Ejercicios Narrativa
Ejercicios Narrativa
Ejercicios Narrativa
Características Generales.
Focalizaciones.
Tipos de Narradores.
Estilos Narrativos.
Tipos de Personaje.
Disposición de
los
acontecimientos.
Alteraciones de
la temporalidad.
Subgéneros Narrativos.
Nombre:
2
Género narrativo
Presencia de un narrador
Relación de los acontecimientos ubicados en una espacio y tiempo determinados
Presencia de personajes caracterizados física y psicológicamente
Dinamismo (evolución de los hechos y los personajes a lo largo de la historia)
Género narrativo
Relata acontecimientos
ficticios creados por
un escritor
Narrador Acontecimientos
Novelista o cuentista
Personajes
• Narrador
• Personajes
• Tiempo
• Espacio
Cada uno de estos elementos cumple un papel importante en la exposición del relato literario.
Veamos primero al narrador de un texto narrativo literario:
1. NARRADOR: El narrador es el ser ficticio creado por el autor de un texto narrativo, que cumple
la función de intermediario en la entrega del relato por el autor al emisor. A través del narrador, el
autor organiza y da forma internamente a la narración, remitiéndonos a un mundo ficticio, cuya
realidad es independiente del mundo real, es decir, creada o recreada a partir de éste por medio
del lenguaje, de la palabra expresiva; en distintos niveles de representación.
3
Este ser ficticio se caracteriza por tener un punto de vista, perspectiva o focalización en relación con
los hechos que relata.
A. Focalización: Consiste en el ángulo de visión o foco desde el que narra los hechos. De acuerdo
con esto, el narrador tiene distinta participación en los hechos y distintos grados de conocimiento
con respecto a estos. Los puntos de vista o focalizaciones del narrador son los siguientes:
• Focalización cero: se identifica con el narrador omnisciente. La narración se sitúa fuera de los
acontecimientos, teniendo una visión directa de ellos y un conocimiento acabado de los
personajes.
Ejemplo
―Para siempre habría de recordar el instante en que hubo de
abandonarla. Cada vez que los recordaba, sentía que su mundo interior
se desplomaba y la angustia inundaba su ser‖
Ejemplo
• Focalización externa: el narrador se ubica fuera de los hechos y personajes en un sentido limitado.
Ejemplo
―-Ven acá, Héctor, que aquí te espero- gritó, rojo de furor, Aquiles.
-Ya voy, por los dioses que ya voy- replicó Héctor mientras retrocedía
velozmente.
Entonces Aquiles arrojó su broncínea lanza, la cual atravesó el escudo y
la armadura del troyano, el cual cayó de rodillas en el campo, arrojando
lejos de sí su espada.‖
Como ya sabemos, quien crea una obra literaria es el autor o escritor, que es en definitiva un ser
real, un hombre o mujer común y corriente cuyo oficio es escribir; sin embargo, en la narración
quien nos cuenta esa historia creada por el escritor es un ser ficticio que nace en la pluma del
artista, a este ser ficticio denominamos comúnmente narrador.
4
Narrador protagonista: este tipo de narrador cuenta los hechos en primera persona; el
universo representado está organizado en torno a su accionar, por lo mismo, cuenta su propia
historia. El relato, en consecuencia, es personalizado y subjetivo. El narrador y el protagonista
se funden en una sola entidad ficticia, desempeñando los roles de manera simultánea.
Ejemplo
―Entre Antioquia y Sopetrán, en las orillas del río Cauca estaba yo
fundando una hacienda. Me acompañaba en calidad de mayordomo Simón
Pérez, que era todo un hombre, pues ya tenía treinta años, y veinte de ellos
los había pasado en lucha tenaz y bravía con la naturaleza, sin sufrir jamás
grave derrota…Un sábado en la noche, después del pago de los peones, nos
quedamos Simón y yo conversando en el corredor…‖Que pase el aserrador,
Jesús del Corral.‖
2. Si el narrador se sitúa fuera de la historia, sin formar parte del relato, lo denominamos
narrador heterodiegético. El concepto de heterodiegético lo entendemos de la siguiente manera:
hetero: diferente; diégesis: historia. Este tipo de narrador relata el acontecer desde fuera,
narrando, por lo general, en tercera persona. Se caracteriza por poseer un mayor grado de
objetividad y distanciamiento en relación con los hechos narrados. Se puede clasificar en:
Narrador omnisciente: este narrador se caracteriza por conocer todo respecto al mundo
creado. Se entiende como una especie de dios que conoce al detalle todo lo que ocurre,
ocurrió y ocurrirá; además, posee un conocimiento cabal de los personajes tanto en sus
aspectos externos como internos.
Tiene el poder de influir en el lector respecto de la simpatía o antipatía por ciertos
personajes o hechos, al tomar partido a favor o en contra de ellos, sin embargo, intenta
presentar objetivamente el mundo creado.
Ejemplo
―Se miró las manos llenas de arañazos. Se miró las piernas
flacuchentas y los pies enormes en los zapatos de tenis, (…) y se
avergonzó de sí misma. Un impulso la hizo correr a casa, con el
corazón aturdiéndola por el golpeteo sordo de la emoción. Llegó a su
pieza anhelante (…), ardiendo las mejillas, deslumbrados los ojos.‖
C. Estilos narrativos
Con el fin de recrear el mundo, el narrador organiza el relato por medio de distintos tipos de
discursos. En general se distinguen tres tipos de discursos o estilos narrativos que son: Directo,
Indirecto e Indirecto libre. Los modos narrativos tienen a revelar datos acerca del narrador, en
relación con el dominio y el grado de conocimiento que posee de los hechos.
