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Shields
The Wedding (Crossover Enseñame / Contrato).
Diseño de portada: Aryam Shields
Maquetación: Aryam Shields.
Edición: Flor M Urdaneta.
Primera Edición: Julio de 2018
ISBN
Esta es una obra de ficción, producto de la imaginación del autor, los lugares y personajes son
ficticios.
Cualquier similitud con la realidad es pura coincidencia.
No se permite la reproducción total o parcial de este libro, ni su incorporación a un sistema
informático, ni su trasmisión en cualquier forma o medio, sin permiso previo y por escrito del titular del
copyright.
La infracción de las condiciones descritas puede constituir un delito contra la propiedad intelectual .
“El vínculo que te une a tu verdadera familia no es
el de la sangre, sino el del respeto y la alegría que tú
sientes por las vidas de ellos y ellos por la tuya.”
Richard Bach
Dedicado a:
¡El Harem!
Chicas, si no fuese por su amistad, su apoyo y su
infinita paciencia para conmigo, no se que se seria de
mi. porque nosotras somos la prueba fehaciente que
no importa si eres colombiana, chilena, argentina,
costaricence, mexicana, española, nicaragüense o de
cualquier lugar del mundo, cuando se tienen ganas la
amistad es verdadera.
Mil gracias por nunca dejarme caer, por
conocerme y apoyarme.
SINOPSIS
—Planear una boda no es fácil…
—Habla por ti.
—Cállate ¿quieres? Como decía, planear y vivir el momento exacto de una
boda no es fácil, menos cuando tu hija, tu niña, se está casando con un cretino.
—Cuida tus palabras…
—Bueno, no un cretino, pero sí el hijo de tu peor pesadilla, tu enemigo, el
hombre que casi se roba a tu mujer...
—Tengo que recordarte que te vi metiéndole la lengua a Kath en la boca.
¡Yo jamás toqué a Evangeline! —Supéralo, D'Angelo. ¿Me vas a dejar
continuar? Gracias… en fin, el punto acá es que ningún padre es feliz viendo a
su pequeña entregarse a los brazos de un hombre.
—Para ningún padre es fácil que tu único hijo quiera mezclar sangre con la
persona que más detestas. —Para ningún padre es fácil saber que tu hija se irá a
la cama esa noche con un hombre y dejará de ser tu bebé. —Mi hijo es bueno,
pero no un santo, se fueron juntos un mes a Holanda.
—Será mejor que te calles o Pu y Ño se estrellará en tu cara…
—Cuando quieras. Por qué mejor no hablas menos y les dices qué es todo
esto.
—Esto es la boda, un relato del día en que nuestros hijos decidieron
mezclar el apellido Evan Farell con el D’Angelo, un día en que nos convertimos
en familia, un día lleno de felicidad, recuerdos...
—Añoranzas… —Pero sobre todo, un día de amor, perdón unidad y nuevos
comienzos… los invitamos a descubrir un poco de nuestras facetas como padres
y dar la bienvenida al nacimiento de una nueva familia.
#TheWeeding es un relato corto, de cómo la familia Evans Farell
(Enséñame) y la familia D' Angelo (Contrato) se unen para ser una sola. Son 17
capítulos narrados por Maximiliano y Alessandro en los que nos cuentan el día
más importante en la vida de sus hijos (Thiago y Afrodita) mientras recuerdan el
pasado y afrontan el presente.
CONTENIDO
SINOPSIS
PROLOGO
Alessandro.
CAPÍTULO 1.
Maximiliano
CAPÍTULO 2.
Alessandro
CAPÍTULO 3.
Maximiliano
CAPÍTULO 4.
Alessandro
CAPÍTULO 5.
Maximiliano
CAPÍTULO 6.
Alessandro
CAPÍTULO 7.
Maximiliano
CAPÍTULO 8.
Alessandro
CAPÍTULO 9.
Maximiliano
CAPÍTULO 10.
Alessandro
CAPÍTULO 11.
Maximiliano
CAPÍTULO 12.
Alessandro
CAPÍTULO 13.
Maximiliano
CAPÍTULO 14.
Alessandro
CAPÍTULO 15.
Maximiliano
EPILOGO
Maximiliano
AGRADECIMIENTOS
SOBRE LA AUTORA
PROLOGO
Alessandro.
Odiaba Nueva York, odiaba el bullicio, lo que representaba, incluso los
recuerdos que traía, puesto que estos empañaban los buenos tiempos.
Mientras el auto recorría las concurridas avenidas. Katheryne apretó mi
mano, ella entendía, siempre entendía, desde que nos conocimos treinta años
atrás, ella se tomó el trabajo suplir todas mis necesidades; como hombre, como
amigo, como dominante, esposo y amante, la amaba, no se lo decía a menudo;
pero la amaba.
Cerré los dedos entorno a su mano sin mirarla, observando a la gente correr
de un lugar para otro, siempre con prisa, miré por el pequeño espacio entre la
silla y la carrocería del auto. Thiago golpeaba sus dedos en la ventana de su
asiento. Durante veintiséis años he visto a este chico convertirse en hombre, lo
he visto tímido, sonrojado, curioso, incluso más de una vez lo he visto nervioso
– culpen a su madre-, pero nunca lo había visto como hoy.
Los empleados de la sucursal de Nueva York querían darme un
reconocimiento especial este año, mi esposa había insistido en que viniera y
aunque odiaba la maldita ciudad, adoraba mi empresa, mi imperio D´Angelo
Building me había mantenido a flote cuando mi vida se fue a la mierda. Cuando
Fiorella se escapó de mis manos, cuando pensé que dejando a Katheryne le hacía
un favor.
Thiago había estado seis meses en la sucursal revisando proyectos,
avalando negocios, empapándose y preparándose para hacerse cargo de la
empresa en general. Ya teníamos a Niklaus en el equipo, era uno de nuestros más
brillantes arquitectos. Era casi tan bueno como su padre, Antoine estaba
orgulloso de él, tan orgulloso como yo lo estaba de mi hijo. Miré su reflejo en el
vidrio, estaba mordiéndose la mejilla derecha y constantemente se peinaba el
cabello hacia atrás intentando dominar el desastre que tenía por cabello. Nos
había dicho que tenía una noticia que darnos, por ello nos estaba invitando a
comer al restaurante favorito de Katheryne.
Riley detuvo el auto frente al restaurante Barbeta, Thiago fue el primero en
salir, abrió la puerta para su madre y sonrió ante la caricia en la mejilla que le dio
mi esposa. Se ajustó el traje y respiró profundamente.
—Mesa para D´Angelo —musitó al maître que inmediatamente nos llevó a
una mesa en centro del restaurante. Odié la ubicación, cuando optaba por cenar
fuera escogía mesas que estuvieran escondidas o cerca a las paredes, donde
tuviese menos contacto con las personas a mi alrededor. Esta era una mesa
grande y rápidamente noté que había seis sillas. Alcé una ceja hacia mi esposa
que simplemente se encogió de hombros. Miré a mi hijo pero intentaba decir
algún secreto al mesero.
—¿Esperamos a alguien? —señalé las sillas restantes una vez el mesero se
fue.
—Sí —murmuró Thiago entre dientes. Se alisó las mangas del saco y aflojó
el nudo de su corbata.
—¿Qué sucede, Thiago? ¿Hay algún problema con la empresa? ¿Contigo?
Él tomó la mano de su madre y dejó un beso en el dorso antes de contestar.
—Estoy bien, mamá, un poco cansado —le dio una sonrisa brillante y me
miró a mí. —Esta sucursal tiene mucho potencial, papá, he visto los terrenos de
los próximos proyectos y revisado cada maqueta de los mismos. Creo que
podemos llegar muy lejos en los próximos meses.
—En los próximos meses estarás en Milán. —El mesero llegó, sirviendo
una copa de vino a cada uno de nosotros, Thiago esperó a que se fuera antes de
volver a hablar.
—El tío Demian está haciendo un excelente trabajo, pero creo que si
modifico unos…
—Tú lo has dicho Thiago, Demian ha hecho un excelente trabajo —Tomé
la copa y di un sobo de vino. Necesito que trabajes conmigo en Milán.
—Alessandro —Katheryne cerró su mano en mi brazo.
—¿Cuándo vas a acabar tu paseo en América y volverás a casa? ¿A tu
empresa?
—Papá, yo…—Mi hijo alzó la mirada y sonrió, cualquier cosa que iba a
decir fue rápidamente olvidada, se levantó de la silla y volvió a estirar sus
mangas. —¡¿Estás aquí?! —Salió de la mesa y se reunió con su novia.
Afrodita Farell, he de suponer y la razón por la cual mi hijo no quería
volver a Italia.
La chica dio un beso tímido en sus labios, pero se aferró a él como si
estuviese en medio del océano con un tiburón mirándola como presa…Yo.
—¿Están aquí? —habló Thiago en voz baja, ella asintió
—Están aparcando —ella también habló en voz baja.
—¿Les dijiste algo? —Ella negó.
—Solo que cenaríamos contigo y que la reserva estaba a tu nombre.
—Todo estará bien, estoy contigo —él dejó un beso reverencial en su frente
y luego tomó su mano.
—Tía, Kath —besó a mi esposa en su mejilla—, señor D´Angelo. —
Tendió su mano hacia mí. —Thiago abrió la silla para ella a su lado y se quedó
de pie mientras la chica escribía algo en su celular. —Escuché pasos detrás de
mí, pero no tenía que girarme para saber quién era, conocía esa maldita voz muy
bien.
—No sabía que teníamos reunión familiar —exclamó Maximiliano
estrechando la mano de mi hijo. Katheryne saludó al imbécil con un beso y un
abrazo, estuve a punto de sentarla de nuevo en su asiento.
—Afrodita no nos había dicho que ustedes estaban aquí —dijo Evangeline,
ella era mi socia y la mejor escritora de nuestra editorial.
Lo único malo: el pedante de su marido. Maximiliano saludó a Thiago
apretando su mano de manera contundente. Farrell y yo solo nos dimos una
mirada arrogante. Ambos se sentaron y Thiago también lo hizo. El mesero, que
nos había servido antes, llegó para llenar las copas de la familia Farell, vi a
Afrodita respirar profundo y botar el aire lentamente… Thiago tomó su mano de
nuevo, el ambiente se sumió en un silencio incómodo. Creo que por un momento
nadie deseó que el mesero abandonara la mesa.
—¿A qué se debe esta agradable reunión? —Farell miró a mi hijo. —
¿Bebé?
Thiago detuvo lo que sea que fuese a decir su novia.
—Sabemos que esto no es fácil para ustedes…Papá, señor Farell.
—Es un jodido infierno —murmuramos los dos al unísono.
—Solo queríamos tener una reunión familiar. —señaló ella.
—La palabra familia no calza con los apellidos Farell y D´Angelo, amor —
murmuró Maximiliano. Iba a decir algo pero la mano de Katheryne en mi muslo
me hizo callar.
—Esto es una tontería, han pasado muchos años. —dijo ella enfurruñada.
Thiago sonrió hacia ella, y le guiñó un ojo, el mesero volvió con el menú y
esperó pacientemente que cada uno ordenara.
—¿Cómo va la escuela, Afrodita? —preguntó cortésmente, Katheryne,
sabía lo que estaba haciendo, llenaba los silencios con conversaciones vacías
para que no hubiese ninguna discusión. Su mano seguía apretando mi muslo; con
el tiempo, había aprendido que el matrimonio es una cuestión de poder y de
saber ceder. Katheryne sabía que su mano en mi pierna tendría consecuencias,
pero mi mujer amaba las consecuencias casi al mismo punto que yo.
—Bien, he empezado las pasantías en Vitae y tengo un par de casos
complicados, pero tengo al mejor maestro del mundo —Farell besó su coronilla
con sonrisa arrogante.
—Tú eres muy inteligente, pequeña mía—murmuró hacia su hija.
—Thiago… —llamé la atención de mi hijo importándome muy poco las
uñas de Katheryne enterrándose en mi piel —Milán.
—Ahora no, padre, hablaremos sobre ello después.
Katheryne y Evangeline dominaron la conversación hablando de libros y
otros temas que dejé de escuchar para limitarme a observar a la pelinegra frente
a nosotros, Afrodita Evan Farell tenía mucho de su madre, pero tenía la misma
mirada de su padre. Mi hijo estaba loco por ella, lo veía en sus gestos, en la
forma como intentaba complacerla con pequeños detalles que quizá para muchos
podían pasar inadvertidos, pero no para mí. Yo era un observador y aunque la
chica no fuese del todo de mi agrado por ser hija de quien era, tenía que
reconocer que la mirada que le daba a mi hijo era de absoluta adoración.
Solo esperaba que esta “cena familiar” no terminara con alguna noticia que
no fuese de mi agrado.
—¿Sucede algo? —preguntó Maximiliano —Llevas horas mirando a mi
hija como si fuese un jodido extraterrestre… No es que Afrodita no atraiga
miradas es que simplemente…
—Solo admiraba lo mucho que se parece a su madre —bebí de mi copa y le
di una sonrisa ladeada a la chica que se sonrojó como su madre cuando era más
joven.
El mesero trayendo la entrada detuvo cualquier cosa que Farell fuese a
rebatir. La comida se volvió silenciosa, el ambiente tensó. Los platos fueron y
vinieron…
Noté que Afrodita comió poco, pero pidió postre al igual que las demás
mujeres.
El presentimiento de que Thiago ocultaba algo pegó en mi pecho
fuertemente, observé a mi hijo y a su novia; y el nudo de la corbata empezó a
apretar mi cuello.
Mi hijo no embarazaría a la hija de Farell.
¿O sí?
No, Thiago no era tan estúpido. A pesar de la conversación entre las
mujeres y los pocos aportes de Farell o mi hijo la mirada de Maximiliano era
casi tan escrutiñadora como la mía… Estaba en el borde de la desazón, por lo
que terminé mi segunda copa de vino antes de colocarla en la mesa.
—¿Thiago?
—Afrodita y yo nos vamos a casar. —Soltó mi hijo antes que pudiese
completar lo que iba a decirle—. En un mes. —Terminó tomando todo el
contenido de su copa de vino—. Y antes que alguno de ustedes lo piense, ella no
está embarazada.
La mesa quedó en silencio. Farell estaba lívido, incluso yo lo estaba,
esperaba todo menos que Thiago quisiera casarse.
CAPÍTULO 1.
Un Mes Después
Maximiliano
Observé mi reflejo en el espejo, mientras abotonaba mi camisa, me veía bien
nadie, que me mirara de frente, podía adivinar mi edad actual; sin duda alguna
comer sano, hacer ejercicio y ser activo sexualmente tenía sus ventajas. Lo más
importante era que a mis cincuenta y dos años aún no tenía problemas en
levantar a mi amiguito y hacerlo responder hasta que mi mujer quedara
completamente satisfecha...
Hasta que ambos lo estuviéramos.
Con el paso del tiempo Evangeline se había convertido en una amante
delicada, pero fuerte; exigente, pero flexible. Mi amiga, mi amante, mi mujer la
fémina en arcilla creada por mí. Luego de que ella publicara nuestro libro
“Enséñame” su éxito había sido demoledor, bestsellers tras bestsellers, no podía
dejar de sentirme orgulloso por ella, no solo porque había dejado su pasado
completamente atrás aquel día que se despidió de su madre, sino porque a pesar
de todo el tiempo que llevábamos juntos, seguía amándome como el primer día
que decidimos vencer juntos el miedo y darle una oportunidad a lo que
sentíamos, lo que había empezado como un simple decálogo ahora era una
familia.
Mi Familia, una que casi pierdo; pero que aún se mantenía. Nuestro
matrimonio no era perfecto; teníamos desacuerdos, discusiones y en más de una
ocasión he dormido en el cuarto de huéspedes, pero no podía quejarme, las
reconciliaciones era lo mejor después de dormir solo una o dos noches.
Cada año que pasaba junto con ella reafirmaba dos cosas: La primera, ella y
yo estábamos hechos para encontrarnos algún día; la segunda, había hecho lo
correcto al casarme con ella, sentar cabeza como decía Derek, y dedicarme a mis
hijos aunque en este momento no quería recapitular sobre mi vida.
En este preciso instante lo que quería tener era una jodida máquina que
devolviera el tiempo. Una que pudiese situar en aquellos momentos en los que
mientras recuperaba la movilidad de mis piernas, tomaba a mi pequeña hija y
teníamos conversaciones profundas de cómo los chicos tenían piojos y cómo
debía alejarse de ellos… Sin embargo, por más que lo deseara, eso no iba a
suceder.
Respiré profundamente y tomé la corbata del Frac escuchando a lo lejos a
mi esposa llamar la atención a mis hijos varones, que seguramente estaban
jugando con la Xbox. Emerson, nuestro último hijo, acababa de cumplir dieciséis
años; sus ojos eran azules y penetrantes, como los de su madre; sus cabellos tan
negros como los míos; aun así no tenía nada que envidiarle a sus hermanos, que
tenían la genética de Evangeline: cabellos cobrizos y ojos azul océano. Eros y
Adonis tenían veintidós años. Adonis hacía poco me había presentado a su
novia María Elizabeth Malinov, hija de Dimitri Malinov y Odette Miller. No me
extrañaba que mi hijo más tímido fuese el primero en presentarme una novia
formal, menos si era una chica como la hija de Malinov. Ellos tenían los mismos
gustos e iban a la misma universidad, Eros, por su parte, era lo opuesto a su
hermano, él era más como yo a su edad. Mi hijo mayor no tenía ninguna novia
fija, aunque sus ojitos brillaban cuando Sarah, la hija de Samantha, entraba en la
escena. Collin y yo solo esperábamos el momento en el que mi hijo sacara la
cabeza de su trasero. Esperaba que se apresurara, era un secreto a voces que la
pequeña Sarah también sentía algo por él, Emmerson, por su parte, su vida eran
los videojuegos, por ultimo estaba mi pequeña ninfa...
Solté la corbata algo enojado, conmigo mismo. Si tan solo hubiese
escuchado las palabras de Jeremmy cuando me dijo, que dejarla ir sola con sus
amigas a la semana de la moda en Milán, era una mala idea y la peor de todas
era haberla dejarla quedarse en casa de Kath... Ingenuamente llegue a pensar que
ahí estaría a salvo, por mucho que me desagradara la idea de que mi hija, mi
dulce hija, estuviese bajo el mismo techo que el imbécil de D'Angelo. Si pudiera
devolver el tiempo iría exactamente cuatro años atrás y le diría a mi
Maximiliano de cuarenta y ocho años que no se dejara convencer del puchero
tierno y esas caricias en la nuca que solo ella y su madre sabían dar.¡ Maldita la
hora en que fui débil y dije que sí! Supe que mi hija ya no era mi niña cuando
Afrodita llegó de Milán, intuición quizá…
Conocía a muchos casos, lo veía en su mirada, en la manera en que siempre
parecía estar en otro lugar o la celosa posesión de su celular. Algo en ella había
cambiado, mi hija había crecido ante mi mirada tan rápido... que casi no me
había dado cuenta. Tenía dieciocho años, pero para mí siempre sería la pequeña
que me esperaba al pie de la escalera y me quitaba una barra tablerone. Casi
muero de felicidad cuando escogió la psicología como profesión; y, cuanto más
tiempo pasábamos juntos, tenía claro que mi hija se decantaría por la sexología.
Ella era mi calco, mi orgullo, la luz de mis ojos. No se equivoquen, amaba a
mis cuatro hijos, amaba a mi mujer; pero desde el primer momento que mis ojos
se cruzaron con los de Danielle Afrodita, supe que más que Evangeline, sería
ella la que me tendría comiendo de su mano. Hoy veintidós años después de ese
día podía dar fe de ello.
Este día un extraño se llevaría a mi hija y las charlas sobre "libros porno",
así era cómo habíamos bautizado la literatura erótica, quedarían relegadas a
recuerdos. Quizá para muchos estoy exagerando; pero no, no lo estoy haciendo.
Tengo sentimientos encontrados y no me gustan para nada.
CAPÍTULO 2.
Alessandro
Durante veintiséis años he intentado ser un buen padre, siempre había sido solo
yo contra todos; entonces llegó Kath y Antonella; y ambas abrieron su corazón a
mí, permitieron que este hombre, con un pasado de mierda, empezara a
plantearse un futuro. Me convertí en esposo y padre de una niña que adoraba a
pesar de que no estábamos ligados por sangre. Luego cuando Kath me dijo que
estaba embarazada, pensé que mentía, me enojé, me asusté y, en medio de mi
oscuridad, llegué hasta ella, que abrió sus brazos hacia mí y me dejó ser yo…
Simplemente yo.
Cuando Thiago llegó a este mundo estaba paralizado. Lo estuve por sus
primeros meses de vida, podía hacerlo con Antonella, pero Thiago era distinto,
era un niño, uno como yo y, aunque intentaba alzarlo y no recordar lo que
Frederick había hecho conmigo, me era imposible. No, yo no rechazaba a mi
hijo, yo rechazaba lo que podría hacerle.
A medida que mi hijo iba creciendo, intenté involucrarme más en su vida.
