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ENCUESTAS

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Principales métodos de investigación en

Psicología y Ciencias de la Salud

1. Introducción
2. Principales métodos de investigación
3. Metodología experimental
4. Metodología cuasi-experimental
5. Metodología selectiva
6. Metodología observacional
7. Resumen y Conclusiones
Bibliografía recomendada
Leticia de la Fuente Sánchez 2

1. Introducción
Como ya hemos visto, el denominado método científico, como método general, describe un
procedimiento para la obtención de conocimiento legítimo que implica el ciclo completo de la
investigación y que es, en cierta forma, independiente, por su nivel de generalidad, del problema
de estudio.
Sin embargo, cada ciencia particular posee su propio objeto de estudio, así como sus
métodos y técnicas particulares, que siguiendo los requisitos del método científico, están
adaptados a las peculiaridades de sus problemas de estudio. El objeto de estudio de la Psicología
es complejo y existe una diversificación interna cada vez mayor de esta disciplina: Psicología de
los Procesos Básicos, Psicología Social, Psicología del Trabajo y de las Organizaciones,
Psicología Evolutiva y de la Educación, Psicobiología, Psicología de la Personalidad, Psicología
Clínica, Psicología Comunitaria, Psicología Jurídica, Psicología Ambiental, Psicología de la
Salud, etc. Esta realidad justifica la idea, cada vez más aceptada, de que la Psicología es y
necesita ser, para poder cumplir con su objetivo, multimetodológica; esto es, necesita utilizar
distintos métodos (o aproximaciones metodológicas) según sean, en cada momento, los
objetivos y las condiciones de la investigación, y todos ellos deben ser reconocidos como útiles
y eficaces en su ámbito adecuado de actuación.
La presentación de estos métodos, su diferenciación y sus campos idóneos de aplicación
constituye el objetivo general de este tema. Pretende ser sólo una introducción, una visión
integrada que ayude a comprender cómo distintos métodos, a pesar de sus diferencias, pueden
ser modos legítimos de obtener conocimiento científico.

2. Principales métodos de investigación

Tal como indicamos en la introducción, la Psicología, como disciplina científica, comparte la


estrategia general del método científico, pero desarrolla un conjunto de métodos particulares,
adecuados a la naturaleza de su objeto de estudio y a su grado de desarrollo como ciencia. La
riqueza y complejidad de su objeto conlleva la diversificación de las estrategias de
investigación. Sin embargo, el reconocimiento de esta diversidad y de la entidad propia de cada
método para afrontar un determinado tipo de problema de estudio no tiene por qué entenderse
como una contraposición. La diferenciación de las distintas estrategias metodológicas de
investigación en Psicología y el análisis de sus posibilidades y limitaciones se puede realizar
desde un criterio organizador común.

Son diversos los criterios de clasificación posibles y éstos han experimentado una interesante
evolución histórica (ver cuadro 1).
Principales métodos de investigación 3

Cuadro 1. Los métodos de las Psicología. Notas históricas.

A lo largo del desarrollo de la Psicología como Ciencia se han propuesto múltiples divisiones y
clasificaciones de las aproximaciones metodológicas o métodos particulares de la Psicología a
los que nos venimos refiriendo. Quizá la primera distinción se puede encontrar en el clásico
texto de Woodworth (1938), en el que el autor diferencia entre método experimental y método
correlacional. En palabras del propio autor “...mientras el método experimental manipula
variables, el método correlacional mide dos o más características de los mismos individuos y
computa la correlación entre dichas características...” (Woodworth, 1938, p. 3). El texto de
Woodworth comenzó un proceso de separación entre ambas aproximaciones que queda
reflejado en el discurso presidencial que L. Cronbach dio en 1957 para la Asociación
Americana de Psicología: “The Two Disciplines of Scientific Psychology”. De acuerdo con
Cronbach, la Psicología Correlacional quedó caracterizada por el estudio de las diferencias
individuales a través de la investigación de las relaciones entre variables que ocurren
naturalmente. Por su parte, la Psicología Experimental, intentaría minimizar o controlar esas
diferencias individuales con el fin de demostrar la influencia de un factor (causal) manipulado
sobre variables medidas en los individuos, en ambientes controlados. Esta distinción de los
métodos de la Psicología ha tenido un profundo efecto en la investigación psicológica y
podemos decir sin temor a equivocarnos que, incluyendo las variaciones sufridas
posteriormente, la filosofía y modo de proceder de ambas aproximaciones metodológicas sigue
vigente actualmente. No obstante, el término “correlacional” ha tendido a sustituirse por otros
términos, debido a que dicho término hace referencia a características del análisis más que a
características metodológicas y de diseño, y por tanto tiende a resultar confuso. No obstante,
los términos que se proponen en su lugar tampoco están exentos de ambigüedad y el
consenso entre los autores con respecto a qué terminología utilizar está lejos de ser una
realidad.
La dicotomía entre método experimental y correlacional es rota por Campbell y Stanley
(1963) al proponer los denominados “diseños cuasi-experimentales” como alternativa a los
(verdaderos) experimentos en el ámbito aplicado, concretamente en dicho texto en el ámbito
educativo, donde la asignación aleatoria puede no ser posible como procedimiento de control. A
partir de la citada obra, los diseños cuasi-experimentales se han incluido en todas las
clasificaciones de los métodos psicológicos, ya sea englobándolos dentro del método
experimental, ya sea como una categoría diferente con entidad propia.

Entre los autores españoles, la clasificación que parece gozar de más consenso
actualmente es la que divide a los métodos particulares de la Psicología en método
experimental, cuasi-experimental, método selectivo y método observacional1. Los dos primeros
pertenecientes al paradigma metodológico experimental y los dos segundos, al no-experimental.
El criterio diferenciador utilizado para distinguirlos es el grado de intervención o
control interno ejercido sobre la situación de investigación. Atendiendo a dicho criterio, los

1
Esta división fue la utilizada también por el Consejo de Universidades al definir los descriptores de las
materias troncales del Área de Metodología de las Ciencias del Comportamiento (Real Decreto
1428/1990).
Leticia de la Fuente Sánchez 4

métodos pueden posicionarse en un continuo que iría desde la situación de mayor intervención y
control, representada en un extremo por la estrategia experimental y, en menor medida por la
cuasi-experimental, hasta el otro extremo del continuo, donde se encontraría la estrategia
naturalista propia del método observacional, con ausencia o presencia mínima de intervención.
El método selectivo ocuparía una posición intermedia entre estos dos extremos (ver cuadro 2).

Cuadro 2. Clasificación de los métodos psicológicos en función del control interno

PARADIGMA EXPERIMENTAL PARADIGMA NO-EXPERIMENTAL


M. Experimental M. Cuasi-experimental M. Selectivo M. Observacional

Grado máximo de intervención Grado mínimo de intervención


Máximo control interno Mínimo control interno
Hipótesis Causales Hipótesis Asociativas

El grado de control interno que se puede ejercer en una investigación está directamente
relacionado con el tipo de hipótesis que se pueden probar con más garantías en dicha
investigación. Así, a mayor control, mayores garantías para que en la investigación se puedan
poner a prueba hipótesis causales. De esta manera, los diferentes métodos, dado que los
caracterizamos por el grado de control, también se suelen distinguir por la capacidad de cada
uno de ellos para probar hipótesis causales. Ateniéndonos a este criterio, serían las estrategias
ubicadas en el paradigma experimental las que permitirían poner a prueba de forma más directa
hipótesis de causalidad –la experimental con mayores garantías que la cuasi-experimental-,
mientras que las estrategias ubicadas en el paradigma no-experimental serían menos adecuadas
para evaluar este tipo de hipótesis, siendo más apropiadas para probar hipótesis de asociación o
correlación entre variables.

3. Metodología experimental
La metodología experimental se puede caracterizar como una forma de adquisición de
conocimiento científico, que investiga la existencia de relaciones de tipo causal entre las
variables objeto de estudio, utilizando los siguientes procedimientos:
a) la manipulación activa de los factores considerados causales (las variables independientes);
b) el registro posterior del efecto conseguido con dicha manipulación (mediante la medición de
las variables dependientes), y;
c) el control directo de otros factores importantes que no son objeto de interés en el estudio,
pero que potencialmente pueden intervenir en la relación causal, modificándola (control
interno). Se controlan para evitar su influencia sobre la relación causal que se está investigando
y se les suele denominar variables extrañas o variables contaminadoras.
Principales métodos de investigación 5

El tema del control de las variables extrañas es un aspecto fundamental en la


metodología experimental. Realmente, es el control de las variables extrañas, junto con la
manipulación activa de las variables independientes, lo que posibilita el estudio adecuado de las
relaciones causales entre las variables o aspectos que conforman un problema de investigación.
De hecho, se han desarrollado diferentes procedimientos o técnicas de control experimental, en
función del tipo de variable que sea necesario controlar. Posteriormente se entrará más a fondo
en este tema.
Por otra parte, el método experimental (en el ámbito de las Ciencias Sociales, la
Psicología y la Educación), se ha desarrollado históricamente a través de dos tradiciones
diferentes. Estas dos tradiciones, que perduran hasta nuestros días, se conocen como tradición
del sujeto único y tradición del control estadístico (Tomas Cook y Donald Campbell hicieron
esta distinción en 1986).
La tradición del sujeto único proviene de la aplicación de los procedimientos
experimentales de las Ciencias Naturales a la investigación de procesos psicológicos. Se basa en
el estudio de la variabilidad individual y la aplicación de técnicas de control de laboratorio, que
permitían el aislamiento de los procesos objeto de estudio, de los factores o variables
contaminadoras. Los primeros trabajos de investigación de los inicios de la Psicología científica,
a finales del XIX, se basaron precisamente en el estudio controlado de sujetos individuales,
adaptando las características de estos procedimientos de control a los objetos y situaciones de
estudio psicológicos. Los trabajos pioneros de Fechner (1801-1887), Wundt (1832-1920),
Pavlov (1849-1936) o Ebbinghaus (1850-1936) son ejemplos de aplicación del método
experimental mediante la repetición de medidas de sujetos individuales en situaciones
controladas de laboratorio, y la generalización basada en la replicación de los resultados en
otros sujetos. Posteriormente, esta tradición de investigación experimental se mantiene casi
exclusivamente con Skinner (1904-1990) y sus colaboradores mediante el desarrollo del
condicionamiento operante y el “análisis experimental de la conducta”. Esta tradición de
investigación se mantiene actualmente en la Psicología dentro de la metodología experimental
de caso único, cuyas aplicaciones más relevantes se producen en el ámbito aplicado de la
Psicología Clínica, aunque también se utilizan en el ámbito educativo o en neuropsicología
aplicada, entre otros.
Por otra parte, la tradición del control estadístico es la que caracterizó la mayor parte de
la investigación experimental que se realizó en Psicología a partir de la década de los 50 del
siglo XX. Surgió fundamentalmente a partir de los trabajos del matemático R. A. Fisher (1890-
1962), que proporcionó las bases matemático-estadísticas para controlar variables extrañas, sin
necesidad del aislamiento físico del laboratorio. Sus procedimientos se aplicaron en
investigaciones donde el objeto de interés ya no era tanto la variación individual, sino la
interindividual, es decir, la comparación de grupos, y en concreto, la respuesta media de dichos
Leticia de la Fuente Sánchez 6

grupos como el reflejo de la acción de un tratamiento. Propuso el experimento aleatorizado


como una variante del experimento, cuya característica distintiva era la utilización del
procedimiento de control denominado “asignación aleatoria” para formar los distintos grupos de
tratamiento (incluyendo el grupo de no tratamiento o grupo control). Introdujo también gran
parte del modelo de análisis estadístico asociado a los diseños experimentales de comparación
de grupos, el análisis de varianza. La publicación de la obra Desing of experiments (Fisher,
1935) tuvo una gran repercusión en el panorama científico del momento, convirtiéndose los
diseños experimentales aleatorios en las estructuras de investigación más utilizadas en muy
diversos ámbitos de investigación (agricultura, genética, psicología, medicina, educación, etc.).
El primer manual sobre diseño experimental aplicado específicamente a la Psicología lo publicó
Edwards en 1950, de manera que en la década de los 50, el análisis de la variabilidad
interindividual mediante el análisis de varianza asociado al experimento aleatorio se convierte
en la aproximación metodológica dominante en la investigación psicológica (Sarriá, 2000).
Actualmente, podemos hablar de una coexistencia de ambas aproximaciones en la investigación
psicológica, aunque la tradición del control estadístico está más generalizada, incluso en el
ámbito docente.

4. Metodología cuasi-experimental
Con el término “metodología cuasi-experimental” se hace referencia a un conjunto de
procedimientos de investigación encaminados al estudio de relaciones de tipo causal entre las
variables que conforman un fenómeno concreto, pero en su entorno real, fuera de los
laboratorios.
Los denominados “diseños cuasi-experimentales” comparten con los diseños
experimentales gran parte de sus características esenciales, como la existencia de una
intervención directa sobre la variable independiente o tratamiento, cuyos efectos sobre otra
variable de interés (la dependiente) se quieren conocer. Se aproximan lo más posible al control
de la situación de estudio propio de un método experimental, pero con las limitaciones de
control debidas a que los estudios se desarrollan en los entornos naturales.
El importante desarrollo de la Psicología Aplicada y el vínculo, cada vez más estrecho,
entre la investigación científica y el ejercicio profesional de los psicólogos, contribuyó al
desarrollo de esta estrategia de investigación, que pretende potenciar el estudio de problemas de
relevancia social y profesional, no trasladables al laboratorio, pero susceptibles de ser
estudiados con un procedimiento controlado. El interés por el estudio de los fenómenos en su
entorno real, y las limitaciones en las posibilidades de control aplicable en este tipo de
situaciones impulsó el desarrollo la metodología cuasi-experimental, cuyos fundadores fueron
los famosos y ya clásicos autores Campbell y Slanley (1963), Cook y Campbell (1976, 1979).
Principales métodos de investigación 7

5. Metodología selectiva
La denominación “metodología selectiva” se utiliza para caracterizar un conjunto de
procedimientos de investigación que comparten una característica fundamental: el estudio de las
relaciones entre las variables que definen un fenómeno psicológico, tal como ocurren
naturalmente, sin manipulación activa de variables por parte del investigador. Para ello, el
procedimiento de selección de sujetos es fundamental, y se realiza en función de que posean
entre sus características un determinado valor o modalidad de las variables objeto de estudio
(sexo, edad, nivel cultural, actitudes, aptitudes, valores, opiniones, atributos psicológicos, etc.).
Por tanto, la metodología selectiva pone el acento, por una parte, en la naturaleza de las
variables de estudio (son variables de selección de valores) y, por otra, en la importancia de la
selección de los sujetos de estudio en la estrategia de recogida de datos de la investigación.
Dentro de la aproximación selectiva, consideraremos dos tipos generales de
investigaciones, la investigación mediante encuestas y la investigación ex post facto. Aunque
ambas comparten las características generales de la aproximación selectiva que acabamos de
comentar, difieren entre sí en suficientes aspectos como para considerarlas de manera
diferenciada.
Con la denominación “investigación mediante encuestas” se hace referencia a una
estrategia concreta de aplicación del método selectivo, en la que cobra especial importancia el
procedimiento de muestreo aplicado en la selección de los sujetos de estudio, ya que la
generalización de los resultados obtenidos en la muestra a la población de referencia es un
objetivo primordial en este tipo de investigaciones.
Cuando las variables de estudio son de selección de valores pero los objetivos de la
investigación no marcan la necesidad de la amplitud del estudio –la generalización a la
población de referencia se convierte en un objetivo secundario-, sino que más bien se
plantea como una aproximación a la explicación de los fenómenos psicológicos en
términos de relaciones, el tipo de estudio planteado suele reunir las características de lo
que hemos denominado investigación ex post facto.
El control que habitualmente se ejerce en este tipo de investigaciones es el que
denominamos control externo (frente al control interno típico de la metodología experimental),
que supone intervenir sobre variables contextuales relativas a la selección de los sujetos, al
medio, al instrumento y a la estrategia de recogida de datos.
Estas características metodológicas determinan, a su vez, qué tipo de hipótesis se
pueden poner a prueba con mayores garantías y, en este sentido, la modalidad selectiva es
especialmente adecuada para probar hipótesis de carácter descriptivo, asociativas e incluso
predictivas, pero no tanto hipótesis causales, debido a los problemas que presenta en cuanto a la
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posibilidad de descartar explicaciones alternativas, fundamentalmente, e incluso en algunos


tipos de estudios, de precedencia temporal entre causa y efecto.
El método selectivo coincide, en sus características básicas, con el históricamente
conocido, y aún denominado así en algunos textos, “método correlacional”. Como ya
comentamos en el cuadro 1, existe bastante acuerdo en considerar inadecuada la denominación
método correlacional, ya que pone el acento diferenciador de esta modalidad en un tipo de
análisis estadístico que no tiene por qué caracterizar el tipo de investigación realizada. El
término “método selectivo”, no obstante, tampoco se ha adoptado de manera universal, y
podemos encontrar denominaciones diversas como alternativas a la de método correlacional,
además del de selectivo, por ejemplo, comparativo, asociativo, de diferencias individuales, de
encuesta, etc.

6. Metodología Observacional
El marco metodológico general en el que se ubica la metodología observacional es, al igual que
la aproximación selectiva, el paradigma no-experimental. Por tanto, las características
metodológicas diferenciales respecto a la metodología experimental y cuasi-experimental son,
como en la metodología selectiva, las cuestiones fundamentales relativas a la ausencia de
control mediante manipulación de variables independientes y mediante técnicas de control
experimental. Esto supone, como ya hemos comentado en diferentes momentos, una reducción
considerable del grado de intervención que se ejerce sobre la situación de investigación.
No obstante, al igual que en la aproximación selectiva, esto no significa que en las
investigaciones observacionales no se ejerza control alguno sobre los contextos de
investigación, si esto fuera así, no estaríamos hablando de un procedimiento con garantías
científicas –el control en sus diferentes formas es un requisito para obtener conocimiento
científico-. En la metodología observacional, el control que habitualmente se ejerce sobre las
situaciones de investigación es el que hemos denominado control externo, que supone intervenir
sobre variables contextuales relativas a los sujetos, al medio, al instrumento y a la estrategia de
recogida de datos. Y son precisamente estos aspectos los que diferencian, a nivel metodológico,
la metodología observacional de la que hemos caracterizado anteriormente como selectiva,
aparte claro está, del objetivo general que se persigue con cada una de ellas. Evidentemente, las
características metodológicas de la aproximación observacional son subsidiarias al objeto de
estudio fundamental que ésta persigue. Ambos aspectos, objeto de estudio y características
metodológicas, nos servirán para caracterizar la metodología observacional y diferenciarla de la
otra aproximación que hemos ubicado en el paradigma no-experimental, la selectiva.
Con respecto al objeto de estudio, el método observacional se plantea como un
procedimiento global de investigación de la conducta generada espontáneamente, por tanto, sin
intervención del investigador en el fenómeno de estudio y sin restricción de las respuestas de
Principales métodos de investigación 9

los sujetos a través de las tareas o los instrumentos de evaluación. Cuando se habla de “conducta
generada espontáneamente” se hace referencia fundamentalmente a conductas directamente
perceptibles, que puedan ser observadas directamente.
Con este objeto de estudio, la conducta espontánea, la estrategia de investigación aplicada
debe conciliar dos aspectos: por una parte, el rigor suficiente para proporcionar conocimientos
científicos, que garanticen su replicabilidad, por otra, la protección del grado máximo de
realismo, siendo esta conciliación una de las características fundamentales de la metodología
observacional. Para conseguir esta conciliación, es fundamental que la técnica de recogida de
datos que utiliza esta modalidad del método científico, y que le da nombre, la observación
sistemática, garantice que la información que proporciona sea útil, fiable y válida. Es importante
en este punto señalar que la observación, como técnica de recogida de datos, aunque es
característica de esta aproximación metodológica, no es exclusiva de ella, pudiendo ser
utilizada, como de hecho ocurre, en otras modalidades metodológicas como procedimiento para
registrar determinadas variables de interés si el objetivo de la investigación concreta lo requiere.
El tipo de información que proporciona el estudio de la conducta espontánea supone una
aportación específica y peculiar al corpus de conocimientos científicos de la Psicología. El
estudio del comportamiento, sin intervención manipulativa, ni restricciones impuestas por el
investigador, y generalmente en el entorno real en el que cobra su auténtico significado, permite
la comprensión de su función, el para qué o el por qué de dicho comportamiento. Este aspecto
del comportamiento no es accesible a través de los procedimientos de las otras aproximaciones
metodológicas.

