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Articulo Huerto

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EL HUERTO FAMILIAR: PERSPECTIVAS DE LA PRÁCTICA AGRÍCOLA


COMO ESTRATEGIA DE SEGURIDAD Y SALUD ALIMENTARIA EN EL
HOGAR URBANO.

Gerardine Mora
Comunidades de Aprendizaje
Núcleo La Grita
nineg25@gmail.com
RESÚMEN

Emprender esta investigación obedece a la necesidad de valerse de


iniciativas centradas en la alimentación como aspecto relevante para el
desarrollo humano integral y sostenible. El objetivo es describir el huerto
escolar desde la perspectiva de la práctica agrícola como estrategia de
seguridad y salud alimentaria en hogares ubicados en el contexto urbano de
La Grita, municipio Jáuregui, estado Táchira. Metodológicamente sigue el
enfoque cualitativo y la aplicación de la doble hermenéutica que implica: por
una parte, interpretación de las fuentes secundarias, y por otra, de la
experiencia vital de la investigadora. Los informantes son miembros de la
comunidad quienes fueron sujetos de observación y además participantes de
las acciones desarrolladas. Sigue la técnica de la entrevista a través de la
guía de entrevista y la observación mediante notas de campo. Los hallazgos
indican la conexión favorable entre la convergencia del huerto y la familia
donde todos los que participen asuman la responsabilidad de compenetrarse
en cada actividad planificada para la transmisión y generación de
conocimiento. Además, estos sistemas de producción de hortalizas libres de
contaminación, a bajo costo y mediante el esfuerzo compartido aporta a la
seguridad y salud de la familia. En conclusión, la integración de la familia en
cada una de las actividades busca la orientación participativa para mejorar el
aprendizaje y la convivencia de todos y todas según los aportes de cada uno
de los involucrados.

Descriptores: Huerto Familiar, Perspectiva, Practica Agrícola, Seguridad,


Salud, Alimentaria, Hogar Urbano.

Introducción
En la actualidad se vive en Venezuela un momento de crisis que
implica la pérdida del poder adquisitivo, la inflación, desmejora en las
condiciones alimentarias de la población, al tiempo que se coartan los
beneficios económicos destinados para el presupuesto del hogar. Por eso
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me mueve la intención de indagar sobre el huerto familiar como espacio


favorable al desarrollo de prácticas agrícolas destinadas a la producción de
hortalizas de ciclo corto para el beneficio tanto de los miembros del hogar
como a nivel comunitario, específicamente en el contexto urbano. En virtud
de este señalamiento muestra la vivencia que me ha acompañado durante mi
ejercicio profesional como docente y que siempre se condujo a superar las
paredes del aula de clase para indagar sobre las problemáticas comunitarias.
Entonces, se trata de volver la mirada sobre una iniciativa que tiene
trascendencia cultural en Venezuela, porque los pueblos originarios
cultivaban sus propios alimentos y en la actualidad es urgente brindarle
interés a nuestras raíces como pueblo luchador, productivo, capaz de
superar los problemas para obtener mejores condiciones de vida, que, de
ninguna manera, se alcanzarían, si se carece de una segura y sana
alimentación.
Es así, como Boada (2013) expresa que “…uno de los
agroecosistemas sostenibles desarrollado por generaciones entre las
comunidades es el huerto familiar, en el que concurren aspectos ecológicos,
agronómicos, culturales, sociales y físicos que han contribuido a que sea
considerado como un sistema agroforestal sostenible” (p.4). De allí, que se
trata de una iniciativa de carácter holístico en la cual confluyen elementos
multidisciplinares enmarcados en la sostenibilidad. Ahora bien, el huerto
familiar está formado por un conjunto de plantas perennes, semiperennes y/o
anuales, generalmente ubicadas alrededor de la casa, a las que se suman
algunos árboles maderables y frutales, bejucos, cultivos, plantas medicinales
y ornamentales y, en ocasiones, algunos animales como gallinas, patos y
cerdos (Budowski 1993).
En gran medida, el interés por este tipo de huerto se debe a que su
estructura es parecida a la del bosque tropical: alta diversidad de especies
en múltiples estratos vegetales. García (2000). En función de esto, se
3