Asistía a todos los campeonatos, reuniones de padres, intentaba mantenerlo
cerca, aunque no lo pareciera. Thiago era callado, mas no tímido, tenía la
sonrisa de su madre y era intrépido y sagaz, le encantaba construir y cada día se
parecía más físicamente a mí.
Y mientras mi relación con Antonella surgía como una cascada con Thiago
era como un río furioso que se estrellaba contra las rocas, paredes invisibles que
había creado para que mi hijo se mantuviese a un paso de distancia. Hasta el día
que Katheryne dijo basta. Él día que me hizo ver lo estúpido que estaba siendo.
Mi hijo tenía seis años, pero yo no lo conocía y mientras estaba sentado en mi
oficina jugando con mi alianza y recordando las palabras de mi esposa, me juré a
mí mismo hacer algo que derribara las murallas. Llamé a Riley, mi buen amigo
Riley, y le pedí que fuese a casa por Thiago y lo trajera a la oficina.
Si cierro los ojos puedo recordar su rostro cuando entró a la oficina y lo
invité a ver los planos del edificio que D´Angelo Building construía en
Australia. Con el paso de los años fue involucrándose en la empresa, le permití
asistir a reuniones importantes, se convirtió en mi cómplice…Mi heredero y,
solo cuando tuvo la edad suficiente para comprender por qué actuaba como lo
hacía, me senté junto a él y sostuvimos la primera charla como padre e hijo.
Cuando mi hijo puso sus brazos alrededor de mi cuerpo sin preguntar supe que a
pesar de todo tenía un chico extraordinario.
Hasta que Farell envió su hija por un fin de semana a Milán...
Lo supe en la mirada de mi hijo al verla, fue la misma mirada que me dio el
espejo la primera vez que vi a Fiorella, la primera vez que vi a Katheryne.
Mi hijo estaba hechizado y no había nada que yo pudiera hacer para romper
ese hechizo. No es que me disgustara que mi hijo de veinte años estuviese detrás
de una niña de dieciocho; no, lo que me disgustaba era que esa niña fuese la hija
del maldito Maximiliano Evans Farell.
CAPÍTULO 3.
Maximiliano
Sabía que en la habitación que estaba frente a la mía estaban arreglando a mi
nena. Sarah, Cassedee, Eve y Sam estaban con ella desde temprano. Llámenme
idiota; pero, aunque sabía que este día llegaría, albergaba la esperanza de que no
fuese en un futuro cercano. Imagino que ahora estaba sintiendo lo que todo padre
sentía y no me gustaba para nada esta sensación. Aún recordaba cuando ella
tenía cinco años y me preguntó de dónde venían los bebés, o a los seis cuando
me preguntó qué era el sexo... Mientras la metía a la cama.
« Afrodita
Seis años
—Hora de dormir, pequeña hada— subí su cobija y dejé un beso en su
frente. Ella se aferró a su muñeca y me encaminé a la salida.
—Papi, — me llamó justo cuando iba a salir— ¿Qué es el sexo?
Por un momento pensé que no había escuchado bien, entonces ella repitió
su pregunta.
Al ver mi mutismo, Afrodita se sentó en la cama y sus ojos, tan iguales a
los míos, escudriñaron mi postura.
—¿Es algo malo? —No dije nada— El sexo, papi. —¿Cómo diablos una
nena pregunta qué jodido es el sexo? Yo lo supe a los catorce cuando Charlotte
me bajó los pantalones y me hizo mi primera felación…—. Veo que tú tampoco
sabes qué es. —¿Esto es enserio? Yo no sabía qué era el… ¡joder!—. Puedes ir a
investigar en tu computador —bostezó—, mañana me cuentas en el desayuno.
La vi volver a acostarse y aferrarse a su muñeca.
Afrodita tenía una capacidad impresionante para dejarme sin habla, y
aunque sabía que algún día tendría que darle la charla del sexo, no esperaba que
fuese ahora. Sin saber cómo actuar apagué la luz y cerré su puerta con suavidad.
Una vez fuera de su habitación, respiré profundamente, y en vez de dirigirme a
los brazos de mi esposa, me fui al estudio. Quizá Google, en su infinita
sabiduría, podría explicarme cómo hablarle de sexo a mi hija de casi seis años.
Me senté en mi escritorio y pasé las manos en mi cabeza. La pregunta de mi
hija se repetía una y otra vez en mi cabeza.
¿Qué podía decirle?
Sabía que me estaba ahogando en un vaso de agua, pero ni mis estudios, ni
mi experiencia como sexólogo podían servirme de base para responder esa
incógnita. En estos momentos, yo simplemente era el padre de Afrodita y estaba
literalmente paralizado.
Me levanté del escritorio y caminé hacia el bar, sirviéndome una copa, no
acostumbraba a beber entre semana; pero una que otra copa nunca caían mal.
Afuera llovía y si empezaba a relampaguear pronto tendríamos tres niños
asustados y un bebé llorando.
—Así que aquí estás —estaba tan sumido en mi propio dilema que no había
escuchado la puerta abrirse.
A través del vidrio de mi ventana observé a Evangeline caminar hacia mí y
suspiré como el propio hombre enamorado, ese del que tantas veces me burlé.
Ella llegó hasta mí y me abrazó por la espalda.
—¿Estás bien? —Asentí— ¿Qué te preocupa? —sus manos empezaron a
soltar los botones de mi camisa, he de confesar que con cuatro niños pequeños el
sexo pasaba a un segundo plano, seguíamos siendo tan activos como podíamos;
ahora que Emmerson despertaba menos por las noches, teníamos más tiempo
para los dos. Sin embargo, esta noche mi cabeza no estaba en ello. Estaba en la
maldita pregunta que había hecho mi única hija. Mi hija de seis años—. Los
niños están dormidos. ¿Lograste hacer dormir a Afrodita? —Asentí sin mirarla
aún y llevé la copa a mis labios; las manos de Eve acariciaron distraídamente
mis abdominales, haciendo camino hacia mi miembro— ¿Has hablado con el
doctor Hans?
—Sí —bebí un poco más—. Los resultados salieron bien.
Hacía seis años casi pierdo mi vida y mi familia, por ello anualmente me
realizaba estudios, queriendo descartar que un nuevo aneurisma apareciera.
Viajaba a Chicago con el doctor Hans y solo esta mañana me había llegado el
resultado de mi último estudio.
—Si todo está normal, ¿por qué estás tan tenso? —Evangeline me giró y
quitándome la copa de mi mano y tomando lo que quedaba de ella. Sus labios
fueron a ese punto en mi cuello que hacía que me volviera loco; sin embargo, me
alejé, haciendo que mi esposa arqueara una ceja hacia mí.
—Afrodita me ha preguntado qué es el sexo…—Pasé la mano por mi
cabello mientras veía la sonrisa socarrona en el rostro de mi esposa.
—Así que te ha tocado darle la charla—la burla en su tono de voz era casi
insoportable.
— No es gracioso, Eve… —Tomé la copa de nuevo y la rellené— ¡tiene
seis jodidos años! ¿Esa no es la edad de las barbies y las princesas de Disney?
¡Se viste con un traje de princesa diario! —Evangeline rio.
—No encuentro el chiste—continué enojado—. Sabía que tendría que darle
la charla algún día, pero joder no aún, mínimo cuando tuviera ¿qué? …hice
ademanes con mis manos —¡Unos treinta o cuarenta años!
—Aja —Evangeline alzó una de sus cejas y cruzó los brazos en su pecho.
— ¿De verdad pensabas que iba a llegar casta y pura a esa edad?
—Por supuesto —dije pagado de mí mismo—. Estudia en un colegio
religioso, lo que más quiero es que dedique su vida a honrar a Dios…
—¡Maximiliano!
—¡¿Qué?! No puedes culparme, mujer, es mi bebe. A ella no puedo
imaginarla con ningún hombre, ¿o tú puedes imaginar a Eros y Adonis con
chicas?
—De hecho sí, la maestra Harrison me ha dicho que las niñas dan de comer
a Eros en el receso escolar, de hecho, todas comparten sus refrigerios con él.
—Es el encanto Evans…
—Y Afrodita también… Tiene una corte de niños esperando por ella
cuando llega al salón. —Fue mi turno para arquear una ceja—. Te estás
ahogando en el mismo vaso de agua que te ahogas cada vez que Afrodita te hace
una pregunta referente al tema; y tu hija tiene de boba y santa lo que yo tenía de
pervertida a los veintiséis…
—Dime algo que yo no sepa, dulzura…
—Son tus hijos Max, tienen tus genes, se parecen más a ti que a mí que los
cargué por siete meses y medio… El fruto nunca cae muy lejos del árbol.
—¿Y qué coño le voy a decir? Sabes me dijo que me dejaría pensar y que
mañana en el desayuno quería una respuesta.
—Max...
—Puedo hablar de sexo a muchas personas, puedo aconsejar terapia a
parejas, puedo hablar en seminarios y dirijo un jodido programa cuyo eje central
es el maldito sexo. Pero no puedo hablar de ello con mi hija de seis jodidos
años. —Evangeline se acercó a mí, mi mujercita había aprendido a contonear las
caderas haciéndome parecer un idiota. Ella me hipnotizaba con su movimiento y
sus ojitos, que de inocente ya no tenían nada. Colocó su mano en la hebilla de mi
cinturón y lo soltó con un movimiento rápido desabrochando el botón y bajando
el zíper antes de tomar mi semierecto miembro en sus manos.
—Bueno, somos un equipo, podemos pensar algo juntos —cuando sus
deditos bombearon mi polla dejé de pensar… pero al día siguiente contesté a mi
hija su pregunta y... tuve una noche fantástica con mi esposa.
CAPÍTULO 4.
Alessandro
Katheryne me ayudó a colocarme el saco, alisando las arrugas inexistentes; tenía
los ojos un poco irritados debido a que había llorado, yo me había mantenido en
silencio.
La boda de Thiago había sido planeada de manera rápida, muy rápida para
un jovencito de veintiséis años, mi hijo era muy parecido a mí: era sagaz,
inteligente, amaba edificar; pero también tenía mucho de mi esposa, era noble,
amoroso, amable y todas esas cualidades que un cabrón como yo nunca podría
tener.
—¿Cómo estás? —Tomé las manos de Kath cuando estuvo frente a mí.
—Tan bien como puedo llevarlo, es mi niño el que se va a partir de hoy…
—sus ojos se anegaron en lágrimas y tragué grueso ante su llanto. No me
gustaba verla llorar, no desde que mi látigo la marcó. Dejé que mis manos se
deslizaran por sus brazos desnudos, llevaba un vestido dorado con un escote
recatado pero elegante; mis manos llegaron a su espalda, una descendió hasta su
cintura y la otra, ascendió hasta su nuca; sus labios se entreabrieron como
siempre que iba a besarla.
Devoré su boca con la misma pasión de siempre, ella se entregó a mí como
lo venía haciendo desde que su camino se cruzó con el mío. Ahora el tiempo
había pasado, pero yo seguía sintiendo lo mismo por ella. Esta increíble mujer se
había amoldado a mí, había dominado mi vida incluso más de lo que yo había
dominado para ella.
—Te amo —murmuró cuando terminé el beso. Dejé que mis labios se
posaran sobre su frente, mi manera de decirle que tenía los mismos sentimientos
—. Voy con Antonella, al parecer tiene un problema con su vestido y Jack no
sabe cómo hacer para que deje de llorar…hormonas.
No pude evitar fruncir el ceño cuando me habló de Jack, era el esposo de
Antonella desde hacía ocho meses, había ingresado a Open Heart como uno de
nuestros más brillantes colaboradores. Antonella se había enamorado de él, algo
que no me había hecho muy feliz, pero que tuve que aceptar, no es como si
Jackson no hubiese demostrado que era lo que mi hija mayor necesitaba.
—¿Puedes ir con Thiago y mirar si todo está en orden?
Asentí y ella dejó un suave beso en mis labios antes de salir a la habitación
de Antonella. Esta vez no habíamos ido a casa, Thiago prefería que nos
quedáramos en el hotel donde la recepción de la boda se llevaría a cabo.
Respiré profundamente y salí a la habitación de mi hijo, alcé la mano para
tocar y me detuve.
Recordando aquel día en el que realmente me sentí padre de Thiago…
« Thiago
Seis años
—La competencia de Karate de Thiago es en tres días —dijo Katheryne
mientras terminaba de colocarse un zarcillo.
—Viajo a Rio de Janeiro mañana, estaré allá hasta el domingo como poco.
—Terminé de ajustar el nudo de mi corbata.
—¿Es en serio? —preguntó mi esposa con un deje de ironía.
—Voy a hacer una visita al terreno.
—Es el campeonato mundial.
—Es un negocio de miles de dólares.
—¡Es tu hijo!
Me giré al escuchar la ira destilando en su tono de voz.
—Katheryne…
—No, Katheryne nada, él espera verte ahí.
—No puedo ir, estoy seguro que espera más verte a ti que a mí. —Ella se
levantó del tocador, completamente enojada, habíamos tenido una buena noche,
Katheryne era todo lo que necesitaba: una buena sumisa, una madre ejemplar,
llevaba la fundación perfectamente y era una excelente esposa; de aquella niña
con la que me había tropezado en aquel horrible lugar no quedaba nada.
Solo tenía un problema, su continua insistencia en sobrepasar mis límites.
Amaba a mis hijos, Antonella y Thiago lo eran todo, trabajaba duramente
por dejarles un legado, yo quería dejarles eso, era lo que podía hacer. Tenía
pocos recuerdos de mi padre, pero siempre llegaba a mi mente algo que él decía.
La torre de D´Angelo Building era mi legado, pasaría a mi cuando tuviese el
conocimiento necesario y yo se la heredaría a mis hijos como mi abuelo se la
había heredado a él.
Quería que eso se mantuviera vivo.
—Él espera verte a ti, ¡maldición, Lex!, sé que cuando te dije que quería un
bebé te negaste, sé que para ti fue muy difícil vivir el embarazo y que el
nacimiento de Thiago te sacó de tu elemento, incluso he soportado el rechazo
que tienes hacia tu propio hijo…
—¡No lo rechazo!
—¡Lo haces! Inconscientemente lo haces. Yo te amo, Alessandro, yo te amo
y por ese amor acepté la oscuridad que hay en ti, pasas mucho tiempo fuera de
casa, si no estás viajando, estás en la oficina. ¿Te has tomado un momento para
conocer a la maravillosa persona que creamos? —Iba a hablar, pero ella me
silenció con una sola mirada—. Nunca lo abrazas.
—Lo hago.
—Nunca lo metes a la cama.
—¡Estoy trabajando!
—¡Yo también trabajo por un demonio!
Agradecía que la habitación era a prueba de sonidos.
—Necesitas empezar a pasar tiempo con él, como Antoine con Klauss,
Antonella va a cumplir dieciséis años, se ira a la universidad pronto, se casará
pronto.
—¡Sobre mi jodido cadáver!
—Quiero verte intentarlo.
—Necesito ir a Rio.
—Eres el jodido jefe aplaza el viaje o envía a alguien más.
—Tú no lo entiendes, Katheryne, yo…
—¿Sabes que Thiago construye? —No lo sabía— ¡Qué vas a saber!, ¿has
entrado en su habitación los últimos seis meses? —No dije nada, en cambio le di
mi mirada más glaciar—. Sígueme —empezó a caminar, pocas veces la había
visto tan enojada— Ahora. —respiré profundamente e hice un puño con mi
mano, no iba a seguirla, en cambio me solté la corbata negra que me había
colocado y busqué la corbata de seda gris.
No pasó mucho antes de escuchar el leve taconeo de Katheryne de regreso;
nuestras miradas se encontraron a través del espejo, mientras terminaba de
ponerme el saco, ella traía una caja de plástico en sus manos. Llegó dos pasos
detrás de mí y volteó la caja dejando que papeles, juguetes, cosas en arcilla y
algunas otras cosas más cayeran al suelo.
—Ése es tu hijo… deberías empezar a pasar más tiempo con él. Cancela el
maldito viaje y cumple con tus obligaciones como padre. No eres tú maldito tío,
Lex —sin decir nada más abandonó la habitación. Tragué el nudo de mi garganta
y me agaché al ver una edificación construida con legos, era muy buena para un
niño de seis años. Observé las hojas de papel, cada una con diseños algo
torcidos, pero no por ellos menos impresionantes.
Entonces las palabras de Katheryne cayeron sobre mí como mil ladrillos.
Mi hijo era un extraño para mí, tanto o más de lo que era yo para él. »
***
—¿Papá? —Salí de mis recuerdos al escuchar la voz de Thiago, le había
pedido a Riley que lo trajera conmigo cuando saliera de la escuela. Después de
lo que Kath me había dicho, había estado pensando en ello toda la mañana.
Thiago era bueno diseñando, sus dibujos y legos eran excelentes, con orientación
y confianza podría convertirse en uno de los mejores. Si Kath quería que pasara
más tiempo con él podría hacerlo y formarlo al mismo tiempo para que llevara
las riendas de esta empresa en un futuro próximo— ¿Puedo pasar?
Asentí. Él soltó la manilla de la puerta y dio dos pasos hacia mí, tenía los
cordones sueltos y los lentes se le iban hacia el puente de la nariz.
—Ven aquí, Thiago —sus pasos fueron vacilantes, pero se colocó frente a
mí erguido, el verde de sus ojos, tan idéntico a los míos, brilló cuando vio la
maqueta a escala que estaba en mi escritorio, la había mandado a traer desde la
sala de juntas donde había tenido una reunión unas horas antes. El Ámbar era
nuestro proyecto más ambicioso del año. Eran dos torres espejos idénticas
ubicadas en la avenida Vieira Souto, una de las más costosas de Brasil que
darían una vista perfecta hacia la playa de Ipanema y Copacabana— ¿Te gusta?
—asintió—. Este edificio será un hotel y quedará frente de una hermosa playa de
Brasil. —Lo alcé dejándolo en mis piernas y até los cordones de sus zapatos
tenis—. Tengo un problema y quizá puedes ayudarme… —él me miró con
interés—. El tío Antoine quiere colocar una piscina en la azotea, yo prefiero
colocarla debajo —le mostré el área de la piscina.
—¿Y por qué no una en cada habitación? —corrió sus lentes con el dedo y
se acercó para tocar, pero luego encogió la mano.
—¿Te refieres dentro de la habitación?
—Sería divertido —sonrió.
—Pero se arruinarían los muebles —él se tocó la barbilla pensativo, podría
decir que se veía cómico.
—¿Y si las ponemos fuera?
—¿Como en los balcones? —pregunté sabiendo la respuesta.
—Aquí —Tocó el lugar donde se harían los balcones con vista al mar para
el exterior.
No era una idea completamente descabellada.
—¡Y un tobogán gigante!
—¿En serio?
—Sí, un tobogán para la piscina con luces… Y juegos para niños en el
último piso.
Sonreí, por muy brillante que fuera, Thiago era solo un niño.
Mi puerta se abrió y, Antoine entró con los planos del edificio.
—¿Qué hace por aquí mi sobrino favorito?
—Ayudo a papá a construir su nuevo hotel. Vamos a hacer piscinas en los…
—Balcones, —respondí por él cuando lo vi pensar.
—¡Pues qué bien! Klaus me dijo algo anoche, no te lo comenté en la
reunión porque quería que lo debatiéramos a solas. —Caminó hacia la mesa en
mi oficina y extendió los planos. Me levanté de mi escritorio, dejando a Thiago
en la silla y fui hasta mi socio y mejor amigo—. Son torres espejo, que te parece
que, en vez de una piscina grande en medio de las dos, sea sobre las dos.
Lo miré sin entender y Thiago caminó hacia nosotros quedando entre los
dos.
—Paneles de vidrio templado o laminado de seguridad, sin color, los
mismos que se usarían para las piscinas de balcón, se incrementara el
presupuesto, pero dará a la obra mucha más majestuosidad, si lo tratamos de
manera elegante. ¿Qué dices? Observé a Thiago de puntillas para intentar mirar
mejor los planos, Antoine revolvió sus cabellos y él alzó la cabeza mirándonos.
—¿Alessandro?
—Podemos intentarlo… ¿Cierto, Ty? —llamarlo como lo hacían Antonella
y Kath puso una sonrisa en el rostro de mi hijo—. Voy con Thiago por un helado
—Antoine sabiendo lo que me costaba hacer lo que había dicho asintió.
—¿Puedo tomar uno con dos bolas de chocolate? —dijo mi hijo.
—Solo si yo puedo tomar dos bolas de ron y pasas, ¿Vas por mi saco,
campeón? Está en la silla de mi oficina. —podía ir a buscarlo o podía mandar a
mi secretaria, pero había mandado a Thiago. Una vez estuvimos solos, Antoine
palmeó mi espalda.
—Ya era hora, amigo, ¿piscinas en los balcones?
—¿En el último piso?
—Esta empresa tiene futuro.
Vi a mi hijo volver con el saco de Antoine…
—Lo tiene amigo mío, lo tiene.
CAPÍTULO 5.