7. Resumen y Conclusiones
Retomando de nuevo la idea con la que comenzábamos este tema y enlazando con lo dicho
hasta aquí, podemos concluir diciendo que, al descender a la práctica de la investigación
psicológica, el método científico general se materializa en diferentes aproximaciones
metodológicas o procedimientos de actuación concretos que se pueden diferenciar, a escala
general, en función del grado de control que se ejerce sobre la situación de investigación y,
directamente relacionado con éste, por el tipo de hipótesis que se pueden poner a prueba con
mayores garantías por cada uno de ellos. A un nivel más específico, las diferentes modalidades
de investigación ubicadas en el paradigma no experimental también son susceptibles de ser
diferenciadas en función de las características fundamentales de la información recabada, según
estas sean representatividad o realismo, así como en función de la técnica de recogida de datos,
la cual determinará en última instancia las características fundamentales de dicha información.
En la tabla 1 se presenta un esquema con las principales aproximaciones metodológicas
junto con los criterios utilizados para diferenciarlas.
Leticia de la Fuente Sánchez 10

Tabla 1. Aspectos diferenciales de las principales aproximaciones


metodológicas en Psicología

MARCO PARADIGMA EXPERIMENTAL PARADIGMA NO-


METODOLÓGICO EXPERIMENTAL
GENERAL
Propósito General Hipótesis Causales Hipótesis Asociativas y/o
Descriptivas
Aproximación Experimental Cuasi- Selectiva Observacional
Metodológica Experimental
Específica
Características Manipulación VI Manipulación VI Representatividad Realismo
Metodológicas Control internoa Control interno Control externo Control externo
Diferenciales Control externob Control externo
Asignación
aleatoria
a
Intervención sobre variables contaminadoras conocidas mediante técnicas de control experimental
b
Intervención sobre variables contextuales relativas a los sujetos, al medio y a la recogida de datos

Como ya se ha comentado en diversos momentos, los diferentes métodos de


investigación aquí citados se consideran aplicaciones concretas del esquema general del método
científico. Desde este punto de vista, es importante señalar que no es lícito sostener que uno de
ellos es superior al resto en términos generales, para todos los casos. Como tampoco lo es
identificar el método científico con una de las aproximaciones metodológicas, como durante
mucho tiempo ha ocurrido en la investigación psicológica, al identificar el método científico con
la modalidad experimental –tendencia probablemente provocada por los inicios de la Psicología
científica, unidos a la aplicación del método experimental.
De hecho, en función del problema de estudio, las variables implicadas y las
condiciones bajo las que se pueda desarrollar una investigación, unas aproximaciones
metodológicas serán más adecuadas y posibilistas que otras. Por tanto, es la adecuación de la
metodología empleada a las hipótesis de trabajo, junto a una rigurosa realización del estudio, lo
que hará una investigación más o menos correcta, pero no el uso de una u otra metodología.
Por otra parte, las diferentes aproximaciones metodológicas no son excluyentes entre sí,
sino que en muchas ocasiones pueden ser complementarias. La complejidad del objeto de
estudio de la Psicología hace necesario abordar problemas complejos desde diferentes
perspectivas, que más que competir, se complementan con sus aportaciones específicas y se
compensan en sus limitaciones. Esta aproximación, que ha sido denominada aproximación
multimétodo, de hecho, es cada vez más habitual en la investigación psicológica, ya que los
estudios, generalmente, no son casos aislados, sino que pertenecen a proyectos de investigación
más amplios, en los que se persiguen diferentes objetivos relacionados, que en muchas
ocasiones requieren de diferentes aproximaciones metodológicas.
Principales métodos de investigación 11

Bibliografía recomendada
Anguera, M.T., Arnau, J., Ato, M., Martínez-Arias, R., Pascual, J. y Vallejo, G. (1995).
Métodos de investigación en Psicología. Síntesis Psicología.
Fontes, S., García, G., Garriga, A.J., Pérez-Llantada, M.C. y Sarriá, E. (2001). Diseños de
investigación en Psicología. Madrid: UNED.
León, O.G. y Montero, I. (2003). Métodos de investigación en Psicología y Educación (3ª ed.).
Madrid: Macgraw-Hill.
CAPÍTULO 2

LA ENCUESTA COMO TÉCNICA


DE INVESTIGACIÓN SOCIAL
Andrés Arias Astray
Baltasar Fernández Ramírez
UNIVERSIDAD DE ALMERÍA

0. INTRODUCCIÓN
1. ‘HISTORIAS’ SOBRE LAS ENCUESTAS EN LA HISTORIA DE LA INVESTIGACIÓN
SOCIAL
1.1. ‘La aritmética política’
1.2. La estadística Moral
1.3. El movimiento de Encuestas y Monografías Sociales
1.4. Marx y Weber
1.5. El estudio de las actitudes
1.6. Las ‘votaciones particulares’
1.7. Gallup, Roper y Crossley
2. ¿QUÉ SON LAS ENCUESTAS?
2.1. La encuesta y las técnicas de investigación.
2.2. La encuesta: una técnica para explorar, describir y explicar la realidad social.
2.3. Propuesta de una definición de encuesta.
3. TIPOS DE ENCUESTA
3.1. La encuesta personal.
3.2. La encuesta por correo
3.3. La encuesta telefónica
3.4. Otros tipos de encuesta
3.5. La elección del tipo de encuesta más adecuada en función de sus ventajas e
inconvenientes.
3.5.1. Aspectos relacionados con la población
3.5.2. Aspectos relacionados con el muestreo
3.5.3. Aspectos relativos al tema y al contenido de la encuesta
3.5.4. Aspectos relativos a ciertos sesgos que se pueden producir en las encuestas
3.5.5. Aspectos relacionados con la Administración de las encuestas.
4. EL PROCESO GENERAL DE INVESTIGACIÓN MEDIANTE ENCUESTAS

-15-
0. INTRODUCCIÓN

En el capítulo anterior, se ha descrito el proceso general para acceder a un conocimiento metódico, riguroso,
crítico, idealmente objetivo y potencialmente útil de la realidad social. De igual forma, y al enumerar los múltiples
y variados propósitos a los que dicho proceso pretende servir, la pluralidad de contextos en los que se lleva a cabo
y, entre otras cuestiones, la bondad diferencial de las estrategias y técnicas que tiene a su disposición, se ha mostrado
el carácter no algorítmico y, por lo tanto, las dificultades y el decisionismo que lo caracterizan.
En este segundo capítulo, y concretando ya un poco más, se profundizará en el análisis de la estrategia de
investigación de la que se ocupa este libro: la encuesta. Estrategia que, sin duda, participa de las características y
rasgos que se acaban de enumerar.
Para ello, y en primer lugar, se realizará un breve recorrido a lo largo de la historia de la investigación
social, al objeto de constatar que la encuesta, tal y como se conoce hoy en día, y a pesar de sus insignes antecedentes,
constituye una técnica de investigación relativamente reciente, pues apenas cuenta con un siglo de antigüedad.
En segundo lugar, se propondrá una definición de encuesta e, intentando no confundir la parte con el todo,
se distinguirá del cuestionario, la entrevista y de otras técnicas y procedimientos de los que hace uso. Del mismo
modo, se intentará que no se identifique la investigación mediante encuestas con un propósito determinado de
investigación, esto es, exploratorio, descriptivo o explicativo.
A continuación, y en tercer lugar, se indicarán los principales tipos de encuestas existentes, describiendo,
por su importancia, las características, las ventajas y los inconvenientes de las encuestas personales, telefónicas y
por correo.
Para terminar, se ofrecerán una serie de observaciones sobre los aspectos que han de tenerse en cuenta en
la planificación y elaboración de un proyecto de investigación mediante encuestas.
El lector ha de disculpar que, en ocasiones, se utilicen ciertas perífrasis para hacer referencia a términos
tan familiares como el de ‘ciencia social’ o ‘conocimiento científico social’. Esto, sin duda, dificulta la lectura del
texto, pero permite a quien lo escribe seguir manteniendo su escepticismo ante los rígidos criterios de demarcación
entre ciencia y no ciencia -con los que a algunos, por cierto, todavía se les ‘llena la boca’-; defender, de esta forma,
que no existen normas universales ni eternas sobre cuál es la manera adecuada de llevar a cabo una investigación
y, paralelamente, afirmar que a la hora de conocer la realidad social no ‘todo vale’.

1. ‘HISTORIAS’ SOBRE LAS ENCUESTAS EN LA HISTORIA DE LA INVESTIGACIÓN SOCIAL

La encuesta, tal y como hoy se define y realiza, constituye una estrategia de investigación relativamente
reciente. En este sentido, existe un acuerdo generalizado a la hora de situar su nacimiento y rápida expansión en los
años comprendidos entre las dos guerras mundiales (Stoezel y Girard, 1973; Kerlinger, 1987; García Ferrando, 1992;
Wert, 1996), con los trabajos, entre otros, de Gallup (1935-1971), Crossley y Roper, Lazarsfeld et al.(1944) y
Stouffer y otros (1949).
No podría ser de otra forma, pues, por una parte, los desarrollos teórico-metodológicos que justifican,
conforman y dan sentido a las encuestas, y los procedimientos y técnicas de los que hacen uso, no se encontraban
disponibles, en su conjunto, hasta esos momentos. Por otra parte, lo que ofrecían y permitían se ajustaba de manera
muy satisfactoria a las imperiosas necesidades del momento. Necesidades que no sólo eran de carácter bélico, sino
también fruto de los importantes cambios políticos y comerciales que estaban ocurriendo en las sociedades
occidentales.
Pero con anterioridad a este período, la historia de la investigación social está plagada de innumerables

-16-
‘historias’ sobre los antecedentes de las encuestas. Historias que tienen que ver, en general, con distintos esfuerzos
para obtener un conocimiento preciso de la realidad social, al objeto de anticipar y establecer las medidas más
apropiadas para ajustarse o mejorar las condiciones sociales que la conforman (Cfr. los artículos de H. C. Selvin,
B. Lécuyer y A. R. Oberschall, M. G. Kendall, y W. E. Deming, recogidos en la edición de 1974 de la obra
‘Enciclopedia Internacional de las Ciencias Sociales’.)
Así, por ejemplo, Stoezel y Girard (1973, 56 y ss), haciendo ver que el ‘espíritu’ de la investigación actual
mediante encuestas ya se encontraba, desde antiguo, en el ‘ánimo’ de muchos gobernantes, recuerdan como en ‘Las
mil y una noches’ el Califa Harún-al-Rashid recorre, disfrazado, alguno de los zocos de Bagdag con la intención de
averiguar el sentir general de su pueblo. La misma idea de fondo, esto es, que se puede acceder al conocimiento de
la opinión colectiva sirviéndose de una serie de informantes bien escogidos, ha guiado las acciones de otros muchos
mandatarios. En ocasiones, y debido a lo que hoy se consideraría una selección inadecuada de la muestra, el
resultado no era el más satisfactorio. Este es el caso, por ejemplo, de Luis XIV, quien, desoyendo la correcta
impresión de sus ministros y creyendo mejor informadas a sus princesas sobre el parecer de los franceses, decide
aceptar para su nieto, el duque de Angevia, la corona de España. En otras circunstancias, sin embargo, el éxito
acompaña a estas prácticas rudimentarias de investigación social y política. Una muestra de ello se encuentra en el
encargo de Napoleón al conde Lavalette:

“Doce personas distinguidas de opiniones diferentes: jacobinos, realistas, republicanos e


imperiales, que recibían mil francos mensuales, le llevaban cada mes [a Lavalette] relaciones
sobre el estado de la opinión pública relativas a los actos de Gobierno y al estado de cosas en
Francia. Lavalette recibía estas relaciones selladas y me las traía. Después de leerlas las
quemaba. Mis ministros y mis amigos ignoraban que yo recibía estas comunicaciones tan
importantes para mí” (del Memorial de Santa Elena, citado en Stoezel y Girard, 1973, 57)

Resulta curioso, pero en este párrafo ya se encuentran reflejadas ciertas características que no son difíciles
de identificar en alguna de las encuestas que se realizan hoy en día. Los investigadores, en este caso Napoleón y
Lavalette, hacían uso de ayudantes a la hora de recoger la información que precisaban. El trabajo de estos últimos
estaba remunerado y, todo hay que decirlo, mucho mejor que en la actualidad. Por otra parte, el resultado de la
investigación se mantenía en secreto, cosa que sigue ocurriendo con la mayoría de los resultados de las encuestas
(Wert, 1996).
Sin embargo, y a pesar de la capacidad predictiva y de la utilidad de muchas de estas prácticas intuitivas
y asistemáticas, aún restaba mucho camino por recorrer para que los investigadores sociales pudiesen ofrecer, como
mostraron George Gallup, Archival Crossley y Elmo Roper, un procedimiento de análisis y anticipación a los
fenómenos sociales tan potente, fiable y válido como el de las encuestas actuales.
Pero dicho camino no fue, ni mucho menos, unidireccional, pues en él habrían de confluir aportaciones de
las más diversas procedencias. De éstas, y debido a las limitaciones de espacio, en este trabajo sólo es posible
mencionar alguna de las más importantes.

1.1. ‘La aritmética política’

En un principio, no parece descabellado defender que la investigación social en general y las encuestas en
particular son consecuencia y, a la par, claramente representativa, de uno de los ‘dictums’ más importantes de la

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historia social de la modernidad: ‘el conocer para prever y el prever para poder’. Lema que explícita Augusto Comte,
pero que tiene en Bacon uno de sus primeros valedores.
De esta forma, y siguiendo a Lécuyer y Oberschall (1974), puede decirse que la idea de que es posible
acceder al conocimiento de la realidad social mediante el análisis cuantitativo de los hechos que la conforman tiene
su primera e importante defensa en la Inglaterra de la segunda mitad del siglo XVII. La obra de Sir Francis Bacon,
unida a la convicción, dominante en aquel momento, de que un buen gobierno debía basarse en una información
precisa, y al convencimiento de que la población era la primera fuente de poder nacional, crean el clima adecuado
para el desarrollo de importantes contribuciones metodológicas.
Destacan, en este sentido, el trabajo que realizan los que se dedican a lo que en aquel entonces se conocía
con el nombre de ‘Aritmética Política’. Sin formar una escuela organizada, y con una procedencia tan diversa como
la del comerciante de mercería John Graunt, la del médico, marinero y, entre otras cosas, inspector de la propiedad
William Petty, o la del famoso astrónomo Edmund Halley, sientan las bases y el patrón de lo que será el trabajo de
muchos demógrafos y estudiosos sociales posteriores.
Graunt, que fue el primero en razonar de manera estadística sobre material demográfico, publicó, en una
fecha tan reciente como la de 1662, su obra ‘Natural and political observations made opon the bills of mortality’.
En la misma, y sirviéndose de ciertos registros parroquiales (bautizos y defunciones), estimaba, entre otras cosas,
diversas tasas de natalidad y mortalidad y el total de la población londinense. Petty, gran amigo de Graunt, fue el
primero en acuñar el término ‘Aritmética política’. Escribió una obra titulada ‘The political anatomy of Irland’ en
la que desarrollaba una teoría del gobierno, basándose en sus experiencias personales y en la recogida de datos
empíricos concretos, . Halley, por su parte, editó, mejorándolas, las ‘tablas vitales’ de las que hacía uso Graunt, en
las que se especificaba la probabilidad de supervivencia de un individuo a una cierta edad.
Este tipo de trabajos continuó realizandose con posterioridad, apoyado de manera muy importante por las
compañías aseguradoras, las cuales, todo hay que decirlo, han jugado un papel muy destacado en el desarrollo de
ciertos tipos de investigación social.
Entre ellos, cabe citar, los trabajos realizados por Gregory King en Inglaterra. Con la publicación en 1696
de su obra ‘Natural and Political Observations and Conclusions upon the State and Condition of England’, calcula
la media de ingresos familiares (además de estimar el número de familias del país) y, con ello, ofrece un indicador
de la manera en la que participaban del bienestar nacional. En Francia destacan las investigaciones de Colbert y del
Marqués Sébastien le Prestre. El primero de ellos, controlador general de finanzas francés desde 1661 hasta su
muerte en 1683, realizó una serie de estudios sobre el estado general del Reino y, bajo la influencia de Graunt, sobre
su población. Así mismo, realizó trabajos más específicos sobre las manufacturas francesas. Por su parte, Vauban,
comisionado general de las fortificaciones francesas, además de realizar diversos trabajos de investigación,
recomendaba que, a diferencia de como se venía haciendo, en la construcción de los censos se utilizase al individuo
como unidad de análisis y no a la familia. Para finalizar este breve comentario sobre la ‘aritmética política’, es
preciso destacar que a partir de 1697, bajo el reinado del mencionado Luis XIV, el duque de Beauvilliers,
gobernador del nieto del rey, el duque de Burgundy, promovió la realización de lo que se conoce como la ‘Gran
Encuesta’, con el objeto de demostrar a su superior la inadecuada política bélica y fiscal de su abuelo. Se realizaron
32 ‘memorias’, cada una de las cuales se basaba en los datos recogidos a través de un cuestionario que se enviaban
a los intendentes de cada distrito. Estos últimos, además de elaborar un censo, ofrecían información sobre el
territorio, la naturaleza de la población, la reputación de los religiosos y de los nobles, y una serie de cuestiones
relativas a la situación económica del distrito.

