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Otoño Carol Lynne

Carol Lynne
Sinopsis
Durante más de diez años, Sidney Wilks y Nash
Grady han dedicado sus vidas el uno al otro. Con una
relación sólida y próspera, cada uno de ellos vuelca su
atención en sus respectivas carreras.

Nash ama su trabajo como corredor de bolsa, pero


odia lo que eso le está haciendo a su cuerpo. Las horas
sentado delante de un ordenador combinadas con su amor
por la cerveza comienzan a cobrar un precio a su cuerpo no
tan joven. Preocupado por que pueda perder a Sidney por
un caliente y musculoso operario de la construcción con
quien su compañero trabaja, Nash decide que su cuerpo
vuelva a estar en forma, no importa el coste para su salud
en general.

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Otoño Carol Lynne
Carol Lynne
Después de la muerte de su padre, Sidney está tan
ocupado luchando contra los años de dolor y traición en
manos de Jackson Wilks que no percibe las señales de
advertencia del nuevo estilo de vida peligroso de Nash.

Cuando el deseo sexual de Nash disminuye, Sidney


guarda el rechazo en su interior en vez de ver toda la
historia.

El consejo de un amigo íntimo le llevará a abrir los


ojos sobre lo que realmente está pasando, pero ¿será
demasiado tarde?

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Otoño Carol Lynne
Carol Lynne
Dedicatoria

Para los hombres y mujeres que se aman lo suficiente


para atravesar los momentos difíciles sin desistir.

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Otoño Carol Lynne
Carol Lynne
Capitulo 1

Noviembre de 1996

En el momento en que Sidney llegaba a casa, su


teléfono sonó. Tiró su mochila y lo cogió. —¿Diga?

—Sí. —Sidney se preparó para colgar. Las llamadas


de personas intentando venderle tonterías estaban
empezando a cansarlo.

—Soy Sheila, la esposa de Jackson. Pienso que


deberías saber que tu padre tuvo un derrame cerebral ayer
por la mañana.

—¿Está muerto?—Fue la única cosa que pasó por la


mente de Sidney. Se encontraba tan separado de su
distante padre que muchas veces pasaba semanas sin
pensar en el bastardo. El hecho de que Sheila, una
madrastra a la que ni siquiera conocía, estuviera llamando,
no era una buena señal.

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Carol Lynne
—No. Aún no, de cualquier manera, pero los médicos
opinan que sólo será cuestión de tiempo. Este fue su tercer
derrame en el último año y su cuerpo, simplemente, no es
capaz de soportar más. Está en el North Colorado Medical
Center.

Sidney permaneció en silencio. No tenía intención de


viajar a Colorado, especialmente con Acción de Gracias
apenas a dos días de distancia. ¿Eso hacía de él un hijo de
puta? Probablemente. Pero Sidney se agarraba fuertemente
al viejo proverbio, recoges lo que siembras.

Sheila carraspeó. Era evidente que estaba llorando y


a pesar de que Sidney no sentía aprecio por la mujer,
todavía era humano. —¿Estás bien? —preguntó finalmente.

—Realmente, no —ella respondió—. Sé que vosotros


dos no os habláis desde hace años, pero todavía es tu
padre. Puedes no acordarte de eso, pero lo es.

—¿Lo es? ¿Cuanto tiempo llevabais casados antes de


que realmente él te dijera que tenía un hijo gay? —Sidney
respiró profundamente. Gritar con una mujer perturbada no
resolvería nada. Pocas personas ajenas entenderían el
desprecio de Sidney por Jackson Wilks.

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—Tuvimos nuestras discusiones sobre el silencio de tu
padre, pero eso ahora es pasado.

—¿Lo es? —Sidney silenciosamente se maldijo por


intentar provocar una discusión con una mujer
perturbada—. Gracias por llamar, Sheila. Avísame si
hubiese cualquier cambio.

—¿Sólo eso? —preguntó ella.

—Sí. Eso es lo mejor que puedo hacer por ahora. Lo


siento mucho. —Sidney colgó antes de caer en el sofá.

Aún estaba sentado en el mismo lugar cuando el que


era su pareja desde hacía doce años, Nash Grady, entró en
la casa desde su oficina en el garaje. Sidney sonrió al
hombre que amaba. —Mi padre tuvo un derrame.

—Mierda. —Nash se sentó en el sofá y envolvió un


brazo alrededor de Sidney—. ¿Quién llamó?

—Sheila. Pienso que mi padre decidió, finalmente,


hablarle sobre mí. El hecho de que ella ni se hubiera
molestado en llamar hasta ahora para presentarse me dice
todo lo que necesito saber sobre sus sentimientos.

Durante más de una hora Sidney estuvo intentando

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arrancar de él algún tipo de emoción sin conseguirlo. Se
recostó en el pecho de Nash y cerró los ojos.

—Ella prácticamente dice que no se recuperará de


esto.

Nash besó la coronilla de Sidney. —¿Vas a ir a verlo?

Sidney negó con la cabeza. —Tengo que preparar la


cena de Acción de Gracias dentro dos días y aun no terminé
las compras del supermercado.

—Sabes que nada de eso importaría si quisieras ir,


¿verdad?

—Ellos son importantes para mí. No voy a ofender a


los Ballentine huyendo a Colorado para ver a un hombre
que nunca me amó sólo porque se está muriendo. O para
conocer una familia que nunca reconoció mi existencia.

Nash se sentó y giró el mentón de Sidney hacia


arriba. —Eso no es verdad. Jackson puede ser un idiota
egocéntrico, pero él te amaba. No voy a permanecer aquí
sentado intentando defender sus acciones, porque aun
hacen que me duela el estómago solo con pensar en ellas,
pero porque pareciera que no le gustaras no significa que él

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no tuviera sentimientos por ti.

Sidney miró para Nash. Alguien que no conociera a


Nash tan bien como él pensaría que el hombre estaba
defendiendo a Jackson. Sidney conocía la verdad.
Simplificando, Nash no quería que Sidney reconociera que
su propio padre había sido incapaz de amarlo. —Siempre
has sido mi héroe, —susurró, levantando la mano hacia el
rostro de Nash—. Si él resiste hasta después de los
festivos, me lo pensaré.

Nash atrajo a Sidney para un profundo beso. Sidney


se abrió inmediatamente y aceptó el consuelo silencioso
fácilmente.

Aunque su padre muriese antes de los festivos,


Sidney nunca se arrepentiría por el tiempo pasado con las
personas que amaba.

*****************

Butch dejó a Luke con Sidney, antes de salir otra vez.


Sidney cerró la puerta y se giró hacia su amigo. —¿Cómo te
libraste de ir al aeropuerto?

Luke rodó su silla hasta la mesa al lado del sofá. —

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Necesitaba espacio en el maletero para el equipaje. —
Agarró un puñado de M&M de una fuente de vidrio.
Después de meter todas en su boca, mostró una sonrisa
diabólica a Sidney—. Además de eso, me gusta hacerlo
sufrir. Será la primera vez que esté solo con mi familia.

—Eres cruel, —le recordó Sidney a su amigo.

—Sí. Venganza por hacerme trabajar tanto para


conseguir que se comprometiera.

Hacía casi dos años desde que Butch le confesara sus


sentimientos a Luke, pero le llevó más de un año y medio
aceptar vivir con él. Sidney sonrió. Butch había ayudado a
Sidney y Nash a mudarse a su nueva casa. Cuando Luke no
apareció para ayudar, Butch se había empezado a
preocupar. Después de una hora de llamadas al teléfono de
Luke sin una respuesta, Butch había corrido en dirección a
la ciudad.

Descubrir que Luke cayera saliendo de la ducha


concretó la decisión de Butch. Los dos se mudaron para una
casa dos meses después.

Cabeceando, Sidney fue hasta la cocina.

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—Ven y ayúdame a pelar patatas.

—Claro, que el hombre en la silla de ruedas haga


todo el trabajo sucio, —Luke murmuró, siguiendo a Sidney.

—Siempre puedes pasar el aspirador en la sala de TV


si prefieres, —Sidney le respondió.

—Dame las malditas patatas, —Luke refunfuñó,


moviéndose hacia la mesa de la cocina.

Sidney colocó un saco de cinco quilos de patatas


sobre la mesa enfrente de Luke, junto con un cuchillo para
pelar las patatas, una olla y un recipiente para las mondas.
—Ahí está.

Luke levantó el cuchillo. —¿Eres tan paleto que no


tienes un maldito pela patatas?

Sidney giró los ojos y cogió un pela patatas de la


parte de atrás del cajón. —Disculpa, pensé que estaba
trabajando con un adulto, no con un niño de doce años.

—Lo que sea. —Luke cogió el pela patatas y comenzó


a pelar las patatas—. Entonces, ¿tuviste noticias sobre tu
padre?

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Sidney hizo una pausa mientras revisaba las tartas de
calabaza del horno. —No. —Evidentemente, él había sido
tan idiota con Sheila que ella no se preocupó por llamar de
nuevo.

Nash había insistido en que Sidney llamara al


hospital, pero Sidney no lo hizo. —Hasta donde yo sé aún
está vivo.

—¿No piensas que tal vez haya cambiado? Yo sé que


mi abuelo Maxwel se comportaba de forma diferente
después del derrame. Era más que un bastardo antes de
que le sucediera, pero de repente se convirtió en un
anciano que se emocionaba por la menor cosa.

Sidney cerró la puerta del horno. —Él tiene otros tres


hijos ahora. Dudo que extrañe a la familia en este
momento.

Luke miró por encima del hombro antes de regresar a


su trabajo. —Mis padres tienen una casa llena de hijos y a
pesar de todo lo que Josh les hizo pasar, les mataría pensar
que él se sintiera así.

—Sí, bien, tus padres son diferentes.

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Luke sacudió la cabeza. —Tengo la certeza de que
Josh diría lo mismo que tú. Sólo porque lo creas no quiere
decir que sea verdad.

Nash entró en la cocina silbando. —Hey —saludó a


Luke antes de pararse para dar un beso a Sidney—. Las
mesas y las sillas están todas en su sitio, pero sólo
conseguí encontrar tres de los cuatro manteles. —Sidney se
apoyó en Nash, deseando tener tiempo para una siesta—.
¿Miraste en la bolsa que tiene las velas? Tal vez quedó allí
dentro.

—¿Qué bolsa es esa? —preguntó Nash.

—Aquella que te entregué más temprano.

Las cejas de Nash se juntaron. —Tienes razón.


Uhmm, voy a tener que mirar.

Sidney sonrió. —No tienes ni idea donde colocaste


esa bolsa, ¿verdad?

Nash sonrió. —La verdad es que no, pero voy a


encontrarla. —Le dio a Sidney otro beso, esta vez mucho
más profundo que el primero.

—¿Todo lo demás, aquí dentro, está yendo de

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acuerdo con la programación?

Luke soltó una carcajada. —Evidentemente no, o no


tendría al invitado pelando patatas.

—Calla la boca y pela. Necesito poner esas en el


horno, —Sidney ordenó, consiguiendo, de alguna forma,
mantener la cara seria.

—¿Ves cómo me trata? —Luke preguntó.

—Sí, como a un miembro de la familia, —observó


Nash. Le dio un apretón al culo de Sidney antes de salir de
la cocina.

—Tiene razón, lo sabes, —dijo Sidney después de que


Nash saliera—. Te quiero como al hermano que nunca tuve.

—Hijo de puta, —Luke se rió—. Me habría quedado en


Pensilvania si quisiera este tipo de abuso.

—Pero entonces no habrías conocido al Sr. Muy


Romántico Hombre Músculos.

Toda la expresión de Luke se suavizó. —Tienes razón.


Hasta vale la pena aguantar tus abusos a fin de cuentas.

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—Por supuesto.

*******************

Nash abrió la puerta del frente y una multitud de


Ballentines entró en la casa. Apretó la mano de Alan,
mientras que Sidney fue arrastrado a un abrazo de Maggie
antes de pasar al siguiente invitado. —¿Cómo fue el vuelo?
—le preguntó a Peter, su consejero y nuevo socio de
negocios.

—Todo bien, excepto que me tuve que sentar al lado


de Zac. —Peter sacudió la cabeza—. Cuando no estaba
roncando estaba hablando sobre coños.

Nash hizo un estremecimiento dramático. —Estoy


feliz de no ser tú.

Peter miró por encima de su hombro a Sidney. —Te


creo. —Él rió y dio una palmadita en el estómago de Nash—
. Es mejor que dejes la cerveza.

Nash ignoró el gesto, pero miró para abajo después


de que Peter se moviera más adentro de la sala. Desde que
dejara el taller, había ganado unos quilos, pero no se había
dado cuenta de que fuera tan evidente. Infiernos, era un

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corredor de bolsa de cuarenta años, ¿qué era lo que los
demás esperaban?

—¿Puedes poner esto en aquel estante que coloqué


en la lavandería? —Sidney preguntó, dejando un montón de
abrigos en los brazos de Nash.

—Claro.

Otro abrigo cayó en el montón antes de que Nash


consiguiera salir de la sala. La chaqueta militar de Zac olía
a una mezcla de cuero, colonia y perfume. Nash se
preguntó si Zac tan siquiera sabía el nombre de la mujer
cuyo olor perfumado aún lo seguía. El más joven de los
hermanos Ballentine, Zac, era un brillante y prometedor
ejecutivo de publicidad. Incluso aunque no fuera tan guapo
como Luke, Zac tenía una personalidad alegre que parecía
atraer a las mujeres como la miel a los osos.

Nash colocó los abrigos sobre la lavadora y cogió una


percha. Mientras colgaba los abrigos uno por uno, se dio
cuenta de cuanto un abrigo decía sobre una persona. El
abrigo Burberry de Peter era funcional, caro y aburrido. El
abrigo de cashmere de Alan probablemente costaba más
que un recibo de la hipoteca de la casa, pero era un objeto

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de lujo discreto y elegante. Nash sonrió cuando colgó el
abrigo de Maggie. Exactamente como Maggie –totalmente
objetivo- todo lo que fuese necesario para realizar el
trabajo.

Nash estaba sonriendo cuando salió de la lavandería,


la observación sobre su peso olvidada. Entró en la cocina y
fue envuelto por voces altas intentando hablar unas sobre
otras. Era un año más estando rodeado de personas que se
habían vuelto como una familia para él.

—¿Recibiste el e-mail que te envié? —preguntó Peter


vaciando una taza de café.

—Sí. Envié la información a Don esta mañana, —


respondió. Su negocio online había crecido para incluir una
pequeña empresa de consultoría con Peter. A Nash no le
gustaba asesorar sobre inversiones a los demás tanto como
arriesgar para él mismo, pero venía siendo una fuente de
ingresos importante—. Siento mucho que Janet no pudiera
venir contigo.

Peter permaneció en silencio por un momento. —Yo


no lo siento. Necesitamos un tiempo.

Era el primer pliegue que Nash veía en la perfecta

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vida de Peter. —¿Problemas?

Peter miró alrededor de la sala antes de continuar. —


Pienso que está teniendo un asunto, —dijo él, apenas lo
suficiente bajo para los oídos de Nash.

—¿Entonces la dejaste atrás en Filadelfia? Realmente


piensas que ella va a pasar los próximos tres días ella sola?
—Nash no entendía a las personas. Si él pensara que
Sidney estaba flirteando por ahí, mantendría a su hombre
pegado con cola, veinticuatro horas/siete días a la semana.

—El caso es que realmente no me importa. —Peter


levantó los hombros—. Pienso que nuestro matrimonio llegó
al final.

Reconocía que habían pasado seis meses desde que


viera a Peter y Janet juntos, pero ellos siempre parecían el
matrimonio perfecto. Aunque ambos estuviesen ocupados
en sus carreras individuales, los dos parecían idolatrar al
otro.

La noticia de los problemas le sentó a Nash como una


patada en el culo. —Siento mucho oír eso.

Peter colocó la taza de café frente a su boca,

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soplando esporádicamente sobre el líquido caliente. —Sí,
somos afortunados de que Janet jamás se quedara
embarazada. ¿Te puedes imaginar cómo sería de confusa
una batalla por la custodia entre nosotros?

Nash miró para su amigo como si lo viese por primera


vez. ¿Suerte? No sabía lo que realmente había ocurrido
para destruir el matrimonio que una vez fuera feliz, pero
Nash sabía, de hecho, que Peter quería tener hijos. —¿Hay
otra mujer?

—Siempre existen otras mujeres, pero no, yo no


conocí a nadie. Simplemente, no tengo tiempo ni energía
para lidiar con más disparates.

Nash sabía que estaba a punto de presionar


demasiado, pero no podía estar callado. —Con una actitud
como esa, puedo ver por qué Janet podría ir a otro lugar.

Peter estrechó los ojos y colocó la taza de café en el


fregadero. —Déjalo. Eres mi socio no mi psicólogo.

—Tienes razón, no lo soy. —Nash dejó a Peter de pie


en la cocina y buscó a Sidney. Estaba más perturbado de lo
que le gustaría admitir y necesitaba una sonrisa del hombre

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con el que siempre podía contar para hacerlo sentir mejor.

Sidney estaba en el garaje agitado con los centros de


mesa, con Luke y Butch mirando. —Están bonitos, —dijo
Nash, envolviendo sus brazos por detrás de Sidney.

—Bastante bien. No el mejor, pero no está nada mal


para un amante.

Sidney se giró y le dio un abrazo a Nash. —¿Todo


bien?

—Sí. Sólo necesitaba ver tu rostro sonriente. —


Mirando para los grandes ojos castaños de Sidney, Nash no
podía imaginar una vida sin el amor brillante, de espaldas a
él—. Te amo.

Sidney pareció confuso durante un momento antes de


sonreír una vez más. —Yo también te amo.

—¿Os vais a besar? —preguntó Butch.

Nash miró para su amigo que tenía una cerveza en


una mano y la otra en el muslo de Luke. —¿Por qué,
quieres mirar?

—No. Estaba esperando que me trajeses otra

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cerveza, —respondió Butch.

Luke se inclinó y le dio un beso rápido en los labios


de Butch. —Puedes coger una cuando vuelvas a entrar en
la casa conmigo para hablar con mi familia.

—¿Es necesario? —preguntó Butch.

Luke empujó la coronilla de la calva cabeza de Butch


hacia abajo y la besó. —Sí. A no ser que prefieras dormir
en el colchón hinchable.

Butch se levantó y negó con la cabeza. —Juegas


sucio.

—Lo sé. —Luke estuvo de acuerdo mientras Butch lo


empujaba fuera del garaje.

A solas con Sidney, Nash dejó que sus manos


descendieran hasta el encantador culo que amaba. —
¿Tenemos tiempo para un rapidín?

—Me encantaría. —Sidney refregó su erección contra


el muslo de Nash—. Por desgracia, tengo un pavo a punto
de salir del horno, patatas para triturar y salsa para hacer.

Aunque Sidney hiciese un espectáculo de anuncio

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sobre lo que él aun tenía por hacer, Nash sabía que la
verdad era una historia diferente. —Amas esas cosas,
¿verdad?

—Sí, un poco. —Sidney le hizo cosquillas en el


mentón a Nash con la punta de su lengua—. Serás capaz de
arreglarte sin mi trasero durante seis o siete horas más?

—No tengo mucha elección. No quiero ningún otro


trasero, por lo tanto tendré que esperar por el tuyo. —Soltó
a Sidney después de sumergirse en un profundo beso—. Es
mejor que empieces a trabajar.

—¿Me vas a decir más tarde lo que te está


incomodando? —Le preguntó Sidney.

—Eso dependerá de si todavía estoy incomodo o no.

********************

Con Zac en un cuarto de huéspedes y Peter en el


otro, Sidney finalmente desistió de la lucha de permanecer
despierto y entró en el dormitorio principal. Nash, como de
costumbre, estaba apoyado en la cabecera de la cama
tecleando en su laptop. No se molestó en preguntar cómo
estaba yendo el mercado de valores, nunca lo entendería,

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de cualquier manera. Una caída de 20 centavos parecía
hacer entrar en pánico a Nash, pero para Sidney no eran
más que 20 centavos. Sidney se derrumbó sobre la cama
con la ropa puesta y suspiró. —¡Qué día!

Nash golpeó algunas teclas antes de cerrar la laptop.


Jugó con las sábanas, exponiendo su cuerpo desnudo antes
de poner el ordenador en la cómoda. —Ciertamente lo fue.
—Se colocó sobre Sidney con las manos en la cintura—. —
¿Necesitas que te ayude a desnudarte?

Los ojos de Sidney se deslizaron por el cuerpo de


Nash, disfrutando de la vista. —Probablemente debería
tomar un baño. —Aunque estuviese agotado para follar,
Sidney podría decir por la dura polla de Nash que su pareja
planeaba hacer valer la conversación que habían mantenido
más temprano.

Nash le quitó los calcetines a Sidney antes de abrir


sus jeans. —Puedes tomar uno mañana. —Retiró
lentamente los pantalones vaqueros de Sidney, tomándose
un momento para acariciarle las bolas con su rostro.

Aunque Sidney estuviese cansado, su polla tuvo


conocimiento de la atención recibida. Con su sueter a

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medio camino de ser quitado, Sidney comenzó a retroceder
hacia la almohada. —Abrázame.

Nash tiró el sueter sobre una silla al otro lado del


cuarto antes de acostarse en la cama. Empujó a Sidney
contra su pecho y envolvió sus brazos a su alrededor. —
Deberías haber aceptado la oferta de Maggie para ayudarte
cuando lo necesitabas.

—Sí, de la misma forma que ella me deja ayudar


cuando estoy en su casa. Tengo suerte de que me permita
secar la loza. —Sidney lamió el pezón de Nash, provocando
la saliente protuberancia con la punta de su lengua.

—Mi mente quiere sexo, pero mi cuerpo quiere


dormir. —Movió su mano hacia abajo por el pecho de Nash,
parándose para acariciar la leve barriga del hombre que
amaba.

El cuerpo de Nash se puso rígido con el gesto y


rápidamente empujó la mano de Sidney más abajo, hacia
su polla.

—No. Si quieres jugar con alguna cosa, juega con


eso.

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El tono defensivo de la voz de Nash incomodó a
Sidney. —Yo no estaba jugando. —Se inclinó para mirar a
Nash a los ojos—. ¿Qué está pasando?

—Peter piensa que estoy engordando.

—¿Gordo? —Sidney negó con la cabeza—. Tienes un


poco de barriga, pero estás envejeciendo y no eres tan
activo como solías ser. Que se joda Peter y lo que piensa.
—Rozó un beso en los labios de Nash—. Todavía eres el
hombre más sexy que conozco.

Nash pareció no quedar convencido. Empujó de


nuevo a Sidney y se apretó contra él. —Duerme un poco.
Tenemos invitados a los que hacerles café mañana por la
mañana.

Con la polla en su mano ahora fláccida, Sidney sabía


que Nash no estaba por la labor de tener sexo. Por
experiencia, Sidney sabía que no le llevaría más de una
chupada rápida tener a Nash nuevamente interesado, pero
estaba cansado y el momento había pasado. —Te amo tal
como eres, —le susurró.

Cuando Nash no respondió a la declaración, Sidney


cerró los ojos. Se prometió a sí mismo, que comenzaría a

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prestar más atención a la comida que colocaba en la mesa.
No era totalmente culpa de Nash si él estaba ganando peso.
Sidney había sido negligente recientemente al cocinar
comidas poco saludables, optando por parar en algún lugar
de camino a casa y coger comida rápida.

En el momento en que las festividades acabasen,


Sidney haría lo que fuese preciso para garantizar que Nash
tuviera algo saludable para comer a la hora de la cena
todas las noches.

*************************

El desayuno después de Acción de Gracias se


convirtió en una gran reunión como la cena del festivo. No
sólo estaban incluidos los Ballentines, sino también más
amigos de la zona que habían pasado Acción de Gracias con
sus propias familias. Nash y Butch miraron para la mesa
colocada en el improvisado comedor. —Pienso que
necesitamos una casa más grande, —dijo Nash.

—O un garaje más grande. O menos invitados —


Butch añadió.

Nash miró para su amigo. —¿Cómo están las cosas


por tu casa? —Él sabía por las quejas de Butch antes de la

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llegada de los Ballentines que tener a la familia de Luke en
casa era algo que no le hacía mucha gracia.

—Sólo vamos a decir que Luke tenía razón sobre


alejarse de ellos. Lo tratan como un maldito bebé.
Infiernos, él estaba doblando ayer unas toallas y Maggie
me echó una mirada que podría haberme matado. Sólo
eran toallas, ¡porras!

—Ella lo adora. —Nash encogió los hombros—.


Maggie nunca lo ha dicho, pero pienso que él siempre fue
su favorito.

—Él también es mi favorito, pero ciertamente no lo


coloco en una esquina y espero que se quede allí. —Butch
pasó su mano sobre su cabeza calva—. Tal vez sea una de
esas cosas de madre, no lo entiendo. Dios sabe que yo
nunca tuve a alguien que me importase lo suficiente para
interferir.

La puerta se abrió y Luke rodó dentro del garaje.

—Pensé que podría encontrarte aquí fuera. —Él


extendió la mano hacia la perfumada y humeante bebida
del portavasos pegado a la estructura de la silla—. Pensé

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que querrías un poco de café.

