Ntroducción
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Capítulo I
RUFINO BLANCO
EDUCACIÓN
Etimología: Es una palabra que tiene su origen latín y un doble posible origen.
Historia:
Concepto:
Cuando de educación se trata, son muchas las posturas que se plantean al respecto. Las
opiniones van desde quienes restringen la educación al ámbito estrictamente escolar hasta
quienes ven la educación como un proceso eminentemente humano que, al ser tal, atraviesa
toda la existencia del hombre. Pues bien, entiéndase aquí educación en su sentido más
común, es decir, como un proceso de interacción, entre el docente y el alumno; proceso en
el que a través del diálogo y el mutuo reconocimiento de la humanidad de cada uno, es
posible construir conocimiento (Esto no quiere decir que se pierda el sentido profundo
de la educación en tanto experiencia humana fundamental).La educación tradicional
siempre ha considerado al estudiante como un recipiente vacío, el cual debe ser llenado de
contenidos para que adquiera sentido y pueda prestar algún servicio. De esta concepción
proviene precisamente la palabra alumno, original del latín y que traduce falto de luz, la luz
que es la metáfora con la que se identifica el conocimiento. La educación tradicional concibe
al formando como alguien incapaz de valerse intelectualmente por sí mismo, y por ello
dependiente de un tutor que "posee" la autoridad en el conocimiento para guiarle. Esta
concepción tradicionalista de la educación genera un impacto en la sociedad, mayor de lo que
alcanzamos a imaginar; en tanto que esta forma de educar ha sido y seguirá siendo el caldo de
cultivo para personas pasivas, que siempre critican lo que no les gusta pero no se dan a la
tarea de proponer algo novedoso. Una educación tradicional no genera otra cosa diferente a
personas con una excelente memoria pero generalmente poco reflexivas sobre las situaciones
que le acontecen en el diario vivir. Vemos entonces que la educación, aun cuando se le
intente restringir su campo de acción e impacto a lo estrictamente académico, necesariamente
traspasa al ámbito de lo social, y trae consigo toda una serie de consideraciones prácticas.
La educación formal:
Ventajas:
Desventajas:
La educación no formal:
La educación informal:
Objetivo de la educación:
Desarrollar la creatividad del individuo.
Fortalecer la vinculación entre la institución educativa y la familia.
DESARROLLO HUMANO
El Desarrollo Humano es un paradigma de desarrollo que va mucho más allá del aumento o la
disminución de los ingresos de un país. Comprende la creación de un entorno en el que las
personas puedan desarrollar su máximo potencial y llevar adelante una vida productiva y
creativa de acuerdo con sus necesidades e intereses. Por lo tanto, el desarrollo implica
ampliar las oportunidades para que cada persona pueda vivir una vida que valore. El
desarrollo es entonces mucho más que el crecimiento económico, que constituye sólo un
medio; si bien muy importante, para que cada persona tenga más oportunidades.
Para que existan más oportunidades lo fundamental es desarrollar las capacidades humanas:
la diversidad de cosas que las personas pueden hacer o ser en la vida. Las capacidades más
esenciales para el desarrollo humano son disfrutar de una vida larga y saludable, haber sido
educado, acceder a los recursos necesarios para lograr un nivel de vida digno y poder
participar en la vida de la comunidad. Sin estas capacidades, se limita considerablemente la
variedad de opciones disponibles y muchas oportunidades en la vida permanecen
inaccesibles.
Los filósofos, economistas y líderes políticos destacan desde hace tiempo que el objetivo, la
finalidad, del desarrollo es el bienestar humano. Como dijo Aristóteles en la Grecia Antigua:
"La riqueza no es, desde luego, el bien que buscamos, pues no es más que un instrumento
para conseguir algún otro fin".
Origen:
El paradigma de desarrollo humano que apareció a finales de los años ochenta representó un
cambio radical por dos razones. En primer lugar, porque cuestionaba la premisa utilitaria que
servía de fundamento a gran parte de la economía del desarrollo. A partir sobre todo de la
obra profundamente innovadora de Amartya Sen, el proceso de desarrollo se ve como un
proceso de ampliación de las "capacidades" de las personas y no como un aumento de
la utilidad y del bienestar y satisfacción económicos. Es decir, el objetivo del desarrollo no es
incrementar el producto sino propiciar que la gente disponga de una gama mayor de
opciones, que pueda hacer más cosas, vivir una vida más larga,
eludir enfermedades evitables, tener acceso a la reserva mundial de conocimientos, etcétera.
