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Public Display of Everything - Cara Dee

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Está en la página 1de 168

STAFF

TRADUCIÓN:

LADY RED ROSE

CORRECIÓN:

KAJU
BIBI

LECTURA FINAL:

HAVOC

Diseño

ANATRA
CONTENIDO
CONTENIDO............................................................................................................................. 4
SINOPSIS ................................................................................................................................. 5
1 ..................................................................................................................................................... 6
2.................................................................................................................................................. 19
3................................................................................................................................................. 30
4................................................................................................................................................. 38
5 ................................................................................................................................................. 45
6 .................................................................................................................................................. 55
7 ................................................................................................................................................. 63
8.................................................................................................................................................. 75
9 ................................................................................................................................................. 87
10 ................................................................................................................................................ 97
11 ............................................................................................................................................... 106
12 ............................................................................................................................................... 115
13.............................................................................................................................................. 121
14 .............................................................................................................................................. 131
15 ............................................................................................................................................. 137
16 ............................................................................................................................................. 147
17 .............................................................................................................................................. 156
SINOPSIS
"¿Hay un voyeur dentro de ti? ¿O eres tú el que quiere una audiencia en
el dormitorio?"

Cory no puede mantener un trabajo. Flynn tiene un trabajo detrás del cual
ya no puede esconderse. Una simple proposición en un esfuerzo por resolver
los problemas de ambos lleva a dos jóvenes a enfrentar las angustias de su
pasado para construir un futuro juntos.

Lo que comienza como un poco de voyeurismo inocente se convierte en


una exhibición pública de... todo.

Sabes que te gusta mirar.

Advertencia: Esta historia contiene escenas de naturaleza explícita y erótica


entre dos hombres y está dirigida a adultos mayores de 18 años. Los personajes
retratados son mayores de 18 años.

Un agradecimiento especial a Lisa, L2, Deb y Ceci. Todas me ayudaron mucho con
esta historia, y no podría estar más agradecida. Gracias, chicas.
1
Cory,

Intenté llamarte, pero tu número está desconectado, y no tengo tu nueva


dirección. Crear una cuenta en Facebook fue lo único que se me ocurrió. Por favor,
ponte en contacto conmigo. Necesito disculparme.

Espero que estés bien,

Luke

Dejó la bolsa de viaje junto al taburete, me siento y dejo que mi frente se apoye
en la encimera. Mis falsos Ray-Ban caen sobre la barra.

—¡Cory! Feliz viernes. —Tammy se dirige hacia mí—. ¿Te volvieron a


despedir? —No contesto. Ella sabe que me despidieron. Siempre lo sabe, joder.
Suspira, audible incluso con toda la gente alrededor. La hora del almuerzo y todo
eso—. ¿Qué puedo ofrecerte, cariño?

Sin levantar la vista, levanto dos dedos.

—Dos chupitos de vodka.

Ignoro todo lo demás mientras ella se pone manos a la obra. Otros


probablemente esperaron más por sus pedidos, pero yo soy especial. Tammy y
yo estrechamos lazos en los últimos tres años por su incapacidad para mantener
un novio, mi incapacidad para mantener un trabajo y el hecho que ambos somos
estadounidenses viviendo en Londres.

Tammy, la mariposa más sociable de Inglaterra, hizo popular este lugar entre
los estadounidenses con sus cambios de menú. Hoy en día es básicamente un
lugar de reunión yanqui. El dueño del pub está como una cuba porque está
demostrado que los nostálgicos están dispuestos a pagar más por sus alitas
picantes y su cerveza americana.
Es un trozo de hogar cerca del Museo Británico, en el extremo sur de
Tottenham Court Road, y no se me escapa la ironía. El último sitio al que quiero
ir es a casa, pero supongo que los americanos nos mantenemos unidos. Aunque
yo estoy en medio, ya que tengo doble nacionalidad.

—Ese chico está aquí otra vez. —Tammy vuelve con mis chupitos, una razón
para enderezarme en mi asiento. Mi buena amiga frunce el ceño en dirección a la
puerta, pero estoy demasiado ocupado incendiándome la garganta para prestarle
atención—. Me pregunto cuál es su problema. Siempre parece estar buscando a
alguien.

—Ah, mierda. —Hago una mueca y me froto el pecho mientras se desliza el


vodka. Apartando los vasos de chupito de mí, entrecierro los ojos hacia Tammy—
. Quita esa cara de zorra. Te hace fea.

—Que te jodan. —Ella resopla y luego se ríe. Pasa otro camarero antes que
vuelva a hablar—. Nunca podría ser fea. —Me guiña un ojo y se aleja.

Me encojo de hombros, sabiendo que tiene razón. Nacida y criada en Texas,


el tamaño de su ego es tan grande como su estado natal, pero también es un
encanto. Mitad mexicana, mitad afroamericana, mitad caucásica. No, espera. No
puedes ser mitad de tres cosas. No importa. Es un cóctel.

Giro la parte superior de mi cuerpo, observo el establecimiento y veo al chico


del que Tammy se quejó antes sentado a tres taburetes de distancia. Y en realidad
no es un crío. Tammy y yo tenemos treinta años, así que todos los menores de
veinticinco son niños. Pero ese hombre tiene al menos más de dieciocho.

—Sigue siendo guapísimo —murmuró antes de volver a encarar a la barra.

Tammy sigue sirviéndome alcohol, y le digo que la quiero cuando me doy


cuenta que está jugando con mi cuenta. Sólo un tercio de lo que bebo acaba en la
cuenta.

Para cuando se acaba la gente de la comida, tengo un buen subidón y Tammy


se une a mí para charlar un rato. Me pregunta por mi trabajo, esta vez en la
construcción, y por qué lo perdí. Lo mismo de siempre. O soy pésimo en lo que
hago, o me quedo dormido, o me caigo con algo, o le doy un puñetazo a alguien
en la cara.
Mi primer trabajo en Londres... mierda, hace siete años, el tiempo vuela, era
asistente personal y mi jefe era un capullo. Así que, cuando me pidió que le
enviara flores a su mujer y a su amante, confundí las tarjetas a propósito. Así fue
como conocí a Tammy; era la amiga de la esposa que irrumpió en la oficina para
darle un gancho de derecha al jefe imbécil antes que me echaran.

Hoy era diferente.

Estábamos trabajando en la fachada de una casa, porque, ¿qué otra cosa hay
para trabajar en Londres?, y tropecé y empujé accidentalmente a otro tipo a un
charco de cemento húmedo.

Se enfadó mucho.

—¿Te hiciste daño? —Tammy se muestra preocupada.

Niego con la cabeza y termino mi segunda cerveza.

—No. Y sabes, no habría pasado de no ser por ese maldito... —Hago una
mueca y agitó una mano—. Creo que fue un martillo neumático. En el suelo.

—Oh, Cory. —Se ríe—. Es hora de atrapar la indirecta: la construcción no es


para ti. —Se acerca a la barra y me pellizca la mejilla—. No podemos dejar que
arruines esta cara bonita ahora, ¿verdad? —Gruño y me alejo, irritado. Y una
mierda—. Lo dije antes, y lo diré otra vez. —Aquí viene—. Deberías intentar ser
modelo.

Excepto que me caería de cada pasarela en la que me pusieran. También


arruinaría cada uno de esos fondos blancos del mundo. ¿Los que los fotógrafos
usan como fondo? Sí...

—No estoy tan bueno —señalo.

—¡Ciego, eso es lo que eres! —Ella levanta las manos—. ¿Te has mirado al
espejo últimamente? —Mierda, vuelve a agarrarme la cara.

—Eres como un James Dean moreno, de ojos marrones, y mides cuánto,


¿metro noventa y dos?

—Metro ochenta y cinco. —Retrocedo de nuevo y me froto la mandíbula


dolorida. Me la apretó bastante—. Me hiciste daño. —Frunzo el ceño.
Ella se burla.

—¿Qué tal una copa a cuenta de la casa?

Sí, vale. Asiento con la cabeza.

Cuando vuelve, me hace la siguiente pregunta.

—¿Qué pasa con la bolsa?

Por suerte, antes que pueda responderle con una idiotez, un grupo de
invitados entra y quiere pedir enseguida. Así que sonrío y le hago señas a Tammy
para que me acompañe.

No quiero admitir que esta mañana me echaron de la habitación que tenía


alquilada en Marylebone. Eso te pasa por retrasarte con el alquiler dos semanas
seguidas. Pero a la mierda. El sitio tenía chinches.

Cojo mis gafas de sol y me las meto en el bolsillo del pecho de mi camisa de
franela abierta. Mi suéter blanco tiene una mancha de mostaza, pero si ni siquiera
sé dónde pasar la noche, seguro que no me voy a molestar en lavar la ropa. La
ciudad está llena de albergues. No debería ser muy difícil encontrar una cama, y
me quedan unas cien libras.

—¿Disculpe? —Acento americano.

Me tocan suavemente el hombro y me giro para ver al chico. De cerca, por


primera vez. De acuerdo, puede que sea mucho más guapo. Quizá también tenga
más de dieciocho años. No se lo pregunté exactamente a Tammy cuando lo fichó
hace unos meses, la primera vez que apareció.

—¿Qué pasa? —Esbozo una sonrisa cortés, esperando no parecer el perdedor


del día.

—No pude evitar oír.... —Se interrumpe, mirando hacia donde estaba
sentado.

Soy el perdedor oficial del día. Con una mancha de mostaza.

No hay mancha de mostaza en la camisa de manga larga del chico. Marca de


lujo, para arrancar. Tiene el logo del cocodrilo.
Se aclara la garganta y se pasa una mano por el pantalón gris, luego la
extiende.

—Soy Flynn Wright. Encantado de conocerte.

Le estrechó la mano con fuerza. Húmeda. Dedos largos y bonitos.

—Cory Matthews. —Mi sonrisa se siente un poco más genuina ahora. El


chico…Flynn... puede ser el nerd más sexy que haya visto—. ¿Mencionaste algo
sobre escuchar por casualidad?

—Correcto. —Exhala un suspiro y se aparta unos mechones de pelo rubio


sucio de la frente—. Soy consciente que este tema no entra dentro de las normas
sociales, así que pido disculpas por cualquier torpeza por mi parte. —Una sonrisa
rígida—. Sólo capté lo esencial, pero ¿estás buscando trabajo?

—Así es —admito a regañadientes.

—De acuerdo. De acuerdo. —Asiente brevemente, exhalando un suspiro—.


¿Tienes el listón muy alto? —Una pequeña gota de sudor resbala por su sien,
distrayéndome. Es un caluroso día de julio, pero el bar tiene aire acondicionado—
. O una moral alta, si vamos al caso. —La última parte la dice entre dientes.

Arrugo la frente, repitiendo sus palabras. ¿Qué mierda pasa? Miro a mi


alrededor y suelto una risita. Noto cómo se me forma una arruga de confusión
en la frente.

—No tendría sexo por dinero, si te refieres a eso. —Ladeo la cabeza mientras
él desvía sus ojos verdes hacia el suelo—. Chico, si esta es tu idea de una
conversación trivial, me temo que necesita algo de trabajo.

Levanta de nuevo la mirada y abre más los ojos. Por alguna razón, su cara cae
ligeramente antes de volver a componerse.

—Chico. —O tan sereno como es capaz—. Oh, vale. Sí. Sí. Ya veo. —No lo veo.
Se rasca un punto por encima de la ceja. Luego cierra los ojos por un segundo.
Está claro que le cuesta entender algo—. Voy a decírtelo de todas formas, y luego
podemos olvidar todo esto una vez que hayas dicho que no. —Habla con prisa—
. Tengo una oferta de trabajo, pero no es para todo el mundo. —Aspira
rápidamente.
Parpadeo. No soy un maldito lento, pero este tipo Flynn es difícil de manejar.
Me preocupa que le dé un ataque, y es demasiado joven para eso.

—¿Qué clase de oferta de trabajo? —Tuve algunos trabajos sórdidos antes,


así que no voy a decir que no antes de saber qué es lo que me está proponiendo.

—Es... ¿Hay alguna forma que podamos hablar en privado? —Hace un gesto
hacia una mesa en la esquina—. Es mejor que te lo enseñe.

Miro hacia donde está Tammy, prefiero una segunda opinión ahora mismo,
pero está ocupada con los clientes. A la mierda. No tengo nada que perder, así
que acepto y cojo mis cosas antes de seguir a Flynn hasta su mesa.

Mi mirada se desvía hacia el sur y reprimo un suspiro de anhelo al ver su


culo prieto.

Pasó demasiado tiempo, mierda.

Lástima que sea una cobarde y no me atreva a volver al juego de las citas.

Flynn se sienta y saca una tableta de su bandolera, la enciende rápidamente


mientras yo me pongo cómodo.

—Dirijo un sitio web —me explica mientras teclea en la pantalla táctil—. Se


trata de una exposición, solo para advertirte.

Sonrío, un poco nervioso.

—Veo porno, pero no me interesa protagonizarlo. —Sin embargo, hace años


que no tengo la oportunidad de verlo. No es que tenga acceso constante a
Internet. O a un ordenador.

—Vale. —Traga saliva y le tiembla la mano al deslizar la tableta hacia mi lado


de la mesa—. Este es el sitio.

Apoyo los antebrazos en la mesa, me inclino hacia delante y me concentro en


la pantalla. Public Display of More.com. Miro a Flynn rápidamente antes que la
pantalla vuelva a captar mi atención.

—¿Hay un voyeur dentro de ti? ¿O eres tú a quién le gustaría tener público en el


dormitorio? —¿Es un sitio web sobre voyeurismo?
Este tipo no me parece... pervertido.

El diseño sencillo, principalmente blanco y gris, le da un aspecto elegante. No


tiene nada de sórdido.

A primera vista, parece un sitio comunitario normal, pero sobre voyeurismo.


Hay una parte de foro, una parte de chat, una... um.

—¿Qué es esto? —Señalo la pestaña donde pone— Ven a ver.

Flynn se acerca y mantiene la voz baja.

—Es donde la gente puede avisar a los demás de cuándo y dónde van a
intimar. Así la gente puede ir a su ubicación y mirar. —a la mierda. Mira a nuestro
alrededor, asegurándose que nadie le oye—. Hay una cuota mensual para
añadirse como voyeur, pero los que ofrecen, um, espectáculos en vivo, a falta de
una palabra mejor, obtienen membresías gratuitas. Tienen que indicar al menos
un evento al mes en el que se den placer a sí mismos o tengan relaciones íntimas
con otros. —A estas alturas, parece extremadamente incómodo.

Mientras tanto, estoy intrigadísimo. Receloso también, pero quiero oír más.
Es uno de esos momentos en los que me pregunto por qué no se me ocurrió algo
así. Me parece una mina de oro.

—Pido disculpas —añade—. Siempre intento ceñirme a temas seguros


cuando interactúo con la gente, pero necesito ayuda, así que temo no poder salir
de esta. Por eso estoy nervioso.

No necesito disculpas.

—¿Todo esto es legal? —pregunto en voz baja.

Flynn asiente rápidamente.

—Oh, sí. Selecciono a todos los miembros y tienen que aceptar las condiciones
de uso y una cláusula de consentimiento.

Asiento distraídamente y vuelvo a la Tablet. Se me revuelve el estómago.


Suena bien, pero aún queda la oferta de trabajo.
—No me va el voyeurismo. —Nunca juzgaría a nadie por serlo, pero no es lo
mío. Eso creo. Es decir, nunca lo probé, pero no me lo imagino...— ¿En qué
consistiría este trabajo? —Levanto la mirada con aprensión.

Flynn también parece dudar. Pero por ser tan nervioso y torpe, tengo que
reconocerlo. ¿Acercándose a un completo extraño como se acercó a mí...? Hay
que tener pelotas.

—Los miembros siguen preguntando por mí. —Deja caer su mirada hacia la
mesa—. Empecé el sitio cuando cumplí dieciocho años, tuve una visión, ¿ves?
Dios, claro que no. Lo siento —divaga. No puedo evitar una sonrisa—. De todos
modos, en los últimos cuatro años —me apresuro a notar su edad: veintidós—.
Crecí y la gente ahora siente curiosidad por... mí. —Hace una pausa—. Es fácil
tener confianza y ser franco en Internet, pero imagínate si lo supieran. —Parece
realmente afectado—. Esperan un tipo Dom...

—¿El BDSM también está involucrado?

Conocí ese estilo de vida de la manera equivocada. Fue la única vez que
acepté un trabajo como chofer privado. Mi cliente quería que le llamara “Amo”,
lo cual me pareció una putada, pero lo hice porque tenía facturas que pagar. Sin
embargo, busqué el término después de mi primer turno, y me abrió un nuevo
mundo que incluía un montón de látigos y cadenas.

A partir de entonces, no perdí de vista a aquel tipo, y el día que me dijo que
me quedaría bien una mordaza de bola, acabó en el hospital con la mandíbula
rota; me despidieron y casi me detienen.

—No, no. —Flynn sacude la cabeza rápidamente—. ¿Pero conoces lo que


representa un Dom? — Asiento con la cabeza—. Sí. Entonces. No soy nada de
eso. —Se muerde el interior de la mejilla—. Se llevarían una decepción increíble
si vieran mi verdadero yo. Arruinaría su imagen, y no me gusta arruinar las
cosas.

Eso... eso es una mierda. Entiendo lo que dice, pero es una mierda. Mierda,
no sé qué decir. No conozco a este tipo, y decirle, demonios, a cualquier tipo, que
está guapo, que es sexy... ya no puedo hacerlo.

—Necesito a alguien que finja ser yo —casi susurra Flynn—. Alguien cuyos
rasgos pueda teclear en mi perfil y... Por supuesto, continuaría con mi trabajo
como hasta ahora, pero habría información sobre mí que no es verdaderamente
mía. —Asiento lentamente, las piezas van encajando. Flynn abre otra página de
su sitio web: su perfil—. Siempre lo mantuve vago. Ni siquiera mis
administradores a sueldo saben cómo soy.

Al leer su información, la poca que publicó, surgen algunas preguntas.

—Aquí dice que tienes el pelo claro, lo cual es cierto, pero.... —Señalo el mío,
que es castaño—. El color de tus ojos es verde. —De nuevo, los míos son
marrones—. Y la altura... oh, no rellenaste eso.

Diría que mide quince centímetros menos que yo. Tampoco rellenó nada en
ningún tipo de cuerpo. Delgado. Lo mismo con la edad.

Orientación sexual: Heterosexual.

Por supuesto que lo es.

—No importa. Ya lo entiendo. —Me recuesto y me rasco la nariz—. Entonces,


¿supongo que es un trabajo de una sola vez? Como, ¿tomas prestada mi
información y eso es todo?

Me parece un gran rodeo ser deshonesto. Podría haber mentido fácilmente y


poner la información que quisiera. ¿Verdad?

—Bueno... —Flynn mira hacia otro lado y hace una mueca—. Esta es la cosa...
Dios, no puedo. No puedo preguntarte. Mi amiga en Estados Unidos me lo
advirtió. Dijo que sería inapropiado que te lo pidiera, así que ahora no puedo. —
Se cubre la cara con las manos—. Te pido sinceras disculpas por molestarte.

—Oye. No lo hagas. —Me acerco a él, le aparto las manos y vuelvo a


sentarme—Llegaste hasta aquí, ¿no? —Sonrío y me encojo de hombros—. Más
vale continuar. Y... —es mi turno de hacer una mueca—. Me vendría bien el
dinero. Realmente necesito un trabajo.

Niega con la cabeza.

—No. No puedo. Ya dijiste que no es lo tuyo. —En realidad hace comillas al


aire—. Esto requeriría estar en exhibición.
—Eso suena... —No suena bien. Nada bien. Me muevo en mi asiento, tengo
demasiada curiosidad como para echarme atrás. Siempre puedo decir que no,
pero quiero saber más—. Vamos, cuéntame. —Le dirijo lo que espero que sea una
sonrisa convincente.

Me mira en silencio durante cinco segundos y luego se separa. Sus orejas se


tiñen de rojo.

—Dirigiendo este tipo de sitio... Aprendí que no puedo ser tímido y vacilante.
—Exhala temblorosamente—. Quieren verme. En una ventana o algo así. Bueno,
fuera también, pero la mayoría se muestra en ventanas.

Eso me confunde: hablar de “fuera” y luego de ventanas.

—Te refieres a lo de la webcam, ¿no? ¿Como si te vieran en una ventana de


chat?

—No. —Traga saliva—. Una ventana real. En persona. —La siguiente vez que
me mira a los ojos, empieza a hablar deprisa otra vez—. Tu cara estaría oculta.
Sólo verían tu cuerpo. Mientras... ya sabes... te masturbas.

—Espera. —Se me desorbitan los ojos—. ¿Quieres que haga qué?

Mientras mi corazón empieza a acelerarse, miro a mi alrededor como si fuera


culpable de un delito y no quisiera que la policía me metiera en la cárcel.

—Masturbarte enfrente de una ventana.

Mierda. Me paso una mano por el pelo y trago saliva contra la sequedad de
mi garganta. Flynn tiene una idea equivocada de mí. ¿Me ve como un hijo de
puta agradable? No lo soy. De pequeño no era uno de los chicos geniales. La
gente sigue diciéndome que tengo la apariencia, pero soy un maldito bobo. El
payaso de la clase. El “amigo”.

La única vez que mi familia se quedó en el mismo sitio durante más de dos
años, yo estaba en el club de teatro y en el de música. Casi suspendo sociales,
necesité un tutor en ciencias y las matemáticas me marean. También tiendo a
tropezar con el aire.

Las únicas asignaturas en las que saqué sobresalientes fueron historia e


inglés.
—Cory, te daría mil libras.

Ah, hombre.

Plantando los codos sobre la mesa, apoyo la frente en las palmas de las manos
y me tiro del pelo. En el suelo veo mi puta bolsa de viaje, que me recuerda lo
mucho que necesito el dinero. Es jodido cómo desaparecen los escrúpulos cuando
hay dinero de por medio.

—Dame algunos detalles de lo que pasaría —murmuro—. Me refiero a dónde


y cuándo. —En contra de mi buen juicio, no salgo corriendo—. Cómo funciona
todo esto.

Tocarme la polla donde la gente pueda verme, aunque no mostraría mi cara,


no es exactamente atractivo.

¿Miraría Flynn?

Ese pensamiento hace que una llamarada de calor se encienda dentro de mí.

—Alquilaría una habitación de hotel en una zona más tranquila de la ciudad


—explica Flynn—. Avisaríamos a los socios de la hora y el lugar con un anuncio
en “Ven a ver”. Los que estén en la zona de Londres pueden hacer lo que quieran
con la información, pero probablemente aparecerán varios. Pararán cerca.

Y mirarán como me corro.

—¿Y si...? —Frunzo el ceño y miro a Flynn—. ¿Quién va a impedir que uno
de esos mirones me filme?

—Nadie. Eso pasa a menudo. Incluso hay una página para ello. —También
me la enseña. Sí, justo ahí—. En parte por eso es importante aceptar la cláusula
de consentimiento, porque estos miembros acaban en el sitio en varios estados
de desnudez.

Abrumado, escudriño la colección de vídeos de personas que tienen sexo con


otras que están al acecho. Probablemente en los arbustos. Dios mío. Se volvió un
poco sórdido. Si ahora veo una gabardina, probablemente grite “¡Pervertido!”

No soy un maldito mojigato, pero esto es definitivamente territorio


desconocido.
Otra pestaña titulada “Live Online” llama mi atención, y cuando hago clic en
ella, veo que es una sección de espectáculos con webcam. Miembros que follan
con sus parejas con una webcam apuntándoles, permitiendo a la gente del sitio
ver la transmisión en directo.

—¿No es una opción más fácil? —Señalo la pantalla—. Seguiría siendo en


directo, pero podría ocurrir en la intimidad de un dormitorio.

—Si opto por la webcam, los forasteros tendrían la oportunidad de participar


en la experiencia —acepta, eligiendo cuidadosamente sus palabras— pero me
temo que no es lo bastante valiente. Llevo tanto tiempo esquivando estas
peticiones, inventándome excusas y demás, que creo que debería ofrecerles más.
Y los eventos de la vida real, en los que los miembros conducen hasta un lugar
para ver a otra persona, son los más populares.

No puedo decir mucho al respecto, porque ¿qué sé yo?

—Pero, como dije... —Flynn se inclina más cerca—. Si accedieras a esto, nadie
tendría que verte la cara. Yo estaría allí, pero obviamente te daría privacidad,
para el, ah... evento.

Evento. Esa es una forma de decirlo.

—¿Estás en todo esto? —No puedo evitar preguntar—. Quiero decir, tienes
que estarlo. Es tu sitio, supongo que es un trabajo a tiempo completo. El teletipo
de la esquina de la página revela que actualmente hay seiscientos miembros en
línea. ¿Cuántos hay en total? Entonces, ¿una cuota de socio cada mes? Maldita
sea—. ¿Pero no te gusta... que la gente te mire?

—Me fascina el voyeurismo. —De repente se pone serio—. No es una


compulsión o un estilo de vida para mí, sin embargo. Pero sí, prefiero mirar a
que me miren. Esto último me pone muy nervioso.

—A ti y a mí —murmuro en voz baja.

Pero ya sé que voy a decir que sí. Una parte de mí se siente obligado. Otra
parte está desesperado por conseguir dinero. Porque, ¿qué otra cosa podría
hacer?

Seguiré buscando trabajo, y esta actuación con Flynn me mantendrá a flote


unas semanas.
Apúntame a una sesión de pajas en público.
2
Cory,

No noté actividad en tu página, así que no sé si estás viendo esto. Pasaron


semanas y me siento fatal. ¿Sigues en Chicago o te mudaste a Londres? Por
favor, ponte en contacto conmigo.

Espero que estés bien,

Luke

Cuatro días después, entró en una posada de tres pisos en el norte de


Londres. Sólo estoy yo y mi fiel bolsa de lona. De ninguna manera voy a dejar
mis pertenencias en mi hostal de Bayswater.

Por diez libras la noche, tengo una cama en un dormitorio de doce camas y
un desayuno continental de tostadas, mermelada y café de mierda. Hay que
pagar un extra si quieres una taquilla para tus cosas, cosa que no me puedo
permitir.

Flynn se reúne conmigo en el vestíbulo y, aparte de dos silenciosos “Hola”,


guardamos silencio hasta que llegamos a la habitación del segundo piso. No
tengo ni idea de lo que va a pasar ahora. La hora de salida no es hasta dentro de
dos horas.

Cuando Flynn y yo hablamos por teléfono anteayer, me dijo que era mejor
que llegáramos temprano. De ese modo, ambos habremos acampado en la
habitación del hotel durante un rato para cuando el primer miembro aparezca en
el estacionamiento justo al otro lado de la ventana.

—Así, nuestras caras seguirán siendo un misterio —había añadido.

Intento no pensar en más tarde.


La habitación es sencilla pero más que correcta. Dos camas individuales, un
escritorio diminuto con una silla giratoria, un televisor anticuado en un soporte
junto al escritorio, y una silla más cómoda y una mesita junto a la gran ventana.
Obviamente, la maldita ventana me hace pensar en más tarde.

Cristo todopoderoso.

—Ayer no estuviste en el pub —menciona Flynn en voz baja.

Tiro el petate entre las dos camas y me desplomo sobre una. Maldita sea, esto
sí que es una cama. No es lujosa, pero es mejor que la litera de abajo de un alemán
que comió demasiado chucrut.

—No estaba por la zona —respondo, ahogando un bostezo. Estuve buscando


trabajo desde que salí del pub el viernes pasado, pero me vi obligado a quedarme
cerca de Bayswater porque mi tarjeta Oyster caducó. El metro, perdón: el metro,
ya es caro de por sí, pero sin esa tarjeta es suficiente para arruinarte. Por otra
parte, probablemente habría evitado el pub de todos modos. Tammy me mandó
varios mensajes, obviamente curiosa por verme en la misma mesa que “el chico”.

No estoy dispuesto a divulgarlo.

—¿Vives por ahí? —le pregunto.

—Oh, no. —Flynn sacude la cabeza y se sienta en el borde de la otra cama.


Siendo el pobre cabrón que soy, no puedo evitar fijarme en que lleva en la mano
una bolsa de papel de McDonald's—. Vivo en Lancaster Gate. —Huh. Eso está
justo al lado de Bayswater—. La mujer de mi hermano trabaja en el Museo
Británico. A veces quedamos para comer, y si tengo que esperarla, me paso por
el pub. Es un establecimiento agradable.

Sonrío y me siento, curioso por este chico.

—Me encanta ese museo. Puedo perderme allí durante horas. —Pero igual
que hace mucho que no veo porno, hace siglos que no paso tiempo en el Museo
Británico. Podría ir en cualquier momento, supongo, pero me sentiría fatal yendo
allí con la ropa sucia.

Cuando era niño, mi madre y yo solíamos disfrazarnos para ir a un museo,


algo así como lo que hacen algunas personas cuando van al teatro y lo que sea.
—A mí también me gusta. —Flynn agacha la cabeza y se entretiene con la
bolsa de comida para llevar. Se me hace la boca agua y un gruñido silencioso
retumba en mi estómago. Mierda, no comí desde el desayuno, ¿y ya son casi las
siete de la tarde?

—No sabía lo que te gustaba, así que compré un poco de todo. —Flynn mira
hacia arriba con expresión de impotencia—. Espero que te parezca bien. —Sin
decir nada más, me entrega la bolsa.

—Oh. —Me sorprendo y me siento un poco incómodo. Nunca nadie me


compró comida así, y estoy acostumbrado a arreglármelas solo. —No tenías por
qué hacerlo—Le envío una pequeña sonrisa—. Pero gracias. —Saco un cuarto de
libra y tomo una de las bebidas, con el estómago gruñendo de aprobación.

Flynn se encoge de hombros y deja el resto de la comida en la mesilla que hay


entre las camas. Luego se zampa su Big Mac y yo hago lo mismo con mi
hamburguesa después de quitarle los pepinillos.

—Así que… —Mastico y trago. —Eres americano.

—Estupendamente observador. —Sonríe y quita la tapa de su batido de


fresa—. Sí. Nací en Toronto, pero mis padres eran americanos y trabajaban allí, y
crecí en Seattle. —Toma un sorbo y parece dudar si continuar. Pero al final, lo
hace—. Nunca conocí a mi padre, y mi madre murió cuando yo era pequeño. Mi
hermano Grant y yo nos mudamos a Seattle, donde viven nuestros abuelos. ¿Y
tú?

Ay. Nunca debí preguntar. No me siento cómodo revelando mucho.

—Mocoso del ejército1. —Me señalo y finjo una sonrisa—. Estuve en todas
partes. —Miro mi hamburguesa y le doy otro mordisco. Flynn parece demasiado
interesado en lo que digo, así que decido darle un poco más—. Después de la
universidad, trabajé unos meses y luego vine a Londres. Fue mi sueño desde
niño.

1 Army Brat: Acrónimo utilizado para describir a los niños cuyos padres son militares de carrera:

B- siendo
R - reubicado
A - todos (los)
T - tiempo
Flynn sonríe y picotea sus patatas fritas.

—¿En qué te especializaste?

—Historia. —Lo que odiaban mis padres. No dejaron de apoyarme, pero


dejaron claro que pensaban que debería haber apuntado más alto. Luke era el
único que estaba de mi lado, por razones obvias, pero no era suficiente—.
Historia antigua, para ser precisos.

—Le habrías caído bien a mi hermano. —Flynn se limpia las manos en la


servilleta que tiene sobre el regazo y se quita la camisa de botones para ponerse
una simple camiseta—. Grant vivía para el pasado. También trabajaba en el
Museo Británico. Así es como conoció a Amy. Ambos eran asistentes de
investigación en ese entonces.

No me importaría trabajar en el Museo Británico. De hecho, sería un trabajo


de ensueño, pero haber nacido con dos pies izquierdos es un indicio que no
deberías acercarte a un lugar lleno de reliquias antiguas.

Siempre que estoy allí, guardo las manos en los bolsillos y no me acerco
demasiado a los expositores.

—¿Vivía? —pregunto tímidamente.

Asiente, pero no levanta la vista de su regazo.

—Murió hace dos años. Accidente de coche a las afueras de Newcastle.

—Lo siento. —No sé qué más decir.

Flynn se encoge de hombros, aunque no parece muy despreocupado.

—Por corta que fuera, vivió su vida sin remordimientos. Intento centrarme
en eso.

—Admirable. —Me acabo el resto de la hamburguesa y echo un vistazo a una


hamburguesa con queso normal que aún está en la bolsa, pero creo que ya tuve
bastante por ahora—. ¿Cuánto tiempo llevas aquí?

—Grant se mudó aquí cuando yo aún estaba en el instituto. Me uní a él justo


después de graduarme, así que... casi cinco años. ¿Y tú?
Levanto siete dedos, todavía masticando. Luego aclaro.

—Años, no meses. —Doy un sorbo a mi Fanta—. Mi madre es inglesa, así que


tengo doble nacionalidad. Hasta ahora nunca viví aquí, pero vinimos varias
veces, normalmente durante las escalas. Creo que la primera vez que vinimos fue
después de salir de Corea. O Japón. —Frunzo el ceño tratando de recordar, pero
viví en demasiados sitios como para acordarme de todos.

—Suena emocionante. —A Flynn le brillan los ojos.

Él no lo sabe.

No es el primero que expresa envidia por tanto viaje, pero no era mi idea de
una infancia perfecta.

—Tuvo sus altibajos, como todo, supongo. —Sonrío con fuerza.

Si hubiera sido cualquier otra persona, la reprimenda habría sido más dura,
pero por alguna razón no puedo ser grosero con Flynn. Ahora que no está tan
nervioso, es como una persona nueva. La inocencia persiste, pero ya no
tartamudea y es menos torpe.

Yo tenía un amigo como él cuando vivía en Alemania. Yo tenía unos trece


años o así; él también era un mocoso del ejército. La misma edad. Era
increíblemente reservado y tímido, pero cuando aprendió a confiar en mí, bajó la
guardia. Soltaba las cosas más graciosas, cosas que la mayoría de la gente ni
soñaría con decir en voz alta, pero no le importaba.

—¿No te gustan las patatas fritas? —se pregunta Flynn, señalando las patatas
fritas de la mesita de noche.

—Sí me gustan, pero estoy lleno. —Me doy unas palmaditas en el estómago—
. Gracias por la cena, por cierto.

—El placer es mío. —Sorbe lentamente de su batido, con las orejas


enrojecidas. Sus ojos también parecen parpadear de un punto a otro de la
habitación. A cualquier sitio menos a mí.

¿Otra vez nervioso?


Se hace el silencio, y los últimos días me alcanzan y me hacen bostezar. Sin
nada que hacer, me tumbo en la cama y me quito los zapatos.

—¿Por cuánto tiempo tienes esta habitación? —No es ni mucho menos un


hotel de cinco estrellas, pero tampoco un motel de mala muerte. Dudo que tengan
tarifas por horas, y estaría bien quedarme aquí esta noche.

Estoy deseando darme una larga ducha caliente. Quizá también pueda lavar
mi ropa. Las instalaciones que tienen en mi hostal son de lo peor, a menos que
prefieras lavar la ropa en agua fría.

—Por esta noche.

Asiento con la cabeza, luego inclino la cara para mirarle a los ojos.

—¿Te importaría que me quedara aquí? Podrías sacarlo de los mil que me das
después.

Flynn frunce el ceño.

—¿No quieres irte a casa?

Oh, es verdad.

—Estoy... entre dos sitios en este momento. —En vez de eso, miro al techo.
Más fácil—. Además, va a ser tarde antes de que terminemos aquí esta noche. —
Debería haber empezado con eso. Habría sido una excusa perfectamente válida
para explicar por qué no quiero ir a ningún sitio esta noche.

—Ya veo. ¿Te drogas?

—¿Qué carajo? —Toso. Estoy sorprendido; mientras tanto, Flynn parece más
frío que una lechuga—. ¿Qué clase de pregunta es esa? No, no tomo ninguna puta
droga.

