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Guias para Rezar

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GUIAS PARA REZAR

AÑO DEDICADO A SAN JOSÉ, PATRON UNIVERSAL DE LA IGLESIA


2020-2021
Con todo mi cariño, para que sigamos fomentando la fe y devoción en Dios Nuestro
Señor y en nuestra santa Madre, la virgen María a nuestras nuevas generaciones.

Para mi mamá, mis hermanos y sus familias y en memoria de mi señor padre.

German Josué Santizo Morales.


Santo Rosario
Por la señal de la santa Cruz, de nuestros enemigos, líbranos Señor, Dios nuestro, en el
nombre del Padre, del Hijo y del Espíritu Santo, amen.

Ven espíritu santo, llena los corazones de tus fieles, enciende en ellos el fuego de tu amor,
envía Señor tu espíritu y todas las cosas serán creadas y renovaras la faz de la tierra. Oh
Dios que has instruido los corazones de tus fieles con la luz del espíritu santo, danos a saber
rectamente la verdad según tu mismo espíritu y gozaremos para siempre de tu consuelo, por
Jesucristo nuestro Señor. Amen.

¡Nuestra Señora de Guadalupe! Ruega por nosotros.

Creemos Señor que estas aquí presente, por que donde dos o más se reúnen en tu nombre
allí estas tu, aunque nuestros ojos no te vean te siente nuestra fe. Haz que comprendamos
las verdades que en esta reunión quieres enseñarnos y que nos decidamos a seguirlas
practicando. ¡Habla Señor Que tus siervos escuchan!

OFRECIMIENTO.

Señor mío, Jesucristo, Dios y Hombre verdadero, Creador y Redentor mío, por ser Vos
quien sois y porque os amo sobre todas las cosas. A mí me pesa en el alma haberos
ofendido; yo propongo firmemente nunca más pecar, apartarme de todas las ocasiones,
peligros de ofenderte, confesarme y, cumplir con la penitencia que me fuera impuesta.

Os ofrezco, Señor, mi vida, obras y trabajos, en satisfacción de mis pecados, así como lo
suplico, así confío en vuestra bondad y misericordia infinita, que los perdonareis, por los
méritos de vuestra preciosísima sangre, y me daréis gracia para enmendarme, y perseverar
en vuestro santo servicio, hasta el fin de mi vida. Amén.

Abrid Señor nuestros labios para alabar y bendecir tu santo nombre y el de la purísima
virgen María. Purificad nuestros corazones, ilustrad nuestro entendimiento, inflamad
nuestra voluntad, para que digan, atenta y devotamente recemos el santo rosario y
merezcamos ser oídos ante el acatamiento de vuestra divina majestad, por Jesucristo
nuestro Señor. Amén.
Misterios del santo Rosario.

Misterios gozosos. (Lunes y sábados).

1. La anunciación del ángel a la virgen María.


2. La visita de la virgen María a su prima santa Isabel.
3. El nacimiento de Nuestro Señor Jesucristo en el portal de Belén.
4. La presentación del niño Jesús en el templo.
5. El niño Jesús perdido y hallado entre los doctores de la ley siendo de la edad de
doce años.

Misterios dolorosos. (Martes y viernes).

1. La oración de Nuestro Señor Jesucristo en el huerto.


2. La flagelación de Nuestro Señor Jesucristo atado a la columna.
3. La coronación de espinas, Jesús es coronado de espinas.
4. La subida de Nuestro Señor Jesucristo al calvario con la cruz a cuestas.
5. La crucifixión y muerte de Nuestro Señor Jesucristo.
Misterios gloriosos. (Miércoles y domingos).

1. La resurrección de Nuestro Señor Jesucristo.


2. La ascensión de Nuestro Señor Jesucristo al cielo.
3. La venida del espíritu santo sobre la virgen María y el colegio apostólico.
4. La asunción de la virgen María al cielo.
5. La coronación de la virgen María en el cielo por reina y señora de todo lo creado.

Misterios luminosos. (Jueves).

1. El bautismo de Nuestro Señor Jesucristo en el rio Jordán.


2. La autorevelación de Nuestro Señor Jesucristo en las bodas de Caná.
3. El anuncio del reino de Dios invitando a la conversión.
4. La transfiguración de Nuestro Señor Jesucristo.
5. La institución de la Sagrada Eucaristía.
En cada uno de los misterios:
• Padrenuestro (1). Padre nuestro que estas en el cielo, santificado sea tu nombre,
venga a nosotros tu reino, hágase tu voluntad así en la tierra como en el cielo.
El pan nuestro de cada día dánoslo hoy, perdona nuestras deudas, así como nosotros
perdonamos a nuestros deudores, no nos dejes caer en tentación, líbranos del mal,
amén.
• Avemaría (10). Dios te salve María, llena eres de gracia, el Señor es contigo,
bendita eres entre todas las mujeres y bendito es el fruto de tu vientre, Jesús.
Santa María, madre de Dios, ruega por nosotros los pecadores, ahora y en la hora de
nuestra muerte, amén.
• Gloria (1). Gloria al padre, gloria al hijo, gloria al espíritu santo.
Como era en el principio, ahora y siempre por los siglos de los siglos, amén.
• Jesús manso y humilde de corazón. Haced nuestro corazón semejante al
vuestro.

Al finalizar los cinco misterios.

Hazme digno de alabarte virgen sagrada, dadme virtud y fuerza contra tus enemigos.
Padre nuestro que estas en el cielo, santificado sea tu nombre, venga a nosotros tu reino,
hágase tu voluntad así en la tierra como en el cielo.
El pan nuestro de cada día dánoslo hoy, perdona nuestras deudas, así como nosotros
perdonamos a nuestros deudores, no nos dejes caer en tentación, líbranos del mal, amén.

• Dios te salve María santísima, hija de Dios Padre, la más poderosa virgen
purísima, alcánzanos madre mía la virtud de la fe. Llena eres de gracia, el
Señor es contigo, bendita eres entre todas las mujeres y bendito es el fruto de
tu vientre, Jesús.
Santa María, madre de Dios, ruega por nosotros los pecadores, ahora y en la hora de
nuestra muerte, amén.

• Dios te salve María santísima, madre de Dios Hijo, la más sabia virgen
purísima, alcánzanos madre mía la virtud de la esperanza. Llena eres de
gracia, el Señor es contigo, bendita eres entre todas las mujeres y bendito es el
fruto de tu vientre, Jesús.
Santa María, madre de Dios, ruega por nosotros los pecadores, ahora y en la hora de
nuestra muerte, amén.

• Dios te salve María santísima, esposa purísima del Espíritu Santo, la más pura
y amable virgen purísima, alcánzanos madre mía la virtud de la caridad. Llena
eres de gracia, el Señor es contigo, bendita eres entre todas las mujeres y
bendito es el fruto de tu vientre, Jesús.
Santa María, madre de Dios, ruega por nosotros los pecadores, ahora y en la hora de
nuestra muerte, amén.
• Dios te salve María santísima, templo y sagrario de la Santísima Trinidad,
virgen concebida sin pecado original, Dios te salve Señor san José, María es
madre de gracia y madre de misericordia.
En la vida y en la muerte ampáranos gran señora.

Oración.
Suplícamoste Dios omnipotente Nuestro Señor Jesucristo, que asistas a todos lo que hemos
rezado el santísimo rosario de tu gloriosa madre, la bienaventurada virgen María, para que
así, contemplando tus sagrados misterios en la tierra, merezcamos gozar el fruto de ellos en
el cielo, donde vives y reinas con Dios padre en la unidad del Espíritu Santo, Dios por los
siglos de los siglos, amén.

Acción de gracias.
Infinitas gracias os damos oh soberana princesa por todos los favores recibidos de vuestras
benéficas manos, dignaos señora tenernos bajo tu amparo y protección y para más obligaros
y por la conversión de los pecadores, os saludaremos con una Salve.

Dios te salve, Reina y Madre de misericordia,


Vida, dulzura y esperanza nuestra.

Dios te salve.

A Ti clamamos los desterrados hijos de Eva,


A Ti suspiramos, gimiendo y llorando en este valle de lágrimas.

Ea, pues, Señora Abogada Nuestra,


Vuelve a nosotros tus ojos misericordiosos,
Y después de este destierro, muéstranos a Jesús,
Fruto bendito de tu vientre.

Oh, clemente, oh piadosa, oh dulce Virgen María.

Ruega por nosotros, Santa Madre de Dios,


Para que seamos dignos de alcanzar las promesas y gracias de Nuestro Señor Jesucristo.

Amén

Vamos a rezar tu santo rosario, tus santas letanías, para que digna, atenta y devotamente
merezcamos recibir el fruto de ellas en el cielo, amén.
Letanías de la santísima virgen.

Señor. Trono de la sabiduría


Cristo Causa de nuestra alegría
Señor Vaso espiritual
Jesucristo Vaso honorable
Jesucristo Vaso insigne de devoción
Dios padre celestial Rosa mística
Dios hijo redentor del mundo Torre de David
Dios espíritu santo Torre de marfil
Santísima trinidad que eres un solo Dios Casa de oro
Santa María Arca de la alianza
Santa Madre de Dios Puerta del cielo
Santa virgen de las vírgenes Estrella de la mañana
Madre de Jesucristo Salud de los enfermos
Madre de la divina gracia Refugio de los pecadores
Madre purísima Consoladora de los afligidos
Madre castísima Auxilio de los cristianos
Madre intacta Reina de los ángeles
Madre inmaculada Reina de los patriarcas
Madre amable Reina de los profetas
Madre admirable Reina de los apóstoles
Madre del buen consejo Reina de los mártires
Madre del creador Reina de los confesores
Madre del salvador Reina de las vírgenes
Virgen prudentísima Reina de los santos
Virgen digna de veneración Reina concebida sin pecado original
Virgen digna de alabanza Reina llevado a los cielos
Virgen poderosa Reina del santísimo rosario
Virgen clemente Reina de la paz
Virgen fiel Reina de Guatemala
Espejo de justicia Reina de los franciscanos

Cordero de Dios que quitas el pecado del mundo, Perdónanos Señor


Cordero de Dios que quitas el pecado del mundo, Escuchamos Señor
Cordero de Dios que quitas el pecado del mundo, Ten piedad y misericordia de nosotros

Bajo tu amparo nos acogemos santa madre de Dios, no deprecies las oraciones que
hacemos en nuestras necesidades, antes bien líbranos de todos los peligros, ¡oh virgen
siempre gloriosa y bendita!, amén.

Ruega por nosotros Santa Madre de Dios, para que seamos dignos de alcanzar las promesas
y gracias de Nuestro Señor Jesucristo, amén.
Oración.

Y rogad también misericordiosisima Señora, a Dios nuestro buen Padre por todas las
necesidades de la santa iglesia, por todos los afligidos, enfermos, cautivos y agonizantes,
por las almas del santo purgatorio, por las más olvidadas de tu santa misericordia, por las
que no tengan quien ruegue a Dios por ellas, por las de mis familiares, por todos las cuales
rezamos este santo rosario, por nosotros, nuestros hijos, padres, hermanos, amigos, vecinos
y bienhechores, para que todos por tu infinita misericordia le gocemos en tu eterna gloria,
amen.

¡María auxiliadora de los cristianos! Ruega por nosotros.

Ave María purísima.


Ave María purísima. Sin pecado concebida
Ave María purísima.

¡Viva Jesús! ¡Viva María! ¡Viva la gracia! Muera el pecado, bendito y alabado sea el
santísimo sacramento del altar y la virgen purísima virgen señora nuestra concebida sin
pecado de la mancha original. Desde el primer instante su ser natural por siempre amen,
Jesús, María y José. Joaquín y Ana a quien encomiendo mi cuerpo y mi alma y todas las
benditas ánimas del santo purgatorio por la divina misericordia de Dios nuestro Señor
descansen en paz, amen.

Bendito y alabado sea el santísimo sacramento del altar, sea por siempre y en todo lugar.

Os doy gracias Dios mío por haberme conservado la vida durante este día, consérvamela
también durante la noche. Jesús, José y María os entrego el corazón y el alma mía. Ángel
santo de mi guarda velad mi sueño. Padre mío san Francisco que pasabas las noches
exclamando ¡Dios mío y todas mis cosas! Compadeceos de mis flaquezas y mientras
duermo repetid por mi esa encendida saeta de amor, ¡Dios mío y todas mis cosas! Jesús mío
ten misericordia de mí.

Salmo 1
Dichoso el hombre que no ve el consejo de los impíos, ni en la senda de los pecadores se
detiene ni en el banco de los burlones se sienta. Mas se complace en la ley de Yahvé, en su
ley susurra día y noche.

Es como un árbol plantado junto a las corrientes de agua que da a su tiempo el fruto y
jamás se angustia su follaje. Todo lo que hace sale bien, no así los impíos que ellos son
como la paja que el viento se lleva de la faz de la tierra.

No resistirán los impíos en el día del juicio ni los pecadores en la comunidad de los justos,
porque Yahveh conoce el camino de los justos, más el camino de los impíos se pierde.
Salmo 4
Cuando clamo respóndeme oh Dios mi justiciero, en la angustia tú me abres salida, ten
piedad escucha mi oración, vosotros hombres hasta cuando torpes de corazón amando
vanidad y rebuscando mentiras.

Sabed que Yahveh mima a su amigo, Yahveh escucha cuando yo lo invoco. Temblad y no
pequéis, hablad en el lecho con vuestro corazón pero en silencio.

Ofreced sacrificios de justicia y confiad en Yahveh. Muchos dicen quién nos hará ver la
dicha. Alza sobre nosotros la luz de tu semblante.

Yahveh tú has dado a mi corazón más alegría que cuando abundan ellos de trigo y vino
nuevo.
Me acuesto en paz y en seguida me duermo pues tu solo Yahveh me asientas en seguro.

Salmo 120
Hacia Yahveh cuando en angustia me encontraba, clamé y el me respondió.
Oh Yahveh salva mi alma del labio mentiroso de la lengua tramposa.

Que te dará, que te añadirá o lengua tramposa, flechas de guerreros afiladas con brasas de
retama.

Que desgracias para mí vivir en Mesec morar en las tiendas de Quedar.


Harto ha vivido mi alma con los que odian la paz, que si yo hablo de paz ellos buscan la
guerra.

Salmo 121
Alzo mis ojos a los montes, ¿de dónde vendrá mi auxilio? Mi auxilio es el Señor que hizo
los cielos y la tierra.

No deja el titubear tu pie, no duerme tu guardián. No duerme ni dormita el guardián de


Israel.

Yahveh tu guardián, el tu sombra, Yahveh está a tu diestra. De día el sol no te hará daño ni
la luna de noche.

Te guarda Yahveh de todo mal, el guarda tu alma. Yahveh guarda tu salida y tu entrada
desde ahora y para siempre.

El Señor nos bendiga, nos guarde, nos muestre su rostro y tenga misericordia de nosotros,
nos mire benignamente y nos conceda la paz.

Que el Señor nos bendiga, amén.


Oración de san Francisco de Asís.

Señor, hazme un instrumento de tu paz.


Donde haya odio, ponga yo amor.
Donde haya ofensa, perdón
Donde haya discordia, unión.
Donde haya error, verdad.
Donde haya duda, fe.
Donde haya desesperación, esperanza.
Donde haya tinieblas, tu luz.
Donde haya tristeza, alegría.

¡Oh divino maestro!


Que yo no busque tanto
Ser consolado, sino consolar.
Ser comprendido, sino comprender.
Ser amado, sino amar.
Porque dando es como uno recibe
Olvidando es como uno encuentra
Perdonando es como uno es perdonado
Y muriendo en ti, como uno resucita a la vida eterna.
Amén.

AVE MARIA CANTADA

• Dios te salve resplandeciente lirio. Dios te salve violeta perfumada. Dios te salve
rosa oh fragante. Dios te salve, Dios te salve inmaculada. Bendita por el Señor, que
al nacer fue destinada, para que al verbo encarnara de tu vientre de tu vientre Jesús.

• Dios te salve luna hermosa, Dios te salve claro día. Azucena oh fragante, en el trono
Ave María. En el árbol de la cruz, se derraman las preciosas, de claveles son las
rosas y de tu vientre Jesús.

• Alabemos a María madre de Dios, alabémosla y ensalcémosla y glorifiquémosla


eternamente, amén.

• Dios te salve maría, llena eres de gracia. El Señor es contigo y bendita tú eres. ¡oh
clementisima madre! Vuelve a nosotros tus ojos, una mirada amorosa; nos lleve
siempre en pos de ti. Si de tu vientre, si de tu vientre, si de tu vientre Jesús.
Viacrucis
Por la señal de la santa Cruz, de nuestros enemigos, líbranos Señor, Dios nuestro, en el
nombre del Padre, del Hijo y del Espíritu Santo, amen.

Ofrecimiento.
Poderoso Jesús Nazareno, de cielos y tierra rey universal, hoy un alma que os tiene
ofendido, pide que sus culpas queráis perdonar; usad de piedad.
Pues quisiste con ella como hombre, ser muy maltratado y en cruz expirar.

Madre adorada de la soledad, alcanzadme gracia para no volver a pecar.

Os amo oh Jesús amor mío más que a mí mismo, y me arrepiento de todo corazón de
haberos ofendido, no permitas que vuelva a ofenderte, hacer que os ame siempre y
disponed de mí como os agrade.
Primera estación.
Jesús es condenado a muerte

Adorémoste Cristo y te bendecimos, porque con tu santa Cruz redimiste al mundo y a mi


pecador, amén.

Acompaña a Tu Dios alma mía, cual vil asesino llevado ante el juez. Y al autor de la vida
contempla, por ti condenado a muerte cruel.
¡Dulce redentor!

Para mí era la pena de muerte, ya lloro mis culpas y os pido perdón.


Madre adorada de la soledad, alcanzadme gracia para no volver a pecar.

Os amo oh Jesús amor mío más que a mí mismo, y me arrepiento de todo corazón de
haberos ofendido, no permitas que vuelva a ofenderte, haced que os ame siempre y
disponed de mí como os agrade.

• Padrenuestro. Padre nuestro que estas en el cielo, santificado sea tu nombre, venga
a nosotros tu reino, hágase tu voluntad así en la tierra como en el cielo.
El pan nuestro de cada día dánoslo hoy, perdona nuestras deudas, así como nosotros
perdonamos a nuestros deudores, no nos dejes caer en tentación, líbranos del mal,
amén.
• Avemaría. Dios te salve María, llena eres de gracia, el Señor es contigo, bendita
eres entre todas las mujeres y bendito es el fruto de tu vientre, Jesús.
Santa María, madre de Dios, ruega por nosotros los pecadores, ahora y en la hora de
nuestra muerte, amén.
• Gloria. Gloria al padre, gloria al hijo, gloria al espíritu santo.
Como era en el principio, ahora y siempre por los siglos de los siglos, amén.
• ¡Señor peque! Ten misericordia de nosotros.
• Bendita y alabada sea la sagrada pasión y muerte de nuestro redentor
Jesucristo, y los dolores de su santísima madre, Amén.
• En el nombre del padre, del hijo y del espíritu santo, amén.
Segunda estación.
Jesús cargado con la cruz.

Adorémoste Cristo y te bendecimos, porque con tu santa Cruz redimiste al mundo y a mi


pecador, amén.

Con la cruz de tus culpas cargado, exhausto de fuerzas camina tu Dios, y a subir la
pendiente le impelen, por fuera sayones, por dentro su amor;
¡Dulce redentor!

Mis pecados tus hombros oprimen. Ya lloro mis culpas y os pido perdón.
Madre adorada de la soledad, alcanzadme gracia para no volver a pecar.

Os amo oh Jesús amor mío más que a mí mismo, y me arrepiento de todo corazón de
haberos ofendido, no permitas que vuelva a ofenderte, haced que os ame siempre y
disponed de mí como os agrade.

• Padrenuestro. Padre nuestro que estas en el cielo, santificado sea tu nombre, venga
a nosotros tu reino, hágase tu voluntad así en la tierra como en el cielo.
El pan nuestro de cada día dánoslo hoy, perdona nuestras deudas, así como nosotros
perdonamos a nuestros deudores, no nos dejes caer en tentación, líbranos del mal,
amén.
• Avemaría. Dios te salve María, llena eres de gracia, el Señor es contigo, bendita
eres entre todas las mujeres y bendito es el fruto de tu vientre, Jesús.
Santa María, madre de Dios, ruega por nosotros los pecadores, ahora y en la hora de
nuestra muerte, amén.
• Gloria. Gloria al padre, gloria al hijo, gloria al espíritu santo.
Como era en el principio, ahora y siempre por los siglos de los siglos, amén.
• ¡Señor peque! Ten misericordia de nosotros.
• Bendita y alabada sea la sagrada pasión y muerte de nuestro redentor
Jesucristo, y los dolores de su santísima madre, Amén.
• En el nombre del padre, del hijo y del espíritu santo, amén.
Tercera estación.
Jesús cae por primera vez con la cruz.

Adorémoste Cristo y te bendecimos, porque con tu santa Cruz redimiste al mundo y a mi


pecador, amén.

Con sus alas de nieve los ángeles pasmados de espanto cubrieron su faz, bajo el tosco y
pesado madero en tierra caído, su Dios al mirar;
¡Dulce redentor!

Por mis yerros caísteis en tierra. Ya lloro mis culpas y os pido perdón.
Madre adorada de la soledad, alcanzadme gracia para no volver a pecar.

Os amo oh Jesús amor mío más que a mí mismo, y me arrepiento de todo corazón de
haberos ofendido, no permitas que vuelva a ofenderte, haced que os ame siempre y
disponed de mí como os agrade.

• Padrenuestro. Padre nuestro que estas en el cielo, santificado sea tu nombre, venga
a nosotros tu reino, hágase tu voluntad así en la tierra como en el cielo.
El pan nuestro de cada día dánoslo hoy, perdona nuestras deudas, así como nosotros
perdonamos a nuestros deudores, no nos dejes caer en tentación, líbranos del mal,
amén.
• Avemaría. Dios te salve María, llena eres de gracia, el Señor es contigo, bendita
eres entre todas las mujeres y bendito es el fruto de tu vientre, Jesús.
Santa María, madre de Dios, ruega por nosotros los pecadores, ahora y en la hora de
nuestra muerte, amén.
• Gloria. Gloria al padre, gloria al hijo, gloria al espíritu santo.
Como era en el principio, ahora y siempre por los siglos de los siglos, amén.
• ¡Señor peque! Ten misericordia de nosotros.
• Bendita y alabada sea la sagrada pasión y muerte de nuestro redentor
Jesucristo, y los dolores de su santísima madre, Amén.
• En el nombre del padre, del hijo y del espíritu santo, amén.
Cuarta estación.
Jesús encuentra a su afligida madre.

Adorémoste Cristo y te bendecimos, porque con tu santa Cruz redimiste al mundo y a mi


pecador, amén.

Del calvario subiendo a la cumbre, el reo divino a su madre encontró y una espada de filos
agudos, del hijo y la madre hirió el corazón;
¡Dulce redentor!

Yo esa herida causé a vuestra madre. Ya lloro mis culpas y os pido perdón.
Madre adorada de la soledad, alcanzadme gracia para no volver a pecar.

Os amo oh Jesús amor mío más que a mí mismo, y me arrepiento de todo corazón de
haberos ofendido, no permitas que vuelva a ofenderte, haced que os ame siempre y
disponed de mí como os agrade.

• Padrenuestro. Padre nuestro que estas en el cielo, santificado sea tu nombre, venga
a nosotros tu reino, hágase tu voluntad así en la tierra como en el cielo.
El pan nuestro de cada día dánoslo hoy, perdona nuestras deudas, así como nosotros
perdonamos a nuestros deudores, no nos dejes caer en tentación, líbranos del mal,
amén.
• Avemaría. Dios te salve María, llena eres de gracia, el Señor es contigo, bendita
eres entre todas las mujeres y bendito es el fruto de tu vientre, Jesús.
Santa María, madre de Dios, ruega por nosotros los pecadores, ahora y en la hora de
nuestra muerte, amén.
• Gloria. Gloria al padre, gloria al hijo, gloria al espíritu santo.
Como era en el principio, ahora y siempre por los siglos de los siglos, amén.
• ¡Señor peque! Ten misericordia de nosotros.
• Bendita y alabada sea la sagrada pasión y muerte de nuestro redentor
Jesucristo, y los dolores de su santísima madre, Amén.
• En el nombre del padre, del hijo y del espíritu santo, amén.
Quinta estación.
Jesús ayudado por el cirineo a llevar la cruz.

Adorémoste Cristo y te bendecimos, porque con tu santa Cruz redimiste al mundo y a mi


pecador, amén.

Porque al monte con vida llegase, los duros escribas con saña infernal, a Simón cirineo
alquilaron que a Cristo ayudase la cruz a llevar;
¡Dulce redentor!

Yo también quiero ser cirineo. Ya lloro mis culpas y os pido perdón.


Madre adorada de la soledad, alcanzadme gracia para no volver a pecar.

Os amo oh Jesús amor mío más que a mí mismo, y me arrepiento de todo corazón de
haberos ofendido, no permitas que vuelva a ofenderte, haced que os ame siempre y
disponed de mí como os agrade.

• Padrenuestro. Padre nuestro que estas en el cielo, santificado sea tu nombre, venga
a nosotros tu reino, hágase tu voluntad así en la tierra como en el cielo.
El pan nuestro de cada día dánoslo hoy, perdona nuestras deudas, así como nosotros
perdonamos a nuestros deudores, no nos dejes caer en tentación, líbranos del mal,
amén.
• Avemaría. Dios te salve María, llena eres de gracia, el Señor es contigo, bendita
eres entre todas las mujeres y bendito es el fruto de tu vientre, Jesús.
Santa María, madre de Dios, ruega por nosotros los pecadores, ahora y en la hora de
nuestra muerte, amén.
• Gloria. Gloria al padre, gloria al hijo, gloria al espíritu santo.
Como era en el principio, ahora y siempre por los siglos de los siglos, amén.
• ¡Señor peque! Ten misericordia de nosotros.
• Bendita y alabada sea la sagrada pasión y muerte de nuestro redentor
Jesucristo, y los dolores de su santísima madre, Amén.
• En el nombre del padre, del hijo y del espíritu santo, amén.
Sexta estación.
La Verónica limpia el rostro de Jesús.

Adorémoste Cristo y te bendecimos, porque con tu santa Cruz redimiste al mundo y a mi


pecador, amén.

Con ternura y piedad la Verónica el rostro afeado de Cristo enjugó, y en tres pliegues de
lienzo por premio grabada la imagen llevó del Señor;
¡Dulce redentor!

En mi pecho grabad vuestra imagen. Ya lloro mis culpas y os pido perdón.


Madre adorada de la soledad, alcanzadme gracia para no volver a pecar.

Os amo oh Jesús amor mío más que a mí mismo, y me arrepiento de todo corazón de
haberos ofendido, no permitas que vuelva a ofenderte, haced que os ame siempre y
disponed de mí como os agrade.

• Padrenuestro. Padre nuestro que estas en el cielo, santificado sea tu nombre, venga
a nosotros tu reino, hágase tu voluntad así en la tierra como en el cielo.
El pan nuestro de cada día dánoslo hoy, perdona nuestras deudas, así como nosotros
perdonamos a nuestros deudores, no nos dejes caer en tentación, líbranos del mal,
amén.
• Avemaría. Dios te salve María, llena eres de gracia, el Señor es contigo, bendita
eres entre todas las mujeres y bendito es el fruto de tu vientre, Jesús.
Santa María, madre de Dios, ruega por nosotros los pecadores, ahora y en la hora de
nuestra muerte, amén.
• Gloria. Gloria al padre, gloria al hijo, gloria al espíritu santo.
Como era en el principio, ahora y siempre por los siglos de los siglos, amén.
• ¡Señor peque! Ten misericordia de nosotros.
• Bendita y alabada sea la sagrada pasión y muerte de nuestro redentor
Jesucristo, y los dolores de su santísima madre, Amén.
• En el nombre del padre, del hijo y del espíritu santo, amén.
Séptima estación.
Jesús cae por segunda vez con la cruz.

Adorémoste Cristo y te bendecimos, porque con tu santa Cruz redimiste al mundo y a mi


pecador, amén.

Otra vez el señor de los cielos, volvió fatigado el polvo a besar, y otra vez los esbirros
crueles en el demostraron su gran crueldad;
¡Dulce redentor!

Nunca más caeré yo en pecado. Ya lloro mis culpas y os pido perdón.


Madre adorada de la soledad, alcanzadme gracia para no volver a pecar.

Os amo oh Jesús amor mío más que a mí mismo, y me arrepiento de todo corazón de
haberos ofendido, no permitas que vuelva a ofenderte, haced que os ame siempre y
disponed de mí como os agrade.

• Padrenuestro. Padre nuestro que estas en el cielo, santificado sea tu nombre, venga
a nosotros tu reino, hágase tu voluntad así en la tierra como en el cielo.
El pan nuestro de cada día dánoslo hoy, perdona nuestras deudas, así como nosotros
perdonamos a nuestros deudores, no nos dejes caer en tentación, líbranos del mal,
amén.
• Avemaría. Dios te salve María, llena eres de gracia, el Señor es contigo, bendita
eres entre todas las mujeres y bendito es el fruto de tu vientre, Jesús.
Santa María, madre de Dios, ruega por nosotros los pecadores, ahora y en la hora de
nuestra muerte, amén.
• Gloria. Gloria al padre, gloria al hijo, gloria al espíritu santo.
Como era en el principio, ahora y siempre por los siglos de los siglos, amén.
• ¡Señor peque! Ten misericordia de nosotros.
• Bendita y alabada sea la sagrada pasión y muerte de nuestro redentor
Jesucristo, y los dolores de su santísima madre, Amén.
• En el nombre del padre, del hijo y del espíritu santo, amén.
Octava estación.
Jesús habla a las hijas de Jerusalén.

Adorémoste Cristo y te bendecimos, porque con tu santa Cruz redimiste al mundo y a mi


pecador, amén.

Vio Jesús que unas cuantas mujeres movidas a lastima lloraban por él, y les dijo: ¨llorad por
vosotras y por vuestros hijos, por mí no lloréis¨;
¡Dulce redentor!

Vuestras penas taladran mi pecho. Ya lloro mis culpas y os pido perdón.


Madre adorada de la soledad, alcanzadme gracia para no volver a pecar.

Os amo oh Jesús amor mío más que a mí mismo, y me arrepiento de todo corazón de
haberos ofendido, no permitas que vuelva a ofenderte, haced que os ame siempre y
disponed de mí como os agrade.

• Padrenuestro. Padre nuestro que estas en el cielo, santificado sea tu nombre, venga
a nosotros tu reino, hágase tu voluntad así en la tierra como en el cielo.
El pan nuestro de cada día dánoslo hoy, perdona nuestras deudas, así como nosotros
perdonamos a nuestros deudores, no nos dejes caer en tentación, líbranos del mal,
amén.
• Avemaría. Dios te salve María, llena eres de gracia, el Señor es contigo, bendita
eres entre todas las mujeres y bendito es el fruto de tu vientre, Jesús.
Santa María, madre de Dios, ruega por nosotros los pecadores, ahora y en la hora de
nuestra muerte, amén.
• Gloria. Gloria al padre, gloria al hijo, gloria al espíritu santo.
Como era en el principio, ahora y siempre por los siglos de los siglos, amén.
• ¡Señor peque! Ten misericordia de nosotros.
• Bendita y alabada sea la sagrada pasión y muerte de nuestro redentor
Jesucristo, y los dolores de su santísima madre, Amén.
• En el nombre del padre, del hijo y del espíritu santo, amén.
Novena estación.
Jesús cae por tercera vez con la cruz.

Adorémoste Cristo y te bendecimos, porque con tu santa Cruz redimiste al mundo y a mi


pecador, amén.

Con sus duras caídas, cristiano, las tuyas pretende Jesús resarcir, a tu Dios por tercera vez
mira, de polvo y de sangre cubierto por ti;
¡Dulce redentor!

Vuestro amor del infierno me libre. Ya lloro mis culpas y os pido perdón.
Madre adorada de la soledad, alcanzadme gracia para no volver a pecar.

Os amo oh Jesús amor mío más que a mí mismo, y me arrepiento de todo corazón de
haberos ofendido, no permitas que vuelva a ofenderte, haced que os ame siempre y
disponed de mí como os agrade.

• Padrenuestro. Padre nuestro que estas en el cielo, santificado sea tu nombre, venga
a nosotros tu reino, hágase tu voluntad así en la tierra como en el cielo.
El pan nuestro de cada día dánoslo hoy, perdona nuestras deudas, así como nosotros
perdonamos a nuestros deudores, no nos dejes caer en tentación, líbranos del mal,
amén.
• Avemaría. Dios te salve María, llena eres de gracia, el Señor es contigo, bendita
eres entre todas las mujeres y bendito es el fruto de tu vientre, Jesús.
Santa María, madre de Dios, ruega por nosotros los pecadores, ahora y en la hora de
nuestra muerte, amén.
• Gloria. Gloria al padre, gloria al hijo, gloria al espíritu santo.
Como era en el principio, ahora y siempre por los siglos de los siglos, amén.
• ¡Señor peque! Ten misericordia de nosotros.
• Bendita y alabada sea la sagrada pasión y muerte de nuestro redentor
Jesucristo, y los dolores de su santísima madre, Amén.
• En el nombre del padre, del hijo y del espíritu santo, amén.
Decima estación.
Jesús despojado de sus vestiduras.

Adorémoste Cristo y te bendecimos, porque con tu santa Cruz redimiste al mundo y a mi


pecador, amén.

Con furor los vestidos quitaron del monte en la cumbre al paciente Jesús, y por no iluminar
tanta afrenta, el cielo a la tierra nególe su luz;
¡Dulce redentor!

Ya no más liviandad ni impureza. Ya lloro mis culpas y os pido perdón.


Madre adorada de la soledad, alcanzadme gracia para no volver a pecar.

Os amo oh Jesús amor mío más que a mí mismo, y me arrepiento de todo corazón de
haberos ofendido, no permitas que vuelva a ofenderte, haced que os ame siempre y
disponed de mí como os agrade.

• Padrenuestro. Padre nuestro que estas en el cielo, santificado sea tu nombre, venga
a nosotros tu reino, hágase tu voluntad así en la tierra como en el cielo.
El pan nuestro de cada día dánoslo hoy, perdona nuestras deudas, así como nosotros
perdonamos a nuestros deudores, no nos dejes caer en tentación, líbranos del mal,
amén.
• Avemaría. Dios te salve María, llena eres de gracia, el Señor es contigo, bendita
eres entre todas las mujeres y bendito es el fruto de tu vientre, Jesús.
Santa María, madre de Dios, ruega por nosotros los pecadores, ahora y en la hora de
nuestra muerte, amén.
• Gloria. Gloria al padre, gloria al hijo, gloria al espíritu santo.
Como era en el principio, ahora y siempre por los siglos de los siglos, amén.
• ¡Señor peque! Ten misericordia de nosotros.
• Bendita y alabada sea la sagrada pasión y muerte de nuestro redentor
Jesucristo, y los dolores de su santísima madre, Amén.
• En el nombre del padre, del hijo y del espíritu santo, amén.
Undécima estación.
Jesús clavado en la cruz y levantado en alto.

