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S5 - 1.TERRORISMO - Definición Vinculante TC y CS

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1) Sentencia (15.NOV.

2001)

EXP. N.° 005-2001-AI/TC


LIMA
DEC. LEG N.° 895 Y OTRAS DISPOSICIONES
SENTENCIA DEL TRIBUNAL CONSTITUCIONAL
En Lima, a los quince días del mes de noviembre de dos mil uno, reunido el Tribunal
Constitucional en sesión de Pleno Jurisdiccional, con asistencia de los señores Magistrados
Aguirre Roca, Presidente; Rey Terry, Vicepresidente; Nugent, Díaz Valverde, Acosta Sánchez y
Revoredo Marsano, pronuncia la siguiente sentencia
ASUNTO
Acción de inconstitucionalidad interpuesta por el Defensor del Pueblo contra los artículos 1º,
6º, incisos b), c) y d), 7º, incisos a), b), c), e), f), g), i) primer y tercer párrafo y artículo 8º, inciso
j) del Decreto Legislativo N.° 895; así como, contra la Segunda Disposición Final de dicho
decreto, modificado por el artículo 2º de la Ley N.° 27235; también, contra el artículo 1º,
incisos a), b), c), d), e), f) y g), artículo 2º, inciso a), c), d), e), f), artículo 3º, inciso c) , d) y e),
artículo 4º, 5º y 8º del Decreto Legislativo N.° 897; y finalmente, contra los artículos 193º y
194º de la Ley N.° 27337 (Código del Niño y el Adolescente).
ANTECEDENTES
Manifiesta el demandante que la propia norma delegatoria de facultades, Ley N.° 26950, sobre
cuya base se expidieron los decretos legislativos impugnados, ya presentaba problemas, al
calificar como de "seguridad nacional" a la materia delegada, cuando se refería, en verdad, a
delitos que no amenazaban la seguridad nacional.
Sostiene que el artículo 1º del Decreto Legislativo N.° 895 vulnera el principio de interdicción
de la arbitrariedad, implícito, a su criterio, en el artículo 45º de la Constitución Política del
Estado, debido a que su concepto de "terrorismo especial" no concuerda con el concepto
constitucional de terrorismo, pues la conducta tipificada en el mencionado dispositivo carece
del elemento ideológico que caracteriza la finalidad política del terrorismo, tal como se infiere
de la Constitución.
Afirma también que el literal b) del artículo 6º, del Decreto Legislativo N.° 895 es incompatible
con el derecho a la libertad personal, presente en el artículo 2º, inciso 24), literal "f", de la
Constitución, dado que la mencionada denominación de "terrorismo" permite extender el
supuesto excepcional de detención por quince días recortando así, indebidamente, el derecho
de libertad.
Agrega que el artículo 1º y el numeral 6) del literal "a", del artículo 2º, del Decreto Legislativo
N.° 895, son contrarios al mandato de taxatividad como expresión del principio de legalidad
penal, presente en el literal "d", inciso 24), artículo 2º de la Constitución, ya que el primero de
los mencionados dispositivos, a continuación de los delitos de robo, secuestro y extorsión,
agrega "u otro delito contra la vida, (...)" Asimismo, el segundo de los dispositivos mencionados
tipifica como forma de delito de "terrorismo especial", el hecho de proporcionar información
sobre personas, patrimonios, edificios públicos, privados y cualquier otro, con la única
exigencia de que conduzcan a la elaboración de planes delictivos. Sostiene que este tipo de
enunciados amplía los márgenes de imprecisión y, por ende, de discrecionalidad policial, fiscal
y judicial en la interpretación de los tipos penales, cosa contraria al principio de taxatividad.
Este cuestionamiento se hace extensivo a los artículos 193º y 194º de la Ley N.° 27337, Código
de los Niños y Adolescentes, toda vez que el concepto de "pandilla perniciosa" resulta inédito
y se caracteriza por su ambigüedad y vaguedad.
Además, la Defensoría solicita a este Tribunal la declaración de inconstitucionalidad de los
incisos b) y d) del artículo 6º del Decreto Legislativo N.° 895. Afirma que estas disposiciones
resultan contrarias al literal "f", inciso 24) del artículo 2º de la Constitución, por cuanto
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posibilitan la detención de una persona en la etapa prejurisdiccional de los delitos tipificados


por el citado decreto, sin hacer mención alguna a que dicha detención deba realizarse en el
supuesto de flagrancia o existencia de resolución judicial. Asimismo, aduce que es
inconstitucional el inciso a), del artículo 7º del citado decreto, que regula la formalización de
la denuncia penal por parte del Ministerio Público y el inicio de la instrucción por parte del
juez, porque supone la posibilidad de que los imputados se encuentren detenidos antes del
inicio de la instrucción. Este cuestionamiento se haría también extensivo a los incisos b), c) y
d), del artículo 6º, del citado Decreto Legislativo N.° 897.
Se pretende también la declaración de inconstitucionalidad de los incisos c) y d) del artículo
6º, del Decreto Legislativo N.° 895, así como, de los incisos a), f) y g) del artículo 1° del Decreto
Legislativo N.° 897. Alega que estas disposiciones son contrarias a lo establecido en el inciso 4)
del artículo 159º de la Constitución, según el cual corresponde al Ministerio Público la
conducción de la investigación de los delitos, estando la Policía Nacional obligada a cumplir
sus órdenes; sin embargo, según el inciso c) del artículo 6º, del Decreto Legislativo N.° 895, es
la Policía Nacional la que solicita al juez la detención de una persona y no el Ministerio Público,
la misma que, inclusive, tendría poder para solicitar al juez restricciones de derechos tan
importantes como el de comunicación, que implican una capacidad técnico-jurídica de la que
carecen. Similar vicio de inconstitucionalidad presentaría el inciso a) del artículo 1º del Decreto
Legislativo N.° 897, según el cual es la Policía Nacional la que investiga los delitos agravados
tipificados por el Decreto Legislativo N.° 896, con la simple intervención del Ministerio Público
y no bajo su dirección funcional. En análoga situación, se encontraría el inciso f) del artículo 1º
del Decreto Legislativo N.° 897, conforme al cual, cuando la Policía Nacional lo solicite, el
Ministerio Público tendría que incluir en su denuncia una petición al juez para que éste otorgue
a la Policía la ampliación del plazo de investigación policial, agravando más aún tal situación,
cuando la misma norma señala que el juez, en el auto apertorio de instrucción, está obligado
a conceder dicha ampliación, tiempo durante el cual los procesados permanecerán bajo la
competencia de la Policía Nacional, detenidos en sus instalaciones. Esta norma vulneraría,
además, los principios constitucionales de autonomía e independencia reconocidos en el
inciso 1) del artículo 146º de la Constitución, ya que los jueces están sometidos sólo a la
Constitución y la ley, mas no a las decisiones de la Policía Nacional, y afectaría, también, el
principio de competencia judicial, pues a pesar de existir proceso penal abierto, los procesados
se encontrarían bajo la competencia de la Policía Nacional. Análogo vicio presentarían el inciso
d) del artículo 6º, del Decreto Legislativo N.° 895 y el inciso g) del artículo 1º, del Decreto
Legislativo N.° 897, debido a que establecen que es la Policía Nacional y no el Ministerio
Público, la que designa defensor al imputado que no ha nombrado abogado.
De acuerdo con los incisos a) y b) del artículo 7º, del Decreto Legislativo N.° 895 y al inciso e)
del artículo 1º e inciso a) del artículo 2º, del Decreto Legislativo N.° 897, el imputado, en todo
caso, tendrá mandato de detención en su contra desde el inicio de la instrucción. Según el
demandante, esta norma afecta el principio de presunción de inocencia, dado que
desnaturaliza el carácter cautelar de la prisión provisional y debilita las posibilidades de
defensa. El inciso c) del artículo 7º, del Decreto Legislativo N.° 895, así como el inciso a) del
artículo 2º, del Decreto Legislativo N.° 897, prohíben cualquier tipo de libertad durante la
instrucción, vulnerando la presunción de inocencia y el derecho de defensa. Por otra parte, el
inciso d) del artículo 7º, del Decreto Legislativo N.° 895 y el inciso b) del artículo 2º, del Decreto
Legislativo N.° 897, establecen que las cuestiones previas, prejudiciales, excepciones y
cualquier otra articulación, deberán resolverse en el principal al momento de la sentencia.
Sostiene la Defensoría que estas normas conllevarían a restringir el derecho de defensa del
imputado y a mantenerlo bajo prisión provisional durante el proceso. El primer párrafo del
inciso i) del artículo 7º, del Decreto Legislativo N.° 895, así como el artículo 4º del Decreto
Legislativo N.° 897, establecen que en la instrucción y el juicio oral no se podrá ofrecer como
testigos a quienes intervinieron, en razón de sus funciones o cargos, en la elaboración del
atestado policial. Por otro lado, el tercer párrafo del inciso i) del artículo 7º, del Decreto