—Te pido disculpas. —Ahora parece nervioso—. No quise ofenderte. Tengo


una habitación que no uso... bueno, tengo dos, pero eso no viene al caso. Lo siento
mucho, Cory. Sólo preguntaba porque es costumbre asegurarse que un
compañero de casa no te robará. —Abro la boca para cortarlo, pero está en
racha— No estaba insinuando que fueras un adicto de ningún tipo... —Me vuelvo
a sentar y le pongo una mano en la rodilla. Eso lo hace callar. También hace que
sus ojos se agranden y se centren en mi mano—. Por Dios, Flynn. —Suelto una
carcajada y sacudo la cabeza—. Eres demasiado... Dulce. No, demasiado… bonito
—me conformo—. Pero no es necesario. ¿Vale? —Me alejo lentamente—. Siempre
hay alguien esperando para timar a un pobre imbécil con la habitación llena de
moho y chinches. —Sonrío para mostrar que estoy bromeando, aunque
ciertamente experimenté ambas cosas—. Ya soy mayorcito. Algo aparecerá.
Siempre lo hace.

—Chinches... —Flynn suelta un suspiro, horrorizado—. ¿Chinches, Cory? Y el


moho puede causar asma. Dime que estás exagerando.

Sonrío y me encojo de hombros. Es evidente que el chico nunca tuvo los


bolsillos vacíos.

—Simplemente atroz. —Se masajea las sienes—. ¿Podrías considerar


mudarte a mi habitación de invitados? —Me mira como si temiera que un enorme
chinche me fuera a comer vivo—. ¡Incluso puedes pagar el alquiler si quieres! Tú
mismo lo dijiste, algo aparecerá. “Siempre lo hace”, también dijiste. —Vuelve a
usar comillas. Jodidamente lindo—. Como puedes ver, esta es una oportunidad
que surgió.

Me tiemblan los hombros de risa silenciosa, pero no puedo evitarlo. Quizá


estuve deprimido, más de lo que ya sabía, porque Flynn Wright es como un soplo
de aire fresco. O tal vez es así de refrescante por sí solo, independientemente de
mi estado.

—¿Y bien? —me pregunta—. ¿Tienes algo que decir en tu defensa?

Muestro las palmas de las manos, hasta las carcajadas.

—Más despacio, Flynn. Acabamos de conocernos…

Su cara decae.

—Creía que éramos amigos.

—¡Lo somos! —Me apresuro a tranquilizarlo, a pesar que no tenía ni idea que
ya nos considerábamos amigos. Pero oye, nunca se tienen demasiados, y siempre
me vendría bien otro—. Somos nuevos amigos. Definitivamente. Sí. —Me froto
la nuca—. Es que... ¿no nos conocemos tan bien? —No sé por qué lo formule
como una pregunta.
Frunce los labios y ladea la cabeza.

—¿Conocerías a un desconocido que alquila una habitación antes de aceptar


una oferta?

—Yo… —Um.

No puedo discutir esa lógica. Por supuesto que no llegaría a conocer a alguien
que está buscando un compañero de piso. Pero se siente muy diferente con Flynn.

Normalmente no tengo compañeros de piso que me atraigan.

—¿Se te ocurre alguna razón por la que crees que debería vivir contigo? —
pregunto con cautela.

Flynn es un tipo increíblemente agradable; sería afortunado si le alquilara


una habitación. Pero... si no mantengo las distancias, verá todos mis lados malos.

No soy un vago, pero a los treinta no tengo mucho que demostrar.

—Hay un montón de razones. —Flynn cruza los brazos sobre el pecho—. ¿Te
lo pensarás al menos?

—Probablemente haré algo más que pensarlo —respondo con sinceridad.


Después de todo, no es que tenga ninguna opción—. Podemos hablar de ello más
tarde, ¿de acuerdo?

Asiente con la cabeza, sus ojos verdes brillan de triunfo.

Aún no dije que sí, chico.

Aunque, ¿a quién quiero engañar? No puedo permitirme el orgullo.

—Todavía tenemos otra hora. —Toca su reloj—. Podríamos rellenar mi perfil.

—Claro. —Pensar en otra hora me revuelve el estómago. Una hora. Dentro de


una hora, me quitaré la ropa y me masturbaré delante de ese ventanal. La
persiana estará bajada para ocultar mi cara, pero el resto de mí estará a la vista.

Fingiendo comodidad, me recuesto contra la cabecera y entrelazo los dedos


sobre el vientre. Mientras tanto, Flynn agarra un portátil y lo enciende.
—¿Te parece bien que me quede aquí esta noche? —le pregunto, recordando
que nunca me contestó. Podría quedarme dormido diez horas, así de cansado
estoy.

—¡Por supuesto! —Me lanza una rápida sonrisa antes de volver a centrarse
en su portátil—. ¿Te parece bien si yo también me quedo aquí? Así no tengo que
tomar el tren de vuelta a casa. No es tan seguro por la noche, por no mencionar
que sería un viaje bastante largo.

Sonrío perezosamente.

—No voy a echarte de tu propia habitación, chico. Claro que deberías


quedarte.

—Estupendo. —Esta vez, su sonrisa es más rígida. Pero no dice nada. No


durante varios minutos mientras pulsa las teclas. Pero finalmente, habla, más
suave ahora—. No soy un niño, ¿sabes? —No me mira ni deja de teclear.

Mierda, nunca pensé que se ofendería.

—Lo siento. —Mierda, ahora me siento mal—. Espero que sepas que no es un
insulto. ¿Tammy, la camarera? —Asiente bajando la barbilla—. Sí, llamamos
chico a todo el que aparenta menos de veinticinco años. Es más una broma que
otra cosa. Incluso fue mi propio apodo en el pasado. —Aunque no fue Tammy
quien me llamó así.

—Vale. —Sus hombros parecen menos rígidos ahora, así que supongo que lo
entiende. Aun así, me aseguraré de no volver a llamarlo así—. Ya tengo aquí mi
color de ojos y de pelo, pero como nadie te verá la cara, no creo que suponga
ninguna diferencia. —Suave cambio de tema—. ¿Cuánto mides?

—Un metro ochenta. —Lo estudio, esperando como el demonio que no esté
herido. A pesar de su trabajo bastante diferente, me dio la oportunidad de ganar
algo de dinero. Por supuesto, también me ofreció alquilar su habitación y me trajo
la cena.

Tengo que compensarlo, demostrarle que le estoy agradecido.

—También puedo anotar mi cumpleaños —murmura—. Hmm. Año.


¿Cuántos años tienes?
—Cumplí treinta años en mayo.

Teclea un poco más.

—Sólo eres ocho años mayor. Entonces definitivamente no soy un niño. —


Me mira con una pequeña sonrisa—. Es una broma. —Tanteando el terreno.

Siento alivio. Está bien.

—Tienes razón. Sonrío.

Él asiente, y eso es todo.

—Creo que cambiaré mi información de orientación sexual a en blanco —dice


pensativo—. Más misterioso.

No me importa una mierda. Ya sé que es heterosexual.

—¿Qué te hizo empezar Public Display of More?

Tengo que admitir que siento curiosidad. Realmente no me cuadra; es un tipo


dulce y algo tímido, ¿pero luego dirige un sitio así...?

Flynn se lo piensa un momento.

—Hice un trabajo sobre el comportamiento humano en mi último año de


instituto y me topé con el exhibicionismo. Después de entregar el trabajo, leí más
sobre el tema. Me atrajo. —Hace una pausa y baja la mirada—. Nunca tuve
muchos amigos, y estoy un poco solo aquí en Londres. En realidad sólo está Amy,
y ya no nos vemos tan a menudo. —Siento una punzada de tristeza y me
pregunto por qué no volvió a Seattle cuando murió su hermano—. Pero me gusta
observar a la gente. Es una distracción fascinante, y es un pasatiempo que no
requiere amigos. —Qué puta razón más terrible para dedicar tiempo a un
hobby—. Así que como puedes ver, el voyeurismo no era sexual para mí al
principio.

¿Pero se volvió sexual después?

—Entendido. —Me aclaro la garganta y me muevo en la cama. A decir


verdad, con cada palabra que dice Flynn, me intriga más y más. No
necesariamente por voyeurismo, sino por él. Durante la hora que llevo en esta
habitación de hotel, pasé la mayor parte del tiempo observando a Flynn. Pero me
gustaría que sus razones para disfrutar del voyeurismo fueran diferentes. Hay
un aire de soledad a su alrededor que me afecta más de lo que creía posible.

Me gustan sus expresiones. Su honestidad se muestra con cada movimiento.


Si está nervioso, se le nota. Si está contento, se nota. Si está pensando mucho en
algo, lo noto.

—Así que por eso creaste la página web —supongo.

—Vi que había demanda. —Se encoge un poco de hombros, como si fuera así
de sencillo. Para él, posiblemente. Para mí, no tanto—. Siempre se me dio bien
programar y crear software. Construir una página web no fue nada. —Se le
iluminan los ojos—. En mi tiempo libre, creo aplicaciones. Algún día te las
enseñaré.

Eso mismo. El entusiasmo puro. Es terriblemente dulce.


3
Cory,

Probablemente le estoy hablando a una proverbial pared de ladrillos, pero


no me importa. Lo siento muchísimo. ¿No ves mis mensajes? ¿O los ignoras?
Entiendo si es lo segundo. De nuevo, lo siento mucho.

Egoístamente, desearía que estuvieras aquí ahora. Jennifer está embarazada.

Espero que estés bien,

Luke

Salgo de la ducha y me ato una toalla alrededor de las caderas. Me paso una
toalla más pequeña por la cabeza y me acerco al lavabo. No tengo ningún motivo
para lavarme los dientes, pero me estoy entreteniendo. Con el cepillo de dientes
en la boca, abro la puerta un par de metros para que salga el vapor. El frío de la
habitación me golpea el pecho y me dan ganas de volver a cerrar la puerta, pero
teniendo en cuenta que Flynn se va a quedar aquí mientras yo entretengo este
rinconcito del mundo, pienso que es mejor dejar que entre un poco de aire fresco.

—Sé que dije que no miraría fuera, pero esto es demasiado bueno para no
hacerlo —dice Flynn desde la habitación—. Mi persona online se siente halagada
por el volumen de miembros en el estacionamiento. Aunque son muy discretos.

Resoplo en silencio ante el espejo, todavía cepillándome los dientes. Una roca
de timidez se instaló en mis entrañas, y no puedo evitar preguntarme si las
expectativas de Flynn son demasiado altas. Tammy bromea sobre el maldito
modelaje, pero ya casi no tengo cuerpo para eso. Eso requeriría preparación. Mis
abdominales ya no son tan marcados como antes, sólo visibles cuando estoy
tenso. Las modelos tampoco tienen pelo en el pecho, ¿verdad? Yo no tengo
mucho, una pizca, pero no parezco pulido.
Soy como soy, no cambie nada de mí por nadie. Aunque pudiera
permitírmelo, no lo haría. Sin embargo, no puedo evitar querer que Flynn al
menos quede impresionado.

Buena suerte. Otra vez.

Me enjuago la boca, escupo un poco de agua, dejo a un lado el cepillo de


dientes y me limpio la boca. Echo un vistazo por encima del hombro para
asegurarme que estoy solo antes de aflojar la toalla e inspeccionarme
críticamente. Inseguridades, que los jodan a todos. ¿Debería afeitarme la puta
entrepierna? No, a la mierda. No soy tan peludo. Pienso. Y yo qué sé.

Suspiro y vuelvo a apretar la toalla. A pesar de no haberme afeitado la cara,


me pongo un poco de mi aftershave barato en las manos y me lo aplico en las
mejillas desaliñadas. Usé el último desodorante hace un par de días, así que esto
es todo lo que tengo por ahora sí quiero oler bien. Y quiero.

—¿Cory? —Flynn llama—. ¿Estás bien? ¿Estás nervioso? ¿Te gustaría un


poco de... cómo lo llaman...? —Su voz se desvanece en un murmullo—. Ah, sí es.
¿Valor líquido?

Sonrío y sacudo la cabeza. ¿Nervioso? Mierda, sí. Pero no pasa nada. Llegaré
hasta el final. No me rindo.

—Estoy bien. —Salgo del baño y veo a Flynn sentado en su cama con las
piernas cruzadas. Se está alejando de la ventana, me doy cuenta. Apuesto a que
se pegó a la pared cuando se asomó antes—. ¿Estás bien?

Aparta la mirada de mí.

—Sí. Ahí tienes una Sprite —señala la mesita de la esquina—. Te vi beberla


en el pub. —Levanto la boca y siento curiosidad por saber qué más sabe de mí.
Seguro que no bebía refrescos el día que nos conocimos—. También dejé algunos
bocadillos y vasos de fruta en esa triste excusa de nevera que hay bajo el
escritorio.

—Gracias. No tenías por qué tomarte tantas molestias. —Me siento en el


sillón de piel sintética junto a la ventana. Me alegro que las persianas estén
bajadas del todo por ahora—. ¿Seguro que estás bien? —Me pregunto porque
sigue sin mirarme.
—Sí, sí. Te lo aseguro. Copacético2. Me preguntaba. —Flynn se aclara la
garganta—. ¿Te gustaría ver pornografía? —Dios, este tipo—. Puedo pedir algo de
pago por visión, o tengo mi portátil...

—Estoy bien —digo rápidamente, interrumpiendo. Me doy un golpecito en


la sien—. Tengo una imaginación muy viva. —Lo dejo así.

—Qué conveniente. —Flynn traza patrones invisibles en su colcha con uno


de sus dedos de pianista—. Supongo que ahora te daré intimidad. —Consulta su
reloj—. Sólo faltan cinco minutos.

Se me acelera el pulso cuando sale lentamente de la cama y se dirige al baño


con su portátil. Se detiene en el pasillo para decirme cuánto debo subir la persiana
para conseguir el mejor ángulo. Me indica que me siente cerca de la ventana; si
me siento más lejos, los curiosos me verán más desde el aparcamiento de abajo.

Sigue divagando torpemente sobre ángulos cuando mi cerebro empieza a


lanzarme imágenes que necesito para un momento así. Tira por la ventana
cualquier tipo de filtro y casi me tumba del asiento cuando los hombres que veo
en mi cabeza se parecen todos a Flynn. No es sorprendente que sean él, pero el
asalto es contundente. Su rostro invade cada fotograma, y me imagino sus
mejillas sonrojadas por el deseo, sus pupilas dilatándose dentro del verde.

Tuve cuidado de no cruzar los límites, ni siquiera en la fantasía, porque no


me serviría de nada cuando me viera obligado a volver a la realidad más tarde.
Ya pasé por eso antes. Demasiadas veces. No me siento bien. ¿Pero ahora...? A la
mierda con todo. Es mi mente. Puedo hacer lo que quiera con ella.

Me inclino hacia delante y apoyo los codos en las rodillas para proteger mi
polla bajo la toalla.

—Flynn, ya puedes irte. —Mi voz es más áspera y estoy seguro que hay
lujuria en mi mirada.

Flynn no lo ve. Estuvo mirando hacia la puerta del baño mientras hablaba
conmigo. Lo que me deja una última oportunidad para saciarme. Mis ojos
recorren su cuerpo ágil, su pelo corto y despeinado, su mandíbula cincelada, su

2
Genial. OK. originario de la época de la prohibición en américa.
piel pálida, su culito prieto, sus muslos delgados pero musculosos... hasta llegar
a sus pies descalzos.

—Entendido —grazna, forcejeando con la puerta. Se abre y casi choca contra


ella. Pero sale ileso y desaparece dentro del cuarto de baño.

La cerradura encaja.

Sin perder tiempo, me levanto para cambiar de silla. La silla giratoria queda
frente a la ventana, recupero mi bolsa de viaje y pierdo la toalla. Siguiendo las
instrucciones, subo la persiana y vuelvo a sentarme.

Lo único que se me ocurre comprar como preparación para hoy es un bote de


lubricante tamaño viaje. Era todo lo que podía permitirme, pero no voy a
quedarme sin él. Sería como follar en un desierto.

Un gemido bajo se desliza por mis labios mientras muevo una mano
lubricada por mi polla dura.

No miro fuera. Está demasiado oscuro para ver mucho a menos que mire
fijamente. Además, es el hecho de saber que Flynn está en el baño lo que parece
avivar mi deseo. No los mirones del aparcamiento. Eso sólo aumenta mi
nerviosismo, así que intento no pensar en ellos.

De perfil hacia la ventana, cierro los ojos y pienso en Flynn. Fantaseo con sus
manos sobre mi cuerpo. La inocencia y la curiosidad en sus ojos. Quizá se
ruborizaría al ver mi polla.

Me gustaría que se arrodillara delante de esta silla. Entre mis piernas. Me


tocaría experimentalmente, perdido en su pequeño mundo. Mierda, ya me lo
imagino. Mientras me acaricio con más fuerza, imagino su cara bajando hasta mi
entrepierna. Casi puedo sentir su aliento caliente saliendo en pequeñas
bocanadas.

—Chúpamela —exhalo. Paso la yema del pulgar por la raja y esparzo las
gotas de presemen. ¿Lo lamería Flynn? ¿Chuparía la cabeza? ¿Murmuraría?—
Mierda. —Mi cabeza se echa hacia atrás. Estiro las piernas, probablemente
pareciendo una tabla tiesa en la silla.

Aprieto el agarre, acariciándome con fuerza con la mano derecha. La


izquierda sube para agarrar la base y masajearme los huevos. El saco se contrae
y se estira, pesado y perfecto en mi mano. Me hace pensar en la polla de Flynn y
en las cosas que quiero hacer con él. Privado como estoy, probablemente me
correría encima en cuanto me lo tragara.

Se me hace agua la boca. Incluso me hormiguean los labios, y muerdo el


inferior mientras acelero. Ya siento que mi orgasmo va en aumento. Mis
pensamientos se vuelven más desagradables. Totalmente indecente y
jodidamente espectacular.

Quiero correrme en tu cara.

Quiero lamerlo todo.

Quiero correrme en la abertura de tu culo y ver cómo se escurre.

Quiero lamerlo todo.

El calor me recorre la cara y el pecho. Mis abdominales se tensan.

En el fondo de mi mente, percibo un golpe procedente del baño, pero estoy


demasiado lejos para pensar en ello. Cada vez más rápido, ya casi... Dios mío.
Gimo. Mi respiración se acelera y mi pecho se agita.

Al borde del abismo, abro los ojos y veo cómo me corro. Trabajo la polla
mientras me imagino a Flynn chupándome, lamiéndome, follándome,
corriéndome, corriéndome, corriéndome... En un movimiento instintivo, giro la
silla un palmo a la derecha, mirando más hacia la ventana.

La primera descarga me salpica el pecho, aspiro poco y contengo la


respiración. Al mismo tiempo, me agarro la raíz de la polla con fuerza,
provocando que la siguiente oleada de semen golpee casi tan alto como la
primera. Vuelvo a echar la cabeza hacia atrás mientras un tercer chorro sale de
mí, chorreando por mi mano. Con un apretón en los huevos, gano otras gotas.
Todo mi cuerpo zumba con las réplicas de uno de los mejores orgasmos que tuve
en mucho tiempo.

Maldito... Dios.

Me estremezco violentamente y me pongo una mano en el abdomen. No


frotando el semen, sino... sintiéndolo, sintiendo el calor pegajoso. Respirándolo. El
sexo es uno de los mejores olores del mundo. La sal, el almizcle, la masculinidad.
Se me escapa un silbido al pasar accidentalmente la mano izquierda por mi
sensible pene, sobre todo por la cabeza. Me obligo a levantarme, sintiéndome un
poco tambaleante, y bajo rápidamente la cortina del todo. Es mejor que no analice
esa mierda ahora mismo.

Ahora mismo... tengo que enfrentarme a Flynn, y no quiero hacerlo. Me golpea


como una tonelada de ladrillos que si se da cuenta que me masturbé pensando
en él, podría terminar en un lugar muy familiar.

Me armo de valor, recojo la toalla del suelo y me la vuelvo a poner alrededor


de las caderas. Es hora de otra ducha, y puede que recurra a la timidez y me
esconda detrás de la puerta mientras Flynn sale de allí. Si me sobrara ropa, me
habría puesto una camiseta.

—¿Flynn? —Llamo suavemente a la puerta del baño. Irónicamente, estoy más


nervioso ahora, después de la hazaña, que antes—. Está bien que salgas.

Antes tenía razón. Somos amigos y no quiero perder a otro. Estaba demasiado
ocupado catalogando sus rasgos como para pensar en etiquetas para lo que
somos el uno para el otro.

—No, no estaría bien. —La voz de Flynn es apenas audible a través de la


puerta—. No puedo.

Miro al suelo, preguntándome si ya empezó. Pero al menos sólo nos


conocemos desde hace una semana. Ni un año, ni un semestre, ni unos meses.
Menos de una semana.

—¿Por qué? —pregunto con dulzura.

—Porque no me gusta nada que pueda describirse como incómodo —murmura Flynn
con franqueza—. Yo solo lo hago más incómodo, y eso me incomoda mucho. Empiezo a
tartamudear y parezco un tonto. Nadie quiere parecer un tonto, Cory.

No lo sé.

—No tiene que ser incómodo. —Por favor, no dejes que sea incómodo—. Me
pondré detrás de la puerta, tú te escabulles, yo entro y me ducho, y cuando salga,
haremos como si esto nunca hubiera pasado.

Hay un silencio antes que Flynn hable.


—Mi estado actual invalida todo lo que aprendí sobre lo que es aceptable, al menos
en torno a otras personas, y a lo que intento atenerme. En consecuencia, no puedo
enfrentarme a ti sin empeorar mucho, mucho la situación.

Ahora estoy confuso.

—¿Tu... tu estado actual?

—Tengo una erección.

—Mierda —susurró, pellizcándome el puente de la nariz.

Eso acaba de abrir una nueva caja de Pandora. ¿Está empalmado por...? No,
no voy a entrar en eso. Es hetero, según su perfil. Antes de cambiarlo. Esto es lo
que hace; Flynn dirige un sitio sobre voyeurismo. Claramente, es el concepto lo
que lo excita. Se trata de esa gente mirándome. No a mí en particular, sino
simplemente mirando.

—Eso es normal, y... —Me aclaro la garganta y dejo caer la frente hacia la
puerta—. Comparado con lo que acabo de hacer, una erección no es
prácticamente nada. Definitivamente nada de lo que avergonzarse.

Flynn es... diferente. Hay algo en él, en su forma de actuar, de hablar y de ver
la sociedad. Me gusta. Me gusta su perspectiva, y si eso significa que tengo que
andar con cuidado de vez en cuando para tranquilizarlo, me parece más que bien.

—Quizá... —Me muerdo el labio y hago una mueca. No debería continuar


con esta frase, pero sé que lo haré. Probablemente lo presione demasiado—.
Quizá deberías ocuparte tú. —Me miro el pecho y me paso un dedo por los
abdominales—. ¿Y sabes qué? Ni siquiera necesito una segunda ducha. Tengo
una toalla aquí fuera y usaré un poco de agua. —Giro la cabeza para ver las dos
botellas de agua de manantial y los dos vasos junto al teléfono del escritorio—.
Me iré a la cama justo después, y cuando nos despertemos mañana, será como si
nunca hubiera pasado.

Excepto que sí pasó.

—¿Estás absolutamente seguro?

No.
—Sí.

Tras otro momento de silencio, le oigo revolverse dentro. Cuando sale la


ducha, cumplo lo que dije. Me lavo con la toalla y un poco de agua, y localizo mi
último bóxer limpio. Me los pongo, apago las luces de la habitación excepto la
del pasillo y me voy a la cama.

Para cuando Flynn sale, ya estoy bajo las sábanas dándole la espalda y
haciéndome el dormido.
4
Cory,

Jayden Cory Rowe nació esta mañana. Eras el primero al que quería
contárselo. Dylan está encantado de tener un hermanito, pero teme que Jennifer
prefiera a su hijo “de verdad”.

Espero que estés bien,

Luke

—¡Está vivo! —grita Tammy dramáticamente cuando entro en el pub al día


siguiente.

Me acerco a la barra donde se está preparando para el almuerzo.

—Oye. Esos colores desentonan. —Señalo la colección de pajitas rojas y


adornos de cóctel negros junto a los cuencos de limones y limas en rodajas.

Me mira extrañada mientras me siento en un taburete.

—No, no lo hacen.

—Sólo te estoy tomando el pelo. —Sonrío y muestro las palmas de las


manos—. ¿Qué coño sé yo de colores que chocan?

—Nada. —Mira mi camisa azul, que por fin lavé, y pone los ojos en blanco.
¿Mis vaqueros? No tiene sentido. Son negros. O solían serlo. Ahora son un poco
más grises—. ¿En serio llevas un cinturón a cuadros verdes y blancos?

Oh.

Miro el cinturón, me encojo de hombros y me rasco la nariz.


—Lo encontré en la tienda de 99 peniques de Camden Town. La chica de la
caja lo llamó kitsch, signifique lo que signifique. Pero mira —subo un pie al
taburete contiguo— el mismo verde que mis zapatillas. Hacen juego.

Tammy se ríe a carcajadas.

—Ay, cielo. Eres el peor gay de la historia.

—¿Qué mierda? —No hay nada malo con mi maldita ropa. ¡Tengo la camisa
bonita y todo!— Señala un solo defecto. Atrévete.

Lo aparta con un gesto desdeñoso.

—Tu vestuario es lo último de lo que vamos a hablar. —Me pone un vaso de


Sprite delante y me mira con expresión severa—. Llevas días evitándome, no me
devuelves las llamadas, no respondes a mis mensajes, ¡hasta miré tu Facebook!
¿Estás rompiendo conmigo?

Vaya, debía de estar desesperada para ver mi Facebook. Creo que lo miré una
o dos veces en los últimos siete años.

Es mi turno de poner los ojos en blanco.

—Vamos. Sabes que eres mi segunda chica favorita en el mundo. Incluso


sufriría por conocer a tus padres, donde, como tú dijiste, tu padre me daría una
paliza y me apodaría “blanquito”. —Ensancho los brazos—. Las cosas que haría
por ti.

Eso le hace gracia.

—No, le gustarías. Claro que tendrías que ir a la iglesia todos los domingos.

Le lanzo una mirada dudosa.

—Tú no vas a la iglesia.

—Lo que no sabe papá en Lubbock.... —Sonríe alegremente.

—Eres horrible —me río entre dientes.

—Y tú intentas distraerme. —Mueve un dedo—. ¿Puedes decirme por qué


estabas sentado con ese chico el viernes pasado?
Suspiro, con los hombros caídos.

—No me voy a librar de esto, ¿verdad? —Ella niega con la cabeza. Es hora de
confesar. Un poco. De ninguna manera le voy a contar lo de anoche—. Se llama
Flynn. Estamos... —Me encojo de hombros—. Es un amigo. Y no lo llames chico.

Al menos espero que siga siendo un amigo. El jurado podría estar fuera
después de esta mañana.

La incomodidad se convirtió en el tema oficial, sobre todo cuando anoche me


entregó un sobre con mil libras. Me desconcertó tanto que olvidé preguntarle el
precio de la habitación.

El pago desniveló el terreno de juego. Me sentí como un niño de alquiler, pero


no tenía otra opción.

Tampoco me gusta cómo terminamos las cosas. Ayer me pidió que alquilara
su habitación de invitados y habló de cosas que quería enseñarme en el futuro.
Esta mañana se disculpó por ser “inepto” y dijo que se sentía “desconcertado”,
lo que convirtió en una excusa para no hablar mucho.

No se hicieron planes.

—¿Así de fácil? —Tammy chasquea los dedos—. ¿Se conocieron una vez y
ahora son amigos?

—Tú y yo nos conocimos una vez —señaló—. Y nos hicimos amigos.

Sabe que la tengo ahí, pero eso no significa que esté satisfecha.

—Ustedes son muy diferentes, es todo. Él también es joven.

—¿Y yo soy viejo? —Me río.

—Cierra la boca. Ya sabes lo que quiero decir. —Alarga la mano por encima
de la barra para golpearme en el brazo. Joder. Siempre con la violencia—. Nada
de esto explica por qué estuviste esquivando mis llamadas.

Agacho la barbilla, concediendo. Pero no puedo decirle toda la verdad. Será


una mentira piadosa.
—No quería decirte que me echaron del piso el mismo día que me
despidieron...

—Cory —golpe— maldito —golpe— Matthews.

—¡Controla tus manos, mujer! —Dejo atrás el taburete y pongo distancia


entre la barra y yo—. ¿Me dejas terminar, mierda? —Frunzo el ceño y me froto el
brazo.

Tammy se limita a resoplar y cruza los brazos sobre el pecho.

—Cómo iba diciendo, continúo irritado, no quería decírtelo. Porque primero


quería arreglarlo. Cosa que ya hice. —Más o menos. Sigo en el hostal, pero ahora
puedo permitirme mi propia habitación durante un par de semanas. Entonces se
me ocurre una idea—. Por eso Flynn se me acercó. —Asiento, gustándome el plan
que se forma en mi cabeza—. Tenía una habitación en alquiler.

—Oh. —Lo medita un momento y, a pesar que mi historia está llena de


lagunas que rellenar, Tammy no pregunta—. Dispara. —Mira hacia la puerta
mientras un grupo de trajeados entra para comer. Se vuelve hacia mí con otra de
sus expresiones serias—. No terminamos de hablar...

—En realidad, estoy en la zona porque voy de camino al museo —le digo con
sinceridad. Me tomé un día libre para buscar trabajo. Mañana volveré a la carga,
pero hoy sólo estamos Rosetta, yo y una buena comida—. Me pasaré en unos
días, ¿ok? ¿Tomarás algún tiempo libre pronto?

Tammy siempre está trabajando. Que yo sepa, sólo tiene un día libre: los
lunes. El pub está cerrado entonces, de todos modos.

—El sábado salgo a cenar con unos amigos —responde, cogiendo un puñado
de menús junto a la caja registradora—. Pero el domingo empiezo tarde. ¿Brunch
a las once?

Nunca entendí el concepto de brunch, pero da igual.

—Me parece bien. En el sitio de siempre. —Saco mis gafas de sol, dejo caer
un par de libras por mi refresco sin tocar en la barra y empiezo a irme—. Hasta
luego, Tammy.

—Saluda a tu chica de mi parte.


Sacudo la cabeza, sonriendo. Por otro lado, tiene razón. Bromeo sobre mi
“chica favorita”, y el hecho que sea una piedra, literalmente, no importa. Rosetta
ocupa un lugar en mi corazón, fin de la historia.

Mientras camino hacia el museo, el teléfono barato que llevo en el bolsillo casi
me quema la tela vaquera hasta el muslo. Quiero enviarle un mensaje a Flynn y
mantener nuestra conexión, y mentiría si dijera que no lo tenía en mente cuando
decidí ir hoy al museo.

¿Cuáles son las probabilidades que esté almorzando con su cuñada hoy?
Probablemente no muchas.

Me meto las manos en los bolsillos, acelero y me abro paso entre las aceras
abarrotadas. Las hordas de turistas suelen caminar más despacio. Los hombres
de negocios caminan deprisa, siempre de camino a algún lugar importante. Los
trabajadores de la ciudad también ocupan su espacio, y yo me sitúo en algún
punto intermedio.

La Piedra Rosetta tiene el mismo aspecto. La miró fijamente, de algún modo


es una mujer, y sigue evocando los mismos sentimientos de siempre. Pensando
en todos ellos, no debería decantarme por este artefacto, pero lo hago.

Encerrada tras paredes de cristal, la mundialmente famosa piedra nunca deja


de enviarme una pequeña chispa de decepción. Es tan pequeña. Pequeña no, pero
con la reputación que tiene... no sé.

A pesar de haber conocido las medidas antes de pisar este museo por primera
vez, esperaba algo más grande. Más grande, como una roca. No esto. Sin
embargo, sigo sintiéndome atraído.

Me siento como el niño que era cuando mi madre me llevaba a los museos.
Busco mensajes ocultos, respuestas, que no están ahí, dejándome que invente mis
propias historias. A veces locas. A veces descabelladas.

La decodificación terminó para esta pieza, así que no tengo ni idea de por qué
sigo buscando. O qué busco.

Sonrío ante la idea de compartir mi obsesión con Flynn, dudando que lo


entienda. Sobre todo porque yo tampoco la entiendo.
Aparte del tamaño poco impresionante, Rosetta no es única. Se encontraron
otras reliquias similares a ésta. Y por último, mi preferencia por la historia
romana debería haberme hecho elegir otro hallazgo como favorito. Nada egipcio.

—Lo siento. —Un turista pasa a hurtadillas para acercarse y hacer una foto.

Con los ojos fijos en la piedra, rebusco en mi bolsillo y saco el móvil. Mis
dedos recorren la pantalla agrietada, mi mente da vueltas. Un mensaje no me
vendría mal. Quiero que sea sencillo. Quiero tener un plan con Flynn. Un “la
próxima vez”. Los amigos deberían tenerlos, o al menos un “te llamaré”.

A diferencia de la Piedra Rosetta, sé exactamente lo que me atrae de Flynn.


Simplemente me sorprendió lo mucho que lo quiero. En tan poco tiempo, apenas
unos días, me encuentro deseando incluirlo en las pequeñas cosas de mi vida. Ya
sea salir a tomar una cerveza, ir al cine o...

Dejo escapar un suspiro y miro el móvil, decidiendo enviar un mensaje antes


de echarme atrás.

¿Quieres salir este fin de semana?

Sólo es miércoles y el fin de semana parece demasiado lejano, pero la


distancia puede ser buena para mí. Me da un poco de perspectiva.

Para mi alivio, su respuesta es casi instantánea.

Sí.

Mi pulgar se cierne sobre los botones y me debato entre enviar algo más. Su
respuesta es breve y directa, y empiezo a darme cuenta que Flynn funciona así.
Ya lo dije antes: es como un soplo de aire fresco. Imaginar que Flynn tuviera una
segunda agenda me parece improbable y de locos. Pero, a pesar de todo, no me
importaría concretar algunos detalles sobre el fin de semana, para saber
exactamente qué esperar.

Sin embargo, antes que pueda escribir una sola palabra, vuelve a mandarme
un mensaje.

¿Qué opinas de los maratones de cine?


Así es como me alegra el día. En mi cabeza suenan alarmas, como en el
pasado, y también como en el pasado, las ignoro. Pero al dejar atrás a Rosetta por
hoy, me doy una severa charla.

No volveré a cometer el mismo error.


5
Cory,

Tenía todo un ensayo escrito, pero lo borré. Lo último que quieres oír es sobre
mi fiesta de lástima. Hoy pensé mucho en ti.

Espero que hayas tenido un gran cumpleaños,

Luke

El viernes, finalmente consigo un nuevo trabajo. Probablemente no dure


mucho, porque es en un restaurante y tendré que manipular objetos frágiles como
camarero, pero algo es algo. Además, me pagan lo suficiente para mantener mi
habitación individual en el hostal, recargar mi tarjeta Oyster y comer.

Hubiera preferido trabajar más cerca de Bayswater, pero ya que estoy,


también podría preferir que me tocara la lotería.

Quizá busque un hostal cerca del London Eye para ahorrarme el viaje. Es
donde está el restaurante de lujo para almorzar, y me entran escalofríos sólo de
pensar en la cantidad de trajes de Armani y bolsos de Chanel que puedo arruinar
cuando me caiga de culo con una bandeja de vino ridículamente caro.

Sería lo más Cory.

Los cabrones de todo el mundo me ponen obstáculos.

Pero da igual. Tengo un trabajo, un lugar donde quedarme y más dinero del
que tuve en mucho tiempo. Por eso no me siento mal por comprar una tablet. Es
barato y me dará acceso a Internet. Tras pagar la contraseña del Wi-Fi en el hostal,
desaparezco en mi habitación y descargo la aplicación de Flynn para Public
Display of More. Es mi primera parada antes de ir a buscar porno.

Me imagino que si me lleno de hombres desnudos follándose unos a otros,


me será más fácil ver a Flynn mañana.
Con mi Visa lista, pago la cuota mensual de diez libras, o nueve noventa y
nueve, y me convierto en miembro oficial de Public Display bajo el nombre de
WindowGuy30.

Curioso por saber lo popular que es todo esto, compruebo primero los
listados de “Ven a ver” y parpadeo incrédulo al ver todas las direcciones. A gente
de todo el Reino Unido le excita que otros los miren.

Una pareja de Braintree invita a mirones a que los vean mientras practican
sexo en un estacionamiento. Otra pareja de Brighton avisa que mañana buscarán
a un tercero para llevárselo a casa, y que las cortinas del salón no estarán cerradas.
Otra pareja, esta vez dos mujeres, se lo están montando en su casa de Londres.

