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Los Huevos Del Plata 12

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LOS HUEVOS DEL PLATA

Nro. 12 - OCTUBRE / 68 MONTEVIDEO - URUGUAY

Sem ana del Guerrillero Heroico


Centenario de Maldoror
F U N D A C IO N DE CULTURA UNIVERSITARIA
erigida por el CENTRO ESTUDIANTES DE DERECHO
edición - distribución - librería - promoción cultural

— LIBRERIA DE LA UNIVERSIDAD
hall de la Universidad

— LOCAL F. C. U.
25 de Mayo 537 — Tei. 9 33 85

Un Auténtico Servicio Cultural para sus Compras de LIBROS

L I B R E R I A
E D I C I O N E S

DYKLER TAURO
Anuncia sus novedades:
Montiel Ballesteros: El gatito bandido y otros
cuentos
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orígenes de su enajenación
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Cartas inéditas
Y un libro de dibujos de Carlos Millot

LIBROS PARA TODOS Misiones 1290 — Tel. 98 68 59


Gloria a los Combatientes

LIBER ARCE
SUSANA PINTOS
HUGO DE LOS SANTOS

I CENTENARIO CANTO 1 MALDOROR del CONDE de LAUTREAMONT


LOS HUEVOS DEL PLATA cumplen, a! festejar en este número el Primer Centenario
de la publicación del Canto I de “ Los Cantos de Maldoror” de Isidore Ducasse, con uno
de sus propósitos esenciales: divulgar a autores y obras que, de una u otra manera, han
significado un nuevo eslabón en la lucha del hombre contra el orden y lo establecido.
En Agosto de 1868, aparecía, en un pequeño fascículo signado por tres asteriscos, el
Canto I de la obra más inquietante y efervescente de la literatura francesa. Al año siguien­
te se edita la versión definitiva, esta vez firmada con el seudónimo “ El Conde de Lautréa-
mont” , que no ve prácticamente la luz hasta una nueva edición en 1890 y, sólo 30 años
después, se comienza a descubrir a este autor, merced al esfuerzo anterior de los iluminados
León Bloy, Remy de Gourmont, Rubén Darío y otros, y, más recientemente, al entusiasmo
que su obra despertó entre los surrealistas quienes iniciaron una exhaustiva investigación
en torno a su vida.
LOS HUEVOS DEL PLATA han querido contribuir en la dilucidación de su obra, tan
poco conocida, publicando desde el viejo artículo de nuestro Darío (1896) hasta otros más
cercanos de André Bretón, Anna Balakian y Gastón Bachelard; el testimonio personal de
un condiscípulo de Ducasse: Paul Lespés, recogido por F. Alicot e incluido en la obra de
M. Pleynet “ Lautréamont par lui meme” ; trabajos inéditos de nuestros colabodores Carlos
Culleré y Rubén Kanalenstein; y el homenaje poético de André Bretón y Jules Supervielle.
EL CONDE DE LAUTREAMONT

Su nombre verdadero se ignora. El Conde de


Rubén Darío
Lautréamont es seudónimo. El se dice monte­ ba y el pobre Lautréamont no llora. Su libro
videano; pero, ¿quién sabe nada de la verdad es un breviario satánico, impregnado de me­
de esa vida sombría, pesadilla tal vez de algún lancolía y de tristeza. "E L ESPIRITU MALIG­
triste ángel a quien martiriza en el empíreo el NO, dice Quevedo en su "Introducción a la v i­
recuerdo del celeste Lucifer? Vivió desventu­ da devota” , SE DELEITA EN LA TRISTEZA
rado y murió loco. Escribió un libro que sería Y MELANCOLIA POR CUANTO ES TRISTE
único si no existiesen las prosas de Rimbaud; Y MELANCOLICO, Y LO SERA ETERNAMEN­
un libro diabólico y extraño, burlón y aullante, T E ” . Más aún; quien ha escrito los "Cantos
cruel y penoso; un libro en que se oyen a un de Maldoror” puede muy bien haber sido po­
tiempo mismo los gemidos del Dolor y los si- seso. Recordaremos que ciertos casos de lo­
niestos cascabeles de la Locura. cura que hoy la ciencia clasifica con nombres
León Bloy fue el verdadero descubridor del técnicos en el catálogo de las enfermedades
Conde de Lautréamont. El furioso San Juan de nerviosas, eran y son vistos por la Santa Ma­
Dios hizo ver como llenas de luz las llagas del dre Iglesia como casos de posesión para las
alma del Job blasfemo. Mas hoy mismo, en cuales se hace preciso el exorcismo. "ALMA
Francia y Bélgica, fuera de un reducidísimo EN R U IN A S !!” exclamaría Bloy con palabras
grupo de iniciados, nadie conoce ese poema húmedas de compasión.
que se llama “ Cantos de Maldoror” en el cual Job: "E L HOMBRE NACIDO DE MUJER,
está vaciada la pavorosa angustia del infeliz y CORTO DE DIAS Y HARTO DE DESABRI­
sublime montevideano, cuya obra me tocó ha­ MIENTO...”
cer conocer a América en Montevideo. No Lautréamont: “ SOY HIJO DEL HOMBRE Y
aconsejaré yo a la juventud que se abreve en DE LA MUJER, SEGUN ME LO HAN DICHO.
esas negras aguas, por más que en ellas se re­ ESO ME EXTRAÑA. CREIA SER M A S !” .
fleje la maravilla de las constelaciones. No se­ Con quien tiene puntos de contacto es con
ría prudente a los espíritus jóvenes conversar Edgar Poe. Ambos tuvieron la visión de lo ex­
mucho con ese hombre espectral, siquiera fue­ tra natural, ambos fueron perseguidos por los
se por bizarría literaria, o gusto de un manjar terribles espíritus enemigos, "horlas" funestas
nuevo. Hay un juicioso consejo de la Kábala: que arrastran al alcohol, a la locura, o a la
“ NO HAY QUE JUGAR AL ESPECTRO, POR­ muerte; ambos experimentaron la atracción
QUE SE LLEGA A SERLO” . Y si existe autor de las matemáticas, que son, con la teología y
peligroso a este respecto, es el Conde de Lau­ la poesía, los tres lados por donde puede as­
tréamont. ¿Qué infernal cancerbero rabioso cenderse a lo infinito. Mas, Poe fue celeste, y
mordió a esa alma, allá en la región del mis­ Lautréamont infernal.
terio, antes de que viniese a encamarse en es­ Escuchad estos amargos fragmentos: “ SO­
te mundo? Los clamores del teófobo ponen es­ ÑE QUE HABIA ENTRADO EN EL CUERPO
panto en quien los escucha. Si yo llevase a mi DE UN PUERCO, QUE NO ERA FACIL SALIR,
musa cerca del lugar en donde el loco está en­ Y QUE ENLODABA MIS CERDAS EN LOS
jaulado vociferando al viento, le taparía los PANTANOS MAS FANGOSOS. ERA ELLO CO­
oídos. MO UNA RECOMPENSA? OBJETO DE MIS
Como a Job, le quebrantan los sueños y le DESEOS: NO PERTENECIA MAS A LA HU­
turban las visiones. Como Job, puede excla­ MANIDAD! ASI INTERPRETABA YO, EXPE­
mar: “ MI ALMA ES CORTADA EN MI VIDA; RIMENTANDO UNA MAS QUE PROFUNDA
YO SOLTARE MI QUEJA SOBRE MI Y HA­ ALEGRIA. Sin embargo, rebuscaba activamen­
BLARE CON AMARGURA DE MI ALMA” . Pe­ te qué acto de virtud había realizado, para me-
ro Job significa "E L QUE LLORA” ; Job llora­ - recsr ñor parte de la Providencia este insigne
favor... Mas, quién conoce sus necesidades ín­ muellemente mecidas son otros tantos miste­
timas, o la causa de sus-goces pestilenciales? rios que no comprenden, y quieren descubrir
La meíamorfosls'jño pareció jamás a mis ojos con sus ojos fijos inteligentes; — contra las
sino como la ¿alia y magnífica repercusión de arañas suspendidas entre las largas patas, que
una felicidad perfecta que esperaba desde ha ­ suben a.lps árbole^ para salvarse; contra los
cía largó tiempo. Por fin había llegado el día cuervos c]tierno han Encontrado qué comer du­
en que^o me convirtiese en un puerco! Ensa­ rante eLüíá y que vuelven al nido, el ala fati­
yaba mis dientes en las cortezas de los árbo­ gada ; coíftraflqs rocas de la ribera; contra los
les; mi hocico, Jp'contemplaba con delicia. No fuegos qué» fiñgen mástiles de ¿navios invisi­
quedaba en mí íá menor partícula de divini­ bles ; contra'.elLtuido sordo de las, olas; con­
dad : supe elevar níi' alma hasta la .excesiva al­ tra los grandesjjqces que nadan mostrando su
tura de esta voluptuosidad inefable”. negro lomo y se Jiúfiden en «1 abismo,— ¡y «Op­
León Bloy, que en asuntos teológicos tiene tra el hombre qu^ Ies esclaviza... [-,
la ciencia de un doctor, explica y excusa en Un día, con ojos^Víctrlosos, me dijo mi ma­
parte la tendencia blasfematoria del lúgubre dre:
alienado, suponiendo que no fue sino un blas­ Cuando estés en tu Jecho, y oigas los aulli­
femo por amor. “ DESPUES DE TODO, ESE dos de los 'perros en la campaña, ocúltate en
ODIO-RABIOSO PARA', EL CREADOR; PARA tus sábanas,/no rías de lo qué ellos hacen;
EL -ETERNO, PARA EL .’ TODOPODEROSO, ellos tienen una sed insaciable de lo infinito,
TAL COMO SE EXPRESA, ES DEMASIADO , < como yo, como* el resto de los húmanos, a la
VAGO ENf SU OBJETO, PUESTO QUE NO TO­ -■ ■ i “figure palé et longue...” “Yo ■—sigue él— , CO­
CA NUNCA LOS SIMBOLOS” , dice/' MO LOS PERROS SUFRO LA NECESIDAD DE
Oíd la.yoz macabra dé) raro visionario. Se Y LO INFIN ITO . NO PUEDO, NO PUEDO LLE-
refiere a los perros nocturnos, en este pequeño NAR ESA NECESIDAD!". Es ello insensato,
poema ep prosa, que hace daño a,los nervios. : - : delirante; “ MAS HAY ALGO EN EL FONDO
Los perros aúllan: “ SEA COMO un niño que 4 *" QUE A LOS REFLEXIVOS HACE TEMBLAR” .
grita de hambre, sea como un gató herido en Se trata de un loco, ciertamente. Pero re­
el vientre, bajo un techo; sea cómo una mu­ cordad que el “ DEUS” enloquecía a las pito-
jer que pare; sea como un moribundo atacado nisas, y que la fiebre divina de los profetas
de la peste, en el hospital; sea como una jo­ \ ¡ producía cosas semejantes: y que el autor
ven que canta un aire sublime; ■ — contra las "VIVICE’ eso, y que no se trata de una “ OBRA
estrellas al Norte, contra las estrellas al este, LITE R AR IA” sino del grito, del aullido de un
contra las estrellas al Sur; contra las estrellas ' «eeí /sublime martirizado por 'Sáfáíiás.
al peste; contra la luna; contra las montañas; El cómo se burla de la belleza — como de
semejantes, a lo lejos, a rocas gigantes, yacen­ Psiquis, por odio a Dios-f-; lo veréis en las si­
tes en la oscuridad; — contra el aire frío que guientes comparaciones, tomadas de otros pe­
ellos aspiran a plenos pulmones, que vuelve lo queños poemas:., ;
* (>'
interior de sus narices rojo y quemante; cón- "...El Gran Duque de Virginia, era bello, be­
tra el silencio de la noche; contra las lechuzas, llo como una memoria sobre la curva qué des­
cuyo vuelo oblicuo les roza los labios y las na­ cribe un perro que corre tras su amo...” "El
rices, y que llevan un ratón o una rana en el vautour des ágneaux, bello como la ley de la
»ico, alimento vivo, dulce para la cría; contra detención del desarrollo del pecho en los adul­
{ as liebres que desaparecen en un parpadear;
contra el ladrón que huye, al galope de su ca­
tos cuya propensión al crecimiento no está en
relación con la cantidad de moléculas que su
ballo, después de haber cometido un crimen; organismo Se asimila...”. El escarabajo, "B E ­
contra las serpientes agitadoras de hierbas, LLO COMO EL TEMBLOR DE LAS MANOS
que les ponen temblor en sus pellejos y les EN EL ALCOHOLISMO...” . El adolescente,
hacen chocar sus dientes; — contra sus pro­ "BELLO COMO LA RETRACTIBILIDAD DE
pios ladridos, que a ellos mismos dan miedo; LAS GARRAS DE LAS AVES DE RAPIÑA", o
contra los sapos, a los que revientan de un sólo aun "COMO LA POCA SEGURIDAD DE LOS
apretón de mandíbulas ( para qué se alejaron MOVIMIENTOS MUSCULARES EN LAS LLA­
del charco?); contra los árboles, cuyas hojas GAS DE LAS PARTES BLANDAS DE LA RE-
GION CERVICAL POSTERIOR” , o, todavía, ción, es para él, el misterioso símbolo apoca­
" C O M O ESA TRAMPA PERPETUA PARA líptico, entrevisto por excepcionales espíritus
RATONES” . Y sobre todo bello “ COMO EL en su verdadera trascendencia: “ YO HE H E­
ENCUENTRO FORTUITO SOBRE UNA M E­ CHO UN PACTO CON LA PROSTITUCION, A
SA DE DISECCION, DE UNA MAQUINA DE FIN DE SEMBRAR EL DESORDEN EN LAS
COSER Y UN PARAGUAS...” . FAMILIAS... AY ! AY !, GRITA LA BELLA MU­
JER DESNUDA: LOS HOMBRES ALGUN DIA
En verdad, oh espíritus felices, que eso es de SERAN JUSTOS. NO DIGO MAS. DEJAME
un "HUM OR” hiriente y abominable. ¡ Y el f i­ PARTIR, PARA IR A OCULTAR EN EL FON­
nal del primer canto! Es un agradable cum­ DO DEL MAR MI TRISTEZA IN FIN ITA. NO
plimiento para el lector el que Baudelaire le HAY SINO TU Y LOS MONSTRUOS ODIOSOS
dedica en las “ FLORES DEL MAL” , al lado de QUE BULLEN EN ESOS NEGROS ABISMOS,
esta despedida: “ ADIOS, VIEJO, Y PIENSA QUE NO ME DESPRECIEN” .
EN MI SI ME HAS LEIDO. Y TU MUCHA­
CHO, NO TE DESESPERES; PORQUE T IE ­ Y Bloy: "El signo incontestable del gran
NES UN AMIGO EN EL VAMPIRO A PESAR poeta es la “Inconsciencia” profética, la tur­
DE TU OPINION ADVERSA. Y CONTANDO badora facultad de proferir sobre los hombres
AL ACARUS SARCOPTE, QUE PRODUCE SAR­ y el tiempo, palabras inauditas cuyo contenido
NA, TENDRAS DOS AMIGOS” . ignora él mismo. Esa es la misteriosa estam­
pilla del Espíritu Santo sobre las frentes sa­
El no pensó jamás en la gloria literaria. No gradas o profanas. Por ridículo que pueda ser,
escribió sino para sí mismo. Nació con la su­ hoy, descubrir a un gran poeta y descubrirle
prema llama genial, y ésa misma le consumió. en una casa de locos, debo aclarar en concien­
El Bajísimo le poseyó, penetrando en su ser cia, que estoy cierto de haber realizado el ha­
por la tristeza. Se dejó caer. Aborreció al hom­ llazgo”.
bre y detestó a Dios. En las seis partes de su El poema de Lautréamont se publicó hace
obra sembró una Flora enferma, leprosa, en­ diecisiete años en Bélgica. De la vida de su
venenada. Sus animales son aquellos que ha­ autor nada se sabe. Los "MODERNOS” gran­
cen pensar en las creaciones del Diablo: el sa­ des artistas de la lengua francesa, se hablan
po, el buho, la víbora, la araña. La Desespe­ del libro como de un devocionario simbólico,
ración es el vino que lo embriaga. La Prostitu- raro, inencontrable.

