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Practico 1 (Martinez)

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Mariela Soledad Martínez, Renzo Servera y María Belén Del Manzo

Aproximaciones a los estudios del discurso: perspectivas teóricas-


analíticas

CAPÍTULO 1

La génesis del Analisis de Discurso (AD)

El AD se inscribe en el interior del “giro discursivo” ubicado entre 1964 y 1974,


es iniciado en filosofía y se extiende a distintas disciplinas sociales
(Antropología, Sociología, Psicología, 14 Historia, Lingüística, entre otras)

El “giro” desvía el estudio de estructuras sintácticas abstractas y oraciones


aisladas al uso de la lengua.

Va más allá de la oración en sí misma para profundizar en los sentidos y las


relaciones que se establecen entre los sujetos.

Lenguaje

Es concebido como lengua viva perteneciente a un contexto específico y a


hablantes particulares. Fenómeno progresivo que en su desarrollo reconoce
que la realidad se construye socialmente en y con el lenguaje.

implica una forma diferente de acercarnos al pensamiento social, un cambio de


estatus y una crisis del paradigma estructuralista en las ciencias del lenguaje

En este marco el discurso y el AD se constituyen a partir del cuestionamiento


de la dicotomía entre lengua (“langue”) y habla (“parole”). En esta oposición la
lengua es una realidad social sistemática y homogénea, y el habla, una
realidad individual, contingente y más o menos accidental.

Lingüística post-saussureana completa este razonamiento mediante el


concepto de discurso y la necesidad de estudiar el lenguaje en uso sin
abstracciones. Comienza a considerarse al sujeto hablante integrado al
funcionamiento de los enunciados.
Algunos acontecimientos significativos

Desde el punto de vista lingüístico:

a. La superación del límite de la oración.

1928, Propp investiga las estructuras narrativas en la literatura oral y


escrita, y se interesa en los textos y no en las unidades lingüísticas (estudia
estructuras tras oracionales).

1952, encontramos en Estados Unidos a Harris, quien estudia las


estructuras lingüísticas que traspasan la frontera de la frase. Este autor
propone una teoría destinada al análisis de los encadenamientos de
enunciados (denominados por primera vez “discursos”).

b. Redefinición e instalación en un primer plano del sujeto.

trabajos de Benveniste (1966, 1970) sobre la enunciación. Este autor


comprende la lengua como un sistema de signos que puede ser
aprehendido en función de parámetros situacionales y busca
“desentrañar cómo se inscribe el sujeto hablante en los enunciados que
emite”

de autores que definieron la teoría de la subjetividad destacamos a


Ducrot (1972) y a Kerbrat-Orecchioni (1980), quienes enfatizan en el
carácter dialógico de la actividad discursiva y en la subjetividad del
hablante.

c. Preocupación por el uso del lenguaje en la comunicación.

R. Jakobson (1960) que proponen revisar el acto de comunicación


verbal según seis funciones del lenguaje (expresiva, conativa,
referencial, fática, metalingüística y poética). A partir de estos
estudios la naturaleza comunicativa de los sistemas de signos se
planteó como una problemática desde diversas disciplinas: la
semiología (Barthes), el interaccionismo simbólico (Goffman), la
sociolingüística interaccional (Gumperz) y la etnografía de la
comunicación (Gumperz y Hymes).

De esta última corriente, señalamos el concepto de competencia


comunicativa, reformulado de N. Chomsky conjunto de habilidades y
conocimientos que permiten que los hablantes de una comunidad
lingüística puedan entenderse en la interacción social.
Desde el campo de la filosofía:

a. La pragmática y la teoría de los actos de habla.

Esta perspectiva abandona el límite de la oración para enfocarse en el uso


del lenguaje. Austin (1962) introduce el concepto de performatividad:
considera que hablar es hacer y aporta una dimensión accional al lenguaje.

Searle (1962) continuará esta investigación a la que denomina teoría de los


actos de habla.

También Bourdieu (1982) reformula estos conceptos desde una mirada


sociológica que será retomada en diversos trabajos de análisis del discurso.

b. La propuesta arqueológica.

