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Ensayo Eje

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LA CONSTRUCCIÓN DE LA

PROBLEMÁTICA SOCIOLÓGICA
Una historia de crisis virtuales, actuales y un
acompañamiento de lectura mal logrado.

Modulo Teoría Social I


Profesor Manuel Antonio Garretón

Diego Rivera
Diego.rivera.lisboa@gmai.com
Declaración de Intención
Este ensayo es una exploración de una selección de textos del programa de teoría sociológica
guiados por un eje de reflexión centrado en el rol de la teoría en la construcción de problemáticas
sociales. Personalmente, espero que el texto tenga alguna utilidad en permitirme formular y
reflexionar sobre mis áreas de trabajo y el rol que la teoría que utilizare, y que espero producir,
tenga en la constitución de la problemática del trabajo digital y sus procesos de subjetivación.
Sin embargo, por la naturaleza del ensayo las alusiones a este tópico en específico serán
reducidas. Así mismo, dada la naturaleza de este ensayo como acompañamiento de lectura y
teniendo en mente el eje de reflexión de esta lectura, lamento decir que este probablemente será
un texto poroso, incompleto y muy autoindulgente. El tipo de texto que se beneficiaria de la
mano solida de un editor. Rol que no pienso cumplir. En parte esto es simple pereza, pero
también responde al sentimiento de que una lectura de este tipo debiese ser escabrosa, repelente
y quimérica. Si no, no sería el reflejo de las reflexiones del eje que la invoca. Una reflexión sobre
la teoría no debiese ser simple y ordenada. Ese es el trabajo de las teorías y el pensar sobre la
teoría debiese desarmar el territorio solemne e ilusorio en el que se instalan.

Antes de entrar al corpus propiamente tal considero necesario abordar el terreno en el que me
instalo al momento de escribir. Gabriel Abend (2008) propone una taxonomía respecto a los
significados de teoría sociológica. Como toda taxonomía uno puede hacer ciertas objeciones pero
siempre vuelvo a esta cuando pienso en este tópico y creo que hare uso de esta otra vez para
clasificar al cuerpo de lectura. Estas son teoría como: grupo de proposiciones respecto a
variables; explicaciones respecto a fenómenos sociales; interpretaciones de fenómenos sociales;
cuerpos de autores como Weber o Marx; perspectiva conceptual o interpretativa; perspectiva
normativa; y discusión de problemas sociológicos de larga duración como estructura y agencia.
Un elemento que me provocaba cierta inquietud, en retrospectiva innecesaria, era la falta de un
eje respecto a una teoría que buscaba generar efectos sociales, sea como herramienta para los
sujetos con los que trabaja, o de modo más concreto. Claramente esta caería bajo
interpretativa/normativa. Sin embargo, esta noción de la teoría como motor del cambio social
sigue siendo un punto que me tensiona bastante y que se repetirá en esta primera sección del
ensayo.
En esta línea, muy a mi pesar, tengo cierto terreno en común con el Latour de Reensamblar lo
Social (2008) en lo que enmarca como las tres tareas de la ciencia de vivir juntos. En palabras
del mismo Bruno:

“Estas metas no tienen nada de malo, dado que la sociología, la "ciencia de vivir juntos",
efectivamente debería ser capaz de cumplir con las tres tareas siguientes: debería poder
desplegar toda la gama de controversias respecto de que asociaciones son posibles;
debería poder mostrar a través de que medios se resuelven esas controversias y como se
sostienen tales arreglos y, tercero, puede ayudar a definir los procedimientos correctos
para componer lo colectivo, y cobrar así interés para quienes han sido el objeto de
estudio. Pero es imposible tratar de cumplir con esas tareas simultáneamente sin prestar
atenci6n a su orden. “ (pp.229)

Bruno acusa a la sociología clásica de equivocarse en el orden de las tareas, en confundir el


primer paso de constituir lo social y los objetos sociales con la constitución de los actores de lo
colectivo y lo político dando por sentado la constitución de lo social. Y en este punto coincido
con Latour, mucha teoría sociológica da las conformaciones de lo social por sentado sin
examinar las condiciones de esta conformación con el fin de producir actores estables con los
cuales pensar los “problemas de la época”. Esto es particularmente notorio en el territorio de
caza predilecto por los Latouríanos, los estudios de Ciencia y Tecnología. Muchos de los
presupuestos respecto a cuáles son las condiciones para que se produzca una relación social o
una relación productiva se tensionan al momento de dar el desplazamiento, como lo toman los
operaistas, de una fábrica a una fábrica-social que tranza no a traves de materia prima pero a
traves de la Inteligencia Colectiva (Gómez, 2014). Incluso, como tiende a pasar con muchos de
estos cambios paradigmáticos, más que aparecer como una condición del presente, aparece como
algo develado que siempre ha sido de este modo. Se vuelve difícil imaginar como los teóricos del
pasado pudieron estar vedados de tal conocimiento. Sin embargo, y como estoy seguro de que
Latour menciona en algún texto que no pienso leer, existe un contexto especifico en que la teoría
es producida, preguntas concretas que busca responder. Y es necesario volver a aquellas
preguntas para poder situar nuestra propia teoría, leer la crisis de un cuerpo teórico sin entender
precisamente las condiciones de su origen que precipitan esa crisis dificulta la salida de aquella
crisis y la renovación de los elementos que requieran ser renovados.
América Latina
En este punto, el texto de Garretón (2019) en el manual de SAGE respecto a textos clave
latinoamericanos ya me otorga ciertas claves con las cuales aproximarme al resto del corpus.
Siguiendo su espíritu introductorio el texto provee una historización bastante clara del desarrollo
de la sociología política en Latinoamérica en los últimos 50 años y las problemáticas centrales
que articulan el desarrollo de una teoría sociológica a su alrededor. En particular, a traves de las
figuras duales del Estado de Compromiso y más tarde, de los procesos de democratización, se
presenta una imagen clara donde la construcción de la teoría se enmarca como la descripción de
procesos de carencia o precariedad en la articulación de la matriz política de Latinoamérica,
concepto que Garretón y Selame (s.f.) enmarcan como crucial para la comprensión y
comparación de los distintos regímenes de Latinoamérica y sus diferencias con el Primer Mundo.
Mas allá de lo problemático del término Primer Mundo, y lo incomodo que es escribir un ensayo
sobre la literatura de alguien que posiblemente leerá este texto, lo que me parece particularmente
interesante es la conformación de un campo de teoría en el cual la teoría se enmarca dentro de un
proceso de diferenciación con lo que se configura como unas, perdonando lo laxo del término,
“modernidades maduras” en las cuales Latinoamérica aparece como una desviación para la cual
ciertas modificaciones teóricas deben ser incorporadas. Este es un elemento de Garretón y
Selame invocan explícitamente respecto a la teoría de nuevos movimientos sociales en tanto la
teoría tendría su origen en países en los cuales la matriz cultural tomaría más predominancia
frente a las matrices económicas y políticas, lo cual para los autores no sucedería en
Latinoamérica, en tanto los movimientos sociales, tanto en contextos de dictadura y
postdictadura, se verían enfrentados a crisis materiales y políticas producto de los procesos de
neoliberalizacion, globalización y conflicto respecto a modernidades alternativas, que causarían
que estos movimientos todavía mantuvieran una base política y material a pesar de la falta de
asociación con la política tradicional. Teniendo en mente el foco interpretativo respecto a
fenómenos particulares de la región, cabe preguntarse porque se mantendría el dialogo con un
corpus teórico que difiere sustancialmente en los actores que describe y las matrices analíticas
que piensa utilizar. Ciertamente hay un criterio pragmático respecto a la capacidad de establecer
un dialogo con el resto del planeta, pero incluso en este caso, más que aparecer como una
reconstitución de la teoría en la cual se ponen en cuestión los elementos centrales de la misma, lo
cual también permitiría este dialogo, estos elementos aparecen como un adendum a un cuerpo
teórico más amplio que permitirían constituir la particularidad de la región.