Maximiliano
Tomé una vez más la jodida corbata para ponérmela de una puta vez, yo era el
único culpable que mi bebé hubiese establecido una relación amorosa con el
engendrito de D´Angelo. Sentí cómo abrían la puerta de mi habitación y suspiré,
pasando mis dedos entre mis cabellos.
—Los gemelos están listos y Emm… acaba de apagar la Xbox, —me
abrazó por la espalda como era su costumbre antes de girarme y empezar a
anudar la corbata— ¿No está siendo fácil para ti, eh?
—Debiste dejarme matarlo cuando vino a cenar como su novio formal.
—Así no funcionan las cosas
—Tiene veintidós, aún le queda mucha vida como para amarrase así.
—¿Prefieres que se vaya a vivir con él?
—Pues soy un padre loco prefiero mil veces eso que entregarla en el altar.
Dio un tirón en mi corbata y tuve que mover mi cuello y aflojarla cuando se
alejó —Ella solo trata de hacer lo correcto.
—Lo correcto sería dejar toda esta payasada.
— ¡Estas siendo inmaduro! —Le saqué la lengua para que viera el grado de
mi inmadurez—. Esa lengua tuya hace cosas mejores que eso; anoche lo
demostraste.
—Eve…—Sabía que empezaba con su zalamería para que yo cambiara de
parecer.
—Quiere hablar contigo —murmuró acercándose hacia mí—. Tengo que ir
a ver si ya trajeron su ramillete, así que tienes unos minutos —me dio un
pequeño beso antes de alejarse en dirección a la salida—. Por favor, no la hagas
llorar, nos llevó mucho tiempo maquillarla —moví mi cabeza dándole a entender
que había entendido y ella me envió un beso más.
—¿Nena? —Ella me miró—. Te ves jodidamente sensual —dije con una
sonrisa y de hecho lo estaba, tenía un vestidito dorado de esos que se adherían a
su cuerpo y eran sueltos en la parte de abajo—. Quiero follarte con ese vestido
esta noche.
—Mientras tu hija se va de luna de miel…
—Lalalallaallalallalalaalalalallala —canté mientras ella cerraba la puerta,
riendo a carcajada limpia. Tomé mi saco y respiré antes de salir en dirección a la
habitación de mi niña.
Toqué dos veces y ella me dio permiso para entrar, así que, asomé mi
cabeza para que viera que era yo.
—Papi... —miré a mi pequeña ninfa vestida como una princesa, como
cuando tenía cinco años y su hobby fue coleccionar disfraces. Su vestido era
entallado a su curvilíneo cuerpo, su cabello estaba recogido en un moño
elaborado y pequeños bucles salían de él. Habían maquillado su rostro; pero la
conocía lo suficiente como para saber que había llorado, suspire pesadamente y
caminé hacia ella, cubriéndola en un abrazo como cuando era niña y me
esperaba al pie de la escalera.
Por minutos todo fue silencio y yo de verdad esperaba que Evangeline se
demorara un poco más en subir.
—Te ves muy guapo —mi niña se despegó de mi pecho y sonrió; quise
decir algo como “yo siempre me veo guapo” pero nada salió de mi boca—. Si
llego a llorar otra vez, tía Cass y tía Sam me mataran —dijo secando las
comisuras de sus ojos.
—¿Estás segura de lo que vas a hacer, Danielle?
—No me digas Danielle me haces acordar cuando me mandabas a la cama
temprano, como esa vez cuando tenía doce años y me descubriste leyendo el
Marqués de Sade… Me enviaste a la cama y eran apenas las seis.
No pude evitar reír, la verdad fue que ese día me pareció muy extraño que
Afrodita no estuviera al pie de la escalera, Eve no estaba en casa puesto que
estaba en Londres por su nuevo libro. En el momento que entré a mi estudio y vi
a mi pequeña hija con el libro de Justine del Marqués de Sade entre sus manos,
no supe cómo reaccionar así que solo pude enviarla a la habitación y llamar a mi
mujer para que me dijera qué hacer. Esto de ser padres se le daba mucho mejor a
ella… yo era un pillo, pero era más que conocido que Afrodita era mi dolor de
cabeza, sin duda alguna un lindo dolor de cabeza… Uno que estaba a punto de
casarse.
La atraje a mi nuevamente apenas tenía veintidós años ella debía casarse
cuando tuviese mínimo unos cincuenta años…
— ¿Estás segura, nena? —repetí la pregunta deseando una vez más que mi
bebe me dijera algo como “No, papá, esto es una locura huye conmigo. Sácame
de aquí donde mini D´Angelo no me encuentre”; pero no, ella se separó de mí y
caminó hacia el espejo.
—Completamente segura, papi —tomó una fotografía donde ella y el niñato
salían muy sonrientes, parecía una foto sacada por ella misma—. Thiago es todo
lo que busco en un hombre. Es atento, cariñoso, trabajador —veía los ojitos de
mi hija y por muy egoísta que suene quería morirme, ella se veía tan enamorada
como cuando Evangeline aceptó casarse conmigo.
—¿Y si no es el correcto? —Afrodita negó
—Lo es… mi corazón me dice que lo es. —dejó el portarretratos en su sitio
y acarició su velo blanco.
—No lo conoces bien, hija, digo que tanto pueden conocerse, solo se han
visto en vacaciones, y por la computadora… Yo conozco al bastardo de D
´Angelo y a Kath, los conozco bien, nena.
—Yo también conozco bien al señor D´Angelo y a Kateryne, papá, son
buenas personas
Mi hija tenía razón Kath era una muy buena amiga.
—Hablo…—siempre había tenido problemas para hablar de sexo con
Afrodita, con los chicos lo hacía bien, incluso hacia un par de meses había tenido
la charla con Emmerson y le había comprado una caja de condones, junto con un
libro Tántrico, no olvidaré el color del rostro de mi hijo...
—¿Papá?... —Afrodita me miraba interrogante.
—Hablo del sexo, de los gustos sadomasoquistas de Alessandro D´Angelo,
yo fui el profesor de Katheryne, estudié su tesis, ella me contó su historia, los
detalles de su relación antes y después de matrimonio, yo simplemente…—
Jesús esto era difícil— ¿qué tal si su hijo tiene las mismas tendencias sado que
él? No quiero que nadie te haga daño.
Afro negó divertida se acercó nuevamente a mí y tomó con sus delicadas y
pequeñas manos mi rostro —Te amo, papá, siempre, toda mi jodida vida voy a
amarte.
—No me cambies el tema, Afrodita Evans
—Papi, amor de mi vida, rey de mi universo completo —me hizo sonreír,
yo sabía que ese puesto ya no era mío; aun así ella lo decía porque sabía que yo
lo quería escuchar—. Sé todo lo que tengo que saber del sexo, me enseñaste
bien, soy casi psicóloga y haré mi especialización en sexología, he leído cada
libro que hay en tu biblioteca, los de mamá, sin contar los que pillo por internet,
además no es como si Thiago y yo… —Mi cara debía ser todo un poema porque
Afrodita se alejó de mi riendo fuertemente— ¡Oh por Dios, papá! No me digas
que tú pensabas que yo…
—¡Joder, Danielle Afrodita, eso no se le dice a tu jodido padre, mujer!
Mi hija se cruzó de brazos y alzó una ceja exactamente igual como lo hacía
su madre; su mirada se encontró con la mía antes de hablar: —Por favor, papá,
no pensarás que aun soy…— La alenté a seguir —Tú sabes, papá…—Rodó los
ojos —Virgen.
—Pues no es algo de lo que un padre quiera enterarse, hija. —me crucé de
brazos…
—¿Con cuántas mujeres te habías acostado a mi edad? —la lista era larga
pero no pensaba decirle eso a mi única hija.
—No es lo mismo.
—Apuesto que si Adonis te dice que él y Lizzy tuvieron sexo irían a beber
algo en cualquier bar.
—Es diferente, tus hermanos son hombres.
Mi hija abrió los ojos ante mi respuesta
—¡Eso es discriminación, doctor Sex! —dijo exaltada— y a ti no te va el
machismo —murmuró entre dientes—. Papá, no fue sexo yo hice el amor con el
único hombre que he amado
—Por eso…
—¿Por eso? —alzó una ceja interrogante
—Que te dice que es el indicado, es el primer hombre que has amado.
Mi hija negó con la cabeza. ¡Joder parece que hoy todo lo hacía mal! —
¿Cuándo supiste tú que mi madre era la última mujer en tu vida?—. Eso era muy
difícil que responder, yo no supe si fue cuando tomé su virginidad o cuando
simplemente ella dejó de luchar y se entregó a mí. — Estoy esperando una
respuesta, papi. Por favor, no me decepciones…
—Yo simplemente lo supe.
—Entonces me entiendes —se sentó sobre la cama sin dejar de mirarme.
—¿Me entiendes tú a mí? —pregunté con las manos entre mis bolsillos
—Más de lo que puedes creer, papi… Ven aquí, papá —palmeó el espacio a
su lado, y caminé hacia ella, siempre, desde el primer momento que ella había
llegado a casa, yo caminé o rodé hacia ella.
Tomé su mano enguantada y jugué con sus dedos sin atreverme a mirarla.
Porque sí estaba siendo melodramático y sí, estaba siendo un cursi de mierda;
pero ¿es que nadie podía entender que ella es la luz de mi vida, que yo estaba
perdido completamente perdido, postrado en una maldita cama sin deseos de
vivir, intentando odiar a la única mujer que había podido amar, rechazando a mi
familia, pero cuando Eve la colocó en mis brazos, cuando Afrodita abrió sus ojos
y trancó su mirada con la mía, fue lo más putifantastico que me había sucedido?
Y ahora llegaba ese niñato a quitármela, a llevársela de mi lado.
Afrodita subió mi mentón con sus dedos. —Nada ni nadie, ni una boda, ni
siquiera el apellido de otro hombre, hará que olvide el hecho que soy tu ninfa
disfrazada de princesa. —La abracé a mi pecho fuertemente, sintiendo cómo las
lágrimas querían salir de mis ojos. Ella apretó sus manitos a mi espalda y, por
unos segundos, me trasporté a esa noche lluviosa, mientras yacía sentado en la
silla de ruedas y Evangeline me dejó solo, con el pequeño y tibio cuerpo de mi
hija.
—Te dije que no la hicieras llorar. —La voz de Evangeline nos exaltó, me
separé rápidamente y limpié las lágrimas en los ojos de mi chica hermosa.
—No estoy llorando, mami —ella terminó de limpiarse y sonrió —
¿Trajeron el ramillete?
—Sí, Emmerson lo tiene… Es hora, cariño… —¡Mierda! quería ponerme a
llorar como una nenaza mientras me aferraba al tobillo de mi hija y le pedía que
no se casara.
—¿Me ayudas con el velo, por favor, mami?
Suspiré… No lloraría frente a mis chicas.
—Las espero abajo. —Ambas asintieron sin mirarme y salí de esa
habitación antes de hacer una tontería.
Emmerson estaba abajo con el ramillete de lirios blancos en sus manos. —
¿Por qué, Jesús, no me pude ir con Adonis y Eros?
—Porque tu hermana necesita ayuda con la cola de su vestido —dije sin
mirarlo.
—Ni creas que lo haré —dejó el ramo en mis manos y sacó su video juego
portátil del bolsillo de su chaleco—, soy muy hombre para hacer esa tontería,
Darwin puede llevarlos. —Darwin era tercer hijo de David y Brit, tenía nueve
años y era un engendro del mal.
—Mamá dijo que tú lo llevarías.
—Pues mamá puede ir a hablar con Jesús.
—¡Emmerson David Farell! —Lo regañé, Evangeline no lo quería escuchar
maldiciendo; así que ya saben porque nombre había sustituido la palabra
—No lo haré, papá, puedes empezar a pensar en un castigo… Aunque ya
tengo dieciséis solo para que lo recuerdes… Voy a empezar la universidad.
—¿Sabes por qué no te fuiste adelante, por no querer un jodido carro
cuando cumpliste los dieciséis?
—¡Pero Hanna me cautivó! —Hanna era la Ducati de mi hijo. Tanto Eros
como Adonis habían pasado por esa etapa, más Eros que no consiguió un auto
hasta los veinte años; cuando Emm cumplió los dieciséis, decidimos comprarle
su primer coche, pero mi hijo quiso una moto y mi mujer quería que todo fuese
perfecto hoy.
—Dejen de discutir, tú te irás conmigo en mi auto, Emmerson, y si no
quieres estar castigado por al menos un mes sin tus videojuegos procura no tener
ese aparato encendido en la iglesia —habló mi mujer mientras bajaba las
escaleras.—. Y me importa un demonio cuántos años tengas. —Sentenció, miré
a mi hijo riéndome entre dientes—. Y tú —me apuntó con un dedo—. Afrodita
va a bajar ahora y más te vale que no la hagas llorar en el camino o sabrás lo que
es el celibato por un largo periodo de tiempo —vi como hijo guardaba el PSP en
su saco, dándome una sonrisita burlona…
Iba a replicar pero en ese momento mi nena empezó a bajar las escaleras, y
joder que se veía hermosa, era sin duda la novia más hermosa que había tenido la
dicha de ver, no es que hubiese visto muchas; Alhana y JD se casaron a
escondidas; Casse y Brian se casaron sin mucha ceremonia y, bueno… ya
conocen cómo fue mi boda con Eve, pero podría cortarme todos los malditos
miembros de mi cuerpo si mi hija no estaba radiante, hermosa, jodidamente
sensual y asombrosa con ese puto vestido.
La emoción no me duró mucho cuando recordé adonde la llevaría, esta vez
no íbamos a celebrar sus dulces dieciséis, esta vez, la llevaría y entregaría a otro
hombre y él sería su compañero…
—Si sonrieras un poco, sería la mujer más feliz del planeta —murmuró
cuando le di mi mano para ayudarla con los últimos escalones, mientras le daba
su ramillete con la otra—. Te dije ya que nunca dejaré de amarte, papi — le di un
beso en la mejilla.
—Max…
—No la haré llorar… ya entendí —por el rabillo del ojo vi a Emm riéndose,
enano del demonio, Ya lo vería yo cuando se enamorara de verdad.
Evangeline ayudó a Afrodita con el velo, colocándoselo perfectamente
sobre su rostro, cubriendo esos ojos tan parecidos a los míos, que podían
decirme todo y nada con una mirada. Cuando ella estuvo lista, mi esposa me
miró.
—La limusina está afuera van a dar un paseo alrededor de Central Park
antes de llegar a la capilla, por favor, amor, que no vaya a dañarse el maquillaje.
—suplicó.
—Lo sé, ya te prometí que no la haría llorar, ten un poco de confianza en
mí, mujer —la atraje hacia mí antes de besarla profundamente, escuchando la
risa de mi hija y el bufido de su hermano.
—Mami, yo conduzco —dijo Emm, quitando las llaves de las manos de
Evangeline y saliendo de la sala, mi esposa quitó los restos de labial de mis
labios antes de alejarse.
—Los espero en la iglesia en veinte minutos…—murmuró, peinando mi
cabello con sus dedos—. No vayas a hacer nada estúpido —Alcé mis manos en
señal de inocencia mientras la veía salir por la puerta. Tome un poco de aire y
me giré para darle mi brazo a mi hija.
—¿Lista? —Ella asintió— ¿Aún puedo sacarte de la ciudad, sabes?
—Mamá, dijo que no hicieras nada estúpido —dijo sonriendo.
—Algo estúpido seria raptarte… Y ganas no me faltan, pero sería distinto si
tú me lo pidieras… yo simplemente nunca he podido darte un puto no.
—Llévame a la capilla, papá —apretó mi brazo con su manita—. Es hora.
CAPÍTULO 6.
Alessandro
Toqué dos veces antes que la puerta se abriera.
— ¡Adelante!
— ¿Estás listo, Thiago? —Di un paso adelante y quedé dentro de la
habitación que ocupaba mi hijo. Él estaba terminando de ajustarse la corbata, se
veía nervioso; su cabello, aunque había sido recortado, cubría la mitad de la
frente; hacía años había cambiado los lentes de pasta gruesa por lentes de
contacto, él era alto, imponente…Mío, caminé hacia él y tomé la corbata de sus
manos.
—¿Listo?
Se giró hacia mí, luciendo aterrado y con la corbata a lado y lado de sus
hombros.
—Siento que todo me cosquillea, ¡Ay, Dios, me escucho tan cursi…! —me
reí.
—¿Sentiste ese cosquilleo en el cuerpo cuando te casaste con mamá? —
estiró las mangas de su camisa.
Cuando me casé con Kath lo único que quería era que la boda se acabara
rápido. Había demasiada gente a mi alrededor y yo solo la quería a ella, mis
demonios la querían a ella.
—Supongo que son los nervios, desde hoy no seré solo yo, todos los días
estaré junto a la mujer con la que espero pasar el resto de mi vida
—¿El resto de tu vida? —Alcé una ceja, caminando hacia él. Levanté el
cuello de su camisa y acomodé la tela— ¿Estás seguro que esto es lo que
quieres?, digo, eres joven, Thiago y… —até el nudo observando sus ojos sin
pestañear.
—La amo, sé que quizá no comprendes el sentimiento de la misma manera
que yo pero...
—El que no diga las palabras no significa que no entienda o sepa lo que
sientes, hijo, que estés aquí ante mí es prueba de ello. —Terminé el nudo y me
alejé.
—Lo sé, papá, sé que amas a mamá y a Nella
—Tengo los mismos sentimientos hacia ti. Eres mi hijo.
—Mamá y tú estuvieron separados cuatro años.
—Y mi vida fue un infierno.
—Entonces entiendes cómo se siente.
—¿Estás seguro que no está embarazada?
—Papá, me estoy casando con la hija de Maximiliano Evans Farell, ¿de
verdad crees que esa chica no sabe cuidarse? El hombre le dio la charla a los
ocho años.
—No lo sé, sólo he visto a la chiquilla un par de veces... además que sea
hija de ya tú sabes quién es lo que menos me gusta de ella.
—Ella te va a conquistar ahora que sea parte de la familia…Afrodita es
perfecta.
Bufé, solo había una mujer perfecta y me casé con ella hacía más de treinta
años.
—Sabes que lo es, es linda, divertida, amable, noble… tengo veintiséis
años, papá, estoy listo para esto.
—Estás listo para asumir la presidencia de D' Angelo Builiding.
—No vamos a hablar de nuevo de eso, papá —se giró al espejo—, Afro
quiere quedarse unos meses más aquí en América.
—Thiago…
—No, padre... por favor, no. Hoy no. —Se sentó sobre la cama y pasó la
mano por sus cabellos antes de levantar la mirada hacia mí— ¿Podemos tener
esta conversación después de la luna de miel?
—Pero…
—Por favor —sus ojos fueron suplicantes.
—Está bien, hijo, está bien —coloqué mi mano en su hombro.
—¿Dónde está, mamá?
—Con Nella, algo sobre hormonas y sobre Milán… —Thiago alzó la mano
deteniendo mi diatriba.
—Un año papá y entonces habré dado a mi esposa el tiempo que necesita
para que la separación con su familia sea más llevadera. Volveré a Milán y me
encargaré de la empresa; mientras tanto, colaborare con el tío Demian aquí en
Nueva York. —Asentí y saqué de mi bolsillo lo que iba a darle.
—Pensé mucho qué iba a darte hoy. Tu madre y yo tenemos un estilo de
vida distinto...
—Lo sé, y entiendo el concepto de lo que significa una relación como la de
ustedes, pero no me va lo sado; Afrodita y yo somos iguales, papá, ninguno es
superior al otro tampoco es inferior. Nos amamos en la misma medida y
disfrutaremos del sexo a plenitud, si es que quieres volver a darme la charla...
Sonreí porque Thiago había sacado lo mejor de Kath y lo mejor de mí.
—Sólo quería darte una joya.
—Oh... —se sonrojo—. Yo...
—Fue la primera joya que le regalé a tu madre, para mí era un gesto de
posesión, pero quizá tú le des un mejor uso.
—Se la daré a mi esposa como lo que es, papá. Una joya.
Asentí
—Sé que para ti no fue fácil, papá, pero gracias por todo lo que me has
dado estos años.
—Sé que no lo dije lo suficiente, hijo, pero te amé desde el primer instante
que te vi.
—Lo sé, ¿puedo abrazarte, papá? —Abrí mis brazos para él.
—Que tu matrimonio sea tan fuerte como un Prusik[1] Ty —él sonrió— Y, si
puedes joder la vida del maldito de Farell, me harás inmensamente feliz.
—Me estoy llevando a su hija. Yo un D' Angelo, creo que es castigo
suficiente... —Se separó de mí.
—Sólo saber que el hijo de puta no la está pasando bien me hace
sobrellevar mejor el hecho que dijiste no a la presidencia en Milán... sé feliz,
hijo, es lo único que deseo.
—Lo seré, papá y aunque el señor Farell me cae bien, no puedo olvidar que
quiso robarte a mamá...
—No me lo recuerdes.
—Besaré a su hija tanto como pueda en su presencia.
—Ese es mi hijo, mátalo despacio.
—También te amo, papá.
