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Etica

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Facultad de Derecho y Ciencias Políticas

ASIGNATURA: Ética (Deontología Forense)

SEMANA 11
2022 - I

DOCENTE: M(o) Juan Luis Valverde Meza


PARA REFLEXIONAR…

 “Conviene que el que ha de dedicarse al derecho conozca primeramente de


donde deriva el nombre ius (derecho). Es llamado así por derivar de justicia”
(Ulpiano)

 “Como ética la abogacía es un constante ejercicio de la virtud. La tentación


pasa siete veces cada día por delante del abogado. Éste puede hacer de su
cometido, se ha dicho, la más noble de todas las profesiones o el más vil de
todos los oficios”
(Eduardo J. Couture)

 “La ética jurídica no es otra cosa que la reverencia por la vida y la sociedad”
(Miguel Villoro Toranzo)
DEONTOLOGÍA FORENSE. CONCEPTO
 En principio, la deontología viene reconocida como la ética aplicada al
mundo profesional, concretada en unas normas y códigos de conducta
exigibles a los profesionales, aprobados por el colectivo de profesionales,
que enumera una serie de deberes y obligaciones mínimos para todos los
profesionales con algunas consecuencias de carácter sancionador, la
deontología es, en su significado originario y todavía vivo, el estudio de
los deberes morales de conducta. Precisamente por ello, el Código
deontológico se concibe como una exigencia en torno a los deberes de los
operadores jurídicos desde un prisma ético y legítimo, mediante la
regulación de comportamientos básicos por los que debe guiarse ese
ámbito profesional determinado.

 En las sociedades modernas un requerimiento esencial en el ámbito de la


justicia es precisamente que “toda persona tenga la posibilidad de
proteger sus intereses, con los medios del Derecho, ante jueces y
tribunales imparciales” (Rodríguez-Toubes, 2010).
 La figura del abogado, en este sentido, juega uno de los papeles más
importantes en el escenario jurídico, puesto que garantiza la información,
actúa como asesor, representa el derecho de defensa, entre otros. Por
tanto, el abogado no se puede concebir tan solo, como un representante
del justiciable, sino que también como un operador del sistema jurídico,
que tiene como objetivo el buen funcionamiento de la Administración de
justicia (Zapatero, 2009).

 Como colaborador de la Administración de Justicia, deberá no sólo conocer


la ley, la jurisprudencia y la praxis en los tribunales, sino también, tener un
código ético que le permita realizar su misión atendiendo al valor que
representa la justicia.

 Se parte, entonces, de la idea que promulga que la abogacía tiene una


función de orden social vinculada al interés público. De ahí, que su
reconocimiento por parte de las instituciones así, como su régimen
deontológico y de responsabilidad, disponga la conducta profesional a la
que debe estar enteramente subordinado.
 La respuesta a la relación que guarda la ética profesional con respecto a la
deontología, cobra todo su sentido cuando se entiende que la deontología exige
un determinado modelo de actuación y precisamente la ética, responde a las
motivaciones. Así, autores como Hortal (Hortal Alonso, 1994), defienden que “sin
la perspectiva ética, la deontología se queda sin su horizonte de referencia”.

