Los Demonios Del Pasado
Los Demonios Del Pasado
Los Demonios Del Pasado
Los inicios de una novela histórica se hallan para nuestro continente en el siglo XX. Si
queremos colocar una referencia concreta, podemos decir junto a Seymour Menton en La
nueva novela histórica que esta, inicia con el boom latinoamericano. Los autores de este
acontecimiento editorial y literario abrieron completamente las puertas para el
cuestionamiento del registro histórico a partir de preguntas cómo: ¿quién cuenta la historia?,
¿cómo se cuenta?, ¿qué agenda política se maneja?, ¿a quién autorizamos para hacerlo? Esas
preguntas no son otra cosa que una revisión del pasado en clave de novela. La creación de
una novela histórica es también la forma de preguntarse por la memoria y el peso de esta en
nosotros. Basta pensar en El general en su laberinto en donde García Márquez pone en escena
a Simón Bolívar en sus últimos meses de vida. Un hombre cansado que intenta colocar en
orden sus memorias y construye una concepción sobre la independencia ajena a la que
nosotros damos por oficial. O, el famoso fragmento de Cien años de soledad en donde el
autor de Aracataca expone en voz de José Arcadio Segundo lo sucedido en Ciénaga con la
United Fruit Company. El hecho se conoce como la masacre de las bananeras que se produjo
en 1928 y dejó un sin número de muertos.
Juan Gabriel Vásquez es un heredero directo de los autores del boom. Creció leyendo a
García Márquez y en especial a Mario Vargas Llosa. En un ensayo titulado El arte de la
distorsión, propone la lectura de Cien años de soledad a la luz de novela histórica. Una
propuesta un poco compleja de sostener ya que, romper con la vieja tradición del realismo
mágico ha sido una tarea difícil para la crítica literaria latinoamericana. «[…]Cien años de
soledad da cuerpo, tal vez involuntariamente, a uno de los debates más recurrentes de las
últimas décadas: la imposibilidad de conocer la historia, o, más bien, la idea de que toda
historia, puesto que nos es contada, es apenas una versión» (2009, p. 41). El autor bogotano
considera que gracias a García Márquez los «novelistas han descubierto que su patrimonio
está en la libertad, la suprema libertad del creador de ficciones, que le da el derecho para
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modificar las cronologías, cambiar los escenarios, destruir las casualidades» (p.40). Desde
este punto, la narrativa de Vásquez ha buscado un diálogo entre la memoria colectiva y la
personal. Su interés por la relación directa entre los pequeños mundos, la vida de los
individuos del común y ciertos episodios de la historia de Colombia, permite pensar en lo
siguiente: ¿Cómo estos hechos históricos logran trastocar de alguna u otra forma la vida de
las personas? «[…] la historia que nos revela sus secretos con más generosidad que la
historiografía más exhaustiva. Aún más: la manipulación de la verdad histórica por parte del
novelista conduce a la revelación de verdades más densas o más ricas que las unívocas y
monolíticas verdades de la historia» (Vásquez, 2009, p. 41). La ficción como creadora de
mundos posibles entabla un diálogo, un debate, sobre los relatos que pueden explicar mejor
nuestro pasado. «El planteamiento de lo histórico en las últimas décadas, tanto en el discurso
historiográfico como en el discurso literario, mueve la necesidad de hacer redefiniciones
teóricas» (Rivas, 2004, p. 32). La obra novelística de Vásquez se encamina a esa revisión del
pasado desde el presente. Sus personajes se sumergen en sí mismos, en su historia personal,
la de su familia y la de todo un país con el fin de comprender mejor el mundo que los
acontece.
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Estas formas de control construyen verdades perfectas que trascienden de generación en
generación sin más. A esto se le puede llamar políticas de Estado, que se construyeron bajo
un carácter clandestino, en la oscuridad, en la concesión más arbitraría posible. Estas políticas
de Estado se moldearon a imagen y semejanza de unos intereses personales.
El complot que expone Piglia es la estructura que el poder político ha creado para la
construcción de una sociedad precisa. A su vez, lo que llamamos memoria colectiva es un
acto de complotar de unos pocos que nos instauraron una verdad que aceptamos como oficial.