Ejemplo
―El sujeto se acercó titubeante a la mujer y le dijo: ―Sabes bien que te
he querido siempre. Sabes bien además que jamás te dejaría. Pero algo
me impide abandonar a mi esposa y a mis hijos. Es mejor que nos
despidamos para siempre.‖
Ejemplo
―El sujeto se acercó vacilante a ella y le dijo que siempre la había
querido y que jamás la había dejado. Agregó que, sin embargo, no podía
dejar a su familia y que, por lo tanto, debían separarse para siempre.‖
Estilo o modo indirecto libre: en este estilo el narrador fusiona el modo directo con el
indirecto, hablando desde el interior del personaje, transmitiendo la interioridad de
éstos.
Ejemplo
D. Espacio y tiempo
E. Personajes
Los personajes corresponden a seres ficticios que están presentes en el mundo de la narración
literaria. Son ellos quienes mueven la acción. Se presentan, existiendo en un espacio físico y están
condicionados por su entorno, las causas que los motivan a actuar son sus motivaciones y deseos.
Los personajes pueden ser clasificados desde distintos puntos de vista, a continuación te
presentamos la clasificación más recurrente.
7
Clasificación de
personajes
Tipos de personajes
Según su importancia en el acontecer
Personaje principal: el o los personajes principales se destacan con respecto a los demás
porque funcionan como integradores de la organización de los acontecimientos, por lo tanto,
son los más importantes de la acción. Los personajes principales pueden clasificarse en
protagonistas y antagonistas. El protagonista es el que busca un buen objetivo, el
antagonista se opone a este logro positivo
Secundarios: son aquellos que, sin tener un rol demasiado importante en el desarrollo de
los acontecimientos, proporcionan un grado mayor de coherencia, comprensión y
consistencia a la narración. Por lo general, estos personajes están vinculados a los
principales, pero su participación también es individual y complementaria a la de los
personajes principales.
Incidentales o esporádicos: son personajes que no tienen una presencia permanente en los
hechos. Su participación es un recurso para ordenar, exponer, relacionar y también retardar
el desarrollo de los acontecimientos.
Planos: presentan solo un rasgo destacado. Se les reconoce por una sola cualidad, no
presentan más que un aspecto de su existencia.
Redondos, esféricos o en relieve: presentan más de una característica. Son capaces de
mostrar en forma repentina aspectos de su personalidad que estaban ocultos. Son
personajes a veces contradictorios.
El narrador comienza a relatar los hechos en un momento determinado. De acuerdo con ello,
clasificamos el relato de la siguiente manera:
8
Narración o relato “Ab- Ovo”: en este caso el narrador sitúa como punto de partida del
relato el momento de inicio lógico de la acción y, a partir del mismo, el desenvolvimiento de
los sucesos responde a un orden cronológico y a un principio de causa-efecto. Corresponde
a un orden natural. Ejemplo de este tipo de narración es ―El Lazarillo de Tormes‖.
Narración o relato “In Media Res”: El punto de partida del relato es una instancia avanzada
del argumento. Corresponde a un orden artificial. De ese modo se puede avanzar o
retroceder en la narración. Ejemplo de este tipo de narración es ―Hijo de Ladrón‖ de Manuel
Rojas
Narración o relato “In extrema Res”: en este caso el punto de partida es el final de la
historia, su desenlace no se corresponde con una disposición natural o cronológica de los
acontecimientos. Ejemplos de este tipo de narración son ―La amortajada‖ de María Luisa
Bombal y ―La muerte de Artemio Cruz‖ de Carlos Fuentes.
Disposición de los
acontecimientos
G. ALTERACIONES DE LA TEMPORALIDAD
El orden temporal del relato en muchos casos es alterado por el narrador quien rompe el orden
lógico lineal de la historia, disponiendo el discurso narrativo de diversas formas. Esas rupturas
temporales reciben el nombre de ANACRONÍAS. La anacronía es un recurso temporal que
posibilita la desorganización del orden lógico temporal. En este sentido, se rompe el orden del
relato introduciéndose hechos nuevos con una cronología distinta a la natural.
Existen dos formas de anacronía: la analepsis y la prolepsis.
Flash-back: corresponde a un retroceso temporal breve y a un retorno rápido al presente, hecho por
el narrador o por un personaje.
Racconto: corresponde a un retroceso extenso en el tiempo y un retorno al presente, recordando
hechos directamente a través de los personajes.
Prolepsis: corresponde a una mirada del narrador hacia el futuro. Se narra un acontecimiento
que ocurrirá después del tiempo en que se está llevando a cabo el relato.
La prolepsis la podemos clasificar de la dos formas: flash-forward y premonición.
Es Dinámico
tát ico
2. De acuerdo a su importancia a lo largo del relato los personajes se pueden clasificar en:
II-. Lea los siguientes textos y realice las actividades que se indican
Texto 1
―Suelo decirme a mí mismo: ―Tu destino no tiene igual; comparados contigo los demás hombres,
son felices; porque jamás mortal alguno se vio atormentado como tú‖. Entonces, leo cualquier
poeta antiguo, y me parece que es libro mi propio corazón. ¿Qué? ¿Aún me queda tanto por sufrir?