 En su actuación, la relación abogado-cliente deberá estar investida de una serie


de garantías que permitan la confiabilidad de su representado. Esas garantías
son reconocidas y exigidas por un código deontológico, que posibilita una guía de
principios y de actuación que deberá seguir la actuación del abogado durante el
procedimiento. Ahora bien, si se parte del reconocimiento de la ética entendida
como aquellos valores intrínsecos donde el individuo actúa conforme a su
conciencia individual; se corre el riesgo de que el abogado como persona, pueda
incurrir en la vulneración de algunos de los deberes recogidos en los códigos,
precisamente por la falta de mecanismos institucionalizados que sancionen la
vulneración de un precepto ético individual. En este sentido, el Código
Deontológico del que están dotados los Colegios Profesionales, surge como
necesidad de adecuar el comportamiento individual dentro del ejercicio de la
profesión, evitando así, en lo posible, el riesgo aludido.
 La deontología y la ética trabajan con el mismo campo de actuación,
precisamente por ello, es común que en el lenguaje cotidiano no
encuentren diferencias. Autores como Torre Díaz defiende que “la ética
profesional es esa ética aplicada, no normativa y no exigible, que propone
motivaciones en la actuación profesional, que se basa en la conciencia
individual y que busca el bien de los individuos en el trabajo. La ética es,
por lo tanto, configuradora del sentido y la motivación de la deontología”
(Torre Díaz, 2000). La deontología se configura, entonces, como un principio
que inspira las formas en las que se debe obrar dentro del ejercicio de una
profesión.
 En la actualidad, las transformaciones sociales, económicas y políticas que
sufren los Estados exigen una reconstrucción en el planteamiento sobre la
propia deontología jurídica. En esta línea, por ejemplo, se pronuncia el
Código Deontológico de la Abogacía Española cuando afirma que “La
función social de la Abogacía exige establecer unas normas deontológicas
para su ejercicio. A lo largo de los siglos, muchos han sido los intereses
confiados a la Abogacía, todos ellos trascendentales, fundamentalmente
relacionados con el imperio del Derecho y la Justicia humana”.
 Puede entonces afirmarse, que en el ejercicio de la abogacía la figura del
abogado representa una pieza fundamental en el funcionamiento de la
Administración de Justicia. Por la función social que representa, las
normas deontológicas resultan del todo necesarias en la figura del
abogado, puesto que trabaja con un arsenal ético tan importante como
resulta de la seguridad jurídica, la justicia, la lealtad, la equidad, entre
otras.
 La respuesta a la necesidad de un Código Deontológico parte de la
consideración del compromiso moral que debe tener el abogado,
precisamente por la función social que representa. En el ejercicio de sus
funciones no puede en ninguno de los casos, poner en riesgo la
independencia, la lealtad, ni el secreto profesional, comprometiéndose en
todo caso a actuar con honradez, diligencia y rectitud.
 La justificación del esquema normativo que emana del Código
Deontológico en la abogacía, cobra todo su sentido, en la necesidad de
garantizar los valores ético-morales y de justicia en el ejercicio de su
profesión.
 Estas exigencias representan a en los ciudadanos una garantía de protección de
los derechos que le son reconocidos, y permiten la posibilidad de incoar un
procedimiento sancionador al abogado, cuando el interesado se vea vulnerado
en cualquiera de sus derechos fundamentales, sin necesidad de acudir a la
jurisdicción ordinaria.
 Se justifica por ello, la necesidad de la instauración de un Código Deontológico
que contemple los deberes ético-morales en el ejercicio de la abogacía y que
venga reforzado por un orden disciplinario. De tal manera que, en el caso que se
vulnere o se lesione daño a terceros por un acto inmoral por parte del profesional
de la abogacía, puedan los ciudadanos sentirse protegidos por una regulación
que permita la protección de su integridad. En este sentido, se parte de la
consideración que el contenido de los códigos deontológicos debe reconocer
principios que instauren compromisos por parte de quienes ejercen una
profesión cualificada.
 Si partimos de la acepción que define a la Deontología como una disciplina que
se ocupa de las obligaciones de los profesionales, la Deontología Jurídica
responde a los principios a los que debe de ajustarse el profesional del derecho.
El código de deontología jurídica sirve como guía de principios y normas cuya
función prioritaria es la de suministrar y adecuar el valor que supone la ética en
el ejercicio de la profesión de los operadores jurídicos. Principios como la
honradez, integridad, honestidad, lealtad, celeridad o claridad, resultan una
virtud que debe estar presente en el ejercicio del profesional del derecho.
 En síntesis, la deontología forense es el conjunto de reglas a las cuales
los abogados deben someterse en el ejercicio de su profesión. El abogado
debe comenzar por tomar conocimiento detallado de los hechos, tal cual
sucedieron en la realidad. Luego viene el análisis de los hechos
confrontándolos con el ordenamiento jurídico para establecer si el hecho
de la realidad se asimila al hecho previsto en el supuesto normativo.