—Ustedes dos —miramos a la puerta a Katheryne...—. Lex, tengo más de
Treinta años casada contigo —Se acercó a mí—. Thiago, he visto lo que pasa
cuando los suegros odian a los que roban a su hija, así que lleva la fiesta en paz
con Máx.
—Está bien, mamá.
—¡No puedo creer que te vayas a casar!
Tampoco lo creía, pero sabía que esto pasaría.
—En una hora exactamente. ¿Solucionaste el problema de Antonella?
—Nada que una madre no pudiera solucionar.
— ¿Nos vamos?
— ¿Temes tener los pies fríos?
—Nunca he estado de algo tan seguro en la vida. ¿Nos vamos? se supone
que tengo que llegar antes de mi preciosa novia. —Tomó la chaqueta de su traje
y nos dio una gran sonrisa. La limosina esperaba afuera y el show estaba por
comenzar…
CAPÍTULO 7.
Maximiliano
Mientras recorríamos las transitadas calles de Nueva York, por mi cabeza
pasaban miles de recuerdos; Afrodita llevaba su mano en mi rodilla y su mirada
iba perdida en las calles como siempre cuando se subía a un vehículo y no era
ella quien manejaba. Tomé su mano de mi rodilla y la apreté un poco, ella se giró
para verme e hizo un mohín con su nariz antes de volver su vista a la ventana
nuevamente.
Recordé en ese momento el placer que sentí cuando la tuve por primera vez
entre mis brazos.
«Afrodita
Un mes de nacida
Escuché pasos acercarse y fingí dormir, Evangeline dio un suspiro ahogado
cuando entró a la habitación, se fue directo al baño; sin embargo, no me moví.
Los trillizos habían llegado hacía unos días a casa, pero no podía verlos, me
sentía indigno, como un fracaso, atado a una silla de ruedas… Quizá nadie
entendía mi comportamiento, quizá estaba haciendo una tormenta en un vaso de
agua, amaba a mis hijos, mi corazón latía desaforado cada vez que Eve me
contaba algo que hacían ellos, pero no quería que el primer encuentro con mis
hijos fuese de esta manera.
La cama se hundió a mi lado y Eve dejó un beso en mi mejilla, mantuve mi
respiración suave, ella suspiró y, luego, un llanto fino la hizo levantarse de la
cama y salir de la habitación
Esperé unos segundos antes de abrir los ojos, había dejado el transistor para
bebés en la cama,
—¿Qué sucede, pequeñita? ¿Quieres salir a pasear con mamá por la casa?
—escuché la voz de Eve, la bebé se calló al oírla hablar. Escuché sus pasos y
luego cómo la puerta era cerrada suavemente. Tomé el receptor con mi mano y
lo pegué a mi frente, si tan solo ella se hubiese quedado un poco más en la
habitación, quizá hubiese podido percibir un poco más.
Quería escuchar cómo ellas interactuaban; miré hacia mi costado izquierdo,
Erick había dejado la silla de ruedas muy cerca por si la necesitaba por las
noches, dudoso sobre si hacerlo o no, respiré profundamente y me senté sobre la
cama. Me costó mucho trabajo trasladarme a la silla, pero lo logré. El
apartamento estaba en silencio e intenté no hacer mucho ruido cuando salí de la
habitación. Eve estaba en el balcón con Afrodita en sus brazos; mi pequeña niña
estaba envuelta en un par de mantas gruesas que la hacían ver como un bultito,
no pude evitar sonreír, me sentía vulnerable, dolido, quería ir allí y estar con
ellas. A pesar de las dos enfermeras, Eve estaba cansada y deseaba poder
ayudarla, pero sabía que simplemente estorbaría.
—Mira que linda la noche, ¿te gustan las luces? —dijo Eve y la bebé dio un
par de gorgoteos, Eve se estremeció y caminó hacia el interior, abrió el
refrigerador y observó lo que parecía un post-sit, sonrió y dijo algo a la bebé que
no pude escuchar.
Iba a girar para volver a la habitación y la maldita silla se atascó, haciendo
un sonoro ¡Crash!
—¡Joder, maldita silla! —murmuré para mí mismo…
—¿Max? —mi rostro se quedó lívido al verla tan cerca.
—Dulzura, ¡vas a matarme del susto! Desperté y no te vi.
—Afrodita y yo recorremos la casa. ¡Estás usando la silla!
—Bueno, no estabas, yo pensé que algo pasaba… —Mentí, me
avergonzaba decir que la estaba espiando.
—Teníamos nuestro momento de chicas y ya que estamos despiertas creo
que es un buen momento para las presentaciones —caminó hacia mí—; Princesa
Afrodita, te presento a tu papá.
—Dulzura —desvié el rostro, sabía que estaba siendo estúpido, Afrodita
apenas tenía un mes de haber llegado a la vida.
—No sé por qué te resistes cuando sé que te mueres de ganas por verla.
—No puedo, me siento tan indigno. —decidí ser sincero.
— ¡No lo eres!
—No quiero que su impresión de mí sea la de un padre inútil.
—¿Inútil? Te estás esforzando, Rommy dice que lo estás haciendo bien,
Erick está complacido, estás dando lo mejor de ti y esa es la impresión que va a
quedar en tus hijos —sentí su peso en mis piernas, pero me negué a mirarla—
¡Solo mírala!
Abrí los ojos un poco en el momento justo para observar cómo el bultito
rosa se movía, Afrodita emitió un bostezo y sus ojos se abrieron antes de sonreír.
Me sonrió a mí. Abrí mis ojos completamente y la observé con ternura.
—¡Demonios eres la cosita más bonita que he visto! —respiré entrecortado
—. Mi Afrodita preciosa —susurré mientras acariciaba la pequeña mejilla con
mi dedo.
—¡Nuestra! —Eve me corrigió y yo sonreí.
—¡Maldic…! ¡Ay Dios, mi corazón va a explotar, dulzura!
—Ten, sostenla. —ella se puso en pie y dejó a la niña en mis brazos.
—Eve, yo…—mi cara debía ser un poema, Eve acarició mi mejilla con
amor.
—Se está llevando la mano a la boca, si no le doy de comer pronto
empezará a llorar, tengo que preparar su biberón o se pondrá histérica. Créeme,
no le gusta que la hagan esperar. —Se levantó de mi pierna dejándome con la
bebé en brazos, no sabía qué hacer, cómo actuar. Sentía mi cuerpo tenso; así que
hice lo más ecuánime: me la llevé al pecho y la arrullé, contando mis
respiraciones; el corazón me latía frenético en el pecho, miré al bulto en mis
brazos y ella me sonrió… lo , fue increíble, en cuanto escuché su gorgoteo
coqueto entonces lo supe: ella y yo estaríamos conectados, habíamos creado un
vínculo, ella sería como yo, sería mi calco y la amé, la amé más de lo que ya la
amaba. Este pequeño ser era parte de la mujer que amaba y parte mía, confiaba
que había sacado la mejor de los dos. La acomodé en mis brazos, dejando que la
sonrisa se extendiera por mi cara al verla bostezar una vez más. Le canté cuando
se removió inquieta, en todo momento sentí la mirada de Eve; pero la ignoré lo
mejor que pude y me concentré en la pequeña que tenía frente a mí.
—¿Quieres darle de comer? —No la había sentido llegar, me dio un par de
instrucciones mientras me tendía el biberón. Le puse el chupón en la boca y ella
succionó ávidamente, vi a Eve tomar la cobija que había en el mueble y salir al
balcón, fingí no ver sus lágrimas mientras mi hija devoraba su alimento, me
enternecí bajo el cuerpo tibio y me costó todo de mí no llorar. Eve volvió y me
indicó cómo sacarle los gases, esta vez se fue a la cocina y la vi tomar un
extractor, la dejé haciendo lo suyo y conecté mis ojos en los grises de mi hija.
—Es hora de acostarla, no queremos una niña mimada —dijo Eve después
de unos minutos, no quería que la acostaran, quería tenerla aquí, conmigo… Aun
así la deje ir y seguí a Eve hacia la habitación donde mis dos hijos varones
compartían una cama.
—Duermen mejor cuando los acostamos juntos —susurró mi mujer
mientras acostaba a Afrodita en la cuna restante y luego fue con los chicos
—Acércate, los chicos también deben conocer a su padre, aunque ahora
duermen —me dio una sonrisa alentadora. Indeciso pero curioso, me moví hasta
ellos y ahí no pude más, dejé caer las lágrimas por mi estúpido actuar, por lo
imbécil que me había comportado desde que desperté del coma. Tenía una
familia que me amaba, una mujer maravillosa y tres hermosos pequeños. Sin
embargo, estaba atándome a lo que antes tenía sin importarme lo que estaba
frente a mí.
—Eros —Eve señaló al bebé bajo mi mano—, y Adonis —sonreí.
—¿Crees que me demandaran por sus nombres?
—Siendo hijos de quien son…No lo creo —se sentó sobre mis piernas—
serán un poco arrogantes y creerán que son los reyes del mundo —su mano
desordenó mi cabello y luego limpió mis lágrimas, enmarcando mi rostro con
sus manos—. Te amarán, serán buenos chicos, los haremos buenos chicos.
Tomé una y la besé, iba a luchar por mi familia, iba a levantarme de esta
silla y volvería ser el de antes
—Hoy pude sostenerme. —El orgullo podía filtrarse en mi voz.
—¡¿De verdad?!
—Solo fueron unos minutos. No quería decirte hasta que no pudiera
permanecer más tiempo, o hasta que pudiera dar algunos pasos, quería darte la
sorpresa. —Estaba emocionado. Ella me besó una y otra vez, mi cuerpo vibró
como solo lo hacía cuando Evangeline Runner estaba cerca.
—Te amo, te amo, te amo.
—Voy a hacerlo, dulzura, voy a recuperarme, ¡quiero esto! —Mostré a mis
hijos que dormían—, quiero todo contigo.
Entonces ella empezó a llorar y yo también, ahí los dos juntos supe que
nunca dejaría esta mujer, que tendría dos niños fueres y que la pequeña niña de
mantas color rosa me tendría por siempre atrapado en su pequeña mano.»
CAPÍTULO 8.
Alessandro
Mi mente estaba en blanco mientras el elevador descendía. Este hotel era uno de
los más modernos, había sido diseñado por Thiago antes de que cumpliera veinte
años, le había hecho unas reformas, pero el diseño era suyo. Kath apretó mi
mano y acarició mi brazo acariciando con sus dedos los míos, sabía que mi
esposa estaba triste, para ella Thiago era su bebé. La boda de Antonella había
sido rápida y en el registro civil, a pesar que Kath quería una gran boda y yo
tenía los medios para llevarlo a cabo, Antonella prefirió algo sencillo y familiar.
Thiago soltó un suspiro nervioso y me vi tentado a poner mi mano sobre su
hombro, no estaba nervioso el día que me casé con su madre, la quería para mí,
quería darle todo lo que ella deseaba, aún intento darle todo lo que ella desea,
eso es la base del matrimonio: comunicación, saber ceder y desear felicidad para
la persona que estará junto a ti. Ty amaba a la hija de Farell, así que su
matrimonio sería más fácil que unir piezas de Lego.
Una limosina nos esperaba a fuera, Riley estaba al volante porque sabía que
no dejaba que nadie más me llevara a algún lugar, siempre había sido leal, y con
el tiempo se había convertido en más que mi chofer; Riley era una de las pocas
personas que consideraba amigos…Familia.
Mientras el auto avanzaba por la carretera, me dediqué a observar al
hombre en que se había convertido aquel bebé de ojos verdes. En momentos
como este me odiaba por haber puesto una barrera entre mi hijo y yo durante sus
primeros años de vida. A mi mente llegaron recuerdos de Thiago siendo un bebé,
de la primera vez que lo alcé en brazos sin que Kath me hubiese presionado para
hacerlo.
« Thiago
Cuatro meses
Volvía de Sídney estaba agotado y lo único que quería era descansar, no
había avisado a Kath que volvía a casa, por lo general cuando volvía siempre
estaba famélico por ella —aunque hubiesen sido solo un par de días los que
había estado fuera—;sin embargo, hoy no quería sexo, mis demonios lo ansiaban
pero yo solo quería recostarme al lado de la mujer que amaba, dejar que mi
cuerpo se amoldara el suyo y observarla hasta que la luz de un nuevo día
empezara a filtrarse por el cristal y yo pudiera realmente descansar.
Subí las escaleras con pasos lentos y perezosos, la puerta de la habitación
de Anthonella estaba abierta, me dirigí hacia allí observando a la niña que me
había robado el corazón cuando apenas era un bebé.
Nella tenía la cobija en el suelo, y tanto su cabeza como sus pies colgaban
de la cama.
Suspiré, no supe en qué momento me convertí en padre, quizá fue cuando
decidí que no podía vivir sin Kath.
Acomodé a Nella en su cama y la cubrí con la cobija y luego me encamine
a la habitación de Thiago, tal como lo supuse, no estaba en su cuna así que
caminé hacia mi alcoba; dejé el saco y el maletín en el salón de la habitación de
al lado y pasé el arco que comunicaba a mi recamara. Katheryne estaba dormida
y Thiago estaba a su lado.
Aún la llegada de Thiago me tensaba, no estaba preparado para tener un
hijo propio, amaba a Antonella; pero con él todo era diferente y no eran celos,
era terror de hacerlo mal, que cuando fuese adulto, fuese como yo. Di un beso en
los cabellos de mi esposa, tenía ojeras y aun dormida se notaba cansada. Junto a
la mesa de noche había un jarabe para niños, un termómetro y un biberón a
medio tomar, recordé que me había dicho por teléfono que Thiago había estado
con calentura.
Me desnudé con premura y me di una ducha rápida, dispuesto a dejar a mi
esposa y mi hijo en cama y trabajar un poco más al menos hasta que la luz del
sol empezara a iluminar el día y mantuviera mi sueño libre de pesadillas.
Justo cuando iba a salir de la habitación Thiago gimió, estornudó dos veces
y luego emitió un sonido lastimero. Aún presa del sueño, Kath colocó su mano
sobre su estómago y lo arrulló con delicadeza.
Estuve a un lado de la cama sin que ella notara mi presencia, podía salir de
la habitación sin ser notado, pero, en cambio, me acerqué a ellos alzando a mi
hijo en brazos y pegándolo a mi cuerpo antes que mi esposa despertara, tomé el
biberón aun tibio del buró y la hoja de papel que decía cuando debía dársele la
próxima toma de medicina.
Thiago abrió los ojos, tenía la nariz congestionada y su respiración era
trabajosa, acaricié su cabeza con cautela y lo llevé hasta el salón a un lado de la
habitación. Me senté sobre uno de los sofás y acaricié la espalda de mi hijo con
suavidad, él me miró y cerró sus ojos nuevamente antes de gimotear.
—Hey —lo cambié de postura, dejándolo en mis piernas, su cabeza sujeta
por mi mano— ¿Tienes hambre, pequeño? —Alcancé el biberón y lo acerqué a
su boca. Él succionó un par de veces, y yo respiré profundamente, viéndolo
comer. En estos cuatro meses me había mantenido a distancia de Thiago, dejaba
que Kath supliera todas sus necesidades y me enfocaba más por llenar los
espacios que Kath dejaba en blanco para Nella, al menos ella era una parlanchina
sin cesar. ¿Qué diablos sabía yo de bebés?
Thiago no comió mucho y su gimoteo inicial se convirtió en llanto
rápidamente, volví a colocarlo en la posición inicial, su cuerpo pegado a mi
pecho, palpé su cabeza, seguía tibia, pero no sabía exactamente en qué
temperatura. Estuve tentado en llamar a Katheryne, pero no lo hice; en cambio,
me acerqué a la pared de cristal y arrullé a mi hijo, tarareando una canción en
italiano; no se durmió, pero al menos dejó de llorar.
—Eso es, dejemos a mamá dormir —murmuré en voz baja, observando las
estrellas, escuché sus pasos, pero no me giré, dejé que sus brazos me arroparan
como tantas veces lo había hecho a lo largo de estos años.
—Llegaste —murmuró adormilada— ¿Cómo está?
—Tranquilo…
—Es la primera vez que cantas algo para él.
—No estaba cantando.
—Puedes negarlo, pero fue lo que me despertó
—Deberías dormir un poco más, yo me haré cargo.
—Te escuché y no vi a Ty, digamos que el sueño ahora va a ser esquivo,
además estoy pendiente de él —se colocó a mi lado y acaricio la espalda del
bebé— ¿Qué hora es?
—Poco más de las tres de la mañana.
—Dámelo, quizá tiene algo de hambre.
—Acabo de darle de comer —miré el biberón y acaricié su mejilla y sus
ojeras.
—Debes estar cansado
—No más que tú, vuelve a la cama, es una orden —sentencié y ella sonrió.
—Necesita tomar su medicina en una hora.
—Yo se la daré
—Alessandro…
—Ve a la cama, Kath
— ¿Si tienes algún problema vendrás a mí?
—Siempre he ido a ti.
—Y te amo por ello. —Bostezó— ¿Por qué mejor no vamos todos a la
cama?
—Sabes lo que pasará si me quedo dormido ahora.
—Entonces quédate y vela el sueño de los dos—Katheryne me tomó de la
mano arrastrándome hacia la cama, me senté en la parte derecha, dejando mi
espalda recta contra el cabezal. Thiago había empezado a quedarse dormido, por
lo que lo dejé sobre mí, Kath se acomodó a mi lado y suspiró.
—Me alegro que estés en casa —dio un beso en mi pecho
—Duerme ya, Katheryne…
« También me alegro de estar aquí »
Esa fue la primera vez que me comporté como padre de Ty. »
Riley aparcó frente a la iglesia donde se llevaría a cabo la boda, Thiago
miró por la ventanilla a las personas fuera del lugar.
—Llegó la hora…
—Aún puedo sacarte de aquí, si no estás seguro —Katheryne golpeó mi
costado y me dio una mirada enfurruñada.
—No, papá, estoy supremamente listo y ansioso —abrió la puerta y Riley
hizo lo mismo con Kath. Yo me quedé en el auto viendo cómo mi hijo saludaba a
los invitados, se detuvo frente a la puerta arqueada de la iglesia y caminó con
paso decidido hacia el interior.
Él se casaría hoy.
CAPÍTULO 9.
Maximiliano
Fui sacado de mis recuerdos cuando el chofer detuvo la limosina estábamos
frente a la Catedral, los chicos y Eve estaban afuera, sabía que cuando el chofer
se bajara de la limosina todos entrarían y aún quería tener un minuto con mi
bebé.
—¿Puede esperar un momento? —el hombre asintió por el retrovisor y me
giré tomando ambas manos de mi nena—. Aún podemos fugarnos, puedo
comprarte un tiquete a cualquier parte del mundo —Afrodita rio.
—¿No desistirás?
—No hasta que des el “sí, quiero” ¿sabes que si llegas a cambiar de opinión
mientras estás dentro solo tienes que decirlo? —Tomé sus manos entre las mías
—. Papi te sacará de la iglesia más rápido que Flash.
—No podría hacerle eso a Thiago, toda su familia viajó desde Milán. —Me
miró con esos ojos por los que yo daría mi vida —Yo lo amo, papi…
—¿A mí también me amas, Afrodita?
—No hagas esto… No lo hagas más difícil. Te amo, te amo con toda mi
alma y te amare siempre, pero son amores diferentes.
—Lo sé…—Levanté su velo para ver su carita y acaricié con el dorso de mi
mano su mejilla—. Siempre serás mi bebé —ella sonrió—. Y si ese niñato llega
a lastimarte te juro por Goku y Sailor Moon que lo haré papilla —Afrodita rio
abiertamente recordando nuestro pequeño e inquebrantable juramento—.
Estamos listos, señor —anuncié, el hombre se bajó del coche y todos empezaron
a entrar. A lo lejos pude ver una pequeña sonrisa en el rostro de mi mujer.
Las terapias habían sido duras y extenuantes, pero tras seis meses de dura
batalla, había podido deshacerme de la silla, aún me apoyaba en un bastón
cuando sentía mis piernas muy débiles. La primera Navidad para la nueva
generación Farell fue en familia y me sentí feliz de poder disfrutar esto con mis
pequeños, había perdido ya dos meses y unos cuantos días por mi terquedad,
afortunadamente Eve siempre estuvo ahí.
Bajamos del auto y sentí la mano de Afrodita temblar sobre mi brazo,
acomodé su velo, no tan bien como mi esposa lo había hecho, pero quedó
decente y juntos empezamos a caminar. Se suponía que debía reír hacia Eros que
sostenía la cámara de video, pero ¿cómo reír cuando parece que sigues una
marcha fúnebre en vez del tradicional Ave María? Sí, ya lo sé pueden
nominarme como el ganador a los Premios Drama Queen de este año. Vivian, la
única hija de Casse y Bryan, cantaba como un verdadero ángel, pero no podía
prestar atención, mi mirada estaba trancada en la sonrisa satisfecha del niñato.