Adorémoste Cristo y te bendecimos, porque con tu santa Cruz redimiste al mundo y a mi


pecador, amén.

Ya alma mía en la cruz duro lecho, sus miembros llagados extiende tu bien y con clavos
agudos taladran los viles soldados sus manos y pies;
¡Dulce redentor!

Yo esos clavos clavé en vuestros miembros. Ya lloro mis culpas y os pido perdón.
Madre adorada de la soledad, alcanzadme gracia para no volver a pecar.

Os amo oh Jesús amor mío más que a mí mismo, y me arrepiento de todo corazón de
haberos ofendido, no permitas que vuelva a ofenderte, haced que os ame siempre y
disponed de mí como os agrade.

• Padrenuestro. Padre nuestro que estas en el cielo, santificado sea tu nombre, venga
a nosotros tu reino, hágase tu voluntad así en la tierra como en el cielo.
El pan nuestro de cada día dánoslo hoy, perdona nuestras deudas, así como nosotros
perdonamos a nuestros deudores, no nos dejes caer en tentación, líbranos del mal,
amén.
• Avemaría. Dios te salve María, llena eres de gracia, el Señor es contigo, bendita
eres entre todas las mujeres y bendito es el fruto de tu vientre, Jesús.
Santa María, madre de Dios, ruega por nosotros los pecadores, ahora y en la hora de
nuestra muerte, amén.
• Gloria. Gloria al padre, gloria al hijo, gloria al espíritu santo.
Como era en el principio, ahora y siempre por los siglos de los siglos, amén.
• ¡Señor peque! Ten misericordia de nosotros.
• Bendita y alabada sea la sagrada pasión y muerte de nuestro redentor
Jesucristo, y los dolores de su santísima madre, Amén.
• En el nombre del padre, del hijo y del espíritu santo, amén.
Duodécima estación.
Jesús muere en la cruz.

Adorémoste Cristo y te bendecimos, porque con tu santa Cruz redimiste al mundo y a mi


pecador, amén.

Tiembla el orbe y el sol se obscurece, al ver en un leño muriendo a su Dios, rompe en llanto
también tu, alma mía, pensando que muere Jesús por tu amor;
¡Dulce redentor!

Mis pecados os dieron la muerte. Ya lloro mis culpas y os pido perdón.


Madre adorada de la soledad, alcanzadme gracia para no volver a pecar.

Os amo oh Jesús amor mío más que a mí mismo, y me arrepiento de todo corazón de
haberos ofendido, no permitas que vuelva a ofenderte, haced que os ame siempre y
disponed de mí como os agrade.

• Padrenuestro. Padre nuestro que estas en el cielo, santificado sea tu nombre, venga
a nosotros tu reino, hágase tu voluntad así en la tierra como en el cielo.
El pan nuestro de cada día dánoslo hoy, perdona nuestras deudas, así como nosotros
perdonamos a nuestros deudores, no nos dejes caer en tentación, líbranos del mal,
amén.
• Avemaría. Dios te salve María, llena eres de gracia, el Señor es contigo, bendita
eres entre todas las mujeres y bendito es el fruto de tu vientre, Jesús.
Santa María, madre de Dios, ruega por nosotros los pecadores, ahora y en la hora de
nuestra muerte, amén.
• Gloria. Gloria al padre, gloria al hijo, gloria al espíritu santo.
Como era en el principio, ahora y siempre por los siglos de los siglos, amén.
• ¡Señor peque! Ten misericordia de nosotros.
• Bendita y alabada sea la sagrada pasión y muerte de nuestro redentor
Jesucristo, y los dolores de su santísima madre, Amén.
• En el nombre del padre, del hijo y del espíritu santo, amén.
Decimotercera estación.
Descendimiento de Jesús.

Adorémoste Cristo y te bendecimos, porque con tu santa Cruz redimiste al mundo y a mi


pecador, amén.

De Jesús el cadáver sagrado, María llorando en sus brazos tomó. Y con voz de dolor le
decía: ¿Quién muerte te ha dado, mi bien y mi amor?;
¡Dulce redentor!

Respondedle que aquí está el culpable. Ya lloro mis culpas y os pido perdón.
Madre adorada de la soledad, alcanzadme gracia para no volver a pecar.

Os amo oh Jesús amor mío más que a mí mismo, y me arrepiento de todo corazón de
haberos ofendido, no permitas que vuelva a ofenderte, haced que os ame siempre y
disponed de mí como os agrade.

• Padrenuestro. Padre nuestro que estas en el cielo, santificado sea tu nombre, venga
a nosotros tu reino, hágase tu voluntad así en la tierra como en el cielo.
El pan nuestro de cada día dánoslo hoy, perdona nuestras deudas, así como nosotros
perdonamos a nuestros deudores, no nos dejes caer en tentación, líbranos del mal,
amén.
• Avemaría. Dios te salve María, llena eres de gracia, el Señor es contigo, bendita
eres entre todas las mujeres y bendito es el fruto de tu vientre, Jesús.
Santa María, madre de Dios, ruega por nosotros los pecadores, ahora y en la hora de
nuestra muerte, amén.
• Gloria. Gloria al padre, gloria al hijo, gloria al espíritu santo.
Como era en el principio, ahora y siempre por los siglos de los siglos, amén.
• ¡Señor peque! Ten misericordia de nosotros.
• Bendita y alabada sea la sagrada pasión y muerte de nuestro redentor
Jesucristo, y los dolores de su santísima madre, Amén.
• En el nombre del padre, del hijo y del espíritu santo, amén.
Decimocuarta estación.
Jesús colocado en el sepulcro.

Adorémoste Cristo y te bendecimos, porque con tu santa Cruz redimiste al mundo y a mi


pecador, amén.

En un frio y profundo sepulcro, los restos sagrados guardaronse ya. ¡Triste madre cuan sola
te quedas! Seré yo el consuelo de tu soledad;
¡Dulce redentor!

Yo a la madre privé de su hijo. Ya lloro mis culpas y os pido perdón.


Madre adorada de la soledad, alcanzadme gracia para no volver a pecar.

Os amo oh Jesús amor mío más que a mí mismo, y me arrepiento de todo corazón de
haberos ofendido, no permitas que vuelva a ofenderte, haced que os ame siempre y
disponed de mí como os agrade.

• Padrenuestro. Padre nuestro que estas en el cielo, santificado sea tu nombre, venga
a nosotros tu reino, hágase tu voluntad así en la tierra como en el cielo.
El pan nuestro de cada día dánoslo hoy, perdona nuestras deudas, así como nosotros
perdonamos a nuestros deudores, no nos dejes caer en tentación, líbranos del mal,
amén.
• Avemaría. Dios te salve María, llena eres de gracia, el Señor es contigo, bendita
eres entre todas las mujeres y bendito es el fruto de tu vientre, Jesús.
Santa María, madre de Dios, ruega por nosotros los pecadores, ahora y en la hora de
nuestra muerte, amén.
• Gloria. Gloria al padre, gloria al hijo, gloria al espíritu santo.
Como era en el principio, ahora y siempre por los siglos de los siglos, amén.
• ¡Señor peque! Ten misericordia de nosotros.
• Bendita y alabada sea la sagrada pasión y muerte de nuestro redentor
Jesucristo, y los dolores de su santísima madre, Amén.
• En el nombre del padre, del hijo y del espíritu santo, amén.
Oraciones finales.

Estos graves dolores y angustias y muerte afrentosa que quise pasar, fue tan solo por darte
la gloria y prenda segura de vida inmortal;
¡Sígueme y veras!
Que si humilde contemplas en ellas, siempre de mi gracia participaras.
Madre adorada de la soledad, alcanzadme gracia para no volver a pecar.

Para finalizar se ofrece un credo y una salve por la conversión de los pecadores y por
las almas del santo purgatorio.

Creo en un solo Dios Padre todopoderoso, Creador del cielo y de la tierra, de todo lo visible
y lo invisible. Creo en un solo Señor, Jesucristo, Hijo único de Dios, nacido del Padre antes
de todos los siglos: Dios de Dios, Luz de Luz, Dios verdadero de Dios verdadero,
engendrado, no creado, de la misma naturaleza del Padre, por quien todo fue hecho; que por
nosotros, los hombres, y por nuestra salvación bajó del cielo, y por obra y gracia del
Espíritu Santo se encarnó de María, la Virgen, y se hizo hombre; y por nuestra causa fue
crucificado en tiempos de Poncio Pilato; padeció y fue sepultado, y resucitó al tercer día,
según las Escrituras, y subió al cielo, y está sentado a la derecha del Padre; y de nuevo
vendrá con gloria para juzgar a vivos y muertos, y su reino no tendrá fin. Creo en el
Espíritu Santo, Señor y dador de vida, que procede del Padre y del Hijo, que con él Padre y
el Hijo recibe una misma adoración y gloria, y que habló por los profetas. Creo en la
Iglesia, que es una, santa, católica y apostólica. Confieso que hay un solo bautismo para el
perdón de los pecados. Espero la resurrección de los muertos y la vida del mundo futuro.
Amén.

Creo en Dios Padre, Todopoderoso, Creador del cielo y de la tierra. Creo en Jesucristo, su
único Hijo, Nuestro Señor, que fue concebido por obra y gracia del Espíritu Santo, nació de
Santa María Virgen, Padeció bajo el poder de Poncio Pilato, Fue crucificado, muerto y
sepultado, Descendió a los infiernos, Al tercer día resucitó entre los muertos, Subió a los
cielos y está sentado a la derecha de Dios Padre, Todopoderoso. Desde allí ha de venir a
juzgar a vivos y a muertos. Creo en el Espíritu Santo, la Santa Iglesia Católica, la comunión
de los santos, el perdón de los pecados, la resurrección de la carne y la vida perdurable.
Amén.
Perdona Jesús mío
Perdona mi pecado,
Con él he renovado
Ingrato tu pasión.

1. El hijo del eterno 8. Dice Jesús: mujeres,


De espinas coronado, No lloréis mis pesares,
A muerte es condenado Con lágrimas a mares
Cual pérfido traidor. Llorad al pecador.

2. Por mi salud el cuello 9. Tercera vez al Fuerte


Al santo leño inclina, La cruz derriba en tierra;
Y a la muerte camina ¡Cuánta malicia encierra
Cual cordero mi Dios. Mi negra ingratitud!

3. Bajo la cruz pesada 10. Al que la tierra y cielos


Quien al mundo sostiene Reviste de hermosura
Rendido a tierra viene Desnuda chusma impura
Por levantarme a mí. Y dale amarga hiel.

4. Con la cruz abrumado, 11. Descoyuntado el cuerpo,


Entre canalla impía, ¡Ay! clavan los sayones
Encuéntrale María En cruz y entre ladrones
Y dobla su aflicción. A Jesús, mi Señor.

5. Buscanle al Cirineo 12. El sol su luz esconde


Al verle sin aliento, Tiembla el orbe y suspira,
Ansiando que en tormento Al ver que un Dios expira
De cruz muera por fin. Clavado en una cruz.

6. Limpia de Cristo el rostro 13. En brazos de María


La mujer compasiva, El cadáver sangriento
Y Dios su imagen viva Ponen para tormento
En el lienzo dejó De un pecho maternal.

7. ¡Ay! Al Rey de los cielos 14. Ungido con aromas


Mira otra vez caído, A mi Jesús sepultan,
Con el peso oprimido Y a María ¡ay! ocultan
De mi loca maldad. La prenda de su amor.

Por tu pasión bien mío


Dadnos la eterna vida
Con que tu amor convida
Al que te quiere amar
Coronilla de la divina
misericordia.
En el nombre del Padre, del Hijo y del Espíritu Santo, amén.

Ofrecimiento.

• Padrenuestro (1). Padre nuestro que estas en el cielo, santificado sea tu nombre,
venga a nosotros tu reino, hágase tu voluntad así en la tierra como en el cielo.
El pan nuestro de cada día dánoslo hoy, perdona nuestras deudas, así como nosotros
perdonamos a nuestros deudores, no nos dejes caer en tentación, líbranos del mal,
amén.

• Avemaría (1). Dios te salve María, llena eres de gracia, el Señor es contigo, bendita
eres entre todas las mujeres y bendito es el fruto de tu vientre, Jesús.
Santa María, madre de Dios, ruega por nosotros los pecadores, ahora y en la hora de
nuestra muerte, amén.

• Gloria (1). Gloria al padre, gloria al hijo, gloria al espíritu santo.


Como era en el principio, ahora y siempre por los siglos de los siglos, amén.

• Credo (1). Creo en Dios Padre, Todopoderoso, Creador del cielo y de la tierra. Creo
en Jesucristo, su único Hijo, Nuestro Señor, que fue concebido por obra y gracia del
Espíritu Santo, nació de Santa María Virgen, Padeció bajo el poder de Poncio
Pilato, Fue crucificado, muerto y sepultado, Descendió a los infiernos, Al tercer día
resucitó entre los muertos, Subió a los cielos y está sentado a la derecha de Dios
Padre, Todopoderoso. Desde allí ha de venir a juzgar a vivos y a muertos. Creo en
el Espíritu Santo, la Santa Iglesia Católica, la comunión de los santos, el perdón de
los pecados, la resurrección de la carne y la vida perdurable. Amén.

• Dios mío ven en mi auxilio, Señor date prisa en socorrernos.


• Gloria al padre, gloria al hijo, gloria al espíritu santo.
Como era en el principio, ahora y siempre por los siglos de los siglos, amén.

Se rezan cinco decenas, al empezar cada decena se dice:

Padre eterno, yo te ofrezco el cuerpo y la


Sangre, el alma y la divinidad de tu muy amado
Hijo y Señor nuestro Jesucristo en expiación de
Nuestros pecados los del mundo entero.

Luego, pasando las cuentas de cada decena se dice:

Por tu dolorosa pasión, ten misericordia


De nosotros y del mundo entero.
(Diez veces)
Al terminar las cinco decenas se dice:

Santo Dios, Santo Fuerte, Santo Inmortal,


Ten piedad de nosotros y del mundo entero.
(Tres veces)

Oh sangre y agua que brotaste


Del corazón abierto de
Nuestro Señor Jesucristo
Como un manantial de misericordia
Para nosotros.
Jesús en ti confío.

En el nombre del Padre, del Hijo y del Espíritu Santo, amén.


Los Siete Dolores.
Al iniciar.

Por la señal de la santa cruz, de nuestros enemigos líbranos Señor, Dios nuestro.
En el nombre del Padre, del Hijo y del Espíritu Santo. Amén.

Oración inicial
Dios mío, te ofrezco esta corona de los dolores principales de María, para mayor gloria
vuestra, y para venerar a María Santísima, meditando y compartiendo en Ella sus dolores.
Alcánzame la gracia del perdón de mis culpas y una verdadera disposición para obtener las
gracias prometidas a los que se ocupan en este santo ejercicio. Amén.

Acto de contrición
Señor mío, Jesucristo, me arrepiento profundamente de todos mis pecados. Humildemente
suplico tu perdón y por medio de tu gracia concédeme ser verdaderamente merecedor de tu
amor, por los méritos de tu Pasión y Muerte y por los dolores de tu Madre santísima.
Amén.

Después de cada dolor.

• Padrenuestro (1). Padre nuestro que estas en el cielo, santificado sea tu nombre,
venga a nosotros tu reino, hágase tu voluntad así en la tierra como en el cielo.
El pan nuestro de cada día dánoslo hoy, perdona nuestras deudas, así como nosotros
perdonamos a nuestros deudores, no nos dejes caer en tentación, líbranos del mal,
amén.

• Avemaría (7). Dios te salve María, llena eres de gracia, el Señor es contigo, bendita
eres entre todas las mujeres y bendito es el fruto de tu vientre, Jesús.
Santa María, madre de Dios, ruega por nosotros los pecadores, ahora y en la hora de
nuestra muerte, amén.

• Corazón doloroso, Inmaculado y Dulcísimo de María.


Ruega por nosotros.
Primer Dolor

Virgen María: por las lágrimas que derramaste y el dolor que sentiste cuando Simeón te
anunció que una espada de dolor atravesaría tu alma por los sufrimientos de Jesús, y en
cierto modo, te manifestó que tu participación en nuestra redención como corredentora
sería a base de sufrimiento; te acompañamos en este dolor.

Y, por los méritos del mismo, haz que seamos dignos hijos tuyos y sepamos imitar tus
virtudes.

• Padrenuestro (1).
• Avemaría (7).
• Corazón doloroso, Inmaculado y Dulcísimo de María.
Ruega por nosotros.
Segundo Dolor.

Virgen María: por las lágrimas que derramaste y el dolor que sentiste cuando tuviste que
huir precipitadamente tan lejos, pasando grandes penalidades, sobre todo al ser tu Hijo tan
pequeño; que ya al poco de nacer, era perseguido de muerte el que precisamente había
venido a traernos vida eterna; te acompañamos en este dolor.

Y, por los méritos del mismo, haz que sepamos huir siempre de las tentaciones del
demonio.

• Padrenuestro (1).
• Avemaría (7).
• Corazón doloroso, Inmaculado y Dulcísimo de María.
Ruega por nosotros.
Tercer Dolor.

Virgen María: por las lágrimas que derramaste y el dolor que sentiste al perder a tu Hijo;
tres días buscándolo angustiada; pensando qué le habría podido ocurrir en una edad en que
todavía dependía de tu cuidado y de San José; te acompañamos en este dolor.

Y, por los méritos del mismo, haz que los jóvenes no se pierdan por malos caminos.

• Padrenuestro (1).
• Avemaría (7).
• Corazón doloroso, Inmaculado y Dulcísimo de María.
Ruega por nosotros.
Cuarto Dolor.

Virgen María: por las lágrimas que derramaste y el dolor que sentiste al ver a tu Hijo
cargado con la cruz, cargado con nuestras culpas; Él, que era creador de la vida y que
aceptó por nosotros sufrir este desprecio de ser condenado a muerte de cruz; sufrió y se
humilló hasta lo indecible, para levantarnos a nosotros del pecado; te acompañamos en este
dolor.

Y, por los méritos del mismo, haz que seamos dignos vasallos de tan gran Rey y sepamos
ser humildes como Él lo fue.

• Padrenuestro (1).
• Avemaría (7).
• Corazón doloroso, Inmaculado y Dulcísimo de María.
Ruega por nosotros.
Quinto Dolor.

Virgen María: por las lágrimas que derramaste y el dolor que sentiste al ver la crueldad de
clavar los clavos en las manos y pies de tu amadísimo Hijo, y luego al verle agonizando en
la cruz, para darnos vida a nosotros, tú misma también te sentirías morir de dolor en aquel
momento; te acompañamos en este dolor.

Y, por los méritos del mismo, no permitas que jamás muramos por el pecado y haz que
podamos recibir los frutos de la redención.

• Padrenuestro (1).
• Avemaría (7).
• Corazón doloroso, Inmaculado y Dulcísimo de María.
Ruega por nosotros.
Sexto Dolor.

Virgen María: por las lágrimas que derramaste y el dolor que sentiste al ver la lanzada que
dieron en el corazón de tu Hijo; sentirías como si la hubieran dado en tu propio corazón; y
Tú, que habías tenido en tus brazos a tu Hijo sonriente y lleno de bondad, ahora te lo
devolvían muerto, víctima de nuestros pecados; te acompañamos en este dolor.

Y, por los méritos del mismo, haz que sepamos amar a Jesús como Él nos amó.

• Padrenuestro (1).
• Avemaría (7).
• Corazón doloroso, Inmaculado y Dulcísimo de María.
Ruega por nosotros.
Séptimo Dolor.

Virgen María: por las lágrimas que derramaste y el dolor que sentiste al enterrar a tu Hijo;
Él, que era Creador, Dueño y Señor de todo el universo, era enterrado en tierra; llevó su
humillación hasta el último momento; y aunque Tú supieras que al tercer día resucitaría, el
trance de la muerte era real; tan caro pagó nuestro rescate por nuestros pecados. Y tú,
Madre nuestra adoptiva y corredentora, que le acompañaste en todos sus sufrimientos y
ahora te quedaste sola, llena de aflicción; te acompañamos en este dolor.

Y, por los méritos del mismo, concédenos a cada uno de nosotros la gracia particular que te
pedimos.

• Padrenuestro (1).
• Avemaría (7).
• Corazón doloroso, Inmaculado y Dulcísimo de María.
Ruega por nosotros.
Al finalizar
Nos proteja Santa María, y nos guíe benigna por el camino de la vida. Amén.

Oración final
Oh Dios, Tú has querido que la vida de la Virgen fuera marcada por el misterio del dolor;
concédenos, te rogamos, recorrer con Ella el camino de la fe y unir nuestros sufrimientos a
la Pasión de Cristo para que sean motivo de gracia e instrumento de salvación. Por Cristo
nuestro Señor. Amén.
Vía Lucis.
Por la señal de la Santa Cruz, de nuestros enemigos, líbranos Señor, Dios nuestro. En el
nombre del Padre, del Hijo y del Espíritu Santo. Amén

Oración inicial:
Señor Jesús, con tu Resurrección triunfaste sobre la muerte y vives para siempre
comunicándonos la vida, la alegría, la esperanza firme. Tú que fortaleciste la fe de los
apóstoles, de las mujeres y de tus discípulos enseñándolos a amar con obras, fortalece
también nuestro espíritu vacilante, para que nos entreguemos de lleno a Ti. Queremos
compartir contigo y con tu Madre Santísima la alegría de tu Resurrección gloriosa. Tú que
nos has abierto el camino hacia el Padre, haz que, iluminados por el Espíritu Santo,
gocemos un día de la gloria eterna. Amén.

PRIMERA ESTACIÓN
¡Cristo vive!: ¡Ha resucitado!

Verdaderamente ha resucitado el Señor. Aleluya.


R/ Como anunciaron las Escrituras. Aleluya.

Gloria al Padre y al Hijo y al Espíritu Santo


R/ Como era en el principio, ahora y siempre, por los siglos de los siglos. Amén

En la ciudad santa, Jerusalén, la noche va dejando paso al primer día de la semana, es un


amanecer glorioso, de alegría desbordante, porque Cristo ha vencido definitivamente a la
muerte. ¡Cristo vive! ¡Aleluya!

Lectura del Santo Evangelio según San Mateo 28, 1-7

En la madrugada del sábado, al alborear del primer día de la semana, fueron María
Magdalena y la otra María a ver el sepulcro. Y de pronto tembló fuertemente la tierra, pues
un ángel del Señor, bajando del cielo y acercándose, corrió la piedra y se sentó encima. Su
aspecto era de relámpago y su vestido blanco como la nieve; los centinelas temblaron de
miedo y quedaron como muertos. El ángel habló a las mujeres: “Vosotras, no temáis. Ya sé
que buscáis a Jesús, el crucificado. No está aquí. Ha resucitado, como había dicho. Venid a
ver el sitio donde yacía e id a prisa a decir a sus discípulos: “Ha resucitado de entre los
muertos y va por delante de vosotros a Galilea; allí lo veréis”. Mirad, os lo he anunciado.

Palabra del Señor. R. Gloria ti Seños Jesús.

Meditación:

En los sepulcros suele poner "aquí yace", en cambio en el de Jesús el epitafio no estaba
escrito sino que lo dijeron los ángeles: "¿Por qué buscáis entre los muertos al que vive? No
está aquí, sino que ha resucitado" (Lc 24, 5-6). Cuando todo parece que está acabado,
cuando la muerte parece haber dicho la última palabra, hay que proclamar llenos de gozo
que Cristo vive, porque ha resucitado. Esa es la gran noticia, la gran verdad que da
consistencia a nuestra fe, que llena de una alegría desbordante nuestra vida, y que se
entrega a todos: "hasta a los muertos ha sido anunciada la Buena Noticia" (1 Pe 4, 6),
porque Jesús abrió las puertas del cielo a los justos que murieron antes que Él. Cristo, que
ha querido redimirnos dejándose clavar en un madero, entregándose plenamente por amor,
ha vencido a la muerte. Su muerte redentora nos ha liberado del pecado, y ahora su
resurrección gloriosa nos ha abierto el camino hacia el Padre.

Oración final:

Señor Jesús, hemos querido seguirte en los momentos difíciles de tu Pasión y Muerte, sin
avergonzarnos de tu cruz redentora. Ahora queremos vivir contigo la verdadera alegría, la
alegría que brota de un corazón enamorado y entregado, la alegría de la resurrección. Pero
enséñanos a no huir de la cruz, porque antes del triunfo suele estar la tribulación. Y sólo
tomando tu cruz podremos llenarnos de ese gozo que nunca acaba. Amen

Padre Nuestro (1)


Ave María (1)
Gloria (1)

En el nombre del Padre del Hijo y del Espíritu Santo. Amen

SEGUNDA ESTACIÓN
El encuentro con María Magdalena

Verdaderamente ha resucitado el Señor. Aleluya.


R/ Como anunciaron las Escrituras. Aleluya.

Gloria al Padre y al Hijo y al Espíritu Santo


R/ Como era en el principio, ahora y siempre, por los siglos de los siglos. Amén

María Magdalena, va al frente de las mujeres que se dirigen al sepulcro para terminar de
embalsamar el cuerpo de Jesús. Llora su ausencia porque le ama, pero Jesús no se deja
ganar en generosidad y sale a su encuentro.

Lectura del Santo Evangelio según San Juan 20, 11-18

María se quedó afuera, junto al sepulcro, llorando. Y llorando como estaba, se agachó para
mirar dentro, y vio dos ángeles vestidos de blanco, sentados donde había estado el cuerpo
de Jesús; uno a la cabecera y otro a los pies. Los ángeles le preguntaron: Mujer, ¿por qué
lloras? Ella les dijo: Porque se han llevado a mi Señor, y no sé dónde lo han puesto. Apenas
dijo esto, volvió la cara y vio allí a Jesús, pero no sabía que era él. Jesús le preguntó: Mujer,
¿por qué lloras? ¿A quién buscas? Ella, pensando que era el que cuidaba el huerto, le dijo:
Señor, si usted se lo ha llevado, dígame dónde lo ha puesto, para que yo vaya a buscarlo.
Jesús entonces le dijo: ¡María! Ella se volvió y le dijo en hebreo: ¡Rabuni! (que quiere
decir: «Maestro»). Jesús le dijo: No me retengas, porque todavía no he ido a reunirme con
mi Padre. Pero ve y di a mis hermanos que voy a reunirme con el que es mi Padre y Padre
de ustedes, mi Dios y Dios de ustedes. Entonces María Magdalena fue y contó a los
discípulos que había visto al Señor, y también les contó lo que él le había dicho.
Palabra del Señor. R. Gloria ti Seños Jesús.
Meditación:

La Magdalena ama a Jesús, con un amor limpio y grande. Su amor está hecho de fortaleza y
eficacia, como el de tantas mujeres que saben hacer de él entrega. María ha buscado al
Maestro y la respuesta no se ha hecho esperar: el Señor reconoce su cariño sin fisuras, y
pronuncia su nombre. Cristo nos llama por nuestros nombres, personalmente, porque nos
ama a cada uno. Y a veces se oculta bajo la apariencia del hortelano, o de tantos hombres o
mujeres que pasan, sin que nos demos cuenta, a nuestro lado. María Magdalena, una mujer,
se va a convertir en la primera mensajera de la Resurrección: recibe el dulce encargo de
anunciar a los apóstoles que Cristo ha resucitado.

Oración final:

Virgen María, Madre de Dios y Madre nuestra, la tradición cristiana nos dice que la
primera visita de tu Hijo resucitado fue a ti, no para fortalecer tu fe, que en ningún
momento había decaído, sino para compartir contigo la alegría del triunfo. Nosotros te
queremos pedir que, como María Magdalena, seamos testigos y mensajeros de la
Resurrección de Jesucristo, viviendo contigo el gozo de no separarnos nunca del Señor.
Amen

Padre Nuestro (1)


Ave María (1)
Gloria (1)

En el nombre del Padre del Hijo y del Espíritu Santo. Amen

TERCERA ESTACIÓN
Jesús se aparece a las mujeres.

Verdaderamente ha resucitado el Señor. Aleluya.


R/ Como anunciaron las Escrituras. Aleluya.

Gloria al Padre y al Hijo y al Espíritu Santo


R/ Como era en el principio, ahora y siempre, por los siglos de los siglos. Amén

Las mujeres se ven desbordadas por los hechos: el sepulcro está vacío y un ángel les
anuncia que Cristo vive. Y les hace un encargo: anunciadlo a los apóstoles. Pero la mayor
alegría es ver a Jesús, que sale a su encuentro.

Lectura del Santo Evangelio según San Mateo 28, 8-10

Ellas se fueron al instante del sepulcro, con temor, pero con una alegría inmensa a la vez, y
corrieron a llevar la noticia a los discípulos. En eso Jesús les salió al encuentro en el camino
y les dijo: «Paz a ustedes.» Las mujeres se acercaron, se abrazaron a sus pies y lo adoraron.
Jesús les dijo en seguida: «No tengan miedo. Vayan ahora y digan a mis hermanos que se
dirijan a Galilea. Allí me verán.»"
Palabra del Señor. R. Gloria ti Seños Jesús.

Meditación:

Las mujeres son las primeras en reaccionar ante la muerte de Jesús. Y obran con diligencia:
su cariño es tan auténtico que no repara en respetos humanos, en el qué dirán. Cuando
embalsamaron el cuerpo de Jesús lo tuvieron que hacer tan rápidamente que no pudieron
terminar ese piadoso servicio al Maestro. Por eso, como han aprendido a querer, a hacer las
cosas hasta el final, van a acabar su trabajo. Son valientes y generosas, porque aman con
obras. Han echado fuera el sueño y la pereza y, antes de despuntar el día, ya se encaminan
hacia el sepulcro. Hay dificultades objetivas: los soldados, la pesada piedra que cubre la
estancia donde está colocado el Señor. Pero ellas no se asustan porque saben poner todo en
manos de Dios.

Oración final:

Señor Jesús, danos la valentía de aquellas mujeres, su fortaleza interior para hacer frente a
cualquier obstáculo. Que, a pesar de las dificultades, interiores o exteriores, sepamos
confiar y no nos dejemos vencer por la tristeza o el desaliento, que nuestro único móvil sea
el amor, el ponernos a tu servicio porque, como aquellas mujeres, y las buenas mujeres de
todos los tiempos, queremos estar, desde el silencio, al servicio de los demás. Amen.

Padre Nuestro (1)


Ave María (1)
Gloria (1)

En el nombre del Padre del Hijo y del Espíritu Santo. Amen

CUARTA ESTACIÓN
Los soldados custodian el cuerpo de Cristo.

Verdaderamente ha resucitado el Señor. Aleluya.


R/ Como anunciaron las Escrituras. Aleluya.

Gloria al Padre y al Hijo y al Espíritu Santo


R/ Como era en el principio, ahora y siempre, por los siglos de los siglos. Amén

Para ratificar la resurrección de Cristo, Dios permitió que hubiera unos testigos especiales:
los soldados puestos por los príncipes de los sacerdotes, precisamente para evitar que
hubiera un engaño.

Lectura del Santo Evangelio según San Mateo 28, 11-15.


Mientras las mujeres iban, unos guardias corrieron a la ciudad y contaron a los jefes de los
sacerdotes todo lo que había pasado. Estos se reunieron con las autoridades judías y
acordaron dar a los soldados una buena cantidad de dinero para que dijeran: «Los
discípulos de Jesús vinieron de noche y, como estábamos dormidos, se robaron el cuerpo.
Si esto llega a oídos de Pilato, nosotros lo arreglaremos para que no tengan problemas.»
Los soldados recibieron el dinero e hicieron como les habían dicho. De ahí salió la mentira
que ha corrido entre los judíos hasta el día de hoy. Palabra del Señor. R. Gloria ti Seños
Jesús.

Meditación:

Los enemigos de Cristo quisieron cerciorarse de que su cuerpo no pudiera ser robado por
sus discípulos y, para ello, aseguraron el sepulcro, sellando la piedra y montando la guardia.
Y son precisamente ellos quienes contaron lo ocurrido. Qué acertado es el comentario de un
Padre de la Iglesia cuando dice a los soldados: "Si dormíais ¿por qué sabéis que lo han
robado?, y si los habéis visto, ¿por qué no se lo habéis impedido?". Pero no hay peor ciego
que el que no quiere ver. En lugar de creer, los sumos sacerdotes y los ancianos quieren
ocultar el acontecimiento de la Resurrección y, con dinero, compran a los soldados, porque
la verdad no les interesa cuando es contraria a lo que ellos piensan.

Oración final:

Señor Jesús, danos la limpieza de corazón y la claridad de mente para reconocer la verdad.
Que nunca negociemos con la ella para ocultar nuestras flaquezas, nuestra falta de entrega,
que nunca sirvamos a la mentira, para sacar adelante nuestros intereses. Que te
reconozcamos, Señor, como la Verdad de nuestra vida. Amen

Padre Nuestro (1)


Ave María (1)
Gloria (1)

En el nombre del Padre del Hijo y del Espíritu Santo. Amen

QUINTA ESTACIÓN
Pedro y Juan contemplan el sepulcro vacío.

Verdaderamente ha resucitado el Señor. Aleluya.


R/ Como anunciaron las Escrituras. Aleluya.

Gloria al Padre y al Hijo y al Espíritu Santo


R/ Como era en el principio, ahora y siempre, por los siglos de los siglos. Amén

Los apóstoles han recibido con desconfianza la noticia que les han dado las mujeres. Están
confusos, pero el amor puede más. Por eso Pedro y Juan se acercan al sepulcro con la
rapidez de su esperanza.
Lectura del Santo Evangelio según San Juan 20, 3-10.

Pedro y el otro discípulo salieron para el sepulcro. Corrían los dos juntos, pero el otro
discípulo corrió más que Pedro y llegó primero al sepulcro. Como se inclinara, vio los
lienzos tumbados, pero no entró. Pedro llegó detrás, entró en el sepulcro y vio también los
lienzos tumbados. El sudario con que le habían cubierto la cabeza no se había caído como
los lienzos, sino que se mantenía enrollado en su lugar. Entonces entró también el otro
discípulo, el que había llegado primero, vio y creyó. Pues no habían entendido todavía la
Escritura: ¡él "debía" resucitar de entre los muertos! Después los dos discípulos se
volvieron a casa."

Palabra del Señor. R. Gloria ti Seños Jesús.

Meditación:

Pedro y Juan son los primeros apóstoles en ir al sepulcro. Han llegado corriendo, con el
alma esperanzada y el corazón latiendo fuerte. Y comprueban que todo es como les han
dicho las mujeres. Hasta los más pequeños detalles de cómo estaba el sudario quedan
grabados en su interior, y reflejados en la Escritura. Cristo ha vencido a la muerte, y no es
una vana ilusión: es un hecho de la historia, que va a cambiar la historia. Después de este
hecho, el Señor saldría al encuentro de Pedro, como expresión de la delicadeza de su amor;
y así, el que llegaría a ser Cabeza de los Apóstoles, y tendría que confirmarlos en la fe,
recibió una visita personal de Jesús. Así nos lo cuenta Pablo y Lucas: "Cristo se apareció a
Cefas y luego a los Doce".