Luke le sonrió a Nash. —Perdona, pero sólo tengo un


soporte.

Nash le dio un codazo en las costillas a Butch en el


momento que éste cogía el café. —Creo que tienes a
alguien lo suficientemente importante para interferir.

—No estoy interfiriendo, —Luke negó—. Sólo sé que


Butch bebió una única taza esta mañana antes de salir de
casa.

Nash dejó salir una risita. —Ok, tal vez no


interfiriendo, pero tú, ciertamente lo adoras.

Luke miró a Butch de arriba abajo, comiéndose al


hombre con los ojos. —¿Quién no lo haría?

—¿Ves? Es un obseso sexual, —dijo Butch—. Luke


está obsesionado con mi cuerpo.

—Entonces piensas que te trae café porque quiere tu


polla? —Nash preguntó.

Luke de repente parecía culpable. —La verdad,


estaba medio esperando que estuviese solo aquí afuera.

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—¿Y no lo dices? —Butch pasó los dedos por los
cortos cabellos de Luke—. Él no consigue tener lo suficiente
de mí.

—O podría tener algo que ver con el hecho de que


nos hicieras dormir con pijama la pasada noche, —rebatió
Luke.

Él miró para Nash. —Ni siquiera me dejó masturbarlo.


Puritano.

—Sus padres estaban en el cuarto de al lado.

Nash no tenía claro de por quién sentía más pena.


Apuntó hacia el despacho conectado a la parte trasera del
garaje.

—Mi despacho tiene cerradura. Y estoy en camino de


ayudar a Sidney en la cocina.

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Butch tomó un sorbo de su café antes de colocar la
taza sobre la mesa. —Te veo en veinte minutos, —le dijo a
Nash, girando a Luke en dirección a la puerta cerrada.

Viendo la erección presionando el frente de los jeans


de Butch, Nash tenía otra opinión. —Probablemente, diez.
—Se dio prisa en salir del garaje antes de que Butch
pudiera replicar, sintiéndose mejor de lo que se había
sentido en toda la mañana.

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Capítulo 2
30 de diciembre de 1996

Después de una comida de conmemoración de


cumpleaños con los amigos, Nash puso una tapa sobre el
estofado y se acostó en el sofá mientras Sidney se ocupaba
de la cocina.

—¿Qué estás haciendo ahí? Venga, viejo. Estoy listo


para ver una película.

Él miró para las cintas de VHS organizadas en la


mesa de centro y agarró su polla. Se había vuelto una
tradición, de alguna forma, pasar el aniversario de Sidney
follando y viendo porno, y Nash quería empezar.

Sidney entró en la sala vistiendo la túnica corta y


apretada que Nash le había regalado por Navidad. —Tuve
que conseguir el material. —Descargó los brazos colocando
lubricante, dos botellas de agua y helado sobre la mesa.

Nash se quedó mirando para el recipiente de helado.

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Desde Acción de Gracias estaba a dieta rigurosa, hasta el
punto de desistir de sus noches en el bar con sus amigos,
así no se sentiría tentado de beber cerveza. —Yo no voy a
comer eso.

Sidney miró por encima del hombro, lejos de las


cintas de video. —Es mi cumpleaños. No tuvimos pastel,
pero pensé que podríamos, por lo menos, divertirnos con el
helado. Últimamente, no has comido lo suficiente para
mantener un pájaro vivo, esperaba que pudieses hacer una
excepción.

Nash atrajo a Sidney a sus brazos, deslizando su


mano debajo de la túnica para rozar un pezón. —¿Qué tal si
yo dejara que lamieras eso de mi cuerpo mientras canto la
canción de cumpleaños feliz?

Sidney recostó la cabeza en el pecho de Nash y


suspiró. —Sé qué duro estás trabajando, pero pasando
hambre y corriendo como un loco pienso que estás
perdiendo peso demasiado rápido. Eso no es saludable y
estoy empezando a preocuparme.

—Quédate tranquilo. —Nash besó la parte de arriba


de la cabeza de Sidney—. Estoy bien. Los hombres pierden

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peso más rápido que las mujeres. Un mes o dos y estaré de
nuevo tan en forma como cuando te enamoraste de mí.

Sidney se movió para subirse al regazo de Nash. —¿Y


por eso estás haciendo esto? ¿Piensas que necesito
abdominales para encontrarte sexy?

Nash deslizó las manos por el estómago de Sidney. —


No mientas. Adorabas tocar mi cuerpo.

—Sí, y aún lo adoro. Me excitas, hijo de puta. Tengas


abdominales o michelines, eso nunca cambiará.

A pesar del hecho de saber que Sidney decía la


verdad, Nash aún estaba decido a restaurar su cuerpo a
como había sido. Había muchos hombres esculpidos
colgados alrededor de Sidney para que Nash no se
preocupara. Todo había salido a la superficie cuando habían
invitado al jefe de Sidney, Ben Shriver, y a toda su familia
para el desayuno de después de Acción de Gracias.

Nash se había encontrado con Ben y su esposa Abby


en varias ocasiones, pero era la primera vez que se
encontraba con Mike Shriver, el hombre con el que Sidney
trabajaba frecuentemente con proyectos de construcción.
Mike dejó a Nash babeando y eso que no era para nada el

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tipo de Nash.

Todavía roca dura a sus cuarenta años, Mike no sólo


era deslumbrante, sino también divertido. Para colmo,
parecía seguir cada movimiento de Sidney con aquellos
ojos verde oscuro. ¡Maldita sea! Nash intentó empujar los
celos fuera de su mente. Él sabía que Sidney nunca lo
engañaría, pero ¿cuánto podría resistirse a un hombre
como Mike cuando él tenía al volver a casa con un hombre
con una barriga cervecera del carajo?

—Escoge una película —dijo Nash, intentando que la


noche volviera a su curso.

Sidney miró de frente a Nash durante un instante


antes de salir de su regazo. Cogió tres de los videos.

—Hmmm, tenemos mecánicos, bomberos u obreros


de la construcción. —Sidney sonrió—. Tú y tus obreros.

Nash había pedido a propósito el video de los obreros


de la construcción como un tipo de prueba. Equivocado o
no, Nash necesitaba saber si Sidney tenía fantasías de sexo
en el trabajo.

—¿Tienes alguna preferencia? —Sidney preguntó.

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Otoño Carol Lynne
Carol Lynne
—No. Es tu cumpleaños. Escoge el que quieras ver
primero.

Con la película en la mano, Sidney se levantó y se


dirigió al VCR. Insertó la cinta y se giró, dejando que la
túnica se resbalara de sus hombros.

La mirada de Nash voló del expuesto cuerpo de


Sidney a la pantalla del televisor. No era consciente que
estaba conteniendo la respiración hasta que el título de la
película apareció en la pantalla. —“Súbete a mi poste”. —
Nash suspiró—. Bomberos, ¿eh?

Sidney encogió los hombros. —Todas parecen


buenas, pero en la carátula de ésta parece haber una
manguera muy comprimida.

**************

Con su espalda contra el pecho de Nash, Sidney


gimió cuando la fláccida polla de Nash se resbaló de su
agujero. Estuvo tentado de echarse hacia atrás e insertarla
nuevamente, pero no quería despertar a su compañero. En
vez de eso, alcanzó el vibrador que Nash usara en él más
temprano y lo empujó profundamente en su estirado

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Otoño Carol Lynne
Carol Lynne
agujero.

Después de una pequeña siesta, mientras los


mecánicos jodían el cerebro del otro en la TV, Sidney
estaba suficientemente despierto y listo para el tercer
round. Sabía que era altamente improbable que él o Nash
se pudieran excitar nuevamente, pero eso no significaba
que él no pudiera apreciar tener su culo lleno mientras
observaba a los sudados obreros de la construcción
jodiendo y lamiéndose los unos a los otros.

Sidney se estiró hacia atrás y torció el vibrador,


empujando aún más profundo en su culo. A su lado, Nash
dejó escapar un gruñido, su sueño tranquilo
momentáneamente interrumpido antes de volver a un
suave ronquido. Cuando la acción en la pantalla se volvió
muy caliente para que Sidney permaneciera inmóvil, se
deslizó fuera del sofá y empujó la mesa de café fuera de su
camino. Encontró una de las almohadas desplazadas que
había posado en el suelo y la colocó debajo de su cabeza.
Tumbado de espaldas, Sidney abrió las piernas y comenzó
a bombear el vibrador dentro y fuera de su cuerpo. No era
una novedad para él darse placer a sí mismo, así que

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Otoño Carol Lynne
Carol Lynne
Sidney no pensó en ello.

—¿Esta cinta te pone tan caliente que tienes que


recurrir a esto?

Sidney miró hacia el sofá para encontrarse una


expresión de desaprobación en el rostro de Nash. —No
quería despertarte.

La mirada de Nash fue de Sidney hacia el televisor. —


Los obreros de la construcción están haciendo eso por ti,
¿Verdad?

Normalmente, Sidney le daría rápidamente la razón


girándose para darle a Nash un show, pero había algo en la
expresión de Nash que lo detuvo. —¿Qué está pasando?

—Dímelo tú.

Sidney retiró el vibrador y lo tiró al borde del cobertor


que estaba caído en el suelo a su lado. Se sentó y se giró
hacia Nash. —No pensaba que la noche hubiese acabado,
pero no quise despertarte. No es nada nuevo, entonces,
¿por qué estás enojado?

Nash miró para los malditos obreros de la


construcción una vez más. —¿Tienes fantasías con los tipos

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Otoño Carol Lynne
Carol Lynne
con los que trabajas?

—¿Quieres decir que si pienso tener relaciones


sexuales durante el trabajo? ¿Quién no tiene? —Sidney hizo
un gesto en dirección a la pantalla—. Pero eso no significa
que tenga fantasías de follar a los hombres con los que
trabajo. Es más el lugar que las personas.

—¿Y qué pasa con Mike? Parece que hablas mucho de


él, —Nash continuó.

Sidney se levantó. Él no sabía qué demonios le había


dado a su compañero, pero se negaba a dejar que Nash
comenzara una pelea con él en su cumpleaños. Los sueños
que él tenía con Mike no eran de la incumbencia de nadie.
Nunca en un millón de años, Sidney los llevaría a cabo,
¿por qué se debería sentir culpable de ellos? Apretó el
botón de eyección y arrancó la cinta de la máquina. —
Quema esta mierda, —dijo él, tirando la película porno en
el sofá al lado de Nash—. Me voy para la cama.

—¿Me pasé lo bastante para hacerte sentir mal? Nash


—preguntó poniéndose delante de Sidney.

—No sé de dónde están viniendo esos celos idiotas.


Nunca te di un motivo para dudar de mi lealtad, ¡nunca!

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Otoño Carol Lynne
Carol Lynne
Ahora apártate de mi camino.

Sidney trató de evitar a Nash, pero los fuertes brazos


de éste se envolvieron a su alrededor, manteniéndolo en el
sitio.

—Lo siento mucho, —dijo Nash.

Sidney empujó el pecho de Nash en un esfuerzo de


soltarse. Sabía que era una combinación de rabia y culpa
que alimentaba su necesidad de huir, pero no tenía ganas
de oír nada de lo que Nash tenía que decir. Se quedó quieto
cuando fue obvio que no podría huir de Nash sin empezar
una pelea completa entre ellos. —Déjame ir para la cama,
—le imploró.

Nash soltó a Sidney y dio un paso hacia atrás. —Lo


siento mucho.

—Sí, tú ya dijiste eso, —Sidney respondió caminando


fuera de la sala. Corrió hacia el piso superior, decidiendo
tomar un baño antes de ir para la cama. En cuanto estuvo
bajo la ducha, intentó calmar su martilleante corazón.

Los sueños que él constantemente tenía sobre Mike lo


atormentaban. Comenzaran inocentemente con él haciendo

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Otoño Carol Lynne
Carol Lynne
el amor con Nash, pero en el momento del clímax, Nash se
transformó en Mike Shriver. Durante dos días Sidney no
había sido capaz de mirar a los ojos a Mike. Sidney pensó
que era algo ocasional, pero una semana más tarde, tuvo
un sueño parecido. La culpa se lo estaba comiendo desde
entonces. ¿Tendría Nash sueños con otros hombres? En el
pasado Sidney había fantaseado con celebridades, pero
aquello era pura fantasía. Los sueños sobre Mike eran
diferentes y mucho más perturbadores.

Una sombra cayó sobre él y Sidney miró para ver a


Nash de pie al otro lado de la puerta de la ducha. Sidney
contuvo la respiración. ¿Sería que gritó el nombre de Mike
mientras dormía? ¿Era por eso que Nash parecía tan
trastornado?

—Tienes razón, estoy celoso, —Nash admitió—. La


parte de mierda sobre eso es que me gusta el tipo. Nunca
pensé sobre ello hasta que os vi juntos en el café de la
mañana de Acción de Gracias.

Sidney intentó recordar que había hecho en el café de


esa mañana. —¿Hice alguna cosa para que dudaras de mí?

—No, pero vi a Mike siguiéndote con la mirada en

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Otoño Carol Lynne
Carol Lynne
más de una ocasión ese día.

Sidney cerró el agua y abrió la puerta de la ducha.


Había percibido el interés silencioso de Mike por él, pero
Mike nunca había intentado nada impropio. —No puedo
evitar el hecho de que Mike se sienta atraído por mí, pero
nosotros dos sabemos dónde está mi corazón.

—Él tiene un cuerpo mejor que el mío, —Nash


refunfuñó, entregando una toalla a Sidney.

—Tú no puedes compararte con él. Demonios, Mike


tiene un cuerpo mejor que el de cualquiera que conozca,
pero tú eres al único al que amo. ¿Honestamente piensas
que iba renunciar a lo que tengo contigo para ser otra
muesca en la cabecera de la cama de Mike? Vamos
hombre, me conoces mejor que eso.

Nash asintió. —Tienes razón. Es problema mío no


tuyo.

En todos los años que llevaba conociendo a Nash,


nunca lo había visto tan inseguro. —Yo diría que es nuestro
problema. Obviamente, estoy haciendo algo para que te
cuestiones. ¿Es un problema de peso? Porque ya te dije que

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Carol Lynne
no me importa.

—Lo sé. —Nash se giró para salir del baño—.


Olvídalo.

Sidney tiró la toalla en el suelo y siguió a Nash hacia


la habitación. En el momento en que llegó a la cama, Nash
ya estaba debajo de las mantas, de espaldas al lado de
Sidney en la cama.

A pesar de haber estado enfadado más temprano,


Sidney no quería más que el bienestar del hombre que
amaba. Se acercó contra la espalda de Nash y descansó la
palma de la mano contra el tórax ligeramente peludo que
amaba. —¿Me quieres menos a causa de la cicatriz en el
rostro?

—¿Lo qué? No ¿Por qué todavía me preguntas eso?

Sidney respiró hondo y movió su mano por el pecho


de Nash hacia el leve aumento de su estómago. —Yo me
siento igual sobre esto.

—No es lo mismo, —Nash murmuró, dirigiendo la


mano de Sidney lejos de su estómago.

—Tienes razón, no lo es. Tú tienes que perder unos

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Carol Lynne
diez o quince kilos antes de volver a tener el peso que
tenías a los veinte años. Mi rostro nunca más será el
mismo, pero no me quedo sentado preocupándome de que
vayas a saltar a la cama con otra persona por ello. ¿Sabes
por qué?

Cuando Nash no le respondió, Sidney continuó.

—Porque sé que me amas. Aprendí a aceptar mi


apariencia gracias a ti. ¿Tú tienes miedo de que salte a la
cama con Mike porque ganaste unos kilos a lo largo de los
años?

Con un profundo suspiro, Nash se giró para


enfrentarse a Sidney.

—No sólo es sobre el peso. Estoy preocupado por un


montón de cosas. Pienso que viendo la forma como Mike te
miró que me dio algo para concentrar todas mis
frustraciones.

Sidney colocó la mano en el cuello de Nash, y le frotó


suavemente el lóbulo de la oreja con el pulgar. —Vamos a
olvidarnos de Mike. ¿Qué más te preocupa?

—Tenemos un montón de dinero invertido en la

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Carol Lynne
bolsa. ¿Y si cometo un error y lo perdemos todo?

Nash llevaba varios años jugando en la bolsa a


tiempo total, entonces ¿por qué estaba de repente teniendo
miedo? —¿Por qué estas preocupado por eso ahora? ¿Te
dijo Petes alguna cosa cuando estuvo aquí? —le preguntó
Sidney.

Nash negó con la cabeza. —Peter tenía otras cosas en


su mente, como divorciarse de su esposa.

La noticia sorprendió a Sidney. —¿Te dijo eso?

—Sí, pero no quiero hablar de él. —Nash cogió la


botella de lubricante de la mesita de noche antes de atraer
a Sidney a sus brazos—. Oficialmente es víspera de Año
Nuevo y aun tengo que follarte.

Sidney tomó la botella de Nash y le derramó algunas


gotas en los dedos. —Tócame, —le susurró, dirigiendo la
mano de Nash hacia su culo.

Nash introdujo dos dedos profundamente en el


agujero de Sidney.

Sidney inmediatamente gimió apreciando el toque


talentoso de Nash. —Podría pasar el resto de mi vida con

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Carol Lynne
tus dedos exactamente donde están, —murmuró Sidney.

—Eso podría resultar un poco extraño cuando llegara


la hora de salir de casa.

—Podríamos vivir de comida a domicilio y tú podrías


comer con una mano. —Parecía un buen plan para él.
Sidney disminuyó la distancia entre ellos y cerró su boca
sobre la de Nash. Mientras exploraba la boca de Nash con
su lengua, Sidney recordó todos los motivos por lo que lo
amaba.

Sidney colocó sus manos entre ellos y lubrificó la


polla de Nash sin interrumpir el beso. Hacía tanto tiempo
que estaban juntos que no necesitaban pedir lo que
deseaban.

Nash retiró sus dedos y cogió su polla por la base,


esperando para dar a Sidney lo que era suyo. La discusión
que habían tenido más temprano se habría dirigido hacia
una gran explosión de rencor si fuesen cualquier otra
persona que no fueran ellos, pero había que reconocerle el
mérito a Nash de haberse abierto como lo hizo. No sólo
admitiendo que estuviese preocupado por otro hombre,
sino por sus temores sobre lo que los años estaban

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Carol Lynne
haciendo a su cuerpo otrora tonificado.

Sidney montó a Nash y se bajó por la gruesa erección


que se encajaba en él como si hubiese sido forjada en su
cuerpo. —Te amo, —susurró.

Las manos de Nash agarraron el culo de Sidney y


mantuvo sus nalgas más apartadas, permitiendo que
Sidney ahondase aun más abajo en su pene. —Eres mi
vida. Sin ti no tengo nada.

Sidney comenzó a moverse, frotando su culo contra


la virilidad de Nash. Miró para Nash y luchó una batalla
interior. Lo que debería haber hecho sería contarle a Nash
sobre los sueños, pero ¿la confesión pondría la mente de
Nash tranquila por haberle dicho la verdad o, siendo
honesto, empujaría a Nash más hondo en la depresión con
la que parecía estar luchando últimamente? Sidney sabía
que ese era uno de esos momentos en que sería condenado
si contase y condenado si no contase.

Al final, decidió mantener sus sueños para sí mismo.

¿De qué serviría decir la verdad cuando sabía que


sólo iba a lastimar a Nash? Además de eso, nunca ni en un
millón de años iba a traicionar al único hombre que siempre

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Carol Lynne
lo defendió.

—Me siento de la misma manera, —Sidney le


respondió.

***********************

3 de enero de 1997

Sidney aparcó el coche alquilado en frente del


hospital y apagó el motor. —¿Qué diablos estoy haciendo
aquí? —se preguntó a sí mismo en voz alta.

No tuvo necesidad de pensar mucho. La llamada de


su madrastra, pocos días antes, le había hecho cambiar de
actitud. Según Sheila, Jackson estaba preguntando por
Sidney.

Era la primera vez que Sidney recordaba que se


hubiera sentido deseado por su padre, pero mientras
estaba sentado mirando para el hospital, las dudas
comenzaron a infiltrarse en su mente.

¿Cuántas veces él aguardó con esperanza una


relación con su padre? No, él no haría eso.

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Jackson era un completo imbécil. Siempre se había
comportado como un imbécil y ni un millón de disculpas
justificarían las cosas que le había hecho a Sidney a lo largo
de los años.

Sidney salió del automóvil compacto y lo cerró antes


de guardar las llaves en el bolsillo. Entró en el hospital y se
dirigió hacia los ascensores, rezando para no encontrarse
con Sheila. Él le había dado una hora aproximada de
llegada, por eso esperaba que ella ya se hubiese ido
durante algunas horas.

Cogiendo un pedazo del papel del bolsillo, Sidney


miró el número de la habitación antes de dirigirse al puesto
de enfermeras correspondiente al cuarto particular de su
padre. Según Sheila, su padre tenía los días contados y ella
aseguraba que Jackson se mantendría firme hasta
conseguir arreglar las cosas con Sidney. En el momento en
que iba a entrar en la habitación, Sidney retrocedió al
corredor durante unos instantes. No lo podía evitar, aunque
pensara que estaba cometiendo un error. Habían pasado
años desde la última vez que había visto a su padre, y el
sufrimiento que el hombre le había causado había
cicatrizado y curado bastante bien, entonces ¿por qué

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arriesgarse a abrir viejas heridas?

—¿Sidney?

Sidney se giró y miró a los ojos de una mujer no


mucho mayor que él, con una jarra de agua en sus manos.
—Si.

—Yo soy Sheila.

Sidney silenciosamente maldijo su suerte. —Hola.

La mirada de Sheila fue hacia la cicatriz en el rostro


de Sidney. —Tu padre me contó sobre el accidente. Lo
siento mucho.

Sidney encogió los hombros. —Fue hace mucho


tiempo. —Tener una conversación con Sheila sobre el
accidente de coche que cortó tu rostro y dejó a uno de tus
mejores amigos paralizado no serviría de nada.

Él señaló hacia la habitación abierta. —¿Puedo pasar?

Sheila le entregó la jarra. —Si le llenas el vaso, os


dejaré a los dos solos.

Sidney casi le preguntó lo que haría si le dijese que


no. Por alguna razón, él tenía el deseo de decirle a la mujer

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Carol Lynne
que tipo de padre había sido Jackson. Tal vez fuese la
necesidad de machacar a un hombre que no podría
contraatacar. ¿Eso lo haría mejor que un padre que no
pensaría dos veces el empujar a su hijo al suelo por un
error inocente? No. Cogió la jarra y se giró para entrar en
la habitación.

La mano en su hombro lo impidió. —Por favor, no lo


alteres, —dijo Sheila.

Sidney no podía creer lo que acababa de oír. —


¿Discúlpame?

—Sé que vosotros dos no estuvisteis de acuerdo en el


pasado, pero esta es tu oportunidad de hacer las paces con
él.

Era obvio que Sheila no sabía nada de la vida de


Sidney con su padre. Mirando sus ojos color avellana,
empujó cada gramo de su control para no decirle
exactamente con qué tipo de hombre se había casado. La
única cosa que lo detuvo fue la constatación de que Jackson
debía de ser un tipo diferente de padre para su nueva
familia. ¿Eso lo hacía sentir mejor o peor? Tenía medio
hermanos/hermanas que nunca conoció, ¿pero era su culpa

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o la de ellos si su donador de esperma era un imbécil?

—Aprecio lo que estás diciendo, pero la relación con


mi padre es algo personal. No voy a entrar ahí y comenzar
una pelea, pero no voy a dejar que intente intimidarme. —
Sidney se apartó de Sheila, por miedo a hablar de más.

Los ojos de Jackson estaban cerrados cuando Sidney


entró en la habitación. Esto le dio la oportunidad de
observar los cambios en su padre sin ser notado.

El hombre de mano pesada con el que creció había


desaparecido. En vez de eso, Jackson parecía veinte años
más viejo que sus cincuenta y tres años.

Extrañamente, una sensación de bienestar llenó a


Sidney. Por primera vez en su vida no se sentía intimidado
por este hombre.

Sidney caminó hacia la cabecera de Jackson y rellenó


el vaso de la mesa antes de posar la jarra. Había dos sillas
en la habitación, una al lado de Jackson y otra en el fondo
del cuarto. Sidney optó por la más alejada y se sentó en el
borde. La foto enmarcada de la repisa de la ventana llamó
la atención de Sidney y se levantó para examinarla.

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Representaba una familia feliz con Jackson delante en
el centro, rodeado por Sheila y tres adolescentes -una chica
y dos chicos-. Por alguna razón las imágenes de sus medio
hermanos lo confundieron. Donde esperaba ver un poco de
sí mismo, no había nada. Los adolescentes de la foto eran
todos rubios o castaños claros. ¿Eso tenía algo que ver con
que su padre fuera un mejor padre para ellos?

—Viniste, —dijo una voz débil desde el otro lado de la


habitación.

Sidney posó la fotografía y se giró.

—Si.

Jackson miró para Sidney durante unos momentos. —


Pensé que te habrías hecho cirugía plástica a estas alturas.

La mano de Sidney fue inmediatamente a la cicatriz.


—Lo pensé, pero a Nash no parece importarle, y tuve
miedo de quedar peor después de la operación.

—Entonces ¿Nash aun está por ahí?

—Sí.