Joder, si no supiera que mi nena en realidad lo amaba ya la habría sacado de
aquí. Eros susurró que sonriera nuevamente y lo intenté, pero sabía que no era
una sonrisa real, mientras caminaba hacia el altar otro recuerdo llegó a mí…
«Era el primer día de clases de los trillizos, si bien amaba a mis hijos por
igual siempre había sentido una conexión diferente con Afrodita, quizás porque
fue ella quien me abrió los ojos, algunas veces me preguntaba si Evangeline
hubiese salido de la habitación con Eros o Adonis sucedería lo mismo hoy. Pero
luego la veía sonreír y no era solo yo, esa niña tenía un encanto especial, algo
que hacía que la amaran con solo verla. Y repito no es que no amara a mis hijos
varones.
—¿Tenemos que enviarlos a la escuela? —Miré a Eve que terminaba de
hacerle un par de coletas a Afrodita mientras que yo peinaba a los gemelos,
como habíamos decidido llamar a nuestros hijos varones.
—Tienen cuatro años Max, además no estarán solos Willy también irá.
—¿Es una buena escuela? ¿Pediste referencias? —Evangeline rodó los ojos,
bajando a Afrodita de nuestra cama.
—Sury fue a esa escuela, además, ¿crees que Alhanna dejaría a William en
cualquier lado?
—¿A qué horas vamos a recogerlos?
—A las cuatro de la tarde…
—Esas son muchas horas, dulzura —dije alzando a mi nena ya que me
subía sus bracitos para que la alzara, los gemelos estaban entretenidos con una
caricatura. Había bloqueado el jodido Disney. Aún en contra de la voluntad de
Evangeline.
—No, son las horas normales, me dará tiempo de avanzar con el siguiente
libro. —Ella se giró mientras se peinaba frente al espejo.
—Si necesitas tiempo podemos contratar a alguien más.
—Max, no les va pasar nada por ir a la guardería, servirá para que hagan
más amiguitos y sean más sociables —me acerqué a ella con Afrodita en brazos.
—No necesitan amigos tienen cuatro jo… —ella me dio una mirada de
muerte—. Jóvenes años —Además tienen a Sarah también está Will y Riley.
—Irán a la escuela y fin de la discusión —Evangeline quitó a Afrodita de
mis brazos y la colocó sobre sus pies—. Ve con tus hermanos, mi amor —mi
nena sonrió y luego se subió a la cama mirando la televisión— ¿Pretendes
tenerlos aquí recluidos por siempre?
—No, solo que no entiendo porque deben ir tan pequeños a la escuela y
porque tiene que estar tantas horas.
—Actividades extracurriculares —dijo mi esposa, quitando sus
pantaloncitos mientras me daba una buena panorámica de su trasero. Tomó un
jean y se lo colocó rápidamente, agradecí a Dios, ya que la imagen de su trasero,
me había sacado un poco del tema.
—Tienen cuatro pu…—nuevamente la mirada del mal— ¡cuatro años!
—Afrodita y Sarah van a estar en el club de ballet dos horas: los lunes,
miércoles y viernes y el jueves y viernes tendrán pintura y música. Eros, Adonis
y Will tendrán Hockey para niños, además de otras clases.
—Ellos ya tienen clases de Esgrima por la tarde, Evangeline, yo…—Mi
mujercita me tomó del brazo y me hizo entrar al baño.
—¡¿Qué mierda te sucede?! —gritó colocando sus brazos sobre sus pechos,
haciendo que éstos se notaran más por su camisilla de deporte—Maximiliano,
mis ojos están acá —dijo moviendo mi rostro.
—Están pequeños, la verdad me da algo de pánico que les suceda algo y no
estés tú o yo para velar por ellos —dije expresando mi verdadero miedo…
Sí, yo era el padre protector del siglo.
—Son personas profesionales —Evangeline rodeó mi cintura—. Estás
teniendo un miedo estúpido. Termina de alistarte y me acompañas, así puedes tú
mismo ver cómo es la escuela. —Asentí y mi mujercita me premió con un beso
en los labios. Cuando escuchamos una leve pelea, salimos a ver qué pasaba… y
era lo mismo de siempre: Afrodita había cambiado el canal.
Salimos del apartamento con el tiempo justo para llegar a la dichosa
escuela, aún seguía algo molesto con mi esposa por no haberme consultado el
ingreso de los trillizos a la escuela. Los gemelos iban jugando con unos coches
mientras mi nena miraba por la ventana cantando una melodía infantil que a
duras penas se le entendía.
Llegamos al dichoso lugar, al menos por fuera se veía decente.
—¿Estás segura que no tienen piojos? —Eve volvió a rodar los ojos
mientras salía del coche, desabrochó a Eros de su sillita y luego a Adonis.
Suspiré fuertemente y me bajé para tomar a Afrodita, esto era una rutina.
Los niños tomaron ambas manos de su madre y yo cargué a la reina en
brazos, Evangeline solo me miró mientras yo tenía mi charla privada con
Afrodita.
—Entonces solo puedo tener amiguitas —dijo mi nena mirándome a los
ojos.
—Los niños tienen piojos y otros bichos —ella se agarró el pelo, habíamos
tenido un episodio con los piojos una vez que fuimos a un parque y los trillizos
empezaron a jugar en la caja de arena.
—¿Vendás po mí cuando salga? —metió su dedito en la boca y yo asentí.
—Estaré aquí afuera cuando tú salgas, pórtate bien—. La coloqué sobre sus
pies y Evangeline los juntó a los tres.
—Los quiero mucho —murmuró dándole un beso a cada uno—. Se van a
divertir mucho en la escuela, hagan muchos amiguitos.
—Papi dijo que los niños tienen piojos —Afrodita sacó su dedo de su boca
y miró a su madre.
—No todos los nenes tienen piojos, mi amor —vimos una mujer acercarse a
nosotros junto con Samantha.
—Soy Danna Hamilton, seré la maestra de los niños. —Evangeline sonrió
presentándose a la maestra y ambas sonrieron; yo ni siquiera me moví, me di
cuenta que el momento había llegado, era hora de dejarlos ir…
—Ve, mi nena —dije a mi chiquita
—¿Tú viene? —ella me observó con sus grandes ojitos grises.
—No, yo me quedo acá, tú vas con tus hermanitos y tus primos.
—Papi, no quielo quedadme… —Afrodita se volvió abrazando mi pierna y
quería sacarla de ahí y llevarla a casa. Pero la mirada de Evangeline estaba clara.
Antes que yo pudiera decir algo, mi esposa la tomó en sus brazos.
—Cariño, allí te vas a divertir, aprenderás a leer y a escribir, conocerás
niños nuevos. —Yo sólo miraba a mi bebé, cuatro años y ya iba ir a la escuela, se
iría lejos de mí, conocería chicos, ¡hombres! ¡Mierda! ¡No!
—No quielo il, papiiiiii —se estiró hacia mí, vi a los gemelos correr hacia
Jeremmy, que llegaba con Will. Mi hermano me dio una sonrisa burlona y yo
tomé a Afrodita en mis brazos consolándola.
—Yo creo, nena, que si ella no se siente cómoda, puede quedarse en casa —
Su mirada lo decía todo—. Al menos por hoy, dulzura, incluso yo puedo
cancelar algunas de mis citas si tenías algo planeado.
—Sí, papiiii —abrazó mis piernas—, me quiero quedar contigo po favo,
mami.
—Puedes venir conmigo —dijo la maestra sin saber su nombre y
extendiendo su mano.
—Danielle —dijo Evangeline.
—Afrodita —dije yo al mismo tiempo.
—Papi… —Evangeline me miró, ella lo sabía Afrodita haría lo que yo le
dijera.
—Ve con la profesora, mi amor —sentí mi corazón hacerse añicos… Era un
padre primerizo dejando a mis bebés a cargo de un desconocido—. Te prometo
que estaré aquí cuando el reloj marque las cuatro y te traeré un chocolate.
—¿Dos?
Sonreí…
—Está bien dos chocolates.
—Uno neglo y oto blanco —asentí y la alcé para darle un beso. Con
reticencia vi que ella tomaba la mano de la señorita Hamilton.
Esa fue la primera vez que tuve que soltarla para que tomara las manos de
otra persona»
Afrodita apretó mi brazo, sacándome de mis cavilaciones, habíamos llegado
al pie del altar, Eros seguía con la cámara filmando y Adonis estaba en el lugar
del padrino de bodas junto con Sarah.
Tomé la mano de mi niña y la coloqué sobre la mano de Thiago D´Angelo.
El chico me caía bien, era hijo de Kath y de pequeño había venido un par de
veces junto con su madre a Nueva York. Él era un niño muy educado y
aplomado, pero cuando puso sus ojos en mi bebé se convirtió en mi enemigo.
—Cuídala bien, chico —le dije con la voz entrecortada.
—Lo haré, señor —respondió solemnemente—, sé que en este momento
no soy su persona favorita en el mundo…
—En efecto no lo eres. —lo interrumpí.
—Papá —siseó Afrodita por lo bajo y escuché risas entre los invitados.
—Amo a su hija y le prometo a usted, antes que a Dios, que la haré feliz
cada uno de los días de mi vida.
Mi hija emitió un sollozo y yo tuve que respirar. La miré fijamente y dejé
un beso en su frente, sin importarme el velo que cubría su rostro.
—Te amo —susurré.
—Te amo mucho más, papá —dijo ella con su vocecita entrecortada. Iba a
caminar a mi puesto pero me giré y di un par de pasos para decirle algo más a D
´Angelo hijo.
—Durante años la vida me ha enseñado que el Karma es una completa
perra. Confío que algún día tú estarás en mi lugar, solo ahí sabrás lo que estoy
sintiendo en este momento. Te entrego mi tesoro más bello, el más preciado y
espero que sepas apreciar lo que vale.
D´Angelo junior asintió. Fui a mi lugar al lado de mi esposa y ella me dio
un apretón tierno con su mano mientras me susurraba un te amo. Tomé todo el
aplomo que tenía para alzar la mirada y ver cómo mi hija se entregaba a los
brazos de otro hombre.
CAPÍTULO 10.
Alessandro
Escuché el tradicional Ave María y observé a Thiago sonreír como si el sol
estuviese frente a él. Todos en la iglesia se levantaron cuando la novia hizo su
entrada, estaba hermosa, pero mi mirada se fijó en el hombre al lado de ella.
Sabía que Farell quería tanto esta boda como yo.
Entregó a su hija a mi hijo y dijo algo que hizo reír a los invitados; a mí no
me causó gracia. Ya había dicho que no estaba feliz con el hecho que mi hijo se
quedara en América.
Una vez que Farell ocupó su lugar fue el turno del sacerdote, mientras
hablaba los recuerdos volvían a mí, la primera vez que Thiago me enseñó un
diseño…
«Papá —alcé la vista de los balances que George, el contador, me había
entregado por la mañana— Quiero que veas algo —asentí hacia Thiago, llevaba
un par de días trabajando en la compañía junto Niklaus. Él se acercó a la mesa
central y desenrolló el plano que traía bajo el brazo. Me levanté de la silla
olvidado los balances, nuestra relación había mejorado muchísimo desde que él
trabajaba conmigo. —Es una maqueta, le faltan algunos detalles, pero lo
importante está aquí—. Miré el dibujo sobre el papel, un edificio en forma de O
con paneles de vidrio, innovador, elegante y vanguardista. —Estaba pensando
que, si hago las correcciones correspondientes, podremos presentarlo en Dubái.
Observé a mi hijo, mío, de mis entrañas.
—¿Entonces? Te gusta el diseño.
Observé el plano, los trazos.
—Es un complejo de oficinas, papá, el diseño es vanguardista, y realza la
elegancia que tiene la zona a construir en Dubái.
—¿El presupuesto se ajusta a la contratación?
—Sí, señor y además nos quedará una ganancia adicional del 20% sobre el
neto total de la construcción.
—¿Se lo mostraste a Antuan?
—No, señor, quería que tú lo vieses primero… —recogió el plano—. Sé
que es mi primer diseño profesional, papá, y quizá tiene detalles… Olvídalo.
—Thiago —sus ojos se encontraron con los míos—, para ser tu primer
diseño profesional es excelente, pero no quiero que el resto de la planta crea que
te doy beneficios por ser mi hijo. Has saltado todo y cada uno de los conductos
normales de los pasantes de arquitectura y has venido directamente a mí, cuando
tu primer paso debió ser consultarlo con Klaus que es tu jefe directo, luego él
tenía que exponerlo en la reunión que llevaremos a cabo la próxima semana.
—Pero…
Salí detrás de la mesa y caminé hacia él, colocando mi mano en su hombro.
—Estoy orgulloso de ti —mi hijo sonrió—. Yo no hice diseños tan geniales
como éste —tomé el plano de sus manos y lo abrí—, hasta que no tuve más de
veinte años. Pero para que esta empresa funcione necesitas seguir las directrices,
¿entiendes?
—Sí, señor.
—¿Entonces?
—Klauss y yo hemos estado trabajando en este diseño, juntos; así que,
estoy casi seguro que lo llevará a la junta de la próxima semana. Haré los
retoques correspondientes y lo presentaré en la fecha correcta, señor.
—Necesitamos saber los materiales, la calidad y demás requisitos para
construir un edificio de ese calibre.
—Lo sé, señor.
—Entonces ve a trabajar —mi hijo se giró para marcharse—. Thiago… —
él se giró con la manilla en la mano—. Nunca más vuelvas a saltarte los
conductos.
—Sí, señor.
Una semana después Thiago y Klauss presentaron el edificio Space, un
complejo de 2 km2 situado junto a la avenida Jeque Zayed, 550 metros llenos de
elegancia y majestuosidad. La estructura del edificio estaba compuesta por
hormigón armado hasta la planta 136. A partir de ahí, las plantas estaban hechas
de acero, lo que las hacía más ligeras, tapizadas por más de 26 000 paneles de
vidrio de muy alta prestación en el formato de doble vidrio hermético poseía una
eficiencia energética de altísimo rendimiento, lo que reducía de manera
significativa el consumo de energía y los costos de climatización para todo el
interior del edificio y una capacidad para resistir ráfagas de viento de hasta 250
km/h y un presupuesto de más veinte mil millones de dólares. 157 pisos de los
cuales 69 estaban destinados a oficinas y 51 a apartamentos. El piso 124 contaría
un balcón abierto al público titulado que ofrecería una visión de 360 grados de la
ciudad.
Mi pecho se infló de orgullo cuando por unanimidad el Space se convirtió
en el proyecto más ambicioso de D´Angelo Building, entonces confirmé lo que
ya había pensado cuando Thiago Alessandro tenía solo seis años. Mi hijo
llegaría lejos.
Y esta empresa sería más grande a su lado.
Salí de mis recuerdos cuando el sacerdote declaró a Thiago y Afrodita
Marido y mujer, Kath estaba desecha en llanto y esta vez fue mi turno de apretar
su mano fuertemente, de decirle sin palabras que siempre estaría para ella.
En este preciso momento me arrepentí un poco de no haberle dado más
hijos.
CAPÍTULO 11.
Maximiliano
Durante la ceremonia religiosa no pude prestar atención a nada; los recuerdos
venían uno tras otro, momentos maravillosos compartidos con mi familia, con
mi pequeña, momentos en que solo éramos ella y yo: papá y Afrodita contra el
mundo, ¡joder! Éramos más invencibles que los Vengadores en unión con la Liga
de la justicia.
Tenía tres hijos varones, veía caricaturas…
Miré a mi hija, a la gran mujer que se había convertido, y suspiré. Eros a mi
lado me golpeó el brazo.
—¿Te pondrás sentimental cuando yo me case?—murmuró mi hijo con
sorna.
—¿Te casarás algún día? —respondí, mi hijo sonrió. Eros había heredado
mi sonrisa, miró a Sarah al lado de Adonis y se encogió de hombros aun
sonriendo. —Ese día le tocará a tu madre ser la sentimental, allí entenderá mi
dolor—. Eve siseó nuestros nombres sin mirarnos y ambos recobramos nuestras
posturas. Miré a Kath del otro lado de las bancas, sujeta a un pañuelo mientras
veía a su único hijo casarse, al menos no era el único que estaba sufriendo.
Mientras Afrodita estaba de pie frente al sacerdote, mi mente seguía
recreando imágenes como su sexta Navidad…
«Habíamos pensado salir de viaje para esa navidad pasar los cinco en
familia pero Emmerson era solo un bebé; así que, decidimos una vez más, ir a
Rocky Point con los demás miembros de la familia, se estaba convirtiendo en
tradición pasar la Noche Buena allí. Derek y Lilian habían dejado atrás sus
grandes fiestas de aniversario para pasarla en familia, rodeados de sus nietos
que eran bastantes al haber adoptado a los hijos de Sam y los de Brit como parte
de la manada. Los más pequeños eran Emmerson, Riley y Claire, la hija de Brit
y Dav. Desafortunadamente Sam y Collin no nos acompañaban esa Navidad. La
madre de Collin estaba muy enferma, y ellos habían decidido quedarse en
Nueva York, cosa que tenía a mi pequeña ninfa algo molesta. Vi a Alhanna
levantarse de la silla y acercarse a la comida mientras Jeremmy sonreía
burlonamente con la cabeza baja; Alhanna estaba embarazada de las mellizas y
parecía un pez globo, y no miento su barriga era incluso más enorme que la de
Evangeline cuando los trillizos iban a nacer.
Sentimos pasitos por la escalera y nos levantamos todos para correr hacia el
salón donde estaba el gran pino con muchos regalos bajo él. La gran mayoría de
los pequeños. La pandilla Evan Farell, Runner- Daniels, Farell James hicieron
su aparición William, Eros y Adonis ¡ Madre de Dios, cuando esos tres estaban
juntos era demasiado peligroso!, una vez pintaron el auto de Derek con
marcadores porque, según ellos, le faltaba color. Agradecía al cielo que mi Aston
estaba en casa y la camioneta dentro del garaje; otra vez decidieron volver a
Riley momia y la empapelaron con papel higiénico y toallas femeninas… esa era
una de las razones por la que no despegábamos los ojos de Emmerson en esta
Navidad y menos de Clarie, que estaba aún más pequeña. La última perla de ese
par de terroristas había sido redecorar el jardín de Lily, destruyendo los rosales
que mi madre cultivaba, porque ellos necesitaban una nueva pista para sus autos
de carrera. Aun así amábamos ver cómo nuestros hijos estaban unidos. Observé
a mi esposa sacar los gases de nuestro bebé cuando no vi a Afrodita llegar al
salón.
Evangeline solo asintió cuando con una mirada le dije que iría por ella. No
tuve que buscarla mucho, la encontré sentada en la escalera con su carita entre
sus manos.
—¿Qué sucede tesoro? —le pregunté sentándome a su lado.
—Sarah no está, —Afrodita y Sarah eran muy unidas— no tendré con
quien jugar con mis nuevos juguetes —dijo colocando sus bracitos sobre su
pecho.
—Puedes jugar con los gemelos —ella negó con la cabeza— ¿Por qué no?
—Ellos juegan cosas de niños. Yo soy una princesa... —sus ojitos se
tornaron cristalinos y la atraje hacia mi pecho—. Tendré que juga solita, papi.
—No, mi amor, papá jugara contigo —dije solenme.
—Es una promesa —dijo mostrándome su dedo pulgar.
—Es una promesa… Jugaremos a lo que tú quieras…. —ella enganchó sus
bracitos a mi cuello y sonrió cuando sentí su risita en mi cuello.
—Tu barba pica —murmuró.
—Me la quitaré cuando me vaya a bañar.
— ¿Pero sí jugaras conmigo y mis juguetes nuevos?
—Lo haré, pequeña —si yo supiera lo que esa promesa causaría varias
horas después…
—¿Tengo que salir así? —le pregunté a Afrodita, iba a matar a Caseedee y
a Bryan lenta y tortuosamente.
—Sí, papi, quiero que todos vean lo liiiindo que quedaste—murmuró mi
pequeña, me había afeitado y duchado mientras ellos abrían los regalos, listo
para pasar toda la mañana jugando al té, no era la primera vez que me tocaba
jugarlo; así que no había nada de malo en ello. Lo malo, lo realmente malo, fue
que ese año mi hija no había recibido muñecas y juegos de té; su tía Rose le
había regalado un estuche de maquillaje para niños; pintauñas, y demás
menjurjes que se quitaban con agua y cualquier cantidad de cepillos, ligas, cintas
de colores y cosas de las que ignoraba el uso y el nombre.
—Cariño, Derek dice que… —Evangeline se quedó callada abruptamente
mientras me miraba y luchaba por contener la carcajada que quería desprenderse
de su boca, si no fuera porque tenía a Emmerson en brazos hubiera estado
agarrándose el estómago.
—¿Verdad que papi se ve liiindo, mami? —preguntó mi hija con total
inocencia y mi mujer no pudo más; dejó a Emm en la cama para empezar a reír
histéricamente, sacó su celular de la parte trasera de sus jeans y me tomó una
fotografía.
—La subes a Facebook y te solicito el divorcio —dije sin mirarla.
—¿Mami, cierto que papá se ve lindo? —Evangeline trató de recomponerse
antes de contestar, pero aún la sonrisa estaba en su cara.
