Este documento narra la historia de un estudiante de literatura que creía firmemente en la reencarnación. El estudiante recordaba detalles de una vida pasada y buscaba conexiones con personas de esa vida anterior. Esto lo llevó a una crisis existencial que lo obligó a abandonar sus estudios y su país para buscar respuestas espirituales en la India. El documento también reflexiona sobre cómo la literatura y la creatividad a menudo van acompañadas de enfermedades mentales y suicidio en los escritores.
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Este documento narra la historia de un estudiante de literatura que creía firmemente en la reencarnación. El estudiante recordaba detalles de una vida pasada y buscaba conexiones con personas de esa vida anterior. Esto lo llevó a una crisis existencial que lo obligó a abandonar sus estudios y su país para buscar respuestas espirituales en la India. El documento también reflexiona sobre cómo la literatura y la creatividad a menudo van acompañadas de enfermedades mentales y suicidio en los escritores.
Este documento narra la historia de un estudiante de literatura que creía firmemente en la reencarnación. El estudiante recordaba detalles de una vida pasada y buscaba conexiones con personas de esa vida anterior. Esto lo llevó a una crisis existencial que lo obligó a abandonar sus estudios y su país para buscar respuestas espirituales en la India. El documento también reflexiona sobre cómo la literatura y la creatividad a menudo van acompañadas de enfermedades mentales y suicidio en los escritores.
Este documento narra la historia de un estudiante de literatura que creía firmemente en la reencarnación. El estudiante recordaba detalles de una vida pasada y buscaba conexiones con personas de esa vida anterior. Esto lo llevó a una crisis existencial que lo obligó a abandonar sus estudios y su país para buscar respuestas espirituales en la India. El documento también reflexiona sobre cómo la literatura y la creatividad a menudo van acompañadas de enfermedades mentales y suicidio en los escritores.
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Unos eran alocados, divertidos, eufóricos;otros depresivos, marginales,
medio autistas; y había un tercer bando dealcohólicos, drogadictos y
suicidas que entraban y salían de institucionesmentales una y otra vez.Uno de ellos era un chico realmente genial, salido de lo normal.Escribía con una pulcritud envidiable, manejaba los ritmos narrativos comoun experto, como si llevara en el oficio muchos años, y, como si fuera poco,sus temáticas eran cautivantes y lo mantenían a uno en vilo hasta la páginafinal. Me preocupé mucho y empecé a buscarlo entre lasreferencias que había en la universidad. Debo recordar que eran los años noventa y queno existían las redes sociales, los correos electrónicos ni los celulares.Por fin, después de preguntarles a todos sus compañeros de clase, logrédar con su dirección y con un número telefónico. La persona que apareció enel umbral tenía el cabello grasoso hasta los hombros, una barba de variosdías, sucio, desaliñado, con una sudadera inmunda que daba asco. —pregunté en voz baja, con suavidad, con lamáxima ternura de la que fui capaz.Él se sentó en un sofá mugriento lleno de polvo y me dijo con la bocareseca, pasándose la lengua por los labios para humedecerlos: —Esto no es la realidad, Mario, no sé cómo nadie se da cuenta.Me recosté en un mesón pequeño que daba a la cocina y le dije consumo tacto para que no se fuera a sentir presionado ni invadido: —No entiendo bien de qué me estás hablando. Trata de explicarme, porfavor.Él tomó aire, echó un vistazo a través del ventanal y dijo con tristeza,como si estuviera a punto de echarse a llorar: —La gente deambula por la calle, comen, se ríen, andan en carros o enbuses, se enamoran… Y nunca se preguntan qué es esto, por qué estamos eneste tiempo y en este lugar… Es tan extraño… ¿Tú tampoco te has dadocuenta? —Sé que el arte y la literatura nos abren la percepción, por supuesto, yque nosotros tenemos una visión de lo real mucho más amplia. Intenta explicarme.Él siguió haciendo largas pausas entre idea e idea: —Una noche tuve la absoluta certeza de que no debía regresar aquí, aesta dirección, sino a una casa en el sur de la ciudad… Recordaba ladirección, la fachada, todo… Fue rarísimo, me sucedió sin que yo lopensara o lo preparara… Y entonces me fui para allá… Era muy cerca delHospital de La Samaritana… Encontré la calle y reconocí enseguida lafachada, el antejardín, los carros modestos de mis vecinos… Debo aclararteque yo no soy de Bogotá, mi familia es de Ibagué. Pero empecé a ir devez en cuando, a rondar la zona, a echar un vistazo en las cuadras vecinas aver si encontraba la razón por la cual todo ese lugar me era tan familiar… Alos pocos días conocí en un parque cercano a un señor que vivía en esacasa. Y se hacía en ese mismo banco, qué casualidad.Apenas dijo eso supe que yo era su hermano, recordé que compartíamosla habitación, que veinte años atrás teníamos afiches de rock pegados a lasparedes, que habíamos sido inseparables… No sé cómo sucedió, no sabríacómo explicarlo… —¿Me estás diciendo que eres la reencarnación de alguien que