Garretón (2019) hace una distinción central respecto a las falencias de la sociología
Latinoamérica respecto a como se pensaba a sí misma a finales de siglo. El foco se puso en los
procesos de democratización, dejando de lado la teorización respecto a que se entendía por
democracia, descansando usualmente en un imago común de las democracias occidentales. Esto
eventualmente sería reemplazado por una aproximación más holística respecto a la construcción
de una matriz sociopolítica de la región, siendo estos esfuerzos parcialmente impulsados por las
crisis de los estados modernos. Pero creo que es relevante volver un poco a este momento
histórico en tanto, y asumo completamente lo obvio de esta afirmación, pero estas omisiones
también se enmarcan dentro del rol mismo que tenía la teoría sociológica a fines de dictadura y
principios de postdictadura, la crisis de los estados en el “Primer Mundo” ya era visible a traves
de los procesos de neoliberalizacion de la esfera angloparlante, lo inapropiado de las nociones
“tradicionales” de democracia en la región eran un elemento de crítica de larga duración, pero en
un proceso histórico donde la democratización se entiende como un problema central, la
democracia no puede serlo en tanto podría poner en riesgo estos procesos de democratización. Si
la teoría sociológica ha de ser un elemento central en la constitución de un imaginario político
entonces debe, necesariamente, estar vedada de entrar a ciertos lugares que podrían poner en
riesgo el proyecto total. Contrario a como afirma Latour (2008), una Ciencia de Vivir Juntos no
puede desplegar toda la gama de controversias sin poner en riesgo las categorías que permiten
vivir juntos. Así mismo, una teoría latinoamericana que todavía se asocia a un proyecto moderno
ajeno no puede evitar enmarcarse en un terreno de comparación, y frecuentemente carencia,
frente al mismo. Y así mismo, el dialogo con las teorías que sostienen este proyecto debe
sostenerse desde la diferencia y no desde la crítica fundamental a sus categorías.

Hasta cierto punto esto puede asociarse el tópico puede asociarse a lo que Torres y Borrastero
(s.f) enmarcan como las disposiciones de la teoría sociológica respecto a la relación entre
capitalismo y Estado en Latinoamérica. Los autores mencionan 3 grandes cuerpos teóricos: La
disposición autonomista en la cual el estado tendría el rol central en un desarrollo capitalista que,
en conjunto con un desarrollo científico, permitiría mitigar el nivel de dependencia de la región y
producir desarrollo social equitativo; una disposición negacionista en la cual, tomando un giro
posmoderno, sería necesario producir un quiebre con las tres instituciones centrales de los
proyectos modernos europeos: “la economía capitalista, el estado nacional y el sistema de
conocimiento científico.” (pp.5) y producir nuevas ontologías y conformaciones de estado
propias de la región; y dos formas de disposiciones concéntricas dentro de un eje reformista y
otro marxista en el cual al mismo tiempo se reconocería la posición global de América Latina
mientras que se eliminarían las particularidades de la región y se buscaría un movimiento
homologo al desarrollo del Norte. Para les autores, mientras que la disposición negacionista seria
la corriente dominante en la región tras la década de los 90s, la disposición autonomista estaría
teniendo un resurgimiento y tendría el potencial de recuperar el “protagonismo teórico y político
de la sociología en América Latina” (pp.10). Esta última afirmación me genera varios conflictos,
en particular en tanto me parece al mismo tiempo una afirmación extremadamente obvia y sin
embargo no entiendo precisamente que significa. A pesar de la dominancia de la corriente
negacionista, su propio ethos le genera barreras fundamentales para salir de movimientos
sociales específicos o círculos académicos. Las disposiciones norcentristas no tienen ese
problema pero su foco en poner un foco homólogo en la región también las pone en problemas,
particularmente a la vertiente reformista. La única corriente que puede generar un análisis critico
de las relaciones de dependencia de la región y producir un marco de su superación dentro de las
categorías de existencia de estas es la disposición autonomista. Es casi un pleonasmo. La
disposición autonomista se constituye alrededor de construir una alternativa políticamente viable.
Pero al mismo tiempo, ¿Qué significa aquello? ¿Qué significa que la teoría sociológica tenga un
rol central? ¿Y porque aquello sería deseable? Volviendo a la taxonomía de Abend (2008), es
una teoría normativa. Claramente hay un foco respecto a encontrar la conformación de una
relación Capital-Estado que permita lograr emancipar a la región mas allá de dar cuenta o
explicar los elementos de esta conformación pero la aspiración a un rol central aparece más
como la búsqueda de consagrar un problema específico como constitutivo de la conformación
política de la región. Y al mismo tiempo, implica al mismo tiempo que ya lo es, esto le daría su
potencial de tomar ese rol, y no lo es tanto si realmente lo fuera ya lo tendría. Otras teorías
normativas, siendo para Abend este el territorio de las teorías críticas y postcoloniales, tienden a
enmarcarse en planos subjetivos y cotidianos como elementos de justificación de su centralidad
pero la relación entre Capital-Estado y las relaciones de dependencia modernas existen varios
niveles de abstracción por encima de estas. ¿Qué implicancias tiene constituir a los actores
sociales desde este punto? ¿De enmarcar las problemáticas de la sociología como problemas del
desarrollo?

