Tema 82
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Tema 82
El pericardio es la cubierta fibroserosa que envuelve el corazón y el origen de los grandes vasos . Está formado
por dos partes distintas: una externa, el pericardio fibroso, y otra interna, el pericardio seroso. Este último,
como toda membrana serosa, está formado por dos hojas que encierran una cavidad (cavidad pericárdica, que
contiene al líquido pericárdico).
El pericardio fibroso aísla el corazón de los órganos vecinos, lo protege y lo fija a estructuras vecinas.
El pericardio seroso permite el deslizamiento del corazón durante sus movimientos.
El pericardio fibroso es un saco conectivo, espeso y resistente. Semeja un cono cuya base se apoya sobre el
diafragma, atravesado por la vena cava inferior, y cuyo vértice, truncado, se cierra alrededor de los grandes
vasos, continuándose con la capa adventicia de los mismos. A nivel del pedículo arterial, la línea de
continuidad del pericardio con la adventicia se aparta notablemente del corazón, pues asciende hasta cubrir el
tronco de la pulmonar y la aorta ascendente hasta las proximidades del origen del tronco arterial
braquiocefálico.
El saco pericárdico se mantiene fijo por su unión a los grandes vasos y al diafragma mediante una trama de
tejido conectivo que le rodea (en algunos puntos) y lo une a estructuras vecinas. La trama de tejido conectivo
son condensaciones fibrosas o espesamientos del tejido conectivo del mediastino.
Además de la unión al centro tendinoso del diafragma, el pericardio está unido a la superficie posterior del
esternón (ligamentos esternopericárdicos) y a la membrana broncopericárdica (una lámina vertical de tejido
conectivo que se extiende entre la bifurcación de la tráquea, los bronquios principales, los ligamentos
pulmonares y el diafragma).
El pericardio seroso es la capa interna del pericardio. Está formado por dos láminas, una parietal y otra
visceral, que encierran entre ellas la cavidad pericárdica. La lámina parietal se adhiere íntimamente a la
superficie interna del pericardio fibroso. Esta adhesión hace imposible su aislamiento, pues las tramas
conectivas de ambos pericardios se entremezclan. La lámina visceral (epicardio) se aplica sobre la superficie
del corazón, adhiriéndose íntimamente al miocardio, del que es difícil separarla; a nivel de la entrada o salida
de los grandes vasos, los cubre durante un cierto trayecto, formando una vaina alrededor de los mismos hasta la
zona de continuidad con la lámina parietal, determinando así que los grandes vasos tengan un trayecto
intrapericárdico.
Los vasos coronarios están tapizados por el epicardio, deslizándose en la grasa que se dispone entre éste y el
miocardio. La cavidad pericárdica es un espacio virtual comprendido entre las dos láminas, parietal y
visceral. Contiene una pequeña cantidad de líquido pericárdico (25-50 mL) secretado por las células
mesoteliales.
La cavidad pericárdica puede hacerse real y aumentar su tamaño cuando se produce un derrame y se acumulan líquidos en
su interior. Puede haber un aumento de secreción (hidropericarditis), una acumulación de sangre (hemopericardio), por
rotura del corazón, o colecciones de pus (piopericardio). Una herida, por ejemplo, por arma blanca, puede hacer que entre
aire en la cavidad (neumopericardio). En estas situaciones, el corazón tiene a su alrededor una «coraza» que impide su
correcto deslizamiento y distensión, originando un cuadro clínico grave. La sangre no entra normalmente y se acumula en
las venas, provocando una ingurgitación de las venas del cuello. La sangre sale con dificultad durante la sístole ventricular
izquierda, lo que determina una caída de la presión arterial (hipotensión) y un déficit agudo de irrigación de los tejidos. En
fin, falla la circulación pulmonar y se produce una dificultad respiratoria intensa (disnea). La inflamación del pericardio
(pericarditis) genera un ruido especial en la auscultación (roce pericárdico), a consecuencia de la pérdida de humedad de
las láminas pericárdicas. El pericardio puede ser puncionado para drenar una acumulación patológica de líquido o para
extraer una muestra del mismo con fines diagnósticos. La punción (pericardiocentesis) puede hacerse en dos zonas:
insertando la aguja en la zona cardíaca libre de pleuras, a nivel del quinto espacio intercostal izquierdo junto al borde
esternal, o bien junto al lado izquierdo del apéndice xifoides. El primer procedimiento debe evitar lesionar la arteria
torácica interna o la interventricular anterior. En la actualidad, este procedimiento se lleva a cabo mediante control
ecocardiográfico.
La cavidad está completamente cerrada, ya que las dos láminas se continúan una con otra a nivel de
la línea de reflexión, que se dispone a nivel de los pedículos arterial y venoso.
Reflexión a nivel del pedículo arterial. La línea de reflexión es inmediatamente subyacente a la
inserción del pericardio fibroso. Si la comenzamos en un punto del flanco izquierdo del tronco de la
arteria pulmonar, por debajo de la bifurcación, la línea asciende hacia la derecha por delante de la
bifurcación, cerca del ligamento arterioso, que no queda englobado; luego sube por delante de la
aorta ascendente, hasta el origen del tronco arterial braquiocefálico; la línea se acoda, contornea el
flanco derecho de la aorta y desciende hacia la izquierda, por detrás de ésta, para buscar la cara
inferior de la arteria pulmonar derecha y de la bifurcación pulmonar, a las que tapiza, y finalmente,
se une al punto de origen. Debido a que tapiza la cara inferior de la arteria pulmonar derecha, este
vaso forma el techo del seno transverso (de Theile).