Oración final:

Señor Jesús, también nosotros como Pedro y Juan, necesitamos encaminarnos hacia Ti, sin
dejarlo para después. Por eso te pedimos ese impulso interior para responder con prontitud
a lo que puedas querer de nosotros. Que sepamos escuchar a los que nos hablan en tu
nombre para que corramos con esperanza a buscarte. Amen

Padre Nuestro (1)


Ave María (1)
Gloria (1)

En el nombre del Padre del Hijo y del Espíritu Santo. Amen

SEXTA ESTACIÓN
Jesús en el cenáculo muestra sus llagas a los apóstoles.

Verdaderamente ha resucitado el Señor. Aleluya.


R/ Como anunciaron las Escrituras. Aleluya.
Gloria al Padre y al Hijo y al Espíritu Santo
R/ Como era en el principio, ahora y siempre, por los siglos de los siglos. Amén
Los discípulos están en el Cenáculo, el lugar donde fue la Última Cena. Temerosos y
desesperanzados, comentan los sucesos ocurridos. Es entonces cuando Jesús se presenta en
medio de ellos, y el miedo da paso a la paz.

Lectura del Santo Evangelio según San Lucas 24, 36-43

Mientras estaban hablando de todo esto, Jesús estuvo en medio de ellos y les dijo: «Paz a
ustedes.» Quedaron atónitos y asustados, pensando que veían algún espíritu, pero él les
dijo: « ¿Por qué se desconciertan? ¿Cómo se les ocurre pensar eso? Miren mis manos y mis
pies: soy yo. Tóquenme y fíjense bien que un espíritu no tiene carne ni huesos como
ustedes ven que yo tengo.» Y dicho esto les mostró las manos y los pies. Y como no
acababan de creerlo por su gran alegría y seguían maravillados, les dijo: « ¿Tienen aquí
algo que comer?» Ellos, entonces, le ofrecieron un pedazo de pescado asado y una porción
de miel; lo tomó y lo comió delante ellos."

Palabra del Señor. R. Gloria ti Seños Jesús.

Meditación:

Cristo resucitado es el mismo Jesús que nació en Belén y trabajó durante años en Nazaret,
el mismo que recorrió los caminos de Palestina predicando y haciendo milagros, el mismo
que lavó los pies a sus discípulos y se entregó a sus enemigos para morir en la Cruz.
Jesucristo, el Señor que es verdadero Dios y hombre verdadero. Pero los apóstoles apenas
pueden creerlo: están asustados, temerosos de correr su misma suerte. Es entonces cuando
se presenta en medio de ellos, y les muestra sus llagas como trofeo, la señal de su victoria
sobre la muerte y el pecado. Con ellas nos ha rescatado. Han sido el precio de nuestra
redención. No es un fantasma. Es verdaderamente el mismo Jesús que los eligió como
amigos, y ahora come con ellos. El Señor, que se ha encarnado por nosotros, nos quiere
mostrar, aún más explícitamente, que la materia no es algo malo, sino que ha sido
transformada porque Jesús la ha asumido.

Oración final:

Señor Jesús, danos la fe y la confianza para descubrirte en todo momento, incluso cuando
no te esperamos. Que seas para nosotros no una figura lejana que existió en la historia, sino
que, vivo y presente entre nosotros, ilumines nuestro camino en esta vida y, después,
transformes nuestro cuerpo frágil en cuerpo glorioso como el tuyo. Amen

Padre Nuestro (1)


Ave María (1)
Gloria (1)

En el nombre del Padre del Hijo y del Espíritu Santo. Amen


SEPTIMA ESTACIÓN
En el camino de Emaús.

Verdaderamente ha resucitado el Señor. Aleluya.


R/ Como anunciaron las Escrituras. Aleluya.

Gloria al Padre y al Hijo y al Espíritu Santo


R/ Como era en el principio, ahora y siempre, por los siglos de los siglos. Amén

Esa misma tarde dos discípulos vuelven desilusionados a sus casas. Pero un caminante les
devuelve esperanza. Sus corazones vibran de gozo con su compañía, sin embargo sólo se
les abren los ojos al verlo partir el pan.

Lectura del Santo Evangelio según San Lucas 24, 13-32

Aquel mismo día dos discípulos se dirigían a un pueblecito llamado Emaús, que está a unos
doce kilómetros de Jerusalén, e iban conversando sobre todo lo que había ocurrido.
Mientras conversaban y discutían, Jesús en persona se les acercó y se puso a caminar con
ellos, pero algo impedía que sus ojos lo reconocieran. Él les dijo: « ¿De qué van
discutiendo por el camino?» Se detuvieron, y parecían muy desanimados. Uno de ellos,
llamado Cleofás, le contestó: ¿Cómo? ¿Eres tú el único peregrino en Jerusalén que no está
enterado de lo que ha pasado aquí estos días? « ¿Qué pasó?», les preguntó. Le contestaron:
¡Todo el asunto de Jesús Nazareno! Era un profeta poderoso en obras y palabras,
reconocido por Dios y por todo el pueblo. Pero nuestros sumos sacerdotes y nuestros jefes
renegaron de él, lo hicieron condenar a muerte y clavar en la cruz. Nosotros pensábamos
que él sería el que debía libertar a Israel. Pero todo está hecho, y ya van dos días que
sucedieron estas cosas. En realidad, algunas mujeres de nuestro grupo nos han inquietado,
pues fueron muy de mañana al sepulcro y, al no hallar su cuerpo, volvieron hablando de
una aparición de ángeles que decían que estaba vivo. Algunos de los nuestros fueron al
sepulcro y hallaron todo tal como habían dicho las mujeres, pero a él no lo vieron. Entonces
él les dijo: « ¡Qué poco entienden ustedes, y qué lentos son sus corazones para creer todo lo
que anunciaron los profetas! ¿No tenía que ser así y que el Mesías padeciera para entrar en
su gloria?» Y les interpretó lo que se decía de él en todas las Escrituras, comenzando por
Moisés y luego todos los profetas. Al llegar cerca del pueblo al que iban, hizo como que
quisiera seguir adelante, pero ellos le insistieron diciendo: «Quédate con nosotros, ya está
cayendo la tarde y se termina el día. Entró, pues, para quedarse con ellos. Y esto sucedió.
Mientras estaba en la mesa con ellos, tomó el pan, pronunció la bendición, lo partió y se lo
dio, y en ese momento se les abrieron los ojos y lo reconocieron. Pero ya había
desaparecido. Entonces se dijeron el uno al otro: ¿No sentíamos arder nuestro corazón
cuando nos hablaba en el camino y nos explicaba las Escrituras?"

Palabra del Señor. R. Gloria ti Seños Jesús.

Meditación:

Los de Emaús se iban tristes y desesperanzados: como tantos hombres y mujeres que ven
con perplejidad cómo las cosas no salen según habían previsto. No acaban de confiar en el
Señor. Sin embargo Cristo "se viste de caminante" para iluminar sus pasos decepcionados,
para recuperar su esperanza. Y mientras les explica las Escrituras, su corazón, sin terminar
de entender, se llena de luz, "arde" de fe, alegría y amor. Hasta que, puestos a la mesa,
Jesús parte el pan y se les abren la mente y el corazón. Y descubren que era el Señor.
Nosotros comprendemos con ellos que Jesús nos va acompañando en nuestro camino diario
para encaminarnos a la Eucaristía: para escuchar su Palabra y compartir el Pan.

Oración final:

Señor Jesús, ¡cuántas veces estamos de vuelta de todo y de todos! ¡Tantas veces estamos
desengañados y tristes! Ayúdanos a descubrirte en el camino de la vida, en la lectura de tu
Palabra y en la celebración de la Eucaristía, donde te ofreces a nosotros como alimento
cotidiano. Que siempre nos lleve a Ti, Señor, un deseo ardiente de encontrarte también en
los hermanos. Amen

Padre Nuestro (1)


Ave María (1)
Gloria (1)

En el nombre del Padre del Hijo y del Espíritu Santo. Amen

OCTAVA ESTACIÓN
Jesús da a los apóstoles el poder para perdonar los pecados.

Verdaderamente ha resucitado el Señor. Aleluya.


R/ Como anunciaron las Escrituras. Aleluya.

Gloria al Padre y al Hijo y al Espíritu Santo


R/ Como era en el principio, ahora y siempre, por los siglos de los siglos. Amén

Jesús se presenta ante sus discípulos. Y el temor de un primer momento da paso a la


alegría. Va a ser entonces cuando el Señor les dará el poder de perdonar los pecados, de
ofrecer a los hombres la misericordia de Dios.

Lectura del Santo Evangelio según San Juan 20, 19-23

Ese mismo día, el primero después del sábado, los discípulos estaban reunidos por la tarde,
con las puertas cerradas por miedo a los judíos. Llegó Jesús, se puso de pie en medio de
ellos y les dijo: « ¡La paz esté con ustedes!» .Dicho esto, les mostró las manos y el costado.
Los discípulos se alegraron mucho al ver al Señor. Jesús les volvió a decir: « ¡La paz esté
con ustedes! Como el Padre me envío a mí, así los envío yo también.» Dicho esto, sopló
sobre ellos y les dijo: «Reciban el Espíritu Santo: a quienes descarguen de sus pecados,
serán liberados, y a quienes se los retengan, les serán retenidos.»"

Palabra del Señor. R. Gloria ti Seños Jesús.


Meditación:

Los apóstoles no han terminado de entender lo que ha ocurrido en estos días, pero eso no
importa ahora, porque Cristo está otra vez junto a ellos. Vuelven a vivir la intimidad del
amor, la cercanía del Maestro. Las puertas están cerradas por el miedo, y Él les va a ayudar
a abrir de par en par su corazón para acoger a todo hombre. Durante la Última Cena les dio
el poder de renovar su entrega por amor: el poder de celebrar el sacrificio de la Eucaristía.
En estos momentos, les hace partícipes de la misericordia de Dios: el poder de perdonar los
pecados. Los apóstoles, y con ellos todos los sacerdotes, han acogido este regalo precioso
que Dios otorga al hombre: la capacidad de volver a la amistad con Dios después de
haberlo abandonado por el pecado, la reconciliación.

Oración final:

Señor Jesús, que sepamos descubrir en los sacerdotes otros Cristos, porque has hecho de
ellos los dispensadores de los misterios de Dios. Y, cuando nos alejemos de Ti por el
pecado, ayúdanos a sentir la alegría profunda de tu misericordia en el sacramento de la
Penitencia. Porque la Penitencia limpia el alma, devolviéndonos tu amistad, nos reconcilia
con la Iglesia y nos ofrece la paz y serenidad de conciencia para reemprender con fuerza el
combate cristiano. Amen

Padre Nuestro (1)


Ave María (1)
Gloria (1)

En el nombre del Padre del Hijo y del Espíritu Santo. Amen

NOVENA ESTACIÓN
Jesús fortalece la fe de Tomás.

Verdaderamente ha resucitado el Señor. Aleluya.


R/ Como anunciaron las Escrituras. Aleluya.

Gloria al Padre y al Hijo y al Espíritu Santo


R/ Como era en el principio, ahora y siempre, por los siglos de los siglos. Amén

Tomás no estaba con los demás apóstoles en el primer encuentro con Jesús resucitado.
Ellos le han contado su experiencia gozosa, pero no se ha dejado convencer. Por eso el
Señor, ahora se dirige a él para confirmar su fe.

Lectura del Santo Evangelio según San Juan 20, 26-29

Ocho días después, los discípulos de Jesús estaban otra vez en casa, y Tomás con ellos.
Estando las puertas cerradas, Jesús vino y se puso en medio de ellos. Les dijo: «La paz esté
con ustedes.» Después dijo a Tomás: «Pon aquí tu dedo y mira mis manos; extiende tu
mano y métela en mi costado. Deja de negar y cree.» Tomás exclamó: «Tú eres mi Señor y
mi Dios.» Jesús replicó: «Crees porque me has visto. ¡Felices los que no han visto, pero
creen!»"

Palabra del Señor. R. Gloria ti Seños Jesús.

Meditación:

Tomás no se deja convencer por las palabras, por el testimonio de los demás apóstoles, y
busca los hechos: ver y tocar. Jesús, que conoce tan íntimamente nuestro corazón, busca
recuperar esa confianza que parece perdida. La fe es una gracia de Dios que nos lleva
reconocerlo como Señor, que mueve nuestro corazón hacia Él, que nos abre los ojos del
espíritu. La fe supera nuestras capacidades pero no es irracional, ni algo que se imponga
contra nuestra libertad: es más bien una luz que ilumina nuestra existencia y nos ayuda y
fortalece para reconocer la verdad y aprender a amarla. ¡Qué importante es estar pegados a
Cristo, aunque no lo sintamos cerca, aunque no lo toquemos, aunque no lo veamos!

Oración final:

Señor Jesús, auméntanos la fe, la esperanza y el amor. Danos una fe fuerte y firme, llena de
confianza. Te pedimos la humildad de creer sin ver, de esperar contra toda esperanza y de
amar sin medida, con un corazón grande. Como dijiste al apóstol Tomás, queremos, aún sin
ver, rendir nuestro juicio y abrazarnos con firmeza a tu palabra y al magisterio de la Iglesia
que has instituido, para que tu Pueblo permanezca en la verdad que libera. Amen

Padre Nuestro (1)


Ave María (1)
Gloria (1)

En el nombre del Padre del Hijo y del Espíritu Santo. Amen

DECIMA ESTACIÓN
Jesús en el lago de Galilea.

Verdaderamente ha resucitado el Señor. Aleluya.


R/ Como anunciaron las Escrituras. Aleluya.

Gloria al Padre y al Hijo y al Espíritu Santo


R/ Como era en el principio, ahora y siempre, por los siglos de los siglos. Amén

Los apóstoles han vuelto a su trabajo: a la pesca. Durante toda la noche se han esforzado,
sin conseguir nada. Desde la orilla Jesús les invita a empezar de nuevo. Y la obediencia les
otorga una muchedumbre de peces.
Lectura del Santo Evangelio según San Juan 21, 1-7

Después de esto, nuevamente se apareció Jesús a sus discípulos en la orilla del lago de
Tiberíades. Y se hizo presente como sigue: Estaban reunidos Simón Pedro, Tomás el
Mellizo, Natanael de Caná de Galilea, los hijos del Zebedeo y otros dos discípulos. Simón
Pedro les dijo: Voy a pescar. Contestaron: Vamos también nosotros contigo. Salieron, pues,
y subieron a la barca, pero aquella noche no pescaron nada. Al amanecer, Jesús estaba
parado en la orilla, pero los discípulos no sabían que era él. Jesús les dijo: «Muchachos,
¿tienen algo que comer?» Le contestaron: nada, entonces Jesús les dijo: «Echen la red a la
derecha y encontrarán pesca.» Echaron la red, y no tenían fuerzas para recogerla por la gran
cantidad de peces. El discípulo de Jesús al que Jesús amaba dijo a Simón Pedro: “Es el
Señor."

Palabra del Señor. R. Gloria ti Seños Jesús.

Meditación:

En los momentos de incertidumbre, los apóstoles se unen en el trabajo con Pedro. La barca
de Pedro, el pescador de Galilea, es imagen de la Iglesia, cuyos miembros, a lo largo de la
historia están llamados a poner por obra el mandato del Señor: "seréis pescadores de
hombres". Pero no vale únicamente el esfuerzo humano, hay que contar con el Señor,
fiándonos de su palabra, y echar las redes. En las circunstancias difíciles, cuando parece
que humanamente se ha puesto todo por nuestra parte, es el momento de la confianza en
Dios, de la fidelidad a la Iglesia, a su doctrina. El apostolado, la extensión del Reino, es
fruto de la gracia de Dios y del esfuerzo y docilidad del hombre. Pero hay que saber
descubrir a Jesús en la orilla, con esa mirada que afina el amor. Y Él nos premiará con
frutos abundantes.

Oración final:

Señor Jesús, haz que nos sintamos orgullosos de estar subidos en la barca de Pedro, en la
Iglesia. Que aprendamos a amarla y respetarla como madre. Enséñanos, Señor, a apoyarnos
no sólo en nosotros mismos y en nuestra actividad, sino sobre todo en Ti. Que nunca te
perdamos de vista, y sigamos siempre tus indicaciones, aunque nos parezcan difíciles o
absurdas, porque sólo así recogeremos frutos abundantes que serán tuyos, no nuestros.
Amen

Padre Nuestro (1)


Ave María (1)
Gloria (1)

En el nombre del Padre del Hijo y del Espíritu Santo. Amen


UNDECIMA ESTACIÓN
Jesús confirma a Pedro en el amor.

Verdaderamente ha resucitado el Señor. Aleluya.


R/ Como anunciaron las Escrituras. Aleluya.

Gloria al Padre y al Hijo y al Espíritu Santo


R/ Como era en el principio, ahora y siempre, por los siglos de los siglos. Amén

Jesús ha cogido aparte a Pedro porque quiere preguntarle por su amor. Quiere ponerlo al
frente de la naciente Iglesia. Pedro, pescador de Galilea, va a convertirse en el Pastor de los
que siguen al Señor.

Lectura del Santo Evangelio según San Juan 21, 15-19

Cuando terminaron de comer, Jesús dijo a Simón Pedro: «Simón, hijo de Juan, ¿me amas
más que éstos?» Contestó: Sí, Señor, tú sabes que te quiero. Jesús le dijo: «Apacienta mis
corderos.» Le preguntó por segunda vez: «Simón, hijo de Juan, ¿me amas?» Pedro volvió a
contestar: Sí, Señor, tú sabes que te quiero. Jesús le dijo: «Cuida de mis ovejas.» Insistió
Jesús por tercera vez: «Simón Pedro, hijo de Juan, ¿me quieres?» Pedro se puso triste al ver
que Jesús le preguntaba por tercera vez si lo quería y le contestó: Señor, tú lo sabes todo, tú
sabes que te quiero. Entonces Jesús le dijo: «Apacienta mis ovejas.» En verdad, cuando
eras joven, tú mismo te ponías el cinturón e ibas a donde querías. Pero cuando llegues a
viejo, abrirás los brazos y otro te amarrará la cintura y te llevará a donde no quieras.» Jesús
lo dijo para que Pedro comprendiera en qué forma iba a morir y dar gloria a Dios. Y
añadió: «Sígueme.».

Palabra del Señor. R. Gloria ti Seños Jesús.

Meditación:

Pedro, el impulsivo, el fogoso, queda a solas con el Señor. Y se siente avergonzado porque
le ha fallado cuando más lo necesitaba. Pero Jesús no le reprocha su cobardía: el amor es
más grande que todas nuestras miserias. Le lleva por el camino de renovar el amor, de
recomenzar, porque nunca hay nada perdido. Las tres preguntas de Jesús son la mejor
prueba de que Él sí es fiel a sus promesas, de que nunca abandona a los suyos: siempre está
abierta, de par en par, la puerta de la esperanza para quien sabe amar. La respuesta de
Cristo, Buen Pastor, es ponerle a él y a sus Sucesores al frente de la naciente Iglesia, para
pastorear al Pueblo de Dios con la solicitud de un padre, de un maestro, de un hermano, de
un servidor. Así, Pedro, el primer Papa, y luego sus sucesores son "el Siervo de los siervos
de Dios".

Oración final:

Señor Jesús, que sepamos reaccionar antes nuestros pecados, que son traiciones a tu
amistad, y volvamos a Ti respondiendo al amor con amor. Ayúdanos a estar muy unidos al
sucesor de Pedro, al Santo Padre el Papa, con el apoyo eficaz que da la obediencia, porque
es garantía de la unidad de la Iglesia y de la fidelidad al Evangelio. Amen.

Padre Nuestro (1)


Ave María (1)
Gloria (1)

En el nombre del Padre del Hijo y del Espíritu Santo. Amen

DUODECIMA ESTACIÓN
La despedida: Jesús encarga su misión a los apóstoles.

Verdaderamente ha resucitado el Señor. Aleluya.


R/ Como anunciaron las Escrituras. Aleluya.

Gloria al Padre y al Hijo y al Espíritu Santo


R/ Como era en el principio, ahora y siempre, por los siglos de los siglos. Amén

Antes de dejar a sus discípulos el Señor les hace el encargo apostólico: la tarea de extender
el Reino de Dios por todo el mundo, de hacer llegar a todos los rincones la Buena Noticia.

Lectura del Santo Evangelio según San Mateo 28, 16-20

Por su parte, los Once discípulos partieron para Galilea, al monte que Jesús les había
indicado. Cuando vieron a Jesús, se postraron ante él, aunque algunos todavía dudaban.
Jesús se acercó y les habló así: «Me ha sido dada toda autoridad en el Cielo y en la tierra.
Vayan, pues, y hagan que todos los pueblos sean mis discípulos. Bautícenlos en el Nombre
del Padre y del Hijo y del Espíritu Santo, y enséñenles a cumplir todo lo que yo les he
encomendado a ustedes. Yo estoy con ustedes todos los días hasta el fin de la historia.»

Palabra del Señor. R. Gloria ti Seños Jesús.

Meditación:

Los últimos días de Jesús en la tierra junto a sus discípulos debieron quedar muy grabados
en sus mentes y en sus corazones. La intimidad de la amistad se ha ido concretando con la
cercanía del resucitado, que les ha ayudado a saborear estos últimos instantes con Él. Pero
el Señor pone en su horizonte toda la tarea que tienen por delante: "Id al mundo entero...".
Ese es su testamento: hay que ponerse en camino para llevar a todos el mensaje que han
visto y oído. Están por delante las tres grandes tareas de todo apóstol, de todo cristiano:
predicar, hablar de Dios para que la gente crea; bautizar, hacer que las personas lleguen a
ser hijos de Dios, que celebren los sacramentos; y vivir según el Evangelio, para parecerse
cada día más a Jesús, el Maestro, el Señor.
Oración final:

Señor Jesús, que llenaste de esperanza a los apóstoles con el dulce mandato de predicar la
Buena Nueva, dilata nuestro corazón para que crezca en nosotros el deseo de llevar al
mundo, a cada hombre, a todo hombre, la alegría de tu Resurrección, para que así el mundo
crea, y creyendo sea transformado a tu imagen. Amen

Padre Nuestro (1)


Ave María (1)
Gloria (1)

En el nombre del Padre del Hijo y del Espíritu Santo. Amen

DECIMOTERCERA ESTACIÓN
Jesús asciende al cielo.

Verdaderamente ha resucitado el Señor. Aleluya.


R/ Como anunciaron las Escrituras. Aleluya.

Gloria al Padre y al Hijo y al Espíritu Santo


R/ Como era en el principio, ahora y siempre, por los siglos de los siglos. Amén

Cumplida su misión entre los hombres, Jesús asciende al cielo. Ha salido del Padre, ahora
vuelve al Padre y está sentado a su derecha. Cristo glorioso está en el cielo, y desde allí
habrá de venir como Juez de vivos y muertos.

Lectura de los Hechos de los Apóstoles 1, 9-11

Dicho esto, Jesús fue levantado ante sus ojos y una nube lo ocultó de su vista. Ellos seguían
mirando fijamente al cielo mientras se alejaba. Pero de repente vieron a su lado a dos
hombres vestidos de blanco que les dijeron: «Amigos galileos, ¿qué hacen ahí mirando al
cielo? Este Jesús que les han llevado volverá de la misma manera que ustedes lo han visto
ir al cielo.»"

Palabra de Dios. R. Te alabamos Señor.

Meditación:

Todos se han reunido para la despedida del Maestro. Sienten el dolor de la separación, pero
el Señor les ha llenado de esperanza. Una esperanza firme: "Yo estaré con vosotros todos
los días hasta el fin del mundo". Por eso los ángeles les sacan de esos primeros instantes de
desconcierto, de "mirar al cielo". Es el momento de ponerse a trabajar, de emplearse a
fondo para llevar el mensaje de alegría, la Buena Noticia, hasta los confines del mundo,
porque contamos con la compañía de Jesús, que no nos abandona. Y no podemos perder un
instante, porque el tiempo no es nuestro, sino de Dios, para quemarlo en su servicio.
Jesucristo ha querido ir por delante de nosotros, para que vivamos con la ardiente esperanza
de acompañarlo un día en su Reino. Y está sentado a la derecha del Padre, hasta que vuelva
al final de los tiempos.

Oración final:

Señor Jesús, tu ascensión al cielo nos anuncia la gloria futura que has destinado para los
que te aman. Haz, Señor, que la esperanza del cielo nos ayude a trabajar sin descanso aquí
en la tierra. Que no permanezcamos nunca de brazos cruzados, sino que hagamos de
nuestra vida una siembra continua de paz y de alegría. Amen

Padre Nuestro (1)


Ave María (1)
Gloria (1)

En el nombre del Padre del Hijo y del Espíritu Santo. Amen

DECIMOCUARTA ESTACIÓN
La venida del Espíritu Santo.

Verdaderamente ha resucitado el Señor. Aleluya.


R/ Como anunciaron las Escrituras. Aleluya.

Gloria al Padre y al Hijo y al Espíritu Santo


R/ Como era en el principio, ahora y siempre, por los siglos de los siglos. Amén

La promesa firme que Jesús ha hecho a sus discípulos es la de enviarles un Consolador.


Cincuenta días después de la Resurrección, el Espíritu Santo se derrama sobre la Iglesia
naciente para fortalecerla, confirmarla, santificarla.

Lectura de los Hechos de los Apóstoles 2, 1-4

Cuando llegó el día de Pentecostés, estaban todos reunidos en el mismo lugar. De repente
vino del cielo un ruido, como el de una violenta ráfaga de viento, que llenó toda la casa
donde estaban, y aparecieron unas lenguas como de fuego que se repartieron y fueron
posándose sobre cada uno de ellos. Todos quedaron llenos del Espíritu Santo y comenzaron
a hablar en otras lenguas, según el Espíritu les concedía que se expresaran.

Palabra de Dios. R. Te alabamos Señor.

Meditación:

Jesús, el Hijo de Dios, está ya en el cielo, pero ha prometido a sus amigos que no quedarán
solos. Y fiel a la promesa, el Padre, por la oración de Jesús, envía al Espíritu Santo, la
Tercera Persona de la Santísima Trinidad. Muy pegados a la Virgen, Madre de la Iglesia,
reciben el Espíritu Santo. Él es el que llena de luz la mente y de fuego el corazón de los
discípulos para darles la fuerza y el impulso para predicar el Reino de Dios. Queda
inaugurado el "tiempo de la Iglesia". A partir de este momento la Iglesia, que somos todos
los bautizados, está en peregrinación por este mundo. El Espíritu Santo la guía a lo largo de
la historia de la humanidad, pero también a lo largo de la propia historia personal de cada
uno, hasta que un día participemos del gozo junto a Dios en el cielo.

Oración final:

Dios Espíritu Santo, Dulce Huésped del alma, Consolador y Santificador nuestro, inflama
nuestro corazón, llena de luz nuestra mente para que te tratemos cada vez más y te
conozcamos mejor. Derrama sobre nosotros el fuego de tu amor para que, transformados
por tu fuerza, te pongamos en la entraña de nuestro ser y de nuestro obrar, y todo lo
hagamos bajo tu impulso. Amen

Padre Nuestro (1)


Ave María (1)
Gloria (1)

En el nombre del Padre del Hijo y del Espíritu Santo. Amen

Oración Final:

Señor y Dios nuestro, fuente de alegría y de esperanza, hemos vivido con tu Hijo los
acontecimientos de su Resurrección y Ascensión hasta la venida del Espíritu Santo; haz que
la contemplación de estos misterios nos llene de tu gracia y nos capacite para dar
testimonio de Jesucristo en medio del mundo. Te pedimos por tu Santa Iglesia: que sea fiel
reflejo de las huellas de Cristo en la historia y que, llena del Espíritu Santo, manifieste al
mundo los tesoros de tu amor, santifique a tus fieles con los sacramentos y haga partícipes a
todos los hombres de la resurrección eterna. Por Jesucristo nuestro Señor. Amen.
Oraciones a la Virgen María
El ángelus.

Monitor: El ángel del Señor anunció a María.


Audiencia: Y ella concibió por obra y gracia del Espíritu Santo.

Avemaría. Dios te salve María, llena eres de gracia, el Señor es contigo, bendita eres entre
todas las mujeres y bendito es el fruto de tu vientre, Jesús.
Santa María, madre de Dios, ruega por nosotros los pecadores, ahora y en la hora de nuestra
muerte, amén.

Monitor: He aquí la esclava del Señor.


Audiencia: Hágase en mí según tu palabra.

Avemaría. Dios te salve María, llena eres de gracia, el Señor es contigo, bendita eres entre
todas las mujeres y bendito es el fruto de tu vientre, Jesús.
Santa María, madre de Dios, ruega por nosotros los pecadores, ahora y en la hora de nuestra
muerte, amén.

Monitor: Y el Verbo de Dios se hizo carne.


Audiencia: Y habitó entre nosotros.

Avemaría. Dios te salve María, llena eres de gracia, el Señor es contigo, bendita eres entre
todas las mujeres y bendito es el fruto de tu vientre, Jesús.
Santa María, madre de Dios, ruega por nosotros los pecadores, ahora y en la hora de nuestra
muerte, amén.

Monitor: Ruega por nosotros, Santa Madre de Dios.


Audiencia: Para que seamos dignos de alcanzar las promesas y gracias de Nuestro Señor
Jesucristo. Amén.

Oración:
Infunde, Señor tu gracia en nuestros corazones para que cuantos, por el anuncio del ángel,
hemos conocido la encarnación de tu Hijo Jesucristo, por su pasión y su cruz lleguemos a la
gloria de su resurrección.
Por Jesucristo, Nuestro Señor. Amén.
El Magníficat.
Proclama mi alma la grandeza del Señor, se alegra mi espíritu en Dios mi Salvador, porque
ha mirado la humillación de su esclava.

Desde ahora me felicitarán todas las generaciones porque el Poderoso ha hecho obras
grandes por mí. Su nombre es Santo y su misericordia llega a sus fieles de generación en
generación.

Él hace proezas con su brazo, dispersa a los soberbios de corazón. Derriba del trono a los
poderosos y enaltece a los humildes. A los hambrientos los colma de bienes y a los ricos
despide vacíos.

Auxilia a Israel su siervo, acordándose de su santa alianza según lo había prometido a


nuestros padres en favor de Abrahán y su descendencia por siempre.

Gloria al Padre y al Hijo y al Espíritu Santo como era en principio ahora y siempre por los
siglos de los siglos.

Amen.

Jaculatoria.

Bendita sea tu pureza y eternamente lo sea,


pues todo un Dios se recrea,
en tan graciosa belleza.
A Ti celestial princesa,
Virgen Sagrada María,
te ofrezco en este día,
alma vida y corazón.
Mírame con compasión,
no me dejes, Madre mía.
Ni de noche ni de día
Ni en mi última agonía.
Amén.
Mes del Rosario.
Después de haber rezado el santo rosario, se procede a leer las oraciones y el día
correspondiente.

Oración para todos los días:

Suplícamoste Dios omnipotente, que asistas con tu divino favor a todos los que hemos
rezado el santísimo Rosario de tu gloriosa Madre, la bienaventurada siempre Virgen María;
para que así contemplando tus sagrados misterios en la tierra, merezcamos gozar después
del curso de esta vida, el fruto de ellos en el cielo; tu que vives y reinas con el Padre y el
Espíritu Santo, Dios por todos los siglos de los siglos. Amén.

Oración final para cada día del mes.

Acuérdate ¡oh piadosísima Virgen María! Que jamás se oyó decir que ninguno de los que a
ti han recurrido, ninguno de los que han invocado tu protección e implorado tu auxilio,
haya sido de ti abandonado. Animado yo en esta confianza, recurro a ti, ¡oh Virgen Madre
de las vírgenes! Vengo a ti y gimiendo y temblando como pecador que soy, comparezco en
tu presencia. ¡Oh Madre del Divino Verbo! No desprecies mis suplicas, antes bien
escúchalas y acógelas benignamente. Amén.

Día Uno.
La Virgen María dice al alma devota: ¡oh hija mía! Si quieres rezar con fruto el
santo rosario te ruego recogerte íntimamente en cada uno de los decenarios, representando
dentro de tu corazón el misterio que corresponda. La oración mental es muy agradable a
Dios.

Flor: Rezar un Avemaría a cada hora del día.

Día Dos.
Dice María santísima: considera hija mía, la inefable bondad de Dios para con los hombres,
que se manifiesta en el misterio de la encarnación. El Hijo de Dios se hace hombre para
hacer en cierta manera a nuestra alma divina.

¨En tanta manera amo Dios al mundo, que le dio su unigénito hijo para que los que creyeren
en él, no perezcan y alcancen la vida eterna¨

Flor: Rezar de rodillas tres avemarías y el ángelus.


Día Tres.

Considera alma devota, la niñez de María santísima, procurándote encender en deseos de


imitar su humildad, mansedumbre, modestia, pureza y devoción.

Flor: Decir tres veces:

Bendita sea tu pureza


Y eternamente lo sea
Pues todo un Dios se recrea
En tan graciosa belleza
A ti, celestial princesa
Virgen sagrada María
Te ofrezco desde este día
Alma, vida y corazón;
Mírame con compasión
¡No me dejes, Madre mía!

Día Cuatro.
El divino Niño Jesús amo a los hombres con tan intenso amor, que desde el primer
momento de su concepción estuvo dispuesto a padecer y a morir por cada uno de ellos.
Aprende del divino Niño y de su santísima Madre, a amar la humildad, el retiro, el silencio
y la meditación.

Flor: Rezar una Salve a la Virgen.

Día Cinco.
La Virgen santísima visitó a su prima santa Isabel, obedeciendo a inspiración que le
comunicara el niño Jesús, quien así comenzaba a recorrer el camino que su Padre le
encomendara: la santificación de os hombres. Acompaña alma devota a María santísima en
aquel largo y penoso viaje. ¡Alégrate con María Santísima al figurarte oír de labios de santa
Isabel que ella era la madre de Dios!

Flor: Rezar la Magníficat.

Día Seis.
Considera alma predilecta de la Virgen, la humildad de ella al saber que era la madre de
Dios. Renuncia a todo pidiéndole a él que engrandezca su alma.
Reza el santo Rosario con toda devoción y alcanzaras de la Virgen todas las gracias que le
pidas. Con su ayuda te serán perdonados tus pecados.

Flor: Visitar a un enfermo, dándole ayuda espiritual o corporal.


Día Siete.

El misterio del nacimiento del Niño Dios, es uno de los más dulces y tiernos que celebra la
iglesia. El Niño Jesús da ejemplo de obediencia, pobreza, humildad y abnegación, al nacer
en un infeliz pesebre expuesto al frio. ¿Cómo podre yo quejarme de las incomodidades en
esta vida, si la santísima Virgen, mi madre tierna las sufrió todas? Acompaña, alma, a la
Santísima Virgen junto al pesebre pidiéndole al divino infante te abra los ojos para conocer
el exceso de amor a que llego en su nacimiento para ganar tu corazón.

Flor: Procurarse una mortificación en la comida de este día.

Día Ocho.

Di con los ángeles: ¨Gloria a Dios en las alturas y paz en la tierra a los hombres de buena
voluntad.¨ acércate al pesebre con los pobres e ignorantes pastores es cogidos por los
ángeles a causa de su humildad, para adorar al rey de tierra y cielo.

