Sesboüé 1
Sesboüé 1
Sesboüé 1
I. MODERNIDAD Y POSMODERNIDAD
1
El texto de Jean Paul (Richter) fue traducido por Mme de Stael en su
libro De l'Allemagne II, Flammanon, s/f, 71
2
L FEUERBACH, Lessence du chnstiamsme, Maspero, París 1973, 129-130
(trad esp , La esencia del cristianismo, Trotta, Madrid 1995)
3
K MARX, Contnbutwn á la critique de la philosophíe du droit de Hegel, Au-
bier, París 1971, 51
100 Creer
4
F NIETZSCHE, Le gai savoir, en Oeuvres phüosophiques completes V, Galhmard,
París 1967, 137-138 (trad esp , El Gay saber, Espasa-Calpe, Madrid 1987)
5
Spes, París 1944 (trad esp , El drama del humanismo ateo, Encuentro, Ma-
drid 1990)
Dios y sus imágenes en nuestro tiempo 101
El tiempo de la ausencia
7
A DUMAS, Une theologie de la réahté Dietnch Bonhoffer, Labor et Fides,
Ginebra 1968, 202 (trad esp , Una teología de la realidad Dietnch Bonhoffer,
DDB Bilbao 1971)
8
D BONHOFFER Résistance et soumission Labor et Fides Ginebra 1973, 290
(trad esp , Resistencia y sumisión, Sigúeme, Salamanca 1983)
9
Ib, 366-367
104 Creer
Un Dios «perverso»
l2
Cfinfra, c 7, pp. 171-201
Dios y sus imágenes en nuestro tiempo 107
Un Dios violento
que pueda verse una laguna que ha quedado como resto, sin
que sea suplantada por otra palabra que nos interpela de la
misma manera (...). ¿Qué sucede entonces si se toma en se-
rio esta hipótesis del futuro? (...). El hombre se olvidaría to-
talmente de sí mismo (...) en su mundo y su existencia (...).
No notaría que él ya sólo piensa preguntas, pero no la pre-
gunta por el preguntar en general (...).
El nombre habría olvidado el todo y su fundamento, y ha-
bría olvidado a la vez —si es que así puede decirse— que él
ha olvidado. ¿Qué sería entonces? Sólo podemos decir: deja-
ría de ser un hombre. Habría realizado una evolución regresi-
va para volver a ser un animal hábil (...). Propiamente el hom-
bre sólo existe como hombre cuando dice "Dios", por lo
menos como pregunta, por lo menos como pregunta que nie-
ga y es negada»15.
Este planteamiento es de una rara lucidez. Porque el olvi-
do total de la palabra «Dios» en la humanidad contradiría de
manera definitiva lo que ha constituido el rasgo común de to-
dos los seres humanos desde que el hombre es hombre. Este
no sería ya el ser que se plantea todas las preguntas, la pre-
gunta de la pregunta y la pregunta que él mismo es. Sería otra
cosa. Rahner habla de un «animal hábil», capaz sin duda de
organizar un mundo social y técnico, pero que no sería más
que un inmenso hormiguero en el que ningún individuo se
interrogaría ya sobre el sentido de su existencia. No hay por
tanto que sorprenderse de que algunos profetas de la muerte
de Dios hayan llegado a la conclusión de que está cerca la
muerte del hombre. En este punto cada uno se ve remitido a
sí mismo y a la opción fundamental que ha tomado. Nadie
puede escapar a su propio debate con Dios.
15
K RAHNER, Curso fundamental sobre la Je, Herder, Barcelona 19843, 67-70.
CAPÍTULO 5
Un Dios Padre
2
Pongamos el ejemplo pintoresco de los combates entre Saúl y David. El
primero persigue al segundo a través de las montañas con el fin de acabar con
él, porque ve en él a un rival en la realeza. El redactor nos dice explícitamente
que Dios ha rechazado a Saúl en virtud de una infidelidad y que ha trasladado
la realeza a David. Pero este está aún lejos de haberla conquistado y Saúl sigue
ejerciendo el poder. Un día Saúl entra en una cueva para «cubrirse los pies»,
es decir, para hacer sus necesidades. Pero he aquí que David y los suyos esta-
ban escondidos en el fondo de la cueva. Hubieran podido matar fácilmente a
Saúl. Pero David no quiso, porque respetaba al que era todavía rey de Israel.
Al día siguiente los dos bandos se interpelan a una distancia prudente. David
agita delante de Saúl un pequeño trozo que le había cortado del manto como
prueba de que había podido matarlo pero no había querido. Saúl se puso en-
tonces a llorar diciendo: «Tú eres mejor que yo, porque tú me has hecho el
bien y yo te hago el mal» (ISam 24,18). La anécdota divertida adquiere en-
tonces un alcance enteramente distinto: enseña cuál es la verdadera justicia que-
rida por Dios. Más aún, pone en boca de Saúl unas palabras conmovedoras de
arrepentimiento: «Eres mejor que yo». ¿Cuántos de nosotros somos capaces hoy
de reconocer que otro, un adversario incluso, es «mejor» que nosotros? Bien-
aventurado ciertamente el que haya podido hacer esta experiencia. Pero, ¿se
dirá acaso que es hoy común y ha sido superada pues por nuestra civilización?
Un Dios Padre 117
Un Dios «filántropo»
3
ICor 2,9, que retoma a su vez Is 64,3 y Jer 3,16
4
Otro punto que no hay que olvidar y que pertenece al orden del lenguaje.
La manera de hablar de los hebreos, como ya hemos visto, no tiene en cuenta
las causas segundas, sino que todo lo hace depender de Dios de manera inme-
diata A partir del momento en que el pueblo hebreo se sabe conducido por Dios,
le atribuye sin matices a él todo lo que le concierne. Si ha obtenido una victo-
ria, ha sido Dios quien le ha hecho diezmar a sus enemigos Los que estudia-
mos latín todavía nos acordamos de aquella regla de gramática cuyo ejemplo
era «César hizo un puente» (Caesar pontem feat) Como era evidente que Ce-
sar no había hecho el puente personalmente, sino que había mandado a sus tro-
pas que lo hicieran, se aconsejaba traducir. «César mando hacer un puente»
118 Creer
5
Sobre el que tendremos que volver más adelante, pp. 239-241.
6
Literalmente, «Segunda ley»: el libro reformula, por segunda vez, de ma-
nera aún más rica, el contenido de la Ley que fue dada en el Sinaf.
Un Dios Padre 119
Un Dios enamorado
«Pero yo la atraeré
y la guiaré al desierto,
Un Dios Padre 121
7
El origen de la expresión no esta claro Se encuentra en la famosa formu-
la Yave Sabaoth, «Dios de los ejércitos» Es difícil decir su sentido exacto La
expresión significa «Dios de las multitudes», o «Dios de las potencias» Es el
Dios que tiene todo poder en el cielo y en la tierra Se trata de una omnipotencia
cósmica En las religiones tradicionales del Antiguo Oriente, el Dios todopo-
deroso tiene derecho de vida y de muerte sobre aquellos a quienes ha creado,
a imagen de la vida patriarcal, en la que el padre tiene derecho sobre la vida
de sus hijos En el Antiguo Testamento la cosa es ya muy distinta En griego,
la expresión judia se traducirá por el término Pantokratór, el que tiene «poder
universal» Adquiere entonces un sentido político
126 Creer