1969 La arqueología del saber de Foucault (texto fundante para el AD). Este
autor desplaza el interés de la historia de las ideas al campo de los
dispositivos enunciativos e institucionales tomando en consideración las
reglas de producción de los enunciados.

c. La dialogicidad en el lenguaje.

Década de 1970 trabajos del Círculo de Bajtín (Voloshinov y Bajtín,)


centrados en el principio dialógico y en la polifonía. Sus aportes permitieron
comprender la función comunicativa e ideológica como inherente al
lenguaje, imposible de estudiar por fuera de su contexto sociohistórico-
cultural.

En vinculación con esta noción encontramos el concepto de género


discursivo, “cada esfera del uso de la lengua elabora sus tipos relativamente
estables de enunciados”.
TRADICIONES EN EL AD

El AD es una subdisciplina de las ciencias del lenguaje que ha renovado las


ciencias sociales. Incluye distintas corrientes que se diferencian por sus
presupuestos teóricos y/o metodológicos pero no se excluyen, por el
contrario, algunas se complementan y enriquecen.

El AD se asume desde sus comienzos como un campo integrador, en el


que las miradas sobre el lenguaje convergen desde distintas perspectivas y
el término discurso es un objeto compartido.

De esta forma, análisis de discurso y discurso son conceptos polisémicos,


es decir, no son unívocos (univoco: mismo significado interpretación).
Existen tantas definiciones como corrientes y prácticas.

Sin embargo, aparece una pregunta transversal en las diferentes


tradiciones: ¿qué hace efectivamente el hablante cuando usa la lengua?
Dada esta complejidad, examinaremos dos tradiciones, la anglosajona y la
francesa.

LA TRADICION ANGLOSAJONA

Un avance importante en el análisis del discurso fueron las contribuciones,


de inspiración lógico-filosófica, hechas por Austin, Searle y Grice (1975)
desde el estudio de la competencia pragmática.

No se trata de una disciplina homogénea, sino de una especie de espacio


donde se entrecruzan diversas corrientes.

Austin

considera los enunciados formas específicas de acción (poseen una fuerza


ilocucionaria) y distingue lo que se dice de la intención con que se dice y el
efecto que causa lo dicho en quien recibe el enunciado.

De esta manera, ubica este proceso interpretativo de intenciones en un


marco conversacional, por lo que aparecen factores sociales y también
cognitivos en el estudio de los enunciados.

Searle

hace una relectura de los planteos de Austin y agrega ciertas nociones,


como un conjunto de reglas constitutivas y condiciones necesarias para que
sean realizados los actos de habla, además de proporcionar una
clasificación de los mismos.
Grice

profundiza estos desarrollos y formula la teoría del principio de cooperación


dando lugar a los implícitos bajo la forma de presupuestos y
sobreentendidos, aquello que no está dicho pero que, sin embargo, se
quiere comunicar.

Se trata de procesos inferenciales activados por los hablantes, quienes


movilizan ciertas reglas en el juego conversacional (máximas según Grice).

 Además, en esta tradición anglosajona, en los años ochenta,


encontramos lo que se ha denominado “Análisis Crítico del Discurso”
(ACD), una perspectiva diferente para abordar las prácticas
discursivas desde una postura problematizadora.

Esta línea de trabajo se propone un modelo de reflexión teórico


metodológico que investiga, por ejemplo, cómo los discursos reproducen el
abuso de poder, la dominación o la desigualdad social y determinan quiénes
tienen acceso a estructuras discursivas y de comunicación aceptadas y
legitimadas por la sociedad.

Entonces, un analista crítico del discurso, además de tener en cuenta el


vínculo entre lo discursivo y lo social, apunta a ser un "agente de cambio",
desmontar los mecanismos ideológicos de sometimiento y discriminación.

LA ESCUELA FRANCESA DE ANALISIS DEL DISCURSO Y LA


TENDENCIA FRANCESA

La Escuela Francesa (EF) aparece a mediados de los años sesenta. En ella


convergen ciertas tradiciones de investigación: el estructuralismo de esos años
anuda lingüística, psicoanálisis y filosofía.