Frunzo el ceño y hago clic en un enlace justo debajo del anuncio de las
mujeres que dice “Chat”. Me lleva a una página en blanco, pero al cabo de unos
segundos empiezan a aparecer mensajes. Los miembros están hablando, joder.
Sobre estas dos mujeres.

De vez en cuando alguien envía un mensaje con un archivo adjunto, y abro


uno para ver una foto. Una foto granulada de dos tías chupándosela en la
encimera de una cocina.

—Bueno, joder. —Mis cejas se levantan. Otro archivo adjunto me lleva a un


vídeo de unos segundos de la misma pareja. Así que... ¿esta gente está de pie
junto a su ventana grabando...?— ¡Mierda!

¿Alguien me filmó?

Flynn me advirtió que ocurre con frecuencia.

Frenético de repente, busco en el sitio durante diez minutos hasta que por fin
encuentro un archivo en la página de la que partí en un principio. Hago clic en él
y me desplazo hacia abajo hasta encontrar el correcto.

FTW (Webmaster): Sesión en solitario. Vista de ventana. Hotel...

La descripción continúa con la dirección y la hora, y vuelvo a echar un vistazo


al nombre de usuario. ¿FTW? Bueno, “Webmaster” suena bastante bien. Es el
sitio de Flynn, pero tengo curiosidad por “FTW”.
Casi me hace reír, porque no estoy seguro que sea el tipo de persona que
abrevia “for the win” como muchos otros parecen hacer hoy en día. Pero, ¿qué
diablos sé yo? Dice que en Internet es diferente, más seguro de sí mismo.

En cualquier caso, hago clic en el feed y acabo con una lista kilométrica de
mensajes. Todos hablan de mí. Algunos describían lo que veían, otros hacían
fotos... dos grababan. Entre comentarios sobre mi físico y peticiones para ver más,
me armo de valor antes de abrir el último vídeo, titulado “Vídeo completo”.

Al darle al play, no puedo evitar preguntarme si Flynn lo habrá visto.

Es un deseo.

Al día siguiente, me presenté en casa de Flynn con una bolsa de Tesco llena
de aperitivos. Su edificio da a Hyde Park y, con el sol brillando, me resulta un
poco raro entrar en su casa para pasar todo el día viendo películas, pero no me
voy a quejar. De hecho, esto no podría ser mejor.

Flynn me hace pasar y subo tres tramos de escaleras, ni siquiera los ricos y
famosos pueden contar con ascensor, antes de encontrarme cara a cara con su
puerta. Ahora es la oportunidad perfecta para sacarme de la cabeza Public
Display More, porque desde ayer parece que es en lo único que puedo pensar.

Nada muestra el menor indicio que Flynn haya visto el vídeo mío, lo que me
frustra, lo que me hace sentir arrogante, ¿por qué no quieres verme masturbarme,
Flynn?, lo que me hace desternillarme ante mi propia locura, que ignoro
poniéndome duro y excitándome.

Sí... eso es nuevo. Ayer descubrí que pensar en Flynn grabándome me pone
duro como una piedra.

Aunque no puedo evitarlo. En otra página, apropiadamente titulada “El


Estudio”, encontré a los miembros de Flynn poniendo clips de ellos mismos.
Similar a “Live Online”, excepto que estos estaban más orquestados y ensayados.
Como porno amateur con un tema voyeur, y no en directo.

Una mujer filmó a su marido desde el interior de un armario mientras él


estaba en la cama follándose con un consolador. Otra pareja, obviamente,
participó en un juego de roles, y el vídeo era de una mujer vestida con ropa para
niñas más pequeñas; estaba en un sofá, esperando la visita del “tío Fred”.
Mientras tanto, el hombre ya estaba allí, filmándola desde la escalera.

Estas imágenes siguen jodiéndome.

Me excitan.

—La culpa de todo la tienes tú, Flynn —murmuro para mis adentros y llamo
a su puerta.

Sólo un par de segundos después, Flynn abre la puerta de un tirón, con una
sonrisa brillante en la cara.

—Hola, Cory.

Le devuelvo la sonrisa y me quitó las gafas de sol.

—Hola tú. —Es imposible estar deprimido en su presencia. Levanto la bolsa


del supermercado—. Vengo cargado de aperitivos.

—Excelente. —Abre la puerta para dejarme pasar. Huele a ambientador de


limón, a suavizante y a cualquier aroma que Flynn use para sí mismo: shampoo,
desodorante, loción para después de afeitarse—. Busqué maratones de películas
en Google, así que yo también estoy preparado.

Suelto una risita y me quito la camisa de franela y las zapatillas, quedándome


en vaqueros y camiseta.

—¿Qué tipo de preparativos?

—Por aquí. —Habla mientras me guía por el apartamento. —Quería


asegurarme de tener las películas adecuadas, la ropa apropiada y la mejor comida
para un día como éste.

¿Ropa apropiada?

Sonrío y echo un vistazo al salón. Parece bastante sencillo, aparte de las


ventanas arqueadas y la chimenea de la esquina. Dios mío. Algún día quiero un
sitio así. No es extravagante, pero da la sensación de estar en lo alto. Paredes
blancas, suelos de madera que parecen rústicos por el paso del tiempo, un gran
centro de entretenimiento con televisor, un sofá de aspecto acogedor... Sí, quiero.
—Es un sitio bonito —comento, echando un vistazo al pasillo. Hay tres
puertas, que presumiblemente conducen a dormitorios y a un cuarto de baño.
También había un baño en la entrada. Al menos eso creo; había un cartel de latón
con las letras “WC”.

—Gracias. Solía ser de Grant y Amy. Bueno, yo también vivía aquí entonces.
Ahora sólo estoy yo. Amy vive más cerca del trabajo.

Detrás de sus palabras, vuelvo a sentir ese aire de soledad.

Lo odio y desearía poder quitármelo.

Llegamos a la cocina, y es bastante pequeña, pero no me sorprende. Las casas


de Londres o son estrechas de cojones y tienen como tres pisos, o son
simplemente compactas. Además, la mayoría de los edificios son antiguos, cosa
que me gusta.

Es una de las razones por las que me encanta Londres. Es como pasear por
un museo, cada edificio con su propia historia.

Dejo la bolsa de Tesco en la encimera, junto al fregadero. Estoy rodeada de


armarios de un color verde descolorido que me habría hecho sentir como si me
hubieran devuelto a los años 70 si no fuera por los focos brillantes y los
electrodomésticos de última generación en acero inoxidable.

Aquí podría cocinar. Una de las pocas cosas que se me dan bien.

Siempre y cuando tenga cuidado con los cuchillos.

—Tendrás que decirme si hice algo mal con mis planes para esta noche —dice
Flynn mientras abre la nevera—. Algunas personas dijeron que soy demasiado
raro para ser mi amigo, pero es mi primer maratón de cine, así que puede que
haya algún que otro error por mi parte. Si no es mucho pedir, me gustaría tener
la oportunidad de corregirlos.

¿Pero qué...?

Ordenando el contenido de la bolsa, mantengo oculto mi enfado con “unas


cuantas personas” y opto por la sinceridad.
—Está claro que esa gente está mal de la cabeza. —Me doy la vuelta y me
apoyo en la encimera. Él sigue mirando hacia la nevera, con los hombros tensos—
. Eres extravagante, Flynn. Me gusta. —Al inclinar la cabeza hacia un lado, veo
su perfil y lo sorprendo murmurando para sí mismo “extravagante”, como si
estuviera probando la palabra. Parece relajarse un poco. No quiero que se sienta
más incómodo, así que lo dejo así—. De todos modos, ahora tengo curiosidad.
¿Qué películas vamos a ver?

Anoche nos escribimos varias veces; me preguntó qué tipo de películas me


gustaban. Nada específico, sólo los géneros. Le dije que todo lo que tuviera
historia, terror o comedia me gustaba.

Flynn saca latas de refresco y las coloca en una bandeja, enviándome una
pequeña sonrisa parecida a una de agradecimiento.

—Un sitio de películas en Internet me sugirió temas. Como a ti te gusta la


historia y a mí me gustan las películas bélicas, me puse de acuerdo, o más bien
combiné, y me decidí por un tema del Oeste. ¿Te parece bien? —Me mira.

—Claro que sí. —Asiento con la cabeza—. Suena bien. ¿Dónde guardas los
cuencos? —Levanto dos bolsas de patatas fritas.

Se une a mí, abre un armario justo encima y yo intento no olerlo. Intento y


fallo, joder, obviamente. Dios, supongo que masturbarme dos veces ayer y una
esta mañana no fue suficiente.

—Gracias. —Acepto dos cuencos de plástico duro, casi esperaba que fueran
de cristal o algo así. Parecen algo que encontraría en la tienda de 99 peniques. Me
encanta esa tienda. Compro camisetas y calcetines allí. Y algún que otro cinturón.

Al abrir la primera bolsa, accidentalmente la rompo por completo y vuelco


un cuenco. Las patatas fritas se esparcen por todas partes como la metralla de
una granada, y siseo una maldición cuando me entra sal en el puto ojo. En un
intento inútil de evitar que el cuenco caiga al suelo, lo cojo con los ojos cerrados,
pero por casualidad agarro la bandeja de refrescos. Oigo a Flynn gritar mi
nombre y, en cuanto se acerca para ayudarme, piso una lata de refresco y pierdo
el equilibrio.

Caigo de culo con un patético golpe, las patatas crujen debajo de mí y uno de
los refrescos me empapa los vaqueros.
—¡Cory!

Gimo por el dolor en el culo, no de los buenos, el escozor en el ojo y el dolor


en los omóplatos. El suelo de Flynn no es precisamente blando. Aun así, mi ego
recibe el golpe más duro.

—Mierda, mierda, mierda... ¿Estás bien? —Flynn se arrodilla a mi lado y me


pone una mano en el hombro.

Toso otro gemido y asiento con la cabeza.

—Sí —murmuro, entreabriendo el ojo bueno—. Me encantaría decir que esto


nunca pasa, pero... —Suspiro con fuerza y me levanto para examinar los daños—
. Mierda. Hay patatas fritas y Fanta por todas partes.

Debería dar gracias que sólo haya explotado un refresco.

Flynn se sienta y se apoya en el armario.

—Esto es asombroso. —Él también lo parece. Por alguna razón—. Siempre


estás tan confiado, tan seguro de ti mismo. ¿Pero eres un torpe?

Hay tantas cosas malas y tan buenas en esas palabras que sólo puedo reírme.
Seguro de sí mismo, probablemente sea la única vez que oiga a Flynn decir eso.
¿Pero así es como me percibe? ¿Seguro de mí mismo?

—Torpe total. —Levanto las palmas de las manos en un gesto de


culpabilidad—. Siento el desastre. —Me froto el ojo—. Ahora, si me enseñas
dónde está la fregona, arreglaré esto. —Con los años me convertí en un excelente
limpiador.

Flynn mueve la cabeza con asombro y se toca los labios torcidos en una
sonrisa.

—Necesito procesar esto.

Resoplo una risita. Me levanto del suelo y miro la pernera izquierda del
pantalón, empapada de la rodilla para abajo.

—Menos mal que vas a cambiarte. —Flynn también se levanta.

—¿Qué? —frunzo el ceño, confundido—. ¿Cambiarme?


Se limita a asentir.

—Varias páginas web sugerían ropa cómoda a modo de pijama para


participar en maratones de películas, así que compré pantalones de chándal y
camisetas para nosotros. —Señala su propio chándal gris y su camiseta blanca—
. Dejé tu ropa en el baño, al final del pasillo.

Aprieto los labios y miro al suelo para contener la risa.

Es un puto encanto.

—Entendido. —Disimulo la sonrisa y asiento con firmeza—. No toques nada


de esto, ¿vale? Lo limpiaré cuando vuelva.

—Sí, señor. —Me saluda y todo.

—Chico. —La sonrisa está definitivamente allí ahora, y su ceño fruncido me


hace reír mientras me dirijo por el pasillo.

Una vez que mis pantorrillas no están pegajosas de refresco y me puse la ropa
que Flynn compró, dejo mi propia ropa en un montón, mi cartera y mi teléfono
encima, y salgo del baño.

No había razón para ponerme la camiseta negra que Flynn me regaló cuando
ya llevaba una azul, pero a la mierda. No tenía sentido darle más vueltas.

Doblo la última esquina hacia la cocina y me detengo en seco al ver que Flynn
ya se ocupó del desorden. Lo siguiente que veo es que viene detrás de mí, desde
el salón, y me dedica una rápida sonrisa.

Inclino la cabeza para verle el culo.

Sin mediar palabra, coge el último bocadillo y vuelve al salón.

Ese pequeño...

—Creí haberte dicho que no...

Me interrumpe.
—¿Vamos a ver estas películas o no, Tontín? —me dice por encima del
hombro.

Alguien se puso gallito.

Dividido entre suspirar, sonreír, poner los ojos en blanco y putearlo, lo único
que hago es seguirlo hasta el salón, más oscuro ahora con las cortinas cerradas.

—Si se te pega ese apodo, quizá debería seguir llamándote chico. —Me siento
en el rústico sofá rojo y me hundo en los mullidos cojines. Joder, qué cómodo. Al
ver la expresión de Flynn, me doy cuenta que está debatiendo si merece la pena
o no llamarme Tontín. Significa que no le voy a decir “Chico”—. ¿O sabes qué?
—Muevo las cejas—. Se me ocurrirá algo mejor.

Sonríe, parece aliviado, y se encoge de hombros como si no pudiera


importarle menos. Pero no dice nada. En lugar de eso, me enseña la caja de
Tombstone, una de las mejores películas del Oeste, y yo asiento con la cabeza.
Buena elección.

—Kurt Russell es el mejor Wyatt Earp. —Mi opinión, al menos—. Pero Kilmer
como Doc Holliday les gana a todos. —Diablos, yo diría que Val Kilmer es el
dueño de esta película.

—No me gusta Russell como nombre —murmura Flynn mientras juguetea


con el reproductor de Blu-ray. ¿Qué tiene de malo Russell?—Pero tienes razón. Val
Kilmer es mi favorito en esta película. Cuando le dice a Johnny Ringo: 'Soy tu
Huckleberry', me hubiera gustado llamarme Finn. Hubiera sido un apodo genial.
Huckleberry, quiero decir.

Sonrío, yo también soy partidario de esa cita, pero el empollón que hay en mí
tiene una objeción.

—Pero no creo que la frase se refiera a Huckleberry Finn.

—¿Ah, sí? —Flynn se sienta a un par de metros de mí y pulsa play en la


película—. ¿Qué otra cosa podría ser?

Eso me pone en marcha. No es frecuente que pueda divagar sobre mis cosas.

—Es sólo una teoría —rectifico— pero antiguamente, 'huckleberry' se usaba


a veces para describir algo pequeño. Por ejemplo, alguien decía: “Estoy a un paso
de la quiebra” o “Estuve a un paso que me dispararan”. —Tiendo los brazos a lo
largo del respaldo del sofá—. Además, en la época del tiroteo de Tombstone, sólo
salió uno de los libros sobre Tom Sawyer, y Huckleberry Finn no dice nada que
encaje con el uso que hace Val Kilmer de 'huckleberry'. Creo que el personaje de
Kilmer lo dijo sarcásticamente.

—No te entiendo. Explícate, por favor. —Flynn me mira de frente,


interesado—. ¿Sarcásticamente?

—Sí —respondo—. Quiero decir, vamos. Doc se burla de él; es


condescendiente como la mierda con Ringo. Y qué podría ser más exasperante
que referirse a uno mismo como pequeño, una mera molestia, y aun así Ringo no
puede acabar con él. Doc bien podría llamar mujer a Ringo. —Hago una pausa—
. En realidad, yo diría que es lo mismo que una mujer pegando a un hombre hoy
en día. Los amigos del tipo dirían: “Oye, una chica te pegó”. —Me encojo de
hombros—. Humillante para los machistas. O Ringo.

Flynn canturrea y mueve la cabeza por el respaldo del sofá para volver a
mirar la tele, con el pelo rozándome la mano.

—Entiendo lo que quieres decir. Veo tu punto. Lo que hace que Huckleberry
sea un apodo horrible. ¿Quién querría que le llamaran diminuto?

—No —me río—. Definitivamente ahora eres Huckleberry.

—No lo soy. —Me frunce el ceño antes de volver a la película—. Ahora cállate
y mira. Tontín.

Mira. Hay un par de cosas que me gustaría ver.

—Lo que tú digas, Huck. —Sonrío. Mirándole de reojo, no puedo evitar hacer
otra indirecta—. Doc Holliday FTW.
6
Cory,

Estaré en Oxford por negocios la próxima semana. Jennifer y yo tenemos


problemas, eufemismo del siglo, así que me llevó a Dylan y Jayden. La niñera
también vendrá, a no ser que quiera un niño pequeño corriendo salvaje por la
universidad.

Reservé dos días para pasarlos en Londres. Seré el tonto en busca de una cara
conocida. Entre millones de londinenses, ¿qué probabilidades hay en que te vea?

Sin embargo, no puedo evitar la esperanza. Incluso cuatro años después,


estoy tan avergonzado de cómo te traté.

Espero que estés bien,

Luke

Veo que frunce el ceño, pero mantiene la mirada fija en la película.

No me cabe duda: está pensando en su nombre de usuario en su página web.


Posiblemente preguntándose cómo lo sé. ¿O por qué lo usaría así?

Vemos la película en silencio, con la nuca de Flynn aun ligeramente apoyada


en mi mano sobre el respaldo del sofá. Su pelo es suave. Sedoso, de sólo un par
de centímetros de largo. Revoltoso.

Al final, a los veinte minutos, habla en voz baja.

—¿Qué querías decir con eso?

Si respondo enseguida, va a ser demasiado sospechoso, así que finjo


despreocupación y confusión.

—¿Sobre qué?
—FTW. —Lo deletrea.

—Oh. Eso. —Joder, me siento como un idiota. ¿No podría haber sido
honesto?— Ya sabes... —Me encojo de hombros— es la abreviatura de “for the
win”. Una abreviatura como LOL y BRB.

—Oh —dice, poniéndose rígido. Sus ojos se agrandan, fijos en el televisor,


pero apuesto a que no tiene nada que ver con Tombstone—. Mierda.

—¿Qué?

Exhala temblorosamente y gira el torso para mirarme.

—Cometí un error monumental. —No lo llamaría monumental. Sólo un poco


gracioso—. Si te cuento algo, ¿prometes no reírte de mí?

Ahí va la diversión. Lo último que quiero es que se angustie o sienta que


metió la pata. No es para tanto.

Presintiendo que será más fácil para él si lo confieso, lo hago.

—Voy a ser sincero. —Me muevo en mi asiento, girando en su dirección—.


Creo que sé de qué se trata. —Traga saliva—. Tu nombre de usuario en Public
Display, ¿verdad?

Empieza a morderse la uña del pulgar y desvía la mirada hacia su portátil en


la mesita.

—¿Lo conoces?

—Me hice miembro ayer —admito—. Tenía curiosidad.

—Ya veo.

—Siento no haber sido sincero al respecto...

—Es tu prerrogativa —insiste.

—Debería haber sido sincero, fin de la historia. —Le pongo una mano en la
rodilla para que me mire a los ojos—. Oye, no te sientas mal. Supongo que esas
letras significan algo más para ti.
Asiente, mirándome la mano.

Debería quitarla, pero no lo hago, mierda.

—¿Puedo preguntar qué?

—Flynn Thomas Wright —murmura—. Thomas, como mi abuelo por parte


de madre.

—Entonces eso es lo que importa —le digo—. Ignora lo que puedan pensar
los demás. Y sabes, sinceramente no creo que la gente haya pestañeado ante eso.
En todo caso, va bien con tu personalidad online. Tú mismo lo dijiste: es más fácil
tener confianza y ser franco en Internet.

Considera lo que dije, con la duda persistente.

—Me da vergüenza.

—No deberías. —Me encojo de hombros—. No es nada. En lugar de eso,


acéptalo. Tienes a miles de personas obsesionadas con algo que tú construiste.
Para mí, eso es una jodida victoria.

Una pizca de risa se dibuja en su boca, pero sigue castigándose. También


sigue mirándome la mano, y justo cuando estoy a punto de quitársela de la
rodilla, me pasa el dedo índice por los nudillos.

Seguro que no la quito ahora.

Apenas intenté negar mi atracción por Flynn. Sólo ladro y no muerdo con mis
mentiras sobre no repetir mis errores. Ya sé a dónde me lleva esto, y sólo pasó
una semana.

Más pronto que tarde, me pasaré de la raya y Flynn me soltará el mismo


discurso que ya escuché en el pasado.

A decir verdad, yo también sé cómo quiero presionarlo.

Tal vez sea mejor acabar de una vez.

—¿Conoces la sección de vídeos de tu web? ¿El estudio? —Mantengo la voz


baja y miro, embelesado, los patrones que su dedo traza en mi mano. Es un toque
fantasmal, pero lo noto por todas partes. Le veo asentir con el rabillo del ojo—.
Hace calor. Vi algunas.

Su recorrido por mi dedo corazón vacila ligeramente, pero lo retoma


enseguida. Dedo a dedo, mis nudillos, la hendidura entre el pulgar y el índice,
los finos vellos de la parte superior de la mano...

—Creé esa parte para los que no viven en una gran ciudad —dice
suavemente—. Lo mismo con los shows de webcam en vivo. No todo el mundo
puede viajar para ver a otra persona. —Me traza una línea invisible en la
muñeca—. Mientras sea legal y el tema sea el voyeurismo, pueden subir
cualquier tipo de vídeo. —La yema de su pulgar se une a su búsqueda para trazar
el mapa de mi mano—. Es una de mis secciones favoritas.

Mis ojos se dirigen a su cara, y no me decepciona. Sus mejillas se calientan.

Entonces me vuelvo hacia la televisión, porque si estoy haciendo esto ahora,


no quiero ver su reacción.

—Estuve pensando en... ya sabes... convertirme en un miembro más activo.


—Casi el clavo en el ataúd, creo—. Tal vez suba uno de esos videos.

—¿Oh? —Parece que se le corta la respiración.

El momento se vuelve cargado como el infierno, pero es imposible leer su


cara cuando no lo estoy mirando. Parece... sensual, como un juego previo, pero
ya confundí antes el silencio de “por favor, no me digas lo que creo que vas a
decirme” con el silencio de “por favor, haz el primer movimiento”.

Flynn se aclara la garganta.

—Creía que dijiste que el voyeurismo no era para ti. Sé que lo dijiste.

Se lo dije, pero fue antes de darme cuenta de lo sexy que puede llegar a ser.

—Supongo que cambie de opinión sobre algunas cosas. Como con esos
vídeos.

Se me cierran los ojos y trago saliva contra un ataque de náuseas cuando


Flynn se relaja en el sofá.
Otra vez no. Por favor, joder, otra vez no.

—Tú... necesitarías que alguien te grabara, ¿no? —pregunta Flynn.

Abro la boca y la vuelvo a cerrar. ¿Qué dijo?

—Um. —Lo miro de reojo; está tieso como una tabla y finge ver la película—
. Sí... sí, supongo. Sí.

Asiente lentamente.

—Lo mantendría estrictamente profesional, así que... sí te interesa, podría


ayudarte.

Oh, estoy jodidamente interesado, de acuerdo.

Ahora desearía saber más sobre él... ¿es un fetiche? Supongo que lo es para
algunos. En cualquier caso, me gustaría saber más sobre ello ahora. ¿Sólo se
excitan mirando a la gente que los atrae? ¿O todo está en mirar,
independientemente del sujeto?

—¿Lo subirías con tu propio nombre de usuario, o podría ser otra


visualización… mía? —Flynn continúa apresuradamente—. Si te dejas filmar
como FTW, te ofrecería una compensación, naturalmente.

Maldigo internamente. Por supuesto que ve esto como una oportunidad para
que sus miembros vean más de él. El registro del chat de cuando estuvimos en el
hotel estaba lleno de peticiones para ver más. Flynn quiere complacerlos.

Tengo que recordarme que Flynn no me ocultó su sexualidad. Estaba ahí en


su perfil, y habló alto y claro sobre cambiarlo simplemente para mantenerlo
misterioso para sus miembros.

—Sinceramente, no me importa para quién o como quién hago el vídeo. —


Esa es la verdad—. Pero no quiero dinero. Ninguna compensación. Me hace
sentir barato.

Flynn gira la cabeza y abre mucho los ojos.

—Esa no era mi intención. Mierda, Cory, esa no era mi intención en absoluto...


—Lo sé. —Sonrío para mostrar que soy sincero, porque lo soy—. No tienes de
qué preocuparte. La primera vez lo hice por dinero. No voy a mentir; no habría
aceptado nada sin paga. Pero ahora es diferente. ¿De acuerdo?

Entorna los ojos hacia mí, dubitativo.

—Esta vez, lo haría porque quiero —añado.

Tarda un par de minutos, pero parece relajarse.

—Sigo sintiéndolo, pero de acuerdo. Te creo.

Eso cierra el tema. Por el momento.

Vemos lo último de Tombstone, aunque apenas prestamos atención hasta


ahora. Pero no terminé de presionar. Quiero terminar con esto antes que sea más
difícil alejarse. Antes que desarrolle sentimientos más profundos por Flynn.

A mitad de True Grit, no puedo soportar más la tensión. Es posible que Flynn
no se haya dado cuenta; parece absorto en la película, pero aunque la tensión sea
unilateral, está ahí, joder.

—Flynn...

—¿Sí? —Su rápida respuesta me dice que quizás no estuvo tan metido en la
película.

Suelto una risita silenciosa. Mierda.

—Estaba pensando, que, uh, ¿vídeo? ¿Quieres ayudarme pronto?

—Indiscutiblemente, sí. —Se sienta erguido—. ¿Ahora? —Ladeo la cabeza,


probablemente buscando algo que no está ahí, pero no puedo evitar
preguntarme... o esperar...— Lo que quiero decir es que tu vídeo será sin duda un
éxito arrollador en el sitio.

Pero, ¿eso es todo?

Pronto tendré mi respuesta.


—De acuerdo. Sí, ahora me parece bien. —Lo miro mientras apaga el
televisor—. Tú eres el experto; ¿algún consejo sobre dónde debería estar?

Flynn habla mientras juguetea con el mando a distancia en su regazo.

—Yo diría que depende de si quieres dar la cara o no.

Eso me hace reflexionar. Pensando estratégicamente, si muestro mi cara, él


estará más cerca. Podré verlo. Pero no me entusiasma la idea de tener mi cara en
internet. No en este caso. Por otra parte, siempre puedo cambiar de opinión antes
de que se publique. Puedo pedir una segunda oportunidad en la que mantenga
mi cara de espaldas.

—No me escondo. —Y no es esa la verdad.

Para cuando acabe esta noche, tendré su rechazo, y entonces será él quien
decida si quiere que sigamos siendo amigos.

Las simples palabras “te deseo” están en la punta de mi lengua, pero la última
vez que dije eso... Digamos que acabar en urgencias por una fractura de nariz me
dolió menos que la expresión en la cara de mi antiguo amigo.

Eso deja una versión retorcida de mostrar y contar.

Contar, mostrar podría ser más exacto.

—Hay varias opciones. —La nuez de Adán de Flynn se balancea mientras


echa un vistazo al salón poco iluminado—. Podrías sentarte aquí en el sofá y yo
podría acercarme por detrás. Podrías tener los ojos cerrados; así, los espectadores
aceptarían la idea que no eres consciente de mí ni de la cámara. —Asiento con la
cabeza a sus palabras, excitándome. El aire parece más denso—. También podría
fingir que me escondo ahí. —Señala hacia una ventana y las cortinas que tocan el
suelo—. Detrás de las cortinas, quiero decir. —Levanto la pierna derecha y la
doblo para apoyar el pie en la otra rodilla, ocultando así mi creciente polla. Estas
sudaderas grises no ocultarían nada—. También hay algo más, pero
probablemente te incomodaría.

—¿Ah, sí? —Levanto una ceja, haciendo todo lo posible por no mirarle
descaradamente a los ojos—. ¿Cómo qué?
Su mirada se dirige rápidamente a la mía, pero desaparece con la misma
rapidez. —Quizá debería enseñártelo. —Se levanta—. Vamos a mi habitación.

Esto es cada vez peor.


7
Cory,

Lo admito. Soy gay. Estoy harto de esta vida falsa que construí. Ayer atrapé
a Dylan mintiendo sobre sus deberes, y me sentí como el mayor fraude cuando le
sermoneé sobre la importancia de decir la verdad.

Pasaron meses, pero no puedo dejar de pensar en las mini vacaciones que
pasé con mis hijos en Londres. Fue una muestra de libertad.

Espero que estés bien,

Luke

Atrapando mi erección en la cintura del pantalón de chándal, sigo a Flynn


por el apartamento hasta que se detiene en el pasillo.

—Me decantaría por una habitación de invitados, pero... —Duda con la mano
en el pomo de la puerta—. Te dejo la decisión a ti, pero en mi habitación hay un
sitio estupendo para que se esconda un mirón. —Dicho esto, abre la puerta para
revelar una habitación bañada en azul oscuro y blanco.

A diferencia del pasillo, la cocina y el salón, aquí el suelo está cubierto de una
mullida alfombra, algo habitual en Estados Unidos pero casi una religión en
Inglaterra.

Mis ojos se posan en la gran cama que hay en el centro de la pared que da al
este; mientras tanto, Flynn se acerca a un viejo escritorio de madera que hay junto
a la pared opuesta. Pero aparte de eso, no hay muchos muebles. El mismo tipo
de ventanas en forma de arco que en el salón ocupan la pared norte, y un armario
llena el espacio a la derecha de la puerta.

En lugar de mesillas de noche, hay una estantería sobre el cabecero con unas
cuantas fotos y un despertador de aspecto antiguo.
—Puedo esconderme aquí debajo. —Flynn vuelve a captar mi atención y me
giro para verle señalar el espacio que hay debajo del escritorio—. Como la cama
no es muy alta, creo que podría ser un buen ángulo.

Sí, para verme el culo.

Miro del escritorio a la cama, pensando que si me tumbo allí y abro las
piernas, sé exactamente para qué tiene Flynn el ángulo perfecto.

Casi resoplo, pero estoy demasiado cachondo y ansioso.

—De acuerdo. —Asiento con la barbilla baja y cruzo los brazos sobre el pecho.

Por un momento, me quedo mirando a Flynn mientras se prepara. Me


sorprende un poco verlo sacar una cámara de vídeo de verdad de su escritorio,
porque esperaba que usara su móvil. ¿Acaso no tienen todos los teléfonos
elegantes buenas cámaras hoy en día?

Estoy seguro que el mío es la única excepción, el viejo pedazo de mierda.

—¿Podrías sentarte a los pies de la cama, por favor? —me pregunta, ocupado
con la cámara. Hago lo que me indica y me siento, con las manos entrelazadas
despreocupadamente delante de mi entrepierna—. Creo que así estará bien. —
Coloca la cámara en el borde del escritorio. Cuando se enciende una luz roja,
estoy seguro que está filmando, pero no tengo ni idea de cómo empezar—. La
dejaré ahí de momento —murmura para sí. Rodea el escritorio y se reúne
conmigo junto a la cama—. Deberíamos quitar la colcha.

De acuerdo. Agarramos un lado cada uno y doblamos la gruesa tela. Flynn es


todo negocios mientras yo estoy perdido. No puedo ver más allá de mi neblina
llena de lujuria y mi corazón sigue acelerándose.

—Creo que debería advertirte. —Flynn se mira los pies mientras agarra la
colcha doblada y la deja en el suelo—. Tú mismo lo dijiste, es una reacción
natural, pero quiero disculparme de antemano a pesar de todo. Lo más probable
es que tenga otra erección.

—Mierda. —No quería decir eso en voz alta, ni que mis ojos se abrieran como
platos. Tampoco quería que se me escapara todo el aire de los pulmones.

Perdiendo. Mi. Mente..


—Lo siento. —Flynn se muerde el interior de la mejilla y se encoge de
hombros abatido. Cuando cruza los brazos y se toma los codos, parece...
vulnerable. Más pequeño. Y se niega a mirarme—. Si quieres, claro que puedo
dejar la cámara en el escritorio y desaparecer....

—A la mierda con eso, Flynn. —Instintivamente, doy un paso adelante para


ponerle una mano en el hombro—. ¿Debería disculparme también por estar
duro?

—¿Qué? No. —Frunce el ceño y finalmente me mira.

Dios, es jodidamente hermoso. Esos ojos verdes me atraen como ninguna otra
cosa. —¿Por qué no? —pregunto, inclinando la cabeza.

Me doy cuenta que estoy dispuesto a contárselo todo, aunque sólo sea para
que se sienta cómodo. Le daría ventaja, pero quizá no me importa. Quizá su
comodidad sea más importante que mi dignidad.

—Porque te excita que te filmen. —Lo dice como si fuera obvio—. Para ti no
se trata del tipo detrás de la cámara.

Al contrario.

Todo este tiempo, temí ser transparente, que mi deseo por Flynn fuera visible
desde la maldita luna. Y ahora... ahora me pregunto si perdí algo en su
comportamiento, también, porque él claramente hizo eso conmigo.

Con su admisión, la esperanza se filtra en mí. A menos que esté interpretando


demasiado las cosas, pero ahora lo dudo. La forma en que se expresó... es como
si no se tratara sólo de observar, sino también de observarme.

—¿Estás seguro de eso? —Doy otro paso, el sonido de la sangre corriendo por
mis venas aumenta. Si aún no fui transparente, lo cambiaré ahora mismo. Flynn
se quedará sin una sola duda—. ¿Sería horrible si fuera por el tipo?

Sus labios se separan y su mirada aprensiva pasa entre mi boca y mis ojos.

—Yo... —Traga saliva. Rápidamente se le ruborizan las mejillas—. ¿Sí? —


murmura.
Asiento lentamente mientras mi mano se desliza desde su hombro hasta la
nuca. Me acerco y me estremezco al ver cómo sus ojos se oscurecen de deseo. Mi
mano libre se acerca a su mandíbula y me invade la esperanza cuando cierra los
ojos y gira la cabeza para apretar los labios contra mi palma.

Ya está. Es todo lo que puedo aguantar. Recorto la última distancia y, cuando


vuelve a inclinar la cabeza hacia mí, atrapo sus labios con los míos. A cambio, me
aprieta la camisa con manos temblorosas, y creo que los gemidos de ambos son
sonidos de rendición.

Muevo los labios contra los suyos, nuestras lenguas se encuentran


tímidamente al principio, pero no dura mucho. Necesito sentir más de él, así que
dejo que mis manos desciendan por su cuerpo tenso y por debajo de la camiseta,
y mis dedos acarician la piel de sus caderas. Flynn emite un gemido de
aprobación y profundiza nuestro beso.

Separo los dedos y deslizó las manos por sus abdominales, su caja torácica y
su pecho. En respuesta, Flynn levanta los brazos, indicándome en silencio que le
quite la camiseta.

—Joder, eres perfecto. —Sólo me separo para poder quitarle la camiseta por
la cabeza, y él se apresura a hacer lo mismo con la mía—. Ven aquí. —Para
cuando nuestras camisetas están en el suelo, nuestras bocas están fundidas de
nuevo y nuestras manos vagan libremente, con avidez.

—Cory —gime—. Por favor, la cama...

Asiento y nos acerco a la cama, negándome a terminar el beso. Es


jodidamente increíble, sus pequeños mordiscos impulsivos y cada remolino de
su lengua embriagadora.

Los dos caemos sobre el colchón, yo encima, y cuando nos movemos hacia el
centro, me empuja el chándal por el culo.

—Nunca pensé que... —Gime y deja caer besos frenéticos a lo largo de mi


garganta.

—No pensaba... no lo sabía.

Gimo mientras nuestras duras pollas se rozan.


—Yo tampoco. —Si no lo supiera, diría que estoy borracho de excitación.
Estoy tan desesperado que dudo que exista una palabra para describirlo.
Necesito asegurarme que esto está ocurriendo de verdad, ralentizó el beso y me
alejo lo suficiente para contemplar su hermoso rostro—. Tus ojos, Flynn. Están
vidriosos.

—Los tuyos también. —Me pellizca la barbilla, me sonríe y exhala


temblorosamente—. No puedo evitarlo, lo siento. Es... estoy aliviado.

—No te disculpes. —Trago grueso y vuelvo a besarlo—. Yo siento lo mismo.