Y si bien no lo abordan de la misma manera, Mignolo (2008) con su proyecto decolonial sigue
inserto en una lógica similar, un proyecto decolonial implica reconocer la geopolítica del
conocimiento, reconocer las relaciones de poder que producen las posiciones epistémicas en las
que existimos y nos movemos pero también generar matrices nuevas, en tanto si bien no
podemos prescindir de estas posiciones, por ahora, podemos generar una crítica a estas,
desnaturalizarlas, posicionarnos como productores de conocimiento desde la periferia y
eventualmente producir conocimiento propio. Sin embargo, esta opción decolonial sigue de
cierto modo posicionada desde este territorio y enmarca la producción de la teoría desde este
aspecto normativo donde estamos constituyendo un problema sociológico y una serie de actores
para volverlos centrales y reales. Domínguez (2015) intenta de cierto modo hacerse cargo de esta
crítica, pidiendo que nos reenfoquemos en la producción de una teoría de la modernidad
latinoamericana, pero mas allá de lo cuestionable de poner el foco otra vez en el desarrollo de
una modernidad latinoamericana, es por qué esta es una teoría especifica. ¿Por qué la teoría
latinoamericana de la modernidad no es simplemente una teoría de la modernidad? Claramente la
región tiene una serie de particularidades históricas pero la noción de una modernidad
incompleta es fundamental al concepto y las mismas precariedades políticas, materiales y
sociales que desde varios autores se constituyen casi como endémicas de la región se reproducen
de manera clara en el Norte Global. Es casi un cliché el mencionar que el Centro sigue teniendo
sus Periferias. Por ejemplo, Portes, Castells y Benson (1989) claramente indican que el trabajo
informal cumple un rol estructural en las economías de Europa y EE.UU. pero el foco para los
autores se pone en la deriva de este a países fuera de esta esfera en la articulación de un
capitalismo global. Pero la realidad concreta es que estas derivas también se extendieron en sus
territorios y han tenido una vuelta concreta en la figura de la “gig economy” (Doorn & Badger,
2020). Una teoría de la modernidad latinoamericana podría claramente dar un prisma analítico
solido para hablar de aquello y sin embargo el problema siempre se vuelve a situar en nuestra
particularidad. En este sentido, siguiendo a Mignolo (2008), tal vez otro paso para descolonizar
el conocimiento también es atrevernos a hablar desde la periferia como si fuera centro.
Claramente toda teoría tendría problemas fuera de su contexto de producción pero aquello puede
ser la tarea de otros. E insisto en que probablemente generaría debates fructíferos respecto a las
condiciones del Norte.

Por otro lado, Garretón et al (2004) proponen una versión de esta problemática en la figura de las
teorías de alcance medio y la matriz sociopolítica como marco de articulación de teorías
específicas sobre Latinoamérica separadas de las matrices teóricas universalistas. De manera
bastante más sucinta argumentan que la problemática central que articulaba la sociología
latinoamericana era la tensión entre los modelos de desarrollos “occidentales” y las carencias de
estos modelos en la región. De cierta manera, esto seguiría siendo parte del proyecto sociológico
latinoamericano en tanto los autores mencionan que las problemáticas de la construcción de la
democracia, la integración social, la integración regional a la economía global y el desarrollo de
la modernidad todavía aparecen como elementos centrales en la construcción de la teoría. Sin
embargo, se producidiría un movimiento desde las teorías más universalistas del desarrollo como
la teoría de la dependencia a lo que los autores denominan como teorías de alcances medio. Es
decir, una teoría enfocada en producir teoría para el análisis de fenómenos en un contexto dado y
no como un marco general de interpretación de todas las relaciones posibles. Este tipo de teoría
sería necesario en tanto con el colapso de los modelos desarrollistas en la región se vuelve
imposible poder generar matrices generales de interpretación. Con este propósito, los autores
proponen el concepto de matriz sociopolítica con el fin de generar un marco interpretativo
común de las particularidades de cada región, entregar una conceptualización que permitiría
incorporar las dimensiones culturales además de las dimensiones políticas y económicas que
dominaban los modelos anteriores. En términos simples una matriz sociopolítica se compone de
un Estado como elemento directivo, un sistema de representación política, y bases culturales y
socioeconómicas (Garretón, 2007 en Mascareño 2009). Un elemento central de esta teorización
seria su naturaleza hermenéutica, los elementos de la matriz no serían elementos naturales, si no
conceptualizaciones para permitir producir modelos de especificidad y diferenciación de
distintos modelos de relaciones y proyectos de sociedad. Es aquí donde está su naturaleza como
teoría de alcance medio. O teoría de tercer tipo en la tipología de Abend (2008). Sin embargo,
sigue la tensión con este elemento normativo de la teoría latinoamericana, el análisis de las
matrices sigue estando enmarcado alrededor del colapso de una matriz sociopolítica, y para el
momento de la escritura del texto hace casi 20 años atrás, la emergencia de otras matrices de
manera incipiente y la pregunta sobre como estas matrices pueden ser…¿navegadas?
¿conducidas? para lograr los objetivos anteriormente mencionados.

Si bien el texto anterior fue publicado el 2004, la noción de que las problemáticas políticas de la
región han cambiado de manera sustancial y generado un quiebre con las matrices interpretativas
previas es un elemento común de varios autores. Svampa (2017) enmarca este proceso en una
crisis del progresismo tras un descenso en el mercado de las commodities que daría pie a cuatro
problemáticas centrales comunes de la región; la primera seria el avance de las luchas indígenas;
la crítica a los modelos extractivistas; el cambio en el esquema sociopolítico respecto a la
posibilidad de una región autónoma y la creciente imbricación de China en los mercados
nacionales; y el retorno de los populismos a traves de lo que Svampa denomina como los
populismos infinitos a traves de al mismo tiempo una ruptura fundacional y un ethos de
representación totalizada. En particular, lo que se presenta para Svampa es que tras la crisis del
progresismo aparece un vacío de un proyecto político común y este espacio ha estado siendo
ocupado por “problemáticas tradicionales” de la región como los lideres populistas. Por otro
lado, Calderon y Castells (2018) proponen un escenario similar al de Svampa, un colapso de los
proyectos progresistas pero los autores tienen una perspectiva bastante más optimista respecto a
la capacidad de estos de rearticularse y de la capacidad de los movimientos políticos de construir
salidas a esta crisis. Sin embargo, tanto para todos los autores, sigue estableciéndose una clara
nostalgia por los procesos de modernización y democratización de la región, explícitamente en el
caso de Calderon y Castells (2018), las problemáticas centrales aparecen como un tema no
resuelto y pendiente. Del mismo modo, en Tres Pensamientos Políticos (2010) las conferencias
se enmarcan en lo mismo. La desarticulación de proyectos pasados y su capacidad de persistir en
el presente. En este sentido, la problemática se enmarca precisamente en la incapacidad de
establecer estos tópicos como problemáticas articuladoras de la teoría y de los movimientos
políticos.