Se destaca la figura de Pêcheux (1969) influenciado por Marx, Althusser y


Lacan. Desde este espacio construyen una teoría del discurso en relación a la
ideología privilegiando los procedimientos que desestructuran, descomponen
las totalidades para acceder al sentido. Esto es lo que Maingueneau denomina
concepción analítica.

Entre 1969 y 1971, aparecen La arqueología del saber y El orden del discurso
de Foucault. Sus planteos, el creciente desarrollo de los trabajos sobre
enunciación y el éxito de las corrientes pragmáticas ejercieron una influencia
cada vez más fuerte en los estudios del discurso mientras que la EF fue
retrocediendo para dar lugar a una nueva concepción de la discursividad.
Los trabajos son abordados desde un enfoque integrativo que piensa el
discurso como un eslabón de cadenas intratextuales y como participación en
un dispositivo de habla inscripto en un lugar social.

Así comienza a gestarse una tendencia francesa que en términos de


Maingueneau “no constituye ni una disciplina ni una escuela, sino el
entrecruzamiento de un cierto número de referencias teóricas y metodológicas
que son compartidas por investigadores con problemas muy diversos”

Esta segunda etapa es importante porque llega hasta nuestros días. En las
décadas del ochenta y noventa, se establece un tipo de análisis del discurso
centrado en la enunciación.

Maingueneau y Charaudeau han descripto las fronteras de esta nueva


aproximación al AD a partir de ciertas características:

- el interés por corpus relativamente condicionados y que presentan una


relevancia histórica; no ocuparse sólo de la función discursiva de las unidades
sino de sus propiedades en tanto unidades de la lengua;

-su relación privilegiada con la teoría de la enunciación;

- la importancia del interdiscurso; su reflexión sobre los modos de inscripción


del sujeto en su discurso.

LA TEORIA DE LA ENUNCIACION Y LA SUBJETIVIDAD DEL LENGIAJE

Es central en esta perspectiva la noción de enunciación que nos permite


analizar el papel del sujeto en el lenguaje. Su objeto de estudio consiste en
tratar de revelar las diferentes huellas/marcas lingüísticas que deja el hablante
en el enunciado.

De este modo, la tarea del analista del discurso será establecer cuáles de esas
formas lingüísticas son realmente significativas para reconstruir el sentido del
texto.

La corriente enunciativa se expone fundamentalmente a partir de los trabajos


de Bajtín y Benveniste quienes proponen un sujeto que se configura como
productor y, a la vez, producto del discurso.

Esta línea se profundiza en los años ochenta y principios de los noventa y sus
principales exponentes son Kerbrat-Orecchioni (1980) y Ducrot (1986), a
quienes podemos sumar a Maingueneau y Charaudeau con sus
investigaciones en ese sentido.
Benveniste

parte de la oposición sistema conceptual/puesta en funcionamiento por el


sujeto.

Por consiguiente, este análisis nos lleva a distinguir entre la lengua como un
conjunto de signos y sus posibles combinaciones, de la lengua como una
actividad que deviene en discurso cuando el individuo se la apropia. Es por ello
que dicho enfoque nos aproxima al sujeto como responsable de llevar adelante
esta conversión.

Este autor afirma que es en y por el lenguaje que una persona se constituye
frente a otra como sujeto. Así la subjetividad del “yo” (del ego) se configura con
la presencia del otro.

No sólo apunta a la “subjetividad del lenguaje” sino también a su carácter


“intersubjetivo”, marcado por la relación entre el hablante y su interlocutor que
hacen posible la comunicación lingüística

Subraya que la enunciación supone la conversión individual de la lengua en


discurso y la presencia de un hablante y un oyente. Por lo tanto, los primeros
elementos constitutivos de este proceso son, por un lado, el locutor, el que
enuncia, y por otro, el locatario, aquel al que se dirige el enunciado. Ambos se
definen como interlocutores.

el locutor se coloca en posición de hablante por medios de índices específicos:


los deícticos (pronombres personales, adverbios, tiempos verbales, etc.) y un
conjunto de procedimientos accesorios (sintácticos, morfológicos y semánticos)

LA INSCRIPCION DE LA SUBJETIVIDAD

Para Catherine Kerbrat-Orecchioni

La lingüística de la enunciación se concibe en un sentido amplio y restringido a


la vez.

