Caso 2 - Conquista de México y Perú
Caso 2 - Conquista de México y Perú
Caso 2 - Conquista de México y Perú
1. EL DESCUBRIMIENTO.
1.1. FACTORES DEL DESCUBRIMIENTO Y CONQUISTA.
SOCIOECONÓMICOS.
- El hambre de riqueza, sobre todo de oro, madera y esclavos.
- La necesidad de abrir nuevas vías para el tráfico de las especias.
- La situación social de miseria de algunos grupos sociales: hidalgos segundones, campesinos,
soldados veteranos.
- Los indios, por su parte, no pudieron resistir la novedad espiritual de la llegada de los “dioses
blancos”, y además estaban debilitados, diezmados y desmoralizados por las nuevas enfermedades
que estos llevaban, además de que sus estructuras políticas eran relativamente débiles.
POLÍTICOS E IDEOLÓGICOS.
- La necesidad de proseguir la Reconquista más allá de la Península Ibérica.
- La competencia entre España y Portugal.
- Un afán aventurero, de hombres formados en el espíritu caballeresco que creían poder alcanzar la
gloria y la riqueza con el valor y la fuerza.
MILITARES.
- La superioridad militar de los españoles: dominio marítimo, armas de fuego (arcabuces, escopetas,
cañones), caballos, armaduras, mejores armas de acero, mejor estrategia y táctica militares. La
mayoría de los conquistadores habían luchado con éxito en la conquista de Granada y las guerras de
Berbería e Italia. Había una confianza absoluta en la superioridad militar y además se sabía que una
derrota significaba la muerte.
RELIGIOSOS.
- El espíritu religioso de cruzada, que movía a los conquistadores y a los misioneros. La Iglesia dio a
los monarcas españoles y lusos el monopolio de las tierras recién descubiertas a cambio de que las
evangelizaran.
CIENTÍFICOS Y TÉCNICOS.
- Había una voluntad de descubrir lo desconocido, de llegar a los límites de la Tierra.
- Además hubo grandes innovaciones en la cartografía (portulanos) y en mejores utensilios
científicos (astrolabio, brújula) para la navegación marina.
- La construcción de las nuevas naves y en especial las carabelas para la navegación atlántica, con
velas latinas y el timón central fijado al codaste, en sustitución de las galeras movidas a remo más
apropiadas para el Mediterráneo.
1.2. ANTECEDENTES.
Los descubrimientos y conquistas en el Atlántico.
Los descubrimientos comenzaron a principios del siglo XV, con la llegada y posterior colonización de
las islas Canarias por los españoles.
Los portugueses, a su vez, descubrieron y colonizaron las islas Azores, Madeira y Cabo Verde,
prosiguieron su exploración de las costas Áfricanas hasta controlar el comercio de esclavos, oro y
marfil del Golfo de Guinea y después continuaron la circunnavegación de África, con tres hitos, la
expedición de Bartolomé Díaz al Cabo de Buena Esperanza en 1488; el gran objetivo de llegar a la
India, con la expedición de Vasco de Gama en 1497-1499, lo que facilitó la posterior participación
portuguesa en el provechoso comercio de especias y sedas de Oriente; y, finalmente, el
descubrimiento por Cabral en 1500 de parte del Brasil, un evento de extraordinario futuro.
Tres naves, las carabelas Pinta y Niña, y la nao Santa María, con noventa marinos, partieron hacia la
gran aventura: fueron al sur, pasando por Canarias y aprovecharon los vientos de esa latitud para un
viaje que fue relativamente fácil.
El 12 de octubre de 1492 descubrieron la isla de San Salvador (hoy Guanahaní, en las Bahamas),
después llegaron a la isla de La Española y recogieron indios y productos tropicales. Al volver a
España la noticia del descubrimiento conmovió a Europa y de repente el mundo se hizo más grande.
Los otros tres viajes de Colón se produjeron en 1493-96, 1498 y 1502-1504 y en ellos descubrió las
grandes islas del Caribe, más la costa venezolana y de Centroamérica. Parece que nunca sospechó
que había descubierto otro continente, sino que creyó haber llegado a la India y por eso llamó a las
nuevas tierras las Indias y a sus habitantes los denominó indios.