En su conferencia el autor argentino expone: «Lo histórico no está dado, se destruye desde
el presente y desde las luchas del presente. Recordemos Kafka y sus precursores. Al cambiar
el modo de leer, la disposición, el saber previo, cambian también los textos del pasado»
(2001, p. 90). Con la apreciación de Piglia, podemos entender entonces, que lo histórico al
no ser estable, está susceptible a la reevaluación y concepción desde otras ópticas. Pues el
autor argentino afirma que, para romper con el complot oficial, es necesario crear otro. Esto
solo es posible por medio de la ficción. Por ende, las novelas que analizan el pasado, que
reflexionan sobre lo histórico, son novelas del complot. La creación de este complot al ser
una revisión de algunos episodios históricos, hace frente a la verdad oficial y aunque la novela
no intenta desplazar al libro de historia, sí deja sobre la mesa la sensación de que la historia,
en este caso de Colombia, pudo ser de otra forma. La ficción desmantela y pone en duda la
historia que conocemos.
Ahora, ¿cómo analizar la propuesta novelística del autor bogotano desde el concepto del
crítico argentino? ¿Cómo unir de una u otra forma complot y novela histórica? Dirá Vásquez:
«Todo esto que yo creía tan claro, piensa uno entonces, resulta ahora lleno de dobleces y de
intenciones ocultas, como un amigo que nos traiciona» (2015, p, 481). Ya el autor bogotano
propone una narrativa que dialoga con hechos del pasado, como es el caso de Los informantes
en donde se narra la existencia de unas listas-listas negras- que exponen y persiguen a los
migrantes judíos que llegaron al país escapando de la segunda guerra mundial. En La forma
de las ruinas, la muerte de Rafael Uribe Uribe será el eje central para analizar uno de los
asesinatos más controversiales de la historia colombiana. En las dos novelas hay una
insinuación de orden conspirativo que nos obliga a reflexionar sobre la versión oficial de
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estos hechos. Nos atrevemos entonces, a plantear la siguiente pregunta de investigación:
¿Cómo reflexionar desde la teoría del complot propuesta por Ricardo Piglia dos episodios de
la historia de Colombia expuestos en las novelas: ¿Los informantes y la forma de las ruinas
de Juan Gabriel Vásquez? Para llevarla a cabo, proponemos los siguientes objetivos.
Objetivos
Reflexionar desde la teoría del complot propuesta por Ricardo Piglia dos episodios de la
historia de Colombia expuestos en las novelas: Los informantes y La forma de las ruinas de
Juan Gabriel Vásquez.
El hecho de que Juan Gabriel Vásquez sea un escritor en plena producción y que la recepción
de su narrativa en Colombia aún no es tan amplia, implica también, la carencia de trabajos
sobre su obra. Sin embargo, hay algunas aproximaciones someras que son interesantes para
lo que se propone en este proyecto de grado. En Europa y en algunos países de América
Latina, la situación es diferente, quizás, por la cantidad de premios que ha recibido el escritor
bogotano y la traducción inmediata de sus obras.
Uno de los críticos que ha estudiado con rigurosidad la poética de Vásquez a través de sus
influencias literarias tanto colombianas como internacionales es el profesor Jasper Vervaeke.
La primera entrevista que le realizó al escritor bogotano fue en 2010 con el nombre:
«Escribimos porque la realidad nos parece imperfecta» para la revista Letras libres de
México. Aquí hay una breve descripción y exploración de la figura de Juan Gabriel Vásquez
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dentro de la historia de la literatura latinoamericana, sus consideraciones sobre la escritura y
su trabajo como escritor extranjero. Dos años después, aparecerá un artículo en la revista
Estudios de literatura colombiana con el nombre «Una mirada a los abismos de la historia.
La impronta de Pynchon, Borges y Sebald sobre Los informantes de Juan Gabriel Vásquez».
Lo que buscó en este texto el profesor Vervaeke, fue tejer las afinidades, las cercanías de
ciertos escritores europeos, norteamericanos y latinoamericanos en la primera novela del
escritor bogotano.
