Editado Final de La Aparicion
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Primera Escenificación.
NARRADOR: La pequeña ciudad de Lourdes está situada en el de apartamento de los Altos Pirineos en
Francia; pocas casas diseminadas, un viejo molino, un castillo, un puente y lo que más destaca una roca
gigante en las afueras del pueblo al que los lugareños le llamaban en francés masaveille, roca o piedra
vieja.
En este pueblo de buenos cristianos, pocos ricos y muchos pobres, vivía una familia humilde
conformado por una pareja de esposos francisco souvirous y luisa casterot, quienes tenían cuatro hijos
dos mujeres y dos varones. La mayor de las hijas tenía apenas catorce años y se llamaba Bernadette.
El 11 de Febrero de 1858. Era el jueves de la semana anterior al Carnaval. El tiempo estaba frio, algo
nublado, pero muy tranquilo. Las nubes mantenían se inmóviles en las profundidades del cielo, sin que
la menor brisa las impulsase unas contra otras, y la atmósfera estaba sosiega y tranquila. Ya habían dado
las once de la mañana en el reloj de la iglesia de Lourdes.
En tanto que en todas partes se preparaban alegres reuniones y festines, la familia menesterosa, de los
spovirous cuyos individuos habitaban como inquilinos en una miserable casa, no tenía ni aun leña para
calentar su exigua comida.
La ley permitía que los pobres puedan usar la leña caída de los árboles y la arrastrada por el rio. Así
Bernadette, su hermana María y su amiga Juana Abady salieron a recoger leña en los vados del rio Gave
cerca de la gran roca masaveille , Bernadette aparte de ser una niña , pobre y analfabeta, era también
enferma, sufría de un asma crónica que le acompañaría toda la vida.
su hermana María y su amiga Juana cruzaron a la otra orilla del rio, pero como el agua estaba muy fría,
Bernadette se quedó cerca de la gruta natural que existía en la gran roca.
se acercaba las doce del día ya se escuchaba las campanas de los pueblos vecinos tocando el ángelus.
mientras Bernadette se hallaba sentada tratando de sacarse los zapatos. cuando de pronto oyó en torno
suyo como el ruido de una ráfaga de viento que se levantaba en la pradera, con no sé qué carácter de
irresistible poder.
Se imaginó que era un huracán súbito, y se volvió instintivamente; pero con gran asombro suyo los
chopos de las orillas del Gave estaban completamente inmóviles; ningún viento desusado agitaba sus
pacíficas ramas.
Y pensando en aquel ruido, que no sabía a qué atribuir, se puso de nuevo a descalzarse.
En aquel momento, el impetuoso ruido de aquel desconocido viento se dejó oír de nuevo.
grito, que se ahogó en su garganta. Principiaron a temblar todos sus miembros, y aterrada, desvanecida,
abrumada en cierto modo, por lo que descubrió ante su vista,
se inclinó sobre sí misma, se dobló, por decirlo así, con plenamente y cayó arrodillada.
ni heria la vista, como el resplandor del sol; por el contrario, aquella aureola, viva como la luz del rayo, y
pacífica como las profundas tinieblas, atraía invencible mente la mirada, que parecía bañarse y
reposarse en ella con delicia.
la imagen que Bernadette atónita contemplaba era de estatura mediana. Parecía muy joven y tenía la
gracia de los veinte años; pero sin perder nada de su tierna delicadeza, este brillo fugitivo con el tiempo,
tenía en ella un carácter eterno todas las cosas, unida a la virtud sin límites.
duda en el misterioso taller donde se viste el lirio de los valles, eran blancas, como la nieve inmaculada
de las montañas; La falda, larga y rosagante. La falda de castos pliegues, dejaba asomar los pies, que
descansaban sobre la roca y hollaban ligeramente la rama del rosal silvestre. Sobre cada uno de aquellos
pies, de virginal desnudez, se entreabría la rosa
mística del color del oro. Por delante un cinturón, azul como el cielo y medio
anudado alrededor del cuerpo, colgaba en dos largas fajas, que casi llegaban al nacimiento de los pies.
Por de tras, envolviendo en sus pliegues la espalda y lo alto de los brazos, un velo blanco, fijado en torno
a la cabeza, bajaba casi hasta el fin de la falda.