2. LA CONQUISTA.
2.1. CONQUISTA DEL CARIBE.
La primera colonización.
Al principio sólo se pretendió comerciar con las Indias, pero pronto se vio que no había pueblos lo
bastante ricos como para vivir del comercio y se pasó a la explotación minera y, más tarde, a los
asentamientos agrícolas y ganaderos.
La colonización de La Española aportó un poco de oro, extraído mediante la explotación del trabajo
minero forzado de los indios. La consecuente guerra con los indios desembocó en la vertiginosa
reducción de su número debido a la guerra, la enfermedad, el agotamiento físico y el deterioro
psicológico, y eso desencadenó la consiguiente crisis económica para los colonizadores.
Al mismo tiempo, el descubrimiento del océano Pacífico en 1513 forzó a buscar una vía directa hasta
Asia pasando por América. Carlos I concedió el mando de la expedición al portugués Fernando de
Magallanes, que comenzó el peligroso viaje de la vuelta al mundo (1519-1521) y a su muerte la
terminó Elcano. Se emprendió por la ruta del sur de América, atravesando el Pacífico y llegando a las
Filipinas, para volver por el Indico y bordeando África, hasta España llevando datos y grandes
riquezas en especias.
La constatación de que la Tierra es redonda fue un avance geográfico y cultural extraordinario: el
mundo era un lugar limitado, cuyos límites el hombre podía abarcar en una sola vida. Se podía soñar
con dominar el mundo, con la ciencia, el saber, la exploración o la conquistan y había continentes y
océanos abiertos a los conquistadores.
México.
El imperio azteca se extendía por el centro de México. Su capital era Tenochtitlán (la actual capital) y
contaba con más de 10 millones de habitantes (algunos historiadores incluso opinan que incluso 25
millones, pero parece exagerado). Era un imperio en forma de confederación de tribus, sometidas a
la hegemonía militar de los aztecas, a los que debían pagar tributos en especies y víctimas para los
masivos sacrificios humanos (estos, según el antropólogo Harris, eran un complemento de la dieta
alimenticia). Varias tribus, como los tabasqueños y tlaxcaltecas, se les oponían, y esta situación
favoreció la conquista española.
Tras dos exploraciones realizadas en 1517 y 1518, el gobernador de Cuba, Velázquez, envió en 1519
una nueva expedición de exploración al continente. Escogió como lugarteniente a su pariente
Hernán Cortés, el verdadero jefe de la conquista, que, comenzó con sólo 600 hombres. Una vez en el
continente, Cortés se liberó de la obediencia al gobernador y decidió conquistar directamente el
territorio para sí y sus hombres.
La conquista fue favorecida por la división de los indios y por una astuta diplomacia que dio a Cortérs
la alianza con Tabasco y Tlaxcala (potencias enemigas de los aztecas), y porque el emperador azteca
Moctezuma consideró que podían ser los enviados del mítico dios Quetzalcoatl (un dios blanco, con
barba, que se había dirigido al Este por mar...).
La conquista comenzó con la fundación de la ciudad portuaria de Veracruz. La marcha hacia el
interior llevó a la ocupación militar de Cholula, mientras Cortés vencía algunas resistencias iniciales,
como la de la Tlaxcala, y pactaba con esta ciudad y otros enemigos de los aztecas. La llegada a la
capital, de acuerdo inicialmente con el propio Moctezuma, pareció consolidar la presencia de los
españoles, que se apoderaron de inmediato del emperador y un enorme tesoro.
Mientras tanto, Velázquez envió una nueva expedición, al mando de Narváez, para someter a Cortés,
pero este le venció casi sin lucha e incorporó a sus hombres. Al mismo tiempo, en Tenochtitlán
estallaba una rebelión azteca, dirigida por Cuahtemoc. La vuelta de Cortés a la ciudad no apaciguó
los ánimos, como demostró la muerte violenta de Moctezuma, y cuando Cortés ordenó la retirada,
esta se convirtió en un sangriento desastre: la llamada “Noche Triste”.