considera una alternativa viable y pertinente, en momentos donde priva la


necesidad de aportar no solo a la economía del hogar, sino también a la
salud y la sostenibilidad como prioridad dentro de la Agenda 2030.
Aunado a lo expresado, el huerto familiar resulta una herramienta que
busca la unión familiar, para producir en conjunto, de forma sustentable y
sostenible al tiempo que facilita la integración de actividades de producción
de hortalizas como estrategia de sensibilización para el fortalecimiento
económico de la familia. Visto de este modo, destaca que la seguridad y
salud alimentaria según la FAO (2019) tiene lugar cuando “todas las
personas tienen acceso físico, social y económico permanente a alimentos
seguros, nutritivos y en cantidad suficiente para satisfacer sus requerimientos
nutricionales y preferencias alimentarias, y así poder llevar una vida activa y
saludable” (p.11). Sin duda, alude a un concepto que comprende formas de
producción de los alimentos, patrones de distribución y consumo orientados
al disfrute de la salud.
Como resulta evidente se involucran elementos propios al acceso a los
alimentos y también la calidad nutricional de los mismos. Sin duda, esto
impacta en la necesidad de formar para la ejercitación de prácticas agrícolas
favorables a hacer uso de los espacios del hogar, con miras a promover el
manejo integrado y sustentable de los recursos necesarios, tal como la
agricultura familiar, cuya definición es: “una forma de organizar la agricultura,
ganadería, silvicultura, pesca, acuicultura y pasto-reo, que es administrada y
operada por una familia y sobre todo, que depende preponderantemente del
trabajo familiar, tanto de mujeres como de hombres” (Ruiz: 2014).
A tal fin, pretende mostrar la integración de actividades desde la
orientación, aprendizaje y convivencia de todos y todas según los aportes de
diferentes fuentes. Como lo indica la FAO (2019) “EL huerto ante todo debe
ser un instrumento educativo orientado no sólo a los niños, sino también a
sus familias, la comunidad y la propia escuela” (p.4). Según lo indicado el
4

huerto es un instrumento que facilita la aplicación de estrategias de


aprendizaje en las diferentes áreas del saber y responden a las dinámicas
sociales, políticas y económicas que se encuentra en la comunidad
seleccionada. Por ello considero que el huerto familiar permite aprender a
cultivar, cosechar, conservar y preparar los alimentos, de acuerdo con las
expectativas establecidas en cuanto a la promoción de una alimentación
sana, balanceada, favorable a la economía del hogar y lo que también es
importante cultivado bajo el compromiso y la satisfacción de producir parte
de lo que consumen.
En tal sentido, cobra vigencia lo referido por Boaventura de Sousa
Santos en correspondencia con las epistemologías del sur en cuanto a la
promoción de experiencias de desarrollo, trabajo y producción. Se trata de
diálogos y conflictos posibles entre formas y modos de producción diferentes.
En los márgenes o en los subterráneos de las formas y modos dominantes –
el modo de producción capitalista y el modelo de desarrollo como crecimiento
infinito– existen, como disponibles o como posibles, formas y modos de
economía solidaria o alternativa, propuestas y prácticas de desarrollo
alternativo o de alternativas al desarrollo. De Sousa (2006).
Como resulta evidente, un nuevo mundo es posible de cara a prácticas
que desde el huerto familiar pueden ser el punto de partida de una nueva
concepción de la productividad, con énfasis en la incorporación de la familia
en su propia seguridad y salud alimentaria, como se pretende en este
estudio. De allí, que, en el marco de la transformación curricular tan
necesaria en este momento, se debe propiciar el aprendizaje productivo,
concibiendo a las familias y las instituciones educativas como espacios
abiertos para la producción y desarrollo integral hacia la formación del nuevo
ciudadano consustanciado con los valores propios de la sustentabilidad.
En este contexto específico las experiencias de aprendizaje deben dar
cuenta de la realidad que caracteriza el entorno educativo concretando
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contenidos curriculares y estrategias metodológicas en correspondencia con