Ni sortijas, ni collar, ni diadema, ni joyas; ninguno de esos adornos con que siempre se engalana la
vanidad humana. Un rosario de cuentas blancas, como las gotas de la leche, y de engarce amarillo, como
el oro del mie sus, colgaba de entre sus manos, unidas con fervor. Las cuentas del rosario deslizábamos
una tras otra entre sus dedos. Sin embargo, los labios de aquella reina de las vírgenes permanecían
inmóviles.
Aquella maravillosa aparición miraba a Bernardita que, según hemos dicho, en su sobrecogimiento se
había puesto a rezar el rosario.
la señora se persignaba al igual que Bernardita Y de vez en cuando le sonreía. al terminar el rosario la
señora de aspecto celestial había desaparecido.
Bernadette se juntó con sus amigas y sin decir nada, tomo su leña y volvió casa.
Segunda Escenificacion
mientras volvía a casa Bernadette, había contado su visión a su hermana ya su amiga, y les había pedido
a sus amigas que no contasen, pero su hermana ni bien hubo pasa el umbral de la puerta, relato todo a
sus padres.
Has creado ver algo y no has visto nada; no pasa de ser una
puede ser algo maligno, habría que ir a echar un poco de agua bendita en ese lugar.
El siguiente domingo amaneció con un sol refulgente. una multitud de amigas y compañeras acudieron a
rogar a la madre de Bernadette que permitiera que la vidente acompañara a todo ese grupo de
chiquillas hasta la cueva. la madre ante los ruegos accedió, pero le pidió que llevase agua bendita y la
echara y le preguntase que si viene de parte de Dios se quede o si venia de parte del demonio, que se
marchase.
por segunda vez se apareció la imagen a Bernadette, pero mi multitud de jóvenes que le acompañaban
no podían verla, más la transformación que experimento el rostro de Bernardita, admiro a todos los
presentes.
El rumor, que en un principio había agitado no más a una humilde sociedad de niñas,
crecía como un rio en avenida y penetraba de golpe en los albergues populares. Los canteros, muy
numerosos en aquel país, las costureras, los obreros, los aldeanos, los criados de servir, las personas
sencillas conversaban acerca del ruidoso hecho de la aparición, estos creyéndole, aquellos
contestándoles, otros burlándose, muchos para exagerarle, adornándole de cuentos. La clase media,
salvo una o dos excepciones, no se tomó la pena de detener su pensamiento en semejantes niñadas.
muchísima gente le acompañó la siguiente vez a Bernadette, le instaban a que preguntase a la señora
que, quería o, quien era, que si era posible le diera un papel para que lo escribiera.
Bernadette hizo como le habían dicho, Bernardita llegó, por consiguiente, à la Gruta, y una vez allí, se
arrodilló
carme, quisiera que tuvieseis la bondad de escribir quién sois y qué deseáis.
La Virgen sonrió al oír tan sencilla petición. Entreabrió sus labios y dijo.
A la palabra de Bernardita respondió por su parte con un solemne compromiso. - Y yo, a mi vez, le dijo,
os prometo haceros dichosa,
A la niña, que le concedía algunos días para visitarla en la cueva, la madre de Dios le aseguraba en
compensación la eternidad.
una vez que Bernadette prometiera a la virgen ir durante una quincena a visitarla en la cueva se desato
la agitación pública y la gran hecatombe popular, la noticia de las apariciones ya habían trascendido los
altos pirineos y habían llegado a las comarcas vecinas, ya más de medio Francia habían oído de los
sucesos de Lourdes.
mucha gente de fe llegaba en peregrinación buscando milagros al igual que muchos curiosos. el
pequeño pueblo de Lourdes, ya era pequeño para tanta gente.
El párroco ya estaba informado de todos estos acontecimientos, al igual que el comisario de policía y
toda la clase dirigencial y política. cómo se trataba de una cuestión religiosa que atañía a la iglesia,
pidieron al reverendo párroco perímale a que entrevistase a la joven a manera de confesión y le indicase
la gravedad de armar semejante agitación por causa de una broma o mentira, porque la gente con
poder y dinero tienen su corazón endurecido y no creen con tanta rapidez como lo hacen los pobres y
humildes.