A destacar que capacidades y opciones están íntimamente relacionadas y que ambas, a su vez,
están estrechamente asociadas a la libertad, ya sea una libertad negativa (verse libre del
hambre, por ejemplo) o una libertad positiva (por ejemplo, libertad para lograr más
plenamente la vida que uno/a ha elegido). Según esta formulación, un aumento en el
suministro de artículos de consumo puede contribuir a aumentar las capacidades humanas,
pero lo hace de manera indirecta, no como un fin en sí mismo. Dicho de otro modo,
el concepto de desarrollo humano destrona al producto nacional como primer y principal
indicador del nivel de desarrollo. Es más, si bien es cierto que un aumento del producto y de
los rentas mejora el desarrollo humano, lo hace a un ritmo decreciente. Significa que hay
rendimientos decrecientes en cuanto a la aptitud del enriquecimiento material para
incrementar las capacidades humanas, que es algo muy distinto de la noción de utilidad
marginal decreciente de la renta, aunque más de un crítico haya confundido ambas nociones.
En segundo lugar, el concepto de desarrollo humano también cuestiona el supuesto
comúnmente aceptado según el cual el medio para alcanzar el desarrollo es la acumulación
de capital físico, es decir, la inversión en instalaciones industriales y bienes de equipo. En
cambio, y según las tesis igualmente innovadoras de T.W. Schultz, el desarrollo humano
prioriza la acumulación de capital humano. Muchos estudios empíricos han demostrado que
el gasto en educación suele producir rendimientos económicos tanto o más altos que los que
se obtienen con la inversión en capital físico. Pero el concepto de formación de capital
humano excede el mero gasto en educación para abarcar también el gasto en investigación y
desarrollo -generadores de nuevos conocimientos y de nuevas tecnologías-, el gasto en la
provisión de servicios básicos de salud, en programas de alimentación y en la provisión de
servicios de planificación familiar. Es decir, que la inversión en seres humanos bajo todas
estas formas resulta igualmente productivo, tanto si la meta es el aumento del producto
nacional como la potenciación de las capacidades humanas. Considerados conjuntamente, el
cambio en el objetivo de desarrollo combinado con la priorización del capital humano como
vía al desarrollo tienen implicaciones de gran alcance para la estrategia global de desarrollo.
Se ubica a las personas sólidamente en el centro del escenario: son simultáneamente el objeto
de las políticas diseñadas y un instrumento fundamental de su propio desarrollo. La visión de
un desarrollo centrado en las personas sustituye a la visión de un desarrollo centrado en los
bienes de consumo.
Medición:
Se creó para hacer hincapié en que la ampliación de las oportunidades de las personas debería
ser el criterio más importante para evaluar los resultados en materia de desarrollo. El
crecimiento económico es un medio que contribuye a ese proceso, pero no es un objetivo en
sí mismo.
El IDH mide el progreso conseguido por un país en tres dimensiones básicas del desarrollo
humano: disfrutar de una vida larga y saludable, acceso a educación y nivel de vida digno.
Evolución:
Que los individuos gocen de una mejor vida deben disfrutar de una existencia
sana y duradera, acceso al conocimiento, recursos materiales suficientes
para tener un buen pasado y la posibilidad de participar en la vida de la
comunidad y de los asuntos colectivos.
Estudio del desarrollo de la personalidad, dentro de este enfoque tenemos estas dos teorías:
El inconsciente
Freud afirmaba que las personas sólo están conscientes de una pequeña fracción de su vida
mental. Algunos materiales son preconscientes, enterrados justo debajo de la consciencia de
donde son fáciles de recuperar. La gran parte del material es inconsciente. Entre los
contenidos de inconsciente están impulsos, componentes de la personalidad, recuerdos de
experiencias tempranas y conflictos psicológicos intensos. No obstante que no se está
consciente de manera directa de los contenidos inconscientes, entran a nuestra consciencia
disfrazados en forma de sueños, lapsus verbales y otros errores y accidentes.
Freud pensaba que sólo un experto puede comprender el inconsciente de alguna persona. La
autoridad y el sujeto deben establecer una relación de confianza; más tarde, en sesiones
frecuentes, el individuo tiene que asociar libremente, platicar de lo que le venga a la mente.