Y antes que yo, ¿ha habido ya hombres tan desgraciados?‖
Goethe: Werther.
Texto 2
-.“Aunque procuraba prestar la mayor atención, no entendía nada; no obstante, se esforzaba, tomando notas, llenando
de ellas los cuadernos, y no perdía una sola clase. Cumplía con su obligación de la misma manera que el caballo de
una noria da vueltas con los ojos vendados, sin enterarse de la tarea que realiza”
Texto 3
-.”El sol entredoraba las azoteas salidizas de la Segunda Sección de Policía –pasaba por la calle una que otra gente-, la
Capilla Protestante – se veía una que otra puerta abierta, y un edificio de ladrillo que estaban construyendo los
masones.”
Texto 4
“-Está chiflado- dijo el obrero.
-Ahora la gente se vuelve chiflada – dijo la mujer.
-Habría sido mejor llevarlo a la oficina- añadió el del batín.
El siguiente fragmento está presentado por el narrador en estilo indirecto. Transfórmalo en estilo
directo.
―El médico que la examinó aseguró que no era nada, probablemente había sido mordida por una
chágara viciosa. Sin embargo, pasaron los días y la llaga no cerraba. Al cabo de un mes el médico
había llegado a la conclusión de que la chágara se había introducido dentro de la carne blanda dea
l pantorrilla, donde había evidentemente comenzado a engordar. Indicó que le aplicaran uno
sinapism para que el calor la obligara a salir.‖
Señale a qué tipo de modo narrativo y estilo corresponde cada uno de los ejemplos que se dan a continuación.
a) Pedro llegó y le dijo: “estoy feliz de trabajar en esta ciudad, me siento como en casa.”
b) Pedro llegó y le dijo que estaba feliz de trabajar en aquella ciudad, se sentía como en casa.
c) Pedro llegó. Estaba feliz de trabajar en aquella ciudad, se sentía como en casa.
A continuación se presenta un fragmento de La Odisea, señale, resumiendo las acciones, el tiempo del relato y el tiempo de la historia.
A. Directo
B. Indirecto
C. Indirecto libre
D. Interna
2. ―Tao Chien había averiguado con los cargadores que la ciudad estaba dividida en sectores y cada nacionalidad ocupaba
un vecindario. Le advirtieron que no se acercara al lado de los rufianes australianos.
A. Directo
B. Dialogado
C.Indirecto
D. Indirecto
libre 3.
―Cuando Ro vuelve a despertar, la pieza está colmada de sol. Se halla solo en su cama. Le duele la cabeza (…)Ro se
sienta de un salto, pone sus pies en el suelo, se levanta con un sacudón de la orilla de la cama y se pone la camisa y los
pantalones. Desea otro minuto a solas antes de hablar con ella.‖
A. Estilo narrativizado
B. Estilo narrativizado libre
C. Estilo indirecto
D. Estilo indirecto libre
4. ―…En un lugar de la mancha, de cuyo nombre no quiero acordarme, no ha mucho tiempo vivía un hidalgo de los de
lanza en astillero, adarga antigua, rocín flaco y galgo corredor. Una olla de algo más vaca que carnero, salpicón las
más noches, duelos y quebrantos los sábados, lentejas los viernes, algún palomino de añadidura los domingos,
consumían las tres cuartas partes de su hacienda.(…) Frisaba la edad de nuestro hidalgo los cincuenta años. Era de
complexión recia, seco de carnes, enjuto de rostro, gran madrugador y amigo de la caza…‖
A. Solo I
B. Solo III
C. I y II
D. I, II y II
―.. Al parecer Augusto a la puerta de su casa extendió el brazo derecho, con la mano palma abajo y abierta, y dirigiendo
5. los ojos al cielo quedóse un momento parado en esta actitud estatutaria y augusta. No era que tomaba posesión del
mundo exterior, sino que observaba si llovía…‖
I. Directo
II. Indirecto
III. Omnisciente
IV. De tercera persona
A. I y III
B. II y IV
C. I, II y III
D. II, III y IV
6. ―… ¿Cómo y por qué motivo llegué hasta aquí? Por los mismos motivos por los que he llegado a tantas partes. Es una
historia larga y lo que es peor, confusa. La culpa es mía: nunca he podido pensar como pudiera hacerlo un metro, línea
tras línea, centímetro tras centímetro, hasta llegar a ciento o a mil; y mi memoria no es mucho mejor: salta de un hecho a
otro y toma a veces los que aparecen primero, volviendo sobre sus pasos sólo cuando los otros, más perezosos o más
densos, empiezan a subir a su vez desde el fondo de la vida pasada…‖
A. Testigo
B. Personaje
C. Protagonista
D. Omnisciente
7. ―Se había apartado de sus compañeros y extraviado su caballo, por eso caminaba solo aquella tarde un joven soldado
español perdido en medio de una tierra extraña.
Sabía que era una tierra hostil, pero no sentía temor, sino asombro y contemplaba sin recelo, maravillado, el imponente
paisaje.‖
A. Protagonista
B. Omnisciente
C. Objetivo
D. Testigo
8. ―En la época en que principiaba la historia, la familia acababa de celebrar con un magnífico baile la llegada de Europa de
la del joven Agustín, que había traído del viejo mundo gran acopio de ropa y alhajas, en cambio de los conocimientos que
no se había cuidado de adquirir en su viaje‖.
