Ecclesia, Mundus Reconciliatus PDF
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1. “ ‘Augustin mérite d'être nommé le docteur de l'Eglise aussi bien que le docteur de la
grâce’. Ainsi s'exprime M. Specht, Die einheit der Kirche, 1881, p. 4 ...”. Portalié, Eugene. “Au
gustin (Saint)”. En: Dictionnaire de Théologie Catholique. Dir. por A. Vacant y E. M an -
genot. Tomo I.II. Paris; Librairie Letouzey et Ané 1923, col. 2408.
2. Cfr. Stanislaus G rabowski. La Iglesia. Introducción a la teología de San Agustín. Madrid;
RIALP 1965; Teodoro C. M adrid . La Iglesia Católica según San Agustín. Madrid; Editorial Re-
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• Los fundamentos
vista Agustiniana 1994; Rafael Palmero R amos. Ecclesia Mater en San Agustín. Teología de la
imagen en los escritos antidonatistas. Madrid; Cristiandad 1970; Joseph R atzinger. Popolo e
Casa di Dio in Sant'Agostino. Milano; Jaca Book 1978; S. F olgado F lórez . “Sentido eclesial
católico de la Civitas Dei. Puntos de eclesiología agustiniana”. En: Augustinianum, vol. XIV
(Roma 1974), pp. 91-146; Pierre B attifol. “L'ecclésiologie de Saint Augustin”. En: Revue
Biblique, vol. XIII (París 1915), pp. 5-34 y 281-357, entre otros muchos. Aún sin tratar exclusiva
mente de la eclesiología de Agustín, hay una interesante referencia en Henri de Lubac.
Meditación sobre la Iglesia. Madrid; Encuentro 1980, p. 150, cuyo contenido nos ha ayudado
mucho en la presente reflexión.
3. Cfr. nuestro trabajo Jesucristo Reconciliador. La reconciliación por Jesucristo en ‘La
Ciudad de Dios’ de San Agustín. Lima; Vida y Espiritualidad-FTPCL 1996, en donde se profun
diza en la dimensión cristológica de la reconciliación, que ha desarrollado Agustín, especialmen
te en La Ciudad de Dios. También los artículos: “El Espíritu Santo reconciliador en la teología
de San Agustín de Hipona”. En: Revista Teológica Límense, vol. XXXII (Lima 1998), pp. 57-72;
“Dios Padre, origen y meta de la reconciliación en San Agustín. Una reflexión a partir de los
Tratados sobre el Evangelio de San Juan”. En: Revista Teológica Límense, vol. XXXIII (Lima
1999), pp. 97-112; “Paz y reconciliación en San Agustín”. En: Revista Teológica Límense, vol.
XXXIV (Lima 2000), pp. 585-604.
4. Cfr. S.S. Juan Pablo II. Exhortación Apostólica postsinodal Reconciliado et poenitentia
(1984), n. 25, que se refiere al diálogo como medio de reconciliación. Pero en un número ante
rior (n. 11) el Papa ha denominado a la Iglesia “sacramento, o sea, signo e instrumento de recon
ciliación”.
5. Ver Catecismo de la Iglesia Católica (1992), n. 845.
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6. Tenemos: Quaestiones Evangeliorum, II, 33; PL 35,1345; cinco referencias en los Tratados
sobre el Evangelio de Juan: tr. 41, 5: PL 35,1695; tr. 52,10; PL 35,1773; tr. 87, 2; PL 35,1853; tr.
110, 2 ss; PL 35,1920 y 1922; once referencias en las Enarraciones sobre los Salmos: In ps. 9,15;
PL 36,119; In ps. 34, II, 5; PL 36, 337; In ps. 59, 8; PL 36, 718; In ps. 67, 23; PL 36, 828; In ps. 67,
40; PL 36, 837; In ps. 68,1,2; PL 36, 847; In ps. 7 0 ,1,12; PL 36, 882; In ps. 71, 6; PL 36, 904; In ps.
75,1; PL 36, 956; In ps. 95,14; PL 37,1235; In ps. 118, s. 4, 8; PL 37 1511; sermón 81, 3; PL 38,
500-501; sermón 96, nn. 6 y 8 (dos referencias diversas); PL 38, 588; sermón 121, 1; PL 38, 678;
sermón 152,10; PL 38, 824; sermón 162 B ; PL 39,1709; sermón 219; PL 38,1087 ss; sermón 325,
1; PL 38, 1447-1448; Resumen del Debate con los Donatistas IX, 15; PL 43, 632; Mensaje a los
Donatistas después de la conferencia, 6, 9; PL 43, 657 y 658-659; Consecuencias y perdón de los
pecados y el bautismo de los párvulos, 1,27,44; PL 44,134; Sobre la Corrección y la gracia, 15,46;
PL 44, 944; Réplica a Juliano, VI, 5; PL 44, 823; VI, 9; PL 44, 826.