 De manera amplia, describe las relaciones entre el enunciado y los


elementos que conforman el marco enunciativo (los protagonistas del
discurso, la situación de comunicación, circunstancias de tiempo y
espacio y las condiciones generales de la producción y recepción del
mensaje).
 En un sentido restringido considera “como hechos enunciativos las
huellas lingüísticas de la presencia del locutor en el seno de su
enunciado, los lugares de inscripción y las modalidades de existencia
(con Benveniste llamaremos la subjetividad en el lenguaje)
En este sentido, su trabajo adopta una actitud descriptiva y tiene por objeto
determinar que algunos hechos lingüísticos son más pertinentes que otros.

La autora define la problemática planteada como la búsqueda de los


procedimientos lingüísticos (deícticos, moralizadores, términos evaluativos,
etc.) con los cuales el locutor imprime su marca al enunciado, se inscribe en el
mensaje y se sitúa en relación a él.

De esta manera, realiza la identificación, descripción y estructuración de un


conjunto de hechos enunciativos a modo de inventario (elaboración de una
grilla que permita clasificarlos).

Su aporte entonces reside en un intento por ordenar algunas unidades


lingüísticas.

Sin embargo, la propia Kerbrat advierte acerca de la posibilidad de


entrecruzamiento de categorías dado por sutiles diferencias de matiz entre
unas y otras.

reconoce la complejidad de la tarea de identificar los subjetivemas ya que,


como ella misma observa, “toda unidad léxica es, en un cierto sentido
subjetiva’’.

En fin, sus investigaciones proponen ampliar y precisar algunos conceptos


desarrollados por Benveniste, como señalamos, recurre a taxonomías para
sistematizar las marcas de subjetividad y revaloriza la noción de “connotación”,
esto es, un conjunto de significaciones segundas que se agregan al significante
y varían según el contexto y contexto, entre otros aportes.

LA VISION POLIFONICA DE LA ENUNCIAICON

La concepción de Ducrot, para él, la enunciación es una actividad lingüística


llevada adelante por el que habla en el momento en que habla, le imprime un
carácter histórico y momentáneo.

Este autor, al igual que Bajtín, distingue oración de enunciado. Mientras que la
frase es una entidad abstracta que no pertenece a lo observable sino que es
elemento del objeto teórico construido por el lingüista y a la cual se le asigna
una significación, el enunciado es la unidad real de la comunicación discursiva
con rasgos estructurales, fronteras definidas y al que se le puede conferir un
sentido.

Su teoría sostiene que “es imposible prever el sentido de un enunciado


conociendo nada más que la oración utilizada”. destaca que la oración no se
relaciona inmediatamente y por sí misma con el contexto de la realidad extra
verbal y con otros enunciados ajenos, no posee un sentido ni espera una
respuesta del otro.

Ambos lingüistas introducen la posibilidad de que en la enunciación se activen


una multiplicidad de voces.

De esta manera, Ducrot realiza una crítica a la teoría de la unicidad del sujeto
hablante, la idea de que en los enunciados hay un único sujeto responsable de
lo dicho. Su propuesta implica la existencia de un ser empírico que produce el
discurso pero también la existencia de otros planos subjetivos en relación de
diálogo, incluye otras figuras discursivas (locutor y enunciadores).

Así, recupera de la escuela rusa la concepción dialógica del lenguaje, según la


cual todo enunciado se relaciona con otros, es decir, responde a enunciados
anteriores.

DISPOSITIVOS ENUNCIATIVOS

Para Maingueneau y Charaudeau los discursos se originan en determinada


situación de enunciación, consideran la articulación del texto con el espacio
social en el que es producido, el sujeto que enuncia y el tiempo.

Mainguenau

“el interés que orienta al análisis del discurso, no es aprehender ni la


organización textual ni la situación de comunicación, sino pensar el
dispositivo de enunciación que une una organización textual y un lugar
social determinado. El discurso es considerado como actividad relacionada
a un género, como institución discursiva’’

Charaudeau

trata de articular lo externo (la situación de comunicación) y lo interno (la


puesta en escena enunciativa) de la actividad lingüística. Integra un sujeto
psicosocial y lingüístico.