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Legislativo N.° 895 y el artículo 5º del Decreto Legislativo N.° 897, establecen que no procede
recusación contra los magistrados intervinientes ni contra los auxiliares de justicia. Se afirma
que estas disposiciones afectan los mecanismos de defensa del imputado. El primer párrafo
del inciso i) del artículo 7º del Decreto Legislativo N.° 895 y el artículo 4º del Decreto Legislativo
N.° 897, establecen que el atestado policial tendrá valor probatorio. Con ello, se afecta no sólo
el derecho de defensa, sino, además, los principios que rigen la producción de la prueba en el
proceso penal, como los de inmediación, contradicción, publicidad e igualdad. Estas
disposiciones debilitan sustancialmente la posición del imputado, colocándolo en posición de
desventaja respecto al Ministerio Público y, desde esa perspectiva, resultan contrarias al
principio de igualdad de armas.
El inciso e) del artículo 7º, del Decreto Legislativo N.° 895, establece que la instrucción concluye
en un plazo de veinte días, prorrogables por diez días más. El inciso f) del artículo 7º, del
Decreto Legislativo N.° 895, establece en cuarenta y ocho horas el plazo para que el fiscal emita
dictamen, e igual plazo para que el juez emita el informe correspondiente; el inciso g), por su
parte, establece el plazo de veinticuatro horas para fijar fecha y hora de la audiencia, y el inciso
j) establece plazos excesivamente cortos para la tramitación del recurso de nulidad. Esta
sumariedad del plazo de instrucción debilita la naturaleza cognoscitiva del proceso, lo que no
respeta las exigencias del debido proceso y el principio de legalidad procesal penal (nulla
poena sine iudicio). Los dispositivos mencionados regulan una estructura procesal
inconstitucional que, además, de vulnerar el derecho y el principio antes citados, afectan el
principio de igualdad de armas y el principio de presunción de inocencia. Análoga situación de
inconstitucionalidad, presentan los incisos c), d), e) y f) del artículo 2º, del Decreto Legislativo
N.° 897, que regulan los plazos y trámites para la instrucción de los delitos agravados por el
Decreto Legislativo N.° 896; así como los incisos c), d) y e) del artículo 3º del Decreto Legislativo
N.° 897, regulatorio del recurso de nulidad.
El demandante afirma, además, que la Segunda Disposición Final del Decreto Legislativo N.°
895, modificado por la Ley N.° 27235, es inconstitucional porque afecta el derecho al juez
natural, al permitir que civiles sean juzgados por la justicia militar, por delitos comunes, pero
inconstitucionalmente tipificados como de "terrorismo especial".
Finalmente, sostiene que el artículo 8º del Decreto Legislativo N.° 895 y el artículo 8° del
Decreto Legislativo N.° 897, son inconstitucionales debido a que prohíben el acceso a
beneficios penitenciarios, lo que contraviene el artículo 1º y el inciso 22) del artículo 139º de
la Constitución, que establecen los principios de resocialización que rigen el régimen
penitenciario.
El Procurador Público del Estado a cargo de los asuntos judiciales del Consejo de Ministros,
contesta la demanda afirmando lo siguiente: que las disposiciones cuestionadas fueron
expedidas basadas en el ius puniendi del Estado; que dichas normas no vulneran el principio
de legalidad ni el principio de taxatividad, porque fueron expedidas por autoridad
legítimamente constituida, y porque el juzgamiento y la eventual condena de personas se
efectuará basándose en dichas normas. Afirma que la detención preventiva por el término de
quince días, que establece el Decreto Legislativo N.° 895, no contraviene la Constitución, dado
que ésta establece ese plazo en casos de terrorismo. Alega que no se vulnera la disposición
constitucional que reconoce al Ministerio Público la conducción jurídico funcional de la etapa
prejurisdiccional, ni se vulnera el principio de presunción de inocencia, dado que las penas
privativas de la libertad impuestas por el citado decreto legislativo son superiores a cuatro
años, lo cual justifica la necesaria expedición del mandato de detención, conforme la norma
impugnada –incisos a) y b) del Decreto Legislativo N.° 895– lo establece. Manifiesta que el
hecho de que los plazos procesales contemplados por la norma impugnada sean cortos, no
afecta el derecho al debido proceso ni el principio de legalidad procesal, dado que, para la
condena de una persona, habrá de mediar siempre un proceso judicial. Agrega que no se
vulnera el derecho al juez natural, porque el juez competente era el fuero militar y tampoco