7. Así, recrimina a Juliano de Eclana diciéndole: “A no ser que lleves tu audacia hasta el
extremo y digas que los niños no son elegidos del mundo cuando son lavados por el bautismo de
quien está escrito: ‘Dios estaba en Cristo reconciliando al mundo consigo’ (2 Cor 5,19). Si negáis
que los niños tengan parte en esta reconciliación, les negáis que sean del mundo; no sé cómo
tenéis cara para vivir en el mundo ...”. Contra Juliano, VI, 5; PL 44, 823-824. En otra obra contra
el mismo heresiarca precisa esta misma idea: “Y todo el que dice que los niños están libres de
pecado, en el cual fueron hechas las enemistades, les niega que pertenezcan a esta reconciliación
por la cual Cristo es el mediador; en consecuencia, les excluye de la justificación que tiene lugar
por la sangre de Cristo ...”. Obra inacabada contra Juliano, II, 172; PL 45,1215.
8. Cfr. Enarración sobre el salmo 6 8 ,1, 8; PL 36, 847: “desfallecieron mis ojos esperando en
mi Dios. No permita Dios que se tome esto de la persona de la Cabeza. No desfallecieron los ojos
esperando en su Dios, en aquel en quien estaba reconciliando el mundo consigo y en Aquel que
siendo Verbo se hizo carne (...) sino que desfallecieron los ojos de su cuerpo, es decir, de sus
miembros”.
9. “Dirigía mi oración a mi interior (cf. Sal 34,13). Lo que por ahora se me ocurre (...) es
que se dijo: dirigía mi oración a mi interior o seno, pues en su seno traía al Padre. Pues Dios esta
ba en Cristo reconciliando al mundo consigo ...”. Enarración sobre el salmo 34, s. 2, n. 5; PL 36,
337.
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10. “Puede entenderse muy bien reciban los montes la paz para el pueblo de tal suerte que
entendamos por paz la reconciliación por la que nos reconciliamos con Dios (...) Aquí tenéis
cómo los montes reciben la paz para el pueblo. Como que Dios estaba en Cristo reconciliando al
mundo consigo; no imputándoles sus delitos sino poniendo en nosotros la palabra de la reconci
liación....”. Enarración sobre el salmo 71, 6; PL 36,904. ¿Quiénes son estos montes y collados? El
mismo Agustín lo precisa un poco más adelante: “Debe entenderse por montes y collados los
predicadores de la paz evangélica, tanto los anteriores como los posteriores”. A llí mismo.
11 Al decir que San Juan muestra una visión más mística no se quiere decir que le sea ajena
una perspectiva soteriológica. De igual modo, hablar de dimensión soteriológica en Pablo no
niega ni excluye la misma perspectiva en San Juan. Se trata, como es obvio, de acentos. Pero son
estos acentos los que dibujan la fisonomía particular de cada autor.
12. Cfr. Confesiones, VII, 9,13-14; PL 32, 740-741.
13. Cfr. el famoso episodio del Huerto, que marca el momento culmen de la conversión de
Agustín: Confesiones, VIII, 12, 29: PL 32, 762.
14. “Cette lecture de Paul eut pour Augustin des conséquences considérables: l'apôtre Paul
devint désormais le maître à penser du futur évêque dH ippone, le critère du dernier recours dans
les cas des obscurités ou des scandales de l'Ecriture”. Anne-Marie La Bonnardière. “L'initiation
biblique d'Augustin”. En: Saint Augustin et la Bible. Dir. por Anne-Marie La Bonnardière.Paris;
Beauchesne 1986, p. 42.
ECCLESIA, MUNDUS RECONCILIATUS. ALGUNAS CONSIDERACIONES 483
15. Es común a maniqueos y donatistas una valoración completamente negativa del mundo,
en unos desde un punto de vista “metafísico” -si cabe la expresión- y en otros desde una pers
pectiva sobre todo moral. No puede ser bueno un mundo que tiene como uno de sus elementos
constitutivos lo material, considerado por los maniqueos como un principio malo.
16. Notemos que tanto en los maniqueos como en los donatistas, el rechazo del mundo los
llevaba a una actitud de evasión y de ausencia de compromiso, por lo que ellos mismos se ex
cluían de la vida social, cultural y política.
17. Señala Robert A. Markus que los donatistas heredan la tradición cristiana norteafrica-
na que establece una marcadísima separación entre Iglesia y mundo: “La tradición cristiana afri
cana había concedido desde antiguo gran importancia al ‘estado de separación’ en que la Iglesia
vivía con respecto al mundo, y deseaba trazar una firmísima línea de demarcación en torno a la
Iglesia. D entro de esta línea se hallaba la esfera de la pureza y la santidad, rodeada por un mundo
de pecado y de contaminación. La Iglesia era una sociedad que constituía una alternativa al
‘mundo’; era el refugio de los santos. La santidad se hallaba en su interior. Más allá de sus lindes
se encontraba el mundo, regido por poderes hostiles y demoníacos. No podían coincidir en nada.