1.2. La estadística Moral

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Con unos orígenes más tardíos, y ya en el siglo XIX, otra gran tradición, de notable influencia en la historia
antecedente a la investigación mediante encuestas, es la que se conoce con el nombre de ‘Estadística Moral’. A pesar
de que se suele identificar al francés Le Play y al belga Adolphe Quetelet como sus primeros y grandes defensores,
ya con anterioridad André de Guerry de Champneuf -director del Departamento de Justicia Criminal del Ministerio
de Justicia francés desde 1821 hasta 1835-, Jean Baptiste Fourier y André de Chabrol de Crousol-con sus ‘Reserches
statistiques sur la ville de Paris es le département de la Seine’-, el alemán Joham Peter Süssmilch -al constatar que
las tasas de algunos comportamientos voluntarios, como por ejemplo las del suicidio, mostraban cierta constancia
en el tiempo-, y el médico francés Parent-Duchalet -con sus estudios sobre salud pública-, habían contribuido al
estudio, medición y descripción de las ‘cualidades morales’ y del bienestar social, al prestar atención a temas tales
como el crimen, el suicidio, la ilegitimidad, la prostitución y fenómenos similares.
Frédéric Leplay (1881, 3), que se había formado como ingeniero de minas, incorpora el espíritu empirista
de dicha profesión a las investigaciones sociales que realiza sobre los obreros europeos.

“Desde tiempo había reflexionado sobre un punto esencial, a saber, que, tanto en la ciencia de
las sociedades como en la de los metales, sólo me consideraré en posesión de la verdad cuando
mi convicción pueda apoyarse en la observación de los hechos”

Para tal fin, desarrolla nuevos procedimientos de recogida y análisis de datos, tanto cuantitativos como
cualitativos, que se concretan en su conocido ‘Método Monográfico’ de investigación. Éste deriva del tipo de
informes sistemáticos que los estudiantes de la escuela de minas realizaban en sus estudios del terreno, y en los que
tenían que destacar aquellos elementos que podían ser contados y tabulados. De esta forma, el contacto directo con
los datos y la utilización de una serie de principios selectivos guiados teóricamente para la comparación y
presentación de los mismos, constituyen, junto con la utilización de algunas estrategias rudimentarias de muestreo
y de ciertos indicadores e índices de tipo económico, las características principales de la ‘Monografía’ de Le Play.
Sin embargo, y debido, entre otros factores, a sus posiciones políticas, religiosas y teóricas, la repercusión de la
escuela de LePlay en el desarrollo posterior de las ciencias sociales y, en concreto, de la sociología francesa, no ha
sido demasiado importante, viéndose ensombrecida, sobre todo, por la centralidad de la figura de Durkheim.
Entre las aportaciones de Quetelet, son dignas de mención: a) la idea de que la materia viva manifiesta
distribuciones de frecuencia con patrones reconocibles y similares a las que habían estudiado, a finales del siglo
XVIII, Laplace y Gauss; b) la utilización de tablas multivariadas para explorar relaciones entre las tasas de crímenes
o de matrimonios y una serie de factores sociodemográficos como la edad o el sexo; c) la aplicación del cálculo de
probabilidades para explicar la constancia en el tiempo de las tasas de determinados fenómenos; y, d) la ayuda que
prestó al establecimiento de la Sociedad Estadística de Londres y a la organización de varios congresos
internacionales.

1.3. El movimiento de Encuestas y Monografías Sociales

Desde los años treinta del siglo XIX, se habían fundado un gran número de Sociedades Estadísticas a lo
largo de Inglaterra. Uno de sus principales objetivos era orientar, basándose en el estudio objetivo y cuantitativo de
la sociedad, las reformas y mejoras necesarias para solventar los principales problemas sociales del momento. Para
ello, y preocupándose por temas tales como la salud, las condiciones de vida, la educación, las prácticas religiosas
y las condiciones de vida de las clases trabajadoras, financiaban la realización de laboriosas encuestas. Los datos

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obtenidos solían presentarse en las reuniones anuales de la Asociación Estadística Británica y con frecuencia se
publicaban en el ‘Journal of the Royal Statistical Society’. Muchas de estas encuestas utilizaban entrevistadores que,
cuestionario en la mano, recorrían, puerta a puerta, los lugares de los cuales se requería información.
El movimiento de las encuestas y monografías sociales, del que los trabajos que se acaban de mencionar
constituyen tan sólo un ejemplo, se extendió con rapidez por el resto de Europa y los Estados Unidos. Sin lugar a
dudas, es imposible recoger aquí, aunque sea mínimamente, los trabajos más importantes que se realizaron y los
autores que con su esfuerzo pretendían aportar información y contribuir a la mejora de los problemas sociales
asociados con la creciente industrialización y urbanización, perfilando y mejorando, a la par, los procedimientos e
instrumentos de investigación social.
No obstante, a partir de 1850, se produce un parón importante en la actividad de las sociedades estadísticas
y, con ello, al menos en Inglaterra, una ruptura en la tradición investigadora que conduce a la encuesta actual. La
razón principal estuvo asociada, sin duda, al cambio en el clima intelectual propiciado por el desarrollo de las tesis
evolucionistas y por un pujante Darwinismo social. La raza y la heredabilidad se proponían como categorías
fundamentales para el análisis sociológico. De esta forma, el espíritu ambientalista y de reforma social que había
primado hasta ese momento y que orientaba, en muchos casos, mejoras substanciales de las condiciones de
existencia, se desvanece. Si en los años treinta, lo característico entre las élites intelectuales era pertenecer a una
sociedad estadística, a partir de los cincuenta serán las sociedades antropológicas, etnográficas y eugenésicas las que
cuenten con un mayor número de afiliados.
Pero con el cambio de siglo, se constata un renovado interés por los estudios sociales de corte ambientalista.
Un ejemplo de ello lo constituye Charles Booth. Sus trabajos, así como los realizados por sus colaboradores Beatrice
y Sidney Webb, en los primeros años de este siglo, forman parte de una tradición de investigación mediante
encuestas que, en Inglaterra, se extiende hasta nuestros días. Booth, preocupado por la afirmación de los socialistas
de que la tercera parte de la población londinense vivía en la pobreza, financia y realiza una encuesta dirigida a los
obreros del East End de Londres con la que pretendía descubrir las causas de dicho problema. La calidad
metodológica de sus trabajos, todo hay que decirlo, dejaba bastante que desear. Habría mejorado, sin duda, si el
autor hubiese estado al tanto de los avances estadísticos que en aquel entonces estaban desarrollando Galton,
Edgeweorth, Pearson y Yule. Sin embargo, no fue hasta los años veinte de nuestro siglo cuando los investigadores
sociales comenzaron a hacer uso de los mismos, influidos por los trabajos que se venían realizando en campos tales
como la biología, la agricultura o la psicología.
En el mismo período en el que trabaja Booth, pero al otro lado del Estrecho, Emilie Durkheim ofrece,
basándose en los datos acumulados por la estadística moral, una explicación sociológica del suicidio. Tampoco en
su caso se hace uso de esas nuevas estrategias de muestreo. No es de extrañar, pues el muestreo aleatorio y el
muestreo por cuotas, no serían admitidos como estrategias de investigación ‘verdaderamente científicas’ por el
Instituto Internacional de Estadística hasta 1903, gracias al tesón y al esfuerzo del estadístico noruego A. N. Kiaer.

1.4. Marx y Weber

Rompiendo un poco el hilo conductor de esta exposición, habría que mencionar que otras figuras tan
destacadas en la fundación de las modernas ciencias sociales, como Marx y Weber, también tienen su lugar en la
historia de la investigación mediante encuestas. El primero de ellos realizó, aunque sin concluirla, una encuesta
obrera con el objeto de orientar ciertos cambios sociales. Weber, por su parte, participó en una investigación que
tenía como objetivo estudiar las condiciones de trabajo en el medio rural. Con posterioridad, volverá a utilizar la
encuesta en otras dos investigaciones. La primera sobre el mismo tema. La segunda en la que se preocupa por el

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estudio de las actitudes de los trabajadores industriales. En este último trabajo, ya se observan la mayoría de los
rasgos de la investigación mediante encuestas actual: estudio de la opinión y/o actitud; selección representativa de
los sujetos que participan y elaboración cuidadosa del cuestionario que guía la recogida de la información.
Pero el caso de Weber es una excepción. La mayoría de los trabajos que se han reseñado hasta el momento,
si bien guardan ciertas similitudes con las encuestas actuales, difieren de las mismas en una serie de aspectos
importantes. En muchos casos, se trata de trabajos, censos, que estudian el total de la población. En otros, si bien
se utilizan muestras de individuos, éstas no reúnen, salvo excepciones, un carácter representativo y sistemático. Por
último, se dedican, generalmente, a recoger información sobre características objetivas de la realidad social y no
datos sobre opiniones y/o actitudes.
Y es que a estos breves retazos de la historia de la investigación mediante encuestas les resta, todavía, tener
en cuenta otras dos importantes líneas de trabajo, relacionadas, concretamente, con el estudio de la opinión pública.
La primera, tiene que ver con el trabajo metodológico y técnico realizado en el campo de las actitudes y su medida.
La segunda, esta representada por las ‘votaciones particulares’ que desde principios del siglo XIX promovían
algunos periódicos con el fin de anticipar resultados electorales.

1.5. El estudio de las actitudes

Poco después de que Thomas y Zaniecki definieran la psicología social como la disciplina que se encarga
del estudio de las actitudes, Thurstone en 1928 y Likert en 1932, publicaban sendos artículos en los que presentaban
técnicas muy precisas y elaboradas a partir de las cuales se demostraba que era posible su medida. Sus escalas y las
que en años posteriores desarrollaron autores como Guttman (1950) y Osgood, Succi y Tannembaum (1957), entre
otros, representan, sin duda, una de las técnicas que configuran el arsenal metodológico y técnico con el que cuentan
los investigadores sociales cuando planifican sus encuestas.

1.6. Las ‘votaciones particulares’

Las ‘votaciones particulares’ constituyen uno de los antecedentes más importantes de las encuestas
electorales y, a la par, por su fracaso relativo ante las mismas, el detonante de su éxito y popularidad.
Las primeras votaciones particulares datan de 1824, tuvieron un carácter local y fueron realizadas en los
Estados Unidos por los diarios Harrisburg Pensylvanian y Raleigh Star. Lo que se buscaba mediante estas
estrategias era realizar una especie de ‘simulacro’ electoral. Para ello, se utilizaban diversos procedimientos: desde
papeletas recortables que los subscriptores rellenaban con el nombre del candidato al que iban a votar y enviaban
a la redacción del periódico, pasando por la recolección de ‘votos’ situando urnas en las calles más concurridas de
las ciudades, hasta la realización de encuestas por correo o personales, pero sin una selección representativa de los
encuestados. A partir de 1912 adquieren gran popularidad cuando algunas revistas como The Farm Journal las
realizan con carácter nacional.

1.7. Gallup, Roper y Crossley

Desde 1916 las votaciones particulares más famosas fueron las de la revista Literary Digest, que predijo
con éxito los resultados electorales hasta 1936. Este es, como ya se ha referido, un momento clave para la historia
de la investigación mediante encuestas. No obstante, la Literary Digest, después de gastarse una gran suma de dinero
en enviar 10 millones de cuestionarios por correo y en procesar las repuestas de los 2 millones de personas que los
contestaron, fracasó de forma estrepitosa al anticipar, erróneamente, una victoria aplastante del candidato del partido

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republicano. En esta misma fecha, George Gallup, Elmo Roper y Archival Crossley, tres recién llegados al campo
de los sondeos políticos, de manera independiente y utilizando las respuestas de muestras que rondaban las 4000
y 5000 personas, predijeron, de manera adecuada, que Eleanor Roostvelt sería el futuro presidente. De esta forma,
ponían en evidencia las debilidades inherentes de las votaciones particulares, esto es, su carácter sesgado y la falta
de representatividad de los datos que recogían. Hay que recordar que la ‘base de datos’ que utilizó el Literary Digest
para remitir sus cuestionarios estaba conformada por personas que aparecían en listados telefónicos o que eran
propietarias de un automóvil. Aspecto este que, sin duda, ‘covariaba’ con una tendencia de voto muy concreta, esto
es, conservadora. Sin embargo, Gallup, Crossley y Roper, seleccionaron de manera muy cuidadosa sus pequeñas
muestras, asignando cuotas específicas de hombres y mujeres para sus entrevistas, teniendo cuidado, a la par, que
entre las mismas estuviesen representados los distintos rangos de edad y niveles económicos. Esta forma de trabajo
ya había demostrado su eficacia en el campo de los estudios de mercado, pero su aceptación y uso generalizado no
se produjo hasta que se aplicó a la predicción de los resultados electorales.
A partir de entonces, la investigación mediante encuestas muestrales comienza a generalizarse. Se fundan,
primero en los Estados Unidos y, poco después, en toda Europa, un número considerable de Instituciones públicas
y empresas privadas que se sirven de las encuestas para el estudio de los más diversos temas.
Los departamentos universitarios, que hasta ese momento no habían prestado atención ni a los estudios de
mercado ni a los de opinión pública, comienzan a interesarse, desde entonces, por el tema. Destaca, en este sentido,
Paul Lazarsferld (Lazarsferld, Barelson, Gandet, 1944), fundador del Instituto de Investigación Social Aplicada de
la Universidad de Columbia y figura clave en el desarrollo de las bases teóricas y metodológicas de la investigación
social mediante encuestas.
La Segunda Guerra Mundial supuso un nuevo aldabonazo en el desarrollo técnico de las encuestas y, de
igual modo, para reafirmar su utilidad. Los estudios sobre la moral de la tropa (Stouffer y otros,1949) y sobre la
eficacia de la persuasión bélica en las actitudes de la población fueron los más sobresalientes
Desde ese momento, y a pesar del gran desarrollo conseguido, la historia de la investigación mediante
encuestas no ha sido un camino de rosas. La oposición de muchos gobiernos y políticos a la realización de
determinados tipos de encuestas, en concreto, las pre-electorales, y los tropiezos predictivos que se han constatado
en algunos momentos, son buena prueba de ello. Sin embargo, éstas ya son otras ‘historias’, por lo que se remite al
lector interesado a la literatura existente sobre el tema (p.e. Noelle-Neumann, 1986; Wert, 1996).

2. ¿QUÉ SON LAS ENCUESTAS?

Alguna de las ‘historias’ que se han ofrecido en el epígrafe anterior habrán servido, sin duda, para que el
lector haya desarrollado -al menos de manera implícita, y si no lo había hecho con anterioridad- su propia definición
sobre las encuestas. En la misma, habrá incluido, ordenándolas de una forma u otra, referencias a un conjunto de
técnicas adecuadas de muestreo, a la elaboración y/o realización de cuestionarios y/o entrevistas de diverso tipo,
cuidadosamente elaborados, para indagar, entre otras cosas, los intereses, preferencias o intenciones de los
ciudadanos, al objeto de describir sus características o para predecir su comportamiento futuro.
No obstante, se hace precisa una mayor clarificación y una serie de distinciones para ofrecer, como
decíamos al principio de este capítulo, una definición adecuada de la encuesta que no confunda la parte con el todo
y en la que su función no se restrinja a meras tareas descriptivas.

2.1. La encuesta y las técnicas de investigación

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Para ello, y en primer lugar, es necesario recordar la distinción existente entre métodos y técnicas de
investigación. Los métodos de investigación (p.e. el experimental, el correlacional) son las estrategias generales del
trabajo científico. Por su parte, las técnicas de investigación (p.e. la encuesta etc.) son los procedimientos específicos
que se utilizan durante el proceso de investigación para la recogida y elaboración de los datos.
Para entender mejor esta distinción la siguiente comparación es bastante útil. Un viaje desde Almería hasta
Barcelona puede realizarse mediante tres procedimientos o ‘métodos’ generales: por tierra, mar o aire. Sin embargo,
para viajar por tierra, se puede hacer uso de diferentes ‘técnicas’ de automoción: el autobús, el tren o el coche (otros
ejemplos similares a éste pueden encontrarse en Manstead y Semin (1988) y en Robson (1993)).
Por lo tanto, es necesario tener claro que la encuesta es una técnica de investigación. Una técnica que hace
uso, según los casos y la conveniencia, de un amplio conjunto de procedimientos e instrumentos con los que no se
debe identificar ni confundir, y que, como se mostraba en el capítulo anterior, no constituyen los criterios a partir
de los cuales se la puede distinguir de otras técnicas de investigación social.
Así, lo fundamental del estudio de caso, y lo que lo diferencia de la encuesta y del experimento, es que
centra su atención en la recogida de información precisa y detallada sobre un ‘caso único’, sea este un individuo,
una situación, un proceso o un pequeño número de acontecimientos relacionados.
Por su parte, el experimento y la encuesta se distinguen entre sí por la existencia o no de ciertas
manipulaciones, por parte de los investigadores, en la situación objeto de estudio. Como se indicó en el capítulo
anterior, en el experimento se observan y miden los efectos que produce la manipulación de una o más variables
(independientes) sobre otra u otras variables (dependientes); intentando que el resto de los factores que puedan
mediar las relaciones que se exploraran estén controlados. En las encuestas no se realiza tal intervención por parte
de los investigadores, cuya función consiste, principalmente, en recoger un conjunto de datos (variables
dependientes) de un grupo de personas y en estudiar sus relaciones (método correlacional). Para ello, se utilizarán
diversas técnicas o instrumentos. En la mayoría de los casos cuestionarios que, o bien, se envían por correo a los
encuestados, o sirven como guión para una entrevista personal o telefónica.

2.2. La encuesta: una técnica para explorar, describir y explicar la realidad social.

Otro error en el que se incurre con frecuencia es el de identificar las distintas técnicas de investigación con
diferentes niveles de análisis de la realidad social, ordenándolos, de esta forma, según su potencia analítica. Al
estudio de caso le correspondería un nivel de análisis exploratorio, a la encuesta descriptivo y al experimento
explicativo.
Sin embargo, y como se refleja también en el capítulo anterior, el nivel de análisis de cualquier
investigación social no viene determinado por las técnicas que utiliza, sino por el tipo de preguntas que plantea.
En este sentido, y al igual que ocurre, por ejemplo, con el estudio de caso (véase Yin, 1994), es necesario
recordar que, gracias al reciente desarrollo de una serie de técnicas estadísticas de análisis multivariado y a la
posibilidad práctica de su aplicación a través del ordenador, la encuesta se puede utilizar no sólo para realizar
investigaciones de tipo exploratorio o descriptivo, sino también para analizar y explicar las relaciones existentes
entre diferentes y múltiples variables y fenómenos sociales (Marsh, 1982; De Vaus, 1993).
Por lo tanto, y mediante la elaboración y realización adecuada de una encuesta, un investigador social puede
llegar a responder preguntas sobre el qué, el cuándo, el cómo, el quién ... y también el porqué de la realidad en la
que se ve inserto.