RUBEN DARIO "LOS RAROS" ¡896

LIBRERIA
UNIVERSITARIA

RAUL H. TAR1NO
18 de Julio 1852 Teléf. 4 3318
Cl LAUTREAMONT
No importa dónde me ponía a escarbar el suelo esperando que tú salieses
Yo apartaba las casas y las florestas para ver detrás,
Y era capaz de quedar toda una noche a esperarte, puertas y ventanas abiertas,
Frente a dos vasos de alcohol que no quería tocar.
Pero tú no venías,
Lautréamont.

En torno mío morían vacas de hambre ante los precipicios


Y volvían obstinadamente el lomo a las más herbosas praderas,
Los corderos ganaban en silencio el vientre de sus madres que morían,
Los perros desertaban América mirando tras si
Porque ellos hubieran querido hablar antes de partir.
Librado a mi soledad sobre el continente,
Yo te buscaba en el sueño, donde los encuentros son más fáciles.
Uno se para en la esquina de una calle, el otro llega rápidamente.
Pero aun así tú no venías,
Lautréamont,

Con tu rostro de hombre.

Detrás de mis ojos cerrados.


Yo te encontré un día a la altura de Femando de Noronha,
Tú tenías la forma de una ola, pero más verídica, más circunspecta,
Y enfilabas hacia el Uruguay en pequeñas jornadas.
Las otras olas se apartaban para mejor saludar tus desgracias.
Ellas que no viven sino doce segundos y no marchan sino a la muerte
Se te daban por entero,
Y tú fingías desaparecer como ellas,
Porque ellas te creían en la muerte su camarada de promoción.
Tú eras de esos que eligen el océano por domicilio como otros duermen bajo los puentes
Y yo, yo ocultaba los ojos detrás de unas gafas negras
Sobre un paquebote en que flotaba un olor a mujer y a cocina.
La música subía a los mástiles, furiosos de verse mezclados a los toqueteos del tango,
Tenía vergüenza de mi corazón donde brotaba la sangre de los vivos
Mientras que tú estás muerto desde 1870 y privado del líquido seminal
Tomas la forma de una ola para hacer creer que esto te es igual.
El día mismo de mi muerte yo te veo venir a mí

Tú deambulas favorablemente los pies desnudos en los altos terrones del cielo.
Pero apenas llegado a una distancia conveniente
Tú me arrojas uno a la cara,
Lautréamont.
(Traducción de OSCAR FERREIRO)

JULES SUPERVIELLE *
Presentación de
LAUTREAM ONT de BACHELARD
Bachelard es el autor de un psicoanálisis de los cuatro elementos, investigación
acerca del agua, del fuego, del aire, de la tierra, tomados como símbolos o motivos poéti­
cos y oníricos. También es autor de libros sobre ciencia.
Este hombre universal atiende tanto a los datos de la razón como a los trabajos de la
fantasía y la imaginación. Al único poeta que le dedica un libro es a Lautréamont.
Se trata de un libro rico en que Ducasse es visto como poeta de la agresividad más
primaria, como poeta del nervio, del músculo, del grito y donde se trata de dar una clave
al bestiario de “ LOS CANTOS DE MALDOROR” .
1) Lautréamont es un poeta de la agresión: del movimiento devorador del tiempo.
La obra de Lautréamont puede ser encarada como una fenomenología de la violencia,
entendida como manifestación del animal en el hombre. La existencia es entendida aquí co­
mo actividad; en los "Cantos de Maldoror” nada parecido al sufrimiento acontece, se trata
siempre del ataque, de la posesión. Allí todo está animalizado, se habla de “ camelias vivas” .
Hay un tiempo vegetal, continuo, curvo, totalmente ajeno al tiempo de la obra. Se trata aquí
del tiempo de la violencia: no se espera, se toma, se apresa, se muerde, se tritura, se de­
glute, se araña, se absorbe. Es el tiempo discontinuo de la conquista. El ardor no es aquí
calor sino tiempo. Este tiempo acelerado es el tiempo de las metamorfosis, del vigor, o vo­
luntad de vivir que está antes del bien y del mal, de la planificación y la memoria.
Es un lugar de nuestra época señalar el valor expresivo del cuerpo, el aspecto no-
biológico del cuerpo propio y ajeno, lo explorador de nuestras tendencias. Por ejemplo,
Merleau Ponty. Lautréamont nos trae otra imagen: la pureza del animal en el hombre, una
violencia que no sabe de respetos y derechos. Esto es motivo de canto y a veces de conso­
lación. El afán de Ducasse es desmistificador: la crueldad es a veces más sabia, más real,
más tonificante, más al servicio de la vida que nuestros códigos morales y religiosos, que las
civilizadas compasión, piedad, los remordimientos, respetos, tolerancias, deberes.
Lautréamont sólo nos acompaña cuando nos sentimos enfermos de civilización.
2) A la vez que una presentación de un poeta visceral, Bachelard, se propone dar
una clave de las configuraciones y de la imaginación ducassiana, del potencial fantástico
de los “ Cantos de Maldoror” .
La significación viscosa del pulpo, el poder de las garras y de las ventosas, los can­
grejos, las águilas, la significación sexual de los ofidios, las operaciones digestivas y sus
órganos, la violencia por la violencia misma, no la violencia del hambre, la violencia sin
respuesta; es la vitalidad del hombre ducassiano lo espiado con inteligencia por Bachelard.
Hemos considerado importante presentar un capítulo de este libro.

ruben kanalenstein
nos, en grandes rasgos, son objetivos. Creemos
que son demasiado claros para ser simplemen­
te los reflejos de una impresión personal.
Así el perro y el caballo no son lo bastantes
dinámicos como para ocupar el primer rango.
Son formas externas. Maldoror activa un cor­

a^tiazia cel, excita un perro, pero no entra en la inti­


midad del gesto animal. Nada permite reen­
contrar la experiencia profunda del centauro,
experiencia tan mal comprendida por los an­
tiguos mitólogos, que veían siempre síntesis de
imágenes donde es necesario ver síntesis de
actos. Así, en los Cantos, el caballo no hace
sino transportar. El perro tampoco trasciende
la cuota de agresión que le impone su propie­
tario burgués. Es una suerte de agresión dele­
gada, carece de esa franqueza que es propia de

autzâ<mumt la violencia ducassiana. Otra prueba de que el


perro y el caballo no son más que imágenes
exteriores, imágenes vistas, es que el perro y
el caballo no se transforman, sus formas no
Atentos a esta enorme producción biológi­ se hinchan como con tantos otros seres del
ca, a esta confianza ingenua en el acto ani­ bestiario; el cuello del perro no se multiplica
ma!, hemos emprendido un estudio sistemáti­ para dinamizar la violencia de un animal ma­
co del bestiario de Lautréamont. En particu­ rino. v
lar hemos intentado reconocer los animales No traducen ningún impulso- monstruoso. No
más fuertemente valorados, las funciones ani­ pertenecen al escudo del conde.
males más claramente deseadas por Lautréa­ Hemos examinado, en secundo lugar, si la
mont. declaración bien conocida: ‘ mi genio sirve pa­
Una estadística rápida da, entre los 185 ani­ ra pintar las delicias de la crueldad” ; nos pre­
males del bestiario de Ducasse los primeros guntamos si designa lo dominante de la obra.
rangos al perro, al caballo, al cangrejo, la ara­ Pero, allí debimos reconocer que la crueldad
ña, el sapo, pero nos ha parecido, desde el en sí misma representada por el tigre, por el
principio, que una estadística de algún modo lobo, carece de valor dinámico. La imagen del
formal aclaraba muy poco el problema y se tigre, con su crueldad clásica, bloquearía el
arriesgaba el plantearlo mal. En efecto, limi­ complejo. En todo caso nos parecen imágenes
tarse a señalar las formas animales en un re­ bloqueadas que detienen el espíritu de ciertos
cuento exacto de aparición, es olvidar lo esen­ lectores. Un crítico tan fino como Lalou, se
cial del complejo, es olvidar la dinámica de queda fuera del mundo de Lautréamont. El
esta producción vital. Era necesario entonces - encuentra que la hermosa fórmula que canta
para ser psicológicamente exactos restituir el las delicias de la crueldad se diluye rápida­
valor dinámico, el peso algebráico midiendo la mente en expresiones banales. No se tendrá
acción vital de los diversos animales. No hay esta impresión de disolución si se evita partir
otro medio de vivir los Cantos de Maldoror. de la crueldad masiva, hecha, completa y to­
Mirar vivir no es suficiente. Tenemos que es­ talizada en un animal tradicional, si se reco­
forzamos para experimentar la intensidad de noce el pluralismo de la crueldad, si se la dis­
los actos ducassianos. Es después de haber persa sobre todas las funciones de la agresión
añadido un coeficiente dinámico que podre­ inventiva.
mos rehacer nuestra estadística. Nos pondría­
I I
mos contentos si otros lectores se proponen
verificar nuestros coeficientes dinámicos, con­ No pudiendo resolver el problema por un
dicionados a perspectivas personales. Al me­ tratamiento de conjunto, hemos intentado dar­
lo vuelta. Hemos pensado entonces que sería extiende su apetito. La boca es inmensa por­
necesario estudiar los órganos ofensivos y si que los dientes son activos: poeta es el que
encontramos los medios de agresión, las ope­ se precipita en el espacio como en una gran
raciones de la crueldad donante de delicias, boca. Pareciera, por algunos rasgos que los
veríamos formarse automáticamente, si el prin­ Cantos de Maldoror nos dan ciertos alimentos
cipio de nuestra explicación es exacto al ani­ terrestres, alimentos hechos de carne y de crá­
mal que personifica el tipo agresivo más im­ neo, siempre sin dulzura, siempre sorprendidos
portante. Quedará, lo veremos, una razón am­ en la alegría de destruir.
bigua, una razón esencial, pero evitaremos la Este último rasgo no representa más que
confusión. una rama pobre. No es en la alegría de po­
¿Cuáles son los medios de la agresión ani­ seer y de digerir que Lautréamont busca el
mal? Los dientes, los cuernos, las garras, las sentido de la vida. Es necesario acceder a una
patas, las ventosas, el pico, el dardo, el ve­ crueldad más gratuita. Y después de haber eli­
neno. minado los medios de agresión a coeficientes
débiles, podremos llegar a pruebas más nítidas
Casi todos estos medios están representa­
de la fecundidad de nuestra explicación.
dos explícitamente pero no con la misma in­
tensidad. Por ejemplo, el lector no puede de­
jar de asombrarse de la pobreza de la fauna I I I
reptil en el bestiario ducassiano: boa, pitón,
víbora, todas ellas actúan poco. A veces, la ser­ De hecho, creemos que Lautréamont juega
piente, la víbora no son más que los productos casi únicamente con los dos temas de la garra
del fantasma sexual indicado por el simbolis­ y la ventosa correspondiendo al doble llamado
mo del psicoanálisis clásico. No asombra el de la carne y de la sangre. No hemos intentado
porqué de esa pobreza porque uno percibe que encontrar el equilibrio entre esos dos factores;
la acción del veneno sirve insuficientemente a dejamos presente la ambigüedad, ella es real,
la crueldad. En efecto el veneno, es más bien ella es profunda. A primera vista es la garra
perfidia que crueldad. No es necesario recor­ lo que domina, es más rápida, más claramente
dar que en los bestiarios medioevales se dice inmediata que la ventosa pero la ventosa nos
que el veneno no es perjudicial más que en las da goces más prolongados y, finalmente si se
venas del hombre, como indica su nombre. nos obligase a poner coeficientes sería a la
Una sangre generosa está defendida del ve­ ventosa a quien consagraríamos como el sím­
neno. Pareciera que el veneno es aliado de la bolo dominante del animalismo ducassiano.
inadvertencia o el sueño. El hombre activo, Las referencias a las garras son innumerables.
fuerte, no teme la perfidia. La garra es el tormento primero del niño mie­
El cuerno es tan inactivo como los dardos doso : "madre, mira estas garras". “ El Creador
venenosos. Por consiguiente, en aplicación de tiene su presa con las dos primeras uñas-ga­
nuestra tesis, no debemos asombrarnos que no rras del pie, como en una tenaza” .
haya más que siete bestias con cuernos en el “ La conciencia no sabe otra cosa que mos­
bestiario, siete y 185 animales. trar sus garras de acero” .
El rinoceronte mismo, símbolo de un dios La conciencia viene del creador "si la garra
pesado e inactivo y con el cuero áspero, no se hubiese presentado con la modestia y la
tiene acción ofensiva. humildad propia a sus rangos, la hubiese es­
Con el diente, con la mandíbula y el pico, el cuchado. Pero no amaba su orgullo. Yo exten­
complejo de Lautréamont se precisa. Algo cru­ dí una mano y, bajo mis dedos, me trituraban
je y gime en la lechuza, en su vuelo oblicuo, las garras” . La lucha con el creador se hace
llevando una rata o una rana en el pico, ali­ así zarpazo contra zarpazo. "S i yo le veo esas
mento vivo, dulce de sus pequeños. Así, un garras verdes” . Admira como una acción de
gesto total, simple, triunfante es realizado revelación el golpe de garra seco.
cuando los perros trituran los sapos de un so­ En fin, meditemos este simbolismo de la
lo golpe de mandíbula. Detrás de los dientes acción violenta tan claramente expresado por
la boca se agranda, un principio devorador el poeta de la poesía nerviosa: "tienen que sa­
ber que mi pesadilla, cada animal impuro que dría tomarte los brazos, retorcerlos como a ro­
dibuja una garra sangrienta, eso, es mi volun­ pa lavada, o romperlos estrepitosamente co­
tad” . El océano mismo prolonga zarpazos lí­ mo a dos ramas secas” . Torcer los brazos es
vidos. El universo entero realiza la garra. poner al enemigo de rodillas y a la merced de
La garra, tenemos aquí el símbolo de la vo­ quien así lo ha reducido. La violencia de los
luntad pura. Qué pobre y pesado Schope- adolescentes, se sirve a menudo de esta tri­
nhauer, con su voluntad de vivir, al lado de la quiñuela, porque además ella no deja huella
voluntad de atacar de Lautréamont. alguna.
La voluntad de vivir, guarda en efecto, en la Parece ser así mismo que el cortaplumas esa
teoría de Schopenhauer un irracionalismo que “ hidra de acero” , es del orden de las uñas agu­
es en el fondo, una pasividad. Permanece por das. Causa heridas a la carne más que a los
su masa, por la cantidad, por la totalidad, por órganos. La crueldad de Lautréamont no utili­
el hecho de que todo el universo es voluntad. za el puñal donde la acción es mortal más que
La voluntad de vivir es siempre segura triun­ cruel.
fante. La voluntad de atacar, es al contrario, Así, efectuando — como nos lo habíamos
dramática e incierta. Busca el drama. Está ani­ propuesto— la suma de todos los movimientos
mada por el dualismo de la pena y la alegría, de la garra y sustituyendo sistemáticamente a
se la reencuentra en la dualidad de los instin­ las imágenes ya hechas las funciones en su
tos eróticos y agresivos. Freud, el enemigo de ensayo de sinergia, brevemente y aprehendien­
la metafísica, no ha dudado en poner en re­ do el querer atacar en su fisiología elemental,
lación esos dos instintos con las dos fuerzas se llega a la conclusión de que la voluntad de
atractivas y repulsivas del mundo inorgánico. lacerar, de desgarrar, de atenazar con dedos
Sin ir demasiado lejos uno puede darse cuenta nerviosos es fundamental. Este es el principio
que el instinto organiza y piensa. Conserva los de la crueldad juvenil. La conciencia elemen­
pensamientos, los deseos, las voluntades espe­ tal de la voluntad es el puño cerrado.
cíficas lo suficiente para que esas energías se
materialicen en órganos. El instinto ofensivo
continúa un movimiento con una voluntad su­ I V
ficiente para que la trayectoria devenga una
fibra, un nervio, un músculo. El querer atacar Se comprenderá ahora la entrada en escena
es en punta. La defensa es redondeada. del animal privilegiado por la imaginación
Es un misterio, una herejía de la tranquila energética de Lautréamont. Es el cangrejo de
impasibilidad, el carácter de punta de las es­ mar. El cangrejo es capaz, antes de verse do­
pinas en el mundo vegetal. blegado en su empresa, de perder sus patas.
Naturalmente en una fenomenología esen­ Su cuerpo es menos voluminoso que sus garras.
cialmente dinámica no hay lugar para distin­ La divisa del cangrejo según Lautréamont, es
guir netamente entre la garra, la pinza y la la siguiente: “ es necesario vivir para atenazar,
sierra. Todos estos órganos se apoderan con y no atenazar para vivir” .
una voluntad unitaria. Ellos simbolizan la con­ Como sólo el acto biológico es decisivo en
vergencia de una multiplicidad orgánica. La el tipo de imaginación que describimos, vea­
anarquía en las garras de una pata es incon­ mos las corrientes y posibles sustituciones: el
cebible. cangrejo es un piojo, el piojo es un cangrejo.
A decir verdad Lautréamont se sirve de “ sus "O h! piojo venerable... Fanal de Maldoror,
garras” adjuntándole un movimiento refinado. dónde guías sus pasos?” . De ahora en adelante
Las garras resquebrajan mejor por un movi­ las páginas impetuosas no cesan de sucederse.
miento ligero y delicado de torsión. Se trata A la mitad del segundo canto aparecen esas
aquí de uno de los elementos fundamentales páginas consagradas al piojo, páginas que se
de los rasgos ducassianos que se acompaña han tomado por apuestas de mal gusto, pro­
gustosamente por una sonrisa cruel. Incluso ducidas en un frenesí de originalidad malsana
resultaría muy difícil hacer la mímica de este y pueril, y que en los hechos son totalmente
gesto sin que le acompañe la sonrisa. "Y o po­ incomprensibles en una teoría de la imagina­
ción estática, de la imaginación de las formas que una suerte de sinergia vital adapta la una
acabadas. Pero un lector que quiera de ver­ a la otra en la naturaleza animal, deben en
dad seguir la fenomenología animalista, leerá una imaginación enteramente librada a una
con otros ojos, y reencontrará la acción de dinámica de los gestos animales, encontrarse
una fuerza especial, la potencia de una vida en la sinergia imaginativa con la garra. El pi­
característica. En su virulencia la animalidad co del águila en el bestiario de Lautréamont,
alcanza su m áxim o: ella puede, ella cree, ella no es sino una garra: el águila nunca devora,
domina. El piojo que ama la sangre “ será ca­ desgarra. Maldoror se pregunta: "es un deli­
paz por un poder oculto de volverse mayor rio de mi razón enferma, es un instinto secre­
que un elefante, de aplastar a los hombres co­ to que no de,pende de mis razonamientos, pa­
mo espigas” . Es necesario ubicar a este piojo recido a aquél del águila desgarrando su pre­
"en alta estima por encima de los animales de sa, el que me ha .llevado a cometer este cri­
la creación” . “ El elefante se deja acariciar, el men?” . La crueldad puede tener toda suerte de
piojo no” . "Oh piojo, de pupila arrugada, en razones, salvo la necesidad, salvo el hambre.
tanto que los ríos derraman la caída de sus El águila, como el piojo, como el cangrejo,
aguas en los abismos del mar, en tanto que el
como todos los animales vigorosamente ima­
vacío mundo no tiene ya horizonte, tu reino se­ ginados del Bestiario, puede cambiar de di­
rá asegurado sobre el universo, y tu dinastía mensión. Si el combate es necesario, "hará so­
extenderá sus anillos de siglo en siglo. Yo te nar de contentamiento su pico curvo", ha de
saludo, sol que se levanta, liberador celestial, volverse inmensa. Aquí, “ el águila es terrible,
tú, el enemigo invisible del hombre” . “ Sucie­ da saltos inmensos que estremecen la tierra” .
dad, reina de los imperios, conserva a los ojos Se ve así, es siempre la misma corrupción de
de mi odio el espectáculo del acrecentamiento la fuerza, pero de una fuerza siempre especí­
insensible de músculos de tu progenie afama­ fica, que crece en la misma medida en que
da” . crece el obstáculo, que debe siempre dominar
La página entera en su barbarie no puede la resistencia y producir victoriosamente las
resumirse. Se tiene ciertamente la impresión armas de su falta, los órganos animales de su
de atravesar "los reinos de la cólera” : “ Si la crimen. He aquí resumida una de las líneas de
tierra estuviese cubierta de piojos como de la acción ducassiana.
arena las riberas del mar, la raza humana se­
ría anonadada y presa de dolores terribles” . Para no fatigar al lector, no se expondrán las
"Qué espectáculo!” . “ Yo, con alas de ángel, in­ numerosas variantes de este tipo de agresión.
móvil en los aires para contemplarlo!” . Por otra parte se harían necesarias largas bús­
Comúnmente se han citado estas páginas co­ quedas psicológicas para clasificar la fauna de
mo si ellas fuesen una parodia escrita por un la imaginación ducassiana, inspirada en las
colegial. Es desconocer la amplitud de un ver­ medidas dinámicas de los diferentes gestos.
bo original, su sonoridad inhumana mezclada Estas medidas dinámicas son naturalmente
con las verdades de los gritos. Psicológicamen­ más difíciles en las acciones borrosas como
te, es rechazar vivir este extraño mito de las las del chacal y la rata, del cocodrilo o del
metáforas que quedan frías y formales en cier­ gato. Sin embargo un estudio de este tipo no
tos autores antiguos como Ovidio, y que se sería vano, porque una naturaleza profunda es
reaniman en autores más recientes que vuelven la que guía los fantasmas de Lautréamont. Es­
inconscientemente a los impulsos primitivos. tos fantasmas que no son artificios de la fan­
Al piojo, al cangrejo, a despecho de las leccio­ tasía, sino que son primitivamente deseos de
nes de la historia natural o de la sabiduría del acciones específicas, son producidos por una
sentido común hay que aproximarles el águila imaginación motriz de gran seguridad, de des­
y el buitre ducassianos. La sierra y el pico, lumbrante inflexibilidad.