Flor: Visitar al Santísimo con el espíritu de fe y humildad de los pastores que visitaron en
Belén al Niño Dios.

Día Nueve.
Considera el misterio de la purificación de Nuestra Señora y la humildad de Jesús, al
someter a su divina madre al cumplimiento de la ley de Moisés, que ordenaba que toda
mujer que fuera a concebir estuviese recluida en su casa cuarenta días, al cabo de los cuales
iría al templo a purificarse ofreciendo un cordero y una tórtola. La Virgen María nos da con
ella un ejemplo de obediencia que debe ser sencilla y ciega, pronta y alegre; fuerte, varonil
y heroica.

Flor: No hablar en todo el día cosa alguna en alabanza propia, ni palabras en perjuicio del
prójimo.

Día Diez.
Aprende de la Santísima Virgen su modestia. Ella ocultaba a los ojos del mundo todas sus
virtudes, no obstante ser la misma pureza, estando más limpia que los cielos, reverenciada
por los ángeles y siendo la Madre de Dios todopoderoso se sometió al misterio de la
purificación.
Apartemos de nosotros la soberbia, que es hija de la vanidad que todo lo corrompe y
destruye.

Flor: Modestia en la vista y acciones exteriores sin hacer caso del que dirán.
Día Once.

Considera la inmensa pena que sufrió la Virgen Santísima con la pérdida de su querido hijo,
y la alegría al encontrarlo predicando en el templo de Jerusalén en medio de los doctores de
la ley, que lo escuchaban sorprendidos y admirados de tanta sabiduría.

Flor: Examinar las buenas obras que omitimos por respetos humanos, haciendo propósitos
de hacer la voluntad de Dios, sin preocupaciones de criaturas.

Día Doce.

María santísima dice al alma devota: ¨Hija mía, de tres maneras pierden las almas a Dios: la
primera por medio de las tentaciones, las que si logramos vencer se convierten en gracias,
haciendo progresar en el camino de la virtud. La segunda por las faltas venales causadas
por los apetitos desordenados que punzan y atormentan el alma. Y la tercera el pecado
mortal; esta es la verdadera perdida de Dios, porque es castigado con el infierno¨.

Flor: Buscar a Jesucristo con fervor, haciendo una buena confesión.

Día Trece.
Considera alma devota, la oración de Jesús en el huerto, o sea el primer misterio doloroso.
El Hijo de María santísima, después de haber instituido el santísimo Sacramento del altar,
predicado a sus apóstoles, exhortándolos al amor de Dios y al cumplimiento de los
mandamientos, ora en el huerto de Getsemaní para prepararse a comenzar su pasión,
enseñándose así que debemos acudir a la oración siempre y hacerla larga y fervorosa,
especialmente en los momentos difíciles de duda.

Flor: Decir a cada hora del día, Jesús mío no se haga mi voluntad sino la tuya.

Día Catorce.
La Virgen santísima dice que su divino hijo en la oración en el huerto, enseño al mundo
como hacer la verdadera oración. Aunque el oró tres horas seguidas, lo hizo con pocas
palabras pero con toda devoción. Imitémosle y oremos, no solo con humildad, sino con
toda confianza. Digamos con el: ¨Padre mío celestial, no se haga en nada mi voluntad, sino
la tuya¨

Flor: Representarse en nuestro corazón a Jesucristo orando en el huerto.

Día Quince.
Considera alma devota de María santísima, la fragilidad de la humanidad al recordar que
los tres discípulos privilegiados de Jesucristo, lo abandonan al verlo triste y afligido.
Pedimos a la santísima Virgen que por medio de la oración nos ayude en nuestra fragilidad
e inconstancia.
Flor: Hacer un cuarto de hora de oración mental sobre el misterio de la oración en el
huerto.

Día Dieciséis.

Considera al hijo de María santísima después de haber sido preso, atado, atropellado,
escupido, abofeteado y llevado de tribunal en tribunal sentenciado por Pilatos al doloroso y
vergonzoso tormento de los azotes. Jesucristo llego a este exceso de amor por salvar
nuestras almas.

Flor: No impacientarse ni enojarse, sufriendo con mansedumbre las cosas contrarias que se
nos ofrezcan.

Día Diecisiete.

Sigue considerando el terrible suplicio de Jesús, hijo de María santísima, de los azotes que
padeció atado a la columna; todo ello por la salvación de tu alma. Acércate a tu llagado
Jesús y arrodillado adórale con reverencia, ofreciéndole sufrir con paciencia las
enfermedades y trabajos que Dios te envíe.

Flor: Representarse en nuestro corazón a Jesucristo orando en el huerto.

Día Dieciocho.
Después de azotar a Jesús y no contentos con este tormento, le trajeron una corona de
espinas, clavándola cruelmente en su divino cerebro. Considera el dolor de María santísima
al ver a su divino hijo siendo objeto de burlas y atropellos. No busques para ti honras ni
vanidades, estando el rey de la gloria clavado de espinas.

Flor: examinar los pecados en la vida pasada, para que el conocimiento de nuestra maldad
nos anime a sufrir con paciencia los desprecios e injurias.

Día Diecinueve.
La cruz a cuestas. Mira bien como camina Jesús cargado con el pesado madero de la cruz, y
el inmenso sufrir de su amantísima madre al verlo caer en medio del pueblo cruel, que
pocos días antes lo había recibido con palmas y ramos en Jerusalén, aclamándolo como su
rey por la célebre fama de sus milagros.

Flor: Llevar con resignación los trabajos de nuestro estado. La cruz que se lleva con
paciencia es menos pesada.
Día Veinte.

Considera a María santísima en el inmenso padecer con los tormentos de la pasión de Jesús,
su divino hijo. Las que sois madres debéis aprender de la Virgen su santa humildad y
resignación al perder a uno de vuestros hijos.

Flor: Hacer una caridad a un huérfano.

Día Veintiuno.
Mira a tu amantísimo salvador, pendiente en la cruz, sufriendo la agonía de la muerte,
consumándose así el misterio de la redención del mundo. Únete a María santísima en su
profundo dolor al ver a su hijo sufriendo sin poder remediar su dolor.

Flor: Figúrate muchas veces estar viendo a Jesús cuando lo clavan en la cruz y oír los
golpes del martillo al traspasar sus pies y manos.

Día Veintidós.
Debes meditar detenidamente el quinto misterio doloroso del Rosario, meditación que debe
de ser continua en toda la vida de un cristiano.
Al pensar en la amargura de la Virgen al contemplar a su divino hijo en el madero de la
cruz, medita cuan inmenso seria su dolor. También medita todos los dolores de Jesús y mira
cuan abundante y copiosa redención ofreció a su padre celestial para salvarnos.

Flor: Figurarse a Jesús clavado en la cruz y recibir la sangre que cae de sus preciosas
llagas. Este es un modo muy provechoso de andar siempre en la presencia de Dios.

Día Veintitrés.
Considera a Jesús en medio de su martirio pidiéndole a su padre por quienes le hacían tanto
mal. Recuerda las palabras: ¨Padre, perdónalos que no saben lo que hacen¨ Estas palabras
fueron para su Madre un consuelo en medio de su inmenso dolor.

Flor: Pedir a Dios por nuestros enemigos.

Día Veinticuatro.
Reflexiona las palabras de Jesucristo al dirigirse a María santísima: ¨Mujer, he ahí a tu hijo;
¨ refiriéndose a san Juan, a quien dijo: ¨He ahí a tu madre.¨
Con cuanta piedad cumplió Jesús los deberes para con su madre dándole otro hijo en su
discípulo Juan. Para no hacerla sufrir más, le llamo MUJER y no MADRE. Aprendamos
todos los hijos de familia los grandes deberes para con nuestros padres; seamos con ellos
obedientes siempre y socorrámoslos en caso necesario. A los hijos buenos, les vendrán
múltiples bendiciones de Dios y para los malos habrá maldiciones.
Flor: Obedecer ciegamente a nuestros progenitores, especialmente en este día.

Día Veinticinco.

Considera profundamente el amor de la Virgen santísima para su divino hijo. Era un amor
intensísimo por ser ella la más amorosa de las madres y sin embargo, se conformó con la
voluntad de Dios, entregando a su hijo al padre para la redención del mundo.
Piensa en la espada de dolor que traspaso el alma de la Virgen viendo a su hijo en la cruz.

Flor: Figurarse que tienes a María santísima en tu corazón y desechar la tentación.

Día Veintiséis.

Avergüénzate alma mía, mirando al Señor en la cruz con la corona de espinas y tú quieres
una corona de rosas. El padeció sed terrible y tú quieres bebidas exquisitas. Tu andas
buscando los placeres del mundo sin preocuparte de los mucho que sufrió Jesucristo y su
santísima madre por tus pecados.

Flor: Mortificarse en mirar y hablar; también en la comida y bebida.

Día Veintisiete.
Alegrémonos infinitamente con María santísima en el misterio de la resurrección del hijo
de Dios, cantemos con la iglesia el aleluya. Ninguno, por pecador que sea, debe excluirse
de este común regocijo, porque la resurrección de Cristo es vida a los muertos y a los
pecadores perdón y misericordia.

Flor: recibir con santa alegría las contrariedades que Dios nos manda para nuestra gloria.

Día Veintiocho.
A los cuarenta días de su resurrección, Jesús ascendió a los cielos. Su madre amantísima se
resignó gustosa al sacrificio de perder temporalmente a su hijo y gozar del amor espiritual
de Dios sin su presencia.
Recuerda que este divino salvador vendrá al fin del mundo a juzgarte y a darte tu sentencia
definitiva.

Flor: pedir a Dios para ser dignos de gozar en el cielo.

Día Veintinueve.
Es el misterio de la venida del Espíritu Santo, uno de los más dulces y consoladores para el
alma cristiana. Dice María santísima que Dios nos lo envía para que eternamente este en la
iglesia y en los corazones de los fieles, enseñándoles y guiándoles en el camino seguro a la
vida eterna.
Fruto: Rezar tres credos, pidiendo al Señor nos llenos de los dones del Espíritu Santo.

Día Treinta.

Considera el misterio de la asunción de Nuestra Señora. Este gozo de la Virgen fue libre de
dolor, completo fue su descanso, su alegría, su satisfacción y su gloria.
Acompaña alma devota a María santísima en este misterio, regocijándote con los ángeles
que en el cielo la recibieron.

Fruto: Rezar tres Avemarías pidiendo a la Virgen una buena muerte.

Día Treintaiuno.

Llegamos al postrer misterio del Rosario: La coronación de Nuestra Señora por reina de
todo lo creado. Por sus virtudes fue coronada por emperatriz soberana de los cielos y de la
tierra, de los ángeles y de los hombres.

Fruto: Comulgar en acción de gracias a la Santísima Trinidad, porque enriqueció a María


santísima coronándola reina de cielo y tierra.
Responso por los fieles
difuntos.
RESPONSO POR LAS ALMAS DE LOS FIELES DIFUNTOS.
Vamos a ofrecer las siguientes oraciones por las almas de (se lee el listado) y por todas las
almas del santo purgatorio, por las más necesitadas de tu santa misericordia, por las que no
tengan quien ruegue a Dios por ellas y por cada uno de los aquí presentes, para que al
momento de ser llamadas a tu presencia seamos dignos de contemplar tu rostro y poderte
servir y alabar junto a tus ángeles y santos, por los siglos de los siglos. Amén.

SALMO 23
El Señor es mi pastor, nada me falta:
En verdes praderas me hace recostar;
Me conduce hacia fuentes tranquilas y repara mis fuerzas;
Me guía por el sendero justo, por el honor de su nombre.
Aunque camine por cañadas oscuras, nada temo,
Porque tú vas conmigo: tu vara y tu cayado me sosiegan.
Preparas una mesa ante mí, enfrente de mis enemigos;
Me unges la cabeza con perfume, y mi copa rebosa.
Tu bondad y tu misericordia me acompañan todos los días de mi vida,
Y habitaré en la casa del Señor por años sin término.

Padre nuestro…
Ave María…
Misericordiosisimo Jesús…

V/. No te acuerdes, Señor, de mis pecados.


R/. Cuando vengas a juzgar el mundo por el fuego.

V/. Señor, Dios mío, dirige mis pasos en tu presencia.


R/. Cuando vengas a juzgar el mundo por el fuego.

V/. Dales, Señor, el descanso eterno, y brille para ellos la luz perpetua.
R/. Cuando vengas a juzgar el mundo por el fuego.

V/. Señor, ten piedad.


R/. Cristo, ten piedad. Señor, ten piedad.

Padre nuestro…
Ave María…
Misericordiosisimo Jesús…

V/. No nos dejes caer en la tentación.


R/. Y líbranos del mal.

V/. Del poder del infierno.


R/. Libra Señor sus almas.
V/. Descansen en paz.
R/. Amén.

V/. Señor, escucha mi oración.


R/. Y llegue a Ti mi clamor.

Padre nuestro…
Ave María…
Misericordiosisimo Jesús…

V/. El Señor esté con ustedes.


R/. Y con tu espíritu.

V/. Venid en su ayuda, santos de Dios,


Salid a su encuentro, ángeles del Señor.

R/. Recibid sus almas


Y presentadlas ante el altísimo.

V/. Cristo, que los llamó,


Los reciba, y los ángeles lo conduzcan
Al regazo de Abraham.

R/. Recibid sus almas


Y presentadlas ante el altísimo.

V/. Dadles, Señor, el descanso eterno,


Y brille para ellos la luz perpetua.

R/. Recibid sus almas


Y presentadlas ante el altísimo.

Oración.
Absuelve, te rogamos, Señor, las almas de tus siervos (se leen los nombres). De todo
vínculo de pecado, para que, en la gloria de la resurrección, descansen resucitados entre tus
santos y elegidos. Por Cristo nuestro Señor.

Oh Dios, creador y redentor de todos los fieles; concede a las almas de tus siervos y siervas
la remisión de todos sus pecados, para que, por nuestras fervorosas súplicas, consigan el
perdón que siempre han deseado.
Por Cristo nuestro Señor.
R/. Amén.
V/. Dales, Señor, el descanso eterno
R/. Y brille para ellos la luz perpetua.

V/. Descansen en paz.


R/. Amén.

V/. Sus almas y las de todos los fieles difuntos, por la misericordia de Dios descansen
en paz.
R/. Amén.
Posadas.
Después de haber rezado el santo rosario, se procede a leer la jornada
correspondiente al día.

Acto de contrición.

Señor mío Jesucristo, divino y eterno verbo y Dios encarnado en las entrañas de María
santísima, que el amor que me tienes te hizo bajar del cielo a la tierra hasta ponerte en un
establo. ¡Oh, cuanto siento haber cerrado las puertas de mi corazón, dándote con ellas en la
cara y haciéndome sordo a tus divinas inspiraciones y llamamientos, cuando con tanto amor
viniste a los desiertos del mundo a buscar la perdida oveja de mi alma, con tanto trabajo
para llevarla a los apriscos de tu gloria!
Rompe Señor los cerrojos de este ingrato corazón mío, con la luz y conocimiento de mi
aborrecible ingratitud. Si buscas pesebre donde reclinar la cabeza, pesebre de bestias es mi
corazón. Consume con el fuego de tu amor, hasta las pajas de mis imperfecciones y aparta
de mi las bestias de mis abominables culpas, las cuales de todo corazón me pesa de
haberlas cometido contra ti y delante de ti por ser quien eres, y pues viniste a buscar no
justos sino pecadores, yo soy el mayor de ellos y quien mas de todos te ha ofendido. Confío
en tu misericordia me perdonaras y me darás gracias para saberte amar y servirte con
perseverancia hasta el fin de mi vida.
Amén.

Primera jornada.

¡Inmaculada virgen María! elegida por el omnipotente para ser la madre de su divino hijo;
mi alma te contempla con asombro al verte partir de Nazaret a Belén por cumplir con la ley
de un poderoso de la tierra. Yo te suplico me concedas cumpla con la voluntad y ley de
Dios para merecer gozarte en el cielo y que así como tú en esta primera jornada descansaste
en una humilde choza, yo pueda por medio de las virtudes descansar eternamente en la
Jerusalén celestial. Amén.

• Avemaría (9) Dios te salve María, llena eres de gracia, el Señor es contigo, bendita
eres entre todas las mujeres y bendito es el fruto de tu vientre, Jesús.
Santa María, madre de Dios, ruega por nosotros los pecadores, ahora y en la hora de
nuestra muerte, amén.

Humildes peregrinos
Jesús, María y José,
Mi alma os doy, y con ella
Mi corazón también.

¡Oh peregrina agraciada!


¡Oh dulcísima María!
Os ofrezco el alma mía
Para que tengáis posada.
Segunda jornada.

Madre divina del Ser eterno y consuelo único de los pecadores: ¿Cómo es que tu, la criatura
más santa y más pura, te ves expuesta en este penoso viaje a la intemperie del tiempo y la
inhumanidad de los hombres? Señora y Madre nuestra, si en esta noche deseas una posada
en que descansar de la fatiga del camino, aquí tienes mi corazón, descansa en el y has que
arda siempre en el amor divino, para que ame a mi Dios eternamente. Amén.

• Avemaría (9) Dios te salve María, llena eres de gracia, el Señor es contigo, bendita
eres entre todas las mujeres y bendito es el fruto de tu vientre, Jesús.
Santa María, madre de Dios, ruega por nosotros los pecadores, ahora y en la hora de
nuestra muerte, amén.

Humildes peregrinos
Jesús, María y José,
Mi alma os doy, y con ella
Mi corazón también.

¡Oh peregrina agraciada!


¡Oh dulcísima María!
Os ofrezco el alma mía
Para que tengáis posada.

Tercera jornada.

Delicadísima azucena, en la cual se recrea el mismo Dios; María, María santísima, ya veo
con que humildad y resignación caminas en esta jornada, acompañada de tu castísimo
esposo, que sufre por no poder aliviar tus padecimientos. Pero tú, tierna niña, le consuelas y
al reposar en una triste cueva, te manifiestas gustosa, para enseñarnos que debemos recibir
con humildad y resignación las penalidades de la vida, si queremos hacernos dignos de las
misericordias de tu santísimo hijo en el cielo. Amén.

• Avemaría (9) Dios te salve María, llena eres de gracia, el Señor es contigo, bendita
eres entre todas las mujeres y bendito es el fruto de tu vientre, Jesús.
Santa María, madre de Dios, ruega por nosotros los pecadores, ahora y en la hora de
nuestra muerte, amén.

Humildes peregrinos
Jesús, María y José,
Mi alma os doy, y con ella
Mi corazón también.

¡Oh peregrina agraciada!


¡Oh dulcísima María!
Os ofrezco el alma mía
Para que tengáis posada.
Cuarta jornada.

Criatura inocente y santa madre del divino verbo, que estando tan cerca a dar a luz al
redentor del mundo, sufres con tanta humildad las fatigas de este penoso viaje y llena de
resignación te vuelves a descansar esta noche en el rincón de un corral de ovejas, las cuales
te rindes más veneración que los mismos hombres por quienes tanto sufres. Enséñanos,
Señora, a sufrir adversidades con paciencia, para obtener el reino celestial de todos los
justos. Amén.

• Avemaría (9) Dios te salve María, llena eres de gracia, el Señor es contigo, bendita
eres entre todas las mujeres y bendito es el fruto de tu vientre, Jesús.
Santa María, madre de Dios, ruega por nosotros los pecadores, ahora y en la hora de
nuestra muerte, amén.

Humildes peregrinos
Jesús, María y José,
Mi alma os doy, y con ella
Mi corazón también.

¡Oh peregrina agraciada!


¡Oh dulcísima María!
Os ofrezco el alma mía
Para que tengáis posada.

Quinta jornada.

Cándida paloma, refugio seguro de los desgraciados hijos de Adán. Tú eres el único
consuelo en nuestros trabajos, porque nos amas como verdaderos hijos, pues por nosotros
tienes que pasar esta noche a campo raso, para continuar después tu largo viaje. Te rogamos
nos concedas una santa conformidad en nuestra muerte para gozar de Dios en la gloria.
Amén.

• Avemaría (9) Dios te salve María, llena eres de gracia, el Señor es contigo, bendita
eres entre todas las mujeres y bendito es el fruto de tu vientre, Jesús.
Santa María, madre de Dios, ruega por nosotros los pecadores, ahora y en la hora de
nuestra muerte, amén.

Humildes peregrinos
Jesús, María y José,
Mi alma os doy, y con ella
Mi corazón también.

¡Oh peregrina agraciada!


¡Oh dulcísima María!
Os ofrezco el alma mía
Para que tengáis posada.
Sexta jornada.

¡Oh virgen de las vírgenes! ¡Con que resignación aceptas tus terribles trabajos, caminando a
pies y durmiendo esta noche en un triste rincón, tan despreciable aun para las mismas
bestias! Infunde en mi alma tu santo ejemplo, para agradar a Dios y a ti santísima madre
mía. Amén.

• Avemaría (9) Dios te salve María, llena eres de gracia, el Señor es contigo, bendita
eres entre todas las mujeres y bendito es el fruto de tu vientre, Jesús.
Santa María, madre de Dios, ruega por nosotros los pecadores, ahora y en la hora de
nuestra muerte, amén.

Humildes peregrinos
Jesús, María y José,
Mi alma os doy, y con ella
Mi corazón también.

¡Oh peregrina agraciada!


¡Oh dulcísima María!
Os ofrezco el alma mía
Para que tengáis posada.

Séptima jornada.

¡Soberana emperatriz de los cielos! ¿Quién podrá conocer tu grandeza, tu hermosura y tus
brillantes virtudes? ¿Quién podrá amarte como dignamente lo mereces? Si los hombres te
aman, ¿Cómo no tienes donde reclinarte esta noche, sino un despreciado lugar? Danos tu
bendición, Señora, y enséñanos a amar a Dios y a ti, con un verdadero y santo amor.
Amén.

• Avemaría (9) Dios te salve María, llena eres de gracia, el Señor es contigo, bendita
eres entre todas las mujeres y bendito es el fruto de tu vientre, Jesús.
Santa María, madre de Dios, ruega por nosotros los pecadores, ahora y en la hora de
nuestra muerte, amén.

Humildes peregrinos
Jesús, María y José,
Mi alma os doy, y con ella
Mi corazón también.

¡Oh peregrina agraciada!


¡Oh dulcísima María!
Os ofrezco el alma mía
Para que tengáis posada.
Octava jornada.

Amantísima madre de Dios. ¡Cuánto dolor no debe causarte el verte en esta jornada,
resistiendo el aire, el frio y las crueles nevadas del invierno, siendo tú tan tierna y delicada
como la más pura entre todas las criaturas! Y así ¿Cómo encuentras albergue entre los
brutos, porque los hombres te lo niegan? No, Madre nuestra, recibe nuestro miserable
corazón, toda nuestra alma y esta pobre casa, para que descanses con tu santísimo hijo y tu
casto esposo José. Amén.

• Avemaría (9) Dios te salve María, llena eres de gracia, el Señor es contigo, bendita
eres entre todas las mujeres y bendito es el fruto de tu vientre, Jesús.
Santa María, madre de Dios, ruega por nosotros los pecadores, ahora y en la hora de
nuestra muerte, amén.

Humildes peregrinos
Jesús, María y José,
Mi alma os doy, y con ella
Mi corazón también.

¡Oh peregrina agraciada!


¡Oh dulcísima María!
Os ofrezco el alma mía
Para que tengáis posada.
Novena jornada.

Llegando está el momento tan deseado en que el astro brillante de la redención inunda al
mundo con la luz purísima de su divinidad. Y para hacer mayor el contraste y más patente
la humildad de que nos da ejemplo el dueño soberano de cuantos bienes encierra el mundo,
elige por cuna un despreciable pesebre abandonado bajo un portal sin techo, y allí, la Reina
Soberana del Empíreo, da a luz al unigénito del eterno padre, al excelso Jesús que venía al
mundo a redimir al género humano del pecado original. Pobrísimos y humildes pañales
recibieron al rey del cielo, que tuvo por corte que saludara su nacimiento, unos cuantos
pastores de la más pobre clase, si bien por una revelación divina quiso demostrara que los
más grandes soberanos de la tierra, tendrían que rendirle culto, haciendo que una estrella
guiara a los tres reyes del oriente para que rendidos y humillados le ofrezcan el tributo de
vasallaje que más tarde debía de darle el mundo entero.

Recibe ¡oh sagrada reina de los ángeles! En esta noche nuestros parabienes por tu feliz
alumbramiento y haz señora, que en el cielo adoremos como adoramos en la tierra, al
bendito fruto de tus purísimas entrañas. Amén.

A continuación se rezará nueves veces lo siguiente:

• Avemaría. Dios te salve María, llena eres de gracia, el Señor es contigo, bendita
eres entre todas las mujeres y bendito es el fruto de tu vientre, Jesús.
Santa María, madre de Dios, ruega por nosotros los pecadores, ahora y en la hora de
nuestra muerte, amén.

¡Gloria al Padre, gloria al Hijo, gloria al Espíritu Santo! Como era en un principio,
ahora y siempre por los siglos de los siglos. Amén.

¡Oh bella María sagrada!


Llena de gloria y dulzura
Llego la noche deseada
De tu parto, virgen pura.
Letanías al Niño Dios.

Señor. Hijo de María.


Cristo. Luz de la redención.
Señor. Alivio del pecador.
Jesucristo. Maná de consuelo.
Jesucristo. Tesoro de la gracia.
Dios padre celestial. Estrella del alba.
Dios hijo redentor del mundo. Faro de consolación.
Dios espíritu santo. Bálsamo de salud.
Santísima trinidad que eres un Terror del infierno.
solo Dios. Alegría de los justos.
Santa María. Templo de pureza.
Madre del redentor. Templo de verdad.
Esposa de José. Padre de Israel.
Reina de los ángeles. Príncipe de los patriarcas.
Santísimo José. Luz de los profetas.
Padre del salvador. Maestro de los apóstoles.
Modelo de castidad. Árbol de la vida.
Niño recién nacido. Vertiente de virtudes.
Niño poderoso. Divino Emanuel.
Niño amable. Deseado del mundo.
Niño humilde. Antorcha de pureza.
Niño venerable. Modelo de perfección.
Niño fiel. Inspiración celestial.
Niño creador. Sol de verdad.
Niño salvador. Patriarca de justicia.
Niño glorificador. Depósito de bondad.
Niño laudable. Lucero de la fe.
Niño misericordioso. Arca de felicidad.
Niño consolador. Dios humanado.
Verbo hecho carne. Principio y fin de todas las cosas

Cordero de Dios que quitas el pecado del mundo.


Perdónanos Señor.
Cordero de Dios que quitas el pecado del mundo.
Escúchanos Señor.
Cordero de Dios que quitas el pecado del mundo.
Ten piedad y misericordia de nosotros.

Oración final.

Os suplicamos, omnipotente Dios, que los que gemimos bajo la dura esclavitud del pecado,
seamos libertados de ella por el nuevo nacimiento de vuestro unigénito en nuestra carne.
Por el mismo Señor Jesucristo. Amén.
Para pedir y dar posada.

En nombre del cielo Aquí no es mesón


Os pido posada, Sigan adelante,
Pues no puede andar Yo no puedo abrir
Ya mi esposa amada No sea algún tunante

No seas inhumano Ya se pueden ir


Tennos caridad, Y no molestar,
Que el Dios de los cielos Porque si me enfado
Te lo premiará. Los voy a apalear

Venimos rendidos No me importa el nombre


Desde Nazaret Déjenme dormir
Yo soy carpintero Pues que ya les digo
De nombre José Que no hemos de abrir

Posada te pide Pues si es una reina


Amado casero Quien lo solicita
Por solo una noche ¿Cómo es que de noche
La reina del cielo Anda tan solita?

Mi esposa María ¿Eres tu José?


Es reina del cielo ¿Tu esposa es María?
Y madre va a ser Entren peregrinos
Del divino verbo No los conocía

Dios pague señores Dichosa la casa


Vuestra caridad Que abriga este día
Y así os colme el cielo A la virgen pura
De felicidad. La hermosa María
Despedida de las posadas.
Sigamos esposa mía
Nuestra misión celestial
Pues ya se aproxima el día
Del consuelo universal

Vamos muy agradecidos


Por vuestra hospitalidad
Y en recompensa esperad
Ser en el cielo admitidos

Vuestra dicha en la ocasión


Explicarla no podemos
Más desde hoy ofrecemos
Alma, vida y corazón

Adiós rebaño querido


Del más celoso pastor
Poned en Jesús amor
Y echad el mundo al olvido.
Novena al Santo Cristo de
Esquipulas.
Después de haber rezado el santo rosario, se procede a leer las oraciones y el día
correspondiente.

Modo de rezar esta novena.

❖ Acto de contrición.
❖ Oración de San Francisco Javier.
❖ Oración (para todos los días)
❖ Día.
❖ Tres Padrenuestros, tres Avemarías y un gloria al padre.
❖ Canción. (una cada día)
❖ Oración del día.
❖ Petición.
❖ Oración a San Miguel Arcángel.
❖ Oración final a Nuestra Señora de los Dolores.

ACTO DE CONTRICION.
Para todos los días.

Jesús crucificado, Dios de la inmensa majestad que a la vista de la virtud y de la


magnificencia de tu gloria, tiemblan las más altas potestades del cielo y que con la plenitud
de tu infinita misericordia y bondad convidas al ingrato pecador a la remisión de sus culpas.
¡Pequé dulce Jesús mío! Me pesa el haberte ofendido y prometo apartarme de todas las
ocasiones de ofenderte, ayudándome con tu divina gracia, que aun hallándote enojado
justamente por nuestras culpas, concedes misericordia a los que invocan tu santísimo
nombre. ¡Pequé dueño de mi alma! Misericordia Jesús, salvador del mundo. Viva tu fe,
viva tu amor, viva tu gracia. Amén.

ORACIÓN.
De san Francisco Javier
Dedicada a Nuestro Señor Jesucristo.

No me mueve mi Dios para quererte, el cielo que me tienes prometido.


No me mueve el infierno tan temido para dejar por eso de ofenderte.
Tú me mueves Señor, muéveme el verte clavado en esa cruz y escarnecido.
Muéveme el ver tu cuerpo tan herido, muéveme tus afrentas y tu muerte.
Muéveme en fin tu amor, de tal manera, que aunque no hubiera cielo yo te amara y aunque
no hubiera infierno te temiera.
No me tienes que dar por que te quiera, porque si cuanto espero no esperara, los mismo que
te quiero te quisiera.
ORACIÓN
Para todos los días.

Jesús crucificado, que milagrosamente has manifestado tres sudores copiosos en las divina
y piadosa imagen de Esquipulas, como para significar la multitud y acrecentamiento de
nuestros pecados. Ten piedad de mí, lavando mi alma con aquella sangre preciosísima que
derramaste en la agonía del huerto.
Tú eres la piscina de toda la salud. A ti se acogen los enfermos. Eres el refugio de todos los
desamparados. Eres el consuelo de todos los afligidos y todos los que claman a ti con fe
viva consiguen el pronto remedio a sus males.
Borra, Señor mi incredulidad para conocer que mis pecados afearon y obscurecieron tu
hermosura. Ayúdame, Señor, para alcanzar lo que te pido en esta novena, porque así
conviene al bien de mi alma. Amén.

ORACION A SAN MIGUEL ARCANGEL.


Para todos los días.

Gloriosísimo San Miguel, príncipe del Reino Celestial, general de los ejércitos de Dios,
propósito del paraíso, embajador del Todopoderoso, defensor de la fe, por el amor que
asiste a nuestro redentor Crucificado. Por el sudor de sangre que derramó en la oración en
el huerto, por las congojas y agonías que padeció pendiente de la cruz. Te suplico que me
ilumines a que siempre mire la imagen de Jesús de Esquipulas. Con el corazón contrito y
arrepentido, y en vida y en muerte me defiendas del enemigo común, para que así pueda en
la unión tuya alabar a mi Dios eternamente en la gloria. Amén.

ORACIÓN.
A Nuestra Señora de los Dolores.

Virgen dolorosísima, madre la más dulce y amorosa para todos los pecadores, que por tu
mucha caridad te encomendó Jesús tu hijo amado, el amparo y maternidad de Todos ellos.
Yo, el más indigno pecador, imploro tu auxilio e intercesión por aquel dolor que traspaso tu
corazón inocentísimo, cuando ocupada en la mayor amargura estuviste al pie de la cruz
viendo al manso y humilde cordero Jesús ser despedazado por aquellos sayones de satanás;
ennegreciendo, obscureciendo tu cuerpo con los golpes y heridas, con la sangre que tú
mismo los bañas. Por tanto, madre mía, te suplico que mis peticiones sean oídas
benignamente por tu hijo santísimo y que yo mire su imagen con tierno y arrepentido
corazón, para que su nombre sea alabado y bendecido. Amén.
DIA PRIMERO.

¡Oh alma Cristiana! Considera que Jesús fue anunciado con el nombre de Emanuel para
manifestarnos que él es la prenda de la inmensa caridad que nos amó, y que habiéndose
quedado con nosotros, sería una perenne memoria de sus maravillas y para recordarnos que
nos amasemos todos mutuamente así como él nos amó a nosotros. Por este tan grande
beneficio quisiéramos, Señor amarte con aquel ardiente amor con que te aman los serafines.

Tres Padrenuestros, tres Avemarías y un Gloria al padre.

PRIMERA CANCION.

Ave Dios omnipotente,


Mi crucificado amante;
Pues, por amor tan constante
Te veo en la cruz pendiente.
Por el amor eminente
De aqueste pecho sagrado.

Líbranos como piadoso


De la muerte y del pecado.

ORACION.

¡Buen Dios! Pan sustancioso que das vida eterna; que fortalece a los flacos, levanta a los
caídos, enriquece a los pobres, sana a los enfermos, siendo salud y remedio a todos sus
males, da vida a los muertos y resucita sustentándolos hasta conducirlos al monte altísimo
de la gloria: dadme Señor este pan de vida, comunicándome su gracia, para que con ella
pueda llegar a gozar de aquel convite celestial de aquella mesa eterna. Amén.

PETICIÓN.

ORACIONES FINALES (están al inicio de esta novena)

DIA SEGUNDO.

Considera que Jesús fue profetizado bajo el nombre de admirable, ya por los signos
portentosos y favores maravillosos concedidos a los israelitas, como porque todas sus obras
expresan infinita omnipotencia y su admirable virtud y en ellas se ve confundido el
entendimiento más sublime; y el espíritu humilde con dulzura se eleva a la consideración de
sus prodigios. Adórenle los querubines por lo admirable de su nombre.

Tres Padrenuestros, tres Avemarías y un Gloria al padre.


SEGUNDA CANCION.

Ave, árbol que tanta vida


Al hombre has comunicado
Con cuyo fruto sagrado
Nos da la gracia cumplida
Por fuerza tan unida
A tu pecho enamorado.

Líbranos como piadoso


De la muerte y del pecado.

ORACION.

¡Oh altísimo Dios! Que ante vos hacen acatamiento y se postran las más elevadas
potestades del cielo y solamente por nuestro amor te humillas bajando a la tierra,
haciéndote hombre en el vientre de una virgen, sin haber de nuestra parte merecimiento
alguno. Por tu infinita caridad nos ennobleciste con tu encarnación y nacimiento, nos
santificasteis con la justicia y nos enriquecisteis con tu gracia y con tus dones. Has Señor,
que tu nombre sea perdurable en mí, convirtiéndome en hijo de Abraham para que siempre
este animado de una fe viva, de una esperanza firme y de una caridad ardiente. Amén.