2.3. Propuesta de una definición de encuesta

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Con las distinciones anteriores en mente, tan sólo resta ofrecer una definición de encuesta que se ajuste a
las precisiones que se acaban de realizar y que aporte, además, información adecuada sobre el resto de los rasgos
que caracterizan y distinguen a esta técnica de investigación. La que aquí se adopta, inspirada en la que
recientemente ha ofrecido García Ferrando (1992, 141) es la siguiente:

“La encuesta utiliza un conjunto de procedimientos estandarizados de investigación mediante los


cuales se recogen y analizan una serie de datos de una muestra de casos representativa de una
población o universo más amplio, del que se pretende explorar, describir, predecir y/o explicar
una serie de características”

Si se lee con detenimiento la definición anterior, se verá que las dos condiciones que se han comentado
hasta el momento se recogen con claridad. Esto es, por una parte, se distingue la encuesta de los procedimientos de
los que hace uso y, por otra, no se limita su finalidad a la exploración o descripción de los fenómenos objeto de
estudio.
Así mismo, y a diferencia de García Ferrando, se opta, como hace por ejemplo De Vaus (1993), por no
circunscribir las unidades de análisis de las encuestas a los seres humanos, puesto que, si bien son las más frecuentes,
la encuesta también puede ser utilizada para realizar investigaciones sobre otros aspectos de la realidad como, por
ejemplo, el estado de las obras de arte de un museo o la situación del parque móvil de la policía.
Otra de las características centrales de las encuestas es que, a diferencia de los censos, se realizan sobre
muestras o partes de la población objeto de estudio. Estas muestras tienen que ser representativas y no sesgadas, esto
es, deben poseer, de manera ideal, la misma proporción de casos con características diferentes que se observen en
la población. Para satisfacer estas condiciones se han desarrollado diferentes estrategias de muestreo, siendo las más
utilizadas la de rutas aleatorias y la de cuotas. No nos detendremos en este momento en su descripción, pues serán
objeto de un tratamiento pormenorizado en los siguientes bloques de este libro (véase, en concreto, los capítulos 3
y 4).

3. TIPOS DE ENCUESTAS

En general, suelen distinguirse tres tipos principales de encuestas, en función de la forma en la que se
administran las técnicas que utilizan para la recogida de datos: la encuesta personal o cara a cara, la encuesta por
correo, la encuesta telefónica y la encuesta por ordenador (Sans, 1991). A continuación se describen, de forma
concisa, las características principales de cada una de ellas y los aspectos más importantes a tener en cuenta en su
selección; a la par que se resumen en las tablas 3 y 4 sus principales ventajas e inconvenientes.
En los trabajos de Ferber (1980) y Visauta (1989) se clasifican los tipos de encuesta en función de otros
criterios, como son, por ejemplo la población a la que se dirigen (adultos, profesionales de la salud, etc.), la clase
de datos que pretenden recoger (actitudes, comportamientos, etc.). El lector interesado en un estudio en profundidad
de los diferentes tipos de encuesta puede consultar, entre otros, los trabajos de Frey (1983), Lavrakas (1987) y Bosch
y Torrente (1993).

3.1. La encuesta personal

Este tipo de encuesta es la que se utiliza con mayor frecuencia. Implica la participación de uno o más
entrevistadores que plantean una serie de cuestiones a los sujetos de investigación o entrevistados. En la mayoría

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de los casos, el entrevistador hace uso de un guión de entrevista y/o cuestionario en el que se incluyen las preguntas
que ha de formular. Ha de intentar plantearlas de la misma forma y en el mismo orden para que todas las personas
entrevistadas se enfrenten a una situación similar y, de esta forma, sus respuestas puedan ser comparadas y
analizadas con cierta fiabilidad. Por ello, se hace aconsejable que las personas encargadas de realizar las entrevistas
cuenten con cierta experiencia y hayan recibido un entrenamiento específico para realizar su labor.
En función del tipo de muestreo que se realice, el entrevistador habrá de ‘buscar’ a los entrevistados de
diferentes formas. Cuando el tipo de muestreo que se utiliza es el de rutas aleatorias, el entrevistador recorre, desde
un punto fijado de antemano, un itinerario que va construyendo, paso a paso y con la ayuda de una tabla de números
aleatorios, hasta que localiza en su vivienda a la persona que debe entrevistar (en el capítulo II del texto de Manzano
y otros (1996), se describe, de manera muy sencilla, este tipo de muestreo). En el caso del muestreo por cuotas, al
entrevistador se le dice a cuántas personas y con qué características tiene que entrevistar, cayendo bajo su
responsabilidad la selección de las mismas.

3.2. La encuesta por correo

Como su propio nombre indica, este tipo de encuesta implica la utilización del servicio de correos para
hacer llegar, a una muestra representativa de sujetos, un cuestionario auto-administrado, unas instrucciones que
indican cómo cumplimentarlo y un sobre estampado y con la dirección impresa para que lo remitan de vuelta a los
investigadores.
En este caso, y a diferencia de las encuestas personales, no se utilizan entrevistadores y, por lo tanto, no
existe contacto personal alguno entre los investigadores y los encuestados. Debido a ello, es necesario prestar una
atención especial a la elaboración y presentación del cuestionario, de forma que su cumplimentación resulte sencilla
y que las preguntas que planteen puedan ser claramente entendidas.
Una de las principales dificultades que plantea este tipo de encuesta es la baja tasa de respuestas que
consigue. Para solventar este problema, algunos autores han desarrollado una serie de recomendaciones, que se
resumen, con brevedad, en la tabla 2.

3.3. La encuesta telefónica

Al igual que en las entrevistas personales, en las que se realizan mediante el teléfono se hace uso de un
entrevistador que, a través de este medio, se dirige al encuestado para realizarle las preguntas que se incluyen en un
guión y/o cuestionario. A pesar de que su uso no fue, en un principio, muy generalizado, hoy en día, y gracias a la
ampliación de la cobertura telefónica, a la implementación de procedimientos de muestreo automatizados como la
RDD (Random Digit Dialing) y al desarrollo de entrevistas telefónicas asistidas por ordenador (CATI, Computer-
Assisted Telephone Interviewing), representan la mayor parte de las encuestas que se realizan, debido, sobre todo,
a su rapidez.

3.4.Otros tipos de encuesta

Además de los tres tipos de encuesta que se han comentado, cabe distinguir otras dos modalidades más en
función de la manera en la que se recogen los datos: la encuesta en grupo que utiliza un cuestionario
autoadministrado, y la que se conoce con el nombre de household drop-off. En el primer caso, se reúne a un grupo
de sujetos en un lugar determinado y se les solicita que contesten a un cuestionario. Las household drop-off intentan
combinar las ventajas de las entrevistas por correo y las de las que se realizan cara a cara con la ayuda de un

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entrevistador. Este último se dirige al hogar de los entrevistados para entregarles un cuestionario, indicándoles, en
ese momento, la fecha en la que volverá a recogerlo o en la que lo tienen que remitir por correo.
De reciente aparición son las encuestas vía internet, que utilizan la red como medio para la realización de
encuestas. Sin duda, este último tipo de encuestas tienen un futuro muy prometedor.

3.5. La elección del tipo de encuesta más adecuada en función de sus ventajas e inconvenientes.

Como es lógico, cada una de las diferentes modalidades de encuesta tiene una serie de ventajas e
inconvenientes (un resumen de las mismas se ofrece en las tablas 3 y 4). De esta forma, y en función de las mismas,
en algunos casos su uso estará perfectamente indicado, mientras que en otros su administración puede implicar
importantes dificultades y costes muy elevados o, lo que es peor, conducir a graves errores y sesgos.
Por lo tanto, el investigador habrá de conocer muy bien cuáles son las ventajas y los inconvenientes que
se asocian con cada tipo de encuesta para, en función de los mismos, seleccionar el que más le convenga. Esta
elección no es, ni mucho menos sencilla y, en muchas ocasiones, depende de la experiencia y buen juicio del
investigador. Sin embargo, es posible ofrecer una serie de recomendaciones en función de las características de la
población, la muestra, el tema de la encuesta, el tipo de preguntas que se vayan a realizar, los sesgos que se puedan
producir y ciertos aspectos relacionados con su administración (Trochim, 1997).

3.5.1. Aspectos relacionados con la población

Con respecto a la población, el investigador puede plantearse una serie de cuestiones que, sin duda, le serán
de gran ayuda a la hora de seleccionar el tipo de encuesta más adecuado.
En primer lugar, ha de preguntarse si dispone de un listado exhaustivo y correcto de las direcciones de los
individuos que desea encuestar. Si no es así, tendrá que descartar la posibilidad de realizar una encuesta por correo
o por teléfono (si es que no dispone de un sistema RDD). En este caso, parece que la elección más adecuada puede
ser la realización de una encuesta personal, sirviéndose, por ejemplo, de un muestreo de rutas aleatorias.
En segundo lugar, es necesario que conozca el nivel educativo de la población a encuestar. Como es
evidente, si los encuestados son analfabetos o analfabetos funcionales, habrá de renunciar a cualquier encuesta que
implique la utilización de cuestionarios auto-administrados.
En tercer lugar, habrá de tener en cuenta ciertas peculiaridades relativas a la lengua en la que se expresen
los encuestados; como en el caso de alguna de nuestras Comunidades Autónomas en las que existen dos lenguas
oficiales. Esto, en un principio, no va a excluir, la realización de ningún tipo de encuesta, pero tendrá que ser tenido
en cuenta a la hora de disponer de cuestionarios y/o entrevistadores bilingües.
En cuarto lugar, es necesario que considere el grado en el que la población objeto de estudio va a cooperar.
Piénsese en el caso de los inmigrantes no regularizados o en aquellos sujetos que llevan a cabo prácticas o conductas
ilegales. El investigador habrá de ponderar cuáles son las características de cada uno de los tipos de encuesta que
mejor se adaptan a estas situaciones. En un principio, parece que la encuesta personal puede ser la mejor elección.
Por último, tiene que plantearse si existen restricciones geográficas para la realización de la encuesta. En
el caso de muestras muy dispersas, la mejor elección, y siempre que no haya otros inconvenientes, puede ser la
realización de una encuesta por correo o por teléfono.

3.5.2. Aspectos relacionados con el muestreo.

-26-
Con respecto a la muestra de individuos con la que se va a contactar para llevar a cabo la encuesta, el
investigador ha de tener en cuenta una serie de cuestiones importantes.
En primer lugar, y al igual que se indicaba al hablar de la población, para realizar encuestas postales o por
correo tendrá que comprobar si dispone de las direcciones y/o de los números de teléfono correctos de los
encuestados.
Un segundo aspecto que habrá de tener en cuenta, sobre todo si se realizan encuestas personales o
telefónicas, es si las personas de la muestra van a estar disponibles en el momento que se precise (p.e. profesionales
de alto nivel y muy ocupados). En caso contrario, una buena solución puede ser una encuesta tipo ‘drop off’ o por
correo.
Asimismo, tendrá que considerar cuáles son las personas concretas que se requieren para la encuesta. Si
se precisa encuestar a individuos específicos y si se dispone de un listado con su nombre y dirección no va a existir
ningún problema para realizar encuestas por correo. Si no es así, será preferible hacer uso de encuestas personales.

3.5.3.Aspectos relativos al tema y al contenido de la encuesta.

En este sentido, entre las cuestiones más importantes que ha de plantearse el investigador para ponderar
cuál es el tipo de encuesta que más le conviene, destacan las siguientes.
En primer lugar, qué tipo de preguntas va a realizar. Por ejemplo, si van a tener un carácter personal, si
requieren de un gran número de alternativas de respuesta, si pueden constestarse de manera dicotómica, qué orden
tendrán las alternativas (sobre todo por el llamado efecto de memoria, ya que en las las encuestas por teléfono se
responderán más a las últimas alternativas leídas, ...), etc.
Así mismo, deberá anticipar si el cuestionario que redacte va a necesitar de muchos filtros de respuesta.
Cuanto mayor sea el número de estos, más complicada será el cuestionario y, por tanto, lo recomendable será no
basar la encuesta en procedimientos auto-administrados para no confundir a los encuestados.
En tercer lugar, será preciso que tenga en cuenta si es necesario controlar la secuencia en la que los
encuestados han de responder a las preguntas, pues, si es así, los procedimientos menos recomendables serán los
que hagan uso de pruebas de lápiz y papel.
Finalmente, hay que prestar atención a la longitud de las preguntas que se planteen y de las aclaraciones
que estas vayan a precisar. Si las preguntas son muy largas o sus alternativas de respuesta muy numerosas se
desaconseja la elección de entrevistas telefónicas, pues será muy difícil mantener la atención de los encuestados
durante toda la encuesta.

3.5.4. Aspectos relativos a ciertos sesgos que se pueden producir en las encuestas.

En este punto es conveniente atender a tres aspectos principales. El primero tiene que ver con la
deseabilidad social que generen las preguntas. Ésta siempre se incrementa en las encuestas que utilizan
entrevistadores. El segundo implica las distorsiones que puede provocar el encuestador en las respuestas de los
individuos o en su registro. En un principio esto se puede evitar mediante un buen entrenamiento y supervisión del
trabajo de campo. Por lo tanto, no se ha de descartar, a priori, la realización de encuestas personales cuando se
sospeche que esto puede ocurrir. El tercero se relaciona con la posibilidad de que los sujetos no expresen lo que
realmente piensan. El tipo de encuesta que mejor evita este sesgo es la que se realiza mediante entrevistas personales.

3.3.5.Aspectos relacionados con la Administración de las encuestas.

-27-
Por último, es necesario atender a cuatro aspectos de considerable importancia en la realización de la
encuesta: el presupuesto con el que se cuenta, el material del que se dispone, el tiempo en el que ha de finalizarse,
y el personal que requiere.
Las encuestas más caras y las que requieren de un mayor número de colaboradores son las personales. Las
que precisan de mayores recursos materiales pero también las más ágiles y rápidas son las que se realizan por
teléfono. Por último, las más económicas, las que necesitan menos personal, pero también las más lentas y las que
ofrecen una mayor tasa de no-respuesta son las encuestas postales.

4. EL PROCESO GENERAL DE INVESTIGACIÓN MEDIANTE ENCUESTAS

Para terminar este capítulo 2, se realizará una descripción esquemática del proceso general que se lleva a
cabo para realizar una investigación mediante encuestas, independientemente de cual sea el tipo que se utilicen.
Siguiendo a Oppenheim (1992) se pueden distinguir 14 pasos o etapas fundamentales:

1. Determinar los objetivos generales de la encuesta y, si es posible, los desarrollos teóricos principales relacionados
con el tema objeto de estudio. Estos objetivos generales, que pueden venir determinados por un cliente
externo o por los propios intereses del investigador, será necesario concretarlos en objetivos de
investigación específicos que, a su vez, tendrán que expresarse en una serie de objetivos operacionales, es
decir, un conjunto concreto de hipótesis a investigar.
2. Es aconsejable revisar la literatura existente sobre el tema de investigación y, en concreto, cualquier estudio que
guarde similitud con el que se va a emprender.
3. Redactar un primer borrador del proyecto de investigación, en el que se especifiquen y relacionen, de manera
lógica, los diferentes objetivos de la misma, así como las tareas de investigación a partir de las cuales se
van a cumplimentar. En este momento, puede ser aconsejable realizar un pequeño estudio exploratorio,
como por ejemplo, una serie de entrevistas en profundidad o de grupos de discusión. Sin duda alguna, y
a partir de los mismos, se realizarán algunos ajustes sobre el borrador inicial de la investigación que se haya
confeccionado.
4. Establecer el diseño de la investigación y evaluar su viabilidad en función de los recursos y tiempo de los que se
disponga. Este es un buen momento para abandonar el trabajo o para reducir o hacer más realistas sus
objetivos.
5. Decidir cuáles van a ser las hipótesis específicas que se van a investigar, concretarlas en términos situacionales
y especificar el tipo de variables que será necesario medir.
6. Diseñar o adaptar las técnicas de investigación mediante encuestas más adecuadas para realizar la investigación.
7. Llevar a cabo un estudio piloto de las técnicas que se hayan desarrollado o adaptado (es decir, realizar ensayos
con ellas) así como cualquier otro aspecto de la investigación que se considere necesario.
8. Diseñar y establecer el tipo de muestra o muestras que se va a encuestar. Especificar el tipo de representatividad
que deben poseer y las condiciones necesarias para que esto se consiga. Hace un estudio piloto de las
estrategias de muestreo que se vayan a utilizar.
9. Construir la muestra, esto es seleccionar a la gente que debe ser encuestada.
10. Realizar el trabajo de campo. Esto implica la recogida de datos a partir de las técnicas que se hayan diseñado
con anterioridad (encuestas personales, postales y telefónicas). Establecer y llevar a cabo estrategias de
control adecuadas para asegurarse que todo discurre según se haya establecido.

-28-
11. Procesar los datos. Para ello será necesario codificar las respuestas de los encuestados e introducirlas en el
ordenador.
12. Realizar los análisis estadísticos que sean pertinentes
13. Reunir los resultados que se hayan obtenido en los análisis anteriores y contrastar las hipótesis de investigación.
14. Redactar el informe de la investigación. Es aconsejable que las conclusiones que se obtengan se relacionen, si
es posible, con los resultados que se hayan ofrecido en otros trabajos similares y con las propuestas teóricas
existentes en la literatura especializada.

Sin duda alguna, el establecer 14 fases o etapas para describir el proceso de investigación mediante
encuestas es completamente arbitrario. Lo que no es arbitrario es el estudio concienzudo y sistemático de cada uno
de los aspectos que implica la realización de una buena encuesta. Por ello, y sin duda alguna, el estudio de los
siguientes capítulos, y la consulta de la abundante literatura sobre las encuestas serán de ayuda al estudioso que desee
profundizar más allá de las breves pinceladas que se han ofrecido en este capítulo.