Aquel Sacerdote, tan austero en sus costumbres como severo en sus doctrinas, era un sacerdote bueno
y de mucha paciencia,
el Sr. Peyramale, antes de permitir a su Clero dar un solo paso ni presentarse a la Gruta; antes de
permitírselo a sí mismo, resolvió aguardar a que los acontecimientos hubiesen tomado un carácter
abiertamente declarado, a que se hubiesen pronunciado las pruebas en uno u otro sentido y a que
hablase la autoridad eclesiástica. o sea, el señor obispo
Encargó a algunos seglares inteligentes y de confianza que fuesen a las rocas Masaveille cuantas veces
las visitasen Bernardita y la multitud, y que ellos fueran sus ojos y sus oídos y que todo lo informasen
punto por punto.
la virgen María en las sucesivas apariciones había dado el mensaje claro a Bernadette, quería humildad y
oración por parte de los que visitasen la cueva, y que se le hiciese una solemne procesión y que se le
construyese una capilla en esa cueva, este era el encargo que le había pedido la virgen a Bernadette
para que ella le trasmitiese al párroco de Lourdes.
Bernadette y su madre fueron a pedir al sacerdote que les recibiera para trasmitir lo que la virgen le
había pedido. el venerable y sereno sacerdote le recibió en su despacho.
_si su reverencia
-no su reverencia.
_te sonríe.
bueno para nuestro tiempo es difícil creer esto último de que la virgen te sonría ya que todos los
cuadros de la iglesia no hay uno solo donde se le vea sonriendo. pero bueno dices que tienes un
mensaje para mi
_si su reverencia, la virgen quiere que se le haga una solemne procesión hasta la gruta.
_que una procesión, no puedo hacer una procesión eso lo tiene que autorizar el obispo.
sin creer que la virgen te sonríe es difícil imagínate hacer una procesión.
escucha pequeña sé que eres un alma buena, y como dios busca almas sencillas y buenas por eso creo
que la divina providencia te puede haber escogido para ser testigo de una gran revelación. pero hacer
una procesión no depende de mí, la virgen lo entenderá.
vete hija yo te bendigo sigue orando y rezando el rosario en ese lugar de paz. porque de lo que yo sé no
hay nada en contra de nuestra creencia de lo que tú haces allí, por eso no puedo prohibir que mis
feligreses allí se junten.
dicho esto, por el sacerdote y una vez dada la bendición Bernardita y su madre empezaron a salir de la
casa parroquial cuando Bernardita se acordó del otro encargo que Ka virgen le había pedido que diese al
párroco.
y le dijo a su madre:
_mama me olvidaba lo principal, tengo que decirle al padre el otro encargo de la virgen, la madre le
replico a su hija:
pero Bernadette no hizo caso a su madre e irrumpió nuevamente en el despacho del párroco.
[entra Bernadette]
_su reverencia, me olvidaba lo principal, la madre de Dios quiere que también se le construya una capilla
en ese lugar.
el párroco que era un hombre que sabia contenerse sus impulsos, también tenía sus momentos de
colera, le dijo a Bernadette:
_o sea que no se contenta únicamente con la procesión sino aparte de eso quiere también su capilla.
el párroco miro al cielo y con su corazón lleno de fe, pero sabiéndose impotente para cumplir los deseos
de la virgen María dijo:
mira hija, la siguiente vez que se te presente esa señora hermosa llena de luz, que tú dices que es la
virgen María, pídele que te diga su nombre, porque todos tenemos un nombre, tu padre se llama
francisco, tu madre luisa su Bernardita y esa señora debe tener un nombre. eso pídele vete hija que ya
bastante he tenido este día.
Bernadette y su madre salieron del despacho del sacerdote y se fueron a su casa, la alegría de
Bernadette era grande porque había cumplido el encargo de la virgen María.
en una de tantas apariciones la imagen había pedido a Bernadette que oradora un agujero en el suelo. y
de súbito allí empezó a brotar un torrente de agua, esa agua y ese fango que allí había motivaban que
los peregrinos se lavaran su cuerpo en busca de curaciones, las cuales se iban verificando de continuo.
estas curaciones milagrosas eran examinadas por expertos, y no encontraban explicación alguna para
ellas.