PETICIÓN.

ORACIONES FINALES (están al inicio de esta novena)

DIA TERCERO.

Considera que Jesús fue profetizado bajo el nombre de admirable, ya por los signos
portentosos y favores maravillosos concedidos a los israelitas, como porque todas sus obras
expresan infinita omnipotencia y su admirable virtud y en ellas se ve confundido el
entendimiento más sublime; y el espíritu humilde con dulzura se eleva a la consideración de
sus prodigios. Adórenle los querubines por lo admirable de su nombre.

Tres Padrenuestros, tres Avemarías y un Gloria al padre.

TERCERA CANCION.

Ave, árbol que tanta vida


Al hombre has comunicado
Con cuyo fruto sagrado
Nos da la gracia cumplida
Por fuerza tan unida
A tu pecho enamorado.

Líbranos como piadoso


De la muerte y del pecado.

ORACION.

¡Oh maestro divino! Vos sois la luz que ilumina a todo el hombre que viene a este mundo;
pues con toda doctrina has hecho conocer el error de la falsa filosofía de todos los siglos.
Vos sois el sol que destierra todas las tinieblas del pecado. Vos sois el ángel que ha
anunciado la buena nueva del evangelio, que da la esperanza y la alegría a los desterrados
hijos de Eva. Vos sois la llave con que abrimos el arca de los tesoros celestiales. Os suplico
Dios mío, que me hagáis un verdadero discípulo vuestro, siendo obediente a los santos
mandamientos, y abrace gustoso la cruz que me enseñas de la negación de mí mismo, para
que así goce en la gloria, Amén.

PETICIÓN.

ORACIONES FINALES (están al inicio de esta novena)

DIA CUARTO.

Considera que Jesús fue pronosticado con el nombre de Dios, porque él es el hijo muy
amado del altísimo y una misma sustancia con el Padre y el Espíritu Santo. Por este solo
nombre dio completa y superabundante satisfacción por nuestros pecados; y solo por este
nombre pudo reconciliarnos en la amistad perdida con el padre celestial. Bendígame las
dominaciones por tu infinita misericordia.

Tres Padrenuestros, tres Avemarías y un Gloria al padre.

CUARTA CANCION.

Ave, iris que el alma adora,


Cual bello nuncio de paz;
En cuyos arcos no hay más
Que luz del sol que los adora
Blanco rocío mejora
Al mundo en llanto anegado.

Líbranos como piadoso


De la muerte y del pecado.

ORACION.

¡Oh Dios humanado por amor de los hombres! Creador, salvador y glorificador mío, que
por la alteza y gran virtud de tu nombre fuiste prometido a los patriarcas, anunciado por los
profetas y deseado por la sinagoga. Tú eres la única esperanza en mi salvación, el único
consuelo de mis aflicciones y mis trabajos, único remedio de mis males. Te suplico
encarecidamente que te acuerdes que soy hechura de tus manos y semejanza tuya. Pero
frágil, lleno de pasiones, rodeado de enemigos y lleno de pecados; y por tanto, necesitado
de que siempre me mires con misericordia. Ten, pues, piedad de mí, Jesús hijo de David,
Amén.

PETICIÓN.

ORACIONES FINALES (están al inicio de esta novena)

DIA QUINTO.

Considera que Jesús fue profetizado con el nombre de fuerte, porque el, es el brazo
poderoso del Señor, que arrojo el mal de este mundo, y destruyo al que armado ejercía su
dominación con un despótico imperio entre los infelices hombres. Sea glorificado tu
nombre por los principados del cielo, porque ensalzaste a los humildes y abatiste a los
soberbios.

Tres Padrenuestros, tres Avemarías y un Gloria al padre.

QUINTA CANCION.

Ave, fruto de la palma


Tan dulce para gustarlo;
Pues quien de ti enamorado
Lo come, te rinde el alma
Pues le sacas de la calma
Que la culpa te ha engendrado.

Líbranos como piadoso


De la muerte y del pecado.

ORACION.

¡Oh Dios omnipotente! Yo adoro y reverencio tu nombre, porque tú nos rescataste de la


esclavitud de satanás, y dándonos libertad, aprisionaste a este enemigo común. Concédenos
Señor, la gracia para llevar esculpido en nuestras almas este escudo sagrado de tu nombre,
que nos libra de los peligros, nos defienda de los combates y nos libre del pecado, para
espanto del demonio y confusión del infierno, Amén.

PETICIÓN.

ORACIONES FINALES (están al inicio de esta novena)


DIA SEXTO.

Considera que Jesús fue prometido con el nombre del Padre del siglo futuro, porque el es el
segundo Adán que nos ha reengendrado en gracia. El, es el padre que nos ha educado en la
doctrina más santa y amorosa. Él es el padre que nos sustenta, con su mismo cuerpo y
sangre. Él es las virtudes y dones del cielo. Sea su nombre bendecido eternamente por los
siglos de los siglos por las potestades, pues nos honró concediéndonos su paternidad.

Tres Padrenuestros, tres Avemarías y un Gloria al padre.

SEXTA CANCION.

Ave vid, bella y sagrada


Del pecho de mi Jesús,
Cuyo licor causa luz
A la oveja ciega errada,
Dadle a mi alma dulce entrada
Pues la sangre te ha costado.

Líbranos como piadoso


De la muerte y del pecado.

ORACION.

¡Oh Dios misericordioso! Yo conozco que abundando el pecado en Adán, nos hicimos hijos
de la ira, dignos de castigo o de las penas infernales; pero superabundando en ti la gracia,
borraste esta enemistad, haciéndonos hijos de Dios Padre. Adquiriendo por este título un
derecho y todos los bienes celestiales y una herencia eterna. Te pedimos humildemente, que
siempre vivamos en tu santa casa, permanezcamos en el número de tu familia y gocemos de
las bendiciones de un buen padre, Amén.

PETICIÓN.

ORACIONES FINALES (están al inicio de esta novena)

DIA SEPTIMO.

Considera que Jesucristo fue anunciado por Príncipe de Paz, porque siendo nosotros
gobernados por el terror de las potestades infernales; vivíamos en los delitos y pecados, y
reinaba en nosotros el odio y la enemistad; pero Jesús predicando la paz, hizo de todas las
naciones un solo pueblos, para que en el habitáramos todos con amor de hermanos. Sea su
nombre alabado por los coros del cielo, pues desapareció de entre nosotros lo horrible de
nuestros vicios, para que reinara la virtud de la caridad.

Tres Padrenuestros, tres Avemarías y un Gloria al padre.


SEPTIMA CANCION.

Ave, luminar mayor


Cuyo esplendor celestial,
Comunicas tan igual
Al bueno y al pecador;
Al bueno para mejor;
Al malo para sanarlo.

Líbranos como piadoso


De la muerte y del pecado.

ORACION.

¡Oh Jesús mansísimo! Que trayéndonos las justicia y la paz, reconciliaste con Dios Padre a
los judíos y gentiles, formando con tu cruz amorosa un solo cuerpo en un hombre nuevo,
que destruyendo los vicios y pecados del viejo Adán, nos diste tu amistad por medio de tu
caridad. Concédenos que viviendo siempre en gracia, en caridad y en justicia, consigamos
el ser dignos de los santos y domésticos de la casa de Dios, Amén.

PETICIÓN.

ORACIONES FINALES (están al inicio de esta novena)

DIA OCTAVO.

Considera que el mismo Jesús dijo que él era Buen Pastor, porque daría su alma por amor a
sus ovejas, y quiso mejor que su cuerpo fuese despedazado por el lobo infernal antes que se
perdiera una sola de sus ovejas que le había encomendado su padre celestial. Sea su nombre
defendido por todos los arcángeles, pues, que defendisteis a los mortales de la perdición
total de sus almas.

Tres Padrenuestros, tres Avemarías y un Gloria al padre.

OCTAVA CANCION.

Ave, fuente que das vida


Por esas cinco corrientes;
De cuyas divinas fuentes
Miro tu sangre vertida.
¡Ah! Y quien en cada herida
Viviera siempre anegado.

Líbranos como piadoso


De la muerte y del pecado.
ORACION.

¡Oh amantísimo y pacientísimo Jesús! Quisiera tener unos labios angélicos para bendecir tu
santísimo nombre, pues no rehuiste trabajo ni padecimiento alguno en el tiempo que
estuviste en este mundo, ni ahora omites medio para llenar y buscar al pecador de tu gracia.
Aquí me tienes oveja perdida, condúceme a tu redil, y dadme la gracia para permanecer en
el, escuchando la voz de mi buen pastor a quien pido salve mi alma para alabarte
eternamente en el cielo, Amén.

PETICIÓN.

ORACIONES FINALES (están al inicio de esta novena)

DIA NOVENO.

Considera en este día el augustisimo y dulcísimo nombre de Jesús, nombre de salud,


nombre de esperanza, nombre de misericordia, nombre de amor, nombre de majestad,
nombre en fin sobre todo nombre, porque en él se expresa la divinidad de la persona de
Cristo, a cuyo nombre deben arrodillarse los que están en el cielo, en la tierra y en el
infierno. Sea tu nombre bendecido, adorado y glorificado por los ángeles, arcángeles,
serafines y querubines en el cielo y por todos los hombres de la tierra.

Tres Padrenuestros, tres Avemarías y un Gloria al padre.

NOVENA CANCION.

Ave, vara milagrosa,


Con cuya virtud divina
Transformación peregrina
Haces de un alma achacosa
Levantándola dichosa
Al amor de quien la ha creado.

Líbranos como piadoso


De la muerte y del pecado.

ORACION.

¡Oh salvador misericordioso! Que nos salvaste de la esclavitud y cautiverio del demonio, y
nos diste una verdadera libertad, feliz y eterna, pues salvando las almas, concediste remedio
a los cuerpos y libraste de los males y las culpas, perdonaste los males de la pena. ¡Oh salud
santísima de Israel! Que desearon los patriarcas, que con tantos clamores pidieron los
profetas y que tantas veces cantó y prometió la escritura. Sellad, pues Señor, que en mi
alma este tu nombre sacratísimo para que reine en mi corazón, la gracia y la caridad, nazcan
en el las virtudes, me confirmen las buenas obras, endulce y encante mi alma en tu amor,
refrene mi ira, deshaga mi soberbia, sane la llaga de mi envidia, apague la llama de mi
lujuria, temple la sed de mi avaricia y sea en fin, medicina saludable de mis dolencias
espirituales y corporales y una prenda segura de la vida eterna, Amén.

PETICIÓN.

ORACIONES FINALES (están al inicio de esta novena)

He venido de tierras lejanas


A adorar al señor de Esquipulas
He venido de tierras lejanas
A adorar al señor de Esquipulas

Cuando escucho sonar las campanas


De su templo, que son tan rechulas,
Toda mi alma se llena de gozo
Y con fe me arrodillo a rezar…

Padre nuestro, que estás en los cielos


Un rosario te vengo a cantar,
Milagroso señor de Esquipulas
Toda mi alma te vengo a entregar.

Nunca olvides mi patria y mis padres,


No abandones mis hijos señor…
Milagroso señor de Esquipulas,
Por doquiera regá bendición.

Toma en cuenta que traigo de lejos


Mis plegarias con todo fervor…
Milagroso señor de Esquipulas
Por doquiera regá bendición.

Desde Honduras y de Nicaragua


Viene gente cruzando caminos,
Son muchísimos los peregrinos
Que visitan el templo sagrado.

Mexicanos que vienen cantando


Como vienen los salvadoreños
Y al repique de alegres campanas
Todo el mundo comienza a rezar.

Padre nuestro, que estás en los cielos


Un rosario te vengo a cantar,
Milagroso señor de Esquipulas
Toda mi alma te vengo a entregar.
Novena a San Antonio de
Padua.
Después de haber rezado el santo rosario, se procede a leer las oraciones y el día
correspondiente.

Modo de rezar esta novena.

❖ Acto de contrición.
❖ Responsorio.
❖ Oración del día y petición.
❖ Oración para todos los días.
❖ Gozos a San Antonio.

ACTO DE CONTRICION.

Señor mío Jesucristo, Dios y hombre verdadero, criador y redentor mío; por ser vos quien
sois y porque os amo sobre todas las cosas, a mí me pesa de todo corazón el haberos
ofendido; y propongo firmemente la enmienda. Y espero de vuestra infinita misericordia,
que me habéis de perdonar y salvar, amén.

RESPONSORIO.

Si buscas milagros, mira


Muerte y error desterrados,
Miseria y demonio huidos,
Leprosos y enfermos sanos.

El mar sosiega su ira,


Redímense encarcelados:
Miembros y bienes perdidos
Recobran mozos y ancianos.

El peligro se retira,
Los pobres van remediados:
Cuéntenlo los socorridos,
Y díganlo los paduanos.

El mar sosiega su ira,


Redímense encarcelados:
Miembros y bienes perdidos
Recobran mozos y ancianos

Gloria al padre, gloria al hijo,


Gloria al espíritu santo.

El mar sosiega su ira,


Redímense encarcelados:
Miembros y bienes perdidos
Recobran mozos y ancianos
Ruega a Cristo por nosotros,
Antonio bendito y santo:

Para que dignos así


De sus promesas seamos.

ORACION PARA TODOS LOS DIAS.


Después de la petición.

Oh admirable y hermosísimo san Antonio, gloria de España, luz de la Italia y de toda la


santa iglesia, apóstol en la predicación y celo de la gloria de Dios, mártir de deseo, virgen
purísimo, vaso escogido de celestial pureza, espejo de perfecta humildad y sabiduría, que
con tu admirable doctrina y excelentísimas virtudes, eres gozo de los coros angélicos, terror
de los herejes y de los espíritus infernales, que a tu nombre temen y tiemblan, y con tus
estupendos milagros y favores, eres refugio y consuelo de tus devotos. Y fuiste tan amante
del dulcísimo Jesus, que familiarmente se recreaba en tus brazos y sagrado pecho,
comunicándote incendios de divina caridad, con que buscabas en todo su gloria y bien de
los prójimos. Yo te doy mil enhorabuenas por tan singulares excelencias de que fue
adornada tu alma purísima, y me gozo de que ahora seas glorificado en la patria celestial,
en compañía de los nueve coros de ángeles. ¡Oh milagroso Antonio, que por la virtud de
este santo Niño, diste la vida temporal y espiritual a tantos muertos, vista a los ciegos, oído
a los sordos, pies a los baldados, habla a los mudos y salud a innumerables enfermos!
Convierte a nosotros tu hermosísimo rostro, para que se destierren de nuestro corazón las
culpas, que son las que dan muerte al alma, y que atendamos a oír las divinas inspiraciones,
y caminemos con fervor a cumplir la divina voluntad, y confesar su santo nombre. Haz que
ese divino Niño, hermosísimo sol de justicia, destierre del mundo las tinieblas de las
herejías, errores y pecados que le ofuscan y obscurecen, alcanzadme para la santa iglesia
una verdadera paz apostólica y evangélica, para que todos, unidos en caridad perpetua,
vivamos arreglados al cumplimiento de la divina ley, alcanzando del dulcísimo Jesus, para
gloria de Dios y bien de mi alma, lo que especialmente pido en esta novena, y si no
conviene, dirige mi voluntad, que no desee otra cosa que lo que sea de su mayor agrado,
amén.

GOZOS
Al glorioso San Antonio de Padua.

Santo digno de loores,


Tú que venciste al demonio,
Pide por los pecadores,
Humilde y bendito Antonio.

Humilde y bendito Antonio


Pide por los pecadores.

Con fe sincera y contrita


Grandes prodigios obraste,
Muchos enfermos sanaste
Por tu intercesión bendita,
Y por eso solicita
Nuestra alma de ti favores.

Humilde y bendito Antonio


Pide por los pecadores.

Libres has puesto a mil reos,


Tormentas has aplacado,
Y a muchos has consolado
En sus desechos deseos;
De nuestros pecados feos
Borrar puedes los horrores.

Humilde y bendito Antonio


Pide por los pecadores.

Todo el que males sufría,


Y en ti, santo, confiaba,
En un momento sanaba
Del dolor que lo afligía.
Oye pues, la oración mía,
Y mitiga mis dolores.

Humilde y bendito Antonio


Pide por los pecadores.

A unos niños inocentes,


Los habéis resucitado.
Y el milagro han proclamado
En todo tiempo las gentes.
Por eso hoy que reverentes
Te tributamos loores.

Humilde y bendito Antonio


Pide por los pecadores.

Mancos, cojos y tullidos,


Ciegos, enfermos y leprosos,
Y otros males horrorosos,
A los que estaban rendidos
Sanaste, y agradecidos
Te llaman flor de las flores.

Humilde y bendito Antonio


Pide por los pecadores.
Prodigios así y mayores,
De tu amor son testimonio.
¡Humilde y bendito Antonio
Pide por los pecadores!

DIA PRIMERO
Huye la muerte.

En este día consideraras las grandes excelencias con que Dios adorno al primer coro de los
celestiales espíritus que se llaman ángeles, y significan nuncios o embajadores; porque su
oficio es anunciar a los hombres las disposiciones del altísimo, guardarlos, enseñarlos y
dirigirlos en todos sus caminos. Esta perfección tuvo san Antonio en heroico grado; pues
fue nuncio embajador, como predicador admirable de Dios, enviado por su majestad a los
hombres para sacarlos de sus vicios y pecados, librando a muchos de la muerte eterna y
temporal, y dirigiéndoles y enseñándoles el camino de la salvación, en tanto grado, que fue
admiración del mundo; pues a sus sermones talvez asistieron treinta mil personas. Y dio el
Señor, tal virtud a su voz, que a dos leguas distantes, le oyó predicar una devota suya. En
otra ocasión, con la eficacia de sus palabras, convirtió a una mujer ilustre, gran pecadora,
que desesperada en la hora de la muerte, resolvió no confesarse; más oyendo a nuestro
santo y su eficacísima voz, se confesó, recibió los santos sacramentos y se salvó. Da gracias
al altísimo por lo mucho que ha honrado a este glorioso santo y di a su majestad la oración
siguiente:
Aquí se rezan tres Padrenuestro, tres Avemaría con gloria al padre.

ORACION
Del día.

Dios y Señor de los ángeles, que adornaste con angelical pureza el alma del bienaventurado
San Antonio, haciéndole embajador y predicador admirable, para beneficio de los hombres,
librando a muchos, con su doctrina y ejemplo, de la muerte eterna y temporal. Yo te doy
infinitas gracias por las grandes excelencias de que dotaste a este glorioso santo, a
imitación de aquellos soberanos espíritus; y te suplico por su intercesión, adornes mi alma
de celestial pureza, me libres de la muerte eterna, y me concedas lo que especialmente pido
en esta novena si es para tu mayor honra y gloria y provecho de mi alma, amén.

Aquí se hace la petición.

DIA SEGUNDO
El error es desterrado.

En este día consideraras los celestiales espíritus del segundo coro, que se llaman
arcángeles, son a quienes Dios encomienda las obras más heroicas, graves y de mayor
importancia, para su mayor gloria y bien de los hombres. Y esta excelencia se hallaba en el
glorioso san Antonio, pues con gran celo de su gloria y gran fervor de caridad, emprendió
una obra tan heroica en servicio y bien de las almas, como fue plantar la fe entre los
Mahometanos, a costa de su sangre, lo que no pudo conseguir, por haberle reservado Dios
para obra más de su agrado. Fueron sin número los errores de que libró a Italia,
convirtiendo muchos herejes, y entre ellos algunos de gran cuenta y doctos, no solo con
aquel milagro tan sabido de la adoración del santísimo sacramento, por un bruto, que
hambriento de tres días, dejo la comida presente por adorarle; y el de los peces a quienes les
predico y le oyeron atentos, con gran confusión de los mismo herejes, que lo miraban y
admiraban sino en otras ocasiones. Da gracias al altísimo por lo mucho que ha honrado a
este glorioso santo y di a su majestad la oración siguiente:
Aquí se rezan tres Padrenuestro, tres Avemaría con gloria al padre.

ORACION
Del día.

Dios y Señor de los arcángeles, que honraste a tu admirable siervo san Antonio con
admirables prerrogativas, y le elegiste para las obras gravísimas de tu mayor gloria y
beneficio de las almas: yo te doy infinitas gracias por las admirables excelencias con que le
adornaste y favoreciste, a imitación de estos soberanos espíritus, y te suplico por su
intercesión y méritos, apartes de mi alma los errores que le ofuscan, y que yo cumpla
perfectamente con las obligaciones del estado en que tu divina providencia me ha puesto; y
lo que especialmente pido en esta novena, si es para tu mayor gloria y bien de mi alma,
amén.

Aquí se hace la petición.

DIA TERCERO
Desaparece la miseria.

En este día consideraras las grandes excelencias con que Dios adorno el tercer coro de los
celestiales espíritus, que se llaman principados. A estos revela los secretos admirables de su
providencia, para que como a príncipes y superiores, los imiten los otros ángeles inferiores,
en beneficio de los hombres. Esta prerrogativa tuvo el glorioso san Antonio en eminente
grado. El mismo Dios en forma de Niño hermosísimo (y es el ángel del testamento que dijo
el Malaquías) comunicaba familiarmente con él y le revelaba muchas cosas ocultas, como a
otro ángel inferior; y el mismo santo las intimaba a otros, cuando conocía eran para gloria
del altísimo y utilidad de sus prójimos. En remediar las calamidades y miserias de sus
devotos, son innumerables los ejemplos que se pudieran traer, y cada cual podría hablar
según lo hubiere experimentado. Da gracias al altísimo por lo mucho que ha honrado a este
glorioso santo y di a su majestad la oración siguiente:
Aquí se rezan tres Padrenuestro, tres Avemaría con gloria al padre.

ORACION
Del día.

Dios y Señor de los principados, que revelaste (como ángel del testamento y gran consejo)
al pequeñito y grande san Antonio, el tesoro de tu sabiduría, para que fuese luz del mundo,
ilustrando y guiando a muchos por el camino recto de la vida eterna y librando a sus
devotos de muchas miserias y calamidades, espirituales y corporales que la impedían. Yo te
suplico rendidamente, por los méritos de este glorioso santo, ilustres mi entendimiento con
tu celestial luz, y enciendas mi voluntad en el amor divino: me libres de las acechanzas del
demonio, para no caer en pecado, que es la mayor miseria que impide mi salvación; y si es
para tu mayor gloria y bien de mi alma, lo que especialmente te pido en esta novena, amén.

Aquí se hace la petición.

DIA CUARTO
Los leprosos sanan y los enfermos recobran la salud.

En este día consideraras las admirables excelencias con que Dios adorno el cuarto coro de
celestiales espíritus, que se llaman Potestades. En estas resplandece el poder, y en cierta
manera mandan y ordenan a los otros coros inferiores lo que Dios les intima. También
tienen especial imperio sobre los demonios. A imitación de aquellos soberanos espíritus
enriqueció Dios al glorioso san Antonio, dándoles un poder grande y una superioridad
sobre muchos príncipes, cardenales, grandes señores y prelados, a quienes predicaba,
instruía y convertía, rindiéndoles con suave violencia a su obediencia y voluntad.
Extendiose este poder a los enfermos: sanó muchos leprosos y otros dolientes. El imperio
que tuvo y tiene sobre los demonios, es admirable. En una ocasión obligo al demonio a que
trajese de sus cavernas infernales a un condenado, Juan de Moreno, al que hizo firmar un
papel para abono de una deuda considerable, que cargaban injustamente a un devoto suyo,
que se valió de su patrocinio en esta tribulación. Da gracias al altísimo por lo mucho que ha
honrado a este glorioso santo y di a su majestad la oración siguiente:
Aquí se rezan tres Padrenuestro, tres Avemaría con gloria al padre.

ORACION
Del día.

Dios y Señor de las potestades, que liberalmente comunicaste al glorioso san Antonio , tan
grande imperio y eficacia en los corazones humanos para atraerlos a su obediencia y
voluntad, y un poder y gracia universal para curar de innumerables enfermedades a muchos
devotos suyos y en imperar a los espíritus infernales, que a su pesar le obedecen. Yo te doy
gracias por estos singulares favores que le hiciste, y te pido por sus méritos me concedas
perfecta salud de alma y cuerpo para emplearla en tu santo servicio, y que yo resista con
fortaleza a las acechanzas del demonio, para que no me sujete a su imperio por la culpa; y
si es para tu mayor gloria, concédeme lo que pido en esta novena, amén.

Aquí se hace la petición.

DIA QUINTO
El mar obedece, y son libres los encarcelados.

En este día consideraras la especial prerrogativa con que Dios adornó al quinto coro de los
celestiales espíritus, que se llaman virtudes, por lo cual hacen estupendos milagros en
beneficio de los hombres. Esta excelencia concedió su majestad a nuestro milagroso san
Antonio, en tan eminente grado, que son sin números los que obró y obra cada día en la
tierra y en el mar, como se ve en muchos libros de su vida y otros más que no se han
escrito. Solo te referiré aquí dos brevemente. El uno fue, que habiendo apresado los turcos
un bajel, lo amarraron con cadenas y a los que iban con el, el santo se les apareció y los
desato, diciendo a un devoto suyo: yo soy Antonio de Padua; levántate y vete a donde están
mis cenizas, y da gracias a Dios de este beneficio. Otro fue haber traído desde la india
oriental hasta Lisboa un caballero, en poco más espacio que de un día, por devotas
oraciones y novenas de su mujer, ofrecidas en obsequio suyo. Alaba al altísimo por tan
estupendos milagros como ha obrado por este prodigioso santo y di a su majestad la oración
siguiente:
Aquí se rezan tres Padrenuestro, tres Avemaría con gloria al padre.

ORACION
Del día.

Dios y Señor de las virtudes, que tan liberalmente comunicaste al glorioso san Antonio de
Padua, poderosa virtud en la tierra y en el mar, para obrar por ella estupendos prodigios y
milagros en beneficio de los devotos que le invocan. Yo te doy infinitas gracias por tu
liberal misericordia, y te pido por sus méritos e intercesión, que en el mar tempestuoso de
este mundo, sea yo dirigido con la luz de tu divina inspiración, y así me libre de caer en la
cárcel del infierno; y si es para tu mayor gloria, concédeme lo que especialmente pido en
esta novena, amén.

Aquí se hace la petición.

DIA SEXTO
Ancianos y jóvenes, recobran miembros y cosas perdidas.

En este día consideraras las excelencias de que Dios adorno a los celestiales espíritus, que
se llaman dominaciones, los cuales con excelso modo presiden a las cosas inferiores en el
orden de la naturaleza y de la gracia: gobiernan sus misterios visibles e invisibles y también
los dominan. Esta excelencia comunico Dios a san Antonio, en tal grado, que habiendo
sabido N.P. san Francisco este don, por su celestial y perfecta doctrina, le nombró primer
lector de la sagrada teología de su religión, para que presidiese y enseñase en los actos
literarios. Dominaba no solo sobre los afectos de todos, más sobre sus propias personas y
caudales, restituyendo aquellos y estos a los que con gran dolor habían perdido. San{o
diecinueve estropeados, cinco baldados; dio vista a seis ciegos, oído a muchos sordos y
habla a muchos mudos, y aun en lo que importa menos y de cosas mínimas se vio este
dominio; pues en una ocasión perdió un religioso una cuenta con muchas indulgencias e
hizo que se le restituyese, trayéndola en la boca una hormiga. Alaba a Dios por tantas
maravillas como obra por este glorioso santo, y di a su majestad la siguiente oración:
Aquí se rezan tres Padrenuestro, tres Avemaría con gloria al padre.

ORACION
Del día.

Dios y Señor de las dominaciones a cuyo poder está sujeta toda humana y angélica criatura;
que sublimaste y adornaste tu amado siervo san Antonio con tan admirable sabiduría, que
fue luz imperiosa a muchos príncipes y prelados, instruyéndoles en el camino de la gracia y
la vida eterna y sujetándolos a su voluntad y le concediste el singular privilegio de hallar las
cosas perdidas. Yo te doy infinitas gracias por lo mucho que favorecisteis a este glorioso
santo y te pido por su intercesión concedas a mi alma luz celestial y eficacia que domine y
refrene mis apetitos desordenados, para seguir tus divinas inspiraciones y que no pierda la
joya preciosísima de tu gracia, y si por mi desgracia la hubiere perdido, que la halle
prontamente y si es para tu mayor gloria, lo que especialmente pido en esta novena, amén.

Aquí se hace la petición.

DIA SEPTIMO
Los peligros se desvanecen.

En este consideraras las admirables excelencias con que Dios adornó al séptimo coro de los
espíritus celestiales, que se llaman tronos, en los que descansa como en su real silla, y en
ellos le reverencian y contemplan sobre si con suma humildad y rendimiento. Esta
excelencia se vio en nuestro glorioso santo con admirable propiedad; pues el mismo Dios,
en forma de niño hermosísimo, familiarmente se regalaba con él, haciendo trono de sus
brazos y pecho enamorado, y el lo rociaba con profunda humildad, le abrazaba con suma
reverencia, siendo como trono de la gracia a donde acuden sus devotos. Ten gran confianza
que, pues el dulcísimo Jesús se ha mostrado tan familiar con san Antonio te librará por su
intercesión de los peligros de alma y cuerpo que te afligen en esta vida y hallaras muchos
ejemplos, como fueron los dos casos en que milagrosamente vino de Italia a Lisboa en
brevísimo tiempo, y libro a su padre de la muerte y calumnias que le imponían. Y en otros
muchos peligros también se ha visto y cada día se experimenta su patrocinio. Da gracias a
Dios con la siguiente oración:
Aquí se rezan tres Padrenuestro, tres Avemaría con gloria al padre.

ORACION
Del día.

Dios y Señor de los tronos, que elegiste tantas veces el enamorado pecho y brazos del
devotísimo san Antonio, para trono de tus gracias y lugar de tus delicias, que con la
fragancia de sus celestiales virtudes lograba, y le honraste con singulares privilegios en
beneficio de sus devotos, para librarnos de innumerables peligros de alma y cuerpo. Yo te
doy infinitas gracias por tu gran benignidad y misericordia, y te pido por el amor que tienes
a este fidelísimo siervo, me concedas tal pureza del alma y cuerpo, que sea digna morada
tuya cuando te reciba en el Santísimo Sacramento del altar, y con este escudo sea libre de
todos los peligros que se ofrecieren en esta vida. Y si es para tu mayor honra y gloria, lo
que especialmente pido en esta novena, amén.

Aquí se hace la petición.

DIA OCTAVO
La necesidad es remediada.

En este día consideraras las excelencias de que Dios adornó al octavo coro de celestiales
espíritus que se llaman Querubines, quiere decir plenitud de ciencia, porque todos los
demás se ocupan en el conocimiento de la divina majestad y de sus perfecciones. En esta
soberana excelencia, es singularísimo san Antonio, pues fue tal la sabiduría y conocimiento
que de Dios tuvo, de sus misterios y sagradas escrituras, que el papa Gregorio IX le llamo
arca del testamento. Este conocimiento del ser divino, produjo en el santo el conocimiento
de los hombres, su estado y necesidades, que tantas veces remedió, como se vio en aquella
virtuosa doncella, que habiendo llegado a extrema necesidad, acudió por remedio a su
devoto san Antonio, el cual desde una imagen suya le arrojó, una cédula, enviándola a
cierto comerciante para que le diese lo que pesaba de plata; y siendo un papel sencillo, pesó
trescientos ducados de plata, valor de una lámpara que había ofrecido al santo, y después
olvidado; de que quedó corregido, confuso y consolado y más devoto, como la pobre
doncella obligada y socorrida de su protector y bienhechor insigne. Alaba al altísimo por
las misericordias que usa por medio de este glorioso santo.
Aquí se rezan tres Padrenuestro, tres Avemaría con gloria al padre.

ORACION
Del día.

Dios y Señor de los Querubines, que adornaste el alma del bienaventurado san Antonio, de
celestial y altísima sabiduría, para que te contemplase y enseñase a otros esta ciencia de los
santos importantísima. Yo te adoro con profunda humildad y reverencia, y te confieso por
mi Dios y Señor, infinitamente bueno, poderoso y sabio, dándote infinitas gracias por este
singular favor que le concediste. Yo te pido por sus méritos, ilustres mi alma con tu
celestial luz, para que te conozca, ame y cumpla en todo tu santísima voluntad, y que en
los riesgos de esta vida y en la última gravísima necesidad de la hora de mi muerte, me
socorra con su intercesión. Y tú, Dios mío, asísteme con tus auxilios, por el amor que le
tienes. Y si es para tu mayor honra y gloria, concédeme lo que especialmente pido en esta
novena, amén.

Aquí se hace la petición.

DIA NOVENO
Díganlo los socorridos, testigos los paduanos.

En este día consideraras la suprema excelencia con que Dios ha enriquecido al noveno y
supremo coro de celestiales espíritus, que se llaman Serafines, que son los más inmediatos a
la divina majestad, y por eso participan más de aquel infinito fuego de amor porque Dios es
la misma caridad y amor por esencia. Y estando nuestro glorioso serafín Antonio, no solo
inmediato al trono de Dios, como los que vio Isaías, más sirviendo, aunque menor, de otro
elevado y excelso trono en inmediación tan estrecha y cariñosa: ¡que llamas, que incendios,
que volcanes no participaría del divino pecho! Esta sin duda fue su mayor excelencia, como
la claridad es la más excelsa de todas las virtudes: con ella y por ella gano tantos privilegios
de la liberal y divina caridad, para consuelo y beneficio de sus devotos, que son testigos
casi innumerables los socorridos y especialmente los paduanos, a quienes el santo siempre
mostró tener especial afecto, pues son muchísimos los prodigios que por ellos ha obrado.
Da gracias a Dios por las inefables misericordias que ha hecho con san Antonio.
Aquí se rezan tres Padrenuestro, tres Avemaría con gloria al padre.
ORACION
Del día.

Dios y Señor de los Serafines, que enriqueciste el corazón del devotísimo san Antonio de
tan ardiente amor tuyo, que amanera de serafín se abrasa en tu presencia, inmediación y
unión estrechísima, y por esto le elegiste tantas veces para tener en su pecho, como en un
nuevo cielo, tus delicias y regalos. Yo te doy infinitas gracias por esta dignidad grande de
tu inmensa caridad y por ella te pido enciendas mi alma en el fuego de tu divino amor, para
que te ame en esta vida y después la continúe en compañía de los coros angélicos y del
glorioso san Antonio, tu fidelísimo siervo, y así te puedo yo siempre alabar y engrandecer
tu misericordia y confesar que eres admirable en tus santos. Y si es para tu mayor honra y
gloria, concédeme lo que pido en esta novena, amén.

Aquí se hace la petición.


Novena en honor al apóstol
Santiago.
Después de haber rezado el santo rosario, se procede a leer las oraciones y el día
correspondiente.

Modo de rezar esta novena.

❖ Acto de contrición.
❖ Día.
❖ Tres Padrenuestros, tres Avemarías y un gloria al padre.
❖ Oración.
❖ Petición.
❖ Oración final.