-29-
FACTORES QUE ASEGURAN UNA BUENA TASA DE RESPUESTAS EN LAS ENCUESTAS POR CORREO
(Adaptado de Robson, 1993)

1. La apariencia del cuestionario es de gran importancia. Debe ser sencillo de leer y rellenar, y con suficiente espacio para responder a las
preguntas.
2. La claridad del lenguaje y la simplicidad del diseño es esencial. De la misma forma, unas instrucciones claras son imprescindibles.
3. Se deben ordenar los contenidos para maximizar la cooperación. P.e. asegurarse que las primeras preguntas no indiquen a los que
responden que la encuesta ‘no es para ellos’.
Diseño y disposición
4. La utilización de páginas de color puede ayudar a identificar la estructura del cuestionario. p.e. se pueden utilizar páginas de distinto color
para las instrucciones.
5. Las respuestas que se realizan poniendo marcas en cajas ‘[]’ son más familiares y fáciles de responder para la mayoría de las personas.
Los sujetos se pueden confundir si tienen que rodear con un círculo respuestas pre-codificadas
6. La identificación de las preguntas con números y letras es de gran ayuda, sobre todo si se agrupan aquellas que están relacionadas con
un tema específico.
7. Si se sospecha que los sujetos pueden confundirse no ha de dudarse a la hora de repetir las instrucciones las veces que sean necesarias.
8. Las respuestas iniciales deben ser más fáciles e interesantes. Las cuestiones de la parte central del cuestionario deben abarcar las áreas
más difíciles. Las finales deben de ser, de nuevo, más interesantes (es cuando el sujeto se encuentra más fatigado)
9. La redacción adecuada de las preguntas es de crucial importancia. La presentación es esencial.
10. Al final del cuestionario es aconsejable, además de dar las gracias y ofrecer un resumen de los hallazgos de la investigación, incluir una
breve nota en la que se solicite: (a)la revisión de las respuestas al cuestionario, por si hay algún error o se ha dejado alguna sin
responder. (b). La rápida devolución del cuestionario.
Correo inicial
11. Utilizar sobres de buena calidad, mecanografiados y si es posible personalizados.
12. Utilizar franqueo de primera clase y sobres que no necesiten sello.
13. Incluir un sobre franqueado para la devolución del cuestionario.
14. Para las encuestas domiciliarias el mejor día para enviarlas es el jueves, para las relacionadas con empresas y organizaciones el lunes
o martes.
15. Evitar el correo en diciembre.
Carta acompañante
16. Debe indicar el objetivo de la encuesta y describir su importancia, asegurar la confidencialidad y animar a que los sujetos contesten.
Si se utilizan números de serie u otros códigos indicar el porqué.
17. Describir la encuesta como si estuviese realizada a medida para la audiencia (p.e. una encuesta a los padres podría servir para mejorar
el cuidado de la infancia).
18. Dar el nombre del organizador o empresa que financia la encuesta, tanto en el encabezamiento de la carta como en su cuerpo.
19. Una carta enviada con anterioridad a la encuesta propiamente dicha, incrementa la probabilidad de la respuesta.
Carta de seguimiento
20 Es el factor más importante para asegurar una buena tasa de respuestas (aun cuando se hayan aplicado todo el resto de sugerencias)
21. Enfatizar la importancia del estudio y el valor de la participación de los respondientes.
22. Señalar la sorpresa de que todavía no se haya recibido la respuesta.
23. No sugerir que es común la no devolución.
24. Enviar una copia más del cuestionario y otro sobre franqueado.
Cartas de seguimiento adicionales.
25. Lo que se recomienda suelen ser tres cartas recordatorias.
Utilización de incentivos
26. Los incentivos que acompañan el correo inicial parecen ser más efectivos que los que se utilizan cuando ya se han devuelto los
cuestionarios (prometidos con anterioridad)

Tabla 2. Factores que aseguran una buena tasa de respuestas en las encuestas por correo.

-30-
ALGUNOS RASGOS DIFERENCIALES ENTRE LOS DISTINTOS TIPOS DE ENCUESTA.
Adaptado de Trochim (1997)

Grupo Correo Drop-off Personal Telefónica


¿Permite la presentación de estímulos visuales? SÍ SÍ SÍ SI NO
¿Se pueden utilizar categorías de respuesta extensas? SÍ SÍ SÍ ??? NO
¿Permite la privacidad de las respuestas? NO SÍ NO SÍ ???
¿Ofrece la suficiente flexibilidad? NO NO NO SÍ SÍ
¿Es factible la realización de preguntas abiertas? NO NO NO SÍ SÍ
¿Es necesario que los encuestados sepan leer y escribir? ??? SÍ SÍ NO NO
¿Se puede saber si los encuestados han sido los que ha SÍ NO ??? SÍ ???
contestado a las preguntas?
¿Se obtienen tasas de respuesa altas? SÍ NO SÍ SÍ NO
¿Se pueden explicar personalmente a los encuestados las SÍ NO SÍ SÍ ???
razones de la investigación?
¿Implica un costo bajo o moderado? SÍ SÍ NO NO NO
¿Requiere una gran cantidad de personal y recursos? NO NO SÍ SÍ SÍ
¿Permite el acceso a muestras dispersas? NO SÍ NO NO NO
¿Dispone el entrevistado de tiempo suficiente para elaborar NO SÍ SÍ NO NO
sus respuestas?
¿Existe contacto personal entre el encuestador y el SI NO SÍ SÍ NO
encuestado?
¿Es factible realizar una encuesta que implique un número NO NO NO SÍ NO
elevado de cuestiones?
Tabla 3. Algunos rasgos diferenciales entre los distintos tipos de encuesta.

-31-
PRINCIPALES VENTAJAS E INCONVENIENTES DE LOS DIFERENTES TIPOS DE ENCUESTA
(Adaptado de Fowler, 1993)

Ventajas potenciales de la encuesta personal


1.Son las más adecuadas cuando se utilizan determinado tipo de diseños muestrales (p.e. el de rutas aleatorias)
2.Son las más efectivas para asegurarse la cooperación de los encuestados
3.La presencia del entrevistador permite, entre otras cosas, responder las dudas del encuestado, y asegurarse de la manera
en qué este responde a las preguntas
4.Permite la utilización de estrategias que combinan varias técnicas de recogida de datos (p.e. observación y partes auto-
administradas del cuestionario)
5.Permiten la realización de encuestas que implican entrevistas de larga duración
Inconvenientes potenciales de la encuesta personal
1.Implica un gasto mayor que el resto de las encuestas
2.Se necesitan encuestadores entrenados y que éstos estén geográficamente próximos a la muestra que se desea encuestar.
3.Requieren más tiempo que las telefónicas para la recogida de los datos.
4.Ciertas muestras pueden ser más accesibles por otros tipos de encuesta (p.e. estudiantes, trabajadores, etc.)

Ventajas potenciales de la encuesta telefónica


1.Bajo coste (si se compara con la encuesta personal)
2.Se pueden utilizar la estrategia de Random-digit dialing, lo que permite el desconocimiento de las direcciones y los
nombres de los encuestados.
3.Permite el acceso a determinados tipo de población (si se compara, especialmente con las encuestas personales)
4.Muy útiles cuando se necesita realizar la encuesta en un breve período de tiempo
5.Permite aclarar dudas al encuestado (si se compara con la encuesta por correo)
6.Las cuestiones relativas al personal necesario implican menos problemas que en las encuestas personales (p.e. su número
es menor, no necesitan estar geográficamente próximos a la muestra, la supervisión y el control de la calidad
resultan más sencillas, etc.)
7.Ofrecen una buena tasa de respuestas si se comparan con las encuestas por correo.
Inconvenientes potenciales de la encuesta telefónica
1.Sólo permite el acceso a aquellas personas que disponen de teléfono
2.Cuando se utiliza el muestreo RDD ofrece unas tasas bastante bajas de respuesta si se las compara con la encuesta personal
3.Implica limitaciones importantes para la elaboración del cuestionario (p.e. en el número de las alternativas de respuesta)
y tampoco permite la presentación de estímulos visuales ni la observación de la conducta no verbal del encuestado
4.Es probable que no sea muy adecuada para realizar encuestas sobre temas delicados, al menos si no ha habido un contacto
previo con el encuestado.

Tabla 4. Principales ventajas e inconvenientes de los diferentes tipos de encuesta.

-32-
Ventajas potenciales de los diferentes tipos de encuesta auto-administrada(correo, en grupo, drop-off) comparadas con
las encuestas personales y telefónicas
1.Permite la realización de preguntas que requieren presentaciones visuales (a diferencia de la telefónica)
2.Se pueden realizar preguntas largas y con categorías de respuesta complejas
3.Permite la realización de baterías de preguntas
4.El encuestado no tiene que compartir sus respuestas con ningún entrevistador
Inconvenientes potenciales de los diferentes tipos de encuesta auto-administrada(correo, en grupo, drop-off)
comparadas con las encuestas personales y telefónicas
1.El diseño del cuestionario es muy laborioso
2.Las preguntas abiertas no suelen ser muy útiles
3.Se necesita que los encuestados sepan leer y escribir correctamente
4.No se dispone de un entrevistador que se asegure que las preguntas se comprenden adecuadamente y de su calidad.

Ventajas potenciales de la encuesta auto-administrada en grupo


1.Se suelen conseguir altas tasas de cooperación
2.Existe la posibilidad de explicar los objetivos del estudio y de aclarar las dudas de los encuestados
3.En general, implica un coste económico bajo
Inconvenientes potenciales de la encuesta auto-administrada en grupo
1.Muy difícil obtener muestras representativas mediante este procedimiento.

Ventajas potenciales de la encuesta por correo


1.Implica un costo relativamente bajo
2.Se puede llevar a cabo con pocos recursos y personal
3.Permite acceder a muestras dispersas y aquellas que no disponen de teléfono
4.Los encuestados tienen tiempo para elaborar y revisar sus respuestas.
Inconvenientes potenciales de la encuesta por correo
1.Dependiendo de la muestra estudiada, en ocasiones es bastante difícil conseguir una cooperación adecuada.
2.Implica diversos inconvenientes asociados con la no presencia de un entrevistador
3.Se necesita conocer y elaborar correctamente el listado de las direcciones de los encuestados.

Ventajas potenciales de la encuesta Drop-off


1.El encuestador puede explicar las razones del estudio y aclarar las dudas del encuestado (comparada con la encuesta por
correo)
2.La tasa de respuestas suele ser similar a la que se obtiene con las encuestas personales
3.Existe la posibilidad de que los sujetos piense con detenimiento sus respuestas o consulten con sus familiares
Inconvenientes potenciales de la encuesta drop-off
1.Supone un costo similar al de las encuestas personales
2.Requiere personal entrenado aunque menos cualificado que en las personales.
Tabla 4. (Continuación)

-33-
CAPÍTULO 5

ELABORACIÓN DEL CUESTIONARIO


José Luis Padilla García
Andrés González Gómez
Cristino Pérez Meléndez
UNIVERSIDAD DE GRANADA

0. INTRODUCCIÓN
1. PERO... ¿QUÉ ES UN CUESTIONARIO?
2. ¿POR QUÉ UTILIZAR UN CUESTIONARIO?
3. ESQUEMA CONCEPTUAL PARA ORIENTAR LA ELABORACIÓN DEL CUESTIONARIO
4. PASOS PARA LA ELABORACIÓN DEL CUESTIONARIO
5. EL OBJETIVO DEL CUESTIONARIO
5. 1. El contexto de la encuesta
5. 2 Los recursos disponibles
6. EL DISEÑO DEL CUESTIONARIO
7. RECOMENDACIONES PARA HACER LAS PREGUNTAS DEL CUESTIONARIO
7. 1. Recomendaciones para hacer preguntas factuales
7. 2. Preguntas abiertas versus preguntas cerradas
7. 3. Preguntas llave o filtro
8. MEDICIÓN DE ESTADOS SUBJETIVOS
8. 1. Tests de ordenación
8. 2. Tests tipo Likert
9. REVISIÓN DE LAS PREGUNTAS
9. 1. Procedimientos subjetivos
9. 2. Procedimientos empíricos
10. PREGUNTAS DEMOGRÁFICAS
11. ORDEN Y DISPOSICIÓN DE LAS PREGUNTAS EN EL CUESTIONARIO

0. INTRODUCCIÓN

A simple vista, la tarea de elaborar un cuestionario no parece complicada. Los ejemplos de las encuestas
que aparecen en los medios de comunicación confirman esa impresión: ¿Qué periódico compra habitualmente?, ¿cuál
es su profesión?, ¿dónde vive?, etc. Las preguntas anteriores no son “complejas”, ni “sofisticadas”. Pues bien, las
primeras impresiones como en tantas situaciones pueden engañarnos. No es exagerado decir que gran parte del éxito
y solvencia de la encuesta depende de la calidad del cuestionario. Gallup (1947) alertó ya sobre la magnitud de la
variaciones introducidas en las encuestas por el diseño del cuestionario; variaciones que pueden ser semejantes e
incluso superiores a las provocadas por el diseño y elección de la muestra.

-93-
Al final del capítulo esperamos haber desterrado la imagen habitual que reduce la elaboración del
cuestionario a la mera redacción, intuitiva y apresurada, de las preguntas, para favorecer la utilización de un
procedimiento sistemático y flexible.
Los contenidos del capítulo abarcan desde la decisión inicial de elaborar un cuestionario, hasta los posibles
controles sobre la calidad del cuestionario, pasando por la aclaración del objetivo u objetivos que se pretenden
conseguir, el diseño del instrumento, la redacción y elaboración de las preguntas y otros instrumentos de medida,
para terminar con la edición del cuadernillo.
Ahora es el momento de hacer una advertencia a los lectores ingenuos y demasiado optimistas con el
desarrollo de los métodos y técnicas de investigación social. No existe una teoría consolidada que guíe la elaboración
del cuestionario y la redacción de las preguntas. Foddy (1996) recoge las razones apuntadas por Gallup en numerosos
escritos: (a) la presión por obtener resultados inmediatos en las investigaciones por encuesta ligadas a intereses
prácticos, no favorece el estudio de la técnica de redacción de las preguntas; (b) durante mucho tiempo la utilización
de medidas subjetivas no ha estado de moda entre los investigadores sociales; y c) la investigación social ha tenido
que enfrentarse a unas pocas reglas basadas en el sentido común y la experiencia colectiva acumulada. Este capítulo
pretende contribuir a consolidar el cuerpo de conocimientos sobre la elaboración del cuestionario en la investigación
mediante encuesta. Pretendemos ordenar y valorar el conjunto de recomendaciones prácticas dispersas en las
monografías sobre el tema, utilizando los argumentos de la teoría de la medida en las ciencias sociales. Así, todos
los contenidos expuestos pasarán por el tamiz de su posible contribución al objetivo y calidad de las mediciones
aportadas por el cuestionario.
La realidad y el deseo rara vez coinciden. La mayoría de los lectores (si es que aún queda alguien que no
esté comprobando ya la extensión del capítulo) pensarán que los párrafos anteriores son sólo una declaración
genérica de intenciones. Pues bien, ahí queda un gesto de arrogancia. A continuación, enumeramos la relación de
objetivos que el capítulo pretende lograr para que sea más fácil ‘fiscalizar’ nuestro trabajo:

- Tomar una decisión adecuada sobre si procede o no la elaboración de un cuestionario.


- Utilizar el esquema conceptual sobre la medición como criterio durante el proceso de elaboración.
- Formular en términos operativos el objetivo e información que el cuestionario debe aportar.
- Diseñar el cuestionario de forma que responda a los objetivos de la encuesta.
- Redactar preguntas precisas y relevantes sobre las variables y componentes recogidos en los objetivos de la
encuesta.
- Comprobar la calidad del cuestionario.
- Ser conscientes de las consecuencias que puede acarrear la utilización de un cuestionario.

Aunque sólo sea por comprobar como naufragamos en el empeño, creemos que merece la pena iniciar la
lectura del capítulo. Sin más dilación, seguro que el cuestionario debía estar listo ‘ayer’, empecemos presentando
al protagonista.

1. PERO... ¿QUÉ ES UN CUESTIONARIO?

La pregunta es oportuna. La literatura sobre métodos de investigación social está repleta de definiciones
diferentes de lo que es un cuestionario y de una serie de términos con los que suele coincidir, y por tanto, ser
confundido: encuesta, entrevista, test, escala, etc.

-94-
No es este el lugar para intentar una clarificación terminológica. Si lo es para fijar el significado que a lo
largo del capítulo asignaremos al término ‘cuestionario’. La mayoría de los autores (p.e. Santesmases, 1997)
coincidirían en la siguiente definición:

Un cuestionario es el documento que recoge de forma organizada las preguntas sobre el objetivo de la encuesta.

La definición requiere dos modificaciones para adaptarla al contenido y orientación del capítulo. Primera,
podemos sustituir la palabra “preguntas” por “indicadores”. El término “indicadores” engloba tanto las preguntas
sobre hechos como los tests diseñados para medir estados subjetivos, opiniones, creencias, valoraciones, etc.
Segundo, más que referirnos al “objetivo de la encuesta” debemos aludir a las variables implicadas en el objetivo
de la encuesta. La definición quedaría así:

Un cuestionario es el documento que recoge de forma organizada los indicadores de las variables implicadas
en el objetivo de la encuesta.

La definición tiene la virtud de la generalidad: 1) abarca todas las posibles formas de administración de la
encuesta (‘cara a cara’, por teléfono o autoadministrada); y 2) recoge todo el conjunto de posibles preguntas
(demográficas, factuales, de opinión, etc.).
La delimitación conceptual de otros términos muy limítrofes ha sido tratada en capítulos anteriores, no
obstante, el cuadro siguiente presenta algunas definiciones simples para quienes estén realizando una lectura
independiente de los capítulos.

- Encuesta. Sistema de recogida de información sobre una amplia variedad de temas para una gran diversidad
de objetivos. Se suele identificar con un sondeo o medición masiva de la opinión pública mediante
un cuestionario.
- Entrevista. Nombra la interacción entre el encuestador y el encuestado. El encuestador desaparece en el
caso de los cuestionarios auto-administrados.
- Test. Instrumento estandarizado de medición psicológica diseñado para cuantificar la cantidad de una
variable que presenta una persona.
- Escala. El conjunto de valores numéricos que resultan del proceso de medición.

2. ¿POR QUÉ UTILIZAR UN CUESTIONARIO?

La pregunta está ligada a una previa: ¿por qué utilizar una encuesta? El cuestionario es el instrumento de
recogida de información en la encuesta. Las razones que hayan llevado a realizar la encuesta son las que motivan
la elaboración del cuestionario.
No obstante, la respuesta a la pregunta ¿por qué utilizar una encuesta?, debe tener en cuenta las ventajas
y limitaciones del cuestionario como instrumento de recogida de información. De manera escueta, podemos recoger
las ventajas e inconvenientes apuntados por Munn y Drever (1995):

-95-
Ventajas:

- Aporta información estandarizada. Los encuestados responden al mismo conjunto de cuestiones por lo que es más
fácil comparar e interpretar sus respuestas.
- Ahorra tiempo. El cuestionario contribuye a realizar un uso eficiente del tiempo de diferentes formas: 1) permite
encuestar a un gran número de personas de una vez; 2) el encuestado puede responder en algunas ocasiones
en el momento más adecuado; y 3) agiliza el análisis estadístico de las respuestas.
- Facilita la confidencialidad. El encuestado puede responder con franqueza y sinceridad, contribuyendo el
cuestionario a asegurar su anonimato.

Limitaciones:

- Responde a objetivos descriptivos. Resulta difícil diseñar el cuestionario para contribuir a la explicación de
relaciones entre variables.
- Superficialidad de la información. Es la contrapartida a la estandarización. La formulación de preguntas
homogéneas impide profundizar en las respuestas de los encuestados.
- Difícil elaboración. El proceso de elaboración del cuestionario lleva tiempo y requiere experiencia y conocimientos
específicos. No es fácil elaborar cuestionarios de calidad.

Estas ventajas e inconvenientes debe ser ponderados atendiendo al tipo de encuesta de la que el cuestionario
sea el instrumento (p.e. telefónicas, cara a cara, etc.).