No debe reservarse nada. El experto analiza esta producción durante un largo período, busca
claves con respecto a la naturaleza del material inconsciente
Instintos y libido. A pesar de que Freud no hizo una lista de los instintos (impulsos, en la
terminología que aquí se maneja,), suponía que todos caían en dos categorías: Instintos de
vida y de muerte.
Los instintos de vida, como el sexo, el hambre y la sed ayudan a las personas a sobrevivir y
reproducirse. Como es probable que ya se sepa, Freud puso mucha más atención en el sexo
que en cualquier otro instinto; sin embargo, su término "instinto sexual" es amplio y abarca
una serie de impulsos corporales placenteros, incluyendo la succión y la eliminación de
desechos. Freud asumía que cada uno de estos diferentes impulsos "sexuales" funciona en
forma independiente durante la niñez pero que se fusionan n la pubertad para servir a la meta
de la reproducción.
Freud pensaba que muchas actividades son expresiones de instinto sexual que han sido
sublimados, canalizados en empresas constructivas; por ejemplo, un científico que intenta
determinar cómo funciona la naturaleza, en realidad siente curiosidad por el sexo, pero dirige
su interés en forma inconsciente a un escape más aceptable por la sociedad. En otras palabras,
el motivo se encuentra de sexuado y ya no es reconocible.
Modelo de la Mente. Freud llegó a creer que las mentes humanas están en continuo
enfrentamiento con tres tipos de exigencias antagónicas: las cuales se originan en el interior
del cuerpo, las de la realidad externa y las de las restricciones morales. Un componente bien
definido de la personalidad (id. Ego o superego), se las arregla con cada área. Los elementos
de la personalidad están en constante competencia por la energía disponible que proviene
de los instintos de vida y de muerte
Id: El id, el hogar de los instintos yace en la base primitiva de la personalidad. Freud (1933,
p. 104) lo describió como "un caos, un caldero de excitación latente". A causa de que el id no
tiene organización lógica, los impulsos contradictorios existen aquí unos junto a otros; el id
opera bajo el principio del placer. Como un niño malcriado presiona de manera continua para
la satisfacción inmediata de sus impulsos. Su lema parece ser "quiero lo que deseo cuando lo
necesito".
Para reducir tensión, el id utiliza por lo general, un pensamiento de proceso primario; forma
una imagen de objeto deseado, uno que ya ha sido asociado con la satisfacción de un impulso.
Por ejemplo, cuando se tiene hambre se puede visualizar un filete a la plancha o un helado de
chocolate y descubrir que la representación produce una sensación placentera o que satisface
la necesidad por el momento. Freud consideraba que el pensamiento primario era una
actividad mental de tipo infantil que no puede diferencias entre las imágenes y la realidad.
Soñar al dormir y las alucinaciones (experiencias sensoriales sin base en hechos) son
ejemplos claros del pensamiento del proceso primario, y ambos pueden considerarse deseos
en forma de imágenes que no puede separase de lo que es la realidad. En los sueños, los
anhelos del id se distorsionan y disfrazan porque no son aceptables para otras partes de la
personalidad.
Ego: El ego surge en los niños en desarrollo conforme aprenden que hay una realidad
independiente de sus propios deseos y necesidades. Siendo primero una parte del id, el ego
evoluciona para manejar el mundo. Una de las principales tareas del ego es localizar los
objetos para satisfacer las necesidades del id. Entonces, el ego debe vérselas con las
exigencias tanto del id como del entorno.
Al contrario del id, el ego es controlado y lógico, en lugar de ser impulsado por el principio
del placer, opera como base del principio de realidad. Es decir, no obstante que está
comprometido a satisfacer las necesidades del id, toma en cuenta las circunstancias; mide su
tiempo, ya sea esperando las situaciones apropiadas o buscándolas.
Superego: A medida que los niños se identifican con los padres e internalizan los valores y
criterios, el superego se despega del ego; puede pensarse que el superego es la consciencia. A
pesar de que alguna vez forma parte del ego, el superego funciona de manera independiente,
buscando la perfección y admirando al idealismo, autosacrificio y el heroísmo. El superego
conduce al ego a que atienda las metas morales y fuerza al id a que inhiba los
impulsos animales. Si el ego se comporta en forma moral, el superego está complacido;
cuando las acciones y pensamientos del ego se contraponen a los principios elevados, el
superego crea sentimientos de culpabilidad.