los intereses junto a las necesidades de cada ser humano. A tal efecto, se
requiere estimular el contacto directo con los componentes del ambiente
como recursos favorables a la ejercitación de competencias propiciadoras de
un verdadero aprendizaje significativo y para la vida.
Así, el huerto familiar y los espacios de producción también poseen un
alcance didáctico pedagógico ya que se corresponden con el aprendizaje
interdisciplinario que ayuda a crear el nuevo ciudadano productivo, promueve
una cultura agroecológica de gran interés para todos. Esto por encontrarse
inmerso el intercambio de saberes y experiencias agrícolas que además se
convierten en oportunidades para fomentar el amor, así como la valoración
por una cultura de siembra que impacte en la formación de las personas,
visto como un continuo, de gran importancia.
De allí, la concordancia con lo emanado en el Plan de la Patria 2019-
2025 específicamente respecto al Gran Objetivo Histórico N° 5: Contribuir
con la preservación de la vida en el planeta y la salvación de la especie
humana, el cual apunta en uno de sus objetivos nacionales, a construir e
impulsar el modelo histórico social ecosocialista, fundamentado en el respeto
a los derechos de la Madre Tierra y del vivir bien del pueblo.Esto sirve de
estrategia y sensibilización para el fortalecimiento económico de las familias
que se integran en la actividad donde se profundicen metodologías, para
conocer si ésta práctica potencia y facilita una mayor cohesión social e
integración entre sus participantes, para poder conocer la utilidad de esta
práctica como herramienta para el educador que emprende un trabajo
creativo y de cooperación con la comunidad.
Es de hacer notar, que la actividad del huerto familiar se puede
desarrollar como la interacción de la comunidad y el encuentro de diferentes
generaciones y culturas con un mismo fin. En tal sentido, el huerto familiar
como sistema productivo tradicional, representa uno de los espacios más
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importantes en la transmisión y generación de conocimiento, promoviendo el


realce de las prácticas agrícolas ancestrales que guardan relación con la
educación ambiental emancipadora.
Por eso la concepción vivencial y constructiva del acto pedagógico, que
trasciende las aulas de clase, propicia en la familia la confianza en sí mismo
y en sus propias capacidades, así como la posibilidad de afrontar con
seguridad los múltiples problemas que afectan a la sociedad. De esta
manera, la experiencia se concibe como un hecho humano cotidiano donde
se emplean acciones vinculadas a la vida y a lo que día a día ocurre en el
ambiente de aprendizaje, es decir, una acción donde la autora no es un ser
distante ni distinto del mundo sobre el que pretende actuar, sino que por el
contrario se encuentra sumida en esa realidad y coexiste con otros actores
que también tienen objetivos propios.
Desarrollo
Seguidamente es necesario hacer notar que los programas de
aprendizaje en el huerto familiar son de carácter multisectorial y
multidisciplinario; y están estrechamente relacionados con la alimentación
familiar; y se puede estructurar con el apoyo del equipo encargado de
atender el huerto desde las prácticas agrícolas, en particular el
abastecimiento de agua. Esto permite evidenciar que los huertos precisan
atención y las familias pueden aplicar las prácticas agronómicas de forma
organizada.
El referido proceso se basa en la elección consciente de lo que hay que
cultivar para mejorar la alimentación (educación nutricional) o para la venta
(cultivo para el mercado/estudios comerciales). Por lo tanto, se debe
combinar el aprendizaje práctico con el social y la preparación para la vida
activa, con el objeto de incorporarlos a la vida cotidiana, promoviendo un
cambio en el estilo de vida y difundir el mensaje colectivo entre la
comunidad.
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A tal fin, los grupos de trabajo deben organizar, observar, registrar,


