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Caso Mendoza Caso 1

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1

MATERIAL PARA EL TRABAJO PRACTICO

ESTUDIO DE CASOS

Edgar Pedro Sernich Cáceres

Para una mejor comprensión del proceso de “transición” de la adopción y adaptación de los
argumentos históricos y teóricos del pensamiento expresado por la escuela liberal clásica, respecto
al pensamiento criminológico desarrollado por la criminología positivista, resulta ineludible
contextualizar este proceso, primero, en el marco normativo penal del Código penal de 1834
abrogado y el Código penal de 1973 –aún vigente- cargado de un sinfín de modificaciones,
sustituciones, incorporaciones y abrogaciones totales, o en su caso, parciales, y, segundo, en un
espectro socio político, que nos motiva a analizar delitos de relevancia que por su naturaleza e
importancia, han trascendido más allá del estricto foro jurisdiccional, y han sido objeto de análisis y
argumentación teórica por intelectuales -no necesariamente criminalistas o criminólogos- pero sí
profesionales, vinculados a la práctica profesional de la abogacía.

En esa orientación, intentaremos una investigación empírica de dos casos y dos momentos:

1) La muerte del indígena Andrés Coyo, causada por disparo del arma de fuego de José María
Mendoza, hacendado potosino, hecho ocurrido el 11 de septiembre de 1880, para lo que recurrimos
al texto original de la Revista Exposiciones de los Abogados en los Debates Judiciales, publicada en
1882, bajo el título: Con motivo de la causa criminal seguida contra José María Mendoza, por la
muerte del indígena Andrés Coyo, documento obtenido del Archivo y Biblioteca Nacionales, con el
registro M.I.Bb 975, que en realidad son las defensas de los abogados de Mendoza, Dr. José Manuel
Gutiérrez y Dr. Luis Navarro y

2) El asesinato de 120 militares y soldados del “Escuadrón Pando”, que tenía como misión reforzar
las filas liberales en Cochabamba a manos de indígenas, ocurrido el 28 al 29 de febrero de 1898
conocido como “La masacre de Mohoza”, para lo que recurrimos al texto de Bautista Saavedra,
Proceso de Mohoza, defensa del abogado Bautista Saavedra, pronunciada en la Audiencia del 12 de
octubre de 1902, que constituye la Segunda Parte de su texto El Ayllu. Estudios sociológicos,
publicado en 1913; sin embargo, en 1903 como profesor de la Facultad de Derecho y Ciencias
Sociales de la Universidad Mayor de San Andrés UMSA, publicó un texto titulado El Ayllu que tiene
una segunda parte con el título de Criminalidad Aymara en el Proceso de Mohoza, abril de 1901, que
en los hechos, se convertirá en la base argumentativa y teórica de su defensa como abogado en el
proceso al que hicimos referencia líneas arriba.
2

CASO 1)
La muerte del indígena Andrés Coyo, causada por disparo del arma de fuego de José
María Mendoza

Para poder contextualizar cualquier análisis y entender los delitos por los cuales se juzga al autor
del hecho, José María Mendoza, previamente, es importante hacer una referencia al Código penal
de 1834, concretamente, sobre los delitos de homicidio (art. 479) y asesinato (art. 483):

Código Penal 1834


Capítulo I, Título I del Libro Tercero:
DEL HOMICIDIO; Artículo 479. Asesinato: Art. 483. Homicidio para robar: salteadores: Art. 488. Homicidio agravado por
el parentesco: Art. 489. Parricidio: Art. 490. Otras variedades de homicidio voluntario: Artículo 491, 492 in fine y 493.
LIBRO TERCERO.
De los delitos contra los particulares
TITULO I.
De los delitos contra las personas
CAPITULO I
Del homicidio

Art.479. Los que maten a otra persona voluntariamente, o con premeditación y con intención de matarla, no siendo por
orden de autoridad legítima, sufrirán la pena de muerte; siendo indiferente en este caso que el homicida de la muerte a
otra persona distinta de aquella a quien se propuso hacer el daño.

