Realmente Las Válvulas Suenan Mejor
Realmente Las Válvulas Suenan Mejor
Realmente Las Válvulas Suenan Mejor
– Parte 1
Se ha hablado mucho sobre la superioridad de los amplificadores de válvulas, muchos dirían que hay
algo mágico en el sonido que obtienen. Los propietarios de estos amplificadores destacan sus sonidos
vivos y presentes, matices de gran detalle y sobre todo una calidez y musicalidad que no se encuentran
en los equipos de transistores. Es curioso como una tecnología pionera a principios del siglo pasado
pueda desbancar para muchos a los modernos equipos transistorizados. Pero… ¿Realmente suenan
mejor las válvulas?, ¿Cuánto de mito hay en esto?, Y en tal caso, ¿Cómo es posible que no se haya podido
superar esa calidad con transistores?, ¿Merece la pena un amplificador de válvulas?.
En los siguientes artículos intentaré dar respuesta a estas preguntas. Para ello, es interesante empezar
con un poco de historia para entrar en contexto. ¡Vamos a ello!
Durante los años 20′ la síntesis de todos estos descubrimientos causó una rápida expansión de la
radiocomunicación, así como de los sistemas de megafonía y Public Address (PA). Además empezaron a
aparecer los primeros receptores de radio a válvulas domésticos alimentados por baterías. Estas radios
estaban construidas con válvulas triodo de calentamiento directo (de las que mas tarde hablaremos) y
estaban reservadas a unas pocas clases sociales por su elevado precio. La gente con menor poder
adquisitivo se tenía que conformar con las antiguas radios de galena de bajo coste. En estos receptores
la energía utilizada para producir el sonido procedía de la propia onda de radiofrecuencia.
Fue durante los años 30 cuando los ingenieros empezaron a tomarse realmente en serio la calidad del
audio. Esto fue principalmente incentivado por el auge de la industria del cine sonoro y la aparición de la
radio FM.
La potencia también empezó a ser un factor clave. Un punto de inflexión importante fue la invención de
las válvulas pentodo. Estas resolvieron el gran problema de la “emisión secundaria del ánodo” de los
triodos y tetrodos de potencia utilizados hasta la fecha. Esto se traducía en una mayor eficiencia y
potencia. En esta década se introdujeron los archiconocidos pentodos KT66 y 6L6, que hoy en día
seguimos viendo en gran cantidad de amplificadores de guitarra.
En las siguientes décadas la tendencia de los amplificadores de audio fue la reducción cada vez mayor
de la distorsión armónica (THD). Se llevó a cabo con etapas de potencia de pentodos o tetrodos de haz
dirigido, con cada vez mas altas realimentaciones negativas para estabilizar y “limpiar” el sonido. El
máximo exponente de esta moda de la realimentación y la potencia fue el amplificador Williamson, que
montaba en la etapa de potencia válvulas KT66 en conexión triodo, obteniendo un THD nunca antes visto
inferior al 0,1%. Otras versiones fueron equipadas con 6L6, con las que se obtenía algo menos de
potencia.
En los años 50′ y 60′ la rápida expansión de la radio FM, la televisión y la popularización de los discos de
vinilo de microsurco de 33 rpm y 45 rpm, dio el impulso definitivo a la industria de la alta fidelidad. El
sonido domestico se democratizó, los altavoces redujeron en gran medida su tamaño, y esto, a su vez fue
contrarrestado por el incremento de la potencia de los equipos. Los diseños Willianson de 6L6 y KT66
que no llegaban a los 20W fueron sustituidos for diseños ultralineales de las recientemente surgidas
válvulas EL34 y KT88, duplicando la potencia.
De forma paralela, estaba creciendo otra gran industria que tendría a la válvula como elemento clave
hasta nuestro días: la guitarra eléctrica. Los primeros amplificadores de guitarra eran equipos de
reducida potencia. Montaban transformadores ajustados e ineficientes altavoces de AlNiCo.