A. Testigo
B. Personaje
C.De conocimiento relativo
D. Omnisciente
9. ―Pequeño, amoratado, Fertunino había aparecido al final del pasillo que desembocaba en el patio de recreo. Los
pasitos breves y chuecos, como de pato, que lo acercaban interrumpían abusivamente el silencio que había reinado de
improvisto, sorprendiéndome.‖
Mario Vargas Llosa: Los Jefes
A. Protagonista
B. Personaje
C. Testigo
D. De conocimiento relativo
―El Moro acercó su cabezota y me dijo algo al oído; para disimular le di un terrón de azúcar que tenía en la mano.
10.
Afortunadamente nadie oyó, de lo contrario hubieran pensado que yo estaba loco, porque la gente no habla con los
animales (o los animales no hablan con la gente, todo es cuestión de puntos de vista)‖.
Eduardo Gudiño: El Moro
A. Testigo
B. Conocimiento relativo
C. Protagonista
D. Omnisciente
11. ―Así estaban las cosas. Me daba pena, pero no podía hacer nada al respecto, porque siempre tropezaba con dos ideas
fijas: su locura por América del Sur y el hecho de que no le gustaba Paris. La primera idea la sacó de un libro, y supongo
que la segunda provenía también de algún libro.
-Bien –le dije-, tengo que subir a enviar unos cables.
-¿De veras?
-Sí, tengo que mandar unos cables.
-¿Te importa si subo y me quedo por ahí en tu despacho?
-No, sube.
Se sentó en la antesala leyendo los periódicos y el Editor and Publisher mientras yo trabajaba con ahínco durante
dos horas.
A. Interna
B. Externa
C. Cero
D. Omnisciente
A. Directo
B. Indirecto
C. Indirecto simple
D. Indirecto libre
15
A. Protagonista
B. Testigo
C. Omnisciente
D. De conocimiento relativo
14. ―…Como independientes de él (dos palomas), sus manos revolotearon en el aire limpio de la mañana y fueron a
juntarse sobre el misal (…) Pero el sacerdote no pensaba en el Espíritu Santo, ni en palomas.
Pensaba: no tengo escapatoria…‖
A. Personaje
B. Protagonista
C. Omnisciente
D. De conocimiento relativo
A. Directo
B. Indirecto
C. Indirecto simple
D. Indirecto libre
A. Interna
B. Externa
C. Omnisciente
D. Cero
Como géneros históricos o subgéneros del género narrativo podemos señalar una gran diversidad
de manifestaciones. Podemos contar entre ellas: las novelas de caballería, la novela picaresca, los
cuentos fantásticos, los microcuentos y los cuentos maravillosos. En esta ocasión trataremos las
creaciones más relevantes y representativas del género narrativo.
transforma en una tradición popular de carácter local, sin ser considerada como una
explicación sagrada de algún suceso.
Sintetizando lo anterior, la leyenda es una narración con características sobrenaturales
que nace de un hecho real, recreado por la imaginación y la fantasía de un pueblo.
Poema épico: corresponde a un tipo de poema narrativo que relata las hazañas de los
guerreros o los dioses benefactores. En este tipo de creación se narran acciones heroicas
de los dioses o de un héroe vinculadas con la historia de un pueblo, fundiéndose con las
creaciones legendarias. Generalmente se establece una relación estrecha entre un
personaje o acontecimiento real con la ficción, reconstruyendo un mundo anterior
inexistente. El carácter ficticio se visualiza en las acciones de los héroes, que son
dotados de condiciones y fuerzas hiperbólicas, capacitándolos para realizar acciones
extraordinarias.
Fábula: son un tipo de relato característico de la edad media, cuya función principal es
entregar una enseñanza moralizante. A través de la historia se ha cultivado
continuamente y por distintos autores la modalidad narrativa de la fábula. Consiste en
un tipo de narración breve, cuyos personajes son animales personificados, que
representan vicios y virtudes. Por su carácter didáctico, al final del relato siempre
presenta una moraleja, que sintetiza la enseñanza que se busca transmitir.
Romance: los cantares de gesta fueron largas composiciones narrativas, de estas surgen
los romances, que son narraciones de los fragmentos más interesantes de los cantares de
gesta. Estos fragmentos históricos adquieren vida independiente y se les denomina
romances. Los romances, además, son creaciones que se caracterizan por el uso de la
lengua popular derivada del latín y, a partir del siglo XVI se denomina romance a un tipo
de poesía narrativa popular que expresaba los ideales y sentimientos de un pueblo.
Parábola: es un tipo de relato que junto con la fábula intentan entregar una enseñanza
moral. Corresponde a un relato sencillo con carácter simbólico, del que se puede deducir
una enseñanza moral por analogía. En este sentido se entrega una idea o principio
espiritual ejemplificándolo con algún aspecto del mundo natural, sin que se presente la
personificación de animales.
Cuento: consiste en una creación narrativa ficticia que se caracteriza por la brevedad,
unidad y concisión. La unidad del cuento está determinada por el acontecimiento que
relata, por lo mismo, el cuento fija la atención del lector sobre el hecho o acontecimiento
narrado, subordinando todo lo demás al suceso principal.
En el cuento, debido a su brevedad, se manifiesta un predominio de la acción sobre la
descripción o el diálogo.