En la inmediata batalla de Otumba (1520) Cortés consiguió salvar su ejército, gracias al arrojo de sus
jinetes y en los meses siguientes lo reorganizó y reforzó con más españoles y muchos indios aliados,
para conquistar definitivamente Tenochtitlán en 1521, a lo que siguió la sumisión de los restantes
pueblos vasallos de los aztecas.
A continuación desde México se procedió a la conquista del istmo centroamericano, el largo
territorio comprendido entre Panamá (ya dominado con anterioridad por Balboa) y Guatemala,
habitado por los mayas y los pilpil, mediante expediciones encabezadas por los capitanes Olid (1523)
y Alvarado (1524-1525). Entonces el poder de Cortés era tan grande que la Corona temió que
quisiese fundar un reino propio y decidió sustituirle y nombrar la primera Audiencia (1527).
Hacia el norte del Golfo de México la expansión continuó en busca de oro y plata con sucesivas
expediciones de Ulloa, Beltrán, Cabeza de Vaca, Coronado y Soto en los años 1520-1540, pero todas
con resultados negativos, lo que explica que España no conquistara apenas el territorio de los
actuales EE UU, salvo algunas colonias en Florida. En el siglo XVII se avanzó hasta Nuevo México
(fundación de Santa Fe) y en el siglo XVIII hacia California, creando numerosas misiones (San Diego,
San Francisco, Sacramento…). En el sur, en Guatemala, la última resistencia maya, en la ciudad
oculta de Tayasal (actual Flores), no fue sometida hasta 1697.
Perú.
Los protagonistas españoles de la conquista fueron Pizarro y Almagro, que pactaron con un
financiero (Luque)) un contrato de exploración y conquista. Pizarro comenzó sus tres viajes hacia el
sur desde Panamá a partir de 1524 y recogió noticias del oro y la plata del “Birú” (en realidad una
aldea de la costa), hasta que consiguió llegar a Tumbes en 1526 y se informó de primera mano de la
existencia del imperio inca, con sus auténticas riquezas.
El imperio inca, que se extendía por la zona andina desde Ecuador hasta el centro de Chile, era el
mayor Estado del continente. Su organización política y social era muy compleja y seguramente
hubiera resistido con éxito mucho tiempo la conquista si no hubiera estado debilitado y dividido en
la época de la llegada de los españoles.
El último gran emperador inca, Huayna Capac, murió en 1530 del tifus llegado por la costa antes que
los propios españoles y la posterior guerra civil entre sus hijos Atahualpa y Huascar debilitó el reino
justo en el peor momento. Atahualpa acababa de vencer y apresar a Huascar, lo que fue
aprovechado por los españoles para lograr el apoyo de los partidarios del segundo contra el primero.
Pizarro, de regreso a España, firmó unas Capitulaciones en 1529 con Carlos I y emprendió su
expedición final en 1531, con sólo 180 hombres. Se adentraron en el imperio y en un golpe de
audacia consiguieron capturar al Inca Atahualpa en Cajamarca (noviembre 1532), imitando así a
Cortés. El rescate pagado en vano por el Inca y la toma de la capital, Cuzco, les dieron inmensas
riquezas en metales preciosos. Siguió la ejecución de Atahualpa (1533) y la fundación de Lima
(1535), mientras que la gran sublevación inca, dirigida por un nuevo Inca, Manco Capac, en los
Andes, fue reprimida con muchas dificultades, pues hasta 1572 no se acabó con los rebeldes
mediante la ejecución del último Inca, Tupac Amaru.
Pero hacia 1540 el dominio español estaba ya consolidado. Entonces comenzaron las disputas
internas entre los españoles, con dos guerras civiles entre los partidarios de Pizarro y Almagro
(ambos morirán violentamente) hasta que en 1543 el enviado real acabó con los insurrectos.
Ecuador y Colombia.
Un lugarteniente de Pizarro, Belalcázar, conquistó Ecuador (1533), que era parte del imperio Inca,
tras la toma de Quito (1534) y la fundación de Guayaquil (1535).
Colombia, dominada en su mayor parte por los chibchas, fue conquistada, destacando la fundación
de Cartagena (1533) y la toma por Quesada de Bogotá (1537), quedando pacificada en 1538.
Venezuela.
