Filo Sofia
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valeritapilar@gmail.com
12/11/2021
La mujer Trans en el deporte. Dos casos de estudio
Introducción
El deporte históricamente ha evolucionado de forma paralela a la sociedad de masas y al
desarrollo de la civilización. Es una práctica social que no escapa a las problemáticas y
nuevos desafíos que se presentan dentro del contexto sociocultural, político y económico
donde se inserta.
En particular el caso del deporte de Alto Rendimiento que se encuentra indiscutiblemente
representado por los valores del olimpismo y la regulación de Comité Olímpico
Internacional (COI) como institución representativa del deporte internacional.
A lo largo de la historia, el deporte ha atravesado diferentes etapas en la participación de
hombres y mujeres dentro del calendario olímpico. En la antigua Grecia, donde surge el
concepto de Juegos Olímpicos, las mujeres eran segregadas de participar de cualquier
evento deportivo. Dicha situación perduró hasta los Juegos Olímpicos de Paris en el año
1900, donde se les permitió participar en aquellos deportes que eran considerados de
naturaleza femenina. Con el crecimiento de los movimientos feministas y el suceder de los
ciclos olímpicos, la mujer progresivamente fue incrementando su participación olímpica en
número y en cantidad de deportes. En tiempos recientes la inclusión de categorías
femeninas en casi todas las modalidades deportivas posiciona a la mujer en una situación de
protagonismo similar a la del hombre.
A pesar de este avance en materia de igualdad, la segregación por distinción binaria de
sexos sigue siendo la política extendida en todos los deportes. Con deportes de hombres o
deportes de mujeres.
En los Juegos Olímpicos de 1968 se introducen por primera vez las pruebas de verificación
de género, con el fin de evitar que deportistas masculinos intenten competir como mujeres
o que mujeres con condición intersexual obtengan ventajas injustas. Este recurso fue,
durante mucho tiempo, el medio principal que tuvieron las organizaciones deportivas
mundiales para mantener a raya la división de género en el deporte de Alto Rendimiento.
Con el reconocimiento del género no binario, la aceptación de la comunidad trans y sus
correspondientes derechos a nivel mundial ha surgido un debate sobre la participación de
las mujeres transgénero en los deportes de Alto Rendimiento. En particular el debate se
torna más intenso en aquellos deportes donde la diferencia biológica entre un hombre y una
mujer es más notoria.
Los dos casos que presentaré a continuación están estrechamente relacionados y serán
analizados desde la temática del deporte y género (área de inclusión social) y desde la ética
del deporte (área de alto rendimiento deportivo). Ambos casos se destacan por presentar un
cuadro conflictivo en el que se pone en tensión el derecho legítimo de las mujeres
transgénero, el derecho de las mujeres cisgénero a una competencia justa y el espíritu
deportivo al que atenta la sombra del doping.
Como mujer cisgénero que ha sido atleta de Alto Rendimiento en disciplinas
tradicionalmente masculinas y perteneciente a la comunidad LGBT+, mi interés en estos
casos en particular guarda relación con la implicancia de ser mujer transgénero en deportes
exclusivamente de fuerza, como es el caso de Laurel Hubbard en la Halterofilia y en
aquellos de combate como el caso de Alana McLaughlin en las Artes Marciales Mixtas
(AMM).
Ambos casos mostrarán dos caras de una misma problemática, que hoy en día acapara gran
atención por parte de la sociedad y en donde al mismo tiempo se reproducen los valores
sociales vigentes.
En las siguientes líneas me propondré acercarme a un entendimiento más profundo sobre el
tema y a todo aquello que lo rodea. Entendiendo que estos casos ponen en juego mucho
más que una medalla o el reconocimiento social.
Alana McLaughlin nacida en el año 1983 en Estados Unidos de América pelea dentro de la
famosa franquicia Ultimate Fight Championship (UFC) y se convirtió en la segunda
luchadora profesional transgénero en la historia de las Artes Marciales Mixtas. Criada en el
seno de una familia católica, desde muy pequeña supo quien realmente quería ser, pero se
vio enfrentada a una vida de abusos que la forzaron a esconderse bajo una identidad que no
era la suya. Como hombre, en 2003 se alistó en las Fuerzas Especiales del Ejército de los
Estados Unidos, integrándose en un grupo de élite con el que combatió en Afganistán
durante seis años. Alcanzó el grado de sargento y recibió ocho condecoraciones. En 2010,
fue diagnosticada de trastorno por estrés postraumático. En 2012 con 30 años y tras
abandonar su carrera militar comenzó su transición como mujer, un año después se acercó a
la práctica de boxeo hasta que finalmente encontró su deporte en las AMM. Su debut en la
cartelera de la UFC se concretó en septiembre de 2021 donde enfrentó a la experimentada
Celine Provost a quien venció en el primer round por estrangulamiento.