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el principio que rige el régimen penitenciario establecido por el inciso 22) del artículo 139 de
la Constitución.
FUNDAMENTOS
1. SUSTRACCIÓN PARCIAL DE LA MATERIA
El artículo 5° de la Ley N.° 27472, del cinco de junio de mil novecientos noventa y ocho,
modifica el artículo 1°, deroga los artículos 2° y 3° del Decreto Legislativo N.° 896 y las
disposiciones del Decreto Legislativo N.° 897 que se opongan a dicha ley.
Las modificaciones al artículo 1° del Decreto Legislativo N.° 896 están referidas a las
penas correspondientes al asesinato, secuestro, violación sexual de menores de edad,
robo, robo agravado y extorsión, reduciendo los plazos de prisión.
Los artículos 2° y 3° del mismo decreto legislativo, derogados por la Ley N.° 27472, se
referían a la eficacia y vigencia de dicho decreto legislativo.
En cuanto a la derogación de las disposiciones del Decreto Legislativo N.° 897, que se
oponen a la Ley N.° 27472, debe considerarse que aquél establecía un procedimiento
especial para la investigación y juzgamiento de los delitos a que se refiere el artículo
1° del Decreto Legislativo N.° 896 ya mencionados, y prohibía el acceso a los beneficios
penitenciarios del Código de Ejecución Penal. Como el artículo 2° de la Ley N.° 27472
establece que dichos delitos serán tramitados de conformidad con las normas del
Código de Procedimientos Penales, y como el artículo 4° de la misma ley expresa que
los beneficios penitenciarios para los delitos previstos en el Decreto Legislativo N.° 896
se regulan por el Código de Ejecución Penal, debe entenderse que las disposiciones
del Decreto Legislativo N.° 897 sobre esas materias, han quedado derogadas,
produciéndose, consecuentemente, la sustracción parcial de la materia impugnada en
esta acción de inconstitucionalidad.
La nueva ley, por otra parte, no deroga los incisos a), b), c), f) y g) del artículo 1°, del
Decreto Legislativo N.° 897. Los incisos señalados regulan aspectos relativos a la
investigación policial y la intervención del Ministerio Público en la etapa pre-
jurisdiccional, no regulada por la nueva ley. Por esta razón, el Tribunal Constitucional
procede a pronunciarse sobre la inconstitucionalidad o no de los mismos, así como del
resto de disposiciones impugnadas aún no derogadas.
La derogación de una norma no implica, necesariamente, exoneran al Tribunal
Constitucional para pronunciarse sobre su inconstitucionalidad, ya que los efectos en
el tiempo de la norma derogada pueden variar ante una declaración de
inconstitucionalidad. Sin embargo, en este proceso, no es necesaria tal declaración de
inconstitucionalidad, dado que la nueva ley tendrá que ser aplicada respecto de los
efectos de la antigua, en virtud del principio de la retroactividad penal benigna.
2. LA DELEGACION DE FACULTADES POR EL CONGRESO AL PODER EJECUTIVO.
La Ley N.° 26950, del dieciocho de mayo de mil novecientos noventa y ocho
otorgó al Poder Ejecutivo autorización para legislar en "materia de seguridad
nacional".
La misma ley especificó la materia delegada en su artículo 2° e indicó que los
decretos legislativos que se expidieran con arreglo a dicha ley autoritativa,
tendrían por materia la Seguridad Nacional y se fundamentarían "en la
necesidad de adoptar e implementar una estrategia para erradicar un
peligroso factor de perturbación de esa seguridad, generado por la situación
de violencia creciente que se viene produciendo por las acciones de la
delincuencia común organizada en bandas, utilizando armas de guerra y
explosivos y provocando un estado de zozobra e inseguridad permanente en
la población".
Como consecuencia de lo anterior, se expidieron, entre otros, los Decretos
Legislativos N.os 895 y 897, impugnados por el Defensor del Pueblo en este
proceso constitucional y dirigidos a combatir la delincuencia común.

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El bien jurídico que se quiso proteger con la delegación de facultades, es,


según lo expresa la Ley N.° 26950, la Seguridad Nacional. Resulta necesario,
entonces, esclarecer el significado y los alcances de dicho concepto
("Seguridad Nacional"), a fin de averiguar si los decretos legislativos
impugnados se circunscriben al área delegada.
La enmarcación del contenido de la "Seguridad Nacional" es pertinente, a fin
de no extender el trato excepcional de limitación de derechos fundamentales
que su defensa supone –como valor prioritario para la sociedad– a actos que
no atentan contra ella y, por tanto, no justifican el trato limitativo
correspondiente.
Sin embargo, y previamente, debe notarse que el encargo del legislador no
basta, por sí solo, para esclarecer el contenido constitucional del bien jurídico
que se intenta proteger o el contenido de los actos que se busca sancionar,
porque el propio encargo del poder Legislativo puede ser inconstitucional, si
vulnera el artículo 104° de la Constitución que prohíbe delegar ciertas
materias.
El Poder Legislativo ha considerado que constituye delito de terrorismo,
contra "la Seguridad Nacional", la provocación de un estado de zozobra e
inseguridad permanente en la sociedad, por acción de la delincuencia común
organizada en bandas armadas, según consta en el articulado del Decreto
Legislativo N.° 895, y en el texto de la Ley N.° 27235, que lo modifica.
La Constitución, sin embargo, caracteriza a la Seguridad Nacional como un
bien jurídico íntimamente vinculado a la Defensa Nacional, más que a la
seguridad ciudadana o al llamado orden público interno.
Bajo el título de "De la Seguridad y de la Defensa Nacional", en efecto, el
artículo 163° de la Constitución expresa: "El Estado garantiza la seguridad de
la Nación mediante el sistema de Defensa Nacional". Los artículos siguientes
declaran que el sistema de Defensa está dirigido por el Presidente de la
República, y establecen la manera como están constituidas las Fuerzas
Armadas, cuyas finalidades primordiales son garantizar la independencia,
soberanía e integridad territorial de la República. Estas Fuerzas Armadas
asumen el control del orden interno sólo en casos de Régimen de Excepción;
es decir, para casos o situaciones que afecten la vida de la Nación, o en estado
o peligro de sitio, invasión o guerra.
El concepto de Seguridad Nacional no debe confundirse con el de seguridad
ciudadana. Aquélla implica un peligro grave para la integridad territorial, para
el Estado de Derecho, para el orden constitucional establecido: es la violencia
contra el Estado y afecta los cimientos del sistema democrático, como se
expresó en la vigésima cuarta reunión de Ministros de Relaciones Exteriores
de la Organización de Estados Americanos, este 20 de setiembre de 2001.
Supone, pues, un elemento político o una ideología que se pretende imponer,
y sólo puede equipararse a la seguridad ciudadana por excepción o
emergencia, cuando ésta es perturbada gravemente. La seguridad ciudadana
normalmente preserva la paz, la tranquilidad y la seguridad de los ciudadanos,
sin mediar el factor político y/o el trasfondo ideológico en su vulneración.
Quien delinque contra la seguridad ciudadana, no se propone derrocar o
amenazar al régimen político constitucionalmente establecido, a fin de
imponer uno distinto o una distinta ideología.
El poder punitivo del Estado tiene límites impuestos por la Constitución. No
puede ser arbitrario ni excesivo. Debe ser congruente con los principios
constitucionales y razonablemente proporcionado no sólo al hecho delictivo,
sino también al bien jurídico protegido. Por eso, no sólo el delito debe estar