alcanzasa recordar? —No hay otra manera de explicarlo… Ese joven se llamaba Félix ysufrió un accidente en una motocicleta… Leía mucho, quería serperiodista… —¿Has consultado a alguien, le has contado esto a otra persona? —No puedo… Sé que me van a internar en un sanatorio… En el últimotiempo vengo recordando cada vez más cosas sobre él… Busqué a su novia,quiero decir a mi novia, y ahora es una mujer casada con dos niñaspreciosas… Le pasó lo mismo que al hermano, me vio leyendo en unparque cerca a su casa otro libro de Tournier y se me acercó a decirme quehabía tenido un amigo al que también le gustaba mucho esa novela,Vierneso los limbos delPacífico… ¿Sí entiendes?... Puedes inclusoescribir una gran novela sobre lo que te está ocurriendo. —Lo peor es que el hermano ya empezó a sospecharlo… El otro día seme acercó y volvió a hablarme… Esta vez yo estaba leyendo un tercer librode Tournier,Gilles y Juana… Me dijo que mi físico era también muyparecido al de su hermano: flaco, alto, de cabello largo, desgarbado… Asídijo… Y me miraba con una cara de pánico, como si estuviera a punto depreguntarme si yo era él, si había vuelto, si venía a decirle que no se preocupara, que había reencarnado en un joven estudiante de Literatura declase media… ¿Sí entiendes, Mario?... Yo quería también abrazarlo,consolarlo, tranquilizarlo… Me estoy volviendo loco… No puedo más… —No debes volver por allá. Si existe una memoria grupal, colectiva, dela especie, eso explicaría que a veces recordemos asuntos de vidas ajenas.Tal vez no sea reencarnación como tal, sino un mecanismo que nos permiteevocar más allá de la individualidad.Y así seguí buscando explicaciones, dando vueltas, elaborando hipótesispara calmarlo. Al final, logré que empacara una muda de ropa y sus objetospersonales, y llamé a su mejor amigo para que le diera posada en suapartamento por unos días. También le dije que se comunicara con suspadres y que les diera un parte de tranquilidad.Mi estudiante logró terminar ese semestre haciendo un gran esfuerzo.Después de varias semanas de lidiar con él, su mejor amigo ya no queríasaber nada de su crisis ni de sus largas exposiciones sobre la reencarnación.Estaba agotado, sencillamente. Mi alumno salió a vacaciones y no volvimosa saber nada de él.Al siguiente semestre llamé a los padres a preguntarles por qué se habíaretirado. Me contestó la madre y me dijo con una voz lacónica,como si estuviera evocando una tragedia que no hubiera podido evitar: —Se fue del país en diciembre, para Navidad. Les pidió a los tíos y a los abuelos que hicieran una colecta,compró un pasaje, unos dólares, y se fue. Llegó a Nueva Delhi y después se fue para un centro demeditación.Le pedí encarecidamente que le enviara un abrazo de mi parte. Pero también debía entender que la literatura no essolamente un asunto de páginas, rendimiento y publicaciones. Desde muy joven empieza uno a sentir esas voces,esos seres dentro del cerebro habitándolo, persiguiéndolo, vigilándolo. Elsuicidio ronda por su cabeza una y otra vez, es una imagen persistente. Tarde o temprano huye, escapa, desiste.Cuando la gente pregunta por él, hace rato que se fue: está en un parque, enuna panadería o en un sótano con la cabeza entre las manos. Las relacionessentimentales son un desastre y termina haciendo daño sin querer: el amores solo una más de las infinitas posibilidades que brinda la ficción. Porque la literatura es una de las formas másexquisitas de la locura. Y por eso al final su cuerpo y sumente no valen un céntimo, por eso en la vejez (si logra llegar a ella) es undespojo de sí mismo, una piltrafa, un beodo que no sirve para nada. Dos años después, su amigo, el premio Nobel japonés YasunariKawabata, se suicidó abriendo la llave del gas de su apartamento. HaroldoConti fue torturado y desaparecido durante la dictadura en Argentina.Sábato escribió sobre una secta maligna conformada por ciegos y al finalperdió la vista. Virginia Woolf se llenó de piedras su abrigo y semetió en el río que pasaba cerca de su casa hasta morir ahogada.Encontraron su cadáver dos semanas después. Salinger no quiso salir de sucasa durante años para no tener que exponerse al público: fue como unamuerte en vida. Pero basta con echar unvistazo a su intimidad para ver hasta qué punto sus obsesiones losperseguían de día y de noche, cómo se destruyeron la espalda encorvadostrabajando, cómo sufrieron trastornos de la alimentación, insomnio,enfermedades raras cuyo origen estaba, en realidad, en sus largas horas deescritura persistente y tenaz.A veces, en ciertas tardes como esta, me pregunto dónde estará ese joven talentoso que me hizo sentir orgulloso de ser su maestro hace tanto saños. Cómo habrá logrado solucionar esa memoria de una vida pasada que lo perseguía, si se habrá convertido en un maestro espiritual, si conocer muchos otros relatos parecidos al suyo lo habrá tranquilizado, si habrá escrito algún relato o ensayo sobre el tema. También me digo que tal vez no haya aguantado la presión y haya terminado en algún hote lucho de mala muerte en Delhi o en Calcuta, metiéndose una sobredosis de pastillas o cortándose las venas para ir en pos de esa siguiente vida que lo estaba esperando en el future