—Un eufemismo. Dejo escapar un suspiro, me siento sobre los talones y engancho
dos dedos bajo la cintura de su chándal y su ropa interior. Levanto una ceja en
forma de pregunta, incapaz de borrar la sonrisa de mi cara.

Levanta las caderas de la cama y se le dibuja en la cara una expresión tímida,


mezclada con cierta preocupación.

Le bajo los pantalones y los calzoncillos y los tiro al suelo antes de permitirme
mirar. Mierda, qué calor. Se me seca la boca.

Para ser tan delgado y treinta centímetros más bajo que yo, no esperaba que
tuviera una bestia entre las piernas. Sin pensármelo, le agarro la polla,
ganándome un gruñido y un estremecimiento de Flynn. Es gruesa y larga, más
grande que mis veinte centímetros.

—Quiero chupártela. —Lo acaricio despacio, ya adicto a su tacto. Piel lisa y


suave alrededor de ese acero—. Dime que no tengo nada de qué preocuparme.

Con la mirada fija en mi mano, sacude la cabeza rápidamente.

—No. —Sus muslos se tensan y aspira—. Tengo los resultados de las pruebas
si quieres verlos. Son de hace cinco años, pero no íntimo con nadie desde
entonces.

—Jesús. —No puedo procesar todo eso ahora. Haré mis preguntas más tarde,
pero ahora tengo que saborearlo, sentirlo en mi garganta—. Yo también estoy
limpio. —Antes de bajar a la cama, me deshago del resto de mi ropa.

—Quiero verte. —Flynn levanta la cabeza y me agarra del hombro.

Sonrío y beso el interior de su muslo.


—Pronto. —Un gemido retumba en mi pecho cuando por fin lo inspiro. Beso
la base de su polla, acariciando el vello corto y áspero que la rodea. Dios, cuánto
eche de menos esto. Con una mano clavada en el colchón, al otro lado de su muslo,
sostengo mi peso y le agarro la polla con la otra.

En cuanto se la chupo, jadea y aprieta las sábanas con los puños.

—¡Dios mío, Cory!

Cierro los ojos y susurro. Lo empapo con mi lengua y lo chupo con fuerza
entre mis labios. El sabor de su presemen me hace rechinar mi propia polla contra
la cama.

Flynn entrelaza sus dedos en mi pelo, provocándome un escalofrío. Sus


caricias y movimientos están impregnados de urgencia, pero nunca dejará de ser
dulce. Excitado por sus reacciones, inspiro profundamente por la nariz, lo miro
a los ojos y me lo trago hasta la garganta.

—¡Joder! —Flynn gime, su cabeza cae contra la almohada—. Lo siento, lo


siento, lo siento, no maldigo mucho, pero no puedo evitarlo, no puedo evitarlo.
—Sigue divagando, todo mientras guía mi cabeza sobre él—. Dios mío, Cory...
tan bueno, tan bueno. No puedo creerlo.

Quiero sonreír, pero en lugar de eso vuelvo a bajar y lo trago repetidamente


alrededor de la cabeza. Con cada trago, su sabor salado cubre mi lengua y me
desespero por más. Le acaricio las pelotas, haciéndolas rodar suavemente en mi
mano, pero eso pone fin a todo.

—¡Para! —Flynn vuela y me agarra por los hombros, apartándome—.


Demasiado cerca, demasiado cerca. —Jadea y se desploma de nuevo—. Dios mío.
Demasiado cerca.

—¿No quieres correrte? —Tengo que probarlo.

—Sí. —Se pasa un brazo por la cara, su pecho se agita con cada respiración—
. Contigo dentro de mí. —Dios mío. Podría reventar incluso antes de lubricarme—
. ¿Por favor, Cory?

No necesito rogar, pero estoy un poco preocupado. Hace cinco años, sólo
tenía diecisiete, lo que me hace creer que no tiene demasiada experiencia.
—No tienes que retorcerme el brazo, pero tengo que saber que estás seguro.
—Beso su torso, deteniéndome de vez en cuando para aspirar su aroma—. No
quiero hacerte daño.

—No lo harás —gime—. Hace mucho tiempo que no estoy con una persona....
—Se sonroja.

—¿Pero alguien tiene un juguete o dos escondidos por aquí? —Hago una
mueca burlona, aunque se desvanece al pensar en verlo con él—. Joder, qué
cachondo.

—¿Tú crees? —Siente verdadera curiosidad.

Me limito a asentir y continúo explorando su cuerpo sexy.

—¿Quieres usar condones? —Parece redundante ya que ambos estamos


limpios y ya lo tuve en mi boca, pero es mejor preguntar.

—De todas formas, no tengo. —Se estremece cuando le acaricio un pezón con
la lengua—. No, quiero sentirte todo. Si te parece bien. —Más que bien—. Tengo
lubricante... Eso es increíble.

Sonrío contra su piel y chupo ligeramente su pezón, acariciando el otro con


el pulgar. Se estremece y su polla húmeda palpita entre nosotros. Deseoso de
más, le beso el bíceps con la boca abierta. Le doy un ligero codazo, que él capta y
levanta el brazo. Dios, sí. Lo acaricio y beso la suave mata de pelo de la axila, que
huele ligeramente a desodorante y sudor fresco.

—Estoy temblando —susurra. Sus uñas, me rozan el cuero cabelludo y me da


un beso persistente en la sien—. Te deseo tanto.

No más de lo que yo le deseo a él. Vuelvo a encontrar su boca y le robo un


beso fuerte y profundo.

—¿Dónde está el lubricante?

Mira a la pared, o más exactamente, a la estantería sobre la cama.

—Detrás de la foto de mi graduación.


Me río por la nariz y me subo a horcajadas sobre su pecho para coger el
lubricante. —Por Dios, Flynn —escupo, sorprendido por su boca en mi polla.

—Estaba en mi cara. —Me rodea la cabeza con los labios, chupando y


lamiendo. Busco distraídamente el lubricante y es un milagro que no se me caiga
algo. Con el frasco en la mano, miro a Flynn, hipnotizado. Me toca casi con
reverencia—. Me encanta el sabor —murmura para sí—. Está bien que te guste.

Perdido en una burbuja de lujuria, aún percibo sus palabras. A mí me suena


como si se estuviera tranquilizando, lo que me hace preguntarme si estará
luchando contra sus propios demonios. Pero no lo mencionaré ahora. En caso
que no fuera para que yo lo oyera.

—Eres hermoso. —Le acaricio la mejilla y le rozo la comisura de los labios


con la yema del pulgar—. Sexy y guapo. —Sus ojos brillan de inocencia y timidez,
pero sigue chupándomela—. Me encanta ver mi polla entre tus labios. —Y se
siente jodidamente glorioso. Caliente, húmeda, suave.

—Es extraño —murmura Flynn y se aparta— oír esas palabras sobre mí. —
Sonríe débilmente y se tumba, acariciándome los muslos—. Eres impecable. No
sé cuántas veces vi ese vídeo... —Se contiene y se convierte en la imagen perfecta
de alguien con las manos en la masa.

La satisfacción que me recorre probablemente esté escrita en mí.

—¿Me viste?

Lo afirma nervioso al principio, pero tiene que ver que esta revelación me
complace como ninguna otra cosa, porque continúa.

—Esperaba que alguien te grabara. Cuando apareció el vídeo y vi el primer


clip, casi se me cae el portátil. —Joder, está hablando de la noche en sí. Cuando
estaba en el baño—. En vez de eso, tiré mi neceser. —Sus ojos me miran con deseo
y hambre—. Probablemente lo vi todos los días desde entonces. Como dije, estás
impecable.

—Apenas. —Me muevo hacia abajo para meterme de nuevo entre sus
piernas, humilde y cohibido—. Torpe, ¿recuerdas? —Por no hablar que no puedo
mantener un trabajo, no tengo mucho dinero y vivo en un hostal con turistas
mochileros de veintipocos años.
—Pero me encanta eso de ti. —Se ríe entre dientes—. Es... —Una chispa de
diversión ilumina sus ojos—. Es muy entrañable.

—Entrañable —repito rotundamente. Luego sacudo la cabeza, dispuesto a


zanjar el tema. Quiero asegurarme que se da cuenta de lo mucho que me excita,
de lo increíblemente sexy que es para mí—. ¿Puedes abrir un poco más las
piernas?

Asiente con la cabeza y yo me siento para mirarlo. Destapo el lubricante y me


unto la polla con movimientos perezosos mientras le acaricio cada centímetro de
la polla, los huevos, el interior de los muslos y el culo. Deslizo dos dedos por su
agujero y la zona apenas visible de suave vello. Está casi completamente liso y,
antes de darme cuenta de lo que hago, me inclino para besarlo. Lo lamo con la
misma lentitud con la que acaricio mi polla, apoyando la otra mano en la cama
para no caerme. Flynn respira entrecortadamente, se tensa la bolsa y separa aún
más las piernas.

El almizcle natural combinado con el aroma fresco del jabón aviva mi


hambre. Gimo y me pierdo en él, empalmado por los jadeos y gemidos de Flynn.
Mi lengua lo penetra suavemente.

—Nunca nadie, nunca nadie —Flynn divaga delirante—. Por favor, joder,
joder, te necesito, siento haber maldecido otra vez.

Aflojando, reemplazo mi lengua con dedos lubricados.

—No me ves pidiendo perdón por mi puta boca sucia. —Sonrío y me inclino
sobre él, bajando la cabeza para besarle la mandíbula—. ¿Nadie te dio un beso
negro antes? Él niega con la cabeza y yo le chupo el labio inferior mientras le
meto lentamente dos dedos—. Me encanta —susurro.

Mi confesión es un eufemismo lamentable cuando se trata de Flynn. Disfruté


varias cosas con algunos otros hombres, pero hay una gran diferencia entre
“disfrutar” y “Madre de Cristo, no puedo tener suficiente”. Nunca fue tan
intenso.

Flynn exhala, las pupilas se dilatan.

—Dios. No puedo pensar. Más. Por favor.


—¿Quieres mi polla? —murmuro mientras añado un tercer dedo—. No
puedo esperar a sentirte a mi alrededor. Quiero follarte despacio, profundo y
fuerte.

Gime y mueve las caderas, empujando mi mano.

—¿Cómo puedes hablar? Joder, joder, joder.

Sonriendo ampliamente, tan excitado por sus reacciones, retiro mis dedos
para alinear mi polla.

—Tú me haces esto. Es un poco culpa tuya. —Me río entre dientes en un beso
que no es realmente un beso. Más bien un intercambio de respiraciones agitadas
con nuestros labios rozándose—. No tienes ni idea de lo que fantasee.

—Cuéntame… —Se detiene bruscamente y suelta un suspiro cuando


empiezo a apretarme contra él. Centímetro a centímetro, empujo más y más
profundo. Los dedos de Flynn se clavan en mis hombros y me habría detenido si
no fuera por el “más, más, más” que pronuncia en silencio.

Aprieto los dientes, luchando por mantener la calma.

—Llevo años esperando... —Resoplo e inclino la frente hacia el pliegue de su


cuello. —Volver a sentirme así. —Pero en realidad no es otra vez. Esto es nuevo.
Más.

—¿Años?

Beso mi camino a su boca y sonrío.

—Te aburriré con la historia de mi vida más tarde. —Tan despacio como
empujo, salgo, sólo para empujar hacia delante una vez más.

El deslizamiento de nuestros cuerpos tiene que ser una de las cosas más
calientes que experimenté nunca. Flynn me toca sólo por instinto; me agarra, me
besa el pecho, me acerca y va más deprisa, como si no pudiera saciarse lo bastante
pronto.

Pero lo que más me gusta son sus susurros y murmullos contra mi piel.
—Por fin, por fin. —Nos besamos profundamente, nuestras lenguas se
saborean y se burlan—. Dios, sí, Cory, más, más, más. —Su canto apenas audible
es tan sensual y sin filtros.

—¿Te gusta tener mi polla dentro de ti? —Gruño mientras empujo mis
caderas hacia delante, casi chocando contra él.

—Me encanta. —Me acaricia el culo y me besa el cuello—. Me encanta tu


polla. Aumento el ritmo, impulsado por su forma de hablar, que ya no es correcta
ni formal—. No me dijiste lo que querías, con lo que fantaseabas.

—¿De verdad quieres saberlo? —Deslizo una mano entre nosotros y


encuentro su polla dura como el acero apretada contra el bajo vientre—. Lo
quiero todo —susurro, acariciándole mientras me lo follo—. Quiero sentir esta
polla grande y preciosa en mi culo. —Le doy una vuelta y aprieto la cabeza,
ganándome un fuerte gemido de Flynn. Sus ojos se ponen vidriosos—. ¿Harías
eso por mí, cariño? ¿Me follarías?

—¡Cory, joder, mierda, joder, estoy cerca!

Dejaré el resto de la conversación para otro momento, entonces.

Le suelto la polla, agarro nuestras manos por encima de su cabeza y me


abalanzo sobre él. Lo beso con avidez, sintiendo el placer acumularse en mis
entrañas, viajando constantemente hacia el sur. Mientras me besa el cuello y la
garganta, levanto la vista y me fijó en nuestras manos, con los dedos entrelazados
y los nudillos blancos.

Una gota de sudor resbala por la curva de mi clavícula, y cuando Flynn


levanta la cabeza para seguir la humedad con la punta de la lengua, me muero
de miedo. Me estremezco violentamente, soltándome rápidamente de una de sus
manos para acariciarle la polla hasta el clímax.

—Flynn... —Su nombre me abandona en un suspiro justo antes de perderlo.


Con una última embestida, me entierro hasta las pelotas en su culo apretado y lo
empapo con mi liberación. Mi cara se encuentra con el hombro de Flynn y me
balanceo dentro de él, con todos los músculos de mi cuerpo tensos.

Apenas unos segundos después, Flynn empieza a correrse también.

Lo siento entre nuestros pechos. Me froto por toda su polla. Lo huelo.


Los besos perezosos que siguen me convertirán en un adicto.

—Pegajoso. —Flynn se ríe somnoliento mientras levanta la cabeza para


mirarse el pecho.

Niego con la cabeza y desciendo un poco por su cuerpo. Eso hace que mi
polla se salga de su culo, y ya tengo ganas de follármelo otra vez. Y ser follado a
su vez. Dios, sí que me desperté.

Manteniendo mi mirada fija en la de Flynn, dejo caer un beso con la boca


abierta sobre su caja torácica.

—Delicioso. —Sonrío y me chupo el labio inferior.

—Déjame —susurra.

Joder, sí. Vuelvo a lamerlo y besarlo, probando su sabor salado en mi lengua.


Luego atrapo su boca con la mía, alimentándolo con su propio semen. Zumba y
me rodea con los brazos.

Quiero seguir así durante horas, pero estoy agotado, así que me tumbo a su
lado y lo arrastro conmigo. Se sienta a horcajadas sobre mi estómago, con las
manos apoyadas en mi pecho.

—¿Quieres pasar la noche conmigo? —me pregunta tímidamente.

Mi boca se tuerce en una pequeña sonrisa.

—Tendrías que echarme, Flynn.

Parece aliviado.
8
Cory,

Voy a pedirle el divorcio a Jennifer cuando vuelva de su retiro en el spa.


Dylan y Jayden son mi vida, pero ya no puedo seguir con la farsa.

Espero que estés bien,

Luke

—Cory.

Gimo con sueño y acerco a Flynn.

—Diez minutos más. —Mis manos recorren su espalda, delgada y suave pero
fuertemente musculada y todo un hombre—. Estaba teniendo el mejor sueño.

—¿Ah, sí?— Hay una sonrisa en su voz cuando se acerca, juntando nuestros
pechos—. ¿De qué se trataba?

Sigo con los ojos cerrados y engancho su pierna sobre mi cadera. Es imposible
que no note mi erección matutina. Que... joder, uno podría pensar que lleva
blanda una o dos semanas, gastada y saciada.

Después de follar ayer, nos duchamos, pedimos pizza y volvimos a la cama.


Insistió en chupármela, ¿y quién era yo para rechazarlo? Pero evidentemente no
fue suficiente, porque también me despertó en mitad de la noche.

Nos dimos un sesenta y nueve y luego volvimos a caer.

—Adivina, Huckleberry. —Empujo lentamente mis caderas. Inclinándome


hacia delante, me acerco a su boca, sorprendido de encontrarla fresca como la
menta—. ¿Estuviste despierto? —Abro los ojos de golpe.
—Sí. —Me enseña algo: mi teléfono—. Estaba sonando en el baño. Te lo
agarré y me lavé los dientes.

—Oh. —Casi tiro el teléfono al suelo, pero luego pienso que mejor lo
compruebo—. Gracias. —Me quito el sueño de los ojos y veo que tengo un
mensaje.

Llegaré 10 minutos tarde. Lo siento.

—Mierda —murmuro. Comprobando la hora, veo que ya son las diez y


cuarenta y cinco—. Mierda, mierda, mierda.

—¿Pasa algo? —Flynn me mira, con cara de... ¿precaución? O quizá estoy
demasiado cansado y no entiendo una mierda ahora mismo.

Frunzo el ceño.

—Quedé con Tammy para almorzar dentro de quince minutos. —En un


intento de despejar mi cabeza de los restos de sueño, me restriego una mano por
la cara y parpadeo ante la pantalla. Es imposible que llegue. Siempre quedamos
en la escalinata de la catedral de San Pablo, y son al menos veinte minutos en
metro. Y, francamente, yo... no quiero. Siempre puedo pasarme por el pub la
semana que viene.

Mis dedos vuelan sobre la pantalla agrietada.

Me toca disculparme. Me quedé dormido. ¿Podemos cambiar la cita?

Mañana tengo mi primer turno en mi nuevo trabajo, pero como es un


restaurante, salgo bastante temprano. Quizá podamos quedar entonces.

Justo cuando pulso enviar, él habla.

—Supongo que deberías irte.

—¿Qué? —Levantó la mirada y sonrío, confuso—. Por supuesto que no. No


me voy, a menos que eso sea lo que quieres.

—Pero tu amiga... —Una arruga aparece en su frente.


—Puede verme en otro momento —termino, y luego dejo caer mi teléfono en
algún lugar detrás de mí—. Prefiero llevarte a desayunar. —Le rozo los labios
con un beso.

No me devuelve el beso.

—¿Pasa algo? —Siento un escalofrío, pero no lo demuestro.

—Tú... —Claramente incómodo, se frota el cuello. También se echa hacia


atrás y se sienta, tirando de las sábanas para cubrirse la parte inferior del
cuerpo—. ¿Quieres salir? ¿En público?

Lo miró fijamente, con la mandíbula tensa. No me lo puedo creer. ¿Después


de la noche que compartimos...?

¡La historia de mi puta vida!

—¿Eres un caso cerrado? —pregunto en voz baja. En realidad no era mi


intención sonar duro, pero estoy jodidamente decepcionado. Dolido—. ¿Por eso
ponías hetero en tu perfil al principio?

Esconderme me va a matar. No puedo volver a pasar por eso.

—¡No! —Parece atónito, si no horrorizado—. No, en absoluto. Lo siento, es


que… —Se tira del pelo—. Estoy sorprendido. Sorprendido que... no sé, ¿quieras
salir en público? O... —me mira con aprensión— ¿es posible que me haya
precipitado? Quizá querías decir que saliéramos como amigos.

Ahora yo también tengo que incorporarme y le entrecierro los ojos.

—La hora de la verdad, ¿vale? Lo de anoche fue increíble. Me gustas. Te


deseo, más de lo que puedo decir. No quiero esconderme contigo. Y no quiero
nada casual.

No soy cruel. Mis sentimientos son tan fuertes que sacrificaría mucho por
Flynn, pero debo estar seguro que el ocultamiento no será permanente. Un día,
quiero ser abierto sobre mi relación. Es lo que anhelo... lo que anhelé... Desde que
empecé a salir.

Mostrar públicamente todo.


—Así que... ahí lo tienes. —Espero a que me mire a los ojos.

Cuando lo hace, todo lo que veo es inocencia con los ojos muy abiertos. Esto
es nuevo para él, me doy cuenta. Cualquier experiencia que tenga, no fue nada
como esto.

—No lo sabía —susurra disculpándose, bajando la mirada.

Me siento fatal, avanzó y le acarició la mejilla.

—Mírame, Flynn —murmuró. Lo hace, con cautela—. Te voy a hacer una


pregunta y solo necesito un sí o un no. ¿Quieres salir conmigo a desayunar muy
tarde?

—Sí —balbucea rápidamente—. Siento no saber lo que hago.

El alivio me inunda.

—Yo tampoco sé lo que hago todo el tiempo. Ni siquiera la mitad de las veces.
—Esbozo una sonrisa, necesitando ver la suya—. Iremos paso a paso, ¿vale? —
Asiente minuciosamente y me agarra la mano cuando le suelto la cara—. ¿Puedo
hacer una pregunta más por ahora?

—Pregunta.

Miro fijamente sus dedos jugando con los míos.

—Yo soy gay, pero ¿y tú? ¿Gay o bi? —Levantó la vista a tiempo para ver
cómo se le calientan las mejillas.

—Gay. Definitivamente gay. Fui discreto, pero no lo niego ni nada parecido, y


no quiero esconderme.

Eso es todo lo que necesito saber, por el momento.

Al bajar las escaleras del edificio de Flynn, me subo los Ray-Ban falsos por la
nariz y me subo el chándal hasta las pantorrillas. Es otro día caluroso en Londres,
así que me alegro de no haber pensado en llevarme la camisa de franela. La
camiseta negra que Flynn me regaló es suficiente, aunque quizá me detenga en
una tienda turística de mal gusto y compre un par de chanclas. Me van a hervir
los pies con estas zapatillas raídas.

—¿Adónde vamos? —Flynn mete las manos en los bolsillos de sus pantalones
cortos.

—Por aquí. —Levanto la barbilla hacia la derecha y empezamos a caminar


hacia Bayswater. Hyde Park está al otro lado de la calle, y estoy deseando pasar
unas horas relajándome allí. Pero necesito provisiones. Comida.

Caminamos en silencio durante un rato y miro furtivamente a Flynn, que


estuvo un poco callado desde que salimos de la cama. En sus labios se dibuja una
pequeña sonrisa que se guarda para sí mismo, lo que es suficiente para
mantenerme tranquilo, pero estoy bastante seguro que le ofreceré un penique por
sus pensamientos más pronto que tarde.

Quiero que desee esto tanto como yo.

—Siempre desayuno cereales. En la mesa de la cocina —dice de repente,


mirando hacia el parque de enfrente—. Será una experiencia nueva. ¿Vamos a
una cafetería?

—No. —Inclino la cabeza hacia él, curioso. No creo que Flynn sea ni mucho
menos estirado o rígido, pero parece más acostumbrado a la estructura y el
orden—. Pensé en invitarte a un picnic para pobres. Tenemos que ir a Tesco para
eso.

Entrecierra los ojos debido al sol.

—¿Picnic de pobres?

—Exacto. —Sonrío un poco y me rasco la barbilla—. Ya verás. Siempre


podemos ir a un café...

—No, no. —Sacude la cabeza rápidamente—. Me gustaría probar. Tengo


mucha curiosidad por tus... hábitos. Tu vida cotidiana.

Me alegra oírlo. Quiero mostrarle las mejores partes antes que vea las peores.
Del mismo modo, espero que me incluya en sus propias rutinas. Quiero saber
todo lo que hay que saber sobre Flynn Thomas Wright.
Mientras caminamos por Queensway, me detengo brevemente en el bazar
para comprar un par de chanclas negras de plástico. Regateo el precio mientras
Flynn mira con asombro todas las imitaciones de marcas de moda. Al final, salgo
con calzado nuevo y sólo tres libras menos.

Tiro mis viejas zapatillas a la papelera.

—¡Cory!

Me río de su cara.

—Estaban completamente gastadas. Nada que lamentar.

—Oh. ¿No mencionaste Tesco? —señala el Tesco Express al otro lado de la


calle.

—Ese no. —Compruebo mi teléfono, pero todavía nada de Tammy—. Hay


uno más grande calle abajo. Es más barato.

Escribo un mensaje rápido a Tammy.

¿Recibiste mi mensaje?

Cuando llegamos al supermercado más grande, cojo una cesta y me dirijo


hacia el pan.

—Entonces... ¿cómo estamos de PDA?

—¿Estás preguntando por la abreviatura de Muestra Pública de Afecto? —se


pregunta, a lo que yo asiento con la cabeza y echo una baguette fresca en la
cesta—Ya veo. ¿Qué quieres, si no te importa que pregunte?

Me inclino hacia él, huelo su cuello y sería muy fácil darle un beso.

—Quiero lo que cualquier otra pareja quiere.

—Oh —dice con la boca, mirándome. Vuelve el asombro—. Me disculpo. Esto


es muy nuevo para mí.

—Me doy cuenta. —Le sonrío y elijo un queso crema. Luego nos acercamos
a los frigoríficos con tazas de fruta—. Dime que me vaya a la mierda si te presiono
demasiado, ¿vale? Quiero que estés cómodo. —Señalo la fruta con la cabeza—.
Elige algo con etiqueta de liquidación. Es fruta de ayer pero igual de buena y a
mitad de precio.

Por alguna razón, eso hace que le brillen los ojos.

—Para ahorrar dinero —concluye—. Es como un juego. Me gusta. —Supongo


que es una forma de verlo. Voy a por algo de piña y uvas mientras él decide con
cuidado—. Por cierto, nunca te diría eso. —Habla en voz baja mientras
inspecciona un recipiente de manzanas en rodajas—. Maldita sea —susurra.
Archivo las maldiciones en el apartado de cosas que dice en la cama y en ningún
otro sitio—. Esta. —Sonríe ante su hallazgo y coloca la copa de fruta en la cesta.

Por último, cogemos una botella grande de agua y una caja de Krispy Kremes
de ayer antes de dirigirnos a las cajas registradoras.

—Ni hablar —le digo cuando va a sacar su cartera—. Si te apetece repartir tu


riqueza, siempre puedes invitarme a un café de rico. —Ante su expresión de
perplejidad, sonrío—. Starbucks.

—¿Es caro Starbucks? —pregunta con curiosidad.

Arrugo las cejas.

—¿Te criaste en Seattle y nunca visitaste un Starbucks?

—No, no. Frecuento sus establecimientos a menudo. Sólo que no sabía que
era caro.

Sólo puedo sonreír, escarbando en su mente.

—¿Alguna vez compruebas las etiquetas de los precios antes de pagar?

—No.

Me lo imaginaba.

—Tengo que hacerlo —admito, pagando la compra—. ¿Lo llamaste juego?


Para mí es la vida cotidiana. —Me encojo de hombros—. Pero me parece bien.

¿Quiero más dinero? Por supuesto, joder, pero mis quejas no van más allá de
la queja habitual mientras tenga un techo y comida.
Flynn se calla un rato, salimos de Tesco y caminamos de nuevo hacia Hyde
Park. Dejo que procese lo que se le pase por la cabeza. El silencio solo se rompe
cuando llegamos a Starbucks y pido un café solo.

Flynn pide un moca-poca-loca o como coño se llame. Se menciona un chupito


doble de algo. Tiene espuma. Huele a café y sirope.

—Cory, ¿crees que soy malcriado? —Se queda mirando al suelo mientras
caminamos.

—Creo que eres inteligente e innovador. Construiste algo, y obviamente está


dando sus frutos.

Se muerde el labio inferior.

—También hay un fondo fiduciario.

—Eso no te convierte en un mimado. No juzgo a la gente por su cartera. —


Elijo mis palabras con cuidado, porque no quiero que esto sea un problema entre
nosotros. Fui yo quien sacó el tema del dinero, y ahora tengo que dejar claro mi
punto de vista—. Creo... creo que sólo quería dejar claro que hay muchas cosas
que no me puedo permitir. Al mismo tiempo, no quiero que te sientas limitado.
Estoy bien con nuestras diferencias si tú lo estás.

Lo medita mientras cruzamos la calle y entramos en el parque por las puertas


más cercanas.

—¿Si quisiera llevarte a un restaurante...? —Me mira tímidamente.

Sin poder evitarlo, paso la taza de café a la mano con la que sostengo la bolsa
de Tesco y le paso el brazo libre por los hombros.

—Haría todo lo posible por no mirar los precios. Así de sencillo. —Le doy un
beso en la sien—. Nos daremos lo que podamos y no mediremos el afecto en
dinero.

—De acuerdo. —Me dedica una sonrisa, con alivio en los ojos—. Aunque
debo decirte que prefiero los maratones de cine a las noches fuera. Y me encantan
los macarrones con queso. Eso es asequible, ¿no?
Lanzo una carcajada y lo suelto.

—Sí, Flynn. Los macarrones con queso son definitivamente asequibles. —A


mí también me gustan los maratones de cine, sobre todo si vienen acompañados
de este hombre.

Flynn sonríe y mira hacia abajo, impidiéndome ver su cara.

Rodeado de césped, árboles, paseantes de perros, corredores, turistas y gente


que almuerza temprano, busco un buen sitio para sentarme. A estas alturas, el
sol es brutal, así que no me importaría un poco de sombra.

Al pasar junto a una pareja que se acurruca en la hierba, siento los dedos de
Flynn entrelazarse con los míos.

—Tu desayuno supera al mío. —Flynn parte otro trozo de pan y lo pasa por
la crema de queso—. Esto está muy rico.

—Vengo aquí los fines de semana siempre que el tiempo lo permite. —Me
quito las migas de la camisa y miro a la ardillita que pasa corriendo. Qué
cabronas.

Cuando llegué por primera vez al Reino Unido, pensé que eran monas.
Mucho más que los patos. Pero entonces intenté dar de comer a una ardilla y me
mordió. Tuve que vacunarme contra la rabia y tomar antibióticos.

También me persiguió un cisne en el estanque una vez. Por eso ya no voy allí.

Me quedo con la hierba y la sombra de los árboles.

Flynn sugirió primero que nos sentáramos más cerca de un árbol y nos
apoyáramos en él, pero eso es un no-no. Demasiado cerca. Las ardillas viven ahí
arriba.

—Tienes... aquí. —Flynn levanta la mano y me roza el labio con el pulgar—.


Crema de queso. —Se lleva la yema del pulgar a la boca para lamérmelo.

—Bromea. —Sonrío y sacudo la cabeza. Supongo que lo único que Flynn


necesitaba era luz verde, porque desde que llegamos se puso muy toquetón,
aunque casi siempre de forma inocente. Pero mi reacción dista mucho de ser
inocente—. ¿Te importa si te uso de almohada? —Destapo el agua y le doy unos
tragos.

—¿No?

—Estupendo. —Me tumbo y apoyo la cabeza en su pierna estirada. Lo miro


a través de las persianas y resoplo divertido. Por enésima vez hoy, tiene esa
mirada de asombro—. ¿Qué pasa esta vez?

—Nada —responde rápidamente—. Supongo que estoy disfrutando. Estás


muy relajado y me gusta estar al aire libre contigo.

Mi diversión se desvanece y me llevo su mano a la boca.

—Dime si voy demasiado rápido. Salir en público también es nuevo para mí,
y puedo ser como un niño en una tienda de caramelos. Lo quiero todo a la vez.
—Dejo caer un beso en su palma—. Aquí arriba.., —me doy un golpecito en la
sien —ya considero esto una relación.

Desliza la mano por mi mandíbula desaliñada.

—Acabo de decirte que me gusta. —Sonríe débilmente—. A mí también me


gusta la parte de la relación. Nunca tuve novio.

Abro la boca para hablar y vuelvo a cerrarla. Hm. De los pedacitos que reuní,
me empieza a preocupar que las experiencias pasadas de Flynn con hombres no
hayan terminado bien. El bastardo posesivo que hay en mí se despierta,
emocionado ante la perspectiva de ser otra primera vez para Flynn, pero se acalla
fácilmente. Si Flynn resultó herido, otro bastardo completamente distinto dentro
de mí sacará la cabeza.

El teléfono vibra en mi bolsillo y me roba la atención por un momento, y lo


saco para ver por fin una respuesta de Tammy.

Lo siento, el teléfono murió. No pasa nada. Volveremos a quedar. Ayer conocí


a un chico y vamos a salir esta noche. ¡Tengo que prepararme ahora!

¿Va a salir esta noche y ya va a empezar a prepararse? Por Dios.

—¿Era tu amiga? —pregunta Flynn.


Asiento distraídamente mientras respondo a Tammy.

Diviértete y cuídate. Yo también conocí a alguien. Espero poder presentártelo


pronto.

Antes de pulsar enviar, le tiendo el teléfono a Flynn.

—¿Te parece bien?

Tammy sabe que soy gay, pero nunca le presenté a un chico, porque no hubo
ninguno en los tres años que hace que la conozco, incluso mucho más. Ella intentó
tenderme una trampa, pero... no. Así que probablemente se sorprenda, sobre
todo cuando vea que es Flynn, el “chico” que fichó hace meses.

—Más que bien. —Flynn agacha la cabeza y me besa en la frente—. No tengo


a nadie en particular a quien presentarte en persona; tal vez Amy. Serían mis
abuelos el día que la abuela aprenda a usar Skype. El abuelo es una causa
perdida. También está Sarah. Mi amiga del instituto. A veces chateamos por
vídeo.

Giro la cabeza para besarle el estómago, odiando que haya estado tan solo.

—¿Dónde vive?

—En California. Está ocupada con sus estudios de posgrado. —Mira hacia el
parque con expresión melancólica—. A veces me pregunta por qué no vuelvo a
Estados Unidos, pero me gusta estar aquí. Ahora es mi hogar. —Mirándome, su
boca se tuerce con pesar—. Quizá si te conociera lo entendería mejor. Puede que
al principio sea descortés, pero eso es sólo por lo que pasó.... —Se queda un
momento con cara de pellizco, sin duda dijo más de lo que estaba preparado—.
Te pido disculpas. No me gusta hablar de ello. ¿Puedo contártelo en otro
momento?

—Por supuesto —murmuro—. Cuando estés preparado. Al final también


tendré mi propia mierda que decir.

—Vale. Vale. —Asiente una vez—. A mis abuelos les gustarás


inmediatamente, sin embargo. Lo sé con certeza porque eres un hombre
maravilloso.

Sonrío y le toco la barbilla.


—Haré todo lo posible para demostrarles que me importa mucho su nieto.

Desviando la mirada y sonriendo, murmura en voz baja. Algo sobre “torpe”,


pero prefiero fijarme en el delator rubor de sus mejillas y orejas. Eso nunca pasará
de moda.

—Oye, ¿qué vas a hacer mañana? —le pregunto al cabo de un rato. Inclinando
la cabeza hacia un lado, veo que tenemos que movernos pronto para seguir la
sombra del árbol del sol.

—Algo de trabajo en la web y una reunión online con mis administradores.


—Murmuro, resolviendo algunas cosas en mi cabeza—. Hace siglos que no como
algo casero que no sea pasta y ketchup. ¿Te importa si invado tu cocina mañana?

—Siéntete libre. Con una condición. —Se ríe ante mi ceja levantada—. Que
vuelvas a considerar mi oferta. ¿Sobre la habitación de invitados?

Me río por la nariz y le pellizco el costado.

—Sólo quieres acceso total a mi culo.

Grita y me aparta la mano.

—Entre otras cosas. No. —Sacude la cabeza y sus ojos se ablandan—.


Piénsatelo, por favor. Aunque no me gustaría que estuvieras al otro lado del
pasillo.

Mientras me deje ayudar tanto como sea capaz, no creo que haya mucho que
considerar.

—Hmm, compartir habitación con mi nuevo novio o quedarme en un


albergue que tiene ratas...

—Dime que estás bromeando —exige—. ¿Ratas?

Oye, la que oigo en mi habitación por la noche tiene nombre.


9
Cory,

¿Qué estaba pensando? ¿Qué todo iría bien en cuanto afrontara la verdad?
Dios, soy un tonto. Dylan se volvió retraído, Jayden está inconsolable, a Jennifer
no le importa nada más que ella misma, y yo no sé qué hacer.

Siento más que nunca haberte hecho daño.

Espero que estés bien,

Luke

Poco más de una semana después, desbloqueo la puerta y entro en el


apartamento para oír una retahíla de maldición , malditas, cosas procedentes de la
cocina. Justo después, percibo el olor de algo quemado.

—¿Flynn? —lo llamo, quitándome los zapatos.

—¡Mierda!

Me aflojo la corbata negra, traigo los recipientes del trabajo y me dirijo a la


cocina. Como aprendí en la semana que llevo viviendo con Flynn, es un puto
desastre cuando se trata de cocinar. Estuvo viviendo cómodamente a base de
comidas preparadas y mierda para microondas, pero no es nada que traiga a casa
si yo me encargo de comprar la comida. Todo eso es culpa suya.