Bernardita de rodillas, acompañada de miles de devotos y peregrinos venidos de todas partes, ante la
imagen de tan excelsa señora. se atrevió a decirle con insistencia: mi señora el párroco, me manda a
preguntar quién es usted, cuál es su nombre, para poder concederle el deseo de hacerle la procesión, y
de construirle su capilla.
tan sublime señora, junto sus manos en modo de oración y elevando su mirada al cielo dijo con voz
dulce y melodiosa: yo soy la inmaculada concepción.
tras oír estas raras palabras, para ella, Bernardita souvirous salió rápidamente con dirección donde el
párroco y todo el camino se iba repitiendo para no olvidarse.
al llegar al despacho parroquial entro de súbito al despacho del párroco y sin anunciarse. y sin ni siquiera
saludarle al párroco con la reverencia que era habitual le dijo al sacerdote
el párroco al oír semejante frase se sorprendió y con un poco de enojo le dijo a Bernardita.
_la señora de la cueva me dijo que así se llamaba, que ese era su nombre.
. yo soy la inmaculada concepción es la frase que la virgen había dicho a Bernardita, esto quería decir en
buen romance y en palabras sencillas, yo soy la que fue concebida sin pecado original. el dogma católico
de que la virgen santísima había nacido sin pecado para poder en su seno albergar a su hijo, Jesús, era
un dogma recientemente proclamado por el papa, estas palabras solo lo conocían los obispos y los
clérigos, era algo ajeno al conocimiento de la humilde joven Bernadette.
. paso el tiempo terminaron las dieciocho apariciones Bernadette vivió en el pueblo por unos años bajo
la protección del párroco y del clero.
el anciano obispo tomo la palabra y dijo: señores expertos hoy ha sido la última entrevista a Bernadette
ella se retirará a un convento a vivir una vida de servicio al prójimo y de adoración a Dios. quisiera
escuchar primero la opinión de los científicos en lo tocante a las curaciones milagrosas ocurridas en la
fuente de la gruta.
se para un médico y dijo a la comisión. yo tuve como paciente a un picapedrero que un buen día se le
entro en un ojo una esquirla de piedra y le dejo ciego. su ojo había empezado a infectarse a tal punto
que no veía nada, pero yo siempre le engañaba diciendo que algún día podía curarse, un día me dijo que
se iba a visitar la gruta y a lavarse la cara con esa milagrosa agua que allí existe, yo me reí y fue mi
sorpresa cuando llego corriendo el siguiente día diciendo que podía ver con ambos ojos, yo no creía y
ante las insistencias del accedí y a manera de burla escribí en un papel una frase que me apena haber
escrito. le tapé el ojo que era el bueno y le dije lee lo que esta es este papel y el en alta voz dijo ...tonto
iluso con este ojo no volverás a ver jamás. yo no podía creer y desde ese momento me he vuelto más
religioso de lo que en ese tiempo era, mi ciencia no puede explicar, yo creo que fue un milagro y allí
obro la madre de Dios,
creemos que Bernadette ha dicho la verdad porque ella dice que al rezar la virgen solo se persigna y reza
la gloria al padre al hijo y al espíritu santo, mas no reza las aves marías. como usted sabe monseñor la
virgen no puede alabarse a ella misma, por lo tanto, resulta creíble lo que ella ha dicho.}
al terminar las conclusiones de la comisión. el anciano obispo pidió de favor a Bernadette souvirous, que
por favor hiciese la pose y el gesto que tenía la virgen María en el momento de proclamar su inmaculada
concepción.
Bernadette que se encontraba en el medio de todos ellos se para en el centro y accedió con mucho
agrado. junto las manos e imito la mirada y la sonrisa de la virgen María. el anciano obispo solo mirando
el gesto de Bernadette se sobrecogía de emoción.
paso algunos minutos Bernadette con la mirada en el cielo. y luego el obispo la abrazo y le dijo
_ gracias, escogida por dios, la virgen tendrá su solemne procesión y yo iré al frente con mi báculo y mi
mitra para venerarla. y si es posible vendré poniendo la primera piedra para su capilla.
y así es como termina la historia de la aparición de la bien aventurada María santísima a Bernadette
souvirous una clara mañana del 11 de febrero de 1858. en Lourdes, Francia
fin
.