El Intruso - Jean Luc-Nancy
El Intruso - Jean Luc-Nancy
El Intruso - Jean Luc-Nancy
Nancy nació en Burdeos en 1940 y falleció en 2021 a los 81 años. Reflexionó sobre temas de
globalización, democracia, las ideologías y sobre el significado de la palabra comunidad. En sus
últimos escritos se refirió sobre la pandemia: escribió un texto llamado “Un virus demasiado
humano”.
En “El Intruso” el autor reflexiona sobre la identidad y la condición o capacidad de ser otro distinto
a partir de su propia experiencia personal: a principios de la década de 1990 tuvo que afrontar un
trasplante de corazón. En el texto empieza describiendo cómo se presenta el Intruso (al que
llamará así al corazón que recibe de otro cuando es trasplantado). Señala que el Intruso cuando
llega no lo hace del todo, es decir, su llegada nunca acaba y llega a ser un trastorno en la intimidad.
El autor se hace preguntas existenciales: cuando habla del “yo” se pregunta “¿quién yo?”, “¿a
quién se refiere ahora el yo que ha recibido un corazón de otro?”. Señala que su historia personal
(“contingencia personal”) se cruza también con un estado del arte de la medicina (“contingencia en
la historia de las técnicas) que está desarrollado y preparado para las intervenciones como el
trasplante de órganos.
Un interrogante clave será acerca de la noción de propiedad de su corazón, dice: “si mi propio
corazón me dejaba, ¿hasta qué punto era el “mío” y mi “propio” órgano” (pág. 131). Su corazón se
convertía en su extraño porque estaba dentro de él, había recibido el corazón de otro.
Nancy va a hablar de los acuerdos o acuerdo general entre la familia, médicos y paciente para que
se lleve a cabo el trasplante. Va a señalar que toda esa gente al mismo tiempo, por motivos
distintos, se va a tener que poner de acuerdo en pensar que vale la pena prolongar su vida, es
decir, tienen que decidir si llevar a la cabo la intervención y pasar por todo el proceso que conlleva
o no. Aquí va a describir todas las cosas que tienen que tener en consideración los médicos a la
hora de planificar el trasplante: la lista de espera, ya que dependerá de cuántas personas estén
esperando el mismo órgano, y la necesidad de un corazón de determinadas características, en este
caso él necesitaba un tipo del grupo 0 positivo. Así, para Nancy su supervivencia va a depender de
un proceso complejo. Y en este punto se va a realizar más preguntas existenciales a sus 50 años:
“¿qué es lo que hace que sea necesario que todos estén de acuerdo en la decisión final?”, “¿por
qué sobrevivir en general?”, “¿por qué yo?”, “¿en qué sentido la prolongación de la vida es un
bien?”. Se plantea también preguntas acerca de la “vida propia” que debe ser salvada ya que esa
propiedad no está en su cuerpo ni en ningún órgano. Esa vida sobrevive sólo si se dan tres
cuestiones: la decisión (¿se realiza la intervención?), la del órgano (si se consigue el tipo que
necesita y si éste es bien aceptado por su cuerpo) y la de los momentos siguientes al trasplante.
Nancy se va a referir a una solidaridad y fraternidad entre los donantes y los receptores: describe
que existe una red donde la vida/muerte está compartida ya que hay muchas personas que están
pasando por ese proceso.
El autor sabe que el órgano puede no ser compatible con su cuerpo y entonces su sistema
inmunológico puede manifestarse y rechazar al “otro” (el corazón que recibe). Así, va a afirmar que
hay un intruso en él y él se vuelve extraño a sí mismo.
Luego de la intervención, Nancy va a afirmar que se siente abierto cerrado porque siente que esa
abertura que le hicieron para colocarle el corazón no se puede cerrar y que por allí hay más
extrañeza ya que pasan todos los medicamentos que debe incorporar a su cuerpo: “Así pues, yo
mismo me convierto en mi intruso, en todas estas formas acumuladas y opuestas” (pág. 137).
Después de este proceso a Nancy le diagnostica un cáncer: le encuentran un linfoma que proviene
de la disminución inmunitaria. Aquí va a describir el tratamiento que afronta para combatir el
cáncer y va a decir que es una intrusión violenta ya que debe pasar por procesos de quimioterapia
y radioterapia, hasta le llegan a hacer un autotransplante (trasplante de células-cepas).
De todos los tratamientos realizados, Nancy sale “extraviado”, dice que uno ya no se reconoce,
aunque reconocerse en ese punto ya no tiene sentido. Aquí encuentra que hay dos “yo”: uno
extraño al otro. Se refiere a los padecimientos que le producen someterse a intervenciones y
estudios, habla del dolor y de la vida del enfermo, va a decir que hay un régimen permanente de la
intrusión. Pero en cierto punto el autor ya no se siente ni enfermo ni viejo. Va a decir que siente
que se convierte en algo parecido a un androide de ciencia ficción o un muerto vivo (pág. 140).
“El intruso no es otro que yo mismo y el hombre mismo. No es otro que el mismo que no termina
nunca de alterarse, agudizado y agotado a la vez, desnudado y sobrecargado, intruso en el mundo
como en sí mismo” (pág. 140).
Un punto importante es que va a indagar sobre la posesión y la propiedad del cuerpo: ¿quién
es el propietario y cuán legítima es su propiedad? (pág. 22). Va a señalar que su cuerpo es una
posesión, no una propiedad.