Art. 483. Son asesinos los que matan a otra persona no solo voluntariamente con premeditación y con intensión de
matarla si no también con alguna de las circunstancias siguientes: 1° en virtud de dones o promesas que se les hayan
hecho previamente para que maten o hieran a aquella persona o a otra en cuyo lugar haya tenido a la asesinada:
segundo con previo asechanza: tercera con alevosía, o a traición y sobre seguro: cuarta con sustancias o bebidas
venenosas o nocivas que a sabiendas se hayan a plisado s la persona asesinada o se le haya hecho tomar, de cualquier
modo que sea: quinta con la explosión o ruina de materiales preparados para el asesinato, o con fuego que para matar
a la persona se ponga en la casa o sitio en que se halle: sexta con tormentos, o con algún acto de ferocidad o crueldad,
bien se cause la muerte por alguno de estos actos, bien se cometa alguno de ellos con el cadáver después de darle la
muerte : 7ma con el fin de cometer cualquiera otro delito o con el de castigar la resistencia que en la ejecuciones este
sin, o ponga la persona acecinada, o con el de impedir o embarace la misma ejecución o que lo descubra o detenga al
delincuente después de cometido : 8va. Cooperando al suicidio de otra persona en el acto de cometiere este delito ,. Los
asesinos serán infames por el mismo hecho y sufrirán la pena de muerte.
3

EXPOSICION DE LOS ABOGADOS EN LOS DEBATES JUDICIALES, CON MOTIVO DE LA CAUSA


CRIMINAL Y SEGUIDA CONTRA JOSE MARIA MENDOZA, POR LA MUERTE DEL INDIJENA ANDRES
COYO (1882)1

1) SOBRE LA RELACIÓN DEL HECHO2

Abogado defensor de José María Mendoza: JOSE MANUEL GUTIERREZ

En la página 12 de la exposición, el abogado Gutiérrez, en base a la declaración de testigos hace una


relación del hecho: “Las personas, los hechos, los tiempos, los lugares, se hallan clara y
distintamente señalados sin asomo de discrepancia, casi ni en las palabras. Se verifica la reunión de
los indígenas comunarios el 11, después de tentativas ya frustradas en los días 9 y 10 de septiembre
de 1880. En ese día los indígenas resistieron al pago de la veintena de corderos y ofrecieron hacerlo
en plata; José María Mendoza justamente alarmado con la reunión tumultuaria de los indígenas y
en previsión de cualquier evento, concedió el plazo de ocho días, es decir, quitó el motivo para todo
lance desagradable.

Los dos testigos enunciados (Simón Fierro, Martín Salazar – vecinos de Guayoma), absuelven
conjuntamente los siguientes hechos, fuera de los que acabo de citar que son de toda evidencia.
Mendoza se retiraba después del arreglo con dirección a su finca Yanani, llamando sólo al Segunda
y al Alcalde, a fin de que ambos presenciasen la devolución de Ps3. 200 que el matancero Justiniano
Medina había anticipado a Mendoza; los indios de la comunidad de Soicoco en vez de dar concluido
de pronto el asunto, continuaban sordamente en pos del acusado y su comitiva. Entonces es, que
Marcelino Mostajo se irrita, convencido de la persistencia de los indios en provocar hostilidades, y
situado un poco atrás de Mendoza les dice: [estos indios ajos, por qué se han de quedar con su gusto]
y da algunos latigazos a Ramón Cruz. En esta situación aparece Andrés Coyo y dice a Mostajo: [vos
a qué te metes, ya hemos arreglado con Don José María]. En fin, se trata de una lucha entre Mostajo
y los indios, indudablemente desigual; Mostajo [grita] se ve en serio peligro.