3. ESQUEMA CONCEPTUAL PARA ORIENTAR LA ELABORACIÓN DEL CUESTIONARIO

El cuestionario es un instrumento de medida. La mayoría de las encuestas persiguen cuantificar de una


forma u otra la información aportada por los encuestados. Cuantificar las respuestas de las personas es ‘medir’ las
variables implicadas en el objetivo de la encuesta. La elaboración del cuestionario es un proceso en el que, explícita
o implícitamente, intervienen concepciones e ideas sobre la medición de variables psicológicas y sociológicas. Es
importante conocer estos argumentos ya que justifican la dinámica del proceso de elaboración del cuestionario.
El objetivo de este apartado es introducir al lector en el conjunto de ideas y conceptos sobre la medición
que orientan la elaboración del cuestionario. Este conjunto teórico forma un esquema que da sentido a las
recomendaciones para la redacción de las preguntas, valorandas por su contribución a la fiabilidad y validez del
proceso de medición.

Las variables son constructos

La mayoría de las variables que se pretenden medir con los cuestionarios no se pueden observar de forma
directa. A diferencia de las variables físicas (p.e. longitud, peso, altura, etc.), las variables psicológicas y educativas
(p.e. intención de voto, salud, autoestima, etc.) son elaboraciones teóricas denominadas “constructos”. Crocker y
Algina (1986) atribuyen al “constructo” un papel de etiqueta que resumen todo un conjunto de comportamientos
relacionados. Por ejemplo, el constructo “liderazgo” puede resumir comportamientos como: “repartir tareas”, “fijar
objetivos”, “resolver problemas”, etc. Resulta obvio que la medición de un constructo debe empezar enumerando
los comportamientos que el constructo engloba, tareas tradicionalmente nombrada “definición operacional”. Lord

-96-
y Novick (1968) para superar una limitación clara de esta versión operacionalista de la medida, plantearon la
necesidad de incluir en la definición del constructo el conjunto de las relaciones del constructo con otros constructos
y/o variables comportamentales. Esta doble aproximación a la definición de los constructos es hoy día ampliamente
aceptada por los profesionales de la medida.
¿Qué papel juega el cuestionario? Más que pensar en el “cuestionario” para responder a la cuestión
necesitamos pensar en las preguntas y tests que forman el cuestionario. Todos compartiremos la idea de que el
proceso de medida no es una situación “natural”. No podemos esperar a que las personas muestren de manera
espontanea los comportamientos fijados como representativos de la variable. Debemos provocar la aparición de esos
comportamientos. Esta es la función de las preguntas y tests del cuestionario: “provocar” las respuestas que servirán

C O N ST R U C T O

C 1 C 2 C 3 C 4 C n ...

C U E S T IO N A R IO

R 1 R 2 R 3 R 4 R n

M E D IC IO N

IN T E R P R E T A C IO N

Figura 14

de indicadores del constructo a medir. La figura 14 reproduce esta argumentación.

Este esquema permite utilizar una definición de medición muy adecuada para la elaboración del
cuestionario. Sullivan y Feldman (1994) consideró que la medida en las Ciencias Sociales es el proceso de “ligar”
los conceptos abstractos de las teorías con indicadores empíricos, o de otra forma, la puesta en práctica de un plan
sistemático, explícito, para “clasificar”, y en la mayoría de los casos “cuantificar” los datos particulares en términos
de los conceptos más generales del esquema teórico.
Sin embargo, el proceso de “conectar” los indicadores empíricos con los conceptos teóricos dista de ser
fácil. Torgerson (1958) analizó uno de las dificultades más evidentes: la falta de acuerdo sobre los indicadores
empíricos de la mayoría de los constructos psicológicos. Foddy (1996) recoge una serie de problemas que podrían
desanimar a cualquiera que iniciara la elaboración de un cuestionario. Sólo apuntamos algunos:

-97-
- Las preguntas sobre hechos y datos biográficos pueden generar respuestas inválidas.
- No hay una relación fuerte entre lo que los encuestados dicen que hacen y lo que hacen.
- Las opiniones, creencias, actitudes e intereses de las personas son muy inestables.
- Pequeños cambios en la redacción de las preguntas pueden producir cambios importantes en las
respuestas.
- Los encuestados habitualmente interpretan mal las preguntas

En fin, sólo con buenas dosis de optimismo y falta de pudor se puede alguien embarcar en la tarea. La
mayoría de los problemas apuntados inciden sobre la relación entre la respuesta y el constructo en la que la pregunta
o test juega un papel de “mediador”. Esta relación se puede debilitar por factores que introduzcan una variabilidad
no deseada en las respuestas. No olvidemos que el responsable de la medición pretende atribuir las diferencias en
las respuestas sólo a diferencias en la variable. De ahí, la denominación de “errores de medida” para estas fuentes
indeseables de variación. El estudio de los errores de medida ha sido tradicionalmente responsabilidad de dos áreas
de investigación: la fiabilidad y la validez. Un capítulo posterior se ocupa en detalle de estas cuestiones. Ahora sólo
nos interesa apuntar su significado ya que serán los criterios que nos conducirán en la elaboración de las preguntas:
la fiabilidad y la validez. Detengámonos un momento en cada uno:

Fiabilidad. La relación entre las respuestas y los constructos puede resultar “contaminada” por fuentes de variación
que actúen sin un patrón sistemático. Por ejemplo, la redacción ambigua de una pregunta, la inclusión de
una palabra con un significado técnico, la situación en que la persona responde al cuestionario (e. g.
“ruido”, “temperatura”, “tranquilidad”, etc.). Resulta difícil predecir como estos factores pueden influir en
las respuestas. Desde una perspectiva pragmática el mandato de este criterio durante la elaboración del
cuestionario podría resumirse así: por un lado, dos encuestados con el mismo valor en la variable deberían
darnos la misma respuesta; y por otro, un encuestado preguntado en dos ocasiones distintas debería darnos
la misma respuesta, si no ha cambiado su valor en la variable.

Validez. El responsable de la encuesta persigue atribuir las diferencias en las respuestas de los encuestados sólo a
la variable que pretende medir. Por ejemplo, las diferencias en las respuestas a la pregunta ¿A qué partido
votaría si mañana hubiera elecciones? sólo se explicarían por la diferente “intención de voto” de los
encuestados”. Durante la elaboración del cuestionario debemos procurar no “abrir la puerta” a fuentes
sistemáticas, variables distintas a la que queremos medir, que adulteren la interpretación de las mediciones.

La meta que debemos alcanzar con la elaboración del cuestionario ha quedado despejada: la elaboración
de preguntas y tests que proporcionen respuestas fiables y válidas de las variables implicadas en el objetivo de la
encuesta. Además, disponemos de un criterio para valorar cualquier alternativa (p.e. pregunta abierta versus pregunta
cerrada) durante la elaboración del cuestionario: la opción que más contribuya a la fiabilidad y validez de las
mediciones.
Para completar este apartado es necesario comentar dos cuestiones, más “domésticas” pero muy relevantes,
que debemos tener presentes en la elaboración del cuestionario

De lo que preguntas es de lo que te responden...

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La forma en que se hace las preguntas determina las repuestas que se obtienen. Dicho así puede parecer una
obviedad: preguntas diferentes obtendrán, naturalmente, respuestas diferentes. Pero la declaración cobra importancia
si nos referimos al efecto que cambios aparentemente menores en la formulación de la pregunta pueden producir en
las respuestas.
Fink (1995a) propone un ejemplo ilustrativo de cómo pequeños cambios -una o dos palabras- en la
redacción de las preguntas pueden cambiar las respuestas. El ejemplo compara estas tres preguntas sobre una
hipotética subida de impuestos para financiar las pensiones:

- ¿Apoyaría un aumento de los impuestos para financiar las pensiones?


- ¿Apoyaría un aumento de sus impuestos para financiar las pensiones?
- ¿Apoyaría un aumento del 10% en sus impuestos para financiar las pensiones?

La cursiva indica el elemento de las preguntas que puede cambiar el sentido de las respuestas. Las tres
preguntas podrían formar parte de encuestas con el mismo objetivo. No sería aventurado apuntar una progresiva
disminución en la frecuencia de respuestas afirmativas a medida que se concreta la formulación de la pregunta.
La recomendación está clara: todas las palabras utilizadas al redactar una pregunta cuentan. Además un
consejo: al leer los resultados de una encuesta no mire únicamente los gráficos, preste un poco de atención a la
redacción de las preguntas.

Las respuestas no nos interesan en sí mismas

El impacto del epígrafe es menor si revisamos de nuevo el esquema de la figura 1. El valor de las respuestas
depende de su relación con la variable que pretendemos medir y en última instancia, de que tengan una relación
predecible con hechos o comportamientos relevantes.
La investigación mediante encuesta no termina con la presentación “bruta” de los resultados. Siempre hay
una tarea de interpretación que conecta los resultados con el objetivo de la encuesta. Sin la interpretación la encuesta
no tiene sentido. La interpretación no sólo ocurre cuando la encuesta es la técnica de recogida de datos para examinar
una hipótesis. Pensemos qué ocurre con encuestas para objetivo más prácticos. Por ejemplo, una encuesta para
conocer la valoración de un nuevo modelo de coche. La encuesta plantea preguntas sobre la ‘seguridad’, la
‘potencia’, la idea de ‘libertad e independencia’, los ‘colores más atractivos’, etc. El receptor de esta información
está interesado en estos aspectos por estar relacionados con un comportamiento predecible: comprar el nuevo modelo
de coche.
¿Qué ocurre con las encuestas que miden estados subjetivos?, ¿Tienen en ese caso las respuestas un interés
en sí mismas? Pues tampoco. Pensemos en una encuesta que intenta conocer la ‘credibilidad’ que tienen los líderes
políticos para los votantes. Los entrevistadores piden a los encuestados que ordenen los líderes políticos desde el
que tiene una mayor credibilidad hasta el que tiene menos. Las ordenaciones concretas tienen interés si reflejan de
forma adecuada la variable ‘credibilidad’; variable que, a su vez, puede predecir parcialmente determinados
comportamientos, por ejemplo, el voto en las siguientes elecciones.
El autor del cuestionario no puede ignorar que las respuestas obtenidas serán después interpretadas.
Anticipar las interpretaciones le proporcionará otro elemento clave para valorar la calidad de las preguntas e
instrumentos que desee incluir en el cuestionario.

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4. PASOS PARA LA ELABORACIÓN DEL CUESTIONARIO

La elaboración del cuestionario no empieza con la redacción de las preguntas. Esta declaración no debería
sorprender a nadie: la construcción de una casa tampoco se inicia levantando las paredes de las habitaciones. Seguro
que nadie viviría, si lo pudiera evitar, en una casa construida sin los planos de un arquitecto; tampoco nadie debería
elaborar o utilizar un cuestionario sin hacer o disponer de una planificación del mismo. Además, las casas antes de
ser habitadas deben pasar una serie de inspecciones y controles; los cuestionarios deben salvar también una serie de
controles que puedan detectar errores o defectos en su elaboración.
La analogía entre la elaboración del cuestionario y la construcción de una casa debe servir para consolidar
la idea de que estamos ante un proceso con una serie de pasos, algunos de los cuales son ‘controles de calidad’ del
producto. Los pasos que proponemos para este proceso son:

- Determinación precisa de los objetivos del cuestionario.


- Planificación del cuestionario.
- Elaboración y/o selección de las preguntas y/o tests.
- Análisis de la calidad de las preguntas y/o tests.
- Disposición provisional de las preguntas y/o tests en el cuadernillo.
- Análisis de la fiabilidad y validez del cuestionario.
- Edición final del cuestionario.

Los atributos más detestables del proceso son la “sistematicidad” y “flexibilidad”. Sistematicidad por existir
un orden “lógico” en las tareas a realizar, y flexibilidad, por que las actividades realizadas en un paso pueden
modificar el trabajo realizado en pasos anteriores. Por ejemplo, el análisis de la calidad de las preguntas puede
aportar información relevante para modificar la redacción de algunas de ellas.
Dedicaremos ahora un apartado a los pasos más relevantes del proceso, dejando, por ejemplo, el análisis
de la fiabilidad y validez para un capítulo posterior.

5. EL OBJETIVO DEL CUESTIONARIO

El primer paso en la elaboración del cuestionario es describir con el mayor detalle posible el objetivo u
objetivos que pretende lograr. Obviamente, la primera fuente de información es el objetivo de la encuesta. No
olvidemos que el cuestionario es el instrumento de recogida de información de la encuesta: el objetivo de la encuesta
es el objetivo del cuestionario. Los problemas pueden aparecer si el objetivo de la encuesta no está definido con
precisión. Dada la continua interacción entre los pasos de la investigación por encuesta, el inicio de la elaboración
del cuestionario puede ser un momento oportuno para retomar el objetivo de la encuesta. Harvatopoulos, Livan y
Sarnin (1992) consideran que un cuestionario puede responder a tres objetivos:

- Estimar magnitudes. Por ejemplo, para estimar el porcentaje de votantes de un partido político en unas elecciones.
- Describir una población. Describir las características de un determinado grupo social (p.e. intereses, problemas,
composición étnica, etc.).
- Verificar hipótesis. Se trata de obtener los datos para examinar hipótesis sobre relaciones entre variables (p.e. varia
la intención de voto con la edad, la importancia atribuida al trabajo depende del genero, etc.).

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Sea cuál sea el objetivo, debe estar definido con precisión. Ahora bien, ¿cómo saber si el grado de precisión
de la definición es suficiente? Nos atrevemos a proponer dos criterios que pueden ayudar a valorar la claridad de
los objetivos:

- Cualquier persona que lea la declaración del objetivo debe coincidir en las variables que es necesario medir para
alcanzarlo, y
- en el caso de una hipótesis, se debe conseguir el mayor consenso posible en el tipo de resultados que confirmaría
o rechazaría la hipótesis.

Somos conscientes de que el problema es mucho más complejo, pero los dos criterios anteriores pueden
ayudar a caminar por un territorio más confuso de lo que se suele reconocer.
A pesar de su importancia, la formulación del objetivo se suele hacer en términos muy vagos: situación
educativa, calidad de la enseñanza, conservadurismo, necesidades sanitarias o de salud, etc. Términos confusos que
más adelante será necesario definir. Las siguientes declaraciones presentan ejemplos de objetivos: conocer los juicios
de los alumnos sobre la calidad de la enseñanza universitaria, predecir la intención de voto en las próximas
elecciones, describir las opiniones con respecto a la despenalización del aborto, etc.
¿Porqué insistir tanto en la necesidad de tener un objetivo claramente definido? El objetivo es el ‘foco de
la encuesta’, es decir, todas las decisiones que afectan a la elaboración del cuestionario se deben tomar por su
contribución al objetivo de la encuesta. La función que desempeña el objetivo de la encuesta es tan importante que
debemos detenernos hasta no tener una declaración precisa del mismo.
El autor debe iniciar ahora la planificación del cuestionario, pero antes, debemos apuntar el efecto que sobre
el cuestionario tienen dos conjuntos de factores que hemos agrupado bajo las denominaciones del ‘contexto de la
encuesta’ y los ‘recursos disponibles’. Son tratadas en este apartado por que pueden llegar a condicionar el objetivo
de la encuesta, y por tanto, del cuestionario.

5. 1. El contexto de la encuesta

Las encuestas se administran en un contexto social, económico y cultural. Las características de este
contexto influirán claramente en la redacción de las preguntas. Numerosos autores han prestado atención a la
importancia del contexto de realización de la encuesta en la elaboración del cuestionario (p.e. Fink, 1995a, 1995b;
Foddy, 1996; Fowler, 1993). Sin duda, el elemento más importante del contexto son las característica de los propios
encuestados. Fundamentalmente, el nivel de compresión del lenguaje utilizado en el cuestionario y el grado de
conocimiento sobre el tema de la encuesta.
Imaginemos, por ejemplo, la realización de una encuesta en una localidad con personas de diferentes
procedencia y dominio del lenguaje. La formulación de las preguntas deberá adaptarse a estas circunstancias. La
redacción de las preguntas debe atender a nuestras necesidades de información, pero también a que los encuestados
las puedan responder de forma fácil y precisa. Es necesario examinar la adecuación del lenguaje utilizado en las
preguntas al nivel del lenguaje de los encuestados. Por ejemplo, si la habilidad lectora varía considerablemente entre
los encuestados es necesario formular las preguntas de manera que puedan ser leídas y comprendidas por el mayor
número de encuestados.
También hay que estar seguro de que los encuestados tienen un conocimiento suficiente para responder a
las preguntas. Plantear preguntas que no sepan contestar puede ser extremadamente frustrante. Imaginemos que a
personas de un nivel cultural bajo les hacemos la siguiente pregunta: ¿qué opina de la fluctuaciones del producto
interior bruto de España en la última década?. Preguntas que los encuestados no sepan responder les lleva a

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responder al azar o a rechazar la respuesta. Los encuestados también pueden tener dificultades para responder
preguntas sobre sus comportamientos o acciones pasadas o futuras, por ejemplo: ¿cuántas veces fue al médico
especialista los últimos dos años?
Otro factor relevante del contexto es si las respuestas serán o no anónimas. Las respuestas a preguntas
comprometedoras dependerán fuertemente de las condiciones en que se administre y responda a la encuesta, y la
formulación de las preguntas deberá adaptarse también a estas circunstancias.
Las características de los encuestados, la redacción de las preguntas, la confidencialidad posible de las
respuestas... son elementos que el autor del cuestionario debe considerar en la misma formulación de los objetivos
del cuestionario, y en su planificación.

5.2. Los recursos disponibles

El número de preguntas incluidas en la encuesta depende primero de lo que necesitemos conocer, y de


cuantas preguntas sean necesarias para obtener una medida adecuada de las variables implicadas en el objetivo de
la encuesta. Pero, desgraciadamente, no son estas las únicas consideraciones. Influirán también el tiempo disponible
para hacer la encuesta; tiempo que estará en función del tamaño de la muestra, medios económicos, modelo de
muestro, etc. Es obvio que en una administración de media hora podemos hacer más preguntas que en una de 10
minutos. La planificación del cuestionario no es ajena al número de preguntas que se podrán hacer durante la
encuesta.
Otro factor, directamente relacionado con los recursos disponibles, es la elección y formación de los
encuestadores. El encuestador ideal es aquel que siempre hace las preguntas de la misma manera a todos los
encuestados. De esta forma, el encuestador no se convertirá en una fuente de error que impida la comparación y
generalización de la información. Además de su propia formación y experiencia, las preguntas deben contribuir a
que el encuestador no se vea obligado a dar información, interpretar el sentido de las preguntas, intuir la orientación
y las respuestas previstas, etc. Esto sólo se puede conseguir con preguntas concretas, relevantes y fáciles de entender
por los encuestados. La experiencia y formación de los encuestadores influirá también en el formato y complejidad
de las preguntas del cuestionario.