Chile y la Crisis Permanente Inminente


De cierto modo, el cuerpo de este texto sigue la estructura del programa. Como ya mencioné el
texto más que todo está estructurado como mi compañía de lectura y en este momento
entraríamos a la sección sobre Chile. El texto de Pinto (1971) aparece como un puente solido con
la sección anterior en tanto es precisamente un texto inserto en la problemática del desarrollo
regional y su relación con el desarrollo de la matriz sociopolítica del país. En particular, Pinto
(1971) busca explicar las particularidades del país en comparación con el resto de América
Latina y la relación que esta tiene con la composición de las coaliciones políticas de Chile. Es
importante mencionar que el texto se enmarca principalmente dentro de una política partidista,
mencionando pocas veces lo que sucedía por fuera de esta o la relación que esta tenía con otros
actores fuera de los grandes actores económicos. La “base obrera” irrumpe en la segunda mitad
del siglo XX pero aparece atada al “frentismo” y su eventual crisis, que no es descrita en mas
allá de 1-2 planas. De cierta manera se puede intuir que uno de los problemas centrales del texto
es precisamente esta crisis pero toma un foco más descriptivo.

Y con esto dicho, la figura de la crisis de la matriz política sea reciente, inminente o una figura
en el horizonte también es un factor común en varios de los textos posteriores al cambio de siglo.
Eso aparece de manera clara en Chile Actual: Anatomía de un Mito de Tomás Moulian (2002) en
tanto el análisis aparece firmemente centrado en las descomposiciones de una subjetividad
política. La problemática que articula el texto es el “Chile Actual” lo que es decir el Chile del
2004 y que procesos históricos lo hicieron posible. Moulian articula de manera bastante clara la
idea de que el “Chile Actual” aparece como producto de una serie de reformas y proyectos de los
80s en los cuales se produce un amarre de la estructura política y económica, una aparente
desideologización de la policía, que efectivamente solo es una forma de ideologización
disfrazada y una descomposición de lo político a traves de la incapacidad de articular proyectos
colectivos o superar las cicatrices de la dictadura. Me imagino que estos argumentos eran
particularmente novedosos como para que Moulian fuese lo suficientemente popular como para
llegar a ser parte de los programas de lectura de educación media con lo que tuve mi primer
contacto con él. Lo que nos lleva al centro real del texto de Moulian, el cambio de la matriz
populista a lo que lo denomina como matriz productivista-consumista y la producción de un
sujeto cuya participación ciudadana aparece construida desde su capacidad de consumir y
acceder al crédito y por ende aparece como una subjetividad profundamente “despolitizada”.
Aquí Moulian traza con un pincel bastante gordo y una aproximación teórica algo laxa respecto a
los conceptos que utiliza respecto a los procesos de sujeción y en retrospectiva los sujetos no
estaban ni remotamente tan alienados como Moulian pretende pero este no es el espacio de
críticas. …El Consumo me Consume (1998) es un pésimo libro y un desperdicio de papel...
Gran parte del texto luego se dedica a hacer un desglose histórico de como todo esto se volvió
posible, siendo este el punto del texto para Moulian. Un ejercicio historiográfico que permita
comprender la historicidad de lo que sucedió en el país. Sin embargo, en términos de la
articulación del problema que plantea Moulian, este enfoque se queda corto. El problema está en
el presente, en la sociedad despolitizada, sobre-endedeudada y alienada que el autor construye.
El enfoque histórico busca proveer una salida pero ¿Con quién? ¿Y para qué? Es teoría en el
sentido de proveer una descripción de un fenómeno, pero en el caso de Moulian se siente casi
como un mausoleo. Espero que esto sea una crítica injustificada y que me perdí algo.

En contraste, los reportes de PNUD toman un enfoque en el cual incorporan los relatos de los
sujetos y se enmarcan principalmente como un reporte para informar políticas públicas. En su
reporte sobre la desigualdad (2017b) el foco aparece en proveer una descripción de las distintas
formas de desigualdad en Chile, sus formas de reproducción y los efectos subjetivos que esta
tiene en la ciudadanía. En particular, identifican 6 nodos de reproducción de la desigualdad, que
también funcionan como polos de la vivencia de la misma: la existencia de circuitos
diferenciados de empleo con bastas diferencias en ingresos y productividad; una basta
acumulación de capital por parte de un número reducido de personas; un Estado insuficiente en
la tarea de la redistribución: concentración del poder político por parte de los grupos de mayores
ingresos; sistema educativo altamente segmentado; y por último, la consolidación de estos
elementos en una serie de principios normativos que justificarían y reificarian la existencia de
estas desigualdades. Obviamente a traves de todo el reporte la desigualdad aparece entendida
como un problema de gobierno que debe ser solucionado y el texto busca dar coordenadas al
respecto. Pero no intenta producir un modelo al respecto o un horizonte para dirigir la respuesta
estatal.