GASTON BACHELARD
ISIDORE DUCASSE CONDE de LAUTREAMONT
1846 - 1870
Es necesario encontrar los colores de los que Lo más audaz que, durante siglos, se pensará
se sirvió Lewis en “ El monje” para pintar la y emprenderá, pudo formularse aquí, por ade­
aparición del espíritu infernal con los rasgos lantado, en su ley mágica. El verbo, no ya el
de un joven admirable, desnudo, con alas car­ estilo, sufre con Lautréamont una crisis fun­
mesí, con los miembros aprisionados en el or­ damental; él marca un nuevo comienzo. Esto
be de diamantes bajo un soplo antiguo de ro­ creó límites dentro de los cuales las palabras
sas, la estrella en la frente y la mirada marca­ podían ponerse en contacto con las palabras,
da por una melancolía feroz; y aquellos con las cosas con las cosas. Un principio de muta­
la ayuda de los cuales Swinburne logró el ver­ ción permanente se apropió tanto de los ob­
dadero aspecto del Marqués de Sade: "En me­ jetos como de las ideas, tendiendo a su libe­
dio de toda esa ruidosa epopeya imperial, se ración total, que implica la del hombre. Desde
ve, resplandesciente, esa cabeza fulminada, ese este punto de vista, el lenguaje de Lautréamont
ancho pecho surcado de relámpagos, el hom­ es, a la vez, un disolvente y un plasma germi­
bre-falo, perfil augusto y cínico, mueca de ti­
tán espantoso y sublime; se siente circular, H nativo sin equivalentes.
Las expresiones locura, prueba por el absur­
por esas páginas malditas, como un temblor do, máquina infernal, que han sido empleadas
de infinito; se siente vibrar sobre esos labios
quemados, como un soplo de ideal tormentoso.
tu y hasta retomadas, a propósito de esta obra,
muestran claramente que la crítica no se ha
Aproximaos y sentiréis palpitar en esa carro­ aproximado jamás a ella sin tener, tarde o
ña fangosa y sangrienta las arterias del alma temprano, que firmar su renuncia. Llevada a
universal, las venas henchidas de sangre divi­ P¿¡ la escala humana, esta obra, que es el lugar
de todas las interferencias mentales, impone a
na. Esa cloaca está preñada de azul... “ Es ne­
cesario, decimos, reencontrar primero esos co­
lores para situarse en la atmósfera extra-lite­ w la sensibilidad un clima tropical. León-Pierre
Quint, en su lúcida obra “ El Conde de Lau­
tréamont y Dios" ha expuesto, sin embargo,
raria, que conviene a la figura deslumbrante
de luz negra del Conde de Lautréamont. algunos de los rasgos más imperiosos de este
mensaje, que sólo puede ser recibido con guan­
A los ojos de algunos poetas de hoy, los Can­ tes de fu ego: 1) El "m al” para Lautréamont
tos de Maldoror y Poesías brillan con un res­
plandor incomparable; son la expresión de
una revelación total que parece exceder las
tu (como para Hegel) es la forma bajo la cual se
presenta la fuerza motriz del desarrollo histó­
rico. Importa, pues, fortificarlo en su razón de
posibilidades humanas. Toda la vida moder­
na, en lo que tiene de específico, se encuentra,
de golpe, sublimada. Su decoración se desliza
p¿¡ ser, lo que no puede hacerse si no es fundán­
dolo en los deseos prohibidos, inherentes a la
actividad sexual primitiva, tal como los ma­
sobre el rostro de los viejos soles que dejan nifiesta en particular, el sadismo. 2) La ins­
ver el estrado de zafiro, la lámpara de pico de
plata, alada y sonriente, que avanza sobre el
Sena, las membranas verdes del espacio y las
O piración poética, en Lautréamont, se da por el
producto de la ruptura entre el sentido común
y la imaginación, ruptura consumada frecuen­
tiendas de la calle Vivienne, presa del brillo temente a favor de ésta y obtenida por una
cristalino del centro de la tierra.
Una mirada absolutamente virgen se man­
tiene al acecho del perfeccionamiento científi­
2 aceleración voluntaria, vertiginosa del consu­
mo verbal (Lautréamont habla del “ desarrollo
extremadamente rápido” de sus frases. Se sabe
co del mundo, se adelanta hacia su carácter que de la sistematización de este medio de ex­
concientemente utilitario, lo sitúa junto a to­
do el resto en la luz misma del apocalipsis. < presión parte el surrealismo). 3) La rebelión
de Maldoror no sería jamás La Rebelión, si de­
Apocalipsis definitivo, esta obra en la cual se biera exceptuar indefinidamente una forma de
pierden y se exaltan las grandes pulsiones ins­ pensamiento a expensas de otra; es necesario,
tintivas, al contacto de una jaula de amianto pues, que con las Poesías se abisme en su pro­
que encierra un corazón calentado al blanco. pio juego dialéctico.
El contraste flagrante que ofrecen, desde el lemne, inversión o transformación total de los
punto de vista moral, estas dos obras excluye "pensamientos" o máximas célebres, etc.: to­
toda otra explicación. Pero, que se busque más do lo que el análisis revela, a este respecto, de
allá lo que puede constituir su unidad, su iden­ los procedimientos en juego, lo cede en interés
tidad desde el punto de vista sicológico y se a la representación infalible que Lautréamont
descubrirá que ella descansa sobre todo en el nos llevó a hacernos del humor, tal como él lo
humor: las diversas operaciones, que son aquí encará, del humor que alcanzó con él su poder
la renuncia al pensamiento lógico, al pensa­ supremo y que nos somete físicamente, de la
miento moral, luego, a los dos nuevos pensa­ manera más completa, a su ley.
mientos definidos por oposición a éstos, no re­
conocen en definitiva otro factor común: puja ANTHOLOGIE DE L ’HUMOUR NOIR
por la evidencia, llamado al tumulto de com­
paraciones más atrevidas, tropedeo de lo so- (V E R SIO N : DIANA CASTRO)

EL GRAN SOCOR RO MARITIMO


La estatua de Lautréamont
Con zócalo de sellos de quinina
En campo seco
El autor de las Poesías está acostado boca abajo
Y cerca de él vela el helodermo sospechoso
Su oreja izquierda pegada al suelo es una caja con vidrieras
Ocupada por un relámpago el artista no ha olvidado de hacer
figurar por encima de él
El globo azul cielo en forma de cabeza de Turco

