La Cuaresma conmemora los 40 días que Jesús pasó en el desierto. Se originó en los siglos II-IV como un período de preparación espiritual y penitencia antes de la Pascua. Inicialmente incluía la preparación de catecúmenos para el bautismo, aunque este énfasis declinó. Actualmente, la Cuaresma invita a los creyentes a la oración, el ayuno y la limosna como formas de conversión y renovación espiritual para celebrar la resurrección de Cristo.
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La Cuaresma conmemora los 40 días que Jesús pasó en el desierto. Se originó en los siglos II-IV como un período de preparación espiritual y penitencia antes de la Pascua. Inicialmente incluía la preparación de catecúmenos para el bautismo, aunque este énfasis declinó. Actualmente, la Cuaresma invita a los creyentes a la oración, el ayuno y la limosna como formas de conversión y renovación espiritual para celebrar la resurrección de Cristo.
La Cuaresma conmemora los 40 días que Jesús pasó en el desierto. Se originó en los siglos II-IV como un período de preparación espiritual y penitencia antes de la Pascua. Inicialmente incluía la preparación de catecúmenos para el bautismo, aunque este énfasis declinó. Actualmente, la Cuaresma invita a los creyentes a la oración, el ayuno y la limosna como formas de conversión y renovación espiritual para celebrar la resurrección de Cristo.
La Cuaresma conmemora los 40 días que Jesús pasó en el desierto. Se originó en los siglos II-IV como un período de preparación espiritual y penitencia antes de la Pascua. Inicialmente incluía la preparación de catecúmenos para el bautismo, aunque este énfasis declinó. Actualmente, la Cuaresma invita a los creyentes a la oración, el ayuno y la limosna como formas de conversión y renovación espiritual para celebrar la resurrección de Cristo.
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Origen y evolución de la Cuaresma
El tiempo de Cuaresma actualmente comienza el Miércoles de Ceniza y termina el Jueves
Santo antes de la Misa de la Cena del Señor (Mt 26, 26; Mc 14, 22; Lc 22, 19), cuando se inicia el solemne Triduo Pascual, meta de toda la preparación de la Cuaresma. En cuanto al origen de la Cuaresma no es fácil establecer la fecha exacta, pues sólo sabemos que ha venido formándose de manera progresiva. De acuerdo al historiador Eusebio de Cesarea en la Iglesia de Oriente, ya desde el siglo II existía un período de penitencia en preparación de la Pascua de Resurrección. A su vez el escritor Hipólito de Roma nos informa que en la Iglesia romana existía en el siglo IV una estructura de Cuaresma que se componía ya de cuarenta días en preparación a la Pascua. Como lo indica el nombre de Cuaresma, ha sido caracterizada por el recuerdo de los cuarenta días de Cristo en el desierto (Mt 4, 1-11; Lc 4, 1-13), que a su vez tiene otro parecido simbólico en los relatos del Antiguo Testamento: de los cuarenta días del diluvio (Gn 8, 2), los cuarenta días de Moisés en el Monte Sinaí (Ex 19), los cuarenta días del Profeta Elías de camino hacia el Orbe (1Re 19, 8), y los cuarenta días de predicación del Profeta Jonás (Jon 3). La Cuaresma también ha sido marcada desde su inicio por un rito bautismal. Ya que los catecúmenos venían preparándose durante la Cuaresma para recibir el sacramento del bautismo, la solemne vigilia del Sábado de Gloria. De esta manera en el tiempo de Cuaresma se vivía en las comunidades cristianas un intenso ritmo dinámico en la acogida y la preparación de los futuros neófitos. Pero paulatinamente el sentido del bautismo durante la Cuaresma fue desapareciendo hasta cesar la presencia del catecumenado, y que, afortunadamente, ha sido recuperado con la Reforma del Vaticano II.
La «cuaresma» de Jesús y de la Iglesia
Recordando los cuarenta días que Jesús pasó en el desierto, orando y haciendo penitencia, la Iglesia practica la «cuaresma» con esta misma actitud, preparándose para celebrar la fiesta de la Pascua o de la resurrección del Señor. El itinerario de la cuaresma es una catequesis catecumenal para preparar el bautismo o la renovación de las promesas bautismales, que tendrá lugar la noche pascual. Se vive intensamente el significado de la iniciación cristiana, en un clima de exigencias catecumenales y de disciplina penitencial.