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claramente tipificado en la ley, de manera detallada y explícita, sino además,


el bien jurídico protegido debe ser delimitado claramente, a fin de impedir
que ciertos actos sean calificados o tipificados equívocamente por el juzgador,
con las consecuencias de un proceso indebido y una pena injusta.
La necesidad comprensible, real y legítima, de combatir la delincuencia común
organizada en bandas armadas responde, más bien, al objetivo de preservar
el orden interno o la seguridad ciudadana, que a la finalidad de proteger el
Estado de Derecho, el régimen constitucional o la integridad territorial; es
decir, que al bien jurídico de la seguridad nacional. La delincuencia común,
aún organizada en bandas armadas, carece de la motivación político-
ideológica que es elemento constitutivo del delito de terrorismo que atenta
contra la seguridad nacional.
No coinciden, entonces, la materia delegada de Seguridad Nacional con el
objetivo que busca la delegación; es decir, combatir la delincuencia común en
su expresión de bandas armadas. Esta incongruencia en la propia delegación
de facultades bastaría para declarar inconstitucionales los decretos
legislativos que son objeto de la presente acción de inconstitucionalidad. En
efecto, dicha incongruencia ocasiona la irracionabilidad de la ley autoritativa
y, por lo tanto, en último análisis, su inconstitucionalidad. Ahora bien, los
decretos legislativos expedidos a partir de una ley autoritativa vigente, pero
incompatible con la Constitución, no convalidan su constitucionalidad formal.
La inconstitucionalidad de la ley autoritativa ocasiona una
inconstitucionalidad originaria de los decretos legislativos expedidos a partir
de aquélla. El Tribunal Constitucional considera que ello es razón suficiente
para declarar la inconstitucionalidad de los decretos legislativos impugnados.
En cuanto al fondo, el Tribunal concuerda con los argumentos de la
demandante –salvo los referidos a las pandillas perniciosas– y estima, además,
que, dada la naturaleza, las repercusiones de los decretos impugnados, el
interés nacional y el régimen transitorio de la normatividad jurídica, le
corresponde examinar y dejar constancia de su opinión sobre algunos
extremos de la demanda.
De conformidad con el artículo 45° de la Constitución, el Tribunal estima que
el artículo 1° del Decreto Legislativo N.° 895, modificado por el artículo 1° de
la Ley N.° 27235, vulnera el principio constitucional de interdicción de la
arbitrariedad, al calificar como terrorista a quien integre o sea cómplice de
una banda armada. En criterio del Tribunal, el terrorismo –agravado o
especial– tiene como sujeto activo a una agrupación organizada de personas
armadas; como sujeto pasivo al Estado; el bien jurídico tutelado por la
normatividad del terrorismo es el régimen político-ideológico establecido
constitucionalmente; y la acción o conducta proscrita es la sustitución o
variación violenta del régimen político, ideológico democrático y
constitucionalmente establecido. Ahora bien, aun cuando el sujeto activo o
agente de este tipo de ilícito penal está constituido por agrupaciones
organizadas y armadas, ello no implica que todos los ilícitos penales cometidos
por agrupaciones organizadas y armadas constituyan "terrorismo". En efecto,
el elemento que ha de caracterizar este tipo de ilícito es la finalidad política
y/o ideológica de la agrupación organizada. En consecuencia, si ésta no tiene
como objetivo esa finalidad política, el ilícito no constituye "terrorismo", sino
un ilícito común distinto. Esto mismo se desprende de la consideración
necesaria que debe efectuarse respecto del bien jurídico tutelado a través del
tipo penal del terrorismo. En la persecución del terrorismo, el bien jurídicio
tutelado es el régimen político democrático definido por la Constitución; vale

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decir, la Seguridad Nacional. En consecuencia, los ilícitos penales cometidos


por agrupaciones organizadas que no afectan este bien jurídico, porque no
tienen la finalidad de sustituir o variar el régimen político-democrático
establecido por la Constitución y carecen del elemento subjetivo tipificante,
no constituyen terrorismo.
Las bandas armadas a las que se refiere el artículo 1° del Decreto Legislativo
N.° 895, pueden ser utilizadas por el terrorismo, pero no toda banda armada
que robe, secuestre o extorsione, persigue objetivos políticos basándose en
una ideología. No es suficiente organizarse en bandas y utilizar armas de
guerra para ubicarse en la tipificación del terrorismo.
Como el delito de terrorismo implica la violencia contra el Estado y afecta el
sistema político de una nación, al pretender sustituir o debilitar al gobierno
constitucional, causando terror en la población, es precisamente por
amenazar el orden político estatuido, que la Constitución procesa aún y
sancionaba antes al terrorismo, con severidad única –la pena de muerte-
equiparable sólo al delito de traición a la Patria, pero no extensible a otros
delitos de naturaleza común.
Por otro lado, es cierto que las bandas armadas pueden ocasionar igual o
mayor inseguridad y miedo, sistemática e indiscriminadamente, que el
terrorismo, lo cual justificaría un trato penal riguroso y equiparable al del
terrorismo; pero sin el elemento político e ideológico, no puede ser calificada
su actuación como terrorismo.
En otros términos, no es constitucionalmente admisible que, a fin de aplicar a
las bandas armadas las normas procesales, sustantivas y ejecutivas penales,
rigurosas y severas que la Constitución reserva al terrorismo, al tráfico ilícito
de drogas y al espionaje –y que prohíbe para los demás delitos– se pretenda
"etiquetar" como terrorismo a conductas delictivas que no lo son.
Si resultara imprescindible, ante las circunstancias, que la Policía Nacional
detenga hasta por quince días –y no sólo hasta 24 horas, como ordena la
Constitución– a los integrantes de bandas armadas o a los actores de otros
delitos, el Estado de Derecho exige que se modifique la Constitución por las
vías regulares establecidas en ella. Y si resulta necesario que se imponga
judicialmente penas más graves a esos sujetos, deben modificarse las norma
penales, por la vía correspondiente.
No es constitucional, entonces, utilizar el tipo penal del terrorismo como
factor legitimador de la actuación del poder estatal destinados a combatir otro
tipo de delitos y, en consecuencia, es inconstitucional el artículo 1° del Decreto
Legislativo N.° 895.
El artículo 193° de la Ley N° 27337 define lo que debe entenderse por "pandilla
perniciosa" y el artículo 194° de la misma ley establece la penalidad
correspondiente. Debe considerarse que si bien el artículo 193° omite señalar
lo que debe entenderse por "grupo" de adolescentes; esto es, que no hay una
configuración cierta o caracterizadora de la conformación numérica de este
ente; sin embargo, la interpretación sistemática de esta norma en el contexto
del Código del Niño y el Adolescente –específicamente el artículo 196° que
menciona como sujeto activo de esta infracción al líder o cabecilla del grupo–
supone necesariamente una elemental organización y el concurso de una
pluralidad de sujetos, así como, una acción delictiva concreta. Así –y no de
otro modo- debe interpretarse el concepto de pandilla perniciosa.
El Tribunal considera que el otorgamiento de atribuciones tales como: la
incomunicación del detenido a solicitud de la Policía Nacional, la asignación
de abogado de oficio por la Policía Nacional si el detenido no lo designa, la