Novela: es un tipo de texto narrativo literario que se caracteriza por presentar mundos
elaborados y complejos en los que los personajes se desplazan. Tiene sus orígenes más
directos en las obras épicas. Se reconoce a Miguel de Cervantes, con ―El Ingenioso
Hidalgo Don Quijote de la Mancha‖, como el iniciador de la novela moderna.
A. II y III
B. II y IV
C. I y III
D. I y IV
Texto I
Esta es la relación de cómo todo estaba en suspenso, todo en calma, en silencio; todo inmóvil, callado, y vacía la
extensión del cielo.
Esta es la primera relación, el primer discurso. No había todavía un hombre, ni un animal, pájaros, peces, cangrejos,
árboles, piedras, cuevas, barrancas, hierbas ni bosques: sólo el cielo existía.
No se manifestaba la faz de la tierra. Sólo estaban el mar en calma y el cielo en toda su extensión.
No había nada que estuviera en pie; sólo el agua en reposo, el mar apacible, solo y tranquilo. No había nada dotado de
existencia.
Solamente había inmovilidad y silencio en la obscuridad, en la noche. Sólo el Creador, el Formador, Tepeu, Gucumatz,
los Progenitores, estaban en el agua rodeados de claridad. Estaban ocultos bajo plumas verdes y azules, por eso se les
llama Gucumatz. De grandes sabios, de grandes pensadores es su naturaleza. De esta manera existía el cielo y también
el Corazón del Cielo, que éste es el nombre de Dios. Así contaban.
Llegó aquí entonces la palabra, vinieron juntos Tepeu y Gucumatz, en la obscuridad, en la noche, y hablaron entre sí
Tepeu y Gucumatz. Hablaron, pues, consultando entre sí y meditando; se pusieron de acuerdo, juntaron sus palabras y
su pensamiento.
Entonces se manifestó con claridad, mientras meditaban, que cuando amaneciera debía aparecer el hombre.
20
Texto II
Cuando los Selk’nam habitaban Tierra de Fuego se agrupaban en diversas tribus, dos de ellas se encontraban en gran
conflicto, los jefes de ambas comunidades se odiaban hasta la muerte. Uno de ellos tenía un joven hijo, que gustaba de
recorrer los campos. En una ocasión se encontró con una bella niña de ojos negros intensos y se enamoró de ella.
Lamentablemente, era la hija del enemigo de su padre, la única manera de verse era a escondidas, pero el brujo de la
tribu de la niña los descubrió. Vio sin embargo, que no podría separarlos y condenó a la niña, transformándola en una
planta que conservó toda la belleza de sus ojos negros, pero con espinas, para que el joven enamorado no pudiera
tocarla. Pero el amor era tan fuerte que el joven nunca se separó de esta planta y murió a su lado.
Por eso cada quien que logre comer el fruto de este arbusto estará destinado a regresar a la Patagonia, pues uno no
puede separarse del poder de amor que hay en el calafate, nos atrae a él y no nos permite que nos marchemos por
mucho tiempo.
Texto I Texto II
Conflicto
Moraleja
Narrador, focalización
Modo narrativo
guerra florida.
A mitad del largo zaguán del hotel pensó que debía ser tarde y se apuró a salir a la calle y sacar la
motocicleta del rincón donde el portero de al lado le permitía guardarla. En la joyería de la
esquina vio que eran las nueve menos diez; llegaría con tiempo sobrado adonde iba. El sol se
filtraba entre los altos edificios del centro, y él -porque para sí mismo, para ir pensando, no tenía
nombre- montó en la máquina saboreando el paseo. La moto ronroneaba entre sus piernas, y un
viento fresco le chicoteaba los pantalones.
Dejó pasar los ministerios (el rosa, el blanco) y la serie de comercios con brillantes vitrinas de la
calle Central. Ahora entraba en la parte más agradable del trayecto, el verdadero paseo: una calle
larga, bordeada de árboles, con poco tráfico y amplias villas que dejaban venir los jardines hasta
las aceras, apenas demarcadas por setos bajos. Quizá algo distraído, pero corriendo por la
derecha como correspondía, se dejó llevar por la tersura, por la leve crispación de ese día apenas
empezado. Tal vez su involuntario relajamiento le impidió prevenir el accidente. Cuando vio que
la mujer parada en la esquina se lanzaba a la calzada a pesar de las luces verdes, ya era tarde
para las soluciones fáciles. Frenó con el pié y con la mano, desviándose a la izquierda; oyó el grito
de la mujer, y junto con el choque perdió la visión. Fue como dormirse de golpe.
Volvió bruscamente del desmayo. Cuatro o cinco hombres jóvenes lo estaban sacando de debajo
de la moto. Sentía gusto a sal y sangre, le dolía una rodilla y cuando lo alzaron gritó, porque no
podía soportar la presión en el brazo derecho. Voces que no parecían pertenecer a las caras
suspendidas sobre él, lo alentaban con bromas y seguridades. Su único alivio fue oír la
confirmación de que había estado en su derecho al cruzar la esquina. Preguntó por la mujer,
tratando de dominar la náusea que le ganaba la garganta. Mientras lo llevaban boca arriba hasta
una farmacia próxima, supo que la causante del accidente no tenía más que rasguños en las
piernas. "Usté la agarró apenas, pero el golpe le hizo saltar la máquina de costado..."; Opiniones,
recuerdos, despacio, éntrenlo de espaldas, así va bien y alguien con guardapolvo dándole de
beber un trago que lo alivió en la penumbra de una pequeña farmacia de barrio.