Estas atletas comparten una historia en común: desde pequeñas sabían quienes querían ser,
pero tuvieron que enfrentarse a un mundo en el que no se sintieron libres de decidir cómo
vivir. Butler (1988) sostiene que en la sociedad moderna se ha instituido el sistema de la
heterosexualidad obligatoria, un modelo en el que debe existir una concordancia entre el
sexo biológico, género y deseo. Como describe Butler y en particular en la época de los 90,
que coincide con la infancia y adolescencia de estas atletas, el paradigma de la heterosexual
como normalidad marcaba la forma de comportamiento de un sujeto dentro de la sociedad.
Después de haber atravesado una vida de dificultades, bajo una identidad que no era la que
auto-percibían, lograron a una edad adulta encontrarse en un mundo acorde a como se
sentían.
Algunos opositores aluden que el problema del atleta transgénero reside en la edad en que
este realiza la transición, es decir que cuanto más joven es el atleta menos experiencia
como hombre tiene. Retomando el caso de Laurel en la Halterofilia, durante la fase
sensible de su desarrollo deportivo entrenó como y con los implementos propios de un
hombre. De esta manera por citar un ejemplo, toda su vida deportiva entrenó con una barra
olímpica 3mm más grande que la utilizada por las mujeres, suponiendo una potencial
ventaja deportiva a la hora de utilizar la barra femenina. En el caso de Alana la experiencia
de haber combatido durante todo su entrenamiento como hombre con atletas más grandes y
pesados también puede representar una ventaja, en particular en cuanto a la circunferencia
de la espalda y la cintura de sus oponentes para lo que es tomas, agarres y lances.
A pesar de las diferentes posiciones sobre esta problemática tanto opositores como
defensores de las mujeres transgénero están de acuerdo en que las capacidades que hacen a
una persona resaltar en un deporte no están claras y guardan gran relación con la disciplina
en particular. Cada deporte exige habilidades distintas y dependiendo de ello las mujeres
están en mayor o menor desigualdad con los hombres. Un dato curioso que se presenta con
mayor frecuencia es la inclusión por parte de las federaciones internacionales de categorías
mixtas como es el caso del nado sincronizado mixto. Es posible que en un futuro la
separación por género binario deba ser replanteada por las federaciones internacionales y el
mismo COI.
A modo de resumen
A lo largo de este trabajo ha quedado expuesto como el deporte puede favorecer en igual
medida a la inclusión de unos y a la exclusión de otros. Es generador de polémicas que
ponen en tensión aquellos debates existentes en la sociedad misma. Una problemática se va
superponiendo a otra y en el transcurso del tiempo van amalgamándose hasta encontrar, de
alguna forma, una suerte de equilibrio que permite que la sociedad siga evolucionando.
El debate sobre la cuestión transgénero viene lastrado gravemente por la falta de
investigación científica contrastada, el miedo existente en los dirigentes a tomar decisiones
que sean criticadas desde diversas ideologías y la necesidad de resolver con urgencia un
tema que necesita ser abordado desde una gran variedad de perspectivas.
Se puede observar que la situación que genera más polémica en las deportistas transgénero
tiene que ver con la experiencia deportiva como hombre más que con las diferencias
hormonales o físicas. Pareciera que el verdadero problema es el desafío que representa
enfrentarse contra un atleta que lleva una década de trayectoria como deportista masculino
de Alto Rendimiento.
Para llegar a un acercamiento de solución es importante evaluar cada caso en particular,
considerando el tipo de deporte y la experiencia previa del atleta como hombre en el Alto
Rendimiento Deportivo. Según Guariglia y Vidiella (2011) solo podemos hacer una
valoración correcta de una conducta si conocemos su intención a corto y largo plazo y la
situación en la que esta involucrada.
Por lo tanto, es necesario que cada federación deportiva evalúe sus propias condiciones de
inclusión, equidad y seguridad respetando al mismo tiempo las legislaciones mundiales
vigentes y los derechos de los atletas transgénero, cisgénero y del público que cumple, en el
deporte de Alto Rendimiento, un rol fundamental.
Bibliografía