evaluar y celebrar todo el proceso, al llevar a la práctica los conocimientos
para la difusión y publicidad del aprendizaje hortícola llevando a cabo el plan
de trabajo más adecuado de acuerdo a las circunstancias particulares de
determinado contexto. Por otra parte, se define a los huertos familiares como
sistemas agroforestales de uso de la tierra “con árboles y arbustos
multipropósito en asociación íntima con cultivos agrícolas anuales y
perennes y animales, en el área alrededor de las casas, y manejados con
base en la mano de obra familiar”. Es decir, la familia puede establecer un
huerto en cualquier espacio lo importante es tener los deseos de construirlo
con el fin de cultivar hortalizas para el consumo humano.
En función de esta idea, Cano (2015), en su artículo Huertos familiares:
un camino hacia la soberanía alimentaria nos dice que “más allá de la
importancia del huerto familiar en la adquisición de los recursos diversos
para la familia campesina, es necesario enfatizar la importancia de los
huertos familiares como parte de la estrategia social para alcanzar la
soberanía alimentaria. (p.78).
Es decir, el huerto familiar y los espacios de producción poseen un
alcance didáctico pedagógico ya que se corresponden con el aprendizaje
interdisciplinario que ayuda a crear el nuevo ciudadano productivo, promueve
una cultura agroecológica de gran interés para todos, encontrándose inmerso
el intercambio de saberes y experiencias agrícolas que además se
convierten en oportunidades para fomentar el amor y la valoración por una
cultura de siembra que impacte en la formación de los ciudadanos que hacen
vida en la comunidad.
Por tanto, lo que se quiere lograr es la integración familiar y comunitaria
para establecer una conexión desde lo ontológico y epistemológico donde se
lleve a la práctica los conocimientos de la comunidad tomando en cuenta los
principios que permiten trabajar en sociedad como lo quiere alcanzar la
8

autora. Esto con el propósito de compenetrar a las familias en el trabajo


colectivo para avanzar y alcanzar una buena productividad que sirva para
establecer una relación mutua o reciproca; y así instaurar una conexión entre
la correlación de los beneficios económicos para el presupuesto del hogar
desde el contexto social donde nos encontramos.
En este orden de ideas, Castejón, (2017) acota que la Agricultura
Urbana puede: “ayudar a rellenar espacios que sobran en las ciudades”. (p.
86). En efecto, este tipo de agricultura presenta varios beneficios los cuales
son los que se mencionan a continuación: (a) ayuda a unir a las familias y a
las comunidades, trabajando hacia un objetivo común que será beneficioso
para todos; (b) proporciona enlaces directos a la producción de alimentos; (c)
crea un mejor entorno de vida debido al reverdeciendo la ciudad y la hace
más productiva; (d) hace que la gente sea más fuerte, dependiendo ellos
mismos de su seguridad alimentaria y haciéndolos más independientes y
autónomos.
Las anteriores afirmaciones conforman un asidero de gran valor al
momento de ponderar tan valiosa iniciativa, como lo es el huerto familiar, que
ciertamente responde a las necesidades sentidas de la sociedad venezolana,
en momentos en que uno de los temas más álgido, es precisamente el
alimentario. Es por ello, que la producción de hortalizas en el huerto familiar
dentro de las ciudades, supone una manera de mejorar el acceso a los
mismos, ya que estos podrían estar disponibles en cualquier momento, dado
que actualmente muchos de ellos, no se encuentran disponibles debido a los
elevados costos por la situación económica del país.
Entonces, mi propuesta es implementar estrategias económicas,
acordes para la región, centradas en la práctica de la agricultura desde el
huerto familiar, siempre reforzado con soportes teóricos informativos para
utilizar los sistemas más adecuados en el desarrollo del mismo. De tal
manera, se obtendrían numerosos beneficios que no solo impactarían a nivel
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de la familia, sino de la comunidad en pleno. Esto al comprender que en el