El objetivo de su análisis discursivo es identificar las características de los


comportamientos semióticos (el cómo decir) en función de las condiciones
psico-sociales que los restringen según los tipos de situación de
intercambio.

 Estos autores se ocupan de un tipo particular de análisis que comprende


discursos que guardan un lugar importante en nuestras vidas y un
espacio en un campo más vasto como la comunicación: el noticiero, el
slogan..
DIFERENCIAS Y CONVERGENCIAS: PRAGMATICA Y TEORIA DE LA
ENUNCIACION

Luego de haber revisitado estas propuestas, surgen diferencias y similitudes.

Ambas coinciden en que critican la concepción puramente “instrumental” o


“representacional del lenguaje”; conciben el lenguaje como “acto”; se esfuerzan
por articular enunciado y contexto; y asumen que el sentido se construye
dinámicamente y tiene algo de inagotable

En cuanto a las distinciones:

1. la Teoría de la Enunciación
 Es de inspiración gramatical neo-estructuralista europea y
fundamentalmente de Francia.
 entiende la importancia de la producción de discursos y focaliza en el
enunciador parte del análisis de enunciados, a través de los índices de
persona, tiempo y espacio (deícticos), la polifonía (voces en el discurso) y
la modalización (la forma en la que el contenido es enunciado) para
identificar huellas lingüísticas que deja el sujeto hablante.

2. la Pragmática
 Es de inspiración lógico-filosófica y se inscribe en el terreno anglosajón,
con fuerte implantación en Estados Unidos, Gran Bretaña y Alemania.
 Se interesa en el interlocutor o receptor, es decir en la interacción y la
interpretación, focaliza en los “actos de habla” y destaca el lugar de las
huellas extralingüísticas producto de la conversación y la
argumentación, entre otras.

ACERCA DE LA NOCION DE DISCURSO

Lo concebimos no como una actividad individual sino básicamente como una


práctica social, una forma de acción entre las personas orientada hacia unos
fines. De esta manera, es comprendido como la asociación de un texto y su
contexto.

Maingueneau destaca que el discurso tiene en cuenta las condiciones de


producción de los enunciados, o sea, su marco enunciativo integrado en una
situación precisa de comunicación.

El discurso es parte de la vida social y, sin duda, contribuye a la construcción


de identidades sociales, de relaciones interpersonales entre los sujetos y a la
creación de creencias, conocimientos, maneras de comunicarnos y
representaciones del mundo.

Un discurso se constituye entonces como el resultado de una construcción


intencional de la realidad, y no como una mera intuición.

La lengua, como materia prima del discurso, ofrece a los hablantes diversas
opciones (fónicas, léxicas, sintácticas, pragmáticas), que deberán seleccionar a
la hora de interactuar.

Esta elección se lleva a cabo siguiendo parámetros contextuales dinámicos


(situación, propósitos y características de los destinatarios, entre otros) que
permiten la construcción de piezas discursivas asociadas a condiciones de
producción determinadas, es decir, originadas a partir de un género discursivo
en particular.

La utilización de determinados términos, construcciones discursivas, modos de


referirse al otro, estará ligada a una ideología, una visión del mundo, metas y
finalidades concretas. Son estas opciones las que les permiten a los sujetos
desplegar estrategias discursivas para lograr determinado propósito.

estrategias discursivas: clave en el AD ya que supone un conjunto


organizado de procedimientos que un hablante/escritor lleva a cabo con un fin
específico en función del contexto socio-cognitivo en el que se encuentra.

Como práctica social, el discurso es complejo y heterogéneo pero no por ello


caótico. Existen una serie de normas y reglas como así también diferentes
modos de organización que guían a las personas para la construcción de
discursos coherentes y apropiados a cada situación de comunicación
(participantes, lugar y tiempo).

DINAMICA ANALITICA

Hasta aquí hemos visto cómo las concepciones pragmáticas, interaccionistas y


enunciativas adquieren una importancia creciente en el AD.