9RETON
El cisne de Montevideo cuyas alas están desplegadas y siempre
prontas a agitarse
Cuando se trata de atraer del horizonte a los otros cisnes
Abre sobre el falso universo dos ojos de colores diferentes
El uno de sulfato de hierro sobre el enrejado de pestañas el
otro de barro diamantino
Contempla el gran hexágono en forma de embudo en el que se
crisparán bien pronto las máquinas
Que el hombre se encarniza en cubrir de vendajes
Reaviva con su bujía de radio los fondos del crisol humano
El sexo de plumas el cerebro de papel aceitado
Preside en las ceremonias dos veces nocturnas que tienen por
fin sustracción hecha del fuego intervenir los corazones
del hombre y del pájaro
Yo tengo acceso a él en calidad de convulsionario
Las mujeres arrobadoras que me introducen en el vagón acolchado
de rosas
Donde una hamaca que cuidaron de hacerme con sus cabelleras
me está reservada
De otra eternidad
Me recomiendan antes de partir no resfriarme en la lectura
del periódico
Parece que la estatua cerca de la cual la grana de mis
terminaciones nerviosas
Llega a destino es afinada cada noche como un piano.
(L e revolver á cheveux blancs)
Traducción de CESAR MORO.
guesa, negadora mortal de la libertad inte­
LOS CANTOS DE MALDOROR - carlos a. culleré
ALGO ALREDEDOR zando esto podríamos citar la conducta in­
transigente de Mallarmé cuando quería una rior y de la exploración de los mundos co­
"et, si je me detourne, ríen est poesía hermética, en base a un lenguaje laterales, aparte de haberse constituido en
a deux face s: Rien et moi". críptico, cifrado. La herencia milenaria de verdugo oficial de los videntes. Esta tarea
PAUL ELUARD ios hallazgos esotéricos ( preferiría hablar primordial es llevada a cabo por los surrea­
de "dimensiones" o noción de otras reali­ listas a través de deserciones, conquistas y
El propósito de estas líneas al volver so­
dades ) recurre al mismo resorte para per­ aliados y supone despejar el campo para
bre Lautréamont es, no de aportar algún
petuarse : merced a una especial disposi­ facilitar la creación de momentos que per­
hallazgo ni una más ajustada comprensión
ción (que está asegurando el resguardo del mitirán el máximo objetivo: la búsqueda
de una clave ( cuestión muy discutible en
secreto) acude al espíritu receptor después de valores extraídos no importa de qué lu­
el fondo ya que lo esencial do una lectura
de un primordial trabajo paciente donde se gar con tal que sirvan a reemplazar los
queda siempre como sedimento admirativo
ha efectuado la remoción de los aspectos que se desea derribar. Para Anna Balakian
y es casi intransferible) sino señalar algún estos valores surgirían de una variante fun­
negativos. El legado es así estrictamente
aspecto que pueda haberse olvidado, ( per­ damental en el dominio natural; dice, ha­
otorgado al 'mérito'. Y no deja de llamar
cance muy común) y añadir a la multitudi­ blando de Lautréamont: "...habiendo desa­
la atención que la mayoría de los poetas
naria exégesis existente unas cuantas re­ creditado a la razón y a la imaginación, él
que en su momento han representado la
flexiones que ahí van y de ahí vienen, es esperará encontrar una desviación anormal
culminación de un ciclo poético, la última
decir, re-descubrir un poco esos comenta­
palabra, el non plus ultra, hayan derivado en el funcionamiento de las leyes naturales
rios vueltos ya lugares comunes al hablar y de este modo podrían serle revelados fe­
de este cauce o, al menos, hayan registrado
de Lautréamont y referirlo inevitablemente nómenos más allá de los aportados por la
su contacto con esta fuente ancestral. La
al surrealismo. No por cierto a! estilo de observación y la experiencia". ( 2 ) .
mayor o menor admiración que han des­
León Bloy, a quien guiaba otro asunto y
pertado consiste directamente en su entrega La conquista de distintos valores, de re­
una sagrada cólera, estos apuntes preten­
parcial o total al enigma. ductos ignorados u olvidados es un aporte
den acercar los ángulos relevantes de la
obra de Lautréamont como contribución a El descenso sufrido por Rimbaud en la surrealista inestimable; el haber re-actua­
una experiencia de la que todavía no he­ estimación de Bretón se debió a su retro­ lizado a Ducasse revela hasta dónde conce­
mos salido y que nos sería provechoso de­ ceso ( cobarde para Bretón) ante lo que dieron importancia al "otro margen" de la
sertar cuando ensayemos expresar la propia. había VISTO, ya que fes indudable que su creación, hasta dónde fueron consecuentes
abandono de la palabra en los umbrales con la tradición subterránea de Blake y su
Es pesióle hablar del surrealismo corno
mismos de la creación obedeció a una cau­ preocupación por asentar en loa anales del
escuela, movimiento ó tendencia y aún m á s;
sa muy distinta a la de Mallarmé, que fué espíritu la concepción sadista, no ya tanto
proceder dentro del inoperante método fe­
eminentemente estética y de forma. Y, al del arte ni la literatura sino de la vida
chador y d e cir: "Desde principios del XX
revés, la estrella ascendente de Lautréamont misma, lo que equivale a decir que no vie­
hasta los años cuarenta, día más, día me­
( siempre a los ojos surrealistas) es debido ron a Sade ( ni posteriormente a Baudelai-
nos..." y tropezaremos con la justa excla­
a su completo arrojo en el problema, a su re, Rimbaud o Lautréamont) sólo como una
mación de Maurice Nadeau: "Una historia
temerario traspaso de los límites. Y aún manifestación original y sustentadora de si­
del surrealism o! Ha muerto entonces el su­
afirmaremos que el mismo Lautréamont no milares principios, sino como (y esto ss,
rrealism o!" ( 1 ) . Lo legítimo consistirá en
llegó a la extrema consecuencia que su indudablemente, de una extrema importan­
hacer referencia ( no hablar d e ) tan impor­
ejercicio le exigía. cia ) una auténtica y aplicable norma de
tante movimiento para dejar en claro nues­
vida cotidiana. Salvadas la distancia y la
tro trato con A L G O que está muy vivo, Alcanzó a robar una brasa ( para usar singularidad de los presentes respectivos es
muy dentro de nosotros aún como para un una metáfora cómoda a la rapidez) pero legítimo anotar su esfuerzo por reventar la
sepelio tan prematuro. Y esta permanencia huyó del fuego. De estas consideraciones línea común de la conducta ( recordemos
fecunda, híc et nunc, obedece a la entraña puede desprenderse ei carácter mágico que las exposiciones de Max Ernst, mejor dicho
misma del surrealismo. Al decir de Na­ la poesía retoma a través del surrealismo; los relatos acerca de ellas, las revistas y
deau : "E l estado de espíritu surrealista, ya que éste a su vez bucea en los docu­ panfletos, la trayectoria desde el dadaísmo
mejor dicho, la condición surrealista, es mentos esotéricos ( añadiría otras vertien­ hasta el rompimiento entre Bretón y Tzara
eterna". Y, en efecto, toda doctrina esté­ tes mucho más notorias; los trabajos de teñido de expresiones sui-generis y, al res­
tica ( repárese que Nadeau no alude a un Freud acerca de ios sueños y su exahustiva pecto, cabe destacar la posición de Bretón
cuerpo o esquema doctrinario: habla de "es­ explotación por los poetas surrealistas, tam­ al darse cuenta que las manifestaciones dis­
tado de espíritu" y de "condición") des­ bién los de Charcot y sus colaboradores conformistas sólo eran un PASO, un medio
cansa sobre un pilar fundamental que es sobre la histeria ( las figuras extáticas de para el logro de una verdadera revolución;
una constante valedera en la esencial his­ las santas y sus arrebatos místicos no fue­ hay mucha diferencia entre este concepto
toria del espíritu y es, en definitiva, esa ron, en definitiva, otra cosa que crisis de que determinará la ruptura con Dadá y las
constante la que salva, la sotería que per­ histeria: planteo obviamente grato a los ideas iconoclastas que hicieron posible el
manece después del derrumbe de los ador­ herederos de Dadá), la secuela romántica proceso a Barres). Al advertir estas carac­
nos y rellenos. Tal el surrealismo, entendido con sus cultivos de la morbosidad y el re­ terísticas vamos comprendiendo el porqué
en su más importante descubrimiento ( des­ chazo a la concepción tradicional de la poe­
de la afirmación anterior referente a la es­
cubrir es siempre volver a encontrar algo sía, Nicsztche mismo, e tc .) en el más for­
tima en que los pontífices del surrealismo
perdido): la liberación epifánica de otras midable intento mancomunado por devol­
tuvieron a Lautréamont, detalle que era me­
dimensiones y, por sobretodo y en acuerdo ver a su época los olvidados valores doj
nester considerar antes de ir al documento
con esto, la restitución de la magia a (a misterio.
extraordinario: LOS CANTOS DE MALDO-
poesía.
Para cumplir tal propósito no basta se­ ROR, registro final de una estado de en­
EL REGRESO DE LA MAGIA ñalar el camino adecuado; hay que co­ fermedad generacional y, como toda obra
El término con que las doctrinas esoté­ menzar por destruir los antagonismos ori­ de culminación cíclica última expresión ge­
ricas califican a sus oficiantes es el de "in i­ ginados por los esquemas mentales y es­ nial de su propia evidencia, insustituible
ciados". La mecánica de la transmisión ra­ pirituales, largamento sostenidos y fortale­ testimonio de una visión única del mundo
dica en una selección de aptitud; patenti­ cidos por el predominio de la moral bur­ y los dominios de la poesía.
LOS CANTOS DE MALDOROR Atendiendo a lo expuesto la motivación la víctima, cuando las dos funciones son
de Los Cantos es más que la secreta espe­ ejercidas por el mismo individuo. Paralela­
"Dios es el Presidente de las compa­
ranza de debilitar la coraza de la moral mente el sentimiento de un placer honda­
ñías de seguros de la Eternidad".
inflexible o descomponer en una implacable mente doloroso que experimenta el maso-
RENE CREVEL. quista, el ser que actúa sobre sí con el
exposición las fallas del sistema. Detrás de
La maldad es el motor esencial de la eso existe una cuestión de privilegio, una flagelo y reacciona con la autocompasión
vida humana. El hombre vive en una cons­ inconfesable construcción donde se entre­ más verdadera. Técnica que puede atribuir­
tante mentira al pretender desvirtuar esta mezcla, junto al orgullo legítimo del discí­ se sin ningún exceso a los místicos y que
verdad fundamental. Este es un hecho ca­ pulo satánico convertido ya en la casi su­ está destinada, en última instancia, a ser­
tegóricamente sostenido por Ducasse hasta peración del Maestro ( ia identidad permite vir como otro medio de "ver ia luz". En
el punto de constituir el argumento princi­ esta ¡dea: Maldoror 'es' Satán) el orgullo Baudelaire la corporízación de este proceso
pal de los Cantos. Pero esta afirmación in­ humano de! autor que es capaz de recono­ está dada por L'Heauténtimorouménos mien­
volucra otro aspecto más temerario; el pen­ cer en su propia obra el desdén de los lí­ tras Lautréarnont la desarrolla cuando el
samiento de la maldad divina. En (a me­ mites respetados hasta por los más conse­ verdugo desgarra ai adolescente y bebe su
dida en que el hombre es creado por Dios cuentes antecesores. ( 4 ) Naturalmente sus sangre y sus lágrimas para luego acudir en
lo es a su imagen y semejanza. Y para explicaciones sa basan en un método sim i­ su auxilio y sentir el estremecimiento del
cumplimentar su vida está, indudablemente, lar al empleado por Baudelaire para respon­ amor más profundo, acabando per invertir
condicionado por las leyes divinas. Ducasse der ai juicio de Les Fleurs du M al; se acen­ los papeles y colocarse en el lugar de !a
concluye acusando a Dios en virtud de ser túan en la obra ios horrores del mal para víctima ofreciendo una costosa expiación a
el último responsable de los actos huma­ voiver esas manifestaciones repugnantes y través de una unión eterna que habrá de
nos. Esta idea se desarrolla en toda su fuer­ odiosas y así, por ia técnica de la afirma­ recordarle perpetuamente su culpa.
za ; el Creador es presentado borracho y su ción de! contrario derivar las simpatías del
lector hacia el bien. ( 5 ) Procedimiento que, EL SIMBOLO Y LA TECNICA
sueño impuro interrumpido por la venganza
de los seres; es también aludido con una por supuesto, no revela más que una nece­ Lautréarnont, encajado en un momento
ironía satánica al final del Canto al pede­ sidad circunstancial y en el que es poco de auge científico comprueba la paulatina
rasta ; por último lo vemos ejecutando las verosímil hayan creído tanto Baudelaire co­ inserción de la ciencia en todos los niveles
acciones más inmorales y sumergido en el mo Lautréarnont. de la cultura. Parece que, finalmente, el
vicio, en la alucinante estrofa del cabello No se cuestiona en Lautréarnont la luci­ hombre acabará quitando todos los enig­
que llo ra; su túnica, en otros tiempos pro­ dez de sus imágenes y esto es curioso si mas a la naturaleza. Junto con ellos aca­
tectora de su pureza ha quedado engancha­ se piensa que hay una trayectoria, en la bará también ei misterio. Lautréarnont, he­
da en las murallas celestes; he aquí al que está, incluido, de visionarios cuya obra redero de las fuerzas veladas siente la ur­
Creador vuelto un astuto viejo, malvado y se ha considerado siempre producto de una gente necesidad de ir en contra de esa
cru el; inmunda criatura, por fin, entreteni­ locura intermitente. (Tampoco Rimbaud fue luz fatua pero peligrosa.
do en devorar su propia creación. Las dos llevado a este plano, es cierto, pero porque La salutación al viejo océano expresa su
potencias (en realidad hubo siempre una la conciencia burguesa se sintió satisfecha satisfacción porque el hombre no podrá con
sola) han quedado confundidas; es ya im­ y, por así decir, reparada con su "retorno él. Pero esa desmesurada pretensión da
posible separar o deslindar las distintas a ia normalidad"). Sade es un claro ejem­ claridad del siglo del Progreso involucra
identidades; permanece únicamente el mal plo de la existencia de una "locura circuns­ otro aspecto: la caída del ministerio poéti­
absoluto, que lo es tanto cuando es prac­ tancial" sumamente oportuna y conveniente co. La accesibilidad a ia ciencia presupone
ticado por Elohim como cuando lo ejerce y, que sin duda, obedece a la necesidad. el derrame de la poesía, como si de pronto
Maldoror. El hombre, entretanto, acepta en De otra característica fue la padecida por las viejas catedrales medioevales sufrieran
su miopía el mal disfrazado que le inflige Gerard de Nerval, pero sus textos empali­ la ofensa de que esa ciencia colgara carte­
su Dios y se estremece a la sola mención decen hoy ante la confrontación con los les sobre sus imágenes explicando en la
del arcángel caído. Y es que el segundo trabajos automáticos del surrealismo y, sin fraseología popular el sentido de cada una
detenta la perfección porque es el Mal sin ir tan lejos, con la abrumadora simbología de ellas. El sacerdocio confabulado en torno
atenuantes, del otro aún podemos equivocar­ de Lautréarnont. Posiblemente haya habido al Gran Misterio está seriamente amenaza­
nos. Pero esa equivocación es de más en más en Ducasse una experiencia con la droga, do. Para luchar contra esta amenaza hay
menos frecuente y menos sólida. El hombre se encuentran referencias aisladas en Los que recurrir al extremismo. Pero el símbo­
que la ha desechado asume la imposible ta­ Cantos. De cualquier modo importaba se­ lo, empleado corrientemente está gastado.
rea de enfrentar al Engañador y promete ñalar este aspecto como simple momento Su oscuridad se ha vuelto ya tan reconoci­
estar enfermo e inmóvil hasta destruir la informativo. ( Lo último que podría hacerse da que es delatora. Sólo queda el recurso
divinidad. Todos los suplicios no son sufi­ es pretender una explicación del texto poé­ de re-crear el símbolo, volverlo, no ya un
cientes para hacerle desistir, empero pide tico "desde" la droga o el haxix, como se momento en el lenguaje sino el lenguaje
que no haya piedad humana para él. El ser ha lleyado a cabo con los románticos de mismo. Expresarlo todo con símbolos y en
inmóvil, metamorfoseado en un espléndido Baudelaire a Achim Von Arnim o, como se este sentido, agotar la posibilidad de in­
monstruo que participa de los tres reines estima, recurrir a las ciencias de la psico­ vención. Entonces: "Aunque no tuviera nin­
de la vida es el símbolo máximo de la raza logía para la elucidación de ios hallazgos gún suceso real que referiros, inventaría
humana que ha dispuesto abrazar el bando oníricos en ia poesía y, a este respecto lo relatos imaginarios para trasvasarlos a vues­
de Maldoror. Su rebelión no está, entonces, único aceptable ( qué remedio queda! ) se­ tros cerebros". ( y aquí vemos también la