El informe de la PNUD (2017a) respecto a los Informes sobre Desarrollo Humano por otro lado
si posee un horizonte bastante más claro con la herencia del concepto de Desarrollo Humano
como prisma de análisis para el desarrollo de un país y el foco subjetivista por frente a métricas
macroeconómicas concretas. En particular, el informe resalta el rol de estos informes en el
debate público tanto en términos de informar políticas públicas como en términos de tener
efectos en una esfera discursiva. Hay bastante que reflexionar respecto a estos tópicos, el giro a
métricas más holísticas que se ha presentado en las últimas décadas sigue manteniendo el mismo
foco desarrollista y tecnocrático que ha sido el motor de la mayoría de las políticas públicas de
los últimos 50 años. El rol de los informes como motores de debate es de esperarse considerando
la función de PNUD y es transversal a todos los textos de la organización pero no me queda claro
precisamente por donde circulan estos textos. Chile nunca ha sido una sociedad de leer el último
reporte gubernamental y discutir sus cifras en un café. La oración anterior debiese leerse con
algo de ironía y desdén. ¿Tal vez el texto debiese usar emojis para aclarar mi tono? Volviendo al
tema, solo quiero decir que la audiencia de estos reportes es bastante especifica: “intelectuales”,
“políticos”, funcionarios del Estado y activistas. Cuando anteriormente me preguntaba que
significaba que la teoría sociológica tuviese un rol central, es para esta audiencia que puede
ocuparlo. Esto es bastante obvio y casi no vale la pena escribirlo. Pero creo que tiene que ser
recalcado, cuando hablamos de las problemáticas de una disciplina y una década, estamos
hablando de una historia bastante situada y cuyos artefactos pueden ser encontrados en FACSO,
entre otros lugares en una lista bastante corta. De todos modos, en el informe se presenta la
imagen de un país que ha tenido un desarrollo económico relevante y que ha pasado por un
proceso de individualización que permitiría articular una serie de proyectos de vida pero que
vería seriamente mermada la capacidad de establecer relatos y proyectos colectivos o una red de
seguridad para concretar estos proyectos de vida. Al mismo tiempo, se produce un aumento en el
malestar, en particular con la sociedad, en la que a pesar de la incapacidad de establecer lo
colectivo, se le demanda cambiar, cada vez más rápidamente, pero al mismo tiempo se tiene una
“visión apolítica de la política” y una desconexión entre las elites y la ciudadanía. El texto
finaliza con una invitación a reconstituir lo político y los proyectos colectivos frente a esta
descomposición inminente. En este sentido, si bien encontramos coincidencias relevantes con
Moulian, aquí el problema no se revoca sobre la alienación de los sujetos, si no que sobre las
estructuras políticas en las que se desenvuelven y que por lo mismo permiten una salida posible
de este escenario.

Y esto da un pie bastante bueno para el tercer texto de PNUD, Diez Años de Auditoria a la
Democracia (2019) publicado cortamente tras el estallido. El texto repite varios de estos puntos,
y añade la consolidación de formas políticas extrainstitucionales, que a diferencia de la “política
apolitizada” del informe anterior, si constituye un proyecto colectivo pero sigue altamente
fragmentada y separada de las formas políticas tradicionales. Curiosamente el texto fue
terminado ANTES del Estallido, y por lo mismo, funciona principalmente como un análisis
retrospectivo de las causas que llevaron a este y por lo mismo las recomendaciones del texto
funcionan principalmente en retrospectiva. El texto, a diferencia de los textos anteriores, es
bastante más directivo y enumera las problemáticas que DEBEN ser afrontadas por el Estado. En
particular, más allá de los elementos anteriormente mencionados, también añaden la polarización
de la política y la articulación de nuevos conservadurismos y la necesidad de canalizar
institucionalmente las nuevas formas de política. No se me ocurre mucho que decir al respecto en
lo que concierne al eje del texto. Es un informe para informar políticas de gobierno que busca
producir un giro fuera de las métricas tradicionales de desarrollo y democratización y argumenta
que existe una profunda crisis institucional y del modelo del desarrollo en el país que sería
insostenible a largo plazo. Y…efectivamente. En gran parte, y a esto volvernos más tarde, sigue
siendo interesante que a pesar de que el Estallido se enmarca como un antes y un después, gran
parte del informe sigue estando bastante actualizado. Pero volveremos a esto más tarde.

Dentro de todos los textos de la segunda sección se comienza a producir una imagen clara de lo
que podríamos entender como la “problemática de las problemáticas” al momento de producir
teoría sociológica en Chile. O al menos en lo que respecta a la matriz sociopolítica del país. Tras
el cambio de siglo aparece un espectro permanente de crisis y esto se ve mejor reflejado en los
textos de Garretón (Garretón et al, 2014; Garretón. 2011; 2012; 2017; 2021). Gracias a su
distribución en el tiempo estos textos permiten situar la evolución de una problemática constante.
En “La sociedad que vivi(re)mos” (2011) aparece una pregunta clara por el colapso del proyecto
moderno como proyecto unitario, el fin de un modelo de desarrollo del Estado, el cierre de un
proceso de transición a la democracia que dejo una serie de tópicos sin resolver y los cambios
transversales que sucedieron en todas las esferas de la sociedad. La problemática aparece como
una problemática prospectiva, que hacemos con esto que sucede y cuáles son las avenidas
posibles para abordar estos cambios que podrían provocar un posible colapso. Y sin embargo, al
menos en lo que respecto al gobierno de la Concertación muchos de estos elementos no fueron
abordados. Lo que nos lleva a “Neoliberalismo corregido y progresismo limitado” (2012) para la
siguiente década, el texto aparece casi como un post-mortem del proyecto de la Concertación. Y
aquí aparece una ambivalencia importante en tanto a traves del texto se reconocen una serie de
logros de estos gobiernos y sin embargo aparecen atravesados por su incapacidad de superar el
modelo económico establecido en dictadura. Bajo la sombra de las movilizaciones estudiantiles
del 2006 y el 2011 el texto describe un agotamiento del programa “progresista “y la necesidad de
producir una renovación de este proyecto que sea capaz de superar las limitaciones de su
encarnación anterior y poner en cuestión los pilares de los proyectos neoliberales de la región, y
de Chile en particular. Sin embargo, este proyecto, como elaboran las páginas finales del texto,
requiere una nueva articulación de la matriz sociopolítica y producir una convocatoria a los
nuevos actores sociales que genere nuevos actores político-sociales. Y aquí comienza un patrón
que se repetirá en el siguiente texto, y en la siguiente sección para ser honestos. Nos enfrentamos
al fin de un modelo y a la necesidad de producir teoría para que se permita la articulación de uno
nuevo, sin embargo, esta articulación no sucede, el proyecto sigue agotado y volvemos otra vez
al momento de crisis, en periodos cada vez más cortos. Omitiré el texto del 2014 por razones que
explicare más adelante, pero sigue inserto en las mismas problemáticas. Y luego el texto del
2016. Se llama la “Gran Ruptura”. No sé si es necesario elaborar más. La crisis vaticinada si no
se producía esta articulación entre los partidos políticos y la ciudadanía y la producción de un
proyecto colectivo se vuelve inminente. La teoría se produce bajo el espectro de un colapso de la
matriz sociopolítica en el cual el trabajo de la teoría sociológica se vuelve describir los
mecanismos de este colapso e intentar vaticinar alguna salida a pesar de que la teoría provee
escasas herramientas para hacer que estas sucedan. O como Garretón menciona en el último
párrafo de su introducción:

“Pero ello requiere desde ya ciertos hitos fundantes si no se quiere acelerar esta
descomposición del país como comunidad histórico-política. Clásicamente, estos hitos a
partir de los cuales se constituye una relación entre lo político y lo social de carácter
estable y en democracia, como fue el caso chileno, pueden ser una elección, una gran
movilización, un liderazgo institucional fuerte que inicie un proceso fundante. Hemos
conocido todos estos hitos en los últimos tiempos y ellos no han resultado en la
construcción sistemática de una nueva relación entre política y sociedad. Quizás lo que ha
faltado es otro tipo de proceso que convoque a todos. Eso es precisamente lo que puede
ser el proceso constituyente que actualmente está en curso, en la medida que los diversos
actores entiendan y asuman el valor histórico que tiene. Y en el marco de este, un
plebiscito y una asamblea constituyente parecen ser los mecanismos más adecuados para
integrar los otros hitos señalados. Es probable que sea nuestra última oportunidad.”
(pp.20)

Principalmente cite este fragmento por propósitos de ironía dramática pero creo que encapsula
bastante bien lo mencionado anteriormente. Retomando a Latour (2008), lo que nos encontramos
en este punto es una tensión entre distintos elementos, los actores del pasado y la constitución de
lo social se resquebrajan pero tampoco se producen los actores sociohistóricos que podrían
reemplazar a los actores del pasado. En este punto, tal vez sería necesario repensar el aspecto
normativo de la teoría respecto al rol que debiesen tomar los nuevos actores para poder
considerar precisamente que puntos de articulación efectivamente existen. Sin embargo, como
muestran los textos, la problemática es que estas controversias no se resuelven y los actores
sociales no se calcifican en sus formas “políticas”. En este sentido, estudiar los modos de
existencia de estos actores, si bien es teóricamente rico y en efecto se hace en los textos de
Garretón, no tanto en los textos de la PNUD y definitivamente no en Moulian, no permite
producir una salida de la crisis política a la cual estos textos buscan asistir. Y con esto, tenemos
pie a la tercera sección. La crisis actual. Aunque el titulo parece bastante inapropiado
considerando que es una crisis que Garretón lleva describiendo por décadas. Y COVID-19.

La Crisis Actual y la Crisis Virtual


De todos modos, podemos dividir esta sección alrededor de una problemática endógena a lo
social y una problemática “exógena” a esta. O al menos lo exógeno que puede ser una pandemia
que tiene su origen en mercados húmedos y/o el hacinamiento del ganado en una dinámica que
sucede por lo menos 2 veces por década y que ha sido ampliamente descrita y advertida
(Webster, 2004). Y la merma de los mecanismos internacionales de vigilancia respecto a
pandemias tras el ascenso de un gobierno de extrema derecha (Milman, 2020). A modo de trivia,
en la entrevista de Garretón (s.f) con De la Fuente y Mlynarz, cuando el primero menciona como
una de las bases de la crisis de la legitimación del Estado tiene que ver con las percepciones de
los sujetos, De la Fuente hace la afirmación de que esto sería exógeno. Lo cual Garretón
inmediatamente corrige. Esta división entre endógeno y exógeno es fundamental a la disciplina
de la sociología, y casi todas las disciplinas desde un paradigma clásico, excepto, tal vez, la
psicología en tanto sus orígenes mezclados desde la fisionomía, filosofía y ciencia del espíritu
alemana. Sin embargo, en el caso de la sociología, usando otra vez la cita de Latour (2008), la
preocupación disciplinar aparece firmemente atada a la constitución de lo político. La
intervención de De la Fuente canaliza un espíritu casi Luhmanniano donde las posiciones de
sujeto aparecen ajenas al orden de las cosas. Como una irrupción. Del mismo modo que Peña
(González, 2021) en su asesoría al gobierno enmarco el Estallido como una pulsión juvenil en
medio de la anomia. Una desviación cuya única relación con la política es la falta de
normatividad y que es ajeno a los elementos estructurales de lo político por estos últimos 30
años. Del mismo modo, las irrupciones del ambiente, de otros organismos o del desarrollo de la
tecnología en lo social también se constituyen frecuentemente como exógenas. Este es el
agonismo que da pie a que tengamos que sufrir a Latour (2008) y la ANT. Sin embargo, más allá
de la constitución de actores no-humanos, también es necesario considerar las regularidades
respecto a cómo se lidia con estas “irrupciones”. Como mencione anteriormente, incluso si
hemos de descontar a los virus de lo social, es más difícil descontar la manera en que se lidia con
estos. Las falencias, y logros, en la coordinación global para prevenir pandemias y la
desintegración de estas en la última década cae firmemente en el terreno de lo tradicionalmente
sociológico. Así mismo, como toma la compilación de CLACSO (2020), los horizontes de
organización tras esta crisis global también aparecen como un puto de teorización y un horizonte
de articulación.

Domingues (2020) toma una posición similar, argumentando que bajo la concepción de riesgo de
Beck, los riesgos son tanto socialmente construidos como reales, en un sentido extralingüístico.
De hecho, este es el punto articulador del texto, esta pandemia ha producido una actualización
del riesgo, como fenómeno socialmente construido que necesita ser gestionado a ser una
amenaza que requiere la movilización de un nuevo repertorio de prácticas gubernamentales. Y en
particular, lo que aparece es un despliegue y actualización de un aparato secretario y de salud
que requiere una rearticulación de los regímenes de colaboración supranacionales y un repensar
la infraestructura que sostiene estos esquemas. En este sentido, la problemática del texto, más
allá de la respuesta a la pandemia en sí misma, aparece en los horizontes de articulación de
formas políticas nuevas, o al menos renovadas, en respuesta al movimiento de riesgo a amenaza.

De cierta manera, esto puede funcionar como puente al Estallido. En las secciones anteriores
observamos el horizonte permanente de crisis que articula la literatura latinoamericana y chilena,
en el caso de Latinoamérica aparece en el agotamiento de un modelo de desarrollo que permitirá
pensar lo político en la región y el agotamiento de los procesos de democratización del turno de
siglo. En el caso de Chile, estas problemáticas se ven exacerbadas dada la profundidad del
régimen neoliberal del país y la incapacidad de los progresismos de superar estas condiciones o
generar un sujeto político que o pudiera aceptarlas de manera cómoda o pudiera generar nuevos
actores políticos para efectuar esta superación. Dado esto, aparece el horizonte del colapso y la
refundación. Y efectivamente. El Estallido aparece como la actualización del riesgo y como un
punto que permite pensar la refundación de lo político en el país.