Precisamente esta precariedad en sus especificaciones fue la desencadenante de un nuevo sonido, un
nuevo estilo musical y movimiento juvenil conocido como Rock n’ Roll. Estos amplificadores
generalmente eran tocados al límite de sus capacidades, generando gran cantidad de distorsión. Esto,
lejos de ser un problema, fue bien aceptado por los músicos y de forma prácticamente accidental surgió
el sonido crudo y pesado que definirían este estilo musical.
La guitarra eléctrica, sin embargo, puedo resistir el envite en mayor medida por la gran adopción de los
músicos, que no eran capaces de encontrar el mismo sonido en los nuevos diseños transistorizados. En
este caso, los amplificadores de guitarra de transistores y los de válvulas han podido convivir hasta
nuestros días, adaptándose cada uno a las demandas y presupuestos de cada músico.
Con todo lo expuesto, la evolución del sonido doméstico y profesional hacia el transistor ha sido obvia y
razonable. La reducción de costes, la portabilidad, la eficiencia, la potencia e incluso la enorme reducción
de la distorsión armónica se ha visto favorecida por el surgimiento y adopción del transistor. Al día de
hoy, el peor de los amplificadores low cost transistorizado, mejora con creces las tasas de THD del mejor
de los amplificadores válvulares de triodo de caldeo directo, considerado por muchos el buque insignia
del Hi End.
A finales de la década empezaron a surgir un pequeño nicho de audiófilos que se saldrían del camino
establecido y desempolvarían los antiguos amplificadores de los años 50′ para ponerlos a competir con
los modernos transitorizados. Realmente se vio que estos amplificadores tenían algo distinto: una mayor
espacialidad, una naturalidad y un realismo que nadie recordaba. ¿como era posible?, ¿a caso todos los
ingenieros de la época se estaban equivocando?, ¿donde estaba el secreto?, ¿como se podía medir?.
Midiendo la musicalidad
Uno de los grandes retos es comprender los mecanismos de la psico-acústica: Nuestros oídos captan un
sonido, este es transformado en impulsos nerviosos que viajan al cerebro el cual los decodifica e
interpreta. Es muy curioso como este puede percibir ciertos matices dificilmente medibles mediante la
instrumentación y sin embargo pasar por alto otros tan evidentes. ¿Cómo es posible?. Quizás haya que
retroceder y plantearnos como y para qué ha a evolucionado nuestro sistema oído-cerebro. La escucha
de sonidos reproducidos electricamente es algo nuevo en nuestra evolución como especie. Hemos
evolucionado para percibir sonidos de nuestro entorno, sin procesar, en vivo y en directo. Por alguna
razón los sonidos emitidos por amplificadores a transistores se perciben como fríos y procesados, y los
de válvulas vivos y naturales a pesar de su distorsión armónica. Pero, ¿En que consiste exactamente esta
distorsión?.
La distorsión armónica (o THD), es la deformación de una onda de sonido (que llamaremos frecuencia
fundamental) debido a la incorporación de múltiplos de esta frecuencia. Si ponemos el ejemplo sencillo
de 1kHz, el primer armónico correspondería con la frecuencia fundamental (1kHz), el segundo armónico
sería 2 kHz, el tercero 3 kHz y así consecutivamente.
De la misma forma que la onda se deforma añadiendo armónicos, también la podemos reconstruir
restándolos, y esto es algo que a nuestro cerebro se le da muy bien. ¡Puede incluso llegar a reconstruir
una frecuencia fundamental completamente inexistente! Este caso de reconstrución extremo lo vemos a
diario en las conversaciones telefónicas. El tono fundamental de una voz humana esta comprendido
entre los 100Hz y los 300Hz. Sin embargo, debido a sus limitaciones, un teléfono no puede reproducir
nada por debajo de los 300Hz, Esto no nos impide reconocer una voz e identificar su timbre a la
perfección. Nuestros sistema auditivo ha evolucionado para crear “atajos” que faciliten nuestra
comunicación. La THD es una distorsión presente en la naturaleza que es familiar para nosotros y
tenemos mecanismos de reconstrucción suficientemente precisos. Por ello un amplificador con una
relativamente alta THD puede sonarnos como la vida misma, sin perdida de información. Sin embargo,
¿por que los amplificadores transistorizados no suenan igual de naturales?. En este caso debemos de
buscar la respuesta en otro tipo de distorsiones menos perceptibles por la instrumentación, que a
diferencia del THD si que eliminan información dificilmente recuperable.