dictada por el antiguo orgullo ni la ambi­ rá el saqueo que han realizado los psicoana­ importancia que concede al diálogo ininte­
ción de arrebatar el poder a Dios sino por listas en la poesía de los últimos cien años rrumpido, es decir, usar cualquier artificio
un rencor exacerbado contra el odioso em­ para autorizar algunos argumentos).
si con ello se consigue incidir una vez más
pleo que ese Dios ha hecho de su poder. Anotaremos también un punte de con­ sobre ei lector y no darle tiempo a que
Aldo Pellegrini expresa: "Se rebela contra tacto entre Baudelaire y Lautréarnont y er escape de la atmósfera intcncionalmente
Dios no por ambición de poder sino por la coincidencia a que ambos llegan al tra­ creada, paso a paso. Podría anotarse, mar­
ser irremediablemente el responsable fina! tar la técnica del arrepentimiento y más ginalmente, la 'receta para crear' operante
de los males del hombre" ( 3 ) . que esto, la delimitación entre el verdugo y en la época; para Emile Bouvier ia inven­
ción ha llegado a ser la tarea del artista). ponentes del m a l; el de la tierra ( Maldo- la de pervivencia del mal y la eternización
Las "correspondencias" baudelerianas tienen ror) y el del agua (el tiburón hembra) el de la vida, con la celebración de la misa
parentesco con este empleo aparentemente primero exclam a: "Por fin había encontra­ negra, con el aspecto un poco folletinesco
abusivo del símbolo en Lautréamont; hay do a alguien que se me pareciera!". de la tiniebla, agregados escatológicos ( in­
indudablemente un nexo, más aún, un pun- La atracción que tiene Maldoror sobre siste primordialmente en el estado anfibio
to de reunión ( para dar una idea aproxi­ los hombres se debe, no sólo al hechizo de existencia real y de ultratumba) y el uso
mada y salvando las distancias, el Aleph, del mal, a esa inquietud irreprimible ante del hipnotismo: el vampirismo. Maldoror
de J. L. Borges) de los poderes cuya situa­ el misterio que toda naturaleza no tan dor­ es el vampiro, está revestido de tedos los
ción e$ preciso encontrar y esta empresa mida siente sino a! poder mágico. atributos propios a esa condición y cuando
es eminentemente poética. ( Esta ¡dea puede Y ahera y necesariamente para explicar actúa pone de relieve la relación entre el
entenderse muy cercana a la de! Monte Aná­ esta última ¡dea se aceptará el empleo de verdugo y la víctima.
logo, de René Daumai). Hay entonces ne­ un lenguaje que antes que pretender apre­ Georges Bataille ha escrito, hablando de
cesidad de una técnica, consistente en un sar los objetos en torno a los que se mue­ Jean Genet: "La infracción horroriza, como
proceso de apertura cósm ico; detectar por ve dará apenas un boceto, una imagen des­ la muerte; pero sigue atrayendo, como si
debajo de la historia las concepciones no leída y un tanto inasible. ( No puede recu- la exuberancia del deseo satisfecho hiciera
acalladas totalmente que afirman una edad rrirse a la fórmula famosa que consiste en surgir un desprecio por la muerte exigida
edénica original ; ésta sería, para Eduardo la afirmación por parte del autor sobre su por la infracción de la ley". Este concepto
Azcuy la finalidad última : "Esa ampliación "deliberado" dejar en sombras ciertos as- ' iluminará una faceta de la figura maldoro-
provocada de la conciencia ordinaria, esa pecios para inquietar al lector y hacerlo riana; el Mal es la transgresión, pero esa
transformación mental y orgánica que per­ participar de la búsqueda. Aquí, en este transgresión horroriza. También se dirá que
mite el afloramiento de primordiales es­ caso concreto. Y en tantos otros! se parte el mal debe ser ejecutado con pasión y,
tructuras psíquicas capaces de ampliar la de la seguridad de estar hablando a "al­ fundamentalmente, con una absoluta igno­
comprensión del universo, es la finalidad guien" (el lector comme il fau t) y no a rancia de estar practicando lo prohibido.
declarada o no, consciente o inconsciente, "algo" ( que sería la espesa masa de los Sóio así se hará el Mal por el Mal mismo
explícita o cubierta de farragosas concep­ Homais). Este poder mágico es la cualidad y el pecador no tendrá culpa. Su "pureza*
ciones, del misticismo, del ocultismo y de de conocer la correspondencia entre el es­ en el mal le salva. Pero hay otro ángulo
las religiones, que sólo pueden expresar píritu y las fuerzas de la naturaleza no que no debe olvidarse ( y de honda signifi­
esos niveles desconocidos de la mente por comprendidas en los catálogos científicos. cación en Lautréamont) y es el que otorga
medio de analogías éticas y simbólicas". Por conocer entenderemos también emplear, al Mal la identidad de albedrío, de libertad.
( 6 ). utilizar. Y esas fuerzas naturales aludidas Para una concepción primera el Bien está
están referidas a un campo cósmico, a la sustentado por una serie de principios y
MALDOROR APARTE
unidad de origen de lo que gravita y, en prohibiciones (y al decir Bien involucramos
"Moi seul contre l'humanité"
este momento específico, a su esfuerzo gi­ la Moral y la Ley) que atontan contra ia
La figura del héroe es "fin de siècle", gantesco por reconocerse ( se reconocerán libre disposición y cohartan la producción
responde sin duda al arquetipo de Byron, al los organismos ORIGINADOS POR UN MIS­ de un acto libre. Indudablemente ese acto
señorío aristocrático que se traspasa de la MO PRIN CIPIO ). Para llegar a esta meta libre estará siempre determinado por una
primitiva belleza del arcángel caído. No suprema (que está simbolizada por la pie­ elección. Pues bien, se elige el Mal y ante
hay que olvidar que Maldoror es un ser dra filosofal en los alquimistas y aclaremos esta sola decisión se pierde la pureza del
seráfico, es la mutación del querube (ex­ que esa piedra no fue tan sólo ni mucho me­ Mal. Y es que se ha optado por él como un
presamente en e! reconocimiento del ángel nos el talismán físico que convertiría los me­ medio de transgresión y luego, como la úni­
transformado en cangrejo paguro durante tales en oro ni la fuente de juventud eterna, ca salida hacia la libertad ilimitada. Mal­
el diálogo que sostiene antes de su asesi­ aunque este segundo concepto participa en doror conoce la otra ca ra ; su arrojo en el
nato a manes de Maldoror) por eso su alguna medida de la ¡dea que enunciamos) mal proviene de una acción premeditada.
apariencia física no desmiente tales oríge­ se han de buscar, como medida preliminar, Pero para poder situarse en este dominio
nes; sus adversarios, asimismo, sólo po­ las vías o caminos. Hacemos alto aquí; más con toda la voluntad y sobre todo, poder ha­
drán ser bellos y conviene recordar que que esas vías poseemos la larga y nunca llar aquí una libertad acorde con su deseo de
para Lautréamont la belleza está muy dis­ oficializada historia de los esfuerzos por infinito, debe olvidar su origen y no sentir
tante de los cánones tradicionales ; todo el descubrirlas y señalarías. El poder mágico, jamás el menor remordimiento. Lautréamont
libro está plagado de ejemplificaciones al la magia, consiste en el peregrinaje por ta­ no ha logrado este objetivo; la creciente in­
respecto. Pero esta minuciosidad en la des­ les rutas, objetivo al que la poesía misma tensidad que hace del Mal le pone al des­
cripción, esta asombrosa reunión de metá­ ha tendido desde siempre. ( La magia en­ cubierto. No ha conseguido olvidar, su mal­
foras deslumbrantes está dirigida principal­ globará las otras prácticas tales como la dad es incompleta, su libertad está igual­
mente a hacer resaltar la belleza terrible poesía, la demonología, las doctrinas esca- mente seccionada. Se vueive entonces hacia
del Mal y en esto se insistirá hasta que el tológicas, ( pueden comprenderse las reli­ el úítimo anonadamiento, la muerte como
lector haya aceptado la imagen maldororia- giones, sobretodo en su aspecto primitivo, posible solución al problema. Pero esta
na y al mundo en que ésta se mueve como hierofánico) y que no deriven de un pen­ muerte no es deseada de la misma manera
una dimensión magnífica, hasta que haya samiento de rigor filosófico, la brujería, la que tampoco es temida. Simplemente per­
admitido que la representación de la poten­ hechicería; fundamentalmente la idea al­ manece ahí, hay que limitarse a dejarla
cia demoníaca excede la un tanto rebajada quimista del universo, el ocultismo y las estar.
y sencilla beatitud de las tranquilas pintu­ diversas teorías esotéricas). De esta línea
ras religiosas ( forma a la que está más derivará un rito particular, de carácter so­ Una novela de Anatole France descansa
acostumbrado). Para lograr este efecto na­ bresaliente porque condensa en sí varias ca­ en el argumento de una nueva revolución
da es desdeñado pero a veces el resultado racterísticas comunes a los demás. En el celeste. Los ángeles custodios y aquellos
sobrepasa la frontera del asombro ; nada dominio de la demonología este rito es su­ otros precipitados a la tierra por haber
más demostrativo que en la 13 estrofa del mamente importante y está adornado con caído en desgracia ante el Creador, son los
Canto II, cuando después de la cópula las particularidades de las ceremonias sacri­ encargados de organizar el ejército que
monstruosa en que se juntan los dos ex- ficiales, con la idea de metamorfosis, con pondrá fin a la gloria eterna c!e Jehová. En
su dudoso humor Franco relata el abandono suelto elegir la irrenunciable consecuencia da en el gigantismo de la poesía) y, por últi­
relajado de las huestes adictas al viejo ge­ con el destino impuesto. mo su propio aislado orgullo indeclinable
neral, el arcángel Miguel. Los ángeles te­ de criatura que ha visto el lado oculto de
LAUTREAMONT MISMO
rrestres concurren a ofrecer la capitanía de la vida y ha renunciado a toda ayuda y a
"Más que surrealista, Isidoro Ducasse se
sus fuerzas al apaciguado Satán, señor de la proximidad engañadora del hermano;
nos presenta aprisionado por una náusea
los tiempos felices de la humanidad. Este "Quiero ser el único habitante de mi ín­
existencial. Tiene conciencia de lo absurdo
se retira a meditar su respuesta y, dormi­ timo razonamiento" declara en la 6 estrofa
y esa misma conciencia crea la rebelión, eí
do, tiene un largo sueño. Y aquí encontra­ del Canto IV. Presumiblemente Lautréamont
paroxismo y la violencia". ( 6 ) .
mos la idea interesante del novelista; Sa­ haya sido uno de los que más hai^ creído
tán, una vez asumidos el poder y la gloria Indudablemente en él la ¡dea padecida en el verbo como vía explicativa y expia­
y relegado a Dios al fondo del abismo se del absurdo se manifiesta con una fuerza toria (Jules Laforgue ya fue el "último" de
va convirtiendo gradualmente en el Dios estallante a la que es preciso dar una ex­ los poetas) y en su padecimiento de él
desplazado mientras el abismado se trans­ presión acorde: Los Cantos. Aparte de co­ acrecentó esa creencia en la poesía como
forma en el antiguo Satán. Vale decir que nocer la brevedad de ¿u vida (2 4 años), contrapeso a la chatura circundante: "Pero
para Anatole France existe un principio in ­ sus incursiones por ios dominios de las sabed que la poesía se encuentra en todas
mutable de identidad con el propio destino, ciencias naturales, su origen americano y partes donde no está la sonrisa estúpida­
algunas cartas y direcciones donde habitó mente burlona del hombre con cara de
algo mucho más poderoso que el amor fati,
en París (todo lo cual no constituye, por sapo".
una idea de absoluto acatamiento al origen
cierto, ninguna carta de presentación) no
que determina. En efecto, Dios es cruel y 1 )— Maurice Nadeau — "Historia del Su­
sabemos más de él, del hombre Isidoro Du­
vengativo, hasta estúpido a veces porque sus rrealismo" — Apertura. El mismo Na­
casse. He aquí un preclaro caso de absor­
altas funciones han producido en él la ob­ deau dará después, un poco despreo­
ción del individuo por su actividad, por su
nubilación de un sentido de justicia (sen­ cupadamente ( ..."se puede, si así se
creación. Difícilmente podemos hablar so­
tido que, por otra parte, sólo se lo han quiere") la ficha temporaria del su­
bre Ducasse como hemos podido hablar de
concedido los hombres— y éste es el ver­ rrealismo: 1918- 1939.
Baudelaire. Ducasse "es" su sinónimo lite­
dadero ataque de France, por debajo de la 2 ) — Anna Balakian — "Los Orígenes L i t e .
rario. En él parece haberse cumplido la ul­
inversión de los roles) y Satán, por su la­ rarios del Surrealismo".
tima voluntad de Sade, de un absoluto ol­
do, ha asumido la contrapartida de esa con­ 3 ) — Conde de Lautréamont — "Obras Com­
vido y desconocimiento de sí. Nos queda
ducta, se ha vuelto bueno y pacífico y, más pletas". Prólogo de Aldo Pellegrini.
entonces la tarea mínima de mostrar una
que esto, se ha constituido en la figura vez más los caracteres que, desprendidos 4) — En carta del 12 de Marzo de 1870 di­
prometeica de custodio renovador de la fe­ de su obra habrán de constituir la proyec­ rigida al banquero Darasse se refiere
licidad y sabiduría humanas. Esta situación ción deformada( una fotografía borrosa) de Lautréamont a su obra que el editor
es posible juzgándola a la luz de este pen­ alguien a quien llamaron Isidoro Ducasse se niega a publicar "temiendo al Procu­
samiento; es más lógico suponer un sen­ ( que presumiblemente hizo con su vida co­ rador General". D ice: "Era algo del
timiento solidario entre Satán y la Huma­ tidiana, aparte de lo habitual, algo más no­ género del Manfredo de Byron o del
nidad porque AMBOS han sufrido la Caída, table, alguna anécdota que de estar en Conrado de Mickiewicz, pero con todo,
ambos han sido expulsados de una convi­ nuestras manos hubiera sido indeleblemen­ mucho más terrible".
vencia tripartita en el paraíso — y, de te estampada en su biografía como demos­ 5) — "Pues al dejar traslucirse el vicio en
acuerdo con esto, es lógico también supo­ tración concluyente de su genialidad). El estas páginas se creerá más en las vir­
ner un odio en común hacia el Expulsador. Absoluto llegó a Lautréamont recibido a tudes que yo hago resplandecer". "Los
Al mismo tiempo juega la imagen inacce­ través de una larga trayectoria cuya cul­ Cantos de Maldoror", Canto IV, estrofa
sible de un Dios terrorífico y la de un De­ minación fue el romanticismo. Absoluto se 2. También en carta a Verbroeckho-
monio escarnecido, excesivamente cerca del confunde con Infinito, nuestra percepción ven : "...exageré el diapasón para crear
hombre como para evitar una comparación ordinaria nos cierra el acceso a su mani­ algo nuevo en el sentido de esa litera­
y aún una similitud de destinos. En Lau- festación. Hay que despojarse de los esque­ tura sublime que canta a la desespera­
tréamont esa similitud está llevada a los mas ; el problema deriva de la fuerza no ción sólo para atormentar al lector y
extremos; aparte de la competencia entre amordazada del hombre sensible; el pro­ hacerle desear el bien como remedio".
los tres bandos acerca de la práctica del ceso no es desconocido pero es indispensa­ Obsérvese esta nota agregada por Sade
Mal (Dios, Maldoror y los Hombres) |a ble optar; la mística se aleja desdeñosa­ al borrador de "Ju stin e": "El desen­
unión de los dos últimos hará nacer un in­ mente de la situación que en ese hombre lace debe devolverle a la virtud todo
tenso odio antagónico que, paradójicamen­ ha provocado la caída, pero el hombre sen­ $1 brillo que le es debido y hacerla tan
te, surge del amor en que están unidos; sible participa de esa mística Inaccesible; hermosa como deseable. No habrá ser
en la oda al Piojo, Lautréamont declara su sólo que el patetismo evidente de su rea­ que, al concluir la lectura, deje de abo­
satisfacción ante el daño que inflige a la lidad descubre en él la virulencia de una rrecer el falso triunfo del crimen y de
humanidad el insecto, pero se lamenta de acción inmediata: he aquí la poesía. Este querer las humillaciones y desgracias
que ese mismo daño no sea infinitamente panorama permite decir a uno de sus co­ que asaltan a la virtud". Guillaume
mayor. Simultáneamente existe ese odio co­ mentadores q u e: "Lautréamont se encontró Apollinaire: "El Marqués de Sade".
mún hacia el responsable de tal circunstan­ en la precaria situación de un místico des­ ó ) — Eduardo Azcuy — "El Ocultismo y la
cia. Tampoco Maldoror se engaña sobre el pojado de sus símbolos de veneración" ( 7 ) .
Creación poética", pág. 28, Ed. Sud­
triunfo definitivo; sabe que el otro es más Por otra parte hemos señalado su pensa­
americana.
grande pero ríe con desprecio ante la sola miento acerca de un Dios cruel y nada justo,
proposición de retornar a su antiguo pues­ a lo que agregamos su concepción orgullosa 6) — Eduardo Azcuy — ob. cit. pág. 137.
to entre los serafines. Lautréamont ha re­ de su propia poesía ( concepción fundamenta* 7) — Anna Balakian — ob. cit. pág. 109.