ACTO DE CONTRICION

Señor mío Jesucristo a quien amo con todo mi corazón, en vuestra presencia me tenéis
humillado por mis pasados extravíos; de ellos vengo a pediros perdón. No miréis, Señor, la
gravedad de mis culpas, ved más bien la humildad y arrepentimiento, con que, cual otro
hijo prodigo, postrado en vuestra adorable presencia lloro mi deslealtad e ingratitud, para
con vos, padre misericordioso.
¿Qué tengo yo, que no haya recibido de vuestra bondadosa mano? La luz que me ilumina,
el aire que respiro y los bienes todos naturales dones tuyos son, el cuerpo con sus sentidos,
el alma con sus potencias, copia de vuestra divina imagen, regalos son primorosos de
vuestro amor para con esta inútil y vil criatura que ¡ingrata! Tan mal os ha correspondido.
¿Qué más debisteis hacer para obtener mi amor? Nada más, señor; me lo habéis dado todo:
me disteis vuestra sangre preciosísima en la cruz, para rescatarme con precio de la sangre
de un Dios hecho hombre, de la esclavitud del demonio; me disteis vuestro cuerpo y alma
santísimos en la sagrada eucaristía donde os adoro realmente presente.
Si todo lo vuestro me habéis dado, justo es que, si nada tengo yo que daros, os vuelva al
menos lo que os pertenece. Así, os entrego, Señor y Dios mío, mi alma con sus potencias,
mi cuerpo con sus sentidos, todo cuanto soy: todo lo pongo en vuestras santísimas manos,
para que de ellos hagáis lo que sea vuestra voluntad. Muy pobre es el don, hacedlo digno de
vos.

ORACION
Para después del día.

¡Oh glorioso apóstol Santiago, patrono de la iglesia de Guatemala! Dígnate aceptar estos
cultos que venimos a tributarte, manifestación de nuestro vasallaje de amor a nuestro
excelso bienhechor y de reconocimiento por los beneficios que de la divina bondad
recibimos por tu intercesión. Mira piadoso a estos tus devotos que humildes te piden que en
cumplimiento de tu patronato, atiendas a las necesidades de esta arquidiócesis y de esta
república; alcanza del altísimo, gracias y bendiciones para ella, para su prelado y
gobernante; para su clero y fieles todos; inflama el corazón de todos y cada uno en el amor
a Dios, para que viviendo en su santo amor y cumplimiento de su divina ley, podamos un
día gozar de las delicias del cielo que esperan a quienes viven según esta divina ley y que,
por su infinita bondad, nos ha deparado, amén.
Aquí se hace la petición.
ORACION FINAL

¡Oh Señor! Sed para vuestro pueblo santificador y custodio, a fin de que fortificados con la
protección de vuestro bienaventurado apóstol Santiago, os agrade por su conducta, al paso
que os sirva con ánimo tranquilo. Por vuestro Señor Jesucristo, vuestro unigénito, Amén.

DIA PRIMERO.

Seducido el primer hombre por las engañosas palabras del demonio que hipócritamente
tramaba su ruina, se revelo contra su creador negándose a obedecer su precepto: ¨no
comerás del fruto del árbol que se encuentra en medio del paraíso¨ e incautamente alargo la
mano al fruto prohibido iniciando con aquella acción el principio de su desgracia.
Queriendo hallar su felicidad y sacudir el dulce yugo de la divina obediencia, no encontró
sino la esclavitud a aquel mismo que le había seducido: el hijo del mejor de los padres pasó
a ser el esclavo del más cruel de los amos. Fue arrojado del paraíso y lleno de espanto oyó
la terrible sentencia ¨comerás el pan con el sudor de tu frente… morirás…¨; sentencia cuyos
efectos pronto hubo de sufrir, pues la tierra prodiga para el hasta entonces, principio a
negárselos y se halló en la dura necesidad de regar con el sudor de su frente los surcos
penosamente abiertos para depositar a semilla que debía cosechar, después de los trabajos
de cultivo con zozobras y desvelos.
Más la infinita misericordia de Dios no quiso que este trabajo, triste consecuencia de la
rebelión del primero hombre, fuese simplemente un castigo; quiso que nos fuera también
fuente y ocasión de merecimientos para conseguir el fin para que fuimos criados: su infinita
bondad no podía dejar así abandonada la más perfecta de sus criaturas, a la que ama con
todo su amor; dejo en nuestra voluntad santificar todo lo que, en cumplimiento de esa
sentencia hiciéramos y poder trocar así las lágrimas en preciosas perlas, las gotas de sudor
en topacios que engalanen la corona de quienes acatan la divina voluntad y la bendice en
medio de sus sufrimientos.
Así lo entendió Santiago, cuyas manos se encallecieron luchando con las tempestuosas olas
del mar en busca del sustento, cuando mereció ser llamado por Jesús para seguirle, le hallo
a la orilla del mar, después de haber pasado toda la noche trabajando en su tarea diaria:
obediente a la voz del maestro divino volvió a arrojar sus redes, mereciendo en recompensa
abundantísima pesca. Hecho después pescador de hombres, trabajó sin descanso ni
desalientos en cumplimiento de su nuevo y elevadísimo deber, obteniendo pesca abundante
de almas para su Señor y Dios cuya doctrina se extendía y cuyo nombre era alabado y
santificado por los fieles por el convertidos. ¡Cuán hermosa corona hallaría al final de su
carrera! Como el, trabajemos, santifiquemos nuestros trabajos elevándolos al orden
sobrenatural mediante nuestra conformidad a la divina voluntad y ofrezcamos todo a Dios,
dueño y señor soberano de todo. Amén.

Tres padrenuestros, tres avemarías y un gloria.


DIA SEGUNDO.
La Obediencia

Dotado el hombre de libre albedrio, facultad que le permite más bien a una cosa que a otra,
amar esto con preferencia a lo otro, es apto para merecer y así hacerse digno de premio o de
castigo. Solicitado al mismo tiempo por la ley que exige su cumplimiento y las pasiones y
bajos apetitos que piden la transgresión de esa misma ley, se halla constantemente en lucha
que no terminara sino con la vida.
Había ordenado Dios al rey Saúl que marchase a destruir a Amalech y que nada perdonara
de cuanto allí hallase. Mas, como no obedeciera Saúl, y conservara lo mejor para ofrecerlo
a Dios en sacrificio se presentó el profeta Samuel y reprendiendo en nombre del Señor su
desobediencia, le dijo ¨debías haber cumplido el mandato del Señor, pues es mejor la
obediencia que los sacrificios.¨
Es en verdad la obediencia la virtud que nos guía seguramente en el camino que conduce al
fin para que hemos sido creados. Dotados de libre albedrio, es nuestra voluntad solicitada
frecuentemente por las pasiones que halagan y provocan de mil modos incitando a transigir
la ley que, a su vez, nos invita a sus cumplimiento. Ya oyeron nuestros primeros padres ¨no
comáis del fruto del árbol que está en medio del paraíso¨. Si hubieran escuchado y
cumplido ese precepto, habrían asegurado su felicidad y la de sus descendientes; pero sonó
también a sus oídos ¨no moriréis, antes seréis semejantes a Dios¨; no obedecieron la
paternal amonestación y precepto de Dios y vino su desgracia y la nuestra.
Guía segura, la obediencia nos conduce por este mundo, victoriosos en las luchas
constantes que hemos de tener con las pasiones y los apetitos inferiores que nos provocan a
violar la ley y satisfacer nuestra inclinación.
Buen ejemplo de esta obediencia nos dio Santiago, cuando escucho la voz del maestro que
le llamaba a seguirle, dejo lo que tenía y fue en pos de él. No inquirió la razón del
llamamiento, ni se puso a considerar las dificultades que encontraría, las penas que sufriría,
ni pensó en las utilidades que acaso pudiera reportar. Nada; el maestro le llamaba y esto fue
suficiente para él; le había dicho ¨te hare pescador de hombre¨ e iba resuelto a cumplir el
encargo: dejaba sus redes que le daban el sustento; iba a pescar hombres con su palabra.
Aprendamos nosotros a obedecer a Dios con prontitud y así veremos que las empresas se
nos hacen fáciles y las dificultades se tornan pequeñas: el premio de nuestra obediencia será
el cielo para que fuimos criados. Amén.

Tres padrenuestros, tres avemarías y un gloria.

DIA TERCERO.

Con sobrada razón llamaba el santo Job, batalla nuestra vida en este valle de lágrimas,
miserias y amarguras: continuamente sentimos aquella ley de que se quejaba el mismo
apóstol san Pablo cuando decía: ¨siento en mis miembros otra ley que contraria a la ley del
espíritu¨. Vemos lo que es mejor y lo aprobamos, pero desgraciadamente seguimos lo peor,
instigados por las pasiones desordenadas. Mas ya el mismo apóstol, para consuelo nuestro,
decía poderlo todo con la gracia de Cristo, ¨todo lo puedo en aquel que me conforta, Cristo
Jesús¨, quien siempre esta pronto para ayudarnos en este combate con los enemigos de
nuestra alma; con mayor solicitud y afán que nosotros mismos, nos concede ese don
sobrenatural que nos hace fácil el cumplimiento del deber, dulce el yugo de su santa ley y
expedito el camino de la virtud.
Mas esa gracia de Dios pasa y ¡ay! De aquel que no la aprovecha: estrecha cuenta habrá de
dar del desprecio de ella. ¿no es una ingratitud que implica responsabilidad desoír la
amorosa voz de Dios, despreciar el auxilio suyo concedido en el deseo de salvarnos y el
concedernos lo necesario para vencer en el combate? ¿Qué será de nosotros si dejamos
pasar aquella gracia y ponemos así obstáculo de nuestra parte, al cumplimiento de los
designios de Dios?
Aprendamos de nuestro glorioso patrón Santiago, a corresponder a esas gracias con
prontitud y esmero. Oye el la voz de Cristo que le llama a seguirle y, sin poner resistencia
alguna, sin objetar nada, deja cuanto tenia, aun a sus padres para seguir a su maestro. De
ese modo mereció notable aumento de esas mismas gracias que dieron a su corazón
ardientes deseos de llevar nuevas almas a Jesús y a su palabra, avasalladora e irresistible
fuerza para mover las voluntades de los que tenían la dicha de oírle, a seguir aquella
religión que a unos parecía locura y a los más demasiado dura para sus pasiones, casi
imposible de cumplir en medio de la sensualidad de aquel tiempo. Resolvámonos a imitar y
que, en lo futuro, no pase ni una partecita de esa gracia sin aprovecharla como se debe.
Amén.

Tres padrenuestros, tres avemarías y un gloria.

DIA CUARTO.

El Señor que nos ha criado conserva nuestra existencia y, con amorosa mano, aparta de
nosotros lo que pudiera hacernos daño y nos rodea de amorosos cuidados como no lo
hiciera la mejor de las madres con su tierno cariño; no exige en cambio otra cosa sino que
le sirvamos no como a amo sino como a padre amorosisimo que tiene por delicias las
atenciones de sus hijos. Y es celoso el Señor de este servicio que justamente exige de sus
criaturas: llenase de gozo al ver el empeño y solicitud de las almas justas en su servicio, así
como hiere grandemente su corazón paternal quien le ofende repitiendo el fatídico grito de
¨no serviré, seré semejante al altísimo¨. ¡Que ingratitud tan negra, monstruosa deslealtad!
Negar el servicio a aquel de cuya mano recibimos todo: vida, salud, la promesa del cielo.
Bien comprendió esto nuestro excelso patrón el señor Santiago, al dar al Señor cuanto le
pedía para cumplir la difícil misión que le confiara. No le arredraron los peligros, no le
intimidaron las amenazas de los tiranos a quienes no agradaban las enseñanzas del apóstol,
reproche terrible de sus vicios; no retrocedió ante la muerte misma que se le presentaba con
todo el espantoso cortejo de sufrimientos que harían penosísimo el martirio; no callo su
boca ni dejo de predicar la doctrina del divino crucificado: lo exigía el servicio de Dios y el
estaba pronto a cumplirlo.
Aprendamos de el a servir al Señor desinteresadamente, sin escatimarle nada; muévanos
solo su amor, muévanos la consideración de lo mucho que de su benéfica mano hemos
recibido, lo que le debemos.
Danos, glorioso señor Santiago, ese espíritu de amor a Dios, esa constancia en su santo
servicio para que le seamos fieles hasta la muerte y, como san Pablo, podamos repetir en
aquella hora tremenda: ¨He concluido mi misión, he guardado mi fe¨. Amén.

Tres padrenuestros, tres avemarías y un gloria.


DIA QUINTO.

Gusta el que ama, hablar frecuentemente de la persona amada, quiere que conozca las
bellas prendas y cualidades de quien es el objeto de su amor, cuyas virtudes y méritos
quisiera que todos conocieran y alabaran; es esto muy conforme al humano corazón. Si
amaramos, como debemos, a nuestro creador y Señor, haríamos otro tanto: pronunciar su
santo nombre seria nuestra delicia, oír sus alabanzas llenaría de gozo nuestro corazón,
llevaríamos por todas partes el conocimiento de su divina majestad y nada omitiríamos para
que todos lo conocieran y le amaran. Si esto no es así, si nos es indiferente el que se le ame,
si vemos impávidos que se le ofenda, si no nos interesa que su reino se extienda por todo el
mundo según su deseo; prueba es de que no le amamos como lo merece y lo exige ¨amaras
al Señor tu Dios con todo tu corazón, con todas tus fuerzas¨. No le amamos, porque no le
conocemos ni estudiamos los favores sin cuento que de su mano recibimos a cada instante y
que debieran comprender nuestra gratitud.
Inflamado el apóstol Santiago en amor de aquel que a orillas del lago Genezaret, le había
escogido para seguirle, que, durante los tres años de predicación, le había distinguido de tal
manera permitiendo que se hallara presente en las más solemnes ocasiones: en la
transfiguración y en el huerto de los olivos la noche del prendimiento; con las alas que el
amor le daba, voló a conquistar para Cristo, la parte del mundo que le tocara en
evangelización, a llevar allá con notable celo el nombre de su amado maestro.
Correspondamos, como el, los favores que recibimos de la divina bondad, y en cambio de
ellos y para manifestarle nuestro amor, procuremos llevar almas a Cristo extendiendo su
reino con la palabra, con el ejemplo, al menos con la oración; de lo íntimo del corazón
digamos siempre: ¨venga a nos tu reino¨.
Vos, apóstol amado, a cuya guarda está confiada esta iglesia y este pueblo, inflamadnos con
ese amor que consumía vuestro corazón y haced que Cristo reine en todos los corazones,
que todos le amemos y glorifiquemos su sato nombre. Amén.

Tres padrenuestros, tres avemarías y un gloria.

DIA SEXTO.

El fin que Dios se propuso al crear al hombre, fue hacerle participante de su eterna felicidad
llevándole, concluida la vida mortal en este mundo al cielo preparado, por un exceso de su
amor para hacerle eternamente feliz con felicidad verdadera cuyo principio y causa no es
otro sino el mismo: ¨Yo seré tu recompensa grande sobremanera¨.
Su deseo es que todos los hombres se salven; que se santifiquen todos con santidad
semejante a la del mismo Dios. Así lo predicaba nuestro divino maestro: ¨sed santos, como
vuestro Padre celestial es santo¨. En muchas ocasiones hablaba de la conveniencia y
necesidad de trabajar por conseguir la patria celestial, indicaba los medios para ello y
manifestaba los obstáculos y ponderaba la felicidad de ella ¨que ni el ojo vio, ni el
entendimiento humano pudo comprender¨ para excitar así este deseo en todos los fieles y
darles ánimo para emprender el negocio de qué depende su eterna dicha.
Si consideramos la inmensa magnitud de esta felicidad y reflexionamos sobre la indecible
importancia de este negocio de salvar el alma, no podremos menos que dedicarnos con
todas las fuerzas de nuestras almas a conseguir esta felicidad. Ni hemos de olvidar que
tenemos hermanos criados para el mismo fin y que cuyo bien debemos ver como propio,
para cumplir el precepto del Señor ¨amaras a tu prójimo como a ti mismo¨. El celo que por
amor a las almas dio brío y animo a Santiago y le hizo ver pequeños los obstáculos y cortas
las distancias, nos dé también fuerza para llevar a nuestros hermanos el conocimiento de
Jesucristo, seguro y necesario para llegar al cielo.
Ayúdanos, santo apóstol, y danos ese espíritu de amor a Dios y a los prójimos que te
inflamó para trabajar por la extensión del reino de Cristo y llevar a las almas la verdadera
paz y felicidad. No olvides esta nación que se gloria de tenerte como patrono; haz que
todos conozcamos al señor por quien derramaste tu sangre; que le amemos y sirvamos
como conviene a quienes tantos y tan señalados favores han recibido de su benéfica mano.
Amén.

Tres padrenuestros, tres avemarías y un gloria.

DIA SEPTIMO.

¨Fuego traje a la tierra y ¿Qué quiero, sino que arda?¨ este es el deseo de Cristo: que el
fuego de su amor que encendió en medio de los hombres, arda con fuerza tal que inflame a
todos en su divino amor; que su honra sea el móvil de todas nuestras acciones y su gloria el
principal fin de ellas; que antes que todo busquemos el cumplimiento de su santísima
voluntad y en todo procuremos agradarle; que, por este mismo amor, seamos todos ¨un solo
corazón y una sola alma¨. Nadie como Dios merece este amor. ¡Cuán prodigo ha sido para
darnos cuanto puede hacernos felices! No solo nos dio el cuerpo con sus sentidos sino que
quiso darnos también con que recrearlos: bellos paisajes para recrear la vista, variado canto
de pájaros y deliciosas músicas para el oído, exquisito aroma de hermosas flores para el
olfato y ¡tantas cosas más que manifiestan el afán del creador por hacernos menos penoso
este destierro de la patria y elevar, por sus cualidades, nuestro pensamiento a ella! Y el
alma ¡cómo se delita recordando las finezas del creador! De cuantas dulzuras disfruta al
considerarlas y, de ellas, ascender a lo que es la consideración de lo que es la infinita
bondad autora y centro de tanto bien y a quien por tanto debemos amar con todas las
fuerzas de nuestro pobre corazón.
Y, si pensamos que Dios desde toda la eternidad se ha preocupado por prepararnos en el
cielo la felicidad completa sin mezcla alguna de mal ¿Cómo podremos resistirnos a
corresponder a este inmenso amor? No, lejos de nosotros tal ingratitud. Seamos dignos de
la alta dignidad que plugo a la infinita misericordia señalarnos en el reino natural y
amémosle con todo el corazón.
Danos, ¡oh santo apóstol! Ese amor ardiente que inflamo tu corazón por el divino maestro y
haz que como tú, le amemos con amor intenso, puro y activo. Compadécete, glorioso
patrono, de esta nación confiada a tus cuidados; ¿no ves que tanto ofendemos a aquel por
quien diste tu sangre? Que no le amamos como debiéramos. Cumple tu encargo con el
mismo celo con que les predicaste a los gentiles para que de todos los corazones salga un
himno de alabanza a nuestro buen Dios. Amén.

Tres padrenuestros, tres avemarías y un gloria.


DIA OCTAVO.

Si Cristo, verdadero Dios y hombre, ha dicho que sus delicias son estar con los hijos de los
hombres, el cuya felicidad encuentra el principio en si miso; ¿Cómo veremos nosotros con
indiferencia este su deseo y no pondremos nuestra mayor felicidad y alegría en estar con él?
Desde la eternidad amo al hombre y, caído, se compadeció de él y decidió salvarle del triste
estado a que su desobediencia le había conducido y, para ello, hacerse hombre para poder
morir por él y reconciliarle con su padre; en su vida mortal ponía sus alegrías en tratar con
sus apóstoles, hombres rudos a quienes había escogido para hacerles continuadores de su
obra; era su mayor contento verse rodeado de la gente que escuchaba ansiosa sus divinas
enseñanzas y cuyas enfermedades curaba y consolaba sus tristezas poniendo remedio a sus
males; muerto por nosotros, quiso quedarse en nuestra compañía e ideo el más portentoso
de sus milagros: la sagrada Eucaristía, para que le tengamos a mano y podamos llegar
confiadamente a contarle nuestras tribulaciones, a hacerle confidente de nuestras cuitas, a
hacerle compañía. ¡Qué exceso de amor de que solo Dios es capaz!
¿Cómo correspondemos a él? ¿Son nuestros deseos semejantes a los suyos? ¿Le buscamos
con el mismo afán con que él lo hace? ¿Palpita nuestro corazón al unísono del suyo? ¿Es el
sagrario, humilde morada suya, el centro donde descansa nuestro fatigado corazón, donde
hallamos nuestro consuelo?
Tiempo es que reflexionemos sobre esto y demos respuesta sincera y franca a nuestras
preguntas. ¡Oh como hemos de avergonzarnos al ver lo contrario de nuestras aspiraciones,
la diferencia de nuestro querer!
¡Cuán distinto era vuestro deseo, santo patrono Santiago! Tu corazón ardía en tales deseos
de estar con Cristo, que le seguías a donde iba y siempre cerca de él estuviste y, cuando de
su separación habló, le pediste por mediación de tu madre, para asegurar el éxito de tu
petición, que en su reino te tuviera cabe el; pues tu amor no te permitía pensar siquiera en
estar lejos de tu amadísimo maestro y, para conseguirlo, ofreciste esforzado, estar pronto a
sufrir las penas que necesario fuera. Inspira en nosotros igual deseo y esfuérzanos para estar
dispuestos a sufrirlo todo, a padecer cualquier trabajo con tal de obtener la dicha de no
separarnos jamás de tan amante Señor que da cuanto tiene y en cambio no pide de nosotros
sino el corazón. Toma el mío y el de todos los de esta nación y llévalos a nuestro divino
salvador. Amén.

Tres padrenuestros, tres avemarías y un gloria.

DIA NOVENO.

Grande es el número de los educados cristianamente por una santa madre o desengañados
más tarde de los atractivos del mundo mentiroso siempre u obligados por penas y
quebrantos, que buscan en la iglesia el consuelo de sus aflicciones, el remedio de los males
que los atormentan, el bálsamo para sus sufrimientos. Así, practican la religión santa y
hasta a aman por un tiempo. Pero frecuentemente vemos lamentables defecciones, caídas
que nos causan tanta admiración, como espanto. Muchos ponen la mano en el arado y
después… ven atrás y, satisfechos de la jornada andada o atemorizados por lo que les falta
aún por recorrer, dejan sus anteriores prácticas, se alejan de los santos sacramentos que dan
vida al alma y llegan a ser escándalo de los fieles y a labrarse su eterna ruina.
No es ciertamente el premio para los que comienzan la carrera sino para los que la
concluyen con feliz éxito y llegan al final conservando su fe. Por ello nos amonesta la
sagrada escritura diciendo: ¨el que perseverare hasta el fin, este será salvo¨. No es la corona
para los que comienzan bien sino para los que perseveran y obran siempre durante la vida
conforme a la ley divina que debe ser la norma de nuestros actos todos que han de ser
informados por el santo amor de Dios tan interesado en nuestra felicidad y bien.
Así lo practico siempre nuestro santo patrono, trabajando constantemente conforme a la
santa vocación a que había sido llamado; nunca creyó haber hecho lo bastante ni dijo jamás
basta; no atendió a lo que había hecho por la gloria de Dios buscando siempre ocasión de
extender más el reinado del divino maestro y la manera de llevar a todas partes la buena
nueva de su celestial doctrina, salvando así al mayor número de hermanos. Mereció de esta
manera coronar su carrera con la gloria del martirio, premio singular que Dios concede a
los elegidos cuyos fugaces tormentos se mudan súbitamente en la más brillante corona de
gloria y verdadera felicidad en la mansión de la eterna paz y dicha inefable; las
humillaciones en eterno honor; los vejámenes y afrentas, en himnos de triunfo. Dichoso el
que entendió en que consiste la verdadera gloria y para quien no fue escándalo, como para
los judíos, la Cruz de Cristo.
De nuestro excelso patrón aprendamos a ser fieles a la vocación a que misericordiosamente
fuimos llamados; como el, seamos generosos con Dios y observemos siempre su santa ley
fácil con su divino auxilio y dulce con sus gracias y consuelos concedidos generosamente a
quien los pide humildemente. Esforcémonos por perseverar en la práctica de las buenas
obras santificadoras y renovemos cada día los propósitos de ser mejores. Amén.

Tres padrenuestros, tres avemarías y un gloria.


Novena a San Miguel
Arcángel.
Después de haber rezado el santo rosario, se procede a leer las oraciones y el día
correspondiente.

Modo de rezar esta novena.

❖ Día.
❖ Oración para todos los días y petición.
❖ Oración para todos los días.
❖ Oración final.
❖ Letanías al arcángel san Miguel.
❖ Gozos a San Miguel.

ORACIÓN PARA TODOS LOS DÍAS Y PETICION.

Gloriosísimo Príncipe de la Corte del Cielo. Excelentísimo Arcángel San Miguel, gran
primer ministro de Dios, amigo de Jesucristo, y muy favorecido de su Santísima Madre,
defensor de la Iglesia y abogado de los hombres: pues tanto favorecéis a vuestros devotos,
haced que yo os sepa amar y servir, y alcanzadme del Señor lo que deseo y pido en esta
Novena, a mayor honra y gloria suya y provecho de mi alma.

Aquí, con la mayor confianza y devoción que se pudiere, pedirá cada uno al santo
Arcángel la gracia o favor que desee alcanzar en la novena.

ORACIÓN PARA TODOS LOS DIAS.

Omnipotente y sempiterno Dios; que por Tu suma clemencia nombraste, para la salud de
los hombres, al gloriosísimo San Miguel Arcángel Príncipe de tu Iglesia concédenos, que
por su intercesión y eficaz auxilio merezcamos ahora ser defendidos de todos nuestros
enemigos, en la hora de nuestra muerte seamos libres, y presentados benignamente ante el
trono de tu Majestad excelsa. Amén.

ORACIÓN FINAL

¡Oh soberano Arcángel! ¡Oh excelente príncipe de la corte del cielo! ¡Quién no os será muy
devoto desde hoy, si así favorecéis a vuestros devotos? ¿Quién no os servirá con mucho
cuidado, si de esta manera pagas los servicios que os hacen? Más para que yo os ame, basta
saber el amor que me tienes al que no puedo corresponder, con igual amor; Para que os
sirva no es necesario prometerme nuevos favores; con los pasados, me tenéis más obligado
de lo que podré jamás purgar ni reconocer Pero ya que con obras no puedo responder a
tantas mercedes, recibe mis palabras y afectos. Gracias te doy, ¡oh excelso y sublime
espíritu!, porque defendisteis la honra y gloria de mi Señor Jesucristo y por todos los
servicios que en toda la vida le hicisteis a Él y a su Santísima Madre.
Gracias os doy por el ángel que has destinado para mi guarda y por los otros beneficios
generales y particulares que por vos o por medio de vuestros ángeles me has hecho, los
cuales no conozco bastante en esta vida, ni los puedo dignamente agradecer y por eso pido
y suplico al ángel de mi guarda, que en mi nombre te los agradezca y juntamente los que
has hecho a toda la naturaleza humana; y principalmente a la Santa Iglesia, de que yo soy
miembro. Yo me gozo de todos los privilegios, gracias, prerrogativas, dignidades y dones
naturales y sobrenaturales con que el Señor te ha honrado y enriquecido y doy al Señor
eternas gracias por ellos, porque así quiso exaltarte y hacerte su privado y favorecido entre
todos los ángeles. Defiéndeme, ¡oh valerosísimo capitán de los ejércitos de Dios! Envía en
mi socorro a vuestros soldados, para que me defiendan de los demonios y no me rindan a
sus combates y tentaciones. Manda vuestros ángeles que me guíen para no andar errado;
que me alumbren para que no camine ciego y que pongan sus manos para que no tropiecen
mis pies en el camino peligroso, de esta vida. Asistid con vuestros ángeles, a mi muerte y
alcanzadme del Señor contrición verdadera de mis culpas, para que, presentada mi alma
ante vuestro Tribunal, merezca ser representada por vuestras manos el trono de la Santísima
Trinidad y entrar en posesión de la gloria, donde alabe al Señor para siempre y dar
perpetuas gracias de haber conseguido con vuestra intercesión la bienaventuranza.
Amén.

Letanías a San Miguel Arcángel

Señor Jefe de los ejércitos del Señor


Jesús Terror de los demonios
Señor Azote de la herejía
Jesús Adorador del verbo encarnado en Belén
Jesús Socorro de os moribundos
Dios Padre celestial Centinela vigilante del campo del Señor
Dios hijo Redentor del mundo Celador ardiente de la gloria de Jesucristo
Dios Espíritu Santo Guardián del soberano pontífice
Santísima Trinidad que eres un solo Dios Genio tutelar de la juventud
Santa María Reina de los Ángeles Vos que acompañáis las almas ante el
San Miguel tribunal de Jesucristo
Arcángel Venerado Vos que tocareis la trompeta del juicio
Defensor de la Gloria de Dios Vos que os levantareis en tiempo de
Vencedor de Satanás y sus cohortes persecución para sostener la fe de los
Príncipe de la Jerusalén celestial fieles
Espíritu de Luz Vos a quien todos los ángeles rinden
Protector del pueblo de Dios homenaje
Sostén de la Iglesia Cristiana Vos a quien las Santas escrituras hacen el
Amparo de las naciones católicas elogio por estas palabras: Miguel el
El primero de los ángeles primero
Serafín sublimísimo entre los primeros príncipes
Príncipe de la milicia celestial

Cordero de Dios que borra los pecados del


mundo
Cordero de Dios que borra los pecados del
mundo
Cordero de Dios que borra los pecados del
mundo
Jesús
Jesús
Ruega por nosotros Bienaventurado
Arcángel, para que seamos dignos de las
Promesas de Nuestro Señor Jesucristo.

Gozos del Arcángel San Miguel

Pues en la Corte del Cielo De quien Cristo se valía


Gozáis de tan altos blasones Cuando a su Madre quería
Consolar acá en el suelo.
Dad a nuestros corazones
Arcángel Miguel consuelo. Dad a nuestros corazones
Arcángel Miguel consuelo.
De la Escuadra celestial
Sois el Primer Coronel Cuando Cristo en oración
Que al atrevido Luzbel Estaba en el huerto triste
Venciste en guerra campal Vos del cielo le trajiste
Echando al fuego infernal El consuelo en su aflicción
Su rabia y furioso anhelo. Dando alivio en la ocasión
De su mayor desconsuelo.
Dad a nuestros corazones
Arcángel Miguel consuelo. Dad a nuestros corazones
Arcángel Miguel consuelo.
Vos al hombre desterraste
Que profanó el Paraíso Mucho aprecio en el Juicio
Bien que con piadoso aviso De Dios tu virtud alcanza
Su enmienda solicitaste Pues te fía la balanza
Pues con piedad le enseñaste Para hacer de juez oficio
A llevar con pan su duelo. Pesando virtud y vicio
Del grande y del pequeñuelo.
Dad a nuestros corazones
Arcángel Miguel consuelo. Dad a nuestros corazones
Arcángel Miguel consuelo.
Vos al pueblo de Israel
Sacaste libre a buen puerto Las empresas más gloriosas
Y guiaste en el desierto Fía Dios a tu destreza
Porque a Dios sirviese fiel Y emplea tu fortaleza
Dándole por pan aquel En las más dificultosas
Maná que el bajó del cielo. Haces obras tan pasmosas
Que admira la tierra y cielo.
Dad a nuestros corazones
Arcángel Miguel consuelo. Dad a nuestros corazones
Arcángel Miguel consuelo.
De la Escuadra de María
Fuiste el Cabo principal
Y embajador especial
Abogado y protector
Da la iglesia militante
Cuida siempre vigilante
De darle auxilio y favor
Y cuando el riesgo es mayor
Tanto es mayor tu desvelo.

Dad a nuestros corazones


Arcángel Miguel consuelo.
Dad pues arcángel glorioso
Aliento a nuestra esperanza
Pues tenéis tanta privanza
Con el Todopoderoso
Venga a todos presurosos
Vuestro favor es un vuelo.

Dad a nuestros corazones


Arcángel Miguel consuelo
DÍA PRIMERO

Dios y Señor de los ángeles, a quienes encomiendas la guarda de los hombres: ofrezco los
merecimientos de estos soberanos espíritus y los del Príncipe de los ángeles, San Miguel,
que por sí, y por medio de sus ministros, guarda la naturaleza humana, que me guardes de
todo pecado, me concedas una pureza angélica y otorgues lo que pido en esta Novena, a
mayor honra y gloria vuestra.

Aquí rezará nueve veces el Padre Nuestro y nueve Ave María, en honra de los nueve coros
de los Ángeles, y de su príncipe San Miguel.

DÍA SEGUNDO

Dios y Señor de los Arcángeles, a quien encomiendas los negocios gravísimos de vuestra
gloria; por tales merecimientos gravísimos de vuestra gloria: ofrezco los merecimientos de
estos nobilísimos espíritus y los de San Miguel Arcángel, que defendió vuestra honra y
gloria contra Lucifer y sus ángeles, para que yo busque en todas las cosas vuestra mayor
honra y gloria y me des lo que pido en esta novena. Amen.

Aquí rezará nueve veces el Padre Nuestro y nueve Ave María, en honra de los nueve coros
de los Ángeles, y de su príncipe San Miguel.

DÍA TERCERO

Dios y Señor de los Principados a quienes encomendáis la guarda de los reinos, ofrezco los
merecimientos de estos excelentísimos espíritus y los del príncipe de la Milicia Celestial,
San Miguel, guarda mayor de todos los reinos cristianos, para que guardes mis sentimientos
y potencias de todo desorden y desobediencia a vuestras leyes divinas y me concedas lo que
pido en esta novena, a mayor honra y gloria. Amén.

Aquí rezará nueve veces el Padre Nuestro y nueve Ave María, en honra de los nueve coros
de los Ángeles, y de su príncipe San Miguel.

DÍA CUARTO

Dios y Señor de las Potestades, quienes tienen especial poder para refrenar los demonios;
ofrezco los merecimientos de estos poderosísimos espíritus y los de vuestro siervo, San
Miguel Arcángel, que alcanzó sobre los demonios la mayor victoria y con la misma
facilidad pelea continuamente contra ellos, en favor de los hombres, para que me defiendes
de todas las tentaciones del mundo, del demonio y de la carne y me des lo que pido en esta
novena, a mayor honra y gloria vuestra. Amén.

Aquí rezará nueve veces el Padre Nuestro y nueve Ave María, en honra de los nueve coros
de los Ángeles, y de su príncipe San Miguel.
DÍA QUINTO

Dios y Señor de las Virtudes, por las cuales haces milagros propios de vuestro soberano
poder, gobernando la naturaleza, para que os sirva a vuestra gloria: ofrezco los
merecimientos de estos prodigiosos espíritus y los de San Miguel, principal instrumento de
todas las maravillas que se hacen en el mundo, para que me concedas, que vencidas las
malas inclinaciones de mi corrompida naturaleza, conserve y aumente vuestra gracia y
consiga lo que pido en esta novena, a mayor honra y gloria vuestra. Amén.

Aquí rezará nueve veces el Padre Nuestro y nueve Ave María, en honra de los nueve coros
de los Ángeles, y de su príncipe San Miguel.