El mundo y la Iglesia se excluían mutuamente”. “Donato, donatismo”. En: Diccionario de San
Agustín. San Agustín a través del tiempo. Dir. por Alian D. Fitzgerald O.S.A. Burgos; Monte
Carmelo 2001, p. 444.
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se restauró la vida eclesial, las consecuencias y los rezagos del cisma duraron
hasta entrado el siglo VI18.
Pero en todos los elementos señalados anteriormente resplandece la figu
ra de Jesucristo como un punto clave de intelección del “mundo reconcilia
do”. Es de Cristo y de su obra de quien se habla en 2 Cor 5, 18-20, y sólo
teniendo al Señor Jesús como referencia central es que se puede comprender
lo que San Agustín enseña sobre la Iglesia. Si tomamos en consideración que
la temática del “mundo reconciliado” está ligada a la polémica antidonatista,
y que en esta polémica se discute sobre cuál es la Iglesia verdadera, la res
puesta tiene que ser buscada en relación a Jesucristo. ¿Dónde actúa Cristo
Salvador? ¿Dónde bautiza y otorga su gracia? Para San Agustín, los donatis-
tas, al considerar que sólo los ministros “santos” (= ellos) bautizaban válida
mente, se arrogaban el derecho de bautizar que únicamente pertenece a
Jesucristo. Los que bautizan tienen el ministerio, otorgado por el Señor, pero
el derecho (potestas) pertenece a Cristo. Él dio el ministerio a todos los que
confieren el bautismo, buenos y malos. Pero el derecho a bautizar le es pro
pio. ¿Cómo puede alguien apoderarse de tan salvífica prerrogativa?19.
San Agustín comprendió muy bien que la afirmación donatista de que
sólo los ministros sin pecado pueden bautizar válidamente lleva a la negación
de la acción salvífica de Jesucristo, que obra a través de sus sacramentos20.
Pero los sacramentos, siendo lo que son, signos sensibles que dan la gracia a
toda la humanidad, necesitan de una instancia al mismo tiempo sensible y
‘comprometida’ con toda la humanidad, no sólo con una parte de ella. Lo que
nos remite a la Iglesia universal, o mejor aún, en su nombre propio, Católica.
18. Sobre el donatismo, se puede consultar Pedro Langa O.S.A. “Introducción general” a los
escritos antidonatistas. En: Obras de San Agustín. Vol. XXXIII. Escritos antidonatistas. Madrid;
B.A.C. 1988, pp. 5-155; W.H.C. F r e n d . “Donatismo”. En: Diccionario Patrístico y de la
Antigüedad Cristiana. Dir. por A. Di Berardino. Tomo I. Salamanca; Sígueme 1991, pp. 633-640.
Desde una perspectiva más histórica y biográfica, pero no por ello menos interesante y profun
da, F. V a n D er M e e r . San Agustín, pastor de almas. Vida y obra de un Padre de la Iglesia.
Barcelona; Herder 1963, pp. 123-182.
19. “Juan (el Bautista) aprende en aquel que ya conocía, pero aquello que no sabía, porque
lo que sabía yano lo aprende. ¿Qué sabía? Que era el Señor. ¿Qué ignoraba? Que el Señor no
haría jamás transferencia del poder de bautizar a nadie, sino solamente haría transferencia minis
terial: el derecho, a nadie; el ministerio, sí, a buenos y malos”. San Agustín. Tratados sobre el
Evangelio de San Juan, tr. 5,12; PL 35,1419.
20. “Pretendían (los donatistas) ser los únicos que podían bautizar válidamente: considera
ban que la santidad era una privativa de la Iglesia donatista. De más está decir las consecuencias
eclesiológicas que esta actitud acarreaba. Su fundamento teológico era la negación del papel fun
damental de Cristo en la economía salvífico-sacramental”. F.J. Weismann O.S.A. “Cristo, Verbo
Creador y Redentor en la controversia antidonatista de los Tractatus in Ioannis Evangelium I-
XVI de San Agustín”. En: Stromata, vol. XLII (Buenos Aires 1986), p. 310.
ECCLESIA, MUNDUS RECONCILIATUS. ALGUNAS CONSIDERACIONES 485
21. “Si preguntamos Cur Deus homo? tenemos un Cristo mediador, maestro, redentor,
camino, verdad, vida, etc. Pero ya que Cristo entró en la historia, nació, murió y está sentado a
la diestra del Padre, hay que preguntar Cur Ecclesia? Y entonces tenemos la misma respuesta:
porque Cristo necesita mediaciones y sigue siendo pastor, médico, maestro, redentor, etc. Y no
sólo esto sino que la Iglesia misma necesita mediaciones y entonces hay que seguir preguntando
Cur sacramental Y la respuesta seguirá siendo la misma”. Lope Cilleruelo. "El cristocentrismo
de San Agustín. El período antidonatista". En: Estudio Agustiniano. Vol. XVIII (Valladolid
1983), p. 325.