En este sentido, la literatura respecto al Estallido y el proceso constituyente también aparece


atravesada de la recencia de un proceso que hasta cierto punto proviene de actores que hasta
cierto punto se rehúsan a relacionarse con las matrices analíticas que dominaban el esquema
político pre-estallido. Por lo mismo, podemos hablar de una vertiente, como la charla de
Garretón (s.f) anteriormente mencionada, como un post-mortem y una manera de producir un
relato de continuidad y des continuidad de la política nacional y de la articulación de los
movimientos sociales que dan pie a una movilización masiva. El texto de Araujo (2019) es una
compilación de ensayos lo que vuelve algo complicado producir una línea común pero sigue en
el mismo relato de las múltiples crisis que dan pie a esta nueva crisis y la constitución del actor
político que se dibuja a traves de esta. Esto aparece exacerbado en Saltar el Torniquete (2021)
otra compilación de ensayos, y relatos de jóvenes involucrados en la revuelta, en donde el foco
esta precisamente en lo juvenil y generacional del Estallido, al contrario de la descripción de
Moulian (2002) de sujetos extremadamente alienados, aparecen actores conscientes de los
procesos históricos en los que se ubican y con una capacidad de reactivar ciertos proyectos
colectivos siendo esta la segunda vertiente, la consolidación y articulación de nuevos actores
políticos.

Por otro lado, Mezzandra y Gago (2017) pensando en los movimientos sociales latinoamericanos
de la última década y tomando del autonomismo italiano, también se enfocan en la constitución
política de estos nuevos movimientos sociales como terreno para generar nuevas concepciones
de política en general. Finalmente, esta noción de lo fundacional y generativo de la revuelta se ve
reflejado en el texto más reciente del corpus de Garretón (2021) en el cual Chile estaría viviendo
un momento constitucional que permitiría reconstituir la comunidad política. En este sentido, nos
topamos con las limitaciones de la topología de Abend (2008), en tanto si bien la teoría sigue
enmarcada en un horizonte normativa respecto al desarrollo de instituciones democráticas, el
debilitamiento de las categorías previas que constituían la matriz analítica con la que se
articulaban estos horizontes da pie a un foco descriptivo en el cual se busca articular las posibles
vertientes que los actores pudiesen generar. Esto no supera la división que Garretón (2004)
describe sobre la división entre el estudio de “lo social” y el estudio de las sociedades históricas
de América Latina, pero indica algo relevante sobre los procesos de actualización de la teoría
sociológica. Con esto me refiere a que la crisis de la matriz sociopolítica chilena, y los
dispositivos secretarios respecto a pandemias, existían en el terreno de lo virtual, en tanto,
tomando de Levy (1999), en el horizonte de la crisis aparecían múltiples formas de
descomposición y actores que pudieran actuar en este escenario, pero la actualización de esta
crisis, es decir, la cristalización de sus posibilidades a una en específico, produce un nuevo
espacio de lo virtual en el cual no solo el futuro aparece desagregado si no también los actores
que participaran en este. Cuando Latour (2008) habla de la resolución de controversias es esto a
lo que se refiere. Como se llega un consenso respecto a que actores existen y son legítimos en el
mundo de lo social. Y esto es lo virtual en estos momentos. No el devenir de una matriz
sociopolítica, si no los elementos constitutivos de esta. Creo necesario recalcar que con esto no
me refiero a la constitución de estos fuera de la academia. Cosa que claramente está sucediendo.
Si no que a los momentos precisos de virtualización y actualización de lo social en la academia.

…no tenía intención de hacer una taxonomía útil en este ensayo, y no tengo mucho espacio para
elaborar una, pero esta distinción entre los procesos de actualización y virtualización de la teoría
así como la separación entre lo virtual de los actores sociales frente a lo virtual de su devenir
parece aportarme algo para pensar las situaciones históricas de la producción de teoría.
Situación. No contexto. Aunque si no queda claro porque importa la distinción y a que cuerpo
teórico hace alusión entonces en realidad no importa. Creo en estos casos se tiende a usar cursiva
y un glosario. Situación.

Los 4 textos de Genero


Entonces entremos a género, tengo la impresión de que no podre remotamente hacerle justicia al
eje del texto con la bibliografía del curso y si miran el contador de páginas y la omisión
deliberada que hice de cierto texto, quedara claro que no queda espacio. Y no voy a borrar el
párrafo anterior.

Así que entremos al texto de PNUD, sigue la misma estructura de reporte para políticas de
gobierno, por lo mismo describe la disparidad de cargos de poder por género, y como esto difiere
por rubro, enmarcando como parte importante de esto tiene que ver con características culturales
asociadas a cada rubro, en particular cargos asociados a la autoridad, el poder, y la violencia y
como solo en los sectores en que esto se ha vuelto un problema de gobierno que es intervenido a
traves de políticas concretas se ven cambios en esta proporción. Hay varias cosas que decir sobre
este enfoque respecto a las políticas públicas, el género y el poder pero son bastante evidentes.
Implica una reificación de la relación entre los tres dentro de un paradigma especifico respecto a
la institucionalidad. Pero no es necesario hablar más de esto, el texto de Gargallo (2006) lo hace
de una manera más elocuente.

Y precisamente este texto es el que me causa problemas. No importa lo que haga, me excede, no
tengo manera de comprender la posición de su autor, y no en un sentido demográfico, sino que
cada palabra esta investida de una vida peleando por cada palabra. En realidad, esto es cierto
para cada texto que he leído y citado en este ensayo. Hombros de gigantes y todo eso. No tengo
duda de que cada palabra está inscrita en el cuerpo de sus creadores desde la falta de sueño y el
agotamiento. Pero mucha de la teoría feminista es teoría hecha en sangre y fuego y el tomarla es
tratar de empuñar un relámpago. Y este tipo de teoría, no solo feminista, ha tomado un precio
mucho más alto del que puedo imaginar y usarla de manera apropiada tomaría más de lo que
puedo soportar. O para ponerlo menos pretencioso. Varias secciones del texto podrían ser
metáfora pero son anécdota y mi uso de esta solo podría hacerlas volver a la metáfora. Y la
problemática del texto cae en precisamente eso. Es un cuerpo teórico con un foco en la
superación de múltiples opresiones, de sexo, de clase, de raza, colonial, y trata de darle un
horizonte de posibilidad a una teoría y practica feminista que pueda ir más allá de eso a traves de
una pluralidad de aproximaciones y disputas teóricas. A diferencia del resto de la teoría en este
texto, estamos con un cuerpo teórico normativo que rehúsa estabilizarse en tanto el hacerlo se ha
prestado constantemente a su cooptación.