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investigación del delito por la Policía Nacional del Perú con la intervención del
Ministerio Público, la obligación del Ministerio Público de incluir en la
denuncia penal la petición de ampliación de la investigación, a solicitud de la
Policía Nacional, la obligación del juez de aceptar dicha petición y la
designación de abogado de oficio a la persona detenida por parte de la Policía
Nacional, trasladan a la Policía Nacional atribuciones que competen al
Ministerio Público conforme al artículo 159°, inciso 4) de la Constitución. En
efecto, es el Ministerio Público el encargado de la conducción del proceso en
la fase prejurisdiccional. La Policía Nacional desarrolla una función meramente
ejecutiva y, por ende, subordinada funcionalmente, en lo que a la
investigación del delito se refiere, al Ministerio Público. Así, el conjunto de las
atribuciones antes descritas resultan inconstitucionales, por contravenir a la
citada disposición de la Carta Política.
Por otra parte, el Tribunal considera la presunción de inocencia como
elemento conformante del debido proceso. Disponer en una norma procesal
penal que el imputado, en todo caso –es decir, sin sopesar las circunstancias
de cada expediente– tendrá mandato de detención desde el inicio de la
instrucción, contraría esa presunción y, por tanto, el debido proceso exigido
por la Constitución.
En consecuencia, no son constitucionales los incisos a) y b) del artículo 7°, del
Decreto Legislativo N.° 895.
Asimismo, la prohibición de conceder al imputado cualquier tipo de libertad
durante la instrucción –sin excepción– contraría no sólo la presunción de
inocencia, sino el derecho de defensa amparado por la Constitución. No son
admisibles constitucionalmente, entonces, el inciso c) del artículo 7°, del
Decreto Legislativo N.° 895.
Desnaturalizan el debido proceso y el derecho del demandante de acceder a
ciertas libertades durante el proceso, el inciso d) del artículo 7°, del Decreto
Legislativo N.° 895, al obligar al Juzgador a postergar, para el momento de
expedición de la sentencia, la absolución de cuestiones previas, cuestiones
prejudiciales, excepciones y otras articulaciones que, por su naturaleza
jurídica, deben resolverse antes.
La ley N.° 27235 que modifica el Decreto Legislativo N.° 895, en su Disposición
Final, permite que continúen en el fuero militar los procesos en trámite y,
eventualmente, procesos en reserva ante ese fuero. La citada disposición
contraría en estos supuestos al artículo 173° de la Carta Política.
De conformidad con esta norma constitucional, las personas civiles se hallan
sometidas a la jurisdicción militar cuando se trata de los delitos de traición a
la patria y terrorismo. Sin embargo, conforme se analizó antes, las conductas
tipificadas por el Decreto Legislativo N.° 895 no constituyen terrorismo, sino
simplemente, ilícitos comunes cometidos por agrupaciones organizadas. Por
esta razón, la competencia para el conocimiento de estos delitos, conforme al
citado artículo 173° de la Constitución, sólo corresponde a la justicia común.
No obstante ello, la Segunda Disposición Final del Decreto Legislativo N.° 895,
modificado por el artículo 2° de la Ley N.° 27235, publicada en el diario oficial
El Peruano, el veinte de diciembre de mil novecientos noventa y nueve,
establece lo siguiente: "Los procesos en trámite por los delitos de terrorismo
especial que son de conocimiento del fuero militar, continuarán tramitándose
por la misma vía". Esta disposición es inconstitucional, por afectar tanto el
artículo 173° de la Constitución como el derecho al juez natural.
Nadie ignora que la tranquilidad ciudadana se ha visto recientemente
perturbada, de manera grave, por el tipo de delincuencia que motiva esta

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sentencia, y que las autoridades competentes tienen no sólo el derecho, sino


también la obligación de investigar y sancionar, con severidad, las respectivas
agresiones a la paz pública, pero respetando los límites que impone la
Constitución. En la hipótesis de que los actuales medios legales y
constitucionales resultasen insuficientes, sería necesario introducir cambios
en la normatividad constitucional y legal, con el objeto de proporcionar los
medios necesarios para la represión de los delitos.
Por estos fundamentos, el Tribunal Constitucional, en uso de las atribuciones que le confieren
la Constitución Política del Estado y su Ley Orgánica
FALLA
Declarando FUNDADA, en parte, la acción de inconstitucionalidad interpuesta, y, en
consecuencia, declara la inconstitucionalidad, por la forma, de los Decretos Legislativos N.os
895 y 897, en sus disposiciones aún vigentes, y, además y complementariamente, la
inconstitucionalidad, por el fondo, de los artículos 1º, 2°, literal a), numeral 6), 6º, incisos b),
c) y d), 7º, incisos a), b), c), e), f), g), i), primer y tercer párrafo, e inciso j) y del artículo 8º del
Decreto Legislativo N.° 895, del artículo 2º de la Ley N.° 27235, de los incisos a), b), c), f) y g)
del artículo 1° del Decreto Legislativo N.° 897; e INFUNDADA en el extremo que impugna la
constitucionalidad de los artículos 193º y 194º de la Ley N.° 27337 (Código del Niño y el
Adolescente), los que deben ser interpretados en el sentido precisado en el Fundamento
correspondiente de la presente sentencia; declara, asimismo, que carece de objeto
pronunciarse sobre la constitucionalidad de las disposiciones derogadas del Decreto
Legislativo N.° 897. Dispone la notificación a las partes, su publicación en el diario oficial El
Peruano y la devolución de los actuados.
SS
AGUIRRE ROCA
REY TERRY
NUGENT
DÍAZ VALVERDE
ACOSTA SÁNCHEZ
REVOREDO MARSANO

2) Sentencia (las fallas de trascripción OCR son de origen)

Dictamen Fiscal

Ministerio Público
Segunda Fiscalía Suprema en lo Penal
Expediente N° 541-03.
Corte Superior de Lima.
C. S. N° 3048-2004.
Dictamen N°1824-2004-2ª FSP-MP-FN.

SEÑOR PRESIDENTE DE LA SALA PENAL DE LA CORTE SUPREMA DE JUSTICIA DE LA REPÚBLICA:

Viene en recurso de nulidad, interpuesto por ALFONSO ABEL DUEÑAS ESCOBAR, la sentencia
de fojas 988/1009 su fecha 26 de agosto del 2004, que falla ABSOL VIÉNDOLO de la acusación
fiscal por el delito de terrorismo, previsto en el segundo párrafo del inciso b) del artículo del
Decreto Ley 25475 y; CONDENÁNDOLO por la comisión del delito de terrorismo en agravio del
Estado, ilícito previsto en el artículo 2°, en el primer párrafo del inciso b) del artículo 3° y en el
artículo 5° del Decreto Ley 25475 y en los artículos 319° y primer párrafo del inciso 1) e inciso

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2) del artículo 320° del Código Penal, imponiéndole 25 años de pena privativa de libertad, 10
inhabilitaron con posterioridad a la sentencia por 03 años, asimismo le impusieron el pago de
60 días-multa y SI. 5 000 nuevos soles por concepto de reparación civil que deberá abonar a
favor del Estado.