El dilema del ego: El ego ocupa una posición fundamenta como mediador, intentando
establecer puntos de acuerdo. En palabras de Freud (1933, p. 108), "el pobre ego…tiene que
servir a tres amos rudos (id, superego y realidad) y debe hacer lo posible por reconciliar las
exigencias de los tres". Cuanto más intensos sean los conflictos, más energía psíquica se
requiere para resolverlos; por tanto, queda menos energía para vivir.
El ego reconoce los peligros de expresar los instintos primitivos del id, por lo cual se pone
ansioso cuando el id presiona porque teme al peligro, la venganza o el castigo. El ego se
protege de la ansiedad elaborando acuerdos como los siguientes:
Freud consideraba que la naturaleza de los síntomas anormales está determinada por la
esencia de los recuerdos con carga emotiva. A menudo el conflicto se expresa de manera
simbólica en forma concreta; una paciente que había desarrollado el síntoma de retorcerse las
manos tuvo tres experiencias desagradables con ellas. Se le asustó de modo muy fuerte
cuando tocaba el piano; sus padres le golpeaban con una correa en sus manos como castigo y
se le había obligado a darle masaje en la espalda a un tío que detestaba. Algunos síntomas
surgen cuando las personas presentan una regresión, retornar a formas de conducta
características de fases anteriores en la vida.
Freud creía que lo mejor que cualquier humano puede esperar es un acuerdo entre las
facciones en conflicto, elaborado por un ego hábil. Este acuerdo es más fácil en una cultura
que valore el amor y la sublimación por medio del trabajo.
Desarrollo de la personalidad.
Freud opinaba que la personalidad se ve moldeada por vivencias tempranas cuando los
infantes atraviesan una secuencia fija de etapas psicosexuales. El término "psicosexual"
proviene de la idea de que la libido, que es, en esencia, energía sexual, se centra en distintas
regiones corporales conforme se manifiesta el desarrollo psicológico. Antes de entrar en las
especificidades d la teoría de Freud se analizará los lineamientos generales. Tres áreas
corporales a las que Freud llamó zonas erógenas, boca, ano y genitales, tienen una intensa
capacidad de respuesta ante la estimulación placentera. En cada etapa del desarrollo
corresponde a una región particular ser la más influyente. Los individuos derivan el placer de
esa zona en forma predominante y buscan los objetos y actividades relevantes, al mismo
tiempo, surgen conflictos. Si a los niños se les complace demasiado o si se les priva o frustra
de manera exagerada en cualquier etapa, entonces no pueden resolver conflictos. En
consecuencia se retarda su desarrollo y su libido queda fija en esta etapa.
La fijación se refiere a dejar una parte de la libido invertida de modo permanente en cierto
nivel de desarrollo, y cuando ésta se presenta, la conducta posterior se caracteriza por formas
para obtener satisfacción o reducir la tensión o por otros rasgos o actitudes características de
la etapa donde se manifestó la fijación. Freud opinaba que es inevitable que se fije un poco de
la libido en cada etapa. Con estas pequeñas fijaciones comunes, los acarreos
al comportamiento posterior son menores. Cuando hay una cantidad de frustración o de
indulgencia fuera de lo común pueden observarse fijaciones bastantes sustanciales y la
personalidad puede estar dominada por patrones anteriores.
Desde el punto de vista de Freud, los niños pasan por cuatro etapas psicosexuales, oral, anal,
fálica y genital y además experimentan un período de latencia.
a) Etapa Oral. Durante el primer año de vida, los bebés obtienen placer en lo
principal, a través de la boca. La libido se centra en goces orales: comer,
succionar, morder, llevarse cosas a la boca, balbucear y cosas parecidas. El
destete es el principal conflicto de la etapa oral. Cuanto más difícil le sea a
los niños dejar el pecho o la botella y sus placeres (debido a
sobregratificación o privación), más libido quedará fijada aquí. Si se queda
una porción sustancial, los niños quizás se chupen el dedo, coman mucho o
se muerdan las uñas. Cuando son adultos, continúan exhibiendo cualidades y
preocupaciones orales; tal vez sean dependientes, pasivos o ambiciosos, o
disfruten mascar chicle, fumar, comer, hurgarse los dientes, beber o hablar
en exceso.