 La honradez es la primera cualidad que debe tomar el abogado, sin ella los
jueces desconfían de sus defensas, los litigantes lo buscan para causas
malas. El secreto profesional es un derecho y un deber del abogado; debe
tener amor apasionado a la justicia y tener firmeza inquebrantable de
carácter para defender las causas justas, además el abogado debe ser
prudente, no puede recibir más causas que aquellas que pueda
cómodamente despachar. En resumidas cuentas, el letrado debe primero
ser bueno, luego ser firme y después ser prudente, la ilustración viene en
cuarto lugar y la pericia en el último.
PRINCIPIOS DE LA DEONTOLOGÍA FORENSE
 A lo largo de la historia se ha entendido que el Derecho y el oficio del
jurista, era estar al servicio de la violencia y la injusticia en cualquier
circunstancia. Es por ello, que el jurista trabaja a favor de la justicia, en
defensa de la paz que toda sociedad necesita para su armónico desarrollo.
Cada vez más se hace evidente la necesidad de profesionales del Derecho
íntegros y capaces de resistir a las presiones de cualquier tipo, que la
sociedad de nuestro siglo exige.
 Es importante tener presente que las virtudes profesionales son tales si
realmente condicen al fin de la profesión: “si por medio de ellas no fuera
posible lograr lo buscado, no tendría importancia el poseerlas.” Entre tales
medios ocupa un lugar fundamental los PRINCIPIOS DEONTOLOGICOS y las
virtudes profesionales.
 La razón última es la JUSTICIA. Es un elemento común de todas las ramas
jurídicas, en mayor o menor medida. Ya Ulpiano destaco la importancia que
existe entre Derecho y justicia. En sus palabras decía: “conviene que el que
ha de dedicarse al derecho conozca primeramente de donde deriva el
nombre ius (derecho). Es llamado así por derivar de justicia”.
 La mayoría de los autores defienden al Derecho, como la ciencia de lo
justo y de lo injusto; y colocan al jurista como el “científico” de la justicia.
El mismo en sus sentencias, declara que es lo justo de en el caso concreto
y el fiscal defiende lo que considera justo de acuerdo con la legitimidad
vigente y las circunstancias particulares. El abogado en cambio, persigue
lo que entiende que es el derecho para el de acuerdo a la postura que
defiende y principalmente los intereses de su cliente.

 A pesar de haber comenzado a definir lo que para nosotros es el sentido


de la profesión jurídica, conviene matizar que desde el siglo XIX,
especialmente con Kelsen, la mayoría de los conocedores del derecho,
están acostumbrados a entender al oficio del juez como el discernimiento
entre lo legal y lo ilegal. La corriente más conocida es el positivismo, que
utiliza la técnica del Derecho de forma cerrada e inconclusa. Se juzga tal
como la ley lo dice. A pesar de ello, no todos los juristas actúan de igual
modo.
 La justicia como virtud del jurista.
 Es importante tener presente que Justicia no corresponde siempre al
concepto de JUSTO. Los romanos defienden a la justicia como la virtud que
nos inclina a obra rectamente o conforme a las normas (a lo Justo). El
jurista está obligado a obrar de forma prudente de acuerdo a un orden
normativo previo, ya que no crea lo justo legal o lo justo natural. Es, por
tanto, que está obligado a actuar de acuerdo a un hábito de voluntad y no
de acuerdo a un ideal. ¿Cómo se define la Justicia? Ulpiano estableció que
la justicia es la “constante y perpetua voluntad de dar a cada uno su
derecho”.

 Para Ángela Aparisi, no se trataría de un ideal si no que remite al acto de


atribuir el derecho concreto a cada uno, “el que se deriva de determinadas
relaciones jurídicas, o simplemente, en virtud de su condición de
persona.” El jurista tiene sus orígenes en esta idea, por la necesidad de un
orden social y un experto capaz de administrar la justicia; defender o
declarar algo contrario a los derechos positivos o naturales.
 Es importante resaltar que no es posible identificar el concepto de Justo
con la labor de un jurista, ya que en otras facetas no jurídicas puede no
ser justo por la propia naturaleza de las cosas; por ejemplo, en la familia.
Sin perjuicio de que la mayoría entienden que la justicia es una virtud y
que muchas veces ser justo en la vida privada facilitara mucho la vida
profesional.