22. De lejos, son los que más emplean la palabra en todo el Nuevo Testamento. Cfr. H.
S asse . “Koopo^”. En: Grande Lessico del Nuovo Testamento. Fundado por Gerhard Kittel; cont.
por Gerhard Friedrich. Volumen V. Brescia; Paideia 1969, cois. 916-917.
23. Cfr. Hch 17, 24, Rom 1, 20; Ef 1, 4
24. Cfr. Jn 3,16; Jn 1, 9.
25. Cfr. Jn 6,33; Jn 6, 51. En el mismo sentido, Rom 11,15: “Porque si su rechazo ha sido la
reconciliación del mundo ...”; 1 Tim 1,15.
26. Jn 12, 47.
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27. Cfr. Jn 8,12: “Yo soy la luz del mundo. El que me sigue no camina en tinieblas ...”.; Jn
9, 5; Jn 12, 46. En Pablo: 1 Cor 4, 9 (incluye a los ángeles como miembros del mundo); Rom 3, 6
y passim.
28. Jn 12, 31.
29. Jn 15,18.
30. Jn 17,14.
31. Jn 16,33; cfr. Jn 1,29. “En cuanto que en Juan, hablando del k!o|ío^ se dice que no cono
ce ni al Hijo de Dios, ni a Dios, que no cree, que odia , el k!o|io^ viene entendido en cierto senti
do de manera personal, como el gran antagonista del Redentor en la historia de la Salvación”. H.
Sasse, art. cit., col. 948.
32. Cfr. Jn 1, 3; 1 Cor 8, 6 ss, Col 1,15; Hbr 1,1-2.
33. “El mundo sale hasta 77 veces en el cuarto evangelio. Puede significar el universo (raro),
los hombres (frecuente), los que no conocen o son enemigos de Dios y de Cristo (sentido peyo
rativo y moral)”. Juan Leal S.I. “Evangelio de San Juan. Traducción y comentario”. En: La
Sagrada Escritura. Texto y comentario por los Profesores de la Compañía de Jesús. Nuevo
Testamento. Tomo I. Dir. por Rafael Criado S.I. y Juan L eal S.I. Madrid; B.A.C. 1961, p. 811.
Vid. también A ndré F euillet. El prólogo del cuarto evangelio. Madrid; Paulinas 1971, p. 59.
ECCLESIA, MUNDUS RECONCILIATUS. ALGUNAS CONSIDERACIONES 487
“Así es como se dice. Esta casa es buena o esta casa es mala. Ni en la mala cen
suramos los muros ni en la buena los elogiamos. La calificación de buena o mala
afecta a quienes la habitan. En este sentido llevan la calificación de mundo quie
nes por el amor habitan en él. ¿Quiénes son éstos? Los que aman el mundo. Su
corazón fija allí su morada. Quienes no aman el mundo viven sólo en él corpo
ralmente, pero con el corazón viven en el cielo, según estas palabras del apóstol:
Nuestra conversación es en los cielos (Flp 3, 20). Esto es lo que significa que el
mundo fue hecho por él y el mundo no lo conoció (Jn 1,10)”36.
34. S an A gustín . Tratados sobre el Evangelio de San Juan, tr. 2,11; PL 35,1393.
35. “Cada uno es tal cual es su amor. ¿Amas la tierra? Serás tierra. ¿Amas a Dios? ¿Diré
que serás Dios? No me atrevo a decirlo como una cosa mía; oigamos la Escritura: Yo dije: todos
sois dioses e hijos del Altísimo (Sal 81,6)”. Exposición de la Carta de San Juan a los Partos, II, 14;
PL 35,1997.
36. S an A gustín , lug. cit.
37. St 4,4.
488 G. SÁNCHEZ ROJAS
“Lejos de nosotros pensar que el diablo, por el hecho de ser llamado príncipe
del mundo, ejerza su dominio sobre el cielo y sobre la tierra. Por mundo se
entiende los hombres malos diseminados por todo el orbe, del mismo modo que
por los habitantes se dice de una casa que es buena o mala; entonces no repren
demos o alabamos las paredes y techos del edificio, sino las costumbres buenas
o malas de sus moradores. En este sentido, pues, se le llama príncipe de este
mundo, es decir, príncipe de todos los malos que en el mundo habitan. También
se dice el mundo de los buenos, que igualmente están diseminados por toda la
haz de la tierra; del cual dice el Apóstol: Dios estaba en Cristo para reconciliar
al mundo consigo (2 Cor 5, 19). Estos son aquellos de cuyo corazón se lanza
fuera al príncipe de este mundo”38.