Esto nos lleva a pensar en una metodología de análisis diferente en cada


caso, sin embargo, cada investigador para llevar adelante cualquier práctica en
el marco del AD tendrá en cuenta algunas consideraciones generales tales
como el carácter interdisciplinario del mismo, la definición del objeto de estudio
partiendo de un corpus, la delimitación y descripción de las unidades de
análisis, y el establecimiento de ciertos pasos metodológicos..
1.Carácter interdisciplinario

constituye el sentido del AD, diferentes disciplinas ofrecen métodos y


técnicas de observación para describir, analizar e identificar efectos de
sentido en el discurso.

Desde este lugar, se muestra cómo el discurso también es objeto de interés


para las ciencias sociales. Es en esta dimensión que el análisis lingüístico-
discursivo se presenta como una herramienta teórico metodológica para
comprender fenómenos sociales en los que el uso de la palabra se vincula
con diferentes esferas de la vida social.

Los cruces entre las diferentes disciplinas han ampliado las temáticas del
AD y enriquecido sus aportes. Las contribuciones de la Antropología, la
Sociología, la Historia, la Psicología, entre otras disciplinas, han posibilitado
que se aborden problemáticas tales como los discursos de los medios de
comunicación y las nuevas tecnologías, entre otras temáticas.

A partir de este “juego interdisciplinario y transdisciplinario” consideramos


el AD como una práctica interpretativa que se ocupa de todos los discursos
y que de acuerdo con los problemas de los que parta el analista apela a
disciplinas lingüísticas y no lingüísticas dentro de las ciencias sociales.

2.Delimitación y descripción de las unidades de análisis

Uno de los aspectos principales es establecer unidades que nos permitan


ordenar los datos que obtenemos de la interacción verbal, datos empíricos
que debemos observar en su contexto de aparición para poder
interpretarlos: una noticia, en un diario de unas características concretas;
una declaración, en un juicio... En todos los casos, debemos trabajar con
textos producidos y puestos a circular por actores sociales en situaciones
específicas.

Recordemos que desde la Teoría de la Enunciación, la unidad básica del


discurso es el enunciado entendido como el producto concreto de un
proceso de enunciación realizado por un enunciador/locutor y destinado a
un enunciatario/locatario.

Benveniste, la enunciación es la puesta en funcionamiento de la lengua por


un acto individual de utilización; es el acto mismo de producir un enunciado
y no el texto en sí mismo.

De esta manera, la importancia de la teoría de la enunciación para el AD


radica en que nos permite encontrar dentro del discurso signos específicos
(deícticos, modalidades, subjetivemas, etc.) que señalan la actitud del
locutor frente a la situación en la que produce ese discurso.
Esto implica dar cuenta de la existencia de la “subjetividad en el lenguaje”
reconstruyendo las relaciones establecidas entre los protagonistas del
discurso, la situación de enunciación, las circunstancias espacio-
temporales, las condiciones generales de producción/recepción, el contexto
socio-histórico.

Esta multiplicidad de elementos da forma a un momento en el cual el


enunciador, construye un discurso más o menos subjetivo.

En este punto, es importante realizar algunas consideraciones a la hora de


pensar la relación entre discurso y contexto:

 Una de las formas de abordarlo está vinculada con aquel lugar donde
se inserta el enunciado o el conjunto de éstos.
 Otra manera es comprender el discurso como práctica social, y, por
tanto, el contexto no se orienta en una única dirección en el discurso
sino que lo constituye como tal.

escribir el discurso como práctica social implica una relación dialéctica entre un
evento discursivo particular y la situación, la institución y la estructura social
que lo configuran.

Una relación dialéctica es una relación en dos direcciones: las situaciones, las
instituciones y las estructuras sociales dan forma al evento discursivo, pero
también el evento les da forma a ellas.

En esta dinámica tratamos de responder a preguntas tales como: ¿qué


dicen/no dicen los distintos enunciadores/locutores que aparecen en el texto?
¿qué sentido tiene tal enunciado en el contexto en cuestión? ¿por qué se
dice/se significa tal cosa en este momento? Y especialmente, ¿cuáles son las
estrategias, las tácticas discursivas que utiliza el sujeto enunciador para
significar tal o cual sentido?

