, sino a través de un conocimiento personal de la Palabra de
Dios. Esta es la razón por la cual nos sentimos motivados a enseñar la
Palabra de Dios, incluyendo este útil libro de Oseas. Realmente, los
pueblos se destruyen por causa de la falta de conocimiento.
El versículo 6 comenzaba diciendo Mi pueblo fue destruido, porque le
faltó conocimiento. Y continuó diciendo Por cuanto desechaste el
conocimiento, yo te echaré del sacerdocio. Dios quería que toda la
nación llegara a ser un pueblo de sacerdotes ante Él, y en el reino
terrenal de Cristo, ellos lo serán. Pero en aquella época del pasado, Dios
les tuvo que decir: "Ni siquiera vais a tener sacerdotes".
Y añadió el versículo 6: puesto que olvidaste la ley de tu Dios, también
yo me olvidaré de tus hijos. Dios le dijo al pueblo de esta nación: "Yo os
olvidaré porque vosotros os habéis olvidado de mí". Ya que ellos habían
protagonizado una larga y miserable historia de apartarse del Señor,
habían llegado inevitablemente al tiempo del juicio. Dios había
demostrado su caso contra este pueblo; en el principio del capítulo Él
enumeró sus pecados, dado que ellos habían quebrantado los Diez
Mandamientos. Por lo tanto, anunció Su decisión de juzgarlos.

También podría gustarte