Mi defendido no puede permanecer indiferente a ello y regresa, movido por una generosa inspiración
a que sólo almas insensibles pueden resistir…”

En la página 13, siempre en base a la declaración de testigos, ahonda en más detalles del suceso:
“Siguen hablando los testigos: Mendoza al dirijirse a cumplir el santo deber natural de la defensa,
tropezó en su camino con el indígena Andrés Coyo, quien se preparaba a agredir a Mostajo. Mi
defendido quiso apartarlo, el indígena resistió, diciendo una insolencia a aquel, cosa que motivó el

1
Texto original
2
Para una mejor comprensión, hemos insertado los puntos 1) y 2) que, obviamente, no están en el texto original.
3
Se refiere al peso boliviano, moneda cursante en esos años. La aclaración es nuestra.
4

acto de los chicotazos. Al sentirlos Coyo bastante prevenido y de antemano dispuesto a un lance de
venganza, tomó de la brida a Mendoza de una manera violenta, dejándolo sin acción para obrar en
el sentido de la fuga o de algún arbitrio de defensa. En ese conflicto, mi defendido da un tiro
directamente al suelo para intimidar a Mendoza; Coyo en vez de atemorizarse, se irrita y levanta
una piedra, de color azul, del tamaño de un medio ladrillo (señales que dan los testigos) e iba a
descargarla sobre la cabeza de Mendoza, cuando este, agazapándose completamente sobre el cuello
de la mula, huyendo de la pedrada, suelta un segundo tiro sin puntería, de una manera rápida. Según
el parecer de los testigos, Mendoza habría sido seguramente victimado, si recibe la pedrada de Coyo.

Declaran finalmente que los indígenas tumultuados eran como 30.

El testigo Antonio Chungara coincide perfectamente en su declaración de los debates con las
anteriores... Chungara añade que Pedro Quespi les prohibió severamente el pago de la veintena,
habiéndose presentado el día 10 anterior al del suceso sumamente irritado, dispersando las tropas
de corderos y conminando a los indígenas con el pago de una multa. Respecto del carácter peculiar
de Andrés Coyo, dice lo que muchos testigos: que el finado era malo4.

En la página 17 de la exposición, el abogado Gutiérrez, afirma que: “Mariano Varas, testigo


independiente, hombre honrado, laborioso y dotado de buen sentido, sincero, franco, lleno de
convicción, declara todo lo que los indígenas conductores de la cabeza de Coyo le refirieron a tiempo
de conducirla a esta Capital. Declara 1° que Andrés Coyo tomó de la brida a Mendoza con toda
violencia y furia; 2° que se levantó una gran piedra para matar al acusado, y 3° que Mendoza sólo
fue envuelto en el suceso por defender a Marcelino Mostajo, por quien regresó al teatro de los
acontecimientos, cuando ya se retiraba tranquilo con dirección a su finca de Yanani, una vez hechas
todas las concesiones tendentes a conciliar intereses con los indígenas prevenidos.

Tomasa Villavicencio se ratifica plenamente en su declaración prestada en estado sumario. Ella


consiste, 1° en haber oído a Pedro Quespi, con quien tuvo lugar su careo, lo siguiente: [El niño
Mendoza siempre fue bueno, y no hubiera caído en esta desgracia por sí, a no ser Mostajo que
provocó este conflicto], 2° que Andrés Coyo tomó una piedra para arrojarla a la cabeza de Mendoza
y matarlo; y 3° que el mismo Quespi le aseguró que él había evitado que amarren a Mendoza.

4
La nota es nuestra. [Al finalizar la relación nótese que el abogado hace referencia al carácter peculiar de la víctima, en
este caso el indígena Andrés Coyo, y basado en la declaración de Antonio Chungara, este habría manifestado que el
finado (Andrés Coyo) era “malo”]
5

2) ARGUMENTACIÓN JURÍDICA DE DESCARGO

Primer argumento5: “Mi defendido no obró libre y voluntariamente y con malicia”