La conquista la había comenzado Ojeda antes de 1510 y prosiguió con expediciones comerciales y la
fundación de Nueva Córdoba (1523). La feroz resistencia del jefe caribe Guaicaipuro (1560-1569) fue
vencida en Caracas (1569), pero la conquista no se completó hasta el siglo XVII.
Chile.
Almagro había ocupado (1535) el norte del país, ya dominado por los incas, pero su pobreza y la
resistencia de los araucanos le habían obligado a abandonarlo. Más tarde, Pedro de Valdivia
conquistará el norte y el centro de Chile desde 1540, en dura lucha contra los araucanos del sur. Se
fundaron Santiago (1541), La Serena (1544), Concepción (1550) y Valdivia (1552, varias veces
destruida). En 1554, en la batalla de Tucapel, los mapuches araucanos del jefe Lautaro aniquilaron a
una hueste de Valdivia, que fue ejecutado. Pero en abril de 1557, cerca de Santiago, los indios, ya de
antes mermados por las enfermedades y el hambre, fueron aniquilados por el ejército español de
Francisco de Villagra. La resistencia se redujo al sur del río Biobío, demasiado inhóspito para
interesar a los españoles, y prosiguió hasta el siglo XIX, cuando Chile ya era independiente.
Río de la Plata.
La exploración del Río de la Plata, región de las actuales Argentina, Paraguay y Uruguay, comenzó
con Díaz de Solís en 1516. La conquista fue tardía y se reanudó con la fundación de las ciudades de
Buenos Aires (1533) y Asunción (1537), y con expediciones desde el Perú, como al de Irala en 1547, y
desde Buenos Aires.
Consolidación de la conquista.
Hacia 1550 la mayor parte de la América colonial española había sido conquistada y en el reinado de
Felipe II se decidió consolidar la conquista, mediante una mejor organización del territorio y su
poblamiento metódico. Hacia 1580 había ya 460.000 españoles, asentados en relativa paz, en
ciudades según el modelo español o en sus posesiones, fueran haciendas o encomiendas si eran
propietarios ricos, y peonías si eran pobres.
La expansión se frenó durante el siglo XVII, en gran parte por la insuficiencia de efectivos
demográficos.
Tratado de Tordesillas.
Una bula del papa Alejandro VI (1493) establecía una línea divisoria entre los dominios de Castilla y
Portugal. El Tratado de Tordesillas (1494), entre ambos países, reformó la divisoria, llevándola más al
Oeste, lo que dejaría el Brasil en manos de Portugal.
El monopolio de Castilla.
El fundamento legal de la conquista fue el derecho de conquista que dio el monopolio a la Corona de
Castilla, lo que establece la prohibición de emigrar a América de los súbditos de otros reinos, aunque
no se cumplió totalmente, porque se podían alegar excepciones y obtener permisos individuales.
3.2. ADMINISTRACIÓN.
El rey, a través de la administración real a su servicio, controló estrechamente en el siglo XVI la
administración colonial, sin permitir que surgieran poderes autónomos como la nobleza que tanto
reducía su poder en España, lo que explica en buena medida su oposición a la extensión de las
encomiendas. Además, se trataba de crear una administración sólida, que dominara la riqueza y la
llevara a España.
En sus inicios, la América española fue organizada según un sistema dual: el poder político, militar y
judicial recayó en el gobernador, en tanto que la hacienda se encargó a tres funcionarios reales. La
conquista de los imperios indígenas forzó a variar la organización administrativa mediante
virreinatos y provincias.
INSTITUCIONES SOCIO-ECONÓMICAS.
La colonización desarrolló una serie de instituciones sociales y económicas para controlar a la
población indígena y lograr que trabajara para los conquistadores. Las más importantes fueron la
encomienda y la mita.
La encomienda: reparto de los indios en grandes explotaciones agrarias propiedad de los españoles,
con trabajo obligatorio. Se cometieron graves abusos, por lo que la monarquía procuró anularlos.
Desaparecieron en su mayoría en el siglo XVII.
La mita: trabajo obligatorio de los indios a favor de los españoles, sobre todo en el sector minero,
pero también en el agrícola, ganadero, transporte y comercial. Se tomó por modelo la mita incaica y
fue el sistema de explotación de las minas de plata de Potosí.