6. EL DISEÑO DEL CUESTIONARIO

La finalidad del diseño es plasmar el objetivo o propósitos del cuestionario en un conjunto de preguntas
relevantes y en la elaboración o selección de los tests necesarios para medir las variables. Podemos retomar una
analogía anterior. Una vez que hemos aclarado con los propietarios, la relación de habitaciones y sus características
– los objetivos – ha llegado el momento de dibujar los planos: el diseño del cuestionario.
El autor del cuestionario debe abordar en el momento del diseño dos actividades:

a) Clarificar las declaraciones sobre los objetivos del cuestionario

La tarea ahora es ‘diseccionar’ los enunciados sobre el objetivo del cuestionario hasta aislar todas las áreas
de contenido e identificar las variables implicadas en cada una.
Este proceso obliga también a clarificar los términos utilizados para definir los objetivos. Es posible que
se deba volver al paso anterior para precisar el significado atribuido a algunos de los términos.
Para clarificar los objetivos del cuestionario es necesario:

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- Detallar las áreas de contenido. Por ejemplo, supongamos que deseamos conocer la calidad de la enseñanza
universitaria. Antes de nada, necesitamos “diseccionar” el concepto “calidad de la enseñanza”, dividiendolo
en los siguientes aspectos como: profesorado, planes de estudio, medios disponibles, niveles de exito
académico, satisfacción de los alumnos, formación previa de los alumnos, etc.
- Especificar los aspectos concretos de cada área. Siguiendo con el ejemplo anterior, respecto a cada una de las áreas
deberemos especificar los aspectos que la componen. Por ejemplo, para el área “profesorado”: edad,
genero, antigüedad en el puesto, nivel profesional, formación para las asignaturas, satisfacción con el
trabajo, etc. De igual modo habría que proceder con cada una de la áreas anteriores.

El resultado de esta primera actividad de la planificación debe ser una relación exhaustiva de las variables
o contenidos que el cuestionario debe incluir. Por supuesto, la exhaustividad y nivel de detalle estará en función
principalmente del objetivo de la encuesta, pero también de los aspectos mencionados antes: contexto y recursos
disponibles.

b) Identificar los indicadores necesarios para cada área de contenido

La redacción de las preguntas es una tarea difícil y lenta. Si no dispusieramos de una relación exhaustiva
de los indicadores que debemos elaborar y/o seleccionar, lo más probable es que nos centremos en aquellos
contenidos más fáciles de medir y descuidemos los que requieran preguntas más complejas. El castigo es claro:
descuidar aspectos clave para alcanzar el objetivo de la encuesta. Los recursos y el esfuerzo invertido pueden caer
en saco roto por una descuidada planificación del cuestionario.
Fink (1995a) recomienda conseguir una relación estructurada de las variables que va a medir el cuestionario
y de las preguntas y tests necesarias para cada una de ellas.
Para ilustrar la tarea podemos recurrir a uno de los objetivos apuntados en ejemplos anteriores: la
evaluación de la calidad de la enseñanza universitaria. La tabla siguiente muestra la relación de variables e
indicadores necesarios para una de sus areas de contenido: el profesorado.

Área de contenido: Profesorado


VARIABLES INDICADORES TIPO
Edad 1 1 Pregunta abierta
Genero 1 1 Pregunta cerrada
Antigüedad en el puesto 2 2 Preguntas cerradas
Nivel profesional 1 1 Pregunta cerrada
Formación para la asignatura 2 2 (1 abierta y 1 cerrada)
Satisfacción con el trabajo 1 1 Test tipo Likert

La especificidad con la que se realice esta tarea es una decisión del autor del cuestionario. Por ejemplo, nada
impide ‘desmenuzar’ aún más la información anterior incluyendo qué tipo de preguntas se debe emplear en cada
caso, e incluso, si es necesaria más de una pregunta para un aspecto, indicando el elemento de información que cada
una debe plantear. Este prodría ser el caso en el ejemplo anterior para la “antigüedad en el puesto”: una pregunta
pediría información sobre la “antigüdad en el grado académico” (licenciado o doctor); y otra, sobre la “antigüedad”
en la categoría profesional (contratado o funcionario).Un consejo: se debe invertir todo el tiempo necesario hasta
tener una planificación precisa del cuestionario. Por otra parte, el rigor en las especificaciones no se debe entender

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como un ‘corsé’ a la creatividad: la interacción continua a lo largo del proceso de elaboración permite en todo
momento rectificar decisiones anteriores. Siempre se está a tiempo de hacer una “chapuza” en la casa.

7. RECOMENDACIONES PARA HACER LAS PREGUNTAS DEL CUESTIONARIO

Las recomendaciones persiguen sobre todo redactar preguntas fiables: dos encuestados en la misma
situación deben dar la misma respuesta a la pregunta; y válidas: relacionadas con el objetivo del cuestionario. La
mayoría de estas recomendaciones son resultado de la experiencia acumulada y tienen un carácter “colectivo”: suelen
aparecer con ligeras variantes en todas las monografía sobre la elaboración del cuestionario (p.e. Bosh y Torrente,
1993; Harvatopoulos, Livan y Sarnin, 1992; Fink, 1995a, 1995b; Fowler, 1993; Santesmaes, 1997).
Estos consejos prácticos no garantizan en términos absolutos la redacción de preguntas adecuadas. Al igual
que con los instrumentos musicales, no podemos asegurar que la encuesta ‘suene perfecta’, pero al menos debemos
intentar construir un ‘buen instrumento’. Por otra parte, el autor de las preguntas no debe estar atenazado por la
responsabilidad de atenerse a estos consejos “al pie de la letra”: las preguntas serán después revisadas para detectar
posibles errores cometidos en la redacción.
Es necesario hacer una distinción antes de presentar las recomendaciones habituales para la redacción de
las preguntas. Por razones didácticas vamos a distinguir entre ‘preguntas factuales’ y ‘preguntas subjetivas’.
Las preguntas factuales están diseñadas para medir hechos o sucesos que podrían ser medidos de manera
objetiva. Son aquellas preguntas en las que se podría comprobar la precisión de la respuesta por algún tipo de
observación independiente. Por ejemplo, la pregunta ¿cuántas veces ha ido al médico la última semana? Es una
pregunta factual. Teóricamente, el investigador podría obtener este dato de forma precisa sin necesidad de
preguntarle al encuestado: recurriendo a los registros del centro de salud.
Las preguntas subjetivas pretenden medir actitudes, opiniones, sentimientos y creencias de las personas.
Es evidente que no hay un medio objetivo de comprobar la precisión de las respuestas de las personas, ya que sólo
el encuestado tiene acceso a sus estados subjetivos. La comprobación de las respuestas sólo es posible de forma
indirecta por su asociación con otros patrones de respuesta.
Hay, sin duda, preguntas que difícilmente podríamos localizar en una de estas dos categorías por estar entre
ambas, por ejemplo, ¿a qué partido votaría si se celebrarán hoy las elecciones?. No obstante, la distinción es
adecuada para valorar el alcance de las recomendaciones a seguir en la redacción de las preguntas.
Empezaremos con las recomendaciones dirigidas a la redacción de preguntas factuales, por ser las más
utilizadas en los cuestionarios.

7. 1 Recomendaciones para elaborar preguntas factuales

Antes de entrar en las recomendaciones concretas, recordemos el tipo de pregunta que debemos intentar
redactar. Las preguntas deben facilitar la consistencia en la medida, es decir, que cada encuestado de la muestra
responda al mismo conjunto de preguntas. Debemos procurar que las diferencias entre las respuestas sean atribuibles
a diferencias de los encuestados en las variables de interés, y no a fuentes de variación no deseadas (i. e. errores de
medida).

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7.1.1. Hacer preguntas relevantes

La relevancia de las preguntas depende de su relación con los objetivos de la encuesta. No se deben hacer
preguntas ‘superfluas’. Por ejemplo, en una encuesta sobre el transporte por autobús, los encuestados esperan
preguntas sobre la rapidez, comodidad, número de autobuses, etc. Si se hacen preguntas que no parezcan tener
relación con los autobuses (edad, hábitos de lectura, etc.), habrá que justificar explícitamente su necesidad, por
ejemplo, indicando que esta información es necesaria para saber si la empresa de transportes está cubriendo las
necesidades de todos sus clientes.

7.1.2. Hacer preguntas concretas

Las cuestiones deben ser precisas y no ambiguas. Una pregunta precisa es aquella que dos encuestados
diferentes entienden de la misma forma. Por ejemplo, suponga que estamos preguntando sobre el estado de salud.
Dos personas con historias de salud diferentes (una habitualmente sana pero con problemas de salud en los últimos
días, y otra con una enfermedad crónica), pueden responder en términos similares a una pregunta ambigua.
Ejemplo:

- Mala redacción: ¿Cómo describiría su salud?

Introduciendo un periodo de tiempo se puede hacer más precisa:

- Mejor: ¿Cómo describiría su estado de salud en las últimas dos semanas?

En definitiva, cuanto más detalles podamos aportar más precisa será la respuesta

7.1.3. Emplee periodos de tiempo proporcionales a la importancia de la pregunta

Preguntar a las personas sobre hechos poco relevantes en un periodo largo de tiempo suele conducir a
respuesta poco fiables por intentar adivinar. Así, es recomendable utilizar periodos de un año o más para los
principales hechos de la vida (comprar una casa, ocurrencia de enfermedades serias, nacimiento de un niño, etc.),
y periodos de un mes o menos para hechos o acontecimientos menores. Sin embargo, los periodos de tiempo no
pueden ser tan cortos que los acontecimientos puedan no haber ocurrido.
Ejemplo:

- Mala redacción: ¿Cuánto ha tardado en dormirse, en promedio, durante los últimos seis meses?
- Mejor: ¿Cuánto tiempo ha tardado en dormirse, en promedio, en las últimas dos semanas?.

7.1.4. Utilice un lenguaje convencional

La encuesta no es una conversación. Para obtener información precisa es necesario redactar las preguntas
con una estructura gramatical, puntuación y vocabulario estándar. La redacción de las preguntas debe perseguir que
el mayor número de personas las entienda. Algunos consejos habituales son:

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a. Utilizar frases completas: El ejemplo más simple de redacción inadecuada es la utilización de frases incompletas.
Ejemplo:

- Mala redacción: ¿Edad?

Comentario: La pregunta parece simple pero las personas pueden entenderla de diferentes formas (edad
actual, numero de años que va cumplir, ‘metido en 54', etc.)

- Mejor: ¿Cuántos años cumplió en su último cumpleaños?

Examine también este caso:


Ejemplo:

- Mala redacción: ¿Lugar de residencia?

Comentario: Significa distintas cosas para diferentes personas. Por ejemplo: región, ciudad, barrio,
residencia familiar, etc.

- Mejor: ¿Cuál es el nombre de la ciudad en que vive en la actualidad?

Ante preguntas incompletas, el entrevistador probablemente (o el encuestado) tendrá que añadir


palabras o expresiones para hacer más inteligible la pregunta o la respuesta, introduciendo fuentes de
variabilidad no deseadas. En definitiva, las frases completas expresan mejor una idea o pensamiento
completo y claro.
Podemos analizar otro caso de redacción incompleta que presenta algunos problemas.
Ejemplo:

- Y de los siguientes aspectos de su ciudad, ¿qué valoración general (muy malo, malo, regular, bueno, muy
bueno) le merece en cuanto a la calidad de...? Espacios verdes y jardines, instalaciones deportivas,
transporte público, policía y seguridad ciudadana.

Presenta varios problemas: a) el orden del enunciado. Si las alternativas de respuesta son leídas antes de
pensar en el contenido específico del item, lo más probable es que el encuestado olvide las
alternativas y el entrevistador tenga que repetírselas; b) el encuestado no va a seguir un patrón
consistente de evaluación.

b) Evitar abreviaturas. Deben evitarse al menos que se esté seguro de que todas las personas conocen su significado.
Ejemplo:

- Mala redacción: ¿Cree que el IPC refleja la carestía de la vida?


- Mejor: ¿Cree que el índice de precios al consumo refleja la carestía de la vida?

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c) Evitar expresiones coloquiales y tecnicismos. Las primeras se deben evitar, ya que cambian rápidamente y no todo
el mundo está al tanto de las últimas expresiones. Su utilización está justificada sólo cuando estemos
seguros de que todo el grupo de encuestados conoce los términos de las preguntas. Hay, otro problema
añadido: la comunicación de los resultados a una audiencia general puede ser más difícil. La misma
consideración es aplicable a las expresiones técnicas: sólo deben utilizarse cuando estemos seguros de que
todas las personas los conocen.

Compruebe el siguiente caso.

Ejemplo:

- Mala redacción: ¿Cuántas veces a la semana va Ud. a la plaza?


- Mejor: ¿Cuántas veces a la semana va Ud. al mercado?

7.1.5. Utilice preguntas que hayan sido utilizadas con éxito en otras encuestas.

Las encuestas del INE (instituto Nacional de Estadística) y las EPA's (Encuestas de Población Activa) son
unas fuentes de preguntas muy utilizadas y reconocidas, por ejemplo, para preguntar por las profesiones. Esto nos
asegura mayor fiabilidad y mejor comunicación de los resultados.

7.1.6. Utilice preguntas breves

Las preguntas breves requieren menos tiempo y menos atención lectora, aunque también aportan
información menos detallada. Las preguntas largas generalmente dan antecedentes a los encuestados y les ayudan
a recordar o pensar en las razones por las que hacen algo o mantienen una opinión.

- Breve: ¿Cómo influiría en su decisión de recurrir a la cirugía estética el que su pareja haya sido operado/a?
- Larga: Habrá oído hablar de que cada vez más personas recurre a la cirugía...

Las preguntas largas son útiles para obtener información sobre temas ‘sensibles’ (salud o hábitos personales)
o cuestiones objeto de debate social (control de armas). Al utilizar preguntas largas en cuestionarios auto-
administrados es necesario contar con el tiempo necesario para leer la pregunta y responder.

7.1.7. Redactar con cuidado las preguntas comprometidas

Debemos saber que este tipo de preguntas pueden inducir a que el encuestado deje de responder o a que
directamente tire el cuestionario a la papelera (sobre todo si están al principio del cuestionario). Preguntas de este
tipo son las relativas a temas como ingresos, situación laboral, consumo de sustancias ilícitas, hábitos sexuales, etc.
Si es necesario hacer este tipo de preguntas (después de haber reflexionado seriamente sobre su pertinencia), hay
diversos procedimientos para ‘suavizar’ la pregunta. Por ejemplo, utilizar intervalos amplios en las respuestas sobre
ingresos económicos, introducir mensajes que ayuden a poner en situación al encuestado, aproximarse sucesivamente
a la pregunta, etc. Veamos algunos ejemplos.

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Los autores de encuestas en ocasiones ‘cargan’ una pregunta para obtener información sobre temas
embarazosos o polémicos. El objetivo de ‘cargar’ una pregunta es animar al encuestado a que dé una respuesta
verdadera en lugar de una ‘socialmente aceptable’. Por ejemplo:

- ¡Usted no es el único!. Los padres se enfadan con sus hijos frecuentemente. En la pasada semana. ¿Cuántas veces
se ha enfadado con sus hijos?
- Mala redacción: ¿Se ha llevado alguna vez algo de un supermercado sin pagar?
Sí No

Aproximación sucesiva.

- Habrá oído comentar que los supermercados pierden anualmente millones de pesetas por pequeños robos o hurtos.
Las empresas del sector quieren proponer al gobierno que se endurezcan las penas por este tipo de delitos.
Esta propuesta está provocando una fuerte polémica. Algunas personas están a favor y otras en contra. ¿Qué
piensa usted? ¿Está usted de acuerdo o en desacuerdo con endurecer las penas a las personas que se lleven
cosas sin pagar de los supermercados?

Totalmente Bastante Di de acuerdo Bastante Totalmente


en desacuerdo de acuerdo ni en desacuerdo de acuerdo de acuerdo

- Muchas personas se han llevado alguna vez algo sin pagar del supermercado. ¿Conoce a alguna persona de su
entorno laboral, vecinos o familia que lo haya hecho?
Sí No
- Trate ahora de recordar. ¿Alguna vez ha pensado Ud. en llevarse algo sin pagar del supermercado?
Sí No
- ¿Lo ha llegado a hacer?
Sí No

Sin duda, la aproximación sucesiva es más costosa, pero es el precio a pagar por una mayor sinceridad en
las respuestas.

7.1.8. Evitar palabras y frases sesgadas

Las frases y palabras sesgadas pueden elicitar respuestas emocionales que no tengan nada que ver con el
tema objeto de la encuesta. Palabras como: aborto, pro-vida, “rojo”, etc., puede disparar respuestas emocionales o
prejuicios.
También hay que advertir que el sesgo en las palabras tiende a cambiar con el tiempo. El sesgo puede
evitarse fácilmente con una revisión de las preguntas por expertos o posibles encuestados.

7.1.9. Evitar preguntas con más de una idea

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Las preguntas con más de una idea en su redacción, por ejemplo: ¿el gobierno debe seguir financiando la
educación y la sanidad?, puede introducir confusión en los encuestados, ya que realmente se trata de dos preguntas.
Ejemplo:

- Mala redacción: ¿Cree que la política económica y exterior del gobierno es adecuada?
- Mejor: ¿Cree que la política económica del gobierno es adecuada?
- Mejor: ¿Cree que la política exterior del gobierno es adecuada?

7.1.10. Evitar redacciones negativas

Suelen ser difíciles para los encuestados ya que requieren un ejercicio de pensamiento lógico. Imaginemos
que estamos pidiendo que la persona nos diga si está de acuerdo o en desacuerdo con el siguiente enunciado: las
Naciones Unidas no deberían inhibirse de los asuntos internos de los países. Algunas personas podrían no leer el
no y responder en sentido contrario a su opinión; y otras primero traducirían el enunciado a términos afirmativos y
luego responderían.

7.1.11. Utilizar indicaciones opcionales

Hay circunstancias en las que es recomendable aportar una redacción opcional de la pregunta. Siempre debe
estar indicado como tal, entre paréntesis “()”, y el entrevistador la utilizará cuando sea necesario.
Ejemplo:

- Ha sido usted (o alguien que viva con usted) atacado por un extraño en el último año?
- ¿Informó usted (él o ella) del ataque a la policía?

En general, las indicaciones entre paréntesis permiten al entrevistador hacer preguntas que tengan sentido,
teniendo en cuenta la información obtenida con otras preguntas con objeto de adaptarlas a las circunstancias
individuales del encuestado.
El uso de indicaciones debe hacerse con precaución, ya que la indicación no está prevista para aclarar el
significado de preguntas confusas o ambiguas.
Ejemplo:

- Mala: ¿Qué piensa de su barrio? (Nos interesa su opinión sobre vivienda, zonas verdes, infraestructura, etc.)

7. 2. Preguntas abiertas en comparación a preguntas cerradas

Las preguntas del cuestionario se suelen agrupar en dos categorías principales: preguntas abiertas y
preguntas cerradas. Las preguntas cerradas son aquellas en las que las respuestas han sido previstas por el
investigador y son ofrecidas al encuestado para que elija la que considere más adecuada. Las preguntas abiertas no
ofrecen respuestas al encuestado y es él quien tiene que responder con sus propias palabras.
En general, las preguntas cerradas son consideradas más fiables y eficaces que las preguntas abiertas, pero
ambas tienen sus ventajas e inconvenientes.

