Cuentacuentos
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Cuentacuentos
Una vez cuando era pequeño escuche que las boas eran capaces de engullir un elefante entero. Esa imagen rondada en mi
cabeza todo el día y no dude en dibujarla.
Todos los adultos me decían lo mismo que bonito sombrero. Ellos no lo entendían solo se limitaban a decirme que hiciera
algo de provecho como estudiar geografía o matemáticas, yo hice caso de sus consejos y por ello me convertí en aviador,
una profesión que me permitía viajar por todo el planeta y vivir como siempre me habían dicho.
Desde hacía años vivía en un mundo de adultos pero jamás me había sentido cómodo en él, me sentía triste y frustrado
siempre era el bicho raro dentro de un mundo donde todos eran iguales.
Un día mientras volaba por el desierto, mi avioneta tuvo un fallo en el motor y cayó al suelo, solo estábamos las tunas y yo
en un mar lleno de silencio, sino conseguía despegar no sobreviviría.
De repente un pequeño hombrecito de ojos azules apareció ante mis ojos; era el principito y me dijo:
Busque los marcadores que llevaba en mi mochila y le dibuje tres corderos: pero ninguno era de su agrado o era muy viejo o
enfermo o estaba demasiado delgado. Cansado de su insistencia dibuje una caja y le aseguré que el cordero que quería
estaba ahí dentro.
El principito vivía en un planeta lejano y muy pequeño tenia volcanes y una tierra cubierta de enormes baobab, al principito
le gustaba mucho ver los atardeceres, el sí sabía disfrutar de las cosas de la vida, se fijaba en los pequeños detalles y en los
momentos que son invisibles a los ojos de los adultos.
Me contó que había dos tipos de hierbas en todos los planetas; las hierbas buenas y las hierbas malas, las malas hierbas hay
que arrancarlas de inmediato, porque con sus enormes raíces al ser el planeta tan pequeño pueden hacer que estallen.
Me acerqué a su lado y le abrace, tenía razón en el mundo de los adultos se consideraban cosas serias aspectos como los
números o los negocios, ellos no valoran los pequeños detalles del mundo que nos rodea.
En el planeta del principito crecían flores únicas que solo tenían un día de vida, pero una vez creció en él una flor distinta,
era increíblemente bella y también un poco egoísta, además se creía invencible porque tenía cuatro espinas, era vanidosa y
siempre precisaba de su atención.
- Esa flor perfumaba mi vida, jamás debí haber huido, pero era demasiado joven para amarla. el principito se refería al
día que se despidió de ella para emprender un viaje alrededor de varios planetas.
- La rosa le dijo: te quiero, has decidido irte así que hazlo y procura ser feliz, yo estaré bien tengo cuatro espinas para
defenderme.
El principito se quedó ensimismado con esta frase, el rey le explicó que todo el universo debía obedecerle
El rey intento retener de todas las maneras posibles al principito, llego hasta nombrarlo ministro de su reino, nada podría
convencerle, debía continuar su viaje y la autoridad del rey no iba a impedirlo, pensaba todo el rato que raras son las
personas mayores.
- ¡Oooooh un admirador dijo el vanidoso, aplaude hasta que te diga que pares!
Definitivamente el principito se daba cuenta de que las personas mayores eran muy raras y lo que hacían no tenía sentido.
El principito me conto que el tercer planeta estaba habitado por un hombre de negocios, estaba rojo como un tomate y no
dejaba de hacer cuentas:
El principito se fue pensando de nuevo que las personas mayores son muy extrañas.
- Es mi obligación, tengo que encender el farol por la noche y apagarlo por la mañana, pero ahora el planeta es más
pequeño y se pone el sol cada cinco minutos.
- Y no ha cambiado tu labor?
- No, el planeta ha cambiado pero mi labor en él es la misma, no puedo descansar a pesar de que es lo que más me gusta.
El principito pensó que el farolero era el menos absurdo de todos, tenía un trabajo y se preocupaba de algo distinto a sí
mismo, aun así solo pensaba en cumplir con sus obligaciones.
El último planeta que visitó el principito era el más grande y estaba habitado por un anciano, era geógrafo y conocía donde
estaban los océanos, las montañas y los desiertos, el principito le preguntó:
En ese momento el principito se arrepintió de haber dejado a su flor, un día ella también iba a desparecer
Por fin llego a la Tierra un planeta habitado por más de siete mil millones de personas, entre los que se encuentran miles de
faroleros, miles de vanidosos etcétera.
Cuando el principito llego vio un campo lleno de rosas y se acordó de su flor, luego se encontró con un animal muy hermoso
y le dijo:
El principito entendió lo que el zorro le decía, y poco a poco fue domesticándolo, todos los días le visitaba y jugaba con él
hasta que llego el día de despedirse
- Voy a llorar le dijo el zorro antes de marcharte ve a ver el campo de rosas luego vuelve y te contare un secreto.
El principito hizo lo que el zorro le dijo y se dio cuenta que a diferencia de las demás, su rosa era única y especial porque
estaba domesticada por él y él por ella, el resto eran hermosas pero estaban vacías.
Un pozo si estamos en el desierto, era incansable si quería algo lo conseguía y era inútil llevarle la contraria.
- Lo que realmente embellece al desierto es el pozo que guarda dentro, lo que hace algo hermoso es invisible a los ojos
dijo el principito.
Descubrí que se había quedado dormido y yo continué el camino con él en brazos, como si de un tesoro se tratara fue en
ese momento cuando encontramos el pozo y pudimos beber, aquella agua había nacido de caminar bajo las estrellas y del
esfuerzo de mi brazos era un regalo al corazón como cuando era niño y veía las luces de navidad
El principito estaba cerca del pozo y fui a verlo cuando llegue estaba hablando con una serpiente, era muy peligrosa estaba
blanco como la nieve me miró y lo comprendí todo:
Pese a estar en pleno día en el desierto me quede helado, no podía creer que no volvería escuchar su risa.
- Déjame emprender este viaje solo, de repente apareció un rayo y el principito cayó en la arena del desierto…
Han pasado ya muchos años desde aquello, sabía que el principito había vuelto a su planeta porque a la mañana siguiente
no encontré su pequeño su cuerpo, el Sahara es para mí el paisaje más hermoso y más triste del mundo, fue allí donde
apareció el principito y también donde despareció, si alguna vez pasan por ahí no se apresuren y disfruten de lo que ven,
nunca hay que olvidar el niño que uno lleva dentro, porque lo realmente hermoso es invisible a los ojos y solo los niños
pueden ver a través de su corazón.