Aparece de autos que el día 28 de abril de 1998 personal policial de la División contra el
Terrorismo llevó a cabo el Plan Operativo "Cosme-98-D4-Dincote", con el cual, tras realizar las
acciones de inteligencia correspondientes, se logró capturar a Alfonso Abel Dueñas Salazar,
conocido también con los alias de "Javier" y "Alfonso", a quien se le incrimina, en su calidad
de miembro del grupo delincuencial Sendero Luminoso, haber participado en una serie de
atentados terroristas como el robo del vehículo de placa de rodaje N° BI-9598, habiéndolo
utilizado el día 29 de octubre de 1993, juntamente con Guillermo Quispe Chipana y el sujeto
identificado con el alias de "Miguel", para atacar con material explosivo una tienda de la
cadena de supermercados Santa Isabel, ubicada en la primera cuadra de la calle Ucello, San
Borja; y los atentados contra las sucursales del Banco de Crédito del Perú y banco Wiesse
situadas de La Victoria, ocurridos en 1991.

Del análisis de actuado se advierte que se ha acreditado la responsabilidad penal del


encausado precitado, parecer que se funda en los siguientes medios probatorios:
manifestación policial del encausado Alfonso Abel Dueñas Escobar (fojas 49156), rendida en
presencia del representante del Ministerio Público y su abogado defensor, diligencia durante
la cual señala su domicilio en la calle Gólgota del Cerro San Cosme, admitiendo haber
pertenecido al movimiento terrorista Sendero Luminoso, ser conocido con el alias de "Javier"
y tener participación en diversas acciones subversivas como pintas, volanteos, y
embanderamientos por la zona del cerro San Pedro, Mercado de Frutas, cerro El Pino y la
Carretera Central, e igualmente en diversos atentados como el ocurrido el día 29 de octubre
de 1993 contra el supermercado "Santa Isabel" ubicado en la calle Ucello, San Borja, Banco de
Crédito y Banco Wiesse (ubicados en el distrito de La Victoria) y contra vehículos repartidores
de la empresa Coca Cola a cuyos choferes despojaban de los productos que transportaban y
de su dinero, agrega que se retiró de dicha organización terrorista siendo hospitalizado por
encontrarse mal de los riñones y padecer tifoidea

Esta versión se encuentra debidamente corroborada con la manifestación policial de Guillermo


Quispe Chipana (fojas 61/68, en presencia del representante del Ministerio Público y su
abogado defensor) el mismo que refiere haber participado en una acción de sabotaje a una
tienda ubicada en San Borja, realizada con los sujetos identificados con los alias de "Miguel" y
"Javier"; igualmente, Carlos Enrique Mora La Madrid al deponer policialmente (fojas 69/84, en
presencia del representante del Ministerio Público y su abogado defensor) acepta haber sido
miembro del Destacamento Zonal que pertenecía a la Zona Centro, integrado entre otros por
el (c) "Javier" o (c) "Alfonso" como mando militar, realizando acciones contra las agencias del
Banco de Crédito y Wiesse situadas en el distrito de La Victoria, así como los vehículos
repartidores de Coca Cola y Cristal, menciona que éste se retiró de su agrupación por
problemas personales y enfermedad.

De igual modo, el subversivo Braulio Mercado Quiñones (fojas 85/92, en presencia del
representante del Ministerio Público y su abogado defensor) sindica al (c) "Javier" como
partícipe del atentado contra el supermercado Santa Isabel de San Borja; por su parte Mario
Antonio Cajavilca De la Cruz (fojas 93/105 y 126/128, en presencia de un representante del
Ministerio Público y su defensor) señala haber pertenecido al Movimiento Revolucionario
Túpac Amaro, existiendo rivalidad con los también subversivos de Sendero Luminoso, entre
los cuales se encontraba el encausado precitado, conocido con el alias de "Alfonso Estrada",
el cual tenía su domicilio en la calle Gólgota del Cerro San Cosme; Abraham Guizado Ugarte al

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deponer policialmente (fojas 106/120, en presencia de un representante del Ministerio


Público y su abogado defensor) y rendir su declaración testimonial (fojas 203/204), admite ser
miembro del MRTA, habiendo conocido al encausado precitado con el alias de "Alfonso
Estrada", el mismo que era militante de Sendero Luminoso; por su parte, Miriam Quispe
Cárdenas (fojas 121/125, en presencia de un representante del Ministerio Público y su
abogado defensor) sindica igualmente a Alfonso Dueñas como integrante de la referida
agrupación delincuencial.

Del acta de verificación (fojas 138/139) se observa que, en presencia de un representante del
Ministerio Público, Alfonso Abel Dueñas Salazar narró detalladamente cómo se desarrollaron
los hechos que dieron lugar al atentado contra el supermercado Santa Isabel de San Borja,
desde la sustracción del vehículo identificado con placa de rodaje N° BI-9598, hasta la
colocación de la carga explosiva en el citado local comercial; asimismo, con los informes
técnicos de fojas 142/144, 145/147 Y 148/150 se deja constancia de los daños ocasionados al
supermercado Santa Isabel de San Borja, y agencias del Banco de Crédito y Banco Wiesse de
la avenida México; en el Informe Pericial de Explosivos Forense (fojas 152/153), croquis
ilustrativo (fojas 154) y paneaux fotográfico (fojas 155) se describe el atentado sufrido por el
supermercado Santa Isabel de San Borja así como los daños sufridos por los locales comerciales
adyacentes a este; medios probatorios que permiten crear certeza y convicción respecto de la
participación de Alfonso Abel Dueñas Salazar en los hechos criminales materia de condena,
encontrándose, por ello, arreglada a ley la resolución recurrida.

En consecuencia, esta Fiscalía Suprema en lo Penal es de opinión que se declare NO HABER


NULIDAD en la sentencia materia de elevación.

Lima, 09 de noviembre de 2004.