En la gráfica se puede ver la región típica de polarización de un transistor o válvula. En el diseño del
circuito se debe polarizar el componente en su zona mas lineal posible, sin embargo no hay
componentes perfectamente lineales y el resultado se puede apreciar en la gráfica: el semiciclo
negativo de la onda de salida tiene una amplitud ligeramente inferior que la onda de salida. Esto
introduce en la señal distorsiones armónicas (THD) principalmente de segundo orden. Las válvulas
superan en linealidad a cualquier transistor bipolar o FET. Hasta la fecha no se ha inventado un
componente mas lineal que una válvula de vacío. Esta linealidad destaca especialmente en los triodos, y
si hilamos fino los de caldeo directo son los que se llevan el premio. Como veremos esto tiene grandes
repercusiones en el diseño.
Otro rasgo distintivo de las válvulas es su alta tensión y rango de operación. Esto por un lado es una
ventaja en cuanto a fiabilidad, ya que puede soportar grandes picos de tensión sin destruirse, y por otro
lado permite un mayor rango dinámico en el manejo de la señal. De esta forma puede amplificar desde el
detalle mas sutil a la señal mas intensa sin salirse de su rango lineal y por lo tanto sin añadir distorsión.
Además otra características es que al rebasar este rango el recorte de la señal es mas suave que el del
transistor. Este último al tener un recorte (o clipping) mas abrupto introduce en mayor medida
armónicos de tercer orden menos deseados.
Por otro lado hay que remarcar su mayor impedancia de salida respecto al transistor. Esto es un arma
de doble filo, por un lado implica tener que utilizar transformadores para adaptar la impedancia de las
válvulas de salida a la baja impedancia del altavoz, pero por otro lado permite el uso de condensadores
de desacoplo de valores mas pequeños en el preamplificador, lo cual, como veremos mas adelante es
otro factor que afectará al sonido.
Otra característica relevante de la válvula es su gran estabilidad frente al calor. Los transistores tienen
grandes desviaciones en función de la temperatura, lo cual se corrige en gran medida con diseños
complejos y realimentaciones. Esto conlleva los efectos nocivos que veremos en el siguiente apartado.
Se podrían nombrar mas factores físicos que pueden alterar en cierto modo el sonido final como
el efecto Miller, el retraso de la señal, o la peor inmunidad a la radiofrecuencia de los transistores. Pero
nos centraremos en los anteriores por tener un mayor efecto.
La realimentación asegura una respuesta completamente plana, con distorsiones THD ultramínimas, con
una ganancia constante y con una mayor independencia de la temperatura. ¡problema resuelto!. Pero no
queda ahí la cosa. Gracias a la realimentación es posible estabilizar etapas push-pull de gran potencia, de
una forma altamente eficiente, barata y con distorsiones THD bajísimas. Estos beneficios de la
realimentación ya se comenzaron a utilizar en los años 50 con los diseños de pentodos en push-pull
(recordemos el circuito Williamson), para conseguir potencias y tasas de THD imposibles de conseguir
con las anteriores etapas de potencia de triodo. Las válvulas pentodo y tetrodo, aunque mejoran en
linealidad a los transistores, están por detrás de los triodos y es común encontrarlos en etapas
realimentadas, aunque con realimentaciones mas moderadas que en las etapas transistorizadas.
