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El Hijo Pródigo - Historia

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EL HIJO PRÓDIGO

Esta obra que aquí presentamos ha sido sacada de las páginas bíblicas de la
palabra de Dios: y está basado en el libro de Lucas, capítulo 15; versículos del
11 al 32. También esta obra y los personajes que se presentan, podrá hacer que
el espectador pueda apreciar muchos proverbios, que son expresiones del sabio
Salomón en la Biblia.
En ellos podrán apreciar el dolor y sufrimiento que siente un padre al perder a su
hijo amado. Asimismo, la gran felicidad que siente al tenerlo nuevamente a su
lado, después de mucho tiempo de ausencia.
Era el año 33 de nuestro primer siglo, cuando la raza humana se había ya
extendido por casi todo la tierra, y la maldad también había tomado gran fuerza
en al humanidad, y casi todas las naciones se hallaba en el poder del enemigo
de Dios: ese enemigo de todos los tiempos era “Satanás, el diablo”, quien había
dividido a grupos políticos para hacer guerra contra un gran hombre, a quien
trataban de darle muerte usando muerte, usando muchas artimañas, este
hombre era nada menos que Jesucristo, el Hijo de Dios; este gran Jesús tenía
una gran misión de la verdad, verdad que a muchos de los dirigentes religiosos
les hacía tambalear con su enseñanza. Jesús en su gran amor por tratar de
recuperar a la gran muchedumbre de las garras de Satanás, eran hombres que
ponían atención en su enseñanza, reconocían a este maestro como el enviado,
el Hijo de Dios. Eran ya bastantes entre hombres y mujeres, niños y ancianos los
que cada día seguían a Jesús hasta las afueras de la ciudad de Jerusalén, pues
el maestro Jesús usaba parábolas y una de las muchos que usó, fue “EL HIJO
PRÓDIGO”.

PRIMERA PARTE
El padre en una reunión con sus hijos, amigos y servidumbre en un salón
apropiado (y decorado tipo romano), entre risas y músicas saborean exquisitas
comidas y buen vino. El padre se pone de pie rebosante de alegría y hace un
movimiento pidiendo silencio.
Padre: Silencio tan solo un instante. “Quiero dar gracias a mi creador en alta voz
por brindarme la felicidad y la dicha más grande de la tierra. Por haberme
brindado dos maravillosos hijos que son mi orgullo, porque nunca de ellos tuve
queja alguna… y a ustedes amigos. Gracias os doy, por compartir conmigo este
momento de alegría y felicidad “Gracias Dios mío,, gracias mi Señor”.
Hijo menor: Yo también quiero compartir la misma alegría contigo buen padre,
y a la vez quiero aprovechar la oportunidad para decirte algo que hace mucho
tiempo me tiene martirizando, espero que lo tomes con mucha calma y no te
molestes… entre los bienes de tu propiedad hay algo que me pertenece, y
quisiera padre mío, que me lo entregaras, ya que, como adulto que soy, bueno
pues… quiero disfrutar de ello.
Hijo mayor: ¿Te has vuelto loco? ¿Tú, disfrutar de algo que no has trabajado?
(se dirige al padre muy acalorado) No es justo que quiera disfrutar de algo que
no le pertenece, padre mío.
Padre: ¡Calma, calma hijo de mi alma! ¿Por qué vamos a malograr este
momento del cual estamos felices? Por favor, que siga la música. Luego, luego
vamos a tratar este asunto.
Relator: De esta manera, siguió la fiesta, los brindis y parecía que todos estaban
muy contentos, pero el corazón del anciano padre había quedado muy inquieto
por la petición que había hecho el joven hijo.
(Fin de la primera parte)
TELÓN