Resolución Suprema

RECURSO DE NULIDAD N° 3048-2004. LIMA

Lima, veintiuno de diciembre de dos mil cuatro

VISTOS; el recurso de nulidad interpuesto por el acusado ALFONSO ABEL DUEÑAS ESCOBAR
contra la sentencio condenatorio de fojas novecientos ochenta y ocho; de conformidad en
porte con el dictamen de la señora Fiscal Suprema en lo Pena!; y
CONSIDERANDO: Primero: Que la defensa del acusado Dueñas Escobar en su recurso
formalizado de fojas mil veinte cuestiono la condena estimando que no existen pruebas
suficientes que la sustenten, que se tomó como base de la condena la inexacta y restringida
sindicación de unos arrepentidos, que no existe testimonio directo acerca de los hechos sino
de gente que ha hecho referencia o lo vertido por terceras personas, que su patrocinado fue
torturado y golpeado durante la investigación policial, y que al defensor no se le permitió
revisar con la debida anticipación los testimonios de los arrepentidos. Segundo: Que la Policía
Especializada contra el Terrorismo, en el curso de su plan de investigaciones, y o propósito de
numerosas acciones de inteligencia y de intervenciones o diversos individuos vinculados a
"Sendero Luminoso" —en especial a Socorro Popular—, y con particular énfasis por la
incautación de documentos hallados en poder de los mismos (fojas ciento cincuenta y siete y
ciento cincuenta y ocho) y por declaraciones de diversos implicados y adscritos a dicha
organización, llegó a establecer que el llamado "Javier", "Alfonso Estrado" o "Alfonso" era
mando político militar: del destacamento zonal veintiuno centro de Socorro Popular, y como
tal había realizado varios atentados con explosivos en la jurisdicción de San Borja y La Victoria;
que, asimismo, en el curso de las investigaciones se identificó al acusado Dueñas Escobar como

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el cuadro senderista antes citado, capturándosele el día diecisiete de setiembre de mil


novecientos noventa y dos, a cuyo efecto se contó con las sindicaciones de dos arrepentidos:
A dos A cero cero cero ciento noventa y nueve y A uno A cero cero cero ciento cuarenta y dos,
y el testimonio de cinco personas vinculadas a Sendero Luminoso e incursas en procesos por
terrorismo: Guillermo Quispe Chipana, Braulio Mercado Quiñones, Carlos Enrique Mora La
Madrid, Abraham Guizado Ugarte y Miriam Quispe Cárdenas, quienes uniformemente lo
mencionan indistintamente como un cuadro de Sendero Luminoso y participante en varios
atentados terroristas —véase manifestaciones con asistencia del Fiscal fojas cuarenta y cinco,
cuarenta y siete, sesenta y uno, ochenta y cinco, sesenta y nueve, ciento seis y ciento
veintiuno, y actas de reconocimiento de fojas ciento treinta y seis y ciento treinta y siete (el
acta de fojas ciento treinta y cinco, de otro arrepentido, no ha sido consolidado con su
testimonio y, por tanto, no puede asumirse como evidencia apta para formar convicción)—.
Tercero: Que en sede preliminar el imputado, en una primera manifestación negó los cargos
(fojas treinta y ocho), pero los aceptó íntegramente en su primera ampliatorio de fojas
cuarenta y nueve —con asistencia del Fiscal Provincial Adjunto y abogado defensor—, y
parcialmente en su segunda ampliatorio de fojas cincuenta y siete, en la que sólo admite que
presionado participó en el robo de un vehículo y el atentado a la tienda Santa Isabel de San
Borja; que en sede judicial dicho encausado vuelve a negar los cargos, alegando maltratos en
la DINCOTE, así como se ratifica en la primera manifestación —instructivas de fojas
cuatrocientos cinco, cuatrocientos cuarenta y siete y seis cientos sesenta y seis, y declaración
en e! acto oral de fojas ochocientos doce—, Cuarto: Que de los dos arrepentidos que
declararon en sede preliminar sólo uno de ellos —el de clave A dos A cero cero cero ciento
noventa y nueve— concurrió al juicio oral, el otro se negó a declarar en sede de instrucción
judicial —véase acta de fojas cuatrocientos treinta y seis—; que el primero de los arrepentidos
identificó al imputado como ligado a Sendero Luminoso, a quien vio en dos polladas
organizadas por esa organización, y muy ligado a mandos de la misma; que los demás testigos
en sede de instrucción se retractan de los cargos que formularon en sede preliminar, y Quispe
Chipana en el acto oral —fojas ochocientos ochenta y dos— hace lo propio, mencionando al
igual que los demás conductas ilegales de la policía para obtener testimonios incriminatorios.
Quinto: Que los atentados con explosivos a la tienda de Santa Isabel en San Borja y a los locales
de los Bancos de Crédito y Wiese Limitado. en La Victoria se acreditan con el tenor de los
Informes Técnicos de la Unidad de Desactivación de Explosivos de fojas ciento cuarenta y dos,
ciento cuarenta y cinco y ciento cuarenta y ocho, y de las fotografías de fajas ciento cincuenta
y cinco; que estos hechos ocurrieron el veintinueve de octubre de mil novecientos noventa y
tres —Tienda Santa Isabel en San Borja, para lo cual se contó con la sustracción del vehículo
de placa BI—nueve mil quinientos noventa y ocho realizado al día anterior—, durante la
vigencia del Decreto Ley número veinticinco mil cuatrocientos setenta y cinco, y los días
veintiséis de setiembre de mil novecientos noventa y uno y treinta y uno de julio de mil
novecientos noventa y uno —Bancos de Crédito y Wiese, respectivamente—, cuando estaba
en vigor el Código Penal de mil novecientos noventa y uno. Sexto: Que si se tiene en cuenta
que las manifestaciones prestadas en sede preliminar se realizaron con la asistencia de un
Fiscal, así como de abogado defensor en el caso de los implicados en actos de terrorismo o
investigados, e incluso —respecto de los arrepentidos— los actas de fojas ciento treinta y seis
y ciento treinta y siete importaron un reconocimiento en rueda —sea mediante fotografías o
con el concurso de varios individuos— y en ellas asistió el Fiscal, es de concluir que en dichas
diligencias no se advierte objeción alguna a su legalidad —no hay evidencia que acredite que
los implicados y los arrepentidos fueran presionados o engañados por la autoridad policial para
declarar como lo hicieron— y a la seguridad de! aporte probatorio realizado; que en esas
condiciones las retractaciones realizadas en sede judicial carecen de mérito en tanto no se
advierten razones objetivas y fundadas que expliquen que la inicial sindicación se debió a un
error o fue consecuencia de una presión policial indebida; que, en cuanto al imputado Dueñas
Escobar, es de acotar lo significativo del acta de verificación fiscal —en este caso del Fiscal