La tendencia de la industria a ido hacia la reducción del THD a costa de altas realimentaciones, pero
detrás de todas estas ventajas hay un problema oculto, y precisamente aquí damos con LA MAYOR DE
LAS CLAVES. Hasta ahora parecían maravillosas todas las bondades de los circuitos transistorizados
realimentados, pero esto tiene un efecto colateral que durante mucho tiempo pasó desapercibido (o no
se le quiso prestar atención), algo mucho mas difícil de medir que el THD y que la mayoría de fabricantes
ocultan en las hojas de especificaciones técnicas. Estamos hablando de la distorsión por
intermodulación transitoria “TIM”. En la segunda parte de este articulo veremos en que consiste y por
que es tan importante. No os lo perdáis por que esto se pone interesante…
La realimentación negativa
Hemos visto como la la mala linealidad de los transistores conduce a altas distorsiones armónicas. Una
solución para reducirla es la utilización de realimentaciones negativas. Por otro lado la mala estabilidad
frente a la temperatura de los transistores fomenta el uso de amplificadores de potencia de clase B y AB.
Estos son mas eficientes pero tienen el problema colateral de la distorsión de cruce por cero (crossover
distortion). Esta distorsión se resuelve (o mas bien se oculta) al incrementar aun mas las tasas de
realimentación.
Por otra parte tenemos los amplificadores operacionales utilizados en la sección del preamplificador.
Estos tienen una distorsión en bucle abierto que puede llegar al 70%. Una vez mas la realimentación
negativa soluciona el problema. Los amplificadores de válvulas, sin embargo, son mas moderados en el
uso de realimentaciones. Un factor limitante de ello es transformador de salida. No es posible utilizar
mas de un 20% de realimentación sin observar efectos de “motorboating” (inestabilidad en bajas
frecuencia) en la etapa de potencia. En el caso de los amplificadores de válvulas es típico el uso de los
amplificadores en clase A. Estos carecen de distorsión de cruce por cero. El calor extra generado en este
régimen de funcionamiento no afecta a la estabilidad de las válvulas como sucede en los transistores.
Tampoco suelen ser necesarias medidas adicionales para evacuar el calor. Un tipo de amplificador de
clase A muy utilizado en equipos de alta fidelidad es el SET (Single-Ended Triode). Este es uno de los
preferidos de los audiófilos por la siguientes razones:
El triodo es la válvula mas lineal jamás fabricada. Especialmente los de caldeo directo, como los
clásicos 300B de Western Electric
La operación es en pura clase A
La distorsión de cruce por cero no existe
A consecuencia de los anteriores puntos, la realimentación es mínima o innecesaria
Cualquier componente electrónico tiene una velocidad limitada de respuesta. Cuando se introduce una
señal eléctrica en un circuito, a la salida se observa un retraso de la misma. Si esta señal se vuelve a
realimentar a la entrada se observa que las señales no coinciden. Esto crea una distorsión de
intermodulación transitoria (Trasient Intermodulation Distortion, TIM) compuesta por armónicos de orden
elevado. El problema empeora al encadenar etapas realimentadas y al incluir una realimentación global.