DÍA SEXTO

Dios y Señor de las Dominaciones, las que presiden a los coros inferiores y son ministros
de vuestra providencia, os ofrezco los merecimientos de estos eminentísimos espíritus y los
de vuestro primer ministro San Miguel, para que me concedas perfecto señorío sobre mis
pasiones y perfecta obediencia a todos mis superiores y la gracia que pido en esta novena, a
mayor honra y gloria vuestra. Amén.

Aquí rezará nueve veces el Padre Nuestro y nueve Ave María, en honra de los nueve coros
de los Ángeles, y de su príncipe San Miguel.

DÍA SÉPTIMO

Dios y Señor de los Tronos, en quienes descansas, como en el trono de vuestra gloria y os
sientas como en tribunal de justicia: ofrezco los merecimientos de estos altísimos espíritus
y los de San Miguel Arcángel, trono de vuestra grandeza y ministro supremo de justicia,
para que concedas, que yo me juzgue a mí mismo con rigor, para ser después juzgado con
piedad y consiga lo que pido en esta novena, a mayor honra y gloria vuestra. Amén.

Aquí rezará nueve veces el Padre Nuestro y nueve Ave María, en honra de los nueve coros
de los Ángeles, y de su príncipe San Miguel.

DÍA OCTAVO

Dios y Señor de los Querubines que están adornados de perfectísimas sabidurías: ofrezco
los merecimientos de estos sapientísimos espíritus y los de San Miguel, príncipe de los
sabios del cielo, por quien enseñas a vuestra Iglesia las verdades que necesita saber para
que me enseñe a temerte y amarte, que es la mayor sabiduría y que me concedas lo que
pido en esta novena, a mayor honra y gloria vuestra. Amén.

Aquí rezará nueve veces el Padre Nuestro y nueve Ave María, en honra de los nueve coros
de los Ángeles, y de su príncipe San Miguel.
DÍA NOVENO

Dios y Señor de los Serafines que se abrazan a vuestro amor: ofrezco los merecimientos de
estos ardentísimos espíritus y los de vuestro amado y amante San Miguel, para que yo os
ame, único Dios y Señor mío, sobre todas las cosas, con toda el alma, con todo el corazón y
con todas las fuerzas; y para que me concedas lo que pido en esta novena, a mayor honra y
gloria vuestra. Amén.

Aquí rezará nueve veces el Padre Nuestro y nueve Ave María, en honra de los nueve coros
de los Ángeles, y de su príncipe San Miguel.
Novena a San Martin
Caballero
Después de haber rezado el santo rosario, se procede a leer las oraciones y el día
correspondiente.

Modo de rezar esta novena.

❖ Acto de contrición.
❖ Día.
❖ Consideración.
❖ Nueve Padrenuestros y nueve Avemarías.
❖ Oración de cada día.
❖ Petición.
❖ Oración final.

Acto de contrición.
Oración para todos los días.

Oh Dios que conoces muy bien la debilidad de nuestras fuerzas, y que de ningún modo
podemos subsistir sin la acción providencial que conserva todo lo creado; concede benigno
que seamos fortificados por la intercesión de tu confesor y sacerdote San Martin, contra
todos los males que nos aquejan. Por Nuestro Señor Jesucristo que contigo vive y reina en
unidad del Espíritu Santo, por los siglos de los siglos. Amén.

Oración final.
Para todos los días.

¡Oh bienaventurado y esclarecido santo, patrono mío, Señor San Martin! Que habiendo
nacido en las tinieblas del paganismo, por haberlo permitido así la divina providencia para
sus altos fines, con solo la luz de la razón y el auxilio de la gracia conociste a Dios,
saliendo de la infidelidad y remontándote como águila, por medio de la contemplación,
para ver, conocer y adorar al sol de justicia Jesucristo, hasta ser ilustrado e iluminado con la
luz de la fe. Por las grandes y singulares prerrogativas que Dios te concedió al hacerte
miembro del cuerpo místico de la iglesia, elevándote después de la dignidad episcopal. Por
las grandes virtudes y sublimes excelencias con que enriqueció tu bendita alma, y por la
ardiente caridad en la que se abraso su corazón en esta vida, amando a Dios y haciendo en
todo su voluntad, te suplico que interpongas tu poderoso valimiento antes el trono del
Altísimo para que nos alcance de Dios Nuestro Señor fe viva, esperanza firme, caridad
fervorosa, para que a imitación tuya, fortalecidos con el ejercicio de las virtudes seamos
fieles a la gracia, manteniendo una conciencia limpia, un exterior modesto y una conversión
edificante; para que con la observancia de la ley divina, el vencimiento de las pasiones y la
conformidad con las voluntad de Dios, como tú lo hiciste hasta los últimos momentos de tu
vida, alcancemos el vivir sanamente para tener una vida preciosa a los ojos de Dios e ir
después a gozarle y glorificarle en tu compañía en la gloria. Amén.
PRIMER DIA
Religiosidad.

San Martin, siendo de la edad de diez años, contra la voluntad de sus padres, que eran
gentiles, fue en busca de un sacerdote cristiano y se alistó como catecúmeno.

Consideración.

Cuando debamos cumplir con nuestros deberes religiosos, como ir la santa misa los
domingos y días de fiesta, comulgar por pascua florida, guardar el día de precepto, ayunar,
etcétera, debemos como nuestro santo, vencer todo obstáculo para cumplir con nuestro
deber.

Oración.

Oh glorioso San Martin, que desde pequeño no obstante naciste y fuiste educado en el
paganismo, tus virtuosas inclinaciones te condujeron al conocimiento del verdadero Dios,
por esa tu temprana religiosidad, te rogamos intercedas antes nuestro Señor Jesucristo, que
sigamos los preceptos que con su vida y ejemplo nos vino a enseñar para conducirnos a la
patria celestial, donde deseamos morar por los siglos de los siglos. Amén.

SEGUNDO DIA
Caridad.

Entrando San Martin, un día de invierno muy riguroso, en la ciudad de Amiens, encontró a
un pobre desnudo, temblando de frio; pidióle limosna el pobre, y no teniendo Martin para
darle, corto su capa para entregarle la mitad.

Consideración.

Cuando se quiere hacer caridad, se puede aun estando pobre; pues la caridad es fecunda en
arbitrios y recursos, como se puede ver por el ejemplo que nos dio nuestro santo Martin.

Oración.

San Martin caritativo. Que es de comprender que ¨el que tiene mayor caridad es el más
santo¨ y no solo guiado por el amor al prójimo, no vacilaste en cortar tu capa y dar la mitad
al pobre, por tu acción tan generosa, te rogamos pidas al Dios de los ejércitos inflame
nuestros corazones con la mayor de las virtudes que es la caridad, a fin de que ejercitándola
en esta vida, logremos ir a recibir el premio en la eterna. Amén.
TERCER DIA
Humildad.

San Martín hizo tantos progresos en la virtud de la humildad, que cuando San Hilario quiso
ordenarlo de diacono, no acepto más que el grado de exorcista. Después, habiendo vacado
el obispado de Tours, por fuerza se le colocó en la silla episcopal, puesto que le repugnaba
toda dignidad.

Consideración.

Es muy común entre nosotros aspirar a las grandezas y a los honores, sin comprender que
¨el que se humilla será ensalzado y el que se ensalza será humillado¨. Imitemos a nuestro
santo en ser los últimos de todos si queremos ser de los primero en donde existe la
verdadera felicidad.

Oración.

Martin, santo, tu que quisiste ser el último y que tu humildad fue premiada con la jerarquía
de obispo, te pedimos intercedas ante el altísimo, para que nos conceda la humildad
necesaria y conformidad con su voluntad, quien no se desdeñó en nacer de una pobre virgen
para venirnos a enseñar el camino del cielo, donde queremos verlo por los siglos de los
siglos. Amén.

CUARTO DIA
Oración.

Nuestro santo era un hombre de incomparable bondad y de gran rectitud; y ¿Cómo no había
de llegar al más alto grado de perfección, si continuamente estaba en oración? Y ¿Cómo no
debía de tener un entendimiento muy iluminado el que continuamente oraba para alcanzar
del espíritu santo las luces celestiales?

Consideración.

Siendo la oración el medio de reconciliarse con Dios y de comunicar a los mortales los
beneficios y mercedes que desde la eternidad tiene determinado hacerles, ¿Qué gracia y
beneficios no concedería a San Martin, la tercera persona de la trinidad santísima?
Hagamos continuamente oración, imitando a nuestro santo.

Oración.

Oh Martin santo, que por medio de la oración llegaste a conseguir de nuestro divino
Salvador gracias muy especiales, te pedimos nos consigas del mismo supremo bien, gracias
para que sepamos orar y oremos con perseverancia para el bien de nuestras almas, y limpios
de toda culpa, seamos dignos de alcanzar las promesas de Nuestro Señor Jesucristo. Amén.
QUINTO DIA
Penitencia.

No dejaba San Martin de hacer penitencia. En Milán se encerró en un monasterio, pero


habiendo sido arrojado de el por los arrianos, retiróse a una isla del mar Tirreno, donde por
mucho tiempo se alimentó con yerbas, haciendo penitencias de diversas maneras para
agradar a Dios.

Consideración.

Los ayunos, mortificaciones y en general la penitencia, son las armas de que dispone el
espíritu para dominar a la carne. Sigamos el ejemplo de nuestro santo para mortificarnos y
apagar en algún tanto nuestras pasiones.

Oración.

Martin santo, que con tus continuas mortificaciones nos diste un ejemplo de cómo debemos
proceder para eliminar los impulsos de la carne, que nos induce a pecar, ruega al rey de los
mártires, que si no hacemos penitencia por lo menos soportemos con paciencia las
flaquezas de nuestros prójimos y la cruz que debemos llevar en este valle de lágrimas para
después ir a gozar de la eterna gloria. Amén.

SEXTO DIA
Sacerdocio.

San Martin, desde catecúmeno, por sus virtudes, ya se le señalaba como el elegido por Dios
para el sacerdocio, y de aquí que todo el pueblo de Tours lo hubiera aclamado como su
obispo, alta dignidad a la que supo corresponder con la santidad de su vida en las que pudo
unir las virtudes del episcopado con la austeridad del monasterio.

Consideración.

¿Qué ministerio más sagrado que el de los sacerdotes?


¿Qué estado más santo que el del sacerdote? ¿Qué inocencia, que pureza de costumbres,
que virtudes, que santidad deben haber adornado a nuestro santo, como ministro del Señor?
Veamos, pues, en los ministros de la iglesia, como a los mediadores entre Dios y los
hombres.

Oración.

Oh Martín santo, sacerdote del altísimo, tu que en esta vida cantaste sus glorias y que en las
palabras de la consagración lo hacías descender a la Santa Eucaristía y que ahora lo gozas
en el cielo, suplícale nos conceda la gracia de perdonarnos nuestros pecados, para que
limpios de corazón vayamos a gozarle por toda la eternidad. Amén.
SEPTIMO DIA
Trabajo.

No se conformaba nuestro santo en enseñar en la comunidad de hombres ya ilustres de que


se había rodeado, ni de propagar el evangelio únicamente en su diócesis, sino que su celo
apostólico se extendió a otros muchos lugares de Francia y España, fundando y propagando
en ellos la verdadera religión.

Consideración.

El trabajo de que muchas personas se quejan, no es más que una bendición del cielo. Con el
trabajo se tiene lo necesario para la vida y con el trabajo no hay ocasión de pecar.
Debemos, pues, imitar a san Martín, quien fue en todo tiempo, infatigable en el trabajo.

Oración.

¡Oh glorioso san Martín! Infatigable pastor que no descansaste sino en el cielo, pues que te
preocupo tanto la salvación de las almas, que saliendo de tu diócesis, ibas sembrando muy
lejos la semilla del cristianismo. Por tantos trabajos que tuviste, te ruego en mis trabajos,
me consigas del Dios de las misericordias, conformidad para llevarlos con agrado en esta
vida y poder en la otra descansar eternamente. Amén.

OCTAVO DIA
Milagros.

San Martín fue un hombre superior por su elevada virtud, recompensando Dios su eminente
santidad con el don de los milagros, que se complacía en obrar por medio de nuestro santo.

Consideración.

¿Por qué fue premiado nuestro santo con el don de los milagros? Por su santidad y gran fe,
por su caridad y oración continua. Sigamos su ejemplo, seamos verdaderamente santos y
haremos el milagro de edificar, teniendo una gran fe y salvar a cuantos nos rodean.

Oración.

¡Oh glorioso san Martín! A quien Dios quiso premiar con el don de los milagros, te ruego
intercedas que se me conceda lo que en esta novena te pido, si es del agrado de Dios y bien
de mi alma; pues de lo contrario me bastara la gracia de llorar mis culpas y de no pecar más
para gozar en tu compañía la eterna bienaventuranza, por los siglos de los siglos. Amén.

NOVENO DIA
Muerte.

San Martín nos enseñó a morir; pues habiéndole pedido sus discípulos a la hora de su
muerte, que no los desamparara, enterneciose el santo de tal manera que sintiendo en su
corazón dos efectos contrarios, uno de irse a unir con su soberano bien y otro de quedarse
en la tierra para el bien de su iglesia, oró de la siguiente manera: ¨Señor, si todavía soy
necesario a tu pueblo, no rehúso el trabajo; hágase tu voluntad.¨

Consideración.

Sujetémonos a la voluntad de Dios como nuestro santo. Si son muchas y grandes nuestras
penas, no las rehuyamos, y si viene la muerte, entreguemos nuestra alma en los brazos del
Señor.

Oración.

Dichosísimo san Martín, que nos has enseñado a vivir y a morir, te rogamos nos alcances
del Dios de las misericordias, nos conceda vivir santamente para poder decir: Señor, si tú
quieres que vira, viviré, y si no que se haga tu santísima voluntad. Amén.
Novena a San Estanislao de
Kostka.
Después de haber rezado el santo rosario, se procede a leer las oraciones y el día
correspondiente.

Modo de rezar esta novena.

❖ Invocación a san Estanislao


❖ Oración para todos los días.
❖ Consideración. (una cada día)
❖ Oración del día.
❖ Tres Padrenuestros, tres Avemarías y un gloria.
❖ Ejemplo (uno cada día)
❖ Petición.
❖ Ultima oración
❖ Gozos a san Estanislao

INVOCACION A SAN ESTANISLAO.


Para todos los días.

Amabilísimo protector mío, san Estanislao: por amor de Jesucristo y de María inmaculada
os suplico me alcancéis una verdadera contrición de mis culpas pasadas, semejante a
aquella que vos concebisteis por vuestras no verdaderas culpas, y una limpieza entera de
cuerpo y alma con una ardentísima caridad, semejante a aquella limpieza y caridad vuestra
acendrada, por las cuales virtudes os merecisteis el verdadero renombre de joven angélico y
serafín humanado; y la gracia que os pido en esta novena, si es para mayor gloria de Dios,
honor vuestro y bien de mi alma. Amén.

ORACION
Para todos los días.

Dios y señor de los santos, que siendo admirable en todos ellos, quisiste singularizaros en
vuestro gloriosísimo siervo y abogado nuestro san Estanislao, juntando con las flores de sus
primeros años los sazonados frutos de relevantes virtudes; humildemente os suplicamos,
nos concedáis, que llevados de la fragancia y buen olor de tan angélicas costumbres,
corramos presurosos por la senda de la virtud, hasta conducirnos al ameno paraíso de la
gloria, en donde os alabemos y amemos eternamente con el lleno de aquel gozo, que
preparasteis para vuestros escogidos. Amén.

ULTIMA ORACION.
Para todos los días.

Inocentísimo joven, abrasado serafín Estanislao, rubricado desde el vientre de vuestra


madre con el dulce y augusto nombre de Jesús, feliz pronuncio de vuestra asombrosa
santidad, con la que singularmente os gozáis, como querido benjamín de la iglesia; por
aquella tiernísima devoción que tuvisteis al augustisimo sacramento del altar, cuyas delicias
repetidas veces os franquearon los ángeles, y por el amor y tierna devoción con que
amasteis y servisteis a la santísima Virgen, de cuyos brazos recibisteis en los vuestros la
prenda más amada de sus entrañas, y a quien los esmeros de vuestro cariño apellidaban con
el dulcísimo renombre de madre; os suplicamos con lo íntimo de nuestro corazón, nos
alcancéis de la majestad de Dios Nuestro Señor, que nuestra vida sea tan arreglada y
conforme a su santa ley, cual quisiéramos hubiese sido en el último y terrible instante de
ella, que es la muerte; para que de esa manera lleguemos en vuestra compañía a gozar y
poseer eternamente en el cielo, el sumo bien para que fuimos creados. También os
suplicamos, gloriosísimo abogado nuestro, que nos alcancéis del mismo Señor
sacramentado, una buena disposición para recibirle, y una tiernísima y verdadera devoción
a la santísima Virgen María, Madre y Señora nuestra, para que venerándola como a reina, y
amándola como a Madre, nos alcance de su santísimo hijo todo aquello, que para mayor
gloria suya y provecho de nuestras almas. Amén.

GOZOS A SAN ESTANISLAO.

CORO
Angélico Kostka,
Dechado de amor,
Enciende en mi pecho
Tu célico ardor.

Cual mística rosa


Exhala tu infancia
Divina fragancia
De toda virtud.
Y el cielo propicio
Con próvido anhelo
De ti en este suelo
Formo un serafín.

CORO

De envidia el averno
Bramando te mira,
Y excita su ira
Con rabia y furor.
Cual victima pura
Te ofrece un hermano
Que a par de un tirano
Persíguete infiel.

CORO

Mas tu cual atleta


Venciste en tal guerra,
Y absorta la tierra
Tu triunfo admiró.
Y allá en el empíreo
Un ángel victoria
Proclama, y de gloria
Tu nombre llenó.

CORO.

❖ Ruega por nosotros san Estanislao.


❖ Para que seamos dignos de alcanzar las promesas y gracias de Nuestro Señor
Jesucristo, Amén.

DIA PRIMERO

Consideración.
La inocencia bautismal del santo.
Por Jesucristo entramos en esta gloria, en la que permanecemos firmes. San pablo. Rom.
5.2

Es uno de los más preciosos frutos, que Jesucristo nos mereció con su sangre divina, el don
de una pura y constante inocencia. Muy copiosamente participó de tal fruto Estanislao, pues
conservó la inocencia bautismal sin mancha alguna de culpa en toda su vida. A este don
riquísimo del cielo cooperó admirablemente, y correspondió a su Dios, haciéndole una
prontísima, plenísima y generosísima oferta de sí mismo, que es la cosa más gloriosa y
agradable que se le puede hacer; porque el primer uso que hizo de su razón, fue ofrecerse al
Señor y consagrarle las inocentes primicias de su vida.
Frutos de esta tan singular inocencia fueron las ternuras que Dios usó con Estanislao, pues
en los dieciocho años que vivió, le hizo gozar de los inefables favores concedidos a los
mayores santos, como frecuentísimos éxtasis, visitas de María con el niño Jesús, y de
ángeles que bajaron del cielo algunas veces a traerle la sagrada comunión; también le
protegió maravillosamente en medio de fieras persecuciones, asistiéndole en largos viajes y
librándole de grandes peligros. Bienaventurado el que supiere guardar semejante inocencia.

ORACION
Para este día.

¡Oh que confusión es la mía, santísimo joven Estanislao, al confrontar tu inocencia tan pura
con mis graves culpas! Si no mudo de costumbres, temo con fundamento, que así como
sobre vos vinieron tantas bendiciones del cielo, no caigan sobre mí las maldiciones divinas
como sobre el más ingrato violador de las leyes divinas: maldito el que no persevera firme
en todas las palabras de la ley. (DEUT. 27.26); Así me amenaza Dios en las sagradas
escrituras. Gritan contra mí las culpas, con que he manchado aquella vestidura de la gracia,
que Jesucristo me dio en el bautismo levándome con su preciosísima sangre. ¡Ay, cuan
poco duro aquel estado feliz de mi inocencia! ¡Cuántos son los pecados con que me he
hecho culpable! y sin embargo, no se llorarlos todavía con justo dolor. No se emprender un
tenor de vida, que satisfaga a la justicia divina. Vos, oh protector mío amabilísimo,
interceded por mí; alcanzadme una verdadera contrición, que remedie el tiempo pasado, y
una firmísima resolución de enmendarme en adelante. Haced, que desde ahora no viva yo
más para ofender a mi Dios, sino para servirle y amarle. Así lo propongo, y así lo espero de
vos, o inocentísimo Estanislao. Amén.

Tres padrenuestros, tres avemarías y gloria al padre.

EJEMPLO.

Cuan amable sea para con sus devotos san Estanislao, y de cuanto valor sea su patrocinio,
especialmente para conservar la inocencia, entendiolo por una revelación el venerable
siervo de Dios hermano Simón Bucero de la Compañía de Jesús. Era este hermano hombre
de grandes penitencias, de profunda humildad y de altísima contemplación: y todas estas
virtudes las alimentaba con la dulce leche de una tierna devoción a María santísima y al
seráfico joven Estanislao. Señalose mucho más en esta devoción, cuando por la obediencia
fue encargado de asistir a los novicios, a quienes tenia de continuo recomendados a sus
ángeles custodios, a la virgen María y al santo novicio Estanislao, los cuales
frecuentemente se le aparecían al venerable hermano. Y entre otros muchos favores obtuvo
de Estanislao también este de sumo consuelo, que en la vigilia de la asunción, habiéndosele
aparecido al anochecer, por toda aquella noche aniversario de su dichosa muerte se
entretuviese familiarmente con el hablando de la gloria y del triunfo con que María entró en
el cielo. Pero fue mucho más señalado el favor que recibió en otra ocasión. Hallábase en
grandes angustias de espíritu, no sabiendo resolverse a emprender un negocio, que aunque
muy santo y laudable, podía tener algún viso de novedad. Recurrió por tanto a María y a
Estanislao, cuando en medio de sus fervorosas oraciones los ve a ambos venir del cielo; y el
primer fruto de su aparición, fue serenarle al punto el corazón, calmándole toda ansiedad, y
desvaneciéndole toda duda. Luego la divina madre amorosamente le dijo: pon en mi con
toda confianza tus cuidados, que yo seré tu guía y protectora en todo peligro, y en los
negocios más difíciles has de poner a mi Estanislao por tu abogado y medianero. Procura
también difundir la devoción a este mi siervo en los jovencitos que están a tu cargo; y
sábete que es de suma eficacia su patrocinio, especialmente para mantener en los jóvenes
pura la inocencia y firmes los buenos propósitos. Dicho esto desapareció, dejando al
devoto hermano lleno de celestiales afectos para con su amable reina, y de tiernísima
confianza con san Estanislao, (AGUILER de reb. Prov. Sic. Ad an. 1627. N. 29).

DIA SEGUNDO

Consideración.
La paz interior de que gozaba el santo joven Estanislao.
Justificados por la fe, tengamos paz con Dios. Rom. 5. 3.

Gozó Estanislao constantemente de aquella suavísima paz y tranquilidad de corazón, que es


herencia propia de solo los justos, porque tuve siempre bien ordenados sus pensamientos y
afectos para con Dios, para consigo mismo y para con el prójimo. Su corazón amante no
hallaba descanso sino en Dios; siempre que podía se retiraba a tratar libremente con su
divina majestad, en la iglesia o en algún lugar retirado de su casa; donde apenas se
arrodillaba, permanecía inmoble, se le encendía el rostro, se deshacían sus ojos en lágrimas;
y eran tan frecuentes sus éxtasis, que muchas veces, aun a la edad de catorce años, se le
encontró con el cuerpo todo elevado en el aire. Ni le distraían las ocupaciones exteriores,
las cuales dirigía a su Dios presente.
Tuvo Estanislao un pleno dominio sobre sus apetitos y pasiones; y por especial privilegio
no se despertaban en su corazón otros afectos que los que él quería, y estos eran los más
santos; viéndose además libre aquella inocente alma de toda suerte de tentaciones, así de las
rebeliones interiores como de las exteriores. Angélica parecía la dulzura de su trato,
igualmente amable con todos, y siempre en un mismo aire de devoción y de serenidad
modestísima, que encantaba a cualquiera que le tratase, o que solamente lo viese. Por
ningún caso se resentía o indignaba; ni en medio de los ultrajes o malos tratamientos, que
por muchos años sufrió de su hermano y de otras personas, se alteró jamás la suavidad de
sus modales ni la amabilidad de su corazón, perdonaba las injurias, y volvía siempre bien
por mal. ¡Oh cuan apreciable es esta paz! Baste decir que es una de las más ciertas señales
de tener a Dios y su santo amor en nuestro corazón: tened paz, dice el apóstol, y el Dios de
paz y de amor será con vosotros. 2. Cor. 13. 11.

ORACION
Para este día.

Amabilísimo abogado mío Estanislao, aquí tenéis a vuestros pies un corazón todo
desordenado, que recurre a vos para conseguir por vuestro medio el don de una verdadera
paz. ¡Ah cuantas veces me he dejado llevar hasta ahora de mis perversas pasiones,
buscando la paz fuera de mi Dios! Más he visto y probado que no tiene paz un corazón
malvado, sino que siempre esta como un mar agitado que no puede calmarse. ¡Ah! Glorioso
santo mío, haced vos que yo comience a ordenar este mi corazón tan desarreglado y lo
vuelva enteramente a su criador; haced que yo mire a mi prójimo con ojos de verdadera
caridad, si en esto llego a imitaros, estoy seguro de hallar aquella paz, que de otro modo
busco en vano. Esto pues resuelvo finalmente, oh amabilísimo abogado mío, y por vuestra
intercesión lo pido y lo espero. Amén.

Tres padrenuestros, tres avemarías y gloria al padre.

EJEMPLO.

Viviendo todavía Estanislao, consiguió para otros la paz interior del corazón. Hallábase en
grandes angustias de espíritu un compañero suyo, el cual confiando mucho en sus oraciones
por la opinión en que le tenía de santo, recurrió a él, y le suplico le encomendase a la virgen
para librarse de una molestia tentación. ¨Vamos juntos, le dijo Estanislao, y ambos a dos
encomendémonos a ella.¨ se fueron al punto. Hizo Estanislao una breve pero fervorosa
oración. Y sin más, desvanecéosele al compañero aquella negra oscuridad; y no solamente
quedo su corazón en una perfecta tranquilidad, sino que con asombro suyo sintiose lleno de
una desacostumbrada y extraordinaria alegría de espíritu. Pero después desde el cielo el
amable santo ha sido más liberal con sus devotos en semejantes gracias; ya librándolos de
molestos escrúpulos y de perplejidades o de temores de conciencia, ya de desconfianza en
la divina bondad. Habíase retirado en Roma a hacer los ejercicios espirituales de san
Ignacio un estudiante para disponerse al sacerdocio. Sucedió pues que cuando lleno de
grandes angustias de espíritu examinaba su vida pasada, le dieron a leer la vida de este
seráfico joven. Quedó asombrado de tanta inocencia; y al triste cotejo que hacía de si con
Estanislao, todo confuso y lleno de vergüenza se puso de rodillas, y levantando los ojos y
las manos al cielo, exclamó: ¨creo verdaderamente, santo bienaventurado, que estáis en el
cielo gozando del premio de tanta pureza e inocencia. Ruegoos, que para confirmarme más
en esta fe, me alcancéis ahora mismo dolor verdadero de mis pecados, y la calma de mi
alborotada conciencia.¨ apenas acabo de pronunciar estas palabras, cuando se sintió todo
mudado, deshecho el corazón en un vivísimo dolor, y sus ojos hechos fuentes de lágrimas,
no pudiendo reprimir los sollozos ni los suspiros, quedándose al mismo tiempo su alma
inundada de gozo y de contento. (Nieremb. Vit. S. Stan.)

DÍA TERCERO

Consideración
La heroica esperanza del santo.
Nos gloriamos en la esperanza de la gloria de los hijos de Dios. ROM. 5. 2.

Levantaba Estanislao de la tierra a lo alto los ojos y el corazón, suspirando continuamente


por aquella bienaventurada herencia, que como hijos esperan los justos de su celestial
padre. Con tan viva Esperanza llegó Estanislao a vencer todo vano atractivo del mundo, los
mayores viernes no miraba el sino como vidrios viles en comparación de las piedras
preciosas más escogidas. "Yo no he nacido para las cosas temporales, sino para las eternas;
para estas he de vivir, no para aquellas:" tal era su dicho familiar desde sus más tiernos
años; y se le gravó aún más en el corazón, cuando apareciéndosele María Santísima en una
gravísima enfermedad, y dejándole en las manos a su celestial Niño, le mandó que
abandonase el mundo, y entrase en la Compañía de su hijo Jesús. Desde entonces nada le
parecía amable sobre la Tierra: las grandezas de su casa, las delicias, los honores, las
riquezas, todo le inspiraba fastidio y horror.
Puestos los ojos en los bienes eternos, la esperanza de Estanislao fue superior a todo vano
respeto de los hombres. Veía, qué siguiendo la voz de Dios, quedaban muy disgustados su
hermano y algunos otros de su familia, qué le motejaba y despreciaban por su devoción y
piedad; más él les respondía a todos que no había nacido para agradar a los hombres, si no a
Dios; y la carta que su padre le escribió el noviciado amenazándole con presiones y
cadenas, y llamándole vituperio de la familia, no hizo más que inspirarle una viva con
pasión de los mundanos, que tienen a gloria gastar los años en servicio de un príncipe
terreno, y llaman vituperio y afrenta consagrar la vida al servicio del Rey de los Reyes, qué
es Dios Ntro. Señor.
La esperanza de Estanislao fue superior a todo insulto de los demonios: se atrevieron estos
a asaltar le con sugestiones o malos pensamientos, procuraron intimidarle con espantos.
Tres veces en una grave enfermedad se abalanzó sobre él un demonio en figura de fiero y
espantoso mastín, y tres veces le ahuyento con la señal de la Cruz; y enseguida bajaron Los
Ángeles a confortarlo y animarlo con el Pan Celestial. ¡Oh si tal fuese nuestro valor al
rechazar los asaltos que nos da el demonio con sus tentaciones!

ORACIÓN

Angélico Joven Estanislao, oh que lánguida es mi esperanza comparada con la vuestra.


¡Toda lisonja del mundo, todo respeto humano me retira de Dios tan fácilmente!
Cuántas veces es cedido a los engaños y astucias del demonio, ¡mi mayor enemigo! ¿Cómo
pues me persuadiré que haya una verdadera esperanza de los bienes eternos, si no sé vencer
los mayores obstáculos de mi eterna salvación? ¿Si todavía me hago traición a mí mismo
un punto de tanta importancia? Imprimid Vos en mi alma la grandeza y eternidad de
aquellos bienes que debo esperar; para qué, imitación vuestra, precio todo bien terreno, vil
y transitorio. También yo he sido criado para el cielo como Vos: También para mí se ha
preparado el Paraíso. ¿Debo yo perderlo, y perecer eternamente? Ah! No lo permitáis,
Protector mío poderosísimo: haced que yo también tenga la dicha de gozar eternamente de
mi Dios: lo cual así como lo deseo, lo espero por vuestra intercesión. Amén.

Tres padrenuestros, tres avemarías y gloria al padre.

EJEMPLO

No ha dejado Estanislao de avivar, cuando ha sido necesario, la esperanza en sus devotos, y


de alentar el espíritu de los afligidos aún por medio de prodigios estupendos. Hallábase
postrado en su última enfermedad el devoto hermano Diego Alfonso de la Compañía de
Jesús: y más que los dolores y las penas de la enfermedad sentía las molestias y fieras
tentaciones, con que en aquel último trance le atormentaba el demonio, que llegó aún a
aparecérsele visiblemente para infundirle mayor terror. En medio de los temores y congojas
suplicaba frecuentemente a los circundantes, qué rociasen el aposento con agua bendita,
para ahuyentar a tan maligno e insolente enemigo. Hallábanse todos los presentes en gran
cuidado y solicitud: cuando observaron, qué de repente volvió a gozar de una placidicima
calma y suavísima alegría. A darle nuevo vigor y a consolarle en aquel extremo conflicto
había venido en persona la gran Consoladora de los agonizantes, María Santísima,
acompañada de los bienaventurados San Juan Bautista, San Ignacio, San Francisco Javier y
San Estanislao, que habían sido siempre sus más especiales abogados. Con la presencia de
tan majestuosos personajes, desaparecieron al punto todos los espíritus de tinieblas, contra
los cuales veía el enfermo que lanzaban rayos, especialmente San Ignacio y San Estanislao.
y por eso volviéndose a los circundantes con la risa en los labios, contándoles la admirable
visión, añadió: "triunfaron tantas veces del demonio en vida; y ahora en modo semejante
triunfan por mí en mi muerte:" aludiendo con estas palabras a la victoria que estos Santos
alcanzaron varias veces del demonio que visiblemente se les había aparecido. (Nieremb.
Vid. Del Santo)

DÍA CUARTO

Consideración
Las persecuciones domésticas del Santo
Nos gloriamos también en las tribulaciones. Rom. 5.2.

Es tan consoladora para los justos la esperanza de la gloria eterna, vaya que se vean
colmados de gozo en medio de todas las tribulaciones, mirándolas como prenda preciosa de
la vida bienaventurada. He aquí por qué tanto se alegraba también Estanislao de padecer
por Dios los más ásperos y duros tratamientos hasta de sus mismos allegados. Su hermano
mayor Pablo se le declaro enemigo y perseguidor acérrimo; El cual mirando la Santa vida
de Estanislao como una tácita reprensión de sus costumbres libres y mundanas, dio en
tratarle malamente. No sólo le gusta Java todos los días con burlas, desprecios e injurias,
sino que añadía también vejaciones de toda suerte hasta darle de golpes y puntapiés.
Llama hipocresía su devoción; obstinación a su modestia; e indiscreción a sus penitencias.
Uníase también a Pablo su ayo, Para maltratarle coma y prolongaron a Estanislao este
martirio doméstico por espacio de dos años enteros. Ni se quejó tampoco de los malos
tratamientos de su hermano a sus padres, qué cómo le amaban tiernamente, le habrían
quitado esta ocasión de merecer. Antes bien gozándose de padecer por Dios correspondía a
los agravios de su hermano con más amorosos obsequios, llegando hasta a barrerle su
cuarto, limpiarle los vestidos y calzado como si fuera el más ínfimo sirviente suyo, a pesar
de que veía que no sólo eran mal recibidos estos obsequios, sino también recompensados
con nuevas injurias y desprecios.
Igual a su mansedumbre fue la constancia con que Estanislao sufrió esta dura prueba. No
solamente no se ocultó jamás por temor, ni cesó de sus acostumbrados ejercicios de piedad,
Pero ni aún quiso disminuirlos. Ni tampoco con descendió con su hermano en vestirse
elegantemente conforme a su nobleza, bien asistir con él a los bailes y diversiones de la
Corte, diciendo, que en semejantes reuniones, si no padecía la inocencia, peligraba al
menos el fervor de espíritu; y que eso era dar parte a Cristo, y parte al mundo coma según
el pernicioso error de los mundanos. Oh! esta sí que es virtud sólida en un jovencito tan
perseguido por su Santa vida y constancia en ella!