—Hermoso, mi amor, ¿por qué no vas abajo y lo presentas antes que salga
al jardín? —Afrodita salió de la habitación y Evangeline explotó en carcajadas
de nuevo. No me veía tan mal… ¿o sí? Me levanté de la silla mirándome mejor,
tenía una sombra azul mezclada con amarillo sobre mis parpados y brillo labial
color rosa en mis labios y fuera de ellos, me habían pintado las uñas de color
brillante y tenía un par de coletas en mi cabello… Unas seis.
—Gracias por hacerme sentir más ridículo de lo que ya me siento —musité
a mi mujer a través del espejo. Ella se levantó de la cama aún con actitud
burlona, llegando hasta donde yo estaba.
—Te ves muy femenino, mi amor—murmuró abrazando mi cintura.
—Puedo demostrarte cuan femenino puedo llegar a ser —choqué mis
caderas contra las suyas.
—Te amo —murmuró ella colocándose en puntillas para besar mis labios.
— ¡Papi ya puedes venir, abu quiere ver lo lindo que quedaste! —grito
Afrodita desde abajo. Me separé de los labios de mi esposa y suspiré.
—Bueno…Al menos te ves linnndooo —dijo mi esposa con burla—. Te
amo mucho más por esto… —Caminó a la cama y tomó a Emmerson, que estaba
aún dormido—. Vamos, chica sexy, abajo quieren ver lo liindo que quedaste —
se burló abriendo la puerta.
Suspiré nuevamente. Lo que yo hacía por mi hija…
Abajo recibí burlas de todos los que se hacían llamar mi familia, incluso los
renacuajos, que jugaban a los soldados junto a sus padres y David, soltaron
risotadas cuando me vieron, aun así tuve mi pequeña venganza un par de horas
después mientras hablaba con los hombres, me había lavado la cara, pero había
conservado los moños y el brillo en las uñas.
Vi a mi hija terminando de pintar las uñas de Alhanna y una idea cruel pasó
por mi cabeza —¡Afrodita!— La llamé e inmediatamente ella alzó su rostro
dejándome ver sus hermosos ojos verdes. —Los tíos y el abuelo quieren tener
brillitos en sus uñas—. Todos me miraron mal y luego giraron su rostro para ver
a mi hija dando brinquitos en dirección a nosotros con el maletín lleno de
pintauñas y una sonrisa bailando en su rostro…. Venganza, plato exquisito que
se come bien frio.»
Sonreí al recordarme maquillado y disfrazado, además de la cara de todos
mientras Afrodita pintaba sus uñas…
Acompañado de ese recuerdo llegó otro, no tan tierno ni tan infantil como
los que había tenido en el transcurso de la mañana…
« Evangeline no estaba, su último libro “Perdida en la oscuridad” estaba
siendo un éxito en Latinoamérica, razón por la que mi mujer se había ido a una
pequeña gira por Brasil, Colombia, Venezuela, Chile y Argentina. Esta era la
segunda y última semana de su gira, agradecía a los teléfonos inteligentes y a la
tecnología en sí. Evangeline estaba a solo una llamada, hablaba con los trillizos
todas las noches por Skype. Emmerson de dos años besaba la pantalla del
televisor en la que conectaba la computadora para que vieran a su madre sin
limitaciones yo me sentaba en el sofá y los veía interactuar. Adonis le contaba
cómo su trabajo de ciencias había sido el número uno, mientas Eros le decía que
le había regalado una manzana a la señorita Anderson, su maestra de dibujo;
Afrodita le contaba sobre como Ángel Trevor le había llevado un pastelito de
chocolates y cómo ella se lo había devuelto porque no quería que estuviera
pegado a ella como una garrapata.
La llegada de Tristán, nuestro Golden Terrier, a nuestras vidas había sido
una verdadera salvación para mí, sobre todo cuando le descubrimos garrapatas y
le expliqué a Afrodita que cuando se aceptaban regalos de los hombres ellos se
pegaban a las chicas como las garrapatas al pelo de Tristán.
Era un puto genio.
Ese día era sábado, faltaban pocos días para que Eve regresara y quería
hacer algo con los niños, la señora Thompson estaba de descanso, y se me
ocurrió la genial -nótese el sarcasmo- idea de irnos al parque, no a Central Park
que era donde siempre íbamos, quería que se divirtieran de verdad; así que, tomé
a mi pequeña tropa y nos subimos a la camioneta, lo único que quería era una
tarde de diversión pero me salió algo cara cuando tuve que correr a agarrar a
Emm descuidé a los trillizos; solo había despegado mis ojos un segundo de ellos
cuando un grito de dolor desgarró mis oídos.
Era padre conocía el llanto de cada uno de mis hijos y no necesitaba ver
para saber quién era el que lloraba.
Eros y Adonis estaban al frente de Afrodita que estaba sentada en la arena
del parque mientras ella sollozaba fuertemente. Corrí como un loco desesperado
para llegar a ella cuidando de no caerme yo también, ya que llevaba a Emmerson
en brazos. Pasé el bebé a Adonis y levanté el rostro de mi bebé.
Tragué grueso al ver la herida en su frente y respiré profundamente antes de
sacar mi pañuelo y colocarlo sobre la misma.
—Me duele, papito —sus ojitos anegados en lágrimas y su carita roja por el
llanto—me duele. —repitió, mire la cantidad de sangre que salía de la abertura
nada pequeña, y saqué mi celular del bolsillo, dándoselo a Eros para que llamara
al abuelo.
—Papá, —dije cuando mi hijo me tendió el teléfono— ¿estás en la clínica?,
Afrodita se ha caído y tiene una gran herida en la frente —dije con voz
entrecortada; la sangre seguía saliendo, mi bebé seguía llorando agarrada
fuertemente a mi camisa—. Estaré allí en veinte minutos… ¿Crees que de
verdad me va importar un jodido semáforo? —Los gemelos soltaron una risita
como siempre que se me escapaba una palabrota. Colgué el teléfono y miré a los
gemelos—. Tenemos que llevar a Afrodita con el abuelo y el tío JD.
Ambos asintieron.
—¿Puedes levantarte, mi amor? —susurré a mi nena, sus manitas tenían mi
camisa agarrada con fuerza mientras yo seguía tratando que la sangre parara, ella
negó con su cabeza y me vi en un dilema: Emm …
—Yo puedo llevar a Emm hasta el auto, papi —dijo Adonis como leyendo
mis pensamientos. Asentí tomando en brazos a mi pequeña mientras
caminábamos hacia el coche. Aseguré a Emm en su sillita y coloqué los
cinturones.
—¡Papi! —Chilló mi pequeña al ver la sangre en mi camisa y su vestido—.
He arruinado tu camisa, papi, y mi vestido —le di un beso en la mejilla para que
supiera que no estaba enojado, en este momento la camisa manchada me
importaba un comino.
—Bebé, no vayas a dormirte, ¿vale? —ella asintió aun sollozando. Miré a
Eros con determinación—. Campeón, necesito que sostengas esto en la frente de
tu hermana. —Mi hijo asintió y le di el pañuelo para que siguiese presionando la
herida; mi bebe tenía parte de su cabello pegado por la sangre y su ropa tenía
manchas rojas… Evangeline iba a matarme.
Me subí en el auto y manejé como un demente hasta llegar a Vitae, Derek y
Jeremmy me estaban esperando cuando Salí del elevador con Afrodita en brazos,
JD la tomó de mis manos y se fue con ella hacia la sala de emergencias. Tomé a
Emm de las manos de Adonis y miré cómo mi pequeña seguía sollozando en el
pecho de su tío. Afortunadamente la sangre se había detenido.
Pasaron un par de minutos antes que JD saliera de la sala de emergencias.
—Derek está con ella, ¡¿Cómo coño se hizo eso?! —dijo exaltado, no era
yo el único que se desvivía por ella—. Tienen que tomarle puntos internos y
externos y vamos a hacerle una radiografía porque me dijo que le dolía su brazo.
—Haz los exámenes que creas que sean necesarios —dije— ¿Puedo verla?
—Creo que lo mejor es que lleves a los niños a la guardería de la fundación
y regreses, Afrodita te llama a gritos. —Asentí y le pedí el favor a Marie, la
secretaria de Jeremmy, que llevara a los niños a la guardería.
—¿Afrodita se va morir? —preguntó Adonis mirándome fijamente sus
ojitos se mostraban realmente preocupados.
—No, campeón, ella solo está examinándola, ahora ve con tus hermanos y
diviértete un rato.
Él asintió y di un beso a cada uno de mis hijos y esperé que desaparecieran
de mi vista para correr a emergencias. Derek hablaba con Afrodita, que lloraba
intensamente en uno de los cubículos. Abrí la cortina y mi nena extendió sus
brazos hacia mí.
—No quiero, papá, no quiero —dijo entre sollozos, su carita estaba más
roja de lo que la había visto: tenia, los ojos hinchados y rojos y gruesas lagrimas
corrían por sus mejillas; tenía un pequeño cabestrillo en su brazo izquierdo que
se veía levemente inflamado. La alcé en brazos, sentándome en la camilla con
ella.
—Tienen que suturar —dijo Derek—. La herida es profunda cualquier
actividad puede provocar que la sangre vuelva a brotar, hemos dado
antiinflamatorios y JD está tratando que entreguen la radiografía pronto,
mientras hemos inmovilizado el brazo. —Asentí — ¿Estás lista, tesoro?
—Pe…pero me va…Me va a doler, abuelito —gritó mi nena mientras dos
gruesas lagrimas corrían por sus mejillas, me sentía tan culpable, ellos se habían
caído algunas otras veces, pero nada que requiriera un hospital.
—Vamos a ponerte algo para el dolor, cariño—Derek habló con voz
paternal—Si quieres yo mismo puedo hacerlo—dijo mi padre. Afrodita con sus
labios temblando asintió levemente antes de apretar mi pecho fuertemente.
Vi cómo mi padre desinfectaba nuevamente la herida y, cuando divisé la
aguja que contenía la anestesia, cambié de posición a mi nena dejando que su
carita quedara parcialmente escondida en mi pecho. Su pequeño cuerpo
temblaba producto de los espasmos del llanto. Derek introdujo la aguja en la
herida y Afrodita gritó en mi pecho, tenía ganas de llorar junto con ella, pedirle
perdón una y mil veces por mi pequeño descuido, pero solo me limité a susurrar
palabras bonitas y mecerla suavemente, haciendo el trabajo más difícil para mi
padre vi como los puntos internos fueron hechos con éxito. Derek cambió la
aguja para suturar externamente mientras calculaba cuántos puntos tendría que
hacer por fuera.
—Serán seis —dijo suavemente, Afrodita estaba más calmada, aun así no
quería que ella se exaltara. Mi padre continuó con su trabajo puntada tras
puntada hasta terminar—. Hemos acabado, tesoro —musitó Derek al tiempo que
Jeremmy corría la cortina que nos separaba de los demás cubículos.
—Tiene el radio y el cubito fracturado, tendremos que colocar yeso. —
maldije internamente por mi descuido—. Afortunadamente no hay lesión en la
cabeza.
—¿Va a doler? —preguntó mi nena con temor. Jeremmy sonrió acariciando
su mejilla mojada por sus lágrimas.
—Tío JD va a curarte, princesa —por primera vez no me molestó que la
llamaran así, mientras le vendaban la mano y preparaban el yeso, llamé a
Evangeline que contestó al tercer timbrazo.
A pesar de lo que creía, ella solo preguntó si estaba bien y me dijo que
adelantaría el vuelo, la dejé hablar con Afrodita y luego colgué cuando mi nena
me pasó el teléfono, sabía que esto no se quedaría así.
Un par de horas más tarde llegábamos a casa, Jeremmy me había dado
todas las indicaciones para Afrodita, Emmerson estaba dormido y los gemelos en
el estudio jugando con una consola de Wii. Si de algo estaba orgulloso era de lo
bien dotada que estaba esta guarida.
—¿Quieres dormir mi vida?
—Quiero verme en el espejo, papi. —Asentí y la llevé hasta el espejo de
cuerpo completo que Evangeline tenía en nuestra habitación—. Me cosieron mi
carita —dijo con voz temblorosa mientras empezaba a sollozar de nuevo—.
Estoy fea, papi.
La abracé fuertemente.
—No, amor, estás hermosa, no van a estar ahí para siempre, es solo por un
tiempo —susurré acariciando su cabeza.
— ¿Me lo prometes? —Asentí— ¿Puedo dormir contigo hoy?
Ella hoy podía hacer lo que quisiera.
Ella era mi reina.
Evangeline llegó a la mañana siguiente, no quiso hablar conmigo. Dejó las
maletas en la entrada y caminó hasta la habitación de Afrodita, la seguí con
Emmerson en brazos, no sabía ni qué decir o hacer, le había dicho cuando le lavé
su cabello que seguía siendo hermosa, pero una vez más, ella había llorado.
—Hola, pequeñita —dijo con voz suave a mi niña que aún estaba en
cama…
—Soy un monstruo, mami —dijo sollozando de nuevo.
—No, mi amor —Evangeline la abrazó a su pecho con delicadeza—, solo
son puntadas, no estarán ahí siempre.
—Papi me dijo lo mismo… ¿Estás enojada con papi?
—Papi y yo hablaremos luego —dijo suavemente.
—¿Papi está en problemas?
—No, dulzura…
—Los niños en la escuela van a reírse de mí.
—No lo harán —dijo mi esposa con determinación
—Sí lo harán, mami.
—Buscaremos una solución, mi amor.
—No quiero ir mañana a la escuela.
—Ya veremos que hacemos, mi niña, ¿Te sientes bien? ¿Te duele algo? —
Mi nena negó— ¡Ya sé que vamos a hacer! —dijo sonriendo— Max, ¿podrías
traerme unas tijeras, por favor? —desarmó la coleta que había hecho a Afrodita;
fui a la habitación y busqué unas tijeras rápidamente. Llegué a la habitación de
Afrodita y se las entregué a Evangeline, que las tomó sin mirarme ya me sentía
jodidamente mal por todo… ¿Por qué ella me estaba aplicando la ley del hielo?
Evangeline tomó dos trozos de cabello de la parte delantera de la niña cubrió la
cicatriz con ellos y corto justo antes de sus cejas. Cuando terminó y volvió a
peinar, tomó a nuestra nena en brazos y la llevó a nuestra habitación, dejando
que ellas se reflejaran en el espejo de cuerpo completo. Mi nena rio, la primera
sonrisa verdadera que tenía desde el accidente del parque, su costura estaba
cubierta.
Mi mujer era una jodida sabelotodo, ya después aceptaría mi culpa.»
CAPÍTULO 12.
Alessandro
Vi a los novios sellar su unión con un beso, estaba hecho, mi hijo se había
casado y, era solo ver la sonrisa en su rostro, para saber lo feliz que se
encontraba, atrás había quedado el miedo, los nervios y todo lo que pasaba por
su cabeza antes de la boda. Entonces, mientras se giraban para observar a los
invitados como la señora y el señor D´Angelo, un fugaz recuerdo de nuestra
primera charla de hombre a hombre llegó a mi memoria…
«—Entré hoy sin anunciarme a la habitación de Ty —dijo Kath recostada
en mi pecho, no dije nada alentándola a seguir—, estaba en internet viendo una
página pornográfica.
Ok…
—¿No vas a decir nada?
—Tiene casi doce años, es normal que ya se interese por el sexo — respiré
y apreté el cuerpo de mi esposa al mío, pero ella se alejó girándose y dejando sus
pechos planos contra mi torso, se echó el cabello hacia atrás y me taladró con sus
ojos oscuros.
—No estoy diciendo que es anormal, estoy diciéndote que debes hablar con
él.
—¿Yo?
—No, si quieres puedo pedirle el favor a Antuan,…Lex —odiaba el maldito
apodo—. Tienes que hablar con él de sexo, darle… la charla.
—¿La charla? ¿No se la diste tú ya?
—Le expliqué cómo nacían los bebés cuando Demian vino a visitarnos con
una V muy embarazada… Ahora es algo más; deben charlar de hombre a
hombre. Háblale de sexo.
—Joder, mujer, ese es tu trabajo —me removí incomodo—. La psicóloga
eres tú —jamás en mi vida me vi teniendo hijos, menos hablando de sexo con
ellos. Nunca del tipo de sexo que a mí me gustaba.
—No te vayas a enojar.
—Si dices eso es porque sabes que me enojaré.
—Mientras estabas en Japón, estaba limpiando la mazmorra… —Otra cosa
que odiaba; nuestra habitación no parecía nada a una mazmorra—. En fin, me
llamaron por teléfono y salí, pensé que los chicos no estaban; así que no cerré la
puerta con llave…
—¡Joder!
—No vi a Thiago hasta cuando ya estuvo dentro… Estuvo preguntando
cosas.
—¿Qué le dijiste?
—Que tú le explicarías.
—¡Maldición! Me levanté de la cama, ¿cómo diablos se le explica a un
niño sobre dominación, a tu propio hijo?…Debiste haberle explicado tú, tienes
más tacto.
—Tú eres su padre.
—¡Porque tú lo quisiste!
—¡No me vengas con esa mierda!
—¡Cuida tu vocabulario, joder! O zurraré tu trasero hasta que pidas
clemencia.
—Atrévete.
—¿Me estás retando, Katheryne? —coloqué mi mano en un puño y esperé
su respuesta. Ella respiró muy lentamente y luego se acercó a mí.
—Ok, grandote, vamos a respirar un poco, estamos desviando el tema, si
zurras mi tarsero, será más placer que castigo; tú lo sabes —Ella rodeó mi
cuerpo con sus brazos y pegó su barbilla en mi pecho—. Por primera vez no
supe qué decir, y por eso dije que tú hablarías con él, luego lo vi intentando
investigar por internet… —suspiró—. No quiero que se haga una idea
equivocada de nosotros… de lo que hacemos. —Besó mi barbilla—. Lex,… —la
miré con seriedad—, por favor.
—Hablaré con él. —sentencié taciturno.
—Mañana —ella mordió mi tetilla izquierda haciéndome sisear. Tomé su
cabello en un puño y la hice mirarme de frente.
—Tendrás que pagar por ello…
—Soy suya, amo…
***
—Toqué dos veces la puerta de Thiago antes de entrar.
Mi hijo corrió sus lentes y echó el flequillo de su cabello hacia atrás. Estaba
jugando en su computadora. Cuando me acerqué más vi a Klauss saludarme
desde la pantalla.
—¿Podemos hablar, Thiago?
—¿Tiene que ser ahora?
—Me gustaría que me acompañaras a un lugar. —Se quitó el micrófono que
no había visto después de decirle a Klauss que terminarían la partida más tarde.
Y luego buscó su chamarra. — Necesitas un corte de cabello.
—Lo sé.
—¿Qué te parece si vamos por un corte y luego tu y yo conversamos cosas
de hombres?
—Mamá te lo dijo —no fue una pregunta, pero me vi asintiendo…—. Solo
quería saber.
—No voy a reñirte, voy a contestar todas las preguntas que tengas —él
asintió—. Ya le había preguntado al tío Antuan.
Rodeé los ojos.
—Cuando necesites conversar, ven conmigo, siempre estaré para responder
tus interrogantes. —Salimos de la habitación y bajamos las escaleras en silencio.
Ryley ya estaba afuera con la puerta del coche abierta para nosotros.
Fuimos por el corte de pelo y luego nos sentamos en la mesa más alejada
del Starbucks, mientras mi hijo sorbía su malteada de chocolate, contesté
algunos correos y luego coloqué el celular en la mesa.
—Pregunta.
—¿Golpeas a mamá?
—Sí y no… Lo que hacemos es algo consentido.
—No entiendo.
—¿Te gusta alguna chica, Thiago? —los colores se subieron a sus orejas.
—¿Pamela Cavendish cuenta? —Pamela Cavendish era la amiga de 21 años
de Nella.
—Es linda, pero me refería a alguien de tu edad. —Mi hijo se sonrojo
—.Cuando conozcas a ese alguien que da vida a tus días querrás estar con esa
persona de todas las formas posibles…El sexo es una de ellas —Thiago se
atragantó con la malteada y di golpes en su espalda—. Y hay muchos tipos de
sexo: está el sexo tierno, el sexo con deseo y el sexo rudo.
—¿El tipo de sexo que practican tú y mamá?
—Algo así, pero lo hacemos porque nos gusta, no porque nadie obligue a la
otra persona —Me pasé una mano por mi recién cortado cabello—. Thiago hay
muchas cosas que no sé cómo explicarte y hay muchas más que no vas a
entender si te las explico, pero buscar cosas por internet te confundirá más de lo
que te hará entender algo… no sé si me explico bien. De lo que quiero que estés
seguro es que no golpeo a tu madre como un acto violento. —Omití el hecho que
una vez lo había hecho.
—¿Quieres a mamá?
Esa pregunta no me la esperaba.
—Nunca le dices que la quieres, no como el tío Antuan.
—En ocasiones que no digas las palabras, no quiere decir que no las
sientas. La relación que tu madre y yo llevamos no es igual a la de los demás,
pero es nuestra, somos una pareja que se complementa y eso es lo importante
cuando te comprometes con alguien.