Por supuesto la distorsión armónica (THD) disminuye, pero por contra se incrementan los armónicos de
alto orden. Los armónicos de orden bajo (2º y 3º), son dificilmente perceptibles. No obstante se ha visto
como el segundo armónico añade riqueza y calidez a la música. El tercero es a menudo mal visto por ser
un armónico impar. Sin embargo también es un armónico muy presente en la naturaleza. Al igual que el
segundo añade riqueza y espacialidad a la música, aunque en menor medida. Para comprenderlo no hay
mas que acudir a la teoría musical: el tercer armónico es el quinto grado (dominante) de la frecuencia
fundamental. Sin ir mas lejos hay instrumentos musicales que tienen al 3º como su armónico de mayor
relevancia, como el clarinete o la flauta. Los sistemas de cinta magnética producen una cantidad de
distorsión del 3º armónico muy superior al del 2º, y nadie diría que suenan mal. Sin embargo la
percepción va empeorando a medida que aumentamos el orden de los armónicos. Esto es especialmente
problemático en los armónicos impares a partir del 7º. Volviendo a la teoría musical, el 7º sería una
séptima mayor, el 9º una segunda mayor y el 11º una cuarta aumentada. Estas notas quedarían
desafinadas con la fundamental. En general todos los armónicos de orden elevado tienen una
repercusión en nuestra percepción mucho mayor que los de orden bajo. Incluso estando atenuados en
muchas ordenes de magnitud. Estos añaden ruido y confusión en la mezcla, enmascaran los detalles y
aumentan la fatiga auditiva. Los amplificadores de válvulas, además de tener tasas de realimentación
mas reducidas, también tienen una respuesta mas rápida que los de transistores. Esto se debe a las
buenas características de slew-rate o propagación de la señal en las válvulas. Como consecuencia
distorsión TIM se ve todavía mas reducida. En conclusión, vemos como los amplificadores de transistores
tienen tasas mas bajas de THD (armónicos de orden bajo) pero un gran contenido en armónicos de orden
superior. Esto tiene un gran impacto en la percepción subjetiva. El sonido se vuelve estéril, borroso y a la
larga aumenta la fatiga. Por su puesto no hay que ser dogmático ni generalizar con esto. Hay
amplificadores de transistores de alta gama que tienen muy en cuenta todo esto. Se ha avanzado mucho
en el diseño consiguiéndose especificaciones muy parecidas a las válvulas, además de una mayor
potencia y mejor respuesta en graves. Sin embargo en gamas mas modestas se siguen viendo todos
estos problemas y sin duda la diferencia en el sonido es muy notable.
El efecto de los condensadores
A la hora de acoplar una etapa preamplificadora con la siguiente lo mas común es la utilización de
condensadores. Estos permiten eliminar la componente continua de tensión de la etapa predecesora.
De este modo la siguiente etapa recibe la señal de audio sin polarización alguna. Una de las
características que vimos en los transistores es su baja impedancia de salida. Esto lleva a la utilización
de condensadores de altas capacidades, a menudo electrolíticos por sus altas capacidades disponibles.
Por ello es muy común ver placas de transistores inundadas de estos condensadores. Los electrolíticos
tienen una respuesta pobre en altas frecuencias y todavía peor en bajas frecuencias por el efecto de
la Absorción Dieléctrica. La AD produce un efecto memoria en estos condensadores. Esto provoca un
cierto ciclo de histéresis cuando se hacen pasar por él bajas frecuencias. Como consecuencia se genera
una distorsión armónica (THD) en estas frecuencias.
Otra característica derivada de la alta impedancia de las válvulas es la necesidad de trabajar a tensiones
elevadas. Esta gran tensión de operación permite un amplio rango de señal. La onda de sonido puede ir
desde unos pocos milivoltios hasta decenas de voltios sin saturarse. Esto se traduce en un rango
dinámico mayor.
Además de aumentar la dinámica, en el punto de saturación el recorte es mas suave que los dispositivos
de estado sólido. A parte del recorte mas abrupto del transistor, la realimentación negativa tiende a
cuadrar la onda. Esto a su vez fomenta la aparición de armónicos impares. La válvula sin embargo,
cuando se lleva a saturación suave tiende a recortar solo un semiciclo de la onda. Esta distorsión
asimétrica está compuesta en su mayor parte por armónicos pares. En la gráfica de la distorsión
armónica que vimos en la primera entrega del articulo podemos observar como el segundo armónico
(par) corresponde con una onda asimétrica, mientras que en el tercero la onda es totalmente simétrica.