—Tiene sentido. El chico no es estúpido. Reconoce un

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ticket de comida fácil cuando lo ve.

—Él es corredor de bolsa ahora. La verdad sea dicha,


pienso que probablemente gana más dinero que yo. —
Sidney enderezó los hombros—. Ya es suficiente sobre
Nash. ¿Por qué me querías ver?

Jackson presionó un botón y levantó la cabecera de la


cama a una posición más recta. —Necesito que me hagas
un favor.

—Estás de broma, ¿no?

Los ojos de Jackson se estrecharon. —No, no lo


estoy. Yo podría haberte causado un montón de problemas
cuando saliste del hospital, pero no lo hice. Recogí mis
cosas y dejé el rancho como me pediste. Ahora necesito
algo a cambio.

Sidney negó con la cabeza. —Tú dejaste el Running.


Y porque estabas atrapado en tu propia red de mentiras. Yo
soy el único que podría haberte causado problemas a ti. Por
lo menos empieza la maldita historia de una vez.

Cada vez que Sidney pensaba sobre la forma en


cómo su padre le había mentido sobre quien era realmente

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el propietario del rancho, su presión arterial se disparaba.

—Mi hijo mayor trabaja en el confinamiento 1 desde


que era un adolescente. El problema es que el lugar no está
dando suficientes beneficios para mantenerlo abierto.
Esperaba que pudiese mandar a JJ al el rancho para que
trabajara allí.

—Yo soy el hijo mayor, —le recordó Sidney a su


padre.

—Sé eso, tú sabes lo que quise decir. JJ come, piensa


y sueña con la vida del rancho. Si no vas a hacer eso por
mí, hazlo porque él es de tu sangre.

Sidney no se oponía a ayudar al chico, pero si


decidiese pedirle a Tommy –el hombre que tenía arrendado
el rancho- que le diese un empleo a JJ, sería porque quería
hacerlo, no porque Jackson se lo pidiera. Decidió probar a
su padre aún más. —¿Él sabe que soy gay?

—¿Lo qué? ¿Por qué me preguntas esas cosas?


¿Piensas que me preocupo de discutir tus perversiones con
un chico de veintidós años?

1
Lugar donde se engordan los animales para el mercado.

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—Déjame ver si entendí. ¿Arrastré mi culo por todo el
camino hacia Colorado para pedirme que te haga un favor
para tu hijo al que no le hablaste sobre mí, porque soy un
pervertido?

—¿Lo vas a hacer o no? —Jackson preguntó, su


mandíbula colocada en posición obstinada, Sidney se
acordaba muy bien.

—Voy a pensar en ello después de que estés muerto


—dijo Sidney camino de la puerta.

Sheila estaba esperando por él en el corredor. —¿Te


vas ya?

Sidney se paró y cogió su cartera del bolsillo trasero.


Cogió una tarjeta de visita y se la entregó a Sheila.

—Toma, para que JJ me llame. —Miró por encima del


hombre hacia la habitación de Jackson—. No voy a volver.

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Capítulo 3
Junio de 1997

Sidney colocó el teléfono en el soporte y se giró hacia


el proyecto que tenía frente a él. Tragó el nudo que se le
había formado en la garganta e intentó concentrarse en su
más reciente proyecto, una moderna casa de vidrio y vigas
de madera.

No estaba seguro de cuanto tiempo estuvo mirando


para el diseño antes de que un triángulo de papel doblado
le diese en la oreja, sacándolo de su ensimismamiento.
Sidney levantó la cabeza y estrechó los ojos mirando a
Bobbi. —Graciosa. —Recogió el triángulo de papel del suelo
agarrándolo contra el portapapeles con su dedo índice y se
lo tiró, de vuelta, a su amiga y colega de trabajo—. No
hagas que me arrepienta por ofrecerte un empleo.

Sidney terminó la declaración con una sonrisa cuando


el papel le acertó a Bobbi en la nariz, sacándole las gafas
del sitio. Él sólo estaba bromeando, estaba claro. Bobbi
llevaba trabajando en Creative Solutions algo más de un

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Carol Lynne
año y se había convertido en una elección adecuada para la
relajada empresa.

—Parecía que estabas pensando de más. ¿Quién te


llamó? —Bobbi preguntó.

—La esposa de mi padre. Al parecer él murió ayer.

—Que bien que ella finalmente llamara.—

Sidney encogió los hombros. —No importa. —Su


garganta se apretó en torno a las palabras. Respiró
profundamente y cerró los ojos—. Creo que me voy a coger
el día libre.

—¿Vas a ir a Colorado?

Sidney negó con la cabeza. No necesitaba fingir con


Bobbi, ella sabía todo sobre su relación inexistente con su
padre. —Voy preguntarle a Ben si puedo coger el resto de
la semana libre, mientras tanto. Tal vez Nash quiera hacer
un viaje conmigo hasta el rancho.

Él no conseguía explicarlo, pero tenía un deseo


enorme de visitar de nuevo los recuerdos que todavía
continuaban ensombreciéndolo. También había pasado
mucho tiempo desde que visitara la sepultura de su madre.

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Carol Lynne
Aunque su madre estuviese muerta desde que era un niño,
Sidney aún buscaba la seguridad de ella cuando la vida lo
superaba para enfrentarla solo.

Bobbi le dio su mejor sonrisa. —Dime si necesitas


cualquier cosa.

—Gracias. Me iré.

***************************

Antes de conducir por la carretera del rancho, Nash


paró el coche en una zona libre al lado del cementerio de la
familia. —¿Quieres visitar la tumba de tu madre antes de ir
para el rancho?

—Me acercaré más tarde —respondió Sidney.

Nash cabeceó, sintiéndose confundido, y volvió a la


carretera. Ellos habían planeado salir a primera hora de la
mañana, pero Sidney se había despertado alrededor de
media noche e insistido en que se pusieran en camino e
iniciaran el viaje al Running E. Para alguien que parecía
tener tanta prisa en ver la tumba de su madre, a Sidney no
se le veía muy interesado.

Nash entró a la derecha y se dirigió por debajo del

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letrero del Running E. Redujo la velocidad y bajó la
ventanilla. Su primera inhalación del aire del rancho casi
trajo lágrimas a sus ojos.

Nunca le había admitido a Sidney cuanto echaba de


menos la vida del rancho. Que era la razón por la cual no
hubiese vuelto desde el día en que había cogido el camión
de mudanzas y se había dirigido a Chicago.

—¿Te puedes creer que han pasado casi siete


malditos años desde que nos fuimos?

—A mí no me parece tanto tiempo —dijo Sidney


aumentando el aire acondicionado.

Parecía el doble de tiempo para Nash, pero él no lo


dijo.

—¿Quieres dar un paseo esta noche?

Sidney continuó mirando por la ventana del pasajero.

—Ya veremos. ¿Piensas que Rosie aún se acuerde de


nosotros?

La mención de su caballo arrancó emociones en Nash.


—Espero que sí. —No tenía dudas de que Sidney estaba

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pensando en Diablo y Buckwheat y deseando que ambos
todavía estuviesen vivos en el rancho.

Estirándose a través del asiento, Nash acarició el


lateral del rostro de Sidney con la parte de atrás de la
mano. Su compañero parecía tan distante. —¿Estás bien?

Sidney se inclinó hacia la caricia de Nash. —


Realmente, no, pero planeo no salir de aquí hasta que lo
esté.

Había vuelto a casa para curarse, pensó Nash


silenciosamente. —Brynn dijo que iba a acercarse a la
tienda y comprar algunas cosas para la despensa de la
casa.

—Eso está bien. Pienso que no podría lidiar con esas


tonterías ahora.

Nash entendía por qué Sidney se encontraba así. Las


personas del pueblo nunca lo habían acogido. —¿Estás
preparado para eso? —preguntó apuntando hacia la casa.

Con la excepción del corto espacio de tiempo antes


de que se hubiesen ido para Chicago, Sidney estaba
acostumbrado a ir a cualquier lugar de la casa de su

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Carol Lynne
familia. ¿Le parecería extraño ver a otra familia en la casa
que su abuelo había construido?

—Sí. Estoy listo.

Nash pisó el acelerador. Por su parte, no tenía


ninguna atadura para volver al Running E. A pesar de que
no se había criando en la propiedad, siempre se había
sentido en casa. El rancho había sido el mundo entero de
Nash durante muchos años para no sentirse así.

Sidney estaba visiblemente tenso cuando Nash


aparcó enfrente del granero. —¿Te importaría si diese una
vuelta yo solo?

—No. Haz lo que necesites. Estaré por aquí cuando


estés listo para ir la casita. —Nash se quedó mirando
mientras Sidney bajaba de la camioneta y se dirigía hacia el
gallinero.

Joder. De repente, todo estuvo más claro. Sidney no


había vuelto al rancho a curarse, había vuelto para
recordar. El gallinero fue el lugar de una de las peores
agresiones de Jackson.

Sidney siempre había odiado aquel maldito gallinero.

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Carol Lynne
Era la única explicación de por qué se había dirigido allí en
primer lugar.

Un movimiento en la casa llamó la atención de Nash.


Saludó a Tommy antes de dar un último vistazo a Sidney.
Esperaba que encontrase aquello que necesitaba para lidiar
con la muerte de Jackson.

**************************

Aunque el gallinero estuviese bien cuidado, era


terrorífico para los ojos de Sidney. —Debería haberlo
demolido cuando tuve oportunidad, —susurró. Apenas tenía
cinco años la primera vez que su padre le había golpeado
por no querer recoger los huevos. La tarea no se había
hecho más fácil con la edad. ¿Cuántas veces había sido
sermoneado sobre ser un hombre con eso? Dios, él odiaba
esa maldita frase.

Antes de la muerte de su madre, ella se habría


escabullido y recogido los huevos para Sidney, pero
después de que ella se fue, recayó sobre Sidney el
enfrentarse al gallinero cada día. Sidney,
inconscientemente, movió su mentón a un lado y al otro,
recordando la primera vez que su padre le había dado

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realmente un puñetazo en el rostro. No podría tener más
de ¿doce años? ¿Tal vez trece? Sidney había cometido el
error de gritar cuando creyó tocar una serpiente escondida
en uno de los nidos.

Si tan siquiera Nash hubiese estado en aquella


estúpida mañana de domingo. Jackson raramente
golpeaba a Sidney cuando había testigos alrededor.
Después de que el puño de Jackson acertara en el mentón
de Sidney, puso a su hijo de pie y le hizo regresar a la caja
y coger la gran serpiente rata con las manos desnudas.

Cuando la serpiente decidió luchar Sidney había


cometido un error mayor meándose en los pantalones con
el miedo.

Sidney había cogido a Sidney por los pelos y se lo


había llevado para la casa. Le había hecho a Sidney quitar
la ropa antes de salir de la sala. Con miedo e inseguro de
los planes de su padre, Sidney había permitido a una sola
lágrima escurrirse por su rostro. Jackson regresó a la sala
llevando una toalla de mano y dos alfileres. A pesar de las
súplicas de Sidney, cosa que no volvió a ocurrir, su padre
dobló la toalla como si fuese una falda e hizo a Sidney

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usarla el resto del día.

Aunque el episodio hubiese dejado una huella


duradera sobre él, Sidney dudaba que hubiese sido la
lección que Jackson pretendía darle.

Apartándose del gallinero, Sidney caminó hacia el


granero donde más recuerdos lo esperaban. Dudaba que
hubiese una sola construcción en el rancho que estuviese
libre de fantasmas. La crueldad de Jackson hacía mucho
tiempo que había eclipsado cualquier buen recuerdo que él
tuviera de la vida en el rancho con su madre y su abuelo.
Aunque Nash amara el lugar, Sidney hacía mucho tiempo
que lo hubiera vendido si fuera posible.

Desgraciadamente, su abuelo lo prohibió.

La risa de Nash alcanzó a Sidney antes de atravesar


la puerta del granero. Se paró y dejó que el sonido lo
inundara como una caricia invisible. Sus anteriores
pensamientos sobre vender el rancho desaparecieron con la
carcajada. El Running E. estaba profundamente enraizado
en el alma de Nash, algo que Sidney nunca entendió,
aunque estaba agradecido. ¿Qué habría él hecho todos esos
años sin Nash y su amor por el rancho?

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Otoño Carol Lynne
Carol Lynne
Sidney pensó en el mensaje de JJ que había recibido
en su teléfono. Aunque Sidney odiase admitirlo, la vida del
rancho parecía llamar a JJ de la misma manera que había
ocurrido con Nash. Con el verano encima, Tommy estaría
intentando contratar algunas manos para ayudar. ¿Por qué
no hacer lo correcto y sugerir a JJ?

Antes de que Sidney pudiese entrar en el granero,


una mano apretó su hombro. Sidney saltó y se giró. —¡Me
asustaste!

Steve, un peón antiguo del rancho, hizo una risita. —


Como en los viejos tiempos. Estabas siempre tan nervioso
como un becerro recién nacido.

Sidney había tenido una buena razón para estar


nervioso en su juventud, pero no le iba a decir eso a Steve.
—Eso es porque siempre pensaste que era gracioso
acercarte sigilosamente a mí. —Sidney sonrió y extendió la
mano—. Es bueno verte.

—Creciste, —Steve respondió, apretando la mano de


Sidney.

Sidney bufó. —Ni un centímetro, pero gracias por


intentarlo. —Él se dirigió hacia la casa—. ¿Cómo están las

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Otoño Carol Lynne
Carol Lynne
cosas por aquí?

—Bueno. Tommy se transformó en un administrador


endiabladamente excelente. —Steve se inclinó
acercándose—. Él está trabajando mucho en el rancho, de
hecho, pero no digas que te lo dije.

Sidney decidió que era un buen momento para traer


a colación el asunto de JJ. —¿Piensas que podríais necesitar
ayuda?

—¿Tienes a alguien en mente?

Sidney asintió.

Steve levantó su Stetson y pasó la mano por los ralos


cabellos antes de colocar el sombrero de nuevo en la
cabeza. —Claro que no estaría mal, eso te lo puedo decir,
pero no sé si habrá dinero ahora mismo.

Sidney asintió nuevamente. No sabía cuánto


necesitaría JJ, pero tal vez Tommy pudiese cerrar un
acuerdo con él. —Hablaré con Tommy sobre ello.

—¿Hablar conmigo sobre qué? —Tommy preguntó,


caminando con Nash a su lado.

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Otoño Carol Lynne
Carol Lynne
Sidney intercambió una mirada con Nash.

Aunque le hubiese comentado a Nash la conversación


que había tenido con su padre meses atrás, no le había
dicho que estaba pensando en JJ. —Mi medio hermano
necesita un empleo. Por lo que oí, es un buen maldito
cowboy.

Las cejas de Tommy se levantaron con la sorpresa. —


¿El otro chico de Jackson?

—Sí. El confinamiento está a punto de cerrar y JJ


manifestó interés en trabajar en el Running E. ¿Lo
pensarías por mí? —Sidney no quería presionar a Tommy
enfrente de Steve. Sabía que sería una decisión que
Tommy probablemente discutiría con su esposa, Brynn.

—Claro —respondió Tommy—. Podemos hablar sobre


eso en la cena de esta noche si quisierais venir y apreciar
un poco del famoso pollo frito de Brynn.

Sidney miró para el gallinero. —No uno fresco,


espero.

Tommy rio. —Demonios no. El pequeño Jake bautizó


a todas las malditas gallinas.

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Otoño Carol Lynne
Carol Lynne
Nash le dio una palmada en la espalda a Tommy. —
¿Quieres decir que no le enseñaste la regla número uno de
los ranchos?

Tommy colocó las manos en la cintura y sacudió la


cabeza.

—Sí, se lo dije, pero cuando lo vi aquí afuera


llamándolas por el nombre, desistí. La culpa es de Brynn
por negarse a darle un hermanito a Jake.

Sidney no veía a Jake desde que era un bebé.

Con el resto de los niños de las proximidades del


rancho ya crecidos, Jake debía sentirse muy solo en el
rancho, sin ningún otro niño. Sidney sabía exactamente
cómo debía sentirse. Era una pena que Jake no tuviera a
alguien como Nash para estar a su alrededor en un día
aburrido.

—Me parece bien la cena, —dijo Nash.

—Tomaremos un baño primero, —Sidney añadió. No


tenía muy claro cómo reaccionaría estando en su antigua
casa, nuevamente, pero la finalidad de venir al rancho era
para exorcizar sus demonios.

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Otoño Carol Lynne
Carol Lynne
***********************

—¿Nash? —llamó Sidney.

—¿Sí?

—¿Quieres entrar aquí y tomar un baño conmigo?

Parando en el acto de hacer flexiones abdominales,


Nash pensó rápido. —Estoy por la mitad de mis ejercicios,
pero si tú aun estas ahí cuando termine me reuniré contigo.
—Detestaba mentirle a Sidney, pero desde la víspera de
Año Nuevo, Nash se estaba sintiendo peor con su cuerpo.
¿Era una cosa gay? Se preguntó cuántos hombres odiaban
sus cuerpos. Todavía sentía rabia por haberse dejado llevar
hasta esta fase.

Nash levantó su camiseta blanca y miró para su


estómago. Aunque hubiese hecho un buen trabajo en
perder la mayor parte de sus michelines, no había ninguna
señal del abdomen que solía tener. Quería ser el hombre
que un día había sido. Un hombre que pudiera permanecer
orgullosamente desnudo frente a Sidney y no preocuparte
de la mirada escrutadora de su compañero.

Nash bajó la camisa y se levantó. Fue hasta su

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Otoño Carol Lynne
Carol Lynne
maleta y encontró el frasco de suplementos que tenía
escondido entre su ropa interior. Con el exceso de peso
desapareciendo, Nash había empezado a trabajar en su
desarrollo muscular. Sabía que estaba haciendo trampas,
pero estaba empeñado y determinado a recuperar el cuerpo
que alguna vez tuvo.

Después de tragar el gran comprimido, Nash se


dispuso a terminar sus abdominales. En cada levantamiento
de su tronco, se imaginó con el pecho desnudo al lado de
Mike. La imagen lo alentaba contra el agotamiento que
sentía. En el momento en que Sidney entró en el cuarto
vistiendo, tan solo, una toalla, Nash aun estaba trabajando
en ello. —¿Acabaste?

—Sí. ¿Por qué, tú no? —Sidney preguntó. Quitó la


toalla de su cintura y comenzó a secar el agua de su cabello
a la altura de los hombros.

Nash subió a una posición sentada y cruzó las


piernas.

—Creo que apenas estaba empezando.

—Bien, es mejor que entres en el baño o nos vamos a


retrasar para la cena. —Sidney fue hasta la maleta y cogió

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un pantalón corto y una camiseta.

—Pensé que iríamos a montar después de cenar —


Nash llevaba esperando todo el día por el paseo.

Sidney miró para el pantalón corto que sostenía en su


mano. Era obvio para Nash que Sidney no quería dar un
paseo, pero Nash esperaba que fuese con él de cualquier
forma. —¿Por favor?—Nash insistió.

Sidney dejó el pantalón corto y cogió un par largo. —


No traje botas, las deportivas tendrán que ser
suficientemente buenas.

Nash quería preguntarle a su compañero por qué


demonios había venido a un rancho sin botas, pero decidió
dejarlo pasar. —Estaré listo en un minuto, —dijo
levantándose. Cogió una camisa limpia, jeans y calzoncillos
antes de ir para el baño. Cerrando la puerta, Nash oyó a
Sidney hacer un comentario sarcástico sobre su súbita
modestia, pero fingió que no lo oyera. Sidney le había
dejado claro hacía unos meses que no le importaba como
se viera el cuerpo de Nash, pero Nash no le creyó. Hasta
que se sintiera confiado con su apariencia, continuaría
desnudándose y cambiándose detrás de una puerta

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cerrada.

*****************

Sidney se retorció en la silla. Había pasado mucho


tiempo desde que había montado un caballo y sus riñones
estaban protestando contra el constante movimiento. Miró
para Nash. Con su sombrero y botas, Nash parecía un
modelo de portada de una empresa de ropas country.
Había conseguido, de alguna manera, retomar la vida en el
rancho como si finalmente hubiese vuelto a casa.

—¿Estas sillas siempre fueron tan duras?

Nash emitió una risita. —Si, lo que ocurre es que te


estás volviendo blando en la vejez.

Una réplica maliciosa estaba en la punta de la lengua


de Sidney, pero consiguió tragarla antes de que dejase su
boca. Odiaba tener que controlarse últimamente. Era
siempre un desafío el mencionar o no la pérdida de peso de
Nash. Las pocas veces que intentó decirle a Nash que él le
gustaba no importaba como, Nash no había llevado la
declaración como esperaba.

No, mejor mantener la boca cerrada. Lo que fuera

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Carol Lynne
que estuviera ocurriendo con Nash y su distorsionado
sentido de su imagen corporal saldría de su sistema en
breve. —¿Podría convencerte para nadar desnudo conmigo?
—Metió la mano en el bolsillo y sacó un pequeño frasco de
lubricante—. Vine preparado, —insistió, esperando
influenciar a Nash con sus ideas.

Nash miró para el sol poniente. —Oscurecerá pronto.

—Una razón más. ¿No quieres hacer el amor a la luz


de la luna? Por favor di que sí.

—¿Contigo? Siempre —dijo Nash, exhibiendo una


sonrisa sexy.

Sidney casi se desmayó en la silla. —Dios, lo eché en


falta.

—¿El qué?

—A ti, mirando para mí como si realmente me


quisieras. —Sidney se mordió el labio, con miedo a haber
hablado de más.

Nash empujó a Rosie al lado del caballo de Sidney. —


Yo siempre te querré. —Nash se inclinó y le dio rápido beso

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Carol Lynne
a Sidney antes de echarse para atrás.

Cabalgaron en dirección al riachuelo que alimentaba


la laguna.

Ellos siempre preferían nadar en un lugar


particularmente profundo del riachuelo, porque la
temperatura del agua era siempre más fría que la de la
laguna.

Cuando ellos llegaron, Nash dejó escapar un silbido


bajo. —Parece que no somos los únicos a los que le gusta
este lugar.

Hubo un tiempo en el que la vegetación alta y la


hierba crecían al lado del riachuelo. Ahora toda la zona
estaba muy bien recortada con un poco de arena cerca del
agua. Una mesa de pic-nic debajo de un chopo con algunos
cubos pequeños de arena y palas encima.

Había alguna cosa en el escenario que provocó dolor


en el pecho de Sidney. —Parece que Tommy y Brynn deben
traer a Jake aquí.

—Sí, eso creo. —Nash bajó del caballo.

—Qué bien, —Sidney susurró más para sí mismo que

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Otoño Carol Lynne
Carol Lynne
para Nash. ¿Cómo sería tener un padre que se preocupaba
lo suficiente para ir a nadar con él, incluso para construirle
una playa particular?

—¿Sidney?

Sidney miró para Nash y sonrió. —Perdóname. Me


perdí en mis pensamientos.

—¿Qué tal si en vez de eso te pierdes en mis brazos?

Sidney se escurrió del lomo de Jackpot hacia los


brazos de Nash. Cuando Nash empezó a soltarlo, Sidney se
agarró de nuevo. Había alguna cosa en el rancho que
parecía aumentar sus inseguridades. El viaje ya había sido
un buen recordatorio de cuanto contaba con Nash para
consolarlo. —Gracias.

Los brazos de Nash se apretaron. —¿Por qué? —Él


rozó su mejilla contra el alto de la cabeza de Sidney, antes
de seguir con un beso.

—Por todo. —Los ojos de Sidney comenzaron a arder


en el momento que pensaba en el niño solitario que había
perdido a su madre—. No puedo imaginarme como podría
haber sido mi vida sin ti.

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Carol Lynne
Nash llevó la cabeza de Sidney hacia atrás y se
inclinó para darle un beso. Sidney se abrió inmediatamente,
necesitando el contacto íntimo. En cuanto el beso se
profundizó, Sidney apretó su mano contra el frente de los
jeans de Nash. Delineó la polla creciendo a través de los
jeans desgastados y le dio un apretón.

Nash introdujo su muslo entre las piernas de Sidney y


aplicó presión contra su erección. Oh, joder. Las manos de
Sidney comenzaron a temblar mientras trabajaba para
conseguir abrir el botón de Nash.

—Te necesito, —gimió, rompiendo el beso.

—Sí, —estuvo de acuerdo Nash, empujando a Sidney


para abajo sobre la hierba cortada.

Las botas de Nash rápidamente fueron tiradas de lado


mientras ambos arrancaban sus ropas. Desnudo, Sidney se
extendió bajo el cielo oscurecido y colocó el lubricante junto
a su cadera.

—Ha pasado mucho tiempo desde que hicimos el


amor al aire libre.

—Mucho tiempo. —Nash se arrodilló y abrió los

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muslos de Sidney. Cogió el lubricante y aplicó una buena
cantidad en sus manos.

Sidney gimió con anticipación de lo que estaba por


llegar.

Nash pasó las manos sobre el pecho de Sidney.


Durante varios años después del accidente de coche, Nash
masajeó las arrugadas cicatrices de Sidney regularmente,
pero hacía algún tiempo que no lo hacía. Lentamente, Nash
pasó sus manos sobre cada cicatriz, parándose para dar
una especial atención a los pezones de Sidney.