—¿Amarras a mamá? Vi fotografías. —Asentí.
—No es algo que vayas a entender ahora, pero lo harás. — No sabía cómo
manejar este tema y era consciente que estaba caminando en círculos, porque al
final, no estábamos haciendo nada, salvo dar vueltas y más vueltas sin fin.
—¿Es mamá feliz?
—¿Tú qué crees?
—Ella sonríe cuando te ve…Y tus ojos brillan cuando la ves a ella.
—Entonces he hecho un buen trabajo.
—¿Puedo tomar otra malteada? —Saqué un par de dólares de mi cartera y
se los tendí. No sabía si había aclarado sus dudas, pero esta era una de nuestras
conversaciones más largas…»
CAPÍTULO 13.
Maximiliano
Salí de mis pensamientos justo cuando el sacerdote preguntaba si había alguien
que se objetara a la boda. ¡Yo quería objetar! Ella era mi bebé, mía; y ese niñito
tonto larguirucho, flaco y rubio no se quedaría con ella. Incliné mi cuerpo hacia
delante por instinto y Evangeline anudó sus dedos a los míos, apretando
fuertemente, como si ella sintiera lo que mi mente me gritaba que hiciera.
—¿Tengo que agarrarte, viejo? —siseó Eros a mi lado causando la risa de
Emmerson. Bufé ante ambos y tragué el nudo que se formó en mi garganta
cuando el sacerdote retomo la ceremonia preguntando a mi nena sus votos.
—Yo, Danielle Afrodita Evans Farell Runner. Te tomo a ti, Thiago
Alessandro D´Angelo Cortez como mi esposo. Para amarte, adorarte, protegerte,
en la salud y en la enfermedad, en la tristeza y en las alegrías, en la riqueza y la
pobreza...—Sentí las lágrimas picar en mis ojos pero me resistí a derramar una
sola—Por el resto de lo que me queda de vida—. Colocó el anillo en su dedo,
sus ojos se veían brillantes y mis esperanzas de que ella se arrepintiera en último
minuto se fueron al caño —Te amo, bebé—. Terminó diciendo mi nena y yo
volví al nudo que se había formado en mi garganta.
Ella ya no era mi niña, yo lo sabía, se había convertido en una mujer
hermosa, elegante, inteligente y astuta, pero aun así dentro de mí ella era mi
bebé
Thiago repitió los votos y luego el sacerdote dio mi sentencia al declararlos
marido y mujer. Suspiré fuertemente cuando ella se prendió a su cuello
besándolo con ternura y pasión, como cuando yo llegaba del trabajo y ella
saltaba sobre mí, como cuando le sucedía algo extraordinario y era yo el que
debía saberlo el primero.
Thiago había sido su primer y único novio, ¿Qué no siempre las mujeres
tienen dos o tres antes de elegir el definitivo? Incluso Evangeline había tenido
una relación antes de conocerme…
Mi esposa siempre intuitiva me arropó con sus brazos y gracias a sus
tacones pude esconder mi rostro en su cuello la iglesia estalló en aplausos, pero
yo no quería ver a nadie, yo había perdido a mi bebé y debía estar feliz por ella;
pero mi lado egoísta solo podía pensar que ya no la encontraría más leyendo en
el balcón, que nunca más vería su rostro a la hora de desayunar… Sentí los
brazos de mi esposa soltarme y tratar de alejarse de mí pero no la dejé, la
necesitaba ahora más que nunca. Ella intentó zafarse una vez más y, cuando lo
logró, sus brazos fueron sustituidos por unos que yo conocía bien, mi hija, mi
pequeña niña lloraba con su cabeza pegada en mi hombro; mientras yo hacía lo
mismo en el hombro de ella. No supe cuánto tiempo estuvimos así pero la iglesia
quedó sepultada en silencio, suspiré audiblemente ese aroma a bebé que aún
sentía en ella a pesar del tiempo y me separé de ella, colocando mis manos en
sus mejillas, su rímel corrido me hizo sonreír.
—Tu madre va a matarme, te hice llorar… —Ella negó con la cabeza y yo
saqué mi pañuelo, limpiando su rostro.
—Papi, yo…
—Tranquila, estoy bien, —A lo lejos vi a Thiago esperando por ella junto
con Evangeline y la garganta me quemó, pero yo debía decirlo—. Ve con tu
esposo. —Me dio un beso en la mejilla y se levantó. Thiago se despidió de mi
esposa y ella caminó hacia mí.
—¿Estás bien? —asentí.
—Esta es la ley de la vida —fue el turno de Eve para asentir—. Más le vale
que la haga feliz.
—Él lo hará, está profundamente enamorado de ella, mi amor. —Le di un
pequeño beso a mi esposa, la iglesia estaba vacía y al parecer ya los novios se
habían ido.
Evangeline se levantó, extendiendo su mano hacia mi —Emm nos está
esperando afuera, tenemos una fiesta a la que asistir—. Le di mi mano y juntos
salimos de la iglesia.
—¡Al fin! —exclamó Emmerson cuando nos vio salir, pensé que íbamos a
llegar para cuando Afro tuviese su primer hijo…—. Me tensé. En el camino,
Evangeline revolvió los cabellos de nuestro hijo menor, antes de entregarle las
llaves para que condujera. Nos subimos en la parte de atrás del coche de mi
esposa y Emmerson cuadró el retrovisor burlándose cuando coloqué mi cabeza
sobre los cojines y respiré profundamente.
Mi hijo condujo rápidamente y antes de lo que yo quería ya estábamos en el
hotel donde se llevaría a cabo la celebración.
Entre los invitados estaban, los tíos de Thiago; un par de amigos de D
´Angelo, junto con sus hijos; V, que al verme me estrechó en un gran abrazo.
Ella estaba con un hombre que la miraba con adoración, hacía mucho tiempo que
no sabía de ella y me alegró verla un poco “más sentada de la cabeza”. Kath que
agarrada al brazo de D´Angelo, conversaba con Antonella y el joven que creo
era su pareja ya que la tenía rodeada de la cintura. Ella lucía una linda barriguita
de unos cinco o seis meses de embarazo. Vi a Derek conversando con unos
amigos cercanos. En una mesa Malinov y su esposa, con sus hijos y Adonis.
Había unas cuantas compañeras de mi hija y varios compañeros de mis hijos:
estaba Andrea, la compañera de cuarto de Afrodita en la universidad, una chica
rubia de ojos azules que me lanzaba una camada de perros cada vez que me veía.
Era coqueta y muy linda. Al principio, temí que Evangeline se molestara, pero
ella solo se reía al ver los tontos intentos de la chiquilla por llamar mi atención.
Collin, Bryan y JD hablaban en un rincón. Busqué rostro por rostro y, sin
embargo, no vi a mi hija.
—¿Dónde está? —le pregunté a Evangeline suavemente.
—Thiago quería mostrarle algo.
—Sabes papá que debes darles algo de intimidad, ellos ahora son marido y
mujer… Sabes lo que hacen los esposos —le di un zapé a Emmerson, su actitud
burlona me estaba fastidiando, sentimental y cursi, yo aún era su jodido padre.
Mi hijo dijo algo entre dientes antes de salir disparado para quien sabe dónde
sacando de su chaleco su juego de vídeo portátil.
—Necesito consultar algo con Sam, ¿estarás bien? —Asentí y ella me dio
un corto beso antes de irse.
Respiré fuertemente y sentí cómo alguien me palmeaba la espalda.
—¿Qué hay de nuevo, viejo?—. Eros me entregó una copa y la bebí de un
trago. —Ella estará bien.
—Lo sé…
—Tiene que estarlo, si Thiago sabe lo que le conviene, la hará la mujer más
feliz del mundo. No somos policías… Pero sabemos usar una espada —sonrió.
Eros era esgrimista profesional, pero para él este era uno más de sus hobbies—.
Será duro no tenerla en casa.
—¿Y me lo dices a mí? —quité otra copa de uno de los meseros que
pasaban.
Mi hijo suspiró, sus ojitos se fueron a la belleza vestida de azul que estaba
charlando con su hermano y cuñada —¿Por qué no te decides de una buena vez?
—Ya lo hice —tomó un poco de su copa—. Me dijo que no.
—¿Te rechazó? —Mire a Sarah observarnos disimuladamente su rostro, se
volvió rosa y se giró quedando de espalda a nosotros— ¿Qué te dijo?
—Que no quería que su primer novio la hiciera sufrir.
—Haz fama y acuéstate a dormir —dije con tono de burla.
—Ohm, padre, gracias por el ánimo —palmeé su espalda.
—Demuéstrale que está equivocada.
—Hace más de dos meses que estoy solo…El celibato no es lo mío —No
me sorprendió que Eros fuera sexualmente activo, de hecho, a los trece años les
había hablado de anticonceptivos y les había vuelto a repetir la charla a los
dieciséis. Sin gorrito no había fiesta. Era demasiado fácil con los varones—.
Hay una chica en la universidad. Le dicen cisne —sonrió ante el apodo—, y
detrás de ella hay todo un mundo.
Eso tampoco me sorprendía, mi hijo era realmente atractivo.
—El problema es que yo la quiero a ella. Tío Collin ya me dio la charla,
tengo su aprobación —volvió a sonreír—. Claro antes me dijo que si la hacía
sufrir iba a sacarme el cuero con un cortaúñas y sumergir mi cuerpo en alcohol
—se estremeció—, pero dijo que podía intentarlo, por eso lo hice.
Imagino que Collin ya tenía la experiencia de Sury así que para él era más
sencillo dejar a su nena con un hombre más si era un hombre al que le había
cambiado los pañales en más de una ocasión.
Las puertas se abrieron y pudimos ver entrar a mi nena de la mano de
Thiago. Su corbatín había sido removido…Negué con la cabeza no queriendo
pensar que había sucedido en la media hora que habían pasado fuera. Durante
una hora estuvieron de mesa en mesa saludando a cada invitado, Thiago
mantenía a Afrodita sujeta fuertemente de su cintura caminaban como si fueran
siameses y yo solo podía seguirlos con la mirada, cada sonrisa, cada beso…
Sarah caminó hacia la pequeña orquesta tomando el micrófono y llamando
la atención a todos: —Es hora del primer baile como marido y mujer....
La gente aplaudió.
—Afrodita trae el trasero italiano de tu marido al centro de la pista de baile,
mi hija sonrió feliz antes de tomar la mano de Thiago y caminar al centro de la
pista, se había quitado el velo y había remplazado sus zapatos altos por unas
converse blancas. Se colocaron en posición y, cuando el vals empezó a
escucharse, se movieron fácilmente por el centro de la pista, mirándose uno al
otro, no podía negar que el niñato también la amaba, sus ojos brillaban
exactamente igual a los de mi niña.
CAPÍTULO 14.
Alessandro
Habíamos dejado a Thiago y su esposa en la iglesia, y ahora estábamos en el
hotel donde se llevaría a cabo la recepción, Antonella se acercó a mí y tomé su
mano, acariciando sus nudillos.
—¿Todo bien, principessa?
—Solo un poco cansada, papá. Pero bueno mi hermanito no se casa todos
los días.
—¿Cómo se comporta el bebé?
—Como tú… Ha estado gruñón, pateando mis riñones todo el día. —sonreí
y apreté sus dedos.
—Siempre puedes ir a descansar un poco y volver en un par de horas…
—Lo mismo me dijo Jack, pero quiero acompañar a mi hermanito,
¿recuerdas cuando la conoció?
—No voy a olvidar ese día nunca. —Un mesero se acercó y dejó una copa
para mí.
—Sé que no estás muy feliz de que Afrodita haya sido la escogida.
—No tiene que ver con Afrodita.
—Mira a Max, el pobre está que se muere —observé a Farell realmente su
rostro reflejaba lo mal que lo estaba pasando, Eve lo dejó solo y uno de sus hijos
se acercó a él, lo vi tomar una copa de champaña de un mesero y luego otra.
—Thiago se enamoró de ella tan pronto la vio; yo estaba ahí, papá,
teníamos años sin ver a Afrodita y llegó a casa convertida en esta hermosa joven.
Casi podía recordar la cara de mi hijo cuando la vio…
« Habíamos tenido una tarde fantástica, el primer diseño de Thiago en
conjunto con Niklaus había sido escogido para ser el próximo gran proyecto de
la empresa y estaba malditamente orgulloso. No habíamos querido decirle nada a
Kath ni a Nella, para no poner más presión sobre los hombros de mi hijo.
—¡Mamá! —gritó Thiago tan pronto atravesó las puertas dobles de la
mansión— ¡Mamá ¿Dónde estás?!
—Cálmate un poco, hijo —coloqué mi mano en su hombro.
—Tienen que saberlo, papá, ¡Dios estoy tan feliz! Y tú fuiste el ultimo que
votó, ya estaba elegido el proyecto me siento como si acabara de tener mi primer
hijo.
Conocía el sentimiento, me sentí igual de pletórico cuando Franco y la junta
avalaron mi primer diseño.
—¡Mamá!
—¡Aquí estoy! —Kath gritó de regreso bajando las escaleras, a su lado una
linda jovencita de cabellos negros llegó hasta nosotros. Kath se acercó a mí,
dejando un beso en mis labios y abrazó a Thiago, que estaba completamente rojo
— ¿Qué te tiene tan pletórico, mi vida? — mi hijo sonrió.
—Dile, papá.
—Aquí nuestro hijo —palmeé su espalda—, obtuvo su primer proyecto…
Kath dio un chillido; emocionada y abrazó a nuestro hijo con fuerza, dando
sonoros besos en su mejilla y haciendo que el rostro de mi hijo enrojeciera aún
más.
—Sabía que lo lograrías, tú eres tan brillante como tu padre, mi amor. ¡Esto
hay que celebrarlo! —La menuda chica carraspeó, haciendo que mi esposa se
alejara—. Oh, perdón, lo siento, linda. —¿Alessandro, recuerdas que te dije que
Afrodita se quedaría unos días en casa?
Danielle Afrodita Farell, era la viva imagen de su madre a excepción de sus
ojos y el cabello tan negro como el de su maldito padre.
—Felicidades, Thiago —ella bajó los dos peldaños que le faltaban y apretó
la mano de mi hijo—. Mi madre le envía sus saludos, señor D´Angelo.
—Bienvenida, Danielle. — Ella sonrió.
—Si me devuelves mi mano… —El rostro de mi hijo adquirió aún más
color, la soltó rápidamente disculpándose una y otra vez.
Thiago siempre había sido tímido, pero era la primera vez que lo veía
balbucear delante de una chica.
—Yo, Dios… Lo siento no te reconocí.
—Hace seis años que no nos veíamos. Tú también has cambiado mucho,
¿dónde están tus lentes?
—Lentillas.
—Ya veo.
—Y ¿cuántos días vas a estar aquí?
—Vine con unas amigas para la semana de la moda, pero ellas se quedaron
en un hotel, obviamente mi padre no iba a permitir eso. Así que la tía Kath me
ha recibido en su casa. —me miró—. Espero no sea un inconveniente.
Katheryne ya me había comentado la dichosa visita de Afrodita Farell,
odiaba tener personas extrañas en casa, pero había accedido por Evangeline, ella
era mi socia en la editorial, que había decidido fundar cuando Katheryne quiso
contar nuestra historia.
Estaba en deuda con su profesionalismo y ética.
—Bueno, ¿y dónde está Antonella? — pregunté a mi esposa.
—Va a tardar un poco hoy, pero estará para la hora de la cena. Tenemos que
celebrar. ¿Qué quieres comer, amor? —preguntó mi esposa a Thiago, pero mi
hijo parecía estar fuera del planeta— ¿Thiago? —Él la observó desorientado —
¿ Quieres Cenar algo especial?
—Porque no salimos a comer fuera —dijo sin mirar siquiera a su madre. —
¿Ya conociste la ciudad Afrodita?
—Vine hace muchos años con mamá, pero no recuerdo muchas cosas.
—Bueno, si no estás muy ocupada, me encantaría ser tu guía.
—Tienes que trabajar, supongo.
—Puedo salir un poco temprano —me miró—, dicen que mi jefe es un
tirano pero aquí entre nos… —se acercó a ella—. No lo es tanto. —La chica
sonrió.
—Iré a hacer la reservación, ustedes dos deberían sentarse y conversar.
—Yo debo contestar algunos correos, asegúrate que Antonella vaya a la
cena —dije encaminándome a mi oficina en casa—. Thiago, tienes un gran
proyecto entre manos, no lo eches a perder… Y prepararte, debes viajar a Dubái
lo más pronto posible. »
Los aplausos me sacaron de mis cavilaciones, Thiago y Afrodita hacían su
entrada triunfal; se veían felices, noté que mi hijo tenía el corbatín desabrochado
y su cabello antes perfectamente peinado estaba revuelto.
Ver la cara de Farell hizo que mi día fuese mucho mejor.
Kath se acercó a mi costado mientras veíamos a los chicos saludar a sus
invitados. Thiago se había ido de casa cuatro años atrás cuando asumió el
proyecto de la torre Scape, luego vino seis meses a América para empaparse de
la compañía como director ejecutivo.
Una de las primas de Afrodita, la que había cantado en la iglesia los llamo
para el primer vals como marido y mujer y, cuando estuvieron en la pista, atraje
más a mi cuerpo a una llorosa Katheryne.
—Creo que ahora si dejó de ser mi bebé.
—No, el siempre será tu bebé —dije mirando a mi hijo y a su ahora esposa
—. Aun me tienes a mí.
—Lo sé.
—Me tendrás siempre, Katheryne.
—Y tú a mí, Alessandro —apreté mi mano en su cintura una silenciosa
caricia que esperaba trasmitiera lo que ella necesitaba sentir.
CAPÍTULO 15.
Maximiliano
Un nuevo recuerdo llegó a mí y cerré los ojos mientras lo disfrutaba…
«Afrodita tenía nueve años y este era su primer recital de ballet fuera de la
escuela; Sam y Evangeline habían pensado que, ya que el ballet parecía gustarle
a las niñas, podrían inscribirlas en una academia profesional. Cuando mi esposa
me lo comentó no le vi ningún problema, mi nena estaba feliz y cada día que
llegaba de sus clases me enseñaba sus nuevos pasos.
Era un hombre jodidamente feliz, mi esposa era la mejor esposa del jodido
mundo: atenta, cariñosa, buena madre; y de la Evangeline que estuvo conmigo
mientras teníamos ese ridículo acuerdo no quedaba nada. Ella era una diosa,
pasional, entregada, dispuesta e innovadora. Teníamos dos hijos que estaban en
la categoría infantil de Esgrima y un bebé que le gustaba la música; Emmerson
era jodidamente bueno con el piano para su corta edad.
Miré a Collin intentando calmar los nervios de Sarah, la pequeña rubia
estaba colgada al cuello de su papá, mientras éste le susurraba algo al oído.
— ¿Y si me equivoco? —preguntó mi nena con temor.
—No lo harás practicaste bastante esta semana —intenté tranquilizarla.
—Pero, papi, no es lo mismo —refuto—, si me equivoco haré el ridículo.
—Mmm… sé que no será así, además como siempre estaré en primera fila,
filmando todo, estoy seguro de que todo irá bien, eres muy buena, pequeña ninfa
—ella resopló.
—¿Si me equivoco, aún me llevarás a conocer a Mickey?
Ese viaje iba a salirme más costoso de lo que creía.
—Sí, pero nada de pedirle consejos a ninguna de las princesas. —dije
seriamente.
—¿Me lo juras por Goku y sailor Moon? —estaban trasmitiendo una nueva
versión de Dragon Ball… Y Goku seguía muriendo cada vez que había un
villano; por otra parte, también estaban repitiendo Sailor Moon y Afrodita era
jodidamente feliz… Aun no podía ver nada cuando se transformaban, pero
bue…Mi nena me dio su pulgar para sellar nuestro trato.
—Para cuando termines te recibiré con un ramo de chocolates —sabía que,
El lago de los cisnes era una pieza difícil, pero habían ensayado duro y sabía que
todo les saldría bien. Vi a la señora Scott reunir a las niñas y di un beso sobre la
cicatriz en la frente de mi nena, apenas se veía, pero yo siempre lo hacía—. Ve,
amor, pase lo que pase estaré jodidamente orgulloso de ti.
—Dijiste jodidamente —dijo mi nena tapando su boquita con su mano.
—Mamá no está aquí y será un secreto entre los dos —ella asintió y Collin
se acercó a nosotros junto con Sarah—. Hey, muñeca —Sarah se alejó del
hombro de su papá y me miró con sus grandes ojos azules, esta niña era idéntica
a su madre—. Lo harán muy bien.
—¿Tú lo piensas tito? —negué con la cabeza.
—Yo lo sé, preciosas, ahora vayan y demuestren de que están hechas
ustedes dos, nadie en este mundo bailará nunca el Lago de los cisnes como lo
harán ustedes dos hoy. —La maestra Scott llegó en ese momento y las niñas
tuvieron que irse.
—Están muy asustadas —dijo Collin a mi lado.
—Sí, pero también lo harán muy bien, mi hija no hace nada a medias —dije
orgulloso.