38. San A gustín . Tratados sobre el Evangelio de San Juan, tr. 52,10; PL 35,1773.
ECCLESIA, MUNDUS RECONCILIATUS. ALGUNAS CONSIDERACIONES 489
39. San A gustín Resumen del debate con los donatistas, IX, 15; PL 43, 632. Cfr. también
Mensaje a los donatistas después de la conferencia, 6, 9; PL 43, 657-659.
40. “Unipluralidad” es el nombre que da el P. Bertrand de Margerie a esta multisignifica-
ción, y ve en ella una manifestación de la riqueza de la Palabra de Dios escrita. Cfr. Bertrand de
Margerie S.I. Introduzione alia storia dell'esegesi. Vol. 3. Sant'Agostino. Roma; Borla 1986, p. 84
ss. Recordemos que el Concilio Vaticano II, en la Constitución Dogmática sobre la Divina
Revelación, Dei Verbum, n. 12, recuerda como criterio fundamental de interpretación “en el
mismo Espíritu en que la Biblia ha sido escrita”, la unidad de toda la Escritura.
41. Contraste tanto más interesante cuanto que usualmente San Agustín es tildado de pesi
mista. Pero lo que brilla aquí, más que los temperamentos, es la fe. San Agustín es optimista en
su interpretación porque es católico. El pesimismo de los donatistas brota de su sectarismo y de
su heterodoxia.
490 G. SÁNCHEZ ROJAS
Sabiendo, pues que “mundo” se refiere a los hombres, y que estos se dis
tinguen por su amor, podemos reconocer en ambos tipos de hombres, y por
ende en ambos mundos, caracteres y actitudes propias. San Agustín conside
ra que aquellos que aman al mundo detestan a los que, estando en el mundo,
aman a Dios. Este rechazo se expresa en persecución, de allí que se pueda
hablar de un mundo que persigue y de un mundo que es perseguido:
“Está claro que el que persigue recibe el nombre de mundo: probemos que tam
bién lo recibe el que es perseguido. ¿Eres acaso sordo ante la voz de Cristo que
dice, o mejor, de la Escritura que atestigua: Dios estaba reconciliando el mundo
consigo en Cristo (2 Cor 5,19)? Si el mundo os odia, dice, sabed que antes me odió
a mí (Jn 15,18). Ved que el mundo odia. ¿Qué odia sino al mundo? ¿Qué mundo?
Dios estaba reconciliando al mundo consigo en Cristo (2 Cor 5,19). Persigue el
mundo condenado; sufre persecución el mundo reconciliado. El mundo condena
do es cuanto está fuera de la Iglesia; el mundo reconciliado es la Iglesia”42.
El Sermón 96, del que hemos tomado esta referencia, tiene como tema la
renuncia. Cuestiones como el amor, el mundo, el pecado y la gracia, se hallan
allí presentes, y San Agustín los orienta hacia la acción salvífica de Jesucristo,
que es propiamente la reconciliación. ¿Qué supone la reconciliación como
obra de Jesús?
En el Nuevo Testamento, San Pablo es el gran teólogo de la reconcilia
ción. Emplea esta categoría para expresar un aspecto fundamental de la sal
vación, que consiste en la eliminación del pecado que lleva al hombre a vivir
en ruptura con Dios, consigo mismo, con los demás hombres y con la creación
toda. Pero por otra parte, implica también la recuperación de la amistad y de
la cercanía con Dios, así como la recepción del don de la filiación adoptiva.
Así, recuerda el Apóstol que, si cuando éramos enemigos fuimos reconcilia
dos con Dios por la muerte de su Hijo43, cuánto más ahora que estamos jus
tificados. La reconciliación es don del Padre por medio del Hijo44 y tiene en
los ministros de la Iglesia sus instrumentos y sus mensajeros45. Cristo recon
ciliador establece la unidad entre los pueblos que por el pecado y el odio esta-
46. Ef 2,14-16: “Él es nuestra paz: el que de los dos pueblos hizo uno, derribando el muro
que los separaba, la enemistad, anulando en su carne la ley de los Mandamientos con sus pre
ceptos, para crear en sí mismo, de los dos, un solo Hombre Nuevo, haciendo la paz, y reconciliar
con Dios a ambos en un solo Cuerpo, por medio de la Cruz ...”.
47. Col 1, 20-22.
48. Cfr. también Rom 5,11; Rom 11,15; 1 Cor 7,11 ss, aunque en este pasaje se trata sobre
la reconciliación entre marido y mujer. Cfr. F. B üchsel. ''aXkaoca)'. En: Grande Lessico del
Nuovo Testamento. Fundado por Gerhard Kittel. Cont. por Gerhard Friedrich. Vol. I. Brescia;
Paideia 1965, cois. 673-696.
