Teogonía Hesiodo
Teogonía Hesiodo
Teogonía Hesiodo
Teogonía Hesiodo
Hesiodo no adquirió su aguda y penetrante voz por la técnica, voz que envuelve
al tiempo y a causa del abrigo que le proporciona le cuenta sus más íntimos
secretos, sino que las musas helio (Hesiodo, 2008)cóniadas, portadoras del deber
de cantar la grandeza de los dioses, de moldear al dúctil tiempo y elevar y alabar a
los seres que en él han realizado proezas supremas, se lo entregaron un día en
que Hesiodo apacentaba sus ovejas al pie del monte heliocon, esto fue lo que
dieron y le comunicaron:
“Un cetro después de cortar una admirable rama de florido laurel. Me infundieron
voz divina para celebrar el futuro y el pasado y me encargaron alabar con himnos
la estirpe de los felices Sempiternos y cantarles siempre a ellas mismas al
principio y al final”. (Hesiodo, 2008, p. 1)
Hesiodo nos narra que lo que primero fue el caos, sucediéndole en el orden de las
primeras creaciones Gea, no especifica de donde nacen, dándonos a entender
que siempre fueron o que su génesis es impensable al ser los primeros principios.
También no relata que, de la misma manera, ya existía el Tártaro, habitando en el
profundidades de seno de Gea. Eros también ya estaba pululando en la existencia
junto a ellos. Lo siguiente fue que Gea engendró a Urano, dice Hesiodo, con las
mismas proporciones que ella. Para este momento ya existen la tierra y el cielo,
como padres primordiales. Ya existen también, frutos del caos, otros dioses como
la Noche y Érebo. Y por último, Gea también engendró a Ponto, el mar.
ejecutada por Zeus, de las nueve musas: Clio, Euterpe, Thalía, Melpómene,
Terpsícore, Erato, Polimnias, Urania y Calíope. También alumbró a los cíclopes:
Brontes, Estéropes y Arges, estos fueron los que tiempo después le obsequiaron
el trueno y el relámpago. Y no menos importantes son los hecatónquiros tres seres
tan terribles que inspiraron miedo inmediato a Urano debido a su poderosísima
fuerza, estos son: Coto, Briareo y Giges. Los tres poseedores de cincuenta
cabezas.
La unión de Rea y de cronos tuvo como fruto muchos hijos y muy famosos: “Histia,
Deméter, Hera de áureas sandalias, el poderoso Hades que reside bajo la tierra
con implacable corazón, el resonante Ennosigeo y el prudente Zeus, padre de
dioses y hombres, por cuyo trueno tiembla la anchurosa tierra. (Hesiodo, 2008.
P.6) Los primeros fueron inmediatamente al salir del Rea fagocitados por Cronos
para que ninguno tuviera la dignidad de ser más valioso que él. Ya que existía una
David Maldonado de la Mora
Jápeto junto a Clímenes, una oceánide, tuvieron cuatro descendientes que sufrirán
cada uno, bajo su propio carácter, un castigo severo y famoso por parte de Zeus.
Estos son: Atlas, Prometheo, Menetio y Epimeteo. Atlas fue condenado a sostener
el cielo por toda la eternidad y Prometeo fue atado a una roca, en la región del
Cáucaso, condenado a ser devorado su hígado por águila todas los días, la tortura
radica en su eternidad, ya que al ser un Dios y ser inmortal su hígado se regenera
cada noche. Sólo Heracles salvó a Prometheo de su terrible castigo, gracias a la
misericordia y piedad de Zeus, asesinando al águila y liberándolo rompiendo las
cadenas hechas por Hefesto que lo mantenían atado a dicha roca. Este castigo
fue ordenado por Zeus a Prometheo debido a que este último, en su
grandilocuente picardía, engaño a Zeus dos veces; primero, al ser encargado por
Zeus de que el organizara las ceremonias que vincularían a los hombres con los
Dioses, engaño al Dios poseedor de Egida al crear el sacrificio y quema de
animales en honor de los dioses. Él le presentó dos lotes, uno contenía sólo
huesos pero estaba disfrazado de una deliciosa capa de grasa y el otro era uno
rebosante de grasa y carne, pero estaba disfrazado de vísceras y de todo aquello
indeseable que posee un animal. Zeus dijo: “¡Hijo de Jápeto, conocedor de los
designios sobre todas las cosas, amigo mío, ciertamente no estabas ya
David Maldonado de la Mora
“Paladín fuiste para los Inmortales de una cruel contienda y por tu sabiduría
regresamos de nuevo saliendo de aquella oscura tiniebla, ¡soberano hijo de
Cronos!, después de sufrir desesperantes tormentos entre inexorables cadenas.
Por ello también ahora, con corazón firme y resuelta decisión, defenderemos
vuestro poder en terrible batalla luchando contra los Titanes a través de violentos
combates”. (Hesiodo, 2008, p.8)