Nash se inclinó y llevó uno de los pezones de Sidney


entre los dientes. Aplicando una cantidad perfecta de
presión, Nash mordió lentamente.

Sidney exhaló un gemido áspero cuando la pequeña


mordedura envió estremecimientos eróticos por todo su
cuerpo.

—Siiiiiiii, —gritó, tirando del corto cabello de Nash.

Nash gimió y se abrió camino hacia abajo por el


pecho de Sidney, alternando entre chupar y morder la piel
naturalmente bronceada.

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Carol Lynne
—Más fuerte, —Sidney imploró cuando Nash llegó al
hueso de la cadera. No es que le gustasen los hematomas
por esa petición, pero había momentos en los que cierto
tipo de dolor le ayudaba a olvidar el sufrimiento de su
infancia. Sin duda, había personas por ahí que pensarían
que era una idea retorcida, pero Nash siempre lo
comprendía mejor que nadie.

La primera mordida verdadera de Nash sobre la carne


blanda fue directamente a la polla de Sidney. Sidney cerró
sus manos a medida que los dientes de Nash ahondaban
fuerte y pesadamente.

—Así, así. Oh, joder, que bueno.

Nash soltó la piel torturada y miró para la marca que


le había hecho. —Casi te hice sangrar.

—No importa. Me encantó. —Sidney salió de debajo


de Nash y se colocó en sus manos y rodillas—. Muerde mi
culo, —le rogó.

Nash cogió nuevamente el frasco de lubricante y puso


varias gotas sobre los dedos. Golpeó varias veces el
agujero de Sidney con su lengua antes de insertar la punta
de su dedo índice. —Haz que tu culo chupe mi dedo, —Nash

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Otoño Carol Lynne
Carol Lynne
le indicó.

Los músculos de Sidney se apretaron y se abrieron


alrededor del dedo de Nash antes de ser recompensado con
los dientes de Nash en la nalga de su culo.

Cuanto más fuerte Nash mordía, más excitado estaba


Sidney. —Más en mi culo, —jadeó.

Nash aplicó más lubricante al agujero de Sidney


antes de terminar la erótica mordida.

—¿Quieres mi polla, bebé?

—Sí. Lo necesito. Te necesito.—Cuando la punta de la


gruesa polla de Nash presionó contra el agujero de Sidney,
Sidney mordió su antebrazo en un esfuerzo de continuar
alargando lo que estaba sintiendo en ese momento.

—Muévete.

Nash empujó hasta la empuñadura en un impulso

fuerte. A pesar de que el culo de Sidney estaba bastante

acostumbrado a la polla de Nash, el flash repentino de

dolor casi trajo lágrimas a los ojos de Sidney. —Más fuerte,

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Carol Lynne
—murmuró Sidney.

Nash retiró su polla y lo golpeó fuertemente. —¿Eso

es lo bastante fuerte?

Incapaz de responder, Sidney asintió y mordió más

fuerte su propia carne. Con cada impulso de la cadera de

Nash, un manotazo de las manos de su padre fue olvidado.

Dudaba que Nash pudiese llevarse totalmente los demonios

de su alma, pero amaba al hombre por intentarlo.

Una lágrima solitaria cayó del ojo de Sidney mientras

tiraba su semilla sobre la hierba debajo de él. Levantó la

vista para mirar la mesa de pic-nic a la luz de la luna.

—Mierda. —Nash agarró el brazo de Sidney y lo

levantó hacia su cara—. Estás sangrando. —Puso a Sidney

de pie y lo llevó en dirección al riachuelo—. Sé que es difícil

para ti, pero no voy a permanecer quieto mientras te

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Otoño Carol Lynne
Carol Lynne
machacas por ello.

Sidney miró para su antebrazo. De dos pequeñas

heridas escurría sangre. —No me duele.

—Por la mañana te dolerá. —Nash agarró la mano de

Sidney cuando entraban en el agua fría—. ¿Era necesario?

¿Mi polla no era suficiente para hacerte gozar?

Sidney levantó las manos fuera del agua para agarrar

el rostro de Nash. —No eres tú. Es este lugar. —Se paró y

meneó la cabeza—. Cualquier lugar para el que miro me

recuerda cuanto me odiaba.

Nash cogió a Sidney por los hombros y lo sacudió.

—Siento mucho que tuvieras a Jackson como padre,

pero tienes treinta y tres años. Es hora de dejar atrás esos

recuerdos.

—Lo sé. Por eso vine aquí, —susurró Sidney.

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Nash se movió para envolver a Sidney con sus

brazos. —Cuando miro alrededor, al rancho, te veo a ti, no

a Jackson. Veo al niño que me seguía de cerca mientras

hacía mi trabajo y al adolescente desmadejado que solía

protestar y reclamar todas las tardes hasta que le hacía sus

deberes. —Nash apuntó hacia la orilla.

—Y recuerdo hacer el amor contigo allí mismo,

cuando te curaste después del accidente. Esos son los

recuerdos que llevé conmigo para Chicago. Jackson no los

llevó. Son míos.

Sidney miró para Nash. Como de costumbre, su

compañero tenía razón. Estaba permitiendo que Jackson

arruinara todo lo bueno que él encontrara viviendo en el

rancho. Pasó los brazos alrededor del cuello de Nash y sus

piernas alrededor de la cintura de su amante. —Sólo

abrázame.

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Carol Lynne
Nash enterró su rostro en el cuello de Sidney y

comenzó a girar en un círculo lento, bailando bajo el cielo

nocturno. —¿Nash?

—¿Mmm?

—¿Por qué no hablas sobre tu padre? —le preguntó

Sidney.

Nash encogió los hombros. —Pensé que no sería justo

para ti mencionarlo, creo.

—¿Por qué?

—Porque él era todo lo que tú merecías de un padre,

pero no tuviste. Porque era mi héroe, y porque el día en el

que murió fue el día en el que comencé a alejarme de mi

madre, —explicó Nash.

—Deberías visitarla más, —Sidney le dijo a Nash.

—¿Por qué debería hacer eso cuando ella te hizo

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sentir como una mierda cada vez que estuvimos allá?

—Ella es tu madre. No tengo por qué gustarle para

que tú todavía tengas una relación con ella.

Sidney mordisqueó el lóbulo de la oreja de Nash. —

Prométeme que vas a llamarla.

—Lo pensaré.

—No lo pienses durante mucho tiempo. —Sidney

pensó en su propia madre. Ella consiguió salvarlo al darle a

Nash el uso de la pequeña casa después de su muerte.

¿Cómo sabía ella que Sidney necesitaría un hombre como

Nash en su vida?

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Otoño Carol Lynne
Carol Lynne
Capítulo 4

Sidney descolgó el teléfono y fue a buscar a Nash. No

estaba seguro sobre lo que se sentía más culpable, si por

acortar su escueto viaje o estando feliz con ello. Vestido en

shorts y chanclas, caminó a fuera, hacia la camioneta de

Nash. Condujo la pequeña distancia hasta el rancho y

estacionó enfrente del granero. Vio a Tommy casi

inmediatamente.

—¿Está por aquí Nash?

Tommy se rió. —Está en el cobertizo de las

herramientas trabajando en el remolque. ¿Sabemos algo de

cuándo estará aquí JJ?

—Pasado mañana, —respondió Sidney. Era otra de

las razones por las que estaba feliz de marcharse.

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—Acabo de recibir una llamada de trabajo. Apareció

un problema y parece que me necesitan para solucionarlo.

—Qué pena. Creo que Nash estaba ansioso por cortar

un poco de heno antes de marcharse. Debería estar soleado

el jueves. Pensé que lo haríamos entonces.

Por más que Sidney quisiese volver a su vida, él sabía

cuanto se estaba divirtiendo Nash en el rancho. Y Nash no

tenía un trabajo de nueve a cinco al que volver.

A Sidney no lo gustaba la idea de volver a casa solo,

pero el odiaba la idea de privar a Nash de sudar al sol

abrasador de junio.

Nunca acabaría de entender por qué Nash amaba la

temporada del heno. Era la peor época del año, en opinión

de Sidney.

—Voy a hablar con Nash. Tal vez me pueda llevar al

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aeropuerto y quedarse un tiempo.

—Te lo agradezco, —dijo Tommy—. Sabes que

cualquier par de manos ayudan en esta época del año.

—Sí, lo recuerdo. —Sidney caminó en dirección al

cobertizo de las herramientas. Cuando llegó a su destino,

sus pies estaban cubiertos de una fina capa de polvo

marrón. Nash estaba inclinado con su tronco escondido en

el gran remolque. Sidney se tomó un momento para

apreciar el culo envuelto en un viejo par de Wranglers—. Tu

culo se ve fantástico, —dijo anunciando su presencia.

Nash le dio un pequeño balanceo a su culo antes de

salir del remolque. —¿Chanclas? ¿En serio?

Sidney se encogió de hombros. —Cuando me vestí

hoy no sabía que tendría que recorrer todo el rancho para

encontrarte. —Se acercó y apretó el culo de Nash.

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—No estaba bromeando antes. Tu culo me está

matando hoy.

Nash pareció satisfecho con el comentario. —Los

ejercicios deben estar funcionando.

—Déjame comprobar. —Sidney pasó sus manos sobre

las duras nalgas del culo de Nash—. Casi me dan ganas de

joderte.

Las cejas de Nash subieron rápidamente con la

sorpresa. Pocas veces Sidney había asumido el liderazgo y

no había sido algo tan bueno para ninguno de ellos. —

Podemos hablar de ello cuando termine aquí.

Sidney no quería tirar con las esperanzas de Nash,

especialmente con la noticia que estaba a punto de

revelarle a su compañero. —Ben llamó.

—Uh oh.

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Carol Lynne
—Sí. Evelyn Barnes cambió de idea de nuevo, y

tienen que hacer los cimientos durante la semana que

viene. Ben me necesita de vuelta en el estudio para revisar

los proyectos.

—¿Él o Bobby no pueden hacer eso? Realmente no

eres el único en el estudio que sabe como revisar un

diseño.

—Ellos tienen sus propios proyectos en los que

trabajar. Además, le gusto a Evelyn por una desconocida

razón y se niega a trabajar con nadie más.

La mujer mayor tenía especie de obsesión por Sidney

que él no podía explicar. Se había visto forzado a decirle a

la dama de la alta sociedad que era gay y que tenía una

relación desde hacía tiempo. Ni una cosa ni la otra habían

frustrado a la Sra. Barnes, que parecía determinada a

traicionar a su marido con un hombre más joven.

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Antes de que Nash pudiera tener la oportunidad de

decir algo más, Sidney decidió exponer su idea. —¿Por qué

no vuelo de vuelta y tú puedes volver para casa después de

que recojas heno suficiente para satisfacer al agricultor que

hay en ti?

—¿No te importa?

—Ni un poco. No soy completamente ajeno a cuanto

echaste de menos el rancho. Sé que te mudaste a Chicago

por mí, entonces haz esto por ti.

—¿Y qué pasa con JJ? ¿No tienes ni un poco de

curiosidad sobre él? —Nash preguntó.

—La verdad es que no. Vi una foto suya, entonces

supe por qué mi padre lo prefería. Si me encontrara con él,

me temo que me pasaría el tiempo comparándonos. —

Después de su vuelta del lecho del hospital de su padre,

Sidney le dijera a Nash sobre la foto del hombre rubio alto

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y musculoso en la cabecera de su padre.

—JJ puede ser un tipo legal —argumentó Nash.

—Eso es a lo que tengo miedo. No necesito otro

motivo por el cual no había ninguna foto mía en aquella

habitación.

Nash meneó la cabeza. —Estás siendo ridículo.

La declaración dolió. Teniendo o no razón sobre sus

sentimientos hacia su medio hermano, habría estado bien

tener comprensión por parte de Nash. —Tal vez sí, pero esa

es la manera como me siento. —Sidney salió de abrazo de

Nash—. Voy a hacer las maletas y llamar a la compañía

aérea.

—Estaré en casa dentro de una hora, más o menos,

—dijo Nash.

Tenía en la punta de la lengua decirle a Nash que la

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pequeña casa ya no era su casa, pero tragó la respuesta.

Nash amaba el rancho y fue solamente su amor por Sidney

lo que lo había llevado lejos en primer lugar. Sidney

necesitaba recordar más a menudo los sacrificios de Nash

en nombre del amor. —Bien.

Sidney salió del cobertizo. El viaje hasta el rancho no

había acabado como esperaba. Se quería sentir mejor

sobre las decisiones que había tomado, pero la visita sirvió

apenas como recuerdo de que toda su vida dependía de

que Nash lo amara. ¿Dónde estaría él si perdiese eso?

*****************

Sentado solo en el asiento de atrás del grande y

ridículo sedan de Butch, Sidney analizaba a sus amigos

sentados delante. —Sabes que este coche no combina

contigo, ¿verdad? —Butch se encontró con la mirada de

Sidney en el espejo retrovisor.

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Carol Lynne
—Los SUV son muy incómodos para que Luke entre y

salga.

Con un humor ácido, Sidney no se molestó en

censurarse. —¿Qué sucederá cuando te des cuenta de que

estás conduciendo un coche hecho para un anciano sólo por

hacer feliz a Luke? ¿Vas a comenzar a resentirte con él y

con la maldita silla de ruedas?

—Sidney, —le advirtió Luke.

Sin responder, Butch entró en el estacionamiento

más próximo y apagó el coche. Se giró para dirigir una

mirada dura a Sidney. —¿Cuál es tu problema?

Sidney se encogió ante la mirada de Butch. —Nada.

Lo siento mucho.

Butch meneó la cabeza. —No es suficiente. Has

estado quieto desde que te recogimos en el aeropuerto.

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¿Estás resentido porque Nash se quedó en Kansas?

—No. —Sidney sabía que el apenas expresarse le

hacía parecer como un crío ingrato—. Dije que lo sentía

mucho. ¿Me puedes llevar a casa, por favor?

Luke se reposicionó para poder hacer contacto visual

con Sidney. —¿Te vas para el trabajo en cuanto llegues a

casa?

Sidney negó con la cabeza. —Le dije a Ben que iría

por la mañana.

—Entonces, ¿por qué no paramos en la tienda y

cogemos unos bistecs para asar en la parrilla? —Luke

preguntó.

Sidney miró de reojo para Butch. Aunque le gustara

el gran hombre, Butch era, ante todo, el mejor amigo de

Nash. No es que quisiera hablar mal de Nash, pero Sidney

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Carol Lynne
prefería una noche donde él pudiera charlar abiertamente

de sus sentimientos sin la amenaza de que sus palabras

llegaran a Nash.

Luke se aproximó y colocó la mano en el hombro de

Butch. —¿Te importaría si Sidney y yo pasásemos la noche

juntos?

Sidney sonrió a su amigo. Estaba claro que Luke

había percibido las aprensiones de Sidney.

—¿Me estás dando permiso para ir al Wally´s esta

noche? —preguntó Butch con un guiño.

Luke miró para Sidney.

—¿Te importaría si nos quedamos en el cuarto de la

planta baja esta noche? Me sentiría mejor si Butch cogiera

un taxi para casa desde el bar.

—Para nada. —Sidney se veía ansioso por pasar la

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noche sólo con su viejo amigo.

—¿Me prometes que cogerás un taxi hasta la casa de

Sidney? —Luke preguntó, acariciando la oreja de Butch

entre sus dedos.

—Claro, si eso te hace feliz. —Respondió Butch.

Sidney puso los ojos en blanco. Por más que él

amaba y adoraba a Nash, Sidney dudaba que él jamás

pudiera ser tan sentimental como Butch era con Luke.

Estaba feliz de que Luke hubiera encontrado un tipo tan

maravilloso, pero la situación de Luke era muy parecida a

la de Sidney y eso lo preocupaba. ¿Cómo podría cualquiera

de ellos sobrevivir sin sus compañeros a su lado?

************************

Sidney le entregó a Luke otra cerveza antes de volver

a su posición sobre la tumbona. Era una noche bonita, y

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mientras Sidney miraba para las estrellas, no podía dejar

de preguntarse si Nash también estaba afuera apreciando

el cielo nocturno. —¿Alguna vez te has preguntado cómo

sería tu vida si Butch se fuera?

—La verdad es que no, pero gracias por poner eso en

mi cabeza, —respondió Luke. Estaba estirado en una

tumbona gemela, pareciendo estar más cómodo de lo que

Sidney lo hubiera visto en bastante tiempo. Butch lo había

ayudado desde la silla y desgraciadamente, Luke

probablemente estaría allí hasta que Butch regresase

después de su noche en el Wally´s.

—¿Es eso lo que te está pasando? ¿Tienes miedo de

que Nash te deje? Porque estoy aquí para decirte que el

hombre adora el suelo que pisas.

—No te enojes, —dijo Sidney en tono de burla—.

Nash me ama, y puedo ser bueno en la cama, pero estoy

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apenas cualificado para ser adorado.

—Tanto da. —Luke sacudió la cabeza—. Entonces,

responde a la primera pregunta. ¿Estás con este humor

porque crees que Nash va a dejarte?

Sidney suspiró. —La verdad es que no. Simplemente

acabo de darme cuenta que todo lo que tengo es gracias a

él. Eso me preocupa.

—Eso es un disparate. —Luke tomó un trago de su

cerveza—. No estoy diciendo que Nash no te ayudara a lo

largo del camino, pero tú eres mucho más que el

compañero de Nash.

—No. —Sidney agitó su cabeza con vehemencia—.

Eso es exactamente lo que soy y estoy bien con ello porque

es todo lo que siempre quise. Pero por darme todo, Nash

renunció a mucho. Renunció a los recuerdos de su padre

porque tenía miedo de lastimarme, renunció a su madre

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Otoño Carol Lynne
Carol Lynne
porque no le gusto y renunció al rancho porque sabía que

yo no era feliz allí. Algún día el verá eso y empezará a

resentirse conmigo por ello.

—Entonces, ¿qué es lo que estás diciendo? ¿Estás

pensando en regresar al rancho?

—Dios, no. Me marchitaría y moriría allí. Eso es lo

que estoy diciendo. Nash me lo dio todo, y la única cosa

que sé que lo haría feliz no puedo dársela. ¿Qué clase de

persona me hace?

—A pesar de que pareces estar disfrutando de tu

tiempo en la cruz, pienso que Nash tiene una buena vida

aquí. Tiene buenos amigos, un trabajo que ama y a ti.

Estoy seguro de que si no fuese feliz tú lo sabrías. Entonces

retírate de la lista de mártires y aprecia lo que vosotros dos

tenéis.

Sidney no pudo evitar reírse. Luke siempre tuvo la

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Otoño Carol Lynne
Carol Lynne
facultad de colocarlo en su lugar. —Te quiero pero a veces

eres un gilipollas.

—Detrás de ti, —respondió Luke antes de tomar otro

trago de su cerveza.

***************************

Después del largo y frío baño, Nash se puso un par

de jeans limpios y una camiseta antes de salir del cuarto de

baño. Había decidido que JJ ocuparía la pequeña casa

mientras trabajara en el rancho como parte de su sueldo. El

acuerdo les había parecido muy bien a Tommy y JJ y en las

raras ocasiones que Nash y Sidney los visitaran, no sería un

problema para ellos. Sin embargo, y por lo menos durante

unos días, eso significaba que Nash y JJ compartirían el

espacio. Nash cogió una botella de agua de la nevera y se

sentó junto a JJ en la sala de estar. —El baño está libre.

Con la camisa de fuera y colocándose de pie JJ tomó

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Otoño Carol Lynne
Carol Lynne
otro trago de cerveza. Había sido difícil para Nash resistirse

a la tentación ocupando un gran espacio en la nevera, pero

él sabía que si bebiese eso haría retroceder su puesta en

forma.

—Compré algunas hamburguesas cuando estuve en

la ciudad esta mañana. Pensé que las podríamos asar si

quieres, —dijo JJ.

—Claro. Voy a poner el carbón, mientras estás en la

ducha. —Nash se levantó y se dirigió a la puerta del fondo.

Era cada vez más evidente que JJ quería hablar sobre

Sidney, algo con lo que Nash no estaba cómodo. Le había

dicho a JJ lo básico, sin embargo. Nash estaba sorprendido

de que JJ ni siquiera supiese lo que Sidney hacía para vivir

o dónde estaba el lugar que su medio hermano llamaba

hogar.

Por lo que Nash podía decir, JJ no sabía nada sobre la

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Otoño Carol Lynne
Carol Lynne
relación de Jackson con Sidney. No, no es de mi

incumbencia, se dijo para sí mismo cuando cogía el carbón

en el cobertizo. La última cosa que necesitaba era arruinar

los recuerdos de JJ de su padre. Él era testigo de primera

fila de lo que ese tipo de dolor podía hacer en una persona.

Después de encender el carbón, Nash se sentó en una de

las descascarilladas sillas de metal en el césped y se quedó

mirando para las delgadas llamas.

La puerta de tela batiéndose le sorprendió. —Eso fue

rápido.

JJ se sentó al lado de Nash y abrió una cerveza. —Tú

no bebes, ¿verdad?

—Sí bebo, bueno, solía hacerlo, hasta que mi cuerpo

se fue a la mierda. Estoy trabajando duro para recuperarlo

y la cerveza, así como otras cosas, no están en la dieta.

—Encuentro difícil que una cerveza te fuera a hacer

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Otoño Carol Lynne
Carol Lynne
algún daño. Tienes un cuerpo increíble.

La columna de Nash se enderezó. Miró para JJ, su

mente hirviendo de preguntas. —¿Eres gay?

—Sí, pensé que lo sabías, —respondió JJ.

—No, no lo sabía. —Nash golpeó los dedos contra el

brazo de la silla—. ¿Jackson lo sabía?

—Creo que sí. Nosotros nunca hablamos

abiertamente sobre eso, pero nunca intenté esconderlo.

Pienso que fue por eso que me dijo que debería intentar

encontrar un trabajo en el rancho de Sidney.

—Espera un momento, déjame ver si lo entendí. Tú

sabías que Sidney era gay, ¿pero no sabías nada más sobre

él? —Nash encontró muy difícil dar crédito a que Jackson

fuera a dar aquel pedazo de información sobre su

primogénito y dejar el resto fuera. JJ negó con la cabeza—.

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Otoño Carol Lynne
Carol Lynne
Jackson no me habló sobre Sidney, me lo dijo mi madre.

—¿Pero estás medianamente seguro que Jackson

sabía que eras gay?

—Como te he dicho, nunca intenté esconderlo. Hasta

tuve un novio en el confinamiento durante un tiempo. ¿Por

qué?

Nash no podía imaginar una situación peor de la que

él estaba en ese momento. —Porque Jackson odiaba a

Sidney. Nosotros asumimos que era porque Sidney era gay.

JJ pasó la mano por sus cabellos rubios mojados. —

Lo siento, tío, no sé qué decir. Mi padre no hablaba sobre

Sidney, pero yo tenía la impresión de que era porque algo

malo había sucedido entre ellos y habían tenido un

desacuerdo.

Nash no pudo retener la lengua por más tiempo. —Sí,

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Carol Lynne
algo sucedió, Jackson le pegaba a Sidney con mucha

frecuencia. Cuando descubrimos que estaba mintiendo y

robando a su propio hijo, lo echamos del rancho.

El rostro de JJ se quedó sin color. —¿Qué es lo que

estás diciendo?

—Mierda. —Nash se levantó y se dirigió para la casa.

Precisamente esa era la conversación que no quería

comenzar con el hombre más joven—. Olvídate de lo que

he dicho.

—Oh, no, no vas a huir, —JJ escupió, alcanzando a

Nash cuando entró en la cocina—. No puedes simplemente

soltar algo así y largarte.

—No tengo derecho… —Nash comenzó.

—Que se joda. ¿Prefieres que llame a Sidney y lo cite

para explicarme eso a mí?

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Nash se recostó contra la encimera y cruzó los

brazos. —Jackson no fue un buen padre después de que la

madre de Sidney murió. Raramente hablaba con Sidney y

cuando lo hacía era para gritarle insultos o pegarle. Ya

está. ¿Estás feliz?

—No. —JJ negó con la cabeza—. Yo ni siquiera

reconozco al hombre del que estás hablando.

—Sí, eso es bastante obvio. Exactamente como fue

obvio para Sidney cuando fue al hospital y vio la foto de tu

familia, una familia que no lo incluía. Pienso que ese es el

motivo principal de que se fuese antes que tú llegaras aquí.

—Mi madre siempre nos dijo que Sidney no quería

tener nada con nosotros y que no lo mencionara cerca de

mi padre. —JJ abrió la nevera y cogió otra lata de cerveza.

—¿Me puedes dar una de esas? —Nash preguntó.

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Carol Lynne
JJ volvió a la nevera. —Necesito hablar con mi madre

sobre esto.

—Dudo que sea lo correcto. Ella ni siquiera sabía de

la existencia de Sidney hasta bastante después de que tú

nacieras.

—No lo entiendo. ¿Dónde estaba Sidney cuando eso

sucedió?

—Aquí. Él era un adolescente en esa época, cuando a

Jackson no le importaba nada dejarlo solo durante

semanas. Yo estaba aquí, en esta pequeña casa, era quien

se ocupaba de que Sidney comiese e hiciese sus deberes.

—Nash se encogió de hombros—. La verdad sea dicha,

pienso que Sidney era más feliz cuando Jackson estaba de

viaje.