huerto familiar se logra producir alimentos de calidad y buen sabor,
reduciendo la perdida de alimento, ahorro de dinero en compras de hortalizas
y vegetales, se cultiva con calidad e inocuidad y fortalece la integración
familiar. Más aun en la nación venezolana donde las condiciones climáticas
favorecen el cultivo en cualquier época del año.
Es decir, el beneficio económico del huerto familiar permite obtener
una estructuración social, ya que el intercambio de productos de estos
huertos contribuye a crear el tejido social con la comunidad logrando producir
alimentos de calidad y buen sabor, para reducir las pérdidas de alimento, y
obtener ahorro de dinero en compras de la cesta diaria, al cultivas con
calidad, inocuidad y mediante el fortalecimiento de la integración familiar.
Los huertos familiares, a su vez, proveen Servicios Ecosistémicos de
diversos tipos (Cano y Moreno 2012), al abarcar las cuatro categorías de
propuestas por la UNESCO: a) provisión: agrodiversidad, captación de agua,
control de plagas; b) regulación: clima, control de erosión; c) culturales y d)
de soporte: control de plagas, captura de carbono, polinización, dinámica de
suelos. Incluye el manejo de plantas, árboles, arbustos y herbáceas con
animales domésticos. Lo planteado por los autores invita a construir huertos
familiares para mantener la diversidad ecológica con especies vegetales de
ciclo corto.
De igual forma, Eguiraun (2013), señala respecto a las características
de la agricultura urbana que: “esta práctica agrícola es un marcador de
identidad cultural, ya que su mantenimiento está motivado más con la
manera de vivir de las personas que con los beneficios económicos que
reportan”. (p. 126). A tal efecto, dicha actividad también es un importante
elemento de estructuración social, ya que el intercambio de semillas y
productos de los huertos contribuyen a crear tejido social. Algunas de las
características de la agricultura urbana son:
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1. Los productores urbanos pueden lograr eficiencia empleando con


fines productivos recursos insuficientemente utilizados, como terrenos
baldíos, aguas residuales tratadas, desechos reciclados y mano de
obra desempleada.
2. La productividad puede ser muy superior a la producción por hectárea
en la agricultura rural, aunque los rendimientos se resienten a menudo
por el uso de insumos inferiores o insuficientes.
3. La utilización de variedades deficientemente adaptadas, un uso
insatisfactorio del agua y la falta de conocimientos agrícolas.
4. Los agricultores urbanos suelen utilizar técnicas de elaboración y
almacenamiento que requieren pocos insumos.
A partir de tales señalamientos se dejan ver las bondades de una
práctica ancestral con la cual me he encontrado siempre vinculada desde mi
entorno familiar que siempre fue ganado a reservar espacios en sus hogares
para el cultivo de plantas ornamentales y comestibles las cuales desde niña
aprendí a cuidar y valorar. Recuerdo como una de las actividades más
satisfactorias el poder observar las flores de los extensos jardines del hogar
de mis padres y recolectar plantas como cilantro, orégano, albahaca, menta,
valeriana, entre otras que estaban a mi alcance y con las cuales mi madre
sazonaba deliciosas comidas.
Luego, como educadora coordine programas asociadas al trabajo
productivo en las instituciones escolares, como era el huerto escolar y allí
logre hacer letra viva las prácticas propuestas en el ideario de Boaventura de
Sousa Santos autodefinido como un artesano que confecciona herramientas
extremadamente potentes para interpretar de un modo creativo las
realidades que habitamos (y buscamos transformar). Los instrumentos
conceptuales que pone a disposición pueden pensarse bajo la figura de una
teoría de la retaguardia: recursos que se inscriben más en el linaje del
trabajo artesanal que en un modelo sistémico y omnicomprensivo de
11

interpretar el mundo; herramientas diseñadas para realizar una aproximación


a experiencias situadas y singulares, que pueden representar una novedad
para unos y remitir a un ecosistema de saberes ancestrales para otros. De
Sousa (2006).
En esta visión que personalmente mantengo encontré referentes para
mi praxis pedagógica, orientada en la búsqueda de experiencias a través de
las cuales pudiera acercar a los estudiantes con los saberes de la
comunidad, con mi acercamiento al huerto familiar y también escolar, disfruté
del trabajo liberador y la satisfacción que significa sentirse productivo. De
igual, manera sustenté mi visión en el pensamiento del maestro Simón
Rodríguez, plasmado por Sánchez (2010) y en el cual destaca la visión
robinsoniana de formar republicanos y, finalmente, una educación para el
trabajo que pretende el desarrollo de habilidades y destrezas en los
estudiantes estimulando e impulsando las inclinaciones artísticas, deportivas,
científicas, entre otras. Sin duda, en este pensamiento tiene cabida la
práctica agrícola a pequeña escala desde el seno de la familia como se
propone en el presente artículo.
Rodríguez sostuvo con vehemencia que la génesis de los males que
atentaban contra el nacimiento de las nuevas repúblicas estaba en la
ignorancia del pueblo, en el desconocimiento de formas distintas de vivir en
sociedad, así como en la ausencia de una cultura del trabajo que permitiera
enfrentar y superar la destrucción causada por la guerra; para lo cual era
necesario establecer un modelo educativo que rompiera la lógica sobre la
que se había asentado el dominio español.
Para él resultaba claro que la educación constituía un proceso de
mucha mayor trascendencia que la adquisición de ciertas habilidades y
destrezas, las cuales podían aprenderse no solo en la escuela. Educar era
adquirir consciencia de los deberes, responsabilidades y derechos que cada
persona debía ejercer para garantizar el orden y la convivencia social, dentro
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de un marco de igualdad y justicia. La educación debía formar el ciudadano