La ambulancia policial llegó a los cinco minutos, y lo subieron a una camilla blanda donde pudo
tenderse a gusto. Con toda lucidez, pero sabiendo que estaba bajo los efectos de un shock
terrible, dio sus señas al policía que lo acompañaba. El brazo casi no le dolía; de una cortadura en
la ceja goteaba sangre por toda la cara. Una o dos veces se lamió los labios para beberla. Se
sentía bien, era un accidente, mala suerte; unas semanas quieto y nada más. El vigilante le dijo
que la motocicleta no parecía muy estropeada. "Natural", dijo él.
22
"Como que me la ligué encima..." Los dos rieron y el vigilante le dio la mano al llegar al hospital y
le deseó buena suerte. Ya la náusea volvía poco a poco; mientras lo llevaban en una camilla de
ruedas hasta un pabellón del fondo, pasando bajo árboles llenos de pájaros, cerro los ojos y deseó
estar dormido o cloroformado. Pero lo tuvieron largo rato en una pieza con olor a hospital,
llenando una ficha, quitándole la ropa y vistiéndolo con una camisa grisácea y dura. Le movían
cuidadosamente el brazo, sin que le doliera. Las enfermeras bromeaban todo el tiempo, y si no
hubiera sido por las contracciones del estómago se habría sentido muy bien, casi contento.
Lo llevaron a la sala de radio, y veinte minutos después, con la placa todavía húmeda puesta
sobre el pecho como una lápida negra, pasó a la sala de operaciones. Alguien de blanco, alto y
delgado se le acercó y se puso a mirar la radiografía. Manos de mujer le acomodaban la cabeza,
sintió que lo pasaban de una camilla a otra. El hombre de blanco se le acercó otra vez, sonriendo,
con algo que le brillaba en la mano derecha. Le palmeó la mejilla e hizo una seña a alguien
parado atrás.
Como sueño era curioso porque estaba lleno de olores y él nunca soñaba olores. Primero un olor a
pantano, ya que a la izquierda de la calzada empezaban las marismas, los tembladerales de donde
no volvía nadie. Pero el olor cesó, y en cambio vino una fragancia compuesta y oscura como la
noche en que se movía huyendo de los aztecas. Y todo era tan natural, tenía que huir de los
aztecas que andaban a caza de hombre, y su única probabilidad era la de esconderse en lo más
denso de la selva, cuidando de no apartarse de la estrecha calzada que sólo ellos, los motecas,
conocían.
Lo que más lo torturaba era el olor, como si aun en la absoluta aceptación del sueño algo se
revelara contra eso que no era habitual, que hasta entonces no había participado del juego.
"Huele a guerra", pensó, tocando instintivamente el puñal de piedra atravesado en su ceñidor de
lana tejida. Un sonido inesperado lo hizo agacharse y quedar inmóvil, temblando. Tener miedo no
era extraño, en sus sueños abundaba el miedo. Esperó, tapado por las ramas de un arbusto y la
noche sin estrellas. Muy lejos, probablemente del otro lado del gran lago, debían estar ardiendo
fuegos de vivac; un resplandor rojizo teñía esa parte del cielo. El sonido no se repitió. Había sido
como una rama quebrada. Tal vez un animal que escapaba como él del olor a guerra. Se enderezó
despacio, venteando. No se oía nada, pero el miedo seguía allí como el olor, ese incienso dulzón
de la guerra florida. Había que seguir, llegar al corazón de la selva evitando las ciénagas. A
tientas, agachándose a cada instante para tocar el suelo más duro de la calzada, dio algunos
pasos. Hubiera querido echar a correr, pero los tembladerales palpitaban a su lado. En el sendero
en tinieblas, buscó el rumbo. Entonces sintió una bocanada del olor que más temía, y saltó
desesperado hacia adelante.
-Se va a caer de la cama -dijo el enfermo de la cama de al lado-. No brinque tanto, amigazo. Abrió
los ojos y era de tarde, con el sol ya bajo en los ventanales de la larga sala. Mientras trataba de
sonreír a su vecino, se despegó casi físicamente de la última a visión de la pesadilla. El brazo,
enyesado, colgaba de un aparato con pesas y poleas. Sintió sed, como si hubiera estado corriendo
kilómetros, pero no querían darle mucha agua, apenas para mojarse los labios y hacer un buche.
La fiebre lo iba ganando despacio y hubiera podido dormirse otra vez, pero saboreaba el placer de
quedarse despierto, entornados los ojos, escuchando el diálogo de los otros enfermos,
respondiendo de cuando en cuando a alguna pregunta. Vio llegar un carrito blanco que pusieron
al lado de su cama, una enfermera rubia le frotó con alcohol la cara anterior del muslo, y le clavó
una gruesa aguja conectada con un tubo que subía hasta un frasco lleno de líquido opalino. Un
médico joven vino con un aparato de metal y cuero que le ajustó al brazo sano para verificar
alguna cosa. Caía la noche, y la fiebre lo iba arrastrando blandamente a un estado donde las cosas
tenían un relieve como de gemelos de teatro, eran reales y dulces y a la vez ligeramente
repugnantes, como estar viendo una película aburrida y pensar que sin embargo en la calle es
peor, y quedarse.