—Si me lo permites, necesito ir a descubrir lo que mi

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madre sabía.

—¿Piensas que eso es sensato? Acaba de perder a su

marido, —le recordó Nash a JJ.

—No mencionaré la mayor parte, pero necesito saber

si papá nunca le dijo por qué arrancó a Sidney de su vida.

—Espero que ella lo sepa. Porque puedo decirte que

machacará a Sidney el saber que a ti te aceptó cuando a él

lo rechazó.

—Yo no quiero eso. Quiero decir, yo no lo conozco,

pero parece que él tuvo momento difíciles. No ayuda que

no fuese al funeral de mi padre.

Nash no sabía que decir.

Su corazón se partía por Sidney, pero sabía que no

sería fácil para JJ preguntar a su madre después de la

muerte de Jackson. —Prepararé la cena mientras

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Carol Lynne
telefoneas.

—Gracias.

—No me lo agradezcas. Tengo la sensación de que

tendrás una conversación que te abrirá los ojos.

****************

Después de una reunión tardía el lunes por la noche,

Sidney estaba ocupado juntando sus proyectos cuando Mike

se le acercó.

—¿Te apetece tomar algo antes de volver para casa?

Sidney miró a su alrededor esperando que Bobbi aún

estuviese en la oficina. Estaba tan enfrascado en sus

pensamientos que no se había dado cuenta que todos

habían salido. —Uhhhh, casi no. Me iré para casa y comeré

un sándwich o algo así. Nash llamará esta noche.

—Eso apenas es comer. Desde Acción de Gracias

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raramente hablas conmigo. ¿Hice alguna cosa que te

molestara? —Mike preguntó.

Sidney pensó cuidadosamente antes de responder.

Tenía que trabajar con Mike casi diariamente. No sería una

buena idea ponerlo en una posición incómoda diciéndole

que Nash tenía celos de él.

—Sólo comer. Lo prometo —Mike insistió, cuando

Sidney no respondió inmediatamente.

Sidney se mordió el labio inferior. Si fuese,

definitivamente tendría que decírselo a Nash más tarde. —

Claro —finalmente aceptó.

—¿Ya has estado en La Cocina? —Mike preguntó.

—Sí, es uno de mis favoritos. —Sidney podría comer

comida mejicana todos los días de la semana y no

cansarse de ella. Terminó de juntar sus papeles y los colocó

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Carol Lynne
encima de su mesa de diseño mientras Mike apagaba las

luces.

—Te seguiré, —dijo Sidney camino del aparcamiento.

Mike miró para Sidney unos momentos antes de

aceptar. —De acuerdo.

De camino al restaurante, la conciencia de Sidney

comenzó a remorderle. Sabía que no sería capar de comer

a menos que se lo contara a Nash. Sacó el teléfono de su

bolsillo.

—¿Diga? —Nash le respondió, con un tono distraído

de voz.

—¿Estás ocupado? —Sidney preguntó.

—Sólo asando unas hamburguesas.

El que Nash no continuara, envió señales de alarma a

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la cabeza de Sidney. —¿Cuál es el problema?

—Nada de lo que pueda hablar ahora.

—¿JJ está ahí?

—Sí.

Sidney se preguntó si los dos hombres estaban

empezando a irritarse el uno con el otro.

—De acuerdo. Acabo de salir de una reunión y Mike

me pidió que comiera con él. Estamos yendo para La

Cocina. Sé que probablemente tendría que haberle dicho

que no, pero tengo que trabajar con el tipo y ofenderlo sólo

dificultaría las cosas.

—¿Va Bobbi? —Nash preguntó.

—No, ella tenía una cita y estaba ansiosa por volver a

casa. Sólo es una comida. —Sidney aclaró la garganta—.

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Puedes confiar en mí.

—Lo sé, —Nash susurró—. Te echo de menos.

Sidney sonrió. Aparcó su coche al lado del de Mike y

levantó un dedo, indicando que estaba al teléfono. —

También te echo de menos. ¿Cuándo vuelves a casa?

—Deberíamos tener todo listo el viernes, por lo que

debería llegar en cualquier momento del sábado.

—Sabes que puedes regresar antes de que todo el

heno sea retirado del campo. —Sidney odiaba dormir solo,

pero lo que más odiaba todavía era la idea de que Nash

prefiriera estar en el rancho sudando que en casa con él.

—Lo sé, pero me estoy divirtiendo. Hacía mucho

tiempo que no tenía un día de trabajo honesto.

—Quieres decir que ha pasado mucho tiempo desde

que trabajaste y sudaste el culo por poco o ningún dinero

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Otoño Carol Lynne
Carol Lynne
—Sidney le corrigió.

Nash se rió. —Sí, probablemente tengas razón en

eso.

Enfrente del carro, Mike se recostó contra la pared de

ladrillos del restaurante y cruzó los brazos.

La acción llamó la atención de Sidney hacia los

poderosos músculos apretándose contra la fina camiseta

azul clara. —¿Me vas a llamar más tarde?

—Claro, —Nash respondió. ¿A qué hora piensas que

vas a estar en casa?

—Dos horas, como máximo. A estas horas de la

noche el tráfico no debe de ser muy malo.

—Claro. Te amo.

—También te amo —respondió Sidney, cerrando los

ojos. Permaneció en esa posición unos instantes después

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Otoño Carol Lynne
Carol Lynne
de que Nash colgara. Más de una vez se había dicho a si

mismo que no había nada de equivocado en sentirse

atraído por otro hombre mientras no hiciera nada con eso.

Unos momento más tarde se acercó a Mike. —

Perdona por eso.

—Ningún problema. Nash, me imagino.

—Sí. Va a quedarse allí hasta el sábado por la

mañana.

Mike se acercó a la puerta y la mantuvo abierta para

Sidney. —Después de ti.

Sidney levantó dos dedos hacia la recepcionista y

esperó a que les diera dos menús. —Por aquí, —dijo ella.

—Una cabina, si tienen una —Mike le dijo por encima

del hombro de Sidney.

Sidney se tragó la protesta. Las únicas cabinas en el

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Carol Lynne
pequeño restaurante estaban hacia la parte de atrás, más

allá de las mesas grandes.

Sentado enfrente de Mike, Sidney cogió el menú y

fingió que no lo tenía memorizado.

Evidentemente, no había engañado a Mike. Él acabó

cogiendo el menú de las manos de Sidney.

—De acuerdo, quiero que me digas que hice para

molestarte.

—No hiciste nada.

El camarero colocó patatas fritas y dos pequeños

cuencos de salsa sobre la mesa. —Soy Todd, seré su

camarero esta noche. ¿Puedo traerles alguna cosa del bar?

—Margarita, —Sidney y Mike dijeron al mismo

tiempo, haciendo reír a Sidney.

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Carol Lynne
—Inmediatamente, —dijo Todd, dejando la mesa.

Sidney cogió el salero y lo inclinó sobre las patatas

fritas. —¿Te importa?

—Ni un poco. —Mike apoyó sus brazos en la mesa y

esperó a que Sidney terminara antes de coger una patata—

. ¿Puedo ser honesto contigo?

—Claro. —Sidney sumergió su patata en la salsa y la

metió entera en la boca.

—Me siento atraído por ti. —Mike anunció, mirando

para Sidney.

Sidney asintió. —Eso es lo que Nash me dijo.

—Está celoso, ¿no?

—Algo así. —Sidney cogió otra patata. ¿Dónde

diablos estaba la bebida? —Le dije que estaba loco. Que un

tipo como tú podría tener a quien quisiera, pero él me dijo

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Otoño Carol Lynne
Carol Lynne
que se dio cuenta de la forma que mirabas para mí en el

café de la mañana del día de Acción de Gracias.

—Obviamente, no puedo tener a quien quiero, o tú

estarías calentando mi cama, en vez de la de Nash.

Todd apareció con sus bebidas, dando la oportunidad

a Sidney de digerir la declaración de Mike. —Gracias.

—¿Ya decidieron sobre la comida? —Todd preguntó.

—Yo quiero el número tres, sin jalapeños —Sidney

pidió.

—Burrito de carne picada y lo voy a acompañar con

jalapeños.

Sidney tomó un trago de su margarita helada,

esperando que el cerebro congelado llevase los

pensamientos de la cama de Mike lejos de su mente.

—¿Te hace sentir incómodo el saber que pienso en ti

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Carol Lynne
todo el tiempo? —Mike preguntó.

—Sabes que sí. —Sidney decidió colocar las cartas

sobre la mesa—. Mira Mike, no voy a mentirte y decir que

no me siento atraído por ti, pero tengo a Nash.

—¿Y si Nash no estuviese en escena?

Una sensación de calma de repente cayó sobre

Sidney. —Si Nash no estuviese en escena yo no estaría

aquí. Sin Nash estaría muerto o desperdiciando mi vida en

otro lugar. Él es la mejor parte de mí y la razón por la cual

estoy donde estoy hoy. Me gusta trabajar contigo, pero si

eso va a ser un problema, tengo claro que hay otro trabajo

por ahí fuera que puedo conseguir.

Mike sonrió. —No voy a decir que no estoy

decepcionado, pero es bueno ver la monogamia en acción.

Prometo no ir detrás de ti nuevamente. —Él guiñó un ojo—.

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A no ser, claro, que algo pase entre tú y Nash.

—Nada va a suceder que pueda separarnos. Eso te lo

puedo garantizar. —Sidney se sentía cien por cien mejor.

No podía esperar que Nash volviera para casa.

******************

En el momento en que Nash colocó la maleta en el

suelo, Sidney se arrojó a sus brazos. —Estás tan moreno.

Nash levantó a Sidney algo más y lo llevó al sofá,

colocando a Sidney en su regazo. —JJ me convenció de que

condujera el tractor sin camisa.

—¿Cómo está JJ? —Sidney preguntó.

—Bien, creo. Está pasando por un mal momento con

todo lo que descubrió sobre Jackson, pero estaba mejor

ayer.

Sidney se agachó y empujó la camiseta de Nash

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Carol Lynne
sobre su cabeza y la tiró. —Cuando me dijiste por qué mi

padre me odiaba tanto, dolió, pero empecé a darme cuenta

de que yo lo odiaba aún más sabiendo que el dinero estaba

detrás de todo. Quiero decir, ¿cómo se atrevió a negarme

las disposiciones de mi madre? Yo apenas era un niño.

Nash se quedó sorprendido de que Sidney estuviese

llevando las nuevas revelaciones tan bien.

—Pienso que es con eso con lo que JJ está teniendo

más dificultades, también. —Pasó los dedos por los sedosos

cabellos negros de Sidney y lo atrajo para un beso. Lamió

los labios de Sidney durante unos instantes antes de

empujar su lengua profundamente dentro del calor de

Sidney. Sidney comenzó a mover su culo contra la polla de

Nash cuando el beso se volvió una jodida total de lengua.

Nash metió sus manos por la parte de atrás de los

pantalones de chándal de Sidney y le agarró las nalgas. Se

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Otoño Carol Lynne
Carol Lynne
abrió camino en dirección al centro de calor de Sidney y

acarició la piel arrugada con la punta de su dedo medio.

—Eres una droga, sentí tu falta, —dijo, rompiendo el

beso. Retiró su mano y lamió el dedo antes de tocar el

agujero de Sidney una vez más.

Sidney se inclinó hacia el dedo de Nash, empujándolo

hacia adentro.

—Aaahh —Sidney gimió.

—¿Lo necesitabas, bebé? —Nash preguntó.

Nash podía asegurarlo. Parecía que todas las noches

cuando Nash llamaba a Sidney, había encontrado a su

amante con un vibrador en su culo, implorando a Nash que

hablase sucio con él. No es que a Nash le importara.

Demonios, su mano derecha se había convertido en su

mejor amiga durante la última semana y media. —Vamos

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Otoño Carol Lynne
Carol Lynne
para arriba.

Sidney hizo un gesto hacia la botella de lubricante

sobre la mesa de café. —Traje las cosas aquí abajo porque

sabía que no sería capaz de esperar.

Nash permaneció con Sidney enrollado en torno a él.

—Coge el lubricante para que no tenga que sacar el

dedo de tu culo.

Con una carcajada, Sidney estiró la mano y cogió la

botella. —Hace mucho tiempo que no me cargas hasta la

cama.

A pesar de que Sidney no quería decir eso como un

comentario cortante, Nash se lo tomó así. —Estoy más

fuerte ahora de lo que solía estar.

Cuando comenzó a subir los escalones, la mano libre

de Sidney recorría su pecho. —Doy fe de ello. Tu cuerpo me

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está pareciendo impresionante.

Satisfecho porque Sidney notara cuanto estaba

trabajando para conseguir un cuerpo en forma, Nash subió

los dos últimos escalones de una vez. —Una vez que te

tenga en la cama, no pienso salir de ella hasta el lunes.

En el momento en que Nash colocó a Sidney sobre el

colchón king-size, su corazón estaba martillando. No era el

ritmo acelerado que venía con el ejercicio, era algo

diferente. Irregular fue la palabra que le vino a la mente.

Alejó los pensamientos de las preocupaciones y se dijo a si

mismo que era el deseo que sentía por el hombre que

estaba en sus brazos, nada más.

Nash observó a Sidney quitarse su pantalón de

chándal antes de comenzar a desnudarse. Desnudo y de pie

sobre Sidney, Nash sonrió. —Prepárate para ser jodido

durante las próximas treinta y seis horas.

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Sidney miró para el reloj. —En realidad, son treinta y

ocho horas, pero pienso que te voy a permitir dos horas de

descanso entre hoy y la mañana del lunes.

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Carol Lynne
Capitulo 5

Octubre de 1997

Sentado en la silla, Nash refregó su pecho, con la

esperanza de aliviar la presión que sentía. Enfrente de él

estaban los números, indicando su pérdida del día. Un día y

buena parte del dinero que ganara el último año se había

ido. ¿Por qué había decidido arriesgar su dinero en la

bolsa? Nash estiró el brazo y apagó el ordenador antes de

levantarse lentamente. Si consiguiese llegar hasta la cama,

tenía la certeza de que su respiración y ritmo cardiaco

volverían a la normalidad. Sólo era el shock de la caída lo

que le causó el ataque de ansiedad, nada más.

En cuanto llegó al dormitorio, Nash cayó en la cama y

giró de lado, doblando su cuerpo por la mitad. Miró para el

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Carol Lynne
teléfono y se preguntó si debería llamar a Sidney. Si

realmente fuera un ataque de ansiedad, se sentiría como

un idiota por sacar a Sidney de su puesto de trabajo, pero

¿y si fuese algo más?

Sidney estaba totalmente concentrado en Lincolwood,

trabajando en su proyecto más reciente. No solamente se

molestaría porque lo llamara Nash para volver a casa por

algo frívolo, sino cuando descubriese cuánto dinero había

perdido Nash en la bolsa en pocas horas, estaría furioso.

Cerrando los ojos, Nash intentó colocar los

pensamientos sobre la bolsa fuera de su mente, mientras

se concentraba en desacelerar su respiración. Maldición, él

estaba en la mejor forma de toda su vida, ¿por qué le

estaba pasando esto?

Debió caer en un sueño, porque la siguiente cosa que

percibió, fue a Sidney sentado a su lado, despeinando su

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Carol Lynne
cabello.

—Despierta, dormilón.

Nash sonrió a su compañero. —¿Qué hora es?

—Casi las siete. Pensé que podríamos salir a cenar,

pero si estás muy cansado, puedo encontrar alguna cosa

para preparar.

Nash extendió la mano y pasó sus brazos alrededor

de Sidney. —Quédate conmigo un momento y luego

salimos.

Sidney se quitó los zapatos y se estiró al lado de

Nash.

—Oí sobre la pequeña caída camino de casa desde el

trabajo. ¿Fue mala?

Nash apoyó su cabeza contra el pecho de Sidney y

asintió. —Muy mala. —Él respiró profundamente—. Lo

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siento mucho.

—¿Por qué te estás disculpando? ¿Fuiste tú quien lo

provocó?

—No, pero perdí mucho dinero.

—Entonces, vas a retroceder, reorganizarte e invertir

nuevamente. ¿No eres tú el que me dice siempre que

perder dinero es tan parte de la bolsa como ganarlo? Lo

importante es no entrar en pánico. No estamos yendo al

asilo de pobres de momento, por lo tanto, vamos a

superarlo.

Nash se deslizó para compartir la almohada con

Sidney. —Estaba tan preocupado de que me odiaras.

—Eso es ridículo. Aunque hubiésemos perdido todo

no podría odiarte.

Cuanto más tiempo Nash permanecía acostado con

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Sidney, menos se quería levantar. El estrés del día

realmente se había cobrado su precio. —¿Por qué no

pedimos una pizza o algo a un chino?

—De acuerdo. Por supuesto sabes que uno de

nosotros tendrá que, en algún momento levantarse y

atender la puerta.

—Te ha tocado, —Nash murmuró, besando el lateral

del cuello de Sidney.

*************************

—Vamos, llegaremos tarde, —Sidney gritó en el

momento en que el timbre sonó. Cogió la bandeja de dulces

en miniatura que estaban sobre la mesa de la entrada y

abrió la puerta. Sidney retrocedió, fingiendo asustarse de

un vampiro de seis o siete años de edad.

—Me asustaste. —El niño se rió, descolocando sus

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Carol Lynne
colmillos de plástico.

—Truco o trato.

Sidney dejó caer unos pocos dulces dentro de la

gigante cabeza de calabaza naranja y sonrió. —Que tengas

un buen Halloween. —Cerró la puerta y comenzó a gritar a

Nash una vez más—. Ven antes de que esos pequeños

duendes coman todos mis dulces.

Nash finalmente bajó la escalera, abotonándose,

todavía la camisa. —Perdona. Estaba hablando con Peter.

Piensa que Amazon va a dividir sus acciones en un futuro

próximo, por eso, eché un ojo a mi cartera y decidí comprar

todo lo que me podía dar el lujo de perder.

Sidney puso los ojos en blanco. Habían pasado

algunos días desde la caída de la bolsa y Nash parecía

obcecado en ganar de nuevo el dinero que había perdido.

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Otoño Carol Lynne
Carol Lynne
—Es Halloween. ¿Podemos, por favor, no hablar

sobre la bolsa hoy por la noche?

Nash se paró en el proceso de colocar su chaqueta de

cuero negro. —Claro.

—Gracias. —Sidney se puso en la punta de los pies y

le dio un beso rápido a Nash—. Ahora vamos a salir de aquí

antes de que alguien toque el timbre.

—Van a tirar huevos a nuestra casa si no estamos

aquí para dar caramelos, —Nash le recordó.

—Voy a correr el riesgo. —Cerró la puerta del frente y

siguió a Nash al garaje. Ellos no habían planeado nada

importante para la noche, sólo una partida de cartas con

Butch y Luke, pero Sidney estaba ansioso por sacar a Nash

de la casa, por primera vez, en días. Mientras Nash salía

del garaje, Sidney recordó de la llamada telefónica que

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Carol Lynne
había recibido más temprano.

—Oh, Butch quiere que pares y compres más cerveza

por el camino.

Nash hizo un ruido que se parecía, sospechosamente,

a un gruñido. —¿Por qué siempre nos invita y luego nos

hace comprar la cerveza? Cabronazo.

Sidney se deslizó al otro lado del asiento y colocó la

mano sobre la rodilla de Nash. —Él nos invita más porque

es más fácil para Luke que nos reunamos en su casa. ¿Qué

es lo que te pasa de repente? No parecía que te importara

comprar la cerveza antes.

—Nada. Simplemente estaría bien que Butch hiciera

eso de vez en cuando. —Nash continuó refunfuñando.

Sidney retiró su mano antes de que Nash tuviera la

oportunidad de morderlo. Era tan cierto como el infierno

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Carol Lynne
que él esperaba que una noche con amigos fuese suficiente

para mejorar el humor de su compañero, porque él ya

había tenido su ración de eso.

*********************

En mitad de la velada, Nash huyó al aislamiento del

pequeño baño. . Cerró la tapa del inodoro y se sentó antes

de descansar los brazos sobre las rodillas. Aunque amaba a

Sidney con todo su corazón, no tenía ganas de oír la serie

de insultos de Luke y Sidney de un lado para otro. No

ahora. No cuando tenía tantas otras cosas en su mente.

Lo que él había tomado por un ataque de ansiedad,

evidentemente, había sido algo más, porque tuvo un

episodio similar en la ducha más temprano esa misma

noche. Se había llevado todas sus fuerzas el vestirse y

enfrentarse a Sidney sin caer por las escaleras. Había

escondido su preocupación detrás de una máscara de rabia

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Otoño Carol Lynne
Carol Lynne
dirigida hacia Butch por atreverse a pedir un maldito pack

de cervezas.

Nash se levantó, abrió el agua fría y se mojó la cara.

Tal vez estuviese preocupado por nada. Era probable que

sólo estuviera teniendo una reacción adversa a la nueva

proteína en polvo que había empezado a tomar.

—Tiene que ser eso, —le dijo a su reflejo. Tiraría la

maldita cosa en el momento que llegase a casa. Si sus

síntomas no mejoraban en algunas semanas, iría a ver a un

médico.

Un golpe sonó en la puerta. —¿Estás bien? —Sidney

preguntó.

—Sí. —Nash secó su rostro en una toalla de mano

antes de abrir la puerta. Le sonrió a Sidney, sintiéndose

mejor ahora que pensaba que había descubierto lo que

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Carol Lynne
estaba pasando con su salud—. ¿Listo para jugar?

Sidney meneó la cabeza. —Estuviste aquí durante

más de veinte minutos. Butch y Luke están listos para ver

la película ahora.

—Oh, es cierto. —Nash siguió a Sidney hasta la

salita. Luke ya estaba acomodado en el gran sofá doble con

Butch sentado a su lado.

—¿Algo que comiste? —Butch preguntó con una

risita.

—Cállate, —Nash respondió. Cogió su posición

habitual en el sofá y esperó a que Sidney se enroscara a su

lado.

—Yo traje la cerveza, por lo tanto tú tienes que hacer

las palomitas.

—Más tarde.

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Carol Lynne
Nash pasó el brazo alrededor de Sidney cuando Butch

puso en marcha la película. Esperaba que fuese una que ya

hubiera visto, porque no había forma de que fuese capaz de

concentrarse lo suficiente para seguirla.

Sidney descansó su cabeza en el pecho de Nash. —

¿Estás seguro de que estás bien?—

—Estoy bien, no te preocupes. —Rezó para que las

palabras fuesen ciertas.

******************************

Noviembre de 1997

—Sidney, —gritó Nash desde la sala de estar.

—Estoy comprobando el pavo, —Sidney le

respondió—. Estaré ahí en un minuto. —Devolvió la gran

ave al horno, asegurándose que el papel de aluminio

permaneciera sobre la fuente y cerró la puerta. Por

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Carol Lynne
centésima vez aquella mañana, Sidney se preguntó por qué

continuaba teniendo invitados por Acción de Gracias.

Amaba la idea de tener a todo el mundo que le importaba

en un único local, pero raramente conseguía pasar el día,

por lo menos, sin una avería.

Para aumentar su nivel de estrés, JJ había llamado y

preguntado si podía unirse a ellos al final de la semana de

vacaciones. Rechazar la petición no parecía una opción,

pero Sidney no estaba preparado para encontrarse con su

medio hermano en una casa llena de personas.

Después de un rápido lavado de manos, Sidney entró

en la sala de estar. —¿Qué pasa? —preguntó con

impaciencia.

Nash paró en medio de la conversación e hizo un

gesto hacia el bello hombre con el que estaba hablando. —

JJ está aquí.

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Otoño Carol Lynne
Carol Lynne
Mierda. Sidney se empujó hacia adelante con la mano

extendida, con sus rodillas amenazando ceder. —Es un

placer conocerte.

JJ se levantó y cogió la mano de Sidney, usándola

para atraerlo a un abrazo. —He esperado mucho tiempo

por esto, hermano mayor.

Sidney tragó el nudo en su garganta. No estaba

seguro de estar preparado para ser el hermano mayor de

nadie. Se había sentido como un hijo único toda su vida.

¿Alguien era realmente de la familia solo porque

compartían la mitad de sus genes?

Sus amigos eran su familia y no compartían una gota

de sangre entre ellos.

Sidney miró para Nash, silenciosamente pidiéndole

ayuda cuando JJ no lo soltó inmediatamente. Le dio al

hombre algunos golpecitos amigables en la espalda, pero

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Carol Lynne
todavía no se sentía a gusto abrazándolo. No es que no

simpatizase con JJ. El hombre había descubierto las peores

cosas sobre su padre en los meses transcurridos desde la

muerte de Jackson, pero por alguna razón el abrazo

parecía… forzado.

—¿Por qué no cogemos tu equipaje? —sugirió Nash.

JJ abrazó a Sidney una vez más antes de retroceder.

Sidney se sorprendió al ver lágrimas en los grandes

ojos azules de JJ. —Lo siento mucho —JJ apenas susurró en

los oídos de Sidney.

Algo dentro de Sidney cambió mientras miraba para

aquellos ojos llorosos. —No es culpa tuya —le contestó,

sintiendo honestamente las palabras por primera vez.