En la página 18 de la exposición, el abogado Gutiérrez, señala: “Habréis notado sin duda, Sr. Juez,
hasta qué punto se acentúa la justificación de los hechos y la claridad de las pruebas, todo en favor
de la inculpabilidad de mi defendido. ¿Para qué cansaros con una investigación más prolija de los
hechos capitales que comprueban su defensa? Bástame deciros, que todos ellos pronuncian
explícitamente su absolución. El que se defiende contra un agresor injusto y contra una agresión
violenta, no comete delito alguno. El que mata sin intención, sin malicia, sin voluntad libre, forzado
por la eminencia del riesgo, o lo excepcional de las circunstancias que concurren en un suceso dado,
previstas por la ley penal vijente, no comete delito.

La noción ético jurídica del delito, tal como lo establece la ciencia, a la vez que el derecho escrito de
la legislación positiva del país, viene a amparar y proteger eficazmente al acusado. Ella consiste
precisamente en la investigación psicológica, a la vez que material del acto; debe haber un lado
esencialmente subjetivo y otro objetivo; de lo contrario no hay delito. Lo deliberado, lo espontáneo,
lo intencional, lo malicioso, constituyen la casi totalidad del delito; el hecho lo completa, acaba de
caracterizarlo. Es menester verificar una evolución filosófica, pasando del delito en abstracto al
delincuente en concreto; es decir, que no basta el hecho objetivamente considerado, sino las
condiciones de ajente. Puede haber un herido, un cadáver, una víctima, y no existir el delincuente,
por no haber obrado éste libre e intencionadamente6.

El abogado Gutiérrez continúa su exposición, reforzando su argumentación en la inexistencia de


malicia de su defendido: “El artículo 1° del Código penal, guarda perfecta consonancia con las
últimas consideraciones del Derecho Natural, fundadas en la naturaleza humana, y en la naturaleza
de las cosas, establece el principio que acabo de sentar, preceptuando lo que sigue: “Artículo 1°
Comete delito el que libre y voluntariamente, y con malicia hace u omite lo que la ley prohíbe o

5
Es nuestra la incorporación del subtítulo “primer argumento y segundo argumento”, para procurar una mejor lectura
jurídica y criminológica del lector.
6
Esta resulta una argumentación ius filosófica, propia de la Escuela Liberal Clásica, cuando sostiene: 1) el amparo y la
protección del acusado; 2) que lo deliberado, lo espontáneo, lo intencional, lo malicioso, constituyen la casi totalidad
del delito, y, finalmente, 3) que cuando el autor no ha obrado libre e intencionadamente; es decir, bajo su libre albedrío
y con intención de cometer el delito, “puede haber un herido, un cadáver, una víctima, y no existir el delincuente”; sin
embargo, sospechosamente señala “que no basta el hecho objetivamente considerado, sino las condiciones de ajente”,
lo que está reclamando es el advenimiento de la futura Escuela Positivista, cuya postura argumentativa, parte
precisamente de las condiciones naturales, antropológicas, psicológicas y sociológicas del delincuente. El comentario es
nuestro.
6

manda bajo alguna pena. En toda infracción libre de la ley, se entenderá haber voluntad y malicia,
mientras que el infractor no pruebe, o no resulte claramente lo contrario.
Mi defendido no obró libre y voluntariamente y con malicia, como lo prueban las uniformes
declaraciones de los testigos, quienes absuelven los puntos cardinales que forman el conjunto
esencial de la defensa. José María Mendoza, da un testimonio elocuente de sus propósitos pacíficos
con la comunidad de Soicoco, concediendo el plazo de ocho días para el pago de la veintena –Ahí
tenéis Sr. Juez, la prueba irrefutable de la falta de premeditación por parte del acusado. - Él se retira
del teatro de los acontecimientos, opone a la conjuración de los indígenas ávidos de lucha, un medio
que le sujieren, la prudencia y la previsión; se va, se aparta del peligro que comenzaba a dibujarse
aunque vagamente en el fondo oscuro de la escena…”