 Para poder logar los objetivos planteados es importante “querer dar a


cada uno y saber qué es lo que le corresponde cada uno”. Hay dos
elementos involucrados: el saber y el querer; y el camino para alcanzarlo
es la prudencia. La misma no debe ser únicamente con métodos
deductivos, con métodos sacados del derecho y de la realidad; si no que
en el proceso se conforman modos de interpretar el derecho y sobre todo
opiniones, atendiendo de ese modo todos los puntos de vista que pueden
plantearse en la realidad en que se vive. El jurista no puede perder nunca
la importancia de la EQUIDAD. En palabras de Aristóteles “lo equitativo es
justo”.
 Se establece que los “Principios de la deontología jurídica” y la virtud
profesional pueden entenderse como medios más adecuados para
alcanzar el fin de determinada profesión. Pero no existe unanimidad de
conceptos, sino que algunos lo relacionan a principios éticos, mientras
que otros lo ven como verdaderos deberes generales. Se inclina por
entenderlo como el “el principio debido” y lo relaciona directamente con la
ética profesional.

 Los principios básicos tienen una estrecha relación con la virtud


profesional, que podrán llegar a hacerse realidad en la medida en que se
actualice mediante los mismos hábitos de la voluntad conforme con las
exigencias que presenta la razón práctica. En el lenguaje profesional es
muy difícil diferenciar entre lo que se entiende por principio deontológicos
y la virtud profesional. Así por ejemplo suele hablarse del principio de
lealtad profesional, cuando puede también llamarse como una virtud del
ser humano.
 Los principios deontológicos tienen grandes coincidencias con los éticos
de las diversas profesiones. Es por tanto que puede decirse que en la
Deontología profesional existen dos principios universales aplicable a
todos los profesionales intelectuales libres, tales como:

A) EL PRINCIPIO GENERAL DE OBRAR SEGÚN CIENCIA Y CONCIENCIA


 Se puede afirmar que se trata de un principio “marco” o universal, en el
sentido de que en él pueden confluir todas las valoraciones éticas de la
actividad profesional. Dicho principio implica nada más ni nada menos,
discernir el bien del mal, ver qué es lo que se puede y qué lo que no se
puede hacer, para así poder evitar esto último.
 Por ello, tal principio remite en primer lugar a la obligatoriedad de poseer
los conocimientos técnico-jurídicos requeridos para actuar correctamente.
En segundo lugar, dicho principio destaca la libertad, y su inevitable
consecuencia como lo es la responsabilidad personal, por los propios
actos.
 La exigencia de obrar según ciencia.
 La primera obligación ética es poseer la formación necesaria para poder
desempeñar un trabajo con la mayor perfección técnica posible. Ello implica una
exigencia permanente, que es la que debe conducir a la excelencia en el trabajo
cotidiano, la cual implica un esfuerzo permanente, la constante lucha por
conseguir el “aún mejor”. Los conocimientos no se pueden dar por adquiridos
sólo por haber superado una licenciatura, un master o cualquier otro tipo de
capacitación.
 Sostiene que el buen jurista tiene el deber moral de mantener y actualizar sus
estudios, de actualizarse- tal como en el decálogo de Couture-. Y ello
corresponde no sólo al abogado, sino también a todos los profesionales del
derecho: jueces, fiscales, etc. Todo lo cual implica nada menos que un
enriquecimiento constante. Del Moral Martín sostiene: “Un buen juez debe saber,
pongo por caso, distinguir lo que es un voltio de un watio…y no confundir la
psicosis con la esquizofrenia. El continuo empeño por enriquecerse
culturalmente, la inquietud intelectual para adentrarse en otras ramas del saber,
como la psicología o la medicina…el esfuerzo por conectar con el entorno social,
cultivar el sentido común, son notas claves en un buen juez, pues son
consecuencia de algo que es básico: no se ha perdido la capacidad de aprender”.
 La obligación ética de obrar según conciencia.

 La noción de conciencia es inevitable en el ámbito de la ética profesional.


Se trata de un concepto que reviste especial complejidad ya que existe
una gran confusión en torno a la propia noción de conciencia.