La manzana de Adán de JJ subió y bajó varias veces

mientras parpadeaba para evitar las lágrimas antes de

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Otoño Carol Lynne
Carol Lynne
girarse hacia Nash.

—Sólo tengo una mochila, voy a buscarla.

En el momento que JJ dejó la casa Nash se aproximó

y lo abrazó. —¿Estás bien?

En vez de decir automáticamente que estaba bien,

Sidney realmente se lo pensó. Por alguna razón JJ,

obviamente, quería tener una relación con él. Sidney no

sabía por qué él no había oído hablar de su otros medios

hermano y hermana, por lo que no tenía ni idea de cual era

el tipo de relación de JJ con ellos.

¿Y si JJ se sentía como un extraño en su propia

familia y estaba buscando un lugar al que pertenecer?

¿Sidney podría realmente alejarse de alguien así?

—Sí —Sidney dijo finalmente—. El abrazo fue un poco

violento, pero JJ parecía necesitarlo y yo estoy bien con

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Carol Lynne
eso.

JJ llamó a la puerta antes de abrirla, con la mochila

en la mano.

—¿Estáis seguros de que no os importa que me

quede aquí?

—Por supuesto que no —respondió Sidney—. Siempre

que no te importe compartir el cuarto con Eric. No te

preocupes hay dos camas individuales en la habitación.

JJ sonrió. Fue el primer atisbo de un hombre

encantador. —No me importa compartirlo.

Nash se aclaró la garganta. —Eric es un verdadero

mujeriego, por lo que probablemente no tendrás suerte con

él.

JJ se encogió de hombros. —Nunca se sabe.

Nash se rio y gesticuló en dirección al cuarto de

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Otoño Carol Lynne
Carol Lynne
huéspedes en el piso de abajo. —Por aquella puerta.

JJ asintió y se llevó la mochila fuera de la sala.

—¿Piensas que realmente flirteará con Eric? Eso

podría ser un desastre. —Sidney no quería que Eric se

sintiera mal a gusto, aunque a Eric le encantaba hacer

sentir mal a Sidney hablando de tetas y coños—. Olvídalo.

No me importaría ver a Eric sufrir el encanto obvio de JJ.

—Eres perverso —Nash afirmó con una carcajada.

Sonriendo, Sidney se encogió de hombros. —Voy a

estar en la cocina. Envíame a Luke cuando llegue.

—¿Lo vas a poner a trabajar otra vez? Tuve que oír

sobre eso todos los días el año pasado.

—Es bueno para él. Butch lo mima como lo hacía su

madre.

Nash besó la cabeza de Sidney. —No más de lo que

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Otoño Carol Lynne
Carol Lynne
yo te mimo.

—Eso es una cochina mentira y tú lo sabes, —le

rebatió Sidney.

—¿Lo es? —Nash preguntó mientras reía y salía de la

sala.

Sidney entrecerró los ojos y maldijo a Nash bajito

mientras se retiraba hacia la cocina.

***************************

La familia Ballentine asumió la limpieza bajo la

supervisión de Sidney. Le dijeron que se sentara a la mesa

de la cocina y les indicase donde iban las cosas sin levantar

un dedo. Observar a los muchachos Ballentine tratar de

hacer todo lo suficientemente bien como para guardar la

comida y lavar los platos fue el mejor show después de la

comida que Sidney hubiera visto.

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Otoño Carol Lynne
Carol Lynne
—Lamento la ausencia de vuestros padres, —dijo

Sidney—. Quiero decir que comprendo por qué ellos no

vinieron este año, pero me parece extraño no verlos.

Peter colocó el montón de platos de porcelana en el

armario envidriado. —Ellos se niegan a darse por vencidos

con Josh. Por eso, cuando él llamó y les pidió que lo

visitasen en una clínica de rehabilitación durante las fiestas,

ellos lo dejaron todo.

Era la cuarta vez que Josh entraba en un programa

de rehabilitación, e infelizmente, Sidney no tenía muchas

esperanzas de que se mantuviera limpio por mucho tiempo.

Sus sentimientos parecían ser compartidos con el resto de

sus hermanos, pero nadie, además de Luke se atrevía a

decirlo públicamente.

—Entonces, ¿qué pasa con tu hermano? —Eric

preguntó—. Yo ni siquiera sabía que tenías un hermano.

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Otoño Carol Lynne
Carol Lynne
—JJ es mi medio hermano. Lo conocí esta mañana,

aunque había hablado con él por teléfono algunas veces

desde que mi padre murió. —Sidney no tenía claro cuánto

sabía el resto de la familia Ballentine sobre su familia, por

lo que decidió decirles lo más básico.

—Entonces, ¿por qué no está aquí ayudándonos con

la limpieza? —Eric preguntó.

—Porque él no sólo condujo toda la noche para llegar

aquí, sino que peló las patatas. —Sidney entrecerró los ojos

mirando a Luke, que no había aparecido hasta justo antes

de la comida.

—Eh, por lo menos llamé para decirte que tenía que ir

al aeropuerto con Butch.

Sidney no estaba resentido con Luke, pero Luke no

necesitaba saberlo.

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Carol Lynne
—Sí, porque Butch no sabía el camino al maldito

aeropuerto. —Sidney le contestó.

—Como fuera —Luke refunfuño.

—Y él se queda fuera de lavar la loza, —Zac apuntilló.

—No es culpa mía si no puedo alcanzar el fregadero

—Luke se defendió.

—Disculpas, disculpas, disculpas, —Zac se burló de

su hermano mayor.

Sidney sonrió, sabiendo que nadie de la sala se

tomaba las bromas personalmente. La discusión era tan

parte de Acción de Gracias como el pavo.

La puerta de la cocina se abrió y Butch entró. —¿Voy

a tener que separaros, niños?

—No, —dijeron varios de los hermanos al mismo

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Carol Lynne
tiempo.

—Ellos me estaban provocando, —Luke le dijo a

Butch.

Sidney esperaba que Butch defendiese a Luke, pero

apenas sonrió. —Adoras eso, y tú lo sabes. Apenas hay

silencio para que podamos oír el juego. —Butch le dio un

rápido beso a Luke antes de coger unas botellas de cerveza

de la nevera—. En el momento que paren de jugar y tengan

todo limpio, voy a estar a gusto de nuevo.

Peter tiró un paño de cocina en la espalda de Butch

mientras salía de la cocina. Sí, una típica Acción de Gracias.

**************************

Sidney fue el primero en levantarse a la mañana

siguiente. No se molestó en tomar un baño ya lo había

hecho antes de dormir. Se vistió en silencio y se arrastró

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Carol Lynne
fuera del cuarto para no despertar a Nash. El café de la

mañana después de Acción de Gracias había sido idea suya,

por lo que intentaba cuidar él mismo los detalles. Además

de eso, Nash parecía exhausto después de la noche

anterior.

Al final de la escalera, Sidney se paró escuchando los

sonidos que venían de la habitación de invitados del piso de

abajo. Empezó a andar lentamente mientras se aproximaba

a la puerta. Los ruidos eran inconfundibles. Mierda. JJ

trabajaba rápido, se merecía la enhorabuena. Escuchó

durante unos minutos más hasta que los sonidos hicieron

que se pusiera duro. Repugnante. Ese es mi hermano.

Irritado por su reacción, Sidney dejó a los dos

hombres enfrascados en su pasión y caminó hasta la

cocina. Se sorprendió al encontrar a Peter sentado a la

mesa bebiendo una taza de café. —¿Qué es lo que estás

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Carol Lynne
haciendo levantado?

Peter levantó los ojos del periódico de la mañana. —

Mi habitación está justo encima de la habitación del piso de

abajo. Creo que no he pegado ojo en toda la noche.

—¿Lo sabías? —Sidney se sirvió una taza de café y se

sentó junto a Peter en la mesa.

—¿Sobre Eric? —Peter se encogió de hombros—. No,

pero no me sorprende. Su cabeza no ha estado en nada

aparte del sexo desde que tenía quince años. Pero eso no

quiere decir que lo quiera oír. Demonios, ya hace casi un

año desde que yo… —Él sacudió la cabeza—. No tiene

importancia.

—Lo siento mucho por lo de Janet.

—No lo sientas. Yo sabía mucho antes de que me

dejara que ella ya no me amaba. Lo intenté, pero

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realmente no funciona cuando es unilateral.

—¿Y nada desde entonces? —Sidney sabía que estaba

siendo demasiado curioso, pero era raro que Peter hablara

sobre cualquier cosa diferente a los negocios.

—No. Decidí tomarme algún tiempo para

recomponerme. Ya sabes, superar la amargura.

—¿Y lo conseguiste?

—Pienso que sí. —Peter se levantó y volvió a llenar su

taza—. ¿Tu amiga va a estar aquí hoy?

—¿Bobbi? Sí. —Sidney se acordó de lo bien que los

dos habían encajado el año pasado—. De todas formas

déjame avisarte. Bobbi no tiene permiso para mudarse a

Philadelphia, ¿entendiste?

Peter se rió. —Estaba pensado invitarla a comer, no a

que se mudara.

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—Sí, bien, tú dices eso ahora, pero no estás a su

alrededor tanto como yo. Créeme, si yo fuese hetero Bobbi

sería para mí.

—Recordaré eso.

—Perfecto. —Sidney golpeó la mesa y se levantó—.

¿Cómo eres de bueno pelando patatas?

************************

Sidney acorraló a Eric en la cocina antes de que el

resto de los invitados llegaran. —¿Hay algo que me quieras

decir?

Eric cruzó los brazos. —¿Realmente quieres un relato

completo de mi noche con tu hermano?

—No. Simplemente me sorprendí cuando bajé esta

mañana y os oí en plena acción.

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—Es un jodido maníaco en la cama.

—Sí, eso es información de más. Lo que yo no sabía

es que tú te inclinabas de esa forma, o ¿es JJ el primero?

—Primero, último, ¿qué importa? Me gusta y con eso

es suficiente para mí.

Era obvio que no conseguiría una respuesta directa

de Eric, por lo que Sidney cambió de asunto. —Entonces,

nadie quiere hablar de ello, pero necesito saber cómo está

Josh realmente.

—¿Honestamente? No lo sé. Mamá y papá parecen

pensar que llegó al fondo del pozo y no tiene para dónde ir,

excepto para arriba, pero no estoy convencido.

—¿Piensas que debo ir a verlo?

—No. Pienso que ninguno de nosotros debe hacerlo

hasta que nos pruebe que puede estar limpio.

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—Quizás tal vez le ayudase saber que tiene un

sistema de apoyo, —comentó Sidney.

—Él tuvo un maldito sistema de apoyo toda su vida y

no cambió nada. Continúa intentando arrastrar a todo el

mundo para abajo con él. Es mi hermano y lo quiero, pero

hasta que se importe lo suficiente así como su familia para

permanecer limpio, yo terminé con él.

Sidney no se sorprendió por la rabia de Eric. Josh era

el mayor de los dos. Era simplemente una vergüenza que el

hombre no hubiera crecido.

JJ entró en la cocina con una sonrisa. —Ei, —saludó.

Eric ni siquiera lo esquivó cuando JJ se paró frente a él y le

dio un profundo beso. La verdad es que Eric pasó los brazos

en torno a JJ y llevó el beso a otro nivel.

—Voy a comprobar el arreglo de la mesa, —dijo

Sidney cuando los dos hombres empezaron a refregarse

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uno contra el otro.

Huyó para el garaje, donde se encontró a Nash y a

Peter hablando de negocios. —¿Todo bien aquí afuera?

—Sí, pero no podemos meter otra mesa o silla aquí,

por lo que si tú sigues aumentando personas tendremos

que encontrar un local para alquilar o algo así.

—¿O podemos comprar una casa más grande? —

Sidney sugirió. Él siempre había soñado con proyectar y

construir su propia casa.

—¿Con esta economía?¿Estás loco? —Peter chilló.

—A menos que estés durmiendo conmigo, no tienes

una palabra que decir al respecto, —le dijo Sidney a Peter.

—Él tiene razón, lo sabes. —Nash estiró la mano y

envolvió sus dedos con los de Sidney—. Tal vez algún día.

—Sí, algún día, —Sidney refunfuñó. Besó la parte de

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arriba de la mano de Nash antes de moverse—. Es mejor

que regrese, así podré escuchar el timbre.

—¿Eric y JJ no están dentro? —Nash preguntó.

Sidney intercambió una mirada con Peter. —Ellos

están ocupados en este momento. Tal vez Peter pueda

darte detalles. —Dejó a Peter tartamudeando mientras

caminaba hacia la puerta de delante en vez de arriesgarse

a interrumpir algo en la cocina.

A pesar de no importarle lo de Eric y JJ juntos, Sidney

esperaba que eso no pusiese las cosas difíciles para el resto

de Acción de Gracias aún por llegar.

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Capítulo 6

Julio de 1998

—No, Lionel decidió que quiere esa pared entera

hecha totalmente de ventanas, —dijo Sidney—. Vas a tener

que arrancar todo ese yeso y rehacer todo. —De pie en la

cocina de su proyecto más reciente, Sidney examinaba

cuidadosamente los cambios del proyecto con Mike. Odiaba

cuando los clientes hacían cambios de última hora pero por

lo menos habían sido informados con anticipación de que

implicaría costes adicionales.

Mike se secó el sudor de la cabeza. Estaban en medio

de una ola de calor poco común y el aire acondicionado no

había sido todavía totalmente instalado. —¿Las ventanas ya

están encargadas?

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Carol Lynne
—Sí, pero no van a estar aquí hasta pasado mañana.

—El teléfono móvil de Mike sonó, interrumpiendo a Sidney.

—Espera. —Mike sacó el teléfono de su funda en el

cinturón—. Mike —respondió. Sidney vio como las oscuras

cejas de Mike se juntaron—. Estamos de camino. —Colgó el

teléfono—. Tu móvil está apagado, —le dijo a Sidney.

Sidney sacó su teléfono del bolsillo. —Mierda. Lo

apagué hoy por la mañana cuando me encontré con Lionel.

—Era Ben. El hospital te llamó y cuando no pudieron

comunicarse contigo, llamaron al trabajo. Llevaron a Nash a

emergencias hace unos minutos. Se desmayó en el

supermercado.

Sidney apretó el brazo de Mike. —Espera un minuto.

No lo estoy entendiendo. ¿Está bien?

—No lo sé, —Mike gritó—. Voy a llevarte al maldito

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Carol Lynne
hospital.

Sidney malamente conseguía mantenerse de pie

mientras Mike lo ponía a andar. Mientras se dirigían hacia el

Northwestern Lake Forest Hospital, Sidney se ahogaba

esforzándose por respirar.

Mike estiró el brazo y empujó la cabeza de Sidney

para abajo. —No te vayas a desmayar.

—¿Está muerto y simplemente no me lo quieres

decir?

—No sé nada más de lo que te dije.

—Llama a Ben. Pregúntale a él, —Sidney le suplicó.

Estaban a treinta minutos de hospital. Muchas cosas

podrían suceder en treinta minutos.

La mente de Sidney pensó en las posibles razones

para el desmayo de Nash.

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—Quizás solo sea un desmayo.

—Quizás.

Sidney se concentró en su respiración. No sería de

ninguna ayuda para Nash si llegaba al hospital como un

lunático histérico. —Quizás debería llamar a su madre.

—¿Dónde vive?

—En Phoenix, —Sidney ni siquiera estaba seguro de

si tenía el número de teléfono actual de Loretta.

—Yo esperaría hasta llegar al hospital y enterarme de

lo que está pasando. No tiene ningún sentido alarmarla si

no fue nada.

—Sí, tienes razón. —Sidney se sentó y colocó su

cuerpo lejos de Mike. Tenía la fuerte sensación de que

podría romper a llorar en cualquier momento y no quería

hacer eso delante de otro hombre.

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Carol Lynne
»Nash estaba muy cansado últimamente, pero pensé

que era porque estaba trabajando mucho. Debería haber

sabido que algo estaba mal.

La mano de Mike se posó en el hombro de Sidney y le

dio un apretón reconfortante. —No, sólo contrólate

mientras llegamos allá.

—Él es mi vida, —dijo Sidney con los ojos llenos de

lágrimas.

—Lo sé.

******************************

Sidney rondaba por la sala de espera de mal humor.

Llevaba allí más de quince minutos y nadie le había dado

respuestas concretas a sus preguntas. Había sido

informado de que Nash sufriera un ataque cardíaco en el

supermercado y afortunadamente el gerente de la tienda

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Otoño Carol Lynne
Carol Lynne
fue en su socorro casi inmediatamente, para empezar el

RCP 2 . Nash había conseguido sobrevivir al trayecto de

ambulancia y estaba siendo atendido. Eso era todo. —

¿Dónde demonios está el médico?

—Saldrá en cuanto Nash esté estabilizado, —le

recordó Ben.

Sidney miró para su jefe que estaba sentado entre

Mike y Bobbi. —Necesito saber que va a estar bien. ¿No lo

entienden? —Sabía que parecía irracional, pero porras, el

necesitaba respuestas.

Bobbi se aproximó y pasó los brazos alrededor de

Sidney. —Está todo bien, cariño. Nash es fuerte. Él va a

estar bien.

Mirando a los ojos a Bobbi, le llevó cada gramo de

fuerza que poseía no caer al suelo. —Reñí con él esta

2
Reanimación cardiopulmonar

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Carol Lynne
mañana. Estábamos sin leche y tendría que haber ido a la

compra ayer, pero no fue.

—Fue buena cosa para él estar en la tienda. —Bobbi

alisó el cabello fuera del rostro de Sidney—. Estaba con

personas que pudieron ayudarlo, por lo que debes estar

agradecido por haber gritado con él.

—Estaba tan quisquilloso últimamente. Estaba tan

enfadado que ni le dije que lo amaba antes de salir para el

trabajo. Nunca hago eso. —Sidney nunca se perdonaría si

hubiese perdido la oportunidad de decirle eso nuevamente

al hombre que lo era todo para él.

—¿Señor Wilks? —una profunda voz dijo detrás de

Sidney—. Soy el doctor James Colter.

Sidney se giró hacia el hombre mayor en ropa

quirúrgica. —¿Cómo está?

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Carol Lynne
—Estable. —El médico hizo un gesto hacia un área en

una esquina de la sala de espera—. Vamos para allí a

hablar.

Sidney le dio un apretón a la mano de Bobbi antes de

soltarla. Siguió al médico hacia un grupo de sillas en el

rincón y se sentó. —Dígame.

—El señor Nash sufrió un infarto de miocardio,

término médico para un ataque cardiaco.

—Sí, eso me dijeron. ¿Usted sabe lo que lo causó?

—Hablé con el cardiólogo del Sr. Nash. Llegamos a la

conclusión que el antiarrítmico que el Sr. Nash estaba

tomando no era suficiente para controlar su arritmia. Por el

momento, estamos intentando determinar el mejor

tratamiento. Podemos poner un marcapasos, lo que

básicamente significa que intentaremos redefinir el ritmo

del corazón. Muchas veces es una opción de tratamiento

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Carol Lynne
eficaz.—

—Espere un minuto, —Sidney sacudió la cabeza—.

¿Qué cardiólogo? Nash hace años que no ve a un médico, y

hasta donde sé, no está sometido a ninguna prescripción

médica.

El Dr. Colter súbitamente pareció muy incómodo. —

Lo siento mucho, Sr. Wilks, pero el Sr. Nash tenía una

tarjeta médica en su cartera con su nombre y su número

así como información del Dr. Inchman.

Sidney se sintió como si le hubieran dado un

puñetazo en el estómago. —No lo sabía.

El médico asintió con comprensión. —Eso pasa a

veces. Los enfermos no quieren preocupar a sus seres

queridos por lo que esconden sus problemas de salud.

—¿Y qué causó la arritmia? —Sidney preguntó.

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Carol Lynne
—Es difícil de decir ahora. El Dr. Inchman está

enviando la ficha médica del Sr. Nash. Sabré más después

de haberla leído cuidadosamente. Lo importante es

garantizar que no pase de nuevo. Cualquiera que sea la

forma de tratamiento que determinemos será la más eficaz.

El Sr. Nash va a tener un gran cambio en su estilo de vida.

—Si usted le pusiera el marca… lo que sea, ¿cuándo

lo haría?

—En breve. Tal vez esta noche o mañana por la

mañana.

—¿Puedo verlo?

—Le voy a pedir a una de las enfermeras que lo

venga a buscar en cuanto nos lo llevemos para arriba. Va a

permanecer en la UVI mientras tanto.

Sidney extendió su mano. —Gracias, Dr. Colter.

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Carol Lynne
El médico apretó la mano de Sidney antes de

disculparse. En el momento en que el médico se apartó de

su lado, Bobbi, Ben y Mike se aproximaron y se sentaron

cerca de Sidney. Sidney miro a sus amigos. ¿Qué les iba a

decir, que Nash le había escondido un problema de corazón

durante quién sabe cuánto tiempo?

*********************************

Sidney estaba sentado en la cabecera de Nash y miró

para su compañero. Era bueno que Nash estuviera dormido

porque Sidney no tenía ni idea de lo que le iba a decir. Su

interior era un lío de emociones.

Aunque estuviese agradecido más allá del hecho de

que Nash posiblemente estaría bien recibiendo la ayuda que

necesitaba, Sidney hervía sobre las implicaciones del

secreto que Nash le escondió.

Bobbi había intentado calmarlo más temprano, pero

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Carol Lynne
eso no ayudó. Acabó mandando a todos para casa,

prometiendo llamarlos si hubiese cualquier cambio.

Sidney miró para los monitores. La enfermera le

había dicho que podría estar con Nash, pero sin decir ni

hacer nada que perturbase al paciente. Le había dado una

mirada desagradable cuando dijo eso. Estaba claro que su

ira era evidente para cualquiera que se molestase en

atender. No había problema, entonces no gritaría con Nash

hasta que estuviese bien y fuera capaz de defenderse, pero

de ninguna manera dejaría que las mentiras fueran barridas

debajo de una alfombra.

La mano de Nash se contrajo llamando la atención de

Sidney. Se levantó y se quedó mirando la apariencia pálida

de Nash. —¿Estás despertando? —le preguntó, peinando el

cabello de Nash en su cabeza.

Los párpados de Nash temblaron varias veces antes

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de finalmente abrirse. —Ei.

—Hola también a ti. —A pesar de su enfado, Sidney

tragó el nudo de su garganta. Tuvo la oportunidad que le

había rogado a Dios. Habría tiempo de sobra más tarde

para concentrarse en su enfado. Mientras tanto, Sidney

sólo quería celebrar el hecho de que Nash había

sobrevivido—. Oí decir que habías hecho un desastre en la

sección de huevos del supermercado.

Los párpados de Nash se cerraron antes de abrirse de

nuevo. Era obvio que el hombre estaba luchando para

permanecer despierto. —Pensé que me moría.

—Si no hubiera sido por la rápida acción del gerente

de la tienda, probablemente lo estarías. —Sidney bajó la

barra lateral y se inclinó para rozar un beso en los labios

estriados de Nash—. Voy a hacer todo lo posible por

apretar la mano de ese gerente. —Besó a Nash de nuevo,

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Carol Lynne
transmitiéndole todas las emociones que sentía—. Te amo.

—Te amo, —susurró Nash. Abrió completamente los

ojos y miró para Sidney—. Lo siento mucho.

La garganta de Sidney se apretó. Meneó la cabeza y

desvió la mirada, en una tentativa de mantener el control.

—¿Quieres que llame a tu madre? —finalmente le preguntó.

—¿Voy a morir?

—No si puedo evitarlo.

—Entonces ya la llamaré yo cuando me sienta mejor.

Sidney no sabía si Nash no quería que Loretta se

preocupase o si tenía miedo de que volase para Chicago y

Sidney tuviera que lidiar con ella. De cualquier manera,

Sidney aprobó el plan de Nash. —Está bien. —Sidney

acarició el rostro de Nash con el pulgar—. No llamé a Butch.

Va a querer venir aquí pero no estoy listo para tener a

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nadie alrededor, todavía.

—Está bien.

—No, no lo está. Es egoísta. Voy a llamarle dentro de

un rato.

—Pareces cansado, —dijo Nash.

—¿Es otra forma de decir que estoy hecho una

mierda? Porque no lo dudo. Hoy me hiciste pasar por un

exprimidor.

—Debes dejar que Butch y Luke vengan y te lleven

para casa.

—No pienso ir a ningún sitio tan temprano. —Sidney

besó a Nash nuevamente. Presionó su mejilla contra la de

Nash—. Creo que no le gusto mucho a la enfermera. Tal

vez no apruebe nuestro estilo de vida.

—O tal vez a ella no le gusten los chicos con pelo

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largo. No presupongas, —le advirtió Nash.

—Tienes razón. ¿Ves? Es por eso que necesito que te

cuides mejor. Sería un hijo de puta sin ti.

—Tienes razón. —Los párpados de Nash comenzaron

a caer nuevamente.

—Descansa un poco. Estaré aquí cuando despiertes.

—No quiero dormir. ¿Y si no despierto?

Por primera vez desde que fue escoltado hasta el

cuarto, los ojos de Sidney se llenaron de lágrimas.

—Espero que no, porque no puedo vivir sin ti. —

Sidney había dicho eso muchas veces antes, pero eso no lo

volvía menos verdadero.