Reflexión a nivel del pedículo venoso. La reflexión a nivel del pedículo venoso engloba la entrada
de las venas en las aurículas. Dado que algunos de estos orificios se encuentran muy separados entre
sí, la línea que se dibuja es muy compleja. Puede semejarse a una letra T o a una letra H un tanto
asimétrica que tuviera una de sus ramas verticales más corta. La rama vertical larga de la H queda en
la parte derecha de la base cardíaca, y engloba de arriba a abajo la vena cava superior, las venas
pulmonares derechas y la vena cava inferior. La línea de reflexión a nivel de la vena cava superior es
oblicua, encontrándose por delante más alejada de la aurícula que por detrás. La rama vertical corta
engloba las venas pulmonares izquierdas. Ambas ramas verticales están unidas por una rama
horizontal, que pasa por detrás de la parte superior de la aurícula izquierda y une las ramas verticales
entre sí a nivel de las venas pulmonares superiores. El espacio estrecho, sin pericardio visceral,
que queda en el interior de la línea de reflexión se denomina meso cardíaco, un vestigio del
mesocardio posterior embrionario.
La disposición de la línea de reflexión determina que en algunos puntos de la cavidad pericárdica se
formen unos recesos llamados senos pericárdicos y numerosos divertículos. El seno oblicuo del
pericardio (seno oblicuo de Haller)23 está situado detrás de la base cardíaca, y queda comprendido
entre la cara posterior de la aurícula izquierda por delante; la lámina parietal por detrás, que le separa
del esófago; las venas pulmonares a los lados; y la rama horizontal de reflexión del pedículo venoso
por arriba, cerrando el seno. Cuando se abre el pericardio, podemos introducir nuestra mano en este
espacio simplemente con levantar el corazón. A través del seno oblicuo, la aurícula izquierda
establece una importante relación con el esófago. El seno oblicuo es, con el sujeto en decúbito
supino, el punto más declive del corazón, por lo que es el lugar de mayor acumulación de exudados
patológicos del pericardio.
Entre el pedículo arterial y el pedículo venoso, por encima y por delante de la rama horizontal del
meso cardíaco, se forma un espacio de la cavidad pericárdica denominado seno transverso del
pericardio (seno transverso de Theile)24.
23 Albrech von Haller (1708-1777), médico y anatomista suizo, realizó también notables aportaciones en fisiología y
botánica.
24 Friedrich W. Theile (1801-1879), médico alemán.
El seno transverso del pericardio (de Theile) es un pasillo interpedicular limitado, por delante, por
la aorta ascendente y el tronco de la arteria pulmonar, por detrás, por las aurículas y la vena cava
superior y, por arriba, formando el techo, la arteria pulmonar derecha revestida también de
pericardio seroso. Si introducimos el dedo de una mano en el seno transverso y los dedos de la otra
mano en el seno oblicuo, se tocan a través del mesocardio que les separa.
Entre los divertículos del pericardio destacamos dos: el pliegue vestigial y la fosita retrocava de Allison.
La fosita retrocava de Allison se dispone entre la vena cava superior y la vena pulmonar superior derecha, y
viene determinada por la angulación entre estos vasos. Esta fosita permite un acceso intrapericárdico a la vena
pulmonar superior derecha.
El pliegue vestigial de Marshall (repliegue/ligamento de la vena cava superior izquierda) se extiende entre la
arteria pulmonar izquierda y la vena pulmonar superior izquierda. Contiene un cordón fibroso que es resto
embrionario de la vena cardinal común izquierda (conducto de Cuvier izquierdo) y que se continúa,
aparentemente, con la vena oblicua de la aurícula izquierda (vena de Marshall). El pliegue contribuye a
delimitar, junto con la arteria pulmonar izquierda y la vena pulmonar superior izquierda, un pequeño fondo de
saco denominado receso pulmonar izquierdo.
Vasos del pericardio. El pericardio está irrigado: por la arteria torácica (mamaria) interna,
directamente, mediante ramas colaterales, y por medio de sus ramas pericardiofrénica y
musculofrénica; por la arteria diafragmática inferior atravesando el diafragma; y por ramas
bronquiales y esofágicas y pericárdicas de la aorta descendente. En el niño, también está irrigado por
arterias tímicas. El epicardio está irrigado por las arterias coronarias. Las venas drenan mediante
dos corrientes: una posterior, en las venas ácigos, y otra anterolateral que, por las venas torácicas
internas (venas pericardiofrénicas), drena en la cava superior o en los troncos venosos
braquiocefálicos. Los linfáticos drenan en los ganglios mediastínicos anteriores, traqueobronquiales
e infradiafragmáticos.
Nervios del pericardio. El pericardio está inervado por el nervio frénico, el nervio vago y ramos
simpáticos de la cadena cervical (nervios cardíacos y nervios perisubclavios nacidos en el ganglio
cervical inferior). El epicardio tiene la inervación propia de las paredes cardíacas.