Cumes (2012) canaliza lo mismo, la noción del privilegio epistémico de las mujeres indígenas en
tanto son el lugar de múltiples exclusiones, toma el mismo rol de la capacidad de distintas
posiciones de desarticular lo hegemónico. Y Lamas (2007) hace una operación similar para
desarticular los relatos de democratización respecto a políticas de género en América Latina. En
general, a diferencia de otras teorías, el posicionamiento de sujeto es clave para la teoría
feminista pero esto es una observación de manual a estas alturas.

Lo que queda
A traves de todo el texto se pueden notar ciertas omisiones como Garretón (2014), este es un
texto que engloba gran parte de las problemáticas descritas en este texto y da cuenta, bastante
mejor que yo, de la historia y desarrollo de las Ciencias Sociales en Chile. En particular provee
elementos de la historia de aquellos que producían teoría sociológica desde el 1950, sus
prospectos de empleo y describe un agujero enorme respecto de este ensayo respecto a la
producción sociología en dictadura. Pero decidí guardarlo para el final porque de cierta manera
me permite englobar todo este debate. La teoría sociológica chilena, y latinoamericana, siempre
ha estado inmersa en un horizonte normativo incluso cuando los paradigmas se mueven mas allá
de las teorías globales. Y para ser honesto, probablemente lo seguirá estando durante la próxima
década. Una de las razones por las que no volví a Edimburgo era la sensación de que la teoría era
un tópico de discusión, que encontrábamos regularidades en lo social para describir mejor un
objeto, pero no eran algo que fuera a ser usado. Esto es una reducción, mis profesores si tenían
teoría que generaba algún impacto pero el trasfondo discursivo siempre estaba. La teoría existe
por sí misma. Pero eso no es cierto. Bajo casi ningún cuerpo teórico. La taxonomía de Abend es
útil, pero no permite pensar el rol de la teoría en lo social.

Pero aquí, en el fin del mundo, estos efectos no pueden ser más obvios, la teoría aparece como
un horizonte de modernización, una herramienta de resistencia epistémica y como un augurio del
provenir. Tras el cambio de siglo, como Garretón (2014) menciona se pierde el proyecto unitario
de sociedad que justifico la teoría. Y en ese punto, voluntariamente o no, la sociología se dedica
a su recomposición. En la esfera anglosajona la “ciencia de vivir juntos” aparece subordinada a
los grandes relatos de lo político y lo social que la superan por mucho. Pero no esto no
necesariamente sucede en nuestra región. No. La sociología puede perder su rol central en el
debate público pero al menos lo disputa y con esto la capacidad de actualizar lo social.

En esto, solo he repetido a Garretón (2014) de manera menos articulada y precisa. Sin embargo,
tengo que plantear también mis desacuerdos, Tras las múltiples crisis del principio de década y la
descomposición acelerada de las democracias como se las entendía en los 2000, la necesidad de
una nueva concepción de lo social y de los actores que lo componen se vuelve una carencia
fundamental y que debe ser resuelta. Por lo mismo no sucederá. Las crisis son permanentes. Y
muchas de estas atraviesan el corazón de las mismas instituciones que le dan pie al trabajo
académico. Siempre estamos en un proceso de actualización pero en estos momentos aquello que
se actualiza es cada vez más importante y lo virtual se expande tan rápido que incluso la imagen
del futuro se desvanece. Y lo transdisciplinar también aparece como otro horizonte de
desarticulación de cualquier proyecto unitario. Así mismo, el movimiento de investigadores a
traves del mundo dificulta generar problemáticas aisladas (Floriano, 2015) y la organización de
los debates cada vez se atomiza más en subcampos. La academia simplemente ya no es la de
antes. Hemos perdido nuestra esfera pública tanto como el resto de la sociedad.

Pero eso no es lo que articula este ensayo. Si nuestra manera de hacer las cosas está encontrando
su límite, simplemente tenemos que encontrar otra. Si algo muestran estos textos es que podemos
pensar por fuera de nuestras problemáticas, y como no elaboro de ninguna manera en el texto, los
feminismos claramente tienen respuestas de cómo manejar la descomposición y heterogenia. Y
desde una perspectiva decolonial, la sociología del Norte ha tenido derivas distintas, retirándose
a sus regularidades universales en varios momentos. Nada nos impide hacer lo mismo y solo
proporcionar herramientas para que otros puedan reensamblar lo social. Y no intentar hacerlo
como un proyecto filosófico/sociológico que principalmente existe en libros y revistas. Bruno.
Aquí, Follari (2015) hace una crítica interesante de la proposición de Wallerstein de abandonar el
foco en el Estado, tomar un ejemplo de los estudios culturales y transformar las ciencias
disciplinas en un ámbito completamente interdisciplinar. Follari argumenta que esto causaría una
renuncia a espacios de disputa indispensables y la pérdida del filo critico de la teoría. No
necesariamente estoy de acuerdo. Nuestros nuevos modos de hacer, nuestras nuevas
problemáticas, no tienen por qué disputar el terreno de la misma manera o desde lo firmemente
disciplinar. La diáspora disciplinar nos permite múltiples avenidas de disputa sin un proyecto
unitario. Un proyecto unitario que, por ejemplo en el caso del trabajo de plataformas, podría
llevarnos de manera, en mi opinión errada, a enfrentarlo como un problema de regulación del
trabajo y no como un cambio sustancial en su estructura.

Y para finalizar este ensayo, Garretón (2015) toma el mismo eje. La sociología debiese ser capaz
de articular un proyecto que permita una crítica mas allá de las posiciones de sujeto hegemónicas
en una sociedad. Proveer una alternativa. Finalmente, este es el problema sociológico de la
década pasada y del inicio de esta. Creo que lo he mencionado varias veces. Sin embargo, esto
obvia las posiciones de los sujetos que producen teoría e ignora en gran parte la contingencia
histórica en la que estamos. Como mencione, estamos en procesos de virtualización y
actualización acelerados. Estos desafían cualquier intento de sentar raíces. Al menos por ahora
necesitamos hacernos cargo de la diáspora sin olvidar el horizonte que la disciplina antes tuvo y
tal vez algún día volverá a tener. Creo que no elabore tanto este último argumento pero culpo a
las demandas requeridas por el ensayo pero…” Th-th-th-that's all, folks” (Porky Pig, 1936)

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