*********************

Butch le entregó a Sidney una mochila pequeña. —

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Coloqué el cepillo de dientes de Nash y otras cosas ahí

dentro también.

—Gracias. —Sidney colocó la mochila al lado del sofá

que tenía reservado para él en la sala de espera de la UVI—

. No sé si me van a dejar quedar aquí después de las horas

de visita, pero siempre puedo bajar a la sala de espera

principal si fuera necesario.

—¿Y hacer qué? ¿Dormir en una silla? —Luke

preguntó.

—Nash hizo eso por mí después del accidente.

—Yo haría eso por ti, —Butch le dijo a Luke, cogiendo

su mano.

Sidney nunca se acostumbraría ante la vista del

motociclista calvo susurrando palabras de amor a su mejor

amigo. Eso hablaba mucho de la capacidad de Nash de ver

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Carol Lynne
más allá de la apariencia de una persona para comprender

la bondad que guardaban en su interior.

—¿Sabías que Nash tenía problemas de corazón? —le

preguntó a Butch.

Butch negó con la cabeza.

—Cuando me llamaste por teléfono fue la primera vez

que supe de ello.

—Ha estado muy estresado últimamente. Si descubro

que es su trabajo la razón de todo esto, nunca más va a

negociar con acciones —dijo Sidney.

—Él ama su trabajo. —Butch soltó las manos de Luke

y se inclinó hacia Sidney, descansando sus brazos sobre los

muslos—. Sé que no va a ser fácil para ti oír esto, pero te

lo voy a decir antes de que cometas un error con Nash.

—¿Lo qué? —Sidney cruzó los brazos

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Carol Lynne
defensivamente.

—Nash ya abandonó un trabajo que amaba por ti. No

vuelvas a ponerlo en la misma posición de nuevo.

Sidney sintió como si lo hubiesen abofeteado.

—Butch, —dijo Luke, colocándole una mano en el

hombro.

—Lo siento mucho, —dijo Butch por encima del

hombro—. Pero necesitaba oír eso. —Se giró hacia Sidney—

. Tú tienes una carrera de la que puedes sentirte orgulloso,

estupendo, Nash finalmente tiene una también. Sí, él puede

necesitar hacer algunos cambios en la forma de trabajar,

pero su trabajo no es menos importante para él de lo que el

tuyo lo es para ti. Entonces a menos que estés preparado

para abandonar tu carrera, tú no le puedes pedir que

abandone la suya.

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Carol Lynne
—¿Una carrera que podría matarlo vale la pena para

él?

—Yo no puedo responder a eso. Sólo estoy tratando

de hacerte entender que esa tiene que ser su elección, no

la tuya. —Butch se levantó y atrajo a Sidney de pie para

darle el primer abrazo que el gran tipo le había dado a

Sidney—. Lo siento mucho. Sé que duele darse cuenta que

no puedes protegerlo de él mismo, pero así son las cosas.

—Como con Josh —añadió Luke—. Todos deseamos

que él despierte y pare de intentar matarse con drogas,

pero no podemos hacer eso por él.

Sidney lo apretó todo lo que pudo, con la esperanza

de absorber todo lo posible de la fuerza de Butch.

—Aún así él no se librará de haberme escondido todo

esto.

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Carol Lynne
—Sé que cuando llegue el momento voy a patearle el

trasero por ti, si tú quieres, —Butch dijo.

Sidney soltó a Butch y se apartó. —Oh, no, ese placer

será todo mío.

*********************

Nash permaneció mirando mientras Sidney

examinaba los documentos de alta con la enfermera. Había

reflexionado mucho en los últimos seis días y había hecho

un plan de acción para el futuro. Según el médico, el

marcapasos parecía hacer el efecto que esperaban, pero

Nash aún tenía una lista de cambios que necesitaba hacer

en su vida. Cada vez que Sidney entraba en el cuarto del

hospital, Nash esperaba recibir una bronca sobre su intento

de esconderle las cosas, pero hasta el momento, Sidney no

había dicho una palabra sobre ello.

Nash no era estúpido. Él sabía que una tempestad se

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Otoño Carol Lynne
Carol Lynne
estaba formando profundamente dentro de Sidney. La

única pregunta era cuando se iba a liberar.

—Todo listo, —dijo Sidney, volviendo a junto Nash.

—Perfecto. Sácame de aquí. —Nash ya había

aceptado de mala gana ser llevado para abajo en una silla

de ruedas y la maldita cosa estaba empezando a lastimar

su culo—. No me explico como Luke puede permanecer

sentado en una de estas malditas cosas todos los días.

—No lo tengo claro, pero tengo mis dudas de que

tenga mucha sensibilidad en su culo. —Sidney apretó el

botón del ascensor.

—Según Butch, Luke tiene bastante sensibilidad

donde la necesita. —Nash se rió por la expresión de

sorpresa de Sidney—. ¿Qué? ¿Piensas que Butch y yo no

hablamos?

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Otoño Carol Lynne
Carol Lynne
—¿Sobre sexo? No. —Las puertas se abrieron y

Sidney empujó a Nash hacia adentro—. Tú no hablas sobre

nosotros, ¿verdad?

—No mucho. —Nash sonrió para Sidney. Apenas un

raro pecho o tatuaje.

Aunque estaban solos en el ascensor, Sidney se

agachó y susurró en el oído de Nash: —no discutas sobre

mis pechos o tatuajes con ese hombre nuevamente.

¿Entendiste?

Las puertas se abrieron justo a tiempo para salvar a

Nash de responder. Sidney lo empujó hacia la doble puerta.

—Voy a acercar el coche.

—Puedo andar hasta el coche, —le dijo Nash.

—Yo. Voy. A. Traer. El. Coche. Cerca. —Sidney

pronunció cada palabra en un tono que dejó a Nash con la

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Otoño Carol Lynne
Carol Lynne
boca abierta.

Oh, joder, el viento estaba empezando a soplar. Nash

se preguntó si llegaría a casa antes de la tempestad. —De

acuerdo.

—Gracias. —Sidney salió por las puertas de vidrio

deslizantes y desapareció en el aparcamiento.

Nash sacó su teléfono de la bolsa de plástico que

contenía sus pertenencias personales. Mantuvo un ojo en el

aparcamiento mientras llamaba a Butch.

—Hola, ¿te dieron el alta? —Butch preguntó después

de responder.

—Sí. Pregunta rápida. ¿En cuántos problemas estoy

con Sidney?

—Protégete, amigo— dijo Butch.

El brillante BMW negro de Sidney aparcó por la parte

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Otoño Carol Lynne
Carol Lynne
de fuera de las puertas. —Uuups, tengo que colgar. —Nash

terminó la llamada y rápidamente metió el móvil de vuelta

a la bolsa—. ¿Todo listo?

—Su carruaje le espera, —dijo Sidney con una

reverencia dramática.

Nash sonrió. A pesar de la tempestad que se

aproximaba, no conseguiría dejar de pensar que el hombre

que tenía enfrente de él era la maldita cosa más bonita que

había visto. —¿Me llevas para casa, bebé? —Sidney empujó

la silla de ruedas de Nash hacia el sedán. Nash se levantó y

se inclinó para darle un rápido beso a Sidney. Podía

intentar conseguir muchos besos mientras pudiera. Sidney

sonrió antes de retroceder—. Voy a llevar esto para

adentro.

Nash subió al asiento del pasajero y se puso el

cinturón de seguridad. Le debía una explicación a Sidney

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Otoño Carol Lynne
Carol Lynne
por esconder la verdad de su enfermedad, pero no sabía si

ir derecho o esperar a que Sidney estuviera más calmado.

Sidney se sentó detrás del volante y cerró la puerta.

Nash hizo una mueca. Pensándolo bien, tal vez la

calma antes de la tempestad fuese apenas una ilusión. De

todas formas, perturbar a Sidney mientras los llevaba para

casa tampoco era una opción.

Nash decidió mantener la boca cerrada hasta que

estuviesen seguros detrás de las puertas cerradas.

Aunque era un camino relativamente corto, Nash no

podía parar de mirar para el reloj.

—¿Llegas tarde a algún sitio? —Sidney preguntó.

—No, sólo estoy ansioso por llegar a casa.

—Estoy conduciendo al límite de velocidad. ¿Te

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Otoño Carol Lynne
Carol Lynne
gustaría conducir?

Nash levantó las manos. —No, lo siento mucho. No lo

quise decir de esa manera.

Aunque entendiese por qué Sidney estaba enojado,

Nash estaba empezando a sentir un poco de calor en el

cuello.

Se pasó el resto del viaje mirando por la ventana del

pasajero. En el momento en que Sidney entró en el garaje

y apagó el motor, Nash abrió la puerta. Agarró la bolsa de

plástico del suelo y recorrió los pocos pasos hasta la casa.

En la cocina, Nash cogió una botella de agua de la

nevera y fue directo a la sala de estar. Si iba a tener una

larga discusión, bien podría estar cómodo.

Sidney entró en la sala y apuntó hacia la bolsa de

plástico que Nash había usado para la ropa sucia. —

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Otoño Carol Lynne
Carol Lynne
¿Quieres que lo meta en la lavadora?

Nash respiró profundamente y sacudió la cabeza. —

Lo que quiero es que vengas aquí y te sientes a mi lado.

—Tengo cosas que hacer. Casi no he estado aquí

desde hace días.

—¿Por favor? —Le pidió Nash.

Sidney se sentó al lado de Nash, pero lo

suficientemente lejos para que no se tocasen. —¿Necesitas

algo?

—Si. Necesito hablar contigo y necesito que

permanezcas sentado el tiempo suficiente para que pueda

hacerlo.

—Pienso que éste no es el momento. Acabas de salir

del hospital.

Nash tiró de Sidney a su lado y pasó un brazo

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Otoño Carol Lynne
Carol Lynne
alrededor de él. —Sé que te lastimé profundamente por no

ser honesto contigo y no puedo soportar la tensión que

siento entre nosotros.

—¿Por qué lo hiciste? —Preguntó Sidney.

—Porque tenía miedo de que si te lo decía fuera a

ocurrir. Y porque sabía que me había hecho eso a mí

mismo. —Había sido la vergüenza particular de Nash

durante meses antes de desmayarse finalmente en el

supermercado.

—Me sorprendiste, —Sidney murmuró, saliendo del

abrazo de Nash—. Cuando el Dr. Colter empezó a hablar

sobre ti me sentí como si me estuviese hablando de un

extraño. —Sidney inclinó la cabeza—. Yo habría estado a tu

lado, ¿lo sabes? Siempre has estado a mi lado y en el

momento en que te podía haber correspondido, me echaste

fuera. Eso me hizo sentir como si pensases que no puedes

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Carol Lynne
contar conmigo.

—¡No! —Nash gritó, cortando a Sidney—. Yo tenía

miedo de lo que harías si lo supieses.

—Puedo ser pequeño, pero ya pasé por una montaña

de mierda en mi vida y conseguí salir por el otro lado.

Claro, yo no habría tenido éxito en ello sin ti, pero soy

fuerte. ¿Por qué no tienes fe en mí?

—La tengo. —Nash no sabía cómo comunicarse con

Sidney. Estaba estropeando la explicación y no sabía cómo

devolverla al camino—. Te amo tanto que la idea de

lastimarte está fuera de toda cuestión. Yo realmente

pensaba que era mejor, simplemente, tomar la medicación

y tratar de controlarlo por mi mismo sin preocuparte.

¿Estaba equivocado? Demonios, sí, pero nunca esperaba

colapsar en el supermercado.

Sidney asintió. —¿Estás ocultándome alguna otra

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Carol Lynne
cosa?

Nash negó con la cabeza. —Tú ya sabes sobre los

comprimidos para perder peso y los suplementos para

aumento muscular. Sólo hay eso.

Sidney se lamió los labios. —De acuerdo.

—Entonces, ¿me perdonas? —Nash preguntó.

Sidney permaneció en silencio durante unos

momentos. —No, no todavía, pero me siento mejor. —

Apuntó con el dedo a Nash—. Nunca me excluyas de esa

forma de nuevo.

—Nunca, —Nash prometió.

Probablemente estaría en apuros durante algún

tiempo, pero, por lo menos, todo estaba finalmente

esclarecido.

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Otoño Carol Lynne
Carol Lynne
Capítulo 7

Noviembre de 1998

Sidney se despertó de madrugada y estiró los brazos sobre


su cabeza. Se giró de lado y apoyó la cabeza en su mano
para poder observar mejor a Nash totalmente caliente y
soñador.

Ninguno de ellos había conseguido dormir mucho la


noche anterior, permaneciendo despiertos hasta tarde para
recibir a sus invitados que habían llegado pronto a la
ciudad. Como hacía todas las mañanas al despertarse,
Sidney se inclinó y besó el pecho de Nash, un poco por
encima del corazón, silenciosamente agradeciendo al
estúpido órgano por darle a Nash un día más. Hora de
levantarse, se dijo a sí mismo.

Cuidadosamente apartó las mantas y se arrastró

fuera de la cama antes de ir al cuarto de baño. Mientras

levantaba el asiento del inodoro y dejaba salir un saludable

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Otoño Carol Lynne
Carol Lynne
flujo, intentaba sacar el sueño de sus ojos.

Aunque hubiese tomado medidas para el gran

desayuno, aún tenía que preparar la cena de Acción de

Gracias. Afortunadamente había utilizado el tiempo de la

noche anterior para asar pasteles y Luke le había prometido

llegar más temprano para pelar las patatas.

Sidney sonrió mientras se ponía un pantalón de

chándal y una camiseta antes de salir de la habitación. A

pesar de las protestas de Luke del año anterior, no le gustó

que JJ hiciera su trabajo. Le había dicho a Sidney que era

porque no quería que lo forzaran a lavar los cacharros de

nuevo, pero Sidney sabía la verdad.

Se paró en la puerta de habitación durante un

instante antes de seguir bajando por las escaleras.

Le parecía extraño tener a Josh en casa. Nash no

estaba contento cuando Sidney le dijo que quería invitar a

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Otoño Carol Lynne
Carol Lynne
su viejo amigo. La verdad es que Nash llamó a Peter y

habló con él sobre la situación de Josh antes de estar de

acuerdo con la oferta de invitación.

Sidney había llevado su preocupación por Nash con

buen humor. Nash sólo estaba intentando protegerlo. Era

algo que tanto odiaba como amaba en Nash, pero el amor

vencía en todas las ocasiones. No se molestó en encender

la luz de la sala de estar camino de la cocina. La casa a

oscuras tenía algo que le daba paz. Sería el único momento

en las próximas cuarenta y ocho horas en que estaría solo,

y planeaba disfrutarlo.

Oyó un gemido en el momento en que entró en la

cocina. Sidney se detuvo el tiempo suficiente para coger la

cafetera antes de abrir la puerta de la lavandería. —Buenos

días, Dottie.

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Otoño Carol Lynne
Carol Lynne
El Yorkie Poo3 de tres meses de edad miró para él y

ladró. Sidney se rió y se inclinó para abrir la caja. —

¿Necesitas hacer tus necesidades? —Sidney cogió la correa

del gancho de la pared y la enganchó en el pequeño collar

adornado con piedras pequeñas. Cogió una gran chaqueta

de Nash de otro gancho y encogió los hombros dentro de

ella, mientras se ponía sus viejas botas de cowboy.

Mientras caminaba por fuera con Dottie, Sidney no

podía dejar de sentirse como un niño vistiendo las ropas de

su padre. Esperaba que los vecinos aún estuviesen

durmiendo. —Ve por delante, —le dijo al cachorro.

Nash había sorprendido a Sidney el mes anterior con

Dottie. Le dijo a Sidney que era hora de que se asentaran y

tuvieran un perro. Sidney tenía la sensación de que era

más que eso, ya que dudaba que ellos pudiesen estar más

asentados de lo que estaban. Nash había dejado escapar

3
Cruce de yorkshire terrier con caniche

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Otoño Carol Lynne
Carol Lynne
varias veces que Dottie sería una buena compañía para

Sidney, nunca añadiendo su nombre a la conversación.

Desde el ataque cardíaco cuatro meses atrás, Nash muchas

veces tenía crisis de silencio mientras parecía refugiarse en

sus pensamientos durante periodos cortos. Fue después de

una de aquellas veces que regresó para casa con Dottie.

A pesar de no haberlo dicho, Nash parecía

preocuparse por tener otro ataque cardíaco y dejar a

Sidney solo. No había un día que pasara que Sidney no se

preocupara por lo mismo, pero nunca se lo mencionó a

Nash.

Sidney miró para abajo justo a tiempo de ver a Dottie

hacer pis en la acera congelada. —¿En serio? —le preguntó

al perro—. Barrí toda la nieve de aquella área para ti ayer.

Ya tenía claro que ese pequeño perro sería un dolor

en el culo en el invierno. La primera reacción de Dottie

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Otoño Carol Lynne
Carol Lynne
hacia la nieve que había caído a primeras horas de la

mañana había sido de desprecio. Ella frunció su nariz y se

puso cómoda encima de los pies de Sidney, negándose a ir

cerca del polvo blanco y frío. Sidney había, finalmente,

cogido una escoba y barrido una zona en el césped para

que Dottie hiciera pis sin que su barriga tocara la nieve. —

Niña mimada, —le murmuró con cariño.

Hecho el negocio, Dottie comenzó a subirse encima

de las botas de Nash de nuevo, pero Sidney se inclinó y la

cogió en los brazos. Besó la dulce y pequeña cabeza varias

veces de camino de regreso a casa. —Eres una niña muy

linda.

Se sorprendió al encontrar a Josh en la cocina

tomando una taza de café. Josh había llegado la noche

anterior y ellos, realmente, no habían tenido la oportunidad

de conversar. —Buenos días; —saludó Sidney.

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Otoño Carol Lynne
Carol Lynne
—Buenos días. —Josh sopló su café y apuntó hacia

Dottie a quien no había conocido—. ¿Eso es un perro o un

juguete?

Sidney levantó a su orgullo y alegría con una mano.

—Este es mi bebé, Dottie. Nash me lo trajo como un regalo

de aniversario anticipado.

—No sabía que te gustaban los perros. —Josh apoyó

su espalda contra la encimera y miró para el perro cuando

Sidney lo colocó en el suelo.

—Nunca había tenido uno antes. Bueno, retiro lo que

dije. Mi padre tuvo un pastor alemán durante un tiempo,

pero Sheba cometió el error de perseguir a uno de los

becerros, por lo que mi padre le disparó.

—Joder, eso fue cruel.

Sidney se encogió de hombros. —Él dijo en una

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Otoño Carol Lynne
Carol Lynne
ocasión que cuando un perro prueba el gusto de la sangre

nada puede impedir que lo haga de nuevo.

Josh cambió de posición. —Ya oí lo de tu padre. No sé

si darte mis condolencias o felicitarte.

Sidney se quedó sorprendido. Estaba seguro de

muchas personas se sentían de la misma forma, pero Josh

era el único que lo había dicho. —Un poco de los dos, creo.

—Se sirvió una taza de café y sacó la crema de chocolate y

menta fuera de la nevera—. ¿Quieres un poco?

—No, gracias. —Josh se sentó en una de las sillas

altas—. Quería hablar contigo antes de que todo el mundo

se levante.

—De acuerdo. —Sidney se sentó junto a Josh en la

isleta y abrió la caja de pastelitos que había comprado el

día anterior. Después de escoger uno de queso cremoso

danés, le pasó la caja a Josh—. Primero me gustaría decirte

195
Otoño Carol Lynne
Carol Lynne
lo feliz que estoy de que estés aquí. Te ves muy bien en

esta ocasión.

Josh cerró la caja sin coger ninguno. —Gracias. Llevo

limpio catorce meses y once días. —Él negó con la cabeza—

. Y aún así no pasa un día en el que no quiera consumir.

Además de Nash, lo más parecido a lo que Sidney era

adicto eran los cigarrillos y él realmente no era totalmente

dependiente de ellos. —No sé por lo que estás pasando,

pero espero que continúes venciendo en esa batalla diaria.

—Yo también. —Josh se levantó y volvió a llenar su

taza—. Sabes que me dolió las veces que me excluisteis.

—Sé que dolió, —confesó Sidney—. Pero duele más

estar cerca de ti cuando estás drogado.

—Puedo volver a caer, —Josh le advirtió.

—Lo sé. Por eso que era muy importante para mí

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Otoño Carol Lynne
Carol Lynne
tenerte aquí, con nosotros, este año. —Sidney extendió la

mano y entrelazó sus dedos con los de Josh—. Te quiero,

estúpido idiota. Siento tu falta cuando no eres tú mismo.

—¿Es una fiesta privada? —Eric preguntó, entrando

en la cocina con el pecho desnudo. Le pasó el brazo

alrededor del cuello de Josh y refregó la parte de arriba de

la cabeza con los dedos.

—Aléjate de mí. Apestas a sexo —dijo Josh

empujando a Eric.

Eric se rió. —No tengas envidia. —Él besó a Josh en

la mejilla y cogió la caja de dulces—. Tommy encontró para

JJ un trabajo en los alrededores de Austin, —anunció Eric.

—¿Entonces eso significa que te mudas? —Sidney

preguntó. Eric y JJ se habían estado viendo, siempre que

podían todo el año anterior. Cuando JJ le había dicho a

Tommy que estaba planeando pedirle a Eric que se fuera a

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Otoño Carol Lynne
Carol Lynne
vivir con él en el rancho, Tommy lo había disuadido,

diciendo que la vida les iba a ser difícil en una ciudad

pequeña. Tommy había decidido intentar encontrar para JJ

otro rancho cerca de una gran ciudad.

—Sí, —dijo Eric con una sonrisa apasionada e idiota—

. Si no consigo que me transfieran lo voy a dejar y buscar

otro trabajo.

—Todavía no me acostumbro a verte con un tío, —

refunfuñó Josh.

—Supéralo, hermanito.

JJ entró en la cocina y puso los brazos alrededor de

Eric. —Buenos días, —dijo para el resto de la cocina.

Parecía que el momento de soledad de Sidney había

terminado por el resto del día.

***********************

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Otoño Carol Lynne
Carol Lynne
A las ocho, Sidney llevaba una gran jarra de café

descafeinado hacia su dormitorio y la colocó sobre la mesa.

Se sacó la ropa y untó con lubricante sus dedos.

Retorciéndose, Sidney, rápidamente, estiró su culo,

mientras Nash aún estaba dormido.

No era porque no le gustara que Nash se tomara su

tiempo provocando y jugando con su agujero, pero él aún

tenía un millón de cosas que hacer antes de que los

invitados empezasen a llegar. Después de prepararse, se

deslizó debajo de las mantas presionando su cuerpo contra

el de Nash, intentando absorber el máximo de calor del

hombre.

—Mmmmm, —Nash gimió y atrajo a Sidney más

cerca—. Estás helado.

—Llevo levantado las últimas tres horas, dormilón.

Nash finalmente abrió los ojos y miró a Sidney. Su

199
Otoño Carol Lynne
Carol Lynne
mano se deslizó por el culo de Sidney. —¿Entonces qué

estás haciendo de vuelta en la cama?

—Intentando robar algunos minutos con el hombre

que amo antes de que la locura comience. —Sidney besó la

parte inferior del mentón mal afeitado de Nash.

—Me gusta eso. —Nash levantó la pierna de Sidney

hasta enganchar su cadera, abriéndole las nalgas lo

suficiente para tocarlo.

Los dedos de Nash se movieron, inmediatamente,

hacia el agujero lubricado de Sidney. —Alguien está muy

necesitado esta mañana, —comentó Nash, empujando un

dedo dentro.

—Puedo irme si quieres, —Sidney bromeó. Movió sus

caderas de un lado para otro, jodiéndose con el dedo de

Nash.

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Otoño Carol Lynne
Carol Lynne
—Ni pensarlo. —Nash inclinó el mentón de Sidney

para un beso. Fue lento al principio, los labios de Nash

todavía hinchados por el sueño, pero luego la pasión que

siempre estaba entre ellos se incrementó y el beso se

volvió sexual.

Nash lamió el rostro y los labios de Sidney mientras

los giraba, colocándose encima. Las manos de Sidney

viajaron del cabello aún espeso de Nash hacia su espalda y

su trasero. Apretó las nalgas musculosas y gimió.

A pesar de que Nash se había visto obligado a desistir

de su exagerado programa de ejercicios, él fue capaz de

encontrar alternativas. Ahora corría durante veinte minutos

en la cinta todas las mañanas antes de pasar a hacer un

ejercicio de entrenamiento de veinte minutos usando fajas

de resistencia en lugar de pesos verdaderos. La actividad

rutinaria era suficiente para mantener el cuerpo de Nash en

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Otoño Carol Lynne
Carol Lynne
la forma que él tanto había luchado por conseguir.

Nash alcanzó la mesita de noche y cogió el lubricante.

Después de lubricar su pene, colocó la punta en el agujero

de Sidney. —¿Listo?

—Ya estaba listo cuando llegué a la cama, —le

recordó Sidney.

—No lo he olvidado. Sólo estaba intentando averiguar

si querías más preliminares antes de que metiese mi polla

en tu interior.

—No, a menos que quieras dejarme atrás.

Nash se movió lentamente hacia adentro. —Eres tan

romántico.

—Mis pensamientos son románticos. Sólo es mi

cuerpo el que se parece a una puta. —Sidney respiró hondo

cuando Nash se empujó hasta la empuñadura.