SEGUNDA PARTE
Reunidos un grupo de jóvenes conversaban alegremente, entre ellos se
encontraban Adoon el hijo menor del anciano padre y éste; hacían planes sobre
su futuro viaje a otro lugar de su país.
Hijo menor: ¡Imagínense! Yo, Adoon gozando de la gran vida ¡sin que nadie me
controle en lo que haga! ¡Con nuevos amigos, hermosísimas chicas, disfrutando
de lo mejor, ja, ja, ja!
(Se aparece el padre)
Padre: ¡Oh! Te andaba buscando hijo… si me permiten un momento por favor//
Hijo desde aquel día que me pediste la parte de tu herencia me he quedado muy
intranquilo y me pregunto ¿Qué te ha hecho pensar en la parte de la herencia?
Si todo lo que es mío, les pertenecerá cuando yo muera.
Hijo menor: ¡Ah no, padre! Lo que me pertenece a mí, es mío, no de mi hermano
mayor. Yo quiero sentir, disfrutar de lo que me pertenece sin que nadie, nadie
me pida cuentas.
Padre: Está bien, bien hijo, no vamos a discutir por algo que se puede arreglar,
que tu corazón no se airee contra tu hermano, si, así lo quieres, hágase tu
voluntad, pero escuchad hijo mío, mis palabras para que nunca te tengas que
arrepentir…Toma la parte que te corresponde de mis bienes, que de este
momento pasan a ser tuyos, emplea bien este dinero hijo mío y que Dios te
bendiga (El padre abraza a su hijo y lo despide).
TELÓN
TERCERA PARTE
Relator: Desde aquel día de la partida del joven hijo, el palacio del anciano padre
parecía que estaba deshabitado y triste, habían pasado dos largos años desde
que el amado hijo se había marchado, el padre sufría en silencio, pues sabía por
rumores de viajeros que emigraban de muchas partes que, la provincia dónde
su hijo se suponía debía encontrarse su menor hijo, estaba pasando por una
terrible hambruna.
Padre: ¿Qué será de mi hijo Adoon?¿Dónde estará? ¡No tengo noticias de él,
solo sé que el lugar dónde se supone debería estar, está siendo azotado por una
gran hambruna y que mucha gente está muriendo de hambre… ¡Padre mío has
que mi hijo no perezca en esta calamidad, devuélvemelo sano y salvo Señor!,
antes que mis ojos descansen en el sueño eterno.
Relator: Efectivamente, Adoon pasaba por momentos muy críticos, su dinero lo
malgastó en vanidades, con falsos amigos, perdió sus pertenencias y no tenía
qué comer, se ofreció como pastor de cerdos y comía las algarrobas junto con
ellos, y no podía saciar su hambre. Y por fin pensó en sus seres queridos, y
decidió en regresar a casa.
Hijo menor: En la casa de mi padre hasta el más último jornalero tiene pan para
comer y saciar su hambre, mientras que yo aquí, perezco en la necesidad, no es
justo, Dios mío… pero voy a ir a la casa de mi padre y le diré de esta manera…
“Padre, he pecado contra el cielo y contra ti, no soy digno de llamarme tu hijo…yo
sé que en tu casa hasta el último de tus hombres tiene pan para comer, mientras
que yo, muero de hambre”.
Relator: Y pensando en todas sus consecuencias tomó el camino de retorno a
su hogar mientras que el padre clamaba en voz alta la protección divina. El padre
se lleva la mano a la frente, agudiza la vista, llevándose la mano al
corazón…exclama dubitativo lo siguiente:

Padre: ¡Sino me equivoco es figura es conocida! Mi corazón no me engaña ¡Es


mi hijo! ¡Es mi hijo!
Hijo menor: (Cayendo y levantando, se acerca a su padre)
Padre: Hijo mío, mi hijo amado, venid a mis brazos para sentir tu cuerpo junto al
mío, y clamad en voz alta: ¡Gracias Dios mío!, gracias por haber escuchado mis
oraciones, y por la gracias que has hecho al devolverme a mi hijo como te lo
había pedido, sano y salvo, gracias Dios mío. (Y llama a gran voz) ¡Venid todos,
venid, porque mi hijo ha vuelto, sano y salvo! ¡Alégrense conmigo! ¡Este es mi
hijo, había muerto y ha resucitado, se había perdido y hoy fue encontrado!
¡Vestidle, vestidle ropas nuevas, ponedles sandalias a sus pies, anillos a sus
dedos…vayan a la granja y maten al ternero cebado, vengan todos y hagamos
fiesta en casa! ¡Gracias Dios mío!
Se recoge el telón, mientras hijo el mayor regresa del campo.
Hijo mayor: ¿Por qué tanto escándalo en casa? ¿Qué estará pasando? Psh,
psh, venid para acá ¿Por qué tanto alboroto?
Sirviente: ¡Es que tu hermano ha regresado! ¡Y tu padre ha mandado hacer
fiesta! Ha ordenado que mataran al becerro más cebado, y todos en la casa
señor, están felices, y venid vos también.
Hijo mayor: No es posible que hagan fiesta para ese malagradecido, que ha
destruido los bienes de mi padre, ha malgastado su fortuna en vanidades, ha
desvelado sus sueños y su grandeza de mi padre, ¡No es posible que hagan
fiesta! ¡Llamad a mi padre! (El padre muy amoroso, va al encuentro de su hijo)
Padre: ¡Venid, hijo! ¡Alégrate conmigo! (el hijo mayor le interrumpe)
Hijo mayor: ¡No es justo que te alegres por mi hermano Adoon! ¡Con el retorno
de Adoon! Ese hijo malagradecido que casi terminó con tus días y hoy le haces
fiesta?
Padre: ¡Por favor, hijo! Quiero que compartas la misma alegría, que siente mi
corazón ¡Venid, venid!
Hijo mayor: No, no, no y no ¿Cómo es posible que, para él, hagas fiesta? Hiciste
matar el becerro más cebado, y para mí? Que todo el tiempo he estado a tu lado,
te he servido ¿ni siquiera me diste un carnero para alegrarme con mis amigos?
Padre: Querido hijo, tu todo el tiempo has estado conmigo, lo mío es tuyo, mas
este hermano, había muerto y hoy, ha resucitado, se había perdido y hoy, fue
hallado ¿Por qué no voy a hacer fiesta, hijo mío? Ven alegrémonos
juntos…Todos, alabado sea nuestro Dios.
Relator: Así termina esta parábola de Jesucristo, hecho realidad con el personal
artístico, dirigido por el señor José Enrique Leyva Vargas, en su programa
cultural.

“LA FELICIDAD CUESTA LÁGRIMAS”

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