 De hecho, coloquialmente es muy frecuente apelar a la conciencia,


entendiéndola como principio último de toda moralidad, desvinculándola
de todo principio ético previo, convirtiéndola en la fuente de la propia
“moral autónoma”. Lo cual evidentemente generaría tantas éticas o
morales como conciencias o sujetos individuales. A su vez, es inevitable la
interrogante: ¿Cómo se explica la existencia de un comportamiento
profesional en “conciencia” y, al mismo tiempo, gravemente inmoral?
 Criterios de valoración de la eticidad de una acción.
 Para conseguir una conciencia recta, tradicionalmente se ha recurrido al
estudio de las denominadas “fuentes de la moralidad”. Éstas son: el
objeto de la acción, las circunstancias y el fin, o intención, del agente:
 a- El objeto de la acción:
 Es el bien real o aparente al que tiende intrínsecamente un determinado
comportamiento elegido libremente; es decir, lo que explica de modo
inmediato que el sujeto realice esa acción y no otra. El objeto no se refiere
a la simple realidad fáctica de la acción, sino a su finalidad intrínseca, es
el contenido mismo del acto. Por ejemplo: el objeto de la acción moral
“homicidio voluntario” mediante una incisión, consiste en realizar esa
incisión precisamente porque es idónea para causar la muerte, y no como
realizaría el cirujano que interviene para curar a un paciente. Lo que
califica moralmente la actuación es el contenido de la voluntad. Por ello,
el objeto es el elemento fundamental que otorga a la acción su moralidad
intrínseca y esencial.
 b- Las circunstancias:
 Son todos aquellos factores que pueden graduar, de una forma más o
menos intensa, el objeto del acto humano. Pueden convertir en incorrecto
un acto que, de suyo, era licito. Lo cual no implica que pueda
transformarse en correcta una actuación que por su objeto es inmoral.

 c- La intención del agente:


 Es el fin subjetivo en virtud del cual se realiza un acto. Se refiere a los
motivos últimos que llevan al sujeto a obrar de un determinado modo. La
intención última, en virtud de la cual el individuo determina llevar a cabo
una concreta acción, tiene un significado trascendente en el juicio de
conciencia. Una vez determinada la bondad o malicia, habrá que detenerse
en otros elementos, como, por ejemplo, cuantas personas se verán
beneficiadas, o cuán profundamente se beneficia una persona.
 Conciencia y situaciones conflictivas.
 Las situaciones conflictivas vienen dadas, en función al “acto doble
efecto”. Éste es aquel que posee dos consecuencias propias: la primera,
que es buscada como fin objetivo de la acción; y la segunda, que surge
como un efecto secundario, no previsto. El primer acto, que es voluntario,
tiene por lo menos dos efectos: 1- el querido directamente y 2- el que se
produce indirectamente.

 Cuando los dos efectos son correctos, no se produce ningún problema


moral. En cambio, los conflictos surgen cuando de una misma acción, se
siguen dos efectos distintos, uno lícito y otro ilícito. Por ejemplo, un
médico vende un fármaco, que sirve a una persona para suicidarse.
 Realizar actos de doble efecto no siempre es lícito, por lo que considera que es
necesario seguir algunos criterios, por ejemplo:
 -La acción que se realiza en un primer lugar debe ser, desde un punto de vista
ético, buena en sí misma, o al menos, indiferente. El efecto malo, no debe ser un
efecto per se dé la acción, sino que debe ser un riesgo. Si el primer requisito no
se cumple, la actuación es rechazable.
 -El efecto bueno de la acción debe ser el primero o inmediato, de tal modo
que no debe ser obtenido por medio del malo.
 -El fin o intención del agente deben ser buenos, en el sentido de que no
persiga un efecto negativo, Ej.: no buscar el suicidio.
 -Que exista una causa o necesidad proporcionada a la gravedad del efecto
negativo que se podría producir.
B) EL PRINCIPIO GENERAL DE INTEGRIDAD Y HONESTIDAD PROFESIONAL
 Como todo principio rector de la conducta humana, y como expresado
anteriormente, éstos exigen obrar según ciencia y conciencia. Concretamente,
éstos son una manifestación del precepto clásico “honeste vivere”, del Derecho
Romano.
 La honestidad e integridad deben caracterizar la actuación de un
profesional. Así, comportándose siguiendo a estos rectores, nace lo que
conocemos como confianza. La confianza es la base de todas las
relaciones, tanto personales como profesionales, la cual se obtiene
mediante dichos valores: honestidad e integridad. “La confianza sube por la
escalera y baja por ascensor”. Esto nos enseña lo que cuesta construirla,
alcanzarla, obtenerla. Es en la confianza donde el cliente y paciente se
centra. Si no se logra tal confianza, la relación profesional se corrompe y
pierde su verdadera naturaleza.