Director de la Revista
Carlos A. Culleré Cordobesa " I G I T U R "
“ Así, pues, hay un poder más fuerte que la vo­

LA U TREA M O N T luntad... ¡Maldición! La piedra quisiera sus­


traerse a las leyes de la gravedad? ¡ Imposi­
ble!”. Era la desesperación de sentirse con­
vencido de que no habría nada más allá de la
La más consciente realización, en una obra tumba: “ sé que mi aniquilamiento será com­
poética, de esta crisis espiritual causada por pleto”. Por otra parte, había una reacción más
el progreso científico se manifestó en la obra fuerte: la de rebelión, de desafío.
breve y violenta de Isidore Ducasse — o Conde El hombre, ¡ ese estúpido animal que piensa
de Lautréamont, como prefirió llamarse— , que ha descuDierto los secretos del universo!
quien en el transcurso de dos años vivió y re­ En realidad, no ha resuelto los problemas im­
flejó el conflicto de la época por la que pasó portantes de la vida: por ejemplo, “el temible
tan rápidamente. problema” de la “mortalidad o inmortalidad
Destinado a la carrera científica, llegó a Pa­ del alma”. Contemplando las fuerzas latentes
rís de su Montevideo natal como un joven que del océano, exclama: “La sicología tiene mu­
iba a ingresar a la Escuela Politécnica. Este cho que progresar aún. Yo te saludo, viejo
fondo científico es evidente en “Los Cantos océano”. Le deleita pensar que a pesar de to­
de Maldoror”, no sólo en su famosa invocación dos los excelentes métodos científicos desple­
a la matemáticas, sino negativamente en el de­ gados, el hombre no ha aprendido a sondear
sentimiento y repugnancia con que acepta los los abismos del océano. “Tú no dejas adivinar
avances de la ciencia en el campo de lo oculto. fácilmente a los ojos válidos de las ciencias
Esta educación y su profunda influencia sobre naturales los mil secretos de tu íntima estruc­
una naturaleza que comenzaría siendo muy re­ tura, eres modesto”. Modesto es el océano, mo­
ligiosa constituyen la base de la obra de quien, destos los animales; pero el hombre cultiva
después de permanecer desconocido por mu­ su saber, busca elevarse mediante él, sólo pa­
chos años, fue proclamado por los surrealis­ ra encontrarse al final, al mismo nivel del ani­
tas como su más ilustre precursor (1 ). mal.
Lautréamont, aunque conocía profundamen­ Ya no sería posible por más tiempo el ilu­
te los descubrimientos científicos de su tiempo, sorio cuadro de un universo en el que los se­
los miraba con gran desprecio. ¿Por qué ese res inferiores que rodean al hombre serían ele­
desprecio? Dotado de inclinaciones místicas y vados por la gloria refleja del amor del hom­
de una poderosa imaginación, él había deseado bre hacia ellos. No, tal como sucedía en la
vivir en un mundo que fuese como cera en sus ciencia, el poeta estaba comenzando a expli­
propias manos; habría anhelado un mundo car las formas superiores por las inferiores;
que hubiese podido moldear a su propio gusto los personajes de Lautréamont pasan fácilmen­
y del que hubiese podido hacer desconocidos te de una vida a otra y se comunican entre
pero fascinantes tributarios que le condujesen sí con la mayor facilidad. Pero, ¿podría este
al cielo. El suyo habría sido un mundo de mi­ lazo entre las criaturas terrenales elevar la
lagros, de metamorfosis y de revelaciones. En materia al nivel del espíritu, como lo esperaba
cambio, tuvo la desgracia de vivir en una épo­ Janet? Por el contrario, este proceso iba a
ca que estaba barriendo con milagros y reve­ mostrar “el hombre con cara de sapo” ; el hom­
laciones y reemplazándolos por las inquebran­ bre dirigido por los mismos instintos incon­
tables leyes físicas; la humanidad no había al­ trolables e ilógicos del animal, y en apariencia
canzado aún el estado en que podría conciliar más despreciable que el sapo. Aunque con el
física y metafísica. Lautréamont se encontró Conde de Lautréamont no alcanzamos la glo­
en la precaria situación de un místico despo­ rificación de la irracionalidad del hombre (2 ),
jado de sus símbolos de veneración. él, por lo menos, orienta la poesía en esa di­
El resultado fue doble. Por una parte sintió rección.
una especie de asfixia al pencar en el estado Lo que descubre le causa tal desagrado, que
del hombre, “que permanece encadenado a la
costra endurecida de un planeta’’, al pensar
que era imposible evadirse de las leyes físicas: ANNA BALAKIAN
se siente presa de un odio implacable contra la jaba en lugar de elevar las cosas que El tocó
humanidad, cuyo destino va encadenado a la con Su hálito. El creador iba a tomar la for­
costra endurecida de un planeta y a la esencia ma de un rinoceronte, iba a comportarse en
de su alma pervertida. “Yo solo contra la hu­ forma vergonzosa. Previamente, el bien había
manidad” constituye su tema. Así, la misma sido asociado a la búsqueda del infinito. Pero,
mano que empezaba a abarcar lo irracional en para el monstruo que era Maldoror, lo correc­
el hombre introducía una actitud profunda­ to y lo incorrecto ya no se consideraban con­
mente antisocial. El símbolo de su poesía en tradictorios. Ellos podían cometerse simultá­
prosa es un corcel galopando furiosamente pa­ neamente y se dirigían igualmente hacia la
ra esquivar el ojo humano y gozar con todos búsqueda del infinito. Si Dios estaba en él y
los ejemplos de la “maldad humana”. Lau- en las demás criaturas, pensaba Maldoror, El
tréamont mostrará al hombre cometiendo crí­ debe residir en la esencia misma de las cosas
menes diabólicos y deleitándose con su perver­ vivientes; y había descubierto que esta esen­
sidad. El tendrá su héroe, Maldoror y sus se­ cia era más bien perversa que buena. Así, pués,
cuaces atacan al hombre físicamente y le ha­ el Creador, según Lautréamont, era una fuente
cen sufrir. “...Estoy feliz con la cantidad de de maldad. Cuando Maldoror ve perros aullan­
mal que te hace, oh raza humana; solamente do furiosamente a las estrellas como si las
querría que te hiciera aún más”. La sola vista odiasen, a los árboles, a la tierra, a la vida y
del ser humano le parecerá repulsiva : “Yo, al silencio, y finalmente despedazándose unos
ser lo bastante generoso para amar a mis se­ a otros hasta la muerte, él oye decir a su ma­
mejantes... ¡ No, no ! Lo decidí desde el día de dre : “Cuando estés en tu lecho y oigas los la­
mi nacimiento. Se verán derrumbarse los mun­ dridos de los perros en el campo, ocúltate bajo
dos, la piedra resbalando como un corvejón los cobertores, no te burles de lo que ellos ha­
sobre la superfìcie de las olas, antes que toque cen : ellos tienen sed insaciable de infinito, co­
la mano infame de un ser humano”. Maldoror mo tú, como yo, como el resto de los humano,
deseará matar a un niño para que no alcance de rostro pálido y alargado. Más aún, te per­
nunca la repulsividad completa del adulto. mito asomarte a la ventana para contemplar
¡ En verdad, el hombre no ha sufrido tal pér­ ese espectáculo que es bastante sublime”.
dida de prestigio desde la caída de Adán como El asocia su propio anhelo de infinito con
ahora en manos de Isidore Ducasse! el de aquellos perros: “Yo, como los perros,
No era bastante con odiar a la humanidad; experimento necesidad de infinito. ¡ No puedo,
bajo el disfrad de Maldoror, Lautréamont tra­ no puedo satisfacer esa necesidad! Soy hijo
ta de aparecer extrahumano. Maldoror tomó del hombre y de la mujer, según lo que me
la fonna de varios animales y recobró con do­ han dicho. Eso me extraña..., yo creía ser más”.
lor la forma primera : “Volver a mi forma pri­ Pero si Dios rehúsa revelarle los misterios
mitiva me causó un dolor tan grande, que poi entre los que se debate su existencia, así como
las noches aún lloro por ello”. El lo rehúsa a los animales, él, Maldoror, en­
Para sentirse extra humano, Maldoror ten­ contrará otros medios para descubrir el cam­
drá que convertirse en monstruo, uno que no po ilimitado de nuevos e inciertos horizontes:
puede llorar ni reir, que ignora el amor y la “...Yo haré comprender al Creador que él no
amistad ; en resumen ; “el que ha renegado de es el único amo del universo; que muchos fe­
todo : padre, madre, Providencia, amor, ideal”. nómenos, que dependen directamente de un co­
Su rebelión no se dirigirá sólo contra la hu­ nocimiento más profundo de la naturaleza de
manidad, sino también contra el Creador: “Mi las cosas, atestiguan en favor de la opinión
poesía no consistirá sino en atacar por todos contraria”. Su concepción del infinito no será
los medios al hombre, esta fiera, y al Creador, abstracta, sino que consistirá más bien en "el
que no debió haber engendrado tal gentuza”. principio espiritual que preside las funciones
Paul Janet había esperado que el materia­ fisiológicas de la carne”.
lismo significaría creencia de que Dios perte­ Con él se originará, pues, la noción de que
nece al mundo y visión del mundo en el espí­ la expresión artística puede resultar de un mé­
ritu de Dios. Pero iba a suceder lo contrario. todo científico de exploración de la subjetivi­
Lautréamont describió al Creador en el mundo dad del sujeto pensante. La única barrera pa­
que había creado, pero al hacer esto, lo reba­ ra esta libre explotación parecen ser las res­
tricciones prohibitivas ofrecidas por la razón: que Arnim habría tratado de conciliar la anor­
“El hombre y yo’', se lamenta Maldoror, “em­ malidad de la araña con la lógica de lo pre­
paredados en los límites de nuestra inteligen­ cedente.
cia como a menudo lo está un lago en un cin­ ¿Qué poesía, o mejor, qué manual de futura
turón de islas de coral”. Así, pues, lo más im­ poesía resulta de un estado del espíritu en el
portante que había que hacer era tratar de que razón, imaginación y memoria no son to­
paliar el efecto restrictivo de esta fuerza so­ mados en cuenta? El pestañeo intermitente de
bre su besoin d’infini. El encontró que la inte­ las facultades mentales enfoca un sentido ca­
ligencia podía ser destruida temporalmente da vez, disminuyendo los demás; magnifica la
por “el torbellino de Las facultades inconscien­ sensación del tacto, en ciertos momentos, me­
tes”, estimulando los efectos del cloroformo y diante una serie de imágenes, incluyendo el
aun la locura, produciendo un adormecimiento deslizarse de un pie sobre una rana, el aplas­
forzado de los sentidos. De este modo se ini­ tar una mosca, el aguijón de un látigo; o re­
ció un experimento científico, una verdadera pentinamente, despierta el sentido del oído en
vivisección humana en literatura: “Un letargo uno que ha sido sordo, y, al hacer esto, todo
inefable envuelve en sus adormideras mágicas, el resto se borra por el momento; su sutileza
como un velo que tamizara la luz del día, la le permite oir lo imposible, como el choque de
potencia activa de mis sentidos y las fuerzas las alas de un mosquito contra el aire, y con
vivas de mi imaginación". No sólo la razón, esta agudeza destruye el equilibrio perfecto
sino aun la imaginación será relegada a un que la naturaleza ha proyectado para los cin­
plano secundario; porque ya que está basada co sentidos. »
en la experiencia exterior, se la considera, no Pero, sobre todo, Lautréamont crea imáge­
sólo impotente, sino engañadora. Por consi­ nes que se elevan y caen, se suceden sin cone­
guiente habiendo desacreditado a la razón y a xión, sin relación, aunque entremezcladas co­
la imaginación, él esperará encontrar una des­ mo en una pesadilla. Intencionalmente desa­
viación anormal en el funcionamiento de las rrolla una técnica para la representación de lo
leyes naturales, y de este modo, podrían serle que Baudelaire habría llamado le rêve sur­
revelados fenómenos más allá de los aporta­ naturel. No le interesan los bellos sueños, sino
dos por la observación y la experiencia. La na­ la pesadilla, con todos sus absurdos, que el ser
turaleza puede ser alterada hasta lo risible. humano común afortunadamente olvida cuan­
Maldoror no hará distinción entre un asno co­ do se despierta; se trata de la pesadilla sinté­
miéndose un higo y un higo comiéndose un tica de uno que ha combatido el sueño natu­
asno. Estará presto a aceptar en el mismo ni­ ral, es una representación mucho más auténti­
vel de visión pilares y pinos, un rinoceronte y ca que la de Gérard de Nerval, que conoció las
una mosca, como prueba de “las contradicio­ pesadillas naturales, pero al que repugnó dar­
nes reales e inexplicables que pueblan los ló­ les un lugar en la literatura. Es el trabajo de
bulos del cerebro humano”. uno que analiza, con lógica perspicaz, su vo­
luntaria irracionalidad luego de haberse colo­
Del desprecio de la experiencia al desprecio cado en un estado en el que puede sentir el
de la memoria no hay más que un corto pase. sueño sin sucumbir a él.
Contrariamente a los poetas que le anteceden
Lautréamont es un comediante cruel, des­
y cuya fantasía dependía tanto de la memoria,
tructivo, imprudentemente joven, como lo se­
Lautréamont afirm a: “no estará errado el que
rán muchos de sus sucesores ; es un comedian­
pretenda que yo no poseo la facultad de re­
te que juega con su auditorio tanto como con
cordar”.
los fundamentos del mundo. En un momento
En reemplazo de la memoria, él mezcla la él confesará con dulzura: “Mi razón se había
remembranza con el sueño y, por ende, lo real volado” ; pero un instante después aclarará
con la ilusión. Por ejemplo, en un momento que lo ha dicho para engañarnos y recalcará su
en que se ha dejado llevar por lo que parece autonomía: “Mi razón no se vuela jamás, co­
ser una fantástica descripción de una araña mo lo decía para engañaros”. Sin embargo, él
fabulosa, él trastrueca hecho y ficción, y dice: puede, con precisión casi científica, simu­
“Ya no nos encontramos en la narración... lar las visiones de uno cuya mente se ha ido
¡Ay!, hemos llegado ahora a lo real”, en tanto en realidad; los síntomas que atribuye a Mal-
doror, por ejemplo, son extrañamente seme­ era incomprensible, que nada había sido ya di­
jantes a los que Edmond de Goncourt descu­ cho, que el poeta había llegado al mundo de­
brió en la perturbación mental de su hermano: masiado temprano, que la poesía debería ser
pérdida d e la memoria, deshumanización, creada por todos y no por uno solo, que el cri­
egoísmo infantil, falta de sueño. Todo esto está ticismo de la poesía era de mayor valor que
reconstruido sintéticamente con la dosis natu­ la poesía misma, que la descripción del cielo
ral de opio que creía Baudelaire. Y le guía una podía no tener nada en común con los mate­
voluntad siempre vigilante: “Me sucede a ve­ riales de la tierra, que la contradicción era el
ces que sueño, pero sin perder por un solo sello mismo de la falsedad?
instante el sentimiento vivo de mi personali­ O, por e,l contrario, era por medio de esta
dad y la libre facultad de moverme: sabed que misma contradicción que quería burlarse de
la pesadilla que se oculta en los ángulos fosfó­ la humanidad una última vez y mostrar que
ricos de La sombra, la fiebre que palpa mi ros­ "el hombre dice hipócritamente sí y piensa
tro con su muñón, cada animal que alza su no”. Si es así, estaba diciendo entonces que el
garra sagrante, pues bien, es mi voluntad, que, hombre es imperfecto y maligno, que la razón
para dar un alimento estable a su actividad es inadecuada, que el orden no existe, Elohim
perpetua, los hace girar”. (3 ) está exento de toda sabiduría, el Cielo se
Tal es la pesadilla de uno que se ha trans­ encuentra sólo en la materia, poesía es la cris­
formado intencionalmente en monstruo para talización de la subjetividad pura de un ser
eludir la condición humana regida por la na­ solitario.
turaleza. El niño que había contemplado las De cualquier modo, este curioso apéndice de
estrellas con desdén, que había sondeado en su obra — un ejemplo de extrema ironía— no
vano el misterioso océano, que no se había sa­ puede desmentir el hecho de que Lautréamont
tisfecho al caminar por el abrupto sendero de produjo la primera de una serie de aberracio­
la jornada terrestre, había encontrado su es­ nes forzadas que se manifestarían en poesía. Y
cape en lo impronosticable, en la incontrola­ como Arthur Rimbaud decía en la misma épo­
ble irracionalidad encerrada en la concha ló­ ca : el que logra el desorden de la mente se es­
gica de la mente. tá mutilando a sí mismo. Aun así, las fuerzas
Pero su obra, aunque impresa, fue mante­ creativas de Lautréamont no se dirigirán sola­
nida fuera del alcande del público por un edi­ mente a la destrucción de las cosas que se ha­
tor que, como Lautréamont lo explica en una llan a su alrededor, sino que crearán un in­
carta a un amigo de su familia, Durasse, en fierno en el que el poeta se vivisectará a si mis­
1870, temía que “la vida estaba ahí pintada con mo y será destruido a la edad de veinticuatro
colores demasiado amargos” y que por este años. Murió con la esperanza de que algún
motivo podía enfadar al censor público. Este día sus teon'as serían adoptadas por algún
hecho y la necesidad de una ayuda financiera grupo literario. Y sobre su propia obra colocó
de parte de sus padres hicieron que Lautréa­ el trágico epitafio: “Libre como la tempestad,
mont descubriera el método final de expre­ vino a abatirse un día sobre las playas indo­
sión : el uso de la contradicción. En su carta mables de su terrible voluntad”.
a Durasse, Lautréamont dice que ha decidido
cambiar su noción de la vida, que en adelante (1 ) Un surrealista dijo de é l : "Sabed... que, para mí y para
ha de cantar solamente a la esperanza, la cal­ algunos otros, ningún poeta puede competir con Rimbaud,
ma, la dicha y el deber, y que espera recibir excepto Lautr¿amont mismo, que lo sobrepasa por una ca­