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Otoño Carol Lynne
Carol Lynne
Nash gimió y se refregó contra Sidney. —Me

encantan los dos. En este momento estoy realmente

apasionado por la puta.

Envolviendo sus piernas en la cintura de Nash, Sidney

lo atrajo hacia un beso. Exploró cuidadosamente el interior

de la boca de Nash. Después de años juntos, hacía mucho

tiempo que habían superado el asunto del aliento

mañanero.

Nash se separó antes de empujar hacia adentro,

llevando al cuerpo de Sidney a la euforia.

—Jódeme, —Sidney imploró. Clavó sus cortas uñas

en la espalda de Nash mientras la gran polla de Nash

bombeaba dentro y fuera de él a gran velocidad. Era tan

bueno que Sidney tenía dificultad para conseguir aire.

Nash disminuyó el ritmo. —¿Estás bien? ¿Este viejo

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Carol Lynne
es demasiado para ti esta mañana?

Sidney entrecerró los ojos. —Tan bueno, —jadeó—.

Más.

Con un profundo gemido, Nash trabajó el culo de

Sidney dos veces más rápido. Continuó mirando hacia

abajo a Sidney con una mezcla de sonrisa y mueca en el

rostro.

Sidney esperaba que la expresión exquisita fuera de

placer y no de dolor, pero había aprendido después de que

Nash recibiera el alta del hospital a no cuestionar a su

compañero durante el sexo.

La primera vez que le había dicho sobre su

preocupación de que Nash se estuviera sobre esforzando,

Nash se había retirado y salido furioso de la habitación. Más

tarde Sidney recibió una bronca de Nash sobre cómo no

quería pasar el resto de su vida con miedo haciendo lo que

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Carol Lynne
quería. Le dijo a Sidney, en términos muy claros, que si

tuviese otro ataque, rezaba porque fuera cuando se

encontrara profundamente dentro de Sidney y no en la

maldita sección de refrigerados del supermercado. Desde

entonces, Sidney aceptaba todo lo que Nash le daba con

una sonrisa.

La boca de Sidney se abrió mientras gritaba su

liberación. Nash lo sorprendió haciéndole cosquillas en el

paladar de la boca de Sidney con su lengua. Las dos

sensaciones trabajaron una con la otra para hacer su

climax más poderoso. Su cuerpo se estremeció con la

intensidad de su placer. Nash continuó su duro ritmo

durante unos instantes antes de sucumbir a su propia

liberación. Con un suspiro satisfecho, cayó encima de

Sidney con su polla aún enterrada profundamente. Sidney

jugó con el cabello sudado de Nash mientras la jadeante

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Carol Lynne
respiración de su compañero volvía a la normalidad.

—Guau, —dijo Nash.

—Sí, —estuvo de acuerdo Sidney.

************************

Una vez más, Nash y Butch estaban poniendo la

mesa. Habría un grupo un poco menor para la cena de

Acción de Gracias, por lo que la disposición era mucho más

fácil.

Peter y Bobbi tenían que ser recogidos en el

aeropuerto poco antes de cenar, después de un corto viaje

para visitar a los padres de Bobbi en Nueva York.

—Entonces, ¿a qué se debe lo de tener el café de la

mañana de mañana en el Crystal Palace? —Preguntó Butch,

entregándole un lado del mantel de plástico a Nash.

—Sidney decidió contratar un servicio de buffet en

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vez de hacerlo él mismo. —Nash se encogió de hombros—.

Sinceramente, pienso que está intentando ir con calma

conmigo este año.

—Un punto para él. —Butch colocó el mantel en la

mesa e intentó alisar algunas arrugas—. No es como si no

tuvieseis dinero, entonces por qué quemaros el culo cuando

no tenéis necesidad.

Nash había recuperado todo lo que perdiera el año

anterior y casi había duplicado sus economías en el

proceso. Dios bendiga a internet. Después de que volvió del

hospital, había tenido una larga conversación con Peter

sobre el estrés que lo envolvía en el mercado volátil. Peter

había sugerido a Nash sólo sentarse y dejar que las

inversiones se estabilizasen y quedarse con las empresas

de las que se fiaban. El resultado fue increíble. Nash

actualmente trabajaba tres o cuatro horas al día, pasando

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Otoño Carol Lynne
Carol Lynne
el resto de su tiempo leyendo periódicos y revistas.

Al principio pensó que estaba siendo vago, pero había

aprendido más sobre las tendencias actuales y futuras de lo

que él jamás habría observado comprando y vendiendo

acciones.

—Tenemos suficiente, —Nash finalmente dijo en

respuesta a la afirmación de Butch.

La verdad sea dicha, él había empezado a reservar

dinero en caso de que tuviera una muerte prematura -no es

que pensase que Sidney no continuaría prosperando en su

carrera-, pero era una fuente de tranquilidad para Nash

saber que su amado nunca más tendría preocupaciones

financieras.

—A propósito, muchas gracias por darle la idea a

Luke de tener un perro. No ha hablado de otra cosa

últimamente. —Butch le dio a Nash otro mantel de mesa

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amarillo profundo.

—La verdad, aunque comprase a Dottie para Sidney,

disfruto su compañía durante el día. Con Luke trabajando

en casa casi todo el día, tal vez no sea una mala idea.

—¿Realmente me ves siendo cariñoso con un perro

del tamaño de una rata?

Nash intentó imaginarse a un hombre del tamaño de

Butch cuidando a Dottie. —No, no puedo imaginármelo,

pero nadie dice que el perro tenga que ser pequeño. Tan

protector como eres, estoy sorprendido que todavía no le

compraras a Luke un gran perro guardián.

Los ojos de Butch se iluminaron. —Como un pastor o

un doberman. Joder, ¿por qué no pensé en eso antes?

Podría trabajar hasta más tarde sin preocuparme de que

Luke estuviera solo en casa después de anochecer.

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Carol Lynne
Nash soltó una risita. Butch muchas veces llevaba sus

tendencias protectoras al extremo, algo que Nash sabía que

había causado algunos problemas entre los dos hombres en

el pasado.

—Hazme el favor y no le cuentes a Luke por qué

estás comprando un cachorro grande.

—No soy tan burro. Le voy a decir que necesitamos

un perro grande que pueda lidiar con algunos juegos

bruscos. Él lo entenderá, —dijo Butch giñando un ojo.

Nash levantó las manos. —No sigas. Sidney me dijo

que no tengo permiso para intercambiar historias de sexo

contigo.

—Bien, creo que voy a tener que encontrar otro

mejor amigo. —Butch estiró el último mantel en la mesa

antes de girarse hacia la puerta—. Creo que JJ va a

intercambiar historias conmigo. Me pregunto ¿cuánto se

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Carol Lynne
parecerán los dos hermanos?

—Cierra esa maldita boca. —Nash tiró un puñado de

basura a Butch acertándole a su amigo en la espalda antes

de que consiguiese salir por la puerta.

**************************

Poco después de la cena, Nash entró en la cocina y

fue hacia Sidney, que estaba sentado a la mesa disfrutando

del espectáculo de los hermanos Ballentine. —Hola bebé. —

Sidney inclinó la cabeza hacia atrás para un beso, notando

los círculos oscuros bajo los ojos de Nash. Pasó una mano

por el hermoso rostro de Nash y sonrió—. ¿Te encuentras

bien?

—Cansado. Creo que me voy a escapar para arriba y

echarme un rato.

—¿Quieres que suba? —Preguntó Sidney.

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Otoño Carol Lynne
Carol Lynne
Nash sonrió. —Probablemente no voy a descansar

mucho si nos quedamos solos tú y yo, ¿verdad?

Sidney mordió el labio inferior de Nash. —

Probablemente no. Ve tú, te despertaré antes de comenzar

la segunda ronda.

Las sobras siempre había sido la parte favorita de

Nash de la cena de Acción de Gracias. —La comida estaba

perfecta.

—Gracias. —Sidney le dio a Nash otro beso rápido

antes de acercarse para golpear su culo—. Vete a echar la

siesta.

Después de que Nash saliera de la habitación, Maggie

se aproximó y se sentó al lado de Sidney. —Estoy orgullosa

de ti.

—¿Por qué? —preguntó Sidney.

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Otoño Carol Lynne
Carol Lynne
—Porque no estás encima de él, aunque sé que te

gustaría, —dijo ella.

Sidney se encogió de hombros. —Heriría su orgullo.

—Lo sé, pero me pregunto si él entiende cuánta

fuerza es necesaria para cuidar a alguien que se ama y

luchar para no intentar ayudar cada minuto del día.

—Hablas por experiencia propia, —él reconoció.

—Sí, —admitió—. Aunque yo no soy tan fuerte como

tú. —Las lágrimas llenaban los ojos de Maggie cuando se

giró para mirar a sus hijos discutiendo—. Ya espanté a un

hijo y tengo miedo de hacer lo mismo con Josh.

—Ellos son dos personas diferentes, Maggie. Creo que

Josh necesita cuidados. Probablemente siempre los

necesitará. Él te dejará saber cuando necesite que te lo

tomes con calma.

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Otoño Carol Lynne
Carol Lynne
—Espero que tengas razón. Casi me muero cuando

Luke se mudó aquí. —Ella suspiró y limpió los bordes de

sus ojos con un pañuelo—. Pero ahora veo que tomó la

decisión correcta. Butch es…

—¿Aterrador? —Sidney le indicó.

—Sí. Pero también es la mejor cosa que le ha pasado

a Luke. Pienso que no podría haber escogido un mejor

compañero para mi hijo.

—Lo adora, —añadió Sidney.

Maggie asintió, cuando otra lágrima perdida se

escurrió por su mejilla envejecida.

—¿Estás haciendo llorar a mi madre? —preguntó Eric

acercándose a Sidney para darle un puñetazo en el brazo.

Sidney extendió el brazo y le retorció un pezón a Eric.

—No, no lo estoy. Guarda tus puños.

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—Son lágrimas de felicidad, —Maggie interrumpió.

Eric miró para Maggie y meneó la cabeza. —Mujeres,

son tan extrañas. No es de extrañar que necesite un

hombre para finalmente sentirme lo suficientemente bien

para comprometerme.

Maggie se tapó los oídos y giró los ojos. —No estoy

oyendo eso, —dijo.

Eric se rió. —Está un poco enfadada porque

imaginaba que sería yo el que le proporcionaría un nieto.

—Y en vez de eso seré yo. Yo seré el nuevo favorito y

los demás podéis ir para atrás en la fila, —Peter anunció

desde el otro lado de la cocina.

La mandíbula de Sidney cayó. Entrecerró los ojos

hacia Peter. —¿Dónde está Bobbi?

—Viendo el fútbol con los hombres, mientras lavo los

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cacharros.

Maggie apartó su silla y corrió para abrazar a Peter.

—Estoy tan feliz por ti, cariño. Necesito felicitar a Bobbi.

Sidney colocó una mano en el hombro de Maggie. —

Necesito hablar con ella primero.

—No vayas allí y trates de advertirle que se

mantenga lejos de mi, —dijo Peter con una mueca.

—¿Recuerdas la promesa que me hiciste el año

pasado? —le preguntó Sidney.

—Lo recuerdo.

—Perfecto. —Sidney salió de la cocina y fue derecho

hacia Bobbi. Agarrándola de la mano, tiró de ella hasta

ponerla de pie—. Tenemos que hablar.

—Uh, oh, —dijo Bobbi mientras Sidney la arrastraba

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en dirección a la puerta de delante.

Sidney no se dio cuenta hasta que estaban fuera que

se habían olvidado los abrigos. —Al garaje, —ordenó.

Bobbi saludó militarmente. —Sí, señor.

En el momento en que estuvieron en el garaje

calentitos con la puerta cerrada, Sidney envolvió sus brazos

en torno a uno de sus mejores amigos. —¿Por qué no me lo

dijiste? ¿Es esa la razón por la que fuisteis a Nueva York?

—Planeaba hacerlo y sí.

El rostro de Bobbi estaba positivamente brillando de

felicidad. —Lo descubrí a finales de septiembre, pero no

quería atraer la mala suerte por contárselo a alguien tan

pronto. Bien, con excepción de Peter, claro.

Sidney rió. —Así que esas vacaciones del Día del

Trabajo tuvieron un significado totalmente nuevo para

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vosotros.

—¡Sí! —Bobbi lanzó sus brazos al aire. Los bajó y

miró para Sidney—. Estoy tan feliz.

—Imagino que os vais a casar, ¿verdad?

Bobbi giró los ojos. —Dios, Sidney, ni mi padre nos

preguntó eso.

—Eso no me sorprende. Tu padre es un maldito

hippie. Ahora responde a la pregunta.

—Sí, estamos planeando algo simple para la víspera

de Año Nuevo.

—¿Y sobre la mudanza? Peter me prometió que no te

llevaría lejos de mí. —Sidney se quedaría trastornado si

Bobbi siguiese a Peter a Philadelphia, pero lo superaría

siempre que ellos vinieran para Acción de Gracias.

—Él ya puso su casa en venta. —Bobbi de repente se

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rió y batió palmas, saltando arriba y abajo sobre sus pies—.

¡Me voy a casar!

Sidney envolvió sus brazos en ella y la abrazó

nuevamente. —Estoy tan feliz por ti. —Mientras él apoyaba

su mentón en el hombre de Bobbi, Sidney miró alrededor.

Por más trabajo que supusiera celebrar Acción de Gracias

en su casa todos los años, ésta parecía ser un local mágico

para acercarse a las personas que más le importaban.

—Espero que Ben no te haga ir a las obras mientras

estés embarazada, —dijo Sidney apartándose.

—Apuesto que no lo hará, —Bobbi afirmó

enfáticamente.

—Veremos.

Sidney no era el único en Creative Solutions que

tenía debilidad por la rubia. Se esperaba que Bobbi tendría

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siete meses de colegas superprotectores.

*************************

Sidney hizo por conseguir algunos momentos

tranquilos con JJ, después de que la mayor parte de las

sobras fueran consumidas. —¿Cómo está el rancho?

—Estupendamente. No necesitas preocuparte por

Tommy. Sabe lo que está haciendo, —dijo JJ.

—Nunca me preocupé por Tommy. Ama ese rancho

tanto como Nash.

—¿Y tú? ¿Tú lo amas?

Sidney respiró profundamente y estudió a su

hermano más joven. Aún le sorprendía que no se

pareciesen en nada el uno al otro a pesar de compartir el

mismo padre. Aunque eso lo hiciera sentirse incómodo al

principio, no le había llevado más de un par de

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Otoño Carol Lynne
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conversaciones con JJ para ver el buen corazón detrás del

cabello rubio y la elevada estatura.

Sidney midió sus palabras con cuidado. —Amo la idea

del rancho. Es un consuelo saber que mi madre y el abuelo

están enterraos allí. Pero no hay una sola cosa en el rancho

que me guste más que nadar en el río. No me

malinterpretes, el Running E tendrá siempre un lugar

especial en mi corazón, pero no lo siento como mi casa,

nunca lo sentí. Nash es mi casa.

—¿Cómo es que siempre consigues decir las palabras

correctas? Estuve muy nervios últimamente, sobre salir de

Kansas para aceptar el trabajo en Texas, pero tú acabas de

hacerme sentir mucho mejor.

Era bueno ver a JJ enamorado. —¿Estás intentando

decirme que Eric es tu casa?

—Sí, eso me asusta, porque ¿y si sólo soy una

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novedad? Sería patético dejar mi empleo y mudarme para

Texas y después descubrir que Eric excluyó lo gay de su

sistema y volvió con las mujeres.

Sidney se arrimó más cerca y descansó su cabeza en

el hombro de JJ. —Tus inseguridades están hablando.

Créeme, yo sé todo sobre ellas.

—Él es tan atractivo. Podría tener a cualquiera que

quisiese.

—Tienes razón. Y aún así tú eres el primer hombre

por el que se ha sentido atraído y la primera persona de la

que se enamoró.

Sidney despeinó el cabello rubio de JJ. —Y no te

subestimes, hermanito, que Eric durmió con muchas

mujeres. Sin embargo, aquí está él, en mi casa contigo,

dispuesto a abandonar todo lo que tiene para compartir la

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vida contigo. Creo que te debes el daros una oportunidad.

JJ se inclinó y besó la parte de arriba de la cabeza de

Sidney. —Me gustaría haberte conocido cuando era más

joven.

—Sí. A mí también. —Sidney decidió que le gustaba

mucho esa cosa del hermano mayor

**********************

Nash estudió la sala. Dos paredes de vidrio permitían

que el pintoresco paisaje externo se volviese una parte de

la decoración interior. Las mesas estaban cubiertas de

manteles de lino con la cristalería y los platos de porcelana.

Todo era extraordinariamente bello, pero frío al mismo

tiempo. A pesar de sus años de protestas, a Nash le

gustaba la gran reunión en el garaje de su casa. Encontrar

espacio suficiente para todos los invitados de Sidney se

había convertido un rompecabezas que había que montar

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cada año. Nash no se imaginaba que echaría en falta el

divertido desayuno anual hasta que llegó al Crystal Palace.

Mientras Sidney daba el visto bueno a los arreglos

florales artísticamente colocados en cada mesa, Nash se

sentó en una en la parte de atrás de la sala y se dispuso a

beber su café descafeinado. Sidney levantó los ojos de su

tarea más reciente encontrando la mirada de Nash.

Nash intentó dar a su pareja la mejor de las sonrisas

que consiguió reunir, esperando que fuese suficiente. La

mirada repentina de preocupación de Sidney le dijo sin

palabras que no lo había hecho bien.

Sidney caminó hasta la mesa y descansó la mano

sobre el hombro de Nash. —¿Algo está mal?

—No. —Nash levantó la mano de Sidney y la besó.

Sidney había trabajado mucho en la celebración como para

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que Nash le pusiese alguna pega.

Sidney se deslizó entre Nash y la mesa y se sentó en

su regazo. Con las manos detrás del cuello de Nash, Sidney

continuó mirándolo. —Habla conmigo y no te preocupes

intentando decir que todo está correcto, porque puedo decir

que no.

—Yo estoy bien si eso es lo que te preocupa. —Nash

bajó la mano por la espalda de Sidney—. De verdad.

Sidney meneó la cabeza. —Dímelo.

Nash suspiró. —Este lugar es increíblemente bonito,

pero no me hace sentir como me siento en casa.

Sidney dejó caer un brazo y se giró para estudiar la

sala. —¿Piensas que debería haber encargado manteles

más oscuros?

—No. No es el ambiente ni la decoración.

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—¿Entonces qué es?

Nash deseaba poder decir la razón. Ya que él lo había

mencionado, sentía que Sidney merecía una respuesta. —

No lo sé. Creo que tal vez sea porque no tenemos

recuerdos de aquí. Simplemente, no parece ser una casa.

—¿Cómo un garaje, quieres decir?

Nash dio una risita. —Sí, pero… —Nash suspiró—.

Parece medio extravagante. ¿Te puedes imaginar a Alan

desabrochando su botón superior después de dejar la

mesa, como hace en casa?

Sidney empezó a carcajearse.

—Recuerdo la primera Acción de Gracias que pasé en

su casa. En aquel momento Alan se desabotonaba antes de

levantarse de la mesa. Eso siempre enfureció a Maggie,

pero Alan la calmaba diciendo que parase de cocinar tan

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bien y así el no estaría obligado a comer tanto.

Nash gesticuló hacia el ambiente opulento. —¿Cómo

de cómodo piensas que va a estar aquí? ¿No crees que

preferiría estar apretado en nuestra casa?

—Es un poco tarde para dar tu opinión sobre eso,

Nash. Fuiste el único que me dijo el año pasado que no

estaba autorizado a invitar a más personas si no era en un

local distinto.

—Lo sé, y estaba equivocado. Quién sabe si en vez

de encontrar un local alternativo el próximo año, no

deberías proyectar un anexo a la casa que podríamos

construir esta primavera.

—¿En serio? —Sidney preguntó, meneando su culo

contra la endurecida polla de Nash.

—Tiene más sentido. Tenemos mucho espacio para

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construir en el jardín de la parte de atrás e imagino que

podríamos conseguir un precio bueno por la construcción. A

menos, claro, que los hermanos Shriver no quieran ser

invitados al café de la mañana en el futuro.

Las puertas se abrieron y Luke y Butch entraron.

Nash le dio un apretón juguetón a Sidney en el culo. —Ve a

atender a tus invitados.

—¿Estás seguro que vas a estar bien sufriendo aquí

por culpa del café de la mañana?

Sintiéndose excesivamente sentimental, Nash atrajo

la cabeza de Sidney hacia abajo para un profundo beso.

—Nunca en todos los años desde que te conozco sufrí

contigo a mi lado.

**********************

Sidney rompió la parte de arriba quemada con azúcar

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de su crème brûlee y sumergió la cuchara hasta el centro

cremoso. Él gimió cuando el primer pedazo cubrió su

lengua. —Maldición, esto está bueno.

A su lado, Nash se encogió de hombros. —Está

bueno, pero a mí me gustaron más aquellas pequeñas

tartas de limón que hiciste el año pasado.

Sidney sonrió. Aunque Nash no hubiera hecho un

gran problema de eso, cada vez que Sidney elogiaba la

comida, Nash encontraba algo que Sidney hacía mejor.

Podría irritar a algunas personas, pero Sidney lo llevó con

calma. En general, la comida había sido absolutamente

fantástica, superando de lejos cualquier cosa que Sidney

hubiese servido.

—Sé que estás intentando ser amable, pero nunca

hice crème brûlee como esta en mi vida, —Sidney dijo

tomando otro bocado.

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—Echa un vistazo, bebé. ¿Encuentras a alguien aquí a

quien realmente le importe que no puedas hacer crème

brûlee? De todos modos ellos nunca han venido al café de

la mañana por la comida.

Sidney observó a sus amigos y familia mientras

terminaba su postre. Parecía extraño permanecer sentado

tan distante de las personas que amaba. Le hubiera

gustado sentarse con JJ, Eric, Butch y Luke, pero no estaba

lo suficientemente próximo para oír a Zac hablar sobre la

facultad de derecho o la reprimenda de Maggie a Alan por

colocar sus codos sobre la mesa.

Mirando alrededor, sabía que no era el único que se

sentía así. La sala estaba muy silenciosa. En una decisión

de fracciones de segundo, Sidney se levantó y golpeó la

cuchara contra su copa de champán.

—Puedo tener vuestra atención, por favor, —dijo lo

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suficientemente alto para que todos pudiesen oírlo.

Todos los ojos se giraron hacia él.

—Me gustaría agradecer a todos el haber venido,

pero tengo una petición muy importante. —Levantó un

dedo—. De todas forma, antes de anunciar mi petición, me

gustaría aprovechar esta oportunidad para decir cuánto

significáis todos para mí. Fue un año difícil para nosotros,

pero afortunadamente os tuvimos a todos para ayudarme a

mí y a Nash a lo largo de él. Quiero que cada uno de

vosotros sepa que no puedo decir esto demasiadas veces,

pero vosotros sois mi familia, y os quiero a cada uno de

vosotros. —Sidney soltó una risita—. Bueno, excepto al

compañero de Mike, a quien realmente no he tenido la

oportunidad de conocer todavía, aunque tengo la certeza

en estos momentos que el próximo año no sólo voy a saber

su nombre, sino que hasta le podría pedir que pelara las

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patatas.

La sala rompió en carcajadas.

—Me gustaría pediros a todos que por favor os

levantéis. —Fueron necesarios varios momentos, pero

finalmente todos estaban de pie—. Ahora si todos vosotros

movierais las sillas del camino, me gustaría ver cuántas

mesas podemos agrupar para formar una mesa gigante

para que todos podamos sentarnos a ella.

Risas y conversaciones llenaron la sala mientras

todos se unían para reorganizar la disposición de los

lugares formales en uno que creó una atmósfera más

casual.

Apretados todos juntos, codo con codo, Sidney

mandó un beso para todos. —Esto está mucho mejor.

Gracias. —Sentado una vez más, Sidney se inclinó y besó a

Nash en la mejilla—. Tenías razón. No es tan divertido sin

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tener que esquivar el codo de Butch mientras come.

—Tengo la sensación de que acabas de hacer a todos

mucho más felices; —dijo Nash, dando un suave beso a

Sidney.

Más tarde, Sidney estaba volcado en una

conversación con Mike y su nuevo enamorado… Shane,

Sintió como Nash le apretaba el muslo y miró hacia

arriba para encontrarse la expresión de su compañero

totalmente transformada. Nash parecía realmente feliz por

primera vez desde que ellos llegaran al Crystal Palace.

Sidney había aprendido su lección. Nunca más asumiría que

mayor y más caro significaba mejor.

Sus amigos y familia lo amaban de cualquier manera.

Si ellos estaban amontonados en un garaje para la cena de

Acción de Gracias o sentados con él en el hospital, mientras

gritaba en un momento y lloraba al siguiente, él sabía que

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podría contar siempre con ellos. Y para eso, él estaría feliz

de permanecer en la cocina durante dos días en cada

noviembre.

Fin

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Créditos

Coordinador de Proyecto

Perversa

Traductor

Scorpio

Corrector

Isolde

Diseño y Portada

Pandora

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¡ y no olvides a los autores, sin ellos no

podríamos disfrutar de todas estas historias!

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