Camino catecumenal de bautismo y de renovación pascual
Durante la cuaresma, los catecúmenos se preparan para el bautismo, los fieles se reconcilian con Dios y toda la comunidad se prepara para celebrar la Pascua del Señor, pasando de las tinieblas del pecado a la luz de la nueva vida en Cristo. Así se participa en la muerte y resurrección del Señor. Durante los días de cuaresma tenían lugar, en los primeros siglos, los escrutinios o exámenes de los candidatos al bautismo, así como las catequesis sobre los temas fundamentales del cristianismo. Los textos litúrgicos reflejan estos contenidos. La imposición de la ceniza al iniciar la cuaresma (Miércoles de Ceniza) recuerda la penitencia pública de otros tiempos, invitando ahora a la penitencia voluntaria por medio de la oración, limosna y ayuno.
La cuaresma es un tiempo fuerte de renovación cristiana y de revisión de la acción pastoral,
en el que los creyentes se disponen a escuchar la palabra de Dios con mayor fidelidad, a orar con más intensidad y a cambiar de vida («penitencia»), para ser consecuentes con las gracias del Espíritu Santo recibidas en el bautismo. En este sentido es un tiempo privilegiado de «penitencias»: oración, predicación, sacrificio, ayuno, limosna, mejora de costumbres personales, familiares y sociales. Este camino pasa por la Semana Santa, en la que se vive la pasión, muerte y resurrección del Señor (la Pascua), y se dirige finalmente hacia un Pentecostés misionero, en el que el Espíritu Santo hace misionera a toda la comunidad eclesial. El bautismo en el Espíritu (cf. Jn 1,33), que es el mismo sacramento, es fruto del bautismo de Jesús (que asume los pecados de los hombres) y de la redención obrada por su muerte y resurrección. La Iglesia realiza un constante camino de «bautismo» (como «penitencia» y renovación), para que cada ser humano pueda participar en la filiación divina de Jesús y el Padre pueda decir a cada uno: «Éste es mi Hijo amado» (Mt 3,17; 15,5).
Itinerario de santidad y de misión
La celebración organizada de la cuaresma en Roma (siglo IV) recuerda una comunidad que quiere acompañar a los numerosos catecúmenos («paganos» o habitantes de los «Pogus» cerca de Roma) que se preparaban para el bautismo. Por este profundo sentido bautismal y penitencial, orientado hacia la Pascua, la cuaresma es tiempo privilegiado para que la comunidad se comprometa activamente en el itinerario de la santidad y de la misión. «El tiempo cuaresmal prepara a los fieles, entregados más intensamente a oír la palabra de Dios y a la oración, para que celebren el misterio pascual, sobre todo mediante el recuerdo o la preparación del bautismo y mediante la penitencia» (SC 109) Espiritualidad de la Cuaresma La característica del ambiente litúrgico de la Cuaresma desde hace siglos es la austeridad, ausencia de flores, sin música instrumental y uso de color morado. En cuanto a la dimensión espiritual de la Cuaresma viene indicada básicamente en la lectura evangélica de la música del Miércoles de Ceniza: ayuno, limosna y oración por monición litúrgica de la imposición de ceniza, “Conviértete y cree en el Evangelio”. En efecto ya desde el siglo V, San Pedro Crisólogo pone el acento en estas tres dimensiones como “los tres resortes que hace que la fe se mantenga firme, la devoción sea constante y la virtud permanente”. Realmente las mencionadas características constituyen como una sola cosa casi inseparable y que se alimenta recíprocamente, ya que el ayuno es considerado como el alma de la oración y a su vez la limosna como la vida del ayuno. Por su parte en el VI prefacio de Cuaresma se insiste en el ayuno con la siguiente expresión: “Porque con el ayuno corporal refrenas nuestras pasiones, elevas nuestro espíritu, nos das fuerza y nos recompensa...” De tal manera que la Cuaresma viene siendo como unos ejercicios espirituales de toda la Iglesia universal en preparación a la Pascua. Dichos ejercicios se inician con la imposición de la ceniza y se acaban con el fuego en la noche del Sábado de Gloria. Pues el vivir en continua conversión durante la Cuaresma supone poner el dedo en la llaga y algo debe morir o destruir en nosotros al hombre viejo para dar paso al hombre renacido de la nueva agua del bautismo. Como es sabido en nuestro país, por iniciativa de la Conferencia Episcopal Venezolana se realiza la Campaña Compartir durante la Cuaresma que básicamente consiste en convocar a todos los bautizados a poner en común todo lo que somos, tenemos y sabemos, para que nadie quede excluido del banquete de la creación que el Padre preparó para todos.