b) Etapa Anal. A lo largo del segundo y tercer años de vida, el placer se
obtiene de modo principal de la región anal. El niño goza orinar y defecar y la
acumulación y libración de tensión que acompaña la excreción. En especial,
el descargo evoca ira y enojo por parte de quien le proporciona los cuidados
al infante y que piden que se demore y que haya autocontrol. Conforme
empieza el entrenamiento (control) de esfínteres se desarrolla el conflicto de
la etapa anal, y ya que los placeres son bloqueados, por las reglas sociales
de retención, los niños experimentan ira e impulsos para agredir. En la lucha
con los padres que se genera, quizás sean blancos de humillación,
vergüenza, enojo y desprecio. Algunos niños intentan "contraatacar"
realizando defecaciones en momentos críticos, por ejemplo, cuando se les
acaba de retirar del excusado. Otros niños retinen las heces de manera
intencional para manipular a los padres, que se preocupan por la
irregularidad. Esta táctica proporciona una leve presión contra la pared
intestinal que puede considerarse placentera.
c) Etapa Fálica. En algún momento entre las edades de tres y cinco años, la
etapa fálica, suponía Freud, los niños descubren que los genitales son fuente
de placer, además, pensaba que la mayoría de los niños inician la
masturbación a esta edad. Las fantasías durante la masturbación disponen el
escenario para la crisis. El niño ama al progenitor del sexo opuesto en forma
excesiva y siente una rivalidad intensa hacia el progenitor del mismo sexo. En
el caso de las mujeres, al conflicto se le denomina Complejo de Electra; en
los hombres, Complejo de Edipo. Los nombres provienen de personajes
legendarios griegos quienes experimentaban antagonismos intensos de esta
naturaleza.
Primero, analicemos la situación del niño. Ama a su madre porque ella ha sido la principal
encargada de cuidarle. Cuando se presenta la conciencia sexual, dirige sus fantasías eróticas
hacia ella, deseándola para sí y percibiendo al padre como un rival, e incluso anhela la muerte
de éste y fantasea que lo mata. Sin embargo, el niño se enfrenta a la realidad tarde o
temprano. ¿Qué sucedería si el padre, más grande y fuerte, responde a la agresión? El niño
teme la castración en especial, lo que eliminaría su fuente de lujuria. Para eliminar esta
terrible posibilidad, el niño reprime su amor por su madre y se identifica con su padre,
queriendo ser como él. A través de la identificación, el niño suprime la amenaza y obtiene
una gratificación sustituta para sus impulsos sexuales. (Al identificarse con el padre el niño
comparte en la imaginación los privilegios sexuales del padre.) Esta identificación tiene
consecuencias muy importantes; les permite a los niños adoptar características de
personalidad con tipo sexual masculino e incorporar el superego (valores morales) del padre.
Las niñas se enfrentan a una crisis similar alrededor del mismo momento del desarrollo. Al
principio, la hija ama a su madre, la encargada principal de atenderla de igual modo como lo
hace el hijo. Sin embargo, en algún instante en la etapa fálica, la mujer descubre que posee
una cavidad en vez de un pene, el órgano sexual más deseado (según Freud.). Al intentar
saber por qué, la niña supone que alguna vez tuvo uno, pero que fue castrada y culpa a su
madre y su amor por ella disminuye. Para adquirir control sobre el valioso órgano sexual, la
niña trasfiere de manera temporal su amor al padre.
Freud no pudo explicar en forma adecuada por qué la niña debía reprimir su amor por el
padre, identificarse con la madre, asumir conducta de tipos sexual femenina y adaptar el
superego de la madre. Al final, decidió que el amor por el padre y la rivalidad con la madre se
desvanecían poco a poco al paso del tiempo. En contraste con la identificación del hijo con el
papá, la de la niña con la mamá es bastante débil. Según Freud, la ausencia del pene es
decisiva; condena a las mujeres a un sentimiento de inferioridad, de envidia (envidia del
pene) y a criterios morales débiles.
Si se manifiestan dificultades durante la etapa fálica y se fija una buena parte de la libido en
esta fase, es probable que se presenten un buen número de problemas. Al no incorporar las
actitudes paternas, los niños tienen una preparación inadecuada para formas más avanzadas
de pensamiento y son inválidos morales. Incluso si los valores adultos se asocian al súper yo,
algunos niños no pueden resolver el conflicto y quedan vinculados de manera exagerada al
padre de sexo opuesto. Como consecuencia, es posible que nunca se desliguen de la madre o
del padre o que experimenten atractivo sólo hacia hombres o mujeres mucho mayores
(sustitutos paternos).