Si fuésemos mas allá e hiciésemos esta onda totalmente cuadrada (recorte agresivo), estaría compuesta
por todos los armónicos impares hasta el infinito (3º, 5º, 7º, […], ∞º). En alta fidelidad los diseños siempre
evitan llegar a este punto de saturación. Sin embargo esta característica de recorte es especialmente
deseado en amplificadores de guitarra. Es este recorte asimétrico cargado de armónicos pares el que
otorga calor y cremosidad a los amplificadores valvulares. El recorte simétrico, mas propio de
amplificadores de estado sólido tiende proporcionar sonidos mas metálicos y afilados.
No hay nada mas natural y redondo que una etapa de potencia de un amplificador de guitarra
en overdrive. El transformador es un contribuyente vital en la distorsión de la etapa de potencia. Sin
embargo hay una creencia popular de que estas bondades vienen de la saturación del transformador.
Esto es completamente erroneo. Un transformador pequeño efectivamente entrará en saturación
magnética si se le hace trabajar por encima de sus limites, pero esto no causará una distorsión agradable
precisamente. Cuando el flujo magnético alcanza su límite, se limita el ancho de banda del transformador
y se empobrece la respuesta general. Para hacernos una idea, la saturación de un transformador sería el
equivalente a bajar el potenciómetro de graves a cero y echarle una gran manta por encima al altavoz.
Para no llegar a este punto es importante utilizar transformadores con la suficiente cantidad de hierro.
¡En el caso de los transformadores de salida, el tamaño importa! Entonces, ¿De donde proviene la
distorsión tan deseada en estos transformadores?. La pregunta tiene trampa, por que realmente no
proviene del transformador. Al menos una parte significativa. Gran parte del overdrive es creado de
la interacción del transformador con la válvulas de potencia. La frecuencia cambiante del sonido
provoca una impedancia cambiante en el trasformador. Esta impedancia es vista por las válvulas
alterando su corriente de placa. Como consecuencia se puede observar un aumento de la distorsión
armónica a medida que se hace trabajar al transformador con señales de mayor amplitud. Esta
distorsión de interacción le da calor al sonido y es difícil de emular en el preamplificador. De ahí la gran
importancia de elegir un buen transformador.
La fuente de alimentación
Por último hay que destacar en el impacto de la fuente de alimentación en los amplificadores 100%
valvulares. Es decir los amplificadores que cuentan con válvula rectificadora en la fuente de
alimentación.
La función de esta válvula es convertir la corriente alterna procedente del transformador de alimentación
en corriente continua, que es la corriente a la que trabajará el amplificador. En los diseños de estado
sólido, esta válvula se sustituye por diodos rectificadores infinitamente mas pequeños, baratos, rápidos y
estables. Las fuentes de estado sólido están mucho mejor reguladas y proporcionan grandes picos de
corriente sin inmutarse. Los inconvenientes de las rectificadoras a válvulas son, una vez mas, bien vistas
por los guitarristas. La gran impedancia interna de estas válvulas provoca una caída de tensión
cambiante con las demandas de corriente. Es decir, ante un ataque fuerte de las cuerdas, la tensión de la
fuente de alimentación caerá. ¿Como afecta esto al sonido?. Tras la caída de tensión, y conforme se va
apagando el sonido de la nota, la tensión de la fuente se va restableciendo. Este aumento provoca a su
vez un incremento de la ganancia del amplificador, y por lo tanto del volumen. Como consecuencia la
nota se mantiene durante mas tiempo. Es decir, acabamos de incrementar el sustain. Podemos decir
que la válvula rectificadora tiene el efecto de un pedal compresor natural.
Conclusiones
En estos artículos he intentado explicar lo que para mi son los puntos mas importantes que marcan la
diferencia entre las válvulas y los transistores. El sonido que produce cada amplificador es muy subjetivo.
Se tiende a generalizar en que las válvulas siempre son superiores. Sin embargo muchas veces se puede
caer es sugestiones y sesgos. Por ello he intentado dar una respuesta desde un punto de vista lo mas
objetivo posible. Espero haber podido resolver muchas dudas. No obstante cualquier consulta será bien
recibida en los comentarios.