Vino una taza de maravilloso caldo de oro oliendo a puerro, a apio, a perejil. Un trocito de pan,
más precioso que todo un banquete, se fue desmigajando poco a poco. El brazo no le dolía nada y
solamente en la ceja, donde lo habían suturado, chirriaba a veces una punzada caliente y rápida.
Cuando los ventanales de enfrente viraron a manchas de un azul oscuro, pensó que no iba a ser
difícil dormirse. Un poco incómodo, de espaldas, pero al pasarse la lengua por los labios resecos y
calientes sintió el sabor del caldo, y suspiró de felicidad, abandonándose.
23
Primero fue una confusión, un atraer hacia sí todas las sensaciones por un instante embotadas o
confundidas. Comprendía que estaba corriendo en plena oscuridad, aunque arriba el cielo
cruzado de copas de árboles era menos negro que el resto. "La calzada", pensó. "Me salí de la
calzada." Sus pies se hundían en un colchón de hojas y barro, y ya no podía dar un paso sin que
las ramas de los arbustos le azotaran el torso y las piernas. Jadeante, sabiéndose acorralado a
pesar de la oscuridad y el silencio, se agachó para escuchar. Tal vez la calzada estaba cerca, con
la primera luz del día iba a verla otra vez. Nada podía ayudarlo ahora a encontrarla. La mano que
sin saberlo él, aferraba el mango del puñal, subió como un escorpión de los pantanos hasta su
cuello, donde colgaba el amuleto protector. Moviendo apenas los labios musitó la plegaria del
maíz que trae las lunas felices, y la súplica a la Muy Alta, a la dispensadora de los bienes motecas.
Pero sentía al mismo tiempo que los tobillos se le estaban hundiendo despacio en el barro, y al la
espera en la oscuridad del chaparral desconocido se le hacía insoportable. La guerra florida había
empezado con la luna y llevaba ya tres días y tres noches. Si conseguía refugiarse en lo profundo
de la selva, abandonando la calzada más allá de la región de las ciénagas, quizá los guerreros no
le siguieran el rastro. Pensó en la cantidad de prisioneros que ya habrían hecho. Pero la cantidad
no contaba, sino el tiempo sagrado. La caza continuaría hasta que los sacerdotes dieran la señal
del regreso. Todo tenía su número y su fin, y él estaba dentro del tiempo sagrado, del otro lado de
los cazadores.
Oyó los gritos y se enderezó de un salto, puñal en mano. Como si el cielo se incendiara en el
horizonte, vio antorchas moviéndose entre las ramas, muy cerca. El olor a guerra era
insoportable, y cuando el primer enemigo le saltó al cuello casi sintió placer en hundirle la hoja de
piedra en pleno pecho. Ya lo rodeaban las luces y los gritos alegres. Alcanzó a cortar el aire una o
dos veces, y entonces una soga lo atrapó desde atrás. -Es la fiebre -dijo el de la cama de al lado-.
A mí me pasaba igual cuando me operé del duodeno. Tome agua y va a ver que duerme bien.
Al lado de la noche de donde volvía la penumbra tibia de la sala le pareció deliciosa. Una lámpara
violeta velaba en lo alto de la pared del fondo como un ojo protector. Se oía toser, respirar fuerte,
a veces un diálogo en voz baja. Todo era grato y seguro, sin acoso, sin... Pero no quería seguir
pensando en la pesadilla. Había tantas cosas en qué entretenerse. Se puso a mirar el yeso del
brazo, las poleas que tan cómodamente se lo sostenían en el aire. Le habían puesto una botella de
agua mineral en la mesa de noche. Bebió del gollete, golosamente. Distinguía ahora las formas de
la sala, las treinta camas, los armarios con vitrinas. Ya no debía tener tanta fiebre, sentía fresca la
cara. La ceja le dolía apenas, como un recuerdo. Se vio otra vez saliendo del hotel, sacando la
moto. Quién hubiera pensado que la cosa iba a acabar así? Trataba de fijar el momento del
accidente, y le dio rabia advertir que había ahí como un hueco, un vacío que no alcanzaba a
rellenar. Entre el choque y el momento en que lo habían levantado del suelo, un desmayo o lo que
fuera no le dejaba ver nada. Y al mismo tiempo tenía la sensación de que ese hueco, esa nada,
había durado una eternidad. No, ni siquiera tiempo, más bien como si en ese hueco él hubiera
pasado a través de algo o recorrido distancias inmensas. El choque, el golpe brutal contra el
pavimento. De todas maneras al salir del pozo negro había sentido casi un alivio mientras los
hombres lo alzaban del suelo. Con el dolor del brazo roto, la sangre de la ceja partida, la
contusión en la rodilla; con todo eso, un alivio al volver al día y sentirse sostenido y auxiliado. Y
era raro. Le preguntaría alguna vez al médico de la oficina. Ahora volvía a ganarlo el sueño, a
tirarlo despacio hacia abajo. La almohada era tan blanda, y en su garganta afiebrada la frescura
del agua mineral. Quizá pudiera descansar de veras, sin las malditas pesadillas. La luz violeta de
la lámpara en lo alto se iba apagando poco a poco.