Doblo la última esquina y lo encuentro junto a la cocina, apartando las


columnas de humo. No se quema nada, así que me relajo y me acerco a ayudarle.

—Eh, tú. —Le robo un beso rápido antes de examinar los daños—. Esto
parece... interesante.

Resopla.
—Parecía fácil cuando lo hiciste esta mañana, y estaba delicioso.

—Oh. —Me río entre dientes—. ¿Se supone que esto es mi tortilla tostada
especial? —. Hurgo en la sartén del pan quemado—. La mía no tenía cáscara de
huevo. Tampoco era negra, y la salchicha no parecía la mierda del perro de
nuestro vecino.

—Cállate —refunfuña—. Hoy estoy irritable.

—Cuéntame... —Le tiendo uno de los recipientes del restaurante, con pasta
Alfredo—, mientras comes.

Flynn le echa un vistazo a la comida.

—Sí. Vale.

Se sienta enseguida y yo cojo una botella de agua de la nevera. También


marco un séptimo día en el calendario de la nevera para celebrar que llevo una
semana entera sin cagarla y sin que me despidan. Ser camarero es jodidamente
agotador, pero hasta ahora, todo bien.

—Entonces, ¿qué pasa? —Me uno a él en la pequeña mesa en la que sólo


caben dos—. Creía que hoy ibas a hacer cosas de software —. Me dijo que eso le
pone de buen humor, trastear con... eso... pero si se trata de Flynn de buen humor,
odiaría verle extasiado.

—El trabajo está bien, gracias. —Incluso irritado, es educado—. Gané muchos
miembros americanos últimamente, así que creo que estuvieron discutiendo el
sitio en FetLife o algo similar —. Me enteré que FetLife es una conocida
comunidad de fetichistas—. Estoy irritado porque no paran de pedirte más cosas,
y eso me hace sentir dudoso. Naturalmente, puedo negarme; sólo haría falta un
simple no. Pero, ¿qué clase de creador de una comunidad sobre voyeurismo soy
si permanezco oculto?

—¿El tipo de voyeur? ¿El que le gusta mirar en lugar de ser mirado?

Apuñala un trozo de pollo.

—Eso funcionaría si no hubiera sido tan tonto en el pasado como para


mencionar que disfruto de ambas cosas.
Vale, puedo ver cómo eso plantearía un problema, pero ya le dije que no me
importaría, ah... contribuir... más al sitio. Me excita mientras Flynn esté cerca.

—¿Qué querías decir con la parte dudosa?

Se encoge de hombros vagamente y evita mi mirada.

—Tal vez no me sienta cómodo con que otros se masturben contigo como
fantasía. —Enarco las cejas. Nunca imaginé que Flynn pudiera ser territorial, pero
ahora... joder, eso es excitante—. ¿Tienes idea de cuántos hombres de familia en
el armario tengo en mi página? —Mira su comida, mientras la devora—. Perdí la
cuenta de los números de '”GayInSecret” y “DudeWatcherByNight”.

—Eso es jodido. —Me río entre dientes—. Y triste.

—Sí, pero significa que dejan a sus mujeres en casa para mirar... bueno,
quieren mirarte. —Vuelve a refunfuñar—. Estarías allí, acariciando... —. Se
detiene, moviéndose en su asiento y sonrojándose—. Estarías disponible —
susurra.

Frunzo el ceño, pensando en cómo sería si cambiaran las tornas. Sí, no. No
me gustaría que Flynn se corriera solo delante de otras personas... Espera. Eso
me hace pensar.

—Puede que tenga una solución —le digo—. ¿Confías en mí?

Asiente confundido, pero ya me ocuparé de eso.

Levanto las comisuras de los labios.

—Déjamelo a mí. ¿Hay algo más que te moleste hoy?

—No. Bueno... —Duda—. Estoy nervioso por lo de mañana.

—Todo irá bien —le aseguro—. Tammy es feliz mientras yo lo sea.

No le dije que es a Flynn a quien estoy viendo, pero no me preocupa. Ella


verá por sí misma lo increíble que es.

Puede que sea ruidosa e intimidante para algunos, pero no sería grosera sin
razón. Dale una sonrisa y ella te ofrecerá un pedazo de su corazón a cambio. Dale
mierda y te echará encima una tormenta de mierda.
No me imagino a Flynn dando mierda a nadie, así que está a salvo.

Aunque entiendo que esté nervioso. Yo también lo estaría. Por eso sólo me
tomé un par de horas libres en el trabajo. Veremos a Tammy un rato antes que
abra el pub, y luego tendremos una hora o así antes que tenga que coger el resto
de mi turno.

—Oh, ¿sabes lo que descubrí hoy? —pregunta Flynn. Sacudo la cabeza y bebo
un poco de agua—. El primer día que estuvimos juntos... me olvidé completamente
de la cámara. Estaba encendida.

Mis cejas se fruncen antes de darme cuenta de lo que está hablando. Mierda.
Me acuerdo de eso. Me acuerdo, joder. La luz roja se encendió y todo cambió. Ya
no se trataba de correrme.

—Quiero verlo. —Me caliento sólo de pensar en esa noche. Y casi todas las
noches que siguieron—. ¿Lo viste?

—Sólo partes. —La forma en que sus ojos se mueven entre mis manos, mi
pecho y mi cara hace que sea fácil ver que está afectado. En el buen sentido—. Lo
convertí en DVD. Está esperando en el reproductor.

—Joder, qué bueno eres. —Poniéndome de pie, acorto la distancia y lo beso


con fuerza—. Déjame darme una ducha. Luego...

—Mierda, ahora me siento como un idiota. —Se levanta y me rodea la cintura


con los brazos—. Ni siquiera te pregunté cómo fue tu día. Tu novio es un buen
partido.

—Lo es —murmuro, ignorando su sarcasmo—. Y no se rompió ni derramó


nada, así que fue un buen día —. Sonrío y le beso la nariz, luego los labios.

Me tumbo de espaldas contra el sofá, con Flynn encima, y lo beso con rudeza
mientras busco su polla. Él gime, o quizá es el Flynn de la tele el que gime.
Pusimos el volumen muy alto, así que es posible.

—Hueles bien. —Me chupa el cuello antes de besarme más abajo—. Suéltame
—. Sonríe y me aparta la mano de la polla, para mi consternación—. No me mires
así. Quiero probarte.
Lo miro hambriento mientras se acomoda entre mis muslos y me lame la
parte inferior de la polla. Mi cabeza golpea la almohada y me giro para ver cómo
caemos sobre la cama en el vídeo. Joder. ¿Podría estar más caliente?

—Dios, Flynn. —Enredo los dedos en su pelo mientras me chupa dentro de


boca. Desliza una mano bajo mi culo y me anima a follarle la cara. También mira
hacia la televisión, diciéndome en silencio que mire.

Pero no puedo. No puedo apartar los ojos del espectáculo en directo. Empujo
lenta y profundamente, golpeando el fondo de su garganta. Al mismo tiempo,
oigo gemidos y súplicas por los altavoces.

—Quiero que me folles —le digo jadeando. Hasta ahora, se dejó follar todas
las veces. Admite que lo pone nervioso. Lo desea, pero nunca me penetró antes—
. Por favor, cariño. —Gimo y cierro los ojos mientras él traga a mi alrededor—.
Por Dios.

—Lo haré. —Se aparta—. Quiero que te inclines sobre el sofá.

El corazón me martillea en el pecho y me pongo en pie, impaciente.

—Planeaste esto, ¿verdad? —No lo sé, pero parece un hombre con una
misión.

—Culpable. —sonríe un poco.

Me doy cuenta que sigue nervioso, pero es en vano. Estoy loco por él y por
todo lo que hace. Poniéndome en posición, me inclino y apoyo los antebrazos en
el respaldo del sofá. Tengo una vista perfecta de mi propio culo en el televisor.
Me habría hecho reír si no recordara exactamente lo que le estaba haciendo allí
mismo. Su larga y gorda polla en mi garganta. O mi lengua en su culo.

Flynn se acerca por detrás y deja a propósito un bote de lubricante encima de


un cojín. Para que yo lo vea, para anticiparme.

—Míranos —murmura. Me estremezco cuando deja caer besos a lo largo de


mi columna y me amasa el culo con esas manos perfectas—. Dime lo que ves.

Suelto un fuerte suspiro y miro detrás de mí para verlo caer de rodillas. Se


me seca la boca.
Dile lo que ves. Vale. Joder. Vuelvo a mirar la tele e intento encontrar mis
palabras mientras mi polla encuentra el culo de Flynn en el vídeo. En realidad,
Flynn pasea la punta de su lengua por mi agujero, volviéndome jodidamente
loco.

—Estoy empujando lentamente dentro de ti.

Flynn gime en voz baja y empuja su lengua dentro de mi culo.

—Oh, joder. —Se me cae la cabeza hacia delante y me tiemblan las rodillas.
Tardo varios segundos en despejarme, pero cuando lo hago, hablo como si
estuviera intoxicado. Murmuro sobre follármelo, besarlo, todo mientras él actúa
mis palabras con la lengua y los dedos—. Más, más fuerte —. Gruño, aunque
Flynn puede oírlo claramente. Los gemidos se mezclan con los que ya no
podemos contener—. Jesucristo, Flynn —. Olas de calor me recorren,
provocándome un mareo—. Quiero... joder... quiero tu polla.

—Dime cuando la necesites en su lugar. —Sólo hace una pausa para lubricar
nuestras pollas. Luego me acaricia con fuerza, me masajea las bolas y vuelve a
follarme con la lengua hasta dejarme inconsciente.

Aprieto los dientes mientras acelero el ritmo del vídeo. Contemplo cómo se
tensan los músculos de mi culo cada vez que embisto a Flynn. Combinado con
sus caricias, es casi demasiado. Puedo sentirlo en los dedos de los putos pies.

—Te necesito —gruño—. Ya estoy cerca, maldita sea.

Flynn susurra, tomándose su puto tiempo, y me da unos cuantos empujones


húmedos y lametones profundos más.

—Bien. —Finalmente se levanta, sólo para llevarme al borde de la locura


arrastrando su polla entre mis nalgas—. No duraré mucho. Por eso te quería
cerca. El sitio lo sugería.

Delirante de necesidad, esbozo una sonrisa perezosa por sus hábitos de


búsqueda en Google, pero la olvido en cuanto empuja la cabeza de su polla contra
mi agujero.

—Iré despacio —susurra, agarrándome las caderas con sus dedos


resbaladizos.
Espero que no demasiado despacio. Mientras me penetra con cuidado, me
fuerzo a relajarme y a empujar hacia atrás. Me estira hasta el punto en que el
dolor se apodera de mí, pero resulta que también me gusta lo rudo; el ardor hace
que todo sea más intenso.

Cuando me penetra hasta el fondo del culo, suelto una maldición ronca y me
muerdo el antebrazo que aún tengo apoyado en el respaldo del sofá. Estoy
excitado, hiperalerta y sensible. ¿Fui así alguna vez en el pasado? Lo dudo. Sé
que pasaron años, pero me habría acordado de esto.

—Oh Dios —Flynn exhala—. ¿Estás bien?

—Sí. —Mi voz es como grava. No veo nada, no oigo nada—. Necesito que me
folles. Con fuerza.

Siento su estremecimiento.

Sale despacio, vuelve a entrar y ya está. Paso de hervir a fuego lento a hervir.
Las gotas de sudor presionan la superficie de mi piel. Me siento como si estuviera
ardiendo. Me aprieto la polla con fuerza para retrasar el clímax, pero es inútil
porque Flynn aumenta el ritmo.

Al igual que su forma de tocar y besar, su forma de follar es instintiva. Puede


que planee y se prepare, pero una vez que pierde el control, el sexo lo consume.

—Se siente, joder, joder, jodidamente increíble —jadea.

Todo lo que puedo contener es un gemido arenoso. Increíble no es suficiente.


Está en todas partes. Martilleando su polla dentro de mí, envía ondas de placer a
través de mí.

—No puedo parar, no puedo parar —grita—. Necesito llenarte, Cory. Tengo
que hacerlo. Dios mío, nene.

Al oír esas palabras, suelto la polla y me agarro al borde del sofá, clavando
los dedos. Nunca en mi vida estuve tan desesperado como para gemir y suplicar,
pero Flynn lo saca de mí. Evidentemente.

En una embestida especialmente fuerte, casi pierdo pie. Flynn grita y cae
hacia delante, su polla palpita dentro de mí mientras se corre. Ni siquiera me
preocupa mi propio orgasmo. Sé que él me lo dará. En este momento, su clímax
es más importante que el mío, y eso no es una puta revelación.

—Joder, mierda, joder —gime roncamente—. No te corriste.

Trago en seco y sacudo la cabeza.

—Céntrate en ti ahora mismo. Coge lo que quieras de mí.

Se estremece y respira agitadamente contra mis omóplatos, sus brazos


serpentean a mi alrededor para encontrar mi dolorida polla.

—Es realmente bueno. —Respira entrecortadamente un par de veces—. Hay


algo que quiero probar. Joder. Mierda, joder. No puedo respirar.

Al ver mis nudillos blancos, fuerzo los dedos para soltarme del sofá. Es difícil,
con el cuerpo en tensión. Apenas siento cuando Flynn se separa de mí. Es algo
que normalmente me escuece, me hace dar un respingo y sisear, pero estoy
demasiado rígido por la urgencia y la desesperación.

—Túmbate en el sofá —ronca, y desaparece de la habitación.

Me muevo automáticamente y caigo de espaldas. Miro la televisión y nos veo


dormidos abrazados. Estamos muy guapos juntos, fin de la historia, pero no es
exactamente lo que necesito ahora.

Cuando Flynn vuelve, casi espero que se muestre alegre y dulce, pero lo único
que veo es un hambre oscura en sus ojos. Me pasa una toallita caliente por encima
para quitarme el lubricante y luego la tira al suelo.

Luego baja por mi cuerpo y me besa la cara interna de los muslos.

—¿Te duele?

—Sí, pero... —Joder, no puedo hablar—. Sigue... oh, puto Dios —. Suelto un
gruñido de puro éxtasis mientras él sopla suavemente aire frío y lame alrededor
de mi abertura. Gime suavemente, sin duda saboreando su propia liberación
dentro de mí. Es todo el lubricante que necesitamos, así que me sumerjo aún más
en el delirio cuando empieza a meterme los dedos.
Un momento después, me mete también en su boca. Me chupa la polla hasta
la garganta y enrosca sus largos dedos en mi culo. Doy un respingo reflejo,
seguido de una retahíla de maldiciones cuando me frota la próstata.

—¿Ahí ?

Contengo la respiración y asiento rápidamente. Sí que la encontró.

—Cerca —siseo entre dientes apretados.

Una y otra vez, frota las yemas de los dedos sobre ese punto. Mi polla gotea
pre-cum, algo que Flynn parece disfrutar muchísimo. Gime y me hace vibrar el
pene.

Exploto.

La única advertencia que logro dar es un “Ahora” que respiro


entrecortadamente. Aprieto el pelo de Flynn y le entierro la polla en la garganta.
Se me cierran los ojos. O al menos mi visión se vuelve negra. Estoy jodidamente
perdido. Sigue masajeándome la próstata, sacándome más chorros de semen.

Al final, me arden los pulmones y jadeo en busca de aire. Es como salir a la


superficie después de haber estado demasiado tiempo bajo el agua. Se me aflojan
los miembros. Me hundo en el sofá y tengo esa sensación de embriaguez,
dividida entre el llanto y la carcajada. Por supuesto, no tengo energía para
ninguna de las dos cosas, así que me quedo callado y me concentro en recuperar
el aliento.

—Eso fue muy sexy, Cory. —Flynn vuelve a sonar cachondo. Yo también lo
siento, cuando se arrastra por mi cuerpo y se desploma medio encima de mí—.
Tan, tan sexy. Intenso. Fuera de este mundo —. Hace una pausa—. Necesito un
superlativo mejor.

—Dame un minuto —murmuro perezosamente.

Se ríe y nos cubre con una manta.

—Me encanta tener el mismo efecto en ti que tú en mí. —Si así es como se
siente después que me lo folle y haga que se corra, supongo que puedo sentirme
bien conmigo mismo. Porque... maldición—. Vale, ya tengo la palabra.
—¿Hmm? —No estoy seguro de lo que está hablando. Quiero dormir. Ya
puedo sentirme adormilado.

—3Coribantico

¿Qué? Quiero decir... no, esa no es una palabra. Pienso. Joder si lo sé. Algunos
días necesito un diccionario cerca de Flynn.

En los nebulosos minutos antes de sucumbir al sueño, recuerdo a otro


hombre que conocía las palabras.

Luke.

3 Coribántico: salvaje y descontrolado, usado especialmente para describir la música y la danza.


10
Cory,

Decidí irme de Boston. Me queda un año y medio antes que Jayden empiece
el primer curso, y Dylan y yo necesitamos un descanso de este maldito lugar. Las
visitas de Jennifer son esporádicas en el mejor de los casos, así que sinceramente
dudo que se oponga.

Me gustaría ver más de la campiña inglesa.

Espero que estés bien,

Luke

A la mañana siguiente, salgo de la cama sin hacer ruido. Me pongo un


chándal, voy al baño a orinar y a lavarme y luego me dirijo a la cocina. Como
quedamos con Tammy a las diez y Flynn no es muy madrugador, creo que las
tortitas le levantarán el ánimo, aunque solo sea un poco. Me dijo que le encantan
las tortitas de chocolate, pero se quejó de las mezclas de mierda que hay en las
tiendas, así que apuesto por el éxito gracias a una vieja receta familiar.

Con la doble tanda casi lista, enciendo la cocina de gas. Casi se me cae la
sartén, pero supongo que puedo evitar un desastre de vez en cuando.

En lugar de echar cacao en la masa, uso pepitas de chocolate y Nutella, y justo


cuando estoy echando una cantidad generosa en el bol, oigo los pies de Flynn
acercándose.

Me rodea la cintura con los brazos y me apoya la frente en la nuca.

—Buenos días —murmura.

—Eh, tú. —Me llevo la mano a la boca y le beso la punta de los dedos—. No
te esperaba levantado tan temprano.
—Yo tampoco. —Resopla—. Pero te llevaste el calor contigo cuando te
levantaste.

Definitivamente malhumorado.

—Estoy haciendo tortitas.

Se pone rígido y mira a mi alrededor.

—¿De chocolate?

—Sí. —Sonrío para mis adentros y echo la primera taza en la sartén—. Si te


apetece, puedes poner la mesa y coger la mantequilla de cacahuete y el bol de
chocolate negro que rallé antes. También debería haber plátanos y crema de
malvavisco.

—Eso es simplemente demasiado para procesar. Tengo preguntas. —Flynn


me suelta y se acerca a la nevera—. ¿Rallaste chocolate? —. Murmuro y le doy la
vuelta a la tortita. No es nada bonita, pero está buenísima—. Estoy intrigado.
Siguiente pregunta: ¿sin sirope ni mantequilla?

—No para estas. —Sonrío y sacudo la cabeza, recordando cuando papá se las
hacía a mamá. Era, o es, supongo, lo único que podía hacer sin incendiar la casa.
Me dijo: —Un hombre debe aprender a cocinar al menos una cosa, y si es un plato que
te hará ganar el corazón de una mujer, ella se encargará del resto.

Sexismo aparte, me gusta el sentimiento. Los hacía cuando intentaba que mi


madre se enamorara de él.

Miro a Flynn mientras se apresura a poner la mesa y no tengo ninguna duda.


Quiero lo mismo.

—¿Es una receta que pueda probar? —pregunta a continuación.

Preferiblemente no. El incidente del sándwich de tortilla fue ayer. Además...

—Tengo la receta aquí mismo. —Me doy un golpecito en la sien—. Sólo los
hombres Matthews la conocen.

Flynn frunce los labios, sus ojos se iluminan ante el desafío.


—¿La masa es diferente de todas las recetas de internet? ¿O se trata sólo de
los condimentos?

Me encojo de hombros y oculto mi diversión.

—¿Quién sabe?

Él entrecierra los ojos.

—Me estás tomando el pelo. Estoy seguro.

—O quizá quiero ser el único que pueda hacerte estas tortitas.

No hay respuesta para eso. Continúa poniendo la mesa, ahora con una
pequeña sonrisa serena jugando en sus labios.

Flynn se limpia la boca con una servilleta y vuelve a sentarse con una
expresión similar a la conmoción.

—Creo que comí demasiado. —Suelta un suspiro y apoya las manos en el


estómago—. Oh Dios, definitivamente demasiado.

Resoplo una carcajada y le doy un sorbo a mi café.

—Deberías haber parado en dos. —Eran jodidamente grandes.

—Debería haberlo hecho. —Asiente y se queda mirando el plato vacío. Parece


como si estuviera a medio camino de un coma alimentario—. Tal vez deberíamos
reprogramar con Tammy —. Buen intento. Mi sonrisa lo dice todo—. O quizá no
—Suspira—. ¿Quedamos con ella a las diez? —. Los dos miramos el reloj de
pared. Son las ocho y media, así que tenemos una hora más—. Mierda. Eso me
da tiempo.

—¿Para...? —Levanto una ceja sobre mi taza y me bebo lo que queda.

Hace una mueca y desliza el tenedor por el chocolate derretido del plato.

—Sarah me dijo que, si confiaba en ti, debía contarte la verdadera razón por
la que me fui de Estados Unidos después del instituto. Hablé tan bien de ti
durante nuestras charlas que le sorprendió que aún no te hubiera contado mi
pasado. Así que me aconsejó que lo hiciera antes de involucrar a familiares y
amigos. —Bueno, seguro que ahora tiene mi atención. No parece cómodo en
absoluto, lo que me preocupa—. La verdad es que confío en ti. No quiero que
pienses lo contrario...

—No lo pienso. —Me estiro sobre la mesa, le cojo la mano y la aprieto


suavemente—. Tampoco quiero meterte prisa. Cuando estés preparado, ¿vale?

—Esa es la cuestión, supongo. Estoy preparado. Probablemente estuve listo


desde el día en que te vi por primera vez hace meses. Es que es muy embarazoso.

—Sabes —musito— un día de estos vas a tener que decirme cuánto tiempo
llevas siendo mi voyeur privado.

Se sonroja.

—Es una historia corta. Un día entré en el pub y te vi allí sentado. —Se encoge
de hombros—. Parecías una fantasía, pero más que eso, estabas completamente
embelesado con una historia que le estabas contando a Tammy. Era sobre... um,
era sobre historia. ¿Los Tudor? —. Asiento con la cabeza, sonriendo
ampliamente—. Sí. Tu amiga asentía y sonreía, pero sigo teniendo la sensación
que estaba increíblemente aburrida —. Me parto de risa. Suena como Tammy—.
Estabas tan... apasionado, diría yo. No podía dejar de pensar en ti después de
aquello. No sé cuántas veces intenté acercarme a ti, pero tomé el camino de los
cobardes.

—Jesús. —Sonrío cohibido, moviéndome en el asiento—. Tienes facilidad de


palabra —. Y qué jodido eufemismo—. Entonces te acercaste a mí y me hiciste
una oferta que no pude rechazar —. Sonrío para rebajar la tensión.

Supongo que no estoy acostumbrado a oír ese tipo de cumplidos. Tan


genuinos y sinceros. La mayoría de las veces oigo “caliente”, “sexy” y “guapo”,
que no dicen absolutamente nada de quién soy en realidad.

—Eras inalcanzable para mí. —Juego distraídamente con sus dedos,


recordando—. Me fijé en ti, pero aparté todos esos pensamientos —. Me froto el
pecho y sacudo la cabeza—. Pero eso es otra historia.

Él asiente y ladea la cabeza.

—Te estás desviando un poco, sí. Es posible que no estés preparado para oír...
—Lo estoy —digo rápidamente—. Sólo estoy preocupado. Por lo que
averigüé hasta ahora, supongo que alguien te hizo mucho daño, y.... —Exhalo
pesadamente—. No puedo permitirme un billete de avión a Seattle para patear
algunos culos en este momento. Pero ahora me callo —. Al levantar la vista, veo
que sus hombros tiemblan con risitas silenciosas—. Me alegro de divertirte.

—No, no. —Muestra las palmas de las manos e intenta calmarse—. Eres muy
dulce.

El desvío siguió su curso. Ahora no puedo hacer otra cosa que escuchar.

—Dime —murmuro.

Él suelta un suave suspiro y vuelve a encontrar mi mano sobre la mesa.

—Salí del armario con mis abuelos y mi hermano cuando tenía dieciséis años.
—Una expresión lejana se apodera de su rostro y mantiene esa mirada fija en
nuestros dedos enlazados. Quizá sea más fácil—. Se lo tomaron bien, incluso mi
abuelo, que siempre fue algo estricto y taciturno. Nunca llevará un pin del
Orgullo ni nada, pero lo entiende y lo acepta. —La luz de sus ojos se apaga
lentamente—. En el colegio, sólo se lo contaba a mis amigos más íntimos. Éramos
un grupo pequeño y muy unido, o eso creía yo. Aún no sé quién difundió la
noticia, pero de repente ya no era el empollón informático invisible. Era el marica
que no podía hablar con otro hombre sin que corrieran rumores que
probablemente hacía favores sexuales a cambio de amistad. Así fue hasta el
último semestre de mi último año.

Odio estas malditas historias. Son una moneda de diez centavos por docena,
sin embargo, nunca dejarán de doler.

—Había un tipo... —Flynn se aclara la garganta y hace una mueca de dolor.


Y así empieza. Siempre hay “algún” tipo—. Creo que lo ignoré las primeras veinte
veces que intentó hablar conmigo. Estaba en el equipo de lucha y era muy
popular, ¿entiendes? Sabía que no debía confiar en él.

Me inclino hacia delante y le doy un beso en los nudillos antes de apartarme


de nuevo.

—Le creíste de todas formas.

Conozco la sensación.
Asiente con la cabeza.

—Fue muy... convincente. Empezó como una amistad. En secreto,


naturalmente. Me contó la triste historia de un padre maltratador que nunca le
aceptaría como gay. —Se encoge de hombros abatido y desvía la mirada—.
Supongo que era guapo, en cierto modo. Pero para mí, era más una sensación de
compañía. Alguien que era como yo —. Asiento con la cabeza, entendiéndolo—.
Él lo llevó al siguiente nivel, y yo lo disfruté. No puedo negarlo. Siempre
quedábamos en mi casa, y parecía auténtico, aunque imperioso y agresivo a
veces.

Se me hiela la sangre.

Comprendiendo mi expresión, se apresura a continuar.

—No me forzaba. —Gracias a Dios—. Podía ser exigente y egoísta. Ya no era


agradable y quería terminar. Me hacía sentir incómodo.

—¿Cómo se llama este imbécil? —Tengo que preguntar—. Sabes, un día


puede que me toque la lotería y me vaya a Seattle. Por las vistas, claro. —Sonrío
sombríamente, furioso más allá de las palabras—. Siempre quise ver la Aguja
Espacial.

Flynn pone los ojos en blanco, pero yo prefiero fijarme en la minúscula


sonrisa que se dibuja en la comisura de sus labios.

—Russell. Se llama Russell. —Bueno, eso explica su comentario sobre que no


le gusta Kurt Russell. O mejor dicho, su apellido—. De todos modos, terminé las
cosas con él, y se mostró indiferente al respecto. —Nunca es una buena señal—.
Luego, unas semanas más tarde, aparezco en la escuela con nuevos rumores
circulando. —Flynn baja la cabeza y se pellizca el puente de la nariz—. Russell
hizo creer a la mayoría del alumnado que lo acosé, que estaba obsesionado con
él. El resto del curso fue un infierno. Se burlaron de mí y me ridiculizaron.

—¿No se lo dijiste a nadie? —pregunto, con la rodilla rebotando de rabia


apenas contenida—. Créeme, conozco la injusticia, pero los profesores habrían
hecho algo, ¿no?
—Ya era bastante humillante —responde tajante—. No quería que mis
abuelos lo supieran, porque sería más difícil dejarlo atrás. No quería más
recordatorios, así que sólo se lo dije a Grant.

—Por Dios, cariño. —Suspiro, recordando que Flynn me dijo que Grant se
mudó a Londres un año antes que Flynn. Lo que significa que, aunque le contara
todo esto a Grant, Flynn seguía enfrentándose solo. Grant estaba al otro lado del
mundo—. ¿Te quedaba algún amigo?

—Una —murmura—. Sarah.

Miro mi plato, procesando todo lo que dijo.

—Gracias a Grant, reí último. —Flynn esboza una sonrisa—. Por supuesto,
en realidad no me reí, pero ciertamente hubo algo de... satisfacción. —Ante mi
mirada de curiosidad, continúa—. Ya había decidido que me mudaría aquí
después de graduarme, para descansar de todo lo que había en Seattle. Así que,
cuando Grant se presentó para la ceremonia, yo ya había hecho las maletas y
estaba listo para salir. El día transcurrió como se esperaba: se lanzaron
sombreros, se repartieron rollos de papel simbólicos, etcétera. Pero después,
cuando todos los estudiantes estaban rodeados de padres que lo celebraban,
Grant se acercó a Russell, le entregó una bolsa de papel y le dijo:

—Algunas cosas que te dejaste en la habitación de mi hermano pequeño antes


que rompiera contigo. —Tendrías que haber visto la cara del padre de Russell.

—Siento no tener nunca la oportunidad de conocer a Grant. —Estoy


demasiado enfadado con el capullo de Russell como para divertirme, pero tengo
que reconocerlo. Esa mierda es genial. Después de humillar públicamente a
Flynn, ese hijo de puta se lo merecía—. Así que dejó cosas en tu casa, ¿eh?

—¿Russell? Bueno, sólo una sudadera. —Flynn da un sorbo a su zumo de


naranja—Pero tenía su nombre. La encontré cuando empaqué y quise tirarla.
Grant me lo impidió. El resto de la ropa de la bolsa era de una tienda de segunda
mano.

Asiento y guardo silencio. Un vistazo al reloj me dice que tenemos que irnos
dentro de diez minutos, pero ahora mismo, sinceramente, me importa una
mierda. El entumecimiento me invade, mezclado con la rabia que me queda, y
supongo que me apetece hacer... nada en particular. Con Flynn.
Preferiría quedarme aquí todo el día y demostrarle una y otra vez cómo
merece ser tratado.

Por desgracia, tengo que estar en el restaurante a mediodía.

—Siento que hayas tenido que pasar por todo esto —le digo en voz baja.

—Yo también. —Se levanta, rodea la mesa y se detiene a mi lado. Me echo un


poco hacia atrás para acogerlo en mi regazo—. Pero a la larga.... —Se sienta a
horcajadas sobre mí y me levanta la barbilla—. Lo superé, a pesar de la
vergüenza, y me trajo a Londres.

A mí.

Lo abrazo y apoyo la frente en su clavícula. Lo respiro, deleitándome. Como


muchas personas que encontraron a su media naranja después de pasar por la
miseria, lucho con los distintos factores para conseguir controlar lo que siento.

No puedo decir que crea en el destino. O que tenga fe. Sinceramente, no creo.
Soy realista. Con siete mil millones de personas en este planeta, me resulta difícil
pensar que sólo hay una pareja para cada uno de nosotros. Pero eso no hace que
mis sentimientos hacia Flynn sean más débiles o menos significativos, lo que
significa que tengo que olvidar los caminos que recorrimos y centrarme en dónde
acabamos: juntos.

Además, los obstáculos, el propio pasado, nos moldean. Todos somos un


trabajo en curso, y cualquier cosa puede alterarnos, hacernos cambiar de opinión
y darnos nuevas perspectivas. Quizá Flynn y yo seamos tan buenos el uno para
el otro por lo que pasamos.

—¿Entiendes ahora por qué me sorprendió saber que querías estar conmigo
en público? —Flynn pregunta, pasándome las manos por el pelo—. ¿Por qué me
importa tanto?

Lo entiendo, y la razón por la que me empeño en no esconderme nunca es


por lo que yo mismo pasé, así que eso me da la razón. Nuestro pasado nos
moldea. Aprendemos de la historia.

—Siendo realistas —continúa Flynn— sé que hay muchas parejas del mismo
sexo que están orgullosas de mostrar a sus alguien especial, pero...
Levanto la cabeza y le beso.

—No tienes que explicármelo. Ya sé cómo son las cosas. Después que ese hijo
de puta te hiciera daño, te retiraste y dudaste de todo el mundo. No creíste que
encontrarías lo que otros. Escribiste heterosexual en tu perfil por esa misma
razón. Porque era fácil.

Me mira fijamente durante un momento.

—Sabes exactamente lo que digo.

Asiento con la cabeza.

—Te diré hasta qué punto lo entiendo cuando llegue a casa más tarde. —
Vuelvo a mirar el reloj y suspiro, con la desgana reflejada en mi rostro.

Flynn capta mi expresión y sonríe irónicamente.

—Nos vamos. De hecho, tomaremos un taxi para no llegar tarde. —Abro la


boca para protestar, pero él me calla con un beso—. No me quejo cuando llegas
a casa con comida que no ayudé a pagar, ni cuando cocinas para nosotros, ni
cuando sigues convirtiendo este apartamento en un verdadero hogar. Vamos a
tomar un taxi, ¿vale?

Asiento obedientemente.

—Lo que tú digas, Huck.

Resopla.

—Tontín.
11
Cory,

Ya no se trata de disculparte por mí. Simplemente quiero saber que eres feliz.
Te lo mereces, Cory. Dudo que encuentre aquello de lo que hablabas hace años,
pero ser sincero conmigo mismo es suficiente para mantenerme contento ahora
mismo. Me arrepiento de tantas cosas, pero al menos mi futuro no parece tan
sombrío como antes.

Alquilé una casa de campo para mí y mis hijos. Está a orillas del agua, en las
afueras de Londres, y nos quedaremos allí un año, a partir de junio. Educaré a
Dylan en casa. Estoy deseando descansar de los Estados Unidos, y los niños
están deseando viajar un poco.

Espero que estés bien,

Luke

Salgo del taxi mientras Flynn paga, me aliso los pantalones negros de vestir
y me aseguro que no haya manchas en mi camisa blanca abotonada. De
momento, me meto la corbata estrecha en el bolsillo.

Seguro que a Tammy le hace gracia mi atuendo. Suele verme con vaqueros
desgastados, pantalones de chándal y franelas, pero pensé que, ya que pronto me
voy a trabajar, podría ponerme el uniforme.

—No creía que el pub estuviera abierto tan temprano. —Flynn se une a mí en
la acera.

—Abre a las once —le confirmo. Tammy dijo a las diez para que pudiéramos
tener una hora sin interrupciones. Cuando llegamos a la puerta, doy un golpe y
enlazo mis dedos con los de Flynn—.Luces sexy —. Me inclino un poco hacia
atrás para verle con esos pantalones grises. Joder, le abrazan el culo a la
perfección.

—Parezco nervioso. —Flynn juguetea con el cuello de su polo verde y


entrecierra los ojos ante el cristal de espejo de la puerta—. Tammy me asusta un
poco.

—¿Qué? —Mis cejas se disparan.

—Sí. —Intenta alisarse el pelo desordenado, fracasando estrepitosamente.


Tiene vida propia, y eso me encanta—. Por mis observaciones, deduje que puede
ser muy revoltosa.

Aprieto los labios para disimular la risa que me produce su elección de


palabras.

—No tienes de qué preocuparte. —Esa es la verdad. Tammy es


increíblemente perspicaz, así que no me sorprendería que ya se hubiera dado
cuenta que Flynn es mi novio. Sabe que es mi nuevo amigo, y de repente le digo
que conocí a alguien especial. No hace falta ser un genio para darse cuenta.

Oigo ruido en el interior del pub y me giro justo cuando Tammy abre la
puerta y Flynn me agarra la mano con más fuerza.

Nos echa un vistazo, a nuestras manos, y luego nos sonríe pícaramente.

—Lo sabía. Lo sabía.

Lo sabía.

Sonrío y meto mis gafas de sol en el bolsillo del pecho de mi camisa, luego
beso su mejilla.

—¿Nos vas a dejar entrar?

—Sí, sí. Vamos, entren. —Nos abre la puerta—. Otros dos buenos chicos fuera
del mercado de las mujeres. Lástima.