capaz de enfrentar, neutralizar y superar los valores engendrados por la
dominación española.
Hoy día, se encuentra total coherencia entre lo visionado por Rodríguez
y las realidades emergentes que se viven en el contexto latinoamericano y
nacional, donde a pesar de no darse una guerra como a la que aludía el
insigne maestro de Bolívar; se mantienen amenazas externas e internas que
han causado circunstancias sobrevenidas por los conflictos internos, las
políticas erradas en materia productiva y las situaciones que han impactado
en la alimentación que consume el venezolano.
Como resulta evidente tanto Simón Rodríguez como Boaventura de
Sousa Santos, coinciden en la necesidad de promover una renovada
perspectiva de la agricultura familiar que se ve favorecida mediante el huerto
escolar como estrategia de seguridad y salud alimentaria en los hogares,
especialmente los ubicados en el ámbito urbano. Es así, como la teoría
encuentra espacios de aplicabilidad en el plano de lo real y efectivo, como es
el interés de este artículo.
Seguridad alimentaria
El informe de alerta temprana sobre seguridad alimentaria y agricultura
FAO/ONU, (2019), ubica a Venezuela en el tercer lugar entre los 10 países
con alto riesgo de una emergencia o deterioro significativo de su seguridad
alimentaria y la agricultura, con efectos severos. Es decir, la seguridad
alimentaria de Venezuela, se podrá alcanzar desarrollando la producción
agropecuaria interna, entendiéndose como tal, la proveniente de dicha
actividad.
Ahora bien, la producción de alimentos es de interés nacional y
fundamental al desarrollo económico y social de la Nación. Por consiguiente,
el Estado dictará las medidas de orden financiero, comercial, transferencia
tecnológica, tenencia de la tierra, infraestructura, capacitación de mano de
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obra y otras que fueran necesarias para alcanzar niveles estratégicos de


autoabastecimiento. Así como, promover las acciones pertinentes en el
marco de la economía nacional e internacional para compensar las
desventajas propias de la actividad agrícola. De lo anteriormente expuesto, y
en el marco de la conocida situación país Rodríguez (2018) señala que:
Aunado a la problemática económica que el país, viene
padeciendo en los últimos años, se ha fomentado la necesidad de
querer renovar o promocionar nuevas alternativas y tecnologías
que permitan aprovechar al máximo los espacios disponibles de
siembra en las zonas locales, lugares dentro de los hogares y el
manejo racional de los recursos naturales para producir sus
propios alimentos.
Es por ello, que considero pertinente promover los huertos familiares
con el fin de mitigar las necesidades presentes en la población, mediante el
planteamiento de respuestas y alternativas al alcance de cualquier persona.
Destaca a la par de esta iniciativa la idea que el maestro del Libertador, Don
Simón Rodríguez mantenía sobre la urgencia de una educación práctica y
social que sustente todo el sistema y preestablezca los vínculos individuo-
sociedad como instrumento de formación de ciudadanos. Es decir, se trata
de valorar los espacios que relacionen a las personas con su realidad a fin
de transformar sus propias realidades.