El obraje: trabajo artesanal o industrial obligatorio de los indios a favor de los españoles, en talleres
sobre todo textiles, pero también metalúrgicos y de otras industrias.
La naboría: trabajo doméstico obligatorio de los indios a favor de los españoles.
La peonía: una distribución de tierras en propiedad a los españoles, pero sin indios que la trabajasen.
El tamaño era apropiado para alimentar a una familia.
3.3. SOCIEDAD.
La demografía.
La conquista conllevó una inmediata catástrofe demográfica. La población bajó considerablemente
en el siglo XVI debido al impacto negativo de las nuevas epidemias, las guerras de conquista, la
opresión económica, el choque cultural y la desestructuración social. El momento peor fue h. 1600 y
durante el siglo XVII se estancó, aunque a finales del siglo comenzó a subir, para crecer con fuerza
creciente en el siglo XVIII, hasta alcanzar los 15 millones en 1800: 7 en el virreinato de Nueva España,
3 en Nueva Granada, más de 2 en Nueva Castilla (Perú) y 2,35 en Río de la Plata.
La urbanización.
La urbanización fue un elemento fundamental en la nueva sociedad: las clases dominantes se
concentraron en las ciudades, algunas antiguas (México sobre la antigua capital azteca de
Tenochtitlán, Cuzco) y la mayoría de nuevo cuño, con un urbanismo de planta regular. El
poblamiento español y mestizo se concentró en los centros urbanos, mientras que los indios y otros
grupos lo hacían en la periferia, en barrios miserables.
La división racial-social.
Los rasgos fundamentales de la sociedad colonial fueron la división racial y la pirámide social,
directamente relacionadas entre sí. En realidad no se pertenecía a una raza sino que se vivía al modo
de una raza: había indios (los descendientes de las clases dominantes indígenas) que se
consideraban “blancos” porque vivían como tales y pertenecían a la élite gobernante, y en casi todos
los casos se integraron biológicamente mediante un activo mestizaje.
Blancos peninsulares: en número reducido (solo 300.000 en 1800), pero con el monopolio de los
cargos más importantes. Muchos regresaban a España después de amasar una riqueza y se les
llamaba los “indianos”.
Criollos: de creciente número (3 millones en 1800) y gran poder social, económico y político pues
ocupaban los cargos intermedios, pero estaban apartados de los cargos públicos más importantes.
Desarrollaron una conciencia autonomista, hasta nutrir el movimiento independentista a finales del
siglo XVIII. La cúspide la ocupaban los hacendados, propietarios de grandes explotaciones agrarias,
seguidos de los comerciantes instalados en los puertos, y de los dedicados a oficios liberales,
artesanos, misioneros...
Mestizos: era una etnia expansiva numéricamente (4 millones en 1800), gracias a la unión sexual, la
mayoría en concubinato y pocas veces en matrimonio legal, de los blancos con las indias, y a
viceversa excepcionalmente. Desarrollaban los trabajos más duros en agricultura y ganadería,
aunque muchos conservaban pequeñas propiedades. Vivieron un fuerte proceso de aculturación,
formando la mayoría de la sociedad.
Indios: Eran el grupo más numeroso (10 millones en 1800). Estaban marginados a la periferia de las
colonias y a la explotación más dura en la agricultura y las minas. Ocupaban el último escalón social.
La mayoría sufría el control de la encomienda y muchos se agruparon desde 1550 en los partidos o
“poblados de indios”, dominados por un cacique, llamado corregidor de indios; eran protegidos por
la Corona para evitar los abusos y disfrutaban de un lote de tierras para su explotación comunitaria,
con la obligación de entregar un tributo y trabajos gratuitos. De este modo se preservaron
importantes núcleos de razas indígenas que han durado hasta el presente. La gran mayoría se
convirtieron al cristianismo muy pronto, pero a menudo conservaron creencias, costumbres y ritos
paganos.
Esclavos negros (0,8 millones en 1800), importados de África desde principios del siglo XVI hasta el
siglo XIX, para el trabajo agrícola en las plantaciones del Caribe y la costa, y el servicio doméstico.