49. “... Hay un medio que nos separa, pero hay un mediador que nos reconcilia: el medio
que nos separa es el pecado, y el mediador que nos reconcilia es el Señor Jesucristo”. Tratados
sobre el Evangelio de San Juan, tr. 41, n. 5; PL 35,1695.
50. “... era necesario un mediador, esto es, reconciliador, que aplacase esta ira con la obla
ción de un sacrificio singular ...”. Compendio de la fe, esperanza y caridad a Lorenzo, 33,10; PL
40, 248-249.
51 Epístola 187,6,20; PL 33,839-840. Nótese el manejo de la “teoría del intercambio” carac
terística de la época patrística, presentada en clave de reconciliación. Vid. también Sermón 51, n.
35; PL 38, 354.
52 “Luego, todos los hombres que creyendo, amaron y amando, imitaron la humildad de
Cristo, ya por revelación antes de tomarla, ya por el Evangelio después de recibirla, fueron sana
dos por esta humildad de la impiedad de la soberbia para ser reconciliados con Dios”. Exposición
de la Carta a los Gálatas, n. 24; PL 35, 2122.
53. “El que es Dios sobre todas las cosas, Hijo igual al Padre, se hizo hombre para que, sien
do hombre-Dios, fuese mediador entre los hombres y Dios, y así reconciliase a los alejados, unie-
492 G. SÁNCHEZ ROJAS
“Resistamos, por tanto, a los gobernantes de las tinieblas con la luz de las vigi
lias. No es ese mundo el que se mantiene en vela en esta solemnidad, sino aquel
del que se dice: Dios estaba reconciliando el mundo consigo en Cristo, no impu
tándoles sus delitos (2 Cor 5,19). Tanto resplandece en todo el orbe de la tierra
la fama de esta vigilia que hasta obliga a estar despiertos en su carne a quienes
no diré que duermen en sus corazones, sino que están sepultados en la impiedad
infernal (...) En esta noche, pues, está en vela todo el mundo, tanto el mundo
enemigo como el mundo reconciliado. Está en vela éste, ya liberado, para ala
bar al médico; está despierto aquél, ya condenado, para blasfemar contra el
juez. Está en vela el primero, enfervorizado y resplandeciente en sus mentes
piadosas; está despierto el segundo, consumiéndose y rechinando sus dientes. A
aquél le impide dormir en esta fiesta la caridad, a éste la maldad; a aquél el vigor
cristiano, a éste la envidia diabólica”56.
se a los separados, llamase a los enemigos y acompañase a los peregrinos. Para esto se hizo hom
bre”. Enarración sobre el salmo 100, n. 3; PL 3 7 ,1285.Sobre el mismo tema, vid. Consecuencias
y perdón de los pecados y el bautismo de los niños, I, 26,39; PL 44,131; Sobre el pecado original,
II, 26, 31; PL 44, 400; Del Génesis a la letra, VIII, 14, 32; PL 34, 385; Sermón 361, n. 16; PL 38,
1608 y numerosas citas.
54. “¿Qué pudiese tan gratamente ser ofrecido y recibido como la carne de nuestro sacer
dote? Cuatro elementos integran todo sacrificio: el que ofrece, a quién se ofrece, qué se ofrece y
por quiénes se ofrece. El único y verdadero mediador nos reconcilia con Dios por medio de este
sacrificio de la paz, permanece uno con aquel a quien ofrece, se hace uno mismo con aquellos por
quienes ofrece y el que ofrece es lo que ofrece”. La Trinidad, IV, 14,19; PL 42, 901.
55. Cfr. Compendio de la fe, esperanza y caridad a Lorenzo, 41,13; PL 40, 253; La Ciudad
de Dios, X, 22; PL 41,299-300; Enarración sobre el salmo 67, n. 32; PL 36, 833; La Trinidad XIII,
10,14; PL 42,1025.
56. S a n A gustín . Sermón 219; PL 38,1088.
ECCLESIA, MUNDUS RECONCILIATUS. ALGUNAS CONSIDERACIONES 493
“Los que Él recibió del Padre son los mismos que Él escogió del mundo y los
eligió para que no fuesen ya del mundo, como Él no es del mundo; mas de
manera que ellos formen parte también del mundo que cree y conoce que Cristo
fue enviado por el Padre para que el munido fuese liberado del mundo, a fin de
que el mundo que ha de ser reconciliado con Dios no perezca con el mundo su
enemigo irreconciliable”57.
57. S an A gustín Tratados sobre el Evangelio de San Juan, tr. 111, n. 1; PL 35,1925.
494 G. SÁNCHEZ ROJAS
este mundo y se hallan “mezclados” (“permixta”, dice San Agustín) con los
miembros del mundo o de la ciudad terrena. En una y en otra, sus miembros
son tomados del mundo, y allí viven, desempeñando labores profanas o secu
lares. La única existencia humana vivida en esta tierra es común a unos y
otros. Y, en un plano más teológico, habrá que señalar que la invitación a vivir
la comunión con Dios es ofrecida a todos sin excepción, tanto a los miembros
del mundo reconciliado como a los miembros del mundo profano; tanto a los
miembros de la Ciudad de Dios como a los miembros de la ciudad terrena.