Julián Pérez en su trabajo de grado para optar por el título de Magister en Literatura, realizó
una investigación alrededor de la novela Los informantes, teniendo como interés la relación
entre ficción e historia sobre el caso de los judíos que llegaron a Colombia escapando de la
segunda guerra mundial. La tesis que no está publicada, hace parte del repositorio de la
Universidad de los Andes desde el 2014. Otro texto reflexivo en Colombia lo escribió la
profesora Rosa Duran (2017) en la revista Poligramas de la Universidad del Valle. En este
artículo reflexiona sobre los discursos de violencia y su incidencia dentro de la construcción
de la memoria colectiva. El texto se conoce como: «El poder simbólico y la memoria en la
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novela La forma de las ruinas (2015) de Juan Gabriel Vásquez». En el mismo año Caroline
Houde publicó en la revista Estudios de literatura colombiana el artículo: «Una geografía de
la memoria en Los informantes de Juan Gabriel Vásquez y El mundo de afuera de Jorge
Franco», en donde expone la memoria y el espacio en determinados momentos del pasado de
Colombia. El diálogo es interesante ya que, son dos autores totalmente diferentes no solo en
la escritura, sino, en las concepciones sobre la historia de Colombia y la literatura. Los
espacios en la obra de Vásquez son fundamentales ya que, la descripción de la Bogotá del
siglo pasado tiene una gran relevancia para la comprensión de cada personaje.
En Chile la investigadora Daniuska González en un artículo del 2018 llamado «El presente
era un peso y un estorbo. Subjetividades de la huerfanía en la narrativa del colombiano Juan
Gabriel Vásquez», publicado en la Revista chilena de literatura de la Universidad del mismo
país, propone el análisis de la narrativa de Juan Gabriel Vásquez fuera del concepto de
narconovela. Es muy importante lo que expone la autora ya que, indaga en la construcción
de subjetividades que llama huérfanas por su distancia de orfandad con el pasado que se
instala en el presente. La producción sobre el autor colombiano aumentó en el 2018. Bibiana
Fuentes escribió «La verdad y la conjetura en La forma de las ruinas de Juan Gabriel
Vásquez». El interés de la autora está en las implicaciones metaficcionales y su relación
intertextual con Jorge Luis Borges que se halla en Los informantes.
Sobre Ricardo Piglia, un texto de la profesora Graciela Montaldo en el número especial que
le dedicó la revista Cuadernos LIRICOS en el 2019, expone una reflexión muy acertada sobre
La teoría del complot que la autora descubre en Los diarios de Emilio Renzi, la última obra
publicada por el autor argentino. Las relaciones sobre dicha teoría en diversas producciones
literarias, abre la brecha para pensar desde otras ópticas la función de este concepto en los
estudios críticos latinoamericanos. En el mismo año, pero en referencia a Juan Gabriel
Vásquez, el trabajo de monografía «El concepto de Memoria Histórica en la novela La Forma
de las Ruinas de Juan Gabriel Vásquez» de David Quiceno para optar por el título de
Licenciado en literatura de la Universidad de Pereira. Expone el concepto de memoria
colectiva, de memoria personal en referencia a la memoria oficial. Lo que busca el autor de
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este trabajo, es reflexionar sobre lo que se ha dicho y cómo se ha dicho en referencia a la
memoria en un país como Colombia.
Para finalizar con un somero estado del arte, el artículo de Charles-Elie Le Goff (2019):
«Pensar la Historia desde la ficción en tres novelas colombianas contemporáneas de Evelio
Rosero, Pablo Montoya y Juan Gabriel Vásquez», es interesante porque pone en diálogo la
narrativa de Vásquez con la de dos autores contemporáneos que transitan por las mismas
lindes, pero que han encontrado caminos precisos para hacerlo. Las voces, los temas, el estilo
y hasta el reconocimiento de estos tres autores, permiten interpelar el papel de la literatura
colombiana. La historia y la ficción como dos caras de una sola moneda, ha sido el interés de
estos autores en diferentes novelas que han sido traducidas a más de diez idiomas. Otra forma
de entender a Colombia.
Marco Conceptual
Para estudiar la obra de Vásquez como se ha venido planteando, tomaré la Teoría del complot
de Ricardo Piglia. Si bien es cierto que el autor argentino no desarrolló con profundidad esta
teoría y que lo único que se tiene es el discurso que realizó en el 2001, se hace necesario
reconstruir el concepto, su función y aplicabilidad primero desde el mismo autor en algunos
ensayos del libro: Formas breves (2001). Como también en la sección el laboratorio del
escritor en Antología personal (2014), en donde el autor de Respiración artificial no solo
expone dicho discurso del 2001, sino otros ensayos que se enlazan a lo que pretende exponer
como complot. Si bien es cierto que Juan Gabriel Vásquez construye un complot en su
narrativa, hay que descubrir cómo lo hace y cómo este es tan afín a lo propuesto por Piglia.