Muchos fueron liberados en el continente.
Mulatos, provenientes de uniones de blancos y negros, eran libres en su mayoría.
Zambos, provenientes de uniones de negros e indios, también eran libres en su mayoría.
3.4. ECONOMÍA.
La política económica de la metrópoli fue muy dañina para América Latina porque la puso al servicio
de la economía europea y lastró su progreso. Se fomentó una especialización de cada región
americana en unos pocos productos para la exportación a Europa, y esta monoproducción causó un
subdesarrollo que ha pervivido en gran parte hasta la actualidad. Fue, pues, una explotación
predatoria de los recursos naturales americanos (metales preciosos, productos tropicales), en
beneficio de la deficitaria economía castellana, que tampoco se benefició mucho por ello, pues la
gran beneficiaria fue el resto de Europa occidental.
La minería y el comercio fueron las principales actividades coloniales en el siglo XVI, pero después se
desarrollaron la agricultura y la ganadería para autoabastecer las colonias.
La agricultura y la ganadería.
La explotación agraria indígena siguió siendo de propiedad comunal, y en estos casos los españoles
se limitaron a apropiarse de los excedentes mediante tributos, en lugar de la antigua aristocracia
indígena. Pero en muchos territorios las mejores tierras fueron apropiadas por los españoles, que las
cultivaron con trabajadores indios y negros, para cultivos comerciales para la exportación, como un
precedente de la plantación.
La agricultura americana siguió estando centrada alrededor del cultivo del maíz y en los Andes de la
patata, al igual que en las civilizaciones precolombinas o como hoy mismo, y se aprovecharon
cultivos tradicionales como el cacao. La dependencia de estos productos permaneció invariable en la
agricultura de subsistencia de la que vivieron la población indígena y los nuevos grupos étnicos
provenientes de la Conquista. Los nuevos cultivos (trigo, vid, olivo) fueron muy minoritarios y
dedicados exclusivamente a la minoría española, y fue muy lenta la introducción o difusión de
nuevos cultivos comerciales como la caña de azúcar, algodón, café, tabaco, especias, arroz..., y de
nuevas técnicas de arado o regadío. El éxito de la agricultura comercial debió esperar al siglo XVIII.
En cuanto a la ganadería el éxito de adaptación fue más rápido y el ganado vacuno, ovino, porcino y
equino se difundió por todo el continente y fue un factor esencial de la economía indiana,
proporcionando fuerza de trabajo, carne, leche, lana, cueros y pieles.
La minería.
Al principio el botín en oro y plata de la conquista bastó para enriquecer a los conquistadores y la
Corona, pero luego las explotaciones en las arenas de los ríos del Caribe y, después sobre todo, en
las minas del continente, fueron las mayores riquezas mineras.
Desde 1540 las minas de plata de Potosí en Perú, y de Zacatecas y Guanajuato en México abastecían
los caminos de la plata hasta Panamá y Veracruz, desde donde se embarcaban las Flotas de
galeones. Las minas eran monopolio de la Corona, que concedía su explotación a cambio de 1/5 del
metal extraído.
El descenso de la producción en el siglo XVII se mantuvo hasta un nuevo ciclo de alza en el siglo XVIII,
con el descubrimiento de grandes yacimientos de plata en México.
El comercio del siglo XVI.
El comercio colonial evolucionó en cuatro etapas:
1) 1492-1503: monopolio de Colón y la Corona.
2) 1503-1510: monopolio de la Corona.
3) Desde 1510: autorización de libre comercio a todos los súbditos de la Corona. En 1529
había 9 puertos autorizados, aunque al regreso debían pasar por la Aduana de Sevilla.
4) Desde h. 1573: monopolio del puerto de Sevilla y sus comerciantes
Las causas de la centralización en Sevilla fueron: geográficas (la costa andaluza era ventajosa para
navegar a América Central), políticas (un mejor control por la Corona del quinto de los metales
preciosos), socio-económicas (los comerciantes sevillanos, organizados en la Universidad de
Cargadores de Indias, eran un formidable grupo de presión), de seguridad (los ataques piráticos
motivaron que se organizaran los convoyes o Flotas de Indias, fuertemente armados).