Me río mientras caminamos hacia el bar.

—Yo salí del mercado de las mujeres al nacer, pero da igual.


—Semántica, cariño. —Tammy lo ignora y Flynn y yo nos sentamos en dos
taburetes. Como de costumbre, Tammy está al otro lado de la barra, aunque aún
no está de servicio—. Ahora, quiero presentaciones formales.

Por supuesto que sí.

—Tammy, mi novio Flynn. Flynn, mi terapeuta Tammy.

—Terapeuta. —Tammy se burla de mí antes de sonreír a Flynn y extenderle


la mano—. Encantada de conocerte, Flynn. Oficialmente. Y no te preocupes, esta
vez no te pediré tu identificación .

Flynn sonríe amablemente y le estrecha la mano.

—Encantado de conocerte también.

—Bueno, ¿qué les traigo, chicos? —Tammy pone las manos en las caderas.

—Yo quiero una Sprite.

—Fanta, por favor. —Flynn hace un movimiento para sacar su cartera, pero
Tammy se opone.

—Ni se te ocurra, cariño. No se me ocurriría cobrarle a un hombre que puede


hacer que Cory se vista de verdad para variar. —Me guiña un ojo y se aleja para
ir por nuestros refrescos.

—Porque lo que suelo llevar es ropa de mentira —murmuro.

Flynn me tira de la corbata que sobresale del bolsillo.

—¿No deberías decirle que no tengo nada que ver con esto? Es tu atuendo de
trabajo.

—Eh. No es culpa mía que lo suponga. —Ladeo la cabeza, curioso por lo que
Tammy mencionó antes—. Oye, ¿alguna vez saliste con chicas antes de darte
cuenta que eras gay?

—La verdad es que no. —Se ríe y pone los ojos en blanco, parece que para sí
mismo—. ¿Te acuerdas de Sarah? —Asiento con la cabeza—. Sí, se encaprichó
conmigo cuando teníamos trece años, y me invitó a salir, una odisea de cita en
grupo en el centro comercial. No tenía otra cosa que hacer y me apetecían mucho
las patatas fritas rizadas, así que acepté. —Una razón estelar para tener una cita—
. Después, puso mis manos sobre sus pechos y me besó —. Su delator rubor se
extiende por sus mejillas.

Mientras, yo me parto de risa.

—No tuvo ninguna gracia —insiste con vehemencia—. El beso fue demasiado
francés para mi gusto.

Eso acaba con mi risa y me inclino hacia él para besarle la comisura de los
labios. —¿Ah, sí? ¿Debo limitarme a los picotazos platónicos a partir de ahora?

—Pues no. —Resopla, intentando que no le afecte. Pero yo estoy sobre él—.
No me refería a eso, y lo sabes. ¿Y tú? —Apuntándome a mí ahora, ¿eh?—
¿Alguna vez saliste con chicas?

Niego con la cabeza.

—Desde pequeño supe que me gustaban los chicos. No tenía por qué
experimentar. —Lo vuelvo a besar, esta vez con más firmeza y en los labios.

—Son tan apestosamente dulces. —Tammy rompe nuestra burbuja y nos


pone los refrescos delante—. ¿Puedo hacer una foto?

Me parece bien. Acostumbrado a esa pregunta, me encaro con Flynn, que no


lo está.

—Le gusta hacer fotos, sobre todo cuando sale con sus amigas, y subirlas a
Instaphoto.

—Dios. —Tammy pone los ojos en blanco.

Flynn me sonríe.

—Creo que es Instagram.

Qué diablos.

—En los últimos siete años, solo usé internet para buscar trabajo y comprobar
mi saldo bancario. —Es mi excusa, y me atengo a ella—. No conozco todas estas
mierdas de redes sociales.
—Tienes una cuenta de Facebook —señala Tammy.

—¿La tienes? —Flynn se sorprende.

Le lanzo una mirada aburrida a Tammy.

—Que creé en la universidad y no revisé en años. —Sigo explicando a


Flynn—. Esa mierda me marea. Las pocas veces que entré, hay un montón de
numeritos rojos que no se van. —Luego me dirijo a los dos y ensancho los
brazos— ¿Y qué demonios significa cuando alguien me pincha? ¿Me ciberfollan?

Durante los cinco minutos siguientes, Tammy y Flynn se divierten con mi


incapacidad para aprender Facebook. Se mueren de risa a mi costa. Bueno,
Tammy se ríe sin control mientras le cuenta a Flynn sus intentos de hacerme más
sociable en Internet, y Flynn se ríe y sonríe y... lo que sea.

Le doy un sorbo a mi refresco.

—Vale, vale. —Tammy suelta una risita ante la última historia que compartió
y saca su teléfono—. Déjame hacerte una foto ahora. Cory, parece que estás vivo.

—Oh, lo siento. —Dejo mi Sprite y sonrío sarcásticamente—. Creía que


estaban ocupados burlándose de mí —. Paso un brazo por los hombros de Flynn
y me inclino para susurrarle al oído—. Luego me vengaré en el dormitorio.

Sus ojos brillan de deseo, pero su sonrisa es incierta.

—Sabes que es sólo en broma, ¿verdad? No queríamos decir nada.

—Lo sé. —Mi mirada se suaviza y apoyo la frente en la suya—. Puedo


soportar algunas bromas. —Sobre todo si eso hace que él y mi única amiga de
verdad se lleven bien. Hay algunas otras personas a las que veo de vez en cuando,
normalmente durante la temporada de fútbol, pero por lo demás sólo está
Tammy.

—¡Listo! —Nos lanza el teléfono a la cara, atrapándonos desprevenidos.

Pero maldita sea.

—Somos más dulces que el azúcar. —Le robo el móvil y sonrío al ver nuestra
foto. Parece que Flynn y yo estamos en nuestro propio mundo, y a menudo es
así. Es fácil olvidar lo que me rodea cuando estoy con él. A juzgar por las miradas
suaves y las sonrisas íntimas que compartimos en la foto, quizá Flynn sienta lo
mismo.

—¿Quieres que te la envíe, cariño?

Al levantar la vista de la foto, veo que Tammy dirige su pregunta a Flynn. Sin
duda porque él usa toda esa mierda de las redes sociales. Pero... joder, quizá
debería intentarlo. También me daría la oportunidad de limpiar mi cuenta. Sé
que tengo amigos allí de una época que pasé hace mucho tiempo. O quizás ya me
borraron.

—Sí, por favor. —Flynn saca su propio teléfono y los dos intercambian
números—. ¿Está bien si hago de ésta mi foto de perfil? —Se vuelve hacia mí.

—Por supuesto. Haré lo mismo —le digo y le devuelvo el teléfono a Tammy.


Estoy seguro que puedo averiguar cómo cambiar una simple foto. Ya lo hice
antes. Una vez— ¿Qué? —. Miro entre Flynn y Tammy, sintiendo sus dudas más
fuertes que las mías— ¿Qué? Puedo ser sociable online.

¿Cómo de difícil puede ser?

Una hora más tarde, dejamos atrás a Tammy y al resto del personal con la
multitud recién llegada del almuerzo y caminamos hacia el Museo Británico.
Como queda una hora antes que tenga que estar en el restaurante, se me ocurre
que podría presentarle a Flynn a la otra chica de mi vida.

—Sabes, vi la piedra Rosetta antes —dice Flynn mientras subimos las


escaleras del museo—. Aunque nunca oí a nadie referirse a ella como una chica.

—Yo soy así de original. —Mi teléfono vibra en el bolsillo y lo saco para ver
un mensaje de Tammy. ¿Ya me echa de menos?

Me gusta. Tráelo más a menudo.

Inmediatamente aparece un segundo mensaje.

Lo amas, ¿verdad?
—¿Por qué tengo la sensación que es Tammy? —Flynn golpea su hombro
contra mi bíceps—. ¿Te está diciendo sobre el idiota que te encontraste?

—Todo lo contrario. Le gustas. —Le paso un brazo por los hombros,


manteniéndolo cerca, pero aparto el móvil mientras tecleo mi respuesta.

Jodidamente lo hago.

—No veo nada.

—Yo tampoco —suspiro. De pie detrás de Flynn, aprieto los labios contra su
cuello y meto las manos en los bolsillos de sus pantalones. Sigo mirando la
piedra, lo que hay escrito en ella, y me pregunto si fue un error contarle a Flynn
mi extraña obsesión. Me escuchó divagar sobre ello, hechos y demás, pero no
creo que lo entienda.

Yo tampoco lo entiendo. Nunca lo entendí. En otras palabras, no debería


esperar que Flynn lo entienda si yo no lo hago.

—Pero sigues buscando algo —afirma pensativo—. No sabes lo que buscas,


ni siquiera crees que esté ahí, ¿y aun así sigues?

No contesto, plenamente consciente de lo estúpido que suena.

—¿No es decepcionantemente pequeña? —Mi pobre intento de poner fin a la


conversación sobre mi ridícula búsqueda de mensajes ocultos—. Es una locura
pensar que los países siguen quejándose de los derechos sobre ella.

Mis ojos parpadean entre las tres escrituras en tres lenguas antiguas
diferentes. Miles de palabras, tan pequeñas que se confunden. A primera vista,
parece más la textura de la piedra que las palabras.

Este bloque de granodiorita dio voz a un nuevo idioma, así que sé lo


importante que es, pero no es por eso por lo que me atrae. Pienso.

—Estás buscando en el lugar equivocado. —Flynn se gira en mis brazos. Mis


manos caen a los lados mientras él me mira con expresión pensativa—. Eso es lo
que Amy solía decirle a Grant. Eso sí, se especializó en filosofía, de la que no sé
nada. Pero siempre le daba a Grant la segunda perspectiva que necesitaba, y
tiendo a escucharla cuando habla.

Se me arruga la frente.

—¿Qué quieres decir?

—No estoy seguro que haya uno. —Sus cejas se fruncen.

—¿Qué? —Me río entre dientes, muy confuso.

Respira hondo e intenta explicarse.

—Dices que no sabes por qué sigues volviendo a esta reliquia. Te quejas de
su tamaño, insistes en que no es especial y única, no ves qué tiene de bueno. —
Asiento a sus palabras, de acuerdo—. Pero es importante para ti. Elegiste la
Piedra Rosetta, por alguna razón desconocida, para buscar algo.

—Sí —digo lentamente, sin seguirlo en absoluto—. Eso es lo que dije.

Asiente y cruza los brazos sobre el pecho.

—Quizá pasé demasiado tiempo con Amy, pero tengo la sensación que ella
te diría que buscaras en otra parte.

—¿Buscar qué?

—Lo que obviamente echas de menos en la vida.

Eso es una idiotez, y esto se está volviendo demasiado profundo para mí.

—No me falta nada. —Me río suavemente—. En todo caso, soy más feliz que
nunca.

—Entonces, ¿por qué insistes en buscar algo en la Piedra Rosetta? —pregunta


con curiosidad, si no con algo de impaciencia—. Tú mismo lo dijiste: ya no hay
secretos que desvelar. Tradujeron la escritura. Ya está hecho. —Me señala con
un dedo el centro del pecho—. ¿Pero sabes lo que me parece interesante? Que
hayas elegido este artefacto...

—Yo no la elegí —le digo, cortándolo—. Cuando vine aquí por primera vez,
decidí al azar recorrer primero las exposiciones egipcias para poder centrarme
después en mis verdaderos intereses: la historia romana. Vi la maldita piedra y
seguí viniendo aquí. No sé por qué.

Flynn mira la piedra por encima del hombro y luego vuelve a mirarme con
una extraña sonrisa.

—La Piedra Rosetta es prácticamente un diccionario, un lugar donde


encontrar respuestas.

Eso me divierte.

—Un poco cargado de simbolismo, ¿no crees?

—Oye, es tu obsesión. —Se encoge de hombros y sonríe—. Además, es


interesante que te atraiga algo que una vez compartiste con tu madre. Dijiste que
solía llevarte a museos. Se disfrazaban y pasaban el día juntos.

Frunzo el ceño y vuelvo a mirar a Rosetta, con un nudo en el estómago. No


por la mención de mi madre, sino porque las palabras de Flynn me recuerdan a
Luke. No me trago la teoría de Flynn que vengo a los museos simplemente
porque en su día hacía lo mismo con mamá. Me encanta la historia; por lo tanto,
disfruto de las visitas a los museos. No tiene nada que ver con mi madre. Pero
algo que dijo Flynn...

—...interesante que te atraiga algo que una vez compartiste con...

Luke solía ayudarme cuando tomaba clases nocturnas de lenguas antiguas.

Era griego para mí, a veces literalmente, y él era el experto.

Pero no puede haber una conexión, porque no quiero que Luke vuelva a mi
vida.

¿Verdad?
12
Cory,

Me siento como un niño cada vez que miro el calendario. En lugar de


preguntar si ya llegamos, me encuentro con ganas de pisar fuerte y preguntar:

—¿Ya estamos en junio, ya estamos en junio?

Este fin de semana no puede llegar lo suficientemente pronto.

Espero que estés bien,

Luke

PD: Me disculpo por usarte como mi diario.

Al entrar en nuestro edificio, miro las escaleras como si fueran una montaña
que subir. Mis pies son como de plomo, y siento como si llevara el peso del
mundo sobre mis hombros. Así de mierda fue este día.

La perspectiva que Flynn me dio en el museo fue sólo el principio. Con Luke
en la cabeza, confundí los pedidos, me manché la camisa de vino, se me cayó el
bolígrafo en un suflé de chocolate, lo que hizo que se derrumbara, obviamente,
casi me prendo fuego a la corbata y, como guinda del pastel de mierda, inhalé
algo con azúcar en polvo, momento en el que estornudé encima de una mesa.

Ahora tengo cuarenta y ocho horas para llevar mi uniforme a la tintorería y


devolverlo al restaurante.

Un dolor de cabeza se instala en mi cráneo mientras subo las escaleras. Me


avergüenza perder otro trabajo y, aunque no veo a Flynn juzgándome, lo hago
por los dos.
Al acercarme a nuestro piso, oigo la voz de Flynn. Menciona la pizza y se me
revuelve el estómago de hambre y repugnancia a la vez. Una combinación jodida.
Realmente tengo hambre, pero me siento como una mierda.

—¿Seguro que no te interesa?

Eso hace que me detenga, y la misma roca de malestar que sentí antes vuelve
con fuerza.

La voz de Flynn suena de nuevo, educada pero angustiada.

—Me gustaría pagar la pizza, por favor.

Asomándome entre las escaleras, intento ver algo, pero estoy en el ángulo
equivocado. Nuestro apartamento está más a la derecha.

—No seas así —se burla el imbécil del repartidor. Me hierve la sangre—. Los
vi. A ti y al otro hombre. Podríamos divertirnos.

Eso es justo lo que necesito hoy. Que me arresten por agresión.

—Gracias, pero no gracias —responde Flynn con rigidez.

Habiendo oído suficiente, subo el resto de las escaleras de dos en dos y me


permito cierta satisfacción al ver el alivio en las facciones de Flynn cuando me ve.

—¿Pediste la cena para nosotros, cariño? —Me sonrío e ignoro al pizzero,


dándole la espalda. Palmeo las mejillas de Flynn y lo beso con fuerza,
probablemente sorprendiéndolo. Pero no me importa; vuelco todas mis
frustraciones y todo el anhelo que siento en ese beso, y no paro hasta que Pizza
Boy se aclara la garganta.

—Cory. —Flynn suelta un suspiro y se agarra a mis brazos, estabilizándose.

Miro por encima del hombro y enarco una ceja hacia el repartidor.

—Vuelve a mirarlo como si estuviera en el menú, y tú y yo vamos a tener


problemas. ¿Está claro?

La cruda furia de mi mirada lo ayuda a tomar la decisión correcta de retirarse.


Me tiende la pizza, que cojo, y se va sin decir palabra.
—Nunca le pagué.

Sonrío a Flynn, a pesar que el día me está alcanzando de nuevo y lo único que
quiero es meterme en la cama.

—Bien. La pizza gratis sabe aún mejor. —Se desata otra ronda de ira, esta vez
porque Flynn está visiblemente enfadado—. ¿Te hizo daño? —. Nos hago pasar
al apartamento y cierro la puerta.

—No. —Aprieta la mandíbula y mira hacia otro lado—. Sólo arruinó mis
planes —. Coge la caja de pizza y se dirige a la cocina. Lo sigo y me desprendo
de la ropa por el camino. Lo que necesito ahora mismo es una puta ducha
caliente—. Me di cuenta que hice algo mal hoy en el museo. Estabas un poco
callado y brevil cuando nos separamos, así que quise... —. Se detiene con un
pequeño encogimiento de hombros y señala con la mano la mesa de la cocina—.
No lo sé. Quería disculparme y pensé en la pizza tandoori, ya que te encanta. El
plan era que estuviera hecha antes que llegaras a casa, pero ese imbécil me
retrasó.

La mierda de hoy se desvanece al ver dos velas encendidas sobre la mesa


puesta.

Miro a Flynn y me doy cuenta que lleva ropa más bonita, pantalones de vestir
y camisa. Lleva el pelo más largo de lo habitual; supongo que está nervioso.

Las luces están bajas y las cortinas echadas para que no dé el sol. Veo algún
tipo de postre en la encimera.

Me echo la camisa de botones al hombro y acorto la distancia entre Flynn y


yo. Estoy abrumado, así que lo único que puedo hacer es besarlo. Lo abrazo con
fuerza, mi boca se mueve con la suya, y tengo tanto que decir que no puedo decir
nada.

Es demasiado. Es el ruido incesante de la vajilla y los ladridos del chef desde


el restaurante. Es ira, celos y posesividad gracias a ese maldito pizzero que le
echó el ojo a mi hombre. Es decepción y vergüenza por haber sido despedido una
vez más. Respecto a Luke, es confusión y frustración y años de dolor
evaporándose lentamente. Pero con Flynn... toda la mierda se desvanece en un
zumbido de fondo que puedo manejar mientras lo tenga a mi lado.
Tengo que decirle pronto que lo quiero.

Apoyo la frente en la suya, rompo el beso y lucho por recuperar el aliento.

—Yo... Yo... —Mierda, ahora que tengo palabras, respiro demasiado fuerte
para decirlas—. Vale. No sé lo que significa brevilocuente, pero supongo que no
es bueno. Por eso, lo siento. Tengo algunas mierdas de las que ocuparme; te lo
contaré todo. —Hago una pausa para soltar otro suspiro—. Y para que conste,
cuando la cago, no eres tú quien debe disculparse.

Como aprendí que hace Flynn cuando está nervioso o ansioso, se muerde el
interior de la mejilla y aparta la mirada.

—Eres jodidamente increíble, Flynn. ¿Lo sabes? —Miro hacia la mesa de la


cocina y sacudo la cabeza despacio, cien por cien seguro que nadie hizo nunca
algo así por mí—. ¿Esa mierda de antes... en el museo? —. Me vuelvo de nuevo
hacia Flynn justo cuando levanta su mirada hacia la mía—. Me hiciste darme
cuenta de algo que debería haber descubierto por mí mismo. —Sonrío con pesar
y rozo con los pulgares su mandíbula recién afeitada—. Me despisté y me perdí
aquí arriba —. Me doy un golpecito en la sien.

Traga saliva, nervioso, y asiente.

—Pero fue un mal momento. —Mira la camisa que me eche al hombro, sin
duda viendo la gran mancha de vino tinto que derramé—. Tuviste un mal día —
. No es una pregunta.

Suspiro y suelto una risita irónica.

—Me despidieron.

No hay ni rastro de decepción en sus rasgos. En todo caso, hay preocupación.

—¿Estás bien?

Mi pizza favorita, mi novio, un entorno romántico que nunca antes


experimenté... sí, creo que viviré.

—Gracias a ti, sí. —Realmente no tiene ni idea de lo mucho que mejoró mi


vida—. Te hablaré hasta el cansancio después de cenar, ¿de acuerdo? También
quiero ducharme.
—Puedes hacerlo mientras llevo los platos y las cosas al salón —sugiere—. Es
más cómodo allí, de todos modos.

No encuentra discusión por mi parte.

—Me daré prisa. —Lo beso en la frente antes de salir de la cocina.

Tiro la última corteza en la caja de la mesita, me dejo caer en el sofá y le doy


las gracias a Flynn por una cena jodidamente asombrosa. No estoy seguro que
me oiga. Está demasiado ocupado sopesando mis opciones sobre el trabajo.

—Creo que esto podría ser algo bueno —dice definitivamente y se limpia los
dedos en una servilleta—. Eres muy trabajador, pero no te das suficiente crédito.
Tus conocimientos sobre historia me parecen infinitos. Cada vez que pasamos
por delante de un edificio histórico, tienes una anécdota que contar, y sin
embargo nunca mencionaste haber utilizado realmente tu título.

—Eso es porque estoy maldito. —Le doy un trago a la cerveza y subo los pies
a la mesa—. ¿Me imaginas trabajando en un museo? —Me río entre dientes y
muevo la cabeza en su dirección—. Rompería algo incalculable y probablemente
me deportarían —. O me meterían en la cárcel—. También pensé en bibliotecas,
pero son demasiado tranquilas para mí. Me gusta estar en movimiento.

Flynn murmura y se tumba, colocando sus piernas desnudas sobre mis


muslos.

A lo largo de nuestra comida, perdimos un poco la ropa. Bueno, Flynn sí. Yo


estaba medio desnudo desde el principio, me puse un pijama después de
ducharme, y Flynn sólo lleva calzoncillos y camiseta. Y estos somos nosotros.
Esta es mi parte favorita del día. La noche. Cuando estamos los dos solos en el
sofá, con la ropa de hoy esparcida por todas partes y el estómago lleno.

—¿Profesor de historia?

No lo creo.

—No estoy tan seguro. —Dejando mi botella de cerveza sobre la mesa, me


reclino de nuevo y empiezo a frotarle las pantorrillas—. Todas esas mentes
jóvenes e impresionables. Las jodería —. Que Dios me ayude el día que tenga un
hijo—. También haría el ridículo cuando tropiece con una regla o algo así —.
Ensancho los ojos ante la risa de Flynn—. Lo digo en serio. Puedo hacer que pase
esa mierda.

Me lanza una sonrisa perezosa, pero no dice nada.

Nos quedamos en silencio y yo miro al frente mientras reúno fuerzas para


hablar de mi pasado. Lo cual estoy dispuesto a hacer, pero... es jodidamente
agotador. Igual que cuando Flynn habló del capullo de Russell.

Ya estoy cansado, pero estaría bien dejar atrás este día con todo al
descubierto.

Suspiro.

—Debería hablarte de mi familia.

Se acabó el masaje. Flynn se sienta más derecho y me presta toda su atención.

—Voy a divagar, ¿vale? —Me froto la nuca, con un nudo en el estómago—.


Si algo no tiene sentido, dímelo.

Flynn asiente y acerca las rodillas al pecho para apoyar la barbilla en ellas.

—Tómate tu tiempo.
13
Cory,

No pasó ni un mes, pero nunca me sentí más en casa. Tal vez nunca debí irme
en primer lugar. Ayer llevé a los chicos a la ciudad para celebrar el sexto
cumpleaños de Jayden. Cuando Dylan cumpla once en agosto, dudo que le guste
ir al zoo de Londres, pero Jayden se lo pasó en grande.

Sigo buscándote, Cory.

Espero que estés bien,

Luke

Empiezo explicando un poco más sobre mis padres, porque la mayoría de la


gente cree automáticamente que es mi padre, el grande y malo del ejército, el
villano más despiadado. No lo es. No es una cálida manta de consuelo ni mucho
menos, pero la política de “no preguntes, no lo cuentes” que adoptó al menos no
me dejó sin familia del todo.

—Mi madre, en cambio... —Me río sin gracia y miro mi regazo—. Solía ser
una dulce mujercita —. Ya le hablé a Flynn de las visitas al museo que compartía
con mi madre. Aparte de eso, me encantaba ayudarla en la cocina cuando era
niño. Cocinaba con ella, aprendía cosas, fregaba los platos... era su pequeño
ayudante. Lo que fuera—. Tenía a mi papá engañado, eso es seguro —.
Demonios, nos tenía a todos engañados.

Papá todavía la adora, sin embargo.

—Mi madre era mucho más joven que mi padre —continúo—. Él estaba de
permiso y de vacaciones aquí en Inglaterra en su día, y la conoció. En una iglesia
—. Miro a Flynn de reojo—. No es sólo católica; lo vive, lo come y lo respira. —
Vuelvo a centrarme en los dibujos invisibles de mi pantalón de pijama que dibujo
con los dedos—. En fin, papá estaba enganchado. Y a mamá le interesaba, pero
tenía condiciones. Su propio padre murió, así que sólo quedaban ella, su madre
y su hermano pequeño. No tenían mucho dinero.

—Ella quería que se ocuparan de ellos —concluye Flynn en voz baja.

Asiento con la cabeza.

—Papá no lo dudó. Los trasladó a todos a Estados Unidos y se reunió con


ellos allí cuando terminó en... creo que estaba destinado en Alemania por aquel
entonces. —Sé que estuvo allí más de una vez, porque recuerdo que nos lo enseñó
cuando vivíamos allí, cuando yo tenía trece años—. Virginia se convirtió en mi
base, pero mis padres nunca se quedaban mucho tiempo en un sitio. Tampoco
cambió cuando yo nací.

Alargo la mano y me bebo el último trago de cerveza.

—No hay mucho que decir sobre mi infancia. —Vuelvo a reclinarme—.


Aparte de los viajes y de no encajar nunca, no tenía nada de qué quejarme —. A
mi madre le encantaba que yo compartiera sus intereses por la historia, la cultura
y la literatura. A mi padre le gustaba jugar conmigo cuando tenía tiempo. Eran...
normales. Pero yo no era estúpido—. Teniendo en cuenta cómo mi madre
intentaba hacerme tragar la religión a la fuerza todos los domingos, creo que
decidí por instinto no decirle que era gay...

—¿Cuándo lo supiste? —murmura Flynn.

Entrecierro los ojos, sin pensar.

—Eh... ¿a los diez u once? Algo así. En realidad no fue una gran revelación;
siempre lo supe de alguna manera. —Él asiente, y yo suspiro y vuelvo a mirar
hacia delante—. Al principio estaba mal. No querían gustarme los chicos,
porque... quiero decir, joder. —Me río un poco—. Pensaba que había algo malo
en mí —. Mamá siempre sermoneaba sobre esa mierda. Si veía una pareja del
mismo sexo, me echaba la bronca sobre lo moralmente incorrecto que era—. Pero
cuando crecí, aprendí la diferencia entre la opinión de un padre y lo que era
realmente correcto.

Flynn no dice nada, pero se acerca para sentarse a mi lado y apoyar la cabeza
en mi hombro. Me toma la mano, junta nuestros dedos y me aprieta
cariñosamente.
—Estuve bien viviendo en secreto durante años. —En esta parte de la historia,
el desapego se filtra en mí. La emoción de tontear con un par de chicos sólo duró
hasta que me estrellé y me quemé—. Durante mis años de instituto, vivíamos en
tres sitios. En cada escuela, había un enamoramiento cliché por el que suspiraba.
—No es nada original, y no sufrí más que cualquier otro adolescente. Pero me
agotó—. Todos eran heterosexuales, por supuesto.

—Ouch.

—Eh. —Me encojo de hombros ante eso—. Fue más por cómo me
decepcionaron, porque mi estúpido culo tuvo que dar a conocer mis sentimientos
—. Pongo los ojos en blanco—. Uno fue amable al respecto, y me mudé poco
después de todos modos. El segundo dejó de ser mi amigo. Me evitaba como a la
peste. —Suelto un suspiro—El último me correspondió. No estaba seguro de su
propia sexualidad y estuvimos saliendo a escondidas durante unos meses. Fue
suficiente para que pensara que me enamoré. —Ahora lo sé mejor—. Pero se
acabó cuando apareció en una fiesta con la animadora popular del brazo.

—Menudo imbécil —murmura Flynn.

Suelto una carcajada silenciosa. Es una forma de decirlo.

—Es seguro decir que tenía grandes expectativas para la universidad. —


Claro, mis padres estaban muy decepcionados con la dirección que quería tomar.
Aparentemente estaba bien tener historia y esas cosas como hobby, pero mamá
no lo veía como una carrera. Ella y papá tenían la esperanza que yo siguiera sus
pasos o me hiciera abogado o médico. Pero a mí me daba igual—. Me mudé al
otro lado del país y a un departamentito de mierda que compartía con otros tres.
Estaba fuera. Ya no tenía que esconderme. Conocí nuevos amigos e intenté por
todos los medios seguir adelante.

En retrospectiva, fui demasiado rápido. No estaba preparado y confiaba


demasiado en personas que no conocía realmente. Que no tuviera que
esconderme de mis padres no significaba que pudiera ser sincero con los demás.
Pero estaba ansioso, demasiado ansioso, por tener por fin algo bueno. Quería ser
feliz.

—Nunca me costó hacer amigos. —La poca energía que me queda para contar
mi historia no durará mucho más—. En la universidad no fue diferente. Éramos
cuatro o cinco chicos que salíamos casi todos los fines de semana, y me aceptaron
por lo que era, por lo que soy. —Cada palabra que pronuncio me acerca más a
Luke, y sigo sin creerme el hecho que pueda echar de menos a ese hijo de puta—
. Cuando me di cuenta que estaba desarrollando sentimientos por uno de ellos,
me distancié un poco, porque no quería volver a pasar por esa mierda. Fui a un
bar gay un par de veces... —Hago una mueca de asco.

Es como una jungla en la que sólo hay depredadores. Todos están al acecho
de un pedazo de culo.

Supongo que soy uno de esos hombres que prefieren algo de conversación
antes de ponerse un condón.

—No era mi escena —me conformo con decir—. Encontré el camino de vuelta
con mis amigos, y Ethan, así se llama, parecía... aliviado... que hubiera decidido
unirme a ellos. Durante el resto de la primera noche, me habló hasta por los codos
y se quedó muy cerca de mí. Estaba borrachísimo, me abrazaba y me decía que
me echo de menos mientras yo fui un fantasma. Malinterpreté sus intenciones.
—Queriendo acabar con esta mierda de una vez, me apresuro con el resto—. El
día después, fui a su casa con comida para la resaca. Yo... hice un movimiento. —
Me encojo interiormente al recordar la cara de Ethan cuando me acerqué lo
suficiente para besarlo. Admití que lo deseaba y... No se lo tomó bien.

Me paso un dedo por la nariz, un dolor fantasma me recorre el hueso.

Flynn levanta la cabeza y me mira con el ceño fruncido.

—¿Te pegó?

Sonrío débilmente y me encojo de hombros.

—Se disculpó cuando volví de Urgencias. —No menciono que la disculpa no


fue sincera y que Ethan la pronunció con cara de asco. La expresión de Flynn me
recuerda mucho a lo que sentí cuando me habló de Russell—. Eso ya no me
importa. —Me agacho y lo beso suavemente—. Pero por eso no tuve las pelotas
de ser sincero sobre mi atracción por ti al principio.

—Me sorprende que tuvieras el valor de hacerlo. —Sacude la cabeza—.


Probablemente me escondería en un armario literalmente el resto de mi vida.
Me escondí después del incidente con Ethan, pero si lo piensas, no soy
diferente de cualquier otra persona que haya sido rechazada. Concedido, la
mayoría se escapan sin narices rotas, pero da igual.

—Me trasladé a otra escuela —admito—. Me harté de la vergüenza, así que


empecé de nuevo en una ciudad nueva. Otra vez —. En ese momento, el romance
era la última cosa en mi mente. Ni siquiera me enrollé con nadie al azar, porque
sólo me recordaba mi falsa franqueza—. Se estaba volviendo demasiado difícil
aguantar la farsa cada vez que visitaba a mis padres, así que me centré en la
escuela y el trabajo. —Antes no trabajé porque mis padres me mantenían. Pero
sabía que llegó el momento de decírselo, y fui lo bastante listo como para tener
dinero ahorrado.

Incluso cuando estaba fuera, estaba en el armario. Todo dependía de mi


familia. Mientras no lo supieran, nunca me quitaría ese peso de encima.

Llegué a un punto en el que ser honesto conmigo mismo era más importante
que complacer a mis padres. Una comprensión que amortiguó el golpe cuando
les conté la verdad.

—Se lo dije a mis padres cuando estaba a punto de empezar mi tercer año. —
Miro fijamente hacia delante, sin sentir absolutamente nada ahora mismo. Estoy
completamente entumecido—. Se lo tomaron como era de esperar. Mi padre se
cerró en banda; en realidad asintió y dijo: “Vale hijo, no volvamos a hablar de
esto”. Lo cual... joder, estaba contando mis bendiciones. Hubiera podido vivir
con eso.

Antes que pueda continuar, Flynn se acerca y termina en mi regazo, con sus
muslos a cada lado.

—Nunca fui una persona violenta, pero... —Suelta un gruñido y cierra los
ojos—. Cory, estoy mal del estómago, y tengo la sensación que aún no oí lo peor.
—Vuelve a abrir los ojos y mira hacia abajo entre nosotros.

Agradezco sus palabras, pero estoy demasiado distanciado emocionalmente


como para consolarme con ellas. Ni siquiera creo que necesite consuelo. De
hecho, sé que no lo necesito. Al menos no en lo que respecta a mis padres. Me
duele de vez en cuando, pero lo superé. No sólo eso, sino que seguí adelante sin
reprimir la mierda y estar en negación.
Sin embargo, el jurado sigue deliberando en el caso de Luke. Si no echo de
menos a mis padres, ¿cómo voy a echar de menos a ese hijo de puta?

Sin responder a lo que dijo Flynn, sigo adelante.

—Sí, mamá enloqueció. Estuvo horas sollozando, maldiciendo, rezando...


sugiriendo un puto campo de entrenamiento para deshacerse de los “gérmenes
maricones”...

—Por favor, no digas eso.

Exhalo un suspiro, desinflándome.

—Cuando no pudo convencerme que era una fase, empezó a empaquetar mis
cosas en cajas. Álbumes de fotos, ropa de bebé, chucherías, lo que fuera. —Ahora
me arrepiento de haberle dejado esas cajas a Luke—. Ella... me lloró. Mientras aún
estaba en la casa.

—Dios, Cory. —Flynn me rodea los hombros con sus brazos y me besa la sien.

Los recuerdos de entonces inundan mi cerebro, y lo desprecio, joder. Que esta


noche acabe pronto.

—En fin, recogí mi coche de alquiler y me fui. —Fue la última vez que vi a
mis padres. Papá estaba viendo la tele; mamá lloraba y leía la puta Biblia—. En
esa época, yo vivía en Chicago, y no conocía a nadie en Virginia excepto a mis
padres y a mi abuela. —Seguro que ya está muerta—. Así que empecé a conducir
hacia DC. Sabía que mi tío daba seminarios allí durante ese verano.

—Si no estaba de tu parte, no sé qué voy a hacer —murmura Flynn.

Suelto una risa temblorosa, amarga y... sí, todavía dolida.

—Eso pensé al principio. —Demonios, después de lo que vi, debería haber


estado garantizado—. Llegué en medio de la noche, pero él estaba despierto, y
definitivamente no esperaba que nadie lo visitara. —O cualquier otra persona a
visitar, debería decir—. Cuando llegué, estaba en la puerta despidiéndose de un
hombre. Se estaban besando.

Flynn me mira con recelo.


—Entonces sí que debería estar de tu lado.

—No le mencioné nada —admito cansado—. Permanecí escondido y no


llamé a su puerta hasta que pasó una hora sólida.

—¿Por qué?

—Porque tenía una prometida llamada Jennifer y un hijo esperándole en


Boston.

—Mierda, joder. —Los ojos de Flynn se abren de par en par.

Asiento con la cabeza.

—No tenía ni idea que le gustaran los hombres y, francamente, tenía


demasiada mierda encima como para meterme en medio de eso. Necesitaba un
amigo, nada más. Sólo es diez años mayor que yo, y nuestros intereses son
similares. —Antes de eso, sólo nos veíamos una vez al año por Navidad. Pero
como yo tenía veintipocos y él treinta y pocos, ya no éramos sólo familia.
Encontramos puntos en común en nuestros intereses y nos hicimos amigos
rápidamente—. Le confesé todo y medio esperaba que me devolviera el favor.
Pero no lo hizo, así que supuse que no estaba preparado. O quizá no había nada
que contar, porque parecía bastante feliz con su prometida.

Flynn no parece impresionado.