—La mía tampoco —ambos sonreímos—, debemos ir a nuestros lugares.
Durante poco más de una hora vi a mi hija dando saltos, colocándose en
puntillas y bailando con la gracia que solo ella podía hacerlo, casi se me aguaron
los ojos de la emoción cuando al final, con una venia, ambas dieron por
terminada la obra. Salté de mí asiento para llegar tras el telón rápidamente con
un ramo hecho de chocolates como le había prometido.
La emoción de mi pequeña y el brillo sus ojos eran encantador.
—¡¿Me viste, papi?! ¡Me viste! —dijo saltando a mi pecho cuando me vio
— ¡¿estuve genial, verdad?!
—Estuviste estupenda, mi amor —besé su mejilla—, te dije que iba a salir
bien.
—Lo sé porque tú lo sabes todo. Eres el mejor papá del mundo y nunca
dejaré de quererte. »
Volví a la realidad observando a Thiago cantar para mi hija. Estaba sentado
en una silla con una guitarra en la mano, cantando una canción viejísima de
Bruno Mars, pero que mi hija amaba… Aunque el chico tocaba bien, el canto no
era lo suyo.
Sentí cómo alguien se colocaba a mi lado y observé que D´Angelo me
ofrecía una copa.
—Puedes beberla tranquilo, no había cianuro ni veneno para ratas en este
hotel —dijo con voz parca.
—¿Qué quieres? —fui tajante, mi bebé se había casado con su hijo, pero
eso no nos hacía amigos.
—Felicitarte —sonrió con burla, ¿todos querían burlarse de mí hoy?—.
Debes sentirte honrado de que tus genes se liguen con los míos, ahora somos
familia.
—¡Ja! prefiero tener lepra, D´Angelo, que tu vástago, haya tenido el
descaro de poner sus ojos en mi niña y que además tuviera la buena suerte que
ella lo aceptara no nos hace familia. —Bebí de mi copa y él sonrió ladinamente.
—. Si por mi fuera ya la habría sacado de aquí, pero ella está feliz así que tendré
que soportarte cuando nos veamos en algunas ocasiones...Espero no sean
muchas.
—No creas, tampoco estoy muy a gusto que mi descendencia tenga que
venir ligada con la tuya —murmuró entre dientes.
—¿Crees que mi hija no es suficiente para tu hijo? Mi hija es una reina y tu
hijo es...es...es ¡Tu hijo! cosa que me parece absolutamente desagradable, Si no
fuera porque Kath es su madre hubiese pagado para que lo alejaran de
Afrodita… —Mire a Katheryne y a Evangeline sonreír por algo—. Solo espero
que no se le dé por golpear a mi bebé, como tú lo haces con tu mujer —D
´Angelo rio entre dientes—. Aun no puedo creer que veinte años después, siga
ciega por ti.
—¿Te molesta que mi mujer viva la vida que yo le he dado? —Resoplé…—
¿Aun sigues enamorado de ella?
—¿Pero, no has visto a mi mujer, D´Angelo?, es linda, es lista, es amorosa
—subí mis cejas para que supiera a que me refería—, inteligente, intuitiva,
creativa, pasional y no tengo necesidad de utilizar ningún juguetito con ella—
Afrodita me miró y le sonreí un poco, Creo que casi todo el mundo conocía mi
aversión por D´Angelo y aquí estábamos los dos hablando como si fuéramos
buenos amigos—. Afortunadamente mi hija se parece mucho a ella.
—Diría que se parece más a ti…
—Entonces tendrás nietos lindos —la idea de compartir cualquier cosa con
D`Angelo me ponía los pelos de punta.
—Si se parecen un poco a mi hijo sí.
—Me da repelús solo pensar que alguno de mis nietos saque tu genética
¿Por qué no hiciste nada para separar a tu hijo de mi bebé? —Bebí un nuevo
trago — Para nadie es un secreto que tú y yo no podemos estar cerca el uno del
otro.
—Dejé de inmiscuirme en las decisiones de mi hijo hace años.
—Hace un mes no estabas muy feliz.
—Ahora definitivamente no estoy feliz… — Fue su turno de beber.
Vi a mi esposa acercarse hacia mí junto—Horrible… Saber que su abuelo
se cree muy hombre pero le teme a decirle a su esposa cuánto la ama—vi a mi
esposa acercarse hacia mí junto con Kath. Eve tenía el ceño fruncido y los ojos
preocupados, le sonreí para que supiera que todo estaba en orden. Kath se acercó
a Lex no sin antes darme un beso y un gran abrazo, sus ojos estaban irritados por
haber llorado durante la ceremonia. El vals acabó y Afrodita vino hacia mí.
—Es hora de bailar con el hombre más importante de mi vida —susurró
sonriente y tomé sus manos para bailar.
—¿No se pondrá celoso tu esposo? —Thiago que estaba junto a Kath
sonrió.
—Yo bailaré con mi madre, señor Farell —dijo llevando a Kath a la pista de
baile
—¿Discutías con el señor D´Angelo? —preguntó Afrodita tan pronto
empezamos a bailar.
—No. —mentí— Afrodita alzó una de sus cejas —hablábamos de los
felices que estábamos de estar emparentados.
—Ese odio de ustedes no tiene ni pies ni cabeza —dijo mi hija colocando
su cabeza en mi pecho.
—No hablemos de D´Angelo, quiero tener al menos unos buenos últimos
recuerdos con mi bebé —dije acariciando su cabeza.
—Te tengo una noticia… —alzó la cabeza para que la observara mejor—
Thiago ha rentado un departamento cerca de casa.
La emoción en su voz me hizo apretarla en mi pecho.
—Maravilloso.
—Terminaremos la universidad aquí. Él se ha transferido y, aunque al señor
D´Angelo no le gustó mucho la idea, Thiago sabe lo importante que eres para
mí, así que aun pasará un año, si es que al final decidimos vivir en Milán.
Afrodita se prendió a mi cuello y la alcé como cuando era una niña, estaba
emocionado por la noticia. Le di mil besos en su rostro y la abracé con mucha
fuerza; me importaba una mierda quien me mirara, era el padre más jodidamente
feliz del mundo.
No la vería tan seguido como siempre, pero al menos no la tendría del otro
lado del charco, como decía Emmerson.
Seguimos bailando juntos y felices, nadie podía quitar la puta sonrisa de mi
rostro. Para mi desgracia, la pieza de baile acabó muy pronto y Thiago estuvo
junto a mí tan pronto otra melodía comenzó. Quería darle las gracias, pero solo
me limité a tocarle la espalda un par de veces.
Fui con mi esposa y no pude evitar darle un gran beso, trasmitiéndole lo
feliz que estaba.
—Te han dado la buena noticia —dijo ella sonriente.
— ¡Tú lo sabías! —expresé, fingiendo enojo—. Me hiciste pensar que a
partir de esta noche me quedaría sin mi bebé… Eres cruel, señora Evans —ella
se inclinó a besar mis labios.
—Te gustan mis maldades… —susurró.
—Me gustan más dentro de nuestra habitación —repliqué, atrayéndola más
hacia mí.
—¿Podrían dejar el espectáculo?, le están robando el show a los novios.—
siseó Emm, que bailaba con Lily. Mi madre y mi esposa rieron.
—¿Sabes?, Afrodita y Thiago han cambiado el destino de su viaje de bodas
—musitó mi esposa mientras bailábamos
—¿Ya no irán a Grecia? —pregunté sorprendido.
—No, Afro quiere estar más cerca, así que se irán un fin de semana para
Orlando, ya luego después de la universidad, harán un viaje a cualquier destino.
—Sonreí, debajo de su maquillaje adulto, el cuerpo curvilíneo y todo lo demás,
aún estaba la pequeña ninfa disfrazada de princesa que me esperaba al pie de la
escalera todas las noches.
—He estado pensando algo —dijo mi esposa acaparando toda mi atención
—. Tú y yo no tuvimos viaje de bodas.
—Era complicado, teníamos tres niños pequeños —señalé.
—Pero nuestros niños ya están grandes. —Miré a Adonis bailar con María
Elizabeth, a Emm que había cambiado de pareja y ahora bailaba con Vivian, A
Eros hablando con Sarah; y finalmente, a Afrodita, a mi nena linda y preciosa,
reír por algo que su ahora esposo le decía en el oído. Ella había dejado de ser mi
bebé, esa que creyó morir el día que su periodo llegó por primera vez, y me
mantuvo toda la noche con ella velando sus sueños; ella mi bebé de pecas
pequeñas que habían desaparecido con el tiempo, de ojitos verdes brillantes e
ilusionados. Mi bebé, la que su curiosidad sobre el sexo la llevó a seguir mis
pasos profesionales. Ahora ella tenía quien cuidara de ella y más le valía al
niñato, si quería conservar sus bolas, cuidarla bien, amarla y jamás hacerla llorar.
Un beso en mi cuello me hizo prestar atención nuevamente a la mujer que tenía
entre mis brazos.
—Tengo dos pasajes para Rayastán, saliendo esta noche, a las cero horas.
—Mordió el lóbulo de mi oreja lentamente— ¿Qué dices? ¿Nos vamos de luna
de miel?
¡Joder!
¡Por supuesto que sí!
EPILOGO
Maximiliano
Habían pasado dos años desde que el niñato se había llevado a mi ninfa de casa,
once meses desde que ella se mudó a Milán y ahora estábamos aquí en el
hospital.
Thiago caminaba de un lugar a otro, al paso que iba se quedaría sin cabello
para mañana. Vi a mis hijos sentados en la sala de espera. Y en la esquina más
alejada estaba D´Angelo.
Thiago negó con la cabeza y nuevamente entró a la habitación de la que lo
habían sacado hacía unos minutos. Confieso que en su lugar estaría igual de
nervioso que él, el nacimiento de los trillizos fue algo que no pude disfrutar;
pero recuerdo bien el de Emmerson, quería golpear a todos los médicos, mis
padres llegarían en dos días y los tíos de Thiago también, todos esperábamos al
pequeño o pequeña D´Angelo Farell…
Miré la puerta blanca en donde Afrodita daba un grito, tantos jodidos
hospitales y mi hija se le dio por probar lo más natural…Una partera.
Eros alzó la mirada hacia mí, él estaba preparado para cualquier cosa, había
un doctor en la habitación. No entiendo, había medicinas, miles de opciones…
¿Por qué elegir la más arcaica?
Un nuevo grito por parte de Afrodita nos hizo taladrar la puerta, respiré
profundamente y caminé hacia ahí. D´Angelo me dio una mirada imparcial,
tomé la manilla de la puerta dispuesto a entrar, pero en ese momento Evangeline
salió de la habitación y mis hijos automáticamente corrieron hacia ella.
—¿Cómo esta Afro, mamá? —Emmerson fue el primero en preguntar en
estos dos años había pasado de ser el desgarbado muchacho de dieciséis años a
un joven de buen aspecto además estaba empezando su carrera universitaria.
—¿Necesitas que entre y hable con ella, mamá? —Eros miró hacia la
habitación. Eve negó.
Y antes que Adonis pudiera preguntar algo más, ella habló.
—Tiene seis centímetros, la partera dice va a estar bien.
—¿Puedo entrar? —Mi esposa asintió y yo seguí a la habitación.
Afrodita estaba recostada en la cama, estaba agotada, tenía el cabello atado
en una coleta suelta. Kath estaba cerca a la ventana de la habitación, sin duda
dando algo de privacidad a Thiago que tenía su frente sobre la de mi hija y
susurraba algo para que solo ella escuchara. Carraspeé haciéndome notar y
Thiago me observó suplicante.
—Papi…—Me acerqué a la cama y tomé la mano libre de mi pequeña,
siempre sería mi pequeña, mi niñita, la que sacó mi cabeza de mi trasero, me
senté a un lado de la cama y acaricié su mejilla.
—¿Mamá? —Thiago llamó a Kath— Me acompañas un momento.
Miré al chico a los ojos, aparte de llevarse a mi hija no tenía más nada en su
contra; era un buen muchacho y este último año parecía haber envejecido mil
años. Kath asintió, se acercó a la cama y dio un beso en la frente de Afrodita.
—Volveremos pronto, ¿quieres algo? —Ella negó. Thiago dejó un beso en
los labios de mi hija y yo me removí incómodo.
¿Qué? Podría tener mil años y aún iba a removerme cuando eso sucediera.
El karma de todos los hombres es tener hijas. ¡Lo juro por Dios!
—Ya regreso, cara mía, por favor piensa en lo que te dije, tesoro. —Mi
niña asintió.
Y yo esperé a que estuviéramos solos antes de hablar, llevábamos más de
diez horas aquí y nunca antes había estado tan agradecido con Eve de haberme
hecho venir quince días antes de la fecha programada de parto.
—Parto ciento por ciento natural —murmuré dándole una mirada divertida.
—Sí…Una estupidez —se acomodó en la cama—. Quiero que salga ya —
Sus ojos se anegaron en lágrimas y la atraje hacia mí en un abrazo fuerte.
—Aún estás a tiempo, mi amor, no te hará menos mujer usar la epidural…
—Lo sé, pero quiero ser fuerte…He estado preparándome para este
momento, pero ahora simplemente lo quiero fuera de mí.
—Eres fuerte, mi amor, eres la chica más fuerte que conozco, te admiro por
querer hacer esto a la manera antigua; pero vamos tu madre no lo hizo con tu
hermano, vas a estar tan agotada cuando ese bebé salga de ti, que no vas a tener
ánimo para alzarlo si quiera…Estás siendo tontita.
—Thiago dijo lo mismo, está tan enojado, papi.
—Está nervioso, asustado, por ti y por el bebé, apenas llevamos seis
centímetros y han pasado diez horas… sabes que aún pueden medicarte, bebé.
—Me siento tonta.
—No eres nada tonta, preciosa.
—Necesito drogas, papi.
—Esa es mi niña —Me levanté para ir por Thiago.
—Papi, por favor quiero que estés aquí —delineé el contorno de la cara de
mi hija.
—Siempre estaré a tu lado, así nos divida un océano… —Saqué mi celular
y le avisé a mi yerno la voluntad de su esposa. Minutos después, la partera, un
doctor, una enfermera y Thiago entraron a la habitación, Me alejé de la cama,
dejando que trabajaran los médicos y di una palmada en el hombro a Thiago, que
murmuró agradecido hacia mí.
Cuando Afrodita estaba lista para recibir el medicamento, me llamó
estirando sus manos como cuando era un bebé, me acerqué a ella y tomé sus
manos entre las mías.
—Quieta, bebé —una parte mi niño interior se alegró que me buscara a mí
y no a Thiago.
Me senté al lado de mi niña y acaricié su cabello mientras la medicina hacía
lo suyo; Thiago también estaba ahí a los pies de mi niña, acariciando sus
hinchados pies…
Salí de la habitación cuando Afrodita se quedó dormida, su dilatación era
más lenta de lo que habíamos esperado, al menos ya la medicina corría por sus
venas, Eve estaba afuera hablando con Kath cuando la abracé desde su espalda,
dejando mi rostro en la curvatura de su cuello. Ella dejó un beso en mi mejilla y
revolvió mi cabello, el tiempo podía pasar, pero las cosas seguían igual entre
nosotros.
—¿Cómo está? —preguntó Katheryne.
—Dormida, al parecer ya la epidural está haciendo su trabajo.
—Voy por algo de comer, ¿quieres que te traiga algo? —negué a mi
esposa, la vi ir hasta donde nuestros hijos varones y Emmerson se levantó para
acompañarla. Él era un pequeño niño de mamá.
—Tranquilo todo saldrá bien —Kath colocó su mano sobre mi brazo en
señal de apoyo.
—Lo sé, Thiago se ha quedado con ella, la partera ha dicho que la dejemos
descansar.
—Sin duda trae al mundo a un D´Angelo —rodé los ojos—, asimílalo,
querido amigo, por más que ustedes no se agraden, ese bebé hace parte de
ustedes dos. ¿Quién lo iba a decir, no? Ahora compartes algo con Lex. —volví a
rodar los ojos.
—Solo porque tienes un buen hijo —los tres miramos al aludido que daba
órdenes por el teléfono.
—Créelo o no, también está preocupado por ellos. Alessandro tiene una
extraña manera de expresar sus sentimientos. —Arqué una ceja—. Eres tonto.
Voy con él, solo así podré calmarlo… Max, tú también tienes una excelente hija.
—Asentí y volví a mirar a la ahora silenciosa habitación.
El reloj en la sala de espera marcaba la media noche…Esta noche sería
larga.
.
.
.
Maxwell Alessandro D´Angelo Evans Farrell nació el seis de julio a las
9:25 de la mañana, dejando a su madre completamente exhausta; pero pletórica.
Uniendo a dos familias que jamás pensaron se unirían por algo tan hermoso
como la pequeña cosita de tres kilos que observada en este momento, aun no
podía decir a quien se parecía; su cabeza estaba cubierta por una pelusa de
cabello rubio, pero sus ojos eran tan grises como los de su madre, como los
míos.
Me acerqué más a los cuneros, colocando una mano sobre el vidrio, Evan
parecía brillar con una luz azul alrededor y llámenme marica, pero era el bebé
más hermoso ante mis ojos.
—Es precioso —la voz de D´Angelo me tomó por sorpresa, no lo había
sentido llegar. De hecho se había mantenido alejado de la habitación durante la
espera, siempre al teléfono, siempre ausente pero, cuando Thiago anunció la
llegada del bebé y llegó hasta él, envolvió a su hijo en un torpe abrazo.
—Tiene que serlo, su madre es hermosa.
—Te doy la razón completamente. —Sonreí, él se puso a mi lado y ambos
observamos al pequeño Max—. Thiago no pudo conseguir mejor compañera de
vida lo único malo que tiene esa niña es el padre…
Suspiré cansado, tenía un nieto ¡Joder, ya era abuelo!
—D´Angelo, tú ganaste, te llevaste a Kath —fue su turno de sonreír— Pero
después la vida me sonrió y trajo a mi vida a Evangeline, cuando más la
necesitaba. Y por gracia divina se quedó junto a mí aunque tú quisiste
quitármela.
—Yo jamás quise quitártela, tú te estabas aprovechando de ella…
—Nunca me aproveché de Eve, la quería para mí y usé mi mano de cartas,
no fue la mejor lo acepto; pero me llevó a ganarla… en el juego y en el amor
todo se vale.
—Tú si querías quedarte con Kath.
Negué con mi cabeza.
—No puedo decirte si realmente estaba enamorado de tu mujer, pero ella
me gustaba; cuando la conocí, me vi a mi mismo por primera vez manteniendo
una relación formal cuando mi vida solo era sexo y mujeres —respiré—, al final
creo que cada uno de nosotros tuvo lo que realmente buscaba y era llenar el
vacío que ansiábamos llenar.
—No me psicoanalices, Farell…
—No lo hago, simplemente la vida nos hizo enemigos y ella misma se ha
encargado de darnos el motivo para dejar esta estúpida rencilla atrás —Lo miré y
extendí mi brazo hacia él—. Vamos a estar juntos en Navidades, Acción de
Gracias y fechas de cumpleaños. Este pequeño nos ha unido voluntaria e
involuntariamente —él asintió— ¿Qué dices, amigos?
—Ni por todo el oro de Francia.
—¿Conocidos al menos? —Él observó mi mano y resopló antes de darme
un fuerte apretón.
—Socios… —gruñó de vuelta, me encogí de hombros al menos era un
comienzo…
—Socios…
FIN
AGRADECIMIENTOS
A mi quertida Isabel Acuña por no abandonarme nunca.
A Flor Urdaneta por la portada de esta historia.
A ti, que me has dado la oportunidad de llegar hasta aquí, gracias por
confiar en mis historias, por creer en mí, por apoyarme….
Estoy aquí, Gracias a ti.
SOBRE LA AUTORA
Aryam Shields se define a sí misma como una escritora de corazón y Contadora de profesión que le gusta
pasar sus días entre números y sus noches entre letras. Nació en Barranquilla, una ciudad costera de
Colombia. Vive junto a sus padres, su hermana y sus dos hijos de cuatro patas.
Es una apasionada por el cine y la repostería. Su gusto por la lectura afloró a los doce años cuando,
llevada por su maestra de español, se vio inmersa en el mundo de los libros y las historias de fantasía,
romance y acción; pero no fue hasta hace cinco años que empezó a escribir en las plataformas virtuales con
pequeños Fanfiction.
Su primera obra publicada fue la bilogía Enséñame: “Entrégate y Quédate” con la que logró ser Best
Seller Mundial en Amazon, Siguiendo con Nueve Meses, que estuvo dos meses en el puesto número 1 de
los más vendidos y Recuérdame, con quien fue participante del Concurso Indie de 2017 en la plataforma de
Amazon, logrando mantenerse entre los veinte títulos más vendidos, durante todo el concurso, hoy cuatro
meses después aún se mantiene en el ranking de los 100 más vendidos, a principios de este año, dio cierre a
su bilogía Contrato y publico Seductor Domado.
[1]
El nudo prusik sólo requiere dar unas pocas vueltas con un cordón auxiliar en torno a una cuerda de
escalar.