Antología Poética Góngora y Quevedo
Antología Poética Góngora y Quevedo
Antología Poética Góngora y Quevedo
Este es uno de los muchos sonetos satíricos que Quevedo escribió a Góngora, dada la rivalidad
que había entre ambos, era frecuente que se escribieran mutuamente poemas en tono de
burla.
En la primera estrofa, de manera ingeniosa, dice que untará sus obras de tocino y así no podrá
morderlas, dado a que no puede comer cerdo debido a su condición judía. Llamándole perro y
degradándolo a mozo de camino, marca la línea antisemita y vejatoria del soneto.
En la primera estrofa recita como sufre el corazón haciendo llover a los ojos de manera
metafórica en referencia a un llanto desconsolado y conseguirá incluso mover las ramas y
empapar de lágrimas los árboles de Alcides, que son los álamos.
En la segunda estrofa vuelve a hacer referencia a los suspiros que provoca un corazón roto,
llegando a comparar su fuerza con la del viento y nombrando de nuevo a las lágrimas que
corren sobre los troncos de los árboles.
En la tercera estrofa dice como aunque su rostro es tierno, de tanto que ha llorado, se le ha
quedado “enjuto”, es decir, seco, sin agua.
Por último, termina nombrando a su amada “ángel firmemente humano”, exaltando así su
belleza y majestuosidad, y como ella no cree su sufrimiento acaba “llorando sin premio y
suspirando en vano”, es decir, todo ese sufrimiento para nada.
En conclusión, dos grandes y rivales poetas que utilizan sus palabras con una calidad de
orfebre.