 El jurista no se identifica, necesariamente, con el hombre justo.


 En el ámbito de la ética profesional es muy difícil defender la existencia de
una separación tajante entre vida pública y vida privada.
 El modo de conducir la vida privada puede también tener consecuencias
indirectas en el desempeño de la función profesional. Un juez es, en gran
medida, la cara visible de la justicia. Por ello, ésta se vería seriamente
lesionado si su comportamiento fuera gravemente incorrecto, aunque se
llevara a cabo en el ámbito privado.
 ¿Quién de nosotros confiaría en esos jueces? ¿Quién querría ser juzgado
por ellos? Los jueces, no sólo deben tomar decisiones conforme a derecho y
cumplir con los demás deberes impuestos, sino que también “deben evitar
cualquier comportamiento impropio o que tenga apariencia de
incorrección”, ya que ello repercutiría en la confianza social.
 La sociedad debe poder ver en el juez una persona en la que poder confiar,
por ser digna de toda credibilidad. Su conducta privada no debe hacerle
perder aquello que la sociedad espera de él (credibilidad y confianza).
 Todo el sistema judicial en un Estado de Derecho “necesita” de la confianza
de los ciudadanos en que, quienes van a tomar decisiones fundamentales,
son merecedores de respeto.
 Tenemos en nuestro país este gran problema. Hoy en día, con todos los
sucesos de crímenes, robos, inseguridad, injusticias, informalismos, etc. los
ciudadanos hemos perdido todo tipo de confianza en el sistema, en los
soportes del mismo, en los administradores de la justicia. Hoy pensamos:
¿quiénes son ellos para decidir sobre la vida de las demás personas?
¿Quiénes son ellos para determinar qué es justo?
 Algunos aún vemos a los jueces y demás administradores de la justicia como
personas dignas de tener tales potestades, tales atribuciones y,
principalmente, tenemos la confianza en que sus decisiones van a ser “las
correctas” y las que más se acerquen a lo que conocemos como “justicia”.
 La palabra abogado proviene del latín advocatus que quiere decir “hombre
de ciencia, patrono, letrado, defensor”, ya que en la era romana en los
asuntos donde existía dificultad, para que se les auxilien, los llamaban a fin
de que puedan ser socorridos por personas que tenían conocimientos del
derecho, es decir que eran hombres de ciencia, versados en la erudición del
derecho. Esto significa que los Abogados somos los llamados a decir la
verdad y soldados de la justicia en la correcta aplicación del Derecho,
características básicas que no pueden dejar de ser observadas ni faltar en
su deber a cumplir en la sociedad.
 El abogado no sólo debe velar por los intereses de su cliente, sino que debe
asimismo velar por la Justicia como un mandato general, siendo éste un fiel
“servidor” de la misma. Claro está que los principios fundamentales e
inmutables del ejercicio de abogado encontramos de manera similar en la
independencia tan necesaria como la imparcialidad del operador de justicia
dentro de un Estado constitucional de derechos y justicia.
 El abogado no sólo debe formarse de conocimientos de derecho, sino que
también debe enseñársele el “cómo comportarse” y cómo utilizar todas
esas herramientas que le fueron confiadas y enseñadas a lo largo de su
carrera. De lo contrario se incurriría en el comúnmente conocido refrán: “es
como un simio con metralleta”.

 Finalmente, el abogado es un eterno luchador por el derecho y por la


justicia, siendo entonces el derecho una idea práctica, el medio por muy
variado que sea, se reduce siempre a una lucha contra la injusticia. Para
llegar a ésta, debemos recorrer un camino, una “lucha”. Y es el abogado
quien está dentro de la lucha y debe estar bien preparado para librarla,
para conseguirla; y será entonces una cualidad que el abogado esté
siempre alerta para luchar con la balanza y la espada.
GRACIAS…

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