LA TAREA DEL ANALISTA DE DISCURSO

En todo AD se recorren una serie de pasos metodológicos como: la definición


del fenómeno que se quiere analizar, la elección del material relevante (corpus)
y el análisis propiamente dicho, que implica muchas veces indagar en otras
disciplinas de las ciencias sociales, o sea, la interpelación de otros saberes.

El analista deberá formularse, en primera instancia, una cuestión que le


permita establecer una serie de preguntas: ¿Qué fenómeno social se está
intentando comprender, explicar a través del lenguaje? ¿Cómo el sujeto
enunciador se inscribe en el discurso, de qué manera aparecen huellas de
subjetividad en lo que enuncia? ¿Cuál es su intención?
Lo que está en juego en el AD es, como anticipamos, revelar los posibles
efectos de sentido. Es decir, construir procedimientos analíticos que desmonten
los mecanismos discursivos que utilizan los hablantes. Podemos establecer
una serie de etapas en este proceso, la primera es, sin duda, la identificación,
selección y clasificación de aquellos elementos lingüísticos con los que el
sujeto se inscribe e inscribe la situación de enunciación en los enunciados.

En efecto, el AD considera el discurso como un espacio que exhibe las huellas


del ejercicio del lenguaje por parte de los hablantes. Esos indicios (a veces
involuntarios) son formas gramaticales y léxicas que el hablante ha elegido
usar, y esa elección es portadora de sentidos.

En suma, lo decisivo para el analista será determinar cómo selecciona esas


marcas lingüísticas y por qué algunas de ellas son reveladoras de cierta
regularidad significativa o a partir de las cuales permiten inferir un origen o
causa.

Luego, en una segunda etapa, articulamos los elementos identificados en


determinada pieza discursiva con la situación concreta de enunciación, en un
tiempo y un espacio, entre determinados participantes de características
particulares, estableciendo así los posibles efectos de sentido.

Se supone que el sujeto adopta cierto mecanismo enunciativo y modos de


organizar el texto y descarta otros. En esas opciones que realiza pueden
mediar restricciones de género, situacionales o características ideológicas y
psicológicas propias del hablante.

Esto puede ser el resultado de decisiones conscientes o producto de


fenómenos a los que el sujeto enunciador no presta atención. El analista del
discurso se interesará entonces en dichos elementos.

EL CORPUS DE ANALISIS

La búsqueda de un material relevante para realizar un AD comienza cuando el


analista ha seleccionado el fenómeno social que quiere dilucidar.

En otra instancia, seleccionará los materiales que le parecen pertinentes


siguiendo ciertos supuestos básicos para luego interrogarse por el problema
objeto.

Una vez definidas estas etapas, recortará y organizará una selección de textos
que ejemplifique los discursos que se relacionan con la construcción de la
problemática elegida concentrándose en aspectos más precisos.

De ahí la necesidad de reflexionar sobre el proceso por medio del cual el AD


construye sus datos, y, a partir de ellos, sus aseveraciones. Los materiales
pueden ser muy variados, diversos y heterogéneos: aquellos que pertenecen al
discurso de la información (crónicas, editoriales, notas de opinión, etc.); textos
y documentos técnicos-académicos, transcripciones de entrevistas, entre otros.

En todos los casos, los textos elegidos deben poner de manifiesto la


construcción, las experiencias y el relato del proceso social en cuestión. El
concepto de materiales o acervo no es el mismo que el de corpus en el AD.

Acervo: se trata de la recopilación de material oral o escrito “a secas” según


sus condiciones de producción, aun cuando la selección se centre en ciertos
espacios institucionales y esté orientada por criterios temáticos. El análisis
propiamente discursivo necesita de información histórica sobre las condiciones
particulares de producción de los textos.