La libertad de comercio.
En el siglo XVIII el monopolio comercial pasó a Cádiz y paralelamente se fomentaron las compañías
comerciales privilegiadas: Guipuzcoana de Caracas (1728), de la Habana (1740), de Barcelona (1755),
que se concentraron en el Caribe.
En 1765-1778, progresivamente, se eliminó el monopolio gaditano y los principales puertos
peninsulares pudieron comerciar libremente con los de América, con lo que el tráfico se multiplicó
(hasta la crisis bélica de 1796), pero en 1790 Cádiz todavía concentraba el 50% de las exportaciones
españolas y el 85% de las extranjeras a América.
La política económica orientada a que cada región comerciase directamente con España había
favorecido que a través de esta los productos europeos inundasen el continente y hundió a muchas
industrias americanas nacidas en los siglo XVII y la primera mitad del siglo XVIII. Las protestas de los
criollos consiguieron que en 1774 se permitiera el comercio entre México y Centroamérica, y entre
Nueva Granada y Perú, en 1776 entre Chile, Buenos Aires y Perú, y, por fin, en 1795, demasiado
poco antes de la Independencia, todos los comerciantes americanos alcanzaron el derecho de libre
comercio entre sí y con las colonias extranjeras en América, con lo que se creó un inmenso mercado
único, pero no hubo tiempo de crear los lazos económicos interamericanos que hubieran facilitado
un futuro unido de la América española.
Los criollos, en general, prosperaron, consolidando su dominio de las tierras cultivables y las
empresas industriales y comerciales; creció su oposición a los peninsulares, que monopolizaban los
cargos públicos y el comercio con España.
La aparición de los movimientos independentistas, como la rebelión inca de 1780, fue el resultado
de las tensiones entre una América más desarrollada y una España que no podía satisfacer las
pretensiones de esta.
ESPAÑA.
- Prosperidad de Sevilla, que fue la mayor capital económica del mundo durante unos decenios.
- Pérdida demográfica de los emigrantes americanos en un momento de debilidad demográfica en
España.
- Llegada masiva de metales preciosos que al principio estimularon la economía y permitieron pagar
las guerras europeas, pero provocaron pronto una “Revolución de los Precios” que arruinó las
actividades productivas.
- En España hasta 1570 produjo una expansión económica por el aumento de la demanda americana
de tejidos de lana en Castilla, armas en Toledo, barcos en el Cantábrico, trigo, vino y aceite en
Andalucía, trigo en la Meseta.
- Sigue una grave crisis y ya en el siglo XVII una decadencia económica (hasta 1680), debido a que el
país gastaba casi todo el dinero en las guerras europeas y se endeudaba, que el sistema productivo
(industrial y agrícola) era poco competitivo en precio y calidad respecto a los europeos, y que el
comercio colonial estaba sobre todo en manos extranjeras (genoveses, alemanes...).
- En el siglo XVIII una gran mejora de la situación (sobre todo en la industria textil de Cataluña)
gracias a la apertura de más puertos al comercio colonial.
EUROPA.
- Se crearon los primeros grandes imperios coloniales europeos de España y Portugal y los restantes
países se vieron compelidos a hacer lo mismo para competir (América del norte, costas de África y
Asia...).
Los metales preciosos de América impulsaron la economía europea, aunque con importantes
altibajos, como se ve en el gráfico. La caída estadística a partir de 1611 se explica en parte por el
fraude en la contabilidad comercial.
AMÉRICA.
- La inclusión en la civilización europea, más desarrollada, con un aporte de etnias (blanca, negra),
idiomas, religiones, cultura, ciencia...
- Las nuevas plantas: trigo y otros cereales, vid, olivo, naranjos y frutales, algodón, cáñamo, lino,
café, caña de azúcar; los nuevos animales: ganado vacuno, ovino, porcino, caballar; los nuevos
productos y técnicas agrícolas e industriales, como la rueda para el transporte.
- La peor consecuencia negativa fue la desestructuración de las sociedades indígenas.
- Las enfermedades diezmaron la población indígena, desprotegida por su novedad: viruela,
sarampión, gripe, tifus, peste…