En la página 22 de la exposición, el abogado Gutiérrez, cierra el primer argumento jurídico: “En la


exposición de los hechos, perfectamente demostrados por las declaraciones de casi todos los testigos
del proceso, se infiere lógicamente, que el acusado José María Mendoza, no tuvo intención, ni malicia
en el acto sometido a juicio. El artículo 1° del Código penal, pronuncia la absolución completa del
ajente que así obra”7

Segundo argumento: “derecho de lejítima defensa”

En la página 25, inicia una nueva argumentación jurídica de defensa: “Quiero suponer por un
instante, que él hubiera tenido cierto grado de intención al dar el tiro. Sí, doy por exacta esa
circunstancia. Concedo que una inapreciable ráfaga de luz, hubiese brotado de la mente del acusado,
hasta el punto de haberse dicho a sí mismo: [Debo defenderme]”

Muy bien, Sr. Juez, en ese caso, él queda amparado por la más concluyente de las justificaciones, por
el derecho de lejítima defensa, ejercido en el instante supremo de alternativa entre la defensa o la
muerte. Andrés Coyo pudo matarlo; Mendoza debió justamente temer ese resultado, viendo que una
piedra se descargaba sobre él por un agresor enfurecido y de proporciones orgánicas atléticas.

El caso 1° del art. 497 del Código penal, viene a ajustarse al caso de una manera cumplida. “No
estará sujeto a pena alguna el homicidio que se cometa en cualquiera de los siguientes casos: 1° en
el de la necesidad de ejercer la defensa lejítima y natural de la propia vida o de otra persona contra
un agresor injusto, en el acto de homicidio (art. 497)”

7
Hasta esta parte de su exposición, el abogado defensor y expositor de su defensa, José Manuel Gutiérrez, en sus citas,
ha hecho referencia al criminalista Pacheco, en realidad se trata de Joaquín Francisco Pacheco y Gutiérrez Calderón,
nacido en Écija, Sevilla, 23 de febrero de 1808-Madrid, 8 de octubre de 1865, fue un político, jurista y escritor español,
que osciló entre el liberalismo doctrinario y la llamada "disidencia puritana" del Partido moderado. La cita está referida
a su libro El Código Penal concordado y comentado, Madrid, Vda. de Perinat, 1848, 3 vols. La observación y aclaración
son nuestras.
7

Ahí tenéis la ley escrita, sancionando y proclamando elocuentemente la absolución del acusado.
La ley deja al juicio prudente del juez la apreciación concreta de los hechos como son y cómo se
desarrollan, manteniéndose firme, sólo en dos condiciones: 1° que se trate de la vida propia o ajena,
y 2° que la agresión sea injusta.

Mendoza se vio injustamente agredido, violentamente atacado y su vida se halló en inminente


peligro; luego, ejerció sólo un derecho perfecto, oyó la voz de la naturaleza, mató antes que ser
muerto. Es entendido que al juzgar y calificar su acto, el filósofo penalista debe trasladarse
mentalmente al lugar del suceso, examinarlo con relación al ajente tal como se encontraba, y tomar
el conjunto, descomponerlo en seguida, analizarlo, desleírlo; porque si se procede con el aplomo
magistral y el tono de infalibilidad que gasta por ahora el Ministerio Público, es muy sencillo,
entregar al verdugo o el alcaide al acusado, a que sea cómoda víctima de los hombres de nuestra
cárcel, escarnio de la justicia criminal en Bolivia.

En la página 28, el abogado Gutiérrez, cierra su argumentación: “Mi defendido puede en justicia
reclamar plena absolución en virtud del art. 497, pero, ya que la ligereza de un funcionario salido de
su nivel de calma y sobriedad, propias de la majistratura, quiere a todo trance el castigo como trofeo
de victoria, os presento esa coyuntura legal en la que se encuentra el término medio entre absolución
y la pena.