Unidad de existencia, de convivencia y de destino sobrenatural: tal es la pri
mera constatación que puede ser establecida aquí.
En segundo lugar, d i s t i n c i ó n . La Iglesia no es el mundo. Retomando la
terminología joánica, se puede decir que la Iglesia, que está en el mundo, “no
es del mundo”. Se diferencia de él por su fe en Cristo, por el amor que vive y
que no brota de ella misma, sino que es la apropiación del amor con el que
Dios la amó, por Jesucristo y en el Espíritu Santo. A tal punto este amor es el
núcleo distintivo de la identidad de la Iglesia, que configura su identidad de
un modo nuevo, único e incomparable. San Agustín describe este amor con-
figurador como reconciliador:
“El amor con que Dios ama es incomprensible, y al mismo tiempo inmutable.
Porque no comenzó a amarnos desde cuando fuimos con Él reconciliados por la
sangre de su Hijo, sino que nos amó antes de la formación del mundo para que,
juntamente con su Hijo, fuésemos hijos suyos cuando nosotros no éramos abso
lutamente nada. Pero, al decir que hemos sido reconciliados con Dios por la
muerte de su Hijo, no debemos oírlo ni tomarlo como si el Hijo nos haya recon
ciliado con Él para comenzar a amar a quienes antes odiaba, al modo que un
enemigo se reconcilia con otro enemigo para hacerse amigos, amándose después
los que antes se odiaban; sino que fuimos reconciliados con el que ya nos amaba
y cuyos enemigos éramos por el pecado”58.
58. San A gustín Tratados sobre el Evangelio de San Juan, tr. 110, 6; PL 35,1923.
59. “La fuente misma de la gracia es Dios por naturaleza,y por una gracia inefable es hom
bre, nacido del Espíritu Santo y de la Virgen. Finalmente, ya que la gracia de Dios viene por
Jesucristo, Señor nuestro, por Él mismo éstos también han conocido, dice, que Tú me has envia
do. Este es el mundo reconciliado. Pero te han conocido porque Tú me has enviado; luego te han
conocido por una gracia”. Tratados sobre el Evangelio de San Juan, tr. 111, 5; PL 35,1929.
ECCLESIA, MUNDUS RECONCILIATUS. ALGUNAS CONSIDERACIONES 495
nuestros corazones por el Espíritu Santo que nos ha sido dado”60, Pero está
además la fe, que distingue al miembro de la Iglesia y lo “separa” del mundo
profano. Creyendo, el ser humano participa de la misma vida de Dios, hace
suyo el Designio del Creador y se inserta además en una comunidad. Así
como la caridad, la fe posee un efecto reconciliador. Comentando las palabras
de Jesús; “No ruego solamente por éstos, sino también por aquellos que por
su palabra han de creer en mí” (Jn 17, 20), San Agustín dice:
“Hay un mundo del que está escrito: Para que no seamos condenados con este
mundo (1 Cor 11,32). Por este mundo no ruega, porque no ignora el lugar a que
está predestinado. Y hay asimismo otro mundo, del cual está escrito: No ha veni
do el Hijo del Hombre a juzgar al mundo, sino para que por Él se salve el mundo;
por eso dice el apóstol: En Cristo estaba Dios reconciliando al mundo consigo (2
Cor 5,19). Por este mundo ruega diciendo: Para que crea que Tú me enviaste.
Esta es la fe que reconcilia al mundo con Dios, creyendo en Cristo, que fue
enviado por Dios”61.
61. San A gustín Tratados sobre el Evangelio de San Juan, tr. 110, n. 2; PL 35,1920-1921.
62. “El poder ser regenerado por ministerio de voluntad ajena, cuando es ofrecido uin con
sagrando, es obra del único Espíritu. Éste es quien regenera al ofrecido, porque no está escrito:
Si alguien no renaciere de la voluntad de los padres o de los oferentes o ministros... sino: Si alguien
no renaciere del agua y del Espíritu Santo (Jn 3, 5). Son, pues, el agua, que representa exterior-
mente el sacramento de la gracia, y el Espíritu, que obra interiormente el beneficio de la gracia,
los que desatan el vínculo de la culpa y reconcilian el bien de la naturaleza (con Dios)”. San
Agustín. Carta 98, n. 2; PL 33, 360.