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Militar— de fojas ciento treinta y ocho que da cuenta del robo del vehículo y del atentado a la
tienda de Santa Isabel en San Borja conforme al croquis ilustrativo de fojas ciento cincuenta y
cuatro; que si bien el certificado médico legal de fojas ciento cincuenta y uno do cuenta de
lesiones levísimas que sufrió el imputado, no es posible calificarlas de torturas o de agresiones
producidas para lograr una confesión, tanto más si en todas sus manifestaciones estuvo
asesorado por un abogado defensor de oficio,(oficio)y participó un Fiscal y si la primera
manifestación importó un rechazo a los cargos esgrimidos en su contra. Séptimo: Que es de
resaltar la declaración de la arrepentida con clave A dos A cero cero cero ciento noventa y
nueve —manifestación policial de fojas cuarenta y cinco y declaración en el acto oral de fojas
novecientos cuarenta y tres—, en tanto que prueba la vinculación del imputado con Sendero
Luminoso y, en especial, con dirigentes de esa organización, versión que a su vez confirma el
tenor de los documentos incautados y la base inicial de la investigación policial; declaración
corroborada que, asimismo, fortalece las iniciales sindicaciones de los implicados en los tres
atentados, acreditados con las pruebas científicas ya citadas —fojas ciento cuarenta y dos a
ciento cincuenta—. Octavo: Que, ahora bien, la conducta realizada por el imputado Dueñas
Escobar está incurso tanto en los artículos trescientos diecinueve —tipo básico— y trescientos
veinte —tipo agravado— primer párrafo del numeral uno y numeral dos —actuación en
calidad de integrante de una organización terrorista y generación de daños en bienes
privados—, de! Código Penal, así como en los artículos dos —tipo básico de 'acto terrorista'—
, y tres, inciso b}, —acto terrorista de individuo integrado a una organización terrorista— del
Decreto Ley número veinticinco mil cuatrocientos setenta y cinco, cuya constitucionalidad ha
sido confirmada por la sentencia del Tribunal Constitucional del tres de enero de dos mil tres,
recaída en el asunto Marcelino Tineo Sulco contra la legislación contra el terrorismo,
Expediente número cero diez-dos mil dos-AI/TC; que se trata de un concurso real de delitos:
tres actos terroristas —atentados con explosivos a locales comerciales— realizados como
integrante de una organización terrorista. Noveno: Que es de significar que el delito de
terrorismo básico —artículo dos del Decreto Ley número veinticinco mil cuatrocientos setenta
y cinco—, contiene un elemento teleológico, esto es, exige una especificidad del elemento
intencional, que se expresa — elemento subjetivo tipificante—, en cuanto a su finalidad
última, en la subversión del régimen político ideológico establecido constitucionalmente, y
que en estricto sentido es el bien jurídico tutelado, de suerte que la acción proscrita y razón
de ser de la configuración típica desde una perspectiva final es la sustitución o variación
violenta del régimen constitucional, tal como se ha establecido en la Sentencia del Tribunal
Constitucional del quince de noviembre de dos mil uno, recaída en el Asunto Defensoría del
Pueblo contra Legislación sobre Terrorismo Especial, Expediente número cero cero cinco-dos
mil uno-AI/TC; que, respetando en su esencia los principios constitucionales sentados por la
sentencia del Tribunal Constitucional del tres de enero de dos mil tres, es del caso precisar los
alcances generales del aludido tipo penal; que esta figura penal exige, desde la tipicidad
objetiva, que el sujeto activo realice una de dos modalidades de acción típica, centradas en la
perpetración de delitos contra bienes jurídicos individuales —vida, integridad corporal,
libertad y seguridad personal, y contra el patrimonio— o contra bienes jurídicos colectivos —
seguridad de los edificios, vías o medios de comunicación o transportes, torres de energía o
transmisión, instalaciones motrices o cualquier otro bien o servicio—; asimismo, requiere
concurrentemente que el agente utilice determinados medios típicos: los catastróficos —
artefactos explosivos, materias explosivas—, y los que tengan entidad para ocasionar
determinados y siempre graves efectos dañosos; y, por último, debe producir concretos
resultados típicos: estragos, grave perturbación de la tranquilidad pública, y afectación de las
relaciones internacionales o de la seguridad sociedad y de! Estado; que a ello se une, desde la
tipicidad subjetiva, el dolo del autor, sin perjuicio de tomar en cuenta la específica
intencionalidad antes mencionada; que tratándose de una interpretación de un tipo penal de
especial importancia, que en rigor complemento la llevada a cabo por el Tribunal
Constitucional, es del caso otorgarle carácter de precedente vinculante de conformidad con el

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numeral uno del artículo trescientos uno—A del Código de Procedimientos Penales,
introducido por el Decreto Legislativo número novecientos cincuenta y nueve. Décimo: Que
es de precisar que en la sentencia recurrida se ha impuesto pena de inhabilitación, cuando esa
pena no está prevista en el Decreto Ley número veinticinco mil cuatrocientos setenta y cinco,
ni lo estuvo como pena accesoria en el Código Penal vigente, única forma de adicionarla a
tenor de la concordancia de los artículos cuarenta y ocho y cincuenta del Código Penal, por lo
que es del caso dejarla sin efecto; que, por otro lado, se ha impuesto una pena por debajo del
mínimo legal de treinta años fijado por el artículo tres, inciso b), del Decreto Ley numero
veinticinco mil cuatrocientos setenta y cinco, pese a que no existe fundamento legal alguno
para hacerlo; que tal error jurídico, sin embargo, no puede corregirse porque implicaría afectar
el principio de la interdicción de la reforma peyorativa, en tanto que el único recurrente es el
imputado; que, finalmente, en la sentencia impugnada se ha condenado concurrentemente
por delito de asociación terrorista —artículo cinco del Decreto Ley número veinticinco mil
cuatrocientos setenta y cinco—; sin embargo, como el imputado ~ perpetró los actos
terroristas en esa situación personal de asociado terrorista, el aludido tipo penal se subsume
en la forma agravada de A acto terrorista, por lo que es del caso absolver en este extremo. Por
) estos fundamentos: declararon NO HABER NULlDAD en la sentencia de fojas novecientos
ochenta y ocho, de fecha veintiséis de agosto de dos mil cuatro, en cuanto condeno a Alfonso
Abel Dueñas Escobar como autor del delito contra la tranquilidad pública — terrorismo en
agravio del Estado, ilícito previsto en el artículo dos, primer párrafo del inciso b) del artículo
tres del Decreto Ley —y no Ley como equivocadamente se ha consignado número veinticinco
mil cuatrocientos setenta y cinco, y los artículos trescientos diecinueve y trescientos veinte,
primer párrafo del inciso primero y el inciso segundo, del Código Penal, en su texto originario
aprobado por Decreto Legislativo número seiscientos treinta y cinco, y le impone veinticinco
años de pena privativa de libertad y sesenta días multa, así como cinco mil nuevos soles por
concepto de reparación civil a favor del Estado; con lo demás que al respecto contiene;
declararon NULA el extremo de la sentencia que impone la pena de inhabilitación posterior a
la sentencia por tres años; declararon HABER NULIDAD en la propia sentencia en la parte que
condena a Alfonso Abel Dueñas Escobar como autor del delito contra la tranquilidad pública
— terrorismo en agravio del Estado, en el ilícito previsto y sancionado en el artículo cinco del
Decreto Ley número veinticinco mil cuatrocientos setenta y cinco; reformándolo: lo
ABSOLVIERON del mencionado delito en agravio del Estado, y ORDENARON se archive lo
actuado definitivamente en ese extremo y se anulen los antecedentes penales y judiciales del
imputado, oficiándose; ESTABLECIERON como precedente vinculante lo estipulado en el
noveno fundamento jurídico de esta Ejecutoria Suprema, disponiéndose su publicación en el
Diario Oficial y, de ser posible, en el Portal del Poder Judicial; y los devolvieron.—

S.S.
SAN MARTíN CASTRO
PALACIOS VILLAR
BARRIENTOS PEÑA
LECAROS CORNEJO
MOLINA ORDOÑEZ

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