…Al hacerlo, demando de vuestra conciencia y de vuestro corazón, que salvéis a esta víctima por
quien suspiran siete hijos… La cárcel sería para mi defendido un patíbulo con prolongada agonía…

El Fiscal de Partido pide años de cárcel y años de destierro. ¿Y por qué? Por el delito de dos latigazos
dados a un indio… ¡Oh que ceguedad la de los hombres! ...Os pido justicia, y también os pido
corazón…

Abogado defensor de José María Mendoza: LUIS NAVARRO

En la página 3, el abogado Navarro señala: ¿Qué valor legal pueden tener ante atestaciones de tal
prestijio las de los titulados testigos de cargo? Debe constar en las actas que el día en que se abrió
la audiencia pública para la vista de esta causa, el defensor que habla se opuso a que se recibieran
las declaraciones de los indijenas Quespi, Cruz, Suyo, Collque y otros, y sobre todo a que se las
apreciase como declaraciones testificales en ocultar y alterar los hechos más importantes que
dieron por resultado la muerte de Andrés Coyo, pues estaban formalmente acusados por el Sr.
Mendoza, por los delitos de conjuración y oposición en tumulto al ejercicio de un acto lícito y legal,
ataque en cuadrilla y tentativa de asesinato, delitos comprendidos en los artículos 3, 198, 215, 217,
218, 237, 238, 480 y 483, números 2, 3 y 7 del código penal, y castigados con pena corporal de
presidio, obras públicas, reclusión y destierro. Para salvar y defenderse de esta acusación
8

comprobada, como lo manifestaré en su lugar, es natural que los indijenas expresados, que son los
querellantes nominatim en los escritos de fojas 5, 28, 31, 57 y 67, hubiesen recurrido por inspiración
propia y por consejo de su defensor al único medio que les quedaba, esto es, a ocultar o alterar los
hechos que les eran disfavorables, porque la confesión de ellos incluía su condenación a las
gravísimas penas indicadas, aparte de incluir también la plena justificación de Mendoza. Esas
declaraciones en el sumario no han podido tener otro valor legal que el de indagatorias de
sindicados, pero nunca el de pruebas testificales, que no pueden resultar de las aseveraciones de la
misma parte contraria.

En la página 4 de su exposición, el abogado navarro señala: “A pesar de todo, el señor juez rechazó
la oposición y está pendiente el recuso contra solicitud tan atentatoria…”8

Respecto a los hechos concretos ocurridos el día del fallecimiento del indígena Andrés Coyo, en la
página 17, el abogado Navarro, señala: “Atemorizar a Coyo, fue lo primero que concibió Mendoza
cuando se convenció que de nada valía el interceptarle el paso, y fue con este fin que salta a la vista,
que le dio dos chicotazos que apenas si alcanzarían al indio rebelde. Y la prueba de la poca
significación del medio empleado, se deduce de que solo produjo el efecto de erguir a Coyo y darle
la conciencia de su superioridad, pues lejos de retirarse, acometió a Mendoza descargando contra él
toda la furia de que se hallaba poseído contra Mostajo. Dos chicotazos a un individuo alzado en la
situación que conocéis, repito y repetiré mil veces. No es, no podía ser una provocación. Vos señor
juez, vos señor fiscal, vosotros todos señores sabéis tratar con indios y sabéis que la única manera
de someterlos a la obediencia es el temor ¿Quién de vosotros no ha castigado con dos chicotazos las
resistencias de un indio, y esto en situaciones muy diversas de la de Mendoza; es decir, fuera de un
supremo conflicto que no solo aniquila la serenidad de los hombres, sino que exije imperiosamente
medidas estremas de salvación? Muy lejos de tales situaciones el señor fiscal acusante, que ve
provocación en dos chicotazos dados como sabéis, acostumbra darlos por todo y para todo a sus
colonos, y es ridículo que nos vengan hoy a platonizar sobre dignidad humana y demás temas que
no vienen al caso.