la ayuda financiera de su padre informándoie beza". Carta abierta de Luis Aragón a Albert Thibaudet.

de la terminación del prefacio de este libro de ( 2 ) El intentó que su obra fuera algo en el género del Man-
poesías. El prefacio fue todo lo que de él se fredo de Byron, o del Conrado de Mickiewicz, "pero, sin
embargo, mucho más terrible".
escribió. Pero, ¿debemos creer que Lautréa­
mont se convenció repentinamente de la gran­ ( 3 ) Al mencionar a Dios, él usa la palabra que los antiguos he­
breos usaban para designar un Dios "extraño" a sus creen­
deza de la vida humana, de la sabiduría de
cias.
Dios, del orden universal, del amor por la fa­
milia y respeto por las instituciones sociales?
¿Estaba él realmente convencido de que los ANNA B A L A R IA N
En 1927, Francois Alicot tuvo la feliz idea de interrogar a Paul Lespés, que enton­
ces tenía más de 81 años. He aquí lo esencial de este testimonio que, desde entonces, ha
sido citado frecuentemente.
"Conócí a Ducasse en el Liceo de Pau en el año 1864. Estaba con Minvielle y conmi­
go en la clase de retórica y en el mismo salón. Todavía veo a este muchacho grande, del­
gado, con la espalda un poco encorvada, la tez pálida, los cabellos largos que cubrían la
frente, la voz un tanto chillona. Su fisonomía no tenía nada de atrayente.
"Era habitualmente triste y silencioso, como replegado sobre sí mismo. Dos o tres ve­
ces me habló con cierta excitación de los países de ultramar, donde se llevaba una vida
feliz y libre.
"A menudo, en la sala de estudios, pasaba horas enteras con los codos apoyados
sobre el pupitre, las manos sobre la frente y los ojos fijos en un libro clásico que no le ía ;
se veía que se había sumergido en su sueño. Yo pensaba, junto con mi amigo Minvielle, que
sentía nostalgia y que sus padres no podían hacer nada mejor que llamarlo de nuevo a
Montevideo.
“ En clase, parecía interesarse vivamente a veces en las lecciones de Gustave Hinstin,
brillante profesor de retórica, ex-alumno de la Escuela de Atenas. Le gustaba mucho Ra-
cine y Corneille y sobre todo Edipo Rey de Sófocles. La escena en la cual Edipo, ente­
rado por fin de la terrible verdad, da gritos de dolor y, arrancados los ojos, maldice su des­
tino, le parecía muy bella. Lamentaba sobre todo que Yocasta no hubiera alcanzado el col­
mo del horror trágico dándose muerte ante los ojos de los espectadores.
"Admiraba a Edgar Poe cuyos cuentos había leído antes de entrar al liceo. Por fin
vi entre sus manos un volumen de poesías, Albertus, de Théophile Gautier, que le había %
hecho llegar, creo, Georges Minvielle. s
"En el liceo lo teníamos por un espíritu extravagante y soñador, pero en el fondo lo
considerábamos un buen muchacho, que no sobrepasaba el nivel medio de instrucción, de­
bido — probablemente— a un retraso en sus estudios. Un día me mostró algunos versos
en su estilo. El ritmo, hasta donde pude juzgar en medio de mi inexperiencia, me pareció
un poco raro, y el pensamiento, oscuro.
"Ducasse tenía una aversión especial por los versos latinos. Hinstin nos dió un día
el pasaje relativo al pelícano en Rolla de Musset para que lo tradujéramos en hexámetros.
Ducasse, que estaba sentando detrás mío, en el banco más alto de la clase, renegó en mi
oído contra la elección de semejante tema.
"Al día siguiente, Hinstin comparó dos composiciones calificadas como las mejores,
con las de los alumnos del liceo de Lille donde él había enseñado retórica antes. Ducasse
manifestó vivamente su irritación. Para qué todo esto? me dijo. Es para fastidiamos con
el latín.
“ Había, creo, dos cosas que no quería comprender para no perder nada de sus anti­
patías y sus desdenes. Se me quejó a menudo de jaquecas •dolorosas, que no carecían de
influencia, él .mismo lo reconocía, sobre su espíritu y su carácter.
"Durante el verano, los alumnos iban a bañarse en la corriente de agua de Bois-Louis.
Era una fiesta para Ducasse, quien era excelente nadador. Me haría mucha falta, me dijo
un día, refrescar mi cerebro enfermo más a menudo en esta agua surgente.
"Todos estos detalles no tienen gran interés, pero hay un recuerdo que debo evocar.
En 1864, hacia fines del año escolar, Hinstin, que frecuentemente había reprochado ya a
Ducasse lo que él llamaba sus exageraciones de pensamiento y de estilo, leyó una composi­
ción de mi compañero. Las primeras frases, muy solemnes, excitaron primeramente su hila­
ridad, pero pronto se enojó. Ducasse no había cambiado de estilo, pero lo había agravado
singularmente. Nunca antes había soltado tanto la rienda de su imaginación desenfrenada.
No había una sola frase en que el pensamiento, hecho de algún modo de imágenes acumu­
ladas, de metáforas incomprensibles, no estuviera además oscurecido por invenciones v e r ­
bales y formas de estilo que no siempre respetaban la sintaxis. Hinstin, clásico puro, cuya
fina crítica no dejaba escapar ninguna falta de gusto, creyó que se trataba de una especie
de desafío a la enseñanza clásica, una broma pesada al profesor. Contrariando su hábito
de indulgencia, infringió a Ducasse un castigo. Esto hirió profundamente a nuestro com­
pañero; se quejó con amargura a mi amigo Georges Minvielle y a mí. Nosotros no trata­
mos de hacerle comprender que había sobrepasado el límite con exceso.
"E n el liceo, tanto en retórica como en filosofía, Ducasse no reveló, que yo sepa, nin­
guna aptitud especial para las matemáticas y la geometría, cuya belleza fascinante celebra
con entusiasmo en los Cantos de Maldoror. Pero le gustaba mucho la Historia Natural. El
mundo animal excitaba vivamente su curiosidad. Lo he visto admira,r largo rato una cetonia
de color rojo vivo que había encontrado en el parque durante el recreo de mediodía.
“ Sabedor de que Minvielle y yo éramos cazadores desde niños, nos interrogaba a ve­
ces acerca de los hábitos y la. estada de diversos pájaros en la región de los Pirineos y so­
bre las particularidades de su vuelo. Era un observador atento. Por' eso no me sorprendí
al leer, al comienzo del primer y quinto cantos de Maldoror, las notables descripciones del
vuelo de las grullas y sobre todo, de los estorninos, que él había estudiado muy bien.
“ No volví a ver a Ducasse después de mi salida del liceo, en 1865. Pero algunos años
después, recibí en Bayonne los Cantos de Maldoror. Era, sin duda, un ejemplar de la pri­
mera edición, la de 1868. Sin dedicatoria. Pero el estilo, las ideas rafas que se entrechocaban
a veces como en una pelea, me hicieron suponer que el autor no era otro que mi antiguo
compañero. Minvielle me dijo que él también había recibido un ejemplar, enviado, sin du­
da, por Ducasse.
"En el liceo, Ducasse se acercaba más a Georges Minvielle y a mí que a los otros
alumnos. Pero siuactitud distante, si se puede emplear esta expresión, una especie de serie­
dad desdeñosa y una tendencia a considerarse un ser aparte, los problemas oscuros que
nos planteaba a quemarropa y a los que nos resultaba embarazoso responder, sus ideas, las
formas de su estilo, cuya extravagancia destacaba siempre nuestro excelente profesor Hins­
tin, por fin, la irritación que manifestaba a veces sin motivo serio, todas estas rarezas
nos inducían a creer que su cerebro carecía de equilibrio. ¡,,
"La imaginación se reveló por completo en un discurso francés donde él había apro­
vechado la oportunidad para amontonar, con lujo de epítetos espantosos, Jas imágenes más
horribles de la muerte. Todo era huesos rotos, entrañas colgando, carne sangrienta o tri­
turada. El recuerdo de este discurso me permitió — algunos años después— reconocer la
mano del autor de los Cantos de Maldoror, aunque Ducasse jamás me hubiera hecho alu­
sión a sus proyectos poétieps. Minvielle y yo, así como otros compañeros, estábamos con­
vencidos de que Hinstin se había equivocado a! aplicar a Ducasse un castigo por su discur­
so. No se trataba de una broma pesada al profesor. Ducasse se sintió herido profundamen­
te por los reproches de Hinstin y por aquel castigo. El estaba convencido, creo, de que ha­
bía hecho un discurso excelente, lleno de novedades en lo que respecta a las ideas y de
hermosas formas de estilo. Sin duda, si se comparan los Cantos de Maldoror con las Poe­
sías, se puede suponer que Ducasse no fue sincero. Pero si lo fue en el liceo, como supongo,
por qué no habría de serlo después, cuando se esforzó por ser poeta en prosa, y cuando,
en una especie de delirio de la imaginación, se convenció quizás de que llevaría al bien — por
medio de la imagen de la delectación en lo horrible— a las almas desencantadas de la
virtud y la esperanza?
“ En el liceo considerábamos a Ducasse como un buen muchacho, aunque un poco, có­
mo podríamos decir?... alocado. No se trata de que careciera de moralidad; no tenía nada
de sádico” .
A la pregunta de Francois Alicot: “ Piensa Ud. que, como lo dijo el Sr. Soupault en
el prefacio de la última edición de Maldoror, hay una identidad entre su compañero y el
agitador revolucionario descrito por Jules Vallés en el Insurrecto?” , Lespés respondió:
“ Todo lo que puedo decir a ese respecto es que el Ducasse que yo conocí se expresaba
casi siempre con dificultad, y a veces, con una especie de rapidez nerviosa. Seguramente no
fue jamás un orador capaz de sublevar a las masas y en el liceo nunca habló de política ni
de revolución social. El retrato que hace Vallés del agitador Ducasse no me parece que
tenga una semejanza perfecta, aunque recuerde algunos rasgos de la fisonomía de mi com­
pañero. Este no abría desmesuradamente las piernas ni los brazos y tenía el cabello más
bien castaño, no rojizo” .
Finalmente, Paul Lespés confirma la exactitud del retrato de Ducasse hecho por La-
croix: “ Era un gran muchacho, imberbe, nervioso, retraído y trabajador" (Mercure de
France, enero 1928).
Hemos citado este testimonio en su casi totalidad porque, a su manera, parece un do­
cumento. Sus puerilidades, sus inverosimilitudes, son propias del género, y, aunque ocurra
sesenta y dos años después que Paul Lespés víq por última vez a Isidoro Ducasse, aunque
uno pueda asombrarse de encontrar una memoria así en un hombre de 81 años, aunque
el relato mismo, en su versión de los hechos revele contradicciones curiosas (Paul Lespés,
que nos dice al comienzo que Ducasse le "ha mostrado algunos versos en su estilo” termi­
na afirmando que Ducasse nunca le "hizo alusión” a sus proyecto poéticos), sin embargo,
este testimonio es el que ilustra con más verosimilitud el tipo de lectura psicológica al cual