Corpus: una selección de material que ha estado presidida por una


interrogación de tipo histórico y de carácter específico. Este conjunto de textos
no es espontáneo ni natural aunque tampoco forzado, deforme o mutilado. El
corpus debe provenir de un trabajo de recorte y/o selección. Dicha selección
intencionada es efecto del ejercicio de una atención y percepción diferenciadas
por parte del analista, esto es, producto de los “efectos de lectura o escucha”

El trabajo analítico consistirá entonces en la conformación del corpus:

Charaudeau no existe en sí mismo sino que depende del posicionamiento


teórico a partir del cual lo examinamos según un objeto de análisis. Ese objeto
de investigación, conceptual y empírico, se delimita y observa desde un
determinado punto de vista, una perspectiva y una focalización que producen
mayor visibilidad en ciertos aspectos del fenómeno en estudio en detrimento de
otros.

 Las ciencias del lenguaje y en particular el AD forman parte de las


disciplinas de corpus que permite categorizar los discursos por tipos,
compararlos e identificar lo que es común y lo propio de cada uno de
ellos.
 De esta manera, el corpus es siempre el resultado de cierta construcción
en la que podemos establecer algunos momentos: primero, se recoge el
material de manera aleatoria; luego, se procede a la “construcción” del
corpus según un objetivo de análisis global; después se deconstruye y
se reconstruye atendiendo a objetivos más específicos que permiten
descartar.

En este procedimiento es indispensable determinar criterios que den cuenta de


ciertos “contrastes” o “comparaciones” de los materiales que componen el
corpus, ya que el sentido se infiere de la diferencia, dimensión fundamental y
constitutiva del AD.
Algunos de los problemas a trabajar están en relación con la capacidad del
corpus para exhibir rasgos significativos con respecto al asunto que se analiza
(comportamientos, regularidades, diferencias, anomalías).

Otro aspecto es el de la amplitud o exhaustividad con la que esos fragmentos


son recortados: ¿Cuánto se precisa para decir? ¿Cuánto es suficiente para
generalizar? Las fronteras del corpus trazan diferentes acercamientos teóricos-
empíricos. La noción de tiempo que delimita las fronteras entre unidades,
puede extenderse desde un ciclo histórico más o menos amplio, un cierto
momento (o coyuntura), escena o episodio particular. El congelamiento o
fijación (sincronía) introducido no cancela la vigencia del sistema ni su tensión
temporal.

Un corpus nunca se establece de una vez por todas, nunca se cierra


definitivamente. Su clausura depende de una decisión provisoria

Es así que en el AD la comprensión de los fenómenos que reconstruye es


parcial, tentativa y fugaz (además de necesariamente anclada en una posición
o punto de vista).

el analista en esta operación está atravesado por coyunturas ideológicas de ahí


que pretender trabajar sobre el discurso por fuera de todo interés socialmente
situado sería una ilusión.

Posteriormente a este proceso, el analista examina detenidamente el corpus


conformado buscando la presencia de mecanismos discursivos en los que se
evidencien ciertas significaciones, miradas y órdenes del mundo. Llegado a
este punto, se seleccionan las marcas que son generadoras de determinados
efectos de sentido y pertinentes respecto de lo que se propone indagar. Así
pues, el/la analista debe establecer una relación activa con los lectores/as de
su trabajo e intentar mostrar cómo ha efectuado su lectura del texto.

De este modo, el AD se convierte en un ejercicio más de negociación que de


exposición, en el sentido de estar siempre abierto al debate y a la discusión de
las interpretaciones realizadas.

 En resumen, es esencial en la tarea del analista del discurso el recorrido


teórico metodológico que comienza con la selección del problema/fenómeno
social desde su construcción discursiva; el “recorte” de los materiales, vale
decir, la conformación, justificación y normalización del corpus; la inmersión
en los textos para identificar y elegir las categorías lingüísticas relevantes y
finalmente, la reconstrucción de los posibles sentidos de los textos a partir
del análisis realizado
 AD no es una disciplina homogénea sino más bien un mosaico de
tendencias que resultaron de aquella empresa iniciada en los años sesenta.
Esas corrientes como la etnografía de la comunicación, la sociolingüística,
la pragmática, entre otras, han aportado al AD actual.

 El verdadero desafío que plantea el AD es construir un objeto discursivo


que contemple la materialidad lingüística y sociohistórica, sin privilegiar un
aspecto por sobre el otro, recordando que este campo disciplinar no está
cerrado sino que se encuentra en construcción permanente.

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