En la página 19, el abogado Navarro, continúa su argumentación y afinca su defensa en la


“desgracia” de la que paradójicamente fue víctima su defendido: “Mendoza en el momento supremo

8
Claramente podemos observar que la defensa del abogado Luís Navarro, el otro abogado defensor de José María
Mendoza, está dirigida a desvirtuar las declaraciones de los testigos más importantes propuestos por la fiscalía, con el
argumento que existe una demanda interpuesta por José María Mendoza, precisamente en contra de estos comunarios,
cuya declaración estaría afectada por su condición de demandados en causa criminal por el procesado Mendoza y
tenderían “a ocultar o alterar los hechos que les sean desfavorables, porque su confesión incluiría su condenación a
gravísimas penas”, los testigos estaban formalmente acusados por José María Mendoza, por los delitos de conjuración
y oposición en tumulto al ejercicio de un acto lícito y legal, ataque en cuadrilla y tentativa de asesinato, delitos
comprendidos en los artículos 3, 198, 215, 217, 218, 237, 238, 480 y 483, números 2, 3 y 7 del Código penal, y castigados
con pena corporal de presidio, obras públicas, reclusión y destierro.
9

de caer muerto o mortalmente herido con la pedrada que va arrojarle el indijena Andrés Coyo,
inmóvil y sin arbitrio para obrar o conducir a su mula porque no tenía la brida; ¿trata de matar a su
furioso agresor? No ¿qué hace? Todos los testigos contestan que aterrado y fuera de sí, se tiende
Mendoza al otro lado (izquierdo) del cuello de la bestia y se agacha tan completamente que el animal
y la ancha falda de su sombrero alón ocultan su cabeza de tal manera que era imposible que en ese
momento hubiese podido ver a Coyo; toma en este movimiento instintivo y rápido como el
pensamiento, una posición violenta, y al atajarse maquinalmente con la mano derecha en que tenía
la pistola amartillada, una contracción muscular, nerviosa, necesaria, inevitable en su violenta
posición, oprime el gatillo, y sale un tiro que la casualidad y nada más que la fatal casualidad dirije
a la cara de Andrés Coyo que cae sin soltar la piedra que estaba a punto de arrojar…! ¿Qué es lo que
ha sucedido? Una desgracia que por lamentable e irreparable que sea, no solo de la categoría de las
grandes desgracias que la mano del Destino hace caer sobre los hombres. Desgracia, sí; tal es el
nombre verdadero del hecho que se juzga. ¡Desgracia! Ha dicho la sociedad entera que ha conocido
los detalles del hecho y los antecedentes de Mendoza”

En la página 23, el abogado Navarro, ratifica su argumentación jurídica referida a las circunstancias
que destruyen la criminalidad o culpabilidad de un acto, en este caso, la legítima defensa9: “Ahora
bien; el artículo 13 del Código penal (1834) dice: [Son circunstancias que destruyen el delito o culpa
y que eximen a sus autores de toda responsabilidad penal y satisfactoria…] El cometerlos por las
amenazas o por el temor fundado de un mal inminente y tan grave que baste para intimidar a un
hombre prudente y dejarle sin arbitrio para obrar”10

En la página 25 de su exposición, el abogado Navarro, extrapola el argumento de la legítima defensa


a la actuación de los comunarios, entre los cuales se encuentra la víctima Andrés Coyo 11: “Pasando
ahora a considerar el hecho bajo de la hipótesis gratuita de que hubiese sido voluntario e intencional,
es decir de que Mendoza hubiese resuelto matar a Coyo y le hubiese apuntado conscientemente el