—Lo suficientemente feliz como para traer la infidelidad a la relación.

—Oye, soy el último hombre en la tierra que defendería a Luke.

—¿Luke?

—El nombre de mi tío —aclaro—. Durante los dos años siguientes, nos
hicimos íntimos. Él era lo opuesto a mi madre.

—Oh. —Eso sorprende a Flynn—. Supuse que era el hermano de tu padre.


Lo siento, sacude rápidamente la cabeza, ahora recuerdo que mencionaste al
hermano menor de tu madre.

—Sí, mucho más joven. —Miro distraídamente cómo mis manos suben por
los muslos de Flynn. Me invaden más recuerdos. Incluso cuando volví a Chicago
y Luke se fue a Boston, seguimos en contacto—. Volábamos para vernos tan a
menudo como podíamos. Era... muy fácil hablar con él. En realidad, casi siempre
escuchaba. —Esa debería haber sido mi primera pista. Era breve cuando hablaba
de su prometida, pero no hasta el punto de hacerme sospechar. Sin embargo, su
hijo era otro asunto—. Sólo dos cosas lo entusiasmaban: podía hablar
eternamente de su hijo y de idiomas.

Sonrío un poco, recordando. Dylan, el hijo de Luke, debe de tener ahora diez
u once años.

—¿Estudió idiomas por casualidad? —Flynn tuerce la boca.

—Eso es decir poco —me río entre dientes—. Tiene un máster en lingüística
por Harvard.

—Yowza4. —Flynn se pellizca el labio inferior y canturrea, pero entonces sus


ojos miran los míos y sonríe—. Bueno, eso es interesante.

—¿Qué quieres decir?

Me lanza una mirada insinuante.

—Tu fijación con la Piedra Rosetta.

Oh. Eso.

—Sí, eh... puede que me haya dado cuenta o puede que no, también. —Me
froto la nuca, muy incómodo—. Pero en mi defensa, hice todo lo posible por no
pensar en él desde que salí de Estados Unidos. No quiero pensar en él.

Esa mierda todavía duele. Durante esos dos años, se convirtió en mi mejor
amigo, mi hermano, mi puto modelo a seguir. Yo admiraba a Luke, y él también
lo sabía. Era increíblemente inteligente, humilde, y nunca dudó en ayudarme
siempre que lo necesité. No recuerdo el término, algo sobre un campo
secundario, pero Luke estudió lingüística histórica, lo que ciertamente fue útil
cuando tomé una clase de idiomas antiguos.

4
Una exclamación de sorpresa
—¿Qué te hizo, Cory? —Flynn vuelve a estar preocupado. También hay
impaciencia.

Apuesto a que está cansado de escuchar sobre mi pasado. Sé quién soy.

—Me enfrenté a él. —Suspiro y me paso las manos por la cara—. Una vez que
me gradué, decidí mudarme a Londres, pero primero necesitaba trabajar un poco
más. Pensé que Boston podría ser mi parada técnica ese verano mientras
ahorraba. —Toda la basura de mi infancia ya estaba ahí, porque Luke vivía en
una casa mientras yo tenía un puñado de compañeros de cuarto en un
apartamento demasiado pequeño. No iba a dejar pasar la oferta de
almacenamiento gratuito—. Luke voló a Chicago para ayudarme a empacar lo
poco que tenía allí, y el plan era que nosotros condujéramos mi auto a Boston.

La expresión de Flynn me dice que asume que esto no sucedió.

Correcto.

—Como dije, lo confronté. —Miro hacia abajo, frunciendo el ceño—.


Tomamos unas cuantas cervezas, y tenía mucha curiosidad. Le conté lo que vi
esa primera noche cuando llegué a su casa en DC. —Me da náuseas pensar en
eso. Mientras que Ethan me golpeó, Luke estuvo en silencio. Lo recuerdo sentado
allí en mi silla andrajosa, mirando al suelo—. Quiero decir, él sabía que yo era
gay, así que lo último que esperaba que hiciera era disculparse. Pero eso fue lo
que hizo. —Nunca lo olvidaré—. Parecía avergonzado. Culpable. Dijo que fue un
momento de debilidad y que no volvió a suceder. Flynn, estaba poniendo
excusas. Para mí, un hombre gay.

Como si eso no fuera suficiente, Luke se disculpó por dejarme ver algo tan vil.

De hecho usó esa palabra. Vil.

—Dijo que siempre despreció sus “impulsos enfermizos”. —Prácticamente


escupo las palabras—. Y me hizo pensar, ¿sabes? Todas las veces que me abrí con
él y él me escuchó. Me dijo: “Es tu vida. Tú la controlas”. Pero, ¿qué estaba
pensando realmente de mí? Entonces, le pregunté eso, y… —Mi estómago se
revuelve y trago saliva contra las náuseas—. Digamos que no es tan diferente de
mamá, después de todo.
Durante dos años, creí que tenía su apoyo. Todavía visitaba a mis padres cada
Navidad, pero nunca hablábamos de eso. Excepto por el momento en que dejó
en claro que no los quería. Pero todo el tiempo... a pesar de sus propios
sentimientos... compartió sus puntos de vista.

—Te sentiste traicionado —murmura Flynn.

—Me sentí como un maldito idiota. —Me río, pero se apaga rápidamente—.
Lo que sea. Me quedé en Chicago ese verano y trabajé duro. Luego me mudé
aquí. Fin de la historia.

Irónicamente, conocí a un chico después de mi primer mes en Londres.


Quería todo lo que yo fantaseé: una relación sana y abierta. Pero no lo estaba
sintiendo, ni estaba listo. Terminé las cosas después de dos meses y renuncié a
todo lo relacionado con el romance.

Siete años después, conocí a Flynn.

Cuando todo lo que siempre quise está a mi alcance, lo último en lo que


quiero pensar es en mi pasado.

—¿Podemos ir a la cama ahora? —Fuerzo a mis ojos cansados a encontrarse


con la mirada de Flynn—. Quiero que sea mañana.

—Por supuesto. —Hace un movimiento para bajarse de mi regazo, luego


duda—. Solo quiero que sepas que admiro tu fuerza. Eres muy valiente para ir
tras lo que quieres, incluso cuando las probabilidades están en tu contra.

Mis cejas se fruncen cuando sus palabras se asientan. Nunca me vi como


valiente, y todavía no lo hago. Después de ser defraudado y rechazado, me volví
más duro, pero eso es todo.

—Vamos. —Se pone de pie y me tiende la mano—. Vamos a dejarlo aquí por
esta noche.
14
Cory,

Ayer tuve una reunión en la ciudad con un nuevo cliente. Estaba a solo unos
minutos de Cooper's Row, así que simplemente tenía que visitarlo después de mi
cita. Ver esas ruinas me hizo recordar cuando me hablaste de Londinium. Como
sabes, yo prefiero la Antigua Grecia, pero siempre fuiste un excelente narrador.
Todavía puedo recordar las anécdotas que compartiste sobre Roman London y
cómo me convenciste.

Mi pérdida. Tiré eso.

Espero que estés bien,

Luke

Me despierto a la mañana siguiente con el olor a café y chocolate.

No hay trabajo hoy.

Me doy la vuelta y me acerco a Flynn, que me doy cuenta que está sentado
contra la cabecera.

—Es temprano. Vuelve a dormir —murmuro somnoliento. En un intento de


pasar un brazo por sus caderas, casi tiro la computadora portátil en su regazo—.
¿Que…?

—Tranquilo, tontín. —Flynn se ríe y sujeta su computadora portátil—. ¿Y


cómo puedes saber qué hora es?

Gimo y me estiro, cerrando los ojos de nuevo.

—Se siente temprano. —Muerdo el trozo de piel entre su camiseta y sus


calzoncillos—. ¿Por qué estás vestido? Deberías cerrar la computadora portátil y
desnudarte conmigo. —Mi erección de la mañana está de acuerdo, ya presionada
contra la pierna de Flynn.

—No me tientes. —Suena cachondo ahora, también—. Estoy esperando a que


Sarah se conecte.

No soy un genio de las matemáticas, pero si es de mañana aquí, estoy bastante


seguro que es tarde en California.

—¿Qué hora es? —Me paso una mano por la cara para quitarme el sueño de
los ojos.

—Son las cuatro de la tarde.

Un silencioso ¿qué carajo? cae de mis labios mientras mis ojos se abren en
estado de shock.

Anoche nos acostamos temprano.

Aparta un poco de cabello de mi frente, con una sonrisa amable en su rostro.

—Lo necesitabas. Ayer no fue fácil para ti.

Gruño, sin ganas de comentar lo de ayer.

—Voy a darme una ducha. Espero encontrarte desnudo cuando regrese.

Flynn sonríe y me mira mientras me levanto de la cama.

—¿Sin desayunar primero? —Señala una bandeja en el suelo junto a él.

Siguiendo su línea de visión, veo las tazas con café humeante y el postre que
no tocamos anoche.

—¿Eso es pastel de chocolate? —Él asiente con aire de suficiencia. Mierda.


Pero... solo cambia un poco mis prioridades—. Ducha, desayuno, luego sexo.

Oigo su risa mientras salgo de la habitación para darme una ducha.


Cuando vuelvo, me desato la toalla de las caderas y me la paso por la cabeza.
Luego vuelvo a meterme debajo de las sábanas y reflejo la posición de Flynn,
recostado contra la cabecera. Atrapo mi taza de café entre mis piernas, mi
estómago gruñe por pastel en su lugar. Desafortunadamente, Flynn se está
mensajeando con su amiga, así que supongo que el sexo tendrá que esperar.

—Postre para el desayuno: me encanta ser un adulto. —Me meto un poco de


pastel en la boca y miro la computadora portátil de Flynn. La foto que nos tomó
Tammy es ahora su pequeña foto de perfil—. ¿Me ayudarás con esa mierda de
Facebook más tarde? —. El diseño cambió desde la última vez que revisé el mío.

—Definitivamente. —Me envía una sonrisa rápida antes de escribirle algo a


esa chica Sarah—. Te localicé y te envié una solicitud de amistad.

—Supongo que puedo concederte eso —dije arrastrando las palabras.

Él me mira encima del hombro juguetonamente.

Sin nada más que hacer, termino mi pastel rápidamente, luego tomo mi tablet
del estante sobre nosotros. Todavía tengo que afinar los detalles de mi próximo
plan de exhibición pública. Flynn no quiere que parezca disponible para los
demás. Después de esto, no habrá dudas al respecto.

Renuente como soy a usar la tarjeta de crédito que Flynn me dio para “cosas
del hogar o lo que sea que te sientas inclinado a comprar”, me trago mi orgullo
cuando encuentro el hotel perfecto. Lo importante es que sea una estancia
memorable. Una estancia sexy como la mierda.

Reservaré la habitación más tarde.

—Está bien, terminé. —Flynn cierra su computadora portátil—. Volveré a


hablar con Sarah cuando termine de adularte con tu foto.

Abro una nueva ventana para ocultar la búsqueda del hotel y levanto una
ceja hacia Flynn.

Sacude la cabeza y la apoya en mi hombro. Un segundo después, su mano


baja por mis abdominales, debajo de las sábanas, y palmea mi trasero.

—Ve a Facebook —instruye.


—Uh… —Le doy una mirada incrédula, pero él no lo ve—. ¿Estás
bromeando? Al diablo con Facebook. Continuemos con lo que estás haciendo
ahora. —Estoy a punto de apartar las sábanas cuando me detiene.

—No. —Suelta mi pene que se endurece lentamente y hace un gesto hacia la


tablet—. Me disculpo. Parece que tengo un pequeño monstruo verde dentro de
mí, y levantó su fea cabeza cuando Sarah no dejaba de hablar de lo caliente que
eres. —Él resopla, a lo que sofoco una risa—. No sé por qué hice eso. No quise
molestarte. Tammy ya me agregó en Facebook y me dijo que me asegurara que
tú también te conectes. —Murmura algo más acerca de “Cory uniéndose a la era
digital”, que sé qué diría Tammy.

—Lo que sea. —Definitivamente estoy irritado ahora. Podría haber estado
teniendo sexo con Flynn, quien evidentemente se siente territorial en este
momento, pero en lugar de eso, estoy ingresando a un sitio que me importa una
mierda.

Tengo que recuperar mi contraseña también, porque al carajo si recuerdo la


anterior. Y una vez hecho esto, me conecto y me encuentro con una vista familiar.
Un encabezado azul y un montón de pequeños puntos rojos que no desaparecen.

—No sé qué son esos. —Señalo.

Flynn se sienta más derecho y sonríe pacientemente.

—Son alertas. Solicitudes de amistad, mensajes privados y notificaciones


periódicas.

Habla inglés, maldita sea. Antes que pueda lanzar una pregunta, Flynn toma
el control y...

—¿Acabamos de ser amigos? —pregunto.

—Sí. —Él hace alguna otra mierda y aparece mi página de perfil—. Pronto
también estaremos en una relación. —De acuerdo. Porque no es real a menos que
esté en Facebook—. Está bien, hecho. Ahora deberías revisar tus mensajes.

No tengo ni idea de quién me contactaría aquí. La mayoría de estas alertas


parecen provenir de personas con las que trabajé a lo largo de los años. ¿Y qué,
simplemente me persiguen y nos volvemos amigos en Facebook?
No puedo evitar preguntarme qué pasó con la reunión en persona. En el
mundo real.

Al hacer clic en mis mensajes en la barra lateral, aparece una nueva página y
parpadeo en estado de shock cuando veo uno de los nombres.

Lukas Rowe.

Su nombre me golpea con una explosión invisible que golpea mi cerebro y


mis oídos comienzan a zumbar.

—¿Es eso…? —La voz de Flynn se apaga.

—Creo que, um —Asiento tontamente. Pavor, esperanza e incredulidad...


una combinación que me deja confundido. Pero mi lado cínico pronto salta—.
Sabes qué, probablemente sea viejo. —Pongo una sonrisa en mi cara.

Tendría sentido. Después de pedirle a Luke que se fuera esa noche, me


eliminé por completo de mi antigua vida. Alquilé una habitación más barata,
cambié de número y registré un nuevo correo electrónico.

Olvidé el maldito Facebook.

Pero si Luke quisiera comunicarse conmigo, presumiblemente poco después


que nos separáramos, sería de esta manera.

Flynn me mira con escepticismo.

—¿Los catorce?

Mi cabeza vuelve a la pantalla, y justo cuando estoy a punto de preguntar


cómo diablos sabe cuántos hay, lo veo debajo del nombre de Luke. Catorce
mensajes sin leer.

—¿Quieres un poco de privacidad? —Flynn deja caer un beso en mi hombro.

—No… —Me aclaro la garganta—. No. —Joder, no. No tengo nada que
ocultarle—. Quédate.

Tomando una respiración profunda, hago clic en el mensaje privado y sigo


las instrucciones de Flynn para desplazarme hacia el más antiguo.
Cory,

Intenté llamarte...
15
Cory,

Simplemente inicié sesión para verificar tu actividad, como hago a veces, y


noté el pequeño letrero de “leído” en la parte inferior de mi hilo de mensajes
privados, lo que indica que viste mis mensajes. También cambiaste tu avatar y
estás en una relación. Te ves muy feliz, por lo que me alegro.

Como no respondiste, supongo que no tienes nada que decir. Dejaré de


molestarte. Siento muchísimo haberte hecho daño.

Te deseo lo mejor,

Luke

—Mierda —murmuro, dejando caer el plato en el fregadero. El agua del


lavavajillas me salpica la camiseta y me entra espuma en el ojo. ¿Por qué siempre
en mi puto ojo? Agarrando el trapo tirado sobre mi hombro, me limpio la cara y
cierro el grifo.

—Sabes que tenemos un lavaplatos. —Flynn entra a la cocina. Lo miro


mientras se sienta a la mesa con mi tablet—. Así que... voy a hacer una suposición
descabellada. Es otra distracción. —La última palabra sale con no poca irritación.
Aprieto la mandíbula y miro hacia el fregadero mientras continúa, esta vez con
más indiferencia—. ¿Hay algo que pueda hacer por ti? Dilo. Saqué el documental
que querías ver en Netflix.

La culpa pesa mucho sobre mí, y tengo que concedérselo a Flynn. Para no ser
católico, juega muy bien esa carta.

—¿ El Oro de los tracios ? —murmuro, y él asiente en mi periferia.


—Suena muy fascinante —dice conversacionalmente. Me doy la vuelta, me
apoyo en el mostrador y lo miro con los ojos entrecerrados, seguro que está
tramando algo—. ¿Qué es Tracia, realmente? ¿Dije eso bien?

—Era una provincia. Ya no existe. —Mi respuesta es automática—. ¿Qué


estás haciendo, Flynn?

—¿Mmm? —Él es la imagen de la inocencia—. ¿Yo? Nada. Estoy entablando


una conversación. —Él sonríe como si nada estuviera mal—. Esperé
pacientemente mientras me pedías tiempo para procesar. Pasaron tres días y
todavía no querías hablar sobre los mensajes de Luke. Luego presioné el asunto,
ante lo cual te pusiste a la defensiva y cascarrabias.

Creo que conozco esa última palabra.

—Sabía que no querías hablar de Tracia. —Demasiado bueno para ser


verdad.

— Al contrario. —Él levanta un dedo—. Pasó una semana y extraño a mi


novio. —Otra punzada de culpa allí mismo—. Entonces, voy por una ruta
diferente. Eres como un animal asustado. Cuanto más empujo, más retrocedes...

—¿Me estás comparando con un animal? —cruzo los brazos sobre mi pecho,
medio divertido, medio enfadado.

—Eso es lo que dije —responde con franqueza—. De todos modos, investigué


un poco, y creo que sé lo que funcionará contigo. —Levanto una ceja. ¿Ahora soy
un experimento? Flynn luce orgulloso y triunfante—. Actuando como si no me
importara. —El asiente—. Eso hará el truco. Muy pronto, te sentirás herido y
molesto porque dejé de preguntar.

Que mierda No puedo evitar reír.

—Se supone que no debes explicar tus planes.

—Bueno… —Sus ojos parpadean hacia la tablet—. No quiero que creas que
realmente no me importa. Dices que no hay nada de qué hablar…

—No lo hay. —Estoy tan harto de este tema—. No cambia nada.


—Lo cambia todo. —Me mira con los ojos como platos, incrédulo—. Cory,
finges que no te importa, pero lo hace. Luke es tu familia, y lo siente mucho...

—¿Querías hablar de Tracia o no? —Jodidamente sutil. Terminé con esto. Lo


logré sin familia durante siete años; admitir ahora que los extraño, o uno de ellos,
se siente como si estuviera traicionando el progreso que hice. Tengo una buena
vida. No necesito a Luke.

No importa cuán genuino y arrepentido sonara.

Flynn me mira fijamente durante varios segundos, y cómo aguantó mi


mierda esta última semana, no lo sé. Admito que actúo como un niño a veces,
pero honestamente no creo que haya nada que valga la pena discutir. Bueno,
quiero decir, joder. Joder, joder, joder. Hay cosas de las que hablar, pero no
conducirán a nada bueno, así que es por eso que insisto en esconder esto debajo
de la alfombra.

—Está bien. —El rostro de Flynn se queda en blanco. Luego sonríe con esa
sonrisa, la que dice que es solo otro día—. Vi una alerta de un mensaje no leído
en tu tablet, pero como no te importa, podemos seguir adelante y ver ese
documental ahora.

Trago saliva y bloqueo mi expresión, de forma casual. No mires la tablet. ¿Otro


mensaje? ¿De Luke?

—Sí... sí, está bien. —Lanzo el trapo sobre el mostrador y sigo a Flynn a la
sala de estar, aturdido y ansioso. ¿Qué pasa si Luke está en el área? Todavía es
difícil creer que realmente vive aquí.

—Entonces, ¿qué es Tracia hoy?

Sentado en el sofá, miro sin ver la televisión y me pregunto, no por primera


vez, dónde vive exactamente Luke. Mencionó “orilla del agua”, pero eso no lo
reduce mucho. ¿Y trabaja aquí? Escribió sobre una reunión con un cliente aquí en
la ciudad. ¿Trabajo de traductor? A veces hacía eso, aceptaba trabajos de
editoriales y revistas.

No me sorprendería. El hombre habla con fluidez seis idiomas.

—¿Cory?
Mis ojos saltan a Flynn, que está iniciando sesión en Netflix.

—Sí.

Parece estar escondiendo su diversión. ¿Dónde estaba Tracia?

—Vaya. —Frunzo el ceño frente a la pantalla. Tracia, Tracia, Tracia. De


acuerdo—. Uh, principalmente en la Bulgaria de hoy.

Flynn se acomoda cerca de mí, sonríe y presiona play en el documental.

—Interesante.

Por lo general, estaría de acuerdo.

A lo largo del día, pone documental tras documental, lanzando preguntas


sobre todo, desde los emperadores romanos hasta la Batalla de Hastings.
Respondo en piloto automático, mi mente da vueltas. Por un momento, considero
salir a buscar trabajo, lo que prueba lo jodido que estoy. Nunca en mi vida me
alejé de mis temas favoritos, ¿pero ahora...? No puedo concentrarme para salvar
mi vida.

—No sabía que Portugal tiene una herencia celta. ¿No es fascinante, Cory?

Ahogo un suspiro y me obligo a mirar la pantalla.

Una hora más tarde, es algo sobre la religión en la antigua Roma.

—Interesante —reflexiona Flynn—. Entonces, no gritaron exactamente 'Oh,


Dios' en medio de la pasión, sino 'Oh, Júpiter'. Realmente interesante.

Le disparo una mirada.

—Me estoy cansando de tu uso de 'interesante' y 'fascinante', cariño.

Agarra mi barbilla y me roba un beso.

—Interesante.

A la mierda Su teoría es incorrecta. No conseguirá que hable de Luke


ignorando el tema. Tendrá éxito porque me está agotando con sus comentarios
continuos.
Si estuviera solo en este momento, saldría corriendo a la cocina y buscaría mi
tablet, y Flynn lo sabe.

—¿Qué documental deberíamos ver a continuación?

—Es todo. —Me levanto abruptamente y tomo el control remoto para apagar
el televisor. Me rindo. Él gana. Sentándome en la mesa de café, descanso mis
codos en mis muslos y miro a Flynn completamente—. Pregúntame lo que
realmente quieres saber.

—¡Gracias a Júpiter! —Él sonríe en victoria, la pequeña mierda—. Un


segundo, por favor. Tengo una lista. —Dicho esto, sale corriendo de la habitación.

Gimo y pellizco el puente de mi nariz. Más tarde, tendré que compensarlo


por ser un imbécil, pero en este momento... maldita sea, estoy cansado. Quiero
seguir adelante, no dar pasos atrás en mi pasado. Otra vez. Pensé que terminamos
con eso. Por otra parte, no puedo mentirme a mí mismo. Extraño a Luke. Lo
extrañaba incluso antes de leer los mensajes. Me doy cuenta de eso ahora.

—Bien estoy de vuelta. —Flynn vuelve a sentarse y abre una libreta—. Mi


primera observación: cuando leíste los mensajes, prácticamente pude ver que lo
perdonabas, pero no hablarás de eso ahora. ¿No quieres tener nada que ver con
él...?

Jesús, realmente se lanzó directamente a eso.

—Oh. —El perdón puede ser demasiado fuerte, pero sí. Quiero decir... Dios,
¿qué quiero decir?— Parecía sincero, pero… —Luke era sincero. Irradiaba de la
maldita pantalla—. Lo que Luke hizo jodidamente dolió. —Cruzo los brazos
sobre mi pecho, a la defensiva para cubrir la vulnerabilidad—. Puedo perdonar
y olvidar, toda esa mierda, pero ¿debería?

Flynn se encoge de hombros vagamente y traza las líneas en la página que


tiene delante.

—Por eso se llaman segundas oportunidades. —Me mira—. Cuando se trata


de la familia, a menudo se extiende también a la tercera y cuarta oportunidad.
Pero Luke solo cometió un error. Fue horrible, pero lo siente.

Frunzo el ceño en mi regazo, las palabras de Flynn se hunden.


—Yo… —Dejé escapar un profundo suspiro—. Puedo aceptar eso, pero no
explica por qué lo extrañé antes. Antes de leer los mensajes, quiero decir.

Hay una pausa antes que responda.

—Yo tampoco, pero podría ser una de esas situaciones que atribuyes a la
familia. Las líneas se difuminan más fácilmente. Importan más, pueden doler más
y pueden salirse con la suya más.

No puedo encontrar una buena respuesta, o argumento, para eso. Lo que dijo
suena lógico.

—Está bien. Siguiente pregunta.

Su dedo recorre la lista hasta que encuentra lo que está buscando.

—Una rápida. ¿Esta mujer Jennifer no es la madre de Dylan?

Niego con la cabeza.

—Luke no estaba saliendo realmente con la mamá de Dylan. Una noche con
un condón roto. Olvidé su nombre, pero la mujer murió cuando Dylan tenía un
año. Accidente de motocicleta.

—Vaya. —El rostro de Flynn no muestra nada más que preocupación—. Y


Jennifer tampoco parece estar mucho en la foto. —Aunque no me sorprende eso.
Solo la conocí unas pocas veces, pero era una perra frígida—. Está bien, sigue
adelante. —Escanea la lista por un momento antes de mirarme con una sonrisa—
. Luke le puso el segundo nombre a su hijo después de ti.

Aparto la mirada y escondo mi sonrisa. No voy a mentir; eso es un gran


honor. Mi pecho se contrae por toda la maldita melancolía. Las pocas veces que
vi a Dylan, era como Luke: contemplativo, un alma vieja y con los pies en la tierra,
y me pregunto si Jayden es similar.

Dylan también se parece a su padre en apariencia. Mientras que Luke


mantuvo su cabello oscuro corto porque no le gustaba lo ondulado que estaba,
Dylan lo tenía más largo y constantemente lo apartaba de su rostro. Mismos ojos
marrones, estructura ósea angulosa y piel clara. Luke también es un hijo de puta
alto, un metro ochenta o algo así, y siempre pensé que Dylan era alto y adulto
para su edad. A los cuatro, la gente solía preguntarse en qué grado estaba.
—Te gusta. —Flynn me sonríe y sacude la cabeza con cariño—. Veo a través
de su fachada, Sr. Matthews. —Ante mi ceño fruncido, simplemente vuelve a
concentrarse en la maldita lista—. Oh, esta: ¿qué hace Luke para ganarse la vida?

—Una pregunta sin una respuesta simple. —Me río con ironía, lanzando una
mirada en dirección a la cocina—. Hace muchas cosas. O, al menos, solía hacerlo.
Mencioné que tiene una maestría en lingüística, ¿verdad? —Flynn asiente, y yo
también—. Claro. Bueno, él hace un poco de todo. Es escritor, traductor, dicta
seminarios en universidades... —Estoy seguro que por eso estuvo en Oxford hace
unos años—. Trabajó en museos, y una vez, fue a una excavación en Grecia para
crear un registro o lo que sea que sucedió.

—Otro loco de la historia. —Flynn muestra una sonrisa—. Última pregunta


por ahora. ¿Cuándo vas a leer su último mensaje?

Finalmente

—Justo ahora mismo. —Me pongo de pie y me muevo hacia la cocina, mis
dedos pican por mi maldita tablet. Flynn me sigue y nos sentamos a la mesa—.
Entonces, solo presiono este botón F, ¿verdad? —Hago clic antes que pueda
responder y aparece Facebook.

Inclinando la tablet para que ambos podamos ver claramente, leí el mensaje
dos veces antes de sentarme con una mueca. Ese hijo de puta.

—¿Puedo…? —Flynn pregunta si puede acercar la tablet a él y yo agito una


mano para decir que está bien. Él puede tirar la maldita tablet contra una pared
por lo que a mí respecta. O puede golpearla contra la cabeza de Luke. Después
de un par de latidos, Flynn mira hacia arriba con el ceño fruncido—. ¿Por qué
estás enojado?

Me burlo y niego con la cabeza.

—Luke es un imbécil.

—Qué... eh. —El ceño fruncido de Flynn se profundiza, y mira entre la tablet
y yo—. ¿Leímos el mismo mensaje? —Señala la pantalla—. Se está disculpando
una vez más, y está feliz que estés feliz.

—Él me hace sentir culpable, ¡eso es lo que pasa! —Pateo mi silla hacia atrás,
enojado y jodidamente triste. Camino por la cocina y tiro de mi cabello, luego me
detengo para dirigirme a Flynn y señalo la tablet—. Él estuvo completamente
solo. Me siento como una mierda, ¡y se supone que no debo hacerlo! —
Ociosamente, me pregunto si esto es por lo que pasan las chicas, a lo que se
refieren como síndrome premenstrual. Mis emociones están por todas partes—.
No hice nada malo. —Señalo mi pecho—. Fui yo quien salió lastimado, pero
ahora estoy enojado porque no me conecté a esa basura antes.

Sabiendo por lo que estuvo pasando Luke, es imposible permanecer


indiferente. No importa que me lastimó, que me traicionó, porque nadie debería
tener que pasar por años de confusión, negación y arrepentimiento solo. No solo
eso, sino que Luke lo hizo mientras era padre de dos niños.

Dejo caer mi barbilla en mi pecho y cierro los ojos. Un pesado suspiro se me


escapa.

Tal vez estoy leyendo demasiado las cosas, en realidad desearía estarlo, pero
los mensajes de Luke apestaron a rechazo y soledad.

Espero que haya tenido alguien con quien hablar, pero tengo mis dudas. Luke
siempre fue… Yo no lo llamaría un solitario, pero tampoco busca la interacción.

—¿Estás bien?

Otro suspiro se escapa de mis labios y me paso las manos por la cara.

—Sí, eso creo. —Me acerco a la mesa de nuevo y me desplomo—. Debería


escribirle de nuevo. —Busco en el rostro de Flynn una reacción.

Inclina la cabeza.

—¿Estás buscando mi opinión?

Sí. No, quizás. Mierda.

—No. —No, tengo que hacerlo. Y decidir hacerlo hace que mi estómago se
apriete. La idea de tener a Luke en mi vida ya no es un deseo reprimido; es una
posibilidad real—. Tome una decisión, pero ¿qué piensas?

Él sonríe.

—Creo que es una muy buena decisión.


Bueno. Bueno. Si, vale. ¿Pero qué diablos escribo?

—Creo que sé dónde estará el domingo, por cierto. —Flynn desliza la tablet
sobre la mesa y me muestra la pantalla. Es el perfil de Luke, y veo que alguien
escribió en su página. Un viejo colega, parece. Él dice que extraña a Luke en el
trabajo y se pregunta qué hará el domingo para el cumpleaños de Dylan.

Leo la respuesta de Luke.

Dylan solicitó un día en Dover, principalmente para ver el castillo y los


acantilados, así que eso es lo que haremos.

Levanto mi mirada hacia Flynn, escéptico.

—¿Estás pensando que deberíamos ir a Dover? —No se compara con Londres


en tamaño, pero incluso si sabemos exactamente a dónde van, es imposible saber
cuándo y dónde podemos toparnos con ellos.

Flynn se encoge de hombros levemente, pareciendo estar de acuerdo con esta


idea. —Sería bueno tener un fin de semana fuera. —Aparta los ojos de mí, como
suele hacer cuando no está seguro de mi reacción—. Fue solo un pensamiento.
Por ejemplo, si no sabes cómo acercarte a él en un mensaje... A algunos les resulta
más fácil hablar en persona.

Bueno, definitivamente soy una de esas personas, pero más que eso, una
escapada de fin de semana suena como un sueño hecho realidad en este
momento. Ni siquiera sé cuándo fue la última vez que dejé Londres.
Probablemente la primavera pasada cuando hice couchsurfing en Escocia
durante una semana. Además, sería… hmm, ahora tengo curiosidad. Sin decir
una palabra más, busco rápidamente los mapas de Google y tengo que sonreír
ante mi buena fortuna.

El pueblo que tiene el hotel perfecto para mi plan de Public Display está
prácticamente de camino a Dover, sin contar un pequeño desvío de unos veinte
minutos hacia el oeste.

Esto podría funcionar. También me daría tiempo para pensar qué decirle a
Luke si nos lo encontramos en Dover. Si lo quiero lo suficiente, lo que creo que
quiero, no me importaría quedarme cerca de uno de esos lugares de interés todo
el domingo. Eso debería darnos mejores probabilidades de atrapar a los Rowes.
Mientras tanto, elaborar todos los detalles de mi plan me distraerá de
ponerme demasiado nervioso hasta que llegue el domingo.

—Parece que acabas de descubrir la fórmula correcta para la fusión fría —


dice Flynn.

Le sonrío y me estiro sobre la mesa para besarlo.

—Casi. —Volviendo a sentarme, pongo en marcha la primera parte del


plan—. En primer lugar, me encantaría irme contigo este fin de semana. —Él
sonríe ante eso—. Segundo, y esto es importante, ¿puedes mantenerte alejado de
Public Display hasta que regresemos a casa?

Sus cejas se juntan, y puedo decir que quiere preguntar por qué. Aunque es
inteligente. No responderé esa pregunta en particular, por lo que pregunta:

—¿Todo el fin de semana? ¿O a partir de ahora? Necesito detalles para que


mis administradores sepan.

—A partir de mañana sería genial. —Debería ser suficiente. Ahora es


miércoles, y los miembros necesitarán un aviso de un par de días. También tengo
que reservar la habitación de hotel adecuada. Lo cual… joder, está bien, tengo
suficiente dinero para alquilar un auto y algunas buenas comidas, pero tengo que
usar la tarjeta de Flynn para pagar la habitación.

Me recuerdo a mí mismo que me dijo varias veces que está bien usarla.

—También necesito acceso a tu cuenta en el sitio —agrego. Es bajo el nombre


de usuario de Flynn que publicaré los detalles. El viernes por la noche funcionará
mejor. De esa manera, tendremos todo el sábado para escondernos, y no dejar la
cama, hasta que nos dirigimos a Dover temprano el domingo.

—Me tienes curioso, Cory —se queja Flynn.

Elijo concentrarme en la emoción que veo mezclada con… sí, definitivamente


está nervioso y aprensivo. Pero lo tranquilizaré. Los miembros nunca me verán
como disponible de nuevo.
16
Meto las manos en los bolsillos de mis jeans y me apoyo contra el marco de
la puerta, mirando con satisfacción cómo Flynn revisa el jacuzzi en la terraza.
Salió el sol, hace calor, el aire es fresco y huele a bosque circundante, el viaje no
estuvo tan mal y estoy emocionado por esta noche.

Y nervioso por el domingo.

Debo decir que también estoy un poco nervioso por esta noche, pero la
anticipación es mayor. Es el lugar perfecto, uno al que me imagino regresando
de vez en cuando con Flynn.

Bajando una pequeña colina hay un campo de golf, o mejor dicho, el primer
hoyo antes de continuar hacia el este. Pero más allá del pasto, a unos ciento
cincuenta pies de distancia, está el estacionamiento de un restaurante. Si el hilo
de comentarios en Public Display es una indicación, habrá una gran multitud esta
noche. Y la distancia es suficiente para que no tengamos que preocuparnos por
revelar nuestros rostros. A menos que alguien tenga una cámara de video con un
gran zoom, sin mencionar que tiene que ser capaz de filmar en la oscuridad...

Les dije que se recomiendan binoculares.

Está abierto de par en par aquí, aunque estoy agradecido por los setos a
ambos lados, que nos dan privacidad de nuestros vecinos. No querríamos darles
un espectáculo.

Flynn quitando la tapa del jacuzzi llama mi atención, y sonrío ante la felicidad
que emana de él. Realmente necesitamos este fin de semana.

Tammy expresó su envidia, pero fue a medias. Hablé con ella anoche por
teléfono, haciendo planes para encontrarnos la próxima semana, y ella todavía
está con ese... chico, no recuerdo su nombre. Pero cualquier cosa que dure más
de una semana es un récord para ella, y aparentemente pronto irán a su casa de
verano en Brighton.
Deberíamos entrar después de la cena. Los ojos de Flynn brillan cuando se
encuentran con los míos.

—Mis abuelos tenían un jacuzzi antes de vender su casa y mudarse a un


condominio. —Su mano se desliza a lo largo de la superficie del agua—. Me
encanta.

Mi boca se abre para decir lo único que puedo pensar en este momento.
Perfecto. —¿Sabes lo que amo? —Me acerco a él y lo acerco, mis manos
deslizándose por los bolsillos traseros de sus pantalones cortos cargo.