Oyó gritar, un grito ronco que rebotaba en las paredes. Otro grito, acabando en un quejido. Era él
que gritaba en las tinieblas, gritaba porque estaba vivo, todo su cuerpo se defendía con el grito de
lo que iba a venir, del final inevitable. Pensó en sus compañeros que llenarían otras mazmorras, y
en los que ascendían ya los peldaños del sacrificio. Gritó de nuevo sofocadamente, casi no podía
abrir la boca,
24
tenía las mandíbulas agarrotadas y a la vez como si fueran de goma y se abrieran lentamente, con un esfuerzo interminable.
El chirriar de los cerrojos lo sacudió como un látigo. Convulso, retorciéndose, luchó por zafarse
de las cuerdas que se le hundían en la carne. Su brazo derecho, el mas fuerte, tiraba hasta que el
dolor se hizo intolerable y hubo que ceder. Vio abrirse la doble puerta, y el olor de las antorchas
le llegó antes que la luz. Apenas ceñidos con el taparrabos de la ceremonia, los acólitos de los
sacerdotes se le acercaron mirándolo con desprecio. Las luces se reflejaban en los torsos sudados,
en el pelo negro lleno de plumas. Cedieron las sogas, y en su lugar lo aferraron manos calientes,
duras como el bronce; se sintió alzado, siempre boca arriba, tironeado por los cuatro acólitos que
lo llevaban por el pasadizo. Los portadores de antorchas iban adelante, alumbrando vagamente el
corredor de paredes mojadas y techo tan bajo que los acólitos debían agachar la cabeza. Ahora lo
llevaban, lo llevaban, era el final. Boca arriba, a un metro del techo de roca viva que por
momentos se iluminaba con un reflejo de antorcha. Cuando en vez del techo nacieran las estrellas
y se alzara ante él la escalinata incendiada de gritos y danzas, sería el fin. El pasadizo no acababa
nunca, pero ya iba a acabar, de repente olería el aire libre lleno de estrellas, pero todavía no,
andaban llevándolo sin fin en la penumbra roja, tironeándolo brutalmente, y él no quería, pero
como impedirlo si le habían arrancado el amuleto que era su verdadero corazón, el centro de su
vida.
Salió de un brinco a la noche del hospital, al alto cielo raso dulce, a la sombra blanda que lo
rodeaba. Pensó que debía haber gritado, pero sus vecinos dormían callados. En la mesa de noche,
la botella de agua tenía algo de burbuja, de imagen traslúcida contra la sombra azulada de los
ventanales. Jadeó buscando el alivio de los pulmones, el olvido de esas imágenes que seguían
pegados a sus párpados. Cada vez que cerraba los ojos las veía formarse instantáneamente, y se
enderezaba aterrado pero gozando a la vez del saber que ahora estaba despierto, que la vigilia lo
protegía, que pronto iba a amanecer, con el buen sueño profundo que se tiene a esa hora, sin
imágenes, sin nada... Le costaba mantener los ojos abiertos, la modorra era más fuerte que él.
Hizo un último esfuerzo, con la mano sana esbozó un gesto hacia la botella de agua; no llegó a
tomarla, sus dedos se cerraron en un vacío otra vez negro, y el pasadizo seguía interminable, roca
tras roca, con súbitas fulguraciones rojizas, y él boca arriba gimió apagadamente porque el techo
iba a acabarse, subía, abriéndose como una boca de sombra, y los acólitos se enderezaban y de la
altura una luna menguante le cayó en la cara donde los ojos no querían verla, desesperadamente
se cerraban y abrían buscando pasar al otro lado, descubrir de nuevo el cielo raso protector de la
sala. Y cada vez que se abrían era la noche y la luna mientras lo subían por la escalinata, ahora
con la cabeza colgando hacia abajo, y en lo alto estaban las hogueras, las rojas columnas de rojo
perfumado, y de golpe vio la piedra roja, brillante de sangre que chorreaba, y el vaivén de los pies
del sacrificado, que arrastraban para tirarlo rodando por las escalinatas del norte. Con una última
esperanza apretó los párpados, gimiendo por despertar. Durante un segundo creyó que lo
lograría, porque estaba otra vez inmóvil en al cama, a salvo del balanceo cabeza abajo. Pero olía a
muerte y cuando abrió los ojos vio la figura ensangrentada del sacrificador que venía hacia él con
el cuchillo de piedra en la mano. Alcanzó a cerrar otra vez los párpados, aunque ahora sabía que
no iba a despertarse, que estaba despierto, que el sueño maravilloso había sido el otro, absurdo
como todos los sueños; un sueño en el que había andado por extrañas avenidas de una ciudad
asombrosa, con luces verdes y rojas que ardían sin llama ni humo, con un enorme insecto de
metal que zumbaba bajo sus piernas. En la mentira infinita de ese sueño también lo habían alzado
del suelo, también alguien se le había acercado con un cuchillo en la mano, a él tendido boca
arriba, a él boca arriba con los ojos cerrados entre las hogueras.
25
Análisis Narrativo
Complete la siguiente ficha de análisis con los elementos que son posibles reconocer en el texto.
Título:
Autor:
Narrador
Focalización
Estilo o modo
Tiempo del relato Tiempo de la historia
Racconto
Flash- forward
Premonición
Espacio
Físico
Psicológico
Social
Personajes
Nombre Clasificación (principal, secundario, Descripción (prosopográfica, etopéyica)
plano, redondo, estático o dinámico)