9
El comentario es nuestro
10
Por lo esencial de la argumentación, resulta necesario hacer una referencia textual al Capítulo III del Código penal
(1834): CAPITULO III
De las circunstancias que destruyen la criminalidad o culpabilidad de un acto
Art. 13º. Son circunstancias que destruyen el delito o culpa las que eximen a sus autores, cómplices, auxiliadores o
fautores, receptores o encubridores de toda responsabilidad penal o satisfactoria. Tales son además de las que espresa
la ley en los casos respectivos , las siguientes : Primera cometerce el delito o culpa dentro de los diez años de la edad:
Segunda cometerlos en estado de demencia: Tercera cometerlos casualmente y sin intención en el ejercicio de un acto
lícito: Cuarta cometer en cumplimiento de una orden de las que legalmente se debe ovedecer y de las que se manden
cumplir sin embargo de las reclamaciones permitidas: quinta cometerlos involuntariamente forzado en el acto por una
violencia material a que no se haya podido resistir: Sexta cometerlos por las amenazas y el temor fundado de un mal
inminente y tan grave que vaste para intimidar a un hombre prudente, y dejarle sin arbritrio para obrar:Septimo
cometerlos dormido o en estado de delirio privado del uso de su razón de cualquier otra manera independiente de su
voluntad. La embriaguez voluntaria o cualquier otra privación o alteración de la razón de la misma clase no eximen de
la pena
11
El comentario es nuestro
10

tiro que lo hirió, es indudable que Mendoza tuvo derecho perfecto para hacerlo y obró dentro de los
estrictos límites de la [defensa lejítima y natural de la propia vida, contra un agresor injusto en el
acto del homicidio] causal de plena justificación e inculpabilidad conforme al n° 1° del artículo 497
del código penal”

Queda probado de una manera general que la agresión y la provocación en los hechos que se
sucedieron desde el 8 hasta el 11 de septiembre de 1880, partieron única y exclusivamente de los
indios de Soicoco y especialmente de Andrés Coyo, bajo diferentes formas y mediante muchos actos
independientes unos de otros, pero convergentes al mismo e indicado fin.

En la página 28 de la exposición, continúa el abogado Navarro: “Probado está que Mendoza no podía
ni huir de Coyo, porque no tenía como dirijir su animal desde que el agresor le quitó la brida; por que
una mula, torpe de sí, y tan lerda que ni siquiera se había movido en una lucha en que le daban
jalones al bocado y a la rienda, no servía ni aun para el desesperado recurso de atropellar y pasar
sobre Coyo; por que, en fin, lo rápido del ataque y la inminencia del golpe mortal que iba a sufrir,
hizo perder a Mendoza su serenidad.

Luego, concurrieron puntualmente todas las condiciones de la defensa, lejítima de tal suerte que aun
cuando hubiera herido Mendoza a su agresor voluntaria e intencionalmente, el hecho está
justificado por la misma ley (art. 497, n° 1° del código penal)

En la página 23, el abogado Navarro, como corolario a su defensa, señala: Concluiré esta esposición
en que apenas he podido enunciar lo que puede referirse a la defensa del Sr. Mendoza, y que es
susceptible de todo desarrollo que le falta, espresado que si contra todo lo que el inocente debe
esperar de la justicia humana, se creyese que Mendoza sobrepasó los límites de su defensa propia,
se le aplique, en esa hipótesis, el artículo 498 del código penal que dice: “Si en cualquiera de los casos
del artículo precedente, resultare exceso, ligereza u otra culpa en el seno de la defensa, o por que
fuere leve el daño que amenazase en la agresión, o porque el homicida hubiese tenido otros medios
de evitarlo, sin matar al agresor, sufrirá el que cometa el homicidio una reclusión de seis meses a un
año y destierro por igual tiempo”

Y esta pena es el mínimum y con la modificación del artículo 509 del propio código, por haber
Mendoza tratado de socorrer a la familia del finado, como está probado por los testigos de cargo12.

12
Esta última parte de su exposición está relacionada a lo dispuesto por el Art 509 del Código penal (1834): “En todos
los casos de homicidio en riña o sin premeditación o involuntario, por los cuales no incurra el reo sino en las penas de
obras públicas, reclusión, arresto o destierro, se le impondrá una cuarta parte menos del tiempo respectivo, siempre que
después de causar las heridas, o golpes socorra el mismo en el acto al herido, o le proporcione personalmente algunos
auxilios en aquel estado”.

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