Él sonríe y señala con la barbilla a la elegante parrilla cerca de uno de los


setos.

Niego con la cabeza y me inclino para besarlo suavemente.

—Veamos. —Sus manos suben por mis brazos y frunce los labios mientras
piensa—. ¿La cama tamaño king adentro? —No. Bueno, sí. Pero no. Otro
movimiento de cabeza. Él murmura—. ¿El spa para las esposas de todos los
golfistas?

Me río por la nariz.

—Tú, Huckleberry. —Lo beso de nuevo, más profundo—. Te amo —. Joder,


se siente bien sacarlo de mi pecho. Alejándome poco a poco, observo su boca
formando un silencioso “oh”. Su mirada incierta se mueve entre diferentes
puntos de mi rostro, y casi puedo escuchar su pregunta no formulada. ¿En
serio?—. No estoy bromeando. —Muerdo su labio inferior—. Te amo.

Traga audiblemente y agarra mis brazos con más fuerza, como si se estuviera
estabilizando, y deja escapar un suspiro.

—Yo también te amo.

Sonriendo ampliamente, jodidamente extasiado, reclamo su boca con la mía.


Realmente no funciona; nuestras sonrisas están en el camino, pero a la mierda. Él
quiere más, yo quiero más, vamos por más.

Eventualmente, la felicidad se ve frenada por otras necesidades apremiantes,


y lo levanto para sentarlo en el borde de la bañera de hidromasaje. Él gime
cuando acaricio su lengua con la mía. Al mismo tiempo, junta sus pies detrás de
mis rodillas y empujo mis dedos en su cabello.

—Te amo —murmura en el beso—. En gran medida, extremadamente,


exorbitantemente.

—Maldita sea —me río entre dientes, sin aliento—. Iba a usar esas palabras
exactas.

Horas más tarde, nos encontramos en una posición similar, pero estamos
dentro del jacuzzi, los chorros están encendidos y afuera está casi completamente
oscuro. La terraza solo está iluminada por los focos en el agua y el fuego
menguante que queda de nuestra barbacoa.

Perdimos nuestros boxers hace unos veinte minutos, justo antes que Flynn
me montara a horcajadas.

—No… oh, joder, joder, joder. —Entierra su cara en mi cuello mientras coloco
una mano entre nosotros para acariciar su polla—. No me explicaste por qué, por
qué mi computadora portátil está en esa silla.

Debería ver el lubricante detrás de la computadora portátil. Eso es mucho


más interesante.

—Creo que puedes adivinarlo —murmuro entre besos en su hombro. Lamo


pequeñas gotas de agua que caen de su cabello—. Estuviste con alfileres y agujas
desde que nos desnudamos.

De vez en cuando, mira hacia el campo de golf, no es que pueda ver muy
lejos; está demasiado oscuro, como si temiera que alguien saliera con una cámara.

Sé con certeza que hay gente filmando, si no en este momento, en cualquier


momento. Deberían ser las diez de la noche pronto, la hora que anoté.

—Tengo una conjetura. —Flynn levanta la cabeza, vacilante—. Sospecho que


pusiste una lista en el sitio. Inicialmente, pensé que sería para mañana, pero... —
Él mira hacia la oscuridad de nuevo, mordiéndose el interior de la mejilla—.
Ahora creo que es por esta noche, y no entiendo por qué estoy aquí —. Me mira—
. ¿No debería darte privacidad?
Niego con la cabeza y me inclino hacia atrás.

—Ve a leer la lista. En voz alta.

Frunce el ceño, confundido, pero hace lo que le pedí. Agarrando una toalla,
se pone de pie y se la envuelve alrededor de las caderas, luego sale del agua y
camina hacia la silla junto a la puerta. Veo que aparece Public Display y, a juzgar
por las líneas tenues que veo en la página, el chat ya está lleno de actividad.

—El webmaster presenta a su novio —lee Flynn— con una buena y dura...

Sonrío, aunque él no puede verme.

—Joder, Flynn. Con una buena y dura cogida. —Acaricio mi polla


perezosamente bajo el agua—. Ahora, toma el lubricante de detrás de la
computadora portátil y muéstrale a todos los voyeurs que no estoy disponible.

Se pone rígido, todavía de espaldas a mí, y se desplaza hacia abajo en la


página. Asumo que está leyendo los mensajes. Al principio me preocupa que algo
esté mal, que un miembro haya comenzado a atacar a los homosexuales o lo que
sea, pero cuando se ríe, decido que no puede ser.

—Están parados ahí afuera con binoculares. —Finalmente se da la vuelta


después de agarrar el lubricante y regresa al jacuzzi. Hay un momento de
nerviosismo mientras agarra su toalla, pero le digo que está bien. Le digo que es
hermoso, jodidamente sexy y que la gente quiere verlo, quiero verlo

La determinación brilla en sus ojos y deja caer la toalla al suelo.

El primer paso que da está lleno de una confianza que nunca vi realmente en
él, y hace que una inesperada oleada de orgullo se hinche en mi pecho. Me doy
cuenta que es un hito para él, lo que hace que este momento sea mucho más
significativo.

Lo detengo cuando está a medio camino, sentado en el borde.

—Te amo. —Me pongo de pie en el jacuzzi para besarlo, luego lo miro a los
ojos y sonrío ante la satisfacción en sus rasgos.

—Me siento más valiente contigo —susurra.


Al fallarme las palabras, tomo su boca con la mía de nuevo y derramo toda
mi admiración por él en ese beso. Entonces, de repente estoy hambriento como
la mierda, y lamo y pellizco mi camino por su frente, solo tres palabras resonando
en mi cabeza. Tengo que tenerlo, tengo que tenerlo, tengo que tenerlo.

—No me dijiste lo que piensas sobre mi plan. —Mirándolo fijamente, lamo la


parte inferior de su pene semiduro antes de chuparlo.

Jadea y agarra un puñado de mi cabello.

—Dios, Cory. ¿Esperas que yo mantenga una conversación ahora? —Me las
arreglé para asentir bruscamente mientras le lamía la cabeza—. Bien. —Él
resopla—. Creo... creo que estoy esperando despertar de un sueño. Tal vez
algunos se reirían de mis inseguridades, pero no, joder, mierda, no tú. Oh, Dios.
Tú, umph —gruñe mientras trago saliva—. sígueme la corriente. Haz esto por
mí... para que los demás puedan ver que estás conmigo.

Susurro y pellizco el interior de su muslo, a lo que él grita, luego me sumerjo


más para lamerle las bolas.

—Eso te habría despertado si esto fuera un sueño. —Cerrando los ojos, me


pierdo en complacerlo—. Pero me temo que tengo que reventar tu burbuja. No
soy tan desinteresado. —Lejos de ahí—. Esto también es para mí. Quiero que
vean que eres mío.

Él solo gime, asiente y deja caer la cabeza hacia atrás. Su mano guía mi cabeza
hacia su pene, y luego agarra el borde del jacuzzi para sostenerse antes que
comience a empujar dentro y fuera de mi boca.

—Increíble, increíble, te amo —murmura, jadeando—. Quiero que me folles.


No al revés.

Bien por mí. Estoy más que listo para hundir mi polla profundamente en su
culo apretado. Descubrí que prefiero follar a Flynn, pero a veces no hay nada
mejor que dejarse follar hasta el olvido.

Gimo alrededor de su polla mientras un chorro de líquido pre seminal cubre


el interior de mi boca, y me apresuro a succionar su raja. A cambio, Flynn gime y
me folla la garganta.

—Está bien, está bien, detente. —Me aleja de él.


Por un minuto, lo dejo recuperar el aliento mientras salgo del jacuzzi, casi
cayendo sobre mi trasero, para lubricar mi polla. Su sabor se siente en mi lengua,
y quiero que me llene cuando empujo dentro de él.

Siempre es así. Tengo que tenerlo todo. Probarlo y sentirlo en todas partes, y
preferiblemente al mismo tiempo.

La noche es cálida y tranquila, salvo alguna que otra brisa que nos pone la
piel de gallina y hace que los setos susurren ruidos de traqueteo.

Pasó un tiempo desde que escuché el fuego crepitar y chisporrotear.

—¿No tienes miedo que pase un huésped del hotel? —Flynn balancea sus
piernas sobre el borde y aterriza con más gracia de lo que jamás podría manejar.

—La hora del té terminó. —Le entrego la botella, necesitando sus manos
sobre mí—. ¿Pero si alguien pasa...? —. Me encojo de hombros e inclino la cabeza
para morderle el lóbulo de la oreja—. Déjalos mirar —. Se estremece, jugueteando
un poco con el lubricante. Entonces siento sus dedos perfectos alrededor de mi
eje, resbaladizos con un líquido frío—. Joder, bebé... —Acaricio su piel con la
nariz y aprieto los ojos.

—Me encanta tocarte —susurra contra mi mandíbula. Mi turno para


estremecerme—. Podría mirarte para siempre.

—Cristo, necesito follarte. —Agarro su mandíbula y lo beso con fuerza.


Cuando se separa para tomar aire, dejo más besos a lo largo de su cuello y
hombros. Al mismo tiempo, le doy la vuelta y le digo que se sujete al borde del
jacuzzi.

Me habría sentido mal por lo rudo que lo estoy tocando si no fuera por el
hecho que nunca vi a Flynn así de encendido. Ya está temblando y cantando
delirante más, más, más, y todavía no le toqué el culo. Pero lo rectificaré ahora
mismo. Rociándome un poco de lubricante en los dedos, beso el lugar entre sus
omoplatos y relajo lentamente sus músculos para mí.

—No —exhala—. Quiero tu polla. Sólo tu polla.

Cristo, follarlo con los dedos en estos días es más para mí que para él. Uso
ese tiempo para calmarme y simplemente disfrutar tocando a mi hombre. Pero a
la mierda. No estoy de humor para bromear y sacar cosas. Apretando mi polla
con el puño, la guío hacia su agujero y empujo suavemente hacia adelante
mientras Flynn deja escapar un gemido prolongado.

—¿Esto es lo que quieres, cariño? —Aprieto los dientes, sintiendo el agua, o


el sudor, correr por mis sienes—. ¿Quieres que te folle?

— Sí. —Él sisea y empuja hacia atrás—. Hazlo sucio, Cory. Por favor, por favor.

Escupo una maldición y agarro sus caderas, luego golpeo todo el camino. Un
jadeo ahogado es todo lo que escucho de Flynn, y me imagino su boca abierta en
un grito silencioso mientras empiezo a follarlo furiosamente.

—¿Es esto lo suficientemente sucio para ti? —Deslizo una mano alrededor de
su garganta y tiro de él hacia mí, con la espalda arqueada—. ¿Quieres que todos
los hijos de puta me miren sabiendo que soy adicto a tu culo perfecto? —Cierra
los ojos y asiente. Casi esperaba que estuviera tan frenético como me siento, pero
en todo caso, se ve sereno—. Te encanta esto —murmuro. Cada vez que traga,
siento su manzana de Adán balancearse bajo mi mano—. Lo quieres asqueroso y
jodidamente obsceno.

—Sí. —Es una respiración superficial—. A veces. Ahora. Joder, joder. —Rayas
rojas cruzan sus pálidas mejillas, y me doy cuenta que le gusta que lo saquen de
su zona de confort cuando soy yo. Porque él confía en mí.

Disminuyendo la velocidad, conduzco mi polla más profundo y muevo para


encontrar ese lugar suyo.

—Tan malditamente apretado. —Mis dientes se hunden en su cuello, lo


suficientemente fuerte como para picar—. Cuando esté cerca, ¿me dejarás
correrme en tu cara?

Él asiente rápidamente y alcanza su polla, pero lo detengo. Estoy a cargo, y


ahora mismo quiero sentirlo caliente y pesado en mi mano. Lo hago rogar. Lo
follo a través de súplicas y gemidos sin aliento, de alguna manera logrando dejar
de lado mis propias necesidades. Él es mi enfoque principal, y no me detendré
hasta que esté completamente saciado.

—No puedo esperar a verlo —le susurro al oído. Mis entrañas se agitan de
placer, provocando sensaciones de hormigueo que viajan por todo mi cuerpo—.
En tus labios, tus mejillas sonrojadas, tu lengua. —Él late en mi mano—. Lo
lamerás, ¿no?

—¡Cory! Estoy c… —Se detiene abruptamente.

Sabiendo que está tambaleándose al borde, lo empujo hacia adelante, mi


mano recorriendo la longitud de su columna.

—Acaríciate ahora. —Luego agarro sus caderas de nuevo y me inclino para


pasar su próstata de manera provocativa. Aprendí que no le gusta cuando lo froto
directamente, sino con un toque más ligero.

Mordiéndome el labio para contener los sonidos demasiado fuertes, miro con
avidez mi polla desapareciendo en su culo. Resbaladizo y caliente, apretado y
suave.

Cuando rozo la yema de mi pulgar contra su agujero para aplicar presión,


Flynn comienza a correrse. Su trasero se aprieta a mi alrededor, su cuerpo se
estremece y escucho la brusca inhalación de aire.

Es casi mi perdición. Un gruñido bajo retumba en mi pecho, y de repente se


siente como si alguien hubiera subido el termostato. Me tiemblan las rodillas,
pero me las arreglo para bloquearlas poniéndome más erguido.

En el momento en que Flynn se desploma contra el borde de la bañera de


hidromasaje, estoy ansioso por correrme. Retiro mi polla y busco una toalla para
que Flynn se sienta más cómodo arrodillándose en el suelo. Cosa que hace sin
una sola palabra. Él me acerca y besa mi cadera antes de trabajar mi polla duro y
rápido.

—Lo quiero, lo quiero —murmura, sin aliento.

—Sí, joder, ahora. —Mi orgasmo toma el control. Empujándome en sus


manos, fuerzo a mis ojos a permanecer abiertos—. Tómalo —. Chorro tras chorro
cae sobre su rostro, cuello y hombros.

Flynn lame lo que puede alcanzar y usa sus dedos para el resto. Agotado y
completamente exhausto, me apoyo en el jacuzzi y observo aturdido mientras
recupero el aliento. Santo infierno, volver al agua caliente ahora suena bien, pero
me quedaría dormido. Una ducha tendrá que ser suficiente y tengo la intención
de traer a Flynn conmigo.
—No puedo tener suficiente de ti. —Se pone de pie para besarme, y lo sigo
tanto como puedo, todavía respirando con dificultad. Exploramos la boca del
otro hasta que dejo escapar una risa temblorosa y lo abrazo a mí en su lugar.

—Ya terminé —murmuro somnoliento—. A diferencia de ti, ya no tengo


veinte años. —Alejándome, tomo sus mejillas pegajosas y descanso nuestras
frentes juntas—. Métete en la ducha mientras limpio aquí.

Sin embargo, “limpio” podría ser una exageración. Planeo echar un poco de
agua sobre la pared para lavar la liberación de Flynn, luego agarrar nuestra
mierda y entrar.

—Apúrate. —Me picotea la mandíbula—. Dios, estoy adolorido. —Hace una


mueca y se ríe suavemente mientras retrocede—. Del mejor tipo.

—Yo me ocuparé de ti. —Con eso, quiero decir que quiero jodidamente
abrazarlo. Solo abrazarlo. Debajo de las sábanas. Y dormir…

—Siempre lo haces. —Me da otra sonrisa antes de lanzarse dentro.

Respiro y miro las estrellas.

Sí, definitivamente volveré aquí en otro momento.


17

El sábado pasa demasiado rápido, un equilibrio perfecto entre hacer ejercicio,


en la cama y en otros lugares, y atiborrarnos de comida mientras revisamos el
ridículamente largo hilo de comentarios en Public Display.

Algunos apostaron por los videos, pero yo tenía razón. Las imágenes eran
demasiado granulosas y oscuras, y nadie podía vernos claramente a menos que
estuvieran aquí con binoculares. Y los que estaban aquí querían más. Aquellos
que no pudieron presentarse prometieron hacer tiempo para el próximo evento.

Oh, habrá una próxima vez.

Flynn contó con que algunas personas estarían decepcionadas por el hecho
que somos homosexuales, pero ahora lo sabe mejor. Eso no quiere decir que no
temiera un pequeño revés también, aunque también creía que los exhibicionistas
tenían una mente más abierta, lo que resultó ser el caso.

Ahora los miembros quieren ver más del tipo misterioso de FTW con el culo
caliente.

Sonrío ante la idea y me muevo más cerca de Flynn debajo de las sábanas. El
domingo llegó demasiado pronto y estoy jodidamente nervioso por lo de hoy.
Deberíamos levantarnos, porque tenemos que irnos pronto, pero... maldita sea.
¿Realmente veré a Luke hoy?

No tengo ni idea de qué decir si lo veo, pero espero que se me ocurra de forma
natural.

—Estas despierto. —Flynn bosteza y me da un apretón en el culo—. Estoy


tratando de sacudir mi estado de ánimo.

Todavía no es una persona que ame la mañana.

—Sé cómo deshacerme de él.


—No, no. —Él sonríe con los ojos cerrados y me aparta—. No tenemos tiempo
para eso.

Triste pero cierto.

—Tú te duchas primero —murmuro y lo beso—. Voy a empacar nuestra


mierda y preparar nuestro desayuno. —Un buffet está incluido en el precio, y
pedí el nuestro para llevar hoy. Solo tengo que ir a la recepción y conseguirlo.

—Mmm, está bien. —Me acaricia el cuello y tengo la sensación que va a lidiar
con su sexo matutino en la ducha—. ¿Estás nervioso? —Retrocede un poco para
mirarme con los ojos llenos de sueño.

—Eso es un eufemismo. —El nudo en mi estómago se aprieta.

Agarra suavemente mi barbilla y me besa castamente.

—Me compadezco completamente, pero creo que todo saldrá como se supone
que debe hacerlo.

Joder, eso espero.

Una hora más tarde, estamos en la carretera y desayunando con el sonido de


la radio.

Con cada milla, nos acercamos más y más a Dover, y pierdo el apetito.

A diferencia de ayer y la mayor parte del verano, está nublado y amenaza


lluvia, lo que algunos tomarían como una señal. Estoy tratando de no ser una de
esas personas.

—¿Manejaste mucho aquí en Inglaterra? —pregunta Flynn.

Me encojo de hombros y cambio de carril.

—Me tomó un tiempo probarlo una vez que me mudé aquí, pero tuve
algunos trabajos donde fue necesario.

Flynn todavía está desconcertado por eso. Cuando salimos de Londres el


viernes, me dijo que se acostumbró bastante rápido a la forma de pensar de los
peatones, pero que no se atrevía a conducir por miedo a tomar el giro equivocado
y terminar de frente al tráfico que se aproximaba.

—Ah, sí. Tus trabajos.

Lo atrapo sonriendo débilmente en mi visión periférica.

—¿Qué?

Se gira en su asiento para mirarme mejor.

—Creo que Luke ayudará más que yo allí. Deberías trabajar con algo en lo
que puedas usar tu título, y espero que te inspire.

Sin embargo, no se trata de inspiración. A decir verdad, realmente no sé por


qué no seguí una carrera en mi campo. Lanzo excusas como si no fuera asunto de
nadie, y... joder si lo sé, pero tal vez dudo que pueda hacer un buen trabajo.

—Oye, eso que sugeriste… —Me devano los sesos por lo que me dijo hace un
par de semanas cuando le mostré St. James's Park—. Sobre mí comenzando mi
propio negocio y mostrando a los estadounidenses los alrededores de Londres,
¿el trabajo de guía turístico? Me gusta un poco eso.

O tal vez mi madre tenía razón. La historia y la cultura son grandes


pasatiempos, pero no vale la pena dedicarles la vida.

—Sin embargo, cada vez que buscas trabajo, revisas listas y listas de trabajos
más serviles.

—Sí, sí —murmuro. Más adelante, veo un cartel que nos dice que estamos a
punto de entrar en Dover, lo que acaba con el tema.

Flynn probablemente ve la ansiedad escrita en mí. Agarra mi mano y me


consuela hasta que tengo que cambiar de marcha.

Me dirige usando la aplicación de mapas en mi tablet, y si el olor del océano


cada vez más fuerte es una indicación, nos estamos acercando. Todo lo que sé es
que el castillo de Dover está en lo alto de un acantilado.

—¿Y si no están aquí? —Dejo escapar un suspiro, más nervioso de lo que


estuve en años.
Estuvimos de acuerdo en que el castillo sería la apuesta más segura, ya que
tiene un estacionamiento para todos los visitantes y no sabemos lo suficiente
sobre los acantilados blancos y su accesibilidad, pero ¿y si nos equivocamos?

—Entonces buscamos su dirección o simplemente le escribes —dice


pacientemente mientras doy otro giro. Estamos rodeados de vegetación y colinas,
y cuando el estacionamiento aparece a la vista, podría vomitar—. Según el sitio
web del castillo, solo estuvieron abiertos media hora. Tenemos todo el día.

—De acuerdo. —Estaciono el coche en la esquina del estacionamiento, lo que


nos facilita la vigilancia. Inspeccionándome, pongo los ojos en blanco ante la
mancha de salsa de tomate en mi musculosa blanca. Sí, quizás no debí desayunar
mientras conducía. Mierda. Me abotono la camisa de franela y me subo las
mangas más allá de los codos. Una mano pasa por mi cabello, luego baja a mi
mandíbula. Ayer me afeité, así que la barba no está tan mal.

Sin embargo, los agujeros en mis jeans sí lo son. Pero me recuerdo a mí mismo
que Luke me vio así antes. Él es el tipo de profesor con sus pantalones y camisas
abotonadas, y yo soy el vagabundo.

—Va a estar bien, Cory.

Ya veremos.

Cuatro horas después, no estoy tan seguro.

El sol se abre paso entre las nubes mientras examino el estacionamiento por
enésima vez, y reflexiono sobre qué auto podría conducir Luke. Parece que usa
un automóvil con frecuencia y nació aquí, por lo que debería ser posible que ya
haya comprado un vehículo. Descarto autos de alquiler y coches con placas
extranjeras. Aun así, demasiados para especular.

Recostándome en el capó de nuestro propio carro de alquiler, miro mi tablet


en las manos de Flynn.

—¿Alguna novedad?

—Aguas turbias. —Suspira, señalando la pantalla—. Los acantilados se


extienden a lo largo de la costa, por lo que debe haber varios lugares para visitar,
pero se mencionan un par más que otros. Encuentro que la información es muy
restringida y deficiente.

Niego con la cabeza.

—Entonces nos quedamos aquí. —Después de todo, solo hay un camino que
conduce al castillo.

Saco mis gafas, me las subo por la nariz y cruzo los brazos sobre el pecho. Si
no fuera por nuestra misión, me hubiera encantado perderme en ese castillo
durante unas horas y hacer todos los recorridos. Dover siempre fue importante
para Gran Bretaña, sirviendo como puerto a Europa continental. Por esa razón,
también fue amenazado por invasiones en numerosas ocasiones a lo largo de la
historia.

Es la alfombra de bienvenida de Inglaterra.

Llega un autobús con turistas y me estiro para mirar más allá. De vez en
cuando, hay suficiente actividad en el estacionamiento que me hace temer haber
perdido a Luke y sus hijos.

Luke.

Me pongo rígido y entrecierro los ojos hacia un hombre que camina cuesta
abajo hacia el estacionamiento. Definitivamente es lo suficientemente alto y de
hombros anchos para ser Luke, y los pantalones beige y una camisa ¿celeste?...
abotonada son prendas que usaría. Más que eso, su pelo corto y oscuro coincide
con mi memoria.

Es él. Y está al teléfono.

—Flynn… —Trago saliva y señalo con la barbilla al hombre—. El, eh…,


jugador de fútbol pluriempleado como profesor.

Flynn ve a Luke cuando llega a su auto, un Toyota negro que no hubiera


imaginado que era suyo, y abre la puerta del lado del pasajero.

—Ve a hablar con él. —Flynn me da un codazo, sin irradiar la calma de la que
estuvo lleno toda la mañana.

—Buen Júpiter, ahora yo también estoy nervioso.


Me río nerviosamente y me meto las gafas en el bolsillo del pecho.

—Sí, está bien. No hay tiempo como el presente, ¿verdad?

—De acuerdo. —Él asiente con firmeza y tira de mí para darme un beso
rápido pero fuerte—. Te amo.

Exhalo, sintiéndome un poco mejor.

—Yo también te amo. —Dando un paso atrás, me detengo solo para cerrar la
distancia nuevamente y besarlo una vez más—. Gracias. Ya sabes, por… —Todo
esto, todo.

Flynn lo entiende.

Me armo de valor y empiezo a cruzar el estacionamiento, esperando que las


palabras perfectas aparezcan mágicamente. Pero no lo hacen, y de alguna manera
solo se siente raro decir:

—Hey, ¿qué pasa, hombre? Mucho tiempo sin verte. —No es que yo sea
realmente una persona de “ hey”.

Luke me da la espalda mientras hurga en la guantera, así que no me ve de


inmediato. Teniendo en cuenta que está hablando por teléfono, decido esperar
un segundo también.

—No dejes que te engañe, Mary —se ríe—. Lo más probable es que haya
inventado ese dolor de estómago para evitar el viaje de hoy. Informa a Jayden
que tengo a Santa en marcación rápida.

Mi boca se tuerce ante eso, y me calma un poco. Este es Luke. Nunca tuve que
estar nervioso delante de él.

Relajo mi postura y meto las manos en los bolsillos.

—Eso sería encantador —continúa—. Deberíamos estar en casa alrededor de


la medianoche. Dylan está haciendo un recorrido para niños en este momento, y
luego creo que el plan es cenar temprano antes que veamos los acantilados.
Quiere probar su nueva cámara.
Luke se parece mucho a lo que puedo ver. La misma voz cálida, el más
mínimo indicio de acento británico, aunque apenas perceptible, y el mismo
comportamiento amable que recuerdo. Distinguido en su apariencia, pero
siempre hubo una sensación de vacilación en su postura.

—Finalmente —murmura, aparentemente para sí mismo, lo cual


jodidamente recuerdo ahora. A menudo hablaba solo—. Oh, nada. Estaba
buscando mis antihistamínicos. —Hay una pausa antes que vuelva a hablar—.
Por mí está bien. Dile que lo amo —. Un zumbido de nervios recorre mi espina
dorsal mientras la llamada telefónica termina, pero no es tan malo como antes—
. Tú también, Mary. Adiós por ahora. —Cuelga el teléfono y cierra la puerta del
auto, girando hacia mí justo cuando guarda sus pastillas para la alergia.

Sonrío con cautela mientras se congela y se transforma en la imagen de la


incredulidad.

Ahora que tengo una vista de su rostro, puedo ver que los últimos siete años
dejaron algunos rastros, pero envejeció bien. La chispa en sus ojos que seguro
como la mierda no estaba allí en el pasado compensa las arrugas en su frente.
Probablemente se le pueda echar la culpa a Jennifer y al infierno por el que se
puso.

Sabiendo que tengo que tomar la iniciativa, doy un paso adelante y abrazo su
forma rígida. Pero un segundo después, sus hombros se hunden y él devuelve el
abrazo con fiereza. El alivio que fluye a través de mí es más contundente de lo
esperado, y tengo que parpadear para pasar el ardor en mis ojos.

—¿Cómo…? Nunca esperé… —Se aclara la garganta pero no habla de nuevo


por al menos un minuto. En su lugar, me da otro apretón.

Supongo que no superé a mi familia, después de todo. O uno de ellos.

Cuando se separa, agarra mis hombros y me mira, tal vez buscando cambios.
No sé. Logro una sonrisa acuosa, a lo que él sacude la cabeza minuciosamente y
me abraza una vez más.

—Cristo, niño —susurra con fuerza—. Apenas puedo creerlo.

Ahora Flynn lo sabrá. Yo también soy “niño”.


—No sabía qué escribir. —Mi voz es como grava—. No vi tus mensajes
hasta...

—Lo sé. —Se aparta para mirarme a los ojos. Se le escapa una risita y se seca
los ojos—. Siempre preferiste aparecer en su lugar. Supongo que eso no cambió.

Asiento y me aclaro la garganta.

—Flynn, mi novio... —Me detengo y miro hacia nuestro auto. Flynn está allí,
apoyado contra el capó como antes. Frente a nosotros. No puedo ver su
expresión, pero sé que está feliz por mí—. Vio tus planes para Dylan. —Me dirijo
a Luke de nuevo—. Le dijiste a un viejo compañero de trabajo en tu página.

Luke observa a Flynn por otro segundo antes de mirarme con una sonrisa.

—Ustedes dos están juntos en público, ¿supongo?

—Eh, sí. —Hago todo tipo de cosas con mi hombre en público, pero Luke no
tiene que saber hasta dónde se extiende ese “juntos”—. Estás de acuerdo con eso
ahora, ¿verdad? No crees que sea... “vil”.

Luke niega con la cabeza y tira de mí para darme otro abrazo.

—Te dije muchas cosas terribles, Cory, pero debes saber que las únicas
palabras que mantengo son las que te escribí. —Suelto un suspiro y asiento,
habiendo necesitado escuchar eso en voz alta—. ¿Me presentarás a Flynn? —Da
un paso atrás e inclina la cabeza, con el fantasma de una sonrisa en su rostro—.
Supongo que él es una de las razones por las que te ves tan tranquilo y feliz en
esa foto.

Sonrío y me encojo de hombros.

—Él es la mejor parte de mí.

Su sonrisa se vuelve triste.

—Todavía te subestimas, por lo que veo. Pero… —hace un gesto hacia Flynn
y comenzamos a caminar hacia allí— felicidades para ti. Me alegro que hayas
encontrado la felicidad.
Yo también. Mirando de reojo a Luke, diría que él también es feliz. Pero... hay
algo que falta. Después de haber leído sus mensajes varias veces, estoy dispuesto
a apostar que se está deleitando con la libertad de ser fiel a sí mismo. La única
pregunta es cuánto tiempo pasará antes que quiera más.

Cuando llegamos a Flynn, me uno a él a su lado, ocupado divirtiéndome.


Porque tengo la oportunidad de presentarle a mi novio al único miembro de la
familia que realmente me importa.

—Cariño —digo, juntando nuestros dedos— este es Luke, mi tío. Luke, mi


novio Flynn.

Flynn asiente cortésmente y extiende su mano derecha.

—Encantado de conocerte.

—Igualmente, Flynn. —Luke sonríe cálidamente—. Espero que ustedes dos


se unan a Dylan y a mí para cenar. —Consulta su reloj—. El recorrido debería
terminar en breve.

Dudo, porque por mucho que quiera ponerme al día, tengo que recordar que
es el cumpleaños de Dylan. Lo que debería haber considerado antes de aparecer
aquí sin anunciarme. Encontrarse con Luke sin sus muchachos cerca fue un
milagro.

—Uh, ¿tal vez deberíamos dejar que Dylan decida? —sugiero—. Se supone
que el día es sobre él.

—Cierto —asiente Luke— pero exactamente no puedo dejar que te vayas


todavía. A menos que tengas otros planes, por supuesto. —Niego con la cabeza—
. Maravilloso. Estoy seguro que también estará feliz de ver a su primo. Él te
recuerda, ¿sabes?

Mierda, ¿de verdad? Dylan no podía haber sido más que... huh. Sí, creo que
también tengo recuerdos de cuando tenía cuatro años. Antes que eso.

—Eso está bien. ¿Y Jayden...? —Entendí por la llamada telefónica de Luke


que no está aquí.

Luke se ríe irónicamente.


—Ese chico no está interesado en mucho a menos que haya animales. Un
vecino lo está mirando. —Sacude la cabeza con cariño—. Con suerte, él no la
asustará llevándose a casa un pájaro herido o algo así. Ya tenemos un gato de tres
patas que cuidar. —sonrío—. Está convirtiendo nuestra casa en un refugio para
animales.

—Y no lo niegas —me río. Luke no cambió allí.

Él sonríe.

—Los complazco, lo admito. —Sus ojos se posan en Flynn y luego vuelven a


mí—. Entonces, ¿cena?

—Sí. —Asiento y miro a Flynn, quien también asiente—. Suena bien.

—Bien —repite, pareciendo aliviado—. Quiero saber todo. —Hace una pausa
y se pone serio. —También quiero asegurarme que estoy realmente perdonado.
Estoy dispuesto a compensarte, Cory…

—No hay necesidad. —Lo interrumpo—. No voy a mentir; probablemente


necesite algunas garantías, pero... el tiempo ayudará, ¿sí? Empezaremos de
nuevo.

Flynn inclina la cabeza y me besa el hombro en apoyo silencioso.

Aprieto su mano.

Luke sonríe ante nuestro intercambio.

—Iré a buscar a Dylan. No te vayas.

—No vamos a ninguna parte —le prometo.

Cuando se gira y camina hacia el castillo, me dejo caer contra el capó y abrazo
a Flynn. Se quitó un gran peso de mis hombros, un peso que no sabía que estaba
allí en primer lugar. Nunca fui capaz de poner un dedo en lo que estaba mal. Solo
estaba mirando, buscando.

—Eres feliz —murmura Flynn. Siento un nudo en la garganta, así que todo lo
que hago es asentir y acercarlo más. Medio sentado en el capó, estoy a la altura
de su clavícula y apoyo la frente allí.
Me estremezco de placer cuando pasa sus dedos por mi cabello.

—Te amo. —Presiona un beso en mi frente.

Sintiéndome emocionalmente cansado, no muevo un músculo. Pero tiene que


saber lo agradecido que estoy. Si no fuera por Flynn... quiero decir, mierda. No
estaba mintiendo cuando le dije a Luke que Flynn es la mejor parte de mí.

—No tienes idea. —Lo aprieto contra mí—. Te debo tanto.

—Disparates. —Agarra mi barbilla y me hace mirar hacia arriba—. Además…


—la picardía brilla en sus ojos— te sentirás diferente cuando le cuente a Luke
todos los problemas de tu trabajo.

Le lanzo un ceño fruncido.

—¿Estás diciendo que hay algo malo en ser mesero o albañil?

Se ríe y choca su frente contra la mía.

—Sabes que no, y tú no eres ninguna de esas cosas. Estás desperdiciando tu


conocimiento, brillantez y pasión. —Su expresión se suaviza—. Puede que no te
des cuenta, pero me hiciste sentir más cómodo conmigo mismo. Es justo que te
devuelva el favor asegurándome que nada te detenga.

¿Por qué tengo la sensación que me conoce mejor que yo?

—Eres perspicaz. —Le daré eso.

Frunce los labios.

—Aprendo cosas nuevas sobre ti todos los días. Y… —sonríe y se inclina para
besarme— a diferencia de la Piedra de Rosetta, queda mucho por descifrar.

Resoplo una risita ante el bastardo descarado.

—Estás usando eso como una excusa para ser mi pequeño voyeur privado.

—No siempre tan privado.

Touché.
—En público, también.

En todas partes

Atrayéndolo a un abrazo de nuevo, nos quedamos allí, o medio sentados en


mi caso, en un cómodo silencio. Disfruto de los toques fáciles y, por primera vez,
nos considero como cualquier otra pareja, independientemente del género. Tal
vez soy lento en captarlo, pero puedo sentirlo ahora. Sentirlo de verdad.

Debe haber habido algún miedo persistente... o duda... en el fondo de mi


mente, no sobre mi amor por Flynn, sino que todo esto está bien y es natural, y me
hizo llevar las cosas al siguiente nivel tan rápido. Porque presioné mucho para
sacar a la luz nuestra relación en público; Empujé rápido, más bien. Fue solo el
día después que nos juntamos que invité a Flynn a desayunar en medio de uno
de los parques más grandes de Londres. Y una pequeña parte de mí lo hizo por
la razón equivocada: para probar un punto, a mí mismo, no a los demás, que no
deberíamos escondernos, que teníamos derecho a estar allí juntos.

Tal vez la aceptación de Luke haya borrado esa minúscula duda, y la próxima
vez que lleve a Flynn al parque a desayunar, lo haré únicamente porque quiero.
No porque sienta que tenemos derecho.

Mis acciones y deseos fueron correctos todo el tiempo, pero ahora puedo
respaldarlos por completo. Con entusiasmo.

Hablar acerca de liberarse, poder sonreírle a mi novio y atraerlo para besarlo,


en público, y creer honestamente que no somos diferentes al hombre que está
sentado junto a ese auto rojo que está besando a su esposa.

Solo mejorará, francamente maravilloso, experimentarlo todo con un novio


con el que quiero pasar el resto de mi vida.

FIN.

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