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p 57). Esto me indica que una de las necesidades de esta investigación es reflexionar a partir
de esa figura del historiador-narrador. En este caso, no se hará el análisis desde esa figura
tradicional ya trabajada por varios autores- muchos teóricos de la novela histórica- sino,
desde una propuesta que además de ser interesante, proporcionará una nueva forma de
entender a este narrador-historiador. Propongo al historiador de emociones.
Luz Marina Rivas en su libro La novela intrahistórica (2004), habla de la historia sentida. Es
el ejercicio de pensar la historia no solo como el resumen o la referencia a hechos concretos,
sino a la relación que existe entre el individuo, el contexto y la cultura que lo permea
constantemente. La historia sentida es pensar lo particular, al hombre en toda su dimensión,
en especial, el de las emociones. Este elemento que esboza la profesora Luz Marina Rivas
pretende ser un eje fundamental de este trabajo, en donde se piense la figura de Gabriel
Santoro personaje principal de Los informantes y Juan Gabriel Vásquez personaje de La
forma de las ruinas, más allá como quienes registran el pasado, sino como quienes
reconstruyen la historia a partir de sus afinidades y sentires. Ver estos personajes es
encontrarse con algo humano, demasiado humano. Se pretende desarrollar con profundidad
esta propuesta a partir de Veena Das y su libro: Sujetos del dolor, agentes de dignidad (2008).
Desde la teoría de la antropóloga de la Universidad de Hopkins, se reflexionará desde
diversas ópticas lo afectivo como una categoría que permite reconstruir la historia.
En conclusión, con estas dos teóricas se busca humanizar la figura del historiador de
emociones y su relación con otros seres humanos que, a la final, también están
reconstruyendo la historia de las afectividades y de las emociones. No podemos omitir este
elemento ya que, es parte de la historia no contada.
Metodología
Este proyecto de grado implica un trabajo interdisciplinario en donde se debe acudir a cuatro
disciplinas: Filosofía en donde se trabajará el concepto archivo y su aplicabilidad desde
ciertos teóricos. Antropología por el acercamiento al pensamiento de Veena Das. Historia
con el fin de conocer de una u otra forma, los hechos históricos en los cuales trabajó Vásquez
en sus novelas. Es un trabajo de caso en donde se revise los aportes teóricos de los autores
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ya expuestos. A su vez, el análisis de las novelas no solo desde la posición de lector/crítico,
sino contemplando la concepción del mismo autor en su creación literaria. Se propone un
acercamiento a Juan Gabriel Vásquez para dialogar sobre los conceptos aquí trabajados y la
estructura narrativa empleada por él. Se hará una entrevista cuando la tesis lleve entre un 50
a 60 por ciento. Es un trabajo hermenéutico en donde la confrontación de tesis y
consideraciones propias juegan un papel central. Se pretende dividir el trabajo de grado en
tres capítulos: el primero sobre el arte del complot. El segundo sobre Los Informantes, y, por
último, sobre la novela La forma de las ruinas.
Justificación
La importancia de la novela histórica como un punto de partida para reevaluar el pasado que
conlleve a repensar el presente, hace que esta investigación se convierta interesante al colocar
sobre el ejercicio reflexivo y teórico el papel de la memoria y la herencia interpretados a la
luz del complot. La ficción como artefacto permitirá ver la figura del escritor como un
historiador de emociones, que, intenta reconstruir un hecho preciso desde diferentes ópticas
que abren la brecha para la reevaluación de ciertos episodios de la Colombia del siglo XX.
La creación de las listas negras que persiguieron a los judíos, muestra cómo Colombia se
formaba bajo los valores católicos, apostólicos y romanos, mientras recluía y reportaba
migrantes alemanes a las tropas de Hitler. Si hablamos de asesinatos en Colombia, son
muchos los que han generado una controversia en el país. pero, se debe hacer referencia a
uno que no solo alteró los ánimos del momento, sino que trasformó la sociedad y nuestra
historia: la muerte de Rafael Uribe Uribe. El asesinato de este líder liberal y héroe de la guerra
de los mil días, desencadenó con mayor fuerza la lucha entre liberales y conservadores hasta
llegar al famoso nueve de abril de 1948. La muerte de Uribe cambió no solo la forma de
pensar la historia, sino, la construcción política de Colombia.
Bibliografía
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