63 “¿Qué le aprovecha al hombre la sola fe sana, o el solo sacramento auténtico de la fe, si
la herida mortal del cisma ha destruido la salud de la caridad, por cuya sola ruina son arrastra
dos a la muerte también los otros miembros sanos? Para que no suceda esto, no cesa la miseri
cordia de Dios, mediante la unidad de su santa Iglesia, para que acudan y sean curados median
te la medicina de la reconciliación y el vínculo de la paz”. San A gustín Sobre el bautismo, I, 8,
11; PL 43,116.
64. Cfr. La Ciudad de Dios, XX, 9,2; PL 41, 674, que habla sobre la Eucaristía ofrecida por
los difuntos, y que, presentada ante Dios como sufragio, les obtiene la reconciliación que busca
ron en esta vida.
496 G. SÁNCHEZ ROJAS
“Y en esta vida no deja (Dios) de aumentar los flagelos, para que, consideran
do lo que padecen y por qué padecen, en algún momento se den cuenta, y quie
nes ya en la unidad de Donato recibieron el bautismo de los maximianistas,
ahora abracen por la paz de Cristo el bautismo en la tierra, vuelvan a la raíz, se
reconcilien con la unidad, vean que nada les queda por decir, sino por hacer, a
fin de que por sus hechos pasados ofrezcan un sacrificio de amor al Dios fácil de
aplacar, cuya unidad rasgaron con su nefasto crimen y a cuyos sacramentos infi
rieron prolongadas injurias”65.
“...Ya desde aquí abajo, e incluso desde un punto de vista humano, la Iglesia ase
gura entre nosotros esta comunnión que nuestras civilizaciones modernas igno
ran y que, además, nunca fue sino pasajera. ‘La esposa de Cristo no cesa de
tener conciencia de esta Humanidad cuyo destino ella lleva en su regazo’.
Tal es por consiguiente el doble beneficio que reporta. Arca de salvación, ella
nos salva de las olas de este mundo perecedero; pero al mismo tiempo recoge
las esperanzas del género humano. Mundus reconciliatus Ecclesia66.
“El Padre quiso convocar a toda la humanidad en la Iglesia de su Hijo para reu
nir de nuevo a todos sus hijos que el pecado había dispersado y extraviado. La
Iglesia es el lugar donde la humanidad debe volver a encontrar su unidad y su
salvación. Ella es el ‘mundo reconciliado’ (San Agustín, serm. 96,7-9). Es, ade
más, este barco que ‘pleno dominicae crucis velo Sancti Spiritus flatu in hoc
bene navigat mundo’ (‘con su velamen que es la cruz de Cristo, empujado por
el Espíritu Santo, navega bien en este mundo’) (San Ambrosio, virg. 18, 188);
según otra imagen estimada por los Padres de la Iglesia, está prefigurada por el
Arca de Noé que es la única que salva del Diluvio (Cf. 1 Pe 3, 20-21)”69.
66. Henri d e L ubac . Meditación sobre la Iglesia. Madrid; Encuentro 1988, p. 150. Cita a San
Agustín, Sermón 96, 8-9; PL 38, 588.
67. Cfr. Catecismo de la Iglesia Católica, nn. 839-841, que habla sobre las relaciones de la
Iglesia con los judíos y con los musulmanes.
68. Cfr. Catecismo de la Iglesia Católica, nn. 842-843.
69. Catecismo de la Iglesia Católica, n. 845.
70. El Catecismo parece recoger las reflexiones del Cardenal de Lubac en el n. 830, cuando,
hablando de la catolicidad de la Iglesia, señala que ésta se entiende primeramente como totali-
498 G. SÁNCHEZ ROJAS
dad o plenitud, y no en sentido cuantitativo. Por eso: “...La Iglesia, en este sentido fundamental,
era católica el día de Pentecostés”. Compárese con lo que dice de Lubac sobre el mismo tema:
“La Iglesia no es católica por estar actualmente extendida en toda la superficie de la tierra. Era
ya católica la mañana de Pentecostés, cuando todos sus miembros cabían en una sala ...”.
Cateolicismo. Aspectos sociales del dogma. Madrid; Encuentro 1988, pp. 37-38.
71. Cfr. Constitución Dogmática sobre la Iglesia, Lumen gentium, n.l; también n. 48: “Cristo
... envió sobre los discípulos a su Espíritu Vivificador, y por Él hizo a su Cuerpo, que es la Iglesia,
sacramento universal de salvación”.
72. Continúa el mismo texto: “En esta expresión simple y clara subyace la convicción de que
la Iglesia, para anunciar y promover de modo más eficaz al mundo la reconciliación, debe con
vertirse cada vez más en una comunidad (aunque se trate de la ‘pequeña grey’ de los primeros
tiempos) de discípulos de Cristo, unidos en el empeño de convertirse continuamente al Señor y
de vivir como hombres nuevos en el espíritu y práctica de la reconciliación”, n. 9.
73. Allí mismo, n. 11.
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Dr. Gustavo S á n c h e z R o ja s
Lima-Perú