ORACIÓN

Pacientísimo joven Estanislao, ah! que yo me avergüenzo de mí mismo coma cuando


comparo mucho que vos sufristeis siendo tan inocente coma y lo poco que yo sé sufrir
siendo tan malo! y mucho más si miro cuál fue vuestra mansedumbre y vuestra constancia,
y cuál es al contrario mi impaciencia e instabilidad en el bien por el más ligero
padecimiento. Yo tengo justamente que así como vuestra paciencia fue medio de
santificación, no sé a mí impaciencia origen de mi ruina. Ah! cuántos suelo tolerar por el
mundo o por una pasión, y solo por Dios se me hacen insufribles los más pequeños
trabajos! pero no permitáis que sea así en adelante, Protector mío amantísimo. Alcanzarme
una pequeña parte de aquel amor verdadero que Vos tuvisteis a Dios, para qué imitación
vuestra Aprenda yo a padecer algún trabajo con sincera y constante resignación. Si en esto
os imitare en vida coma oh dichoso de mí! puedo estar seguro de llegar a gozar con voz en
el cielo la recompensa de tales padecimiento. Amén.

Tres padrenuestros, tres avemarías y gloria al padre.

EJEMPLO

Fue fruto de los méritos de Estanislao la conversión de Pablo, su hermano coma qué
perseguidor vino después hacer humilde y fervoroso imitador de sus virtudes. Habiéndose
ido a Roma un año después con el designio de retirar de la religión a Estanislao, y
hallándole ya muerto y en alto opinión y fama de santidad asombrosa, imagínese cada 1 que
efectos de ternura mezclados de pena se apoderarían de su corazón. al encontrarse luego
con la vida de su Santo hermano dada a luz por la imprenta, y al verlo poco después
venerado también en los altares, no pudo menos de llorar amargamente los ásperos
tratamientos que había usado contra él. Delante de las imágenes de su bienaventurado
hermano exclamaba llorando: “oh Santo hermano, ruega a Dios por mí; Y perdona a tú
continuo perseguidor, que tantas veces te maltrato.” Fueron escuchadas favorablemente
tales súplicas: pues movido de Dios coma y guiado de sobrenatural inspiración, aunque él
era el único resto de su ilustre familia, se consagró al Señor en perpetua castidad, y se
entregó a la mortificación, afligiéndose con ayunos, cilicios, y sangrientas disciplinas. Entre
día eran continuas sus oraciones en la Iglesia; y de noche coma apenas había descansado un
poco sobre el duro suelo, gastaba los restantes meditando entre dulces lágrimas la Pasión
del Redentor. Valiose de sus pingues rentas para fundar Conventos y dotar Iglesias y
hospitales, En los que servía personalmente como el más ínfimo criado. Y aquí fue donde
Dios, en descuento de los ultrajes hechos al Santo hermano, permitió que también él llegase
a ser el blanco de las burlas y escarnios de los necios sabios del mundo, que con desdén y
menosprecio miraban tanta humildad en un personaje de tan alto rango. Más no por eso se
desanimó Pablo; pues quiso imitar en todo la Santa generosidad y constancia de Estanislao.
Y aun habiendo con repetidas instancias logrado su admisión en la Compañía de Jesús para
suceder en ella como penitente a su inocente hermano; mientras arreglaban las piadosas
donaciones de sus bienes, se encontró dichoso con la muerte de los justos, glorificada
también por Dios con milagrosos resplandores, que se vieron por toda aquella noche coma
en que murió, alrededor de su cadáver.
(bartoli lib. 1 cap. 7)

DÍA QUINTO

Consideración
Los padecimientos del Santo
La tribulación produce la paciencia.- Rom. 5.3.

Los trabajos parecidos por Dios son tan dulces para los justos, qué encienden en ellos una
Santa sed de más padecer. Así sucedió con nuestro Estanislao. A los menosprecios y
ultrajes que padeció de los otros, ¿qué penitencias y austeridades no añadió de su propia
elección? Uno de sus criados atestiguó después de la muerte del Santo lo que había visto
con sus ojos, diciendo: “Mi jovencito amo todo estaba lleno de penitencias” Vestía ásperos
cilicios sobre sus tiernas carnes; ayunaba frecuentemente; y en cuanto al alimento era tan
parco, que los jóvenes Seminaristas de Dilinga decían, que para ser un Ángel ni siquiera le
faltaba esa condición de no tener necesidad de comer y de beber. Del sueño se quitaba aún
lo necesario por pasar la noche orando de rodillas hasta quedarse tal vez desmayado; y
concluía la oración con tan recia disciplina, que el pavimento y las camisas se encontraban
empapadas en su sangre.
Para poner en ejecución el precepto, que le había impuesto la Santísima Virgen, de entrar
en la Compañía de su Hijo, encontró muchísimo que padecer. Tuvo que huir ocultamente
de su casa; y dando sus ricos vestidos a un pobre, emprendió en hábito de peregrino y de
mendigo, a pie y sin viático alguno, el largo viaje de Viena a Augusta, de Augusta a
Dilinga, y de Dilinga a Roma, andando así más de cuatrocientas leguas. Sufrió
voluntariamente y con Santa alegría los trabajos de la penuria y del cansancio, los peligros
de caminos desconocidos y desastrosos, y finalmente todas las humillaciones inherentes al
oficio de criado, que durante muchos meses desempeñó este humilde jovencito en el
Colegio de Dilinga para dar pruebas de su vocación.
Mucho padeció Estanislao por su Dios, pero aún mucho más deseo padecer. En medio de
los trabajos de tan penoso viaje lejos de sentir tedio ni disgusto, Renovó el voto, qué había
hecho a Dios y a María Santísima, de continuar peregrinando, aunque fuese necesario andar
por toda la vida y por todo el mundo, hasta hallar una Casa de la Compañía, en que le
recibiesen. Estando ya en la religión habría querido cargarse con todas las mortificaciones y
penitencias de los demás. Procura imitar las virtudes de sus connovicios, a quienes miraba
como otros tantos Ángeles, reputándose indignó aún de servirles. De este modo llegó
Estanislao con los deseos, a donde no pudo llegar con las obras, y en los pocos años que
vivió, como dice el sabio, se adelantó a los que lograron vida más larga, y llegó a conseguir
aquella sublime perfección, qué otros no alcanzan si no a costa de muchos años y fatigas.

ORACIÓN

Inocentísimo joven Estanislao, ved aquí a vuestros pies son infeliz pecador, que cuanto más
ha merecido por sus culpas, tanto es menos paciente y mortificado. Voz con tanto ardor
buscabais la mortificación y los trabajos; yo con tanta sagacidad huyó de los padecimientos.
Se me hace muy pesados aún aquellos, que Dios me envía; muchas veces me quejo de ellos,
juzgándolos superiores a mis fuerzas; Y procuro suavizarlos, acortarlos, y casi quitarme los
hombros la Cruz, en la que está mi salvación. ¡Ah cuánto me confundo y me avergüenzo de
mí mismo! Hacedme vos conocer la necesidad que tengo de padecer algo para sanar con tal
bálsamo las llagas de mi alma. Hace que yo tenga no sólo paciencia sino alegría en su sufrir
por Dios cualquiera incomodidad, y en mortificarme a mí mismo: porque esto será para mí
el mérito y la medida de los gozos eternos en el cielo. Amén.

Tres padrenuestros, tres avemarías y gloria al padre.

EJEMPLO

De lo mucho que padeció San Estanislao parece que sacó, según la costumbre de los
Santos, aquellas entrañas tan tiernas, con qué se compadecía de los trabajos ajenos.
Servirían de una gran prueba de ello tantos muertos resucitados por su intercesión,
contándose hasta 18 en los procesos, y llegando a ser llamado vulgarmente: el Santo que
resucita a los muertos, y el que vuelve la vida a los ahogados. Y no menos prueban su
compasión y ternura las frecuentes apariciones que hizo no solo para librar a los
particulares de inhabitables riesgos, sino también para defender las ciudades de epidemias,
de incendios y de invasiones de enemigos. Más coma dejando ahora las prolijas narraciones
de tan prodigioso sucesos, oiga sé este caso tan admirable, acaecido en Bolonia. El párroco
de una aldea se hallaba tan enfermo de mal de nervios y cargado de tumores malignos, Ello
después de haber cansado a todos los médicos del contorno, y tentado todos los
medicamentos, no había sacado más provecho coma que el de quedarse completamente
perlático e inmoble. Impaciente ya del mal, y no sufriéndose a sí mismo, Hizose llevar a la
ciudad para encontrar allí, como él mismo atestiguó, quién con nuevas medicinas le sanase
del todo, o le quitase la vida. Encontró por el camino con un Clérigo conocido suyo; el cual
informado de la obstinación del mal, y de la resolución del enfermo: “Ánimo, le dijo, si
quieres confiar en mis palabras, yo conozco un médico de suma reputación; el cual
seguramente te dará la salud, y bien presto, pero has de hacer lo que yo te diga.” todo lo
prometió el enfermo, que ni siquiera pensaba en Estanislao. Y sin embargo éste era el
médico, De qué hablaba el clérigo su amigo, devotísimo del Santo. Hizo sé pues llevar a la
Iglesia al altar de San Estanislao, en brazos ajenos, por no poder el mismo ni aún
mantenerse un instante sobre sus pies; y habiendo llegado: “Ves, le dijo aquel Santo
jovencito? Oh Si supieses que corazón tan bueno tiene! ruégale, y verás si sabe darte la
salud.” A los ojos el enfermo para reconocer al Santo, y encomendarse a él. Pero qué? lo
mismo fue levantar la vista que en un instante sintió bajar como del rostro de Estanislao
cierto espíritu vital, qué corriendo por todos sus nervios le infundió salud y fuerzas.
Enderezase luego por sí mismo, y como el otro paralítico de la escritura, empieza a correr
trasportado extraordinaria alegría, de gratitud y devoción al Santo.

DÍA SEXTO

Consideración
Las pruebas de virtud robusta en Estanislao
La paciencia produce la prueba. Rom. 5. 4.

Descubrió Estanislao su heroica virtud dando prueba de ella en su virginal pureza del
corazón, en el brillo del singular fervor de sus obras toma y el sonido celestial de sus santos
discursos, a la manera que en el oro probado al fuego las principales calidades, Que se
descubren, y más se estiman, son pureza, brillo y sonido. La pureza de Estanislao, aún en
medio de tantos malos ejemplos y perversos consejos del mundo, fue Angélica. Todos
decían que era un Ángel. Oh Qué bien le cuadraba tal nombre por aquel candor tan puro y
exento de toda culpa, y libre también, con privilegios semejante al de Los Ángeles, de toda
tentación, aún la más mínima en toda su vida! pero mucho más se descubrió la pureza de su
corazón en el vivísimo horror que sentía a toda culpa; horror tal, que estando a la mesa con
su padre en la edad de ocho años, al solo oír alguna palabra menos pura, mudaba de color,
bajaban los ojos primero y luego los alzaba al cielo coma y finalmente caí en tierra
desmayado Y como muerto, por lo cual su padre solía prevenir a los convidados qué pesas
en bien sus palabras delante de Estanislao, para no darle rato tan amargo y doloroso.
Estanislao con su fervor daba un brillo singular a todas sus obras. Para estar más firme en
medio de tantos peligros, se proponía desde el principio obrar con intensísimo afecto para
con Dios. Hasta las acciones más comunes venían hacer en el singulares por una gracia
suya propia de devoción, de fervor, y de inocencia, por lo cual parecía que se le veían en el
rostro las llamas del corazón, y que resaltaba aquella dulzura interior de espíritu, siempre
arrebatado en Dios. Testificaron por experiencia a sus compañeros que bastaba mirar a
Estanislao para concebir fervor, devoción y amor a la castidad, y para apagar toda tentación
por molesta que fuese.
Sus conversaciones eran santas: no solo no erró jamás en las palabras, pero ni aún supo
hablar otra cosa que de Dios, del cielo y de las cosas eternas; y esto no solo en la edad más
madura, cuando sus palabras inspiraban llamas de amor divino, sino aún en la edad más
tierna. Gustaba de tratar con pocos, pero los más devotos y más inocentes. Hablaba con
ellos de cosas espirituales, con tal fervor, que todo se encendía en el rostro; y con tal gracia,
Qué arrebataba a todos como admirable suavidad. Si por casualidad se hallaba en
conversaciones vanas e inútiles, o diestramente las transformaba en Santa, o permanecía en
ellas sólo en el cuerpo, y con el espíritu se elevaba a Dios. La lengua habla comúnmente de
lo que ama el corazón.

ORACIÓN

Oh jovencito y gran santo Estanislao! Yo bien comprendo en vista de tantas pruebas el


eminente grado de santidad que llegasteis en el espacio de tan pocos años. Congratúlome
con vos, y doy gracias a Nuestro Señor, porque tanto os ha amado y ensalzado. Pero tanto
mayor es la confianza con que me presento a vuestros pies, cuanto menos semejante a Vos
me reconozco. Ah! pobre de mí! ¿Dónde hay una semejante pureza en mi corazón? ¿Dónde
un semejante fervor en servir a Dios? ¿Dónde una semejante santidad de palabras y de
conversaciones? Oh qué cuenta tendré que dar de todo a m eterno juez! Vos, poderosísimo
abogado mío Estanislao, haced que yo desde ahora me aplique sinceramente a arreglar mis
acciones y mi lengua. Resuélvome a comenzar una nueva vida, pero toda, a imitación
vuestra, inocente y pura a los ojos de Dios. Si, esto quiero, y esto determino con vuestra
ayuda. Amén.

Tres padrenuestros, tres avemarías y gloria al padre.

EJEMPLO

Son innumerables los favores espirituales que ha hecho San Estanislao a los que han
acudido a él para guardar sin mancilla la virtud de la castidad, ya entre las más vehementes
instigaciones del demonio, ya entre las ocasiones más peligrosas. Valga por todos el suceso
acaecido en Leópoli a una niña de condición servil, pero de raro candor, llamada Ana. En
una correría improvisa que hicieron los Escitas por aquellas campiñas, quedó ella presa de
estos bárbaros. Mayor pena suya No era el haber perdido su libertad ni el tener que estar
cargada de durísimas cadenas. Mucho más inconsolablemente lloraba por el evidente riesgo
en que veía su pureza virginal en medio de hombres tan desenfrenados. Fue tal la aflicción
y el abatimiento, que ni siquiera pensó en implorar el favor de algún Santo que la ayudase.
Pero afortunadamente pensó en eso su ama, llamada Magdalena. Esta señora, recibiendo la
infausta noticia, corrió sin demora al altar del bondadoso y como un protector San
Estanislao: y con sollozos y lágrimas empezó a encomendarle la desventurada niña,
protestando repetidas veces, que la dejaba bajo su protección y amparo; qué le daba a
guardar no sólo el cuerpo, que menos le importaba, sino mucho más el alma, que estaba en
mayor riesgo. Así oraba ella en la ciudad ante la imagen del Santo al mismo tiempo que la
jovencita (cosa verdaderamente maravillosa!) echa de ver que las cuerdas y cadenas con
que estaba fuertemente amarrada, se iban desatando por sí mismas, y una por una cayendo
en tierra. Llena de asombro mira alrededor de sí, y observa a todos los soldados, que la
custodiaban, improvisamente sobrecogidos de un profundo sueño; de suerte que en su mano
estaba ya hacer de sí misma lo que quisiese. Tal suceso reconoció lo por un evidente
milagro; mas no sabía a qué Santo atribuirlo. Aprovechóse muy bien de la ocasión, Y
habiendo echado a huir, logró escaparse del poder de aquellos bárbaros, y al fin se presentó
a su piadosa y angustiada señora con indecible júbilo de ambas. Llegó este a su colmo,
cuando cotejando la hora y el punto de este suceso prodigioso, Observaron que al mismo
tiempo que la una va ante el altar del Santo, la otra se vio libre de las cadenas sin saber
quien fuese su benéfico Libertador. Cuándo lo supo, reconociósele deudora, no menos de su
virginidad, qué de su vida misma, conservada de un modo tan maravilloso.
(Bartoli, lib. 2. Cap. 8.)

DÍA SÉPTIMO

Consideración
La confianza que Estanislao tuvo en Dios
La prueba produce la esperanza y esta esperanza no nos engaña Rom. 5. 4. 5.

Aquel corazón inocente confiaba en Dios como un hijo predilecto en su amantísimo Padre,
Qué portal tuvo Estanislao siempre a su Dios. Derretía se ternura al pensar que en él tenía
un padre tan bondadoso, que no sólo le amaba tiernamente, sino también que se desvelaba
por él. Por esto se abandonaba en sus manos, dejándose, como un niño los brazos de su
amabilísimo padre, llevar a donde quisiese, sin cuidar de sí, seguro de que mayor cuidado
tenía de él su Padre Celestial. De aquí nacía aquella serenidad de espíritu imperturbable y
superior a todas las vicisitudes humanas; por la cual los demás decían que no se podía
imaginar una alma ni más bien compuesta, ni más tranquila y alegre en cualquier suceso
próspero o adverso.
La confianza de Estanislao lejos de perderse o disminuirse en los mayores peligros, más se
alentaba y crecía. Estuvo en gravísimo riesgo su inocencia tan contrariada y perseguida
hasta de sus deudos: pero Estanislao, uniéndose más a Dios con oraciones y penitencias,
vivía muy persuadido de que el señor no le abandonaría en sus persecuciones y combates.
Estuvo rodeada de peligros su generosa huida cuando le siguió su hermano, y le alcanzó en
el camino: pero habiendo dejado todo el cuidado a Dios y a María su tierna madre, Qué
hacer con milagrosamente casi de entre las manos de sus perseguidores, pasando a pie
enjuto para complemento de los prodigios, un río caudaloso. Así venció tantos otros
peligros y trabajos de su largo viaje con igual felicidad porque andaba siempre con igual
confianza en Dios.
No hay corazón más generoso para esperar las mayores gracias y bendiciones del cielo, que
un corazón inocente y animado de la confianza en su Dios. Hallándose gravemente enfermo
en la casa de un hereje, implora al Señor, Intercesión de la Virgen y mártir Santa Bárbara,
la gracia de recibir el Sagrado Viático: Y dos Ángeles, en compañía de la misma Santa,
vienen a traérselo desde el cielo. Piden algún alivio para su mortal languidez, y viene a
confortarlo en persona su querida Madre María Santísima, que en nueva prenda de su amor
y cariño le deja en los brazos a su celestial Niño. En otra ocasión prorrumpe en lágrimas
por no poder comulgar en una Iglesia, que él creía ser de católicos y era de herejes; y un
coro de Ángeles baja del Paraíso a consolarle con el Pan angélico, por el cual suspiraba.
Si tuviésemos la inocencia de Estanislao, tendríamos también una confianza en Dios
semejante a la suya.

ORACIÓN

Dulcísimo protector mío Estanislao, si es grande el don que hoy os pido, grande es también
la necesidad que me trae a vuestros pies. Os suplico humildemente me infundáis parte de
aquella verdadera confianza, que animó vuestro inocente corazón, y le apoyó todo en Dios,
y en la protección de la gran Madre María. Si yo no tengo esta protección, infeliz de mí.
¿Qué bienes puedo esperar teniendo el corazón tan lejos de las fuentes de todo bien?
mientras que si confío en Dios y en María, ¿qué bien podrá faltarme jamás? y yo, que
conozco todo esto, soy sin embargo tan débil para conseguir una confianza tan saludable!
Infundídmela Vos, O Santo mío amabilísimo! Y haced, que tengas siempre vueltos a Dios y
a María mis ojos y mi corazón; que conozca su bondad, su poder y su amor; y que no les
haga el agravio de no confiar en ellos plenamente. Gritan, es verdad, contra mí mis muchas
culpas, y debilitan demasiado en mí el vigor de la esperanza. Pero cabalmente en esto
debéis Vos mostrar vuestro gran patrocinio y valimiento, en purificar este mi corazón a
semejanza del vuestro tan inocente, y en hacerlo capaz de una confianza semejante a la
vuestra. Esto os pido por aquel amor que tuvisteis a Jesús y a María, persuadido que por
motivos tan poderosos no podéis negarme ninguna gracia, y ninguna desconfío conseguir
por medio vuestro. Amén.

Tres padrenuestros, tres avemarías y gloria al padre.

EJEMPLO

Con qué agrado atiende San Estanislao a quién con verdadera confianza la invoca, se podrá
conocer en uno de los más estupendos milagros que ha obrado, y que sólo una mujeril
simplicidad podía pretender y pedir. Una pobre mujer en Dublin sacaba su subsistencia de
un huertecito de hierbas olorosas, y singularmente de Romero, que allí es muy apreciado.
De tales hierbas solía forma ramilletes y guirnaldas, que con frecuencia las ponían el altar
del Santo, Como muchos allí acostumbraban, para después valerse de ellas como de
universal medicina contra todo género de enfermedades, concurriendo a ello el Santo con
gran número de prodigios. Sucedió pues que habiendo sobrevenido en aquel país una gran
pestilencia durante la cual fueron también muy numerosos los milagros de San Estanislao;
y penetrando los apestados en el huertecito para proveerse de aquellas hierbas según sus
necesidades, quedaron también ellas contagiadas y atacadas de aquel pestífero mal hasta
secarse del todo. Bastante afligida quedó la buena mujer portal pérdida demasiado sensible
a su pobreza: y no ocurriéndole otro remedio, se valió de este, que solo le sugirió su devota
y animada confianza. Habiéndose ido al altar de su milagroso protector, dijo: “ahora no os
quejéis de mí, oh Santo mío, si ya no os traigo mis ramilletes de romero: La culpa es
también vuestra, pues habéis hecho que todo se seque. Ahora veré yo si queréis que os lleve
más en adelante: qué queriéndolo Vos, estoy segura que me haréis reverdecer mis
desgraciadas plantas.” Dicho esto, llena de una Santa confianza, toma un ramito de aquella
misma hierba que había estado sobre el altar del Santo, y con él en la mano va a su casa
donde tenía amontonadas en haces las secas plantas. Con él empieza a tocarlas por un lado
y por otro, repitiendo con voz afanosa: “acordaos, oh Santo mío, cuan buena parte os he
dado en el tiempo pasado toma cuando yo tenía: ahora que no tengo, debéis Vos ser liberal
conmigo, tanto más que el serlo a vos nada os cuesta, y a mí pobreza serviría de gran de
ayuda.” Admirable prodigio! Diciendo esto, ve con estupor entre sus manos aquel ramo
seco y duro traído del altar, volverse prodigiosamente suave y verde como antes: el cual,
como si anduviese comunicando a las otras plantas secas, la nueva vida, que él había
recobrado, con solo tocarlas las hacía reverdecer unas después de otras. (Bartoli, lib. 2.
Cap. 2.
DÍA OCTAVO
Consideración
El encendido amor a Dios del Santo
El amor de Dios ha sido difundido en nuestros corazones por el Espíritu Santo.- ROm. 5. 5.

El amor de Dios es aquella raíz Santa y escogida que alimenta y vigoriza todas las virtudes
de los justos. Cuán ardiente fuese ese amor en Estanislao, podemos lo deducir de su íntima
Unión con Dios. Ya desde muy niño se sumergía tan profundamente en la contemplación
de las divinas perfecciones, que solía quedarse enajenado de los sentidos por espacio de
muchas horas hasta caer desentierra desfallecido. Creciendo en la edad y en los méritos,
creció también en este don tan inefable; de suerte que, lo mismo era ponerse delante de
Dios en la oración, qué perderse del todo en aquel piélago inmenso de bondad. Llego por
especial privilegio a no estar sujeto a distracción alguna, qué le divirtiese el pensamiento,
Ole disipase el corazón mientras oraba o meditaba. Antes se le quedaba la mente tan fija y
absorta en Dios, que a manera de Los Ángeles, sin perderlo jamás de vista en todas las
acciones, andaba como en un éxtasis continuo.
La caridad de Estanislao se demostró aún más Seráfica por los ardores de su corazón. Si
los rayos del Sol recogidos en cierto punto de un cristal reproduce en vivas llamas, ¿qué
llamas de caridad y amor no encenderían en aquella inocente alma tantos éxtasis y tantas
luces celestiales con que fue enriquecida? Se le abrazaba y le palpitaba el corazón
sensiblemente; se le encendía el rostro en vivos ardores, Al modo que se pintan los
Serafines; y tal vez se le veía coronado de rayos; los ojos, especialmente cuando oraba,
parecían dos ríos perennes de lágrimas. Y este ardor interior se comunicaba también a sus
palabras y a sus obras, Todas como caldeadas en la fragua del amor divino. Esto sí que es
amar a Dios con toda la mente, con toda el alma, con todo el corazón y con todas las
fuerzas, como lo prescribió Nuestro Divino Salvador! El incendio de amor en que se
abrazaba Estanislao era tal, qué del corazón muchas veces rebozaba en el cuerpo. En la
oración ordinariamente se inflamaba de modo, que se veía obligado a salir al aire libre y
desabrocharse el pecho; otras veces eran menester aplicarle sobre el corazón lienzos
mojados en agua fría para templar el ardor y la violencia del fuego divino que le abrazaba y
consumía. Sin estas precauciones, como varias veces sucedió, estaba en inminente peligro
de ahogarse cortándosele la respiración. Por eso los superiores señalaban algunos hermanos
para que estuviesen siempre sobre aviso, y velasen y acudiesen con oportunos refrescos a
aliviarle en tales deliquios de amor.

ORACIÓN

Ahora sí que recurro a vos lleno de confianza, oh amabilísimo Estanislao, pues vengo a
pediros precisamente aquella gracia que es más conforme a vuestro Seráfico espíritu.
Enviad, os ruego, a este mi corazón como una Centella de aquel fuego celestial, en qué
estuvo tan encendido el vuestro. Y ¿podréis desechar esta súplica, cuando vuestro más
ardiente deseo fue ver a todos los corazones abrazados en el amor divino, para que de todos
fuese Dios amado y glorificado como lo merece? os presento pues este mi corazón; bien
veis cuán insensible está y con frío. Abrazadlo Vos con las llamas de un verdadero amor:
quitarle todo lo que desagrada a Dios, y le impide unirse a él estrechamente. Ningún trabajo
rehusare, con tal que consiga tan gran bien; pues lo único que me importa es amar con todo
corazón a mi Dios, y agradarle en todo. Esto os pido, y deseo, teniéndome con ello por
sumamente rico y bienaventurado. Servos mi medianero para alcanzarme una gracia tan
singular; para que el amor a Dios sea mi continua ocupación en la tierra, cómo ha de ser,
según lo espero, mi eterna bienaventuranza en el cielo. Amén.

Tres padrenuestros, tres avemarías y gloria al padre.

EJEMPLO

Sí a muchos devotos suyos ha obtenido San Estanislao un ardiente espíritu de caridad y


amor divino, también por el suceso que voy a referir, parece que toma a su cuidado no sólo
los males y trabajos espirituales para remediarlos, sino también los corporales. Uno de los
casos, que por insignes milagros se aprobaron para la Canonización de Estanislao, sucedió
en el noviciado de la Compañía de Jesús de la ciudad de Lima (en el Perú) con el hermano
Francisco Javier Salduendo. Hallábase este de novicio en Lima el año de 1673, cuando le
asaltó un tan Recio golpe de perlesía, qué le baldo todo el lado izquierdo: aplicole la
caridad religiosa, y la natural compasión, por ser tan joven y de Bellas prendas, cuántos
medicamentos sabe la medicina. Se le había haya quitado la perlesía; pero el efecto de
quedar baldado, no había esperanza de vencerle con humano remedio. así vivía congojado,
cuando llegando el día de San Estanislao, Qué le miran los Novicios como festividad muy
propia suya, y le celebran como a su Santo y de su mismo estado; el novicio, que por
enfermero le asistía, procuro fervorizarle y animarle, diciéndole se encomendase a su Santo
Novicio. Hízolo con fervor y mucha confianza; y pidiendo una estampa suya, la aplico al
brazo izquierdo, que era el baldado; sintió de repente un gran peso en él; pero conociendo
que podía moverla, levanto la estampa, y jugó el brazo con toda libertad. Con esta
experiencia aplicó la estampa al muslo; y como era una misma la enfermedad, y uno mismo
el medicamento, fue también uno mismo el efecto: pues sintiendo el peso, cuando llegó a
tocar la estampa, al apartarla se llevó consigo la enfermedad, y dejo sano al doliente, qué
levantándose de la cama, fue con los otros novicios a restituir en devociones y obsequios al
Santo el beneficio, que había recibido en la instantánea salud. (P. Cassani, Vida de San
Estanislao)

DÍA NOVENO

Consideración
Preciosa muerte del Santo
El amor de Dios ha sido difundido en nuestros corazones por el Espíritu Santo.- Rom. 5. 5.

Nunca se manifestó más seráfica la caridad de Estanislao que con su dichosa muerte.
Abrazado consumido ya del amor divino, y deseosísimo de ver y honrar en el cielo a la
Virgen Santísima, Le escribió una carta suplicando la afectuosamente, qué le sacase pronto
de este destierro para hallarse presente en el paraíso para la fiesta de su gloriosa Asunción.
Después de esto, como asegurado por interior revelación, comenzó a anunciar a todos su
cercana muerte; y aquel mismo día, habiéndole sobrevenido una calenturilla, se confirman
lo dicho y señala el de su muerte contra la opinión común. Su única ocupación desde
entonces era derretirse en afectuosos suspiros para ver a su divina Madre María, Todos los
ojos en aquel felicísimo momento en que debía presentarse ante su trono, sin poder apartar
de ella el pensamiento y el corazón. Así una alma pura y amante hace objeto de sus deseos
aquel terribilísimo paso del tiempo en la eternidad.
Las próximas disposiciones, con qué Estanislao hizo tan preciosa su muerte, fueron tres
principalmente; de profunda humildad, debida confianza coma y de caridad encendidísima.
Por un tierno sentimiento de humildad coma después de pedir a todos perdón de sus malos
ejemplos, robo a sus superiores le permitiesen morir en el suelo como un pobre penitente; y
tanto instó, que al fin lo obtuvo. Mostraba además su vida confianza en la Angélica
serenidad de corazón y de semblante, con qué suspiraba por la muerte coma aún cuando sus
compañeros reunidos todos en derredor suyo llorasen de pura ternura. Pero todavía se
manifestaba más en las palabras con que se despedía de todos para el cielo; y ofreciéndose
a su creador en aquel último paso, repetía con frecuencia: Paratum cor meum, Deos;
paratum cor meum: ”Preparado está mi corazón, Dios mío, preparado está mi corazón.”
Sobre todo resaltaba su caridad, brillando sensiblemente, y todo inflamándose en el rostro
como un Serafín, no sólo cuando vio a su divino Salvador delante de sí en el Sagrado
Viático, sino todas las veces que miraba la imagen de María Santísima, o le recordaban que
dentro de poco estaría en presencia de su divina madre contemplándola con amor, oyendo
sus palabras, y besando sus manos: ve y hacerle entonces quedar absorto en dulces éxtasis.
Oh qué envidiables disposiciones para aquel gran paso!
Finalmente quiso Dios hacer bienaventurada la muerte de este seráfico joven con una
avenida de celestiales delicias, qué manifestaba ya abrazando amorosamente a Jesús
Crucificado, ya haciendo tiernísimos coloquios con su Dios y con su querida Madre María
hasta el último momento. pero otras nuevas y mayores les sobrevinieron con la presencia
misma de la Virgen Santísima, que había aparecido visiblemente acompañados de Santas
Vírgenes para llevar al cielo aquella alma virginal. Con esta bienaventuranza anticipada y
con un rostro suavemente risueño expiró aquella inocentísima alma el 15 de agosto, al
despuntar el día; esto es coma a la misma hora en que se cree que la Reina misma de Los
Ángeles paso de la vida temporal a la eterna: para hallarse de esta manera como había
deseado y pedido, presente a su glorioso triunfo, asemejándosele, no sólo en la hora, sino
también en la causa de su muerte, Que fue una gran vehemencia de amor divino ; De lo
cual nadie pude dudar, atendidas todas las circunstancias de su última enfermedad.

ORACIÓN

Oh cuánto envidio yo una muerte también aventurada, cómo fue la vuestra, gloriosísimo
Estanislao! Congratúlome con Vos, Pero al mismo tiempo temo de mí mismo. ¿Qué muerte
más dichosa que está me puedo imaginar, más rica de méritos, más llena de delicias
celestiales? y qué fundamento tengo yo para esperar que la mía sea semejante a la vuestra?
muy diversa es la conducta de mi vida, y por eso temo que no sea desemejante mi fin. Más,
si este es cabalmente aquel punto tan terrible, del cual depende una eternidad por la más
feliz o la más desgraciada, permitirme, fidelísimo Protector mío, qué os presente hoy
mismas rendidas súplicas. Por aquellos favores tan singulares, con qué se dignó la Virgen
María señalar vuestra muerte, Y por aquel amor tan tierno y constante, con qué le seguisteis
hasta el cielo toma os pido encarecidamente santifiquéis los últimos momentos de mi vida.
Ah! No desechéis mi humilde petición. ¿Sería posible que dejaseis frustradas mis
esperanzas? ¿qué seria de mí si no llegase a conseguir esta gracia? negarme más bien todas
las otras y alcanzarme solo está de la Divina Madre María, De cuyo patrocinio y del vuestro
yo la espero: y prometo por mi parte disponerme a recibirlas mejorando mi vida; volveré
cada día a pedirosla hasta que la obtenga y me vea con Vos en el cielo por toda una
eternidad. Amén.

Tres padrenuestros, tres avemarías y gloria al padre.

EJEMPLO

Grande fue el socorro que las puertas de la eternidad concedió San Estanislao un Caballero
llamado Pedro Szada, vecino de Posnamia. Cayó enfermo con unas calenturas, qué dando
poco cuidado al principio, no alarmaron a los médicos y asistentes, cuando debían,
permitiendo ellos que privado en un acceso la cabeza, quedase tan débil, que solo había
lúcidos intervalos en la furia, no en el delirio. Crecía la calentura al paso que menguaban
las fuerzas, hasta que agotados todos los recursos de la medicina, ya no tanto se lloraba la
vida temporal, que se suponía perdida sin remedio, cuánto la eterna de que se dudaba por la
ninguna prevención del enfermo. A quién después de una larga enfermedad cogía de
repente la muerte. En este estado, uno de los que fueron a visitarle, llevaba consigo una
reliquia de San Estanislao; inspiró le Dios que la aplicaste a la cabeza del enfermo, como lo
hizo; y aunque no todos supieron lo que hacía, todos conocieron el efecto, que fue
despejarsele enteramente el juicio, serenarse la congoja, cobrar ánimo, no acometerle algún
accidente, qué le inquietase, en todo el tiempo que hubo menester para hacer una muy
llorosa confesión general, previniéndose para la jornada, que estaba tan próxima, para la
cual recibió por Viático el Santísimo Sacramento, y continuando las lágrimas de
arrepentimiento, mezcladas con otras de ternura y devoción, dio el alma a su Criador en una
tan feliz muerte, cómo se puede creer; pues la providencia divina no es creíble con
descendiese a los ruegos de Estanislao con un tan evidente milagro, si no se hubiera de
perfeccionar la disposición del enfermo con la corona de la gloria, qué alcanzaba por los
méritos de nuestro Santo. (Cassani, Vida de S. Están.)

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