el autor de los Cantos (en lo que refiere a sí mismo) no quiere entrar. (Se ha visto con qué
desenfado inverosímil los comentadores que siguen no vacilarán en volver a añadir una me­
sa aquí, una cama deshecha allá, un suspiro, una pasión, un piano vertical).
MARCELIN PLEYNET /LAUTREAMONT PAR LUI MEME
(Versión: Diana Castro)
JUAN CARLOS LEGIDO — E! teatro uruguayo — Ed. Tauro/68, Mont. Uruguay.
ARIEL CANZANI D. — El payaso de los incendios — Ed. Losada/65, Baires, Argentina.
C. DRUMMOND DE ANDRADE. — Mundo, Vasto Munc'o — Ed. Losada/67, Baires, Argentina.
EDUARDO BALIARI — Llueve — Ed. Caballete/67, Baires, Argentina.
RODOLFO BENASSO. — El olor de las hojas — Ed. ADLA/67, Baires, Argentina.
R. ANDRES y C. A. NEIRA — Lo que hemos visto y oído — Ed. E C l/6 7 , Baires, Argentina.
OLGA ROCHEN — Identidad impalpable — Ed. Carabela/67, Barcelona, España.
JOSE Ma. VELAZQUEZ. — Ceniza — Ed. Carabela/67, Barcelona, España.
G. LEGMAN — The fake revolt — Ed. Breaking Point/67, New York, USA.
LUIGI FIOREN TIN O — Ún fiume un amore — Ed. Maia/62, Siena, Italia.
OLGA ARIAS — El cornetín de los sueños — Ed. Arrecife/67, Cádiz, España.
JULIEN BLAINE — W. M. Quinzieme — Ed. Les carnets de l'Octeor/67, París, Francia.
JULIEN BLAINE — Essai sur la Sculpturale — Ed. L. C. de l'Octeor/67, París, Francia.
RENE PALACIOS MORE — El jardín del alucinado — Ed. Carabela, Premio/67, Barcelona, España
JUAN RAFAEL MENA — Heredada soledad — Ed. Carabela/67, Barcelona, España.
ALFONSO RAMOS .— Isla de soledad — Ed. Carabela/68, Barcelona, España.
DOMINGO MANFREDI CANO — Hombre soy — Ed. Carabela/68, Barcelona, España.
CONCEPCION SILVA BELINZON — El más justo llamó — Ed. Imp. Uruguaya/65, Mont. Uruguay.
PEDRO H. LEOTTA — Razón de estar presente — Ed. Encina/67, Baires, Argentina.
LUBIO CARDOZO — Contra el campo del Rey — • Ed. Euroamérica/68, Mérida, Venezuela.
OMAR LARA — Los enemigos — Ed. Trilce/67, Valdivia, Chile.
JOSE DE JESUS MARTINEZ — Invitación al coito — Ed. Q uijote/67, Panamá, Panamá.
BERTALICIA PERALTA — Largo in crescendo — Ed. Quijote/67, Panamá, Panamá.
LUISA FUTORANSKY — Babel Babel — Ed. La Loca Poesía/68, Baires, Argentina.
MAHFUD MASSIS — El libro de los astros apagados — Ed. Alerce/65, Santiago, Chile.
ANDRES CASTRO y V ICEN TE RODRIGUEZ NIETZSCHE — Estos Poemas — Ed. Guajano, San Juan,
Puerto Rico.
R E V I S T E R O CO N CURSO
EL LAGRIMAL TRIFURCA — nro. 1, Rosario, Argentina.
PONTO — nro. 1, Guanabara, Brasil.
“Casa de las Américas"
NOCOLOMBUS — nro. 1, Mont. Uruguay.
PUNTO Y COMA — nro. 0, Baires, Argentina. 19 6 9
REALIZACION DIVINA — nro. 1, Baires, Argentina.
AGENTZIA — nro. 1, París, Francia. Se considerarán cinco géneros literarios:
LA GACETA DE CUBA — nrcs. 61, 62 y 63, La Habana, Cuba.
CONJUNTO — nro. 5, La Habana, Cuba. NOVELA
UNION — nros. 4 /6 7 y 1/68, La Habana, Cuba. TEATRO / Obra de teatro
CASA DE LAS AMERICAS — nros. 46 y 47, La Habana, Cuba. ENSAYO
ISLAS — nros. 19, 20, 21, 22, 23, 24, 25, 26 y 27, S. Clara, Cuba. POESIA / Libro de poemas
EL CAIMAN BARBUDO — Supl. Enero/68, La Habana, Cuba. C U EN T O / L ib r o de cuentos
JORNADA POETICA — nro. 12, Arequipa, Perú.
En lo que respecta a Poesía, Novela, Cuento y Teatro, no
DIOGENE — nros. 53 y 54, Milán, Italia. se exige que el tema se ajuste a características determinadas.
EL CABALLETE — nros. 43, 44, 45 y 46, Baires, Argentina. El ensayo será un estudio sociológico, histórico, filosófico o
ABSIDE — nro. X X X l/ 4 , México, México. crítico, sobre temas latinoamericanos.
QUARK — nro. II, Reno, Nevada, USA.
EL MATE — nro. 8 y 9, La Paz, Uruguay. Los libros presentados deben ser inéditos y en lengua espa­
IGITUR — nro. 5, Córdoba, Argentina. ñola. Dichos libros se considerarán inéditos aunque hayan sido
THE S-B GAZETTE — nros. 10, 11 y 12, California, USA. impresos parcialmente en publicaciones periódicas.
EL CHUCARO — nros. 35, 36 y 37, Paysandú, Uruguay.
DIAGONAL CERO — nro. 24, La Plata, Argentina. Las obras deberán presentarse anónimamente, en original y
L'VII — nro. 31, Bruselas, Bélgica. copia, escritas a máquina en papel de 8 Va x 11 pulgadas (car­
EL HABITANTE — nro. 5, Catamarca, Argentina. ta), acompañadas de un sobre cerrado en cuyo exterior deberá
EN HAA — nro. ó, Caracas, Venezuela. indicarse el género literario en que concursa y su lema, y en
ALDONZA — nros. 38 y 39, Alcalá de Henares, España. el interior el nombre, dirección postal y ficha bio-bibliográfica
TORRE NAVIRA — O ct./6 7 , Cádiz, España. del autor. Para facilitar el trabajo del Jurado, se ruega el envío
VERS UNIVERS — nro. 6, Rotterdam, Holanda. de original y cuatro copias.
LA PALABRA Y EL HOMBRE — nro. 43, Veracruz, México.
EL CORNO EMPLUMADO — nro. 25 y 26, México, México. Los Jurados otorgarán un Premio único e indivisible por cada
EL CUENTO — nros. 27 y 28, México, México. género, que consistirá e n :
SIGLO 1 POESIA — nros. 3, 5, 6, 7, 8 y 9, México, México. $ 1,000.00 (m il dólares).
VERDE YERBA — Fase. 7 /8 , Barcelona, España. Publicación por Editorial Casa de las Américas.
CORMORAN Y DELFIN — Viaje 14, Baires, Argentina.
TALIA — nro. 33, Baires, Argentina. Los Premios de cuento, novela y ensayo serán traducidos al
NUEVO FILM — nro. 2, Mont., Uruguay. francés y al italiano, y editados en estos idiomas, y publicados
AUSONIA — nros. 4 y 5. año X X II, Siena, Italia. en español en varios países de América Latina. El Premio de
EL PASO — nro. 5, Paso de los Toros, Uruguay. Teatro será representado en el V III Festival de Teatro Latino­
APPROCHES — nro. 3, París, Francia. americano.
IKON — nro. 4 ,New York, USA.
EL REH ILETE — nro. 22, México, México. Los Jurados pedrán mencionar para su publicación total o
LAS ESPUELAS DEL ANGEL — nro. 5, Baires, Argentina. parcial, en las colecciones, cuadernos o revistas de la Casa de
EPOCA — nro. 22, Asunción, Paraguay. las Américas, y £ juicio de ésta, las obras (o parte de ellas)
V ER TICE — nro. 45, Caracas, Venezuela. que consideren de mérito suficiente.
SETECIEN TO S MONOS — nros. 9 y 10, Rosarlo, Argentina.
REACTIONS — nros. 2 y 4, Biena, Suiza. La Casa de las Américas se reservará los derechos de publi­
GUAJANA — nro. 6, San Juan, Puerto Rico. cación de la primara edición en español de las obras premiadas
CADAVER DICHOSO — nro. 2, Niza, Francia. y opción preferente de futuras ediciones. Referente a derecho de
HAOMA — nros. 3 y 4, Caracas, Venezuela. autor de las mercíones publicadas, conforme a la Base 6, se
ENCUENTRO — nro. 7, Buenos Aires, Argentina. observará lo dispuesto por la legislación cubana al respecto.
NEW SLETTER — nro. 8, Nueva York, U.S.A.
AGORA — nros. 1, 2, 3, 4, 5, 6, 7 y 8, Minas Gerais, Brasil. El plazo de admisión de las obras se cerrará el 31 de diciem­
PANORAMICA — nros. 47, 51 y 99, Lisboa, Portugal. bre de 1968.
POESIA DISTINTA — nro. 1, Madrid, España.
CUARDERNOS de la JUVENTUD — nro. 6, Baires, Argentina. Los Jurados correspondientes a cada uno de los cinco géne­
PUNTO OMEGA — nro. 2, Baires, Argentina. ros se constituirán en La Habana en enero de 1969.
BARRILETE — nro. 13, Baires, Argentina.
ENCRES V IV ES — nro. 61 y 62/63, Bram, Francia. Las obras deberán ser remitidas a las siguientes direcciones:
CULTURA BOLIVIANA — nros. 28 y 29, Oruro, Bolivia. Case Postal 2, Barne, Suiza, o Casa de las Américas, G y Ter­
PUNTO de PARTIDA — ;ro. 8, México, México. cera, Vedado, La Habana, Cuba.
AZOR — nros. 28, 29, 30 y 31, Barcelona, España.
BOREAL — nro. 5 /6 , Monteral, Canadá. Las obras presentadas estarán a disposición de sus autores
CUERNO INTERNACIONAL — nro. 6, Hollywood, U.S.A hasta el 31 de diciembre de 1969. La Casa de las Américas no
ESTANDARTE POETICO — nro. 9, Callao, Perú. se responsabiliza con su devolución. La Casa de las Américas
DESCASCARARIO — nro. 1, Rosario, Argentina. promoverá la traducción de los premios y menciones.
DE LA PRENSA
Montevideo, 9 de agosto de 1968. Montevideo, 27 de setiembre de 1968.
Señor Redactor Responsable: Señor Redactor Responsable:
Se pone en conocimiento de esa Re­
dacción, que cualquier comunicado o Comunico a Ud. que a partir del día de mañana, se res­
remitido, que la Universidad de la Re­ tablece el régimen para las publicaciones periodísticas, de
pública u organismo integrantes, como lectura posterior a la aparición, quedando, en un todo vi­
ser Facultades, Institutos, Escuelas, gentes las limitaciones impuestas por el Decreto 383/968,
etc., envíe a ese órgano de publicidad, del 13 de junio de 1968, y las interdicciones que fueron co­
debe ser sometido previamente a su pu­ municadas por nota de 17 de julio del corriente año, se­
blicación, a contralor por parte de esta gún instrucciones aprobadas oportunamente por el Poder
Jefatura de Policía, no incluyéndolo en Ejecutivo.
la edición respectiva sin obtener la co­
rrespondiente aprobación. Saluda a usted atentamente,
Saluda a usted atentamente, el Jete El Sub Jefe de Policía de Montevideo.
de Policía de Montevideo.

Montevideo, 22 de setiembre de 1968.


Señor Dedactor Responsable: “Ustedes tienen algo que hay que cuidar que es,
Comunico a Ud. que por resolución precisamente, la posibilidad de expresar sus ideas;
del Poder Ejecutivo y a fin de asegu­ la posibilidad de avanzar por cauces democráticos
rar el cumplimiento del Decreto N?
383/968 del 13 de junio último, el con­ hasta donde se pueda ir; la posibilidad, en fin, de
tralor de este periódico se ejercerá en ir creando esas condiciones que todos esperamos
lo posible y hasta nueva orden, con an­ algún día se logren en América, para que podamos
terioridad a la salida de la edición a la ser todos hermanos, para que no haya la explota­
calle. ción del hombre por el hombre ni siga la explota­
A los fines indicados se aplicará el ción del hombre por el hombre...”
régimen establecido en la comunicación
enviada a ese periódico en el día de FRAGMENTO DEL DISCURSO PRONUNCIADO POR EL CO-
ayer. MANDANTE ERNESTO "CHE" GUEVARA EL 17 DE AGOSTO
Saluda a usted atentamente, DE 1961, EN EL PARANINFO DE LA UNIVERSIDAD DE LA
REPUBLICA ORIENTAL DEL URUGUAY.
El Sub Jefe de Policía de
Montevideo.

LOS HUEVOS DEL PLATA aparece cada tres meses, impresa en ia Imprenta GADI, Florida-Uruguay; editada y dirigida
por Clemente Padín y redactada por Carlos Buratosi, Horacio Buscaglia, Néstor Curbelo,
Deseamos Canje Edgardo S., Juan José Iturriberry y Mario Levrero. El dibujo de la tapa pertenece a
Enrique Patino. Por razones de espacio se publicarán las colaboraciones solicitadas. Este
número corresponde al últim o de la suscripción 1968. A p artir del próximo éstas deberán
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