7. 2. 1. Preguntas abiertas

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El encuestado tiene que dar las respuestas con sus propias palabras. Son útiles cuando se pretende obtener
respuestas no previstas. Algunos encuestados (los de mayor nivel cultural o con mayor conocimiento del tema)
pueden sentirse más cómodos con las preguntas abiertas que con las cerradas.
El inconveniente principal es que las respuestas a las preguntas abiertas deben ser categorizadas e
interpretadas.
Ejemplo:

- ¿Cuántas veces ha tenido problemas para dormirse en el último mes?


Respuestas posibles:
No demasiadas veces
Sobre el 10% de las noches
Mucho menos que el mes anterior

La utilización de preguntas abiertas plantea una pregunta inevitable: ¿Hasta qué punto las respuestas
anteriores son equivalentes?

7. 2. 2. Preguntas cerradas

Son más difíciles de escribir que las preguntas abiertas ya que debemos anticipar las posibles respuestas.
Sin embargo, algunos encuestados prefieren este tipo de preguntas por no estar dispuestos o no ser capaces de
expresarse sobre el tema objeto de la encuesta. Además, las preguntas cerradas facilitan la categorización y análisis
de las respuestas. ¿Cómo podemos decidirnos por un tipo de pregunta u otro?
El cuadro siguiente puede ayudar en el proceso de decisión:

ABIERTA CERRADA

Objetivo Obtener información directa de los Obtener datos de juicios u ordenaciones


encuestados con sus propias palabras

Características de Nivel cultural medio-elevado y con Nivel cultura medio-bajo y sin


los encuestados conocimiento y opinión sobre el tema conocimiento y opinión sobre el tema

Forma de hacer No disponer de las posibles respuestas. Respuestas previstas


las preguntas Posibles respuestas muy numerosas

Análisis de los Posibilidad de categorizar y analizar Descripción meramente cuantitativa de


resultados respuestas muy heterogéneas las respuestas

Comunicar los Descripción individual de los tipos y Información estadística de las respuestas
resultados categorías de respuestas

7. 3. Preguntas llave o filtro

Las preguntas filtro o llave son aquellas que en función de la respuesta dirigen a unos encuestados, pero no
a otros, hacia unas preguntas concretas del cuestionario y no a otras.

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De una encuesta sobre la adicción a los juegos de azar podemos extraer la siguiente pregunta filtro:

1) ¿Con qué frecuencia juega al bingo?


a) Nunca Si contesta a) pasar a la pregunta 3
b) Una vez al mes Si contesta b), c) o d) pasar a la pregunta 2
c) Varias veces al mes
d) Varias veces a la semana

2) ¿Cuánto dinero se gasta aproximadamente cada vez que juega al bingo?


a) Menos de 1000 ptas.
b) De 1001 a 3000 ptas.
c) De 3001 a 5000 ptas.
d) Más de 5000 ptas.

Esta práctica divide la muestra entre los encuestados con unas determinadas características y los que no las
tienen. Por ejemplo, los que contestan a la pregunta 2) de la encuesta sobre la adicción al juego y los que no la
contestan. Esta disminución en el tamaño de la muestra habrá de ser considerada en el análisis de los resultados.
Como regla general se recomienda evitar este tipo de preguntas, especialmente en los cuestionarios auto-
administrados, donde no esta el entrevistador para solucionar posibles problemas. Es difícil dejar claro a unos
encuestados y a otros lo que tienen que hacer. Si tienen que saltar por secciones enteras del cuestionario, el problema
se complica aún más.
En caso de tener que utilizarlas se recomienda utilizar flechas indicadoras del ‘trayecto’, justificar las
preguntas a la derecha para que se puedan distinguir, presentar instrucciones precisas sobre cuál es la siguiente
pregunta a la que tiene que responder, etc.

8. MEDICIÓN DE ESTADOS SUBJETIVOS

La denominación ‘estados subjetivos’ es estrictamente metodológica. Hace referencia a los sentimientos,


actitudes, creencias, etc. de las personas.. Por comodidad y tradición, podemos referirnos a este conjunto heterogéneo
de variables con el nombre de ‘actitudes’.
Dejando a un lado discusiones no relacionadas con nuestro interés principal - la medición de actitudes -,
podemos recurrir a la definición de actitud elaborada por Lambert (1989:217):

Una actitud es “una respuesta evaluativa, relativamente estable, en relación a un objeto, que tiene
componentes o consecuencias cognitivas, afectivas y probablemente comportamentales”.

Morales y Moya (1996) incidirán en la estructura de las actitudes en torno a los componentes cognitivo, afectivo y
comportamental, que es de gran utilidad durante la elaboración del cuestionario ya que proporciona la base de su
diseño. Al tener nuestro interés un carácter fundamentalmente metodológico, podemos utilizar el concepto de
actitudes para nombrar un conjunto difuso formado por: sentimientos, creencias, opiniones, afectos, juicios, etc.,
dadas las similitudes que comparten las metodologías para medir esos tipos de variables. Los objetivos de la encuesta
pueden hacer necesario elaborar un ‘test’ para medir alguna variable de este tipo. Necesidad que se debe reflejar en

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el diseño del cuestionario. Dedicaremos un breve apartado al modelo más popular para la medición de actitudes: el
modelo de Likert. No obstante, empezaremos por otra aproximación utilizada por los investigadores para medir
actitudes prescindiendo de los requisitos formales y técnicos que conllevan la mayoría de estos instrumentos: los tests
de ordenación.
La medición de actitudes presenta algunos problemas peculiares y otros comunes a la medición de variables
psicosociales. Conocer estos problemas es básico para afrontar la tarea de medir actitudes:

- El concepto de actitud (en general, y en particular cuando se refiere a una actitud determinada) es un constructo.
Sirve para ‘ver’ orden y consistencia en lo que las personas dicen, piensan y hacen; y así, dados ciertos
comportamientos, intentar hacer predicciones de comportamientos futuros. Pero como tal constructo no
puede medirse directamente sino que debemos inferir su presencia a partir de determinadas muestras de
conducta.
- Los comportamientos, creencias y sentimientos (en definitiva, las tres fuentes fundamentales para inferir las
actitudes) no siempre coinciden, incluso aunque supongamos que reflejan una única actitud. El estudio de
La Piere (1934) reveló de forma dramática la incongruencia entre declaraciones y comportamientos de
prejuicio racial. Esta ‘incongruencia’ puede hacer que si nos centramos en una sola manifestación
(comportamiento, creencias o sentimiento), nuestra descripción de la actitud pueda resultar distorsionada.
- Las actitudes son variables especialmente inestables, tanto, que no tenemos garantías de que la actitud que
pretendemos medir permanezca estable el tiempo suficiente para que la medida en una sola ocasión resulte
fiable.
- La medida de la mayoría de las actitudes suele hacerse sin que exista un acuerdo universal sobre su naturaleza.

La importancia de estos problemas depende del objetivo, contexto y nivel de análisis al que se necesite
realizar la medición. Por ejemplo, las mediciones de actitudes a nivel grupal requieren menor precisión que las
mediciones a nivel individual.
Hay numerosos instrumentos disponibles para medir actitudes. Sólo nos vamos a referir a los dos que con
más frecuencia se utilizan en la investigación por encuesta:

8. 1. Tests de ordenación

Los tests o escalas de ordenación son un conjunto de frases o enunciados actitudinales que expresan el rango
de posibles actitudes sobre un objeto. La utilización de esta estrategia tiene sus primeros antecedentes en los trabajos
de Thurstone para medir las actitudes de una persona (Thurstone, 1929). No obstante, la utilización más común de
este procedimiento en el contexto de la investigación mediante encuesta persigue meramente la descripción de las
opiniones o juicios de una población.
Por ejemplo, un test de ordenación para medir la actitud hacia la escuela de niños en edad escolar, podría
estar formado por las frases siguientes:

- La escuela enseña cosas que ayudan a conseguir trabajo.


- En general, los profesores se preocupan de sus estudiantes.
- La escuela es interesante.
- La escuela es aburrida.
- Hay demasiadas reglas en la escuela.

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La tarea de la persona es leer cada frase y ordenarlas en función de su opinión o valoración. La redacción
de las frases debe procurar que fuera posible “localizarlas” en diferentes puntos de una sola dimensión por su
valoración del objeto actitudinal. Dos criterios ayudan en este objetivo: 1) el contenido de todas las frases se debe
referir al mismo objeto; y 2) deben expresar distinto grado de actitud hacia el objeto.
Aunque hay procedimientos analíticos sofisticados para analizar este tipo de respuestas (Crocker y Algina,
1986), lo más común es que el investigador se limite a una análisis descriptivo de la ordenación más frecuente o
común en la población, o de la posición de cada elemento en diferentes grupos demográficos.

8. 2. Tests tipo Likert

Propuesto por Likert en los años 30 es, sin duda, el modelo de medición de actitudes más popular e intuitivo
como éste. Es más, hoy día cualquier escala en la que la puntuación de una persona se obtenga por la suma de sus
respuestas graduadas a los items que la forman, recibe el nombre de escala ‘sumativa’ o escala tipo Likert (Spector,
1992).
El modelo puede describirse brevemente de la forma siguiente:
1. Se presenta a un grupo de personas un conjunto de items formado por aproximadamente el mismo número de
items favorables y desfavorables al objeto actitudinal.
2. A continuación, se pide a las personas que respondan a cada una de las frases en función de su grado de acuerdo
o desacuerdo con ellas.
3. El último paso es combinar las respuestas de las personas de manera que aquellos que tienen una actitud más
favorable obtengan las puntuaciones más altas, y los que tienen una actitud más desfavorable las
puntuaciones más bajas. El modelo de escalamiento implica un único tipo de estímulos y un único tipo de
respuestas.

El modelo asume unos supuestos sobre la naturaleza de los items y de la escala final que pueden resumirse
en:

1) Las variaciones sistemáticas en las respuestas de las personas a los items se deben únicamente a las diferencias
entre las personas. Es decir, los items no aportan nada a la variabilidad sistemática de las respuestas, cada
item es considerado una replicación de los otros.
2) Los items están relacionados monotómicamente con la variable actitudinal que se supone miden. Cuanto más
favorable (o desfavorable) sea la actitud de la persona, mayor (o más baja) será su puntuación en el item.
3) Los items miden una única variable, es decir, forman una escala unidimensional.

En la mayoría de las aplicaciones del modelo, los supuestos no son sometidos a examen. El proceso para
elaborar una escala de este tipo sigue una serie de pasos bien establecidos (Morales, 1988). Sólo vamos a incidir en
las recomendaciones para la redacción de las preguntas, por su interés para los objetivos del capítulo.
Podemos enumerar cinco reglas que ayudarán a escribir buenos items:

- Cada item debe expresar una y solamente una idea. Si el item expresa más de una idea lo más probable es que
consigamos confundir a las personas. Será muy fácil que la persona no sepa a cuál de las dos ideas
expresadas en el enunciado nos referimos.

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- Utilizar items redactados de forma favorable y desfavorable. Es una recomendación generalizada. El escritor de
items debe redactar enunciados que representen posiciones favorables y otros desfavorables al constructo.
El objetivo de esta recomendación es evitar las denominadas tendencias de respuesta (p.e. aquiescencia,
deseabilidad social, etc.). Por ejemplo, en el caso de la aquiescencia si todos los items están redactados de
forma positiva, una persona que muestra un sesgo en su respuesta -aquiescencia- obtendrá puntuaciones
muy altas -o muy bajas- inflando el cálculo de los estadísticos del item y del test. Cuando hay items
redactados de forma favorable y desfavorables, estas personas tienden a situarse en los valores centrales
produciendo un efecto mucho menor. El precio a pagar por intentar evitar el sesgo en la respuesta es
confundir a las personas (al tener que cambiar su forma de responder), sobre todo en tests largos.

Ejemplo de item favorable:

- Los inmigrantes deberían tener derecho a la seguridad social.


Muy de En Ni en desacuerdo De Muy de
desacuerdo desacuerdo ni de acuerdo acuerdo acuerdo

Ejemplo de item desfavorable:

- La presencia de inmigrantes hace que aumente el paro entre los españoles.


Muy de En Ni en desacuerdo De Muy de
desacuerdo desacuerdo ni de acuerdo acuerdo acuerdo

- Evitar coloquialismos, expresiones y jergas. Debe utilizarse un lenguaje estándar y no sujeto a modas temporales
que hagan que con el paso del tiempo los items pierdan sentido.

- Adecuar la estructura gramatical a las características de las personas que responderán al test. Es necesario
buscar un equilibrio entre una redacción del item que garantice la medida del constructo (p.e. utilizando
frases subordinadas) y el nivel lector de las personas. Es obvio que si las personas dudan sobre el
significado del item no estaremos midiendo de forma adecuada el constructo.

- Evitar redacciones negativas. Es una recomendación muy particular. Pero la evidencia acumulada constata que
es más difícil para las personas entender las frases negativas que las que expresan la misma idea pero de
forma positiva. Importate: No debemos confundir items que representen posiciones desfavorables con items
redactados de forma negativa.
Ejemplo:

- Mala: Cuando entro en un autobús no me agrada sentarme al lado de inmigrantes


Muy de En Ni en desacuerdo De Muy de
desacuerdo desacuerdo ni de acuerdo acuerdo acuerdo

- Mejor: Cuando entro en un autobús me fastidia sentarme al lado de inmigrantes


Muy de En Ni en desacuerdo De Muy de
desacuerdo desacuerdo ni de acuerdo acuerdo acuerdo

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9. REVISIÓN DE LAS PREGUNTAS

El análisis de la calidad del cuestionario se puede hacer por procedimientos empíricos y por procedimientos
subjetivos. La literatura sobre elaboración de cuestionarios no trata con detalle ninguna de las dos aproximaciones.
Nuestro objetivo es dar algunas pautas que ayuden en el proceso de revisión.
Los contenidos de este apartado están dirigidos a la revisión de las preguntas factuales. Las preguntas o tests
diseñados para medir estados subjetivos se pueden revisar mediante procedimientos más formales que están
ampliamente descritos en la literatura especializada (Crocker y Algina, 1986).
La finalidad general de la revisión es identificar defectos en la redacción de las preguntas que puedan
disminuir su fiabilidad y validez.

9. 1. Procedimientos subjetivos

El autor del cuestionario puede recurrir a personas familiarizadas con las técnicas de investigación por
encuesta o con el tema objeto de la investigación para revisar las preguntas.
Para sacar más partido a la tarea es conveniente ‘guiar’ la revisión de las preguntas hacia aspectos concretos.
Los trabajos sobre el tema suelen agrupar las cuestiones a revisar en los apartados siguientes:

- Contenido:
¿Es necesaria esta pregunta?
¿Son necesarias más preguntas sobre esta cuestión?
¿Es necesario concretar más la pregunta?
- Redacción:
¿Se podría expresar de un modo más claro? ¿Cómo?
¿Puede tener varias interpretaciones?
¿Presenta algún sesgo o prejuicio?
¿Las alternativas son exhaustivas?
¿Se solapan las alternativas de respuesta?
- Ubicación:
¿Está situada en el lugar adecuado?
¿Pueden influir las preguntas precedentes?

También se puede recurrir a un grupo de encuestados potenciales para plantearles cuestiones sobre la
claridad de las preguntas.
Por supuesto, el responsable de la revisión puede plantearla en términos más formales requiriendo a los
expertos, por ejemplo, que examinen la adecuación entre la pregunta y el contenido o variable que pretende medir,
que propongan alternativas a los elementos defectuosos, que califiquen la pertinencia de cada pregunta...

9. 2. Procedimientos empíricos

La información procede de una administración del cuestionario a un grupo de personas. La calidad de las
preguntas es juzgada a partir de algunas propiedades estadísticas de las respuestas obtenidas.

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No es necesario recurrir a un procedimiento formal de muestreo para determinar el número y seleccionar
a las personas; basta con que sean suficientes para asegurar la estabilidad de los estadísticos, y de características
semejantes a las de la población de personas que responderán a la encuesta.
Las dos propiedades estadísticas base del análisis son:

a) Proporción de elección de la alternativa ‘No sabe / no contesta’. Las preguntas cerradas suelen incluir como
alternativa una opción para las personas que no conocen las respuestas, no encuentran una alternativa
adecuada entre las que se les ofrecen o, simplemente, no quieren contestar. Parece evidente que una
proporción elevada de respuestas en esta opción está relevando algún problema en la redacción de la
pregunta: ambigüedad, falta de exhaustividad en las alternativas de respuesta, etc.
El procedimiento para obtener la proporción de elección de esta alternativa ‘saco’ es bastante
sencillo:

Si el valor obtenido excede las expectativas del autor del cuestionario debe revisar las preguntas
para intentar determinar el origen de este problema.

b) Proporción de elección de las alternativas. No es fácil predecir a priori el patrón de elección ‘adecuado’ de las
alternativas de respuesta en las preguntas cerradas. Depende, por supuesto, de la distribución de la variable
en la población. No obstante, el investigador puede sospechar que hay algún problema en aquellas preguntas
con alternativas poco elegidas o con una alternativa mayoritariamente elegida.
La obtención de los datos es sencilla:

Los resultados estadísticos no deben ser interpretados como ‘pruebas de valor’: una proporción
inesperada en la elección de una alternativa no indica necesariamente que la pregunta sea defectuosa. El
resultado se debe utilizar como una señal de alarma que lleve a una nueva revisión de las preguntas.

10. PREGUNTAS DEMOGRÁFICAS

Las preguntas demográficas tienen como objetivo general ‘conocer’ a los encuestados. Están diseñadas para
obtener información sobre variables como: edad, género, lugar de residencia, estado civil, situación laboral, ingresos
medios, antecedentes étnicos, etc. Por su contenido común se suelen agrupar bajo la denominación ‘variables
demográficas’.
Se deben redactar con precaución y justificar su necesidad al encuestado, pensemos que podemos dar
sensación de falta de anonimato en las respuestas. Por la misma razón, suelen ubicarse al final de la encuesta, cuando
el encuestado ha comprendido ya su objetivo y está comprometido con la participación en la encuesta.

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Las variables demográficas son utilizadas especialmente para obtener grupos de comparación con los que
interpretar las respuestas a las preguntas: diferencias por género, edad, nivel económico, etc.

11. ORDEN Y DISPOSICIÓN DE LAS PREGUNTAS EN EL CUESTIONARIO

La disposición de las preguntas persigue dar la sensación de facilidad y poco consumo de tiempo para
responder a la encuesta. La primera pregunta debe ser fácil y general para implicar al encuestado en la respuesta al
cuestionario y en el objetivo de la investigación. Deben evitarse las preguntas abiertas o con muchas alternativas de
respuesta. Debe ser una pregunta aplicable a todo el mundo lo que facilitará crear la impresión de que la encuesta
le concierne y que está preparado para responder. La ubicación del resto de las preguntas en el cuestionario responde
algunos criterios básicos:

- Los aspectos previsiblemente más importantes para el encuestado deben ir al principio.


- Las preguntas de contenido similar deben estar agrupadas.
- Hay que evitar que el encuestado tenga que realizar saltos de página o seguir indicaciones complejas.
- Dentro de cada área temática las preguntas deben ir de las menos a las más comprometidas
- Las preguntas relativas a variables demográficas deben ir al final.

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