Recorrido Metodológico
El enfoque de investigación seleccionado para el desarrollo del
presente estudio se correspondió con el enfoque cualitativo que desde la
perspectiva de Martínez (2007) sostiene “…los hechos estudiados son
considerados desde un enfoque sistémico, en lo cual cada elemento
constituyente es visto y entendido de manera holística a través de la posición
y de la función o papel que desempeña en la estructura” (p.171); es decir, la
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realidad no se conforma de elementos aislados, sino que se constituye en la


integración siempre dinámica de los fenómenos sociales.
En consecuencia, permite abordar distintos problemas de contenido
socio educativo a través de las vivencias de sus propios protagonistas a fin
de generar información interpretada de manera descriptiva tal y como en la
presente temática.
Se recurrió a la doble hermenéutica como propuesta epistemológica
que implica tener en cuenta las expectativas del otro sobre la propia acción
acerca de condiciones sociales, incluidas, en especial las condiciones de su
propia acción, pero que no pueden expresarse discursivamente (Infante,
2007). A tal fin se aplicó como técnica la entrevista y como instrumento una
guía de entrevista dirigida a miembros de la comunidad circunscrita al
estudio por considerarse pertinente con las intenciones del estudio. De igual
forma, se llevó a cabo la Técnica de la Observación Directa que desde la
óptica de Becker citado en McKernan (2006), resulta cuando “el observador
participante reúne los datos tomando parte en la vida diaria del grupo o de la
organización que estudia. Observa a las personas para ver a que situaciones
se enfrenta y cómo se comportan …descubre interpretaciones para
describirlas” (p.80).
Por ello, se debe tener presente que en el proceso de recolección de
información se deben exponer las interacciones que suceden, de allí la
importancia de dejar constancia escrita de los actos que se relacionan con el
tema y con el propósito de la investigación. Por tal razón, la observación se
considera como una de las técnicas de mayor aplicabilidad cuando se trata
de recabar información que se procesará de forma cualitativa.

Resultados
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Luego de analizados los hallazgos se reconoce que los miembros de la


comunidad del Llano de Los Zambrano, La Grita, municipio Jáuregui, estado
Táchira poseen conocimiento sobre la elaboración de semilleros, banco de
semillas, empleo de materos u otros recipientes, que son útiles para
concretar actividades vinculantes con el huerto familiar. No obstante, se está
quedando sin efecto la aplicación práctica en la realidad de la práctica
agrícola a pequeña escala mediante estas herramientas.
Se determinó también la existencia de terrenos que se encuentran
ociosos en algunas viviendas como los llamados solares, jardines, que son
apropiados para el cultivo de hortalizas. Destaca como aspecto favorable que
poseen los implementos necesarios para ayudarse en la preparación,
deshierbe y aprovechamiento de dichos espacios con fines agrícolas.
Es así, como se propone un aporte de solución centrado en lo referido
por SERMANAT (2013, p.5), en cuanto al huerto familiar biointesivo visto
como “…un apoyo práctico y de fácil aplicación para cultivar, en pequeñas
superficies y de forma manual e intensiva, un huerto con técnicas
sustentables y amigables con el medio ambiente”. Es decir, la comunidad
aplica la destreza de dar uso a la tierra, con actividades de producción de
alimentos, contribuyendo a la soberanía alimentaria y la proporción de
alimentos seguros, incrementando la cantidad de los mismos disponibles
para los habitantes del sector y así poder proveer de verduras y frutas
frescas a los consumidores. Otra ventaja es que con este tipo de actividades
referidas a la sostenibilidad, se puede dar utilización a los terrenos
abandonados o clandestinos.
Esto permite sensibilizar a las personas sobre la educación nutricional,
además de incidir en el ahorro del gasto familiar que puede llegar a darse en
un rango de diez (10%) a (30%) por ciento, en una proyección financiera en
forma trimestral y semestral, dependiendo del producto y el volumen que se
obtenga, en función de dos (02) siembras anuales, dicho ahorro familiar es
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en base a la fluctuación de precios. Adicionalmente, la Agricultura


establecida en los huertos puede concebirse como un vehículo excepcional
para la difusión de una cultura nutricional que valore el enfoque sustentable,
dado que no se recurre a los fertilizantes o plaguicidas. Rodríguez (2018).
Finalmente recomiendo la realización de acciones para el desarrollo
de la agricultura familiar para el sustento económico, tomando en cuenta que
la labor educativa debe convertirse en un espacio de acción comunitaria.
Asimismo, es importante considerar la integración de la familia en cada una
de las actividades, a fin de buscar la orientación participativa para mejorar el
aprendizaje y la convivencia de todos y todas según los aportes de cada uno.

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